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Kancyper 3

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REVISTA DE PSICOANAI.

1SIS

mando desde el comienzo. Es en ese sentido que ponemos un acen-


to particular en el trabajo de la sublimación como campo privilegia-
do que baliza el camino de salida en la elaboración de duelos.

Resentimiento y odio
en el duelo normol
y en el potológicO
* Luis Kancyper

Inlroducción
En
"Pulsioncs y destinos de pul-
sión", Freud "pone de manifiesto una teoría metapsicológica de la
agresividad. La conversión aparente del amor en odio no es más que
una ilusión; el odio no es un amor negativo." K Tiene su propio origen
en las pulsiones de autoconservación, mientras que c\ amor se origi-
na en las pulsiones sexuales. Su tesis central es que: "los genuinos
modelos de la relación de odio no provienen de la vida sexual, sino
de la lucha del yo por conservarse y afirmarse l.
Y además asevera que el objeto es conocido inicialmente por medio
del odio: "el odio es, como relación con el objeto, más antiguo que
el amor, brota de la repulsa primordial que el yo narcisista opone
en el comienzo al mundo exterior prodigador de estímulos l.
El odio permite al sujeto un enfrentamiento con el objeto y su ul-
terior desligadura, desligadura que promueve la génesis y el man-
tenimiento de la discriminación en las relaciones de objeto.
En cambio el odio se muda en resentimiento cuando es reforzado
por la regresión del amar a la etapa sádica previa, de suerte que el
resentimiento cobra un carácter erótico y se perpetúa un vínculo sado-
masoquista; además el resentimiento produce una serie de construc-
ciones fantasrnáticas que ala vez lo sustentan.

* Dirección: Güemes 2963. IDO. (1425) Capital Federal. R. Argentina.


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PANEL: CARLOS MARIO ASLAN, J. ELENA FRISZMAN BOSOER y LUIS KANCYPER

El contenido de representación de las escenificaciones imaginarias


inherentes al resentimiento se halla al servicio del apoderamiento y
retención del objeto para poder desplegar sobre él sus mociones de
venganza o para neoengendrarIo y moldearIo según un modelo ideal
diseñado a imagen y semejanza del Hacedor. Éste ejerce pigma-
liónicamente una relación de dominio sobre el otro mediante el des-
pliegue de sus poderes mágicos y castigadores con la finalidad de
garantizar la presencia incondicional de un objeto parcial o total, des-
valido y dependiente de un Amo y Señor.
El resentimiento y el remordimiento obstaculizan la confrontación
y promueven, en cambio, la provocación y la huida. Estas alternancias
de provocaciones y huidas persecutorias retienen finalmente al suje-
to y al objeto en un vínculo ominoso que trasciende a los tiempos
y espacios, vínculo regido no por el Principio de placer-displacer ni
por el Principio de realidad, sino por el Principio de "tormento".

"Yana podía estar conmigo mismo a pesar que me dispuse a cerrar


en lo posible mis cuentas con el pasado y a establecer una nueva
lucha; en cuanto estaba conmigo mismo me venía implacablemente
a la conciencia el hiriente sentimiento de culpa, un pensar calami-
toso.
En esos casos mi desesperación alcanzaba grados tales, que yo lle-
gaba a temblar físicamente y aun a la fiebre misma. sin saber qué
hacer de mí para castigarme o mortificarme.
Huía pues, de todo encuentro conmigo y sólo la cólera me servía
para distraerme de mí y dar un escape a mi tormento interior.
Caminaba cargado de remordimiento, furioso. siempre irritado con-
tra mí, con terrible furia y recóndita y agria gfsadumbre, insopor-
table e insoportante."
Eduardo Mallea. El resentimiento"

Sostengo que el odio interviene como un componente esencial en el


proceso de la separación e individuación que se despliega durante
la confrontación entre el hijo y sus padres; en cambio el resentimiento
promueve un desafío tanático entre los sistemas narcisistas parentales
y filiales en pugna interceptando el enfrentamiento en la lucha ge-
neracional.
Otra diferencia notable entre ambas manifestaciones es que el odio
opera como un factor fundamental en los procesos del duelo normal
mientras que el resentimiento obstaculiza el duclar.

