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Exilio Perfecto

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ANTHONY ALBURQUERQUE

EXILIO
PERFECTO
Registro de la Propiedad Intelectual

Código: 1410282415468

Fecha: 28-oct-2014

Licencia: todos los derechos reservados

Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni


parcialmente, sin el previo permiso escrito por el
autor. Todos los derechos reservados.

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ÍNDICE

PREFACIO _____________________ 9

INTRODUCCIÓN _________________ 11

PRIMERA PARTE _________________ 19

SEGUNDA PARTE ________________ 25

TERCERA PARTE _________________ 35

CUARTA PARTE _________________ 47

QUINTA PARTE _________________ 63

SEXTA PARTE __________________ 89

SÉPTIMA PARTE ________________ 111

EPÍLOGO ______________________ 145

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PREFACIO

Es muy importante advertir que EXILIO


PERFECTO, es un libro de ciencia ficción. Esta
historia, por supuesto, está basada en mi
opinión imaginativa, sobre el mito que nace y
crece sobre la figura y muerte de ADOLF
HITLER.

Nunca me había interesado demasiado la


historia de la segunda guerra mundial, ni
quiénes fueron los que la provocaron, pero a
raíz de ver varios documentales y otros
tantos programas de televisión sobre este
tema, me fue atrayendo cada día más el
tema, y decidí empezar a investigar todo lo
relacionado con ADOLF HITLER. Desde sus

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creencias religiosas más profundas hasta sus
tendencias más radicalistas.

Con toda esa información, se fue creando en


mi mente, la hipótesis de una historia
diferente de la que estaba escrita y divulgada
hasta la saciedad. Creí adecuado plasmar
dicha teoría sobre el papel para poder
compartirla con todos ustedes. De esta
manera empecé a escribir este libro.

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INTRODUCCIÓN

Al empezar este libro no tenía ninguna idea de


cómo tenía que empezarlo. Solamente tenía
una información que me había dado un señor
mayor, que por casualidad, lo había conocido
en un bar en el cual siempre se hablaba un
poco de todo sin demasiada pasión. Con el
tiempo, dio la enorme casualidad de que nos
hicimos amigos. En este lugar empezamos a
hablar de todo un poco, hasta que un día le
comenté que había visto un documental por el
canal de televisión estatal referente a la
muerte de Adolf Hitler.

11
En dicho documental se explicaba que este
señor se había suicidado antes de ser cogido
prisionero por los comunistas. El anciano me
escuchaba con mucho interés. Cuando acabé
de darle la explicación del documental, él se
quedó callado y un poco sonriente- A
continuación me preguntó que si me
importaba acompañarlo a su casa, yo le
respondí que “no”. Llegamos a la puerta de su
casa, me iba a despedir de él cuando dijo:

- Si quieres, te invito a un café.

Yo acepté la invitación. Entramos en casa, me


hizo pasar al comedor.

- Preparo el café y ahora vengo. - Al cabo de


unos minutos vino con una bandeja con dos
tazas de café, azúcar y pastas.

Nos sentamos en una mesa y empezamos a


tomarnos el café. Tenía una casa muy
acogedora, él confesó que se sentía muy
cómodo en ella. En ese momento me empezó

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a narrar que él había sido de la Falange y que
había tenido mucha amistad con Francisco
Franco. Había estado más de una vez en el
Pardo, donde vivía Franco. Recuerdo que le
dije:

- Aunque ahora estamos en plena democracia,


has sido muy valiente al explicarme estas
historias.

- En primer lugar, no tengo ningún miedo, y en


segundo lugar, me has caído bien y te tengo
tanta confianza… si te he explicado esto es
porque te quiero explicar otra historia. Tú esta
tarde me has comentado que habías visto un
documental sobre la muerte de Hitler, pues yo
te digo que este documental está diciendo
mentiras.

- Piensa que hay pruebas de científicos que lo


certifican.- dije sorprendido y seguro de mis
palabras.

- ¡Mentiras! ¡Yo te diré que paso con Hitler!

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Yo no sabía que decirle y lo deje hablar.

- Hitler se escapó de Alemania antes de acabar


la guerra, cogió su avión, aterrizo en un punto
de la geografía española y estuvo viviendo en
un monasterio hasta sus últimos días.- A
continuación me dijo en qué base militar había
aterrizado y en qué monasterio, había estado
el resto de su vida.

Yo me quede sin palabras. De mi boca


solamente salieron nueve palabras: “¿Por qué
me has tenido que contar estos hechos?

- Prometí guardar este secreto para siempre,


pero, como ya me queda poco en esta vida,
he pensado que te lo tenía que explicar a ti.
Haz con esta información lo que creas
oportuno, pero eso sí, te pido que esperes a
que yo me haya ido. –Hizo una pequeña
pausa- Espero que no te sepa mal que te haya
explicado todo esto.

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Hice un gesto de negación con la cabeza y a
continuación decidí que ya era hora de irme
porque ya era un poco tarde.

Antes de salir del comedor él me dijo que ya


nos encontraríamos en aquél lugar al que
íbamos siempre (refiriéndose al bar en el que
nos conocimos). Salí de la casa del anciano,
medio incrédulo y medio asombrado.

Al día siguiente empecé a investigar sobre esta


persona. La información coincidía con lo que
me había dicho él. Empecé a investigar por
internet sobre Adolf Hitler, cuanto más
investigaba, más me iba creyendo la historia
que me había explicado aquel viejo.

Llegó un momento en que ya no tenía ninguna


duda. Lo que me había contado mi amigo con
bastantes años a sus espaldas, para mí era
verdad. La historia tenía un 95% de ser cierta.

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En ese momento pensé que esta historia sería
increíble, e inmediatamente pensé que podía
hacer con esa información. Pero lo que tenía
claro, es que hiciera lo que hiciera, no haría
nada hasta que este amigo ya no estuviera
entre nosotros.

Y así fue, a los dos años de morir, empecé a


pensar que sería un buen momento para
escribir un libro. Lo normal sería encontrar a
algún experto que lo hiciera. Pero transcurrido
un tiempo dedicado a hablar con unos y con
otros, no saqué nada en claro. Es por ello que
decidí escribir yo mismo la extraña historia de
Adolf Hitler.

Esta historia está estructurada en tres fuentes


de referencia bibliográfica que se han
intercambiado entre sí. Una fuente, narraría
los antecedentes de Adolf Hitler
documentado con libros de historia; la
segunda fuente, trataría de contar la historia
que me contó mi anciano amigo; y la última

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fuente, versaría en descubrir todos los
intereses ocultos del personaje, y de algún
otro aliado que él tuvo, que mi interior me
iba dictando.

Un pequeño matiz, este libro está narrado por


el propio personaje.

Para entender mejor esta historia, es


imprescindible que nos remontemos hasta la
niñez de Adolf Hitler.

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PRIMERA PARTE

19
Este niño fui yo, nací en Austria en 1889, en
una familia de clase media. Mi padre era
funcionario de aduanas, y mi madre ama de
casa. Fue una madre maravillosa. Mis padres
tuvieron cinco hijos, de los cuales solo
sobrevivimos mi hermana y yo.

Desde una edad temprana fui a la escuela. Al


principio, estaba entusiasmado en aprender lo
que el maestro me iba enseñando. Era un
chico más bien tímido, por lo tanto no era el
líder de la clase, tampoco tenía demasiados
amigos. Esta timidez provocó que me aislara
de la gente, es por eso que supongo que la
gente pensaba que yo era un poco raro.

Yo estaba concentrado en aprender todo lo


que me enseñaba el profesor, me imaginaba
siendo un gran pintor. También ayudaba al
cura en la iglesia, puesto que era una persona
con grandes convicciones. Un día le dije al
cura:

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- Padre casi siempre oigo voces que me
vienen desde mi interior.

- Eso era normal. – me dijo aquél hombre. -


Dentro de nosotros siempre hay un conflicto
entre el bien y el mal. Estas son las voces que
escuchas, las cuales todas las personas en la
tierra pueden llegar a sentir. - Me puso un
ejemplo. - Cuando esas voces te dicen que tu
madre es maravillosa, te está hablando el bien
y por lo tanto te está hablando Dios. En esos
momentos tienes mucha paz en tu interior. En
el caso contrario, cuando esa voz te dice que
tienes que darle una bofetada a un muchacho
porque se ha reído de ti, te está hablando el
mal, y por lo tanto te está hablando el
demonio. En ese momento estás muy nervioso
y no tienes paz en tu interior. ¿Comprendes lo
que te he explicado?

- Más o menos lo entiendo. - hice un gesto con


la cara.

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De esta manera empecé a desarrollar mi
conciencia como ser humano. Cada día me
iba dando cuenta que lo que aprendía en la
escuela y en la iglesia sobre la moralidad.

Todo ello me servía como referente para


aplicarlo a mí día a día. En casa de mis padres
estaba Dios y estaba el demonio: para mí, mi
padre era el demonio porque era un borracho
que maltrataba a mi madre, a mi hermana y a
mí; en cambio mi madre era como Dios, su
bondad era exquisita, siempre tenía una
sonrisa en la boca y siempre nos cuidaba y
protegía, tanto a mi hermana como a mí.

El malvado vicio que tenía mi padre, provocó


una actitud en mí de falta de respeto, como
padre y ser humano. Esto me fue llevando a
una rebelión en contra mi padre. Él quería
terminar dicha disputa a base de palizas, lo
que él no sabía es que esto iniciaría un
sentimiento de odio hacia él.

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Solamente encontré la paz en la protección de
mi madre. Los malos tratos me fueron
afectando en mi comportamiento, tanto en lo
personal como en los estudios. Tanto fue así
que empecé a sacar muy malas notas en mis
estudios, repitiendo curso. Estaba más
preocupado por lo que pasaba con mi padre
que por mis estudios.

No obstante, me quedé fascinado por las


lecturas pangermánicas del profesor Leopold
Poetsch, quién influyó notablemente en mi
perspectiva sobre Alemania.

Continué estudiando hasta que mi padre


murió. Yo tenía casi diecisiete años. Al morir
mi padre, mi madre se mudó con mi hermana
y conmigo a un apartamento muy modesto en
Urfahr, un suburbio de Linz.

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24
SEGUNDA PARTE

25
Una vez que nos aposentamos en Linz, pensé
que como la única asignatura que me fue muy
bien en la secundaria fue el dibujo, sería una
buena idea ser pintor.

Me veía a mí mismo exponiendo en diversas


galerías de arte. El problema era que en aquel
sitio donde estaba viviendo con mi madre, no
había ninguna academia de bellas artes. Decidí
que cuando tuviera alguna oportunidad, más
adelante, ya estudiaría bellas arte.

Durante los tres años siguientes que estuve en


Linz no estudie nada, tampoco tenía ganas de
buscar trabajo. Es por ello que me entusiasmé
en la lectura de obras, de historia y mitología
alemana. Era alucinante como ya en aquella
época estaba interesado, todo aquello hizo
que me enamorara de Alemania.

En el transcurso de estos años también


empecé a sumergirme en el nacionalismo
alemán. En cada paso que daba hacia el

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nacionalismo alemán, me alejaba más de mi
país, de la diversidad étnica del Imperio
austrohúngaro.

Harto de estar en Linz (lugar donde sentía que


estaba perdiendo el tiempo). Tuve que decidir.
Pedí a mis familiares más cercanos: mis tíos y
a mi madre, que me ayudaran con algo de
dinero para viajar hasta Viena. Les dije que allí
había una universidad de bellas artes y quería
intentar matricularme. Al decirles que lo tenía
claro ellos decidieron ayudarme.

Sin pensármelo dos veces, decidí viajar a


Viena. Inmediatamente, al llegar a la capital,
fui a visitar la Academia de Bellas Artes de
Viena. Pregunté qué requisitos tenía que
cumplir para ser admitido. Me dieron un
impreso para rellenar. Pensé por fin estaba
haciendo bien las cosas para ser pintor, como
siempre había soñado.

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Tal y como me lo dijo la recepcionista, rellené
los impresos de la solicitud académica, e
inmediatamente los presenté.

A los dos días, me hicieron una prueba para


ver qué nivel tenia. Terminada la prueba, me
dijeron que ya me dirían como me había
salido.

Una semana más tarde, me mandaron una


carta diciéndome que no había superado la
prueba. Eso me dejo bastante frustrado,
puesto que me imaginaba dentro de la
academia, perfeccionando mi talento artístico.

Como no me quedé muy convencido de la


prueba, al año siguiente lo volví a repetir de
nuevo, pero me dijeron lo mismo que la
primera vez.

El 21 de diciembre de 1907, muere mi madre.


