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BRUMAL
Revista de Investigación sobre lo Fantástico
Research Journal on the Fantastic
Grupo de Estudios
sobre lo Fantástico
Director / Director: David Roas (Universitat Autònoma de Barcelona, España)
Jefa de Redacción / Editor-in-Chief: Teresa López Pellisa (Universitat de les Illes Balears, España)
Monográfico / Monograph
Fantástico e ideología
(Coordinado por Alfons Gregori)
7-12 Presentación
Alfons Gregori
111-131 «I didn’t offer to shake hands; no one would shake hands with a Jew»:
Escapism and the Ideological Stance in Naomi Novik’s Spinning Silver
Sara González Bernárdez
3
Miscelánea / Miscellaneous
Reseñas / Reviews
4
MONOGRÁFICO
MONOGRAPH
Fantástico e ideología
Coord. Alfons Gregori
BRUMAL DOI: https://doi.org/10.5565/rev/brumal.634
Revista de Investigación sobre lo Fantástico
Research Journal on the Fantastic Vol. VII, n.º 2 (otoño/autumn 2019), pp. 7-12, ISSN: 2014-7910
PRESENTACIÓN
Alfons Gregori
Uniwersytet im. Adama Mickiewicza w Poznaniu
alfons@amu.edu.pl
ORCID: 0000-0003-0121-2876
1 No debería olvidarse que el compromiso ideológico también se ha dado en obras de arte que defen-
dían ideologías o formaciones políticas que hoy, de forma más o menos consensual, consideramos su-
mamente dañinas para la Humanidad o para alguno de sus grupos constituyentes.
7
Alfons Gregori
Brumal en los últimos tiempos tal vez resulte un indicativo de la escasa atrac-
ción que genera lo ideológico entre los/as estudiosos/as de lo fantástico. Da
la impresión —ciertamente desalentadora— de que la dimensión política,
aquella que atiende a temas sociales, económicos e ideológicos que a todos
nos abruman en este mundo contemporáneo donde se va acumulando un pre-
sentimiento cada vez más asfixiante de catástrofe, ha tendido a concentrarse
en otras modalidades de lo no mimético como son la ciencia ficción y lo mara-
villoso fantasy en sus diferentes vertientes. En el marco de estas dos categorías
han aparecido creaciones que catalizan los temores de las sociedades contem-
poráneas, sea mirando al pasado o sea mirando (supuestamente) al futuro,
pero tejiendo en cualquier caso los hilos de lo ideológico de un modo bastante
más evidente que lo fantástico. El hecho de tener como modus operandi princi-
pal la ciencia y la tecnología convierten a la ciencia ficción en el gran campo
de debate acerca de la evolución de las mismas desde un punto de vista ético
y político. La potente influencia de obras fundamentales de lo maravilloso
medieval o la fantasía épica —germen del fenómeno de lo fantasy—, que de-
sarrollaban sus tramas mediante esquemas arquetípicos y fórmulas fácilmen-
te interpretables alegóricamente, fortaleció también un tipo de lecturas en que
lo político ejercía un rol esencial.
Con todo, en estas páginas los análisis van a girar evidentemente en
torno a lo fantástico, donde sin duda los miedos congregados y explotados
no se reducen a un efecto en el individuo como ente autónomo, sino que
resultan en buena medida igual de compartidos o comunes que los temores
mencionados anteriormente en relación con otras modalidades de lo no mi-
mético. No obstante, siguiendo las tesis del Unheimliche freudiano (1919) y la
sistematización estructuralista de Todorov (1970), las corrientes de estudio
de lo fantástico se han ceñido principalmente a la problemática individual,
aspecto que ha consolidado el paradigma psicologista auspiciado por las
teorías de la recepción, hoy más o menos hegemónico en el ámbito académi-
co dedicado a lo fantástico. Otro de los problemas relacionados con el análi-
sis de lo ideológico en esta modalidad narrativa supera, en realidad, los lí-
mites estrictos de la creación no mimética, al concernir a la aplicación del
concepto de ideología en el estudio de la actividad artística en su conjunto:
por un lado, se mantienen determinados postulados y términos más o me-
nos vagos originados en las diversas corrientes del marxismo, que son intro-
ducidos en el análisis a veces de forma aislada y sin definirlos adecuada-
mente, del mismo modo que sucede con el concepto mismo de ideología;
por otro lado, la aceptación y desarrollo de las tesis de pensadores como
R
Este monográfico pretende ser una aportación relevante en el avance
del estudio de la imbricación del componente ideológico en las manifestacio-
nes textuales y visuales de lo fantástico. Sea cual sea su orientación, los artícu-
2 Todo ello no significa que se deje de examinar lo ideológico en las obras si se asume por ejemplo una
perspectiva foucaultiana, pero sí que se ha defenestrado el término «ideología» como tal. El posiciona-
miento del pensador francés incidía en cuestiones vinculadas con lo ideológico, pero desde unos intere-
ses que lo alejaban de los parámetros distintivos del concepto, al afirmar que el objeto de su labor inte-
lectual era descubrir las relaciones entre sujeto y verdad (los juegos de la verdad, como lo denomina él
mismo) (Foucault, 1984: 99).
Bibliografía
Recibido: 15-06-2019
Aceptado: 11-09-2019
Resumen
La crisis del pensar y del sentir, que el acelerado avance tecnológico produjo a finales
del siglo xix en Europa y América, encontró en la literatura decadentista hispanoa-
mericana una de sus manifestaciones artísticas. El objetivo de este artículo es anali-
zar cómo tres cuentos modernistas de corte fantástico expresan el sentir de fin de
siglo bajo la forma de un ataque a la dimensión cognitiva de los narradores homodie-
géticos. Dicho ataque es posible gracias al choque entre lo sobrenatural y lo racional,
propio de la literatura fantástica. En «Los muertos a hora fija» (1883) de Carlos Oli-
vera, «El caso de la señorita Amelia» (1894) de Rubén Darío y «La granja blanca»
(1900) de Clemente Palma, la ciencia, el ocultismo y la filosofía, respectivamente, se
presentan como construcciones epistemológicas mediante las cuales debería ser po-
sible conocer y explicar el mundo; sin embargo, estas son superadas por una realidad
apabullante, representada en un acontecimiento perturbador que los personajes no
consiguen comprender ni desde la lógica racional ni desde el área de estudio en la
que son expertos.
13
Norma Beatriz Salguero Castro
Abstract
The nineteenth century’s crisis of thought and feeling produced by accelerated techno-
logical advance found its artistic manifestation in Hispano-American decadent litera-
ture. This paper analyzes how three modernist fantastic tales express the fin-the-siècle
feeling as an attack on the homodiegetic narrator’s cognitive dimension. This attack is
possible because of the collision between supernatural events and rational logic that
characterizes fantastic literature. In «Los muertos a hora fija» (1893) by Carlos Olivera,
«El caso de la señorita Amelia» (1894) by Rubén Darío and «La Granja Blanca» (1904) by
Clemente Palma, science, occultism and philosophy, respectively, are shown as episte-
mological constructs that should allow us to know and explain the world; nonetheless,
the three of them are overcome by a disturbing event that characters are unable to ex-
plain by means of their rational logic or the area of study in which they are experts.
R
A finales del siglo xix, Europa y América se enfrentaban a las profundas
transformaciones que eran consecuencia del proceso de modernización. El de-
sarrollo científico y los avances tecnológicos cambiaron el mundo occidental
de forma definitiva. La vida adquirió un ritmo acelerado, la industrialización
integró al hombre en un nuevo sistema de trabajo y las nuevas comunicacio-
nes modificaron las relaciones sociales. Con todo ello, el ser humano parecía
marcar distancia entre la naturaleza y sí mismo.
Debido al fuerte contraste entre pasado y presente que marcaron, ade-
más de proporcionar herramientas para mejorar la vida y una sensación de
seguridad respecto al mundo en tanto que permitían comprender este de me-
jor manera, los avances científicos y tecnológicos provocaron un sentimiento
de desazón. Respecto al cuento fantástico en el siglo xix, Lola López Martín
(2006: xix) señala que este «busca el espacio propio de una fantasía convulsa
por el vértigo del progreso en el siglo xix y por una serie de temores que no
encontraban respuesta ni en la ciencia ni en la religión, por lo que fueron ca-
nalizados en la literatura». Así, a finales del siglo xix, el mundo ya no era ex-
Gonzalo Cea Monsalves (2015: 46) expresa que a fines del siglo xix algu-
nos veían en el progreso «un enemigo de la vida por lo tanto la moral, la pre-
valencia del ser humano y de su simbiosis con el mundo estaba en riesgo».
Esta sensación de inseguridad e inestabilidad había sido ya expresada por
Nietzsche, al señalar la ausencia de Dios, que también formó parte esencial
pensamiento más allá del cristianismo, con el fin de buscar respuestas en me-
dio del caos urbano y la aceleración tecnológica.
Parece contradictorio que, en un período donde la ciencia y la razón
dominan el quehacer social, se diversifique el conocimiento teológico de Oc-
cidente y se fortalezca la búsqueda de lo divino, aun cuando se había declara-
do la ausencia de Dios. Sin embargo, desde otra perspectiva, tal aparente con-
tradicción semeja más bien una consecuencia lógica. Si ni la razón ni la religión
podían responder a las grandes preguntas del ser humano, en medio de un
período de crisis había que buscar respuestas en otros horizontes.
Lo visto hasta ahora en torno a la filosofía, la ciencia y la religión, esbo-
za un panorama de las ideas que impregnaron el sentir general en Occidente
a finales del siglo xix. José Miguel Oviedo (2001: 222, 223) apunta que los «sen-
timientos de desazón, vulnerabilidad y expectativa» propios del período en
cuestión «eran comunes en las sociedades que habían alcanzado un conside-
rable progreso material, resultado de la Revolución Industrial y la aplicación
de la filosofía positivista». Este mismo estudioso describe dicho sentir en Eu-
ropa y América, como «una sensación de vacío y zozobra en medio de esa
prosperidad: las maravillas de la técnica no hacían sino mostrar la desnudez
y el desamparo espiritual del individuo» (Oviedo, 2001: 223). El período fini-
secular se caracterizó por un sentimiento generalizado de angustia. «Fin de
siglo» pasó de ser meramente una «marca» temporal a constituir el nombre
con el cual se designó la crisis de pensamiento de la época.
Modernismo y decadentismo
noción de «lo real», pero también una nueva valoración acerca del propio sa-
ber, es deicr, que este resulta insuficiente para dar cuenta de las posibilidades
de la experiencia.
detiene la marcha de un reloj que se halla a la vista del paciente y apunta como
«espantosa» (Olivera, 2006: 167) la seguridad con que este le dice que el reloj
debe estar mal porque todavía se siente muy bien. «Espantosa» porque desdi-
ce de la racionalidad, desatiende los hechos concretos como el de la mejoría
del cuerpo. López Martín (2006: 29) señala que, en «Los muertos a hora fija»,
«frente al curso de vida que pautan los relojes existe un tiempo fantástico que
tiene su propia ley»; esta ley propia del tiempo fantástico se instala en el cuer-
po del paciente que, quizás como efecto de estar próximo a partir al «otro
mundo», es más sensible al paso del tiempo y a sus implicaciones, de manera
que puede adelantarse en la línea temporal de los hechos por medio de un
proceso ignorado e invisible. En cuanto al origen del anuncio de la hora de
muerte, solo aparece una pista en el relato. Cuando Mazziotti pregunta burlo-
namente al enfermo «¿Y cómo sabe usted eso?», este, tocándose la frente, res-
ponde: «¡Oh...! Lo siento aquí» (Olivera, 2006: 162). Así, los enfermos tienen
plena seguridad en su presagio, sea a partir de la intuición o de sutiles mensa-
jes del propio cuerpo, sin que sea necesario que el médico lo confirme.
El médico mayor considera que el apego total al discurso científico es
una característica propia de la época, y que, como tal, habrá de perder vigen-
cia debido a su ineficacia: «Usted es joven, y tiene más fe en la ciencia de la
que tengo yo mismo, que soy mucho más viejo y que he sido su maestro»
(Olivera, 2006: 161). El médico mayor revela la idea de que, ante ciertos casos,
la razón debe retroceder y dar paso a otras «lógicas» que están fuera de sus
dominios. A lo anterior, el médico mayo añade: «Hay una multitud de fenó-
menos en medicina de los cuales no tenemos todavía ni la sombra de una ex-
plicación» (Olivera, 2006: 161); apunta así a la ignorancia del ser humano, a su
incapacidad para comprender el mundo, pese a los avances tecnológicos que
ha conseguido.
En el intercambio de ideas entre el médico joven y aquel que solía ser
su maestro, la seguridad con que el primero descarta que sea posible el fenó-
meno en cuestión y su fuerte adhesión al discurso científico, resaltan frente a
la simple apertura del segundo a la existencia de hechos que escapan aún a la
comprensión humana:
¿Quién es el sabio que se atreve a decir esto es así? Nada se sabe. Ignoramos et
ignorabimus. ¿Quién conoce a punto fijo la noción de? ¿Quién sabe con seguri-
dad lo que es el espacio? (...) Nadie ha podido desprender de su círculo unifor-
me la culebra simbólica. Desde el tres veces más grande, el Hermes, hasta nues-
tros días, la mano humana ha podido apenas alzar una línea del manto que
cubre la eterna Isis (Darío, 2006: 172).
Busqué, busqué con tesón lo que mis ojos ansiaban contemplar, el Keherpas de
Zoroastro, el Kalep persa, el Kovei-Khan de la filosofía india, el archoeno 2 de
Paracelso, el limbuz de Swedenborg; oí la palabra de los monjes budistas en
medio de las florestas del Tíbet; estudié los diez sephiroth de la cábala (...). Estu-
dié el espíritu, el aire, el agua, el fuego, la altura, la profundidad, el Oriente, el
Occidente, el Norte y el Mediodía (Darío, 2006: 175).
viva o muerta. El misterio, que para Comte no se relaciona con nuestras «ne-
cesidades verdaderas», irrumpe en la vida del joven, lo atañe directamente y,
sin embargo, la filosofía positivista de su maestro no es de ayuda para satisfa-
cer su necesidad de respuestas. El joven elabora respuestas satisfactorias so-
bre la base de sus intuiciones.
Ante las pruebas de la vida de Cordelia, el maestro no puede ocultar su
confusión. Maestro y estudiante discurren ahora sobre lo que pudo o no haber
pasado y sobre el estatuto de lo real, ya no del mundo en general, sino de la vi-
da-muerte de Cordelia y de cómo pudo engendrar una hija moviéndose entre
dos mundos. El maestro, que había conocido a Cordelia de toda la vida, recono-
ció en la hija del joven el mismo rostro de Cordelia cuando era niña. Ante esto,
el joven expresa: «la muerte de Cordelia ha sido, a pesar de usted, del médico
que la asistió (...) del sepulturero (...) un incidente sin realidad positiva en el
ensueño de alguien3 (...) la realidad es la nada con formas» (Palma, 2006: 272).
Ante esto y la certeza de que la hija del joven es en realidad Cordelia que ha
renacido, el maestro responde: «Mi razón se turba ante este absurdo (...) ¡Yo es-
toy loco, tú lo estás!... ¡Pero es ella, es ella!» (Palma, 2006: 272). Ahora ya no le es
fácil negar las ideas del muchacho que antes le parecían demasiado imaginati-
vas, y la realidad se muestra contradictoria. El profesor exclama que ambos es-
tán locos por intentar comprender esto sin el uso de la razón ni de la lógica; pero
la realidad, lo observable, la hija de Cordelia, confirma la concreción de esa
ruptura en el orden de lo real, de esa incomprensible falta de lógica en el suceso.
Para el joven, la situación es sencilla de entender desde una visión
opuesta a la lógica racional: «Si Cordelia murió, como usted me asegura, hace
dos años, la vida y la muerte son iguales para mí, y como consecuencia, se
derrumba la filosofía positivista de usted» (Palma, 2006: 271). El joven confir-
ma así la existencia de sucesos que pueden escapar a la comprensión común
y, al igual que en los anteriores relatos, el carácter insuficiente del conocimien-
to humano para explicar y comprender el mundo.
Conclusiones
mundo de los personajes como en los términos con que se explica la realidad,
no bastan para conocer la verdad. Los personajes protagonistas se revelan
como conocedores de sus campos de estudio. Además, en los cuentos de Oli-
vera y Darío, el conocimiento brinda cierta seguridad a los personajes para
moverse en el mundo, para concebir las posibilidades de la realidad. Sin em-
bargo, estos saberes se ven derrotados por acontecimientos impresionantes
que sobrepasan la explicación lógica, incluso para estos hombres con profun-
do conocimiento de sus disciplinas. Así, los sucesos insólitos sacuden los ci-
mientos de sus convicciones. En el cuento de Clemente Palma, por el contra-
rio, el protagonista halla en el suceso inexplicable una confirmación de sus
ideas «irracionales» acerca de la realidad y, por lo tanto, la confirmación de
que la naturaleza puede quebrantar sus propias leyes, las cuales parecen cons-
tantes ante los ojos humanos.
Cabe señalar que, en los tres relatos, un hombre funciona como guía
de otro más joven. Esto remite a la forma en que se llevan a cabo los procesos
de aprendizaje y a cómo las ideas se transmiten de unas generaciones a otras.
En «Los muertos a hora fija» y en «El caso de la señorita Amelia», el guía
insta al joven a no dejarse llevar por las ideas que están en boga en la época:
el médico mayor da una lección al joven acerca de la necesidad de reconocer
toda una cara de la naturaleza que escapa al dominio humano; y el doctor Z
anima al joven que escucha su relato a reflexionar acerca de las ideas que da
por sentadas, así como a poner en duda la efectividad del conocimiento al
que tiene acceso. En cambio, en «La Granja Blanca» el joven estudiante es
quien desafía a su maestro, planteándole que no todo es como lo dictan los
filósofos y que los estudiosos deben permitirse elaborar ideas más aventura-
das acerca de la realidad.
En los tres relatos se presenta una ruptura de la temporalidad. En «Los
muertos a hora fija» esta se manifiesta en el adelanto en el tiempo que repre-
senta la premonición, por parte de los pacientes, de la hora en que habrán de
morir. En «El caso de la señorita Amelia», por su parte, tal ruptura se presenta
en el enigmático cese del crecimiento de la niña. Finalmente, en «La Granja
Blanca», el tiempo se trastoca en la muerte, sin efecto visible inmediato, de
Cordelia ante su joven esposo. En tanto que la temporalidad es indispensable
para la observación y comprensión de los fenómenos naturales, su ruptura
acusa la improcedencia del método científico y de la filosofía positiva para dar
cuenta de acontecimientos insólitos que transgreden las constantes de la natu-
raleza y que atañen directamente a los protagonistas, es decir, que les afectan
emocionalmente y que les llevan a repensar su posición en el mundo. Así, por
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Recibido: 04-06-2019
Aceptado: 11-09-2019
Resum
Abstract
This paper analyses the value and meaning of the concepts «reality» and «fantasy» in
Pere Calders’ literary world, as the foundations of a literary attitude upholding the
1 Vull fer constar que aquest treball s’ha beneficiat de l’ajuda del projecte d’investigació del Ministerio
de Economía y Competitividad FFI2017-86542-P titulat La literatura de segundo grado: las relaciones hiper-
textuales en la literatura catalana desde el «Modernisme» hasta 1939. Els estudiosos interessats tenen més
informació sobre l’activitat del grup investigador, així com una base de dades sobre estudis d’ironia, que
inclou estudis sobre relacions hipertextuals iròniques, en la literatura catalana des de l’inici del segle xx
fins a l’actualitat en http://www.uv.es/ironialitcat.
37
Carme Gregori Soldevila
imaginary and the fantastic and facing realistic literature of committed or testimonial
nature. Secondly, it analyses the author’s critiques of positivist scientism and his claim
of art and literature as gnoseological alternatives. The analysis of two short stories
completes the ideological approach to Calders’ oeuvre: «The First Harlequin», as op-
posed to religious thinking, and «The Streak and the Wish»,2 as a metaphoric view of
Catalonian exile.
R
1. Defensa de la fantasia
3 Carta a Pere Calders, datada a Coyoacán el 22 de juny de 1944, conservada a la Sala Bartra de la Casa
Museu Alegre de Sagrera de Terrassa.
literatura actual s’inclina resoltament pel “realisme”» (Cabré, 1997: 52). L’au-
tor, però, continua mantenint les mateixes reserves envers el realisme literari:
«desconfio per instint del realisme en literatura tant com del materialisme en
filosofia» (Cabré, 1997: 52).
Entre 1958 i 1959, publicarà a Mèxic els Fascicles literaris, uns quaderns
escrits íntegrament per ell on, a més de textos de creació, deixarà constància del
seu pensament en matèria literària, amb una aportació centrada gairebé exclu-
sivament a rebatre la demanda d’una literatura realista que començava a créi-
xer en el circuit literari català. En primer lloc, critica que el realisme s’entenga
com el reflex dels aspectes més sòrdids i miserables de la realitat, oblidant que
«en l’home són tan reals la il·lusió i la fantasia com el dolor i l’angoixa» (Cal-
ders, 1958a: 2), raó per la qual reclama una estètica de l’alegria, des de la qual
cal entendre la radical desconfiança contra la literatura testimonial. L’exemple
de Cervantes, que va optar per escriure el Quixot «en comptes de servir cròni-
ca fidel i detallada de la batalla de Lepant» (Calders, 1959: 52-53), és adduït
com a precedent indiscutible de la raó que assisteix el propi punt de vista. En
segon terme, l’argumentació se centra en els condicionants d’una literatura
sotmesa a la censura franquista, amb les limitacions testimonials que aquesta
circumstància imposa, i en la distinció entre la finalitat creativa de la literatura
i la dels mitjans de comunicació, que és la de registrar o donar fe, cosa que els
converteix en un espai més idoni —en opinió de Calders— per a despertar
consciències a la realitat de l’hora. I, per últim, el declivi en altres països euro-
peus de la moda realista al servei d’una literatura instrumentalitzada per la
ideologia també funciona com a raonament per a combatre el seu desplega-
ment en la literatura catalana: «Hi ha, fortíssim, el desig de descansar en litera-
tura dels “missatges socials”, els “missatges polítics”, els “missatges religio-
sos”, i els “missatges poètics”. És com si algú denunciés de sobte unes fórmules
prèvies d’elaboració, mecàniques, una mena de trampa creadora que, en ésser
coneguda, despulla l’obra de la seva importància» (Calders, 1958b: 14).
Tots aquests arguments tornaran a aparèixer a «L’exploració d’illes
conegudes», la sèrie d’articles escrita, com ja hem dit, en resposta al programa
del Realisme Històric promogut per Joaquim Molas i Josep M. Castellet. La
narrativa caldersiana no s’adequava als requisits que Castellet (1961: 53) re-
clamava per a la nova novel·la catalana: obres «escrites amb una certa conscièn-
cia històrica que, amb una dimensió col·lectiva de la societat» havien de re-
flectir «l’esperit, els homes i els problemes del nostre temps, tipificant-los i
exposant-los sota la llum de la dinàmica de la història». I Calders reprenia la
defensa de la concepció literària que fonamentava les seues obres des del con-
4 Cal dir, però, que Calders no afina del tot amb la identificació del Realisme Històric amb el Realisme
Socialista; com ha recordat Simbor (2005: 18-19) el Realisme Socialista «pretén ser la trasllació al camp
literari —i artístic en general— del materialisme dialèctic» i el seu objectiu «no és la còpia fotogràfica de
la realitat sinó la versió “dinamitzada” d’aquesta realitat d’acord amb els objectius ideològics de la
construcció del socialisme (“romanticisme revolucionari” i “heroi positiu”)», mentre que el programa
patrocinat per Castellet i Molas, també de base marxista, es diferencia tanmateix del Realisme Socialista
i té com a principals referents ideològics «les aportacions de Lukács i Brecht».
verdadero símbolo de los logros alcanzados por las ciencias en lo que va de si-
glo— reconoció, paradójicamente, que la ciencia es «una creación del espíritu
humano por medio de ideas y conceptos inventados libremente».
Segons Henri Poincaré, «les proposicions generals de la ciència (...) no són ex-
posicions de realitat, sinó arbitràries estipulacions respecte a com determina-
des paraules, tals com línia recta, força, energia, han d’ésser utilitzades en les
proposicions de geometria, mecànica i física. Per tant, no es pot dir si qualsevol
d’aquestes proposicions és veritable o falsa; són lliures creacions de l’esperit
humà, i un hom pot preguntar-se únicament si aquestes especulacions o con-
vencionalismes han estat útils o no».