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REVISTA DE PSICOANÁLISIS

Los ofectos y los pulslones.


El resentimiento y el odio: sus reloclones con Eros y lúnotos
En la primera concepción de Freud, el odio se origina en las pulsiones
de autoconservación pero en el dualismo pulsional de Eros y Tánatos
perteneciente a la segunda tópica Freud sitúa las raíces del odio en
las pulsiones de Muerte equiparando odio con destructividad y amor
con Eros.
Otra dificultad que se plantea es que los pares antitéticos amor y
odio y Eros y Tánatos se encuentran en un nivel teórico diferente.
Mientras que el odio y el amor son afectos que promueven cons-
trucciones fantasmáticas y determinados vínculos objetales, las pul-
siones de Eros y Tánatos son principios o tendencias que en "la acción
conjugada y contrapuesta de ambas permitiría explicar los fenóme-
nos de la vida" y actúan en el nivel físico (atracción y repulsión) y
en los fenómenos vitales (anabolismo y catabolismo).
Así podemos observar que en El Malestar en la Cultura, cap. VII,
cuando se refiere a la génesis y el incremento del sentimiento de
culpa, lo describe como "la expresión del conflicto de ambivalencia,
de la lucha entre el Eros y la pulsión de destrucción o de muerte.
y ese conflicto se entabla toda vez que se plantea al ser humano la
tarea de la convivencia" 14. Y luego, en esa misma página, señala
que el conflicto de ambivalencia surge por la coexistencia afectiva
del amor y del odio como sinónimo de destructividad: "y si la cultura
es la vía de desarrollo necesaria desde la familia a la humanidad, en-
tonces la elevación del sentimiento de culpa es incscindible de ella,
como resultado del conflicto de ambivalencia, como resultado de la
eterna lucha entre amor y pugna por la muerte: y lo es, acaso, hasta
cimas que pueden serie difícilmente soportables al individuo." .i

El odio y el resentimiento son emociones () afectos que presentan


diferentes direcciones.
Recordemos que la palabra "emoción", que deriva del latín MO-
VERE, significa poner en movimiento y que "afecto", tomado del
latín affectus, participio pasivo de afficere, es poner en cierto estado
derivado de facere: hacer.
El resentimiento promueve un movimiento circular y repetitivo. Re-
sentimiento es volver a sentir ciertas injurias narcisistas que no se
pueden o no se quieren olvidar ni amnistiar; remordimiento es volver
a morder o morderse por el accionar de una culpa singular, repetitiva,
que se caracteriza por ser siempre pródiga en nuevos desquites, re-
vertidos sobre la propia persona. En cambio, el odio puede promo-
ver un movimiento centrífugo de la libido y oponerse a la circularidad

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PANEL: CARLOS MARIO ASLAN. J. ELENA FRISZMAN BOSOER y LUIS KANCYPER

regresiva y sádica del rencor y permrur entonces la discriminación


del objeto y su recambio ulterior.
Mientras que a partir del resentimiento surge una agresión vengati-
va, a partir del odio puede llegar a desatarse una agresión al servi-
cio de la desalienación, liberando la agresión hacia nuevos cometi-
dos y ligándola a nuevos objetos que reabren una diferente espaciali-
dad y temporalidad; en este sentido el odiar puede vincularse con
los propósitos del Eros. Aunque en ciertos casos el odio, que rara-
mente se encuentra en forma pura, puede promover desde un ale-
jamiento e indiferencia ante el objeto hasta una hostilidad despiadada
y cruel.
En "Duelo y Melancolía" 2 Freud señala la importancia de la am-
bivalencia entre amor y odio como una de las premisas de la melan-
colía.

