Problemas de Pareja
Problemas de Pareja
Problemas de Pareja
1. OBJETIVO
Reconocer la sintomatología asociada a la presentación de problemas de pareja, identificando su
etiología y los factores asociados al mantenimiento de los mismos; con el fin de seleccionar las
intervenciones terapéuticas más cercanas a las condiciones y necesidades del paciente, que le
permitan la comprensión de su situación y la obtención de estrategias de acción.
Este objetivo implica una mejora de la calidad asistencial en el manejo de este proceso, ya que
recurre a componentes basados en la evidencia, y contribuye a garantizar la pertinencia en el
abordaje terapéutico.
2. ALCANCE
La guía podrá ser aplicada en los servicios de psicología ofertados por el Consultorio Psicológico Social
Comunitario, a los pacientes que consultan en nivel de atención primaria.
3. POBLACIÓN OBJETO
Adolescentes y/o adultos que presenten sintomatología asociada a problemas de pareja.
4. LÍMITES
Se inicia el proceso por medio de remisión y evaluación y finaliza con el egreso del paciente,
dependiendo del diagnóstico se realiza remisión a otros servicios.
DSM IV: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la American Psychiatric
Association.
Evolución: Marcha del trastorno y/o situación problemática, al igual que progresos, retrocesos o
estancamientos en el proceso psicoterapéutico
7. ÁMBITOS DE ABORDAJE
7.1.1 La terapia simultánea: Un mismo terapeuta trata a ambos miembros de la pareja en forma
individual, pero simultáneamente.
7.1.2 El enfoque colaborativo: Cada esposo era tratado por un terapeuta diferente Ambos
terapeutas se reúnen periódicamente para analizar la dinámica del vínculo y focalizar las áreas de
intervención.
7.1.3 Terapia conjunta de pareja: Esta modalidad fue propuesta por Don Jackson en 1961. Es la
más utilizada porque estimula el diálogo de la pareja, es eficaz y permite acceder con más rapidez
y en mayor medida a la dinámica de la diada.
En las entrevistas conjuntas siempre están presentes los dos miembros de la pareja; ambos
pueden plantear la percepción de sus problemas y tienen la oportunidad de debatir sobre las
áreas conflictuadas de manera distinta de como lo hacen entre sí por estar triangulados por el
terapeuta a quien le reconocen competencia.
El trabajo consiste en clarificar los mensajes y comparar los sentidos diferentes que ellos tienen
para uno y otro integrante de la pareja. Sin duda es en este plano donde se realiza lo
fundamental del trabajo en la mayoría de las entrevistas conjuntas”. (Lemaire, 1979).
7.2 Evaluación
Terceros que interfieren en la relación: La demarcación de los límites que dan identidad a la
pareja en interacción con lo social no es siempre fácil. Por un lado, las transferencias y las
identificaciones proyectivas que tienen mutuamente, tienden a convertir la relación en un sistema
fuertemente cerrado. Por otro, el grupo social, especialmente la familia de origen, ejerce presión
sobre cada miembro de la pareja por el temor a que la fusión del vínculo los separe
definitivamente del núcleo social o familiar.
Disfunciones sexuales: Las disfunciones sexuales son generalmente el síntoma de otras áreas
en conflicto, el objetivo terapéutico será facilitar la reorganización vincular en todos sus
componentes más que poner el énfasis del tratamiento en el restablecimiento de la función
sexual. Casi todos los problemas de pareja repercuten en esta área, por lo que el terapeuta
deberá enlazar este aspecto a la calidad integral de la relación de pareja.
Adicciones: Dependencia de uno o de los miembros de la pareja al alcohol, las drogas, el juego,
y que por su frecuencia e intensidad es motivo de conflicto entre la pareja.
Dificultades en el manejo de las diferencias individuales: Esta área está referida a los
problemas de aceptación mutua de los rasgos de carácter, temperamento, valores o personalidad
del compañero. También suele suceder que uno de los miembros de la pareja oculta sus
problemas psicopatológicos individuales tras la fachada de la terapia conjunta por las resistencias
a aceptar la necesidad de una intervención individual. Por ello es necesario que el psicólogo
reconozca las identificaciones proyectivas en la relación de pareja, pues en ellas impera la
necesidad de apartar un conflicto interior, alejando del campo de la conciencia un aspecto de sí
mismo que se reprobaría si se lo percibiera y que engendraría sentimientos de culpa. El
compañero es el depositario de estas proyecciones, y es asombrosa la disposición de éste para
asumir todos los síntomas atribuidos.
Problemas en parejas de segunda unión: En los individuos que se unen por segunda vez en
forma estable, con o sin hijos, se agrega el tener que manejar un mayor número de vínculos.
