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Aedo Barrena, Facultad Unilateral de Terminar El Contrato, RCHDP 33, 2019

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Revista Chilena de Derecho Privado, Nº 33, pp.

73-96 [diciembre 2019]

FACULTAD UNILATERAL DE TERMINAR

Artículos de doctrina
EL CONTRATO Y BUENA FE CONTRACTUAL*
UNILATERAL POWER TO TERMINATE
THE CONTRACT FOR NONPERFORMANCE
AND GOOD FAITH
Cristián Eduardo Aedo Barrena**

RESUMEN
El presente artículo tiene por objetivo examinar dos cuestiones: Por una
parte, el control al que debe someterse la facultad unilateral de poner
término al contrato por incumplimiento como herramienta de tutela, con-
forme a los parámetros de la buena fe contractual y, por otra, aceptando
que la buena fe es una herramienta de valoración del comportamiento del
acreedor, determinar cuál sería el régimen de responsabilidad aplicable
en el caso que el acreedor ejerza dicha facultad contra la buena fe y cause
daños, en su ejercicio, al deudor.
73
PALABRAS CLAVES: Buena fe, terminación unilateral, responsabilidad con-
tractual.

ABSTRACT

The purpose of this article is to examine two issues. On the one hand,
the control to which the unilateral power to terminate the contract for
nonperformance must be submitted, as a tool of contractual remedy, in
accordance with the parameters of contractual good faith and, on the other
hand, accepting that good faith is a tool of assessment of the behavior

*
Este artículo forma parte del proyecto Fondecyt Regular número 1191729, deno-
minado “Delimitación de regímenes de responsabilidad civil. Elementos y factores a
considerar para una parcial unificación”, del que el suscrito es investigador responsable;
y del proyecto Fondecyt Regular número 1181930, denominado “Exceptio doli generalis:
historia, función e interpretación”, del que es coinvestigador.
**
Profesor de Derecho Civil de la Facultad de Derecho, Universidad Católica de la
Santísima Concepción. Correo electrónico: caedo@ucsc.cl. Dirección Postal: Lincoyán
255 Concepción, Santiago, Chile. Correo electrónico: caedo@ucsc.cl. Artículo recibido
el 10 de junio de 2019 y aceptado para su publicación el 23 de octubre de 2019.
Cristián Aedo Barrena RChDP Nº 33

of the creditor, determine what would be the liability regime applicable


Artículos de doctrina
in the case that the creditor exercises such power against good faith and
causes damage, in its exercise, to the debtor.

KEY WORDS: Good faith, unilateral termination, contractual liability.

I. INTRODUCCIÓN:
LA CUESTIÓN PLANTEADA

La facultad de terminar unilateralmente un contrato envuelve diversas hi-


pótesis que, para efectos de análisis, merecen una necesaria distinción. En
principio, conviene distinguir tres situaciones en las que la terminación de
un contrato puede operar. Cada cual reclama un tratamiento diferenciado
y, atendido el enfoque del presente artículo, podremos concentrarnos en
la primera. Una posibilidad es que el contrato termine porque este ha
otorgado a una parte contratante, el acreedor, la facultad de poner término
unilateral por incumplimiento contractual. Desde ya, es conveniente separar
la posibilidad de resolver unilateralmente el contrato con el desistimiento,
figura que supone la facultad unilateral de renunciar al contrato, por su sola
74 voluntad, sin necesidad de incumplimiento de la contraria1. Y, todavía un
tercer supuesto, es la hipótesis en la que el contratante, el más fuerte, deja
sin efecto el contrato de facto, realizando una conducta que supone ejercer
su voluntad en dicho sentido, que, a su vez, puede implicar una falta de
colaboración en la prestación2.
Desde luego, nuestro principal interés estará en analizar el primer caso,
sin perjuicio que algunas reflexiones puedan ser trasladadas para el segun-
do y tercero. Y, para analizar este problema, debemos revisar si la buena

1
Para lo que acabamos de señalar y un análisis detallado de los casos regulados y
requisitos, véase CAPRILE (2011), p. 271 y ss. Véase, también, para la distinción entre
facultades por incumplimiento contractual y desistimiento, ERBETTA (2017), p. 23 y, con
una discusión sobre sus requisitos, el trabajo de SEVERIN (2018), p. 310.
2
Este es un argumento importante para distinguir la situación de una facultad
contractual pactada. Si se acuerda la facultad de poner término frente al incumplimiento, el
acreedor ejerce una herramienta de tutela. En cambio, si de facto pone término al contrato,
ello puede operar en ausencia de una facultad pactada, respondiendo a un incumplimiento
contractual o evitando la colaboración que debe prestarse al deudor para pagar. En esta
perspectiva se resolvió, por ejemplo, el asunto el asunto Coffe Break EIRL con Sociedad
Concesionaria Aeropuerto Antofagasta (2015): Corte de Apelaciones de Antofagasta, 26
de agosto de 2015, rol 3893-15, MJJ42425. Aunque se trata de un recurso de protección, la
Corte entendió que existía un acto arbitrario, por parte del acreedor, al impedir el ingreso
al deudor a los recintos en los que debían prestarse los servicios, en la medida que no
había pacto que permitiese poner término unilateral al contrato.
DICIEMBRE 2019 FACULTAD UNILATERAL DE TERMINAR EL CONTRATO Y BUENA FE CONTRACTUAL

fe es una regla de comportamiento aplicable al ejercicio de las facultades

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del acreedor frente al incumplimiento. Aceptado lo anterior, conviene
examinar el régimen de responsabilidad aplicable en el supuesto que el
acreedor cause daño a su deudor, en el ejercicio de dicha herramienta.

II. LA RESOLUCIÓN COMO HERRAMIENTA DE TUTELA DEL ACREEDOR

Las distintas herramientas de tutela o remedios del acreedor se insertan en


una nueva comprensión del derecho contractual. Así, para que el acreedor
pueda dirigir las denominadas herramientas de tutela en contra del deudor,
es necesario que este haya incumplido el contrato, ¿qué debe entenderse
por incumplimiento? Modernamente, se ha pensado que el concepto de
incumplimiento es un concepto neutro y que se traduce en la desviación
de la prestación pactada que impone el contrato, con independencia de
la obligación de que se trate y de que dicha falta de ejecución sea o no
imputable al deudor. En definitiva, incumplimiento se concibe como
insatisfacción del interés del acreedor3.
Así, el derecho de obligaciones chileno se ha ido modernizando de
la mano de quienes consideran, como los autores antes citados, que el
incumplimiento es un concepto neutro, amplio y objetivo y que se traduce 75
en la insatisfacción del interés del acreedor4. Algunas de estas pretensio-
nes, por tanto, como la responsabilidad contractual en sentido estricto,
requerirán de culpa o dolo, mientras que para otras, se exigirán requisitos
de distinta índole, como la gravedad del incumplimiento, a propósito de
la resolución5.

