U8 Adicciones
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Las recomendaciones de esta Guía Clínica no obligan a los profesionales a proceder de este modo en su
práctica clínica convencional, simplemente son consejos prácticos que tienen el apoyo de una Sociedad
Científica Profesional, como es SOCIDROGALCOHOL.
RESUMEN DE EVIDENCIAS
Estadios de cambio
Los principios del Modelo Transteórico son aplicables a una amplia variedad de conductas relacionadas con
la salud. Nivel de evidencia 1.
La utilización de los procesos de cambio difiere entre los estadios de cambio. Nivel de evidencia 1.
La secuencia propuesta entre estadios y procesos de cambio no puede generalizarse a todas las áreas de
intervención. Nivel de evidencia 1.
Los procesos de cambio de carácter cognitivo son más utilizados por sujetos que progresan de
precontemplación a contemplación. Nivel de evidencia 2.
No se observan diferencias en los procesos de cambio entre las personas que avanzan y las que no lo
hacen desde el estadio de contemplación al de preparación. Nivel de evidencia 2.
El éxito en la progresión entre estadios se relaciona con la correcta utilización de los procesos de cambio
en cada momento: procesos cognitivos en los primeros estadios y procesos conductuales a partir del
estadio de acción. Nivel de evidencia 3.
Los estadios no son categorías independientes. Nivel de evidencia 2.
Existe una heterogeneidad de sujetos dentro de cada uno de los estadios. Nivel de evidencia 3.
Existe disparidad entre la clasificación de estadios y su definición operativa. Nivel de evidencia 3.
En la predicción del abandono del tratamiento entre adolescentes consumidores, tan sólo destaca la
subescala de Precontemplación. Nivel de evidencia 3.
Los procesos de cambio conductuales en el estadio de acción no permiten predecir por sí mismos la
aparición de una recaída. Nivel de evidencia 3.
2. TERAPIAS COGNITIVO-CONDUCTUALES
Prevención de recaídas
La Prev. de Recaídas es efectiva en el tratamiento de las conductas adictivas. Nivel de evidencia 1.
Manejo de contingencias
El manejo de contingencias mediante vales canjeables mejora la adhesión y reduce las tasas de recaída en
el tratamiento de la adicción al alcohol. Nivel de evidencia 2.
Las terapias basadas en el manejo de contingencias (en particular, el empleo de incentivos contingentes a
analíticas negativas, a la asistencia a las sesiones para la adicción a opiáceos o a la implicación en
actividades alternativas) son estrategias eficaces cuando se combinan con fármacos agonistas (metadona).
Nivel de evidencia 1.
Grado de recomendación A. Los tratamientos con agonistas o con antagonistas se deben combinar con
terapias de manejo de contingencias.
El empleo de incentivos canjeables por bienes y servicios sin el uso coadyuvante de la medicación, mejora
la retención y reduce el consumo de heroína. Nivel de evidencia 2.
El Programa de Reforzamiento Comunitario más terapia de incentivo incrementa las tasas de retención en
programas ambulatorios y reduce el consumo de cocaína. Nivel de evidencia 1.
El empleo de incentivos canjeables por bienes y servicios sin el uso coadyuvante de la medicación, mejora
la retención y reduce el consumo de drogas. Nivel de evidencia 2.
Grado de recomendación B. Las técnicas de manejo de contingencias son altamente recomendables, sobre
todo cuando se utilizan dentro de programas de tratamiento más amplios.
Terapia cognitiva
La terapia cognitiva de Beck se ha mostrado superior al no tratamiento en las conductas adictivas, aunque
no superior a otras modalidades psicoterapéuticas. Nivel de evidencia 2.
Modelos multicomponentes
El Modelo Matrix, que incluye elementos propios de la prevención de la recaída, terapia familiar y grupal,
educación sobre drogas y participación en actividades de autoayuda es efectivo en el tratamiento de
conductas adictivas. Nivel de evidencia 3.
Comunidades terapéuticas
Las Comunidades Terapéuticas son modelos multicomponentes de tratamiento de las conductas adictivas
que han mostrado efectividad principalmente en los primeros meses tras el abandono del consumo. Nivel
de evidencia 2.
Principalmente, el tratamiento en CT está indicado para pacientes con dependencia grave, pobre control
de impulsos, con historia de fracasos en tratamientos menos intensivos y con escaso apoyo social. Nivel de
evidencia 1.