Tuve que regresar inmediatamente a Linz,
donde ya la encontré sin vida. Fue una gran
pena y angustia, la amaba mucho, y desde

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que nací, ella siempre me había amado, me
había cuidado siempre, me había protegido.
La iba a echar mucho de menos. Pedí a Dios
que la acogiera en sus brazos porque había
sido una gran persona, y para mi hermana y
para mí, una maravillosa madre.

En esa época yo tenía 18 años y me había


quedado sin el payo de mi amadísima madre.
Me sentí confuso sin saber qué hacer.

Decidí volver de nuevo a Viena, lugar en el que


inicialmente me gané la vida gracias a diversos
trabajos como: hacer de barrendero de nieve,
cargar y descargar maletas en la estación de
trenes y hacer de obrero de la construcción.

Estos trabajos no me daban para vivir. Tuve


que abandonar el alojamiento en el que
estaba viviendo, pues el dinero que tenía no
me llegaba para pagarlo. Me refugié en un
hostal de nivel muy bajo, y como no tenía
apenas dinero para comer, recurrí a

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comedores de indigentes, que me ayudaron
apagar el hambre.

Como con los trabajos que me salían no me


ganaba bien la vida, decidí empezar a pintar
cuadros, que iba vendiendo y así logré
conseguir un poco de estabilidad económica.

En principio Viena me dio un revés por no


aceptarme en la academia de bellas artes,
pero después me ayudó monetariamente
haciendo pinturas, y vendiéndolas a personas
que apreciaban ese arte.

Estando en Viena me di cuenta de que los


judíos eran quienes vivían por todo lo alto.
Se les veía con mucha superioridad,
excesivamente arrogantes y con mucha
prepotencia. Mientras una parte muy
importante de los ciudadanos lo estábamos
pasando muy mal, con muchas necesidades;
los judíos, amasaban grandes fortunas, con
toda clase de beneficios del comercio interno

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de este país, el interés que les daban los
bancos, y manipulando a los poderes políticos,
los cuales estaban a su merced.

Empecé a sentir un odio hacia esta gente. El


mismo que sentí años atrás hacía mi padre.
Me revelaba ante las injusticias. Pensaba que
había una quiebra social muy grande y quienes
tenían la responsabilidad de ayudar a los
ciudadanos, miraban hacia otro lado, mientras
los judíos, cada vez eran más ricos y más
poderosos. En ese momento empecé a tener
claras mis ideas políticas, mi lucha empezó allí,
en la capital de Viena.

En este período tomó forma dentro de mí una


idea universal y una filosofía que se convirtió
en la base de todos mis actos: “ayudaría en lo
que pudiera a cambiar esta desgracia”.

En mayo de 1913 me voy de Viena para no


hacer el servicio militar. No estaba muy de
acuerdo con la política de mi país, ya que este

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estaba corrompido por los poderes políticos,
los judíos y otras etnias.

Me fui a vivir a Alemania, concretamente a


Múnich. Al poco tiempo de estar en esta
ciudad recibí una carta certificada de mi país,
en ella, decía que me tenía que presentar
inmediatamente en el recinto militar para un
reconocimiento médico. Sin tener demasiadas
ganas, tuve que ir a Salzburgo, lugar en el que
estaba el cuartel que ponía la carta.

Cuando llegué al cuartel me identifiqué a un


militar que estaba en la puerta. Le enseñé la
carta que me habían enviado. Me hicieron
pasar y me indicó la sala en la que tenía que
entrar. En la puerta ponía “revisión médica”.
Pasé a su interior y me dirigí a una persona
que llevaba una bata blanca. Le presenté la
carta que me habían enviado.

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- Pasé usted a la sala que tiene delante.
Proseguiremos hacerle las pruebas para saber
si puede hacer el servicio militar. – dijo él.

Inmediatamente me empezaron a hacer una


serie de pruebas, Tras una hora y media de
hacer una serie de ejercicios, me dijeron que
no era apto para el servicio militar.

Recuerdo que me lleve una gran alegría. En


ese mismo instante, decidí renunciar a mi
nacionalidad austriaca.

Pensé que sin haberlo planeado, había matado


dos pájaros de un tiro: en primer lugar, no
haría el servicio militar en mi país; y en
segundo lugar, sería libre para irme a
Alemania.

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TERCERA PARTE

35
Regresé otra vez a Múnich. A principios de
Agosto de 1914 me presenté voluntario al
ejército alemán, justo una semana después de
haber empezado la primera guerra mundial.

Al momento me dijeron que era apto. Me


asignaron a un regimiento bávaro. Me sentía
contento y orgulloso de estar en el ejército
alemán. Presentí que mi vida iba a cambiar.

Allí, en el frente, muy pronto descubrí como


llegaba a ser la guerra de cruel: soldados
muertos, soldados muy heridos, soldados
mutilados, compañeros que una hora antes
había hablado con ellos, y ahora estaban
heridos o muertos. Las sensaciones que tienes
son inexplicables. Solo lo puede entender
quien ha vivido esa experiencia. Lo pasé muy
mal en el frente, no por la cobardía, sino por
la impotencia de no poder hacer más de lo
que estaba haciendo. Aún con esas, no podía
hacer más, no tenía la capacidad ni el poder.

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Esa experiencia me hizo ser más fuerte en mis
ideales nacionalistas.

En el regimiento que me toco estar, hice de


mensajero. Llevaba las órdenes desde el
puesto de mando hasta el frente de batalla.
Siempre estaba expuesto al fuego enemigo,
pero eso no me daba ningún miedo, todo lo
contrario, estaba orgulloso porque pensaba
que las órdenes que llevaba, eran para ganar
la batalla.

Estuve combatiendo en tierras francesas y


belgas. Estuve en la primera batalla de Ypres,
una batalla muy sangrenta. En mi regimiento,
pasamos de tener 3.500 soldados a tan solo
600 combatientes en cuatro días. Allí fui
herido en una pierna y estuve varios meses en
el hospital. En el transcurso de esos meses,
solo deseaba ponerme bien para regresar de
nuevo a mi regimiento.

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Una vez recuperado, me dieron el alta y volví
de nuevo al frente. Creí que no podía dejar al
ejército en la estacada. Además tenía la
certeza de que había un ser superior que me
protegía.

Al llegar al regimiento, me ascendieron de


soldado raso a cabo, a consecuencia del
heroísmo mostrado en la guerra y por regresar
al regimiento. Me pareció excelente que los
superiores hubieran tenido ese detalle
conmigo. No pude subir más de graduación,
puesto que el capitán no supo apreciar las
suficientes dotes para mandar.

Un par de meses más tarde fui condecorado


dos veces: la primera vez, recibí la Cruz de
Hierro de 2ª clase a principios de diciembre
de 1914; la segunda, que recibí, fue la Cruz de
Hierro de 1ª clase el 4 de agosto de 1918, por
la valentía y coraje que demostré con mis
actos bélicos frente al enemigo. Estas
condecoraciones rara vez se otorgaban a

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cabos, y en cambio yo tuve el privilegio de
tenerlas.

Aunque no vieron los dotes de mando que yo


poseía, si vieron como me entregaba al
desafío de la lucha sin que tuviera algún
miedo a la muerte. Era tal el honor y orgullo
que tenia de pertenecer al ejército alemán,
que solo pensaba colaborar con mi granito de
arena para que Alemania fuera victoriosa en
esa guerra.

Mis compañeros no me tenían mucho aprecio.


Ellos decían que yo no me quejaba jamás de
las órdenes que los oficiales nos daban. Ellos
veían muchas injusticias por parte de los
oficiales.

- ¿Queréis que la guerra sea a la carta, sin


disciplina ni respeto, con camas de primera
como en un hotel, con balas de goma? – les
preguntaba yo. – ¡Vaya!, que la guerra tendría
que ser mejor que en tiempo de paz.

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Yo pensaba que un soldado tenía que
adaptarse al campo de batalla y no podía
tener escrúpulos. Tenía que ser siempre
disciplinado, porque la guerra no tiene
contemplaciones.

Los oficiales tenían que ser severos porque


ellos sabían que la disciplina era la única
manera de ganar batallas y salvar a la mayor
parte de los soldados. La disciplina militar no
se tenía que perder nunca. Lo contrario
hubiese sido un caos, mejor dicho: “siempre
se tenía que obedecer a ciegas a los
superiores”.

En un momento determinado tuve una visión


en mi mente. Vi una imagen de la guerra en
la que podía ver que no la ganaríamos por
culpa de los judíos y de los marxistas, que no
querían hacer el servicio militar y tan solo
pensaban saquear Alemania.

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A mediados de octubre de 1918, poco antes
del final de guerra, me quedé atrapado en un
foso, lleno de gas venenoso que los soldados
británicos habían arrojado cerca de Ypres. Fui
trasladado a un hospital de campaña, donde
quedé temporalmente ciego por causa de los
gases tóxicos.

A principios de noviembre de 1918, estaba


aún en el hospital militar de Pasewalk cerca de
Stettin, recuperándome de mis heridas en los
ojos, cuando fui informado que la monarquía
alemana había sido depuesta y que se había
proclamado la posteriormente conocida como
República de Weimar. A continuación me
enteré de que al día siguiente, iba a firmarse
un armisticio y que la guerra se había perdido.
En aquel momento me quede sin pronunciar
palabra durante un tiempo, pensando que
meses atrás yo ya había tenido esa visión.

Empecé a pensar que si los políticos hubieran


hecho el mismo esfuerzo físico y mental que

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hicimos los que luchábamos, sin importarnos
la propia muerte, habríamos ganado la guerra.
Los dirigentes solo pensaron en sus intereses
particulares, no les importo vender Alemania y
a su ejército. Por culpa de ellos estamos de
nuevo en la oscuridad, la cual solamente
repercutía en el pueblo, no sus dirigentes.
Empecé a sentir de nuevo el odio hacia estos
dirigentes como ya sentía tiempo atrás por los
judíos.

Imagínense un ejército destrozado, no por los


muertos ni heridos, que ya se sabe que una
guerra trae estas desgracias, sino por los
malditos políticos que les habían robado el
honor militar. Todos los militares pensábamos
que podíamos ganar la guerra, y por la maldita
culpa de los corruptos gobernantes, fuimos
desalojados de nuestro honor.

Al terminar la guerra decidí que me quedaría


en el ejército. Ya que de civil no había muchas
perspectivas económicas de tirar adelante con

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mi vida, me destinaron al mismo batallón en el
que había estado luchando en la guerra.
Descubrí que mi unidad había pasado a ser
gobernada por los malditos socialistas
soviéticos, y sin pensármelo dos veces, pedí
el traslado a otra compañía.

Al poco tiempo me enviaron a vigilar un


campo de concentración de soldados
enemigos cerca de la frontera con Austria, y
en unos meses de estar allí, me trasladaron a
Múnich en la primavera de 1919, en un cuartel
donde se iban alistando camaradas jóvenes
para hacer el servicio militar obligatorio.

Automáticamente, cuando llegué a este


cuartel, fui ascendido a oficial instructor. Mi
trabajo consistía en mentalizar a los soldados
en la disciplina militar y también explicarles
que los militares que lucharon en la guerra no
habían perdido la guerra, que ellos se tenían
que sentir orgullosos del ejército alemán. En
definitiva, recuperarlos mentalmente del

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rendimiento de la nación. Yo solo seguía
viendo como la gente perdía su dignidad por
culpa de los malos dirigentes que se había
cambiado la chaqueta para continuar
maltratándonos al pueblo.

Imagínense un pueblo después de una guerra:


hijos, hermanos, maridos muertos o muy
heridos. Las familias habían quedado
destrozadas: sin sus hijos, hermanos y maridos
que pudieran trabajar para alimentar a estas
familias.

El mando militar vio que yo estaba haciendo


muy buen el trabajo, por eso me trasladaron
al Departamento político de asuntos de
prensa del Ejército, a nivel regional, mejor
dicho me nombraron agente de la policía
secreta.

Tenía la misión de infíltrame en los diferentes


grupos y organizaciones de gente soviética

44
que estaban aún en nuestro ejército y en la
vida civil.

Mis compañeros y yo descubrimos a bastantes


infiltrados soviéticos. Me tocó investigar a
movimientos civiles como: las agrupaciones
sindicales y los partidos políticos, entre ellos
me tocaría investigar al mismo Partido Obrero
Alemán. Asistí a varias reuniones para ver si
era un partido traidor a los intereses de
Alemania y a los obreros alemanes. Me
acogieron sin ningún problema en su
organización, empecé a conocer a bastantes
militantes de este partido. Desde el principio
descarté que esta organización fuera un
peligro para el estado alemán.

Comencé a asistir en mis horas libres después


del trabajo, a relacionarme con la gente, les
explicaba mis ideas sobre el nacionalismo.
Veía que cada vez que yo hablaba, la gente me
escuchaba muy atentamente. Tenía la
sensación de que las palabras que salía de mi

45
boca no las decía yo. Parecía como si un ser
superior, me estuviera dictando. Era una
sensación muy extraña en la que me sentía
bien en mi interior.

