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Derecho de Obligaciones. Cristián Aedo Capítulo I

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Cristián Aedo Barrena página 1 05/04/2005

LAS OBLIGACIONES1

“Con el tiempo todos te olvidarán.


Te olvidarán tus parientes y
tus vecinos.
Tus amigos y hasta tus enemigos.
Pero nunca tu acreedor.”2

I. PROGRAMA
El llamado “Derecho de la Obligaciones”, aquel que es impartido
normalmente en los programas de estudios de segundo año o tercer y cuarto
semestre, en las Escuelas de Derecho de nuestras Universidades, comprende dos
partes, a saber:
1. Parte General o Teoría de las Obligaciones: Aquella que se ocupa de
las nociones fundamentales, su concepto, elementos, clases,
modalidades, efectos, formas de hacerlas cumplir y sus modos de
extinción.
2. Parte Especial: Esta trata las distintas fuentes de las obligaciones y
los principios que las rigen. Se analizan aquí, la “teoría general de los
contratos” y los contratos en “particular”, la “teoría del cuasi
contrato”, de los hechos ilícitos o la llamada “responsabilidad
extracontractual” (delito y cuasidelito) y la ley como fuente de las
obligaciones.
Con todo, a la luz de los textos tradicionales, así como los más
modernos, es posible desarrollar el siguiente programa:

1. PARTE GENERAL: “TEORIA GENERAL DE LAS OBLIGACIONES”

1.1. CONCEPTO Y NOCIONES FUNDAMENTALES DE LAS


OBLIGACIONES

1
Apuntes preparados sobre la base del texto preparado por el alumno ayudante Jorge Femeninas
Salas, a quien doy mis sinceros agradecimientos
2
Daniel Peñailillo Arévalo. Obligaciones. Ediciones Escuela de Derecho, U de Concepción.
Concepción. 1997, página 2
Cristián Aedo Barrena página 2 05/04/2005

1.1.1. El Derecho de las obligaciones.


1.1.2. Concepto de relación obligatoria.
1.1.3. Evolución de las obligaciones.
1.1.4. Elementos integrantes de las obligaciones.

1.2. FUENTES DE LAS OBLIGACIONES


1.2.1. Contrato
1.2.2. Cuasicontrato
1.2.3. Delitos y cuasidelitos civiles
1.2.4. La ley.

1.3. CLASIFICACION DE LAS OBLIGACIONES


1.3.1. Civiles y naturales.
1.3.2. Puras o simples y sujetas a modalidades.
1.3.3. Dar, hacer, no hacer.
1.3.4. Específicas y genéricas.
1.3.5. Objeto único y objeto múltiple.
1.3.6. Sujeto único y sujeto múltiple.

1.4. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES


1.4.1. La teoría del cumplimiento de las obligaciones.
1.4.2. Los derechos auxiliares del acreedor.
1.4.3. Teoría del incumplimiento y sus consecuencias.

1.5. MODIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES


1.5.1. Nociones generales.
1.5.2. La sucesión por causa de muerte. Breves referencias
1.5.3. La cesión de derechos.
1.5.4. La cesión de deudas.
1.5.5. La cesión de contrato
1.5.6. La novación.

1.6. EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES.


1.6.1. Nociones generales.
1.6.2. Sistema a seguir.
1.6.3. Modos extintivos derivados del cumplimiento.
1.6.4. Modos extintivos derivados del incumplimiento.
Cristián Aedo Barrena página 3 05/04/2005

1.6.5. Modos extintivos de carácter general.

2. PARTE ESPECIAL: “DE LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES.”

2.1. Concepto
2.2. Clasificación
2.3. Enumeración
2.4. El contrato

2.4.1. TEORIA GENERAL DEL CONTRATO.


2.4.1.1. Concepto
2.4.1.2. Elementos de los contratos
2.4.1.3. Requisitos de los contratos
2.4.1.4. Clasificaciones de los contratos
2.4.1.5. Interpretación de los contratos
2.4.1.6. Efectos de los contratos
2.4.1.7. Terminación de los contratos

2.4.2. DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR.


2.4.2.1. Contrato de promesa
2.4.2.2. Contrato de compraventa
2.4.2.3. Contrato de permuta
2.4.2.4. Contrato de mandato
2.4.2.5. Contrato de arrendamiento
2.4.2.6. Contrato de mutuo
2.4.2.7. Contrato de comodato
2.4.2.8. Contrato de fianza
2.4.2.9. Contrato de prenda
2.4.2.10. Contrato de hipoteca
2.4.2.11. Contrato de sociedad
Cristián Aedo Barrena página 4 05/04/2005

CAPÍTULO PRIMERO
CONCEPTO Y NOCIONES FUNDAMENTALES
DE LAS OBLIGACIONES

1. EL DERECHO DE LAS OBLIGACIONES


1.1. CONCEPTO

Durante el primer año, los alumnos han tenido oportunidad de


conocer las nociones generales del derecho y han analizado los problemas
comunes a las diferentes categorías estudiadas por el Código Civil.
En este segundo año, se abordará el estudio de las relaciones
obligatorias. El derecho de obligaciones, escribe el profesor Joao de Matos
Antunes, es el conjunto de normas reguladoras de las relaciones de crédito,
siendo estas relaciones en que un derecho subjetivo atribuido a un sujeto
corresponde un deber de prestar específicamente a favor de una persona
determinada.3
Siguiendo al profesor Peñailillo: “El derecho de las obligaciones es el
conjunto de principios y normas que regulan el reconocimiento jurídico, la
estructura, los caracteres y los efectos de las obligaciones que nacen entre los
individuos en el desenvolvimiento de su vida en sociedad”,4 en tanto que, el
profesor Lete del Río indica que el Derecho de obligaciones es aquella rama del
Derecho Civil en la que se contienen los principios y normas que regulan la
constitución, modificación y extinción de la relación obligatoria.5
Para el profesor Lete, es usual que en la doctrina se utilicen
indistintamente las expresiones “Derecho de obligaciones” o “Derechos de
crédito”, pero ninguna de las dos es exacta o completa. Con la primera, se hace
referencia al aspecto pasivo del vínculo, mientras que con la segunda se mira
exclusivamente la posición del acreedor, que es, en principio, el poder del

3
Joao de Matos Antunes Varela. Das obrigacoes em geral. Editorial Almedina. 9ª Edición.
Coimbra. 1996, página 16
4
Peñailillo Arévalo, op. cit., página….
5
José Manuel Lete del Río. Derecho de obligaciones. Volumen I. La relación obligatoria en
general. Editorial Tecnos. 4ª Edición. Madrid. 2000, página 23
Cristián Aedo Barrena página 5 05/04/2005

acreedor para exigir y recibir la prestación, pero desafortunadamente dicha


denominación no existe.6
Estas diversas denominaciones responden al punto de vista en que
se enfoque la materia en cuestión. Así, cuando hablamos de Derecho de
obligaciones, se está poniendo énfasis en el sujeto pasivo de la obligación (aquél
quien debe realizar la prestación), y si el término es Derecho de crédito, la razón
es diametralmente inversa y se analiza del prisma del acreedor (el titular del
derecho en virtud del cual el sujeto pasivo debe cumplir su obligación de satisfacer
las acreencias del primero).
Como indica el profesor Antunes Varela,7 al Derecho de obligaciones
le interesa, en primer término, delimitar las relaciones creditorias, determinando el
concepto de obligación, lo que implica confrontarlo con las figuras más próximas,
analizar los elementos en que la relación obligatoria se descompone, y la forma en
como éstos se articulan entre sí. Luego, el derecho de obligaciones se ocupa de
las fuentes de las obligaciones, es decir, los actos o hechos jurídicos que le dan
nacimiento.
Enseguida, el Derecho de obligaciones se ocupará de las varias
categorías de relaciones obligatorias existentes. Así, analizaremos la clasificación
que atiende al vínculo (obligaciones civiles y naturales); en cuanto al sujeto
(obligaciones singulares y plurales; obligaciones simplemente conjuntas, solidarias
e indivisibles); en cuanto al objeto (obligaciones de simple objeto múltiple,
alternativas y facultativas, genéricas y específicas).
Por otra parte, el fin natural de la obligación, sea cual fuere la
categoría o modalidad que revista, es el cumplimiento o pago, que es el medio
normal de satisfacción del interés del acreedor. El profesor Antunes indica que la
obligación puede considerarse como proceso, es decir, un conjunto de actos
lógicamente encadenados entre sí y subordinados a determinado fin, conducente
al cumplimiento.8 9
Luego, es perfectamente posible que el deudor no cumpla con la
prestación. En tales casos, el acreedor goza de la posibilidad de reclamar el
cumplimiento forzado, mediante los mecanismos que la ley pone a su disposición
y, en el caso que no sea posible aquél, la ley ha contemplado la posibilidad del

6
Lete del Río, op. cit., página 23
7
Antunes Varelas, op. cit., páginas 16 y siguientes
8
Antunes, op. cit., página 18
9
El cumplimiento, desde el punto de vista metodológico, puede tratarse como primer efecto de la
obligación y como modo de extinguir la obligación, en la parte final del curso. Nosotros, siguiendo
las enseñanzas del profesor Fueyo y de tantos otros maestros, lo abordaremos desde la
perspectiva de los efectos.
Cristián Aedo Barrena página 6 05/04/2005

cumplimiento por equivalencia, mediante la indemnización de perjuicios,


asumiendo especial relevancia la responsabilidad contractual.
Finalmente, examinaremos los hechos o actos jurídicos que ponen
término a la relación obligatoria. Será la última parte de nuestro estudio, antes de
pasar al análisis detallado de las fuentes de las obligaciones.

1.2. CARACTERÍSTICAS DEL DERECHO DE LAS


OBLIGACIONES
a) Su alta perfección técnica, por cuanto en esta materia, como pocas en la
Ciencia del Derecho, se ha llegado a una acaba teoría general de la
institución.
b) Su gran aplicación practica.
c) Su permanencia, por cuanto el derecho de las obligaciones es aquel que
menos ha variado en el tiempo y que ha permanecido con mayor apego al
derecho romano.
d) Su universalismo.

1.3. IMPORTANCIA DEL DERECHO DE LAS OBLIGACIONES


Tiene una indudable importancia económica y social. La vida en
sociedad se desenvuelve en base a las obligaciones que contraemos o que
contraen para con nosotros, de esta forma, diariamente nos enfrentamos a
situaciones que generan obligaciones y cuyo cumplimiento efectivo se hace
imperativo para mantener el correcto orden en el desenvolvimiento del hombre en
comunidad.
En otro aspecto, el Derecho de obligaciones tiene una importancia
práctica y un rol jurídico. Así, permite adquirir al hombre bienes que carece y
servicios que no puede proporcionarse con su solo esfuerzo individual, por esta
vía el hombre puede intercambiar con sus pares aquello que le es necesario. En
cuanto a su rol jurídico, este se vislumbra en los mecanismos por los cuales se
asegura la satisfacción de las acreencias a los titulares de los créditos.