El perfil recomendado para el tratamiento en CT es el de pacientes con dependencia grave,
policonsumidores, con historial largo de abuso de drogas con múltiples recaídas, con bajo apoyo social y
orientados a la abstinencia. Grado de recomendación A.
Los componentes activos de cambio de las CCTT son: control estimular, modelado, reforzamiento de
conductas adaptativas, manejo del tiempo, entrenamiento en habilidades, prevención de recaídas, toma
de decisiones, manejo de cogniciones y emociones, y feedback y reforzamiento de los progresos. Nivel de
evidencia 2.
El porcentaje de usuarios que abandonan el tratamiento en las CCTT es elevado y la mayoría de los
abandonos se produce durante las primeras semanas de la admisión. Nivel de evidencia 1.
Es recomendable desarrollar estrategias para incrementar la retención de los pacientes ya que el aumento
de las tasas de retención está asociado a la reducción del consumo de drogas. Grado de recomendación B.
Las CCTT son tratamientos eficaces para la adicción a la heroína, siempre y cuando el paciente permanezca
en el programa durante un tiempo suficiente. La permanencia en el programa es un buen predictor del
éxito del tratamiento, de tal forma que los sujetos que completan seis meses de tratamiento tienen
significativamente mejores resultados que aquellos que permanecen menos tiempo, y aquellos que
finalizan el tratamiento obtienen mejores resultados que los que lo abandonan prematuramente. Nivel de
evidencia 2.
Las CCTT obtienen mejoras significativas en el estado clínico general del paciente: consumo de drogas,
conducta delictiva, psicopatología asociada y situación laboral. Nivel de evidencia 2.
Los logros obtenidos por los tratamientos en CCTT se mantienen en seguimientos a largo plazo (de uno a
cinco años). Nivel de evidencia 2.
Tratamientos combinados
La combinación de TCC con otras modalidades terapéuticas (psicológicas o farmacológicas) es más eficaz
que la aplicación de cada uno de los componentes de forma aislada. Nivel de evidencia 1.
La combinación de terapia farmacológica (interdictores del alcohol) y terapia psicológica
fundamentalmente cognitivo-conductual mejora los resultados del tratamiento para la dependencia de
alcohol y cocaína. Grado de recomendación B.
Farmacoterapia y psicoterapia deben combinarse en función de las características del paciente adicto.
Grado de recomendación B.
Los tratamientos de sustitutivos opiáceos ofrecen mejores resultados cuando se acompañan de
intervenciones psicológicas. Grado de recomendación A.
Nuevas direcciones
La terapia dialéctica es efectiva en pacientes con trastornos adictivos y trastorno límite de la personalidad
comórbido. Nivel de evidencia 2.
Las intervenciones familiares en adolescentes con consumo de drogas aumentan el compromiso de los
pacientes y las familias y la adherencia al tratamiento; reducen el uso de drogas post-tratamiento y
mejoran el funcionamiento familiar y la normalización e incorporación social. Nivel de evidencia 3.
Los tratamientos basados en la familia son eficaces en el abordaje de adolescentes con consumo de
drogas. Grado de recomendación B.
Las terapias de corte psicodinámico son efectivas para el tratamiento de los trastornos por abuso de
sustancias. Nivel de evidencia 4.
Terapia interpersonal
La Asociación Americana de Psiquiatría recomienda la terapia interpersonal en trastornos adictivos con un
grado de recomendación C, igual que el resto de terapias psicodinámicas. Grado de recomendación C.
5. COMORBILIDAD Y TRATAMIENTO INTEGRADO EN PACIENTES CON TRASTORNOS POR ABUSO Y
DEPENDENCIA DE SUSTANCIAS
Los trastornos por abuso o dependencia de sustancias se acompañan, en un porcentaje variable pero
elevado según los métodos diagnósticos empleados, por otros trastornos mentales y del comportamiento.
La existencia de criterios para la clasificación de ambos trastornos (diagnóstico dual) determina una
evolución y un pronóstico más complejo, que requieren, a su vez, un abordaje terapéutico más complejo.
Nivel de evidencia 3
El tratamiento integrado para la patología dual es el más adecuado, ya que facilita la adherencia,
disminuye el número de ingresos hospitalarios y reduce el consumo de drogas. Grado de recomendación C.
Los tratamientos psicosociales son componentes esenciales de un programa de tratamiento integral de los
trastornos por consumo de sustancias. Grado de recomendación A.