Nosaltres anem encara més lluny que Henri Poincaré, sense ànim d’ata-
car-lo. Afirmem que els conceptes d’utilitat o inutilitat de les coses són també
convencionals i subjectes als volubles canvis de la moda (Calders, 1992: 118).
És per això que, fet i fet, tant se val que hom puga justificar científica-
ment el corrent circular en què navega el Panoràmic: «La transcripció de les
lleis i de les equacions necessàries per a demostrar la veritat continguda a les
pàgines precedents faria tan pesada la lectura d’aquest llibre que la convicció,
un cop obtinguda, no serviria de res» (Calders, 1992: 108).
En altres textos, com els contes «El barret fort» i «El planeta In», Calders
defensa els valors propis de la literatura com a més idonis que els de la ciència per
a construir una via d’interpretació del món. En el primer d’aquests contes, allà on
el metge fracassa per la insuficiència dels mitjans que la ciència posa al seu abast,
el capellà, que tampoc no pot resoldre el problema, és capaç tanmateix d’oferir-ne
una explicació, cosa que equival a una solució alternativa, bastida només amb
paraules, que atorga sentit a allò que no en tenia. La proposta queda encara més
clara en «El planeta In», amb la idea de crear un Cos de Poetes de l’Armada que,
com a inventors de paraules, puguen solucionar els enigmes que la ciència deixa
sense resposta. La literatura, per a Calders, s’erigeix en alternativa gnoseològica
al coneixement científic perquè igualment forneix una explicació del món mitjan-
çant un llenguatge propi, amb l’avantatge d’uns mecanismes de creació lingüísti-
ca autònoms que, per ells mateixos, funcionen com una creació de realitat.
Les dificultats de l’individu per a conciliar un ordre del món regit pels
principis de la ciència amb un altre que done cabuda a allò que resulta racio-
nalment inexplicable però que també forma part de l’experiència humana
apareixen a «La ratlla i el desig», amb la dicotomia entre la veritat de l’agri-
mensor i la del poeta. El dilema irresoluble del protagonista —agrimensor de
professió i, alhora, sensible als valors de la poesía— entre l’explicació científi-
ca i l’explicació màgica del fenomen que li ha trasbalsat la vida representa, en
paraules de Jordi Castellanos (1992: 12), «la seva inherent i ineludible condició
d’agrimensor i la seva, molt menys explícitament inherent i ineludible, condi-
ció de poeta. Encara més, de demostrar-li l’estreta simbiosi entre una i altra
condició». Jean Fabre (1992: 44) fa referència a aquest mateix conflicte en par-
lar del sincretisme entre màgia i geometria que caracteritza l’individu con-
temporani: «l’Uomo qualunque du xxe siècle avance dans son espace magique
en promenant sur les choses un faux regard de géomètre».
Alfons Gregori (2015), en un estudi de referència imprescindible sobre
el tema, ha analitzat els condicionaments ideològics que, en el camp de la lite-
ratura fantàstica, determinen tant la construcció de les obres literàries com els
discursos crítics i els actes de lectura que les interpreten. En la part de l’anàli-
si textual del seu llibre, centrada en l’aplicació del marc teòric sobre fantàstic i
ideologia, prèviament exposat, a la narrativa fantàstica espanyola i catalana,
Gregori (2015: 246-258) dedica un apartat a explicar el conte «O ell, o jo», de
Pere Calders. L’anàlisi des de la perspectiva ideològica en revela una dimen-
sió de sentit inèdita en el discurs crític precedent que posa en relació el text
caldersià amb la denúncia de la «lógica burguesa gris, autocomplaciente y
carente de sensibilidad» (Gregori, 2015: 253), amb la crítica a l’Església catòli-
ca i amb la violència de l’enfrontament i el trauma de la Guerra Civil.
Per la nostra banda, després d’haver explicat la configuració del con-
cepte de realitat i la defensa de la fantasia en l’actitud literària de Calders i
d’haver exposat el conflicte entre ciència i art en la cosmovisió pròpia del seu
univers literari, analitzarem dos exemples significatius de la dimensió ideolò-
gica dels fenòmens fantàstics o meravellosos en dos contes de l’autor: la revol-
ta contra l’autoritat religiosa i la defensa de la mesura humana en «El primer
Arlequí» i el posicionament sobre l’exili en «La ratlla i el desig».
«El primer Arlequí» és el conte que enceta i dona nom al primer recull
de contes publicat per Pere Calders en 1936. Amb un sentit inaugural segura-
ment no previst per l’autor però sí, per exemple, per Antaviana, muntatge tea-
tral de Dagoll Dagom sobre textos de Calders que s’obre amb una escena ex-
treta d’aquest relat, el conte reescriu, en clau hipertextual, la història d’Adam
i Eva relatada pel Gènesi bíblic. Amb aquest primer conte, Calders enceta tam-
bé la part de la seua producció literària dedicada a reelaborar el meravellós de
tradició cristiana (v. Gregori Soldevila, 2006: 195-207).
En el període dels anys vint i trenta, la reelaboració del mite d’Adam i
Eva en termes contemporanis es dona en diverses obres de diferents literatures
occidentals (Gregori Soldevila, 2019). Segurament, una de les reescriptures del
mite que millor va poder influir com a model en Calders, pel caràcter paròdic i
pel tractament a mesura humana dels protagonistes, és Els diaris d’Adam i Eva
(1904), de Mark Twain, publicats parcialment per la revista D’ací d’allà en 1931
en traducció al català de Maria Rigol. Però Adam i Eva també protagonitzen
Adam et Ève (1920) de Charles Oulmont, Back to Methuselan (1921) de Georges
Bernard Shaw, Adam Stvořivel (Adam el Creador) (1927) de Karel Čapek o Adam
and Eve (1927) de John Erskine, entre altres. I, en la literatura catalana, valguen
com a mostra d’un conjunt més ampli: «La creació d’Eva» (1922) de Josep Car-
ner, La creació d’Adam (1930) i Eva (1931) de Carles Soldevila, Allò que tal vegada
s’esdevingué (1936) de Joan Oliver o Adam i Eva (1936) de Joan Santamaria (v.
Gregori Soldevila, 2019: 35-42). La raó d’aquesta presència recurrent del mite cal
cercar-la, en primer lloc, en el caràcter fundacional, com a història que explica
els orígens de la humanitat en les societats de tradició cultural cristiana i jueva.
Cada època recupera i fa seus els referents identitaris col·lectius però, a més, la
societat contemporània necessita posar a prova els fonaments d’aquest mite en
una cultura que ja no descansa sobre les seguretats del pensament religiós.
Tant l’antiga teologia cristiana com la jueva presenten Adam i Eva com
els responsables de la perdició de la humanitat; el seu pecat és font de vergo-
nya i de culpa i el càstig que els correspon condemna els seus descendents a la
mort, al dolor, al treball i, en el cas de les dones, al sotmetiment a l’home i a
parir amb dolor. L’Edat Mitjana perpetuarà essencialment la imatge bíblica
dels Adam i Eva pecadors, com a exemple negatiu i com a crida a la penitència
i a la purificació, amb un simbolisme que estarà vigent fins al segle xvii, quan
obres com El paradís perdut (1667) de John Milton en canviaran sensiblement el
sentit per a posar l’èmfasi en la idea de redempció (Noël, 1994). En contrapo-
sició al sentit religiós del mite, l’època contemporània ha tendit a posar-hi de
relleu una imatge més favorable, que posa l’accent en les conseqüències que
tindran els actes d’Adam i Eva en la conformació de la condició humana. Així,
una infracció de la llei divina és el que ha permès que els humans puguen
Calders, doncs, denuncia el sentit religiós del mite bíblic dels orígens
de la humanitat, per a connectar amb la visió contemporània, segons la qual
el «pecat original», en realitat, com afirma Erich Fromm (1984: 9), «lejos de
corromper al hombre, lo liberó». Adam i Eva, en aquesta versió, han perdut la
immortalitat i les delícies del Paradís per l’afany de coneixement i per la lli-
bertat de decidir.
Jean Fabre (1992) va assenyalar que, a l’hora d’establir la funció dels
elements sobrenaturals en la literatura, cal fixar prèviament el sistema de re-
lacions que la literatura manté amb la lògica dominant en el seu context i amb
la ideologia a la qual serveix de mediació. I, ja en referència al sobrenatural de
tradició judeocristiana o meravellós cristià, considerava que els motius i per-
sonatges que hi pertanyen «entrent dans le domaine de la Foi comme événe-
ments extraordinaires mais non impossibles» (Fabre, 1992: 66). La reescriptura
del mite d’Adam i Eva per part de Calders canvia la ideologia religiosa i el
por dejar entre paréntesis por motivos diversos, que pueden ser de estrategia
literaria, pero también ideológicos» (Gregori, 2015: 197).
Els vint-i-tres anys d’exili mexicà de Pere Calders es van traduir, literà-
riament parlant, en la part de la seua obra que la crítica ha denominat «de tema
mexicà», amb el país d’acollida convertit en escenari i els mexicans en protago-
nistes. Dins aquest conjunt, la novel·la L’ombra de l’atzavara es singularitza per-
què, en aquest cas, segons l’autor, «es refereix als problemes de l’exili, parla de
la vida dels catalans emigrats a Mèxic» (Vilaginés & Vallverdú, 1964: 73).
La tendència crítica dominant apunta com a tret més rellevant de l’obra
de tema mexicà un realisme que contrasta amb l’insòlit i el fantàstic caracterís-
tics de la resta de la producció caldersiana (Aulet, 1984: 8; Melcion, 2003: 56).
El tema de l’exili també apareix, però, en clau metafòrica en el conte «La ratlla
i el desig», inclòs a Cròniques de la veritat oculta, amb els fenòmens fantàstics de
l’omnipotència de pensament i de l’alteració espacial com a desencadenants
del conflicte del protagonista.
En L’ombra de l’atzavara, els membres de la colònia catalana estan divi-
dits entre dues actituds davant l’exili: els partidaris de quedar-se al país d’aco-
llida enfront dels partidaris de tornar a Catalunya o, dit d’una altra manera,
els qui s’hi senten en un medi hostil enfront dels qui consideren Mèxic un
paradís. El narrador presenta ambdues posicions, volgudament esquematit-
zades, amb un notable distanciament crític: tant els qui viuen ancorats en la
nostàlgia del món perdut com els defensors de la integració cultural són vícti-
ma de la seua ironia. El protagonista de la novel·la, Joan Deltell pertany al
grup dels militants de la nostàlgia, però el seu drama depén més de la pròpia
condició humana que dels condicionaments de la realitat històrica que li ha
tocat viure, en una novel·la que ens proposa, en paraules de Francesco Ardoli-
no (2003: 334), «una dolorosa reflexió sobre la realitat de l’exili» i, alhora, una
interrogació sobre «els comportaments humans».
«La ratlla i el desig» presenta aquesta mateixa proposta sobre el drama
de l’exili, però en clau fantàstica, alliberada de qualsevol subjecció a unes co-
ordenades històriques o a un testimoni realista de l’experiència viscuda per
l’autor.5 El conte narra l’experiència d’un agrimensor que, un dia, en tornar
del treball, sofreix un accident en el qual mor el cavall que muntava i es veu
obligat a seguir el camí a peu. Inquiet per la preocupació que el retard provo-
carà a la seua esposa, el protagonista aprofita la visió d’un estel fugaç per a
formular el desig de trobar la casa, molt distant encara, en tombar el primer
5 També Simona Škrabec (2004) posa en relació aquest conte amb l’experiència d’exili de l’autor, en un
estudi sobre «La ratlla i el desig» centrat en uns altres interessos analítics.
revolt del camí. Es tracta d’un home de formació científica, que ho fa per joc,
mogut per «la reminiscència supersticiosa» (Calders, 1984: 113), amb l’espe-
rança de distraure la inquietud, però el problema sorgeix quan la petició es fa
realitat i troba la casa i l’esposa en el lloc desitjat, a gran distància de l’indret
habitual. Algú acostumat per ofici a mesurar la terra sap que la nova localitza-
ció de la casa no respon a un engany dels sentits; a pesar d’obtenir el que an-
helava, la situació el desorienta perquè desmunta la perfecta cartografía del
seu món i la confiança que el protegia. A partir d’aquest moment, el personat-
ge vaga a la recerca d’una solució satisfactòria que li permeta reprendre la
seua antigua vida, interrompuda per l’incident.
El conte, com ja hem avançat, té una dimensió metafòrica que permet
interpretar-lo com «una teràpia de l’exiliat» (Triadú, 2003: 19). Calders va acu-
sar el trauma del desterrament i de l’escissió que suposava entre la pàtria
perduda i l’estranyesa sentida en el país d’acollida. En una carta al seu pare de
1948, confessava: «l’exili comporta fatalment una desorientació, un sentir-se
desplaçat, que no es poden traduir en obres perdurables» (Castellanos, 2000:
111). Al llarg dels anys d’exili, Calders va mantenir una permanent inhibició
respecte a la cultura mexicana, a pesar de la gratitud cap al país que els va
acollir i de la felicitat en l’àmbit de la vida personal. En paral·lel, el desig del
retorn a Catalunya provocava, amb el pas del temps, un desànim i una angoi-
xa creixents, a causa de la consciència que entre el país perdut i la Catalunya
real la distància s’anava fent més gran i els canvis esdevenien irreparables.
Aquest desconcert, produït per la combinació entre l’estranyesa davant l’es-
pai immediat i el dolorós enyorament del paisatge familiar, es projecta meta-
fòricament en la història del personatge perdut en terra de ningú, incapaç de
situar el seu lloc al món, que trobem a «La ratlla i el desig».
Si tenim en compte el que Calders (2010) va declarar en altres textos en
clau autobiogràfica, com és el cas del punyent article «Pàgines d’exili», publi-
cat en la Revista dels Catalans d’Amèrica en novembre del 1939, resulta fàcil
entendre que «la història de la casa i de la dona meva, i de tot allò que havia
perdut amb el miratge» (Calders, 1984: 107) narrada a «La ratlla i el desig» pot
llegir-se com una metàfora referida a la traumàtica aventura de l’exili. La casa
i l’entorn idílics, en els quals «els dies transcorrien com una cinta d’amics»
(Calders, 1984: 108), representen l’espai familiar i acollidor perdut amb l’expa-
triació. D’altra banda, la casa trobada provoca l’estranyament, la desconfiança
i la sensació que el destí «havia entrat en un giravolt implacable» (Calders,
1984: 115), uns sentiments que podem identificar amb les dificultats d’adapta-
ció i les ferides anímiques del desterrat.
Pere Calders basa la seua literatura del somni en una obertura de focus
en la concepció de la realitat, amb la defensa de la imaginació i de la fantasia
com a eines de comprensió de l’autèntica realitat humana. Per a ell, el fantàstic
mai no és gratuït ni autosuficient, sinó una forma d’explicar el món. Des dels
inicis de la seua trajectòria, rebutjarà el cientifisme positivista i el realisme
com a formes d’interpretació i de reflex de la realitat, per a reivindicar l’art i la
literatura com a alternativa gnoseològica.
L’escriptor de les Cròniques de la veritat oculta va lluitar per preservar i
legitimar la seua poètica, en oposició a les exigències d’una literatura realista,
de caràcter testimonial o compromès, que van dominar com a discurs crític en
el circuit literari català en els anys cinquanta i seixanta del segle xx. La inhibi-
ció caldersiana davant els requeriments de testimoni o compromís no respo-
nien, però, a una manca d’identificació amb la causa de les llibertats polítiques
o nacionals, sinó a la seua voluntat de preservar l’especificitat de la literatura,
sense contaminar-la amb dependències extraliteràries. La denúncia política,
calia conduir-la a l’esfera cívica i social.
Això no obstant, la literatura de Calders té la dimensió ideològica pròpia
de tot discurs literari perquè la ideologia és un component indefugible del text.
En aquest sentit, els textos caldersians prenen partit i vehiculen posicionaments
ideològics a través dels elements fantàstics o meravellosos, bé siga a través de la
transvaloració duta a terme en la recreació d’hipotextos de la tradició fantàstica,
entesa en un sentit ampli, com mitjançant la càrrega metafòrica d’aquests matei-
xos elements o de les situacions que desencadenen. Segurament, una part impor-
tant de la universalitat i de la perennitat de la seua literatura rau precisament en
aquest «buscar altres noms a les coses» que l’escriptor considerava la funció pri-
mera de la literatura, sense subjectar l’explicació del món als condicionaments
d’un realisme que imposa una immediatesa i una proximitat contextuals.
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Recibido: 3-04-2019
Aceptado: 24-10-2019
Resumen
Abstract
The short story «The Houseguest» by Amparo Dávila surprises with its frankly omi-
nous atmosphere. The horror in the story emerges from the representation of a woman
tormented by a strange creature. This work analyzes how —through several textual
strategies, such as limited focalization and information dosing, among others— the nar-
rative voice manages to build an ambiguity around the story, enabling the fantastic ef-
fect that Flora Botton Burlá defines as essential to the genre. In addition, the work pro-
55
Felipe Oliver Fuentes
Key Words: Amparo Dávila, «El huésped», the fantastic, Žižek, the ominous.
R
I. Introducción
narradora padece de algún tipo de desorden que la lleva imaginar una pre-
sencia que en realidad no existe. La duda o vacilación se confirma, ya que al
elegir la primera lectura entraríamos en el territorio de la literatura maravillo-
sa, mientras que si eligiera la segunda estaríamos frente a hechos poco usuales
pero posibles en el mundo «real» y empírico del lector. La coexistencia de
ambas posibilidades constituye la esencia misma de lo fantástico, tesis que ya
había postulado en su momento Todorov (1994) y que Botton Burlá confirma
a través del efecto que la ambigüedad genera en el lector. ¿Existe realmente la
criatura? Si respondemos afirmativamente la pregunta sería tentador buscar
en el texto indicios suficientes para saber algo más sobre su naturaleza, pero
ya hemos visto que el autor implícito deliberadamente se muestra ambiguo
para generar el efecto fantástico; si, por el contrario, optamos por negar la
existencia real del huésped, la pregunta lógica apunta a los motivos por los
cuales la narradora imagina dicha presencia. Aquí es donde el funcionamien-
to de la fantasía en el contexto de la ideología puede ofrecer respuestas.
Nunca olvidaré el día en que vino a vivir con nosotros. Mi marido lo trajo al re-
greso de un viaje. Llevábamos entonces cerca de tres años de matrimonio, tenía-
mos dos niños y yo no era feliz. Representaba para mi marido algo así como un
mueble, que se acostumbra uno a ver en determinado sitio, pero que no causa la
menor impresión. Vivíamos en un pueblo pequeño, incomunicado y distante de
la ciudad. Un pueblo casi muerto o a punto de desaparecer. (Dávila, 1991: 19)
Lo primero que hay que señalar es que la respuesta a la pregunta «¿quién, dónde,
cómo participa el sujeto (que fantasea) en la narrativa fantasmática?» dista de ser
obvia: aun cuando el sujeto participe en su propia narrativa esto no implica una
identificación automática, o sea, no se identifica necesariamente consigo mismo.
en la repetición «él, él, él» resuena el paradigma «yo, tú, él» a modo de sustitu-
ción. El circuito comunicativo supone una alternancia dinámica entre yo y tú
como sujetos de enunciación, es decir en el diálogo ambos se instituyen como
yo, como subjetividad individual cada vez que toman la palabra. El pronombre
él se caracteriza por esa imposibilidad formal de personalización.
«Él» puede ser el huésped o puede ser el marido. Ninguno de los dos
es nombrado de manera directa en el texto. Se trata de presencias despersona-
lizadas a las que es posible referirse con el mismo monosílabo, «él», siendo
incluso posible que de un «él» a otro la narradora cambie de referente para
aludir primero a uno y después al otro. Así, al definir la posición de sujeto que
ocupa la narradora dentro de su fantasía la identificación pareciera darse en-
tre la proyección y el marido. La cotidianeidad que el cónyuge le ha impuesto
a la narradora es tan abominable que, para tratar de opacarla, la mujer pare-
ciera recurrir a una proyección fantasmática. La paradoja reside en que la pro-
Conclusiones
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Ricardo González-García
Universidad de Cantabria
gonzalezgr@unican.es
Recibido: 15-06-2019
Aceptado: 13-10-2019
Resumen
Abstract
Dealing with the border separating fiction from reality, Neo Rauch’s painting repre-
sents unusual elements that burst into viewer’s stability in order to question her/him
through the fantastic genre. Thus, starting from a post-socialist ideology that arose out
67
Ricardo González-García
of the socialist realism studied by the young artist, his work assimilates different
iconographic sources. Accordingly, it conforms a space of unifying convergence that
leads to reflect on the persistence of the ideological background, which is still present
today. This establishes an imaginary that, while creating new modern myths, sets aside
the accomplishment of the «new man» — which was an aim of socialist realism’s prop-
aganda — in exchange for access to the «transcendental fantastic», this «dream» of an
art inviting much serious thought. This gives rise to a truly renewed human being who
finds his identity by facing his post-historical and anachronistic moment, without the
burden of traumas caused by past events.
Key words: the fantastic, post-socialist ideology, fiction, painting, Neo Rauch.
R
El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona
Friedrich Hölderlin (1987: 26)
Conduce al espectador a un extraño reino donde los recuerdos del pasado circu-
lan a través de la imaginación colectiva de todos los que vivieron hasta media-
dos del siglo xx, que han «estado» allí a través de los códigos y símbolos visuales
que han ocupado nuestros espacios colectivos, ya sea en películas, cómics o car-
teles de heroicas realistas socialistas tan populares en los años sesenta.1
Los mundos pintados por Rauch guardan relación con las revelaciones
típicas del cine de ciencia ficción. Un análisis formal de su imaginario delata
que existen vínculos visuales significativos con el cine popular que la RDA
realizó en los estudios DEFA. En esa onda, frente a las dos concepciones del
mundo coexistentes durante la Guerra Fría —tan diferenciadas— y la persis-
tencia en la idea de mantenerse alerta ante un enemigo que podía atentar
contra la seguridad de uno u otro bloque, se crea un estado de alarma e incer-
1 Todas las traducciones de citas al español son obra del autor de este artículo, excepto en los casos
mencionados explícitamente en la bibliografía.
Tras asimilar las influencias descritas, Rauch trabaja sin plan previo,
dejando libre su intuición para configurar un enigmático universo simbólico
muy personal. Elabora ambientaciones que, al contrario de las pinturas de
historia y del realismo socialista, no relatan sucesos históricos concretos, sino
que muestran situaciones inverosímiles que transportan a situaciones que po-
drían ser oníricas. Esta recurrencia a cierto automatismo mientras pinta lleva
a Rauch a desprenderse del catálogo visual referencial asimilado. Esta zona
sombría que emana del inconsciente compone vagos espectros que transitan
difusos sin definición clara durante el proceso pictórico, como muestra la pe-
lícula documental Neo Rauch - Gefährten und Begleiter (Graef, 2016).
En un terreno fértil donde, supuestamente, no existen intenciones claras
a priori, ofreciendo al pintor absoluta libertad para componer a su antojo y de-
jarse sorprender por lo que aparece sobre la superficie, Rauch actúa de médium
entre la realidad y la ficción. Para señalar cómo la última irrumpe en la primera,
vinculándose simultáneamente a ella, Wolfgang Iser (1989: 175) hace referencia
a un componente extratextual que se añade al texto literario: «El discurso de
ficción es una organización simbólica a la que le falta, según Ingadern, el ancla-
je de la realidad y, según Austin, la situación contextual. (...) Si no puede referir-
se a la presencia de objetos dados, entonces se referirá al discurso mismo. El
discurso de ficción será, por tanto, autorreflexivo». Esta misma cuestión tam-
bién la podemos aplicar a la pintura de Rauch. Comunicándonos algo sobre la
En la estética, como en general en todo el estudio teórico del arte, el término «fan-
tástico» cuenta con un matiz especializado que le permite actuar como atributo
junto a «arte». Ese sesgo particular de lo fantástico consiste en la aparición en la
obra de una alteridad disonante con el concepto de realidad que se maneje alre-
dedor de la misma. Así, el fundamento de lo fantástico como constructo artístico
pasa por poner en crisis otro constructo, que es el propio mundo que nos rodea.
tico» (Freud, 1988: 244). Estas situaciones pueden servir como espacio en el
que se transfieren contenidos reprimidos por la conciencia o por la situación
política del momento. Desde esa línea catártica, todos los medios expresivos
están repletos de ejemplos en los cuales se dice por medio de eufemismos
aquello que no se puede expresar en la realidad. Un estado, en definitiva, en
el que impera la ley del miedo y el silencio paraliza a una población sospecho-
sa ante las acciones que pueda emprender el enemigo, como transmite el cua-
dro Hüter der nacht (2014, col. Particular).
