SEÑAS
SEÑAS
SEÑAS
Este concepto se define en una palabra: comunicacion, que viene dada desde sonidos,
señales y signos, que van desde ya sea una persona, animal, u computador hacia otro del
mismo o distinto tipo y que puede expresar pensamientos, sentimientos, ideas e incluso
datos, números o información que será procesada.
El lenguaje entre sus características posee sintaxis (reglas y para construir expresiones
interpretables) y semántica (significado de dichas expresiones). Entonces, dos personas
que hablen diferentes idiomas podrían hablar de lo mismo (semántica) pero las palabras
utilizados para expresarlo serían diferentes (sintaxis).
¿Qué es la lengua?
Es decir, que la lengua es un conjunto de signos, formas y sistemas que los seres humanos
prefiguramos en nuestra mente y que nos valen para comunicarnos con personas de la
misma comunidad (que posean la misma lengua).
De esta forma, existen multitud de lenguas puesto que hay un gran número de
comunidades de habla diversas entre sí
El habla, posee una serie de unas acciones universales que llamaremos “actos
lingüísticos”, y se definen como manifestaciones del lenguaje, el pensamiento y el
conocimiento, y son las siguientes:
Idioma
Se define como el lenguaje propio de un grupo de personas concreto, a través del
cual se comunican e interactúan entre sí.
Si comparamos este concepto con el de lengua, no queda del todo claro cuáles
son las diferencias y si estas realmente existen.
Esto significa que dicho término suele vincularse con ciertas cuestiones
ideológicas y políticas, haciendo referencia a la lengua perteneciente a un
determinado pueblo o nación.
Asimismo, un idioma suele tener una amplia tradición literaria a sus espaldas. Es
más, en numerosas ocasiones se recurre al empleo del vocablo idioma en lugar
de lengua por razones puramente políticas y para nada lingüísticas.
Seña
En el habla cotidiana del español, las palabras "seña" y "gesto" suelen ser sinónimos. Pero
el lingüista que trabaja con las lenguas de las personas sordas considera que hay
diferencias muy importantes entre ambos términos. En tal sentido, lo más relevante es
que una seña es una "palabra" de la lengua de señas.
Tambien se puede definir como una Nota, indicio o gesto para dar a entender algo o
venir en conocimiento de ello o como Aquello que está establecido entre dos o más
personas para entenderse. PENDIENTE AQUÍ SOBRE LA PREGUNTA 4ta, porque
una relación podría ser que ambos (seña y gesto), se usan para dar a entender algo,
o previamente se le a dado un significado a ese gesto. Digamos mover la mano para
los lados eso es hola, tanto en lenguaje de señas porque asi lo establecieron, como
para un gesto cotidiano, ya que, desde hace años mover asi la mano significo hola.
EL LENGUAJE DE SEÑAS
Se basa en movimientos y expresiones a través de las manos, los ojos, el rostro, la boca y
el cuerpo. Las personas sordas son los principales usuarios de la lengua de señas pero ésta
puede ser utilizada también por monjes que han tomado un voto de silencio o en algunas
actividades deportivas por ejemplo.
Falso. A veces la lengua de señas de ciertos países y la lengua oral más usada en esos
mismos países difieren gramaticalmente en muy diversos parámetros.
Algunas versiones de este malentendido, es que las lenguas de señas tienen alguna clase de
dependencia de las lenguas orales, por ejemplo, utilizando básicamente un deletreo de las
palabras de una lengua oral mediante símbolos gestuales.
En general, las lenguas de señas son independientes de las lenguas orales y siguen su propia
línea de desarrollo.
Por último, un área que tiene más de una lengua oral puede tener una misma lengua de
señas, pese a que haya diferentes lenguas orales.
Este es el caso de Canadá, los EE.UU. y México, donde la lengua de señas americana (ASL)
convive con las lenguas orales inglesa, española y francesa. Inversamente de igual modo, en
una zona donde existe lengua oral que puede servir de lengua franca, pueden convivir varias
lenguas de señas, como es el caso de España, donde conviven la Lengua de signos
española (LSE), la Lengua de signos catalana (LSC).
El alfabeto manual
Las personas sordas instruidas (que sepan leer y escribir) de casi todo el mundo usan un grupo de
señas para representar las letras del alfabeto con el que se escribe la lengua oral del país. Es esto
lo que se denomina alfabeto manual o alfabeto dactilológico. En el caso de los países de habla
hispana, donde se usa el alfabeto latino, las personas sordas usan un mismo alfabeto manual,
común para todos los países (con algunas variaciones de índole menor en la forma de algunas
letras). En Inglaterra se usa un alfabeto manual distinto, bimanual. En los países que usan
alfabetos distintos al latino (alfabetos hebreo, árabe, amhárico, etc.) existen otras formas de
representación entre las personas sordas.
En concreto se han encontrado los siguientes hechos relativos a las lenguas de señas
que proporcionan los lingüísticos necesarios para clasificarlas como lenguas
naturales:
# Quiere decir que pueden estudiar también los gestos o señas que forma la mano,
como si estuvieran estudiando los sonidos de la boca.
GESTOS > SONIDOS
MANO > BOCA
Además la realización de cada signo está sujeto al mismo tipo de variedad que los
sonidos de las lenguas orales (variación dialectal, asimilación, cambio lingüístico).
# QUIERE DECIR que cada signo varia según varios elementos, en un video
hablaban que los mudos NO es que abran la boca como un reflejo o alguna
problema, al hacer las señas. SI NO que estos gestos faciales cambian la
intensidad o el significado de las señas que hacen.
Poseen una sintaxis que obedece los mismos principios generales que las
otras lenguas naturales, y tienen algunos mecanismos de formación de palabra
productivos que permiten afirmar la existencia de procesos morfológicos.
# Las señas tienen una reglas que deben seguir para formarse NO es solo ir
haciendo las letras para formar las palabras y oraciones. EN El principio hablo
de que es sintaxis en profundidad
# EL proceso de aprender el lenguaje de señas a un bebe tiene por asi decirlo los
mismos pasos mentales que aprender a hablar normal.
Las lenguas de señas, al igual que las orales, se organizan por unidades
elementales sin significado propio (lexemas).
Tambien hay señas que de forma separada NO significan nada pero, contienen la
totalidad del significado de la seña.