3
Véase JORDANO (1987), p. 31 y MORALES MORENO (2006), pp. 56-57. Véase también,
FERNÁNDEZ (2012), pp. 201-202. Para la recepción de un modelo objetivo de incumplimiento
en el derecho comparado, véase, además, de Antonio Manuel Morales Moreno, PALAZÓN
(2014), pp. 17; 119 y ss. En cuanto a los instrumentos europeos de armonización de remedios
contractuales, se acepta también un concepto neutro, amplio y objetivo de incumplimiento.
Así, el art. 87 del CESL; art. III.-1:102 (3) del DCFR; artículo 8:101 del PECL; artículo
7.1.1. del PICC. Para un análisis de esta materia en los instrumentos europeos, véase
BLANDINO (2015), p. 331 y ss.
4
Es el enfoque de los PLDC, que define incumplimiento en el art. 83 en los siguientes
términos: “Artículo 86. Concepto de incumplimiento (1) Incumplimiento es la falta de
ejecución del contrato en la forma pactada. (2) El cumplimiento imperfecto comprende
toda disconformidad entre lo acordado y lo ejecutado por el deudor. (3) El incumplimiento
del deudor comprende el hecho de las personas que emplee para ejecutar su prestación”.
Véase DE LA MAZA; PIZARRO y VIDAL (2017), p. 55 y ss.
5
VIDAL (2007a), pp. 56-57; VIDAL (2007b), p. 162; VIDAL (2009), p. 364; VIDAL (2011)
p. 108 y ss.; BARROS (2008), p. 408; BARROS (2009a), pp. 305; 308; BARROS (2009b), p. 145;
PIZARRO (2008), p. 399 y ss.; DE LA MAZA (2014), pp. 151-153.
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Operado el incumplimiento, el acreedor goza, en consecuencia, de una


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serie de herramientas que puede dirigir en contra del deudor a su elección6.
Y ello, contra el criterio de la doctrina chilena tradicional, que extendía
la exigencia de imputabilidad para cualquier herramienta, incluyendo la
resolución, con el argumento de que, de otro modo, el caso fortuito no
podría operar como causa de liberación del deudor7.
El sustento para esta mirada moderna del incumplimiento se encuen-
tra, a su vez, en una relectura del principio de la fuerza obligatoria, desde
que la perspectiva debe estar puesta, necesariamente, en los intereses
de las partes: en función de dichos intereses, deben ser organizadas las
herramientas a favor del acreedor, pudiendo este elegir la herramienta
que intentará, cuando la prestación no se ha satisfecho8. Ello viene de la
mano de una manera, que se ha denominado más realista, de comprender
el contrato9.
En cuanto a la facultad unilateral de terminar el contrato por incum-
plimiento, la doctrina chilena tradicional ha entendido que el pacto, con
independencia de la intervención judicial, es un caso de resciliación.10
René Abeliuk estima, por el contrario, que una revocación unilateral
referida al incumplimiento de una obligación, se traduce siempre en un
pacto comisorio calificado11.
76
6
BARROS (2008), p. 408. Véase también, VIDAL (2007b), pp. 170-172.
7
PEÑAILILLO (2003), pp. 411-413; RAMOS (2004), pp. 166-168; ABELIUK (2014), p. 471.
Para descartar el argumento del caso fortuito como causa de liberación del deudor de
todos los remedios contractuales, véase BRANTT (2010), p. 161 y ss.
8
VIDAL (2007c), p. 517 y ss.; PIZARRO (2008), p. 395 y ss.; BAHAMONDES (2011), pp.
244-245; MORALES (2013), tomo III, vol. 1, pp. 391-392. Para la perspectiva de la doctrina
tradicional, véase, por todos, ALESSANDRI; SOMARRIVA y VODANOVIC (2004), vol. II, pp.
258-260.
9
VIDAL (2011), p. 258. Como señala Álvaro Vidal: “El contrato no se concibe sólo
como un instrumento creador de derechos y obligaciones sino, también, como mecanismo
de organización y satisfacción del interés de las partes. Se habla de una noción más realista
del contrato, que no lo entiende sólo como un dispositivo de creación de relaciones
jurídicas, aunque también le corresponda ese cometido, sino como algo más complejo y
de más amplio alcance: como un medio a disposición de los particulares para organizar sus
propios intereses y conseguir la satisfacción de los mismos. En efecto, el contrato, primero
que todo, se ocupa de la organización, regulación y la ulterior satisfacción de los intereses
de las partes. Éstas, al contratar, buscan la consecución de un propósito práctico que solo
obtendrán con el cumplimiento fiel y oportuno del contrato, propósito que interesa en la
medida que se hubiere incorporado, explícita o implícitamente, a la regla contractual”.
10
LÓPEZ (1998), tomo I, p. 322. Cfr. con ABELIUK (2014), pp. 679; 1367-1368, que con-
sidera la resciliación como un acto bilateral, una convención, no un acto jurídico unilateral.
11
ABELIUK (2014), pp. 1367-1368. En el mismo sentido, ALESSANDRI, SOMARRIVA y VO-
DANOVIC (2004), p. 111. También identifica las cláusulas resolutorias con el pacto comisorio,
BOTTESELLE (2011), p. 71 y ss.
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En cambio, en el nuevo enfoque contractual, la tendencia dogmática

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moderna es admitir el ejercicio de la facultad extrajudicial, distinguiéndolo
del pacto comisorio12. Iñigo de la Maza y Álvaro Vidal han explicado
suficientemente las diferencias entre el pacto comisorio y la cláusula
resolutoria, en cuanto la segunda implica el ejercicio extrajudicial, no bas-
tando el mero incumplimiento13. Veamos ahora cuáles son las exigencias
que, conforme a la buena fe, supone el ejercicio de la facultad unilateral
de resolución.

III. BUENA FE,


¿SUJETA AL ACREEDOR EN EL EJERCICIO DE UNA POTESTAD
FRENTE AL INCUMPLIMIENTO?