Tomadas a modo de metáforas de la paranoia a la que induce cualquier
totalitarismo —con su implícita pérdida de orientación y confusión entre rea-
lidad y ficción—, la vertiente romántica de las composiciones de Rauch puede
estar denunciando afecciones por las que, desde un prisma socio-histórico,
siempre atraviesa la colectividad en aras de la política. Se trata de una insi-
nuación que debiera conducir al público, como ente implicado, a establecer
un «contrato de veridicción» (Greimas, 1983) en función de descubrir de qué
«verdad» se está hablando ahí: una verdad de la experiencia en el arte no
equivalente a la verdad objetiva de la ciencia. Según establece Alfons Gregori
(2007: 216), para hablar de este espacio fantástico que aparece «in-between» y
llegar a tratar lo ideológico a través de lo estético, «la literatura fantástica ha
tomado su elevado grado de literalidad a través de un proceso igualmente
analizable desde la perspectiva socio-crítica, pero enlazando con su incapaci-
dad por establecer una Verdad única, precisamente por su supuesta naturale-
za de inestabilidad inherente o estructural y su carácter ontológico turbulen-
to». Dichas afirmaciones encajan perfectamente con lo aquí tratado, en tanto
que constructos comunicativos con valor epistemológico no convencional.
Dejando de lado lo que Gregori (2007: 217) denomina «simplismo en-
torno al protagonismo de la estética realista enraizado en el progresismo so-
cialista», desde el postsocialismo de las imágenes de Rauch se puede ahondar
en una perspectiva flexible de lo ideológico que, delatando sus propias in-
coherencias, todavía posea el fin último de apelar a las masas para que la reci-
ban y asimilen. Así, aunque ahora pueda pensarse que la ideología del realis-
mo socialista está disuelta, al preguntarse por cómo puede perdurar más allá
de lo ilusorio el concepto de ideología, Michael Freeden (2013: 30) establece su
origen en el seno mismo del marxismo, el cual condenaba «las condiciones
sociales en el capitalismo como fuente de una ilusión ideológica». Por contra,
según Karl Mannheim, la ideología es «un reflejo de todos los contextos histó-
ricos y sociales» que influyen «en los procesos de pensamiento de los seres
humanos»; a través de ellos se admite que el conocimiento es un proceso coo-
Al fin y al cabo, los grupos humanos operan sobre la base de rituales, prejui-
cios, historias y narrativas compartidas, elementos que las ideologías incorpo-
ran. (...) Lo inconsciente y lo irracional sólo podrían llegar a ser desenmascara-
dos en un estadio más avanzado del desarrollo social, una vez se lograse
justificarlos de modo racional. La eficacia de ese desenmascaramiento sería
siempre algo limitado, pues Mannheim asumió de partida la visión marxista de
la ideología como velo de las condiciones reales de la sociedad por los intereses
de la clase dominante. Pero a esta visión estática de la ideología añadió la no-
ción paralela de utopía. (Freeden, 2013: 31)
munista, y también acerca de la del mundo nuevo que la RDA esperaba cono-
cer a la par de la reunificación. Es por ello que, con posterioridad al reencuen-
tro de actitudes y tradiciones culturales, Rauch acaba sintetizando los dos
modelos: la modernidad occidental y sus promesas de felicidad, propuestas
por el liberalismo político y económico, y la decadencia de un socialismo so-
viético que vive un estancamiento político interno, como una realidad que
aporta la estructura necesaria para que su construcción fantástica pueda tener
lugar. Elegir en ese contexto lo fantástico como modo de representación pue-
de dar la impresión de ser un mero eufemismo que responda, de hecho, a la
inquietud por describir los abismos a los que nos acerca el desengaño del
proyecto socialista y el peligro que supone la renuncia ante el progreso neoli-
beral. Impasibles y ajenos a su propio entorno, sus personajes parecen, por
tanto, resignados a cumplir la tarea para la que han sido convocados, produ-
ciendo una sensación inquietante. Esa misma situación de acción repetida al
infinito ubica la escena en un momento atemporal, ignorando si pertenece al
pasado o al futuro. Mientras se hallan absortos como presos de un bucle ab-
surdo de quehacer sin finalidad, sobrellevan su convivencia con toda una se-
rie de fenómenos o mutaciones imposibles.
Esta narración alegórica de cierto sentido histórico truncado aúna la
decadencia y dilemas propios de la ficción, al admitir sus propias contradic-
ciones internas heredadas de la tradición romántica. Ello conduce, directa-
mente, a la disgregación total de un ideal utópico que acaba tornándose disto-
pía. Aun así, esta lucha de contrarios convergentes alude a un complejo
cambio cultural que sigue guardando una esencia utópica, como visión de
una sociedad sin fisuras que, en realidad, siempre es pensada por grupos so-
ciales oprimidos. En definitiva, la intención transformadora que posee la uto-
pía no deja de ser para el individuo actual una ideología progresista que des-
atasca las anquilosadas estructuras conservadoras. De ahí que, ante la
siguiente pregunta: «Los personajes de sus obras parecen moverse entre el
sueño y la vigilia, entre la historia y la ficción. ¿Significan ellos, de alguna
manera, la utopía y el absurdo que rodea la existencia del mundo actual?»,
Rauch responda: «Sí, en absoluto. Es decir, me alegraría mucho si fuera acogi-
do así. Se demuestra así que el estado atmosférico del mundo puede ser carac-
terizado de este modo acertadamente, precisamente sin pretenderlo, simple-
mente dejando que provoque ahondamiento introspectivo en nosotros para
después, en la superficie, situarlo en nuevos contextos» (Matos, 2008).
Según señala Roger Bozzetto (2001: 227) al plantear cómo lo fantástico
«interfiere una relación específica del hombre con el mundo»:
Por eso, ante esos abismos abiertos por el siglo xx que parecen instalar
al individuo contemporáneo en la repetición, las imágenes ofrecidas por el
género fantástico pueden ayudar a que se acerque a eso «otro posible»; a una
especie de ucronía, a modo de historia alternativa o reconstrucción histórica
basada en hechos posibles no sucedidos realmente, para salir del nihilismo en
el que parece sumido.
Las secuelas ideológicas del escepticismo contemporáneo, producto de
fenómenos contradictoriamente complejos que también conllevan el fracaso
de políticas neoliberales, convierten el relativismo en una terapia expiatoria
que puede llegar a rendirse a la desesperación esperpéntica antes de acusar a
la razón. Desde esa perspectiva, según Frederic Jameson (2009: 227):
rista, algo que se acontece como una necesidad. El retrofuturismo, que tam-
bién aparece bajo entradas como cyberpunk, steampunk o dieselpunk, es un
término acuñado por Lloyd John Dunn, editor de la revista Retrofuturism, en
1983. Al sugerir viajes temporales, propone visiones futuristas presentadas
bajo estéticas anteriores a la década de los sesenta. Este recurso ayuda a en-
contrar el significado del pasado a fin de anteceder el porvenir, regulando así
el presente. Por esta razón, también puede recurrir a la ucronía como «recons-
trucción de la historia sobre datos hipotéticos» (RAE, 2018). La crisis del socia-
lismo planteada en la distopía postsocialista retrofuturista de Rauch adopta
esta actitud anacrónica, estableciendo una fusión de irrupciones imposibles
en la realidad como las practicadas en el cómic o el cine.
Conclusiones
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Ellen Lambrechts
KU Leuven
ellen.lambrechts@kuleuven.be
Recibido: 13-06-2019
Aceptado: 11-10-2019
Abstract
The present article aims to demonstrate how the fantastic and the dystopian can oper-
ate together in order to take full advantage of their inherently transgressive qualities.
For this purpose, Mario Bellatin’s Salón de belleza will be analyzed. The fantastic acts
intratextually, by producing syntactic and discursive ruptures, whereas the dystopian
provokes an extratextual transgression, by projecting Bellatin’s concerns about the ex-
clusion of certain minority communities. Despite their differences, both the fantastic
and the dystopian are rooted in reality: the fantastic, in its reliance on what the reader
considers possible; the dystopian, in its ability to reveal hidden truths. In this way, the
fantastic and the dystopian become a powerful tool in deconstructing — or at least
questioning — the reader’s world view.
Resumen
91
Ellen Lambrechts
R
Introduction
Mario Bellatin was born in 1960 in Mexico, but brought up in Peru (his
parents’ homeland), where he lived until the age of twenty-three. Although he
had already studied theology and obtained a diploma in communication
sciences, he moved to Cuba to enroll at the Escuela internacional de Cine y
Televisión. He started publishing, however, in Peru — his first book, Mujeres
de sal, appeared in Lima in 1986 —, but since 1995 he has further pursued his
writing career in Mexico. He continues to live and write there today.
Up to now, he has published more than forty books, many of which
have been translated into other languages.1 His work can be classified as
«neo-avant-gardist»,2 not so much for its references to the historical avant-gar-
de of the early twentieth century, but rather on the basis of its aesthetic prov-
ocations (Bush, 2015: 275). As the author himself affirms:
La idea es que el texto genere infinidad de textos. Por eso también es mi in-
terés de que se escape a las leyes tradicionales de lo plano de un texto. Sola-
mente enfrentándote al texto por escrito creo que está hecho para que haya
muchas lecturas. Tú te conviertes en una especie de co-creador. Lo que quie-
ro poner en tela de juicio es ¿quién es el escritor? ¿Por qué el escritor tiene el
rol que tiene? ¿Por qué tiene el tiempo o espacio que tiene? ¿Quién dio las
verdades en la literatura? ¿Cómo que los textos no pueden vivir por sí mis-
mos y no pueda el escritor convertirse en un traductor de libros que no exis-
ten? (Hind, 2004: 202)
1 For a representative, although not exhaustive, overview of his (translated) work, see Enciclopedia de
la literatura en México (ELEM, 2018).
2 For the application of this term to Bellatin’s work, see Bush (2015) or Donoso Macaya (2010).
project undertaken without being afraid of the risks», and Mujeres de sal
arose from «a will to break with the conventional and predictable, distanc-
ing itself from the usual representations to which the literary system had
accustomed us».3
However, it has been noticed that Bellatin’s stories have to be situated
in a border zone where the referent — the «real» reality — becomes indistin-
guishable from its representation (Donoso Macaya, 2010: 175). This also ap-
plies to Salón de belleza, the novella with which Bellatin made his name in 1994
and which was ranked nineteenth on a list of the top hundred best books
written in Spanish in the last twenty-five years in 2007. Salón de belleza tells the
story of its narrator, a cross-dressing beautician, who turns his styling salon
into a hospice for people suffering from a mysterious disease. As we will see
in more detail in the next sections, Salón de belleza lacks concrete spatial or
temporal coordinates, but still fulfills a critical and ideological function. More
specifically, its narrator encourages the reader to interrogate the reality of the
life that we all know. This is entirely in line with Bellatin’s poetics:
Creo que la principal es respetar lo que planteé desde mi primer libro, el gene-
rar un no tiempo y un no espacio real o reconocible. (...) Es decir, un x jugando con
distintos imaginarios, referentes de distintas tradiciones, con el fin de hacer lo
mismo que hice desde el primer libro, que no exista un tiempo y un espacio
reconocibles. Salvo para mí. Para mí sí hay un tiempo y un espacio, una econo-
mía del discurso, unos mínimos elementos, pero que no necesito transmitir al
lector para que el texto funcione o no. También está (...) el juego de la verdad y la
mentira, el cómo se lee a partir de que se acepta, determinada certeza a partir de lo cual
ya no se puede leer de otra manera. Son muchas las preguntas que se van abriendo, y en
realidad no hay ninguna respuesta (Larrain, 2006: 2).
3 All the translations from the Spanish and the Portuguese are our own unless otherwise stated in the
bibliography.
2. The fantastic
En forma un tanto extraña, con el muchacho perecieron tres peces juntos. (...) Inme-
diatamente después de su muerte, encontré tres Monjitas rígidas al fondo. (...)
Para las Monjitas es preciso contar con un calentador de agua. Había tenido uno
enchufado todo el tiempo. En ese entonces, todavía cumplía con las reglas nece-
sarias que me imponían los acuarios. Considero por eso más que una casualidad que
murieran precisamente las tres la noche en que expiró el muchacho. (Bellatin, 2013: 18)
As these fragments show, the fish appear to reflect the condition of the
place’s clientele. Actually, the beauty salon was conceived as a big aquarium,
so that its customers can be compared to the aquarium fish: «Desde el primer
momento, pensé en tener peceras de grandes proporciones. Lo que buscaba
era que mientras eran tratadas, las clientas tuvieran la sensación de encon-
trarse sumergidas en un agua cristalina para luego salir rejuvenecidas y bellas
a la superficie» (Bellatin, 2013: 17). And, conversely, the fish mirror the cus-
tomers. As long as the narrator-protagonist takes care of the beauty salon, the
fish are seen in their splendor. However, as soon as he becomes careless, let-
ting his booming business become a place to die, the aquaria start to tarnish.
How can these two, seemingly unrelated things — the parallel upon which
this story is founded — be explained? According to Roas (2018: 63), the fantas-
tic «is impossible to explain, exceeds the frontiers of language, it is by defini-
tion indescribable because it is unthinkable». Indeed, the novella does not
solve the question, keeping the reader in a state of suspense far beyond the
final page. In that way, it confirms Campra’s theory (2008: 130) that «in gener-
al, in stories in which the fantastic is explicitly motivated, the transgression is
usually clearly indicated on the semantic level, which makes it easy to indi-
vidualize a “moment” of transgression at one point in the story. The lack of
motivation, in contrast, creates a fluctuation that entirely covers the world’s
coherence, blurring it».
The borders between the characters’ reality and that of the fish become
even fuzzier when additional analogies are configured. Even so, it should be
pointed out that certain analogies lend themselves more readily to confusion
than others. The following sentence, for instance, draws a parallel between
the narrator-protagonist and the Carpas Doradas — who both have a golden
lustre — without being alienating: «cuando me aficioné a las Carpas Dora-
das, (...) siempre buscaba algo dorado con que adornar los vestidos que usa-
ba en las noches» (Bellatin, 2013: 12). The next passage, on the other hand, is
dominated by ambiguity. As such, it shows that «what is by definition inde-
scribable requires employing a “rhetoric of the unspeakable”», that is, «a se-
ries of textual marks that signal the exceptional nature of what is represent-
ed», such as «comparisons, parallels, analogies» (Roas, 2018: 75). The
narrator-protagonist describes his impressions with so many details that
they become vivid enough to be real. That is to say, the (con)fusion between
the narrator-protagonist and his fish, between the vapor bath and the aquar-
ia seems to be effected. In this respect, the spatial framework is particularly
functional. The steam generated by the baths introduces a physical vague-
ness on which the doubtfulness typical of the fantastic can rely. The narra-
tor-protagonist’s conclusive remark — «se convertían en una realidad que se
abría en toda su plenitud» — further accentuates this sensation:
Thus, not only the patients of the beauty salon and hospice maintain an
unusual relationship with the fish, so does the narrator-protagonist himself.
At first, he bares comparison with the fish which, despite the infectious envi-
ronment, are still in good health: «admirando los peces que aún quedaban con
vida o, tal vez, con alguna alusión hacia mi cuerpo, como haciendo ver que
aún se mantenía en forma» (Bellatin, 2013: 20). But, as the first disease symp-
toms appear, he begins to identify more with the contaminated ones: «Me
sentía como aquellos peces tomados por los hongos, a los cuales les huían
hasta sus naturales depredadores. (...) los peces atacados por los hongos se
volvían sagrados e intocables. (...) Cualquier pez con hongos sólo muere de
ese mal. A mí tal vez me sucedería lo mismo si me aventuraba a visitar nueva-
mente los baños o salir a las calles de noche. Quizá nadie se atrevería a
golpearme ni a hacerme pasar por situaciones de peligro» (Bellatin, 2013: 32).
The analogies are therefore built around one of Salón de belleza’s main
themes: deterioration. If we follow the progression of this morbid process, we
pass, in Salvador Luis Raggio Miranda’s terms (2013: 217), from a «time of
beauty» to a «time of waste». It is important to note that the transition be-
tween these different temporalities is established «through a subtle play with
anachronies» (Raggio Miranda, 2013: 217). At the same time that he describes
the regrettable results of his decision to take on the care of one sick person, the
narrator-protagonist brings to mind how different and beautiful everything
was before. Nevertheless, at the moment of narration, he is in the final stage
of his life. He is unable to change this, he can only undergo his «enfermedad»
and «el rumbo que tome» (Bellatin, 2013: 36), just as his last batch of fish do.
Given that the situation goes from bad to worse, it is surprising that the sto-
ry’s end does not correspond with the end of this process of degradation, i.e.,
the narrator-protagonist’s death. It is quite the contrary, as the final sentence
hints that there is no immediate change in sight: «Ahora, lo único que puedo
pedir es que respeten la soledad que se aproxima» (Bellatin, 2013: 37).
The novella’s ending seems to be designed to keep the reader thinking
beyond the story’s limits and, as such, ensures that the fantastic effect is not
lost at the story’s close. Everyone, including the narrator-protagonist, assumes
that time is linear. So, degradation is an obvious sign of death, the end of a
linear course. Thus, right up to the ending, the course of the narrator-protag-
onist’s illness is expected to come to a logical conclusion (death). The story’s
ending is, instead, an abrupt discontinuance of its natural flow. In this way, it
demonstrates «how fantastic fiction puts into practice different ways to refute
our unidirectional conception of time and, above all, its representation» (Roas:
2012: 113). We argue that the unexpected shift is related to the fantastic, be-
cause it brings up the question: is it possible that death stays away from the
narrator-protagonist, or is it just an illusion? This open ending creates, in the
words of Roas (2012: 112), «a space suspended in the time in which the protag-
onist is condemned to an endless waiting. A circular time, a time that repeats
itself, that recurs and follows the same cycle». This «non-time» (Roas, 2012:
112) is already referred to long before the story’s conclusion, when the narra-
tor-protagonist is frightened by «estarse muriendo en forma interminable»
(Bellatin, 2013: 31). It is towards the later stages of the story, however, that the
narrator-protagonist seems to enter into it. If we take a closer look at Salón de
belleza’s end, we find that the novella’s narrator-protagonist is, indeed, caught
in a vicious circle and, inevitably, condemned to endless waiting. In turn, he
forces the reader to become part of this perpetual process, where things are no
longer linear, but continuously circular and unending.
Certain adjectives support a fantastic interpretation of Salón de belleza,
as their particular contexts create a fantastic connotation. More specifically,
the narrator-protagonist did «algo casi imposible» (Bellatin, 2013: 15), the beau-
ty salon has «un matiz especial» (Bellatin, 2013: 25), and the activity of growing
fish assumes «cierto carácter diabólico» (Bellatin, 2013: 30). However, what is
most striking is the frequent use of the adjective «extraño». It appears no less
than thirteen times in a text of only twenty-seven pages that, for the rest, does
not contain many adjectives. Moreover, the almost synonymous adjective
3. The dystopian
need it. For example, after the death of his two colleagues, the narrator-protago-
nist realizes he is all by himself. «Sigo solitario como siempre. Sin ninguna clase
de retribución afectiva. Sin nadie que venga a llorar mi enfermedad. (...) ahora
tengo que vérmelas yo solo. Debo sufrir la decadencia sin pronunciar palabra.
Rodeado de caras que veo siempre por primera vez» (Bellatin, 2013: 33).
The Moridero described in Salón de belleza is thus a transit place, whose
anonymous inhabitants appear and disappear in an apparently endless cycle.
Such places are central to understanding what effect modernization has on
our society. This means that it is correct to claim, as Sergio Delgado (2011: 79)
does, that «the Moridero emerges from a concrete historical conjuncture».
More specifically, a place such as the Moridero becomes a necessity in a socie-
ty where homogenization, and subsequently marginalization and exclusion,
have evolved into a powerful mechanism. Ill people, such as those living in
the Moridero, are not functional in the modern economic system, which is
why they are expelled. Moreover, they do not fit into the socially accepted
stereotypes, because they are not heterosexually oriented. Zygmunt Bauman
(2004: 5) categorizes this group of the population as «“human waste”, or more
correctly wasted humans (the “excessive” and “redundant”, that is the popu-
lation of those who either could not or were not wished to be recognized or
allowed to stay)». In the dystopia that is Salón de belleza, the narrator-protago-
nist is also ejected as waste, since he has been disowned by his own mother for
being homosexual — «En esa época me había escapado recién de la casa de mi
madre, quien nunca me perdonó que no fuera el hijo recto con el que ella
había soñado» (Bellatin, 2013: 24) — and contaminated with the same disease
as his guests. As a consequence, none of the Moridero’s inhabitants exist for
their family nor society, as if they were already dead.
By raising the «waste production» and «waste disposal problem» (Bau-
man, 2004: 7), Salón de belleza affirms that most of the «dystopian novels, prin-
cipally, published from the decade of the 1990’s onwards, reject the mere po-
litical reading proposed by the classic dystopias» (Marks de Marques, 2014:
19). Instead of creating a traditional political narrative, Mario Bellatin ad-
dresses a social ill that is detrimental to those people who, just like Salón de
belleza’s characters, belong to a minority group that is considered superflu-
ous. By doing so, he calls into question the «autoimmunity» (Bollington, 2018:
485) reaction of society against such groups, by which is understood the reflex
of society to attack part of itself, in order to protect itself against its «social
enemy» (Bollington, 2018: 485), that is, the homosexual, the terminally ill. The
dystopian dimension of his narrative reveals that to this very day the «auto-
immunitary social logic» (Bollington, 2018: 485) still prevails. This is also why
Cecilia López Badano (2014: 137) speaks about Salón de belleza in terms of a
«discouraging social parable». The novella shows how necessary, but prob-
lematic, a place like the Moridero is and, by doing so, criticizes a society that
has permitted the development of such places. In short, it is an unmistakable
indictment of current social values.
Nevertheless, the fact that Salón de belleza conveys a socially charged
message does not mean that it is a story without any political orientation at
all. As indicated by Delgado (2011: 79), its «political push» can be found «in its
capacity to expand our sense of the human». Using «the function of the body
as mediator of experience» (Delgado, 2011: 69), the story addresses the ques-
tion «whether the inclusion/exclusion game is the only way in which human
life in common may be conducted and the only conceivable form our shared
world may take — be given — as a result» (Bauman, 2004: 133). Nevertheless,
Salón de belleza does not pretend to have an answer to this question, it merely
lays the foreground for a political debate.
Summarizing the above, there are strong grounds for answering yes to
all of the following questions:
[We] consider dystopian literature to include those works that rely on a dialo-
gue with utopian idealism as an important element of their social criticism.
Further [we] consider the principal literary strategy of dystopian literature to
be defamiliarization: by focusing their critiques of society on imaginatively dis-
tant settings, dystopian fictions provide fresh perspectives on problematic so-
cial and political practices that might otherwise be taken for granted or consi-
dered natural and inevitable.
Conclusions
The analysis carried out on the basis of Mario Bellatin’s Salón de belleza
has shown how the fantastic and the dystopian can operate together in order
to highlight a story’s transgressive capabilities. On the one hand, the fantastic
distorts and even undermines the narration’s representative nature, so that it
is hard for the reader to determine what he is ready to consider as real. On the
other hand, what the narrator presents as real, is probably not what the reader
wants to believe is reality. By disrupting the established order of the world
and by providing an alternative view which foregrounds a dystopian part of
it, the story criticizes the treatment of people on the fringes of society as «hu-
man waste» or «wasted humans». As the narrator focuses on a specific non-
place where such people end up, it becomes clear that they are only allowed
to stay in locations where, like in the Moridero, no real social structures exist.
Despite this critique, Salón de belleza does not exclude a utopian reading. Al-
though it is true that the suffering of the terminally ill homosexual men is a
central concern of the narrative, it is important to note that the narrator-pro-
tagonist’s effort to help those men or, at least, to give them a place to die also
sets an example of solidarity and shared social responsibility.
The above analysis brings us to the conclusion that Salón de belleza can
be regarded as a «transgressive utopian dystopia» (Mohr, 2007). This dystopi-
an fiction depicts a society that is rigidly organized. First, it engenders divi-
sions between the human and the non-human, between the normal and the
abnormal, and between the self and the other, but then it gives way to under-
standing that a transgression of these narrow categorizations is possible.
Therefore, it lends substance to the idea that utopian aspirations can survive
in our dystopian reality. In this way, Mario Bellatin’s Salón de belleza has al-
lowed us to demonstrate that the fantastic is an outer-directed genre, with a
strong ideological commitment.