Estas cuestiones expresadas por los miembros de la pareja cuando acuden a la asesoría son, por
lo general, el reflejo de conflictos en otras áreas de la relación. Así mismo, en muchos casos, la
queja que se presenta como problema principal al comienzo no es el motivo real del conflicto.
Relaciones de poder: control de objeto Otra área que conflictua frecuentemente los vínculos
amorosos son las relaciones de poder en términos de control sobre el objeto. La superioridad
económica de uno de los miembros, la competencia profesional, la procedencia social establecen
diferencias que enmarcan la organización del vínculo en lucha de poderes. La debilidad yoica de
uno de los sujetos lo hace dependiente emocionalmente y su sometimiento no es más que la
búsqueda de seguridad en el narcisismo de su pareja.
Otro matiz de la dinámica inconsciente de las relaciones de poder está manifiesta en las parejas
que se agraden. El odio, también vincula y sus manifestaciones son gravemente
desorganizadoras; la envidia, presente en las relaciones vinculares, tal como lo explicó Klein,
especialmente en algunas parejas que no trascienden la ambivalencia y se quedan fijadas a
etapas muy primitivas, el objeto es desvalorizado y agredido; fantasías inconscientes de quedar
excluido en una relación triangular donde la manifestación violenta es la defensa contra la
angustia de separación; personalidades narcisistas que destruyen al objeto que no los complace;
la identificación con la relación agresiva de los padres. Todos estos temas habrán de ser
investigados por el clínico.
7.4 Tratamiento
7.4.1 Etapas de la relación de pareja:
Flechazo: Es el primer impacto de atracción
El fenómeno de cerrar el círculo: Si una percepción de una imagen partida llega hasta
nosotros, con la imagen la completamos. A este fenómeno se le llama “cerrar el círculo”, porque
no es posible observar media circunferencia sin que la veamos entera. Igual que en el ejercicio, si
vemos media fotografía de un rostro humano, ineludiblemente completaremos la parte restante.
Por tanto, en el primer contacto afectivo sucede lo mismo, cuando A mira a B “cierra el círculo”.
Construcción de la imagen del otro: Cuando una persona entra en contacto por primera vez
con otra, no cuenta con datos objetivos para hacerse una idea acerca de cómo es el otro.
Entonces, a fin de suplir esta carencia pone en funcionamiento ciertas técnicas perceptivas que le
ayudarán a catalogar al extraño.
Raimon Gaja en su texto vivir en pareja presenta cuatro técnicas básicas que usamos para
construir la imagen del otro:
- Proyección: Es la operación por la cual se le atribuye a otro cualidades, sentimientos y
deseos propios. De tal manera que al ver una persona que le gusta y apenas conoce, la
define desde sus propios deseos. La proyección es la base de los siguientes factores.
- Identificación: La persona tiende a aumentar sus semejanzas con otra. La forma como el
sujeto percibe a la otra persona es solamente una versión posible de la misma. Esta versión
estará determinada por las necesidades urgentes del sujeto, su estado de ánimo, sus
proyecciones, por la naturaleza y limitaciones de su apreciación subjetiva de esa persona.
- Asociación: Tiene como base las experiencias amorosas anteriores (padres, noviazgos) y a
partir de ellas le atribuye características similares a la persona actual
- Estereotipos culturales: Por influencia de las familias, los amigos y los medios de
comunicación se establece lo “bueno”, lo “bello” y lo “in”, de tal manera que la atracción
puede presentarse porque la mente esteriotipada esta predispuesta para ser atraída por la
moda, los comportamientos y los valores impuestos por la cultura.
NOTA: Las siguientes recomendaciones están dadas para una terapia conjunta de pareja (ambos
conyugues), sin embargo en darse el caso de que solo uno de los conyugues asiste a psicoterapia
se harán las adaptaciones respectivas.
7.5 El encuadre
El encuadre es la herramienta que usa el clínico para dosificar la relación con la pareja y
establecer los límites que permitirán una adecuada comunicación e interacción de la triada que
ahora incluye al terapeuta.
El psicólogo introduce unas pautas lógicas, viables y fijas, obligándose mutuamente a cumplirlas y
considerando toda trasgresión como resistencia y/o alteración de la transferencia o de la
contratransferencia.