EJEMPLO (NO DIGO QUE SEA VERDAD PERO ES PARA QUE ENTIENDAS)
Digamos el gesto de primo es ponerse los dos dedos en el brazo, capaz que juntar
los dedos signifique “prim” y donde los ponga dira que pariente es.
Una prueba más de la diferencia entre las lenguas orales y las lenguas de señas es el
hecho de que estas últimas explotan únicamente los disparos del medio visual.
Entre otros motivos ha contribuido, el que la mayoría de las personas sordas leen y
escriben en la lengua oral de su país. Pese a esto, ha habido propuestas para
desarrollar sistemas de trascripción de las lenguas de señas, provenientes sobre todo
del mundo académico, pero la mayoría de ellas tiene deficiencias para captar todas
las características comunicativas que se utilizan en las lenguas de señas
(especialmente los elementos no-manuales y posicionales). Sin embargo, existen
varios sistemas de representación de las señas mediante signos textuales (glosas,
signo-escritura alfabética.) O bien, icónicos.
Las lenguas de señas no son auténticamente lenguas, sino códigos mnemotécnicos para
designar objetos y conceptos afirman algunos:
El proceso de adquisición lingüística estudiado en niños que tienen por lengua materna una
lengua de señas, sigue etapas totalmente análogas a la adquisición de las lenguas orales
(balbuceo, etapa de una palabra,...). Además, los procesos de analogía morfológica, la elipsis,
los cambios "fonológicos" o la asimilación también se dan de idéntica forma en las lenguas de
señas.15
Varios ejemplos pueden ser dados como las lenguas habladas y las lenguas de signos.
Las lenguas de signos o lenguaje de señas son lenguas naturales, visto que también
poseen las mismas propiedades características: gramática y sintaxis con dependencias no
locales, discreta, generatividad y creatividad. Lenguas de signos o gestuales, como la
norteamericana o la francesa, están debidamente documentadas en la literatura
científica. El lenguaje natural es normalmente utilizado para la comunicación.
Las lenguas naturales son diferentes de la lengua artificial, lenguas construidas y de las
lenguas formales, tales como la lingüística computacional, la lengua escrita, el lenguaje
animal y los lenguajes usados en el estudio formal de la lógica, especialmente de la lógica
matemática.
de señas?
Todas las lenguas de señas son parecidas esto es Falso. Las lenguas de señas
difieren entre sí, tanto en el léxico (conjunto de señas o signos gestuales) como en
la gramática, tanto como difieren entre sí las lenguas orales.
Aquí
entra la pregunta, ¿Por que entonces en un mismo país varia la lengua de señas?
En el mundo hay más de 300 lenguas de signos, según datos de la Federación
Mundial de Personas Sordas. Comparado con las casi 7.000 lenguas orales que
existen, esta cifra es relativamente pequeña. Sin embargo, a menudo surge la
pregunta: ¿por qué no hay una lengua de signos universal?
En primer lugar, "no existe una lengua de signos por cada lengua oral, ya que han
diversidad. Las lenguas de signos, de la misma forma que las orales, han ido
mismo signo para definir 'comida' si estás en China y usas palillos, que si estás en
Sin embargo, las personas sordas sí han dado con una solución para comunicarse
cuando se juntan en cónclaves internacionales. La solución: el sistema
internacional de signos (SSI). Pero remontémonos unos años primero para saber
cómo empezó todo...
La queja de que la selección de los signos del sistema había sido arbitraria
y que solo se habían tomado signos de los países que tenían representación en la
comisión, y esto pese a que muchos países americanos, asiáticos y africanos sí
pertenecían a la Federación Mundial de Sordos.
Las propias personas sordas no entendían el sistema.
El miedo a que la popularización de este sistema acabara con las distintas
lenguas de signos (y esto en un contexto en el que aún había muchos países
tratando de lograr que su lengua de signos nacional se reconociera oficialmente).
signos asiáticos y africanos suelen tener más problemas para comprenderlo. Por
otro lado, cabe destacar que sus usuarios tienden a utilizar la gramática de sus
existe algo se de llama Sistema de señas internacional. Sin embargo, más que ser
una lengua, son unas convenciones de señas y signos empleados para llegar a
acuerdos comunicativos entre sordos de distintos países. Cada país tiene su
propia lengua, aunque existen muchas coincidencias a nivel gramatical entre
estas.
Pero es un sistema, no una lengua. Las lenguas surgen por el contacto entre los
usuarios. Los que hablan español en latinoamérica están muy distantes de los que
lo utilizan en España o en África.
Aunque es cierto que hay lenguas de signos que tienen más porcentaje de señas
similares (por la evolución histórica que tuvieron), no son las mismas lenguas. ¿Lo
bueno? Si no comparten lengua, recurren a la utilización de señas más miméticas,
icónicas,... y en una semana se logran entender. Además, la gramática es
"universal", pues como dice Oliver Sacks, la lengua de signos es el idioma del
cerebro. Saludos!
PREGUNTA 3 La comunidad sorda y su lengua de señas venezolana.
COMUNIDAD SORDA 2.0
¿Se imparte educación bilingüe en las escuelas de sordos? En algunas escuelas públicas.
Comunidad sorda
Los sordos de Venezuela tienen un activo movimiento asociativo. La primera asociación
fue fundada en Caracas el año 1950. Poco después fue fundada otra asociación en
Maracaibo, la segunda ciudad más grande del país. Actualmente existen organizaciones en
todo el país. Entre estas destacan, por su dinamismo y número, las asociaciones deportivas.
En contextos más formales (tales como conferencias, discursos políticos, etc.), los usuarios
de LSV se refieren a su propia lengua deletreando “LSV” a través del alfabeto manual de
uso en el país (como se muestra en las fotografías abajo).
La LSV fue reconocida en la Constitución Nacional en 1999. Dos artículos se dedican en
ella a la lengua de señas: el artículo 81 declara que los sordos venezolanos tienen el derecho
a usar su lengua de señas. El artículo 101 establece que los medios televisivos deben
proveer sus programas (especialmente las noticias y los programas educativos o culturales)
de subtítulos en castellano e interpretación a LSV, para garantizar el derecho de la
población sorda a estar informada.
Según datos ofrecidos en el año 2008 por las autoridades venezolanas (Censo Misión J.