Entonces me acordé del cura que conocí


cuando yo era un crío. Él me decía que cuando
yo estuviera bien con mi interior, significaría
que Dios estaba conmigo.

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47
CUARTA PARTE

48
Entonces descubrí que era un partido con el
que me sentía identificado. Ellos también se
sentían identificados con lo que yo pensaba.
En septiembre de 1919, me afilié al Partido
Obrero Alemán. Era un partido nacionalista, su
mentalidad era desarrollar unas normas para
que todos los ciudadanos tuvieran un puesto
de trabajo, una protección digna en él y una
asistencia médica adecuada para ellos y sus
familias.

En los últimos días de febrero de 1920, hice mi


primer mitin. Estaba un poco nervioso por
estar delante de tanta gente, pero cuando
empecé a hablar se me fueron los nervios, me
sucedió lo mismo que me había sucedido
anteriormente. Había una voz dentro de mí
que me dictaba lo que tenía que decir y como
decirlo. Ese mitin fue todo un éxito, acudieron
más de 6.000 personas, pero para que hubiera
tal éxito de participación, tuvimos que

49
publicar muchos panfletos con las esvásticas
del partido.

También asistieron tantos compatriotas


porque ya estaban artos de oír siempre lo
mismo, tenían la curiosidad de que les iba a
hablar este nuevo dirigente.

Empecé la oratoria presentándome como un


ex militar, que estaba muy orgulloso de haber
participado en la guerra y anime a todos los
que estaban allí que se sintieran orgullosos de
nuestro ejército, porque este había luchado
hasta con su vida para que Alemania fuera
más grande y libre. Pero por culpa de la clase
política que están en el gobierno nos
encontramos en esta situación de crisis, tanto
económica como socialmente y sin que este
gobierno no tenga ni idea de cómo salir de
esta situación.

Yo hoy me presento ante vosotros para daros

50
Esperanza, porque yo sé que entre todos
podemos levantar de nuevo Alemania.

El pueblo estaba padeciendo mucho. Los


gobernantes, tan solo querían favorecer al
imperio económico, así, de forma indirecta
ellos también salían muy beneficiados.

“todos los políticos de cualquier formación en


general”.

La segunda parte del discurso era darles


ilusiones, diciéndoles que, si mi partido y yo
gobernásemos, a la gente del pueblo alemán
se le terminaría la miseria. Crearíamos muchos
puestos de trabajo para todos. Apoyaríamos y
premiaríamos a las empresas que contratasen
a nuevos trabajadores y castigaríamos a los
corruptos, empezando por los políticos y
terminando por los enemigos de la patria.

Una vez que lográramos dominar a todas


las masas, tendría el poder en mis manos. A
continuación, destruiríamos a los enemigos

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internos, los que se habían rendido sin
consultar al ejército, es decir, los gobernantes
(dentro de estos también estaban los judíos, y
los marxistas). Eliminar cualquier idea que
fuera en contra del nacionalismo nazi. Tenía
que crear una gran Alemania, muy unida, con
un único pensamiento, el nuestro, mejor
dicho, estaban con mi partido y conmigo, o
por el contrario se convertirían en nuestros
enemigos y de Alemania. Queríamos captar
capitalistas que viesen un interés económico
para ellos, así nosotros podríamos desarrollar
fábricas de armamento más modernos, de
esta forma tendríamos contenta y ocupada a
la población dándoles trabajo.

Teníamos que ser capaces de construir una


protección, mejor dicho, hacer de Alemania
una fortaleza. Para ello, llevamos a cabo la
expansión territorial de Alemania, con la lucha
armada, para garantizar el presente y el futuro
de Alemania. Superando la escasez de tierra

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y adquiriendo nuevos territorios en el este de
Europa. Desarrollar una raza única en todo el
mudo, la alemana.

En el verano de 1921, fui nombrado por mis


compañeros presidente del partido (Führer)
con poderes absolutos. A partir de ese
momento empecé a explicar y desarrollar los
pensamientos que tenía en la cabeza, a
rodearme de fieles colaboradores que creían
en mis ideas.

Hicimos abrir los ojos al pueblo sobre la


democracia: que solo era buena para los
intereses de los gobernantes, los cuales hacían
las leyes a su conveniencia, y en cambio el
pueblo cada vez era más pobre.

Por otra parte, teníamos a militantes con la


misión de presionar psicológicamente a los
políticos de turno con la finalidad de crear un
caos.

53
Con la ayuda de Rudolf Hess, Hermann Göring,
a Ernst Hanfstaengl y Alfred Rosenberg,
quienes junto con Eckart, me introdujeron en
los círculos sociales más altos, de los cuales
quedaban todos hipnotizados con mi discurso
político.

De estos poderes económicos, lograríamos


grandes donaciones para mi reinventado
partido. Con estas amistades no tardamos en
hacernos dueños de Baviera. También tuvimos
el formidable apoyo de militares del alto
mando y más empresarios con mucho poder
económico. En aquel momento empezaba a
hacerse realidad mis sueños de liberar a
Alemania de sus traidores y parásitos.

En noviembre de 1923, la nación era ya un


desgobierno total tanto en lo político como en
el tema económico. Decidí encabezar una
rebelión en Múnich contra la República de
Weimar, en la cual me proclamé canciller de
una nueva nación alemana libre. Como la

54
mayoría del ejército no me apoyo, fracasé y
me detuvieron por alta traición.

El juicio contra mí y los otros colaboradores


tuvo mucha expectación. Aproveché esta
atención cuando me dieron la palabra para
decir:

- Primero, quiero declararme el único


culpable. Segundo, quiero aclarar que no soy
un traidor de la patria. Solamente, soy un
revolucionario nacionalista que lucharía, lucha
y luchará para echar fuera a los verdaderos
traidores de la patria. Aquellos que se habían
rendido a los enemigos de Alemania.

Pasados unos días, el juez dictaminó la


sentencia. Me conmutaba la pena de muerte
por una condena menor de tan solo cinco años
de prisión.

Fue un mínimo castigo y en cambio tuve una


enorme propaganda para mí y para mi
partido.

55
Con este juicio y esta sentencia, el estado de
derecho me promocionó mi carrera política
por todo lo alto sin darse cuenta.

El tiempo que estuve en la cárcel fue bien


aprovechado. Estuve aproximadamente ocho
meses, puesto que me acogí a una amnistía
general carcelaria. Durante esos ocho meses,
tuve un tiempo para meditar las ideas y
plasmarlas en un libro. Lo hice con la
convicción de no dejar de lucha por una
Alemania mejor y más grande, libre de sus
impostores.

Salí de la prisión a mediados de diciembre de


1924. Me dirigí a la sede de mi partido e hice
convocar una reunión extraordinaria, en la
cual les expliqué la política que se iba a seguir
desde ese preciso instante.

No me cansé de dar mítines. Estos discursos


iban principalmente dirigidos al pueblo, el cual
estaba pasando por infinidad de necesidades

56
económicas. Los discursos siempre seguían la
misma temática: la corrupción de los partidos
y de los gobernantes; la conspiración y el
saqueo de los judíos y los comunistas.

Conseguí convencer a varios millones de


ciudadanos que nos dieron sus votos en las
elecciones generales. Les hicimos la promesa
de hacer una Alemania más fuerte y libre, con
trabajo para todos, devolverles el orgullo
nacional que la guerra les había quitado. Para
obtener el apoyo de los varios millones de
ciudadanos, también fue importante el gran
crack del 29, lo que yo ya había pronosticado
años atrás, que habría un derrumbe
económico mundial.

Con estos resultados electorales, me sentía


muy entusiasmado. Nunca en mi vida había
estado tan feliz y más dispuesto a continuar
con la lucha.

57
La dura realidad abrió los ojos de millones de
alemanes, descubriendo quien eran los
culpables de la pobreza que estaban viviendo
los ciudadanos. Estos culpables eran: los
gobernantes, que solo hacían leyes en
beneficio propio; los judíos y los comunistas,
que estafaban y engañaban, sin intentar
solucionar la crisis que estaba padeciendo el
pueblo.

Donde se acentuó más la crisis, fue en las


clases medias de la nación.

En las elecciones de 1930, pasamos de tener


unos 12 diputados a conseguir 107 diputados.
Cada día que pasaba, más ciudadanos se iban
afiliando al partido. El aumento del paro, el
temor de ser invadidos por el comunismo, y
que el pueblo viera que los políticos que había
en el poder daban golpes de ciego, fue lo que
nos dio este enorme resultado. En cambio, mi
partido y yo lo teníamos muy claro y así se lo
hacíamos saber a los ciudadanos.

58
En lugar de trabajar para conseguir el poder a
través de un ruidoso golpe de estado armado,
debíamos taparnos las narices y entrar en el
Parlamento como oposición a los diputados
católicos y marxistas. De esta manera tan legal
daríamos un golpe de estado de forma
democrática.

Podíamos lograr superarlos en votos, y así


lograr el poder con las mismas herramientas
que mis enemigos. Lleva más tiempo
superarlos que con disparos, pero por lo
menos el resultado sería garantizado por su
propia constitución: alcanzaríamos la mayoría,
y Alemania sería gobernada por nosotros.

En mi partido había algunos militantes que no


estaban de acuerdo con esta idea, más si
queríamos gobernar legalmente tenía que ser
así, de lo contrario Francia y el Reino Unido,
saldrían en la ayuda del gobierno legal por
sus propios intereses de país, y nosotros
hubiéramos fracasado.

59
Teníamos que jugar al mismo juego que
jugaban los que tenían el poder.

La siguiente maniobra era poder convencer


al ejército para que me apoyara. Mi ocasión
para acercarme a los militares, llegó como si
desde arriba me la hubieran puesto en
bandeja: tres oficiales del ejército estaban
siendo juzgados por apoyar a nuestro partido
Nací, a me llamaron a testificar como jefe del
partido, dije al tribunal que estos oficiales no
habían cometido ningún delito por afiliarse a
mí partido, aseguré que me vengaría de la
rendición de Noviembre de 1918, que
eliminaría los límites impuestos al Ejército
alemán en el Tratado de Versalles.

Este discurso que hice ante el tribunal, llegó a


oídos del gobierno, que vieron que mi partido
y yo íbamos creciendo con el respaldo
ciudadano. Intentaron negociar conmigo para
que les apoyase a desarrollar diferentes leyes
que querían sacar adelante. Como les vi la

60
maniobra que me querían hacer, les dije que
no estaba de acuerdo.

En ese momento, el gobierno escogió otra


táctica: dividir a mi partido. Hurgando entre
mis compañeros, encontraron a una persona
que hacía algún tiempo que no estaba muy a
favor con mis ideas. Finalmente, no
consiguieron sus objetivos de dividir el
partido, pues yo lo impedí.

En la fecha del 25 de febrero de 1932, me


convertí en ciudadano alemán. Este año fue
bastante confuso y muy conflictivo. Se
tuvieron que convocar varias elecciones
generales para conseguir una mayoría
suficiente y así, dar estabilidad al gobierno.

En estas elecciones, presenté mi candidatura a


canciller. Sentía que era el momento para
poder gobernar Alemania.

En las elecciones de noviembre de 1932,


perdimos 35 escaños. Era normal teniendo en

61
cuenta que con tantas votaciones casi
seguidas, la gente que nos votaba se
desanimaba un poco.

Fue una desilusión por no haber podido


conseguir los suficientes votos para subir al
poder.

No tuve más remedio que cambiar de


estrategia: por un lado, empecé la negociación
con los conservadores, que aunque habían
ganado las elecciones, no podían gobernar sin
el apoyo de mi partido. Tras varias reuniones,
llegamos al principio de un acuerdo: nos
repartiríamos los ministerios y yo sería el
canciller del próximo gobierno.

62
QUINTA PARTE

63
Y así fue, el 30 de enero de 1933, conseguí ser
canciller. Después de algunos tiras y aflojas,
formalizamos una alianza de colaboración
entre los conservadores nacionalistas y mi
partido. Acepté que fueran tan solo dos
ministerios para mi partido, eso sí con la
condición de que yo fuera canciller.

Los que se habían reído de mí diciendo que un


cabo jamás podría llegar ser un canciller,
ahora, estarían llorando. Les demostré sus
incompetencias para gobernar y buscar una
mejor vida para los ciudadanos. Ellos mismos
me habían hecho canciller, y esto no se
acabaría aquí.

Ahora sí que podía cambiar de estrategia, esta


vez sería muy diplomático: primero, les
seguiría el juego a mis enemigos políticos
haciéndoles creer que me podían manipular,
y que no me daba cuenta de sus maniobras;
segundo, desplegar toda la sutil inteligencia
diplomática internacional.

