Ausencia Paterna
Ausencia Paterna
Ausencia Paterna
INTRODUCCIÓN
En la evolución antropológica de lo masculino está aconteciendo una ruptura
dentro de la sociedad occidental. Se ha apartado el valor de lo masculino con
unos propósitos de ingeniería social pero todo ello va a tener unas
repercusiones tanto individuales como colectivas. Podríamos considerarlo
como la “ausencia de los masculino”, y es desde esta generalidad donde nos
llevaría a encontrarnos con la particularidad desgarradora de la “figura ausente
del padre”.
Es en la era post-moderna, donde se produce una decadencia de la función
paterna, la cual busca tapar a través de los “productos de consumo”, el
malestar que le supone al ser humano dicha ausencia. Asistimos a un hombre
contemporáneo infantilizado, que se niega a soportar la más mínima falta o
privación. La familia nuclear es importante para la construcción de la sociedad, esta es la
que está formada por los siguientes integrantes: papá, mamá e hijos. No todas conviven de
esta manera, algunas familias están formadas por un solo padre y se les conocen como
monoparental es en las cuales quien está a cargo es la madre. Diferentes estudios
demuestran que hay varios tipos de ausencia y como estos afectan a los hijos, y que es
necesario que ambos padres se hagan presentes en la vida del infante ya que su presencia
influye en la formación del niño, y durante la adolescencia se le es más difícil adaptarse al
cambio. En esta etapa es donde se busca identificar una personalidad estable para el
adolescente.
Al momento de llegar a la adolescencia se van acentuando los rasgos de personalidad, que
consisten en las características que forman parte del ser humano. Sin embargo cuando no se
es bien estimulado causa problemas en su entorno familiar, social y laboral. Por lo anterior,
se quizo identificar que rasgos son más comunes en adolescentes de familias
monoparentales, específicamente quien está ausente es el padre.
La investigación fue de tipo descriptiva para lo cual se utilizó una muestra de 50 estudiantes
adolescentes del colegio San Luis de Quetzaltenango, comprendidos en las edades de 15 a
20 años, de género masculino y femenino: con fines de la investigación se aplicó un
cuestionario semiestructurado y una prueba estandarizada que evalúa rasgos de
personalidad.
Palabras claves: Padre ausente, Rasgos de personalidad, Adolescente.
INTRODUCCIÓN
En la vida del ser humano es importante la presencia dela figura paterna, ya que de ello
dependerá una buena formación para el infante. En ese período se determinan ciertas
conductas en el niño. En algunos casos uno de ambos cónyuges puede llegar a ausentarse
por diferentes motivos, en ocasiones el padre vive en el hogar. Sin embargo, no convive con
el niño y no muestra afecto, en otros casos la ausencia se da por divorcio de los padres lo
que genera un distanciamiento con los hijos. En muchos casos el novio o pareja se ausenta
desde el momento que se entera que futuramente será padre de familia, de tal manera que
abandona todo tipo de responsabilidad.
En este trayecto se establece ciertos rasgos de personalidad en los hijos independientemente
que esté o no presente la figura paterna, a estos corresponde un conjunto de características
psicológicas tales como la ira, rabia y coraje, entre otros, que se manifiestan de manera
interna en las personas. Las emociones en el niño deben ser estables para que pueda
interactuar de manera sencilla en su entorno y así manejar las situaciones de la vida. A
partir de ello se nota la influencia que en la personalidad de cada individuo tiene el
ambiente, además de su percepción, cogniciones y directamente la capacidad de elegir su
vida con amigos, trabajo o entorno familiar.
En cuanto a los rasgos negativos que la persona presente, es necesario que esta asista a
terapia para que pueda alcanzar un nivel adecuado en la relación consigo misma y con los
demás, mientras que en otras ocasiones es necesario poder brindar una terapia familiar para
mejorar la interrelación de los miembros. En pocas ocasiones es necesario la ayuda de un
fármaco al momento de la presencia de un desequilibrio a nivel de neurotransmisores es
evidente, con el acompañamiento de psicoterapia.
Es importante la presencia del padre en la familia para la formación de los rasgos de
personalidad y evitar que el niño sufra la consecuencias de padecer de algún trastorno
relacionado con la misma, esto no quiere decir que no pueda darse solución, más bien se
hace notar que en la vida de todo ser humano es fundamental la presencia de la figura
paterna. 2
Es comprensible que muchas veces es mejor que los padres vivan separados cuando no es
posible la convivencia entre ambos, de tal manera que se evite que se haga más daño a los
hijos, pero esto no justifica que exista de cierta manera el abandono hacia los mismos.
A continuación se presentan algunos criterios de autores sobre la temática a tratar, para que
se pueda comprender de mejor manera la descripción de cada variable de estudio.
Martínez, Gonzales y Vaillant (2007) en la investigación titulada Padre ausente: Presencia
de divorcio en padres de adolescentes y su asociación a estos, intersalud, en la revista en
línea bibliopsique, psicología.com, cuyo objetivo general fue determinar la presencia de
maltrato en la adolescencia y su asociación con el divorcio de los padres, se realizó un
estudio observacional descriptivo y transversal. El universo fue de 186 estudiantes del
noveno grado de la escuela secundaria básica en el campo Marcos Martí, ubicada en el
municipio Artemisa, Cuba. Refiere que la relación existente entre la cantidad de divorcios
que existen en la actualidad y el maltrato a que están sometidos los adolescentes suele ser
de gran magnitud ya que los jóvenes sufren problemas consigo mismos, como baja
autoestima e inseguridad. La recomendación es capacitar al personal docente de las escuelas
y a los padres sobre el maltrato, separación y la prevención de los mismos.
Rodríguez (2010) en la tesis doctoral titulada Los efectos de la ausencia paterna en el
vínculo con la madre y la pareja, cuyo objetivo general fue describir los efectos de la
ausencia del padre en la configuración de la relación madre-hijo y en el establecimiento de
nuevos vínculos, en dos sujetos que recibieron psicoterapia orientada psicoanalíticamente y
en un grupo de madres solteras, el diseño fue de tipo hermenéutico cualitativo descriptivo,
la muestra fue de hombres de 26 y mujeres de 21 años de edad así mismo un grupo de 5
mujeres cabeza de hogar quienes no reciben apoyo. La recomendación a la que se llegó con
dicha investigación, es observar el impacto que se da a nivel familiar y particularmente a
nivel de desarrollo psíquico de los hijos quienes tienen la ausencia de la figura paterna.
Pinzón (2011) en la tesis titulada Interpretación de la ausencia de la figura paterna en el
menor, el objetivo fue conocer la interpretación que el infante tiene acerca de la ausencia de
la figura paterna. Se utilizó una entrevista semi-estructurada realizada a 10 menores
infractores entre los 3 15 y 18 años de edad que han ingresado al sistema de responsabilidad
penal para adolescentes, la forma cómo interpretar la ausencia de la figura paterna tomó un
enfoque hermenéutico y la metodología cualitativa, con un método de análisis del discurso.