Gregorio Hernández, 2008), había en el país 29.068 personas con discapacidad auditiva. La
información provista en esa ocasión no permite saber cuántas de estas personas son
usuarias de LSV. Basado en criterios tales como el número de escolares sordos, la cantidad
de personas afiliadas a las organizaciones de sordos y estadísticas previas para países de la
región, Oviedo 2004 estima que los usuarios de LSV como primera lengua son
aproximadamente 15.000 personas.
Se han reunido al menos dos corpora de la LSV, en las ciudades de Mérida y Caracas. No
hay disponible todavía un estudio gramatical comprensivo de la LSV ni se dispone de un
diccionario básico (en la red hay varios vocabularios, ninguno de los cuales cumple con
criterios coherentes de recolección ni presentación de los datos). También se carece de
materiales adecuados de enseñanza de LSV como L1 y como L2.
Es posible observar una fuerte influencia de la Lengua de Señas Española sobre la LSV, lo
que se explica por la historia de la educación de los sordos en Venezuela y la relación
particular de los dos países (ver detalles abajo, en la Cronología). No se conoce un estudio
cientíifico sobre la relación de ambas lenguas.
Cronología
antes de 1935: Documentos coloniales (caso de algunas leyes), mencionan a los sordos,
pero siempre en una dimensión individual. A partir de los pocos datos disponibles no es
posible hablar de la existencia de vida comunitaria de los sordos antes de 1935.
Existen muy pocos datos disponibles acerca de la historia de los sordos antes de 1935,
cuando se fundó la primera escuela para sordos. Según Oviedo 2009, a finales del Siglo
XIX hubo una iniciativa oficial para fundar una escuela con ayuda de un maestro
estadounidense, pero la inestabilidad política del país en aquel momento frutró el proyecto
(leer el artículo Oviedo 2009).
1946: Son separados los niños ciegos de los niños sordos. Para estos últimos se abre la
Escuela Taller de Sordomudos, que comienza a ser dirigida por monjas franciscanas
españolas, especializadas en la educación de niños sordos. Esto refuerza todavía más la
influencia de la LSE sobre la LSV (ver Oviedo y Alvarez 2006). La Escuela Taller de
Sordomudos existe todavía hoy, bajo el nombre de Escuela Juan Pablo Bonet.
Educación
Desde su fundación, y al menos hasta el final de la década de 1950, la Escuela-Taller de
Sordomudos constituyó la única escuela del sordos del país. A partir de este período
coemnzaron a abrirse otras escuelas para niños sordos, tanto públicas como privadas, en
diversos lugares de Venezuela. En los primeros años de la década de 2000 había unas 50
escuelas para sordos en Venezuela, de las cuales 3 eran instituciones privadas (Oviedo
2004).
Antes del año 1985 se siguió en todas esas escuelas una estricta filosofía oralista. Luego de
aquel año, el Ministerio de Educación introdujo el uso de la LSV en las aulas. Este
programa se mantuvo hasta 1992, cuando un cambio político en la administración pública
llevó a las autoridades a abandonar la iniciativa anterior. Hoy se carece de una normativa
coherente para las escuelas de sordos. Se ha verificado, no obstante, una vuelta a las
prácticas oralistas.
La mayoría de esas escuelas ofrece todos los grados de educación preescolar y básica (hasta
el 9º grado). Es usual que no se separe a los niños por sus restos auditivos.
Existen diversos programas de bachillerato para sordos. Entre ellos, algunos ofrecen clases
en LSV. La mayoría trabaja con docentes oyentes que enseñan en español, acompañados
por un intérprete.
El año 2005 se inicia en la Universidad de Los Andes, en Mérida, un programa pioto para
la formación de educadores sordos. En 2012 egresaron los primeros maestros del programa.
Un detallado estudio histórico del proceso seguido por la escuela de sordos en Venezuela
entre 1935 y 2010 puede consultarse en el artículo anexo, escrito por Morales y Pérez en
2010 (PDF)
Accesibilidad
Convención de la ONU: Venezuela no firmó la Convención, aunque recientemente firmó su
Protocolo (UN-Enable). No obstante, varias leyes del país hacen providencias similares a lo
establecido en la Convención, con lo que diversas instituciones trabajan en consonancia con
lo dispuesto por la ONU, especialmente en lo relativo a la superación de las barreras
comunicacionales.
Desde hace casi dos décadas, varios investigadores vienen dedicándose a estudiar
fenómenos relacionados con la lengua de señas de los sordos del país. Los estudios sobre
esa lengua, la LSV, comenzaron, si nos atenemos a la publicación más temprana que
conocemos, en 1982. A lo largo del tiempo que ha pasado desde entonces, se han producido
muchos trabajos. La mayoría de ellos no han sido publicados, empero, sino que se han
presentado en versión mimeografiada en alguno de los muchos encuentros de especialistas
realizados en Venezuela o fuera de ella. Esos trabajos reposan principalmente en la
biblioteca “Bill Stokoe” de la Universidad de Los Andes, en Mérida, y en el Núcleo de
Investigación del Departamento de Educación Especial del Instituto Pedagógico de Caracas
– Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
Este artículo no pretende proponer un modelo para interpretar el desarrollo de este campo
de trabajo de la lingüística en Venezuela. Intenta apenas reunir, por primera vez, las
referencias disponibles sobre lingüística de la LSV, y presentarlas ordenadamente. Hemos
dividido el trabajo en dos partes: la primera de ellas se dedica a hacer algunas reflexiones
generales sobre lo que son las lenguas de señas, y en particular sobre lo que es la LSV
(partimos de la idea de que los lectores de este libro, en su mayoría expertos lingüistas, no
son, sin embargo, conocedores del trabajo con las lenguas de señas).
La segunda parte reseña los estudios realizados sobre la LSV, de acuerdo con el propósito y
los temas de los trabajos escritos, que agrupamos así: los trabajos que no tienen un carácter
ni una intención científicos, y que consisten en diversas recopilaciones de señas; los
estudios cuyo exclusivo propósito es argumentar a favor de la naturaleza lingüística de la
LSV; los estudios descriptivos sobre la LSV; y los estudios en lingüística aplicada.