"Las ocasiones de la melancolía rebasan las más de las veces el


claro acontecimiento de la pérdida por causa de muerte y abarcan
todas las situaciones de afrenta, de menosprecio y de desengaño
en virtud de las cuales puede instilarse en el vínculo una oposi-
ción entre amor y odio o reforzarse una ambivalencia preexisten-
te. Este conflicto de ambivalencia, de origen más bien externo unas
veces, más bien constitucional otras, no ha de pasarse por alto entre
las premisas de la melancolía. Si el amor por el objeto -ese amor
que no puede resignarse al par que el objeto mismo es resignado-
se refugia en la identificación narcisista, el odio se ensaña con ese
objeto sustitutivo insultándolo, denigrándolo, haciéndolo sufrir y
ganando en este sufrimiento una satisfacción sádica. Ese autornar-
tirio de la melancolía, inequívocamente gozoso, importa, en un todo
como el fenómeno paralelo de la neurosis obsesiva. la satisfacción
de tendencias sádicas y de tendencias alodio que recaen sobre un
objeto y por la vía indicada han experimentado una vuelta hacia
la persona propia. En ambas afecciones suelen lograr los enfermos.
por el rodeo de la autopunición, desquitarse de los objetos origi-
narios y martirizar a sus amores por intermedio de su condición
de enfermos, tras haberse entregado a la enfermedad a fin de no
tener que mostrarles su hostilidad directamente. Y por cierto, la
persona que provocó la perturbación afectiva del enfermo y a la
cual apunta su ponerse enfermo se hallará por lo común en su
ambiente más inmediato. Así, la investidura de amor del melan-
cólico en relación con su objeto ha experimentado un destino doble;
en una parte ha regresado a la identificación, pero, en otra parte,

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REVISTA DE PSICOANÁLISIS

bajo la influencia del conflicto de ambivalencia, fue trasladada hacia


atrás, hacia la etapa del sadismo más próxima a ese conflicto."

En mi participación en este panel intento demostrar:


1) Contrariamente a lo señalado más arriba por Freud, sostengo la
hipótesis de que la ambivalencia entre el amor y el resentimiento,
y no la oposición entre el amor y el odio, opera como una de las
premisas fundamentales en el desencadenamiento del automartirio y
del desquite de los objetos originarios desplazados sobre los objetos
actuales, en la melancolía y en la neurosis obsesiva.
2) El desquite en el duelo patológico no proviene tantu del odio
sino fundamentalmente del resentimiento. Porque es a partir del re-
sentimiento que surge la venganza mediante una acción reiterada, tor-
turante, compulsivamente repetitiva en la fantasía y/o en su pasaje
al acto.
Surge como un intento de anular los agravios y capitalizar al mismo
tiempo la situación para alimentar una posición característica: la con-
dición de víctima privilegiada que a la vez sostiene y atiza un inter-
minable duelo tanático.

Duelo, Resenllmlento y Repellclón


Las batallas de ambivalencia de amor y de odio pueden llegar a in-
terferir la elaboración del duelo, pero éste se paraliza cuando el resen-
timiento y el remordimiento reemplazan alodio en el complejo pro-
ceso del due\ar.
El resentimiento congela el doble movimiento de la desligadura y
religadura que se despliega durante el recambio ohjetal en el trabajo
del duelo, y como consecuencia la temporalidad subjetiva permane-
ce inmovilizada y la afectividad paralizada, tras un aparente estado
de hibernación de los afectos, sostiene en realidad una sórdida "guerra
fría contra los injustos deudores" que puede llegar a extenderse en
forma indefinida a través de los tiempos y de los espacios por la per-
vivencia de una incandescente memoria que almacena una vana y
patética esperanza repetitiva: la pasión del desquite.
En ciertos casos, esta esperanza nunca derrotada se cristaliza como
rasgos de carácter, como un motor estructuran te y tanático a la vez
de aquellos sujetos que al no poder asumir la autonomía del objeto
se atrincheran en la posición de la víctirna privilegiada que repro-
cha, reclama y no se reconcilia jamás.
El sujeto resentido intenta infructuosamente negar y rechazar sus
sentimientos páticos (pasionales).

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PANEL: CARLOS MARIO ASLAN. J. ELENA FRISZMAN BOSOER y LUIS KANCYPER

Pero la apatía no es la indiferencia.