64
El primer paso, fue el Vaticano. Allí tenía una
buena amistad con Eugenio Pacelli, con el que
había tenido diversas reuniones en las que
había quedado claro que estábamos de
acuerdo sobre los parásitos de Alemania.
Aprovechando la felicitación que me envío el
Vaticano por mi recién nombramiento como
Canciller, solicité una reunión para establecer
un nuevo acuerdo entre la Santa Sede y
Alemania.

Por la otra parte, tenía que desencadenar una


serie de conflictos para desestabilizar la
nación más de lo que ya estaba. Era nuestro
deber crear un clima de miedo e inseguridad
contra el orden establecido. Con nuestra
propaganda teníamos que lograr mentalizar al
pueblo que solo mi partido y yo podíamos
resolver esta crisis y este caos. El pueblo no
tenía que saber que lo habíamos organizado
nosotros.

65
En los últimos días del mes siguiente, se
prendió fuego en el edificio del parlamento
alemán. Empezó a principios de la noche del
27 de febrero de 1933. Cuando una estación
de bomberos de Berlín recibió el aviso de
que en el edificio del parlamento se había
prendido fuego, fueron inmediatamente a
apágalo, pero cuando llegaron al lugar, ya no
pudieron hacer nada por salvar el parlamento.

Fue otra estrategia de nuestras guerrillas para


culpar a los comunistas. Así sería mucho más
fácil deshacerse de ellos ya que nuestros
colaboradores, dejaron en el lugar algunas
pruebas para inculparlos. Además, dio la
casualidad de que encontraron un comunista
por los alrededores.

Al día siguiente, sin perder el tiempo, presenté


un decreto de emergencia que constaba de
seis artículos redactados por Göring. En este
decreto, solicitaba la suspensión de algunos
artículos que tenía la Constitución de Weimar

66
con el objetivo de "guardar y proteger todos
los documentos culturales alemanes".

En realidad lo que quería era eliminar una


serie de derechos de la constitución.

Con el llamado Decreto del incendio del


Reichstag (el parlamento), acabaría con todos
los derechos que los demócratas habían
defendido hasta este momento: la libertad de
expresión; el pacto de respeto de la propiedad
privada; la libertad de prensa; la inviolabilidad
del domicilio; las diferentes correspondencias,
y las conversaciones telefónicas; así como la
libertad de reunión y de asociación; y además,
permitiría al gobierno nacional intervenir en
cualquier gobierno regional que considerase
incapaz de mantener el orden en su estado.
Conseguí el respaldo total de mi gobierno, de
mayoría de centro democrático, y por fin fue
firmado por el presidente de la nación.

67
Sin darse cuenta, el presidente de la nación,
firmando la muerte de la democracia
parlamentaria.

A partir de ese momento, di las órdenes


oportunas para que empezasen a detener a
comunistas.

Llegó un momento en que, como ya no cabían


en las cárceles, mandé hacer construir
campos de concentración.

Mi discurso en aquellos días siempre era el


mismo: atemorizar a los comunistas, tenían
que ser encerrados para que no provocasen
una rebelión contra el estado, y así evitar que
esta rebelión se pudiera convertir en una
guerra civil.

También empecé a eliminar a mis enemigos y


a los de la patria. Aquellos que habían
intentado destruir a mi partido y a mí. Mejor
dicho, empecé a hacer una limpieza y a
proclamar una única consigna: quien no esté

68
conmigo tampoco está con la patria, por lo
tanto no merecen ser alemanes, y si no son
alemanes y están en Alemania, no merecen
vivir.

El 5 de marzo de 1933 se celebraron nuevas


elecciones. Obtuve el 44% de los votos.
Fuimos el partido más votado pero, sin
embargo, aún no tenía la mayoría para
gobernar en solitario.

Decidí hacer uso del poder que me había


otorgado el parlamento como canciller. Estos
poderes me otorgaban los plenos derechos en
cuestiones de seguridad. Me dieron la
oportunidad de decretar nuevos decretos
que sirvieron para detener a todos los
parlamentarios comunistas y también algún
centrista que no se quiso pasar a mi partido.

Con el parlamento dominado por mi partido,


hice modificar la constitución y me concedí
más poderes.

69
El 21 de marzo de este mismo año, la misma
fecha con años de diferencia en que Bismarck
inauguró el primer Parlamento del Imperio
Alemán, yo inauguré el primer Parlamento
Nazi del Tercer Reich.

En ese momento, tuve la gran inspiración


para seleccionar muy cuidadosamente a la
legendaria iglesia del cuartel de Potsdam, un
sitio ideal, de enorme importancia histórica y
muy emocional para los militaristas prusianos
y Goebbels. Me supe esforzar para crear una
atmósfera que diese la impresión de que yo
estaba muy subordinado por el anciano
presidente Hindenburg. En este acto, estuvo
entre otros el embajador francés, que fue
totalmente engañado como los demás.

Dos días después, el 23 de marzo de 1933, el


Parlamento Alemán reunido en la Ópera Kroll,
aprobó la ley para aliviar las penurias del
pueblo y del Reich, más conocida como la ley
habilitante de 1933. Ese día pronuncié un

70
discurso moderado sin mencionar a los judíos,
que contrastaba con los que habitualmente
había dirigido con anterioridad. Prometí usar
mis poderes sólo en casos excepcionales, y me
comprometí con todos los partidos políticos.
Propuse buscar la paz con Occidente e incluso
con la Unión Soviética. Y les dije: “espero que
sea aprobada esta ley por el parlamento y el
presidente, pero si no fuera así, la tendría que
aprobar de otra manera”. Hubo una amplia
mayoría de diputados que dijeron sí a la ley.

Con esta ley a mí servicio por un período de


cuatro años, podía tomar todos los poderes
del Poder Legislativo. De esta manera, pude
hacer las leyes a mi medida, pero siempre
“respetando”… la ley presidencial. Esto
provocaba, que tendría al presidente de la
nación a mí meced.

A partir de ese momento empecé a organizar


la nación para que todo lo que sucediese en

71
Alemania, fuera controlado por mi partido y
por mí.

Lo primero que empecé a hacer fue suprimir


el federalismo. Invente la figura de los
gobernadores, que estaban por encima de los
gobernantes regionales y de los jueces. Me
gané la confianza de la clase trabajadora
mandando hacer varias normativas en favor
de los derechos de los trabajadores. Siempre
apoyado por grandes discursos, por un trabajo
más digno y con honor.

Conseguida la mayoría en el parlamento.


Disolví los sindicatos de los trabajadores y a
continuación detuve a todos sus dirigentes, los
cuales fueron encarcelados.

Fundé un sindicato único, y lo hice llamar,


Frente Alemán del Trabajo. No hace falta
decirlo, este sindicato estaría dirigido por
dirigentes de mi partido, a los que yo les tenía
toda la confianza.

72
Referente a los trabajadores, hice un decreto
en el cual prohibía el uso de hacer huelga.

A continuación vino la fase del acoso y derribo


a los partidos de la oposición. En Alemania,
tenía que haber un único pensamiento, el mío,
y para ello tenía que eliminar cualquier tipo
de oposición, bien fuera en la calle, en los
sindicatos o en el parlamento, tenía que
quedar claro que ahora mandaba yo, solo yo.

Esta restructuración también afecto a mi


partido. Hice hacer alguna limpieza de
opositores que en su día me quisieron
eliminar. El 26 de abril de 1933, fundé la
Gestapo, era una policía secreta que estaba
dirigida a descubrir y arrestar a todos los
enemigos públicos y privados de la patria.

Al poco tiempo se incorporó a la Gestapo, las


SS, que tenían que ser una fuerza militar de
información, detención y de protección del
Estado.

73
Sometí a los poderosos e intocables judíos a
un acoso intenso. Los fui eliminando de la
administración pública, de la abogacía, de las
universidades, de los hospitales, de los foros
empresariales, y así, poco a poco, les fui
reduciendo toda clase de negocios que tenían.

También llegué a un acuerdo con la santa


sede después de varios meses negociando. El
acuerdo se firmó el 14 de julio de 1933. Fue un
acuerdo de colaboración, respeto y de
independencia entre los dos estados. Pero
realmente el acuerdo que firme con Eugenio
Pacelli, fue privado y trato de protegernos
mutuamente del comunismo y del judaísmo
(dos etnias que estaban en contra de la
religión Católica cristiana y también eran
parásitos de Alemania).

El 21 de junio de este mismo año, las SS


ocuparon todas las oficinas del Partido
Nacional del Pueblo Alemán. No les quedó
más remedio a sus dirigentes que disolver el

74
partido tras la presión que estaba ejerciendo
la SS. Con este partido disuelto ya no quedaba
en Alemania ningún otro partido que no fuera
el mío.

Continué adecuando o depurando el país a mi


nuevo proyecto político, mejor dicho, mandé
desarrollar la idea que empecé a tener mucho
tiempo atrás: unificar al país con un único
pensamiento: el mío. Proteger a la clase
obrera, modernizar la industria comenzando
por la fabricación de armamento, hacer
bastante obra civil para proyectar al mundo
una nueva Alemania, y ampliar el territorio
para hacer una nación más poderosa.

A continuación de morir el Presidente de la


Nación, el día 2 de agosto de 1934, unifiqué
los cargos de canciller y Presidente de la
nación en uno solo, y me nombré a mí mismo
Fuhrer.

75
Acto seguido, eliminé a todos los oponentes
de mi propio partido y a las personas que
habían colaborado con mí partido solo por su
interés económico. Inicié el proceso de
eliminar a diversos grupos: raciales, políticos,
agentes sociales muy sospechosos, y religiosos
disfrazados que considerase enemigos de
Alemania.

A raíz de todas estas masivas detenciones,


tuvimos que ampliar y planificar nuevos
campos de trabajo manual, o campos de
concentración de humanos. Tuvimos que
diseñar un tipo de señal para diferenciar a los
diferentes gropos: comunistas, judíos, testigos
de Jehová, todo tipo de gitanos, todo tipo de
enfermos físicos, mentales y homosexuales,
principalmente.

76
Llegados a este punto, decido hacer una
reflexión:

Echando la vista atrás no dejo de


sorprenderme de la evolución que ha
tenido mi vida desde años atrás cuando
era un simple mozo de maletas. Viendo
un futuro no muy favorable, y ahora sé
que soy un iluminado y siempre lo he
sido. Que hay un ser superior por
encima de todos nosotros, que me ha
protegido siempre de toda clase le
peligros. Que los sueños que tenía en
mi adolescencia y la voz que me
hablaba dentro de mí, era realmente de
un ser supremo que me había elegido a
mí para gobernar y castigar a los que no
tenían respeto ni dignidad con la clase
humilde, también aquellos que tenían

77
vicios sexuales, y aquellas etnias que
solo querían destruir Alemania.

Esa voz en mi interior no ha parado de


darme ideas y en cada discurso que
hacía, ella me iba dictando las palabras
que tenía que decir. Yo os pregunto ¿si
no me hubiera protegido este ser
divino, hubiera podido llegar hasta
donde llegué? Yo os digo que no,
porqué pasé por diferentes peligros en
mí vida: desde una guerra donde me
jugué la vida, hasta un juicio de traición
con pena de muerte, después los
diferentes enemigos que quisieron
destruirme.

Siempre he intuido estos peligros,


también se captar a la persona que
viene de mala fe. Además siempre

78
estuve rodeado de personas que me
hacían trabajos desde las ciencias
ocultas, y eran muy buenos videntes.

En diferentes ocasiones me hicieron


pronósticos de diferentes peligros que
serían perjudiciales para mis intereses,
algunos de ellos pasaron, porque yo no
les hice caso.

79
Una vez eliminado cualquier obstáculo de
oposición, el país empezó una nueva era. Hice
un decreto donde obligaba a la mujer a
quedase en casa para que cuidaran a sus
maridos, y así tener y cuidar a sus hijos para
educarlos según el espíritu nacional impuesto
por mí. Con esta maniobra, pude lograr
reducir el cruel desempleo. Por otro lado,
empezamos a multiplicar la demanda de mano
de obra en la fabricación de armamento, y
hacer mucha obra civil por todo el país.
Aquella época fue bastante formidable para
la nación.

Conseguí por mediación del Vaticano que me


diesen financiación para revolucionar al país, a
pesar de los bloqueos de los aliados contra
Alemania.

Firmé un tratado de colaboración con Gran


Bretaña a espaldas de los demás aliados. Con
este acuerdo conseguí: tener más recursos
económicos; cree más empleo para mis

80
ciudadanos; y al mismo tiempo cree una
división entre los aliados.