1. Principio de buena fe como regla integradora

Desde el punto de vista objetivo, la buena fe se traduce en un patrón de


comportamiento leal y correcto que deben mantener los contratantes14.
El art. 1546 del Código Civil dispone que los contratos deben ejecutarse de
buena fe y no solo cumplirse, lo que indica que este comportamiento se
le exige a ambos contratantes, en sus respectivas calidades de acreedor 77
o deudor15.
Para determinar el alcance de la conducta que debe ser exigida a las
partes, se hace necesario precisar cuál es la regla contractual a la que se
han sujetado. El principio de la fuerza obligatoria del contrato admite una
12
Sobre esta cuestión, véase PIZARRO (2007), p. 11 y ss.; ELORRIAGA (2013), pp. 408-410.
13
DE LA MAZA y VIDAL (2018), pp. 514-515.
14
José Luis de los Mozos señala que, en definitiva, la buena fe constituye una regla de
conducta, a la que debe adaptarse el comportamiento jurídico de los hombres: “...su forma
jurídica dependerá entonces de la privata lex por ellos creada (buena fe objetiva), en el
ancho campo de los negocios jurídicos (...) o en otro caso (buena fe subjetiva) dependiendo
de las condiciones impuestas para que surja un efecto jurídico determinado”. Advierte que,
en su proyección objetiva, la buena fe, como comportamiento de fidelidad, se despliega
en el mismo plano que el uso o la ley, es decir, adquiere función normativa, pues no se
basa en la voluntad de las partes, sino en la adecuación de esa voluntad al principio que
inspira y fundamenta el vínculo negocial. DE LOS MOZOS (1965), p. 40. Sobre la buena
como parámetro de comportamiento leal exigible a los contratantes, véase especialmente
SCHOPF (2018), pp. 114-115.
15
RODRÍGUEZ (1992), pp. 167; 206. Como señalan Jorge López y Fabián Elorriaga:
“Como el estándar o regla de la buena fe objetiva tiene valor normativo, no sólo por
figurar entre los preceptos legales del ordenamiento (1546 del Código Civil chileno), sino
por autorizar al tribunal para determinar los efectos jurídicos del contrato en discusión,
ampliando, precisando o restringiendo el tenor del acto jurídico según las circunstancias...”.
Véase LÓPEZ Y ELORRIAGA (2017), p. 435 y ss.
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relectura, en cuanto la relación contractual gira en función de los intereses


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de las partes16. Como señalan Álvaro Vidal e Iñigo de la Maza, el propó-
sito práctico del contrato se ha traducido, en el ámbito jurisprudencial,
en una extensión de las reglas del contrato, más allá de lo pactado, de
acuerdo con las reglas de la buena fe17. En el mismo sentido, Francisco
Jordano entiende que no puede desconocerse una tendencia general del
ordenamiento que involucra un ensanchamiento del instituto, paralela a
la creciente operatividad de la buena fe18. Y ello es porque, siguiendo a
Adrián Schopf, la concepción moderna del contrato, desde la óptica de la
buena fe, implica que es un instrumento de cooperación entre las partes
y, por consiguiente, cada parte debe colaborar, desde su posición con-
tractual (acrredora o deudora), para que se alcance el interés contractual
perseguido19.
La integración, a partir de la buena fe es, por consiguiente, una ope-
ración clave en la interpretación contractual, en la medida que permite
fijar con mayor precisión y acorde los intereses, la órbita de lo pactado20.
Y ello tiene mucha relevancia, pues, lo pactado, como enseña María
Graciela Brantt, permite definir una órbita de riesgos que son asumidos
contractualmente. Señala la autora:

78 “Tomando en cuenta ese conocimiento real o presunto, y con base


en la buena fe, pueden considerarse asumidos por el deudor aque-
llos riesgos originados en la actividad que debe desarrollar para
cumplir, de modo tal que el acreedor puede a su vez contar con

16
Por todos, MORALES (2013), tomo III, vol. 1, pp. 391-392.
17
VIDAL y DE LA MAZA (2014), pp. 19-23. Véase también FRIED (1996), p. 128; MORELLO
(2003), pp. 40-43; 273-274; NEME (2018a), pp. 38-39 y, en profundidad, DE LA MAZA y
VIDAL (2018), pp. 182-190.
18
JORDANO (1987), p. 31.
19
SCHOPF (2018), p. 116.
20
La buena fe permite la integración, en la medida que dicha operación se haga con
aquellas cosas que pertenecen a la naturaleza de una obligación pactada o que pueden
incorporarse por ley o en razón de la costumbre y no se traduce dicho parámetro, en
consecuencia, en una fuente de deberes contractuales. En este sentido resolvió el fallo
Administradora de Recursos Humanos y Marketing Adpex Ltda. con Distribución y
Servicio (2012): Corte Suprema, 31 de enero de 2012, rol 1180-11, MJJ30767. Como
señala GUZMÁN (2004), pp. 87-88; 90 y 94, cuando el art. 1546 discurre sobre las cosas que
emanan de la naturaleza de la obligación, no está definiendo una expresión técnica. Se
trata de un giro del lenguaje utilizado para expresar la idea que a partir del ser, estructura
u organización de la obligación, puede derivarse algo no declarado, pero que resulta
necesario para la total satisfacción de la prestación pactada. Agrega que aquellas cosas
del art. 1546 no son obligaciones en sentido técnico, aunque pueden serlo y concluye in-
dicando que el art. 1546 al ampliar el círculo de obligaciones no ha querido declarar que
ello sea la buena fe en sí misma.
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que, de verificarse un riesgo que corresponda a dicho ámbito, el

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deudor lo controlará –impidiendo que afecte el cumplimiento– y de
no ser así, le indemnizará el daño derivado del incumplimiento. En
este sentido, adquiere relevancia la buena fe, que actúa generando
y protegiendo la confianza del acreedor en el control de dichos
riesgos por parte del deudor”21.

2. Buena fe y ejercicio de la facultad de resolución


por incumplimiento contractual

Ya examinado que, desde el nuevo enfoque contractual, lo pactado se


extiende, conforme al parámetro de la buena fe, para exigir al deudor
aquello necesario para alcanzar la satisfacción del interés del acreedor, con
los límites que el art. 1546 impone a la integración contractual22. Dicho
parámetro de comportamiento leal exige que el acreedor se desenvuel-
va, en su calidad, conforme a pautas de lealtad para con su deudor. En
principio, por consiguiente, las conductas exigidas al deudor y aquellas
esperadas del acreedor, son las propias del cumplimiento contractual.
En otras palabras, no cabe duda que el acreedor debe colaborar con su
deudor, a efectos de que satisfaga la prestación23.
La cuestión está en determinar si, además, en el ejercicio de sus faculta- 79
des, en especial aquellas herramientas con las que cuenta el acreedor frente
al incumplimiento y, en particular, la facultad de resolver unilateralmente
el contrato, este debe apegarse a una pauta de buena fe.