1.4. PERMANENCIA Y EVOLUCIÓN DEL DERECHO DE LAS


OBLIGACIONES
Como señalamos precedentemente, el Derecho de los créditos se
caracteriza por su permanencia, del tal forma que constituye un verdadero legado
Cristián Aedo Barrena página 7 05/04/2005

del Derecho Romano, en el cual ya había alcanzado una riquísima técnica y un


elevado desarrollo dogmático.
El profesor Abeliuk distingue tres etapas en la evolución del Derecho
de obligaciones:10
a) LA OBLIGACIÓN EN EL DERECHO ROMANO. Se creé que en Roma, como
en otras civilizaciones, el concepto de obligación nació en las sociedades
primitivas como consecuencia de la eliminación de la venganza privada y su
reemplazo por una composición económica, esto es, como un derivado de los
hechos ilícitos. Se celebrara entonces un acuerdo entre ofensor y ofendido,
impregnado de formalismo y religiosidad, en que el primero pasaba a tener la
categoría de obligado a la reparación.
El desarrollo económico de los pueblos y su mayor cultura fueron
ampliando cada vez más el número de los negocios jurídicos pero en el primitivo
Derecho Romano el concepto de obligación estuvo dominado por el origen de
ésta; la obligación nacía de un acto formal, de carácter religioso y marcado por el
subjetivismo.
En virtud de semejante pacto, el deudor quedaba atado en su
persona al acreedor, quien adquiría derechos en la persona física de aquel
(manus injectio). Un último rastro de semejante concepción se mantuvo hasta
hace muy poco tiempo: la prisión por deudas.
La obligación evolucionó en el Derecho Romano, pero nunca logro
desprenderse integralmente de su marcado subjetivismo y formalismo. La
definición más clásica de los juristas romanos de la obligación la concibe como un
vínculo jurídico que nos fuerza a una prestación para con el acreedor.
Como puede apreciarse, destacaron el aspecto pasivo de la
obligación y no el elemento activo que ella contiene: el del crédito correlativo. No
pudieron, como es lógico, prever el desarrollo que le mercantilismo y capitalismo
darían a los valores mobiliarios.
La tradición romana fue recogida por los glosadores medievales, y
adicionada con la influencia canónica y de los precursores del Derecho Moderno
Francés, principalmente Pothier y Domat; se refundió en el Código Francés,
irradiándose por todo occidente con la difusión alcanzada por este Código.
Indica el profesor Lete del Río que, en general, los autores del siglo
XIX consideraron el derecho de obligaciones como una herencia del Derecho
romano, que había pasado a través de Domat y Pothier casi inalterado al Código
civil francés, y de este a los demás Códigos latinos que lo tomaron como modelo.
Crítica esta solución de la doctrina: “Sin embargo, una afirmación de esta
naturaleza no ofrece duda que peca de exagerada y olvida la propia evolución del
10
Rene Abeliuk, op. cit., páginas 25 y 26.
Cristián Aedo Barrena página 8 05/04/2005

Derecho de obligaciones…”. Enseguida, explica que, en principio, el Derecho


romano tuvo más de trece siglos de vigencia, tiempo durante el cual evolucionó;
que el denominado derecho común, aún cuando romano en principio, sufrió el
influjo del derecho germánico, sin olvidar el influjo del cristianismo y el Derecho de
la iglesia. Finalmente, no puede olvidarse el individualismo liberal que inspiró la
codificación, ni la declinación de sus principios, plasmados en la descodificación,
introduciéndose los criterios de solidaridad y bien común, entre otros.11
b) INFLUENCIA DE LOS CANONISTAS: El Derecho Canónico se caracteriza por
su afán de moralizar las relaciones jurídicas; su influencia en este aspecto,
detenida en la era liberal, ha marcado también la tendencia actual en el Derecho
de la Obligaciones.
Sus intentos medievales por cambiar este Derecho no fueron
acogidos por los juristas de la época, respetuosos como queda dicho de la
tradición romana, pero influyeron en cambio en los mencionados precursores del
Derecho francés y a través de ellos en este Código.
La aportación que más merece destacarse es doble:
1.- Desarrollo de la responsabilidad extracontractual: En Roma se enumeraban
los casos en que los delitos y cuasidelitos producían obligación de indemnizar, por
así decirlo, eran casos de responsabilidad extracontractual nominados. Los
canonistas propugnaron la idea de que habiendo culpa, y siempre que concurran
los demás requisitos legales, la victima debe ser indemnizada. Ello amplió el
campo de la reparación extracontractual, cuya expansión permitió el posterior
desarrollo de la libre contratación.
2.- Cumplimiento de la obligación y el consensualismo: En Roma no existían
pactos nudos, sin acción; los canonistas defendieron el principio de que todo
compromiso de cumplirse, “pacta sunt servanda”. Y ello independiente del
formulismo, de modo que todo pacto debe dar acción al acreedor para exigir su
cumplimiento. Con ello abrieron camino al consensualismo que, a su turno,
permitió el posterior desarrollo de la contratación.
c) LAS INFLUENCIAS DE LAS IDEAS LIBERALES DEL SIGLO PASADO: Las
ideas liberales que alcanzaron su mayor predominio en el siglo XIX y en las
legislaciones dictadas en su transcurso, impregnaron el derecho de las
obligaciones de un marcado individualismo, especialmente en el contrato,
gobernado por el principio de la autonomía de la voluntad o de la libre
contratación, en cuya virtud se otorga a las partes el poder de crear
soberanamente toda clase de obligaciones y regularlas como mejor estimen
conveniente, sin que el legislador intervenga sino para establecer normas

11
Lete, op. cit., página 26
Cristián Aedo Barrena página 9 05/04/2005

supletorias de su voluntad, libremente derogables por los interesados, y algunas


pocas restricciones para limitar los desbordes exagerados de esa voluntad.
Finalmente, en este rápido vistazo, recibieron su plena aceptación y
desarrollo instituciones que no la habían alcanzado por influencia romana. Este
derecho jamás logró desprenderse íntegramente de la noción de la obligación
como una relación personal entre creedor y deudor, y de ahí su resistencia a
aceptar la representación, ya que siendo la obligación un vinculo entre personas,
les parecía extraño que la contraída por una persona produjera sus efectos en otra
y la cesión de derechos, pues igualmente ilógico les parecía que esta relación
entre personas que para ellos era la obligación, pudiera pasar a otra persona.
d) EL DERECHO DE LAS OBLIGACIONES, HOY
Existen determinadas materias jurídicas que como explica el profesor
Alessandri,12 se encuentran vinculadas a la idiosincrasia de los pueblos, por tanto
éstas no pueden evolucionar en conjunto y en paralelo con las legislaciones de los
demás países, como ocurre con la filiación, el matrimonio y tantas otras.
Empero el derecho patrimonial y claramente el derecho de los
créditos, es de aquellos que no obstante su característica de estabilidad, permite
una importante adecuación a los cambios socio económicos que se presentan en
las distintas sociedades.
De tal suerte que hoy apreciamos una importante tendencia hacia la
unificación internacional del derecho de las obligaciones, incluso encontrando en
países europeos, esfuerzos por darse una legislación común, lo cual puede
apreciarse en forma tangible en el Derecho Comunitario Europeo, e incluso mucho
antes de este como ocurrió por ejemplo entre la doctrina de italianos y franceses,
que en 1928 redactaron un proyecto de Código de las Obligaciones y Contratos el
cual si bien no llego a ver la luz, fue una importante influencia en el Código Civil
Italiano de 1942.
Finalmente podemos hacer una síntesis de rasgos distintivos del
derecho de las obligaciones actual en los siguientes tópicos: 1º restricción de la
autonomía de la voluntad, lo cual sin embargo, esta sujeto al vaivén de las
concepciones políticas del legislador; 2º existe una importante moralización de las
instituciones lo cual se centra principalmente en la protección de la figura del
deudor, en donde se han ido eliminando resabios del antiguo régimen, como la
prisión por deudas; 3º resurgimiento del formalismo, reducido a la escritura, con
carácter funcional, particularmente para protección de los terceros; 4º la
unificación o tendencias a la uniformidad internacional de esta materia y 5º el

12
Alessandri, Somarriva y Vodanovic. Tratado de las obligaciones. Editorial Jurídica de Chile. 2ª
Edición. Santiago. 2001, página 12.
Cristián Aedo Barrena página 10 05/04/2005

ingreso de mecanismos que conceden al juez mayores facultades y flexibilidad


para adecuar las normas abstractas al caso particular.
No obstante, como indica el profesor Lete, siguiendo a Diez Picazo,
el actual Derecho de obligaciones todavía se encuentra desfasado en muchos
aspectos como consecuencia de la revolución tecnológica y de la contratación en
masa, poniendo en evidencia la inadecuación de ciertas normas y principios:
existe apenas un tratamiento de los bienes de consumo en masa y falta un
tratamiento casi completo de las obligaciones de hacer.13

2. EL CONCEPTO DE RELACIÓN OBLIGATORIA


2.1. INTRODUCCIÓN: EL PATRIMONIO COMO
CONTEXTO DE LA OBLIGACIÓN
El derecho de las obligaciones se circunscribe en el concepto de
patrimonio, entendido tradicionalmente éste como: “Conjunto de derechos y
obligaciones susceptible de apreciación pecuniaria”. En la doctrina clásica,
elaborada por Aubry y Rau, el patrimonio es un atributo de la personalidad distinto
de la capacidad.14 15
Según esta teoría, el patrimonio es una universalidad jurídica de
bienes y deudas apreciables en dinero, que constituye un atributo de la
personalidad. La persona humana es el centro de esta universalidad; la idea de
patrimonio se deduce directamente de la idea de personalidad; existe entre
persona y patrimonio una vinculación imposible de romper. Por esta razón, la
doctrina se denomina subjetivista.16
Ello le otorga las siguientes características: a) único; b) inalienable;
c) imprescriptible; d) inembargable; e) intransmisible.
Desde otro punto de vista, el patrimonio es:
a) Una universalidad jurídica, por cuanto está compuesto no por cosas u
obligaciones de que la persona es sujeto o titular. Al respecto, el profesor

13
Lete, op. cit., página 27
14
Seguimos, en este punto, al profesor Carlos Ducci Claro. Derecho Civil. Parte General. Editorial
Jurídica de Chile. 4ª Edición actualizada. Santiago. 2002, página 143
15
El profesor Gonzalo Figueroa Yañez. El Patrimonio. Editorial Jurídica de Chile. 1ª Edición.
Santiago. 1991, página 28, escribe: “La teoría clásica del patrimonio es una creación de los autores
franceses Aubry y Rau, aun cuando antes de ellos, Zachariae, había ya adelantado sus ideas
fundamentales”.
16
Figueroa, op. cit., página 28
Cristián Aedo Barrena página 11 05/04/2005

Abeliuk expresa: “Es una universalidad jurídica, es decir, algo distinto de los
bienes, derechos y obligaciones que lo forman; de ahí que sus elementos son
intercambiables, y así los bienes pueden enajenarse, las obligaciones
extinguirse, pero siempre el patrimonio será el mismo”.17
b) Como atributo de la personalidad, está ligado a una persona.
A la luz de la teoría clásica, siguiendo al profesor Figueroa, se
definirán los conceptos de derecho subjetivo, sujeto de derecho y obligación.18
Para la teoría clásica, el derecho subjetivo es un poder conferido a la
voluntad por el ordenamiento jurídico. Esta teoría fe desarrollada por Savigny y
Winsdscheid. Por su parte, el sujeto de derecho es el titular del derecho subjetivo
y sólo los que están dotados de voluntad pueden ser sujetos de derecho, es decir,
sólo las personas naturales. La teoría clásica resolverá el problema de las
personas jurídicas argumentando que se trata de entes ficticios, tal como lo define
nuestro actual 545 del Código Civil. En cuanto al concepto de obligación, el
profesor Figueroa indica: “Cualquiera sea la fuente, la obligación es siempre un
vínculo entre personas, cuyo origen mediato e inmediato es la voluntad humana o
la ley que la impone. En virtud de tal vínculo, el sujeto activo, denominado
acreedor, puede exigir del sujeto pasivo, denominado deudor, que dé, haga o no
haga alguna cosa…Por cierto, el vínculo jurídico que liga a acreedor y deudor no
se ejerce directamente sobre la persona de este último, sino sobre sus bienes,
respecto de los cuáles éste limitó su poder originario, su derecho subjetivo, por el
acto de su voluntad”.19
De tal suerte que el patrimonio tiene un activo y un pasivo, en el
primero se encuentran todos los bienes y derechos de un individuo y en el
segundo todas sus obligaciones
Como sabemos en el ámbito del derecho privado existe una
importante y tradicional clasificación que divide a los derechos en derechos
patrimoniales y derechos extrapatrimoniales, según tenga o no contenido
económico. El profesor Abeliuk indica: “Tradicionalmente los derechos privados
se clasifican en patrimoniales y extrapatrimoniales; los primeros son directamente
avaluables en dinero, tienen valor pecuniario y forman parte del patrimonio de la
persona, de acuerdo a los antes expuesto. Los derechos extrapatrimoniales miran
a la persona como individuo (derechos de la personalidad), o como miembro de