La conclusión es que los adolescentes manifiestan cierto nivel de rabia hacia su progenitor
ya que no han recibido apoyo económico por parte de ellos lo que hace que identifiquen a
su progenitor como proveedor económico y no como figura paternal. La recomendación es
que se logre concientizar a los padres de familia por la problemática que provoca en los
adolescentes.
Rodrigo y Vargas (2011) en el artículo Padre ausente y repercusiones a nivel psicológico,
en el blogspot de apsique, describen que las familias monoparentales están compuestas por
un solo miembro de la pareja progenitora, puede ser la madre o el padre, que se produce una
pérdida del contacto afectivo y lúdico de los hijos no emancipados con uno de los padres.
Es decir, que existe una pérdida del vínculo afectivo entre hijo y padre, independientemente
de quien esté a cargo de la familia; esto afecta al niño a nivel psicológico ya que se forman
varias interrogantes en el mismo que no pueden ser esclarecidas. La recomendación es que
se logre trabajar con los hijos para que esta situación no tenga repercusiones psicológicas en
la vida futura de ellos.
Cordón (2014) en la tesis titulada Relaciones interpersonales de adolescentes que han
crecido bajo la ausencia del padre de género masculino, indica que su objetivo es
determinar cómo las adolescentes que han crecido bajo la ausencia del padre, establecen
relaciones interpersonales con personas del género masculino, se contó con una muestra de
10 personas guatemaltecas entre las edades de 13 a 18 años de la ciudad capital, se utilizó
una entrevista semiestructurada con el fin de conocer las relaciones interpersonales, el tipo
de investigación fue el diseño cualitativo. A la conclusión que llegó con dicha investigación
es que las relaciones interpersonales no dependen de la ausencia del padre sino más bien de
la confianza y seguridad de los adolescentes del género masculino. Sin embargo, en algunas
ocasiones presentan dificultades como timidez inseguridad y desconfianza. Se recomienda a
los estudiantes de psicología investigar la influencia sobre las hijas con un padre ausente y
brindar charlas dirigidas a los adolescentes sobre asertividad.
Ibañez (1997) en el artículo titulado Rasgos de personalidad en el adolescente fumador, en
la Revista federación española de asociaciones de psicología, Vol. 2, describe las relaciones
existentes entre los rasgos de personalidad en el adolescente y el hábito de fumar. El estudio
reveló que son cada vez más pequeños de edad y oscila entre las edades de 12 a 15 años, al
principio realizan este acto como una forma de experimentar la sensación de fumar y
conforme este avanza cambia el motivo, luego suele ser un desplazamiento de emociones,
que los adolescentes hacen para canalizar todo tipo de malas sensaciones, los resultados
hallados permiten señalar una relación significativa entre el hábito de fumar y algunos
rasgos de personalidad ya que forman el vicio según la formulación de R. B. Cattell,
asegura que los motivos son como extraversión, baja socialización controlada, dominancia,
urgencia, principalmente.
Romero, Gómez, Sobral (2002) en el artículo La estructura de los rasgos de personalidad en
adolescentes, que aparece en la revista psicotema, vol. 14, describen la estructura de los
rasgos de personalidad en adolescentes, en los últimos años son particularmente escasos los
trabajos realizados con los mismos, sin embargo demuestra que las diferencias no suelen ser
muy drásticas y logran mantener cierto parecido, suele ser porque se encuentran en el
mismo rango de edad, dado que la misma etapa permite que estos se entiendan de mejor
manera, en la mayoría estos suelen ser más extrovertidos y no manifiestan problemas con el
contexto. Por el otro lado hay adolescentes que mantienen cierto alejamiento con la
sociedad, baja autoestima, dependencia con la pareja y problemas con el alcohol, que
provoca que estos rasgos de personalidad se alteren y se manifiesta en el futuro como una
patología psicológica.
Navarro (2009) en el artículo titulado ¿Influyen los rasgos de personalidad y el método
docente empleado en la percepción del rendimiento académico del alumnado universitario?
que aparece en la revista investigación y práctica educativa No 22, cuyo objetivo general
fue analizarlas posibles correlaciones existentes de 202 alumnos, entre los métodos
docentes aplicados en el aula, la percepción del rendimiento académico y los rasgos de
personalidad de los participantes. El resultado es que existe una relación entre las personas
con rasgos de personalidad, con buena autoestima que permite al trabajo en equipo y tienen
un aprendizaje más significativo en las aulas universitarias. Prensa Libre (2010) en el
artículo titulado Rasgos de personalidad predisponen desde la infancia al alcohol, comenta
que la formación de la personalidad es una combinación entre la genética y el ambiente, en
este influyen el temperamento y carácter del individuo y cómo la sociedad permite que
estos sean positivos o negativos en el ser humano según se comporten con él, también
dependerá de cómo se crio en la infancia. Sin embargo, la predisposición más común es en
hijos con padres adictos a sustancias e influye el contexto en el hecho si lo excluyen del
círculo social. También comenta que logran sostener cierta dependencia con las persona de
manera que se les dificulta por estar sin esa persona “especial” para ellos. No se debe
olvidar que el problema del alcohol empeora al paso del tiempo.
Ruiz, Santiago, Bolaños y Lobera (2010) en el artículo titulado Obesidad y rasgos de
personalidad, de la revista trastornos de la conducta alimentaria, Dialnet, No 12, Pág. 1330-
1348 comentan que dentro de sus objetivos esta analizar los rasgos y trastornos de la
personalidad más comunes de personas con obesidad, cuyo resultado es una alteración a
nivel afectivo. Se manifiestan: depresión o ansiedad, que conlleva una disminución en la
concentración y el proceso de razonamiento lógico de la persona se hace más lento, esto es
porque existe una relación entre el sistema digestivo y el cerebro, ambos actúan de forma
lenta, esto influye en el tipo de alimentación y se manifiesta con más frecuencia con la
comida rápida y grasas saturadas.
Bonduel (2012) en la tesis titulada Rasgos de personalidad en las adolescentes
diagnosticadas con trastornos de la conducta alimentaria, cuyo objetivo fue conocer a las
adolescentes y confirmar el diagnóstico ya mencionado. La muestra la conformaron 8
estudiantes adolescentes mujeres, los cuales se confirmó el trastorno alimenticio,
específicamente con anorexia y bulimia nerviosa. Ellas tenían entre los 14 y 20 años de
edad, con un diseño descriptivo y componente cuantitativo. La conclusión derivada fue, que
la mayor parte de las participantes de este estudio no tienen dificultades en cuanto a la
afabilidad y atrevimiento, ambas medidas de sociabilidad, a diferencia de lo dicho en la
teoría sobre jóvenes con este tipo de trastornos. Esto quiere decir que pueden ser frías,
impersonales e inhibidas en ciertas situaciones sociales, pero también afables, cálidas y
seguras en el ámbito social, lo que confirmaron en las entrevistas. La conclusión fue
quienes desconfían de otros obtuvieron puntuaciones altas en Privacidad. Se recomienda
trabajar, dentro de la terapia, en abrirse más con otros y mejorar la expresión de emociones.