21
BRANTT (2010), p. 87. Con una óptica distinta, relativa al tipo de objeto pactado,
véase el interesante análisis de MEJÍAS (2011), p. 101 y ss. En el mismo sentido, incluso
para fundar, desde la regla de previsibilidad, la culpa del acreedor en el daño, véase SAN
MARTÍN (2017) en especial p. 603 y ss.
22
Para esta cuestión, véase, como fundamento de la buena fe en la confianza de
satisfacción del interés ajeno, SCHOPF (2018), pp. 118-120.
23
Se ha discutido la naturaleza del comportamiento exigido al acreedor. Para un
sector de la doctrina comparada, las conductas del acreedor que tienden a la facilitación
de la liberación del deudor constituyen cargas y no auténticos deberes. Véase CATTANEO
(1964), pp. 54-65; DÍEZ-PICAZO (2008), p. 737 y en DÍEZ-PICAZO (1964), pp. 357-358. En
un sentido similar, CABANILLAS (1988), p. 72 y ss., se trata de una auténtica carga y no
de un deber o una obligación que se impone al acreedor. Otro sector considera que el
acreedor tiene el deber de colaboración, que puede distinguirse, técnicamente, de una
obligación. Para esta cuestión, véase AEDO (2008), p. 281 y ss.; SAN MARTÍN (2009), pp. 194-
195; PRADO (2015), pp. 108; 135 y ss. En un sentido similar, RODRÍGUEZ (1992), p. 210
y MARTINS-COSTA (2004) pp. 110-111. Véase también, CABALLERO (1992), p. 128. Con
carácter más general, la buena fe para el acreedor, se ha reflexionado desde la perspectiva
del resguardo del propio interés, como ocurre con la carga de mitigar daños. Para esta
cuestión, véase DOMÍNGUEZ (2005), p. 85; FUENTES (2005), p. 226; VIDAL (2008) pp. 452-
454; SAN MARTÍN (2012), pp. 314-315 y PÉREZ (2015), p. 21.
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En la doctrina chilena, en principio, la buena fe en el ejercicio de


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herramientas de tutela frente al incumplimiento puede ser leída desde
la “excepción de contrato no cumplido”, consagrada para algunos, entre
nosotros, en el art. 1552 del Código Civil, para los contratos bilaterales24.
Patricio Carvajal, por ejemplo, ha enfocado la cuestión del ejercicio de la
facultad resolutoria desde la buena fe, fundando la cuestión en el citado
art. 155225.
Por otro lado, en el caso del ejercicio de la facultad unilateral de ter-
minar el contrato, sobre todo en el ámbito mercantil, se ha desarrollado,
siguiendo a Jorge López Santa María, la necesidad de invocar una causa
grave, como el deficiente desempeño de la contraparte, en cuanto no debe
ejercerse de forma abusiva, ni traspasar los límites de la equidad y buena
fe26, es decir, que el incumplimiento se traduzca en un grave desequili-

24
En este sentido, véase la interesante exposición, a la luz del art. 1460 del Codice Civile
de 1942 y la jurisprudencia italiana, NANNI (1988), p. 473 y ss. Para la aplicación de la
jurisprudencia alemana, con base en la exceptio doli, véase WIEACKER (1977), pp. 66-68, en
términos que nadie puede pretender un tratamiento favorable por el ordenamiento, cuando
su comportamiento ha sido contrario al contrato; y, para el caso español, DELL’AQUILA
(1981), p. 172. En la jurisprudencia, véase el fallo Martin Hizmeri con Servicios Médicos
80 Tabancura S.A. (2015): Corte de Apelaciones de Santiago, 6 de abril de 2015, rol 599-15,
MJJ41256.
Se ha discutido si la denominada excepción de contrato no cumplido se encuentra
recogida en el art. 1552 del Código Civil. Se ha pensado que dicha norma consagra la
compensación de moras, a efectos de indemnización de perjuicios, pero que no impide
el ejercicio, por ejemplo, de la acción resolutoria. Con un profundo estudio histórico y
dogmático, puede consultarse el problema en CHINCHILLA (2017), pp. 35 y ss., 197 y ss.
25
Según Patricio Carvajal: “d) El incumplimiento grave. Respecto de la trascendencia
o suficiente entidad del incumplimiento, para nuestra jurisprudencia y doctrina la
aplicación del artículo 1552 del Código Civil (asimilable al problema de la resolución,
como ya se explicó), abarca todos los incumplimientos de carácter importante, es decir,
todos aquellos por cuya entidad se infrinja el deber del comportamiento de buena fe. Esto
está en la línea de los fundamentos para justificar la institución misma de la resolución
por incumplimiento; dentro de los cuales, el que tiene mayor acogida y resulta más claro
para explicar por qué la resolución debe fundarse en un incumplimiento grave, es el de
la interdependencia en las prestaciones y su debido equilibrio, o, lo mismo, la equidad
de las prestaciones recíprocas –medido el mérito de la finalidad del contrato desde el
punto de vista económico y aun moral, pero, en todo caso, concreto y práctico”. CARVAJAL
(2016), pp. 125-126.
26
LÓPEZ (1998), p. 321, nota 473; ÁLVAREZ (1986), pp. 158-159, considera que la gra-
vedad del incumplimiento como condición del ejercicio de la facultad del acreedor se
funda, precisamente, en la buena fe contractual. También se ha acordado por la doctrina
que, en los contratos de concesión de obra pública, el ejercicio de la facultad unilateral de
poner término al contrato, debe fundarse en un incumplimiento grave, que debe haber
operado en la realidad y no en el mero arbitrio del órgano estatal. Véase JEQUIER (2013),
p. 298 y ss. y CARVAJAL (2016), pp. 106-108.
DICIEMBRE 2019 FACULTAD UNILATERAL DE TERMINAR EL CONTRATO Y BUENA FE CONTRACTUAL

brio contractual27. Abordando la cuestión de la facultad de terminación

Artículos de doctrina
unilateral, Carlos Pizarro Wilson ya había propuesto que el ejercicio de
dicha facultad debería moderarse, mediante un control a posteriori, con
el estándar de la buena fe28.
En la jurisprudencia, hemos encontrado dos lecturas, que han resuelto
el problema, principalmente, por la vía del recurso de protección. Una
línea tradicional considera que el ejercicio de la cláusula se funda en el
pacta sunt servanda y, en cuanto tal, el ejercicio no está limitado a ningún
control de razonabilidad. Un ejemplo es el fallo de la Corte de Apelacio-
nes de Concepción, de 13 de septiembre de 2016, en el que se resolvió:

“La relación jurídica entre las partes de un contrato de cuenta co-


rriente se encuentra inmerso dentro del principio de la autonomía
de la voluntad, por lo que las partes pactaron libremente, entre
otras cosas, las causales de término del mismo, las que incluso
pueden ser unilaterales”29.