17
René Abeliuk Manasevic. Las Obligaciones. Tomo I. Editorial Jurídica de Chile. 4ª Edición
actualizada. Santiago de Chile. 2001, página 17
18
Figueroa, op. cit., páginas 33 y 34
19
Figueroa, op. cit., página 34
Cristián Aedo Barrena página 12 05/04/2005

una familia (derechos de familia) y no representan en sí mismos un valor en


dinero”.20
Sin entrar en la discusión podemos afirmar que hoy es conveniente
hablar de “derechos de contenido predominantemente patrimonial” y “derechos de
contenido predominantemente extrapatrimonial”, toda vez que existen derechos de
difícil calificación como de una u otra categoría, asimismo, existen diversas
categorías jurídicas que comparten ambas cualidades y que resulta difícil
encasillar lisa y llanamente en una de ellas. Verbigracia, el derecho al nombre que
tiene una importante incidencia económica, o dentro del derecho de familia
(eminentemente extrapatrimonial) en donde el derecho de alimentos tiene un
indiscutible contenido económico.
Ahora bien dentro de la clasificación de los derechos patrimoniales
existe un subdivisión que distingue entre “derechos reales y derechos personales”
atendiendo a la relación que existe entre sujetos o entre estos y la cosas.
Derecho real, es aquel en que el sujeto utiliza directamente la cosa
(jure in re); el derecho personal o crédito (jure ad rem) es aquel en sólo puede
haber una utilización indirecta de la cosa, a través de otra persona, la cual ha
quedado en la situación de tener que efectuar; para el primero, cierta prestación.
Esta clasificación ha sido criticada principalmente por el tratadista Planiol, quien
señalaba no existen relaciones jurídicas entre el hombre y las cosas, de tal
manera que en los derechos reales la relación se da entre el titular del derecho y
todos los demás hombres indeterminadamente considerados obligados a respetar
y no turbar el ejercicio del derecho. Cabe apuntar que esta doctrina no ha
prosperado puesto que de esta perspectiva no habría obligación, pues esta no
figura en el patrimonio de nadie.
Nuestro Código Civil ha definido ambos institutos de la siguiente
manera en los artículos 577 y 578 respectivamente. Y así, el artículo 577 prescribe
que derecho real es aquel que se tiene sobre una cosa sin respecto de
determinada persona; y, derecho personal es el que solo puede reclamarse de
cierta persona, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley han
contraído las obligaciones correlativas.
Ahora bien, dentro del ámbito del patrimonio esta vez se deja de lado
a los derechos reales, toda vez que como se ha dicho estos importan una relación
directa entre un individuo y una cosa determinada. De tal manera que nos queda
la otra gran categoría de derechos, esto es, los derecho personales, los cuales
sólo pueden exigirse mediante otro sujeto que ha quedado en la necesidad jurídica
de dar, hacer o no hacer algo a favor del primero, importan como contrapartida del

20
Abeliuk, op. cit., páginas 19 y 20
Cristián Aedo Barrena página 13 05/04/2005

derecho una “obligación”, de tal suerte que representan la otra cara de una misma
moneda.
En síntesis, estos derechos personales se miran, para nuestro fin,
desde el ángulo opuesto de la obligación, y más que eso, como relación jurídica
de obligación completa, que se compone de sujetos, objeto o prestación y el
vínculo o nexo que une a los sujetos con un contenido de derecho que hace valida
y eficaz la relación.21
Del punto de vista del acreedor, este tiene un crédito o derecho
personal y desde la óptica del deudor este tiene una deber para con su acreedor.
Por ello muchos autores llaman obligación activa al primero y obligación pasiva a
la que en sentido estricto constituye obligación. Así, como veremos, el concepto
de obligación es más amplio que el solo aspecto pasivo o el activo. En realidad,
comprende ambos aspectos, el activo y el pasivo, el crédito y la deuda. Derecho y
deuda, juntos, concebidos desde ambos ángulos, y no separadamente,
constituyen la obligación.
Las principales distinciones entre los derechos personales y los
derechos reales.

Derecho real Derecho personal


En cuanto a sus Existen dos elementos, por un lado Existen tres elementos. En
elementos el sujeto activo o titular del derecho primer lugar, el sujeto activo, el
y por otro la cosa u objeto del objeto y en tercer lugar el
mismo sujeto pasivo u “obligado”, que
aquel individuo sin el cual no
se puede cumplir la obligación.

En cuanto a su objeto Será siempre una cosa Puede ser la prestación de una
cosa, de un hecho o de una
abstención.
En cuanto a la La cosa objeto de este derecho este no es sino la realización
determinación del objeto esta determinada en su de un hecho, o la abstención
individualidad de llevar uno a cabo, o la
entrega de una cosa que
puede no ser individualmente
determinada, sino solo serlo
en su genero
En cuanto a su naturaleza Se ha dicho que los derecho Éstos son relativos, pues solo
reales, al consistir en una relación pueden hacerse efectivos en la

21
Fernando Fueyo Laneri. Cumplimiento e incumplimiento de las obligaciones. Editorial Jurídica de
Chile. XX Edición. Santiago. 2004, página 14
Cristián Aedo Barrena página 14 05/04/2005

entre una persona y una cosa son o las personas que han
absolutos, toda vez que pueden contraído la obligación
hacerse valer contra cualquier correlativa
persona que vulnere el derecho o
perturbe su ejercicio (erga omnes)
En cuanto a las acciones Éstos dan origen a las acciones Aquella destina a tener efecto
que dan lugar reales, en virtud de las cuales se solo sobre una o mas
puede perseguir la cosa en manos personas determinadas, esto
de quien se encuentre (erga es el deudor o los deudores.
omnes). Aquí el derecho que se Su denominación se debe a
reclama no afecta a la persona que el derecho que se reclama
sino a la cosa afecta a la persona del deudor
en cuanto debe cumplir con la
obligación
En cuanto a su número responde a una enumeración estos son ilimitados
taxativamente señalada en el
artículo 577

La noción de obligación va estrechamente unida a la de


derecho personal: en principio, podemos indicar que constituyen dos caras de una
misma moneda. Tradicionalmente, se indica que el acreedor tiene un derecho
subjetivo, de carácter personal. Por su parte, el deudor tiene un deber de
prestación para con el acreedor. En el apartado siguiente, analizaremos con
detalle el concepto de obligación, a la que denominaremos propiamente relación
obligatoria.

2. LA RELACIÓN OBLIGATORIA

2.1. ETIMOLOGÍA Y ACEPCIONES DE LA PALABRA


OBLIGACIÓN

Obligación, viene del termino latino, “Obligatio”, el cual se compone


de dos elementos: “ob.”, que significa “por”, “a causa de”, y “ligatio”, que significa
“ligar”, “atar”, “amarrar”. A su vez, éste se conecta con el término “obligare”, que
no significa otra cosa que ligar o atar alrededor.22 Ello responde a la concepción
clásica de la obligación, proveniente del Derecho Romano, y que como veníamos
explicando entendía la noción de obligación en torno a un poder físico que el

22
Fernando Fueyo Laneri. Cumplimiento e incumplimiento de las obligaciones. Editorial Jurídica de
Chile. 3ª Edición actualizada por el profesor Gonzalo Figueroa Yañez. Santiago. 2004, página 15
Cristián Aedo Barrena página 15 05/04/2005

acreedor tenia sobre su deudor y en virtud del cual incluso podía atarlo con
cuerdas o cepos. Como contrapartida a esta noción estaba la de “solvere” que
significa precisamente desatar o desamarrar.
Siguiendo siempre al profesor Fueyo Laneri,23 la voz obligación tiene
diversos alcances:
ƒ En su sentido más amplio: toda especie de vínculo o sujeción de una
persona. Así no se atiende a su origen o contenido. Aquí incluimos
todo tipo de obligaciones, verbigracia, morales, religiosas, jurídicas,
etc.24
ƒ En un sentido jurídico, pero amplio: en donde se incluyen institutos
de derecho publico y privado, luego se pueden apreciar aquí también
las cargas, como pagar tributos, las cuales no constituyen obligación
a los efectos de nuestro estudio.
ƒ Como relación jurídica total: esta responde a la concepción Romana,
y por tanto se entiende como el vinculo personal y patrimonial que
une a dos individuos y en virtud del cual uno de ellos debe cumplir
con una prestación (objeto de la obligación ) a favor del otro. Así en
su faz activa, esta responde al crédito que tiene el acreedor sobre el
deudor, y en su faz negativa, a la obligación correlativa que pesa
sobre el deudor respecto de ese crédito. En cuanto a la prestación
esta será el comportamiento que el deudor deberá efectuar el cual se
traducirá en la entrega de una cosa, la realización de un hecho o la
abstención de uno.
ƒ En el aspecto pasivo de la relación jurídica: aquí la obligación se
entiende como un deber jurídico. Aquel que recae sobre el sujeto
pasivo de la relación jurídica, y que se traduce en la necesidad de
realizar una prestación a favor del sujeto activo. Al respecto, el
profesor De Almeida indica que circunscribiéndose a la esfera del
derecho, se verifica que el termino obligación es frecuentemente
usado como un genérico del elemento pasivo de cualquier relación
jurídica. En este sentido lato, representa deber jurídico.25
ƒ Como instrumento que da cuenta de una deuda: así será un
documento que da cuenta de un crédito determinado.
23
Fueyo, op. cit., página 16
24
El profesor Mário Júlio De Almeida Costa. Direito das obrigacoes. Editorial Almedina. 5ª Edición.
Coimbra. 1991, página 47, señala que, el concepto de obligación en sentido lato, corresponde a
toda clase de deberes y cargas, de naturaleza jurídica o extrajurídica, de manera que el término
engloba, pues, indistintamente, una especie de derecho o de otro complejo normativo (moral,
religioso, de cortesía, usos sociales, etc)
25
De Almeida, op. ct., página 47
Cristián Aedo Barrena página 16 05/04/2005

Como vemos, la palabra obligación se utiliza en distintos sentidos,


tanto en el lenguaje vulgar como en la ley. Muchas veces se emplea como
equivalente a deber jurídico, que en verdad es el género de la obligación. El deber
jurídico, siguiendo al profesor Puig Brutau significa la necesidad de respetar las
leyes, y de manera más determinada es la necesidad, impuesta por el
ordenamiento jurídico, de observar determinado comportamiento frente a otras
personas.26
De manera que todas las obligaciones son deberes jurídicos, pero no
todos los deberes jurídicos son obligaciones, pero en realidad la obligación sólo es
una especie de deber jurídico, el que existe entre acreedor y deudor. Así lo
expresa el profesor De los Mozos: “La obligación que es estudio el Derecho del
obligaciones es algo más que un deber jurídico, porque todas las obligaciones son
deberes jurídicos, pero no todos los deberes jurídicos son obligaciones, y cuando
hablamos de obligación nos referimos a una clase de deber jurídico, el que existe
entre acreedor y deudor…Pero en todos estos casos para que haya obligación en
sentido técnico, el deber que asume una de las partes (obligación, deuda) ha de
corresponder al derecho de la otra (crédito), con independencia de que las partes
se hallen ligadas específicamente en relación con la obligación de que se trate”.27

2.2. DEFINICIONES DE OBLIGACIÓN


Existe una gran variedad de definiciones, las cuales representan las
diversas ideas que de esta se han tenido a lo largo de la historia, según hemos
explicado al analizar la evolución del derecho de las obligaciones:

ƒ Noción más clásica. Esta es la que nos ha sido legada desde el derecho
romano y que la define como: “El vinculo jurídico entre personas
determinadas, en virtud del cual una de ellas se encuentra en la
necesidad de realizar una prestación en favor de la otra, que consiste en
dar, hacer o no hacer algo”.