Esto puede lograrse por medio de técnicas de inteligencia emocional y de técnicas
expresivas como el arte, la escritura y la danza.
Ovalle (2015) En la tesis titulada Rasgos de personalidad y conducta antisocial en hijos
adolescentes en madres solteras, el objetivo fue identificar cuáles son los rasgos de
personalidad en hijos de madres solteras y su relación con la conducta antisocial.La muestra
fue de 35 jóvenes adolescentes de ambos géneros, comprendidos entre las edades de 13 – 16
años de edad, con un diseño descriptivo. La conclusión derivada fue que los adolescentes
hijos de madres solteras si poseen una personalidad sociable, por cuanto la madre con
actitudes positivas y buen ejemplo moldea la personalidad de sus hijos. La recomendación
es dirigida a las madres de familia para que cuiden cada aspecto de su vida ya que sus hijos
dependerán de su conducta.
Ferrufino (2007) describe la ausencia del padre como la desaparición en la familia que se
manifiestan por diferentes motivos, provocando conflictos y alteración como la ausencia de
muestras de cariño, alteración en el comportamiento de los hijos e incluso problemas
psicológicos en los miembros del sistema familiar, así mismo se da un desequilibrio ya que
son afectadas otra áreas como la economía, seguridad, confianza para el desarrollo y
crecimiento en los hijos.
Rodríguez (2010) explica que el padre ausente depende de la virilidad que se proporciona
en la niñez. Consiste en ser formado y educado en la infancia, esto se da al momento que
si existe la presencia del padre, si este se hace ausente en el subconsciente del niño se da
una muerte prematura a causa de la ausencia y un rechazo del hijo con el padre y existe un
vacío en su libido. Para que este en el futuro pueda ser funcional en la edad adulta, con
fuerza, voluntad, carácter, superación y seguridad en sí mismo.
Los padres que trabajan no tienen el control de sus hijos, más bien son
manejados por ellos. Están carentes de herramientas, tiempo y paciencia para
dirigir una crianza responsable. Las necesidades económicas y/o de desarrollo
personal han hecho que ambos padres salgan a trabajar fuera del hogar,
dejando a sus hijos solos o a cargo de terceros. Se sienten presionados por
cumplir laboralmente para lograr sus metas económicas o de desarrollo
profesional. Los padres que trabajan abandonan notablemente sus labores
parentales en pos de un mejor estándar de vida.
Las largas jornadas de trabajo sumadas al tiempo que demoran en los
traslados, hacen que los padres se alejen durante muchas horas del hogar,
desconectándolos del quehacer diario de su hijo y haciendo casi nula su
interacción. Generalmente llegan al hogar cuando éstos están dormidos o casi
vencidos por el sueño, no permitiendo la sana y necesaria comunicación con
ellos. Las exigencias de producción actual tampoco permiten el uso de los
medios para mantener una conexión con sus hijos, en consecuencia se suma
al abandono físico, el comunicacional. La actividad laboral aleja a los padres de
sus hijos.
Por esta razón los padres experimentan un sentimiento de culpa que los coarta
a la hora de colocar límites y aplicar sanciones, sintiendo que el exiguo tiempo
que pasan con ellos no lo pueden malgastar en retos y castigos. Por el
contrario suplen con engañitos y libertad absoluta sus ausencias, pasan por
alto las conductas inadecuadas y las irresponsabilidades de sus hijos, por
considerarse culpables de estas situaciones, dejando en ellos la sensación que
pueden repetir estas acciones, pues no tienen importancia, ni sanción. Los
padres que trabajan son más permisivos con sus hijos.
Desde el momento en que fueron divulgados los derechos del niño, surgió una
especie de mito, el cual hacía entender que los niños sólo tenían derechos,
dejando de lado sus deberes. Ante esta situación los padres asumieron que
debían marginar de sus vidas la palabra castigo, sinónimo de golpes,
entendiendo que dejaban de existir las normas y había que desechar las
conductas dictatoriales hacia ellos. No conciben otras formas de castigo, por
ejemplo dejar a sus hijos e hijas sin televisión, sin su juego del computador, sin
salir a la calle. Sumado a esto la divulgación del 133 u otro similar, donde sólo
con una llamada del menor, prontamente llegará una patrulla o un auto policial
al rescate. Obviamente esto intimida a cualquier padre. Los padres en general
no reconocen que los hijos deben tener sanciones para las conductas no
deseables.
Dadas estas situaciones los padres se ven sobrepasados con la crianza de sus
hijos y endosan sus responsabilidades en la persona que los reemplaza en el
hogar, sea ésta la abuela, una tía, la nana y hasta al hijo mayor. Del mismo
modo acusan a la escuela de no cumplir su rol, perdiendo de vista que hay una
infinidad de conductas que se aprenden en la casa y pretenden que la escuela
con su jornada escolar completa mande al niño educado y sin tareas, porque
para eso se hizo la JEC, según ellos. Pero a la hora que la sustituta del hogar o
la Escuela, ose “rayar la cancha” del regalón ponen el grito en el cielo y no
reconocen derechos en ellos. Los padres pretenden a costa de otros,
desarrollarse en su trabajo y olvidan su más importante rol, ser padres.
El abandono de los padres a su labor está poniendo en riesgo la estabilidad
emocional de sus hijos e hijas. Estos se sienten abandonados a su suerte con
relación a sus actividades diarias y carentes de afectos. Sienten que no son tan
buenos o tan perfectos para ser tomados en cuenta y amados. Los padres
concientemente o no, evaden sus obligaciones y se escudan ingenuamente en
su trabajo, utilizándolo como excusa o salvoconducto de sus falencias y se
arrojan el derecho de culpar a otros de sus abandonos, sintiéndose así
inmunes a todas las criticas y reclamos. Estos padres deben entender que
poner reglas o “rayar la cancha” a sus hijos e hijas, más que un trauma,
afianzará en ellos su estabilidad emocional. Deben aprender que sólo la familia
crea las bases de la identidad y desarrolla la autoestima.
La situación es gravísima. Basta considerar cuál era la realidad norteamericana en el año 2000.
Decía un estudio de aquel momento: “Dos de cada cinco jóvenes norteamericanos menores de
18 años viven, y han crecido, sin su padre biológico. Ya sea como consecuencia de un divorcio,
o de nacimientos de madre soltera, un cuarenta por ciento de los menores de 18 años en Estados
Unidos de Norteamérica vive en una familia monoparental. Este cuarenta por ciento representa
más de veinte millones de niños y adolescentes. La probabilidad de que un niño norteamericano
de raza blanca nacido hoy crezca junto a su padre y viva con él hasta ser mayor de edad, es del
25%. Para un niño negro la probabilidad baja al 5%. Las familias en las que los hijos viven con
su padre y madre biológicos representaban en 1950 un 43% del total de familias. Un porcentaje
bajó al 25%, y el porcentaje de familias monoparentales subió al 35% del total de familias con
hijos. Esta tendencia aparece en casi todos los países industrializados, con excepción de Japón e
Israel. La tasa de nacimientos de madre soltera se duplicó o triplicó en los países del primer
mundo entre 1960 y 1990. En Estados Unidos pasó del 5% al 35%, es decir, un aumento del
600%, y es hoy la tasa más alta del mundo con una proyección a 5 años de 50%. Del total de
nacimientos de madre soltera una tercera parte corresponde a madres solteras adolescentes” 4.