La TCC ha mostrado su utilidad en adolescentes abusadores de alcohol con tendencia al suicidio. Nivel de
evidencia 3.
La TCC es eficaz a corto plazo para reducir el consumo de drogas y mejorar las relaciones familiares, en el
tratamiento de adolescentes con doble diagnóstico, con independencia de la psicopatología asociada.
Nivel de evidencia 2.
La TCC, en solitario o en combinación con terapia farmacológica, produce cambios significativos en
pacientes con trastornos del estado de ánimo, pero los logros decaen tras la fase de tratamiento. Nivel de
evidencia 2.
El manejo de contingencias ofrece mejores resultados que la TCC en la reducción del consumo de cocaína
en el contexto de un programa de mantenimiento con metadona. Nivel de evidencia 2.La terapia dialéctica
es eficaz en el tratamiento de sujetos con abuso de sustancias y trastorno límite de personalidad
concurrente. Nivel de evidencia 3.
Las terapias de baja intensidad, baja exigencia y poco estructuradas (ej., intervenciones motivacionales)
facilitan la reducción del consumo y la mejoría de síntomas psicopatológicos en poblaciones con carencias
extremas (ej., personas sin hogar, inyectores en activo sin intención de abandono del consumo). Grado de
recomendación B.
La combinación de Entrevista Motivacional, TCC e intervenciones familiares mejora la evolución de
pacientes diagnosticados de esquizofrenia con trastornos por abuso de sustancias. Grado de
recomendación B.
Diversas modalidades de tratamiento psicoterapéutico pueden mejorar la evolución de pacientes con
abuso de sustancias y estrés postraumático concurrente. Nivel de evidencia 3.
FUNDAMENTOS PSICOLÓGICOS DEL TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS POR ABUSO DE SUSTANCIAS
En 1999, el Nacional Institute on Drug Abuse (NIDA) publicó un total de trece principios, derivados de la
investigación empírica realizada en los treinta años anteriores, considerados relevantes para el tratamiento
efectivo de las drogodependencias. Estos principios continúan plenamente vigentes, no siendo cuestionados
por la investigación.
CONCLUSIÓN Las intervenciones psicológicas constituyen el núcleo central y crítico de los tratamientos de
los trastornos adictivos. Los modelos psicológicos constituyen actualmente los modelos conceptuales básicos
que informan las intervenciones terapéuticas y que pueden dar mejor respuesta a necesidades básicas de los
tratamientos como son el incremento de la motivación, la atención a la diversidad psicológica y la reducción de
las recaídas. Sin embargo, conviene recordar que los modelos y tratamientos psicológicos no excluyen sino que
demandan las aproximaciones multidimensionales, incluyendo las intervenciones farmacológicas y sociales. Los
modelos funcionales psicológicos pueden ofrecer un punto natural de integración multidisciplinar en el que los
distintos dominios terapéuticos ejerzan su acción de forma coherente, y teóricamente fundada.
Entre los diferentes planteamientos que analizan la importancia de los aspectos motivacionales en conductas
adictivas, destacan el Modelo Transteórico de Cambio y la Entrevista Motivacional.
TERAPIAS COGNITIVO-CONDUCTUALES
Las terapias cognitivo-conductuales representan la integración de los principios derivados de la teoría del
comportamiento, la teoría del aprendizaje social y la terapia cognitiva. Suponen el enfoque más comprensivo
para tratar los problemas derivados del uso de sustancias y consisten básicamente en el desarrollo de
estrategias destinadas a aumentar el control personal que la persona tiene sobre sí misma. La filosofía de la
intervención está basada en la consideración del paciente como un científico, en el sentido de que se le anima
a recurrir al método científico para contrastar empíricamente sus ideas o creencias.
Entre las características generales de las terapias cognitivo-conductuales se incluyen:
a. centrarse en el abordaje de los problemas actuales,
b. establecer metas realistas y consensuadas con el paciente,
c. buscar resultados rápidos para los problemas más urgentes,
d. utilizar técnicas empíricamente contrastadas para incrementar la capacidad de los pacientes para manejar
sus propios problemas.
Son múltiples las ventajas de los enfoques basados en las teorías del comportamiento. Destacar por ejemplo:
a. su flexibilidad para adaptarse a las necesidades de los pacientes,
b. la facilidad con la que son aceptados por los pacientes debido a su alto nivel de implicación en la selección
de objetivos y en la planificación del tratamiento,
c. el permitir a los pacientes hacer su propio cambio de comportamiento,
d. su conexión con la teoría psicológica establecida,
e. su derivación del conocimiento científico y aplicación a la práctica clínica.
f. su estructuración, lo que permite la evaluación de resultados.
g. su efectividad basada en la evidencia científica.