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Recibido: 12-06-2019
Aceptado: 11-09-2019
Abstract
111
Sara González Bernárdez
1. Introduction
Nebula Awards for her work. The objective of the following paper is to con-
sider the explicit inclusion of ideological messages against discrimination
within the aforementioned novel, and to regard the work as a representative
example of the potential of fantasy fiction for social activism and for the sub-
version of hegemonic ideologies. To do so, the essay first introduces the hy-
bridity of Spinning Silver as a re-telling of a traditional fairy-tale which mixes
in fantastic elements, tropes, and settings, revising the common features of the
fairy-tale and fantasy genres that make it possible to blend them together. A
discussion of Spinning Silver as a fairy-tale retelling serves to introduce the
topic of gender, as the author employs these traditional elements to create
certain expectations around the female characters and their roles which are
then subverted throughout the narrative. The subversion in terms of gender is
complemented by a more explicit ideological message against anti-Semitism,
which is analysed throughout the final section of this paper. This explicit in-
clusion of ideology within a fantastic tale expresses the potential of the fanta-
sy genre to become a tool for marginalised groups to speak against the op-
pression they face, while subverting the expectations related to these
marginalised identities and granting the readers a new perspective.
Spinning Silver stands out among other young adult fantasies because it
blends elements pertaining to both canonical fantasy and the traditional fairy-
tale. This hybridity creates certain expectations stemming from the canonical
features of each of these genres, expectations which are then disrupted in dif-
ferent ways; in order to understand their subversion, it is important to first
outline such canonical features. Although fantasy and the fairy-tale are two
distinct genres, they share a great many similarities that allow them to blend
together at certain points. This is particularly well demonstrated by J. R. R.
Tolkien’s theory of fantasy, which he called the «fairy-story». Tolkien’s prem-
ise was that, in order to be a «fairy-story», nothing in the tale must imply that
it is merely an illusion — the magic within it «must in that story be taken se-
riously, neither laughed at nor explained away» (Tolkien, 2014: 33). The two
most significant concepts the writer employs to describe the other major fea-
tures of this type of work apply exceptionally well to both of the genres that
concern this essay. The first is the concept of «belief», which stems from the
generalised association of both fantastic narratives and fairy-tales with chil-
dren’s literature: children are the only audience «gullible» enough to accept
this type of narrative as though it were true, and thus «the teller of marvellous
tales to children must, or may, or at any rate does trade on their [children’s]
credulity, on the lack of experience which makes it less easy for children to
distinguish fact from fiction» (Tolkien, 2014: 52). However, as Tolkien (2014:
54-55) very rightly refers, at no point is «the enjoyment of a story (...) depend-
ent on belief that such things could happen, or had happened, in “real life”».
Indeed, the element of belief is important only insofar as it allows the reader
to partake of the fictional world, not in the ordinary sense of whether «a thing
exists or can happen in the real (primary) world» (Tolkien, 2014: 52).
The second concept discussed by Tolkien, common to both fairy-tales
and fantasies, is «escapism». The belief that non-realist works have a so-called
escapist function owes its perseverance to the simultaneous belief that the
worlds of fantasy and reality are entirely separate. Escapism is thus at the root
of the negative critical and academic perception of fantasy, because the genre
seems to enable and encourage an «escape» from real issues by creating a fic-
titious and impossible world where said issues lose importance or disappear
altogether.1 However, Tolkien (2014: 69) himself made quite a spirited defence
of the escapist function:
Why should a man be scorned if, finding himself in prison, he tries to get out
and go home? Or if, when he cannot do so, he thinks and talks about other
topics than the jailers and prison-walls? The world outside has not become less
real because the prisoner cannot see it. In using escape in this way the critics (...)
are confusing, not always by sincere error, the Escape of the Prisoner with the
Flight of the Deserter.
1 The word escapism «did not find its way into the OED till the 1972 Supplement», and, according to
Tom Shipley (2012: 285), «the OED has yet to find a citation which is not pejorative». The given meaning
is «the tendency to seek, or the practice of seeking, distraction from what normally has to be endured»
(Shipley, 2012: 285). In other words, escapism would involve retreating into the world so handily provi-
ded by the literary work, or a movie, or any other work of fiction, in order to avoid dealing with real-li-
fe matters or their consequences, a function prototypically attributed to fantasy.
consider that the events take place within the known world — the one Tolkien
refers to as «Primary World». The beginning of the story usually does nothing
to contradict this impression, showing a protagonist that is usually poor and/
or orphaned who sets out on a quest for fortune or to fulfil a seemingly impos-
sible deed. However, a magical event takes place, something unexplainable
by natural means — the protagonist may be miraculously aided in their quest
by a fairy or a talking creature, or cursed by the evil forces at play; whatever
the case, these magical forces are simply taken in stride as part of the story’s
premise, never explained nor marked as strange. Even though these events
contradict the initial impression that the tale takes place within the primary
world, they are naturalised as part of the story’s secondary world, which links
the fairy-tale genre to fantasy in general.
The fairy-tale is also traditionally expected to have a happy ending,
although the original versions, directly compiled from oral tradition, are usu-
ally rather grim — fittingly with their didactic intent, as fairy-tales were meant
to reward good behaviour and punish evil or disobedience. In spite of this, the
«Consolation of the Happy Ending» (Tolkien, 2014: 75) is considered to be one
of the hallmarks of the fairy-tale, and the reason why it is considered unreal-
istic or childish wish-fulfilment. I would, once again, cite Tolkien (2014: 75) on
this subject: he holds that the happy ending or eucatastrophe «is not essentially
“escapist”, nor “fugitive”. In this fairy-tale — or otherworld — setting, it is a
sudden and miraculous grace (...). It does not deny the existence of dyscatastro-
phe, of sorrow and failure: the possibility of these is necessary to the joy of
deliverance», meaning that a very present risk of failure is always necessary
for the happy ending to be satisfactory at all. This tenet is also applicable to
fantasy, especially high fantasy, which usually offers the deliverance of victo-
ry of the forces of good against evil after a difficult and seemingly hopeless
battle; however, fantasies need not comply with the expectation of eucatastro-
phe, which is much more established in the case of the fairy-tale due to its
stronger association with children.
In spite of the fantasy features mentioned above, these fairy-tale char-
acteristics can also be traced within Spinning Silver, making it a hybrid form
that never quite leans entirely towards one of the two genres. In fact, at times,
the novel fits very closely with the fairy-tale mould in its development and
style; Novik employs this mould to create certain expectations regarding her
three female protagonists, which she then subtly yet firmly defies in order to
turn the fairy-tale’s original image of woman on its head.
Spinning Silver develops its plot through the narrations of three protag-
onists: Miryem, Wanda, and Irina. Of these, Miryem’s parts resemble a fairy-
tale the most, as they retell and reinvent the traditional fairy-tale of Rumpel-
stiltskin. Her narration follows the same plotline, with a few modifications: the
poor, young protagonist lives in a very small village, and must keep her family
from sinking into destitution. Hence, she takes over her father’s job as a mon-
eylender and sets out to provide for them, becoming wealthy in the process.
This deed attracts the attention of the Staryk king, who commands that she
turn silver into gold thrice over for him, promising his hand if she succeeds
and death if she should fail. She thus unwittingly enters a bargain for her life
and succeeds without any magical aid, but earns only the dubious reward of
becoming queen to a kingdom she has never seen, wed to a man she does not
know and in fact hates, much like the peasant girl in «Rumpelstiltskin».
Later on in the story, Miryem willingly makes a bargain with the Staryk,
setting herself on another formulaic quest to turn every piece of silver within
his three storerooms to gold, nearly exactly what «Rumpelstiltskin»’s peasant
girl was made to do; the number three is prevalent in both the original and
Novik’s retelling, inherited from even more ancient folklore which establishes
three as a magical number. The importance of bargains is also retained from
«Rumpelstiltskin», where the imp turns straw into gold in exchange for the
peasant girl’s necklace, ring, and firstborn child. However, in this tale, the girl
avoids the latter bargain by correctly guessing the imp’s name; in Novik’s
work, the importance of upholding one’s end of a bargain and making fair
returns for a service given is much more emphasised, as it is vital to the Staryk
people and is the basis by which their society functions. Finally, another inter-
esting element which Spinning Silver preserves from «Rumpelstiltskin» is the
importance of names, which stems from the popular belief that knowing the
true names of things means having power over them.2 When Miryem panics
as the Staryk king forcibly takes her away to be his wife, she says «I don’t even
know your name!», to which he replies, enraged: «My name? You think to
have my name? You shall have my hand, and my crown, and content yourself
therewith; how dare you still demand more of me?» (Novik, 2019: 120-121).
These features, carried over from «Rumpelstiltskin», are employed to subvert
the possible anti-Semitic messages of the original tale. However, and interest-
2 This belief has featured prominently in several fantasies, a particularly well-known example being
Ursula K. Le Guin’s Earthsea trilogy.
ingly, Novik also uses these traditional fairy-tale elements to subvert expecta-
tions surrounding the gender of her characters, and therefore implicitly criti-
cise the social oppression of women.
The fairy-tale has been considered a tool with the potential for feminist
subversion ever since Alison Lurie first published her well-known «Folktale
Liberation» (1991). Here, Lurie (1991: 32) argued that fairy-tales «are among
the most subversive texts in children’s literature. Often, though usually in
disguised form, they support the rights of disadvantaged members of the
population (...) against the establishment». Lurie’s argument follows the logic
that fairy-tales, as texts stemming from orally transmitted folklore, have al-
ways been in contact with the lower, discriminated spheres of society. Fairy-
tales showed protagonists that belonged to marginalised groups (often wom-
en of humble origins) and included «sex, death, low humor, and especially
female initiative» (Lurie, 1991: 37), which made them automatically danger-
ous for the status quo. Lurie’s argument has prevailed throughout feminist
fairy-tale scholarship,3 although later feminist criticism was rather more criti-
cal with the fairy-tale format than this writer and scholar. Cristina Bacchilega,
for instance, notes how fairy-tales tend to reproduce gendered myths and per-
petuate archetypal images of femininity through technologies specific to the
genre. This «naturalizing technology» of fairy-tales normalises «ideological
expectations and unspoken norms», and reproduces «“Woman” as the mirror
image of masculine desire» (Bacchilega, 1997: 29). She takes Snow White as a
particularly fixed and pervasive example of the image of this «“natural”
woman», although she believes it is possible to create postmodern reinven-
tions of traditional fairy-tales which play «with its [the fairy tale’s] framed
images out of a desire to multiply its refractions and to expose its artifices»
(Bacchilega, 1997: 29, 23); interestingly, she adds that «gender is almost inevi-
tably the privileged place for articulating these de-naturalizing strategies»
(Bacchilega 1997: 23-24), meaning that gender is very often the site in which
the subversion of the fairy-tale’s archetypical, normalised images takes place.
This type of experimentation was later classified by Jack Zipes (2006:
178) into two different categories: in the first, called «transfiguration», «the
author assumes that the young reader is already familiar with the classical
tale and depicts the familiar in an estranging fashion. (...) The tendency is to
break, shift, debunk, or rearrange the traditional motifs to liberate the reader
from (...) the programmed mode of literary reception». The second category
3 Donald Haase (2000) offers an in-depth overview of significant works after Lurie.
he calls «fusion», which consists, as its name indicates, on «the fusion of tra-
ditional configurations with contemporary references within settings and
plotlines unfamiliar to readers yet designed to arouse their curiosity and in-
terest» (Zipes 2006: 178). Nonetheless, Zipes (2006: 178-179) underlines that,
regardless of which type of experimentation is chosen, «what distinguishes
the contemporary writers of liberating tales is their strident antisexist and
antiauthoritarian perspective». I would classify Spinning Silver as a transfigu-
ration experiment, as it preserves the features of the original fairy-tale while
giving them a new, disruptive purpose.
This disruption plays on the overall structure of the fairy-tale and pro-
totypical roles of its protagonist to set up certain expectations on the reader as
to the story’s development; these expectations are then dashed as Novik’s pro-
tagonists leave behind the fairy-tale’s image of «“natural” woman». This sec-
tion thus intends to flesh out the fairy-tale features with which Novik plays in
order to make an ideological statement regarding gender and female agency.
One possible example is the use of rhyme: at particularly dramatic or
significant moments, the magical characters will repeat names in invocation
and/or speak in rhyme, much like Rumpelstiltskin as he unknowingly re-
veals his name. The demon Chernobog usually speaks in rhymes: «A chain of
silver to bind him tight, a ring of fire to quench his might» (Novik, 2019: 353), «Iri-
na, Irina, what will you have? Name a gift, it shall be yours, name even two or
three! Only take a payment from my hands and give him true to me»4 (Novik,
2019: 355). The Staryk, on the other hand, tends to use the rhyming speech
only at certain moments, which shows the particular importance bestowed on
them: «As you have been true, so will I be, and in no lesser degree (...) I will
lay my hand upon the flow of time, if need be, that you shall have however
much of it you seek» (Novik, 2019: 274). The protagonists, however, do not do
so; only Miryem does once, at one particular moment during her final battle
against the demon. «Chernobog! Chernobog!», she says, «Chernobog, I give
you my word! By high magic I’m going to close this mountain crack now, and
shut you out for good!» (Novik, 2019: 447). This first time she uses this lyrical
mode of speech could simply be an imitation of how she has seen these mag-
ical creatures speak, in order to give her words the quality of a spell; however,
it could also be considered indicative that Miryem has become powerful
enough to match the magical creatures who have thus far been using the
rhyme. The second hypothesis seems more likely, given that her power has
grown so great that she performs the considerable deed of defeating Cherno-
bog at the height of his power single-handedly, without help, and thus be-
comes the heroine of the Staryk.
This is only one example, but all three female characters deviate from
the expectations which the fairy-tale settings place upon them. Wanda, the
poor and drunken farmer’s daughter, must work to earn her family’s living;
to buy himself more alcohol and food, her father tries to sell her off to a man
to marry, but instead of complying, Wanda refuses, in her first true act of will.
Irina, the duke’s daughter, fails her father’s initial expectations of a beautiful
and elegant daughter who could marry well; however, she does not end up a
burdensome lonely spinster as he expected, either, as she manages to marry
the tsar Mirnatius and become tsarina. Her intelligence and wit enable her to
escape having her soul consumed by Chernobog, and she demonstrates being
an excellent tactical thinker, a skilled people-reader and careful manipulator.
Finally, Miryem, the moneylender’s daughter, must also take work to save her
family from poverty; but she does so by taking over her father’s business, a
traditionally male occupation, and even becomes rich in the process. None of
the three female protagonists receive the fortuitous magical aid characteristic
of fairy-tales: they all either work for their power, or achieve it on their own.
For instance, Miryem is able to «turn» the silver to gold without bargaining
with a magical imp: she takes the Staryk’s silver to a jeweller, who makes a
ring, a necklace5 and a crown out of it, and sells them to the duke for gold
(hence how Irina comes to have them). It is by making this seemingly impos-
sible task possible that Miryem earns the power to turn things into gold by
sheer will once she is in the Staryk’s realm.
There is also the fact that most characters and actions in the story are
morally grey, including the protagonists. There are very few characters that
could be considered purely good or purely evil (such as Miryem’s parents or
Chernobog), which means the straightforward simplicity of the fairy-tale is
nowhere to be found. There is no pure right or wrong: the Staryk appear to
be hostile forces of evil, but are actually simply people seeking to protect
themselves from extinction; the tsar Mirnatius, of famed beauty and cruelty,
is actually possessed by the demon Chernobog, who can in fact erase the
tsar’s mind and will completely. Irina believes Mirnatius bargained with the
creature to become tsar, but he reveals that he «never had the chance to bar-
gain for a thing» (Novik, 2019: 367), as it was his mother who bargained with
5 These two items match exactly with the ones that Rumpelstiltskin asked the peasant girl for in pay-
ment for his deeds.
the demon and used her son as payment. Mirnatius thus becomes the parallel
to the child that «Rumpelstiltskin» bargained with the peasant girl for, and
an example of the overall lack of clear-cut good and evil factions. This lack
forces the protagonists to face difficult moral decisions, and hence become
morally grey themselves. Irina, trapped between two evils, chooses the lesser
one and tries to save the people of Lithvas by sacrificing the Staryk and his
people to Chernobog’s hunger, planning to get Mirnatius burned at the stake
afterwards to rid the kingdom of the demon’s influence. She owes herself to
her duty as a ruler, and therefore does not hesitate, but her inner monologue
betrays the conflict brought on by her decision: «I knew all of it would hap-
pen, and I wouldn’t put out my hand to stop it, even now that I knew Mirna-
tius himself was innocent. I still wouldn’t save him (...) and condemn Lithvas
to the flame in his place (...). But it would leave me cold inside again, too»
(Novik, 2019: 405).
Miryem, on the other hand, knows Irina’s plan, and is thus faced with
the choice of helping the Staryk against Chernobog while putting her family
and home world at risk, or leaving the Staryk to die at the demon’s hands and
carry their deaths on her conscience. Her moral conflict is also carefully de-
picted throughout her narration: «I didn’t have a country to do it for [like Iri-
na]. I only had people, so what about those people: what about Flek, and Tsop,
and Shofer, whose lives I’d bound to mine, and a little girl I’d given a Jewish
name like a gift, before I’d gone away to destroy her home?» (Novik, 2019:
377). The complexity of the moral decisions faced by the protagonists sets
Spinning Silver apart from the fairy-tale genre, and indeed from most of high
fantasy; not only that, the presence of moral ambiguities forbids the fairy-tale
moral that the protagonists are rewarded with a happy ending only because
of their inherent goodness. Furthermore, as Bacchilega had explained, fairy-
tales were initially built for the preservation and perpetuation of an image of
woman which lived up to male desires, as well as to uphold the status quo of
the social relationship male/female. Novik’s transfigured fairy-tale puts a
stop to this perpetuation; her use of traits from the original material creates
expectations regarding the characters and their paths, expectations which are
consistently defied and re-built as the three girls seize control of their own
fate, defying patriarchal constrictions surrounding them without putting any
special powers to use. Wanda works to protect herself and her brothers, and
ends up living the independent life she had wished for; Irina holds a position
of power that defies standards of male domination, and uses it selflessly to
protect others; and Miryem defies the boundaries of what was possible for
her, earning a magic beyond her wildest dreams, and ends by making herself
and her wishes respected — marrying only when she wishes to do so, and in
her own terms.
The above are examples of Spinning Silver’s subversion of gender roles,
and of the image of women in canonical fantasies and classic fairy-tales, a
subversion implicit in the treatment and development of her three protago-
nists. However, the ideological message of the tale does not end here, as No-
vik pointedly includes Judaism within the fantasy world of Lithvas and gives
it a significant role in Miryem’s life. The religious situation in Lithvas is simi-
lar to that of the real world: Christian mythology and imagery characterise the
major religion (although its name is never stated), whereas Judaism is includ-
ed as a minority religion belonging to a minority group. This inclusion makes
the expression of ideology and the denunciation of real oppressions move
from the implicit to the explicit in Novik’s fantasy; I would, therefore, like to
discuss the rejection of anti-Semitism separately in the next section.
I loved nothing about the town or any of them (...). I wasn’t sorry they didn’t like
me, I wasn’t sorry I had been hard to them. I was glad, fiercely glad. They had
wanted me to bury my mother and leave my father behind to die alone. They had
wanted me to go be a beggar in my grandfather’s house and live the rest of my
days a quiet mouse in the kitchen. They would have devoured my family and
picked their teeth with the bones, and never been sorry at all. Better to be turned
to ice by the Staryk, who didn’t pretend to be a neighbor. (Novik, 2019: 103)
but there’s worse things in life than to be a queen» (Novik, 2019: 109). By do-
ing so, he acts as an unprofessional matchmaker for Miryem, which reassures
her, because it makes being kidnapped and forced into marriage become «an
ordinary match, to be discussed and considered, even if it wasn’t really. (...)
After all, in cold hard terms it was a catch, for a poor man’s daughter» (Novik,
2019: 109). Thus, the matchmaking tradition — which considers the suitability
of the match in terms of what each prospective spouse can bring to it — acts
as a kind of refuge for Miryem when faced with the inability to choose wheth-
er she wants to marry the Staryk at all. At the end of the tale, however, when
she does choose to marry him willingly, she is adamant that the king follow the
traditions of her people or not marry her at all:
«If you really wanted to court me,» I said, «you’d have to do it by my family’s
laws, and you’d have to marry me the same way (...).» (...) I wouldn’t regret any
man who wouldn’t do that, no matter what else he was or offered me; that
much had lived in my heart all my life, a promise between me and my people,
that my children would still be Israel no matter where they lived (...).
We were married two weeks later: a small wedding only in that little
house, but my grandfather and grandmother came from Vysnia with the rabbi
(...). And my husband held my hands under the canopy, and drank the wine
with me, and broke the glass. (Novik, 2019: 465-466)
These are, however, not the only times where Miryem adheres to her
religious tradition. For instance, when she and Irina conceive a plan to have
the Staryk and Chernobog fight (and hopefully kill each other). As Miryem
grows apprehensive, she recalls the myth of Judith and Holofernes to reassure
herself of the righteousness of her actions:
It felt like murder — no, I wouldn’t lie to myself; it was murder, if it worked. But
after all, the Staryk seemed to think it perfectly reasonable to murder me, and
(...) I wasn’t sure I was even really married. I’d ask a rabbi, if I ever had the
chance to talk to one again. But married or not, I was reasonably sure that the
rabbis would tell me that I might justly take Judith for my model, and take off
the Staryk’s head if he gave me the opportunity. He was the enemy of my peo-
ple, not just me alone. (Novik, 2019: 216)
The parallelism with Judith resurfaces anew later on, when Miryem
finds out the Staryk uses the gold raided from human villages — and ob-
tained from her own power — in order to hold the winter over the land, thus
making Miryem an agent in the slow destruction of her own home:
He was still holding my hand in his. I left it there deliberately, thinking of Ju-
dith singing in her sweet voice to make Holofernes’s eyes go heavy in his tent,
and what else she’d endured there first. I could bear this. (...) Let him think he
had me, and could have my heart for the lifting of his finger. Let him think I
would betray my people and my home just to be a queen beside him. (...) I’d
lost even the slightest qualm about killing him. (Novik, 2019: 325)
I looked him squarely in the face. «It’s a commandment of my people, and if I ha-
ven’t broken it to cook food when I was hungry, or to wake a fire when I was cold,
or to accept money when I was poor, you needn’t expect me to break it for you.»
Of course that was nonsense (...). My people didn’t make a special virtue
of dying for our religion (...) and you were supposed to break Shabbat to save a
life, including your own. But he didn’t need to know that. (Novik, 2019: 179)
On the other hand, Miryem’s mother and father are depicted as kind and
generous, in spite of her father also being in the moneylending business; he is in
fact too generous, as his lenience with his clients ended up driving the family to
poverty. In spite of this, and very significantly, the Jewish family is portrayed as
being much more kind-hearted than the non-Jewish village people: Miryem’s
parents are one of the few people to treat Wanda and her brothers (whose father
is an abusive drunkard) with the affection and respect that they so sorely need,
and they never repay the vile treatment of their neighbours in kind, responding
instead with civility and benevolence. In making Miryem’s parents genuinely
kind-hearted and warm people, Novik indeed subverts the greedy-and-cruel
Jew stereotype, but the author does not shy away from showing the more com-
plex sides of it, either: though the parents’ goodness and generosity are por-
trayed positively, they also cause Miryem’s father to be taken advantage of,
which ends up driving the family into near-destitution. Conversely, Miryem’s
apparent cold-heartedness and indifference to others anger the villagers and
sadden her parents, who loathe to see Miryem turning herself to ice for the sake
of gold; however, Miryem’s goal in doing so is saving her family from poverty
and starvation, which is depicted as not simply the logical course of action, but
the honourable one. Furthermore, she takes over the business because she does
not want to be a source of shame for her grandfather, or to see her grandmother
weep for them when they visit, or to accept the charity of her mother’s family;
she wants health and comfort for herself and her parents, so that rather than
being seen as selfish or greedy, it is depicted as a worthy and respectable goal.
An interesting fact about Miryem taking over the business in the exact same
period when her home begins to be stalked by the Staryk is that Miryem actu-
ally becomes better able to understand her father’s meekness in his job: «For a
single sharp moment I thought of letting the dresses go cheap, to leave a friend-
ly feeling behind me, a feeling that might argue for me if someone began to
speak of the Staryk road and how near it was to our house» (Novik, 2019: 52).
Her father was already concerned about the ostracising their religion provoked,
so he likely did not wish to further antagonise the villagers by collecting their
money — even if it was justly owed to him —, a feeling which Miryem only
understands when she is placed in the same position.