Todo esto en gran parte se lo debía a Eugenio


Pacelli, secretario del Vaticano, en aquel
entonces, con quien tenía una buena amistad,
la cual siempre la llevamos en secreto, porque
tanto él como el Vaticano, no podían verse
implicados en la limpieza étnica que yo estaba
empezando a hacer.

Él estaba de acuerdo conmigo: tanto los judíos


como los comunistas eran un peligro tanto
para Alemania como para el Vaticano, se les
tenía que debilitar. También acordamos que
los discursos que hiciéramos tanto el Vaticano
y yo nunca tenían que coincidir en nada, de
este modo, la opinión pública internacional no
pudría sospechar nada. Las reuniones que
tuve con mi amigo Eugenio fueron infinitas,
algunas personales y otras a través de
colaboradores muy íntimos y leales por las dos
partes.

81
Debilitados los aliados, empecé a recuperar
nuevamente las zonas que los aliados nos
habían obligado a desmilitarizar en aquella
cruel rendición que los gobernantes alemanes
habían pactado con los aliados en la primera
guerra.

En marzo de 1936, incorporé Renania de


nuevo a la nación con protestas de los aliados.

En el verano de 1936 se celebraron en mi país


las Olimpiadas. Participaron la mayoría de
países. Mostré al mundo una Alemania
diferente de cuando se rindió, los ciudadanos
alemanes estaban llenos de moral, porqué ya
habían recuperado el orgullo perdido. Puse
una cara muy diplomática y acogedora.
Ordené a mi partido que fuera respetuoso y
muy servicial con todos nuestros invitados:
teníamos que demostrar al mundo que en
Alemania no nos comíamos a nadie.

82
Casi paralelamente a este evento, firmé un
acuerdo secreto con el general Francisco
Franco. Este acuerdo consistía en ayudarlo con
mis aviones para transportar las tropas que
tenía a su mando desde África hasta España,
para que sus tropas pudieran iniciar la guerra
que él había iniciado contra la república
española.

Me ayudó a tomar esa decisión mi amigo


Eugenio, que me dijo que los comunistas
estaban saqueando las iglesias y matando a
curas, monjas y frailes en España. Que haría
un gran favor al Vaticano si ayudase a Franco a
eliminar a los comunistas de España, pues
tanto él como yo los queríamos eliminar de
Alemania. Sabía que esta petición que Eugenio
me hacía, más adelante me podría venir bien
para los planes que tenía en mente, y que él
los conocía personalmente porqué yo se los
había dicho. Por otro lado, me podría servir

83
para probar el nuevo armamento que estaba
fabricando.

Cuando se enteraron los aliados franceses e


ingleses, no pusieron ningún problema al
apoyo militar que yo estaba prestando al
general Franco, ya que a ellos tampoco les
interesaba que Rusia aumentara su poder en
Europa.

En este mismo año, a últimos de octubre de


1936, firmé una alianza con mi colega Benito
Mussolini entre Berlín y Roma. También a
últimos de este mismo año firme un acuerdo
de colaboración con Japón.

Empecé a recibir donaciones de empresarios


de diferentes países de Europa y de Estados
Unidos, el que más me ayudo fue Henry Ford.

Hablando otra vez de la ayuda que presté al


general Francisco Franco, el armamento que
envíe fue todo un éxito, pues lo que realmente
desequilibro la balanza de la guerra a favor del

84
Franco fue mi aviación, con la nueva
tecnología hecha por mis ingenieros, que
habían desarrollado en motores y fuselajes y
con menos resistencia al aire, hizo que los
cazas y bombarderos, fueran todo un enorme
éxito.

En abril de 1937 mis pilotos empezaron a


bombardear ciudades españolas, una de las
primeras fue Guernica.

Teníamos que dar a entender al enemigo que


para nosotros toda la población que estaba en
el bando enemigo, tanto soldados como
civiles, eran blancos de la guerra. De esta
forma, les creamos un clima de impotencia
enorme porque no podían defender el frente
de guerra y al mismo tiempo que defendían
las ciudades.

Nos hicimos dueños del aire. La aviación roja


republicana no tenían suficientes armas para
podernos hacer frente. Cada avión que nos

85
derribaban ellos, nuestros pilotos derribaban
siete. Los aviones bombarderos y cazas iban
haciendo mella en el enemigo.

En los dos años siguientes que duro la guerra,


fuimos acorralando al enemigo hasta la
cuenca del rio Ebro al sur de la región
catalana, allí se desato la última gran batalla
de la guerra, duraría aun casi un año.

Al mismo tiempo que ayudaba a Franco,


empecé a expandir el mapa alemán.

El 12 de marzo de 1938, presioné a Austria


para que se uniera al estado alemán. Lo
conseguí rápidamente. El 14 de mayo del
mismo año, entre en Viena sin pegar ni un
solo tiro, la mayoría de austriacos estuvieron
contentos de unirse a Alemania, ya que ello
significaba encontrar trabajo y salir de la
miseria que la mayoría de la población estaba
padeciendo. Yo también me sentí muy
satisfecho, había liberado al país donde yo

86
había nacido de las multiétnicas muy
negativas. Al mismo tiempo, con mis discursos
estaba reclutando soldados para mi ejército
especial de las SS, ya que muchos austriacos
llevaban sangre alemana.

A partir de ese momento empecé junto con


mis generales a planificar la invasión de los
países fronterizos con Alemania. Esto se lo
debía a Franco, gracias a la guerra civil
española, pude probar el armamento que
estábamos fabricando.

La guerra civil se terminó con un total éxito de


Franco, con el último parte de guerra que hizo,
el 1 de abril de 1939. Franco, la pudo ganar,
gracias al ejército de Mussolini, a su
armamento y a mi aviación.

Esta guerra me sirvió para perfeccionar mi


armamento, y aunque Franco, me estuvo muy
agradecido por haberle ayudado a ganar la
guerra civil, realmente él que estaba muy

87
agradecido era yo. Él me ayudó a mí, a
conseguir diseñar y construir una excelente
maquinaria de guerra muy perfeccionada.

Mi amigo Eugenio también me dio las gracias


porqué con mi gran colaboración, Franco,
había conseguido expulsar a los comunistas de
España. Además, gracias al fracaso comunista,
a la eliminación del poder a los judíos, y a
otros apoyos que tubo, mi amigo Eugenio se
convirtió en Papa el 2 de marzo de 1939, con
el nombre de PIO XII. Yo pensé: “más amigos
con poder”. Esto era beneficioso para mis
planes.

88
SEXTA PARTE

89
Llegados a este punto, muchos de ustedes se
preguntarán: ¿Cómo una persona sin tener
ningún tipo de antecedente militar, político,
ni tampoco económico en su familia, pudo
conseguir el poder que tuve? Para mí es muy
sencillo de explicar.

Lo primero, desde que tuve uso de razón,


mejor dicho, desde muy niño, jamás he
dejado de luchar y de superar barreras
mentales, físicas y sociales.

Ustedes, lectores, pensarán: “mucha gente


ha luchado, y lucha. Sin embargo, no han
conseguido las metas que yo he conseguido”.
Bien argumentado. Pero, ¿de verdad ustedes
creen que todas esas personas han luchado o
más bien han fingido que estaban luchando?
Yo les digo que, si tienen pensamientos de
superación y fe para conseguir sus metas, lo
lograran sin ninguna duda.

90
En segundo lugar: estar en el sitio adecuado
en el momento preciso. No todo el mundo
puede estar en ese punto, ya que no lo
decidimos nosotros, “estar” es decidido por
el inmenso universo.

Lo tercero: saber captar e interpretar la


mentalidad de las masas. Nadie mejor que yo
la podía entender esa situación, porque yo
había tenido que pasar por todas las
penurias, necesidades e injusticias que ahora
estaban pasando ellas. Estas masas habían
perdido la fe en los gobernantes, porque
veían que aquellos gobiernantes solo sacaba
leyes para beneficiar a sus colegas poderosos
(terratenientes, banqueros, empresarios y
judíos), y por el contrario la clase media y
trabajadora, cada vez eran más pobres.

Cuarto: yo mucho antes de nacer, ya estaba


predestinado por el universo para gobernar
el Imperio Alemán.

91
Sí, yo creo en la reencarnación. Creo que
todas las personas cuando nacemos venimos
con un don o con una misión. La prueba son
las personas que han revolucionado este
mundo como: héroes guerreros, escritores,
científicos, políticos, humanistas y religiosos
de todo el mundo.

Mi misión era derribar las estructuras de una


clase dirigente que había perdido los
principios básicos de todo gobernante: la
protección y la ayuda a los ciudadanos más
débiles.

Puede que penséis dos cosas: la primera, es


muy fácil analizar las cosas que ya han
pasado; y la segunda, podía ser que yo no
estuviera bien de la cabeza.

La primera cuestión se explica sola, solo


tenéis que revisar mi vida desde el principio.
Os daréis cuenta de que cuando la vida me

92
ponía una barrera yo la saltaba por alta que
fuera. Esto era por mi fuerza de fe.

La segunda cuestión es más difícil de


contestar. Con esto no quiero decir que
estuviera mal de la cabeza, todo lo contrario,
gozaba de una muy buena salud mental. Lo
que pasa es que, cuando explicamos las cosas
desde el nivel espiritual, mucha gente piensa
que se está delirando.

La raza humana tenemos muchos defectos,


uno de los más importantes es juzgar del
siguiente modo: cuando las personas nos
encontramos con otras personas que por su
aspecto físico o lenguaje, inmediatamente los
clasificamos.

Cuando yo decía que oía una voz en mi


interior, algunas personas comentaban a mis
espaldas que yo no estaba muy bien de la
cabeza. Yo os digo: “quien esté libre de
pecado que tire la primera piedra, mejor

93
dicho quien no sienta una voz interior que lo
diga. Yo afirmo que todos las personas la
escuchamos, y no una sino dos”.

Unos dicen: “el bien y el mal”; otros dicen:


“el yin y el yang”; otros dicen: “el espíritu
bueno y el espíritu malo”; otros dicen: “la
energía negativa y la energía positiva”. Para
mí todos estos caminos son iguales, es todo
espiritual. Hay una parte de todos nosotros
que es espiritual y otra parte terranal.

Otro punto también muy importante es el


tema de la raza aria. Mucha gente, muy poco
informada o fanatizada, ha culpado a mi
partido y a mí de crear una raza superior,
esto no es del todo cierto. Mucho antes de
haber nacido mi partido nazi, varios países
en el mundo ya esterilizaban a una parte de
sus ciudadano más conflictivos, los colectivos
de más importancia, fueron los siguientes:
asesinos, estafadores, violadores, ladrones,
homosexuales, retrasados mentales, viciosos,

94
y personas con deformaciones fiscas. Estos
colectivos ya habían sido estudiados por
diferentes científicos de varios países, entre
ellos los estadounidenses, los ingleses y los
alemanes. Para erradicar esta plaga que
generaba unos gastos innecesarios para los
estados. Los científicos afirmaban que este
tipo de personas, contagiaban a sus hijos con
el instinto que ellos tenían, y que ese instinto
no se acabaría nunca. La única manera de
radicar este problema, era la esterilización de
estos colectivos.

En Estados Unidos lo pusieron en práctica en


la mayoría de sus estados. Además también
prohibieron el casamiento entre la raza
blanca y la negra. En cambio, en Europa, no
tuvieron la valentía de aplicar estas técnicas
aunque los gobernantes estaban de acuerdo
con lo que hacían los americanos.

Yo empecé a saber de estas prácticas, cuando


estuve en la cárcel, en 1924. Allí tuve tiempo

95
de leer varios libros. Había uno de un
científico norteamericano, que daba unos
argumentos científicos bastante interesantes,
de los cuales, a raíz de su lectura, empecé a
escribir una serie de normas para aplicarlas
en el pueblo alemán. Si algún día tuviera en
mis manos el poder, todas esas normas se
basarían en una idea: la de conseguir una
“raza superior”, con un determinado físico,
con una inteligencia notable, con un espíritu
totalmente alemán y con una mentalidad de
honor y sacrificio.

En el acuerdo secreto que firme con mi amigo


Eugenio, los dos estuvimos de acuerdo en
que los seguidores católicos y la raza alemana
tenían que ser personas honestas, que su
cuerpo y su mente, fueran muy notables.
Esto quería decir que los ladrones, los
asesinos, los violadores, las personas con
toda clase de defectos físicos o mentales
entre ellos los homosexuales, tendrían que

96
ser esterilizados para que el demonio no se
pudiera desarrollar.

Había una raza que era un peligro tanto para


el Vaticano como para Alemania, eran los
judíos. Se les tenía que quitar el poder que
tenían porqué la humanidad corría el peligro
de caer en sus garras.

