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Dies Domini

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DIÓCESIS DE TRUJILLO

SEMINARIO MAYOR “SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS”

EL DÍA DEL SEÑOR

DIES DOMINI

El día del Señor ha tenido desde los inicios del cristianismo un importante
privilegio, pues refiere de manera directa al misterio central de la fe cristiana, la
resurrección de Cristo, esta es la roca fundacional de la fe cristiana, una gozosa realidad
vivida y percibida a la luz de la fe; es en este día donde se celebra la Pascua de Cristo, el
día donde actuó el Señor (Sal. 118,24). Solo quien ha recibido la gracia de creer en el Señor
resucitado tienen la capacidad para entender la importancia que reviste el domingo y su
celebración específica.

Es pues, un día de fe en tanto que en él se conmemoran los misterios pascuales del


Señor, pero refiere al tiempo dos realidades una antropológica y otra cristiana, en la primera
es visto como día de descanso y en esto la dignidad humana es exaltada, pues se da por
estimada la necesidad de liberación del hombre de la cotidianidad, al tiempo que es un día
de esparcimiento y compartir fraterno o familiar; así como en el judaísmo el pueblo
descansaba en día específico como memoria de su liberación, los cristianos descansan en
memoria de la pascua de Cristo. En el segundo aspecto, como ya se ha dicho, el domingo
constituye una realidad de suma relevancia en la vida eclesial, no solo en celebración de la
resurrección de Cristo (principal realidad) sino también en el sentido comunitario de la
Iglesia y la celebración de la Eucaristía.

Es pues característico desde tiempos apostólicos que la comunidad cristiana se


reúna el primer día de la semana para celebrar la Pascua del Resucitado, así se pone de
manifiesto la realidad mistérica de la Iglesia, que se reúne en toda la extensión terrestre
para celebrar el sacrificio redentor; siendo esto un llamado a la conciencia comunitaria que
en la misma iglesia radica por medio de la comunión con Cristo (cabeza) y los hermanos
(miembros). La comunidad vive y camina en la medida que es capaz de entender que en la
celebración dominical es el mismo Señor que llama y reúne a sus fieles como pueblo suyo
en sentido unitario, Él está en medio de ellos y reparte el pan de la salvación por medio de
sus ministros.

En este sentido el domingo es un día eucarístico, pues como no hay domingo sin
asamblea comunitaria, tampoco lo hay sin la debida celebración del misterio de la
redención, es este el núcleo de la celebración del domingo, el reunirse como Iglesia, en
asamblea, para celebrar el misterio pascual de Cristo; el contenido fundamental del
domingo es celebrar, el misterio eucarístico, memorial del sacrificio redentor. La Eucaristía
es característica primordial y propia del domingo cristiano en ella se proclama la Palabra y
se parte el pan eucarístico, lo cual lleva a comunidad al reconocimiento de Cristo resucitado
que alimenta con el pan de la vida a sus hijos.

Pero más allá del sentido eucarístico propiamente dicho, el día del Señor ofrece al
cristiano la posibilidad de acercarse a Dios por medio de ese descanso que pone en obra el
sentido cristiano del hombre, es día de la caridad, en él se distribuye la comunión a los
enfermos, se catequiza, se ora en familia y se propician muchas otras actividades que desde
el sentir cristiano dan realce a la celebración; el domingo posee en sí mismo un valor de
testimonio y anuncio, de oración, comunión y alegría. Por ello el precepto dominical debe
ser cumplido como mandato e institución divina, no visto solo como una legalidad sino
como la necesidad de relación y encuentro con Dios; no se puede insistir en este aspecto
desde otro punto sino desde una pedagogía teológica-litúrgica pues el precepto no excluye
o aminora la libertad humana, es necesario que el precepto nos ayude a recordar lo que es
vital para la fe.

Así el domingo no es más que la vivencia pascual de Cristo, que lleva a la vivencia
de un triple encuentro, pues pone al hombre de cara a Dios (principal encuentro), con su
realidad (encuentro personal), y con la comunidad (comunidad cristiana que celebra);
propiciando así la renovación constante del memorial salvífico y la vida de una Iglesia que
se fortalece por este ene el anuncio fehaciente del Evangelio como constructora activa de la
civilización del amor.
EDUARD MORALES
II DE TEOLOGÍA
CÁTEDRA: TEOLOGÍA LITÚRGICA

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