Si las cifras de este estudio son exactas, en Estados Unidos 3 de cada 4 niños de raza blanca no
llega a la edad adulta gozando de la presencia de su padre; y la proporción empeora para los de
raza negra. Hay países en peores y otros en mejores condiciones.
Otros estudios revelan datos muy semejantes; por ejemplo, un artículo de Aurora Pimentel
sobre el libro de David Blankenhorn, “América sin padres”
7 Sibien en las páginas que siguen mencionaré los riesgos que la ausencia del padre (o su “mala” presencia, como en
el caso de los golpeadores, indiferentes, etc.) causa en los hijos, no se pierda nunca de vista que se trata de “riesgos” y
no de efectos inevitables. Es indudable que una mala figura paterna es perniciosa para la educación y formación
psíquica, moral y espiritual de los hijos, pero también es cierto que hay otros factores que pueden paliar estos riesgos;
por ejemplo, la presencia de un buen padre adoptivo, de los abuelos, de tíos, de educadores y sacerdotes ejemplares, e
incluso la lucha heroica de una madre sola (abandonada o, incluso, soltera) por salvar el alma de sus hijos y hacer a la
vez de madre y padre. Pero, lamentablemente, los casos en que un hijo abandonado del padre no sufre daños, no son
los más frecuentes.
Drama sociológico7
En las últimas décadas este tema ha interesado a muchos sociólogos, no sé si para buscar
soluciones, o simplemente por ser un rico filón para la investigación. Algunas de las
conclusiones a que han llegado los observadores revisten mucho interés. Ricardo Chouhy
menciona los estudios de Sara McLanahan (Universidad de Princeton) y Gary Sandefur
(Universidad de Wisconsin), publicados en 1994 en su libro “Growing up with a Single
Parent” (Creciendo MIGUEL A. FUENTES – CRISIS DE PATERNIDAD. EL PADRE AUSENTE con un solo padre).
Siguiendo varios parámetros previamente especificados, los autores concluían: “Comparados
con los adolescentes de similar condición que son criados por dos padres en casa, los
adolescentes que crecen separados de uno de sus padres durante parte de su infancia tienen
doble probabilidad de fracaso escolar en la enseñanza secundaria, doble probabilidad de tener
un hijo antes de los 20 años y es 1,5 veces más probable que se dediquen a vagar —sin ir a la
escuela ni tener un trabajo— en torno a los 18-20 años” 8. Es importante señalar que, según estos
investigadores, ninguno de estos tres ítems aumenta cuando la ausencia paterna se verifica por
fallecimiento del padre9. Otros estudios convergen en similares resultados; por ejemplo, según
un estudio realizado en Estados Unidos por el Progressive Policy Institute, “el crimen está más
relacionado con las familias monoparentales que con la raza o la pobreza” 10.
8 McLanahan, Sara and Sandefur, Gary, Growing Up with a Single Parent: What Hurts, What Helps, (Cambridge:
Harvard University Press, 1994).
9 Cf. Chouhy, Función paterna y familia monoparental, op. cit.
10 Cf. Pimentel, Aurora, Cuando la paternidad se desmorona. Los hombres bajo sospecha, Aceprensa 18 Octubre
1995.
Aún más interesante resulta el trabajo realizado en Suecia por oto sociólogo, Duncan Timms (de
la Universidad de Estocolmo). Se trata de un seguimiento, durante 18 años, de todos los niños
nacidos en Suecia en 1953 (unos 15.000). A cada uno de ellos se les hizo un psicodiagnóstico a
intervalos regulares. “Los que presentaron un grado mayor de disfunción psicológica fueron
varones nacidos de madre soltera y que crecieron sin padre. Son convergentes con estas
conclusiones los resultados de un seguimiento de más de 17.000 menores de 17 años que realizó
en Estados Unidos el National Center for Health Statistics (1988): el riesgo de disfunción
psicológica (problemas emocionales y/o de conducta) es significativamente más alto para niños
que han crecido sin padre (entre 2 y 3 veces más alto). Ronald y Jacqueline Angel,
investigadores de la Universidad de Texas, publicaron un trabajo en 1993 en el que evalúan los
resultados de todos los estudios cuantitativos que analizaron los efectos de la ausencia paterna.
Dicen: ‘El niño que crece sin padre presenta un riesgo mayor de enfermedad mental, de tener
dificultades para controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la presión de sus pares y de
tener problemas con la ley. La falta de padre constituye un factor de riesgo para la salud mental
del niño.
Una serie de estudios realizados por H. B. Biller convergen con los resultados de Mc Lanahan en lo que hace a una
correlación positiva entre ausencia/presencia paterna y desempeño académico del niño. Así como la ausencia paterna
eleva el riesgo de deserción escolar, la presencia y proximidad del padre está correlacionada con un mejor desempeño
en la escuela. Blanchard y Biller compararon en este sentido cuatro grupos de niños: (a) padre ausente con pérdida
anterior a los tres años de edad, (b) padre ausente con pérdida posterior a los cinco años de edad, (c) padre presente
con menos de seis horas de convivencia por semana, (d) y padre presente con más de catorce horas de convivencia
por semana”. El estudio muestra que las variables "contacto con el padre" y "desempeño académico" están
fuertemente correlacionadas. El desempeño escolar más bajo fue el del primer grupo, con pérdida del padre anterior a
los tres años de edad (Cf. Chouhy, Función paterna y familia monoparental, op. cit.). Cito en extenso los datos
aportados pro Chouhy: “En Estados Unidos el 70% de los delincuentes juveniles, de los homicidas menores de 20
años y de los individuos arrestados por violación y otras ofensas sexuales graves crecieron sin padre. En la
comunidad negra, en la que la figura paterna ha virtualmente desaparecido, uno de tres menores de 25 años está preso
o en libertad condicional. Un padre ausente es el mejor predictor de criminalidad en el hijo varón. En los últimos 20
años el número de arrestos anuales por crímenes violentos cometidos por menores de 20 años pasó de 16.000 a
100.000, siendo éste un período en que el porcentaje de jóvenes en la población se mantuvo estable. Episodios de
violencia juvenil en los que intervienen armas de fuego aparecen con frecuencia creciente en
Por tanto, los diversos estudios coinciden en atribuir a la ausencia paterna graves consecuencias
en múltiples campos que van de los problemas en el desempeño escolar 12, hasta consecuencias
delictivas. Las investigaciones realizadas por sociólogos y psicólogos manifiesta con toda
claridad la relación entre delincuencia juvenil, homicidio, inadaptación social, drogadicción,
ofensas sexuales graves (incluyendo violación) entre personas que han crecido sin padre
(mientras que no hay tanta incidencia cuando la que falta es la madre); por el contrario, la
presencia del padre durante el crecimiento se revela como un factor fundamental para el control
de los impulsos, el dominio de sí mismo y la empatía (capacidad de entender el sufrimiento
ajeno)13. El mismo FBI reconoce que las tasas de las escuelas públicas norteamericanas. El National
Center for Educational Statistics (Washington D.C., U.S. Department of Education) indica que en el año escolar
1996-1997 se registraron en escuelas 11.000 episodios de violencia en los que fueron usadas armas de fuego. En el
10% de las escuelas públicas norteamericanas hubo hechos de violencia con armas de fuego (robos, homicidios y/o
suicidios). La conexión entre ausencia del padre y delincuencia surge de numerosos trabajos de investigación
(Adams, Milner & Schrepf, 1984; Anderson, 1968, Chilton & Markle, 1972; Monahan, 1972; Mosher, 1969; Robins
& Hill, 1966; Stevenson & Black, 1988; Wilson & Herrnstein, 1985; Bohman, 1971; Kellam, Ensminger & Turner,
1977). Dos economistas de la Universidad de California, Llad Phillips y William Comanor, basándose en un
seguimiento de más de 15.000 adolescentes que realiza anualmente el Center for Human Resources (Ohio State
University), encuentran una fuerte asociación estadística entre ausencia de padre y delincuencia juvenil/violencia: el
riesgo de actividad criminal en la adolescencia se duplica para varones criados sin figura paterna. Un punto
interesante de este estudio, es que el impacto de una madre ausente respecto de la variable criminalidad es casi nulo,
lo que confirma la especificidad de la figura paterna respecto de la conducta transgresora. También dos antropólogos,
M. West y M. Konner, detectaron una relación entre ausencia del padre y violencia, al estudiar el funcionamiento de
una serie de culturas diferentes. Las culturas con mayor involucración del padre en la crianza de los hijos son las
menos violentas (West & Konner, 1976).