En la apatía hay un pathos presente pero contenido o bloqueado
que corresponde a sentimientos paranoides que provienen de las fan-
tasías hostiles que pueblan al sujeto resentido con una culpa incoer-
cible, por el monto de las acusaciones superyoicas que conduce nue-
vamente a la reproyección de la agresión, convirtiendo así al objeto
atacado en un repetitivo y peligroso perseguidor, a quien se le adju-
dican todas las maldades propias y sobre el cual recae una desmen-
tida doble: desmentida y escisión de los aspectos buenos que le perte-
necen, y desmentida de toda posibilidad de amar al objeto.
Estas fantasías hostiles precipitan al sujeto rencoroso en una irrefre-
nable búsqueda orientada hacia el encuentro o "fabricación" de un
verdugo externo que, al castigarlo con crueldad, logre aliviar el peso
de la sobrecarga de una deuda interna.
El sujeto resentido alberga mociones sádicas sobre el otro, las que
-vueltas sobre sí mismo- pueden devenir en remordimiento.
Otro de los destinos posibles de ciertos tipos de resentimiento
-según predomine la excesiva culpa persecutoria o la ausencia de
la misma- puede manifestarse, transformación en lo contrario me-
diante, en una reparación compulsiva, maníaca u obsesiva, que ins-
tala repetitivamente un vínculo viscoso sado-masoquista y que pro-
mueve, en lugar de una confrontación edípica y fraterna que posi-
bilita la asunción de la identidad, una persistente provocación inter-
generacional, permaneciendo enfrentados en un interminable duelo
que impide el acceso a la discriminación y a la asunción del paso
del tiempo: el Tiempo de la Repetición. 5
En el resentimiento la temporalidad presenta características particu-
lares; manifiestamente, una singular relación con la dimensión pros-
pectiva.
La repetición es la forma básica de interceptar el porvenir y de im-
pedir la capacidad de cambio.
El sujeto resentido está enfermo de reminiscencias. No puede dejar
de recordar, no puede olvidar. Es decir, está abrumado por un pasa-
do que no puede resignar. Un pasado que no puede separar y man-
tener a distancia del consciente.
En la represión (esfuerzo de suplantación) el sujeto desaloja aconte-
cimientos no tan traumáticos; en cambio, en el resentimiento, lo
traumático es más intolerable para el yo en términos de Selbstgefühl,
son como cuerpos extraños, aislados del curso asociativo con el resto
del yo.

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REVISTA DE PSICOANALlSIS

Al no poder entrar en la cadena de la significación simbólica, no


acceden a ser reprimidos sino que persisten escindidos. Lo escindido
es mantenido fuera de la circulación psíquica y por consiguiente no
puede evolucionar mientras permanece tal. Se cristaliza.
En el resentimiento se repiten los sentimientos y las representacio-
nes como automatismo de repetición, sin configurar un recordar
acompañado de un revivenciar afectivo integrado en una estructura
diferente con una nueva perspectiva temporal.
En lo manifiesto se presenta como una ausencia del porvenir; en
lo latente este aparente sin-sentido del porvenir está obturado por la
presencia de un contra-sentido. El sentido de un futuro que puja: el
porvenir de la venganza, de la revancha de un pasado.
Es el porvenir basado en la posibilidad de castigar, a través de la
repetición en la vía regresiva del tiempo, al objeto responsable de
los agravios. Momento esencial en el que una vez más intenta saciar
su sed de venganza, para restituir infructuosamente al resentido senti-
miento de su propia dignidad.
El sujeto resentido no permanece anclado en la atemporalidad ni
en el tiempo suspendido del arte, tiempo fuera del tiempo que quiebra
las dimensiones temporales de pasado-presente-futuro ni permanece
entretenido de una vivencia de eternidad en la contemplación del
objeto interno maravilloso para desmentir el paso del tiempo es-
quizoide sino que es, fundamentalmente, producto de la insistencia
del castigo reivindicatorio que de un modo repetitivo se erige como
estructura de deseo dominante sobre el sustrato temporal del rencor
de un agravio cuyas cuentas aún no ha saldado.
Presente y futuro son hipotecados para lavar el honor ofendido de
un pasado singular que se ha apoderado de las tres dimensiones del
tiempo.
La vivencia del tiempo en el sujeto resentido es la permanencia
de un rumiar indigesto, de un dolor que no cesa, expresión de un
duelo que no lograr superar. 4'
El resentimiento puede operar como defensa, ejerciendo una fun-
ción anti-duelo porque abandonar ese vínculo objetal "significaría el
derrumbe definitivo de la ilusión y la admisión de que se ha perdido
real y verdaderamente el objeto" (Mchler y Argentieri). 11)

