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APORTACIÓ N A LA
TEOLOGÍA DE ERASMO
DE ROTTERDAM
Historia de la Teología
Manuel Dana Nuevo
APORTACIÓN A LA TEOLOGÍA DE ERASMO DE ROTTERDAM
Biografía.
En París inició, con Adagios (1500), un éxito editorial que prosiguió en 1506 con sus
traducciones latinas (Luciano y Eurípides) y que culminó en Basilea (1515-1517 y
1521-1529) con sus versiones de Plutarco, sus ediciones de Séneca y de san Jerónimo y
su gran edición del Nuevo Testamento (1516: con texto griego anotado y su traducción
latina, muy distinta de la Vulgata), que le dio renombre europeo.
En sus viajes, visitó también Padua, Siena, Roma (1509) y diversas ciudades de
Alemania (1514), en cuyos círculos humanísticos fue acogido de forma triunfal. León X
le dispensó de tener que vestir el hábito para que viviese en el mundo y fue nombrado
consejero del emperador (a quien dedicó la Institución del príncipe cristiano, 1516).
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Implantada la Reforma en Basilea (1529), dejó la ciudad por la misma razón que dejara
Lovaina y se retiró a Friburgo de Brisgovia. Sobre la buena concordia de la
Iglesia (1534) es una obra en la que no parece poner sus ilusiones, y no hizo
comentarios sobre la ejecución en Inglaterra de Fisher y de Moro (1535). El mismo año
recomendó a Paulo III un tono conciliador en el futuro concilio y, desde Basilea
(adonde había vuelto y de donde sus achaques no le dejarían salir), le rechazó el
cardenalato; de poco antes de morir es su Sobre la pureza de la Iglesia cristiana (1536).
Para empezar, hay que considerar la metodología bíblica de Erasmo, de una importancia
decisiva para comprender su aplicación teológica. Ya el padre de Lubac le había
dedicado su atención, en una línea hoy más desarrollada. Cuando publica su Ratio verae
theologiae, donde escribe su concepción de la teología, había participado en la creación
del Colegio de las tres lenguas de Lovaina. Su tratado desarrolla tres puntos para poder
fundamentar la teología en la Escritura: recomienda el conocimiento de las lenguas
originales de los textos bíblicos, denuncia la insuficiencia de la dialéctica en teología y
critica severamente el exceso y la inanidad de cuestiones a que había cedido el estudio
de la teología.
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El misterio supone una estética que el teólogo, exégeta y predicador, tiene que percibir y
transmitir. Siendo teológica, dicha estética es contemplativa, así como es teologal y
profética, sin dejar de ser literaria y filológica. Nos damos cuenta, en esta visión del
error de oponer en Erasmo al humanista o al poeta y al teólogo. La pietas exige la
eruditio, y la doctrina, una disciplina. La formación filológica y literaria supera mucho
el plano exterior de la propedéutica; tiene también un fundamento teológico, que
confiere a las bonae litterae su estatuto propio en la exégesis y revela su papel en orden
a la fe. Esta concepción es fruto de una maduración que al mismo tiempo es evolución y
conversión según la cual Erasmo pasa de la disciplina a la doctrina.
Una lógica anterior más de orden espiritual que de orden abstracto y conceptual, se
convierte así en fuente de una teología simbólica, sintética y estética, más que de una
teología sistemática. Pero esa teología vivida, vita magis quam disputatio, no deja de ser
doctrinal. ¿No es el mismo dogma al que tiene por objeto, en cuanto es portador de los
misterios de la revelación, pues Erasmo se interesa más por la res que por enuntiabilia?
Su esfuerzo, desde mucho tiempo, se orientará a salvar la unidad orgánica de la
exégesis, del dogma y de la espiritualidad en la teología. Exégeta, teólogo, místico,
Erasmo se mueve a su aire. Su mística es la de un exégeta y su exégesis la de un
místico: “De ello depende el acto total de la teología, de una teología que es coextensiva
a la vida cristiana”. Así, enteramente referida a su fuente, la única y viva palabra de
Dios, la teología de Erasmo se resiste a la especialización creciente que triunfará en los
tiempos modernos cuando surja la distribución de la teología en disciplinas separadas:
positiva, dogmática, moral, mística, pastoral…
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De este modo la philosophia Christi, ordenada totalmente al misterio, asegura su
coherencia y su eficacia. El misterio al mismo tiempo confiere a esta filosofía su
lenguaje propio y apropiado, la alegoría, apto para aproximarse al misterio de Dios, que
es también el misterio del hombre. En esta teología se descubre una antropología. Y
también una metodología. A la comprensión del misterio, a la alegoría, pues, se orienta
el estudio de las lenguas y de las letras. Ni simple procedimiento literario ni artificio de
argumentación bíblica, la alegoría pertenece a la historia y a la doctrina de Cristo: en
este punto, el padre de Lubac no nuda en emparentar a Erasmo con Orígenes. A medida
que progresa su evolución espiritual y se desarrolla su reflexión intelectual, el teólogo,
en Erasmo, convierte al poeta, y la teología convierte el humanismo y la estética. La
Ratio verae theologiae representa un momento importante de esa evolución, no
ciertamente el último. El fundamento cristológico de la alegoría halla una formulación
más explícita en la Paráfrasis sobre el Evangelio de Juan y en el Eclesiastés.