En un sentido similar, la Corte de Apelaciones de Santiago, de 19 de


diciembre de 2016, en la que se señala que, siendo la relación de cuen-
ta corriente un contrato intuito personae, tanto el banco como el cliente
pueden poder término al contrato cuando la confianza se ve traicionada, 81
lo que constituye, a nuestro juicio, una invocación a un contenido ético
contractual, fundado en la buena fe30.
Una segunda lectura jurisprudencial califica el ejercicio de la facultad
unilateral de poner término al contrato, bien desde la óptica del derecho
público (exigiendo fundamentación en la decisión), bien invocando la
buena fe, en términos de exigir que el ejercicio se adecue a dicho pará-

27
En este sentido, para la dogmática italiana especialmente, DELL’AQUILA (1981), p. 182.
Para la dogmática y jurisprudencia española, que niega su ejercicio cuando el acreedor
actúa contra la buena fe, GREGORACI (2015), p. 85 y ss.
28
PIZARRO (2007), p. 14 y ss.
29
Alexis Fischman Rajii con BBVA (2016): Corte de Apelaciones de Concepción, 13
de septiembre de 2016, rol 18.054-16, MJJ46373. Véase, en un sentido similar, Consorcio
Compsa Pilasi con Servicio de Salud de Antofagasta (2016): Corte de Apelaciones de
Antofagasta, de 16 de noviembre de 2016, rol 2413-13, MJJ48235.
30
César Rojas Gaete y otros con Banco Santander Chile (2016): Corte de Apelaciones
de Santiago, de 19 de diciembre de 2016, rol 122.306-16, MJJ48157: “El ‘Contrato de
Operaciones Bancarias’ y entre estos el de cuenta corriente bancaria es intuito personae,
en el que la confianza entre los contratantes resulta esencial en la continuidad del mismo,
tanto para el cliente como para el Banco. En el caso, el recurrido dio razones suficientes
por las cuales no desea continuar con las cuentas corrientes y productos asociados del
recurrente y de las empresas que él representa, y por ello, su actuación no puede ser
tildada de arbitraria, caprichosa, o que ello no obedece a una razón”.
Cristián Aedo Barrena RChDP Nº 33

metro. En esta línea se mueve, por ejemplo, en la sentencia de la Corte


Artículos de doctrina
de Apelaciones de Santiago, de 7 de agosto de 2017, que señaló:

“La decisión del Ministerio de Bienes Nacionales, en orden a decidir


unilateralmente poner término a la concesión onerosa directa de la
que es titular el recurrente Jungla Salvaje, sin interponer las acciones
legales ante el Tribunal Arbitral que dispone la ley en el D.L 1939
y que fueron expresamente transcritas en el contrato de concesión,
constituye una vulneración de la garantía constitucional que asegura
el derecho a no ser juzgados por comisiones especiales, sino por
tribunales legalmente establecidos, que se encuentra consagrada en
el artículo 19 N °3 de la Constitución Política de la República, que
establece que ‘Nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales,
sino por el tribunal que señalare la ley y que se hallare establecido
por ésta con anterioridad a la perpetración del hecho’ ”31.

Por tanto si, de acuerdo con lo razonado, aceptamos que la buena fe


alcanza el ejercicio de herramientas de tutela del acreedor como conse-
cuencia del incumplimiento contractual, dicho ejercicio debería reunir al
menos dos condiciones:
82 a) que el fundamento esté constituido por la gravedad del incumpli-
miento de la otra parte32 y
b) que su ejercicio venga precedido de un comportamiento, a su vez,
leal y correcto de quien ejerce la facultad.

31
Jungla Salvaje S.A. con Ministra de Bienes Nacionales (2017): Corte de Apelaciones
de Santiago, 7 de agosto de 2017, rol 21.638-17, MJJ50796. Se ha exigido fundamento
razonable para la terminación unilateral, incluso en los casos del ejercicio de la facultad
de desistimiento. Véase Exportadora de Hoteles Norte S.A. con BBVA (2016): Corte de
Apelaciones de Santiago, 28 de julio de 2016, rol 21.960-16, MJJ45700. Según la Corte: “El
término unilateral es un elemento de la naturaleza en los contratos de duración indefinida.
La normativa de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras reconoce el
derecho de término unilateral como una facultad que poseen ambos contratistas y, que
los propios contratos de cuenta corriente allegados al tribunal, otorga el mismo derecho
de cierre, sin expresión de causa tanto al banco como al cuenta correntista. La facultad
que otorga el contrato de proceder al término unilateral del mismo resulta ser arbitrario,
es decir, desprovisto de un fundamento racional, especialmente si este cierre se habría
producido por el giro comercial que mantiene referido a negocios de «moteles», lo cual, en
el caso de resultar verosímil, no alcanza a constituir un motivo suficiente para justificar la
decisión tomada por el banco. El motivo antes expuesto resulta suficiente para demostrar
la arbitrariedad e ilegalidad cometida por el señalado banco, más aún, cuando a la vigencia
de la relación contractual con el recurrente se le ha puesto término sin explicitar un motivo
determinado”. Véase también el fallo Ubilla con Ilustre Municipalidad de Chillán Viejo
(2018): Corte de Apelaciones de Chillán, 3 de julio de 2018, rol 1-18, MJJ56311.
32
En este sentido, véase PIZARRO (2007), p. 14 y ss. y DE LA MAZA y VIDAL (2018), p. 517.
DICIEMBRE 2019 FACULTAD UNILATERAL DE TERMINAR EL CONTRATO Y BUENA FE CONTRACTUAL

En cuanto a la primera condición, que es el requisito fundamental

Artículos de doctrina
que reclama la doctrina chilena, y la jurisprudencia que se ha examinado,
corresponde con la orientación moderna que desde una relectura de las
herramientas de tutela del acreedor, exige que el ejercicio de la facultad
resolutoria, frente al incumplimiento, sea como consecuencia de un incum-
plimiento grave33. La exigencia, por lo demás, está en plena armonía con los
instrumentos de armonización, tanto europeos como latinoamericanos34.
La buena fe como parámetro de conducta, implica que la valoración
que debe hacer el juez en caso de conflicto es, necesariamente, a posteriori.
En otras palabras, no es la cláusula en sí misma la que puede pensarse
como atentatoria al equilibrio contractual, sino su ejercicio, antojadizo,
contrario al patrón de conducta ético que se debe esperar del acreedor, lo
que se traduciría en un rechazo a la pretensión del acreedor y la primera
cuestión para juzgar ello es que el incumplimiento sea grave.