Los estudios lingüísticos sobre las lenguas de los sordos Hasta inicios de la década de 1960
la lingüística consideró ajeno el estudio de las lenguas de señas. Ello tenía su base en la
dificultad
para describir esos sistemas con las herramientas teóricas desarrolladas por las escuelas
estructuralistas para las lenguas habladas (Stokoe 1960): tales herramientas se diseñaron
para el componente sonoro de las lenguas, y asumían el uso lingüístico de la voz y del oído
como una característica inherente al lenguaje humano (cfr. Sapir 1933, Hockett 1974).
Las lenguas de señas, del mismo modo, no parecían estar doblemente articuladas: el
análisis no era posible más allá de las señas, las mínimas formas significativas libres. De
acuerdo con ello, se consideraba que las lenguas de señas eran sistemas semióticos de una
naturaleza diferente a la de las lenguas naturales (cfr. Klima y Bellugi 1979).
Esta situación comenzó a cambiar en la segunda mitad del Siglo XX, cuando en un intento
por producir máquinas inteligentes, los desarrollos de las tecnologías informáticas
impusieron un creciente interés por la sintaxis de las lenguas y por el modo en que el
cerebro procesaba el lenguaje. La forma más elaborada de ese movimiento fueron los
trabajos de la teoría generativa, que inclinaron el peso de las investigaciones lingüísticas
hacia la sintaxis y la adquisición del lenguaje. Tal cambio implicó un entorno teórico
adecuado para considerar las lenguas visuales de las personas sordas como manifestaciones
alternas de la capacidad humana del lenguaje (cfr. Behares 1997).
A partir de los años ochenta las investigaciones, que interesaban ya a estudiosos de todo el
mundo, se diversificaron enormemente: la descripción abarcó todos los niveles de análisis:
segmental (cfr. entre otros, Liddell y Johnson 1989, Padden y Perlmutter 1987),
morfológico (cfr. Brennan 1990, Wilbur 1987), léxico (cfr. la lista ofrecida por Joachim y
Prillwitz 1993), sintáctico (cfr. por ejemplo, Keller 1998, Wilbur 1987, Liddell 1980) y
discursivo (cfr. entre otros, Liddell 1996, Ahlgren y Bergman 1994). Otras áreas que
también han recibido mucha atención son la adquisición de las lenguas de señas (pueden
confrontarse Newport y Meier 1987, Klima y Bellugi 1979); el modo en que estos sistemas
son procesados por el cerebro (cfr. por ejemplo, Poizner et al. 1990); la sociolingüística de
las comunidades sordas (cfr. Lucas 1989); y los sistemas de transcripción y/o escritura de
las lenguas de señas (Prillwitz et al. 1989, Liddell y Johnson 1989). Hoy en día, cuarenta
años después de las primeras publicaciones, la bibliografía especializada del área
comprende varios miles de títulos, sobre más de 90 distintas lenguas de señas en todo el
mundo (cfr. Joachim y Prillwitz 1993 así como su versión online –actualizada
mensualmente, en http://www.sign lang.unihamburg.de/BibWeb/).
No existe una lengua de señas universal. En cada país, las comunidades de sordos
desarrollan de modo independiente sus propios códigos, que difieren tanto de la lengua oral
del entorno como de otras lenguas de señas (BoyesBraem 1995). La variedad de nuestro
país ha sido denominada, desde 1989, Lengua de Señas Venezolana (Pietrosemoli 1989a).
Tal denominación se usa en situaciones formales en las que se interactúa con esa lengua, así
como en textos académicos escritos en español (cfr. Pietrosemoli 1991). Los usuarios de
LSV suelen nombrar su propia lengua con una seña cuyo significado equivale en español a
„señar, comunicarse con señas“ o“lengua de señas“.
Sin embargo, no necesariamente todas esas personas sordas son usuarias de LSV. Las
condiciones para ello sólo pueden verificarse en poblaciones grandes, donde por razones
estadísticas vivan suficientes personas sordas como para garantizar la formación de una
comunidad. La LSV tiene, así, una distribución urbana.
El interés por describir las lenguas de señas surge en el contexto de la educación de los
sordos (cfr. Plann 1993). En la bibliografía lingüística, la relación con la educación de
sordos se evidencia en aspectos paralelos a las investigaciones, tales como las fuentes de
financiamiento de los proyectos (que por lo general provienen de entidades estatales
interesadas en mejorar la situación educativa de la población sorda) o sus objetivos
(elaborar cursos para la enseñanza de esas lenguas a personas oyentes, o estandarizar
variedades nacionales de lenguas de señas, por ejemplo). En nuestro país el caso es similar:
el estudio de la LSV se inicia en el contexto del cambio de políticas pedagógicas que, en la
década de los ochenta, el Ministerio de Educación promovió en las escuelas públicas de
sordos, y que introducía el uso de la LSV como primera lengua en las escuelas, lo que
permitiría a los niños desarrollarse lingüística, cognoscitiva, emocional y socialmente,
además de acceder a los contenidos académicos (cfr. Morales 2001b). Ese cambio de
dirección en las escuelas, que hasta entonces habían estado centradas en la enseñanza del
español oral, llevó a la necesidad de comenzar estudios sobre la LSV, lengua que no había
sido aún descrita.
Es posible ver una relación entre este glosario y un movimiento pedagógico (originado en
las prácticas pedagógicas del Abad de l’Epée, en la Francia del siglo XVIII. Cfr. Fisher y
Lane 1993) que promovía el uso de lenguas orales señadas en las escuelas de sordos: el
acceso a las lenguas habladas, que hasta entonces se había procurado a través de terapias
clínicas, se había mostrado en todo el mundo como un fracaso (cfr. Johnson et al 1989). Lo
que ese movimiento intentaba era presentarles a los alumnos sordos, visualmente, la
información gramatical de las lenguas habladas, creando para tal fin sistemas como el que
describe el párrafo anterior. El libro que comentamos aquí corresponde a esa intención, y
acompaña a obras similares que en esos años aparecieron en varios países de América
Latina (cfr. Oviedo 1998a).
Más adelante, en la década de los noventa aparecen otros dos glosarios que incluimos entre
las obras de carácter e intenciones no científicos. El primero de ellos es un manual escolar
en el que se proponen señas para los términos del español especializados del curso de
educación sexual de la escuela básica (Martínez et al. 1996). Este glosario presenta la
novedad de incluir, junto a la ilustración de cada seña, un dibujo que procura reproducir el
concepto referido por la seña; el segundo es una recopilación de señas de la LSV publicada
por la Federación de Sordos de Venezuela (Fevensor 1999). En este trabajo se añaden a
cada entrada un vocablo español y otro inglés correspondientes al significado de la seña
dibujada.