* En "Pulsiones y destinos de pulsión" (1915) Freud describe las tres oposiciones del amar:
el amor-indiferencia, el amor-odio y la mudanza del amar a un ser amado. Yo agrego un
cuarto par de opuestos: el de amor-resentimiento.
La permanencia del resentimiento paraliza el proceso del duelo. y esto explicaría aquello
que Freud señala al final de "Tabú de la virginidad (Contribuciones a la psicologfu del
amor. 111)" (1917). que cuando la mujer no ha consumado sus mociones vengativas en el
marido no puede, a pesar de sus vanos esfuerzos, desasirse de él.

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PANEL: CARLOS MARIO ASLAN. 1. ELENA FRISZMAN BOSOER y LUIS KANCYPER

En la estructuración del resentimiento intervienen una serie de


procesos: la desmentida, la idealización y la agresividad al servicio
de Tánatos (Kancyper, 1991) ~ que promueven y mantienen una re-
lación indiscriminada en el vínculo objetal e interfieren en la elabo-
ración del duelo ("duellum y dolus", combate y dolor) que conlleva
la resignación de un objeto para efectuar el pasaje y recambio hacia
otros objetos. Momento puntual que confiere a la dimensión tempo-
ral del sujeto la vivencia subjetiva de un tiempo en traslación. Y su
compulsión a la repetición expresaría una frustrada tendencia resti-
tutiva para ligar y restablecer la situación anterior a la herida origi-
nada por trauma o por agravio narcisista. Herida que se presenta re-
fractaria a la cicatrización y que se alimenta de una repetitiva espe-
ranza reivindicatoria.
El sujeto resentido funda a través de sus fantasías vengativas una
propia legalidad. La venganza justifica el carácter imperativo de la
ley del talión que legitima, aparentemente sin culpa, el derecho a pu-
nir y a atormentar. Reanima los impulsos destructivos que llegan a
prevalecer sobre los impulsos amorosos; esto implica un cambio en
los estados de intrincación entre las pulsiones de vida y muerte, cam-
bio que desencadena la compulsión a la repetición inherente al rei-
nado de Tánatos.
Para citar un ejemplo, transcribiré un fragmento del discurso de
Juan Carlos, exitoso profesional y laureado artista plástico de 42 años
de edad, que presentaba severas perturbaciones en sus relaciones
afectivas. No podía echar raíces, vivía en un exilio interior y exte-
rior, huyendo de su pasado y de sus antepasados de un modo com-
pulsivo hacia un futuro incesante.
Su estable inestabilidad guardaba una estrecha relación con las an-
gustias y culpas inherentes a sus resentimientos y remordimientos,
manifiestos y latentes, que permanecieron enquistados en duelos no
resueltos con sus progenitores. configurando un elocuente conflicto
con sus orígenes. Conflicto de tal magnitud, que interceptaba su deseo
de formalizar una pareja y de acceder a la paternidad biológica, anhe-
lada y rechazada a la vez.

"Ahora bien. es interesante que en calidad de analistas encontremos mujeres en quienes


las reacciones contrapuestas de servidumbre y hostilidad hayan llegado a expresarse
permaneciendo en estrecho enlace recíproco. Hay mujeres que parecen totalmente dis-
tanciadas de sus maridos. a pesar de lo cual son vanos SlIS esfuerzos para desasirse de
ellos.
Toda vez que intentan dirigir su amor a otro hombre se interpone la imagen del primero
a quien ya no aman. En tales casos. el análisis enseña que esas mujeres dependen como
siervas de su primer marido. pero ya no por ternura. No SI! liberan de él porque no han
consumado su venganza en él. y en los casos más acusados la moción vengativa ni si-
quiera ha llegado a su conciencia". (Frcud, Xl. p. 203)
45X
REVISTA DE PSICOANÁLISIS

Tampoco podía asumir la paternidad de sus obras. No las cuidaba.