26
José Puig Brutau. Fundamentos de Derecho Civil. Tomo I. Volumen II. Derecho general de las
obligaciones. Editorial Bosch. 4ª Edición. Barcelona. 1988, página 5. En igual sentido, Diez Picazo.
Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial. Volumen Segundo. Las relaciones obligatorias.
Editorial Civitas. 5ª Edición. Madrid. 1996, página 47
27
José Luis de los Mozos. Concepto de obligación. Revista de Derecho Privado. Madrid. 1980,
páginas 981 y 982
Cristián Aedo Barrena página 17 05/04/2005

ƒ Definición de en las Instituciones Imperiales de Justiniano. “Obligación


es un vinculo de derecho, por el cual tenemos necesidad de prestar
alguna cosa en conformidad con las leyes de nuestra ciudad”.28
ƒ Definición de Paulo: “La sustancia de las obligaciones consiste no en
que se haga nuestra alguna cosa corpórea o una servidumbre, sino en
que se constriña a otro a darnos, a hacernos o a prestarnos alguna
cosa”.29
ƒ Otras definiciones clásicas: “Obligación es una relación de derecho entre
dos o más personas, en virtud de la cual una parte, llamada deudor,
debe cumplir una prestación determinada a favor de otra, llamada
acreedor, quien tiene la facultad de exigirla, constriñendo a la primera
por los medios coercitivos dispuestos por la ley.”
Todas estas definiciones arrancan de la noción romanista de la
misma, y por tanto se centran en la sujeción del deudor a su acreedor, de manera
tal que encontramos que en ellas el énfasis se ha puesto en la faz negativa de la
misma, esto es, en el deber que pesa sobre el sujeto pasivo y en el elemento
subjetivo mayormente.30
Modernamente se han ensayado otras definiciones:
ƒ Definición de Pablo Rodríguez Grez. “la obligación como
deber de conducta típico”: “La obligación consiste en un deber
de conducta tipificado en la ley”. Este autor atiende al
concepto de tipicidad que regula y rige el derecho penal, y en
consecuencia estima que el sujeto pasivo tiene el deber
impuesto en forma coercitiva por la ley de realizar una
prestación a favor de otro, cuando realiza (se verifica), una
hipótesis expresamente señalada en la ley. De allí que afirma
que es la ley la única fuente de las obligaciones, toda vez que

28
Arnoldo vino, Comentario académico y forense a los cuatros libros de las Instituciones Imperiales
de Justiniano, traducción: D. I . L y B., tomo II, Pág. 108, establecimiento tipográfico de D. Juan
Oliveres, Impresor de S. M., Barcelona, 1847.
29
Derecho 44, 7, 3pr.
30
El profesor José Luis de los Mozos, op. cit., página 980, señala: “En el segundo de los sentidos
indicados, se denomina obligación (obligatio), ya desde el Derecho romano clásico, o aún
preclásico, a una “relación jurídica” por la que una persona, llamada acreedor, tiene derecho a
exigir de otra, llamada deudor, una determinada prestación, hallándose amparado el derecho
subjetivo que nace de esta relación por una acción personal (actio in personam). Y agrega: “De
acuerdo con esta precisión, la tradición pandectista coloca a las obligaciones entre los derechos
personales, por contraposición a los derechos reales, viniendo de este modo a constituir una de las
categorías más importantes de los derechos patrimoniales, y, por supuesto, el elemento básico de
todo tráfico jurídico”
Cristián Aedo Barrena página 18 05/04/2005

es ella quien describe las hipótesis (los delitos, cuasi delitos,


etc.)
Así este autor señala: “Toda obligación impone siempre al
sujeto pasivo o deudor el deber de comportarse de una
manera determinada en beneficio del sujeto activo o
pretensor. Este comportamiento está descrito en la ley, la cual
establece, en cada caso, precisamente, que grado de
diligencia, cuidado y atención debe poner el deudor en el
desarrollo de la conducta que se ha comprometido o le es
exigible...”
“... la norma consagra una hipótesis
(descriptiva,), de la cual se sigue una consecuencia
(prescriptiva). La obligación consiste precisamente, en la
realización de aquella consecuencia ordenada en la ley y que
se hace exigible luego de la producción del hecho descrito
como hipótesis (el cual corresponde a la fuente de la
obligación). En suma la ley (norma) ordena imperativamente
que a la producción de una hipótesis (un hecho del hombre o
de la naturaleza) se siga un deber de conducta que debe
desplegarse, como se dijo, de la manera descrita en ella”.31

Creemos que pueden apuntárseles algunas críticas a la definición


del profesor Rodríguez, por cuanto, desde una perspectiva lógica, es bien sabido
que una definición debe contener el género al que lo definido pertenece y una
especie que lo diferencie de dicho género.
En principio, sólo partiendo del supuesto que la obligación sólo mira
al aspecto pasivo –que no lo es-; y, que ésta está constituida sólo por deberes –lo
cual tampoco es efectivo, como veremos- tal definición no identifica la obligación
de otras clases de deberes que constituyen la contraparte de otros derechos. Y
así, tratándose de los derechos reales, la doctrina también ha estimado que existe
un deber genérico de no irrumpir en la esfera subjetiva del titular del derecho. Nos
preguntamos, ¿no hay acaso acá también un deber de conducta típico?, pues

31
Pablo Rodríguez Grez. Responsabilidad Contractual. Editorial Jurídica de Chile. 1ª Edición.
Santiago. 2003, página 10. El concepto, sin embargo, lo formuló en su libro La oblgación como
deber de conducta típica. La teoría de la imprevisión en Chile. Publicaciones de la Facultad de
Derecho Universidad de Chile. 1992
Cristián Aedo Barrena página 19 05/04/2005

desde la perspectiva del profesor Rodríguez, resulta evidente que todos los
deberes están tipificados en la ley.32

2.3. LA OBLIGACIÓN COMO SITUACIÓN JURÍDICA


Como hemos visto, tradicionalmente la obligación se entiende como
la contracara de un derecho personal de crédito de un sujeto que se denomina
acreedor. El profesor De Almeida advierte que corresponde a la orientación
clásica, la perspectiva de la obligación que se agota en el deber de prestar y en su
correlativo derecho de exigir o pretender una prestación.33
Pero, como analizaremos, la relación obligatoria y el vínculo jurídico
que ella puede envolver es muchísimo más complejo.
Al examinar la estructura de la relación obligatoria, se suele señalar
cómo dentro de esta estructura existe siempre un elemento subjetivo, formado por
los sujetos de la relación, que son, como es sabido, un sujeto activo o acreedor,
que es la persona titular del poder jurídico de exigir la prestación, y un sujeto
pasivo o deudor, sobre quien pesa el deber jurídico de realizar esta prestación; un
elemento objetivo u objeto de la relación, consistente en aquella actividad o
comportamiento que el sujeto pasivo tiene que desplegar en favor del sujeto
activo, a la que se denomina técnicamente con el nombre de "prestación", y,
finalmente, un vínculo jurídico entre ambos sujetos, por virtud del cual el deudor
queda ligado con el acreedor.
Es el vínculo jurídico el elemento sustancial de la relación obligatoria,
al que dedicaremos gran parte de la atención.34
La idea de que en las relaciones obligatorias existe un vínculo
jurídico es una idea extraordinariamente antigua. Aparece ya en las fuentes
romanas, donde precisamente, una clásica y conocidísima definición caracteriza a
la "obligatio" como un "vinculum iuris". La misma idea del vínculo jurídico ha

32
En efecto, siguiendo la profesor Jorge Leite Areias Ribeiro de Faria. Direito das obrigacoes.
Editorial Almedina. 1ª Edición. Coimbra, página 26, indica que la obligación en sentido técnico
abarca o comprende deberes jurídicos, pero no todos los deberes jurídicos. Hay deberes
impuestos sobre todas las personas para que respeten determinados derechos: los derechos de la
personalidad, los derechos reales. No integran, pues, estos deberes conjuntos o colectivos, que se
difunden por el anonimato de sus titulares y que en doctrina se conocen sugestivamente con el
nombre de “obigación pasiva universal”, el concepto de obligación en sentido tecnico
33
De Almeida, op. cit., página 54
34
Hemos tomado esta parte de las reflexiones que expone el profesor Luis Diez Picazo en su
trabajo El contenido de la relación obligatoria, publicado en Anuario de Derecho Civil. Tomo XVII.
Fascículo II. Abril-Junio, páginas 849 y siguientes
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reaparecido con perfecta nitidez en la doctrina moderna. El elemento central y


más propiamente jurídico de la obligación señalan los autores está constituido por
el vinculo jurídico, en virtud del cual el deudor queda ligado con el acreedor y
obligado a satisfacerle una determinada prestación.35
Lo que ocurre, sin embargo, es que así delineado, esto es, dibujado
tan vagamente, el vínculo jurídico es algo que se distingue muy difícilmente de la
misma relación obligatoria, hasta el punto de que relación obligatoria y vínculo
jurídico parecen ser conceptos llamados a confundirse, es decir, parecen ser una
misma cosa. Nosotros, sin embargo, acabamos de decir hace un momento que el
vínculo es sólo uno de los elementos estructurales de la relación obligatoria.
¿Cómo se explica esto? Conviene, sin duda, alguna aclaración.
La relación obligatoria es, juicio del profesor Diez Picazo,36 la total
relación jurídica que liga a los sujetos para la realización de una determinada
función económica o social en torno a un interés protegido por el ordenamiento
jurídico. La relación obligatoria es, conceptualmente, una relación jurídica de unas
determinadas características técnicas, que la hacen diferenciarse del resto de las
relaciones jurídicas de naturaleza patrimonial y, por supuesto, de todas las demás
relaciones jurídicas de Derecho privado.37
En cuanto relación jurídica, posee una indudable naturaleza
orgánica. Es, por decido así, como un pedazo o un corte de vida social, que
aparece perfectamente organizado dentro del ordenamiento jurídico por un
especial principio jurídico y por una especial función económica o social, que está
llamado a realizar. Algo, en suma, perfectamente institucionalizado. De esta
naturaleza orgánica o institucional de la relación jurídica deriva el que todos los
derechos, los deberes, las facultades y las titularidades o cargas de los sujetos se