Algunos trabajos de investigación sugieren que la función paterna tiene un rol crítico en instaurar la capacidad de
controlar los impulsos en general y el impulso agresivo en particular, es decir la capacidad de autoregularse
(Mischel,1961a; Mischel,1961b; Biller,1974; Biller,1976; Biller,1982; Biller,1993; Biller,1994; Biller &
Trotter,1994; Haapasalo & Tremblay, 1994; Patterson & DeBaryshe,1989; Phares & Compas,1992; Herzog,1982;
Snarey,1993; Lisak,1991; Lisak & Roth,1990). Esta relación entre función paterna y control de impulsos tiene
posiblemente un rol importante en las adicciones (Stern, Northman & Van Slyk, 1984). De hecho el 50% de los
toxicómanos en Francia y en Italia provienen de familias monoparentales (Olivier, 1994).
La capacidad de controlar impulsos es necesaria para que una persona pueda funcionar dentro de la ley. Es
imprescindible tener incorporada la capacidad de postergar en el tiempo la gratificación, de resistir el impulso a
actuar para gratificarse en un momento determinado. Es un componente crítico de la conducta responsable del
individuo en sociedad, pero no el único, es también necesaria la capacidad de registrar y tener en cuenta los
sentimientos de otras personas, es decir tener capacidad de empatía. Un trabajo de investigación basado en un
seguimiento de niños y jóvenes durante 26 años reveló que el mejor predictor de empatía en el adulto es haber tenido
un padre involucrado. Es decir, mas que cualquier variable asociada a la conducta de la madre, la empatía, que da la
posibilidad de tener un buen registro del sufrimiento del otro, y así inhibir la agresión, es nuevamente un tema de
función paterna (Koestner, Franz & Weinberger, 1990). Otros estudios confirman esta conexión entre función paterna
y empatía (Sagi, 1982; Biller, 1993; Biller & Trotter, 1994). criminalidad son mayores allí donde los
nacimientos de madre soltera son más numerosos; o sea, en “familias” sin padre.
A partir de estos datos puede suscribirse la expresión del psicoanalista canadiense Guy
Corneau: “Père manquant, fils manqué”, padre ausente, hijo malogrado 14.
Alveano (2005) describe que la ausencia del padre se manifiesta de diferentes maneras y al
hablar sobre éste, no sólo existe un tipo, ya que también se puede dar en las familias
nucleares donde el padre este presente. Sin embargo, este no proporciona su tiempo a los
hijos, ya sea por cuestiones de trabajo o tiene un patrón de vida asignado. Por el otro lado,
el varón que se ausenta al principio es quien abandona y no acepta ser padre. Los tipos de
ausencia más comunes son:
Padre que abandona al inicio del embarazo:
La ausencia del padre más frecuente es la que se da antes que nazca su hijo, en la mayoría
de los casos es en el noviazgo, se da porque los adolescentes tienen una relación íntima e
irresponsable en el sentido que no toman precaución o hay falta de información como
prevenir un embarazo, ya que sólo llevan un acto físico de placer.
En este tipo de situaciones los hombres suelen ser manipuladores, chantajistas y
extremistas, en el caso de las mujeres suelen ser inestables emocionalmente, en algunos
situaciones se da que mujeres buscan quedar embarazadas para dejar de sentirse solas y de
esta manera inconsciente evaden la ausencia del padre que le hizo falta en la infancia. En el
caso del hombre al momento que saben dicha situación y las responsabilidades que esto
conlleva, desarrollan el patrón que adquirió en la infancia y da lugar a que se repita de
nuevo el ciclo de vida y se afrontan a un embarazo no deseado.
Muerte:
La muerte es un proceso natural que todos los seres humanos deben pasar y esta causa de
duelo tiene que ser superado de mejor la manera. Sin embargo, al momento que no se da así
y suele ser de manera repentina o inesperada e incluso inevitable, es más complicado
superar esta pérdida, como una enfermedad terminal, accidente o muerte súbita. Si la madre
o encargado no le explica al infante de manera adecuada, puede causar con función en su
pensamiento y sentir y provocar en el niño un desequilibrio tanto emocional, social, escolar
y familiar.
Divorcio:
Papalia (2005) describe el divorcio como la separación entre dos individuos que se
reunieron en matrimonio, y si este no es funcional optan por separarse, ya que no logran
resolver sus diferencias y no encuentran una solución para las problemáticas, como maltrato
intrafamiliar, infidelidad, problemas económicos entre otros. Sin embargo, en los hijos se
manifiestan otro tipo de problemas como sentimiento de culpa, baja autoestima, bajo
rendimiento escolar, rebeldía y adicciones.