To finish off the discussion, it is important to mention that the author
herself is open about her wish to convey the feeling of persecution that comes
alongside being Jewish: «I wanted to capture that sense that in your everyday
life you’re constantly on guard and you’re constantly suspicious of the people
in your community and you feel yourself disliked by them; that sense of a kind
Conclusion
The main objective of this paper was to observe the expression of explic-
it ideology within the contemporary, young adult fantasy novel Spinning Silver.
Firstly, the two main points in common of fantasy and fairy-tale were consid-
ered: (1) the unexplained presence of magical events and creatures, which leads
to its perception as a children’s genre; and (2) its escapist function, which im-
plies that fantasy fiction runs away from real-world problems instead of having
the fictional world confront them. The fairy-tale, on the other hand, shares the
unexplained magic with fantasy, but is more characterised by its formulaic
plots, simplistic style, and didactic intent, by which the stories punish disobedi-
ent or bad behaviour and reward goodness; the fairy-tale is also expected to
have a happy ending in spite of the protagonists’ vicissitudes, something which
it shares with epic fantasy. Spinning Silver distinguishes itself by the mixture
and interplay of the features of both genres in its plot and style: it introduces a
world where magic and magical creatures exist, as well as limited protagonists
who must battle against incredible powers. On the other hand, because it is a
retelling of «Rumpelstiltskin», Novik’s novel retains several fairy-tale elements,
which encourage a set of expectations in the reader towards certain develop-
ments as concerns the plot; expectations which the novel then proceeds to sub-
vert. The three main female characters deviate from the usual moulds of both
genres; they receive no miraculous aid that they have not earned themselves.
Furthermore, they face difficult moral decisions, a moral ambiguity which sets
the tale apart from the apparent simplicity of the fairy-tale. In this way, the nov-
el deviates from fantasy and fairy-tale canons regarding women and their roles,
defying the reader’s assumptions; this play with canonical features allows to
create an effective social critique through a seemingly entirely fantastic narra-
tive. This critique is implicitly directed towards the patriarchal institutions
which created the canonical images of women against which this novel works,
but it is driven home most especially by the inclusion of a real-world religion
within the fantasy and the explicit denunciation of the discrimination it entails.
Thus, the generalised regard of fantasies (and fairy-tales) as either un-
concerned with reality, or concerned with it only in an indirect and metaphor-
ical manner, ignores the real scope of possibility which fantasy provides for
the expression of ideological stances and the subversion of hegemonic social
conceptions. This is not to say that the use of fantasy as a metaphor for truth-
ful human experiences cannot be just as effective in this regard; however, it is
also possible for fantasy to be much more explicit about its position when it
comes to social controversies, instead of using the fictional elements as a sub-
stitute or stand-in for their real counterparts. Spinning Silver proves this by
directly including Judaism within its world, and having one of its protago-
nists face discrimination on the basis of her religion. Novik does not create a
fictional, fantastic religion to use it as a stand-in for Judaism, nor does she
Bibliography
Recibido: 27-02-2019
Aceptado: 04-07-2019
Resum
Abstract
This essay analyses the supernatural element in La senyoreta Keaton i altres bèsties, a
compilation of short stories by Teresa Colom, paying special attention to the chil-
1 Vull fer constar que aquest treball s’ha beneficiat també de l’Ajuda del Programa de Formació de
Professorat Universitari (FPU) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
135
J. Àngel Cano Mateu
dren’s characters, who have some feature which makes them different and which re-
lates them with the figure of the monster. On the basis of the distinction between the
classic fantastic and the fantastic from the 20th century, we study the concept of real-
ity in this work, a more open reality where the limits of reason have been exceeded
with the inclusion of dreams, art and language. Then, we focus on two defining char-
acteristics of these beasts: their intrinsic unprejudiced innocence, as well as the kind of
relationship —on the one hand, the assimilation and naturalization of the difference;
on the other hand, the rejection— they establish with the environment. Due to this
distinction, we realise that the real monsters, at least from the point of view of what is
moral, are not the children.
R
1. Introducció
2 A pesar de les connotacions religioses que, segons Alfons Gregori, té l’etiqueta «sobrenatural» i que
potser seria convenient canviar per «preternatural» (2015: 31-33), optarem, com David Roas, per mante-
nir-la, ja que és el més habitual per a referir-nos a tot allò que transcendisca la realitat humana (2001: 8).
2000 fins als nostres dies. Així, mentre que Bagunyà parla de «camps de for-
ça», activats més aviat per les obres que no pels autors (2017: 50), Isarch defi-
neix sis «nuclis d’interès» (2019: 42). D’aquesta manera, segons els paràmetres
de Bagunyà, caldria encabir La senyoreta Keaton i altres bèsties en els «treballs
genèrics i exploracions metaficcionals», més concretament en l’espai que de-
dica al New Weird, que engloba la ciència-ficció, el terror i el fantàstic (2017:
84). Quant a la línia o nucli d’interès d’Isarch, potser el recull de contes que
analitzem se situaria en el d’«al·legories i anacronies», amb «ficcions que ten-
deixen a evadir-se de la realitat immediata des de punts de vista diferents i
exploren altres llocs, altres temps, altres límits» (2019: 50).
Arribats a aquest punt, i abans d’endinsar-nos-en en l’anàlisi, potser
convindria fer cinc cèntims d’aquesta obra de Teresa Colom. Aquest és un re-
cull de cinc contes que tenen en comú el protagonisme de cinc nens amb algun
tret que els fa diferents. En el primer conte, «La senyoreta Clock», la protago-
nista, que és qui dóna nom al relat, té una vida, amb les seues diferents etapes,
de la infantesa a la vellesa, però que transcorre en només un any: naix a princi-
pis d’abril i mor a finals de març de l’any següent. En el segon, «Caterina»,
observem que aquesta criatura, que també dóna nom al conte, acaba desapa-
reixent amb les balenes en la mar. En el tercer, «El nen de Mortson», el protago-
nista és un nen amb la mà de garrí, separat de la seua família després que la
mare haja mort en el part i adoptat per un dels personatges més entranyables
del recull, la senyoreta Keaton. En el quart, «El fill de l’enterramorts», assistim
al naixement del Woody per decisió —paradoxalment— de la Mort. I en el
cinquè, «La Maison Desirchamp», se’ns apareix un nounat de gel que, per a
mantenir-se en vida, no pot rebre calor i ha d’estar a baixes temperatures.
La gran varietat de criteris que tenen les teories del fantàstic, amb unes
diferències que, fins i tot, arriben a la confrontació, cosa que fa impossible
delimitar-ne amb garanties la noció de gènere, si més no, en les coordenades
espaciotemporals d’aquestes pàgines, no impedirà que nosaltres partim, com
ja hem dit, de la proposta de Tzvetan Todorov a la Introduction à la littérature
fantastique (1970). Som conscients, com confessa Carme Gregori, que aquesta
obra ha estat criticada i qüestionada per la inflexible classificació que fa, ja
que exclou un gran nombre d’obres, tant per la cronologia que imposa, com
per les condicions necessàries que els reclama (1998: 284; 2006: 16). Tanma-
teix, d’acord amb l’estudiosa, per la claredat conceptual i la facilitat d’aplica-
ció en l’anàlisi d’obres completes, així com per l’àmplia difusió que ha tingut,
trobem que és un bon punt de partida per a la nostra anàlisi. Aquesta afirma-
ció també ve avalada per Alfons Gregori, que apunta que el model todorovià
ha servit de base per a generar nous plantejaments i raonaments sobre el
fantàstic (2015: 36).
Todorov defineix el fantàstic com l’espai del dubte que experimenta un
ésser que només coneix les lleis naturals de la raó i la ciència, enfront d’un fet
sobrenatural (1970: 29). Dit en altres paraules, el fantàstic és la vacil·lació entre
una explicació natural i una de sobrenatural. Això ens porta a parlar dels pa-
ràmetres real/imaginari, en relació als quals, com acabem de veure, es defini-
ria el concepte de fantàstic. D’altra banda, el fantàstic, segueix Todorov, reque-
reix la integració del lector en el món dels personatges; l’espai de dubte de què
parlàvem ha de ser sentit pel lector —un lector entés, recordem-ho, com una
«funció» de lector, això és, un lector implícit, o narratari en terminologia de
Genette (1972: 265), no com un lector real. Aquesta incertesa pot estar també
representada per un personatge a l’interior del text, tot i que Todorov ho con-
sidera una condició facultativa (1970: 36), ja que hi ha obres en què no es dóna.
No obstant això, cal una altra condició, a part de l’existència d’un esde-
veniment estrany que provoca la vacil·lació, per a parlar del fantàstic: aquesta
se situa en el «niveau de l’interpretation du text» (1970: 36). És a dir, que el
lector ha d’adoptar una determinada actitud davant del text, un mode de lle-
gir concret: no el pot interpretar ni al·legòricament ni poèticament (1970: 38),
de manera que ha de considerar el text en qüestió ficció i l’ha de seguir de
manera literal.
Aquestes condicions (el dubte entre una explicació natural i una de so-
brenatural, que ha d’afectar el lector —i pot afectar un dels personatges—, alho-
ra que s’ha de fugir d’interpretacions al·legòriques i poètiques) són les que per-
meten a Todorov definir el fantàstic. D’altra banda, el fantàstic només abraçaria
el vuitcents perquè, amb l’entrada del segle xx, pels canvis que sofreix el con-
cepte de «real», i per les diverses relacions que aquest estableix, consegüent-
ment, amb l’«irreal», la dicotomia anteriorment ben definida desapareixeria:
possible à soutenir. (...) D’une manière plus générale encore, la littérature con-
teste toute présence de la dichotomie. (...) la littérature existe par les mots; mais
sa vocation dialèctiques est de dir plus que le langage ne dit, de dépasser les
divisions verbales. Elle est, à l’intérieur du langage, ce qui détruit la métaphy-
sique inhérente à tout langage. Le proper du discours littéraire est d’aller au-
delà (sinon il n’aurait pas de raison d’être); la littérature est comme une arme
meurtrière par laquelle le langage accomplit son suicide (1970: 175-176).
cara puga tenir una certa vacil·lació, aquesta ja no afecta el personatge (1970:
181). En resum, com conclou Todorov, «le fantastique», ara, «devient la règle»,
que regeix l’univers complet de l’obra, «non l’exception», com s’esdevenia en
la literatura fantàstica clàssica (1970: 182).
Anant un pas més enllà, Jaime Alazraki ha proposat l’etiqueta neofan-
tàstic, terme amb què pretén donar compte d’una literatura que parteix de la
superació del sistema de captació de la realitat de la poètica realista. Així,
Alazraki ens diu que hem de concebre la realitat com l’espai en què hi ha lloc
tant per a una geometria causal, com per a altres geometries no causals que
rebutgen la raó, de manera que és normal que el fantàstic obtinga també el seu
bocí de realitat (1983: 62). En altres paraules: la literatura neofantàstica propo-
sa representar la realitat amb un camp de visió més ampli que no el marc ra-
cionalista de la poètica realista, per la qual cosa, el lector també haurà de mi-
rar-s’ho amb uns ulls que vagen més enllà de la lògica racionalista; altrament,
li resultarà incomprensible.
D’altra banda, David Roas considera que la realitat ja no és una entitat
ontològicament estable i única, sinó que es tracta d’una convenció, d’una
construcció o d’un model produïts pels éssers humans (2011: 28). Per a l’estu-
diós català, la realitat és canviant; ara és vista com «una construcción virtual,
un simulacro autorreferencial que suplanta o simula ser la realidad» (2011:
29). D’aquesta manera, la diferència que Roas considera bàsica entre el fantàs-
tic del segle xix i el fantàstic contemporani, és que en aquest irromp allò anor-
mal en un món en aparença normal, no per a demostrar l’evidència d’allò so-
brenatural, sinó per a fer patent la possible anormalitat de la realitat, per a
descobrir que el nostre món no funciona com havíem pensat (2011: 107).
Per aquesta raó, en contradicció amb Todorov i Alazraki, per a Roas la
por és una condició necessària per a la creació del fantàstic; el relat fantàstic
genera inquietud en el receptor, atés que transgredeix la nostra idea d’allò real
(2011: 88). No obstant això, diferencia dos tipus de por: d’una banda, la por
física o emocional, relacionada amb «la amenaza física, la muerte y lo mate
rialmente espantoso», que impressiona els personatges i també arriba als lec-
tors o espectadors i que ocorre en el nivell de les accions; i, d’una altra, la por
metafísica o intel·lectual, «propia y exclusiva de lo fantástico (en todas sus
variantes)», que, encara que sol manifestar-se en els personatges, afecta direc-
tament el receptor, perquè s’esdevé quan ja no serveixen les nostres convic
cions sobre allò real (2011: 95-96).
Tot seguit, ens enfrontarem, a partir d’aquestes coordenades, a l’anàlisi
del recull de contes de Teresa Colom, els quals, com hem dit, tenen en comú
l’existència de nens amb algun tret sobrenatural, tret que, com veurem en el
pròxim apartat, els emparentarà amb la figura del monstre.
En el primer conte, «La senyoreta Clock», que ens obri la porta a l’uni-
vers narratiu de Colom, el fet extraordinari ocorre a l’inici del relat, tot just
després del naixement de la nena protagonista: «Amb dues setmanes va dir la
primera paraula i amb tres ja construïa frases senceres» (16).3 Ja intuïm, aju-
dats també pel sentit metonímic del nom en anglés,4 que per a aquella criatura
el temps passarà ràpidament. No obstant això, aquest fet no es viu amb dubte
o incertesa, sinó que és una cosa ben plausible: «No era un fet habitual, però
sens dubte aquestes coses passen» (16).
Com tampoc sembla espantar o sorprendre la Caterina (mare) ni el
Marcel Buvot, del segon conte, el fet que d’una onada que sorgí de l’interior
de la mare, una onada de tal magnitud que «hauria aterrit qualsevol mariner»,
on fins i tot hi ha sardines, hi nasca una criatura. De fet, és al cap d’una estona
quan s’adonen que potser hi ha un bebè, el qual els reconeix, a ells, com a
pares («la nena va estendre la mà cap a ells», 65), cosa que només provoca que
la mare es deixe caure de genolls —com que no hi ha senyals de sorpresa,
podem pensar que l’acte és causat pel cansament per l’esforç del part— i que,
tot seguit, el pare l’agafe. La naturalitat, la trobem, sobretot, quan en el parà-
graf següent se’ns relaten accions que farien els pares de qualsevol criatura
normal: per exemple, demanar un bressol.
Un altre cas d’aquesta falta de vacil·lació ocorre en una història secun-
dària dins del conte «El fill de l’enterramorts». En aquest, la Mort, transforma-
da en personatge, en un descuit de les seues obligacions diàries, s’oblida de
llevar-li la vida a una dona que està sent executada, la qual cosa genera sor-
presa entre el públic. Ara bé, quan la Mort hi torna a esmenar l’error, la dona,
3 Al llarg del treball citarem de l’edició La senyoreta Keaton i altres bèsties, de Teresa Colom (2015), que
apareix a la bibliografia. En les citacions, ens limitarem a consignar-ne les pàgines.
4 Molts dels personatges dels contes tenen un nom amb significat simbòlic; la senyoreta Clock només
n’és un exemple, ja que hi trobarem altres noms procedents de l’anglés, del francés, de l’alemany o del
català, com el fill dels Blou (‘blow’, és a dir, ‘bufar’, en referència al tret definidor del nen de dos anys
amb una bufera equivalent a la d’un home de noranta quilos), o el jove Mailon (en francés, ‘maillon’,
és a dir, ‘baula’ o ‘anella’, pel fet que aquest jove actua com una anella metafòrica entre la senyoreta
Clock i la seua mare). Amb l’ús d’un nom simbòlic, Colom no sols ens assenyala les particularitats dels
personatges des de la seua designació, sinó que, a més, ajuda a dotar d’unitat l’atmosfera que travessa
els cinc relats.
4. Defensa de la monstruositat
derem els nens que poblen aquests contes com a monstres és perquè tenen
algun tret que els diferencia de la resta; els monstres, doncs, existeixen en tant
que existeix l’alteritat. Al capdavall, podríem adaptar al nostre cas l’afirmació
que Jean Marigny fa sobre el vampir —que és un altre tipus de monstre—: els
nens no són demoníacs ni perversos, encarnen «souvent d’une façon emblé-
matique, une altérité mal comprise» (2003: 294).
Justament, Marina Levina i Diem-My T. Bui, ajudats pels estudis de
Robin Wood, relacionen el concepte d’alteritat amb el de repressió o «surplus
repression», en tant que hi ha una sèrie de característiques que són reprimides
amb la finalitat de ser integrats o acceptats en el règim cultural normatiu (Le-
vina i Bui, 2013: 4). No ens voldríem avançar, però, sense anar més lluny, ve-
iem que en el conte d’«El nen de Mortson» la senyoreta Keaton li tapa la mà
de garrí al Roc quan hi ha altra gent davant.
Planella, encara que des d’un punt de vista biològic i cultural, explica
que la monstruositat, que ell analitza com un fenomen derivat de la diferència
corporal —i, per això també l’anomena alteritat—, «ens confronta als límits
del que considerem humà» ja que «els ulls de l’altre (de l’alteritat) són un mi-
rall per a nosaltres mateixos» (2007: 27). Si la senyoreta Clock, o la Caterina, o
el Roc, o el Woody o el nen de gel són monstres és, justament, perquè mostren
una diferència respecte d’allò que s’accepta com a normal, entenent com a
«normal» tot allò que entre dins de les «regles o patrons conductuals esta-
blerts i acceptats» (2007: 24).5
Alhora, el fet que els protagonistes siguen nens i que l’atmosfera i els
escenaris descrits recorden el segle xix, els emparenten amb la figura del «gothic
child», figura essencial en el gènere gòtic (Georgieva, 2011: 431). En aquest cas,
a més, en veiem la centralitat que tenen en els relats i com s’interconnecten amb
els elements del gòtic (Georgieva, 2011: 446). D’una banda, els nens es veuen
afectats pels elements constituents de la trama gòtica; en el cas del Woody, per
exemple, observem com el fet que la Mort no el dote d’esperança, a més de la
condició de marginalitat i d’haver creat el seu món al voltant del cementeri, en
marquen la personalitat. D’una altra, els nens contribueixen al desenvolupa-
ment de la història, cosa innegable, ja que, com explicarem, són aquests els
que canvien la vida de la resta de personatges.
Igualment, convé no perdre de vista el concepte de realitat que hem
atribuït a l’univers narratiu de Colom, una realitat que, entre d’altres lògiques,
5 Jordi Planella, d’acord amb Canguilhem, afirma que la construcció de la normalitat és més aviat de
caire filosòfic que mèdic (2007: 24). La societat inventa els monstres «per tenir la consciència tranquil·la,
per sentir-se i saber-se “normals”» (2007: 58).
Potser cal que ens aturem en un fet que, per obvi, podríem passar per
alt: tots aquests monstres —en realitat, la majoria dels que s’esmenten en totes
les històries, fins i tot en les, diguem-ne, secundàries— són infants. I si hi ha
un tret propi de la infantesa, aquest és la innocència. Per tant, tenim la prime-
ra característica que els definiria. No ens trobem, però, amb aquella innocèn-
cia o ingenuïtat que, com afirmava Spada, els portava a morir davant l’heroi,
sinó amb una innocència inherent a la seua naturalesa infantil.
El primer testimoni, el trobem, per exemple, quan la senyoreta Clock
està amb una amiga, la petita dels Simons, la qual li demana que passe la mà
per un roser. La senyoreta Clock, que en desconeix les conseqüències, li fa cas
i, lògicament, es punxa. Aleshores, sembla mirar estranyada l’amiga, que, ri-
ent-se, li confessa que ella també s’ha punxat. Això, que pot semblar un sim-
ple joc de nens, li treu la son a la nostra nena protagonista, la qual assisteix per
primera vegada al contacte amb gent de fora de casa seua. L’experiència no
pot ser més reveladora, fins al punt que li ompli el cap de dubtes sobre una
relativa maldat —i la posem en cursiva per l’escassa gravetat de l’assumpte—
humana que no coneixia:
6 Si més no, aquella «por física» que descrivia Roas i que afecta, bàsicament, els personatges (2011: 95).
l’alteració cronològica vital, com una desgràcia. Si de cas, la podem notar tris-
ta, per exemple, quan l’hereu Mailon, que anava a traure-la a ballar, desisteix
per instruccions de la seua mare, i llegim que «notava com el vestit llarg, que
tant havia anhelat lluir, se li moria al damunt» (36). Però sabem que accepta la
seua condició quan, després d’adonar-se que sembla més vella que la senyora
Clock —la mare—, té una conversa amb la minyona, el germanet de la qual
només havia viscut dos mesos: «Ella ja havia viscut més que aquell nen. Molt
més que ell. Li costava comprendre on era la desgràcia» (42). I més, sobretot,
quan observa com malgastaven el temps els adults: «Per què els devia preocu-
par tant el temps si feien sempre el mateix?» (43). La nena protagonista, que
no entén «per què, si aquella durada era tan incerta, no era una alegria dispo-
sar de dies, de mesos, d’anys» (42), viu la seua existència sense complexos.
De fet, trobem una transposició del seu cas en la naturalesa: «els insec-
tes, potser perquè disposen de poc temps, viuen el moment» (47). Però la frase
clau que ens demostra la clara acceptació de la diferència, és aquesta que li
etziba a la mare: «Sóc feliç de veure totes aquestes coses!» (49). Lliure de con-
vencionalismes, la nena es mostra agraïda amb la vida, cosa que tranquil·litzà
la senyora Clock, que se sentia culpable d’aquesta raresa de la filla, com veu-
rem més endavant.
També la Caterina és una nena diferent, però, o potser per això, lliure i
feliç. I també assistim a una valoració de la vida des de la innocència, al marge
dels prejudicis. L’escena més clara tal vegada és quan entra en contacte amb els
quatre gossos de les bessones Hendrix, uns animals que, segons els humans,
«detestaven les criatures» (70). L’acostament entre uns i l’altra es fa amb prudèn-
cia i, mentre «la senyora Buvot [la mare de les bessones] s’havia quedat immò-
bil» i «seguia els gossos amb la mirada», ja que «no es volia moure i fer detonar
els lladrucs d’aquelles bèsties», la nena, per a la qual «eren els primers mamífers
no humans que veia», sense cap tipus de por al que fins aleshores li era desco-
negut, els apropa la mà (70). Després de la incertesa inicial per les possibles
conseqüències (a les bessones Hendrix se’ls desencaixen els rostres i tot!), veiem
que tant els animals com la nena s’entenen a la perfecció i es fan inseparables.
De fet, la hipotètica barrera existent, materialitzada metafòricament
amb les butaques que encerclaven els animals i els separaven de la nena, és
superada i destruïda per la Caterina:
Quan la mà carnosa de la criatura va traspassar els límits del tancat, els gossos
la van ensumar amb prudència, les seves cues expectants van començar a bellu-
gar-se mentre ells la llepaven amb la llengua humida i aspra. La nena va deixar
sentiment de culpa al llarg del relat promogut pel que Freud ha anomenat
l’omnipotència del pensament, que, en l’opinió de l’autor, es tracta «d’una
manifestació pròpia de la concepció animista del món, el caràcter inquietant
de la qual deriva del fet que, havent quedat superada com a cosmovisió, la
seua presumpta aparició qüestiona el judici racional que sustenta el pensa-
ment de l’individu modern» (Gregori, 1998: 295).
La senyora Clock, de 46 anys, està preocupada perquè ja és major i li
agradaria viure els grans moments de la filla (la presentació en societat, el ca-
sament) sense ser una vella a qui ningú no li fa cas, i desitja que cresca ràpida-
ment. Els seus anhels es fan realitat amb la sola intervenció de la ment, i la se-
nyoreta Clock creix fins al punt que, un any després de nàixer, mor d’anciana.
Això ens permet comprovar que, malgrat la hipotètica felicitat que hauria de
tenir per la realització del desig, s’adona de quin serà el destí final de la filla
—en el qual no havia pensat abans de desitjar-ho—, per la qual cosa se sent
culpable.7 En contraposició, però, com hem comentat, la filla no viu la seua
situació com una desgràcia, cosa que alleugereix la mare.
