DID Secundaria Clase 01
DID Secundaria Clase 01
DID Secundaria Clase 01
Clase 1
Introducción
Para comenzar nos introduciremos en el campo de la didáctica de las ciencias naturales
específicamente enfocado al nivel secundario. Hemos elegido iniciar este recorrido desde el
análisis de las finalidades de la enseñanza de las ciencias naturales vinculándolo a los
enfoques actualmente aceptados por las investigaciones del área. El papel de la educación
basada en el movimiento CTS (Ciencia, Tecnología y Sociedad) y la alfabetización científica
para la formación ciudadana son los pilares conceptuales sobre los que se desarrolla esta
clase. Son propósitos de la misma:
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grandes ventajas que parecen acompañar al progreso de estos campos del conocimiento. Así,
tecnofilia y tecnofobia son las dos caras de una misma moneda: la visión descontextualizada
y acrítica de la ciencia y la tecnología. Al respecto, Gil Pérez y Vilchez (2006) señalan:
La enseñanza de las ciencias naturales en las escuelas ha sido entendida durante muchos
años como la transmisión, por parte de los profesores, y la reproducción, por parte de los
estudiantes, de conocimientos construidos por los científicos. Esta forma de encarar la
enseñanza no necesariamente estimula el interés con respecto a la ciencia como vehículo
cultural, sino que más bien genera una visión de la misma y de las teorías científicas sin
conexión con los problemas que trata de resolver y con los que se encuentra relacionada.
Este enfoque ignora además la estrecha conexión entre ciencias y otros campos del saber,
como filosofía, ética, religión o economía.
Buscando soluciones a este problema, muchas reformas curriculares implementadas en
diversos países trataron en las últimas décadas del siglo XX de dar contexto a los campos del
saber, poniendo de manifiesto los vínculos existentes entre el saber científico, el momento
histórico y social en que se produjeron y el impacto en la sociedad que este saber utilizado en
la tecnología causó. Este tipo de iniciativas fueron conociéndose como el movimiento CTS
recién mencionado. Actualmente, muchos especialistas en didáctica de las ciencias señalan
que la finalidad principal de la enseñanza de las ciencias es la alfabetización científica y
tecnológica de la ciudadanía (Acevedo Díaz, 2003).
Las distintas líneas de investigación que se fueron gestando a partir del desarrollo del
movimiento CTS y las producciones involucradas en este movimiento se traducen en un
objetivo central relacionado con la finalidad de la enseñanza de las ciencias en la educación
secundaria: la alfabetización científica, que hoy en día posee un amplio consenso en el
campo de la enseñanza de las ciencias.
Alfabetización científica
Uno de los autores referentes sobre alfabetización científica es Fourez (1997, citado en Gil
Pérez y Vilchez 2006). Sus apreciaciones sobre este concepto son muy conocidas en el medio
de la didáctica de las ciencias naturales. Fourez (1997, citado en Gil Pérez y Vilchez 2006)
nos propone lo siguiente:
Un aspecto relevante que debemos considerar al analizar el surgimiento del enfoque CTS es
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el desinterés creciente de los estudiantes por las materias científicas. Así, ante la dificultad
para revertir este desinterés y su consecuente incidencia en el fracaso escolar, se reorientó el
análisis de estos problemas a partir de dos interrogantes: qué ciencia se estaba enseñando en
las escuelas secundarias y, muy especialmente, a quiénes se la estaba enseñando. Fensham
(2000, citado por Acevedo Díaz 2004) considera que la enseñanza de las ciencias debería
estar destinada a promover una ciencia escolar más válida y útil para personas que, como
ciudadanos responsables, tendrán que tomar decisiones respecto a cuestiones de la vida real
vinculadas con la ciencia y la tecnología.
Desde principios de la década de los ochenta del siglo pasado, en el ámbito académico
comienza a cuestionarse entonces la enseñanza científica tradicional centrada únicamente en
la adquisición de conocimientos científicos y que priorizaba el aprendizaje de leyes, teorías y
conceptos con ninguna relación con la sociedad. Por esta razón, en los procesos educativos
actuales no podemos abstraernos de responder ¿cuáles son los saberes imprescindibles que
necesitan construir los estudiantes que han de vivir y desarrollar sus derechos ciudadanos en
un mundo fuertemente impactado por los productos de la ciencia y la tecnología? Sobre esta
cuestión Gil Pérez y Vilchez (2006) nos dicen que
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Reconocer los límites, los peligros y la utilidad de las ciencias y la tecnología en la
sociedad.