Antes de este relato muy especial estaba


describiendo la época del año 1939. En este
año, hice independizar a las SS del dominio de
la Gestapo. Hasta ese momento las SS, habían
sido una unidad militar de protección, con la
misión de proteger a mi partido y a mí. En
esa época, había logrado hacer bastantes
enemigos y era necesaria una protección
especial. El reclutamiento de esta unidad se
llevó a cabo con unas normas muy estrictas:
una determinada altura; de piel blanca; el pelo
rubio; con ojos azules; con nacionalidad o
sangre alemana; y la parte más importante,
que sus antepasados hubieran tenido estos

97
mismos rasgos genéticos cuatro generaciones
anteriores. Quería que me protegiesen una
raza superior, la misma raza que tenía que
gobernar el mundo. El juramento que tenían
que hacer estos soldados era el siguiente:

“Yo te juro, Adolf Hitler, Führer y Canciller del


Reich, fidelidad y valor. Prometo obediencia
hasta la muerte a ti y a los superiores que por
ti sean designados. Que Dios me ayude.

Y mi lema siempre será: Mi honor es la


lealtad.”

Es así como empecé a construir mi nuevo


ejército. Algunos de estos fieles soldados me
estuvieron protegiendo toda mi vida, hasta mi
muerte.

A mediados de marzo de 1939, invadí


Checoslovaquia ordenando a mi ejército
entrar en Praga. Tomamos el castillo de Praga
y el de Bohemia.

98
A últimos de agosto de 1939, firmé un pacto
secreto de no agresión con Stalin. En él se
acordó la probable partición de Polonia entre
la Unión Soviética y Alemania. Por eso mismo,
el 1 de septiembre de este mismo año, mandé
invadir Polonia.

Gran Bretaña hasta entonces no había movido


ficha, pero ahora tenía que declararme la
guerra, puesto que Polonia, era su protegida y
no se podía permitir estar más con los brazos
cruzados después de haber garantizado la
protección a Polonia.

Gran Bretaña y Francia, al conocer que yo


había invadido Polonia, por fin me declararon
la guerra dos días después, el 3 de septiembre
del mismo año (tal y como yo había planeado,
no actuaron de inmediato).

99
Días después de que yo invadiese Polonia. El
17 de septiembre del mismo año, la fuerza
bélica soviética, también invadieron Polonia
oriental.

Fue tal y como habíamos acordamos Stalin y


yo: que nos repartiríamos Polonia. De esta
manera empezó la segunda guerra mundial.

Después de declararme la guerra, no paré de


invadir países y de hacer prisioneros todos los
que no tenían rasgos germanos y todos los
judíos.

El resto de la población de estos países entró


a formar parte de mi leal ejército. Unos
combatiendo en los frentes de combate y el
resto de ciudadanos trabajaron en las fábricas
de armamento con unas buenas condiciones
laborales.

En abril de 1940, reordené mis fuerzas


armadas. Las SS se cuidaron del control de los
países del norte de Alemania, y las fuerzas

100
regulares se prepararon para invadir los países
al sur de Alemania. A partir de ese momento,
ordené a las fuerzas alemanas a marchar
sobre Dinamarca y Noruega.

En mayo de 1940, ordené a mis fuerzas


armadas atacar Francia, la cual se rindió el 22
de junio de 1940. También invadí los Países
Bajos, Luxemburgo y Bélgica por las mismas
fechas que se había rendido Francia.

Esta serie de victorias que tuve, animó a


Mussolini, que ya era mi aliado, a unirse a la
guerra conmigo.

A continuación acosé militarmente a las Islas


Británicas. En varias veces les pedí que se
rindieran, más en ningún momento aceptaron
mi petición de rendición. De inmediato di la
orden a mi aviación que bombardeasen las
ciudades británicas, incluyendo como no a
Londres y Coventry. Los ataques se efectuaron
por la noche.

101
En esa época fue cuando mis ingenieros
desarrollaron una bomba teledirigida. Estas
bombas fueron proyectadas sobre la Gran
Bretaña con un gran éxito. Viendo que mi
enemigo más fuerte se estaba debilitando
cada día más, pensé: “si este enemigo está
casi derrotado, puedo cumplir el acuerdo
secreto que tenía con mi amigo Eugenio”.
Acuerdo que habíamos convenido antes de
que él fuera Papa: que los comunistas eran un
serio peligro tanto para el Vaticano como para
Alemania. Era más fuerte este pacto que el
que hice con Stalin, a pesar de los consejos de
mis videntes, que me decían que no atacase
aún a los comunistas.

A mediados de junio de 1941, rompí el pacto


con los comunistas y ordené a mis generales
con más tres millones de soldados, invadir la
Unión Soviética.

Al principio tuvimos muy poca resistencia, y


muy pronto nos apoderamos de los Estados

102
Bálticos, Bielorrusia y Ucrania. Todo iba más
deprisa de lo que habíamos calculado.

También declaré la guerra a Estados Unidos,


porqué estaban ayudando a los ingleses y eso
no lo podía permitir. Convencí a los dirigentes
japoneses que era el momento de atacar a los
americanos en el Pacífico ya que estos estaban
ayudando a sus colegas de sangre inglesa. Si
podían conseguían derrotarlos, los japoneses
dominarían el Pacifico, y así lo hicieron. Ya no
solo estaba luchando en Europa, también lo
hacía en América.

Este gran desafío de luchar contra dos grandes


potencias, me provocó un enorme esfuerzo
militarmente hablando. Todos mis planes de
conquistar Moscú se estaban derrumbando
por culpa del intenso frío que empezó a hacer.
Había calculado llegar antes a Moscú, porqué
yo sabía que en pleno invierno era casi
imposible avanzar. Además mis tropas no
tenían la ropa adecuada para el frio, ya que

103
habíamos empezado la invasión en pleno
verano. Sabía que era lo mismo le había
pasado muchos años atrás a Napoleón.

Pero el tiempo se nos echó encima por culpa


de la resistencia que encontramos en Grecia y
Yugoslavia. Mis fieles soldados lucharon
contra dos enemigos, el frio y los comunistas.

En esa época también estaba combatiendo a


los ingleses en África. Al principio gané
bastantes batallas. Pero cuando llegó el
momento decisivo para machacarlos, le llegó
una importante y decisiva ayuda del ejército
americano. A continuación, estos también
llegaron a Europa para ayudar a los ingleses y
a la resistencia francesa.

En ese instante me vino una imagen a la


mente, era una imagen muy negativa de la
derrota de Alemania.

En aquellos dos años siguientes, mis malos


augurios se iban comenzando a cumplir.

104
Cuando la cúpula militar vio que el ejército iba
retrocediendo por la presión armada de los
aliados, alguno de estos jefes intento
asesinarme. Entonces decidí rodearme de mis
más fieles soldados de las SS, aquellos que me
habían jurado su lealtad hasta su muerte.

También empecé a buscar personas que se


parecieran mucho a mí en el físico y en el
rostro. Mis colaboradores más fieles,
encontraron a varios que se parecían bastante
a mí, con un poco de maquillaje se hizo el
resto. A todos ellos también les hice hacer
jurar lealtad hasta la muerte. Seguidamente
fueron recluidos en diferentes instancias, cada
uno separado del otro. Todos ellos fueron
entrenados con mi manera de actuar, mis
saludos, mis poses y mis gestos.

Pronto pude comprobar si realmente podían


pasar por mí. Organicé algún desfile militar
con uno de mis dobles. Pasó la prueba sin
ninguna sospecha y convoqué una reunión de

105
todos mis altos cargos. Hice que otro de mis
dobles asistiera a dicha reunión, pero antes ya
había preparado la sala a donde sería la
reunión, porque tenía alguna sospecha que
pudiera haber algún traidor entre mis
colaboradores. Hice colocar algún tipo de
micrófonos en puestos estratégicos y también
hice colocar a varios de mis soldados para que
observase y analizasen el comportamiento de
cada uno de ellos.

Llegó el día y hora de la reunión. Esta reunión


era para que me explicaran como iba la guerra
en todos los frenes. Junto a mi doble, puse
una persona de toda mi confianza y lealtad. El
doble no tenía que hablar solo escuchar y
hacer el saludo correspondiente, hacer
diferentes expresiones según la explicación
que le dieran los diferentes generales.

La reunión empezó a la hora acordada. Todos


reconocieron que yo estaba allí, mejor dicho,
nadie se dio cuenta de que era un doble.

106
La reunión transcurría con total normalidad
hasta que en un momento determinado un
coronel se ausentó de la reunión muy
sospechosamente. Al cabo de unos minutos
hizo lugar una explosión, el caos se apoderó
de la reunión. El doble murió en el acto y tres
altos cargos entre ellos mi fiel capitán. Se
armó un revuelo enorme. En ese momento,
hice entrar a mis fieles colaboradores.
Cogieron a mi doble y se lo llevaron. Todos
empezaron a decir que yo había muerto. El
coronel que se había ido minutos antes, fue
visto dejando el recinto y dirigiéndose a Berlín.
De inmediato ordené que lo siguieran sin que
él se enterara.

Mientras tanto yo me manché un poco el


uniforme de sangre de animal, me vendaron
un poco la cabeza y una mano e hice acto de
presencia, no antes de cortar todas las
comunicaciones con el exterior, exceptuando
una línea segura para poder dar las órdenes

107
oportunas en Berlín. Ordené cerrar todo el
recinto del bunker para que nadie pudiera
salir.

Cuando lo tuve todo controlado, les hablé por


megafonía interna diciéndoles que aunque
estaba un poco magullado, estaba bien de
salud.

Mis leales oficiales de las SS, interrogaron uno


por uno a todos los que estaban en el recinto
hasta que dieron con los colaboradores del
coronel que había intento de asesinarme sin
éxito. Todos fueron fusilados sin piedad.

El coronel, una vez en Berlín se reunió con los


que había organizado el atentado, militares y
civiles y pusieron en marcha su segunda
iniciativa: lo primero, sería hacer saber a la
plana mayor de Berlín que yo había resultado
muerto en un atentado, estos dichos mandos
intentaron verificar esta información, pero
no pudieron porqué las líneas estaban

108
desconectadas, al no poder verificar dichas
informaciones, se tuvieron que creer la
información que les estaban contando; lo
segundo, seria apoderarse del poder en Berlín,
y posteriormente darían las órdenes
oportunas para la rendición de Alemania.

Una vez que mis espías detectaron a todos mis


asesinos y traidores de la patria, di la orden
para que las comunicaciones fueran
restablecidas de nuevo.

De esta manera yo mismo di la orden al alto


mando en Berlín de que arrestasen a todos los
que mis espías habían reconocido. De esta
manera, eliminé una organización de traidores
y asesinos que solo querían salir de la guerra
con una única idea: ser los que salvaron a
Alemania y al mundo frente a mí y a mis
aliados.

109
Lo demás que paso en la guerra ya lo sabéis,
no hace falta que os relate más fechas ni
derrotas que tuvimos.

Solo os diré una cosa más sobre la segunda


guerra mundial: la pudimos haber ganado si
en mi cúpula militar, hubieran continuado
teniendo fe en mí y en mis soldados. Otro
punto también muy importante, fue el estar
luchando en tantos frentes a la vez con unos
soldados que tenían la moral y fuerzas muy
debilitadas.

No estábamos en el momento adecuado y en


las fechas correctas. Aunque fue una derrota,
la semilla de una raza aria, ya estaba en la
población, y esta raza conquistaría el mundo
de nuevo. La historia continúa, esto no se
acaba así.

110
SÉPTIMA PARTE

111
Desde muy antes de empezar la guerra.
Cuando comencé a reclutar jóvenes para Las
SS, soldados de una pura raza aria, también
construí una organización, la cual tenía que
tener la misión de proteger la raza alemana.
Para eso, se uniría el espiritismo que creó la
raza aria y el materialismo que nos da el
poder económico aquí en la tierra. Esta
fuerza universal la hice llamar: “La
HERMANDAD”. Los miembros eran y son
fieles a mí y a la causa por las que todos
luchábamos: por una raza suprema. En ella
había y hay, catedráticos de la cultura y la
historia de Alemania, médicos y cirujanos,
científicos, matemáticos, ingenieros que
dominaban todas las ciencias, y por supuesto
no podían faltar, las ciencias ocultas: los
chamanes o magos espiritistas y religiosos
católicos.

112
Había conseguido una unión entre las
ciencias de la tierra y las ciencias ocultas. Las
dos tenían que trabajar por la misma causa.

Esta HERMANDAD, estaba dirigida por mí y


por diversos consejeros. Al principio esta
HERMANDAD, se mantenía económicamente
del dinero que yo sacaba de la venta de mi
libro, este libro era obligado comprarlo.

En casi toda Alemania, era rara la casa que


no tuviera mi libro. Este libro se tituló, “Mi
lucha” (en alemán: “Mein Kampf”).