No ocorre el mateix amb les persones de fora de la casa. Recordem el
moment del ball en què el jove Mailon intenta festejar-la. Potser, la joventut,
per ser una etapa entre la infantesa i l’edat adulta, ja comporta una sèrie de
dubtes sobre si farà bé demanant-li que balle amb ell, si rebrà l’aprovació del
públic, etc. Tanmateix, és la mare d’aquest, la senyora Mailon, la que l’atura:
«De veritat penses que algú li ha demanat per ballar o que algú li ho demana-
rà?» (35). I llavors tornen els dubtes al cap del jove, aquesta vegada decantats
cap al costat de la mare:
La seva mare tenia raó, ¿com li havia passat pel cap treure-la a ballar? ¿Quina
fantasia havia confós amb la realitat? ¿Quina criatura hi devia haver darrere
d’aquell cos, als seus ulls, adult? ¿Quina conversa, quina consciència compren-
dria, més enllà del contingut d’un balbuceig? Salvat del ridícul, el noi va pren-
dre més distància respecte de la noia. (...) La vídua estava tranquil·la. (35-36)
7 Aquest fet és el que, per a Roas, crearia l’atmosfera de fatalitat —compartida pel fantàstic «tradicional»
i pel «modern»—, això és, «[el] efecto catastrófico que el fenómeno imposible tiene para el protagonista,
puesto que lo conduce a la muerte o al trastorno absoluto» (2011: 104-105), argument que utilitza per a
defensar la tesi que el fantàstic del segle xx genera una por metafísica que no sols ateny els personatges,
sinó que també l’experimentem els lectors, quan veiem que la nostra concepció d’allò real queda abolida.
d’una por cap a l’estrany. De fet, el jove se’ns presenta com una titella de la
mare, com es dedueix del fet que, malgrat tot, continuava trobant la nena una
criatura, «als seus ulls», adulta. Per a ell tampoc no existeix la diferència, però
respon a uns condicionaments negatius, encarnats en la mare.
«El fill de l’enterramorts» també és paradigmàtic de l’assimilació de la
diferència. Així, passada la sorpresa inicial pel descobriment d’un nadó en el
cementeri, l’enterramorts sospesa l’opció de portar-lo a la policia i comentar
que algú l’hi havia abandonat. No obstant això, veiem d’immediat els efectes
benèfics que li comporta:
Dret, al costat del nen, va allargar la mà. El va tocar i els ulls se li van amarar de
llàgrimes. Hi havia moltes raons perquè a aquell home li vinguessin les llàgri-
mes davant una vida intacta. No l’entregaria a la policia. Coneixia de primera
mà el futur erràtic que esperava als orfes, i quan havia subjectat el nen per
primer cop entre les seves mans havia sentit el lloc al qual tots pertanyem. (131)
nen de gel, aquest té la capacitat de canviar en poques hores la vida de tots els
habitants de la casa: els humanitza i els ajuda a superar els traumes (al senyor
de Petarol, el fa més pròxim, mentre que a les senyores de Petarol, Lecreuset i
Larme, els permet passar pàgina i assolir la pau quan entenen que «som part
de tot el que existeix»). Tenim, doncs, una vegada més, la innocència, l’amor,
la bondat —des de la diferència— com a forces per a canviar el món. Fins i tot,
el mateix xiquet, quan està a punt de morir, els somriu.
Assistim a la revolta d’aquests nens monstres contra la societat egoista
que els vol marginar o expulsar per ser diferents, per aquella «altérité mal
comprise» (2003: 294) que, encara que Marigny atorgue a la figura del vampir,
és fàcilment extensible als nostres protagonistes. I la revolta no és una altra
que la felicitat i la bonhomia que aporten als éssers del seu voltant. Aquests,
els que assimilen i naturalitzen la diferència, n’estan buits de prejudicis; els
nens —com els vampirs a partir de l’obra d’Anne Rice— acaben esdevenint
un objecte d’admiració (Marigny 2003: 294).
desfà. És cert que hi ha un assassinat, com hem vist, el del nen amb la mà de
garrí, però recordem que aquesta mort no ve provocada per la diferència, sinó
per la cobdícia d’una parella de lladres que volen robar-li els diners.
Hi ha, per tant, una redefinició de valors i d’actituds, els quals potser
estaven ocults en l’interior dels personatges, potser els hi ha aportat el mons-
tre. Al capdavall, aquest «oblige à sortir de l’apparence pour trouver la vérité
intérieure», ja que aquest tresor que protegeixen és, en realitat, l’ànima pura o
el cor generós (Morel, 2004: 616) dels qui els rodegen.
Analitzada aquesta proposta de Colom, en què, indubtablement, s’elo-
gia la diferència, amb els infants innocents que presenten alguna mena de
monstruositat, i vist el poder que tenen per a sotraguejar —a través de l’amor,
la bondat i la felicitat— els pilars d’una societat que tendeix a excloure’n els
diferents, cal preguntar-nos qui són els autèntics monstres morals. Els exem-
ples de la senyora Buvot —si més no, al principi— o del senyor Bubel, o fins i
tot les gallines que n’ataquen una de més dèbil, ens permeten comprovar que
aquests personatges no tenen cabuda en el nou sistema de valors naixent des-
prés del pas dels nens. Heus ací, els vertaders monstres.
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Gregori, Carme (1998): «Metamorfosis i altres prodigis en els contes de Mercè Ro-
doreda», dins Vicent Alonso, Assumpció Bernal i Carme Gregori (eds.), Actes
Recibido: 10-06-2018
Aceptado: 24-09-2019
Resumo
O artigo, oriundo de uma pesquisa em andamento, objetiva trazer uma discussão la-
cônica sobre elementos apreensíveis do conceito de fantástico na minissérie Amorteamo
(2015, Rede Globo, Brasil). Neste trabalho, o cemitério é visto como o locus principal de
enunciação da presença fantástica em uma narrativa ficcional que tem, como norte da
trama, a temática melodramática acerca dos personagens mortos-vivos. É sobre estes
dois pontos (cemitério e mortos-vivos) que o exercício de análise localiza-se tendo
como base as implicações de que o acabamento estético, o estilo televisivo, as gramáti-
cas televisuais e as peculiaridades do formato minissérie também atravessam a com-
preensão do relato fantástico na diegese da obra.
Abstract
This article derives from a work in progress and aims to present a discussion about ap-
prehensible elements of the concept of the fantastic in the miniseries Amorteamo (2015,
Rede Globo, Brazil). Melodramatic undead characters and the cemetery are understood
as central points of the fictional narrative in relation to the fantastic presence in this TV
drama. In this essay, we aim at exploring the space of the cemetery and the undead, both
157
Anderson Lopes da Silva
essential for the development of the fantastic narrative. The following essay explores
these two points and it is based on the implications that the aesthetic, the television style,
the television grammars and the peculiarities of the miniseries format are also essential
for the understanding of the fantastic narrative in the Amorteamo’s diegesis.
R
1. Introdução
1 Para uma crítica mais aprofundada em relação à diferenciação conceitual, temática e estrutural entre
contos de fadas, narrativas de ficção científica e os relatos fantásticos, recomenda-se a leitura de Roger
Caillois (1966: 7) e sua explicação detalhada sobre o assunto na obra «Anthologie du fantastique», tomo I.
2 Em termos históricos, afirma Roas (2001: 22), que a primeira manifestação literária do gênero fantástico
pode ser vista na novela gótica inglesa intitulada O castelo de Otranto» (1764), de autoria de Horace Walpo-
le. Todavia, continua Roas, é no romantismo que o fantástico literário alcança a sua «maturidade».
3 Faz-se necessário estabelecer o critério de considerarmos Amorteamo uma minissérie. Ele se apoia em
questões como a presença de um texto fechado/pré-determinado que dá forma à premissa narrativa;
diferentes temporalidades nos microuniversos; tratamento e acabamento estético acima da média; epi-
sódios sequencias para apreensão do arco dramático (resolvido no último capítulo); capítulos [geral-
mente] precedidos de resumos de acontecimentos anteriores e gancho inter-capitular e intra-capitular
(Mungioli, 2006: 105-107). Para além disso, como forma de definição complementar, a minissérie brasi-
leira, tal qual Paiva (2007: 1) a caracteriza, é entendida como uma «modulação de narrativa seriada, em
que a realidade histórica, social e política se mesclam com a imaginação ficcional».
os vivos, que dirá então entre aqueles que ainda vivem e aqueles que já «ven-
ceram» a morte? Porque é justamente isso o que ocorre em Amorteamo com os
conflitos entre estes seres separados pela tênue linha dual entre vida e morte,
paixão e ódio, perdão e vingança, culpa e inocência.
Como referido anteriormente, a presença dos personagens mortos-vi-
vos tem um choque inaugural do dia a dia dos moradores da Recife de Amor-
teamo. Todavia, até mesmo a amenização do choque ao saber da volta daque-
les que haviam morrido, é algo provocado pelo fantástico. Ou seja:
Como aponta Kearl (1989: 42), por mais que vejamos, muitas vezes, o
cemitério como um espaço à parte do cotidiano, é impossível mostrar-se indi-
ferente a este tipo de local peculiar que, segundo ele, poderíamos nomear
como «as ilhas de solidão que reservamos aos mortos». Neste contexto, a luz
e a fotografia, baseadas no expressionismo alemão, trazem um clima fúnebre
à trama de Amorteamo e ao seu cemitério, um clima que ressaltava o quão di-
fícil é se manter apático frente a este espaço.
Assim como os cenários, seguindo a mesma inspiração, reproduziam
casas tortas, esculturas de aspecto grotesco e espaços urbanos assombrados,
do mesmo modo as paredes, ruas e calçadas ganharam uma aparência mais
envelhecida, como que descascadas e úmidas. O cemitério, por sua vez, tinha
o céu formado por um painel de 360º pintado à mão em tons de preto, cinza e
branco. Ele permitia que, através da iluminação, se ajustasse a tonalidade de
acordo com cada cena, como informa o portal Memória Globo (2015). A ques-
tão da pós-produção, por sua vez, trouxe efeitos especiais que permitiam que
cenas inteiras fossem gravadas em estúdio (como é o caso do cemitério), além
de aliar efeitos como profundidade, chuva, fogo e lama criados tanto por pin-
tura quanto por cenografia virtual.
Um ponto interessante em relação a pensar a constituição cenográfica
do cemitério de Amorteamo é que seu aspecto assombroso o liga, de alguma
forma, com as relações entre o gótico e o fantástico. Tal ligação, tomando como
leitura as discussões de Alonso-Collada (2014: 147), poderia ser visível se en-
tendermos o medo como um sentimento comum entre o gótico4 e o fantástico.
4 Ainda sobre a minissérie Amorteamo enquadrar-se dentro das leituras empreendidas sobre o insólito
e o gótico, é interessante notar como o cemitério é o «locus horribilis» mais exemplar dessa narrativa.
Nessa leitura possível, o cemitério enquanto «locus horribilis», segundo França (2017: 117), representaría
a ambientação de um espaço narrativo tido como opressivo e até mesmo que afetaria e determinaria
muitas vezes «o caráter e as ações dos personagens que lá vivem». Algo muito nítido e aplicável se o
evoluir de personagens como Zé Coveiro, Gabriel e Malvina for levado em consideração.
5 Além disso, como a obra demonstra, o cemitério também se encaixa nesse espaço do gótico e do in-
sólito pois, sem dúvida, ele produz o medo enquanto efeito estético (França, 2017: 117), isto é, «já que
[ali é que se] expressam a sensação de desconforto e estranhamento» que as personagens podem vir a
vivenciar na narrativa (como é o caso da angústia e medo apresentados pela personagem Lena, desde
sua tenra infancia até à vida adulta, todas às vezes em que ela precisa entrar ou passar pelo cemitério).
gem que faz dele um espaço maléfico», como pontua Camarani (2014: 150).
Neste espaço, ela continua, «O discurso poético, pelos procedimentos que lhe
são próprios, difunde o sentimento de morte; as próprias flores são ao mes-
mo tempo presentes e ausentes desse quadro, à maneira dos espectros» (Ca-
marani, 2014: 150).
Seguindo esse raciocínio, além dos enterros dos personagens, é no
cemitério (em cenas noturnas e diurnas) que desilusões amorosas, memórias
de amores proibidos, causos fantásticos, violações de túmulos, reviravoltas
nos plots da trama e até assassinatos ocorrem. Assim, o cemitério constrói
uma intersecção narrativa dentro da história que faz com o que o fantástico
tenha ainda mais vida quando dentro desse espaço envolto em brumas, mis-
térios e lápides. Dessa forma, e com destaque, o cemitério vem sendo o es-
paço do fantástico em muitas obras já que: «Ao assinalar os fatos que esta-
riam na origem do sopro fantástico, Finné aponta, de início, o clima
fantástico da narrativa, a partir de aspectos característicos como a noite, o
cemitério, a tempestade, o trovão, o castelo, a porta carcomida e oscilante, o
piso rangente, elementos que evocam o sobrenatural» (Finné, 1980 apud Ca-
marani, 2014: 103).
Por fim, sabendo de antemão que o cemitério de Amorteamo é o espaço
do sobrenatural por excelência (já que nele é que ocorre o clímax da volta
dos mortos-vivos à cidade), surgem duas questões: 1) Para além do insólito
(visto como uma quase obviedade no contexto fantástico da obra), quais ou-
tros processos de produção de sentido podem ser vistos no cemitério dessa
minissérie? 2) Quais outras categorias de leitura podem ser apreendidas na
reflexão do cemitério se ele for visto como um espaço de subversão social,
como um espaço representativo de uma instituição cultural e, paralelamen-
te, como um espaço de eufemização do cadáver? Assim, é sobre estes assun-
tos, na tentativa de responder às questões acima citadas, que os tópicos a
seguir se debruçam.
tério denota uma visão muito próxima ao entendimento quase literal do lugar
como um «campo-santo».
Até mesmo o receio de enfrentar a Morte ou mesmo desafiá-la (como
destaca Zé Coveiro6 ao admoestar Gabriel por ter feito, de maneira misteriosa,
o ressurgir dos mortos) representa um ethos social do lugar e da maneira como
o cemitério também faz parte daquela sociedade. Ou seja, a importância dos
mortos (e o medo gerado pela volta dos desmortos) na cultura popular está
muito presente, de acordo com Martins (1983), nas regiões tidas como mais
«atrasadas». Ou mesmo, do ponto de vista de uma elite cultural, sociopolítica
e economicamente dominante e preconceituosa, em sociedades interioranas e
periféricas tidas como «incultas» (Martins, 1983: 9), algo próximo do que é
mostrado nos personagens residentes da Recife mostrada na minissérie. En-
tretanto, como contraposição a uma visão depreciativa, são justamente nestes
espaços, segundo Martins (1983), que a cultura popular consegue florescer e
se renovar continuamente na produção de mitos, lendas e novos ressignifica-
dos sobre a morte, os mortos e os mortos-vivos.
6 Para se ter ideia da importância do cemitério na obra, foi feita uma série de 4 episódios (ao estilo
spin-off) chamada «Causos do Zé Coveiro». A websérie era transmitida online e ficava dentro do domí-
nio do site Gshow na aba específica da minissérie Amorteamo. Contando histórias fantásticas sobre mor-
tos e mortos-vivos da cultura popular de Recife, todas as tramas se ambientavam inicialmente no cemi-
tério da minissérie.
«dorme» e que ele, Jesus, o despertaria do sono (cf. O Evangelho segundo São
João, cap.11, vers.11, Novo Testamento, Bíblia Sagrada).
Dessa forma, é possível pensar em «ente querido» como um termo eu-
femístico na direção de manter o cadáver «mascarado»,7 «apresentável» ao
público que o encara em seu velório ou na despedida final minutos antes do
fechamento do caixão que será sepultado já no «campo-santo». E, de igual
modo, pensar o cemitério em Amorteamo como o locus de enunciação da dife-
rença e dos conflitos é também pensá-lo como um espaço que ressignifica os
personagens mortos-vivos, ou seja, não os trata simplesmente como «figuras
caídas»8 ou somente figuras desprezíveis. No cemitério os personagens en-
contram-se em pé de igualdade com os vivos: ali é a morada final dos mortos-
-vivos (que voltam às suas tumbas no fim da narrativa) e, também, é ali que se
encontra a moradia potencial dos vivos (já que o vivo é um cadáver em devir).
O cemitério, assim, relembra o caráter evanescente da vida, das relações e da
presença dos vivos sobre a terra (e em breve, sob a terra).
Nesta ótica, o funeral, traduz-se pela «retenção de um defunto que se tra-
ta, por suposto, de um morto querido» (Thomas, 1989: 10). É isso o que acontece
em todas as cenas de velório e sepultamento realizadas no cemitério da minis-
série que tratam dos personagens mortos (e futuramente mortos-vivos): nesse
momento, no decorrer do luto, não se visualiza à frente dos personagens um ser
que causa abjeção e nojo, mas um ser que representa laços afetivos ainda fortes
o bastante para que no lugar do cadáver seja colocada a figura linguisticamente
eufemística de «ente querido» como o motivo de afeição. A abjeção (ainda que
inicial), nesse caso, fica restrita à volta inexplicada dos mortos-vivos à cidade e
não aos cadáveres que jazem no esquife e prontos à sepultura.
Por fim, ainda sobre a questão do cadáver, é interessante destacar como
questões ligadas à higiene e mesmo à saúde pública nem sempre eram leva-
das em consideração dado que a disposição geográfica dos cemitérios nem
sempre foram próximas à urbe. Lauwers (2015), explica que a partir do cristia-
nismo (especificamente entre os séculos ix e xi — sendo o clero uma comuni-
dade política de extrema força), os cemitérios estavam em locais longínquos
em relação ao centro das cidades, isto é, eram dispostos em filas e longe das
7 A expressão «mascaramento» é usado aqui de forma livre e inspirada na maneira como Kristeva toca
no assunto ao dizer que o cadáver sem máscara é aquilo que não queremos ver: «Diante da morte signi-
ficada — por exemplo, um encefalograma plano — eu compreenderia, reagiria ou aceitaria. Não, como
um teatro da verdade, sem disfarce e sem máscara, tanto o dejeto como o cadáver me indicam aquilo
que eu descarto permanentemente para viver» (Kristeva, 1985: 3).
8 «O cadáver (cadere, cair), aquilo que irremediavelmente caiu, [que é] cloaca e morte, perturba mais
violentamente ainda a identidade daquele que se confronta como um acaso frágil e falacioso» (Kristeva,
1985: 3).
urbes (os cemitérios germânicos e romanos são exemplos disso). Com o pas-
sar dos anos, segundo Lauwers (2015), os cemitérios começaram a ser dispos-
tos nas cidades, perto das igrejas e, logo, perto das casas e moradias das pes-
soas — trazendo uma aproximação mais literal entre vivos e mortos. Nesses
momentos, como consequência, epidemias de doenças (com destaque à febre
tifoide) começaram a se espalhar. E o cadáver (já sem a eufemização de «ente
querido») foi o foco disso: era pela decomposição dos corpos que o necrocho-
rume contaminava o solo, os lençóis freáticos, e assim as doenças chegavam
até os moradores que residiam próximos aos cemitérios. Dessa forma, como
parte da evolução da disposição do cemitério nas cidades, em Amorteamo o
espaço segue a mesma lógica de fazer parte do cotidiano dos vivos (e mortos-
-vivos) que habitam em Recife, sem, no entanto, que preocupações de caráter
sanitário sejam trazidas à tona na narrativa (o espaço do sobrenatural se so-
bressai às preocupações que poderiam ser tidas como mais reais).
6. Considerações finais
da já que isso se deve, em grande parte, à presença daquilo que mais nos de-
fine como seres narrativos. Em outros termos, as peculiaridades da minissérie
em questão produzem um tensionamento entre a compreensão do fantástico
e a obra em questão também pela capacidade de criar imagens que tenham
um sentido único por meio das cores, da fotografia, dos ângulos, dos movi-
mentos, das texturas, das músicas, do cenário e dos personagens ali presentes.
Acerca da representação do morto-vivo como tema do fantástico é ne-
cessário que se discuta como este ser do limiar também representa uma das
possíveis definições ontológicas do fantástico: tal qual o morto-vivo é um ser
que vive entre dois mundos, assim também o fantástico adentra os regimes de
representação do real e do ficcional por meio da fronteira ainda tênues entre
estes espaços de enunciação. O fantástico atua também no limiar, na incerteza,
na imprecisão que provoca as discussões sobre o conceito do que «realmente»
é a realidade enquanto paralelo de confrontamento ao irreal, ao surreal, ao
sobrenatural.
Sobre o cemitério como locus de enunciação do fantástico é preciso di-
zer que aqui as discussões podem se abrir e muito para pensar como este es-
paço (para além de se tornar um personagem da trama) é o maior gerador de
conflitos. Em outras palavras, o cemitério como gerador de conflitos também
produz a ligação das tensões entre os triângulos amorosos intergeracionais
em Amorteamo. Tais triângulos amorosos (Aragão-Arlinda-Chico e Lena-Ga-
briel-Malvina) têm seus momentos de maior tensão, em grande medida, no
cemitério. E ele, nesta narrativa fantástica, para além do espaço de memória e
despedidas/perdas, é também o lugar que instaura as voltas (o início do apa-
recimento dos desmortos) e reviravoltas na história (já que este é o local —
realmente- final de descanso daqueles que viviam sobrenaturalmente entre a
fronteira da morte e vida).
Por fim, o trabalho demonstrou como o cemitério no contexto da trama
fantástica não é secundário ou meramente um cenário sem propósito. Pelo
contrário, as leituras acerca desse espaço sui generis apresentam-no como um
local onde ocorre — no contexto da minissérie — a transformação eufemística
da ideia de «cadáver» para o termo bem menos abjeto que é a palavra «ente-
-querido» (o que combina bem com o status de abjeção transitória e em muta-
ção dos personagens mortos-vivos no decorrer da história). Além disso, o ce-
mitério como locus de enunciação do fantástico também pode ser visto em
Amorteamo desde uma ótica na qual ele é uma instituição cultural que demar-
ca o ethos de um tempo e espaço específicos da narrativa até mesmo à leitura
desse local como um centro de apagamento (temporário) das classes sociais
— o que, por sua vez, instaura uma possível subversão classista entre os per-
sonagens dos mais variados núcleos (sendo o cemitério o resultado da convi-
vência de personagens vindos do espaço privado das famílias e do ambiente
sacrossanto da igreja ao espaço vívido e profano do bar e do bordel).
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Recibido: 10-12-2018
Aceptado: 24-09-2019
Resumen
179
María Isabel Escalas Ruiz
Abstract
This paper aims to analyse the metaphorical meaning and the underlying narrative
structure of contemporary fairy tales and their thematic lines. Focusing on children’s
characters, a selection of six contemporary Spanish films of the fantastic by Guillermo
del Toro and Juan Antonio Bayona are analysed: firstly, El espinazo del diablo (2001, di-
rector), El laberinto del fauno (2006, director) and Mamá (2013, executive producer, di-
rected by A. Muschietti) and secondly, the films of J.A. Bayona El orfanato (2007, direc-
tor), Un monstruo viene a verme (2016, director) and El secreto de Marrowbone (2017,
productor ejecutivo, dirigida por Sergio G. Sánchez). These thematic lines will explore
the maternal-filial bonds and the connections of monstrous children’s characters with
the fantasy and the ghostly beings.
R
1. Introducción1
The fairy tale as a mimetic genre that retains its roots in oral traditions has
formed distinct patterns of action, employing other media such as print, elec-
tronics, drawing, photography, movies and digital technology to create coun-
1 El presente artículo forma parte temáticamente de la tesis doctoral en desarrollo de la autora, bajo la
dirección de la Dra. Patricia Trapero Llobera (Departamento de Filología Hispánica, Moderna y Clásica,
UIB) y la cual está sujeta a la financiación por un contrato predoctoral de la Universidad de las Islas
Baleares (UIB). Mis agradecimientos van destinados también a su supervisión y apoyo.
terworlds and gain distance from our world of reality so that we can know it as
well as ourselves. In the process fairy tales have been changed while changing
the media. (2012: 20)
The word ‘fantastic’ in relation to film tends to bring an assumption that some-
thing within the narrative or stylistic elements will be unrealistic or highly im-
probable within our empirical understanding of the world: a mysterious intru-
sion into the context of real life, a confrontation with the inexplicable, or a break
with the acknowledged order. This can mean the supernatural, abnormal psy-
chic states, delusion, or the extreme. (2016: 3)
(Olson y Scahill, 2014) en una escala de grises que, más allá de una visión dico-
tómica entre el niño-víctima y el niño monstruoso, explora los márgenes y los
límites de la misma y sirve incluso, de catalizador de los miedos de la propia
humanidad. Según la historia del cine que aporta Lebeau (2008: 44), la figura
de los personajes infantiles se puede considerar un motivo reconocible y, con-
cretamente, no puede desestimar su papel dentro del cine fantástico contem-
poráneo y de cineastas cuya marca se ha venido consolidando las últimas dé-
cadas. Algunos ejemplos de ello los encontramos en producciones nacionales o
coproducciones como Los otros (Alejandro Amenábar, 2001), Los sin nombre
(Jaume Balagueró, 1999), El secreto de Marrowbone (Sergio G. Sánchez, 2017) o
Verónica (Paco Plaza, 2017), sin olvidar el precedente imprescindible de Narci-
so Ibáñez Serrador ¿Quién puede matar a un niño? (1976); así como películas in-
ternacionales icónicas como The Village of the Damned (Wolf Rilla, 1960) y Chil-
dren of the Corn (Fritz Kiersch, 1984) y ya recientemente Hereditary (Ari Aster,
2018), Blackwood (Rodrigo Cortés, 2018) o The Prodigy (Nicolas McCarthy, 2019).