35
Así, por ejemplo, el profesor LLuís Puig Ferrol indica: “Esta relación jurídica que pone en relación
la obligación de realizar un determinado comportamiento y el derecho a exigirlo se denomina
vínculo jurídico, que desde la perspectiva del deudor implica el deber de tener que dar o entregar
alguna cosa, prestar algún servicio o actividad, o abstenerse de realizar algo que podría realizar de
no haber contraído la obligación negativa de no hacer”. Lluís Puig Ferrol, María Gaete Alonso y
Calera. Jacinto Gil Rodríguez. José Javier Hual de Sánchez. Manual de Derecho Civil. Derecho de
obligaciones. Responsabilidad civil. Teoría general del contrato. Marcial Pons. 2ª Edición. Madrid.
1998, página 20
36
Diez Picazo, op. cit., página 850
37
El profesor Lacruz Berdejo concuerda con esta opinión y explica: “En la acepción más estricta y
técnica del concepto, la última diferencia que individualiza a la obligación dentro del género deber
jurídico, consiste en expresar por sí sola la total relación existente entre los sujetos que vincula…”
José Lacruz Berdejo. Francisco Sancho Rebullida. Agustín Luna Serrano. Jesús Delgado
Echeverría. Francisco Rivera Hernández. Joaquín Rams Albesa. Elementos de Derecho Civil.
Tomo II. Derecho de obligaciones. Volumen 1. Parte general. Teoría general del contrato. Editorial
Dikynson. 2ª Edición. Madrid. 1999, página 3.
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encuentren orgánicamente agrupados en torno a la relación. Una relación


obligatoria es, pues, la total relación jurídica que existe, por ejemplo, entre un
mandante y un mandatario, entre un comprador y un vendedor, entre un
asegurador y un asegurado, en cuanto que toda esta relación constituye una
unidad orgánica e institucional.
Se denomina vínculo jurídico no a la totalidad de la relación
obligatoria, sino a la simple correlación que existe entre un crédito y una deuda. La
correlación de un crédito y de una deuda, como situaciones jurídicas coincidentes,
pero contrarias dentro de una única relación obligatoria, es lo que se debe deno-
minar, vínculo jurídico.
De manera que de una única relación obligatoria puede existir una
pluralidad de vínculos jurídicos. Una pluralidad de vínculos dentro de una única
relación obligatoria constituye un fenómeno jurídico que es perfectamente normal
y perfectamente conocido. El ejemplo más claro será, seguramente, el de las
llamadas obligaciones sinalagmáticas, donde hay siempre dos vínculos jurídicos
ligados entre sí por un nexo genético y funcional de correspectividad. Juan es
deudor y Diego acreedor de una prestación y, a cambio de ello, Diego es deudor y
Juan acreedor de otra prestación distinta. En la relación obligatoria de
compraventa este esquema se observa con toda claridad, nítidamente. El
comprador es deudor y el vendedor es acreedor del precio (vínculo jurídico). pero
el vendedor es deudor") el comprador acreedor de la entrega de la cosa (vínculo
jurídico también).
Aislada, pues, en el sentido que queda indicado, la figura del vínculo
jurídico, podemos pasar a analizar su contenido, es decir, a examinar el crédito y
la deuda.
Esta contraposición --crédito y deuda- suele parecer a primera vista
muy clara: el crédito es, se suele decir, un derecho subjetivo y la deuda un deber
jurídico, como hemos analizado en apartados precedentes. Los análisis de los
autores de la naturaleza del vínculo jurídico sólo abordan esta perspectiva más
clásica, es decir, considerando el crédito como puro derecho subjetivo y deuda
como deber jurídico, según hemos analizado. Y, así, siguiendo al profesor
Fueyo,38 hay tres teorías que explican dicha naturaleza.
La teoría clásica fue elaborada por Savigny, para quien la persona
del deudor puede estar sujeta a la voluntad, al señorío o dominio del acreedor,
pero no se trata de un dominio absoluto o pleno sobre otro hombre, porque, en
ese caso, desaparecen los principios de libertad y dignidad del hombre. Al
respecto, el profesor Fueyo indica: “Pero si concebimos una relación jurídica
especial, consistente en el dominio sobre una persona ajena, sin destruir por
38
Fueyo, op. cit., páginas 31 y siguientes
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completo su libertad, un derecho semejante al de propiedad pero que se distinga


de él, debemos referir dicho dominio a una acción determinada de esa persona”.
A esa relación de dominio es lo que Savigny denomina obligación y que define
como: “Es la relación de derecho por cuya virtud ejercemos un dominio sobre un
determinado acto de otra persona”.39
Más modernamente se adoptó la denominada teoría objetiva, la cual
establece que lo afectado en la relación jurídica es la responsabilidad patrimonial,
de manera que la relación estaría constituida entre el acreedor y el patrimonio del
deudor, de manera que existiría una relación directa entre patrimonios, con
prescindencia de los sujetos o pasando a segundo plano éstos.
Por último, más modernamente aún, la doctrina alemana ha
desarrollado la teoría de la deuda y la responsabilidad, que recoge aspectos de
las dos teorías enunciadas precedentemente. Siguiendo siempre al profesor
Fueyo, esta doctrina distingue entre una relación de débito entre los sujetos
(debitum, Schuld) y por una relación de responsabilidad entre el acreedor y los
bienes del deudor susceptibles de ser perseguidos (obligatium, Haftung). El
primer momento que hemos descrito está constituido por el deber de prestación
del deudor, de naturaleza jurídica, porque la ley lo ha regulado especialmente y
ha señalado su forma o pago. La segunda fase estaría constituida por la
responsabilidad, la cual, desde el punto de vista del deudor, significa
sometimiento al poder de agresión, y desde el punto de vista del acreedor, es el
derecho a accionar en contra de aquel que no ha dado cumplimiento a lo debido.
Producido el incumplimiento, es decir, faltando el deber de prestación que
corresponde a la primera fase, la agresión corresponde en contra del patrimonio,
persiguiéndose el cumplimiento forzado en naturaleza, o bien, no siendo esto
posible, demandándose el equivalente respectivo.40
Estas explicaciones parecen, sin embargo, demasiado simple para
ser enteramente exacta. El crédito es, ante todo, una situación jurídica -la si-
tuación de crédito o la posición acreedora- donde confluyen -es cierto--
facultades, pero donde confluyen también cargas y acaso deberes. Dejemos con
un interrogante, por el momento, este punto. La deuda es otra situación jurídica -
la situación de deuda o la posición deudora- donde confluyen fundamentalmente
deberes, pero donde hay probablemente también facultades.41

39
Fueyo, op. cit., página 32
40
Fueyo, op. cit., páginas 35, 36 y 38
41
Concuerda con esta idea el profesor Fueyo, op. cit., página 21, quien define la obligación como:
“Es una relación de derecho entre dos o más personas, en cuya virtud una parte tiene el deber
jurídico de satisfacer una prestación determinada a favor de otra, a la vez que el derecho a que el
poder del acreedor no se exceda de sus límites, y a ser liberada al tiempo del cumplimiento, y la
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El profesor De Almeida explica que la doctrina moderna, sobretodo


por mérito de los autores alemanes, evidenciaron la restricción del concepto
clásico y la necesidad de superarlo. Y así, en una comprensión globalizadota de
la relación obligatoria, aparecen, al lado de los deberes de prestación –tanto el
deber principal como deberes secundarios, derechos potestativos, onus (cargas)
jurídicos, expectativas, etc, que se coligan en relación a una finalidad y
constituyen una relación compleja, de carácter unitario y funcional.42

2.4. EL CRÉDITO COMO SITUACIÓN JURÍDICA


Normalmente se llama crédito al derecho que el acreedor ostenta
para exigir del deudor esa conducta patrimonialmente valiosa que es la conducta
de prestación. Se reconoce que este derecho del acreedor ha de encuadrarse
dentro de la categoría general del derecho subjetivo. La situación del acreedor no
es, desde luego, la de una simple expectativa de la conducta futura del deudor,
sin un auténtico poder jurídico para exigirla.
Tampoco cabe decir que el acreedor no posee un verdadero poder
jurídico, sino simplemente una acción, en cuanto que su única posibilidad es la de
dirigirse a los órganos del Estado a fin de que aseguren y tutelen su interés
económico. No puede decirse, finalmente, que el derecho del acreedor sea un
simple poder de agresión sobre los bienes del deudor.
La mayoría de la doctrina considera que no cabe duda que en el
crédito existe un auténtico y típico derecho subjetivo.43 Sin embargo, una más
precisa puntualización del derecho de crédito debe hacer hincapié en dos
extremos de importancia.
En primer lugar, es menester señalar que el crédito no es,
probablemente, sólo un derecho subjetivo. Al acreedor no sólo se le atribuyen

otra parte la facultad de exigir tal prestación, aún coercitivamente, a la vez que el deber de no
excederse en su pretensión”.
42
De Almeida, op. cit., página 54
43
Al respecto, el profesor Lluís Puig Ferriol, op. cit., página 58, señala: “Puede definirse el derecho
de crédito como el derecho que ostenta el acreedor de poder exigir en su propio interés o beneficio
la conducta o deber de prestación que frente a él ha asumido el deudor u obligado. Este derecho
fundamental del acreedor, que se deriva del derecho de crédito, se configura jurídicamente por la
doctrina como un derecho subjetivo. Ello parece correcto. Si por derecho subjetivo se
entiende…una legitimación para actuar autónomamente que confiere un poder unitario sobre una
cosa o para exigir de otra persona y en interés propio, tales características son aplicables al
derecho de crédito”. En el mismo sentido, el profesor Antunes, op. cit., página 75 señala que el
acreedor es el amo y señor de la tutela de su interés. La tutea de su interés depende de su
voluntad, el funcionamiento de ella está subordinado a la iniciativa del titular activo de la relación.
Estas cualidades los configuran en un verdadero derecho subjetivo.
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poderes, sino también se le imponen cargas y acaso deberes. Un examen atento


del crédito exige contemplar la totalidad de la situación en que el acreedor se
encuentra.
En segundo lugar, definir el derecho de crédito únicamente como un
"derecho a exigir la prestación" es reducir y estrechar de un modo enorme el
problema y simplificarlo indebidamente. El derecho de crédito es toda la situación
de poder -de poder económico y de poder social- que el ordenamiento jurídico
concede a la persona del acreedor para la tutela y el logro de su interés.
El derecho de crédito aparece así antes que nada como un centro de
unificación de facultades jurídicas. Es una situación de poder unitaria y objetivada,
en la cual confluye un haz de facultades de que es titular el acreedor.
No es posible -o por lo menos, no es fácil- homogeneizar totalmente
las facultades del acreedor. Unas veces se dirigen contra el deudor, pero otras. en
cambio, se dirigen contra terceros (por ejemplo, la defensa de la prelación o
preferencia de un crédito, a través de una tercería de mejor derecho o, al revés,
defensa de la par condictio creditorum frente a quien trata de ser preferente). Unas
veces constituyen por sí derechos subjetivos autónomos e independientes (v. gr.,
derechos de garantía), mientras que otras veces quedan como facultades
dependientes, es decir, formando parte de un derecho principal. No obstante ello,
una más exacta comprensión de la naturaleza y de la función del crédito sólo
puede lograrse mediante una contemplación, aunque sea rapidísima, de estas
facultades enderezadas a la protección y al logro del interés del acreedor.
El núcleo central del derecho de crédito lo constituye, naturalmente,
la facultad de exigir la prestación, que puede ser incluso inmediatamente
ejecutiva, si al título del crédito la ley le ha atribuido este ese carácter. De no ser
así, el acreedor posee la facultad de convertir su título en un título ejecutivo,
mediante la obtención de una sentencia condenatoria. La facultad de exigir la
prestación se concreta además, sobre todo en los créditos pecuniarios, en una
facultad de dirigirse contra los bienes del deudor (facultad de embargo).
El derecho de crédito no se agota, sin embargo, aquí. Existe en él,
además, una porción de facultades que permiten al acreedor vigilar el normal
desenvolvimiento y la normal efectividad de la relación obligatoria: son, por
ejemplo las facultades de determinación de la prestación (p. ej., arto 1.132), la
facultad de rehusar pagos defectuosos (artículo 1591 del Código Civil), la facultad
de transformar al deudor en deudor moroso mediante una interpelación o alguna
de las formas que más adelante estudiaremos (art. 1551 del Código Civil), etc.
Dentro de una tercera zona pueden situarse todas aquellas facul-
tades que permiten al acreedor la disposición de su derecho. El acreedor puede
enajenar su crédito, puede atribuir el disfrute del mismo a otra persona, puede
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afectar el crédito en garantía de sus propias deudas. y puede remitirlo,


renunciarlo o condonarlo.44
En una zona diversa aparecen las facultades de mera conservación
y de tutela preventiva del crédito. A ellas parece referirse el artículo 1492 del
Código Civil cuando permite a un acreedor, cuyo crédito está sometido a
condición suspensiva, e! ejercicio de "acciones dirigidas a la conservación de su
derecho".
¿Cuáles son estas facultades preventivas?. Con carácter general,
como facultades de conservación y de tutela preventiva del crédito, cabe señalar:
la facultad de interrumpir la prescripción del crédito (artículos 2518 y 2519 del
Código Civil);45 la facultad de provocar un anticipado vencimiento del crédito en
los casos de insolvencia del deudor o de falta de otorgamiento o de disminución o
de desaparición de garantías (artículo 1496 del Código Civil).
Existe otro importante grupo de facultades que el ordenamiento
jurídico concede a los acreedores para la conservación y el mantenimiento no ya
del crédito en si mismo considerado, sino de la solvencia del deudor, en cuanto
soporte económico de la efectividad del crédito. Se trata de un conjunto de
facultades que se presentan como contenido natural del derecho de crédito y cuya
función es la conservación de la garantía patrimonial del deudor o, lo que es lo
mismo, de la conservación de la capacidad económica del patrimonio del deudor
para hacer frente al cumplimiento de las obligaciones. Un estudio detallado
pertenece a otros lugares del sistema, pero conviene enumerarlas aquí aunque
sea rápidamente:
a) La facultad de los acreedores de reclamar la ineficacia de los
actos realizados por el deudor en fraude de su derecho (acción pauliana) o de los