A finales de los años ochenta aparecieron dos monografías (Sánchez 1987 y Pietrosemoli
1987) cuya intención era la de ofrecer argumentos científicos acerca del carácter lingüístico
de la LSV. Las dos investigaciones se hicieron a solicitud de la Dirección de Educación
Especial del Ministerio de Educación, que en ese año inició en las escuelas públicas de
sordos de todo el país lo que se denominó “Propuesta de Atención Integral al Niño Sordo”
(en relación con este programa, cfr. Sánchez 1988).
Las escuelas de sordos habían estado, hasta ese momento, dedicadas a enseñar a los niños a
hablar español. Como hemos señalado anteriormente, el cambio propuesto por el Ministerio
de Educación perseguía introducir en las escuelas el uso de la LSV como la primera lengua
de los niños, a través de la cual se transmitieran los contenidos académicos (de los cuales la
enseñanza del español era una parte).
Según esos estudios iniciales, las señas de la LSV eran las mínimas formas libres de esa
lengua, y estaban formadas por cadenas de segmentos –momentos de actividad alternados
con momentos de inactividad analizables como „racimos“ de rasgos articulatorios – que
carecían de sentido propio. Esas cadenas de segmentos constituían unidades léxicas, que en
algunos casos equivalían ellas mismas a morfemas y, en otros, se revelaban como unidades
complejas, analizables como series de afijos incorporados a una raíz. Es lo que ocurre, por
ejemplo, con los llamados verbos de concordancia, que muestran una forma básica, „no
conjugada“ (las mismas formas de la mano y el mismo esquema de movimiento) y una
serie de actualizaciones en discurso, formas „conjugadas“, en las que los puntos de inicio y
fin de la seña varían según la situación, para indicar con ello los participantes de la
predicación (cfr. Pietrosemoli 1991).
Según se reportó también, la LSV usa significativamente el orden de aparición de las señas
en la oración: hay tendencia a un esquema (S)VO. Cuando se verifica la presencia de más
de un objeto, el paciente precede al benefactivo, y se posponen ambos al núcleo verbal
(Pietrosemoli 1991). Sin embargo, cuando se trata de un objeto locativo, éste precede al
verbo (Pietrosemoli 1989b). La topicalización de una seña nominal, se mencionó, afecta de
modo frecuente el orden de aparición de las señas, que pueden agruparse en cadenas del
tipo tópico(S)VO. Se observaba asimismo una tendencia al orden núcleo+modificador
dentro de la frase nominal (Pietrosemoli 1991), orden relativo que se mantiene entre el
nombre y el predicado en oraciones que expresan estados, atribuciones y localizaciones
espaciales de entidades (Oviedo 1990).
En esos años, también, se realizaron algunos otros interesantes estudios sobre la pragmática
de la LSV. La comunidad sorda de Mérida, por ejemplo, evidenciaba utilizar una versión de
su lengua que equivaldría a un „susurro“ para situaciones públicas en las cuales se quería
limitar el alcance del mensaje a un específico interlocutor (Pietrosemoli 1989c). Otro hecho
que se registró fueron los cambios que la LSV tuvo que sufrir para evitar usar ciertas señas
que se asemejaban a señas de sentido obsceno usadas por personas oyentes (Pietrosemoli
1994).
Con los datos ofrecidos por ese corpus se han realizado varias investigaciones. Una de ellas
está dedicada al modo en que la LSV se vale del espacio para ubicar a los participantes del
discurso. Según se ha comprobado, en esa lengua se introduce la información nueva
relativa a un participante con una seña nominal, a la cual sigue normalmente una seña
demostrativa, que establece para ese participante un lugar en el espacio. A partir de ese
momento, el dirigir una seña desde o hacia ese punto implicará una referencia al
participante allí antes ubicado (Oviedo 1996a).
Otro estudio que parte de los datos del Corpus de la LSV está dedicado a la tipología verbal
de esa lengua. La LSV usa al menos tres distintos tipos de señas cuyas funciones y
significados son predicativos: el primero de ellos, usualmente propio de verbos
intransitivos, consiste en señas que no cambian de forma; el segundo, en el cual abundan
señas de significado transitivo, abarca señas capaces de modificar su forma en el espacio
para señalar los lugares ocupados en él por los participantes relacionados con la
predicación; un tercer tipo de señas, típicamente verbos de significado locativo (transitivos
o intransitivos), suele referir, con la forma de la mano, a uno de los participantes de la
predicación, y puede modificar todos sus demás parámetros formales para señalar
circunstancias de la predicación (tales como la fuente y el destino de un desplazamiento)
(Domínguez 1996 y 1998).
Hay otros cuatro estudios basados en el mencionado corpus: el primero de ellos discute la
aplicación, al análisis de las configuraciones manuales de la LSV, de un sistema de
transcripción desarrollado para otras lenguas de señas (Oviedo 1997 y 1998b); el segundo
está dedicado a la expresión del número en esa lengua (Gámez 1997); el tercero se ocupó
en las funciones que las señas del alfabeto manual (señas que representan letras del alfabeto
latino, y que permiten „deletrear en el aire“ palabras de lenguas escritas) tienen en la
economía general de la LSV (Rojas 1997). Finalmente, existe un grupo de trabajos que
resume los usos de las “señas con clasificador”: estas unidades combinan un inventario de
formas de la mano, con capacidad para representar ciertas entidades, con ciertos patrones
de movimiento para predicar sobre la actividad o ubicación espaciales de esas entidades. La
descripción de estas señas, que varían de forma permanentemente, presenta interesantes
problemas teóricos acerca de la especificidad de las lenguas de señas como manifestación
alterna del lenguaje humano (Oviedo 2000a, 2000b, 2001 y en prensa).
En años recientes se han realizado estudios descriptivos con datos provenientes de
comunidades de sordos distintas a la de Mérida. En Maracaibo se hizo una investigación
sobre el léxico de la sexualidad (Soto de Newmann 1998). Este estudio constituye la
primera recolección de señas realizada en el país con una metodología lingüística. Las
señas fueron extraídas de corpora reales –entrevistas realizadas con sordos adultos acerca
de su vida sexual, y se definieron a partir de los significados definidos en esos contextos.