Mas allá del efecto que pueda tener sobre el niño la falta de una figura paterna, la presencia o ausencia relativa de
figuras paternas en una comunidad, lo que podríamos llamar red paterna, parece estar fuertemente correlacionada con
la tasa de criminalidad. La tasa de homicidios y crímenes violentos cometidos por menores de 20 años es más alta en
comunidades con una proporción mayor de familias sin padre, controlando estadísticamente el peso de otras variables
como nivel socioeconómico, raza o densidad y tamaño de la ciudad (Sampson, 1992). Si se toma por ejemplo la tasa
de nacimientos de madre soltera en cada uno de los 50 estados norteamericanos y la tasa de crimen violento en esos
estados (de acuerdo a datos del F.B.I.), la asociación estadística entre estas dos variables, es decir su correlación, es
0.825 (p<0.01). A mayor tasa de nacimientos de madre soltera, mayor tasa de criminalidad, con un coeficiente de
correlación sorprendentemente alto (como referencia, la correlación entre tasa de criminalidad y tasa de desempleo es
0.187). Si se toma la tasa de nacimientos de madre soltera y la tasa de homicidios por estado, la correlación es
nuevamente alta: 0.8565 (p<0.01). Mas aún, si se toma la tasa de nacimientos de madre soltera y la tasa de
homicidios por país, utilizando datos de las Naciones Unidas para 45 países, la correlación es 0.889 (p<0.01)
(Mackey, 1996). La asociación estadística entre ausencia del padre y delincuencia es más fuerte que la que vincula a
fumar y cáncer de pulmón/enfermedades cardiovasculares” (Cf. Ricardo Chouhy, op.cit).
14 Corneau, Guy, Père manquant, fils manqué, Les Editions de l’homme, 1989.
El rol del padre en el proceso de maduración del hijo afecta numerosos aspectos de la
personalidad del hijo. Mencionemos algunos de ellos.
Ante todo, el padre varón es fundamental para el proceso general de maduración afectiva del
hijo. A este respecto el prestigioso catedrático Aquilino Polaino-Lorente ha dicho lo siguiente:
“La ausencia del padre es, ante todo, la ausencia de una presencia necesaria, cuyas
consecuencias condicionan en muchos casos la aparición de numerosos trastornos
psicopatológicos. (...) Es lógico que sea así, puesto que la ausencia de interacción y de
vinculación entre padre e hijo genera numerosos déficits en el ámbito del desarrollo emocional,
cognitivo y social del hijo. A través de las relaciones paterno-filiales, el comportamiento
paterno provee al hijo del marco normativo necesario que permite a éste percatarse de la
realidad y superar su instalación provisional en la mera deseabilidad instintiva (...). Ahora bien,
sería un error atribuir a este modelo de paternidad sólo rasgos y características más o menos
normativas. El padre también contribuye mediante el apego, la ternura y las manifestaciones de
afecto al moldeamiento autoconstitutivo de la afectividad del hijo y, a su través, a la formación
de su personalidad (...). Como consecuencia de la vinculación padre-hijo, se proporciona a este
último no sólo la seguridad de que tanta necesidad tiene, sino también la confianza en sí mismo,
elemento clave sobre el que puede asentarse el crecimiento de su autoestima inicial. El hijo, tras
la MIGUEL A. FUENTES – CRISIS DE PATERNIDAD. EL PADRE AUSENTE 13
exigencia amorosa de su padre, aumenta su autoconfianza, remonta su inseguridad inicial,
descubre que puede hacer mucho más de lo que hace y que lo hecho por él es valioso, pues de
otro modo su padre no lo aprobaría (...). La inseguridad, la inmadurez y el infantilismo
constituyen las consecuencias inmediatas en el hijo, generadas por la ausencia del padre. (...) Si
el hijo no percibe y realiza en sí mismo el concepto de filiación, por la ausencia del padre, es
altamente improbable que disponga de la necesaria madurez para asumir en sí mismo las
exigencias que son propias de la paternidad. (...). Sin padre no hay familia, porque toda familia
es bicéfala y exige la copresencia simultánea —y no sucesiva— del padre y de la madre (...)”
En segundo, lugar, la presencia y el rol paterno es punto de referencia fundamental en la
formación del respeto a la autoridad. “La presencia estable de una autoridad masculina en casa
es necesaria para controlar los excesos y para enseñar a los muchachos el autocontrol,
especialmente durante la adolescencia. Si la autoridad del varón adulto desaparece en una
comunidad, falla el proceso de socialización y la vida de los chicos se vuelve caótica. Robert
Rector alude a la descripción que el novelista William Golding hace en “El señor de las
moscas” del proceso de desintegración de un grupo de chicos al que falta la autoridad del
adulto. La presencia del padre-marido, como aquél que tiene la responsabilidad de conseguir lo
necesario para que la familia pueda vivir, es importante porque ofrece un modelo con el que se
identifica el joven. Sin esa aspiración, se deteriora su empeño en la educación y en el trabajo.
Hay que tener en cuenta que si un joven no se identifica con esa figura, otros modelos vendrán a
ocupar ese vacío, con grandes probabilidades de que sean modelos no precisamente ejemplares,
como el jefe de la pandilla, etc.”18. Desde el punto de vista de la formación del respeto a la
autoridad, la ausencia del padre afecta más a los niños que a las niñas. “Hacia los ocho años —
comenta la socióloga Evelyne Sullerot— los niños tienden a saltarse las normas de lo permitido,
a romper los límites, en ausencia de una autoridad de referencia. También se ha comprobado la
alta frecuencia de hogares sin padre entre los jóvenes toxicómanos” 19. De aquí que uno de los
efectos de la ausencia del padre sea la inadaptación social, la violencia juvenil y el aumento de
la criminalidad adolescente (y, en crecimiento, incluso la infantil). .
En tercer lugar, la figura del padre es crucial también para el desarrollo psicosexual de los hijos:
Gracias a la relación con el padre, tanto el niño como la niña afirman su identidad sexual. “El
rechazo o la ausencia de la función paterna entraña, a largo plazo, el rechazo mismo de la
diferencia de sexos y la valorización del mito social de la ideología homosexual como signo de
la modernidad”20. En su libro “Una guía para padres sobre cómo prevenir la homosexualidad”,
Joseph Nicolosi, especialista en el problema de la homosexualidad infantil, afirma esta verdad:
“Muchos de mis pacientes homosexuales me dicen que sus padres no tenían nada que darles.
Uno de ellos, de veintiséis años, me dijo recientemente: ‘Mi papá estaba allí, pero no estaba. Me
explico, estaba en la casa, pero no puedo recordar nada notable o significativo de él’”. Y
recuerda la pregunta atónita de un hombre (que consultaba por el caso grave de su hijo) a quien
este médico le estaba explicando que debía involucrarse a fondo en los afectos del muchacho,
estar con él, ser cariño y sensible, hacerse querer y convertirse en modelo para él, etc.:
“¿Entonces usted está diciendo que mi hijo no necesita terapia?”. La respuesta del médico fue:
“Le dije que su hijo en realidad no necesitaba terapia. Él necesita a su papá” 21.
La presencia (activa y positiva) del padre es fundamental, pues, para la sana maduración de la
identidad sexual de los hijos, sean éstos varones o mujeres. En su comentario al libro de Mons.