Pero una vez que empecé a invadir los


diferentes países, mis SS se cuidaban de
confiscar todo lo que tenía algún valor
económico: el oro, la plata, toda clase de
piedras preciosas y por supuesto, las obras de
arte. Empezaban por las familias ricas y
terminaban por bancos y museos.

Imagínense todos los países que invadí. Fue


un gran botín de guerra y la mayor parte de

113
ese botín fue a parar a entidades bancarias
suizas en cuentas secretas a mi nombre y de
La HERMANDAD. Muchas entidades suizas
tuvieron que hacer obras para poder albergar
todos los lingotes de oro y toda la plata,
acomodar espacios especiales para las obras
de arte.

Mucha mano de obra empleada en estas


reformas, fueron alemanes propuestos por
mí. Entre esa mano alemana también había
algún miembro de las SS camuflado.

Por eso no invadí Suiza, porque tenía planes


para guardar el botín. Fue un país neutral
porque me interesaba a mí y también al
Vaticano, el cual también tenía depositada
gran parte de la fortuna que los católicos le
habían “donado” Suiza. Suiza siempre fue
una muy fiel colaboradora, ya que se llevaba
inmensas comisiones.

114
Esta fortuna le sirvió a la HERMANDAD a
desarrollar varios experimentos científicos,
siempre con el propósito de favorecer a la
raza aria.

Uno año antes aproximadamente de la


invasión soviética en Berlín, empecé a
organizar mí huida. Ya sabía de ante mano a
donde iría, era un sitio que estaba bien
camuflado, en un país amigo, al que su
principal dirigente me estaba agradecido
por haberle ayudado a ganar la guerra civil
española, ya vos podéis imaginar el país. Por
supuesto, España. Sabía que los aliados y los
judíos me buscarían por todo el mundo
cuando se dieran cuenta de la farsa que yo
había montado: entre mis fieles
colaboradores y yo habíamos preparado a un
doble que era parecido hasta en la voz, que
representaba el papel a la perfección. Un día
antes de marchame, hice que coincidieran mi
doble y mi mujer, esta no notó ningún

115
cambio. En ese instante, decidí abandonar el
bunker un poco disfrazado para que los
soldados que había a fuera no me
reconocieran. Antes de irme, había ordenado
a mis fieles soldados que al cabo de los
cuatro días de mi partida, envenenaran a mi
esposa y a mi doble, una vez muerto, tenía
que aparentar que se había suicidado con un
disparo de bala en la cabeza y tenían que
enterrar sus cadáveres (a mi doble lo tenían
que quemar para que fuese más difícil
reconocerlo). Todo salió a la perfección.

Cuando entraron los rusos en el bunker no


me encontraron. Estuvieron interrogando a
todos los soldados, aquellos mismos que me
habían jurado lealtad hasta la muerte. Los
soldados rusos también buscaron por los
alrededores del bunker, hasta que por fin,
encontraron dos cuerpos sin vida: el de un
hombre y una mujer, él estaba casi quemado

116
y tenía un orificio de bala en la cabeza como
si se hubiera suicidado.

Entonces estos soldados rusos fueron a decir


a sus mandos que habían encontrado dos
cuerpos, y uno se parecía a mí.

Y a continuación la famosa propaganda rusa,


divulgó que me habían encontrado muerto.

Les pido que utilicen la lógica, y para eso les


pregunto: ¿cómo una persona que había
combatido en la primera guerra mundial, y
había visto como los políticos de turno se
habían rendido; después luchar toda su vida
para elevar a la nación que amaba hasta lo
más alto en el mudo, se iba a quitar la vida?;
¿cómo una persona que había revolucionado
la raza humana, se podía haber suicidado?;
¿cómo una persona que había creado un
imperio militar, se iba a suicidar?; ¿cómo una
persona que había creado una HERMANDAD,

117
con el poder económico y científico, se iba a
suicidar?.

En aquel mismo momento que intuí que no


podíamos ganar la guerra, mi mente ya me
empezó a diseñar y planificar una nueva
manera de lucha, porqué la semilla que yo
había plantado de superioridad ya estaba
arraigada en la sociedad alemana y en otros
pueblos. Esta semilla, más adelante, daría sus
frutos, y mientras llegaba ese momento tan
deseado y soñado, tanto mis colaboradores
de la HERMANDAD como yo, teníamos que
estar en secreto, en un lugar seguro.

El mejor sitio donde podía vivir con toda


tranquilidad, seguridad y secretamente, era
en un monasterio. Sí, lectores han leído bien.
Hasta el lugar estaba planificado de ante
mano, este monasterio fue el regalo que
desde el Vaticano me hicieron, puesto que yo
había cumplido el pacto que hice en su día
con La Santa Sede. Este pacto por si ya no os

118
viene a la mente, fue el de arrebatarle el
poder a los judíos antes de la guerra (esto lo
cumplí con creces); y el segundo tema que
acordamos fue, pararles los pies a los
comunistas (eso también lo cumplí con
creces). Ellos, a cambio, me prometieron que
siempre tendría su ayuda y protección.

Fue como acordamos, yo podía vivir en un


místico monasterio, con mis leales y fieles
colaboradores. Por supuesto, nos haríamos
pasar por simples monjes, tanto mis más
fieles colaboradores como yo.

Algunos de estos leales colaboradores, irían


con días de antelación con varios aviones
Junkers a controlar y revisar toda la zona y
el monasterio. Una vez revisado, ya se
quedarían viviendo en él para acondicionar
mi llegada.

119
Los aviones fueron aparcados en una base
militar, en la que yo más adelante también
aterrizaría con mi propio avión.

Les ordené, que si en una semana yo no tenía


ninguna noticia de la operación, significaría
que todo estaba controlado y seguro. Por lo
tanto, podía emprender el viaje de huida, con
la máxima seguridad.

Como dije antes, el país sería España. De esta


manera estaba doblemente protegido por el
Vaticano y por Francisco Franco, con el cual
me unía una buena relación. Él me estaba
muy agradecido, porque gracias a mí, estaba
con vida y había ganado la guerra civil
española.

Cuando le comuniqué que quería venir a vivir


a España, a través de mi amigo Serrano, se
alegró mucho, y me hizo saber que estaba a
mi disposición. Me prometió que tendría
toda la seguridad que me hiciera falta en mis

120
manos. En el siguiente comunicado que le
hice llegar a Franco, le dije que me iría a vivir
a un monasterio, en la región de Cataluña, en
la Cuenca de Barberá, en el término
municipal de Vimbodí, el lugar El Real
Monasterio de Santa María de Poblet.

Ustedes se preguntaran, ¿Por qué Poblet? Lo


primero, porqué era un lugar discreto y
rodeado de naturaleza; lo segundo, porqué
era un lugar religioso y sagrado para mí. Sí,
han leído bien, sagrado, ¿y por qué?, muy
sencillo, porque yo siempre fui católico.
Siempre miré de proteger todo lo que tenía
relación con el cristianismo. Les explicaré una
pequeña historia para que lo puedan
entender mejor: se remonta a la guerra civil
española, cuando los republicanos estaban
sitiados en la región catalana. Algunos de
ellos se les ocurrió pegar fuego al Monasterio
de Montserrat (práctica que ya habían hecho
otras veces, llegando a quemar, iglesias y

121
algún otro convento con los curas y frailes
dentro). En este caso, yo no lo iba a
consentir. Les di un ultimátum: si tocaban
una sola piedra del Monasterio de
Montserrat, yo destruiría Barcelona con mis
bombarderos. La respuesta fue inmediata:
“no dejaré que ninguno de mis hombres lleve
a cabo ningún atentado contra el Monasterio
de Montserrat”, firmada el Teniente General
Vicente Rojo Lluch.

Lo tercero, este Monasterio de Poblet, desde


siempre, estuvo rodeado de infinidad de
Reyes en casi todas las épocas. Incluso se
enterraron en él a varios Reyes y familias de
la realeza e infinidad de familias adineradas
de diferentes épocas.

Sabía y creía que los espíritus de todos


aquellos personajes estaban aún allí, y quería
estar rodeado de ellos. Creía en otro mundo,
en la otra vida, en la reencarnación. Por lo
tanto, me sentía protegido por las ciencias

122
ocultas, por Francisco Franco y sus hombres
de total confianza.

Espero haber conseguido responder a su


pregunta.

Cuando Franco, supo el lugar del que yo le


decía, inmediatamente, hizo revisar la zona.
Hizo construir un cinturón de seguridad con
la guardia civil. Este tipo de guardias
controlaba la población rural, y estaban
preparados para repeler cualquier tipo de
situación peligrosa. Eran perfectos para mi
seguridad y la de mis hombres. El cuartel
de estos servidores estaba a un par de
quilómetros, todo estaba perfecto.

También le confirmé que mis oficiales y yo


aterrizaríamos en la base militar de Reus,
provincia de Tarragona. Mis estudios me
decían que era una base perfecta y discreta,
estaba muy cerca del Monasterio. Estos
estudios tan detallados, los había planificado

123
mi amigo Serrano, que conocía muy bien la
zona.

Franco, le pareció una idea correcta y bien


planificada.

A primeros de abril de 1945, aterricé con mi


avión Junker en la base militar de Reus sobre
las 00:00 horas. Todo el sequito ya me estaba
esperando a pie de pista con varios coches y
motos. Me puse el vestido de fraile encima
de mi uniforme, mis colaboradores hicieron
lo mismo. Cuando ya estuvimos listos, me
bajé de mi avión y me monté en uno de los
coches junto tres colaboradores y en otro
coche subieron cuatro colaboradores más.
Los coches se pusieron en marcha hasta el
Monasterio. Íbamos bien escoltados por la
guardia civil, un cuerpo militar español de
seguridad, los que iban conduciendo los
coches eran soldados de la base militar.

124
Llegamos al Monasterio de Poblet, y ya nos
estaban esperando mis colaboradores
vestidos de fraile. Los choferes descargaron
nuestros equipajes, y se fueron de nuevo a la
base militar. Mientras los presuntos frailes
me dieron la enhorabuena por el viaje y nos
acompañaron tanto a mis colaboradores
como a mí a nuestros aposentos con alegría
en sus ojos. Desde aquel instante empezó
una nueva vida para mis colaboradores y
para mí.

La primera prueba se había logrado con éxito.


Los verdaderos frailes que estaban viviendo
en el Monasterio, habían estado informados
por el Vaticano de que iría a vivir con ellos.
Además, ya hacía varios meses que estaban
reformando el monasterio para mi llegada.

Como Poblet, era grandioso, mis hombres y


yo estábamos un poco apartados de los
monjes con el fin de no pertúrbanos la vida
de unos a otros, mejor dicho, los monjes se

125
regían por una costumbres religiosas y mis
hombres y yo por otras, pero siempre desde
el respeto. Por fin estaba a salvo, y mí
HERMANDAD, también.

Una vez estuve instalado en el monasterio, y


con la seguridad de que no me encontrarían
mis enemigos. Empecé a planificar junto con
mis fieles colaboradores el papel que debía
ser desempeñado por nuestra HERMANDAD.
Dicho papel sería el siguiente: primero, poder
localizar a todos mis fieles, soldados y los
distintos mandos superiores que habían
podido conseguir escapar del cerco de los
aliados; segundo, teníamos que conseguir
una estrategia para poderlos ayudar a través
de diferentes personas que fueran fieles a mi
persona y a mis ideas.

Lo primero, era disponer de una persona que


fuera española para que nadie desde fuera de
España, pudiera sospechar nada; segundo,
esta persona tenía que ser muy inteligente, y

126
que comulgara con mi ideal; tercero, tenía
que ser mis ojos y mi voz, de ahora en
adelante, por lo tanto tenía que dominar el
idioma de la lengua alemana.

Yo ya conocía a esa persona, puesto que en el


pasado había tenido alguna reunión con ella
cuando esta ejercía un cargo en el gobierno
de España con el general Franco, después de
acabar la guerra civil española.

Esta persona se llamaba Serrano. Además,


esta persona sabia done estaba, puesto que
fue uno de los que diseñaron la busca del
Monasterio, junto con el Vaticano.

A los dos días de estar viviendo en Poblet,


mandé llamar a Serrano. Este se presentó a
las pocas horas de haberlo llamado. Le
expliqué que me tenía que hacer un favor.
Serano me dijo:

- Si está en mis manos, lo haré con todo mi


honor.

127
Entonces le expliqué, que como confiaba
mucho en él, había planeado que tenía que
trabajar para mí en el exterior, que tenía que
ser mis ojos y mi voz fuera de España porqué
como ya sabía, era muy peligroso e imposible
que yo pueda viajar, y si é pudiera hacerme
este trabajo, yo te estaría agradecido toda mi
vida. Sería muy bien recompensado, no le
faltaría el dinero a su familia y a él. Le di un
par de días para que me diera una respuesta.