Cada entrada presenta, además de ilustraciones y glosas, una definición extensa, ejemplos
de uso y extractos de uno de sus contextos de aparición. En Los Teques, por otra parte, se
ha reunido un corpus para estudios de adquisición (Rumbos 2000a y b), con niños del
preescolar de la escuela de sordos de esa ciudad, y se lo procesa actualmente para
determinar el modo en que los niños adquieren las señas con clasificador.
Pietrosemoli 1989b presenta la primera investigación sobre la LSV que podemos calificar
de lingüística aplicada. Ese ensayo se dedica a analizar errores cometidos por sordos
venezolanos al escribir en español. Tales errores revelan la presencia de la LSV como
código estructurador del pensamiento en las personas sordas estudiadas, y deben ser vistos
como una fuente de conocimiento sobre la gramática de esa lengua.
Las producciones escritas y la lectura del español en personas sordas han constituido, desde
entonces, una de las áreas de interés más prolíficas en los estudios sobre la LSV.
Los trabajos de Luque, aparecidos en los mismos años, exploran esa problemática desde
una perspectiva experimental. El primero de ellos (Luque 1992) evalúa la comprensión de
la lectura en escolares sordos de la I y II Etapa de Educación Básica. Posteriormente, Luque
1994 indaga sobre la opinión de los docentes en relación con la lectura en escolares sordos:
evalúa textos primer grado, aprobados por el Ministerio de Educación para enseñar a leer, y
selecciona y adapta estrategias destinadas a facilitar la lectura. Los resultados reportan, por
una parte, que los docentes coinciden en señalar escasa comprensión de la lectura en los
niños sordos; por otra, que los textos evaluados no son los ideales para que aprendan a leer.
Luque propone, como solución ante el problema, estrategias didácticas fundamentadas en la
enseñanza de segundas lenguas, en el marco de un modelo comunicativo.
Con estos trabajos se funda, en los institutos pedagógicos de Caracas y Maracay, una línea
de investigación en lingüística aplicada al estudio de la lectura en estudiantes sordos. La
mayoría de los trabajos de esa línea permanecen inéditos, en forma de tesis de pregrado y
posgrado. Uno de ellos, Zambrano 1998, diseña un plan de capacitación para la enseñanza
de la lectura dirigido a docentes de sordos de educación básica. Dicho plan es consecuencia
del análisis de tres fuentes de información: un sondeo de opinión a docentes sobre la lectura
en sus alumnos sordos; la evaluación de la comprensión de la lectura de ocho niños sordos
de segundo grado; y la reformulación y validación 30 de las estrategias propuestas por
Luque 1994. Según la autora, un plan de capacitación semejante se hace necesario, pues la
escasa formación de los maestros en el área es una de las causas principales de que los
niños sordos no estén accediendo al español escrito.
Otros trabajos dedicados a la lectura en niños sordos abordan el problema con diferentes
aproximaciones teóricas. Vamos a empezar comentando los debidos a Pérez (1996, 1997 y
1998). Los dos primeros indagan cómo los niños sordos abordan el conocimiento de la
lengua escrita. Para ello, analizan cuentos producidos por estos niños, y encuentran que los
niños utilizan complejos procesos cognoscitivos y metacognoscitivos en la producción de
los textos, que la estructura de la LSV subyace a todos los cuentos escritos, y que, por
último, la incoherencia de esos textos es consecuencia de la falta de dominio de la lengua
escrita, y no del desconocimiento del mundo ni del contexto. Otra constatación hecha es
que los niños sordos establecen relaciones grafofonológicas a partir de información no
sonora.
Pérez 1998 vuelve sobre las dificultades que los niños sordos tienen para producir textos
escritos. Un problema básico que existe es la carencia de claras orientaciones pedagógicas,
dentro de una tendencia bilingüebicultural, para que los alumnos superen esas dificultades.
Desde la lingüística textual, se explora aquí la incidencia de estrategias didácticas
fundamentadas en la interacción frecuente con cuentos, en la escritura de este tipo de texto
por parte de escolares sordos. Según se reporta, las estrategias seguidas permiten un
desarrollo de las competencias narrativas y cuentísticas (tanto en L.S.V. como en español
escrito).
Otro estudio, con los postulados teóricos del enfoque comunicativo (Rivero y Menezes
1997), se interesa por los estudiantes de educación media, e indaga en la adquisición de las
nociones gramaticales de la oración, y compara algunas estructuras gramaticales de la LSV
con el español escrito. A partir de allí se proponen estrategias de trabajo tomadas de la
enseñanza de segundas lenguas.
El trabajo de grado de Covis y Rivero, en 1996, abre una nueva línea de trabajo en
lingüística aplicada, que indaga en la enseñanza de la LSV a personas oyentes. En su
trabajo, Covis y Rivero presentan estrategias para optimizar la enseñanza de la LSV a
docentes especialistas en educación especial. Luque 1998 se suma a esa línea, al estudiar la
elaboración de los programas de enseñanza de la LSV como segunda lengua para los
estudiantes de la especialidad de Deficiencias Auditivas del Instituto Pedagógico de
Caracas (IPC). En esta misma área, el trabajo de González y Jaimes 1999 se dedica a la
elaboración de recursos didácticoaudiovisuales para uno de los cursos de LSV que se
imparten en el IPC. Las autoras, que contaron con la ayuda de una población de niños y
adultos sordos (auxilares de aula, estos últimos), acentúan la importancia de analizar el rol
del auxiliar sordo en relación con los contenidos programáticos de la escuela y con el uso
de la LSV.
Los estudios de Morales (2001a y 2001b), también inscritos en esta última línea de trabajo,
utilizan herramientas de planificación lingüística y el enfoque comunicativo para plantear la
incoherencia de las políticas educativas venezolanas hacia la población sorda: la creación
de políticas educativas coherentes, atentas a la realidad del país, no puede hacerse sin
otorgar un espacio a la participación de todos los sujetos involucrados. Morales 2001a
propone una interesante experiencia para sustentar esto último: emplea las técnicas de
recolección de información opinática (grupo nominal y estudio Delphi) para crear un
eficiente modelo a escala del funcionamiento de grupos de trabajo, en que representantes de
todos los sectores interesados discuten sobre la problemática educativa de la población
sorda.