Secuencia 1
“El agua”
El agua de la ciudad.
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El agua subterránea: la propiedad y el acceso.
Fuentes alternativas.
Para ampliar las referencias sobre las finalidades de la educación científica en la escuela
secundaria les proponemos ver una exposición del Dr. Antonio Gutiérrez y leer los aportes de
José Antonio Acevedo Díaz. Será importante que tomen notas que recuperarán en los
distintos debates y actividades del módulo.
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propuesto diversas visiones tratando de definir el quehacer científico. Existen variadas
concepciones al respecto, producto de los distintos elementos que se consideran, entre ellos
los métodos seguidos para lograr el conocimiento, los intereses que persiguen los científicos,
el tipo de actividades que realizan y las validaciones de las mismas.
Posiblemente la concepción más arraigada y enseñada en las escuelas considera que la
ciencia construye modelos que se ajustan más o menos a una parte de la realidad, a partir de
hipótesis basadas en teorías ya construidas y consensuadas en la comunidad científica. Se
trata de un proceso en el que las preguntas y las hipótesis, elaboradas para darles respuesta,
se contrastan con datos obtenidos mediante la experimentación, entendida ésta como una
intervención especialmente diseñada. En esa tarea, la comunidad científica analiza el ajuste
del modelo al recorte de esa realidad elegida, para luego validar o no los nuevos
conocimientos.
Diversas investigaciones indagan sobre las concepciones de los docentes respecto de la
ciencia y la construcción del conocimiento científico tecnológico. Muchos autores acuerdan
que los docentes poseen creencias tradicionales, positivistas e idealistas sobre la ciencia.
Asumen la ciencia como un cuerpo de conocimientos particionado, que identifican con algunas
de sus áreas (biología, física, química, etc.). Entienden la tecnología como ciencia aplicada,
como dispositivos, especialmente electrónicos. Creen que el conocimiento científico no es
diferente de otros tipos de conocimiento y que se desarrolla en diferentes etapas (hipótesis,
teorías y leyes). También piensan que es definitivo, estático, verdadero y absoluto, por
corresponder a hechos concretos; que se genera aplicando un método universal, único, de
etapas cíclicas y estandarizadas que prueba el conocimiento, y que está libre de interferencias
contextuales (culturales, sociales, políticas, éticas, religiosas, etc.). Otro aspecto que se
identifica en dichas investigaciones es que los docentes creen que los científicos, en forma
individual, trabajan aplicando el método científico, registrando hechos que hablan por sí
mismos, y que organizan el conocimiento científico sin apelar a la creatividad o la imaginación
(García-Carmona, 2002, citado en García-Carmona 2011), al marco teórico previo, ni a la
interpretación de las observaciones y hechos (Celik y Bayrakçeken, 2006; Irez, 2006;
Lederman, 1992, en García-Carmona 2011).
La historia de la ciencia nos muestra que muchas veces el proceso antes mencionado no
puede reducirse a ser considerado como un único “método científico”, dado que en muchas
ocasiones los científicos no partieron de problemas de investigación claramente definidos. Las
investigaciones involucran intereses particulares, la relación al contexto social, las
posibilidades tecnológicas del momento, al igual que las creencias de los propios científicos,
entre otros aspectos que son componentes determinantes en la producción del conocimiento.
Lo expuesto no puede reducirse a una visión simplificada (un único método científico) ante la
complejidad que implica el proceso de producción de nuevos conocimientos.
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a otros elementos.
5. La primera meta de la ciencia es la formación de teorías y leyes.
6. Las contribuciones a la ciencia pueden ser hechas por personas de todo el
mundo.
7. El conocimiento científico es influido por el estado actual del mismo, el contexto
social y cultural y las experiencias y expectativas del científico.
8. La historia de la ciencia revela cambios evolutivos y revolucionarios.
9. Aunque la ciencia y la tecnología interaccionan entre sí, existe investigación
científica básica que no tiene directamente relación con resultados prácticos, sino
con lograr por sí misma una comprensión del mundo natural.