Paul Cordes, “El eclipse del padre”22, Juan Manuel Burgos, resume las características y
aportaciones positivas que Cordes asigna a la paternidad en las siguientes:
En primer lugar, y aunque a primera vista pueda parecer contradictorio, la ruptura de la unidad
madre-hijo. La unidad madre-hijo es esencial en la historia de cada persona tanto desde un
punto de vista físico (imprescindible) como espiritual. Pero esa unidad no puede ser absoluta y
corresponde al padre reconducirla a sus justos términos para bien de ambos. La entrada del
padre en esa unidad abre al hijo a la necesaria relación con el mundo que le va a permitir
desarrollarse como hombre (o mujer) fuera del influjo del regazo materno, protector y acogedor
pero limitativo. Pero esa ruptura libera asimismo a la madre de la cerrazón y de la posesividad.
El instinto materno de donación puede transformarse en instinto de posesión y de exclusión y es
misión del padre salvar a la madre de ese peligro.
2) El papel del padre resulta asimismo esencial en la formación de la identidad del hijo.
Siguiendo los estudios de Eriksson, el conocido estudioso de la evolución infantil, Cordes
muestra cómo el padre representa elementos clave de referencia para el hijo: la fortaleza, la
sabiduría, la compañía necesaria para introducirse en el mundo y aprender a ser hombre.
3) Pero la identidad del hijo, especifica Cordes, incluye también la identidad sexual. El padre
constituye, evidentemente, el modelo de referencia para el hijo varón que encuentra en él el
paradigma de la masculinidad. En ese modelo puede aprender a ser fuerte pero no violento,
impulsivo o audaz pero no agresivo, decidido pero no cerril. Pero la influencia del padre no se
limita al hijo varón, alcanza también a las hijas. La feminidad se realza y se define frente a la
masculinidad y el padre varón supone para las hijas, además de los valores de fortaleza y
sabiduría ya mencionados, el opuesto sexual frente al que ellas se definen y, por consiguiente,
se fortalecen como mujeres”23. Sobre este último punto, otra autora añade: “Una joven educada
sin un padre tiene menos seguridad en sí misma, una baja autoestima, exige mucho menos de
los hombres y, en cambio, cae ante el primer espejismo o promesa de amor esporádico. Cuando
una joven no puede confiar y amar al primer hombre de su vida —su padre—, el resto de sus
relaciones resultarán dañadas”2
De aquí que, cuando el padre está ausente (o estando presente no ocupa su lugar) puedan
presentarse numerosos problemas para la identidad sexual del hijo o de la hija. Lo reconoce un
especialista en el problema homosexual como G. van den Aardweg: “Un chico puede llegar a
sentirse menos masculino, menos viril, cuando ha sido educado de una forma sobreprotectora y
de ansiedad por una madre entrometida, cuando su padre ha prestado poca importancia a su
educación”25. De hecho, la homosexualidad, fenómeno hoy en día creciente, tiene como una de
sus causas la deformación de las relaciones entre padre-hijo/a, madre-hijo/a. Nuevamente
explica Aardweg: “En el 60-70% de los casos, la madre, de una forma u otra, ha sido demasiado
interesada: sobreprotectora, dominante, entrometida, mimosa, intrigante o proclive a viciar. Ha
tratado a su hijo como un bebé, o como su favorito, su confidente. Estas influencias han hecho
al chico dependiente y débil, han sofocado su espíritu emprendedor, su coraje y su
autoconfianza. Este tipo de madres transmite su actitud temerosa de la vida hacia sus hijos; una
madre que quiere decidirlo todo por su hijo anula su voluntad y su iniciativa. Los chicos criados
así difieren bastante de la vitalidad infantil normal; son demasiado obedientes o inhibidos.
Puede ocurrir también que un hijo esté demasiado apegado a su madre por culpa de un afecto
sin moderación —esencialmente egocéntrico— o adoración de la madre hacia el chico, el cual
se coloca en una situación especial. Él será luego incapaz de salir de la atmósfera de seguridad y
de mimo de su madre, y vuelve a ella tan pronto como el mundo exterior no le responde
placenteramente. Quien quiera un ejemplo sobre los perniciosos efectos de este amor enfermizo
madre-hijo debe leer la vida del novelista francés Marcel Proust: escribía cartas de amor a su
madre cuando era adolescente, ¡viviendo ambos en la misma casa! (...)
A pesar de las tentativas de militantes homosexuales y de reformadores sexuales liberales de
minimizarlo, es indiscutible que las madres han ocupado un lugar demasiado principal en la
niñez de numerosos hombres homófilos. La consecuencia es que el hijo depende demasiado
de su madre, y preserva su actitud hacia ella sin modificar ese ‘niño que se compadece’ que
lleva dentro. Este ‘niño’ tenderá a transmitir esta actitud hacia otras mujeres. Ha sido el ‘niño
bonito de mamá’, el ‘niño obediente y temeroso’, el ‘chico dependiente’ y, en algunos casos,
‘el chico reprimido y tiranizado’. Estos lazos maternos son enfermizos y constituyen un gran
obstáculo para que el niño se convierta en un hombre adulto. Después de muchas
conversaciones con hombres angustiados por sus tendencias homosexuales, el investigador y
terapeuta Bieber afirmó que ninguno de sus pacientes había tenido una relación normal
padre-hijo. En la mayoría de los casos, el padre estaba ‘alejado’, no se involucraba en los
intereses y en la vida cotidiana de su hijo. Mi experiencia es la misma. Un análisis más
detallado de una serie de factores psicológicos infantiles —llevado a cabo con un subgrupo de
120 de mis pacientes masculinos con este problema— dio como resultado que tan sólo dos o
tres casos de relación padre-hijo podían ser considerados positivos. Incluso en aquellos casos
la relación con el padre era una relación distante. Uno de los padres era ya anciano cuando su
hijo era un chico; y el otro caso, el lazo afectivo entre el padre y el hijo me pareció demasiado
frívolo. Podemos afirmar entonces que rara vez la relación padre-hijo es positiva: el hombre
que desarrolla un complejo de inferioridad homosexual no ha tenido la oportunidad de
conocer a su padre como un auténtico padre” .
La presencia de los padres en el proceso de
desarrollo
La familia ha sido considerada el principal agente socializador de los niños y las
niñas; la educación que brinden los padres a los hijos es importante en el ajuste
psicosocial. En la revisión realizada por Rodríguez, Barrio y Carrasco (2009) se
afirma que el contexto familiar puede convertirse, en ciertas circunstancias, en un
factor de riesgo o protección durante la infancia y la adolescencia.
Cebotarev (2003) sugiere conceptualizar el término familia como un "proceso"
dinámico que provee el sostén para las "vivencias humanas"; y considera necesaria
la familia para que los procesosde reproducción humana y social (nacimiento,
crecimiento, socialización, maduración, envejecimiento,etc.) se desarrollen
normalmente.