Para cerrar este artículo
Hay todavía un aspecto de los estudios sobre la LSV que debemos considerar, siquiera
brevemente: se trata de la participación de esas investigaciones en el panorama académico
nacional e internacional. Durante los primeros años de trabajo, podríamos decir hasta
inicios de los años noventa, la mayoría de los estudios estuvieron dedicados a presentar,
ante audiencias de especialistas del área, la novedad de la existencia de esta lengua, lo que
incluyó presentaciones en varios congresos nacionales e internacionales (algunos de estos
últimos fueron organizados en Venezuela). Pero ya a inicios de los noventa, cuando el
Ministerio de Educación dejó de promover el trabajo coordinado de lingüistas y maestros
de sordos, los investigadores comenzaron a procurar un espacio en sus audiencias naturales,
y empezaron a presentarse trabajos sobre la LSV y la comunidad de sordos de Venezuela
en congresos de lingüística. Los asistentes a congresos como Endil y Asovac, en
Venezuela, o Alfal, fuera del país, han venido oyendo comunicaciones del área desde hace
ya casi diez años. Las publicaciones han alcanzado asimismo una difusión cada vez más
amplia, y se encuentran en libros y revistas de lingüística publicados no sólo en Venezuela,
sino además en los Estados Unidos, en Colombia, en Argentina, en España y en Alemania.
Los lingüistas venezolanos dedicados a la LSV realizan también permanentes intercambios
académicos con universidades de varios continentes, que implican muchas veces visitas de
especialistas extranjeros y viajes de nuestros lingüistas al exterior. Los programas de
maestría en lingüística de las universidades del Zulia, de Los Andes y del IPC, así como
varios programas de pregrado de esas universidades y de la Experimental Simón
Rodríguez, tienen cada vez más numerosas experiencias con tesistas que trabajan o han
trabajado con los temas de la LSV y de la comunidad de sordos de Venezuela.
Nos propusimos, en este ensayo, hacer una reseña de los estudios escritos en Venezuela en
este nuevo campo de trabajo. Para ello reunimos las investigaciones en una serie de áreas
temáticas. Muchos de los trabajos reseñados, sin embargo, podrían por su complejidad
hacer parte de más de una de nuestras áreas, o constituir ellos mismos áreas distintas a las
que mencionamos. Pero un trabajo más detallado, que hiciera mayor justicia a la riqueza de
las investigaciones sobre la LSV, requeriría criterios historiográficos más elaborados que
los que usamos aquí, y seguramente excedería, por su extensión, los límites impuestos por
los editores de este libro. Este artículo se abroga únicamente el mérito de reseñar por
primera vez las fuentes que permitirán más adelante redactar una historia de la lingüística
de la LSV
Todas las lenguas tienen un nombre que las designa y distingue del resto de idiomas que
existen en el mundo. Los sustantivos español, ruso, alemán y japonés son palabras que en el
idioma en que escribo este artículo nombran las lenguas habladas por cuatro distintos
pueblos del planeta. También las lenguas visuo‐ espaciales desarrolladas por las
comunidades de Sordos han recibido denominaciones particulares, usualmente frases en las
lenguas orales del país donde cada comunidad de sordos está asentada, y que designan y
distinguen entre sí las lenguas de esas comunidades: Lengua de Señas Venezolana,
Lenguaje de Signos Español, Lengua Manual Colombiana, Lengua de Señas Costarricense,
etc.
En las líneas que siguen voy a comentar ciertos asuntos históricos y lingüísticos
relacionados, en general, con la elección de un nombre para una lengua, y en especial con
las denominaciones que reciben las lenguas visuo‐espaciales de los Sordos.
Las lenguas que las comunidades de Sordos del mundo han desarrollado sufren procesos de
denominación un tanto diferentes, si bien comparables en algunos puntos a los descritos
antes, propios de la historia de las lenguas orales. Existen dos modos de establecer
designaciones para estas lenguas de las comunidades de Sordos: el primero de ellos surge
en el seno de la misma comunidad o es recibido en préstamo de otra, y es una seña con
doble valor nominal (traducible como “señas” o “signos”) y verbal (equivalente al español
“señar”, “hacer señas” o “signar”).
¿”Lengua o “lenguaje”?
En muchos estudios sobre lenguas de comunidades Sordas es posible encontrar cualquiera
de las dos palabras del subtítulo en el lugar del primer elemento del nombre de las lenguas
de los Sordos. Así, por ejemplo, se habla de “Lengua de Señas Venezolana”, pero también
de “Lenguaje de Señas Nicaragüense”.
El lenguaje, definido entonces como capacidad humana de crear y usar las lenguas de modo
natural, es patrimonio común de Sordos y oyentes, y subyace tanto a las lenguas habladas
como a las señadas. El vocablo “idioma” podría sustituir a “lengua” en este sentido, ya que
poseen valores muy similares, y es con “idioma” como suele codificarse popularmente un
cercano equivalente al sentido que “lengua” tiene en la teoría lingüística. Pero atendiendo al
hecho de que la mayoría de investigadores occidentales hayan optado por “lengua”, se nos
impone seguir en español esa tendencia general para nombrar a los códigos visuo‐
espaciales de las comunidades sordas.
De allí que, lingüísticamente, pareciera resultar más apropiado usar el término “lengua” que
el de “lenguaje” para designar la lengua de una comunidad de Sordos particular, ya que esta
es una versión más, otra actualización histórica de la capacidad universal del lenguaje.
En muchas lenguas no existen dos términos diferentes para lo que en español es “lengua” y
“lenguaje”. Es el caso del inglés, la lengua en la cual se escriben o a la que son traducidos
la mayoría de los estudios sobre los sordos y sus lenguas. El vocablo inglés “language”, que
equivale a nuestros “lengua” y “lenguaje”, recibe sin embargo distintas traducciones en las
lenguas que como el español sí los distinguen con palabras diferentes. Basta con comparar
las numerosas traducciones que hay en las bibliotecas especializadas para comprobar que
en las lenguas que se reservan dos términos para esos dos conceptos, siempre se traduce
“sign language” como “lengua de señas” o “lengua de signos” (Cfr. Volterra 1987; Ferreira
Brito 1988a y b; Girod 1990).