No las valoraba. Las vivía como ajenas, a pesar de los premios y
reconocimientos de la prensa nacional e internacional.

"Soy hijo de todos.


Soy hijo de nadie.
Soy más hijo de todos que de nadie.
No tengo paz. Tengo una sensación permanente de peligro. Siem-
pre estoy sobrecargado de tarea. Siempre busco solucionar a todos
lo que ellos me demandan, o lo que yo intuyo que necesitan.
Pero no puedo más. Too mucho
Quiero dejar mi trabajo, que me ocasiona mucha incertidumbre,
no me está haciendo feliz.
Yo necesito darme a mí mismo.
Lo que tengo, lo que produje es el fruto del resentimiento y no lo
quiero. ¡,Y qué quiero? No sé. Yo tengo un nudo, un paquete con
mi padre.
Digo resentimiento. porque cada cosa quc logro y que me va hien
le hablo: mira, hice esto, y esto, y esto y me fue hárharo. Y vos. Inútil.
¿qué hiciste? Nada.
y a pesar que él murió hace veintiséis años yo sigo zapateando
arriba de un muerto (pausa).
Se me vino recién la imagen de una viuda toda vestida de negro
y que mantiene tanta bronca con su esposo que va al cementerio y
sigue insultándolo en la tumba.
(·.Se aflojará alguna vez este nudo'!
¿Podré respirar un poco mejor?
Tengo un pasado que me muerde como una jauría de pasado ri-
dículo y sórdido que me produce odio. vergüenza. desesperación y
a veces también ternura.
Mi nombre es ... y soy hijo de ... pero tengo este paquete que no
me permite crecer.
Siento que el rencor me detiene."

El sujeto que no elabora sus resentimientos permanece inmovilizado


y entretenido en duelos interminables; adhiere viscosamente su lihido
al objeto deudor con el fin de realizar un triunfo de desquites sobre
él, mediante el despliegue de fantasías asintóticas autolegalizadas de
venganza y/o efectivizando el pasaje del resentimiento al acto venga-
tivo sobre otros objetos.
Este renaciente aunque inalcanzable deseo narcisista de cornpletud
en la satisfacción de represalias en el yo y en el objeto se halla inexo-

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PANEL: CARLOS MARIO ASLAN, J. ELENA FRISZMAN BOSOER y LUIS KANCYPER

rablemente expuesto a la frustración que proviene de la desilusión


que le depara no poder alcanzar una exacta coincidencia especular
de revanchas por los agravios padecidos a partir de traumas que pro-
vienen de la realidad externa y de las injurias narcisistas y edípicas.
Resurge automáticamente el resentimiento con una agresividad ven-
gativa tendiente a restablecer el estado ilusorio de perfección ante-
rior.
Esta agresividad suscita sentimientos conscientes e inconscientes
de culpabilidad con necesidad de castigo, que se manifiestan clíni-
camente en las provocaciones sadomasoquistas que encierran al sujeto
resentido en un ligamen viscoso con el objeto, dentro de un labe-
rinto narcisista.
La intelección de este circuito que se establece entre el narcisismo,
la pulsión de muerte y el resentimiento permite instrumentar un abor-
daje más optimista que aquel sostenido por Freud en 1917. en su con-
ferencia vigésimo sexta:

"En las neurosis narcisistas la resistencia es insuperable. A lo sumo


podemos arrojar una mirada curiosa por encima de ese muro, para
atisbar lo que ocurre del otro lado, Por tanto, nuestros presentes
métodos técnicos tienen que ser sustituidos por otros; todavía no
sabemos si lograremos tal sustituto".