Entre las técnicas cognitivo conductuales aplicadas a los problemas asociados al abuso de sustancia se incluyen:
Entrenamiento en habilidades de afrontamiento
Prevención de recaídas
Entrenamiento en manejo del estrés
Entrenamiento en relajación
Entrenamiento en habilidades sociales
Entrenamiento en habilidades de comunicación
Entrenamiento en habilidades para la vida
Ejercicio aeróbico
Biofeedback
Entrenamiento en asertividad
Entrenamiento en manejo de la ira
PREVENCIÓN DE RECAÍDAS
Un caso especial de entrenamiento en habilidades de afrontamiento, que por su especificidad en las conductas
adictivas requiere un espacio propio, lo constituye el modelo teórico de prevención de recaídas propuesto por
Marlatt. La recaída se produce cuando el sujeto se expone a una situación de riesgo y no es capaz de responder
con las estrategias de afrontamiento adecuadas para garantizar el mantenimiento de su abstinencia. Si ante
una situación de riesgo el sujeto puede emitir una respuesta de afrontamiento adecuada, la probabilidad de
recaída disminuirá significativamente, ya que el afrontamiento satisfactorio a la situación de riesgo se percibe
por el sujeto como una sensación de control que incrementa la autoeficacia percibida. A medida que aumente
la duración de la abstinencia y el individuo pueda afrontar eficazmente cada vez más situaciones de riesgo, la
percepción de control se incrementará de forma acumulativa y la probabilidad de recaída disminuirá. Pero, si
por el contrario, el sujeto no es capaz de afrontar con éxito una situación de alto riesgo, la probabilidad de
recaer en posteriores situaciones aumentará, por una parte porque disminuirá su percepción de autoe ficacia y,
por otra, porque le será mucho más sencillo, por su experiencia previa y por su patrón de conducta habitual,
anticipar la expectativa positiva derivada del consumo de la sustancia que el anticipar las consecuencias
negativas derivadas de la conducta de consumo.
Algunas claves importantes a tener en cuenta en la intervención:
1. Aprender a identificar qué situaciones, pensamientos y/o estados emocionales pueden acercar al
consumo y cómo afrontarlos adecuadamente utilizando determinadas técnicas.
2. Aprender a identificar las claves y señales que anuncian la posibilidad de una recaída.
3. Aprender a enfrentarse a una recaída antes y después de que se produzca un consumo.
En líneas generales en la PR se combina:
1. El entrenamiento en habilidades de afrontamiento (cognitivas y conductuales).
2. La reestructuración cognitiva.
3. El reequilibrio del estilo de vida
MANEJO DE CONTINGENCIAS
Los tratamientos de Manejo de Contingencias (MC) se fundamentan en un cuerpo extenso de datos de la
investigación en laboratorio y clínica que demuestran que el uso de drogas es una conducta operante que es
mantenida y puede ser modificada por sus consecuencias. El MC se basa en la aplicación sistemática de
reforzadores o castigos contingentes a la ocurrencia de la conducta objetivo o a la ausencia de la misma, que
compiten con los efectos reforzantes de las drogas. Este tipo de intervenciones requieren, por tanto,
seleccionar y monitorizar frecuentemente y de forma muy precisa, la conducta objetivo. Los programas de MC
han sido empleados sobre todo para reforzar la abstinencia, pero también, otros objetivos terapéuticos, como
por ejemplo, la retención y la asistencia a las sesiones de tratamiento o el incremento de la adherencia a la
medicación.
Entre los reforzadores más utilizados destacan los privilegios clínicos, el acceso a empleo o alojamiento, el
dinero en metálico o los vales y los descuentos canjeables por bienes o servicios en la comunidad, contingentes
a la abstinencia a sustancias durante el tratamiento.
Una ventaja del reforzamiento mediante incentivos es que permite a los pacientes elegir en función de sus
preferencias. Además, ya que nunca se les proporciona dinero en efectivo, la probabilidad de que usen el
reforzador para comprar drogas es muy reducida. No obstante, este método ha sido criticado por los costes,
asociados al propio valor de los incentivos y al manejo de este tipo de protocolos. Quizás este es uno de los
motivos por el que la mayoría de los programas que utilizan vouchers se hayan realizado en contextos
experimentales, siendo muy pocas las investigaciones llevadas a cabo en contextos naturales.