33
BRANTT (2010), pp. 5-7; MEJÍAS (2011), pp. 88-91; DE LA MAZA y VIDAL (2018),
pp. 260-261; 430 y ss. Para una vinculación entre la valoración de la gravedad en el in-
cumplimiento y buena fe, véase NANNI (1988) pp. 525-526. Según el autor, el ejercicio de
buena fe de la facultad resolutiva supone que no puede aceptarse su ejercicio cuando el
acreedor tolera un incumplimiento parcial o tardío del deudor.
34
Los modelos codificados latinoamericanos más modernos contemplan la resolución 83
unilateral y extrajudicial por incumplimiento entre las herramientas del acreedor, en casos
de incumplimiento grave. Se consagra así en los arts. 1077 y 1078 del Código Civil argentino,
para la terminación unilateral. Sin perjuicio, se regula la condición resolutoria tácita, en el
art. 1087 y, en ese caso, se deben cumplir los requisitos establecidos en el art. 1088 para
hacerla efectiva: a) incumplimiento grave; b) mora; c) intimación extrajudicial, dentro de los
quince días de operado el incumplimiento. En términos similares, el Código Civil del Perú,
arts. 1428 y 1429; Código Civil de Paraguay, art. 728 y el de Bolivia, art. 570. En cuanto a
los PLDC, trata la resolución por incumplimiento en la sección 2ª, “Medios de tutela del
acreedor”, arts. 97 a 101. Como en el caso de los códigos latinoamericanos más modernos,
establece la resolución judicial y un sistema de resolución extrajudicial, vía comunicación
de una de las partes (arts. 97 y 98) y lo sujeta a la gravedad del incumplimiento. Véase,
DE LA MAZA GAZMURI, PIZARRO Y VIDAL (2017), p. 68. En el caso del derecho europeo
y, en particular, de los PECL, que recogen la tradición europea común, la resolución
es tratada en los arts. 9:301-9:309. Regula, el art. 9:301, la facultad de poner término
unilateralmente al contrato, cuando existe incumplimiento esencial (art. 9:301). Para esta
cuestión, véase ZIMMERMANN (2002), p. 302 y ss.; DÍEZ-PICAZO; ROCA y MORALES (2002),
p. 349 y ss. También se regula así en el denominado DCFR, en el libro III, arts. 3:502
al art. 3:505, en términos que se admite una resolución unilateral, por incumplimiento
esencial. Sobre el texto del DCFR véase JÉREZ (2015), p. 141 y ss. Sobre los propósitos
y fundamentos del DCFR véase EIDENMÜLLER, FAUST, GRIGOLEIT, JANSEN, WAGNER y
ZIMMERMANN (2009), p. 1462 y ss. y, JANSEN y ZIMMERMANN (2010), p. 98 y ss. Es la línea
que sigue también la reforma del Código Civil francés, que admite expresamente, en el art.
1226, la resolución unilateral, a riesgo del acreedor, en el caso de incumplimiento grave,
acogiendo así la solución que, desde 1998, había admitido la Corte de Casación. Sobre
la cuestión, MOMBERG (2015), p. 137.
Cristián Aedo Barrena RChDP Nº 33

La segunda condición, es decir, que quien ejerza la facultad tenga, a


Artículos de doctrina
su vez, un comportamiento leal y correcto con el deudor, se ha traducido,
también con fundamento en la buena fe, en un rechazo del comporta-
miento abusivo del acreedor. En efecto, sobre la base de distintas normas
y tradiciones jurídicas, puede estimarse en esta segunda condición, una
reminiscencia de la exceptio doli, en cuanto el ejercicio de una facultad en
contra de la buena fe, habilita al deudor para someter jurisdiccionalmente
una evaluación de su ejercicio35.
Como enseña Franz Wieacker, la exceptio doli fundamenta, hoy día,
la inadminisbilidad de una conducta contraria a la buena fe y que, en
términos procesales, reúne todas aquellas máximas que exige a una parte,
una conducta ético-jurídica, como venire contra factum propium, dolo
agit qui petit quod statim redditurus est; incivilite agere (acción inicua o
desconsiderada), entre otros36. Como indica Luca Nanni, la introducción
de la jurisprudencia italiana de la exceptio doli y de la determinación de
la buena fe, ha permitido una más adecuada valoración del margen de
sacrificio al que se sujetan los contratantes37: por ello, la buena fe se ha con-
siderado un atentado al equilibrio contractual que las partes determinan
al momento de su celebración, lo que impediría todo ejercicio abusivo de
la cláusula. La buena fe actúa, en consecuencia, como parámetro y límite
84 del ejercicio de un derecho, sujetando al acreedor a deberes de lealtad y
corrección en ese ejercicio38.
En definitiva, la exigencia de la buena fe en el ejercicio de la facultad
unilateral de resolución, por parte del acreedor, evita que su ejercicio sea

35
La exceptio doli se traducía en una excepción de carácter general, que favorecía al
demandado frente a cualquier acción contraria a la buena fe, aunque no sea engañoso, en
tanto se entiende, según D. 17,2,3,3, que la buena fe es contraria al fraude y a dolo; (“fides
bona contraria est fraudi et dolo”). Para su origen histórico, GUZMÁN (2014), p. 161 y NEME
(2016), p. 179 y ss. Para la recepción de la exceptio doli y la recepción de la buena fe en
el ámbito contractual, no obstante las diferencias en las tradiciones jurídicas en Europa,
véase ZIMMERMANN (2009), pp. 49-50, 74-77.
36
WIEACKER (1977), pp. 60-61. Para su inclusión en la dogmática española, véanse las
interesantes reflexiones de DÍEZ-PICAZO (2014), pp. 232-234. Como muestra magníficamente
NEME (2018a), pp. 77-84, los textos romanos son abundantes en establecer criterios de
delimitación de las facultades del acreedor, como la imposibilidad de ejercerlo más allá
de la medida, sin razón válida o justa, con injusticia, desproporción, sin fundamento o por
motivo insignificante, con deslealtad, con injuria que, en definitiva, apuntan al ejercicio
de las facultades con discreción y equilibrio, intentando causar el menor daño posible.
37
NANNI (1988), p. 524.
38
Sostiene DÍEZ-PICAZO (2014), p. 202: “El ejercicio de un derecho subjetivo es contrario
a la buena fe no sólo cuando no se utiliza para la finalidad objetiva o función económica
o social para la cual ha sido atribuido a su titular, sino también cuando se ejercita de una
manera o en unas circunstancias que lo hacen desleal, según las reglas que la conciencia
social impone en el tráfico jurídico”. Véase también, EKDAHL (1989), p. 32.
DICIEMBRE 2019 FACULTAD UNILATERAL DE TERMINAR EL CONTRATO Y BUENA FE CONTRACTUAL

abusivo39. Las dos condiciones examinadas se traducen en un mecanismo

Artículos de doctrina
efectivo de defensa para el deudor, si el ejercicio de la mentada facultad
fuese revisada judicialmente. Además, que el deudor tiene derecho a que el
acreedor le indemnice los perjuicios que le cause. Pero para aproximarnos
a esta cuestión, resulta interesante analizar el régimen de responsabilidad
en la que la demanda debería encaminarse.