La eclesiología de Erasmo explica sus ideas sociopolíticas, que tienen un tono místico y
teológico. Así, su pacifismo no se reduce a una simple doctrina moral, utópica o
sentimental; no se reduce a exhortar a seguir el ejemplo de Cristo. Está fundamentado
en los misterios trinitario, cristológico y eclesiológico, en los que los cristianos
participan por los sacramentos. Esta participación sacramental les obliga a trabajar en
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esta vida por construir aquella paz que, basada en la cruz, se cumplirá en la Jerusalén
celestial.
La carta de Erasmo.
“Habré logrado la mitad de lo que me propuse en este libro si consigo persuadir de que
acerca de estas cosas no es preciso disputar hasta los menores detalles, mucho menos
ante el vulgo, pues no es necesario argumentar para que la verdad resplandezca, la cual
acaso brotará de la comparación (de los textos) de las Escrituras como el fuego del
frotamiento del pedernal. Ante todo, no se puede negar que hay muchos lugares en las
Sagradas Escrituras donde abiertamente se afirma la libertad del arbitrio humano, pero
que también existen algunos que parecen excluirla por completo. Mas es claro que la
Escritura no puede contradecirse a sí misma, ya que toda ella proviene del mismo
espíritu. Examinaremos en primer lugar, por tanto, aquellos lugares que confirman
nuestra opinión, y luego procuraremos desvirtuar aquellos otros que parecen sostener lo
contrario. Entendemos aquí por libre arbitrio la capacidad de la voluntad humana por la
que el hombre puede inclinarse hacia lo que conduce a la salvación eterna, o bien
apartarse de ello” (El libre arbitrio, I b 10).
“Me referiré ahora a la fórmula de la mentalidad cristiana que tú (i.e., Lutero) denuncias
como peor que pagana o judía, pero que, como he dicho, no propongo para personas
como tú sino para los laicos que no son sino (simples) cristianos. Digo que sostener esto
es suficiente para la piedad cristiana, y que no hay que inmiscuirse con curiosidad impía
en aquellas cuestiones engorrosas, por no decir superfluas, de si Dios conoce de
antemano lo contingente”. Entre tú y yo no hay desacuerdo, excepto en que yo hago de
nuestra voluntad una cooperadora de la gracia de Dios, en tanto que tú la concibes
completamente pasiva” (Hyperaspistes, I).
a) Contexto de la Carta
Fenómeno evangelista alemán, del s. XVI, que ya había tenido su causa remota en las
indulgencias publicadas por Alberto de Brandemburgo para hacerse con su sede de
Maguncia, y su causa inmediata en la encomienda de su publicación popular al
dominico Tetzel.
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Para él, la razón era incapaz de llegar a Dios por sus fuerzas. Luego al hombre no le
quedaba más remedio que confiar en la justicia divina, y en no ser castigado por su fe.
Es decir, únicamente por un don de Dios, el hombre podía salvarse.
Su nueva doctrina había de ser tratada, según él mismo decía, en parte católica y en
parte no.
b) Contenido de la Carta
- Cambiar el abuso que los católicos hacían de las ideas, pero no las ideas mismas,
- Una reforma completa, pero sin recurrir a cambios doctrinales.
En sus dos obras dedicadas a Lutero, Erasmo reconoce y ataca las exageraciones de
Lutero acerca de la libertad humana. Pero, con el ansia de verdad científica que guiaba
su obra, poco después analiza los argumentos contrarios de los católicos y termina
concluyendo que ambas posturas contienen partes de verdad. Analicemos, pues, algunas
de las aportaciones positivas de Erasmo.
Pues las circunstancias (y si éstas son además menores) rara vez modifican el
objeto y sujeto de lo que ya ha acontecido. Aludiendo a la receta del de ambos fundador,
San Agustín de Cartago, de que hubiera “en lo dudoso libertad, en lo necesario unidad,
y en todo caridad”.
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No de la literalidad, pues hay textos en una dirección y textos en la contraria.
Eso sí, todos con un mismo espíritu. Es la cuestión de la Inspiración en la revelación de
los autores sagrados, cualesquiera que fuesen sus contextos sociales y pretensiones
políticas. Erasmo alude, pues, a la tradición, como elemento sine quanum no se pueden
entender las Escrituras reveladas.
- La religión interior.
- El desprecio por las cosas exteriores.
- La renovación espiritual.
- La vuelta a las fuentes.
En ese sentido, y para corregir a Lutero, Trento hablará más tarde de las dos fuentes de
revelación:
Pues ya en sus escritos de 1520, Lutero había conformado los 4 pilares de la reforma
protestante, donde dos de ellos hacían referencia a:
c.5) “No para personas como tú y yo, sino para los laicos, simples cristianos”
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En relación a los escritos de Lutero de 1520, donde el germano había hecho referencia
a:
Erasmo afirma que es verdad que el hombre nace atado al pecado, pero que también
dispone de las formas adecuadas para desatarse. La forma adecuada de pedírselo la
ofrece solamente la Iglesia Católica, y depende del pecador saberlos aprovechar.
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Combatiendo el holandés la predestinación divina, a la que había desembocado Lutero.
Y es que, por influencia de Juan Tauler (1300-1361) y su misticismo radical, Lutero
había ido absorbiendo la idea del sometimiento a la voluntad divina:
Echando en cara Erasmo a Lutero la influencia que había recibido del misticismo
germánico, que le había llevado por el camino de:
Para lo cual había tenido que fabricar una nueva doctrina, consoladora:
- La devotio moderna.
- La piedad meramente interior.
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Bibliografía.
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