Los niños sujetos cuya representación revela la extrañeza del mundo en
el que viven (Lury 2010: 14), pudiendo funcionar como mediadores no sola-
mente de la extrañeza donde se inserta lo fantástico, la suspensión de las reglas
de la realidad y lo sobrenatural, sino también como nexos de comunicación
posible entre el pasado y el presente, habitualmente desde la experimentación
de un trauma individual y/o colectivo.
Cabe tener en cuenta que los personajes infantiles que analizaremos en
nuestro corpus se enmarcan en un contexto contemporáneo en el que pode-
mos cuestionar los códigos de nuestra propia realidad y, por tanto, nuestra
propia identidad, evidenciando la problemática a la que podemos estar some-
tidos, de acuerdo con Roas:
La maternidad asfixiante-sempiterna:
La maternidad social-tormentosa:
transiciones fantasmales entre vida y
la memoria emocional e histórica
muerte y la memoria individual y familiar
Trasfondo sociohistórico marcado que Nos conduce a las enseñanzas que pueden
influyen en la creación del terror a través adquirirse adoptando un esquema
narrativo del fairy tale fantástico
de lo fantástico y su materialización contemporáneo su materialización
desde la óptica y la mirada infantil desde la óptica y la mirada infantil
más tangible en El espinazo del diablo y más sutil en El orfanato, sino también en
su actitud de indiferencia y menosprecio a la vida de los niños abandonados
allí presentes, sin que nadie los eche de menos, sujetos al desamparo y la des-
protección. Es, entonces, cuando la representación de la monstruosidad infan-
til acaba siendo depositaria de la culpa de las acciones adultas. La monstruo-
sidad de los personajes de Santi y de Tomás es la muestra de la culpa adulta
que, de forma paradójica por las características de su apariencia, parece ocu-
par un rol generador de lo sobrenatural, lo fantástico y lo temible cuando, en
realidad, son víctimas de los adultos que supuestamente ocuparían un rol
parental. En el caso de Simón de El orfanato, su madre Laura podría conside-
rarse como bondadosa y a la vez negligente en tanto que desatiende en algu-
nos momentos a su hijo Simón enfermo para intentar atender supuestamente
a los hijos de los demás.
Estos personajes infantiles están sujetos a un doble desamparo: un des-
amparo emocional en tanto que viven una situación de orfandad ocasionada
por la guerra en la que carecen de sus padres y un desamparo material en
tanto que el Orfanato sería supuestamente su lugar y espacio de protección,
algo parecido al dibujo de un soñado hogar y lugar de seguridad y protección
que acaba convirtiéndose, metafóricamente, en su propia tumba por culpa de
los adultos que no son capaces o no desean cuidarles y protegerles.
vidas de sus hijos. Sin embargo, tan importante resulta la marca emocional
por la presencia, como la herida que puede causar la carencia afectiva.
2.2.1. Carlos (El espinazo del Diablo, 2001), Simón (El Orfanato, 2008) y Ofelia
(El Laberinto del Fauno, 2006): personajes catalizadores de traumas
del pasado
En El espinazo del diablo los niños que viven en el orfanato de Santa Lu-
cía son hijos de los «rojos» de la guerra civil española. Han sido abandonados,
arrebatados de sus padres y desprendidos de cualquier figura que pueda con-
siderarse como sustituta de estos referentes, y estando al cuidado de unos
adultos del bando republicano que, con dificultades, pueden proporcionarles
un techo, algo de alimento. No obstante, éstos reciben un trato violento por
parte de Jacinto, quien en su momento fue uno de esos niños abandonados.
Jacinto siempre se sintió solo, apartado del resto de niños y quiso ejercer su
poder como forma de satisfacer su vacío afectivo, el de no tener a nadie que
llorase si moría, ni familia ni espejismo de amigos allí dentro. Es él quien pre-
tende ejercer el control y oprimir a los más débiles y vulnerables, como tam-
bién sucede con el capitán Vidal en El laberinto del fauno. Ambos representan,
en suma, a una figura autoritaria que pretende controlar a uno de los colecti-
vos más vulnerables y que menor objeción puede poner a su voluntad en una
sociedad sujeta a los terrores y consecuencias de lo que supone una guerra.
En ese sentido, desde nuestro punto de vista, los adultos acaban repre-
sentando un autoritarismo férreo con una supuesta educación franquista que
conduce a un incremento de la victimización de los personajes infantiles tanto
por parte de los adultos, como por parte de una sociedad en guerra que lo
consiente y de un estado que lo permite. El niño monstruoso-fantasmal que
constituye Santi promulga y recoge lo que en la cultura popular se conoce
como «el espinazo del diablo», es decir, aquellos niños que no deberían haber
nacido nunca, según le explica el Dr. Casares a Carlos, el niño médium capaz
de ver a Santi, el niño-monstruoso fantasmal.
En El orfanato pasamos de un trauma individual de Simón y su enfer-
medad al trauma colectivo. El primero tiene como consecuencia la creación de
amigos imaginarios que, en realidad, son fantasmas infantiles del pasado y
compañeros de juego de su propia madre cuando creció en el «Orfanato del
Buen Pastor»; el segundo se traducirá en el dolor por el asesinato de los niños
a manos de Benigna.
2 Este comportamiento conecta con el concepto freudiano de lo que interpretaríamos como lo familiar
conocido —unheimlich/uncanny.
3. Conclusiones
Así pues, los protagonistas infantiles son los héroes/heroínas que se en-
frentan a un oponente real o sobrenatural con un motivo que les conduce a an-
helar un objeto de deseo relacionado con una carencia afectiva o con el tipo de
relación de los vínculos parentales o las proyecciones de éstos y es ayudado por
la intervención de un agente o elemento de lo fantástico, tales como seres sobre-
naturales que raptan a los niños; el héroe o heroína que es guiada por un fauno,
el fantasma que se aparece al protagonista para que interceda y permita zanjar
un tema que quedó pendiente en vida. Éstos, pues, pueden funcionar como
nexos de comunicación entre el pasado y el presente y ser mediadores de la
memoria colectiva a nivel histórico y de la memoria individual, en tanto que
permiten la exploración de traumas o heridas emocionales con un anclaje en el
pasado personal. Además de ello, el elemento fantástico es una vía metafórica
de resiliencia infantil, de monstruosidad infantil en la que subyace la irrespon-
sabilidad adulta y, en suma, a la concepción de lo fantástico como un lugar de
evasión de una realidad que se dibuja, en nuestros personajes, como cruel.
En conclusión, asistimos a una contemporización del fairy tale posmoder-
no en el cine de habla hispana que se materializa de modos distintos, depen-
diendo de los sellos de sus directores. Del Toro nos permite irrumpir en lo fan-
tástico mediante personajes infantiles que están sujetos a una figura de poder,
en cierto modo, tirana y poco afectiva en tanto que referente parental que susti-
tuye la orfandad de sus personajes y utiliza el elemento de la monstruosidad
adscrita a momentos históricos y bélicos concretos y a figuras que las proyectan.
En el caso de Bayona nos adentra en los códigos de lo fantástico a través de la
mirada infantil en la que el aquello que prepondera es un concepto de materni-
dad asfixiante, es decir, la maternidad que transgrede todos los límites espa-
cio-temporales y, con ello, implica el elemento fantástico y sobrenatural que in-
fluye en la construcción de los distintos personajes infantiles y que está sujeto,
también, a un valor metafórico en tanto que éstos aprenden a superar su estado
de orfandad real o simbólica y a crecer pese a las adversidades donde sus pro-
pios padres pueden llegar a ser los culpables de su sufrimiento.
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Raquel Álvarez-Álvarez
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)
raquelalvarez1789@yahoo.fr
Recibido : 19-02-2019
Aceptado : 24-09-2019
Résumé
Le monstre intérieur est l’une des plus terribles menaces dans le récit fantastique. Il
arrive que face à l’irruption de l’impossible, les personnages doivent lutter contre l’in-
connu le plus létal qui soit: eux-mêmes. Il est question dans cet article des mécanismes
de la peur et des étapes enclenchées par ce fantastique tourné vers le Moi. Le surnatu-
rel a besoin d’une fissure dans laquelle se faufiler. Chez Bierce, c’est la fragilité psycho-
logique -en particulier la culpabilité à forte résonnance chrétienne ou crainte du sacré-
qui rend vulnérable et réceptif au surnaturel et à la terreur. Cet état a pour faculté de
transformer un décor neutre en un environnement angoissant et menaçant non sans en
exploiter son potentiel sinistre, telle une projection extérieure de la faute intérieure
torturant les personnages. S’enclenche alors une lutte interne chez ces derniers, éta-
blissant un décor psychologique propice à l’irruption du surnaturel renforcé par des
références aux superstitions et peurs ancestrales auxquelles n’échappent pas les héros
des deux contes. Les personnages succombent à la terreur sacrée ou numen (primitif)
de Rudolf Otto, une variante de la terreur cosmique lovecraftienne. Entre alors en jeu
la perturbation des sens. La suggestion enveloppe les personnages, augmente leur an-
goisse et la sensation d’enfermement sur eux-mêmes. Ils perdent pied et prennent à la
fois conscience du danger de mort et de leur impuissance qui les condamne à une mort
inéluctable. L’enfermement mental culmine par l’enfermement physique au moyen
d’une mise en abyme stylistique. Paralysés, les personnages s’engagent dans une lutte
interne qui aboutit à l’irruption du double, le seul recours trouvé par leurs esprits per-
turbés pour affronter l’impossible. Mais ils deviennent « étrangers vis-à-vis d’eux-mê-
mes » et par conséquent leurs propres bourreaux respectifs. Ce dédoublement déclen-
205
Raquel Álvarez-Álvarez
che des doutes angoissants sur leur propre identité, laquelle se révèle sous un aspect
méconnu jusqu’alors. L’inconnu, le danger, ce sont eux. Ils se retrouvent enfermés «en»
et «par» eux-mêmes. Ils sont donc condamnés, car nul ne peut échapper à soi-même.
R
La peur, élément central du fantastique, a toujours intrigué quant à sa
nature et à son fonctionnement: comment la définir exactement? Comment et
grâce à quels éléments se déclenche-t-elle?
Maupassant lui a consacré deux contes ; bien avant Lovecraft, l’auteur
en était parvenu à la conclusion que:
La peur (et les hommes les plus hardis peuvent avoir peur), c’est quelque chose
d’effroyable, une sensation atroce, comme une décomposition de l’âme, un
spasme affreux de la pensée et du cœur, dont le souvenir seul donne des fris-
sons d’angoisse. Mais cela n’a lieu, quand on est brave, ni devant une attaque,
ni devant la mort inévitable, ni devant toutes les formes connues du péril: cela
a lieu dans certaines circonstances anormales, sous certaines influences mysté-
rieuses en face de risques vagues (1882).
Ainsi la «vraie» peur est celle que l’on rencontre non pas «devant les
formes connues du péril» mais face au flou, à une présence non identifiable
qui pénètre dans notre esprit à travers une faille, laquelle représente une
porte d’accès au surnaturel. Ce «risque vague», cet inconnu avait paradoxa-
lement un visage pour Maupassant, pour qui la peur la plus terrible de
toutes était le double, «cet autre terrible qui (...) nous expulse de nous-
mêmes» (Schneider, 1985: 281). Il existe en effet deux sortes d’inconnu. La
première est l’inconnu de l’extérieur tels que le monstre, la bête, les spectres
et assimilés, mais également l’espace et autres lieux inexplorés, les objets, les
humains parfois même. La liste n’est pas exhaustive. Lorsque les person-
nages sont confrontés à cet inconnu-là, ils s’accrochent alors au seul élément
rassurant car sauf et non contaminé par le surnaturel: eux-mêmes. Lorsque
l’impossible fait irruption, leur raison est remise en cause mais le combat
reste, sinon équitable, envisageable. S’engage alors la lutte entre l’inconnu
du dehors -l’étranger- et le Moi.
Pour que le surnaturel «existe», il faut une fissure, une «déchirure» (Cail-
lois, 1966: 8) dans laquelle il puisse se faufiler, ni trop grande, ni trop étroite.
Une manifestation de cette faille réside dans la fragilité psychologique dont
1 Décor est au pluriel car il est ici utilisé au sens large et interprétatif. Il s’agit d’englober tout ce qui entou-
re l’être à la fois matériellement (le décor au sens propre) et psychologiquement (présentant l’état d’esprit
du héros comme une sorte de « décor interne » dans lequel ce dernier se meut). Notre titre est bien évidem-
ment une allusion au conte éponyme de Bierce (inclus dans notre ouvrage de référence) dans lequel on re-
trouve d’ailleurs les notions décrites dans cet article: culpabilité et orgueil, châtiment et superstitions.
Bierce dote ses personnages, ce qui permet de les affaiblir suffisamment pour
les rendre réceptifs à l’irruption de l’impossible. Cette fissure s’exprime dans
ces deux contes sous la forme d’un sentiment de culpabilité teinté de références
chrétiennes émergeant peu à peu chez les personnages dans un cadre qui éveille
en eux cette part inconnue d’inconscient collectif qui sommeille en chacun de
nous, si propice à l’irruption de l’étrange ou de l’impossible.
L’idée de culpabilité que l’on retrouve chez l’auteur dans d’autres contes
est de nature religieuse. Dans Une Sacrée garce (Bierce, 1991: 83-106)2 on pense
tout d’abord à la profanation qui sous-entend l’idée de péché. C’est d’ailleurs
plus qu’un sous-entendu puisque le héros a conscience de son acte et essaye de
se justifier en se répétant à lui-même que la défunte était, justement, une « sa-
crée garce », comme pour se désengager de la gravité de son acte en essayant
ainsi de dévier l’opprobre (et donc le sentiment de culpabilité) vers cette der-
nière. Conscient, donc, de la gravité de son acte, le héros devient vulnérable
psychologiquement, cherchant même à éviter une profanation majeure (en
creusant autour pour ne pas abîmer le cercueil). La répétition du mot «profana-
tion» dresse une épée de Damoclès au-dessus du personnage alourdissant ainsi
l’atmosphère. Dans ce même ordre d’idées, sur le plan stylistique, on notera
l’imposant «Inévitable» (en lettre majuscule, personnifiant le châtiment craint et
imminent). Le personnage sait qu’il commet quelque chose de réprimable, ce
qui le conditionne et établit un terrain propice à l’apparition du surnaturel. En
effet, un «cerveau troublé par ce genre de sentiments» est propice à l’irruption
du fantastique, celui des «fantômes intérieurs» (Sangsue, 2011: 36). Louis Vax
désigne également la culpabilité comme composante essentielle du fantastique
—parmi l’un de ses exemples Halpin Frayser— non pas pour s’en repentir mais
pour que l’auteur profite du sentiment de remords et du châtiment inéluctable.
Pas besoin non plus de détails, car la culpabilité existe à l’état pur (Vax, 1965:
227-228). En effet, ce qui compte dans le récit fantastique, ce qu’il faut laisser
dans l’ombre au risque d’angoisser davantage le héros et le lecteur, c’est le
«pourquoi» (ses causes), pour ne se concentrer que sur les effets (la peur).
Pourtant, dans ce conte, la «vraie» culpabilité est antérieure à la profa-
nation et le lecteur le comprend grâce au procédé de flashback. Le héros s’en
veut d’avoir cédé à l’appât du gain (le péché d’avidité, d’ailleurs mentionné
[Bierce, 1991: 95]) et d’avoir abandonné Mary, ce qui entraîna —ou en tout cas
ne permit pas d’éviter— la supposée mort de cette dernière, la défunte profa-
née étant progressivement assimilée à Mary dans l’esprit du héros et du lec-
2 Le titre original est A Holy Terror (1882). Une Sacrée garce est le titre choisi par Jacques Papy. On trou-
ve ce conte sous le titre Messaline des montagnes dans d’autres versions.
teur. De cette manière la vengeance du mort porte un nom et n’en devient que
plus terrorisante. La culpabilité et le conditionnement que celle-là engendre
chez le héros sont très pesants dans ce conte, et représentent la fissure indis-
pensable pour que s’y faufilent la peur, puis l’étrange.
Cette réflexion sur le poids de la faute et de la crainte intrinsèques à la
religion chrétienne se présente subtilement au lecteur dès le titre, à condition
toutefois que ce dernier soit de langue anglaise3 ou qu’il ait entre les mains la
version de Jacques Papy. Subtilement, disons-nous, car il faut rappeler que
dans ces deux langues, ces deux expressions renvoient de prime abord à
l’image d’un personnage détestable. Mais l’autre sens de holy/sacré(e), en
réalité le seul qui permette l’irruption de l’étrange par la voie de la terreur,
s’installe patiemment et insidieusement dans l’esprit du personnage. Avant
que l’acception littérale du titre -la terreur sacrée- prenne véritablement tout
son sens et accable Doman, nous sommes incités à penser à Scarry, une femme
défigurée et effrayante (son surnom est bien évidemment un mot-valise formé
de scar et de scary) et à faire le rapprochement avec la volage Mary Matthews.
Mais assez vite, grâce au décor -auquel se joignent la profanation et l’histoire
personnelle du personnage-, la crainte du sacré et l’existence d’une entité su-
périeure qui existe hors de soi (le numineux) sont suggérées. Doman est frap-
pé par le mysterium tremendum (nous verrons plus loin à quel moment précisé-
ment), non pas par sa variante dévote, mais par celle qui, plus sombre, enferme
celui qui la ressent dans un sentiment de terreur aux relents de sorcellerie: «El
tremendo misterio puede ser sentido de varias maneras. Puede penetrar con
suave flujo de ánimo, en la forma del sentimiento sosegado de la devoción
absorta. (...) Se presenta en formas feroces y demoníacas. Puede hundir al
alma en horrores y espantos casi brujescos». (Otto, 2016: 59)
Le sentiment de profanation et la culpabilité postérieure constituent la
condition indispensable à l’expérience numineuse de Doman.4 Cette dernière
est en fait une authentique et effroyable expérience de fantastique intérieur,5
celle d’une terreur sacrée qui reste «bloquée» au stade de numen primitif et ne
peut atteindre le stade supérieur du numen, autrement plus positif selon Otto,
mais inintéressant en matière fantastique.
Dans L’Homme et le serpent (Bierce, 1991: 71-82), la notion de culpabilité se
dissimule de manière très subtile dans l’évocation d’un geste ou d’une parole
6 La thématique sous-jacente religieuse est très présente dans l’œuvre de Bierce, envers laquelle il
exerce une critique acérée -ces deux contes n’y échappent pas-, sans doute produit de son éducation très
puritaine (Bozzetto, 1998: 47).
7 Selon Vax, la projection de sentiments ainsi que la peur qui naît du subjectif crée un décor angoissant
qui ne sera tel que parce que le héros y projette ses peurs (sinon, le décor demeure objectif) (Vax, 1965:
20 et 196).
8 Cf. ci-dessous nos commentaires sur les références au Moyen-Âge dans Une Sacrée garce.
9 Irène Bessière parle de «symbole sacré». Nous adoptons une acception plus large, celle d’un symbo-
le renvoyant à la croyance et à la crainte du sacré, du religieux, et renvoyant à l’univers des superstitions
(Bessière, 1974: 227).
10 «La chose indéfinissable et invisible, mais qui pèse, qui est présente, qui tue et qui nuit». Caillois
pense notamment à Bierce (Caillois, 1966: 20).
contrat diabolique pour Bessière, l’illusion ou le délire étant une sorte de contre-
partie du sortilège moyenâgeux dans un monde rationnel: «le thème de l’illu-
sion subjective apparaît comme la laïcisation du faux-sortilège, inséparable de
celle du contrat diabolique» (1974: 83). Ici, si l’on ne peut vraisemblablement
pas parler de «pacte», les symboles subsistent et nous autorisent tout au moins
à opter pour une empreinte diabolique en filigrane. Celle-ci est également pré-
sente dans L’Homme et le serpent sous la forme d’un sortilège ou d’un enchante-
ment (envoûtement diabolique de la bête), comme évoqué précédemment.
L’alliance de ces décors externe et intérieur constituent le conditionne-
ment nécessaire des personnages principaux qui sont tous deux soumis à la
plus absolue solitude pour affronter un ennemi redoutable. La «fissure» est
désormais ouverte. Le surnaturel s’immisce subtilement par les sens et par
des recours stylistiques mettant à mal la lucidité des héros.
sard une âme» (Freud, 1985: 224), Doman succombe au sentiment d’étrangeté
qui l’inonde à travers le canal des sens, en particulier la vision, dont il ne peut
se fier désormais car ils lui font expérimenter l’impossible.
Après la surprise, le surnaturel affleure à nouveau lorsque le héros
«voit le corps livide de la morte» (Bierce, 1991: 99). Les spéculations de son
esprit achèvent de transformer le décor en son propre tombeau: ainsi la bière
qui bouge, cet «assassin» qui semble vouloir entamer une lutte contre lui. Par
une association d’idées («un processus mystérieux» [Bierce, 1991: 100]) la des-
cription du cadavre renvoie à l’image de Mary Matthews, une révélation
d’ordre psychologique qui finit de l’achever lors du face-à-face final. La sug-
gestion laisse ainsi place à l’horreur, déjà annoncée par le nom de la défunte,
Scarry. Spéculations et association d’idées sont suscitées par son histoire per-
sonnelle. «L’imagination suppléait aux défaillances de sa mémoire» (Bierce,
1991: 100), car le surnaturel est intérieur, individuel, subjectif et relève du do-
maine de la folie et du délire. Le héros meurt de peur, vaincu par ses dé-
mons. Il s’est révélé être son pire ennemi. La révélation finale sur le destin de
la vraie Mary Matthews le confirme d’ailleurs. Finalement, le diable, d’une
certaine manière, a gagné la partie, même s’il est quelque peu différent de
celui des croyances populaires d’antan, faisant de Doman la victime d’une
forme d’envoûtement bien plus létale que celle des sorcières et démons moye-
nâgeux: l’auto-ensorcellement.
Dans L’Homme et le serpent, le rôle de la vue est primordial. Les «deux
points lumineux» deviennent peu à peu menaçants et maléfiques. La peur, pro-
gressive, reste concentrée et trouve exclusivement son origine dans les yeux du
serpent, ces «étincelles électriques émettant des aiguilles électriques» (Bierce,
1991: 78) qui deviennent finalement deux soleils aveuglants, impitoyables, ma-
lins. Des soleils aveuglants, comme pour Doman, qui ici aussi empêchent le
héros de voir le danger (le corps du reptile), et le rendent par conséquent vul-
nérable. Autre contraste qui touche pour ainsi dire la bête uniquement: celui
qui oppose la brillance de ses yeux et l’ombre dans laquelle se trouve le reste
de son corps (le serpent qui guette sous le lit est sur «une flaque d’ombre») le
rendant encore plus mystérieux et inquiétant car insaisissable. De même, le
contraste antinaturel entre l’immobilité du corps et la métamorphose inquié-
tante des yeux est saisissante et ne fait qu’accentuer le climat d’angoisse.11
11 L’immobilité et le silence produisent toujours un effet terrible dans le récit fantastique et contri-
buent à intensifier le climat de peur chez les personnages. Ainsi, l’immobilisme du serpent se retrouve
d’une certaine manière dans Une Sacrée garce sous la forme d’un immobilisme «sonore» (la désolation
du lieu et la solitude du vivant parmi les morts et les fantômes).