IV. EJERCICIO DE UNA FACULTAD CONTRARIA A LA BUENA FE,


¿ACARREA RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL PARA EL ACREEDOR?

Dos son los supuestos para estar en presencia de responsabilidad con-


tractual: el vínculo contractual y el incumplimiento de la obligación.
La responsabilidad contractual, en el sentido propio del término, queda
circunscrita al incumplimiento de obligaciones derivadas de contratos40.
Y, como corolario lógico, delimitan su concepto a la reparación de los
perjuicios compensatorios. En esta perspectiva, la responsabilidad con-
tractual debe distinguirse de los otros remedios concedidos en favor del
acreedor. Y, como corolario lógico, delimitan su concepto a la reparación
de los perjuicios compensatorios41. En esta perspectiva, la responsabili-
dad contractual debe distinguirse de los otros remedios concedidos en 85
favor del acreedor42. Por tanto, el régimen común y supletorio es el de
responsabilidad aquiliana43. Como consecuencia, la culpa representa un
papel primordial (no delimitado), en el sistema de responsabilidad por
infracción del contrato44.
39
Esta es la posición de NEME (2018a), pp. 20 y ss., 55-60, que considera que la cláu-
sula resulta de la legitimidad del contrato, pero que comporta un riesgo de abuso que
debe ser evitado, en tanto la buena fe incorpora como cláusula general del contrato, una
prohibición del ejercicio abusivo de facultades conferidas al acreedor.
40
En un sentido técnico, la noción de incumplimiento solo puede asociarse al
incumplimiento de una obligación y nunca a la insatisfacción de una carga o de un deber
(que, en el derecho italiano, se denomina obblighi, para diferenciarlo con la obligazione).
Véase, por todos, BIANCA (2018), pp. 3-4: “Di inadempimento non può neppure parlarsi
nell’ipotesi di inosservanza di un onere. L’onere rileva infatti esclusivamente quale requisito
per il conseguimento di un risultato favorevole. L’inadempimento debe escludersi, ancora,
con riguardo agli obblighi generici di rispetto altrui. La violazione di tali obblighi dà luogo
all’illecito extracontrattuale: figura que ha in comune con l’inadempimento la qualifica della
illecità, ma che rispetto ad esso si differenzia nettamente per la diversità dei presupposti
e degli effetti”. En un sentido similar, CASTRONOVO (2018), pp. 504-505.
41
BRANTT (2010), p. 191 y ss.; MALAURIE et al. (2016), p. 584 y ss.; AEDO (2018), p. 621 y ss.
42
BIANCA (2018), pp. 120-121, 263 y ss.
43
BARROS (2009c), p. 975 y ss.; MORELLO (2003), pp. 276-277, 300-301.
44
PANTALEÓN (1991), pp. 1043-1044. Véase también PANTALEÓN (1993), p. 1727. MALAU-
RIE et al. (2016), pp. 542-543.
Cristián Aedo Barrena RChDP Nº 33

En definitiva, como señala Enrique Barros, la fundamental distinción


Artículos de doctrina
entre los regímenes de responsabilidad se encuentra en la voluntad de
obligarse, frente al hecho ilícito como fuente obligacional. En efecto, la
responsabilidad contractual viene precedida por una relación que, sometida
a los controles de eficiencia y eficacia de la voluntad, constituye un régimen
diseñado, delineado por las partes45; en otros términos, y a diferencia del
sistema de responsabilidad aquiliano, son las partes las que pueden diseñar
el régimen y delimitar la responsabilidad (conforme a los arts. 1547, 1556
y 1558). Por la misma razón, se ha sostenido que el eje articulador de la
diferencia de los regímenes se encuentra, precisamente, en el art. 155846.
Dado que, como exponen María Graciela Brantt y Claudia Mejías47,
el contrato determina una órbita de riesgos asumida por los contratantes,
el ámbito de la reparación está limitado a los que las partes previeron
o debieron prever a la época de celebración del contrato, siendo el eje
de articulación de dichos riesgos la culpa48. Como afirma John Fleming,
mediante el contrato se trata de promover una voluntaria asignación de
riesgos en una sociedad que se autorregula libremente, mientras que en
la responsabilidad extracontractual se asignan riesgos, de acuerdo con las
valoraciones de la comunidad, por decisión de los tribunales o la ley49.
Si el acreedor ha ejercido su facultad, el contrato debe entenderse
86 terminado. Si el deudor intenta una acción indemnizatoria por los daños
que el acreedor le ha causado en el ejercicio de la facultad, desaparece
una de las condiciones de la responsabilidad contractual. Técnicamente,
en la hipótesis que proponemos, no puede hablarse de responsabilidad
post contrahendum, pues como explica María Teresa Alonso Traviesa,
esta tiene relación con aquellas situaciones que se presentan cuando el
contrato haya producido sus efectos principales, sin perjuicio de que

45
BARROS (2009c), pp. 975-980.
46
Para un análisis del art. 1558 del Código Civil como eje de la distinción, véase AEDO
(2018), p. 644 y ss.
47
BRANTT (2010), p. 86 y ss. y MEJÍAS (2011), pp. 96-97. Como señala NEME (2018b),
pp. 112-113: “La capacidad de adaptación del contrato se extiende hasta los imprecisos
terrenos del riesgo que habrán de asumir los contratantes en conformidad con el
equilibrio económico del contrato. Aun en los eventos de riesgo extraordinario que no
pueden resolverse a la luz de las condiciones pactadas originalmente, y que exigen, por
ende, una recomposición del equilibrio del contrato, la propia estructura contractual nos
orienta, pues permite establecer unas relaciones de coordinación y complementariedad
entre los riesgos típicos de la actividad, las previsiones expresadas de las partes relativas
a la asunción de riesgos, y, en particular, la delimitación del álea normal del contrato, las
relaciones de las partes...”.
48
A propósito de la responsabilidad extracontractual, se asigna dicha función a la
culpa. Véase AEDO (2014), pp. 714-719; AEDO (2015), p. 811 y ss. y AEDO (2018). p. 342 y ss.
49
FLEMING (1987), p. 2.
DICIEMBRE 2019 FACULTAD UNILATERAL DE TERMINAR EL CONTRATO Y BUENA FE CONTRACTUAL

subsistan obligaciones accesorias (o, en el supuesto de análisis, deberes),

Artículos de doctrina
que vinculen a las partes50.
Ahora bien, aun cuando la esfera de la responsabilidad extracontrac-
tual comprende aquellas áreas en las que el contrato ha terminado, no
parece razonable conducir el problema de responsabilidad subsecuente
en este campo. En efecto, si la responsabilidad contractual implica un
diseño de riesgos que las partes predefinen y ello incorpora tanto la posi-
ción del deudor como del acreedor, del modo propuesto, el ejercicio de
facultades del acreedor queda sujeto a un control de buena fe que, vul-
nerado, se traduce en una infracción que autoriza una demanda en sede
contractual51. Como indica Matteo Dellacasa, el acuerdo contractual, es
decir, la expresión de la autonomía de la voluntad, basta para fundar el
programa contractual, limitando la reparación de daños al interés positivo,
no a la confianza legítima de la contraparte, en el caso de lo que denomi-
na buena fe in executivis, se traduce en la protección de la confianza, que
configura una limitación a la autonomía privada. En otros términos, el
contrato proyecta sus efectos cuando en el ejercicio abusivo de la facultad
de resolución, se lesiona la confianza legítima de la contraparte, causán-
dole daños52. Ello habilitaría la discusión del problema, en el ámbito de