Automáticamente me contestó, no hizo falta


que se lo pensara, en ese mismo momento
me dijo que “sí”, añadió, sería un gran orgullo
ayudar a Adolf en todo lo que pudiera. Le di
un enorme abrazo de agradecimiento.

A continuación le explique que yo tenía


cuentas bancarias en Suiza, a través de estas
ellas ayudaríamos a mis fieles seguidores a
hacerles la vida más fácil y acogedora.

128
Resuelto este primer inconveniente, porqué
pude encontrar a la persona perfecta para
este cargo. Le pedí a Serrano que fuera a
Suiza, y una vez allí tenía que recorrer todas
las entidades financieras, donde la
HERMANDAD, tenía depositada su fortuna
(que era la mía). Se tenía que reunir con los
directores de cada una de ellas, a estos
directores les tenía que decir tres cosas.

La primera: tenía que decir que yo no me


había suicidado. Como prueba de ello, les
enseñaría una clave cifrada y mi firma con
fecha de hoy mismo, de esta clave solo tenían
constancia los directores de las entidades
financieras y yo. Una razón más para no
suicidarme, ¿no creéis?

Todos reconocieron esa prueba y dieron fe de


que yo seguía vivo. Después les tenía que
explicar que por motivos básicos de
seguridad, yo no me podía desplazar. Por ese
motivo de ahora en adelante, tenían que

129
acatar las órdenes que les mandara Serrano.
La siguiente cuestión era que se tenían que
comprometer cada uno de estos directores a
que no divulgarían nada de lo que había
sucedido en esa reunión. Serrano les dijo que
pensaran que sus entidades estaban sacando
muchos beneficios de la fortuna que tiene la
HERMANDAD, que si alguno se iba de la
lengua, sucederían varias cosas:

• Primera: los aliados requisarían las


cuentas y se llevarían la fortuna. Como
ya sabían, esta fortuna era un botín de
guerra y en su momento no tuvieron
ningún escrúpulo en aceptar esa
fortuna.

• La segunda: las personas que están en


la HERMANDAD, los encontraría y los
mataría (a su familia y a ellos).

Serrano, cuando regreso de Suiza, vino al


Monasterio, a explicarme cómo había ido la

130
reunión con los directores financieros. Me
estuvo comentando que estaban muy
sorprendidos por la noticia que les daba, que
para certificar que Serrano decía la verdad,
revisaban una y otra vez el código y la firma
que les mostraba. Incluso alguno de ellos le
hacía la prueba de negarle que no conocía
ese código, para ver qué actitud tenía
Serrano.

La segunda prueba, se pasó con enorme


éxito y eso que era muy difícil. Pero, una vez
más, se demuestra que con dinero se
compran toda clase de personas.

Cuando creé la mágica HERMANDAD, creé


también uno código con diferentes claves.
Cada clave estaba asignada a un miembro de
la HERMANDAD. Mejor dicho, eran los que
estaban en la cúpula, un número muy
reducido, y si uno de estos miembros le
pasaba algo como por ejemplo ser detenido o
asesinado, en su lugar entraría otro que ya

131
habría sido elegido de ante mano, y tendría la
misma clave que el anterior miembro, pero
ante tenía que jurar con su vida de no revelar
jamás la clave. El único que no podía ser
relevado era yo, por lo tanto siempre que yo
pudiera mostrar mi clave personalmente, o
bien otra persona lo mostrase en mi nombre,
esto significaría que yo estaba vivo, y por lo
tanto lo que esa persona ordenase en
realidad lo estaba ordenando yo.

Se estableció que el punto de encuentro sería


Suiza, puesto que era neutral y tenía el
dinero de la HERMANDAD allí. Se decidió que
siempre habría algún miembro de la
HERMANDAD, viviendo en Suiza con
pasaporte suizo.

Habían pasado unos 15 días del primer viaje


de Serrano a Suiza, cuando le pedí que
volviera a ese país, le di una dirección de una
casa y le dije que tenía que llamar a la puerta,
cuando abriesen la puerta les tenía que

132
preguntar si estaba tal señor. Una vez que
apareciera ese señor, le tenía que preguntar
por un nombre y este señor le tenía que dar
una respuesta correcta (respuesta que
Serrano ya la sabía de ante mano).

Una vez comprobado que estaba con la


persona adecuada, Serrano le tenía que decir
que quería encontrarse con el señor tal, que
esperaría en el hotel hasta que pudiera
reunirse con el señor, el señor de la casa le
contesto que ya haría por localizar a esa
persona, que ya tendría noticias suyas.

Al cabo de dos días de estar en el hotel, le


entregaron un sobre cerrado en la recepción
del hotel que iba a su nombre. Subió para su
habitación. Abrió el sobre, en su interior
venía una dirección y la hora en la que tenía
que estar allí. Así lo hizo, a la hora en punto
estaba llamando a la puerta. Salió una señora
y le preguntó qué quería. Él le contestó:
“quisiera ver a el señor tal”. La señora lo hizo

133
pasar hasta una sala y le pidió que esperase
allí.

Inmediatamente apareció mi amigo, este le


pregunto qué quería Serrano, y este le dijo:

- Tengo una clave que le quisiera dictar. A ver


si le suena de algo. - Al momento le relató la
clave.

El señor de la casa se quedó callado dos


minutos. - Señor Serrano, esta clave no me
suena de nada.

Entonces Serrano, no tardó ni un segundo en


darle la clave que el señor de la casa poseía.
En ese momento, cambio la actitud y le pidió
disculpas a Serrano. Le explicó que lo había
puesto a prueba, a ver cómo reaccionaba.

Serrano le explicó que yo estaba bien, a


salvo. Que de ahora en adelante él haría de
mensajero. Este amigo se puso muy
contento. Sabía algo de mi fuga. Le dije que

134
cuando estuviera a salvo tendría noticias
mías.

Este mismo día, Serrano, regresó a España y


me vino a explicar cómo había ido, todo
había salido correctamente.

La tercera prueba ya estaba superada. A


partir de aquí las cosas irían bien para mis
seguidores.

Aunque yo estaba aislado del mundo, mi


amigo Serrano, también se ocupaba de
traerme toda clase de información a través
de los periódicos.

En uno de estos periódicos leí que los aliados


se habían repartido Alemania, y la porción
del territorio que les tocó a los rusos la
estaban utilizando para hacer un muro en
mitad de Berlín. Esto me puso un poco triste,
pero de seguida me paso. Pensé que eran el
precio que se pagaba por haber perdido la
guerra. Por otra parte, me puse contento,

135
aquellos estúpidos y prepotentes comunistas,
eran sin darse cuenta, un aliado para mí. Me
explico: cuando estos encontraron el cadáver
de mi doble, los estúpidos rusos, para
sentirse más importantes que los demás
aliado, dijeron que habían encontrado mi
cadáver y como prueba se llevarían el cráneo
con el agujero de bala. Hecho que
demostraba que yo me había suicidado. Esta
prepotencia me estaba ayudando a no ser
investigado, y por su falsa superioridad,
habían caído en la trampa que yo les había
preparado.

Serrano, también me informó acerca de lo


que estaba pasando en Europa: los países
diplomáticamente se había librado de los
judíos y los habían ayudado a instalarse en la
nación Palestina. En ese momento, inicié una
conversación con mi amigo Serrano:

- Pobre palestina y toda la zona. – dije yo.

136
- ¿Por qué?

- Porqué estos judíos a donde van, crean


infinidad de problemas. En todas las zonas
donde vivan, crearán diferentes conflictos
bélicos para apoderarse del territorio de
palestina y de sus vecinos. Con la bandera,
como víctimas de la guerra mundial, los
países aliados les darán una serie de avales y
carta blanca para que el estado de Israel, se
amplié todo lo que sea necesario para su
mayor desarrollo, y de esta manera los
judíos, pasaran de ser víctimas de mi
nazismo, a ser verdugos de los palestinos y
de todos sus vecinos.

- ¿Puede ser posible que tengas manías de


ellos?

- Tú no has visto lo que yo he visto de ellos, y


por supuesto también les tengo manía.

137
Sobre los judíos, la historia seguramente dirá
que yo fui un asesino porque hice eliminar a
tantos judíos y otras etnias. La verdad es que
había bastantes países que no los podían
aguantar, por eso cuando yo empecé a
detenerlos y a encerrarlos en los campos de
concentración, estos países miraron para otro
lado y me dejaron hacer. Es esta la historia
que no reconocerán nunca. Pero si ustedes,
lectores, analizan los hechos en profundidad,
se darán cuenta de que no estoy diciendo
ninguna falsa tontería. Fui uno de los
responsables, SÍ, pero los países europeos
también, junto con la Unión Soviética.

Los judíos, amenazaban con destruir la raza


alemana, y eso no lo podía consentir.

Desde la HERMANDAD, ayudé a muchos


camaradas que se habían escapado de los
aliados y de los comandos judíos. Huyeron
fuera de Europa, les di soporte económico y
diplomático para que pudieran empezar una

138
nueva vida. Eso sí, siempre tenían que estar
dispuestos a obedecer mis órdenes.

Se fueron refugiando por todo el continente


americano. Principalmente por el sur. Se
infiltraron entre todas las capas sociales.

Al cabo de un tiempo, empezaron a oírse


rumores de que yo estaba vivo, se decía que
me habían visto por aquí, y por allá. Hasta
que el gobierno de Estados Unidos, se vio
obligado por el estado judío, a ponerse a
investigar aquellos rumores.

De inmediato, hice llamar a Serrano, para


que fuera a Suiza, para ponerse en contacto
con mis fieles colaboradores, para que estos
empezaran a diseñar y enseñar pistas falsas
por diferentes países de América latina, de
esta manera los pudimos despistar.

Y así me fue pasando la vida, rodeado de


naturaleza en Poblet, y ayudando siempre a

139
mis seguidores, desperdigados por todo el
mundo.

Un agradecimiento muy especial a la persona


de Serrano. Gracias a él, pude relacionarme
con toda mi gente. Quiero creer que él
también tenía un gran aprecio hacia mi
persona, puesto que yo siempre supe
recompensar su trabajo.

Siempre le estaré sumamente agradecido a


Alemania, porque me acogió en sus brazos y
me hizo ser un alemán más. Por ese y otros
motivos, tanto yo como mis directivos y
colaboradores, siempre estamos y estaremos
al servicio del interés de todos y cada uno de
los alemanes desde la poderosa y mágica
HERMANDAD, protegeremos y ayudaremos
siempre a Alemania, para que siempre sea el
mayor líder en Europa, y en el mundo.

La HERMANDAD, está destinada a jugar un


papel muy importante, con sus enormes

140
recursos monetarios, para conseguir que
muchos de mis seguidores entren a formar
parte, como directivos de las innumerables
empresas multinacionales, de casi todos los
sectores.

Pienso que es el momento de volver a


dominar al mundo, a partir de la riqueza
monetaria. Nosotros somos muy ricos, con lo
que requisamos en todos los países que
invadimos.

Viví en Poblet, 35 años, hasta los 92 años de


edad. En la mayor parte de mi vida, solo
pensé en una cosa: hacer de los alemanes
una raza superior, hacer de Alemania un
imperio. Lo quise hacer por la fuerza, y no me
salió del todo bien, pero Alemania sigue
adelante, y creo que con el poder financiero
que empieza a desarrollar, muy pronto se
hará con todo el poder.

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También le doy las gracias a mi inestimable
amigo Eugenio, que aunque fue un gran
Papa, para mí siempre será mi hermano del
alma. Siempre supo estar a la altura de un
gran hermano.

No podía faltar mi agradecimiento a Franco,


porque me acogió con los brazos abiertos en
España, me fue siempre fiel, y me dio una
enorme protección.

Para terminar os diré, que a mi funeral,


asistieron infinidad de personas de todo tipo,
desde los antiguos miembros del régimen
franquista y falangistas, hasta algún que otro
cardenal. Por supuesto, también estaba mi
amigo Serrano.

Me hicieron una misa por todo lo alto, y con


todo el honor. Una cosa más, por mi
voluntad, estoy enterrado en el Monasterio
de Poblet, en un lugar sagrado para mí,
rodeado de Reyes y nobles de la realeza y de

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la Iglesia Católica, con toda la espiritualidad
que esto supone.

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EPÍLOGO

Esta historia empieza con la niñez de Adolf


Hitler hasta su muerte cuando era un anciano
de 92 años de edad.

A ustedes lectores les hago una pregunta: ¿y


si la historia que explico en este libro, hubiese
pasado de verdad?

Ahora les toca a ustedes analizar y responder


a esta pregunta, la del millón. Les ofrezco
esta obra, para que puedan ser jueces. Una
vez que hayan leído este libro. “dicten su
propia sentencia”.

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