Ici aussi, le héros est trompé par l’ensemble de ses sens. Loin d’être
fiables, ceux-ci sont créateurs de fantastique, car soumis à la fragilité psycho-
logique des personnages de Bierce. Autres que la vue, signalons pour l’ouïe le
rôle du tambour, le symbole d’une justice militaire parfois expéditive (donc
négative), qui pourtant se transforme ici en une musique empreinte de «dou-
ceur», bien que Brayton ne soit pas dupe (cette douceur est «inconce-
vable» [Bierce, 1991: 78]). Il comprend en effet qu’il reçoit l’annonce de sa
mort. Dans ce même ordre d’idées, la harpe éolienne et le chant légendaire de
la statue de Memnon, dont nous avons déjà parlé, ce chant plaintif du mort,
transportent le personnage dans le passé, dans l’imaginaire d’un pays associé
à la magie et au monde des morts: l’Égypte. Ainsi voit-il un paysage fantas-
tique, qu’ironiquement Bierce nomme «paysage enchanteur» (Bierce, 1991:
79), jouant avec la polysémie du vocable enchanteur.12
Autre sens important, synonyme d’impuissance, Brayton se trouve lui
aussi privé de parole, ne pouvant émettre qu’un «gémissement» (Bierce, 1991:
78). En opposition au froid ressenti par Doman, c’est la chaleur des anneaux
du serpent qui envahit Brayton, ce que l’on doit rapprocher du Malin symbo-
lisé par le serpent, et donc de l’Enfer. Quant à son corps, il est lui aussi paraly-
sé et ne lui obéit plus.13
Plusieurs éléments favorisent la suggestion et installent un climat
d’étrangeté afin de susciter des soupçons d’abord chez le lecteur puis chez le
héros. Ainsi est suggéré le lien entre l’œil de serpent (mentionné dans le livre
du personnage) et les deux points lumineux situés à un pouce de distance l’un
de l’autre» (Bierce, 1991: 72). C’est donc un élément du réel (le livre) qui nour-
rit l’émergence de l’univers surnaturel dans la chambre (la créature fantas-
tique). Le livre semble communiquer avec l’esprit du protagoniste pour le
guider dans ce montage fantasmagorique. Tout cela a une incidence sur le
protagoniste, lequel n’en a pas conscience au début. Ainsi, c’est l’esprit qui est
créateur de fantastique et qui prend au piège et enferme le héros. Paradoxale-
ment (ou non), son esprit fermé (son scepticisme) a pour effet de multiplier les
effets néfastes du surnaturel.
Plus le héros scrute les yeux de la «chose», plus il observe un change-
ment. On constate la même dynamique à chaque fois qui est loin d’être ano-
dine. Il avance dans la lecture de son livre puis le repose pour observer ces
12 Un sens que nous devons bien évidemment comprendre au sens d’ensorceler, d’envoûter, d’hypno-
tiser ; ces effets respectent ceux de la version originale, enchanting landscape.
13 Nous nous attarderons plus loin sur l’hypnose et la fascination subies par le personnage pour en
dégager l’importance.
14 Certes, pour parler d’une boîte à sardines... Mais le procédé maintient son but, c’est-à-dire le condi-
tionnement du personnage.
15 «L’aventure fantastique est une aventure solitaire» (Vax, 1965: 207).
ment puisqu’il apprendra à ses dépens que le péril est en lui. La notion d’en-
fermement physique est par ailleurs répétitive. En effet, le personnage est en-
fermé dans la terre, dans un trou (jusqu’au cou) avec pour seule compagnie
une morte dans son cercueil (d’ailleurs enfermée elle aussi). Ces enferme-
ments se superposant les uns aux autres accentuent le sentiment d’angoisse
du personnage qui s’enfonce dans l’emprisonnement —tel Doman s’enfon-
çant dans la terre— et se condamne.
Cette mise en abyme stylistique est aussi présente dans L’Homme et le
serpent. Avant d’être sous l’emprise du reptile, on nous parle de la demeure où
il loge, située dans un «quartier obscur de la ville» et qui se maintient volon-
tairement à distance des autres hommes.16 Isolé d’abord dans la demeure, puis
dans sa chambre, c’est Brayton corps et âme qui devient finalement «captif»
du serpent (Bierce, 1991: 79), se trouvant enfermé dans un corps qui ne lui
obéit plus. Au lieu de reculer et fuir (ce qu’il cherche pourtant à faire), la bête,
son «ennemi», exerce sur lui une attraction irréfrénable en agissant comme un
aimant. La scène est effroyable, car il est comme aspiré par le serpent. En plus
d’anéantir la maîtrise de son propre corps, on constate des effets sur le corps
lui-même qui «écume», éprouve des «convulsions violentes». Tout nous ra-
mène à la dépossession de soi qui le fait déjà paraître moribond: «L’homme
était devenu pâle comme cendre» (Bierce, 1991: 78).
Le véritable ennemi de ce dernier, contrairement à ce qu’il croit, n’est
pas le serpent mais lui-même, car ce qu’il voit et subit contredit sa nature
sceptique. Dans la confrontation avec le surnaturel, la lucidité au vu de sa
condition de victime face à l’inconcevable amplifie sa déchéance et la rend
plus pathétique encore. Brayton se retrouve enfermé non seulement dans son
esprit devenu incontrôlable mais dans son corps, dont il perd également la
maîtrise, lequel devient ainsi une prison dont il ne peut échapper. Il devient
alors son propre bourreau. La soumission de la volonté ainsi que la non-maî-
trise du corps sont des peurs ancestrales qui ressurgissent dans un moment de
peur et contribuent à cette idée selon laquelle nous sommes un inconnu pour
nous-mêmes, «cet Autre».
En effet, l’enfermement sur soi, paralysant mentalement et physique-
ment, entraîne une lutte interne chez le héros qui est en réalité la manifesta-
tion de l’irruption du double. Face à l’impossible, les personnages incrédules
(Brayton) ou indifférents (Doman) deviennent des inconnus pour eux-mêmes:
16 Notons par ailleurs que c’est bien la maison —et non ses habitants— qui agit ainsi. Il s’agit d’une
autre manifestation -à forte consonnance usherienne- de la personnification des éléments évoques plus
haut.
«chez Bierce, l’aliénation est absolue» (Bozzetto, 1998: 43). Le personnage doit
alors faire face à ce que le Moi rejetait jusqu’alors (Brayton) ou ce dont il ne
soupçonnait pas l’existence (Doman).
Ainsi, dans Une Sacrée garce, c’est en voyant son ombre -sa tête reflétée
sur le cercueil, c’est-à-dire son double- que Doman est confronté pour la pre-
mière fois à la vraie terreur (la «fausse» étant cette fascination morbide envers
la nature de son labeur, un trompe-l’œil pour ce qui nous occupe ici). Un
simple reflet permis par le clair de lune, soit un phénomène naturel, attendu,
surtout lors de l’expérience numineuse dont «la tonalité émotionnelle ressen-
tie est celle de l’effroi mystique, d’une terreur initialement démoniaque sou-
vent projetée sur des phénomènes naturels» (Elias, 2005: 74). Cette «surprise
ridicule» a pourtant un effet effroyable, et on le comprend en reprenant la ré-
flexion de Heine citée par Otto Rank: «rien ne nous fait plus peur que de voir
par hasard, par un clair de lune, notre visage dans un miroir. Heine, Harzreise»
(Rank, 1932: 34). Miroir ou ombre (somme toute des reflets), l’effet est le même
et la symbolique également. C’est l’âme qui transparaît.17
L’effet de surprise réside dans le fait d’être surpris par soi-même ou
plutôt de s’apercevoir dédoublé.18 Déjà pris par le sentiment de culpabilité,
conditionné par l’environnement, il «se voit» en plus accomplir son ignoble
tâche. «L’ombre est (...) cette personnalité voilée, refoulée, la plupart du
temps inférieure et chargée de culpabilité, dont les ultimes ramifications pé-
nètrent jusque dans le domaine de nos ancêtres animaux et qui, par là, em-
brasse l’intégralité de l’aspect historique de l’inconscient. (...) En général il
s’agit d’aspects de soi-même que l’on ne veut pas voir» (Dehing, 2007: 52-
53). Comme Doman qui a peur de sa propre ombre, car il est brutalement
mis devant le fait accompli, devant son authentique Moi. Celui-ci est en fait
un double lui révélant cette vérité consciemment niée mais bel et bien tapie
dans son inconscient, mettant ainsi en lumière sa culpabilité aussi bien vis-
à-vis de la défunte que de Mary (toutes deux assimilées, pour mémoire).
Mais «qui est donc cet ‘autre’, si proche de moi, qui m’épie et me surveille à
mon insu?» (Rosset, 2003: 54). Il fait bien pire, car il cherche à posséder le
modèle original (Doman) pour prendre sa place. Ce n’est pas si simple, mais
plutôt la clé du conflit à l’origine du délire de Doman, puisque la déposses-
17 Plusieurs langues indiennes d’Amérique du Sud emploient le même mot pour désigner ombre,
âme ou image (Chevalier et Gheerbrant, 1982: 701). De même, Otto Rank consacre un chapitre à l’ombre
en tant que représentation de l’âme (Rank, 1932: 39-50).
18 À l’instar de Freud qui raconte dans son Inquiétante étrangeté sa surprise en apercevant son reflet
dans la vitre d’un train. Clément Rosset pointe que «la présence de reflet -surtout quand il s’agit du
sien- trouble et suscite une certaine angoisse.» L’effet alors produit est «étrange» (Rosset, 2003: 54).
sion de soi entraînée par le dédoublement fait émerger des doutes terribles
quant à sa propre identité, ce qui est compréhensible puisque le point de
départ est la surprise et par conséquent la prise de conscience de la mécon-
naissance de soi-même.19
Qui plus est, son double est reflété par la lune, symbole rattaché aux
forces occultes et au féminin (Scarry, puis Mary). La lune elle-même est un
double, elle est la projection du soleil, c’est-à-dire son ombre. Elle est visible
car elle reflète une lumière qui n’est pas la sienne. C’est le double de ce soleil
qui est «caché» au héros. Ainsi, comme pour mieux suggérer la notion de dé-
doublement inquiétant, l’auteur fait intervenir d’autres éléments qui parallè-
lement à l’expérience vécue par Doman viennent renforcer l’idée du double,
un procédé similaire à la mise en abyme stylistique au sujet de l’enfermement
évoquée précédemment. En tant que double du soleil émanant au moment où
celui-ci ne peut être visible, le reflet que la lune renvoie sur le cercueil ne peut
être que la part sombre de l’âme de Doman, qui s’avère être son authentique
Moi. Un Moi caché qui se révèle brutalement à lui.
Par ailleurs, ce reflet réserve une mauvaise surprise. Il est incomplet.
Seule sa tête est reflétée. Le folklore regorge de superstitions sur les ombres
sans tête, et c’est un mauvais présage (Rank, 1932: 39). Ici, c’est l’inverse —la
tête sans corps— toutefois l’impression reste similaire, voire plus dramatique
encore puisque la tête reflétée sur le cercueil est par suggestion complétée par
le corps du cadavre situé dans la bière. L’avertissement est clair.
Il ne faut pas plus d’une seconde à Doman pour saisir ce message et
pour qu’il devienne étranger à lui-même.20 Pour preuve, sa propre respiration
lui fait peur. Un «frisson de terreur» le parcourt car il ne reconnaît pas cette
«noire tête humaine». Ce trouble entraîne une série de distanciations par rap-
port à lui-même (un dédoublement). En effet, les bruits anodins —mais vi-
taux—de son propre corps l’effraient ou ne lui obéissent plus (ses poumons,
que Doman essaie en vain de calmer mais qui persistent dans leur agitation),
c’est-à-dire qu’ils lui deviennent «étrangers». Tout se passe comme si en re-
connaissant finalement son image sur le cercueil, le héros avait furtivement
laissé échapper son Moi original, qui serait alors allé se poser sur le cercueil,
comme s’il avait quitté son corps pour devenir cet Autre à la fois authentique
et morbide. Doman se trouve dépossédé de lui-même et s’enfonce dans le
délire à partir de ce moment-là.
19 Dans Le Réel et son double, Clément Rosset développe toute une partie sur l’identification de l’origi-
nal et de la copie (Rosset, 1984).
20 «Le sentiment de l’étrange rend l’homme étranger à lui-même» (Vax, 1965: 13).
versus l’instinct de vie en société pétri de raison et d’orgueil, l’une des cibles
préférées de Bierce. C’est aussi l’inconscient collectif versus l’individu (Bes-
sière, 1974: 228) car Brayton est malgré lui victime de l’inconscient collectif,
crédule, superstitieux, qu’il porte en lui et malgré lui. Il ne peut donc s’en
défaire. C’est son double qui émerge dans la chambre. Il succombe finale-
ment, fasciné par les terribles yeux de la créature devenus des armes l’ayant
pris pour cible et aveuglé, ainsi symboliquement rendu inapte à se défendre
et donc impuissant. Hypnotisé par les anneaux de la bête, il est surtout enfer-
mé et désormais «captif» (Bierce, 1991: 79).
Le double gagne la partie. Oui, mais lequel, si l’on ose dire? Comme
chez Doman, l’irruption du double crée une confusion de l’identité. On nous
suggère en effet que Brayton cherche à fuir, mais qu’en est-il vraiment? Le
Brayton qui s’achemine vers le serpent est-il celui qui a succombé au surnatu-
rel et à l’impossible, ou au contraire représente-t-il le Brayton incrédule qui
cherche à tirer les choses au clair? De même, lequel du double ou de l’original
représente le Brayton s’accrochant désespérément à la chaise: la partie du Moi
soumise au surnaturel —c’est-à-dire l’inconscient collectif—, ou la part ration-
nelle de Brayton consciente du danger imminent? La réponse est d’autant
moins évidente que le danger en question est créé par un élément surnaturel.
En tous les cas, la lutte interne et physique qui en découle est réelle et
l’aliénation du personnage totale. Quant au sentiment de peur, force est de
constater qu’il touche aussi bien l’original que son double. C’est à partir de
cette perte du contrôle du corps qu’elle s’installe chez Brayton, le peureux
cherche à s’enfuir et le sceptique est frappé d’incompréhension.
La perte du contrôle de soi est plus dramatique et violente dans L’Homme
et le serpent, bien que le conflit reste aussi confiné à la crise du Moi. Nous avons
affaire à un Moi qui est annulé, à l’âme qui s’échappe et abandonne le corps. Or
si l’âme (en tant que socle de la volonté humaine) quitte le corps, c’est la mort
assurée. Ce dédoublement forcé abandonne l’âme de Brayton au serpent (qui
d’ailleurs est «sûr de sa victoire»). Ce dédoublement est d’autant plus pertur-
bant pour le héros qu’il a conscience de cet abandon s’opérant en lui (matériali-
sé par la lutte). Son dédoublement est un abandon, la cession de son âme à une
entité maléfique. Brayton a fini par céder à la tentation du surnaturel. «Le senti-
ment de l’étrange est une tentation à laquelle on cède». (Vax, 1965: 13) Ce dédou-
blement consiste paradoxalement en un enfermement du héros sur lui-même.
On retrouve l’une des formes du numineux de Rudolph Otto chez ce
personnage qui est dédoublé, à la fois fasciné (hypnotisé), victime d’une em-
prise dont il ne peut se libérer et en proie à l’effroi et à la terreur: «Dans Le
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Women have always written specu- men out of her history of the Fantastic: it
lative fiction. We owe the existence of the merely remedies the previous lack of atten-
genre to women authors such as Mary tion to women authors.
Shelley. And yet, while we have seen many García and López-Pellisa contextua-
advances in scholarship of the Fantastic in lize their work and the included short na-
recent decades, Patricia García and Teresa rratives within the discourse of Fantastic
López-Pellisa rightly indicate that women Studies with a thorough introduction that
authors of Fantastic works remain unders- could serve as a foundational reading for
tudied, particularly in the Spanish-spea- anyone interested in the field. García’s
king world. García and López-Pellisa’s clear introductory chapter thoroughly re-
critical anthology, Women’s Fantastic Short views Fantastic Studies history from Freud
Stories by Women Authors from Spain and La- and Todorov to contemporary scholars
tin America, is a vital step towards remed- such as Irène Bessière (1974), Rosemary
ying this lack of attention to women’s Fan- Jackson (1981), Mary Erdal Jordan (1998)
tastic work. and David Roas (2011/2018). They illustra-
This critical anthology lays a foun- te the difference between the todorovian
dation for future scholarship and provides Fantastic and Marvelous with well-chosen
a concise and readable overview of Fantas- passages of natural and supernatural na-
tic Studies in general. García and López-Pe- rratives.
llisa situate their work within the discourse The anthologists’ choice of stories,
of Fantastic Studies. They do not attempt never an easy decision, is also excellent,
to create an all-encompassing work, an im- and they have selected Emilia Pardo Ba-
possible task, but rather they indicate the zán’s «La resucitada» (1912), Amparo Dá-
need for more attention to Spanish and La- vila’s «El huésped» (1959), Rosario Ferré’s
tin American women’s Fantastic fiction. «La muñeca menor» (1976), Cristina Fer-
The text paves the way for necessary futu- nández Cubas’s «El ángulo del horror»
re scholarship by outlining a feminist pers- (1990), and Ana María Shua’s «Vida de pe-
pective on the Fantastic, much needed in rros» (2000). The stories are presented in
an area in which, like many canonical gen- chronological order. Each of them comes
res, the most studied authors are men. This with an introduction that includes biogra-
is not to say that the introduction leaves phical information about the author, co-
231
Reseñas
gent critical analysis of the text itself, and sessment. The discussion questions, along
notes on common Fantastic themes and with the critical analyses within the text,
tropes. Within the short stories, printed in provide a solid example of how to read
the original Spanish, a reader will find hel- and analyze a literary text, and would
pful footnotes and may refer to a glossary thus be well-suited to helping students de-
of terms, meaning there will be far less velop analytical and writing skills.
need to refer to an external dictionary if As they frame the concept of a fe-
one is unfamiliar with the vocabulary. minist perspective on the Fantastic, Gar-
This makes the text more accessible cía and López-Pellisa discuss the gender
to scholars of all experience levels. I would binary and rightly question the default
certainly assign this text in an introduc- binarism that some scholars fall into. In
tory class on the Fantastic. The introduc- the paragraph of salient questions, they
tion is concise, well-structured, and clear ask, «Should we assume that gender is
enough that I would feel comfortable as- polarised in two distinctive categories,
signing it in an undergraduate course, in thus neglecting other non-binary identities,
graduate seminars, or in a cross-listed such as transgender?» (p. 17, emphasis
course. The footnotes in the stories them- mine). The question is well-founded, and
selves provide useful translations of phra- I have no argument with it. We must in-
ses and sentences, in addition to the glos- deed question the reductiveness of two
sary of selected vocabulary, to help the distinctive gender categories. My only
reader comprehend the text. This aspect note is that «non-binary identies» and
makes me feel even more comfortable as- «transgender identities» are not the same
signing it in an undergraduate class, and I thing, nor are transgender identities a
find the notes helpful and relevant to my subcategory of non-binary identities as
own reading as well. the phrasing implies. Rather, the term
The anthology includes thirteen non-binary is one of many terms which
discussion questions («Temas de debate y «People whose gender is not male or fe-
discusión») such as «¿Cómo interpretas el male use ... to describe themselves».1 Not
desenlace de ‘La resucitada’? ¿El hecho de every trans person is non-binary, and bi-
que Dorotea vuelva voluntariamente a la nary trans men and women’s identities
tumba es un acto de liberación o de sumi- should not be erased. This issue can easily
sión?» (p. 145) and «El hogar es un espacio be remedied by rephrasing the question in
muy importante en los cinco relatos. ¿Qué a future edition of the work. Notwithstan-
simboliza y cómo está representado?» (p. ding the conflation of non-binary and
146). These form a useful starting point for
1 «Understanding Non-Binary People: How to Be Res-
creating a class discussion around the an- pectful and Supportive» National Center for Transgender
thology and could also serve as a basis for Equality. 5 Oct 2018. Accessed 3 Nov 2019. https://tran-
sequality.org/issues/resources/understanding-non-bi-
crafting essay questions for individual as- nary-people-how-to-be-respectful-and-supportive
trans identities, this section is a good start versitat de les Illes Balears. Their text
towards identifying the wide spectrum of plays an important role in the ongoing
gender identities. García and López-Pelli- scholarly conversation of Fantastic Stu-
sa «keep a cautious distance from ... es- dies, and it makes the vital observation
sentialist and binary conceptions of gen- that women’s works have been understu-
der» and endorse moving «away from the died and indeed undervalued. As García
assumption that there is a specific female writes in the introduction to the volume,
manner of writing the supernatural and a «it is remarkable that women writers fre-
common denominator that unifies female quently feature as secondary characters in
texts of the fantastic, since it is very diffi- existing histories of the fantastic» (p. 7). I
cult to prove that a trope is exclusively hope that their work will lead to further
female» (p. 17). Their approach is in line volumes highlighting the remarkable con-
with both Fantastic and feminist scholars- tributions of women writers have made to
hip and is appropriate to their study. Fantastic Literature.
Patricia García is Associate Profes-
sor in Hispanic and Comparative Literary Kiersty Lemon-Rogers
Studies at the University of Nottingham Department of Hispanic Studies
(School of Cultures, Languages and Area at the University of Kentucky
Kiersty.lemon@gmail.com
Studies). Teresa López-Pellisa is Ayudante
Doctor in the Department of Spanish, Mo-
dern and Classical Philology of the Uni-
235
Reseñas
estudios académicos que siguen líneas de cia de una construcción simbólica potente
investigación previsibles. y coherente que remite a una concepción
El título del libro sugiere que la in- secular del imaginario nacional, con sus
vestigación abordará las relaciones fami- propios fantasmas, ausencias y silencios
liares en el género fantástico, una perspec- dictados por una normativa que todavía
tiva que en la crítica cultural puede hoy funciona en el inconsciente colectivo.
cerrarse en la individualidad, una mirada El análisis de Kilómetro 31 expone
que desalentaría a lectores interesados en cómo un film de horror poco prestigioso
problemáticas histórico-políticas, en la para la crítica académica —pero que arra-
inscripción concreta de las películas en su sa en las taquillas— construye un universo
contexto de producción. Sin embargo, la simbólico en el que se puede reconocer el
propuesta va mucho más allá del círculo contraste entre el imaginario de un México
familiar y se proyecta incluso más lejos contemporáneo, en sintonía con los valo-
que la esperable referencia a la realidad res del capitalismo occidental, y la ausen-
inmediata o a los temas fetichizados en cia de las raíces indígenas en las que se
los estudios de trauma y memoria históri- asienta parte de la identidad nacional.
ca —que recoge, utiliza y supera— para Desde el comienzo del libro, la lectura de
proponer una lectura menos acotada de la las ausencias —un punto fundamental
cultura. En este sentido, la investigación tanto en la construcción de las mejores na-
se vuelve especialmente ambiciosa y ori- rrativas de horror como en las teorías que
ginal, por lo que necesita del despliegue analizan traumas y espectros— se convier-
teórico que repasa caminos ya tomados te en una pieza fundamental para el análi-
por la crítica, para establecer una nueva sis. St-Georges trabaja puntillosamente no
lectura superadora. sólo con lo que la película muestra y cons-
Las películas seleccionadas presen- truye, sino que posiciona el film en rela-
tan una narrativa que se hace eco de pro- ción con la historia del género de horror
blemáticas que desde hace siglos cruzan mexicano y con la historia del país desde
las sociedades que las produjeron. En el la colonia; para lograr así una lectura pro-
estudio del género fantástico que propone, funda de lo que no se dice, de lo que no se
el libro rescata los fantasmas mejor escon- muestra, del mapa de ausencias y márge-
didos en los armarios de México, España y nes que en su narrativa Kilómetro 31 termi-
Argentina; los rastros de condiciones so- na elaborando. La lectura es especialmen-
ciales preexistentes sobre las que se desa- te didáctica en cuanto a cómo profundizar
rrollaron los hechos ominosos que ahora la interpretación de un texto para relacio-
están calcificados como los episodios trau- nar sus sentidos ocultos con el contexto
máticos del siglo xx. El camino que propo- amplio de la cultura de la que proviene: la
ne St-Georges permite leer en películas de referencia implícita al mito de la Llorona
horror filmadas recientemente, la presen- se conecta, estratégicamente, con el de la
propuesta de darlo por obsoleto— permite rías que por su aplicación mecánica han
construir una perspectiva de lectura en la calcificado sus objetos de estudio, sus hori-
que el concepto de queer se carga de senti- zontes de acción y su dinámica de trabajo.
do político y se constituye como una diso- Con su trabajo, St-Georges recupera de for-
ciación en la trama temporal que impone ma saludable y fresca una perspectiva his-
la ideología hegemónica del capitalismo. tórica relevante en las que se insertan pro-
Quizá la virtud más destacable del ductivamente estrategias de lectura que,
libro sea su claridad. Sin desestimar al lec- de otra manera, se agotan fácilmente en sí
tor, la investigación pacientemente enhe- mismas.
bra distintas teorías necesarias para llegar
a su destino, y las explica claramente, con Álvaro Fernández
precisas referencias para que quien no las Queens College (City University
frecuente pueda iniciarse en ellas. El libro of New York)
alvaro.fernandez@qc.cuny.edu
resulta útil no sólo para quienes trabajen
los films analizados, sino también para re-
visitar o iniciarse en la utilización de teo-