Guía de Atención Psicológica Problemas de Pareja
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GAM2-197 Versión 1 Marzo 2012
No tenemos dos pacientes sino un vínculo sobre el que intervenimos. En terapia de pareja la
Psicopatología individual es un área más que el clínico deberá evaluar con el fin de establecer las
influencias de los rasgos caracterológicos en las dificultades de la pareja. Pero el énfasis estará
puesto en la dinámica de la relación. La contención está dirigida al vínculo. Por tanto el encuadre
buscará afirmar el compromiso mutuo en el proceso terapéutico, para ello se tendrá en cuenta los
siguientes aspectos generales:
Aclarar las expectativas de cada uno de los miembros de la pareja y clarificar cuales de ellas son
factibles en el proceso y cuáles no. En especial cuando esperan que el terapeuta asuma la
dirección de la vida relacional o que de consejos o que participe en las decisiones sobre qué es
mejor o no para el vínculo
Explicar las características del proceso terapéutico: La función de las partes, lo que se espera de
cada miembro de la pareja y especialmente, explicitar la neutralidad que ofrece el terapeuta. Esto
advertirá a la pareja sobre sus inevitables creencias, en el transcurso del tratamiento, de que el
terapeuta esta parcializado con uno de ellos; y se les autoriza a hablar de esta percepción, bien
sea carente de fundamento o porque en verdad lo contratransferencial se está interponiendo.
Si se asumió el modelo de terapia conjunta no se tendrán entrevistas individuales porque puede
desvirtuar los objetivos propuestos. Es recomendable iniciar las sesiones solo en el momento en
que ambos estén presentes.
Los costos de la terapia deberían, ser igualmente compartidos por la pareja, pues esto influirá en
el compromiso de cada uno con el otro y con el proceso. En este punto se incluye la
responsabilidad del pago, incluso si no usan la hora asignada o no dan aviso al terapeuta de la
inasistencia con un tiempo prudencial que él determine.
No nos podemos comprometer con un número de sesiones determinadas para alcanzar los
objetivos propuestos, por lo que habría que invitar a la pareja a iniciar el proceso y poner el
énfasis del éxito en el nivel de compromiso de cada uno, más que en la duración del tratamiento.
Sobre las familias de origen: Se realiza el genograma, que aporta datos sobre la historia personal,
familiar y social de cada uno. Permite generar hipótesis sobre conflictos previos, expectativas,
El clínico debe tener presente que la pareja inicia muchas veces con el aspecto menos ansiógeno
y en el transcurso del proceso han de aparecer las motivaciones más relevantes. Igualmente debe
investigar desde el inicio del proceso, todas las áreas del vínculo con el fin de determinar cuáles
de ellas están conflictuando la relación y orientar la intervención.
2ª FASE:
- Si solo colabora un cónyuge en la terapia:
Cambio de perspectiva personal: intervención preferentemente cognitiva; modificación
de pensamientos automáticos y significados disfuncionales.
Cambio de conductas personales: estilo de comunicación, expresión de afecto y
resolución de problemas; técnicas conductuales.
- Si colabora la pareja (si ambos se presentan en las sesiones, aunque alguno sea reticente a
la terapia):
7.9.2 Sesiones de desahogo: Se establece un lugar y horario preciso donde cada cónyuge expresa
durante un tiempo limitado de antemano, y por turno, sin ser interrumpido, una serie de quejas
de forma no ofensiva y expresando sus sentimientos respecto a una situación dada. Se pueden
establecer pausas si aumenta la ira. Si se hacen más de dos pausas se aconseja suspender la
sesión para otra ocasión.
7.9.3 Escucha empática: Se establece un lugar y horario preciso donde cada cónyuge por turnos
expone un problemas durante un tiempo determinado; el otro debe de escucharle sin
interrumpirle y devolverle al final de ese turno de modo resumido lo que ha captado del
problema, el exponente le da feedback sobre el grado de entendimiento, se repite el proceso
hasta un feedback satisfactorio, y comienza el turno del otro. El terapeuta puede modelar el
proceso.
7.9.4 Normas de etiqueta coloquial: El terapeuta presenta y modela pautas para establecer una
conversación más agradable y eficaz. Son las siguientes: (1) sintonizar el canal del cónyuge (si el
otro desea apoyo y comprensión emocional o soluciones/consejo práctico), (2) Dar señales de
escuchar (verbales y no verbales), (3) no interrumpir (retenerse de expresar las opiniones
personales hasta que no acabe el otro), (4) Formular preguntas con habilidad (p.e al iniciar una
conversación pedir la opinión del cónyuge sobre un tema; evitar preguntas "¿por qué?), (5)
emplear el tacto y diplomacia (no comenzar temas espinosos de manera imprevista sin pedir
antes permiso al cónyuge). Todas estas normas se suelen utilizar ante conversaciones
ocasionales; ya que son más inefectivas para el manejo de la hostilidad alta, donde es preferible
el uso de las nueve opciones.
7.9.6 Seguimiento de aspectos positivos: Cada cónyuge lleva un registro de actividades que ha
realizado su pareja y le ha resultado agradable. Se establece un tiempo para intercambiar
información de estos registros y se manifiestan peticiones o agradecimientos.