TERAPIA COGNITIVA
La terapia cognitiva mantiene que la percepción y la estructura de las experiencias del individuo determinan
sus sentimientos y conducta. El concepto de estructura cognitiva refiere a una organización conceptual
abstracta de valores, creencias y metas personales, de las que podemos, o no, ser cc. Los esquemas pueden
permanecer inactivos a lo largo del tiempo y ante situaciones desencadenantes o precipitantes (de orden físico,
biológico o social), activarse y actuar a través de situaciones concretas, produciendo distorsiones cognitivas
(procesamiento cognitivo de la información distorsionado) y cogniciones automáticas (o pensamientos
negativos, que serían los contenidos de las distorsiones cognitivas).
Los pensamientos automáticos se suelen recoger de tres fuentes principales: (1) informes orales del mismo
paciente al expresar las cogniciones, emociones y conductas que experimenta entre las sesiones y referidos a
determinadas áreas problemáticas; (2) los pensamientos, sentimientos y conductas experimentados durante la
terapia; (3) el material introspectivo o de autorregistro escrito por el paciente como parte de las tareas
terapéuticas asignadas entre las sesiones.
Una vez recogidos estos datos básicos, el terapeuta en colaboración con el paciente, pueden conceptualizarlo
en tres niveles de abstracción: (a) El significado que el paciente da a su experiencia de los hechos pasados,
relacionados con sus áreas problemáticas. (b) Los significados dados por el paciente a su experiencia son
agrupados por el terapeuta en patrones cognitivos. (c) La articulación, a modo de hipótesis, de los patrones
cognitivos en significados personales o esquemas cognitivos subyacentes y tácitos. Esta articulación permitirá
formular el núcleo cognitivo que se encuentra a la base de los problemas del paciente y permitirá su
contrastación empírica.
Una vez conceptualizados los problemas del paciente se podrá generar un plan de tratamiento con el fin de
modificar las distorsiones cognitivas y los supuestos personales. Para ello el terapeuta puede valerse tanto de
técnicas cognitivas como conductuales. Estas técnicas son presentadas en las sesiones, se pide feedback de su
entendimiento, se ensayan en consulta y se asigna, como tarea para casa, su aplicación a un área problema
determinada.
Entre las técnicas cognitivas utilizadas en la terapia cognitiva pueden mencionarse: detección de pensamientos
automáticos, clasificación de las distorsiones cognitivas, búsqueda de evidencia para comprobar la validez de
los pensamientos automáticos, concretar las hipótesis, reatribución, descentramiento, descatastro fización, uso
de imágenes, manejo de supuestos personales, etc. Entre las técnicas conductuales se encuentran la
programación de actividades incompatibles, escala de dominio/placer, asignación de tareas graduadas,
entrenamiento asertivo, entrenamiento en relajación, ensayo conductual, rol playing, exposición en vivo, etc.
En sus orígenes, el concepto de Terapia Familiar resultaba ser un sinónimo de Terapia Sistémica. Con el tiempo,
las intervenciones psicoterapéuticas que han contado con los familiares del adicto han ido diversi ficando su
metodología, despegándose de la ortodoxia sistémica e incorporando estrategias cognitivo-conductuales o de
otras procedencias, conduciendo a un cambio terminológico, que ha permitido que en el momento actual se
hable de “Tratamientos Basados en la Familia”. De hecho, este cambio de denominación está justificado por la
generalización de métodos cognitivo-conductuales aplicados en un contexto familiar, lo que en realidad supone
una renuncia a los principios sistémicos de la terapia familiar, al menos en lo relativo a la aplicación práctica,
aunque persistan como guía general del modelo de intervención.
A pesar de la evolución y la incorporación de técnicas procedentes de otros encuadres teóricos, la Teoría
Sistémica ha sido el hilo conductor de las diferentes modalidades de intervención centradas en la familia
dentro del ámbito de las adicciones.