44
Los artículos 1902 y siguientes regulan en forma detallada la tradición de los derechos de
crédito, es decir, del derecho personal del acreedor. Sin embargo el artículo 699 del Código Civil,,
ubicado en la tradición ya había admitido esta posibilidad: “La tradición de los derechos personales
que un individuo cede a otro se verifica por la entrega del título hecha por el cedente al cesionario”.
También la ley ha regulado la remisión, condonación o perdón de la deuda. Especialmente el
artículo 1654, que prescribe: “Hay remisión tácita cuando el acreedor entrega voluntariamente al
deudor el título de la obligación, o lo destruye o cancela, con ánimo de extinguir la deuda”. Incluso
nuestro Código regula expresamente la posibilidad que el acreedor otorgue en prenda su crédito.
La prenda es un contrato en virtud del cual se entrega a un acreedor una cosa mueble para la
seguridad de su crédito. Se encuentra regulado en los artículos 2384 y siguientes del Código Civil.
El artículo 2389 dispone expresamente: “Se puede dar en prenda un crédito entregando el título;
pero será necesario que el acreedor lo notifique al deudor del crédito consignado en el título,
prohibiéndole que lo pague en otras manos”.
45
Debe recordarse que la interrupción, al igual que en la prescripción adquisitiva, consiste en que
el acreedor o dueño, en su caso, sale de su inactividad para reclamar su derecho y evitar con ello,
la adquisición del dominio por parte del poseedor o la extinción de su crédito, en su caso.
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actos simulados, que tiene por objeto el reintegro al patrimonio del deudor de
aquellos elementos que han salido de él con perjuicio para los acreedores (artículo
2468 del Código Civil).
b) La facultad de los acreedores de ejercitar los derechos y acciones
que corresponden al deudor (acción subrogatoria) con objeto de dar ingreso en el
patrimonio del deudor a aquellos elementos patrimoniales que, pudiendo formar
parte de él, no lo hacen a causa de una conducta omisiva de su titular, también
con perjuicio de acreedores (artículo 2466 del Código Civil).
De todo lo anterior resulta que el crédito no se traduce simplemente
en un derecho subjetivo a la prestación. Siguiendo al profesor Diez Picazo, es todo
un amplio poder económico y social otorgado a una persona para la protección y
defensa de un interés que el ordenamiento jurídico considera merecedor de una
tutela especial.46
No obstante el panorama hasta acá expuesto, el crédito, como
situación jurídica que es, no se traduce simplemente en un conjunto de facultades.
Para el acreedor el crédito representa cargas y acaso deberes. Veamos cuales
son esas cargas o deberes que el acreedor.
En efecto, es necesario que el acreedor colabore con el deudor, en
la medida que ducha colaboración sea necesaria, a objeto de de que la prestación
sea rectamente cumplida. La mayoría de los autores consideran que la
colaboración que debe prestar el acreedor para que el deudor pague son meras
cargas y no auténticos deberes jurídicos.
Al respecto, el profesor Diez Picazo indica: “En los casos que hemos
examinado hay, en rigor "cargas" del acreedor y no auténticos deberes. No se
trata de una conducta debida que otro pueda exigir, sino de una conducta
necesaria sólo como requisito previo o como presupuesto del acto de ejercicio (le
una facultad. No se trata de un auténtico "deber", sino de un "tener que" para
poder hacer. Sobre el acreedor como tal no recaen auténticos deberes. El deber
presupone una correlativa facultad de exigir en otro y. por tanto en nuestro terreno,
una deuda, es decir, d otro vínculo jurídico dentro de la misma relación
obligatoria”.47

46
Diez Picazo, El contenido…, op. cit., página 357
47
Diez Picazo, El contenido…, op. cit., página 359. Esta opinión no es compartida por toda la
doctrina. Así, en España, en la tesis doctoral de José Caballero Lozano, publicada bajo el nombre
de La mora del acreedor. Editorial Bosh. 1ª Edición. Barcelona. 1992, página 127, se sostiene:
“Estamos de acuerdo con el concepto de carga que se ofrece; lo que no nos parece tan seguro, a
tenor de lo expuesto, es que la cooperación del acreedor al cumplimiento sea una auténtica carga
que aompañe al derecho de crédito…Para nosotros, la inobservancia de esta carga es un supuesto
de auténtica responsabilidad contractual, puesto que la cooperación al cumplimiento constituye un
deber, consecuencia de la buena fe”. Por nuestra parte, coincidiendo con esta opinión, en nuestro
Cristián Aedo Barrena página 27 05/04/2005

Luego, la doctrina afirma que hay una carga para el acreedor en el


puntual y diligente examen de la prestación ya realizada, entre otras. En esta
materia, el profesor LLuís Puig Ferriol indica: “Esta categoría jurídica de los
deberes de comportamiento, que es uno de los elementos de la relación jurpidica
en general, cuando se proyecta sobre las relaciones obligatorias recibe
comúnmente entre nosotros la denominación de cargas, o más concretamente, de
cargas del acreedor”.48
El crédito, sin embargo, no es sólo una situación de poder jurídico
del acreedor, acompañada de las correspondientes cargas. El crédito es también
un objeto patrimonial. El crédito, contemplado no dentro de la relación jurídica
que liga al acreedor con el deudor, sino dentro del tráfico jurídico, constituye un
bien que forma parte del patrimonio del acreedor. No cabe duda que el
patrimonio de la persona no lo forman solamente los derechos de señorío sobre
las cosas, como la propiedad y los derechos reales, sino también los créditos en
cuanto facultan para obtener una conducta de prestación que es valuable
pecuniariamente.
Por esto, el crédito, considerado como un bien patrimonial, entra a
formar parte del tráfico jurídico. El crédito aparece así como un objeto del tráfico
jurídico, en cuanto que el acreedor puede disponer de él como de cualquier otro
objeto patrimonial. El titular de un crédito puede enajenarlo, cambiarlo por otro o
por dinero, descontarlo, conceder a otra persona su disfrute o afectarlo en
garantía de sus propias deudas.
Como fuere, aunque no es este el lugar para examinarlo con detalle,
lo cierto es que se concibe perfectamente y se admite por el ordenamiento jurídico
la posibilidad de que los créditos sean disfrutados por una persona distinta del
acreedor. Se admite también que el crédito pueda ser afectado o dado por el
acreedor en garantía de sus propias deudas. Ya nos hemos referido, aún cuando
muy brevemente, a la cesión de créditos y a la prenda de créditos.

2.5. LA DEUDA COMO SITUACIÓN JURÍDICA

trabajo Régimen de responsabilidad del acreedor. El problema del ámbito contractual, publicado en
la Revista Cuadernos Jurídicos de la Escuela de Derecho de la Universidad Católica del Norte,
Antofagasta. Tomo 2. 2003, páginas 243 y siguientes, hemos sostenido que el las actuaciones del
acreedor en el pago, derivadas de la buena fe son deberes jurídicos, que se le imponen al
acreedor en su calidad de tal y no como deudor de otra obligación.
48
Puig Ferriol, op. cit., página 62
Cristián Aedo Barrena página 28 05/04/2005

Ya hemos explicado que el vínculo jurídico es la correlación que se


establece entre un crédito v una deuda. Hemos tratado hasta ahora de ir
indagando en qué consiste el primero de estos elementos, es decir, el crédito.
Debemos ahora hacer un análisis semejante en torno al segundo de aquellos
elementos, es decir, la deuda.
Tradicionalmente, la doctrina considera la deuda aparece sólo como
un deber jurídico que consiste en realizar en favor de otra persona, el acreedor,
una conducta de prestación. En la literatura jurídica, por lo general, no se pone en
duda que la deuda hay que situada dentro de la categoría del deber jurídico.
Sin embargo, siguiendo al profesor Diez Picazo,49 la simple calificación de
la deuda como deber jurídico es demasiado estrecha y aclara muy poco el extenso
panorama que detrás de la deuda se esconde. Al igual que lo que ocurre con el
crédito, es preferible referirse a la deuda como una "situación de deuda", cuyo
contenido fundamental está formado por una porción de deberes, pero donde hay
también una porción de facultades a través de las cuales el ordenamiento jurídico
protege legítimos intereses del deudor.
Es evidente que el deber central y primario del deudor es el de
realizar la prestación, es decir, el deber de desplegar aquella conducta o aquel
comportamiento en que la prestación consiste. Junto a este evidente deber
central del deudor existe, sin embargo, toda una serie de deberes accesorios o
secundarios sobre los cuales conviene detenerse brevemente. Seguiremos el
desarrollo que sobre el particular hace el profesor Diez Picazo.50
Ante todo será bueno no olvidar que la función de la relación
obligatoria consiste en proporcionar al acreedor un bien económicamente valioso
para que satisfaga de esta manera un concreto interés.
Partiendo de esta idea, parece que tenemos que llegar a la
conclusión de que el deudor debe procurar, por lo menos en ocasiones, que el
acreedor logre la satisfacción de su interés, es decir, prestar en cuanto sea
necesario su cooperación para que se produzca un resultado útil de la prestación.
Esto no implica, de ninguna manera, decir que el deudor sólo cumple si la
prestación alcanza la utilidad -querida o esperada- del acreedor, pero si que,
cuando su cooperación es necesaria para el pleno resultado útil de la prestación,
el deudor debe esta cooperación. Esta idea conduce a una ampliación o a un
ensanchamiento de la situación de deuda o, si se prefiere, a una integración de!
deber estricto de prestación mediante una serie de deberes accesorios.
Una breve sistematización de tales deberes permite describir
algunos:

49
Diez Picazo, op. cit., página 361
50
Diez Picazo, el contenido…, op. cit., páginas 362 y siguientes
Cristián Aedo Barrena página 29 05/04/2005

a) Atendiendo a su origen o fundamento, los deberes accesorios


pueden ser legales convencionales, usuales o impuestos por la buena fe.
a.1) Existen, en primer lugar, deberes accesorios de origen legal, es
decir, impuestos directamente por la ley. Por ejemplo, el obligado a dar alguna
cosa lo está también a entregarla y si la cosa es una especie o cuerpo cierto, a
conservarla con la diligencia propia de un buen padre de familia (artículo 1548 del
Código Civil).
a. 2) Existen, en segundo lugar, deberes accesorios de origen con-
vencional, cuando las partes los han estipulado de una manera expresa. El
vendedor de un vehiculo destinado al servicio público debe entregar al comprador
el vehiculo prometido, pero debe proporcionarle también la documentación
administrativa necesaria para su circulación.
a.3) Hay, además, deberes impuestos por el uso o la costumbre
(esta posibilidad la reconoce expresamente, el artículo 1546 del Código Civil, al
disponer que los contratos nos sólo obligan a lo pactado, sino también a lo que se
entiende pertenecerles por al costumbre, la que, en material civil sólo tiene valor
cuando la ley se remite a ella (artículo 2 Código Civil), pero que en materia
mercantil es muchísimo más importante (artículo 4 Código de Comercio)
a.4) Existen, finalmente, deberes accesorios derivados de la buena
fe, que, como veremos, es una fuente de creación de deberes especiales de
conducta. El vendedor de una máquina compleja debe proceder a su instalación y
proporcionar al comprador las instrucciones e informes que convengan a su mejor
manejo. El concedente de una licencia de explotación de un invento patentado
debe suministrar al concesionario todos los datos que necesite para utilizar la
invención.
b) Atendiendo a su finalidad, estos deberes de cooperación del
deudor al resultado de la prestación tienen un diferente cariz según que sean
estrictamente necesarios para que la prestación sea útil al acreedor o que se trate
de lo que podrían denominarse deberes de esmero en la realización de la
prestación.
Todas estas distinciones que hemos tratado de ir estableciendo no
son puramente académicas, sino que tienen una evidente proyección y una
evidente trascendencia en el orden práctico.
La infracción del deber principal o deber central de prestación en-
traña siempre un fenómeno de "incumplimiento" en sentido técnico. En cambio, la
omisión total de los deberes accesorios no origina un verdadero y propio
incumplimiento, sino solamente un "cumplimiento defectuoso", cuyas
consecuencias y cuyo régimen jurídico son netamente distintos.
Las diferencias son muy notables también desde el punto de vista
Cristián Aedo Barrena página 30 05/04/2005

de la exigibilidad. Es evidente que tratándose del deber principal, el acreedor está


facultado para exigirlo plena y totalmente. Los deberes accesorios admiten, en
cambio, alguna matización y alguna graduación. Existen deberes accesorios
respecto de los cuales el acreedor se encuentra facultado para exigirlos
plenamente y con separación de la prestación principal. Existen otros deberes, sin
embargo, que el acreedor puede exigir siempre que lo haga conjuntamente con el
deber principal. Hay finalmente deberes accesorios que en si mismos son
inexigibles, pero cuya falta de cumplimiento puede determinar consecuencias de
otra índole (v. gr.. resarcimiento).
Ahora bien, la deuda no es sólo un cúmulo de deberes. Ya hemos
advertido que se trata de una situación jurídica y que, en tal sentido, el deudor
goza también de facultades para la protección de sus propios intereses.
En primer lugar, el deudor tiene la facultad de liberarse de la deuda,
aún cuando el acreedor se niegue a recibir el pago o aún contra la voluntad de
éste. El mecanismo de liberación frente a la negativa injustificada se denomina
pago con subrogación. También nuestro Código Civil contempla la posibilidad que
el deudor oponga excepciones al acreedor, cuando éste intenta una pretensión
extralimitada y abusiva.
Luego, puede decirse que el deudor tiene otras facultades menores:
pagar anticipadamente si el plazo está concedido en su sólo beneficio, que
constituye la regla general en nuestro sistema; especificar la cosa con la que
habrá de hacerse el ago, si se trata de una especie o cuerpo cierto; la de imputar
el pago; la de pedir la restitución de lo pagado pendiente la condición, entre otras.

3. EVOLUCIÓN DE LAS OBLIGACIONES


La evolución de las obligaciones, responde lógicamente a la
evolución del derecho de las mismas, el cual ya fue analizado mas arriba. De tal
modo que en esta parte realizaremos un breve cuadro sinóptico de lo ya hemos
expuesto.
a) Derecho Romano primitivo: En el Derecho Romano, la obligación
constituía un vínculo extremadamente riguroso, que comprendía
fundamentalmente dos aspectos, por un lado la sujeción (incluso física) del deudor
a su acreedor, y por otro el elemento subjetivo. De tal suerte que el deudor se
obligaba con su patrimonio, libertad e incluso vida, al cumplimiento de la
obligación que había contraído. Esta era una relación personal, en donde no
existía la subrogación de sujetos, así la modificación en estos respectos se
realizaba mediante la novación.
Cristián Aedo Barrena página 31 05/04/2005

El profesor Fueyo indica: “En la legislación romana primitiva la nula


distinción entre derechos sobre objetos materiales o sobre seres humanos
vivientes, hizo natural y válido el poder o señorío del acreedor sobre la persona
misma del deudor, abarcando su propio cuerpo, su vida, su libertad física y su
honor, lo que hoy llamaríamos sus derechos de la personalidad”.51
El conjunto de poderes y facultades se denomina manus, teniendo
ésta un carácter real y absoluto. Ninguna diferenciación hay entre derecho
personal y derecho real, puesto que ambos se confundían en el concepto único de
manus. Al respecto, el profesor Puig Brutau indica: “Hubo un tiempo en que la
palabra vínculo no era un simple uso del lenguaje, sino que revelaba que una
persona se hallaba en poder de otra como rehén, por no haber pagado lo debido.
La prestación no era tanto la realización del acto debido, como la posibilidad de
obtener la libertad de la persona ligada, obligada. Al fina de esta evolución, la
persona obligada es una persona libre, pero jurídicamente obligada a la
realización de un acto debido”.52
b) Visión posterior: La evolución del concepto romanista de la
obligación se ha centrado básicamente, en los sujetos y el vínculo.
En cuanto a los sujetos se ha ido dejando de lado cada vez más el
carácter personalísimo e insustituible de los mismos, dando paso a nuevas
instituciones, algunas de ella aceptadas hoy por la mayoría de las legislaciones,
como es la “cesión de créditos o derechos”,53 también existen hoy los llamados
títulos de crédito o efectos de comercio, los cuales responden primordialmente a la
necesidad de respetar y ajustarse al principio de la libre circulación de los bienes,
y que en muchos casos importan una verdadera indeterminación del sujeto (como
lo son los créditos al portador), en donde su tradición se realiza por la sola entrega
del titulo.
De igual forma se ha ido avanzando en lo que se conoce como
“cesión de deudas”, lo cual lógicamente queda sujeto a la voluntad del acreedor,
ya que el patrimonio que este tuvo en vista al momento de contraer la obligación,
fue el de su deudor.54
Hay también otras figuras, las cuales importan lisa y llanamente una
indeterminación del sujeto, como lo son las llamadas “Obligaciones propter rem” o

51
Fueyo, op. cit., página 22
52
Puig Brutau, op. cit., página 13
53
Como tuvimos oportunidad de analizar, nuestro código acepta este instituto en los artículos 1901
y siguientes
54
Entre nosotros, ha tratado el tema el profesor Gonzalo Figueroa Yañez, en su obra “La Asunción
de deudas y la cesión de contrato”. Editorial jurídica de Chile. Santiago. 1984 y reitera el
tratamiento del tema en el libro El patrimonio. Editorial Jurídica de Chile. 1ª Edición. Santiago.
1991.
Cristián Aedo Barrena página 32 05/04/2005

de “sujeto pasivo ambulatorio”, en las cuales el deudor es el sujeto que resulte ser
el titular de un derecho real o el poseedor de una cosa, de modo que el deudor
cambia así como va cambiando aquel titular o poseedor.55
En cuanto al vínculo, la rigurosidad del mismo se ha visto
morigerando en forma importante, desapareciendo así el lazo que unía al deudor
con su acreedor en torno a su persona física, y se ha reducido este solo a sus
bienes. Como consecuencia de ello se han eliminado también resabios que
influían en materia criminal, como lo era la prisión por deudas. Dentro de los
bienes se ha ido excluyendo también algunos, en razón de su función y utilidad,
estos son los llamados bienes inembargables, que nuestro código recoge en el
artículo 1618.

4. ELEMENTOS INTEGRANTES DE LAS


OBLIGACIONES
De las definiciones estudiadas podemos inferir que son tres los
elementos de las obligaciones:
ƒ Los sujetos de la obligación: estos son el acreedor y el deudor.
ƒ Elemento objetivo o real: la prestación, y
ƒ El vinculo o “nexus”, que une a los sujetos y el elemento real.

4.1. LOS SUJETOS DE LA OBLIGACIÓN


Estos son el sujeto activo y pasivo de la relación jurídica de
obligación, en otras palabras el acreedor, quien es el sujeto titular del crédito o
derecho personal, y deudor, que es aquel individuo sobre el cual recae la
obligación de observar una determinada conducta, que consistirá en dar, hacer o
no hacer algo, en favor del acreedor.
Los sujetos de la relación obligatoria deben ser unos sujetos
determinados e identificados. Siguiendo al profesor Puig Ferriol: “Ciertamente será
normal que esta determinación o identificación de los sujetos que venimos en
denominar acreedor y deudor se produzca desde el nacimiento de la relación
obligatoria, pero se admite que puedan darse unos supuestos que, genéricamente,
podrían denominarse de determinación indirecta de cualquiera de los sujetos

55
Daniel Peñailillo Arévalo, op. cit., página 24.
Cristián Aedo Barrena página 33 05/04/2005

implicados en la relación obligatoria, en los cuales existe una inicial


indeterminación y una posterior determinación”.56
Estos sujetos pueden ser dos o más, y deben estar determinados
como hemos señalado anteriormente, empero, las también expuestas nuevas
concepciones del derecho de los créditos, en donde se ha ido abandonado la
noción subjetiva y personalísima de los sujetos, en el cual estos pueden ir
variando, eso si, con mayores limitaciones en el caso del deudor, debitor, debitore,
devedor, schuldner.57 En esta misma línea se ha llegando incluso a aceptar la
indeterminación de los mismos58. Será también común que estos sujetos se han
simultáneamente acreedores y deudores, como ocurre en los contratos bilaterales
de o obligaciones reciprocas, que constituyen la mayoría de los casos.
El profesor Abeliuk indica que la mayor objetivación de la obligación
ha permitido cada vez con mayor facilidad el reemplazo del sujeto activo o del
sujeto pasivo. En un principio, se aceptó que la sustitución de los sujetos operara
por sucesión por causa de muerte, de manera que en por aplicación del principio
denominado continuidad del causante, los herederos pasan a ocupar las calidades
activas y pasivas del causante (artículos .. y 1354 del Código Civil).
Posteriormente, por acto entre vivos, se aceptó que el sujeto activo traspasara su
posición, a través del mecanismo de la cesión de créditos.59
En cuanto al traspaso de la posición pasiva, el profesor Abeliuk
indica: “En cambio, existe una general resistencia en el estado actual de las
legislaciones para el traspaso del aspecto pasivo de la obligación por pacto entre
vivos”.60

4.2. ELEMENTO OBJETIVO O REAL: LA PRESTACIÓN


a) CONCEPTO

La prestación es aquella conducta que debe observar el sujeto


pasivo de la obligación, es decir, la de dar algo al acreedor, hacer algo a favor de
éste, o abstenerse de realizar una conducta con lo cual beneficiaria al sujeto
activo.