7.9.7 Sesiones de conciliación: Se establece un tiempo y lugar donde cada cónyuge habla de un
problema por turno, el que escucha asume un papel de investigador y hace preguntas tendentes
a obtener información (p.e pedir ejemplos ante una queja vaga o general); y además hace un
resumen de las quejas del otro, dándole primero feedback de entendimiento; después le toca al
otro, para finalizar con un proceso de resolución de problemas.
7.9.8 Técnicas de tipo cognitivo: Complementan el listado anterior. Se suelen usar en una fase
avanzada de la terapia, o en momentos de resistencia u hostilidad. Básicamente no difieren del
abordaje de otros trastornos: detección de pensamientos automáticos, comprobación empírica y
7.10 Psicopatología
Lemaire (1979) plantea la dificultad de asimilar el lenguaje de la Psicopatología individual aplicado
a la Psicopatología de la pareja, porque lo que es patológico en lo individual no lo es en la
relación amorosa; de tal manera que mecanismos psíquicos primitivos como la escisión, la
idealización primitiva, la identificación proyectiva, la absorción del objeto son indicios de
trastornos graves de la personalidad en un sujeto, pero estos mismos fenómenos son necesarios
en la constitución amorosa.
Por tanto su aparición en la relación por si mismos no se constituyen en criterios sólidos para
establecer una Psicopatología de la relación de pareja.
El amor es un valor, el apego tiene que ver con la necesidad. Una experiencia amorosa no
patológica permite que en el vínculo establecido cada miembro de la pareja pueda diferenciar a su
compañero de los objetos internos y a la vez puedan promover entre sí la separación de esa
representación del si mismo. Esto permite que cada uno tolere las diferencias del otro. Lo
contrario sería querer controlar al otro, como en las relaciones fusionadas, asfixiantes o
maltratantes, ambos se controlan mutuamente.
La desilusión gradual del objeto es el único camino para que la pareja pueda tomar la distancia
óptima y tolerar los defectos y las fallas del otro.
Por lo anterior, el clínico deberá tener presente para la evaluación diagnóstica las fallas en la
integración de las representaciones objetales y los fracasos en la resolución de la ambivalencia.
Actitudes para el manejo de situaciones responsables con los hijos frente a una decisión de
divorcio:
Aportar a los hijos la misma versión del proceso que va a vivirse: En un clima de la
mayor tranquilidad, afecto y respeto. Es imprescindible hacerles ver que cada progenitor va a
seguir estando ahí para lo que ellos necesiten. Evitar la percepción de culpabilidad en los hijos.
Aclarar a los hijos todas sus dudas sobre situaciones concretas de su vida a partir
de la ruptura: Dónde y con quién van a vivir, características de la custodia, vacaciones,
colegios…
Aportar a los otros miembros de la familia una versión clara del proceso:
Solicitándoles expresamente la mayor neutralidad y colaboración en el proceso de resolución
de la ruptura desde la óptica de respeto y cuidado de las necesidades de los hijos.
Informar al centro escolar y al profesorado de los hijos y dedicar tiempo al
seguimiento de su actividad: Resulta imprescindible y de gran relevancia para la adecuada
definición de la situación. Es importante, asimismo, acudir, preferentemente de forma conjunta
al centro educativo para recibir información de los hijos o en situaciones de naturaleza
extraordinaria.
Acudir en su caso a profesionales de la mediación y confiar en los especialistas
implicados, dejarse asesorar y seguir sus orientaciones: Las primeras informaciones
sobre lo que pasa y va a pasar en el futuro suelen ser difíciles de aceptar. Parece que estamos
viviendo una película y lo que sucede no nos pasa a nosotros. En estos momentos, es
importante recuperar, en la medida de lo posible, la calma, escuchar y seguir los pasos que
nos sugieren los especialistas. Preguntar lo que no entendemos sin miedo y comunicar
sinceramente nuestros sentimientos y emociones. No debemos temer expresar lo que surge de
nuestro corazón.
Evitar las comparaciones con otras situaciones: Nada es igual. Es mejor plantearse que
se trata de un proceso singular que va a requerir esfuerzos específicos.
9. BIBLIOGRAFÍA
Vanegas, Jorge Humberto. PhD Psicología clínica y de la salud. Memorias diplomado de pareja.
Universidad Cooperativa de Colombia. Medellín. 2004
Largo, R.H. y Czernin, M. “Hijos felices de padres separados”. Barcelona: Medici. 2005
Ruiz, Juan José. Cano, Justo José. Manual de psicoterapia cognitiva. Aplicaciones clínicas:
elementos básicos.