Sin embargo. una diferente toma de posición en el punto de parti-


da permite echar una mirada distinta, no para "atisbar por encima"
del muro (tomándolo como un bloque en una totalidad inabarcable,
que se erige por lo tanto como obstáculo inmovilizador), sino para
instrumentar otra mirada que apunta técnicamente a desmantelar.
pieza por pieza. los elementos constitutivos de su estructura interna.
Es la interpretación detallada de la singular relación del objeto en
el sujeto resentido, en la que intervienen los procesos de la ideali-
zación, de la desmentida y de la agresividad al servicio de Tánatos,
el camino para poner en evidencia varios componentes de este siste-
ma reticular repetitivo que. en resumidas cuentas. está al servicio de
fortificar y mantener los duelos enquistados en el muro narcisista.
El sujeto resentido sostiene que ese objeto deudor, aunque malo
en muchos aspectos, retiene para sí lo bueno; una posesión y un esta-
do de los cuales ha sido "injustamente" privado. pero que "legalmen-
te" espera aún reconquistar mediante un castigo reivindicatorio. Es
durante esta esperanza de represalias cuando el sujeto resentido
acreedor anula el paso del tiempo: la procrastinación desafiante al
objeto.

460
REVISTA DE PSICOANÁLISIS

Para lograrlo, la relación objetal que sustenta el resentimiento pre-


senta una configuración que se singulariza por: a) inmovilización del
objeto, b) maltrato al objeto y e) preservación del objeto, evitando
su desaparición.
-- Inmovilizar aL objeto con el fin de perpetuar una presencia
continua.
- MaLtratar al objeto, objeto de descarga pulsional, complacien-
te de una relación sádica, por los agravios y daños que "inmereci-
damente" el sujeto ha padecido.
-- Preservar aL objeto. objeto paradójicamente maltratado con
crueldad pero con una alta dependencia de cuidado.
Este cuidado dominante es en función de vigilar su presencia por-
que garantiza la esperanza del reencuentro con aquel objeto prima-
rio frustrador. Su destrucción, en cambio, conduciría a una doble
amenaza: asumir la incompletud, si el objeto ilusional de completud
desaparece; o transformarse él mismo, entonces, en el depositario de
sus propias pulsiones, lo que acarrearía el peligro de su disgregación
psicótica.
Tanto la idealización como la desmentida y la agresividad al servi-
cio de Tánatos refuerzan la continuidad de una relación indiscrimi-
nada en el vínculo objetal, interfiriendo, por ende, en el trabajo de
duelo normal que conduciría a la resignación del objeto y al pasaje
hacia otros objetos.
En cambio, el sujeto resentido no puede resignar el objeto, refuerza
las proyecciones y las identificaciones proyectivas y alimenta de este
modo, como en el caso clínico presentado, su status de inocente, cas-
tigador, vengativo y arrogante.
De ahí que clínicamente estos duelos patológicos se expresen por
medio de la venganza histérica, del reproche obsesivo, de la queja
melancólica y de la manía querellante.

Blbllogroflo

J. Freud, S. (1915): Pulsiones y destinos de pulsión. A. E .. XIV, p. 132. 133.


2. - (1915): Duelo y Melancolía. A. E., XIV, p. 248.
3. - (1930): El Malestar en la Cultura. A. E .. XXI. p. 109. 115. 128.
4. Kancyper, L. (1987): El resentimiento y la dimensión temporal en el proceso
analítico. REV. DE PSICOANÁLISIS. XLIV. 6. 1987. p. 1302.
5. - ( 1988): Jorge Luis Borges, El laberinto de Narciso. Paidós, Buenos Aires.
1988. p. 59.
6. - (1991): Resentimiento y remordimiento, Paidós, Buenos Aires. 1991, p.
83.

46/
PANEL:CARLOSMARIOASLAN,1. ELENAFRISZMANBOSOERy LUIS KANCYPER

7. - (1992): Resentimiento y odio en la confrontación generacional. XX


Congreso Interno y XXX Symposium. APA, p. 123.
8. Laplanche y Pontalis: Diccionario de Psicoanálisis. Madrid, Labor, 1971, pp.
7 Y 324.
9. Mallea. E.: El Resentimiento. Buenos Aires. Sudamericana, 1970. p. 342.
10. Mehler. J. y Argentieri. S.: Esperanza y desesperanza: ¡.un problema técni-
co? Libro anual de Psicoanálisis. 1990. Lima. p. 175.

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