De esta manera acordamos con una visión que concibe a la producción de conocimiento
científico como una empresa humana y por lo tanto compleja, cruzada y
determinada por una importante cantidad de factores. La principal actividad científica
es, desde esta perspectiva, la búsqueda de estrategias adecuadas y creativas para resolver
problemas considerados relevantes, lo que demanda responder preguntas en un intento por
explicar la naturaleza.
Como se ve, la actividad del científico es esencialmente compleja. Consideremos el siguiente
ejemplo:
Para reflexionar
Parafraseando a Kreimer (2009), podemos decir que mucha gente estima que
al inicio de una investigación un científico propone un problema que
considera relevante resolver. A partir de allí diseña su hipótesis, selecciona los
instrumentos para realizar experiencias… en fin, aplica “el método”.
Sucede que para realizar una investigación se requiere generalmente dinero, que suele
ser aportado por instituciones a las que el investigador deberá convencer de aportar,
argumentando sobre la importancia del estudio en cuestión, sobre los futuros
beneficios que este saber traerá a la sociedad y en particular a la institución, y todo lo
que se pueda decir en pos del financiamiento requerido.
Supongamos que se consigue algo de lo solicitado. Puede suceder que el equipamiento
sea tan específico y valioso que se deba buscar otro grupo de investigación que se
encuentre estudiando “algo parecido” para “compartir gastos”, debiendo nuevamente
negociar qué se ha de comprar y cómo se utilizará. Tampoco allí terminan los
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problemas de nuestro investigador, dado que aunque se logre producir algún tipo de
conocimiento, éste no será reconocido hasta pasar por el tamiz de la consideración de
los científicos de la comunidad, y esto solo se logra publicando en revistas
especializadas, las cuales, como es lógico, tienen su propia idea sobre la relevancia de
las temáticas que se presentan para su publicación.
A esta altura es válido preguntarse ¿será que un investigador no es “libre” de elegir su
objeto de estudio? Una primera respuesta puede ser: solo si es capaz de generar una
gran cantidad de argumentos (de los científicos y de los otros) para dar batalla en
muchos frentes de negociación.
En forma muy general este ejemplo pretende representar la posible distancia entre las
pretensiones iniciales de un investigador y lo que llega a ser parte de una publicación
científica y finalmente de un libro de ciencias. Así no sería infundada la sospecha de que las
publicaciones científicas pueden no ser un informe objetivo y neutral de lo que sucedió en un
laboratorio y podemos así considerar la “condición humana” de los científicos. Esto también
es parte del quehacer científico y se distancia de la simplificación de la idea de “método
científico”.
Considerando lo presentado hasta aquí, los científicos realizan gran cantidad de actividades
partiendo de su formación, intereses y posibilidades económicas, entre otras cuestiones.
Podemos advertir que enseñar ciencias en la escuela secundaria no puede ser una
reproducción de lo que hacen los científicos (aún en forma simplificada) en un aula. Como
mínimo no es posible hacerlo porque el punto de partida de los aprendizajes en nuestra aula,
desde una visión constructivista, son los saberes previos de nuestros alumnos, en base a los
cuales se tratarán de tender puentes hacia modelos científicos considerados importantes para
la alfabetización científica de los estudiantes.
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¡Importante!
Consideramos que la ciencia escolar intenta, con ciertos reparos, acercar a
los estudiantes a “eso que hacen los científicos”, pero enfrentándonos la
imposibilidad de reducir el quehacer científico a la simple aplicación de un “método”.
Entendemos que más allá de la complejidad demostrada para describir la actividad
científica podemos encontrar ciertas regularidades que pueden diferenciar la
producción de conocimiento científico de otros tipos de conocimientos humanos.
Diseñan experimentos para obtener bases empíricas que fortalezcan sus argumentos.
Producen informes escritos y exposiciones orales con el fin no solo de hacer pública su
tarea, sino también para convencer a la sociedad sobre la importancia de sus estudios.
Ponen sus trabajos a consideración de sus pares para de validar sus conclusiones.
Definen con la mayor exactitud posible los problemas sobre los cuales trabajan y las
respuestas que proponen para éstos.
Bibliografía obligatoria
Bibliografía complementaria
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Educativos, 29 (116), 60-84.
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Luego, los invitamos a participar del Foro 1. La Ciencia Escolar
En este espacio compartiremos los aportes que realicen del análisis del texto de
Emilio Pedrinaci que realizaron a partir de las preguntas sugeridas en la clase 1
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