MODELO SISTÉMICO
Los conceptos que hacen referencia a este modelo proceden de ámbitos relativamente independientes. Esta
epistemología se nutrió inicialmente de tres fuentes; (a) la Pragmática de la Comunicación (Watzlawick, Beavin
y Jakson, 1967), (b) la Teoría General de Sistemas (von Bertalanffy, 1954) y (c) en conceptos Cibernéticos
(Wiener, 1948). Además, los conceptos procedentes de enfoques evolutivos (p.e., Haley, 1981) y estructurales
(p.e., Minuchin, 1974) resultan claves para la concepción sistémica de la familia. La resultante de estas
aportaciones teóricas aplicadas a la psicoterapia familiar constituye el denominador común de la Terapia
Familiar Sistémica.
Dentro de las terapias de base dinámica o analítica existen varias modalidades de tratamiento que Yllá (2005)
clasifica en: psicoanálisis clásico, psicoterapia dinámica o analítica (breve, focal o estándar) y psicoterapia
analítica de grupo.
En la actualidad existen algunas terapias publicadas por clínicos con formación analítica, en general focalizadas
en la adicción y de tiempo limitado, como la Terapia de Soporte Expresivo de Luborsky. Se basa en que los
trastornos psicopatológicos, incluidas las adicciones, están relacionados con trastornos en el funcionamiento
interpersonal. Enmarcada en el campo de las terapias dinámicas breves, esta aproximación terapéutica presta
especial atención al análisis de la relación entre sentimientos-conducta y drogas. La terapia tiene dos
componentes principales: técnicas de apoyo para ayudar a los pacientes a sentirse cómodos cuando hablan de
sus experiencias personales y técnicas expresivas para ayudar a los pacientes a identi ficar y a resolver
cuestiones de relaciones interpersonales. Se presta atención especial al papel que desempeñan las drogas con
relación a los sentimientos y comportamientos problemáticos, y cómo se pueden resolver los problemas sin
recurrir a las drogas, promoviendo cambios duraderos en el estilo de vida. Se ha mostrado de especial interés
en el ámbito del tratamiento de mantenimiento con metadona, singularmente con pacientes que presentan
problemas de salud mental combinados con el patrón adictivo.
La Terapia Interpersonal es un modelo de psicoterapia breve, focalizada y de tiempo limitado, diseñada en su
origen para el tratamiento de la depresión. Posteriormente se publica un manual sobre nuevas aplicaciones de
la TIP. Es un enfoque de intervención poco estructurado y más exploratorio. En el tratamiento de trastornos
adictivos se centra tanto en estrategias para detener el consumo como en mejorar el funcionamiento personal.
Esta terapia es una de las más utilizadas, junto con la terapia cognitivo-conductual para el tratamiento de
trastornos depresivos.
Existen pocos estudios que evalúen la eficacia de estas terapias en personas con trastornos adictivos. Las
publicaciones se centran en cuestiones como la retención en tratamiento y la terapia de grupo y sugieren que
la terapia psicoanalítica convencional puede ser útil en estados avanzados de recuperación y para tratar rasgos
de personalidad anómalos asociados o previos a la adicción. Pero estos trabajos se limitan a plantear
cuestiones teóricas para la discusión dentro del marco conceptual psicoanalítico, sin utilización de metodología
científica. Existe un rechazo generalizado entre los autores instalados en el método psicoanalítico y
psicodinámico hacia los procedimientos basados en la evidencia, que invalidan como método adecuado de
estudio de resultados de este tipo de terapias.
Como resumen, se destacan las conclusiones del reciente metaanálisis de Connolly, Crits-Christoph y Hearon
(2008) que examina la evidencia de la efectividad de la terapia dinámica con los criterios de la American
Psychological Association (Chambless y Hollon, 1998): no existen suficientes estudios controlados y
aleatorizados en psicoterapia dinámica, por lo que se puede concluir que no existen suficientes evidencias
científicas de sus resultados favorables en el ámbito de los trastornos adictivos en la actualidad.
HIPÓTESIS ETIOLÓGICAS
Se han analizado ampliamente las diversas formas con que pueden relacionarse los trastornos mentales y los
trastornos por consumo de sustancias, tanto si son procesos de abuso o cuadros de dependencia. Las
principales posibilidades son:
1. Un trastorno mental primario y preexistente determina la aparición de un abuso de drogas o alcohol (p.ej.,
preexistencia de trastornos de ansiedad en el alcoholismo, de trastornos por déficit de atención en
cocainómanos o de sintomatología psicótica en heroinómanos). Una hipótesis que intentó explicar esta
forma de relación es la denominada Hipótesis de la Automedicación (Khantzian, 1985), aunque no ha
conseguido acumular un apoyo empírico consistente, encontrándose en muchos casos que el consumo de
drogas incrementa la sintomatología adversa en lugar de reducirla (p.ej., Arendt et al., 2007).