56
Puig Ferriol, op. cit., página 57
57
Fueyo Laneri, op. cit., página 29
58
Fueyo, op. cit., página 21
59
Abeliuk, op. cit., página 34
60
Abeliuk, op. cit., página 34
Cristián Aedo Barrena página 34 05/04/2005

El elemento objetivo de la obligación, dará origen a una tradicional


clasificación de las obligaciones y así se dirá que existen obligaciones de dar, esto
es, aquella en que la prestación consiste en la de entregar una cosa, sea
transfiriendo la propiedad, o proporcionando al que la recibe la mera tenencia de la
cosa.
Las obligaciones de hacer, que se traducen en el desarrollo de una
actividad del deudor que ira en beneficio del acreedor.
Y finalmente, las obligaciones de no hacer, que son aquellas en las
que el deudor limita su conducta y con ello le proporcionara un beneficio al sujeto
activo.
De esta manera, la conducta que compromete al deudor conforma la
prestación que es el objeto de la relación obligatoria y su contenido puede ser la
actividad, la inactividad o el entregar una cosa. El deudor está obligado, conforme
al modelo de diligencia que corresponda a la obligación, a procurar que la
conducta proyectada se acomode a la realizada, a fin de que se satisfaga el
interés del acreedor.61
El objeto de la prestación es, a su vez, las cosas, servicios y
abstenciones. En otros términos, una dar, hacer o no hacer, pudiendo distinguirse,
en consecuencia, entre objeto mediato de la obligación, constituido por las cosas,
servicios o abstenciones y objeto inmediato, que es siempre la prestación.

b) REQUISITOS DE LA PRESTACIÓN

La doctrina ha señalado uniformemente los requisitos que debe tener


la prestación para que sea objeto de la obligación y así se exige que sea:

1º Existir
2° posible
3º lícita;
4º determinada; y,
5º avaluable en dinero o de valor patrimonial. Veamos brevemente cada una de
ellas.

1° Existencia: Por definición, si el objeto es la prestación y ésta es la conducta que


se compromete, basta que se haya producido el hecho del que se deriva o nace
ésta para que exista el objeto. Conforme a nuestro artículo 1460 del Código Civil,
todo objeto de una prestación debe existir o, por lo menos, esperarse que exista.

61
Puig Ferriol, op. cit., página 67
Cristián Aedo Barrena página 35 05/04/2005

2° Posible: la prestación es imposible sólo cuando lo es en términos absolutos. El


profesor Puig Ferriol señala que la imposibilidad absoluta se produce en aquellos
casos en los que nadie puede llevar acabo la prestación y la relativa, aquella en la
que siendo objetivamente posible, no lo es, en concreto, para determinadas
personas.
3° Determinada o determinable: En este último caso, el propio acto o contrato
debe contener las reglas para determinarlo (artículo 1461 del Código Civil). La
determinación puede ser de especie o cuerpo cierto, que es la máxima, y también
de género, lo que da lugar a una clasificación de las obligaciones. En todo caso,
en la obligación genérica debe estar determinada la cantidad.62
4° Debe ser lícito: Cuando se trata de un hecho o una abstención, el objeto debe
ser determinado o determinable y física y moralmente posible (inciso final del
artículo 1461 del Código Civil). Físicamente imposible es el contrario a las leyes de
la naturaleza; y, moralmente imposible, el prohibido por las leyes, o contrario al
orden público o a las buenas costumbres.
5° Avaluable en dinero o de carácter patrimonial: A este requisito nos referiremos
en el apartado siguiente.

c) LA PATRIMONIALIDAD DE LA PRESTACIÓN

Como indica el profesor Abeliuk,63 si bien no se desconoce el


carácter patrimonial de la obligación, se ha discutido, en cambo, si es requisito de
ella, o si puede ser objeto de la obligación un hecho no pecuniario, un hecho no
avaluable en dinero.
Existen tres doctrinas sobre el particular: la doctrina del valor
patrimonial; la doctrina según la cual la patrimonialidad no es requisito esencial de
la obligación y las doctrinas intermedias.
La exigencia de este requisito, está principalmente apoyada en la
doctrina de Pothier. Le siguen Aubry y Rau, Braudy Lacantinerie, Laurent, entre
otros. Este planteamiento significa, en otros términos, que los intereses no
económicos no podrían crear una relación jurídica entre deudor y acreedor.
La doctrina en comento sostiene que la prestación que forma el
objeto de la obligación debe ser susceptible en sí misma de apreciación pecuniaria
y además debe presentar para el acreedor una ventaja apreciable en dinero. De
este modo, el simple interés moral o afección no podría dar base para condenar al
deudor a daños y perjuicios, pues esta indemnización representa el interés que

62
Abeliuk, op. cit., página 36
63
Abeliuk, op. cit., página 37
Cristián Aedo Barrena página 36 05/04/2005

tiene el acreedor en la ejecución de la obligación y si el interés no es apreciable en


dinero, tampoco lo puede ser la indemnización de daños y perjuicios.64
Autores como el francés Giorgi consideran que en el caso de
intereses extrapatrimoniales no estaremos frente a verdadera obligación, sino a
derechos personales. Sin embargo, piensa que si los intereses de afección han
tenido influencia en el patrimonio o si han aumentado los perjuicios materiales,
reconoce que deben considerarse en la reparación de perjuicios.
El profesor José Luis de los Mozos,65 indica que la teoría tradicional
tiene su origen en el Derecho romano con base al texto del Digesto, por cuanto en
virtud del procedimiento formulario, la condena había de ser pecuniaria, por lo que
era natural que sólo pudiesen ser objeto de obligación aquellas prestaciones que
podían estimarse en dinero.
Estos principios doctrinarios, indica la profesora Domínguez –que
corresponden a la doctrina clásica-, serán paulatinamente transformados en
principios absolutos de la teoría de las obligaciones, cuyos fundamentos se
encuentran no sólo en los precedentes romanos y en las obras de Domat y
Pothier, sino en el propio texto del Código Napoleónico.66
Frente al planteamiento clásico se comenzó a señalar,
principalmente por autores alemanes como Ihering y Windscheid, que para que la
obligación fuera válida se requería que representara para el acreedor un interés
legítimo.67
Para esta segunda doctrina, la patrimonialidad es una nota que
concurre corrientemente en la prestación, si bien no de modo necesario. El
Derecho de Obligaciones, no queda sujeto a la tutela de intereses meramente
económicos. Es decir, todo interés digno de protección es apto para engendrar un
vínculo obligatorio aunque directa e inmediatamente no represente un valor
pecuniario. Esta doctrina llegó a extenderse considerablemente y, a través de la
influencia de Windscheid, penetró en el Código Civil Alemán a través del artículo
241.68 69

64
Leslie Tomasello Hart. El daño moral en la responsabilidad contractual Editorial Jurídica de Chile.
1ª Edición. Santiago. 1969, página 103
65
De los Mozos, op. cit., página 992
66
Carmen Domínguez. El Daño Moral. Editorial Jurídica de Chile. 1ª Edición. Santiago. 2000,
página 172
67
Alfredo Cordero Arancibia. La reparación de los daños morales. Memoria de prueba. Universidad
de Chile. 1932, página 58
68
Tomasello, Daño Moral..., op. cit., página 107
69
Es la solución que también acoge el artículo 398, párrafo 2 del Código Civil portugués: “la
prestación no necesita tener valor pecuniario, pero debe corresponder a un interés del acreedor,
digno de protección legal”. Al respecto, el profesor Antunes Varela, op. cit., páginas 110 y 111,
Cristián Aedo Barrena página 37 05/04/2005

Alfredo Colmo considera que la solución del problema depende del


carácter del Derecho Civil y si estima o no que se trata de un derecho privado
económico, sino de la entera vida feliz. La solución adversa a la patrimonialidad
de la prestación debe ser admitida porque la vida no es una suma de relaciones
económicas, ya que por importantes que aquéllas sean, sobretodo en países
nuevos y en formación, resulta innegable que la actividad humana rechaza, en
cualquiera de sus períodos, toda unilateralidad.70
La doctrina intermedia tiene su origen en la doctrina italiana. Es
aquella que distingue entre el interés tiene en la prestación y la prestación misma.
Esta doctrina distingue entre el interés del acreedor y la prestación en sí, nociones
no coincidentes. El interés del acreedor no precisa ser de carácter patrimonial; los
intereses de otras clases, como los morales, pueden ser exponente del interés del
acreedor en el seno de una relación jurídica. Basta que sean dignos de tutela. Es
decir, la prestación siempre debe ser patrimonial, pero el interés puede tener un
carácter afectivo, moral o estético.
Partidarios de esta doctrina son, entre otros, Ruggiero, Messineo,
Puig Peña.71 72

indica que no es necesario, por tanto, que la prestación enriquezca el patrimonio del acreedor o
evite su empobrecimiento, no es forzoso que se trate de aquellos actos u omisiones que tienen en
el comercio jurídico un precio, independientemente de las ventajas o beneficios que proporcionan.
Y agrega que la prestación, en suma, debe satisfacer una necesidad seria o razonable del
acreedor, que justifique socialmente la intervención de medios coercitivos propios del derecho.
70
Citado por Tomasello, Daño Moral..., op. cit., página 108
71
En Chile, es partidario de esta doctrina, el profesor Fueyo, op. cit., página 44, quien al respecto,
señala: “La patrimonialidad de la prestación, o sea, su valoración económica, es esencial que
exista; de lo contrario, faltaría la posibilidad de ejecutarse forzadamente la obligación”. Y agrega:
“Lo dicho no impide que el interés del acreedor, que tampoco puede faltar, sea un interés no
económico, como cuando persiga una finalidad humanitaria, cultural, científica, etc…Esta doctrina
de la patrimonialidad, pues, pone acento en una distinción fundamental, que no se hizo en los
primeros tiempos. Esta consiste en distinguir el interés del acreedor, que en el caso particular
puede no ser económico, y la consideración objetiva de la prestación, que debe ser valorable
económicamente en forma abstracta”. Aún cuando no en forma expresa, parece que el profesor
René Ramos, op. cit., páginas 20 y siguientes, se inclina por la teoría intermedia
72
También es la doctrina acogida por la doctrina española. Así, José Luis de los Mozos, op. cit.,
página 992, indica que: “En cuanto a la prestación, en sí misma considerada debe ser susceptible
de valoración económica, directa o indirectamente determinada, y a pesar de que no exista
precepto expreso que así lo establezca, como sucede en el Derecho italiano. Inclinándonos por
esta solución, ya que la pecuniariedad de la prestación forma parte de su propia naturaleza,
entendida como objeto de la obligación, pues, en otro caso, no sería posible hacer valer la
responsabilidad del deudor por incumplimiento de la prestación, de acuerdo con lo dispuesto en el
artículo 1911 del Código civil”. En igual sentido, por todos, Puig Brutau, op. cit., páginas 24 y
siguientes; Diez Picazo, Fundamentos.., op. cit., páginas 384 y siguientes
Cristián Aedo Barrena página 38 05/04/2005

d) EL VÍNCULO O “NEXUS”

Como hemos venido señalando, para que un individuo se encuentre


en esta posición jurídica es menester que exista algo que lo ligue a su acreedor,
que concurra un elemento que lo ate como sujeto pasivo de la relación al sujeto
activo. Así este elemento es precisamente el “vinculo” como elemento de la
relación jurídica.
Como indica el profesor Fueyo, este tercer elemento es el
substancial, por cuanto es el propiamente jurídico de los tres, así mismo tendrá la
vital función de asegurar los efectos de las obligaciones. Y agrega: “Esta relación
es jurídica porque está admitida, regulada y amparada por el Derecho, el cual
reacciona ante cualquier trasgresión al cumplimiento exacto, íntegro y oportuno de
la obligación”.73

73
Fueyo, op. cit., página 31
Cristián Aedo Barrena página 39 05/04/2005

SEGUNDO CAPITULO
DE LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES.

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