Por su parte, Jhon Bowlby (1986), reconocido autor de la teoría del apego, explicó la
tendencia de los seres humanos a crear vínculos afectivos sólidos con personas
significativas a través de la vida y motiva la búsqueda de proximidad entre el niño
pequeño y sus padres. La experiencia del niño con sus padres cumple un papel
relevante en la capacidad posterior del niño de establecer vínculos afectivos y la
función principal de ellos sería proporcionar al niño una base segura y, desde allí,
animarlo a explorar. Se destaca la influencia en el desarrollo del niño de la manera
como sea tratado por los padres, especialmente la madre. Los primeros vínculos
afectivos del niño son de gran importancia para el desarrollo de la personalidad. Los
cuidadores primarios garantizan el mínimo de estabilidad emocional que el niño
requiere para construir una estructura de confianza (Bowlby, 1989). Mestre, Samper,
Tur y Diez (2001) realizaron un estudio empírico sobre estilo de crianza y desarrollo
prosocial de los hijos, con una población adolescente española, para evaluar la
socialización familiar a través de la percepción de las relaciones familiares en la
primera etapa de la adolescencia y comprobar si los estilos de crianza de los padres
guardan relación con la disposición prosocial de los hijos/hijas. Los resultados
indican que las relaciones que los adolescentes perciben entre ellos mismos y su
madre/padre modulan su disposición prosocial. En resumen, una mayor implicación
de los padres en la educación de los hijos se relaciona con mayor disposición a
ayudar (empatía y conducta prosocial). Estos investigadores ponen a la familia en un
punto esencial para generar conducta prosocial en los niños, niñas o adolescentes,
sin embargo, no concluyen que deben estar ambos padres o de lo contrario no se
tendrían jóvenes prosociales.
Algunos autores afirman que los problemas relacionales y psicosociales futuros
tendrían su explicación en las experiencias tempranas en la relación padres-niño
(Vallejo, Sánchez y Sánchez,2004; Zuleta, 1991), particularmente cuando no se
cuenta con los cuidados y afecto suficiente por parte de los padres.
También hay investigaciones que han concluido que la ausencia de los padres o de
alguno de ellos ha desencadenado en patologías, conflictos, problemas, angustias o
síntomas sociales para los hijos. Es el caso de Muñoz, Gómez y Santamaría (2008),
quienes realizaron una investigación en Bogotá, Colombia con 25 niños entre 12 y
15 años de edad, en la que analizaron los pensamientos y sentimientos que de
manera más frecuente se presentaron a partir de la separación de los padres, ocurrida
entre 3 y 5 años atrás, y la evolución de los mismos a lo largo del tiempo. Para esto
se utilizó una entrevista semiestructurada, debidamente validada, obteniendo como
resultados que los niños reportan los pensamientos que tienen que ver con la
preocupación por su futuro y lo relacionado con inseguridad, temores y ansiedad, así
como los sentimientos de rabia, tristeza y resentimiento.
En esa misma línea, Botero (2008) realizó una investigación, también en Bogotá a
través de tres fragmentos de historias de vida de madres canguro. El estudio plantea
la incidencia que tiene la ausencia física y emocional del padre o su presencia
agresiva en la perpetuación de la violencia, la delincuencia, el sicariato y demás
figuras de terror en nuestro país y en la descomposición del sistema, encontrando
como resultado en los tres casos, padres ausentes: padres que rechazan a sus bebés.
Por su parte, Gracia, Lila y Musitu (2005) analizan la relación entre el rechazo, tanto
paterno como materno, y el ajuste psicológico y social de los hijos; tomaron en
cuenta la percepción respecto a la conducta de ambos padres acerca de su propio
ajuste psicológico, así como la percepción
de los padres. Trabajaron con 444 familias, formando dos grupos, uno de 100
familias cuyas relaciones paterno-filiales fueron valoradas de riesgo y el segundo
grupo de 344 familias en las que no se conoce relaciones paterno-filiales
disfuncionales. Las autoras destacan que el niño rechazado es diferente en las
dimensiones de ajuste psicológico y social en relación con el niño cuyas relaciones
se caracterizan por la aceptación. La conducta de los niños rechazados presenta
numerosos problemas que pueden presentarse de forma internalizada o
externalizada, tienden a sentirse no queridos y a percibir el mundo como
amenazador y hostil.
Estas investigaciones insisten en que los efectos de la ausencia de los padres incide
negativamente en el desarrollo de los hijos, sin embargo, otros estudios han
mostrado que hay personas que han sabido utilizar recursos internos y externos que
les ha permitido enfrentar la adversidad e incluso, salir fortalecidos de situaciones
estresantes o angustiantes, presentando referentes alternativos a los padres que
podrían servir como potencializadores de emociones positivas y favorecerían un
afrontamiento más funcional de las adversidades.
Por ejemplo, Barreiro, Foscarini, Katz, Podgaetzky de Carabelli, y Varas (2006)
exploraron la circulación de la función materna entre adultos significativos cuando
la madre está ausente del hogar; examinando la importancia de las funciones de los
padres y las posibilidades que otras personas distintas realicen dichas funciones,
pretendiendo buscar herramientas teóricas disponibles para afrontar los nuevos
modelos familiares y sociales para ejercer la parentalidad, pues existen casos donde
la madre no puede asistir a su hijo de forma estable y exclusiva durante los primeros
años de vida.
Así mismo, López y Loaiza (2009) analizaron las implicaciones de la migración
internacional en la satisfacción de necesidades y en las interacciones familiares. En
la investigación participaron cien familias de los nueve municipios de la Región Eje
Cafetero de Colombia, encontrando como características que la situación económica
es la motivación primordial para la emigración, las familias se reorganizan y los
niños, niñas y adolescentes asumen como referente de autoridad a las abuelas, tías,
hermanas, pues en su mayoría son las mujeres quienes asumen las funciones de
cuidado y buscan nueva organización y funcionamiento familiar.
Martínez-Pampliega, Sanz, Iraurgí e Iriarte (2009), en su investigación sobre
separación de los padres, señalan la importancia de ser críticos con muchos escritos
que exageran los efectos negativos del divorcio e ignoran que en ocasiones permite
transformaciones en la vida de las personas; así mismo, que los hijos pueden
desarrollar resiliencia cuando son protegidos por acciones positivas de adultos
cercanos.
La realidad de las familias está cambiando y exige de los científicos sociales e
investigadores una mejor comprensión de las nuevas dinámicas relacionales y de la
manera como los niños, niñas y adolescentes están afrontando hoy su proceso de
desarrollo en medio de esta perspectiva (Moreno, 2013).
Sería entonces posible pensar que si el acompañamiento no viene de los padres no
necesariamente los hijos van a quedar en riesgo de padecer patologías o síntomas
sociales; pues, al parecer, pueden existir personas o instituciones que apoyan este
proceso evolutivo de los niños y adolescentes, procurando satisfacer las necesidades
básicas y cumpliendo roles y funciones que son relevantes para favorecer el
desarrollo y, por ende, generar autoestima, autonomía, creatividad, felicidad,
solidaridad, salud. O que esta misma situación, de experimentar sentimientos de
ausencia, los fortaleció para desarrollar habilidades individuales y hacerle frente a su
condición.