50
ALONSO (2007), p. 198. 87
51
Por eso, la doctrina se plantea que, en estos casos, es la buena fe el vehículo ar-
ticulador de la atribución de responsabilidad contractual. Véase YZQUIERDO (2001),
pp. 89-90. Así, se señala que los deberes exigidos al acreedor para colaborar con el
deudor no lo transforman en deudor correlativo, ni alteran su calidad. De ahí se sigue
que, en el caso que el acreedor vulnere auténticos deberes, nuestra comprensión de la
responsabilidad contractual queda ampliada: esta ya no se plantea solo como consecuencia
del incumplimiento de obligaciones por el deudor y alcanza a los comportamientos exigidos
al acreedor, lo que puede traducirse en un argumento para discutir la responsabilidad
contractual, aun cuando algunos de sus presupuestos falten. Véase AEDO (2008), p. 300
y CABALLERO (1992), p. 129.
52
DELLACASA (2018), p. 310 y ss. Este es el enfoque del reciente fallo Ingeniería y Mo-
vimientos de Tierra Tranex Limitada con Anglo American Sur S.A. (2019): Corte Suprema,
22 de mayo de 2019, rol 38.506-2017. Dijo la Corte: “Que a la luz de tales reflexiones
no se advierte el error que la recurrente atribuye a los jueces cuando determinan que
la ejecución de buena fe del contrato de autos exigía que ambas partes desplegaran las
conductas necesarias no solo para satisfacer sus propias expectativas sino que también en
pos de los intereses de la contraparte. Evidentemente ello no quiere decir, como sugiere
quien recurre, que los contratantes deban renunciar a alcanzar su propia satisfacción
sacrificándose sin más en beneficio exclusivo de la otra parte. Pero sí es indudable que
esa obligación también les impone abstenerse de ejecutar conductas que impidan a su
contraparte obtener el provecho que esperaban alcanzar. Y así, si ese provecho consistía,
en el caso de la actora, en la obtención de una utilidad económica mediante la ejecución
de una prestación durante un período de cinco años, la buena fe que debía orientar el
obrar de la demandada durante la ejecución del contrato le exigía justificar las razones
que le permitían terminar anticipadamente ese contrato”.
Cristián Aedo Barrena RChDP Nº 33

la responsabilidad contractual, en la medida que puede demandarse, a


Artículos de doctrina
título de daños, la legítima expectativa de ganancia que la parte hubiese
obtenido, de mediar un cumplimiento acorde a la buena fe.
Nuestra jurisprudencia también ha entendido que, en el caso que el
ejercicio de una facultad de terminación del acreedor sea contrario a la
buena fe, en términos que aparezca infundado, los daños deben ser co-
nocidos en un régimen de responsabilidad contractual. Así se resolvió en
el fallo de la Corte Suprema, de 25 de julio de 2011. La Isapre Colmena
Golden, terminó unilateralmente el contrato de salud del demandante. La
Corte entendió que a la Isapre demandada correspondía indemnizar los
daños en sede contractual, entendiendo que hubo culpa desde que no se
acreditó que había una razón fundada en el contrato para poner término
al mismo y rechazar la cobertura médica que fue reclamada53. Y la misma
Corte Suprema, rechazando la casación en el fondo, se ha pronunciado
en la reciente sentencia de 22 de mayo de 2019. La Corte declaró:

“Si bien una terminación unilateral anticipada como la de autos


debe considerarse como una forma de extinción de los contratos,
para evaluar su procedencia es necesario acudir a las reglas sobre
responsabilidad contractual si la parte que se dice perjudicada con
88 esa determinación alega haber sufrido perjuicios por el ejercicio
inadecuado de tal atribución. Por ende, no parece posible abstraer-
se sin más de la ulterior responsabilidad que podría conllevar esa
unilateral decisión por la sola circunstancia de haberse convenido
en el contrato, ya que un término intempestivo, abrupto o abusivo
bien podría importar una infracción de la obligación de ejecutar el
contrato de buena fe, considerando, como acontece en la especie,
que el prestador del servicio pudo incurrir en gastos en su actividad
y/o sufrir perjuicios derivados de la resistencia de su contraparte
en la continuación del vínculo que los ligaba, todo lo cual hace
razonable reconocer el derecho a la indemnización de todo el
daño que se sufra como consecuencia del término de los servicios”.

V. CONCLUSIONES

– La buena fe configura un parámetro de comportamiento para los


sujetos de la obligación, entendida esta como un entramado com-
plejo de obligaciones, deberes y cargas. Modernamente, es un ele-

53
Felix Mor Aguayo con Isapre Colmena Golden Cross (2011): Corte Suprema, 25
de julio de 2011, rol 3929-10, MJJ28366.
DICIEMBRE 2019 FACULTAD UNILATERAL DE TERMINAR EL CONTRATO Y BUENA FE CONTRACTUAL

mento indispensable para articular la regla contractual, es decir,

Artículos de doctrina
es tanto elemento integrador de las obligaciones contraídas por
el deudor, así como parámetro de ejecución de los deberes de
colaboración del acreedor.
– La buena fe también puede ser empleada como parámetro de
comportamiento del acreedor en la ejecución de facultades frente
al incumplimiento obligacional, especialmente para el ejercicio de
la facultad unilateral de resolver o terminar el contrato frente al
incumplimiento contractual. En este sentido, es posible pensar,
para el derecho chileno, una reminiscencia, como en el derecho
comparado, de una verdadera exceptio doli, en la medida que el
deudor puede, bien paralizar la pretensión del acreedor, bien so-
meterla a control jurisdiccional, cuando su ejercicio es contrario
a la buena fe.
– Si en dicho ejercicio hay hipótesis de daños para el deudor, como
consecuencia del ejercicio de la facultad del acreedor, la articu-
lación de la responsabilidad contractual como mecanismo de
distribución de riesgos contractuales predeterminados, permite
concluir que este debería ser el régimen aplicable al caso y no el
de la responsabilidad extracontractual.
89

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