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ROMANTICISMO

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ROMANTICISMO

El romanticismo es la última gran época cultural europea (la última postura común ante la vida):
de finales del siglo XVIII a mediados del XIX. Después de 1850 ya no tiene sentido hablar de épocas
enteras que abarquen filosofía, literatura, arte, etc.

Surgió en Alemania como una reacción contra el culto a la razón de la Ilustración. Los nuevos
lemas fueron: sentimiento, imaginación, vivencia, añoranza.

Después de la fría razón de Kant es como si los jóvenes alemanes respiraran aliviados, ahora cada
individuo tenía la libertad para dar su propia interpretación de la existencia. Aquí hay muchos
rasgos comunes con los humanistas del Renacimiento que eran individualistas, también la
importancia que otorgaban al arte y a su significado para el conocimiento del hombre.

Kant ya había afirmado que si nos entregamos a una obra de arte sin servir a otros intereses que a
la propia vivencia estética nos acercamos a una percepción de “das Ding an sich”, la cosa en sí. El
artista es capaz de expresar algo que los filósofos no pueden. Schiller, que continúa desarrollando
las ideas de Kant, señala que la actividad del artista es como un juego, y el hombre solo es libre
cuando juega (porque entonces hace sus propias leyes). También Rousseau ya había señalado la
importancia de los sentimientos en la Ilustración: pero ahora esta subcorriente se convirtió en la
corriente de la vida cultural alemana.

Los románticos opinaban que solo el arte podía llevarlos más cerca de lo “Inefable”.

Kant había afirmado que lo que podemos saber sobre la cosa en sí es muy limitado; por otro lado
había señalado lo importante que es la aportación del “yo” al conocimiento.

Los románticos aprovecharon esta libertad convirtiéndola en un culto casi desenfrenado del “yo”.
Lo que también condujo a una revalorización del genio artístico. Beethoven en cuya música nos
encontramos con un ser que expresa sus propios sentimientos y añoranzas (lo romántica que es
“sonata del claro de luna” y lo dramática que es “la quinta sinfonía”), él era en ese sentido un
“creador libre”. Por el contrario, los maestros del barroco, Bach y Händel por ejemplo, cuyas obras
eran en honor a Dios y con reglas muy severas. En Novalis nos encontramos con una novela que
cuenta la historia del joven Heinrich buscando aquella flor azul que un día vio en un sueño y que
desde entonces ha añorado.

En su entusiasmo artístico podían llegar a sentir desaparecer la frontera entre sueño y realidad.
Esta añoranza de algo lejano e inaccesible era típica de los románticos: tiempos pasados, atraídos
por la noche, el amanecer, viejas ruinas, lo sobrenatural. También se interesaban por los aspectos
oscuros de la existencia. Lo enigmático, lo tétrico, lo misterioso.

El romanticismo era ante todo un fenómeno urbano, los románticos típicos eran hombres jóvenes
(muchos eran estudiantes) con mentalidad antiburguesa. La primera generación de románticos
vivió su juventud alrededor de 1800. La primera insurrección juvenil de Europa (hasta varios rasgos
comunes con la cultura Hippie que surge 150 años más tarde). La ociosidad es el ideal del genio y
la pereza la virtud romántica. El comercio cotidiano y los quehaceres de todos los días eran cosa
de los filisteos: era la obligación del romántico vivir la vida o soñar para alejarse de ella.

Exaltados enamoramientos (inspirado pero desordenado): “Stella” distante e inaccesible a quien


dedica Wergeland sus poemas de amor. O Novalis que continuó amando a Sofía (que muere a los
15 años y 4 días) toda su vida: el enamoramiento romántico. El amor inaccesible había sido
introducido ya por Goethe en su novela epistolar “los sufrimientos del joven Werther” de 1772,
quien se pega un tiro porque no consigue a la mujer que ama: un poco exagerado, no carecía de
peligro ser romántico, se ponían en marcha fuertes sentimientos.

Uno de los rasgos más importantes del romanticismo era la añoranza de la naturaleza y la mística
de la misma. Pinturas de paisajes, bosques misteriosos, naturaleza salvaje. Rousseau, vuelta a la
naturaleza. Un renacimiento de la antigua conciencia cósmica (reacción contra el universo
mecánico de la Ilustración). La naturaleza como unidad, la vivencia de un “yo divino” (alma o
espíritu universal) en la naturaleza: contrario a Descartes y Hume quienes ponían el yo por un lado
y a la realidad extensa por el otro. O Kant quien establece una separación entre el yo que conoce y
la naturaleza “en sí”.

Schelling (1775-1854) es un filósofo romántico dominante, intenta anular la distinción entre


espíritu y materia. Las almas y la realidad física son expresiones de un único “espíritu universal”
(en este punto los románticos conectaban con Spinoza, Plotino y Giordano Bruno). La naturaleza
es el espíritu visible, el espíritu es la naturaleza invisible dijo Schelling: vio un espíritu universal en
la naturaleza, pero también en la conciencia del hombre. Ambas son expresiones de lo mismo.

Por eso Novalis había dicho: “el camino secreto va hacia dentro”: puesto que el hombre lleva todo
el universo dentro, la mejor manera de percibir el secreto del mundo es entrar en uno mismo.

Para muchos románticos la filosofía, la literatura, la investigación de la naturaleza, se elevan a una


unidad superior. Un espíritu universal. Schelling también vio una evolución en la naturaleza de
tierra y piedra a la conciencia del hombre (hechos de polvo de estrellas). La naturaleza se entiende
como un solo organismo, una unidad que constantemente va desarrollando sus posibilidades
inherentes.

También una nueva visión de la historia. Por ejemplo Herder (1744-1803) tenía una visión
dinámica de la historia (en la Ilustración era estática) porque la vivía como un proceso: toda época
histórica tiene un valor propio (historia del ser).

Cada pueblo tiene sus propias particularidades o su “alma popular”. Nos podemos identificar con
personas o culturas. Hasta aquí hemos visto el romanticismo universal, surgido en la ciudad de
Jena hacia el 1800; pero también se dio un romanticismo nacional (especialmente en la ciudad de
Heidelberg): que contribuyó a reforzar los sentimientos de identidad de cada una de las naciones:
el “pueblo” como organismo que desdobla sus posibilidades inherentes, como la naturaleza y la
historia.
Se caracterizó la literatura popular como la “lengua materna de los pueblos”: en Heidelberg se
comenzaron a recopilar canciones y cuentos populares (viejos mitos); por ejemplo los cuentos de
los hermanos Grimm (y su etimología).

El género cuentístico ( Hoffmann, Hans Christian Andersen) fue cultivado con gran pasión por los
románticos: fue su gran ideal literario (así como el teatro había sido la forma artística preferida de
los barrocos), esto porque proporciona al escritor grandes posibilidades de jugar con su propia
fuerza creativa (también se da la ironía romántica: el escritor interviene en el relato con
comentarios irónicos: para recordar que el cuento era solo un cuento, o que su propia vida era de
cuento: por ejemplo “uno no muere en medio del quinto acto”. Vivimos nuestras vidas en un libro,
intentaré escaparme del libro y escoger mi propio camino).

Entendida el “alma universal” como un “yo” (que crea las cosas en el mundo).

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