2. Un Trastorno por Consumo de Sustancias preexistente determina la aparición de un Trastorno Mental. En
esta categoría se incluye:
a. La precipitación o desencadenamiento de un trastorno mental para el cual el individuo era
previamente vulnerable. Por ejemplo, el inicio de un Trastorno de Angustia o de un Trastorno
Depresivo Mayor desencadenado por el abuso de cocaína. Este tipo de comorbilidad es la que algunos
autores consideran como verdadera o genuina (Nunes y Deliyannides, 1996).
b. La presentación de psicopatología no preexistente durante la intoxicación o abstinencia de sustancias.
Esta opción, recogida por el DSM IV como Trastornos Mentales inducidos por Sustancias, es incluida
como una forma de diagnóstico dual por algunos autores como Zimberg (1999) bajo la denominación
de Diagnóstico Dual tipo II. Sin embargo, los estudios epidemiológicos más importantes efectuados
hasta la fecha parecen excluir esta alternativa, excluyendo en los estudios a quienes se encuentran en
desintoxicación o con sintomatología atribuible a la droga.
3. Los trastornos se presentan de una manera primaria e independiente en su inicio. Posteriormente ambas
entidades pueden influirse mutuamente. Es posible que trastornos altamente prevalentes se presenten en
un mismo individuo por azar. Sin embargo, esta opción es planteable sólo para la asociación de abuso de
alcohol con trastornos de ansiedad (en particular en hombres) o, en el caso de abuso de drogas, con los
trastornos del estado de ánimo, dado que para la mayoría del resto de las asociaciones los estudios
epidemiológicos han podido establecer que el riesgo de comorbilidad (odds ratio) es superior a uno.
4. Es posible que un factor etiológico subyacente determine la génesis de ambos trastornos. El concepto de
espectro de trastornos se basa en esta posibilidad. Existiría una alteración (p.ej., genética) que
compartirían varios miembros de una familia y que se podría expresar, clínicamente, como distintos
trastornos. Se planteó inicialmente que la comorbilidad entre alcoholismo y trastornos depresivos podría
corresponder a este tipo de relación. Estudios basados en epidemiología genética han mostrado que la
asociación entre dichos cuadros no está determinada genéticamente (Schuckit, 1986).
A pesar de ser la vía más estudiada, este enfoque basado en la fenomenología psiquiátrica (presentación de
síntomas y signos criterio para el diagnóstico de trastornos) no es la única estudiada. Los estudios sobre
factores ambientales sobre trayectorias en el desarrollo de comportamientos y conductas antisociales, los
modelos de diátesis-estrés bioconductual, las aportaciones de la psicología evolucionista o las recientes
aportaciones neuropsicológicas también deberán ser contempladas en el futuro como explicaciones etiológicas
de la concurrencia de adicción y otros trastornos.
TRATAMIENTO
Con la toma de conciencia de la magnitud y especificidad de los problemas de los pacientes con los trastornos
coexistentes se han intentado desarrollar programas terapéuticos ajustados a los mismos. Los modelos
terapéuticos básicos que se han tenido en cuenta han sido los siguientes:
1. Tratamiento secuencial: En este modelo el paciente es tratado primero en uno de los sistemas o redes de
tratamiento (Salud Mental o Drogodependencias) y posteriormente por el otro. El orden de los
tratamientos depende de distintas variables: preferencia del clínico, magnitud de los trastornos, primacía
en el tiempo (con qué red contacte en primer lugar…) y/o en la causalidad, etc.
2. Tratamiento paralelo: Implica al paciente simultáneamente en programas o recursos de tratamiento de
Salud Mental y de Drogodependencias. Al igual que en la modalidad anterior, se utilizan recursos
terapéuticos existentes de ambas redes, aunque con mayor coincidencia en el tiempo. Sin embargo el
grado de coordinación entre ambos tratamientos es variable y muchas veces insuficiente.
3. Tratamiento integrado: Combina elementos o recursos terapéuticos tanto de la red de Salud Mental como
de la de Drogodependencias en un programa de tratamiento unificado para pacientes con trastornos
duales. Idealmente, este tipo de tratamiento se daría desde un mismo equipo que integrara a
profesionales formados en los dos campos, capaces de seguir al paciente en su evolución y abordar su
doble trastorno.