Gestual:
Este adjetivo está relacionado etimológicamente con la idea de expresar ciertos significados
con la cara, las manos o el cuerpo. Eso es, en términos generales, aplicable a las lenguas de
los Sordos. No obstante, su uso para designar las lenguas visuo‐espaciales de estas
comunidades tropieza con el hecho de que el sentido moderno de “gestos” refiere al
conjunto de expresiones no lingüísticas que acompañan al habla a modo de apoyo de lo
dicho (Birdwhistell 1979; Meo‐Zilio y Mejía 1983) y que no conforman un código
productivo, esto es, carecen de la posibilidad de construir significados complejos. Las
lenguas de las comunidades de Sordos, en cambio, que usan la cara, las manos y el cuerpo
como articuladores, son sistemas lingüísticos, capaces de codificar cualquier clase de
información.
Algunos lingüistas proponen que en el discurso señado de los sordos, ciertos elementos no
lingüísticos (la mímica usada en los relatos, por ejemplo) que son calificados como
“gestos” para distinguirlos de las “señas”, los elementos propiamente lingüísticos del
discurso (ver Oviedo 2004 y Liddell 2003).
Manual:
Este adjetivo, cuyo uso ha conocido una extensión aún mayor que el anterior en la
denominación de las lenguas de los Sordos, tiene el inconveniente de que tipifica estos
sistemas como basados en la actividad de las manos, obviando la importancia que para tales
lenguas tiene la actividad no manual.
Muchos estudios desarrollados sobre la gramática de las lenguas de los Sordos demuestran
que la cohesión del discurso se articula más en la actividad no manual que en la manual. En
la Lengua de Señas Venezolana, así como la Sueca, por ejemplo, se ha podido observar
cómo la dirección de la mirada determina el carácter sustantivo o verbal de muchas señas, y
que este mismo rasgo no manual define permanentemente la referencia a los sujetos u
objetos de los verbos (Oviedo 1996; Ahlgren y Bergman 1992). Otros ejemplos de la
importancia gramatical de los rasgos no manuales son los estudios que acerca de la Lengua
de Señas Norteamericana (ASL) ha realizado Liddell (1980) sobre las funciones de la
posición de la cabeza en operaciones gramaticales como topicalización o subordinación, y
los estudios de Wilbur (1994) sobre el papel que en esa misma lengua tiene el parpadeo
como marcador de la estructura de las frases.
Señas, signos:
Estas dos palabras españolas tienen un origen común, pero una historia diferente. “Signo”
es una versión romance del latín “signum”, que pasó al español por vía culta, mientras que
“seña”, que deriva de “signa”, el plural de “signum”, llegó hasta nosotros por vía de la
lengua hablada, por lo que sufrió las transformaciones fonéticas a las que debe su forma
actual. La diferencia en el origen hace que “seña” tenga hoy una amplia gama de usos en la
lengua hablada, mientras que “signo” se circunscriba más bien a las ciencias sociales para
designar específicamente el producto de una convención social según la cual a una cierta
señal física (un sonido, una imagen visual, etc.) se vincula un cierto significado. De acuerdo
con eso, todas las palabras de una lengua, ya sea hablada o señada, son signos, por lo que,
para un lingüista, parecería redundante la frase “lengua de signos”.
En 1989, cuando la lengua de los Sordos venezolanos todavía no había recibido un nombre
académico oficial, tuvimos varias discusiones al respecto, y optamos por usar la palabra
“señas” y no “signos” debido al argumento anterior. Similares discusiones se dieron
asimismo en Argentina,por el mismo tiempo; y a partir de 1995, cuando correspondió el
turno a la lengua de los Sordos de Colombia. En todos esos casos, se decidió por Lengua de
Señas”. No fue así, por ejemplo, en otros países como España, donde se decidió usar
“lengua de signos”.
Lenguas como el inglés o el francés, que no cuentan con ambos desarrollos del latín
“signum”, usan invariablemente su única versión de esa palabra: “sign” (en inglés) ;
“signe” (en francés). La razón que esgrimo para preferir “señas” tiene que ver con la mayor
difusión que esta palabra ha alcanzado frente a “signos” entre los lingüistas que han escrito
sobre lenguas de comunidades sordas en español: Lengua de Señas Argentina (Massone y
Machado 1994); Lengua de Señas Uruguaya (Behares et al. 1988); Lengua de Señas
Venezolana (Oviedo 2004, Pietrosemoli 1989); Lengua de Señas Mexicana (Fridman
1996); Lenguaje de Señas Puertorriqueñas (Laguna 1988), Lengua de Señas Costarricense –
LESCO.
De acuerdo con los argumentos que vengo presentando, la teoría lingüística y los estudios
realizados en español sobre las lenguas de los sordos apoyarían el uso del sustantivo
“lengua” y la frase “de señas” para designar, en nuestra lengua, los sistemas visuo‐
espaciales de los sordos. A la frase compuesta por estos dos elementos se añadiría el
adjetivo que designe el país o región en los que se haya desarrollado la lengua de señas
particular a la que estemos refiriéndonos: Lengua de Señas Colombiana, Lengua de Señas
Venezolana, etc.
La comunidad de maestros de las escuelas de Sordos, sin embargo, suele seguir prefiriendo
los términos antiguos (“hacer señas, lenguaje manual, lengua gestual”, etc.), y los Sordos, si
bien conocen el término LSV, no es tampoco común que lo usen. Las comunidades Sordas
parecen seguir prefiriendo usar una seña (las que se tradunce al español como “signar” o
“señar”) para nombrar su lengua, y muy poco hacen uso del nombre académico. Cuando lo
hacen, deletrean simplemente: LSV, LSE, LSC, etc.
Es un asunto que no depende de la bondad del término, sino de la profundidad que alcance
la difusión de los estudios, que en nuestros países, debido al escaso dominio de la lengua
escrita que tienen los Sordos, lamentablemente, se limita casi siempre a círculos de
especialistas. Pero es este un punto cuya consideración excede ya los propósitos de este
artículo, y que por tanto voy a dejar aquí, pero creí importante mencionarlo a fin de que los
colegas hispanos lo asuman como tema de reflexión: son los Sordos, en definidas cuentas,
los que asumen una denominación particular para su lengua. Los especialistas nos
limitamos a sugerir, y esa exactamente ha sido mi intensión aquí, la del que sugiere.