Kant, Immanuel - Introducción A La Crítica Del Juicio.
Kant, Immanuel - Introducción A La Crítica Del Juicio.
Kant, Immanuel - Introducción A La Crítica Del Juicio.
La balsa de la Medusa
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Primera introducción a la «Crítica del Juicio»
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Traducción de
José Luis Zalabardo
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Immanuel Kant
Primera introducción a la
« Crítica del Juicio»
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El texto
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Juicio, le mando con el próximo correo un paquete con Asimismo ·se han tomado en cuenta la traducción caste-
el manuscrito de la introducción que redacté en primer lu-
llana de Pedro von Haselberg 2 y la inglesa de James
gar a tal obra, la cual deseché simplemente por su exten-
Haden 3 .
sión desproporcionada para el texto, pero que me parece
Se ha procurado mantener, siemp~e que probler:nas e~-
contener todayía alguna contribución a la intuición com-
tilísticos importantes no lo desaconsepran, una uniformi-
pleta de una finalidad de la naturaleza» (XI 396). Beck
dad en la equivalencia de términos alemanes y c~stella1:os.
publica un extracto de esta introducción al final del se-
Por otro lado, se ha perseguido adecuar la termmolog1a a
gundo volumen de su obra, bajo el título de «Anotacio-
la ya importante tradición de tra.d:1ccion~s .c~stellanas de
nes sobre la introducción a la Crítica del juicio».
otras obras de Kant. Así, se ha utilizado «Ju1c10>> para tra-
En las décadas subsiguientes, el manuscrito permane-
ducir «Urteil» y «Juicio» para «U-r.teil!kraft», sal~o .en
ce inédito, pero el extracto de Beck empieza a formar par-
muy contadas ocasiones. Sin querer terciar en la polem1ca
te de las ediciones de las obras de Kant; así de las de
sobre la intercambiabilidad de ambos términos, se han tra-
Fr. Ch. Starke, Hartenstein, Rosenkranz-Schubert y
ducido «Gegenstand» y «Objekt» por «objeto» y «Obje-
Erdmann.
to», respectivamente. .. . . ·.
Poco después, hacia 1899, Dilthey encuentra el ma-
« Zweck» « Zweckmassig» y « Zweckmasszgkeit» han
nuscrito completo en la biblioteca de la Universidad de
,1. 1 sido traducidas por «fin», «conforme a fines» y «fi~ali-
••. ¡, Rostock, y aunque informa de su hallazgo no llega a pu-
1 dad», respectivamente; por ello. finalida~ n~~ca e: s1~ó-
.. : blicarlo, permaneciendo inédito otros veinticinco años. La
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nimo de fin en esta traducción, smo que s1gmfica mas bien
primera publicación del manuscrito es la de la edición de
la propiedad de ser conforme a fines.
Cassirer de las obras completas de Kant, de 1914. Le si-
·La exagerada longitud de las frases de Kant, comen-
guen la de la Philosophische Bibliothek, de la editorial
tada en prácticamente todos los «Pró.logos del traductor»
Meiner, en 1927, y la de la Academia de las Ciencias de
de las traducciones de sus obras, ha sido respetada en esta
Berlín, en 1942, ambas al cargo de Gerhard Lehmann, y
traducción en la medida de lo posible. No así su estilo no-
la de Wilhelm Weischedel, de 1957.
minal al entender que se trata de un rasgo propio de la
lengu~ alemana. Por ello se han utili_~ad~ en muchos ca-
sos equivalentes verbales a la traducc1on literal, en aras de
un estilo castellano más fluido y natural.
La traducción
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incluir en la filosofía práctica la diplomacia, la economía po se representa el modo de producción de este equili-
política, las reglas de la economía doméstica y la etiqueta, brio corno una causalidad hecha posible por nosotros mis-
las prescripciones para la buena salud y la dietética, tanto . mos; .se representa, por lo tanto, todo ello como conse-
del alma como del cuerpo (¿Por qué no todos los oficios cuencia inmediata de la teoría del Objeto en relación con
y artes?), y ello porqúe todas ellas contienen un conjunto l~ teoría de ~uestra propia naturaleza (nosotros mismos
de proposiciones prácticas. Pero las proposiciones prácti- como causas). Así la prescripción práctica se diferencia de
cas se distinguen de las teóricas, las cuales comprenden la la teórica según la fórmula, pero no según el contenido,
posibilidad de las cosas y sus determinaciones, no por sus y no· se necesita un tipo especial de filosofía para com-
contenidos, sino por su modo de representación, aunque prender esta conexión entre los principios y sus conse-
sólo las primeras consideran la libertad según leyes·. Todo cuencias. En una palabra: todas las proposiciones prácti-
el resto no son más que la aplicación de la teoría de lo ~as que deducen a partir de la voluntad como c~usa l.,o
que pertenece a la naturaleza de las cosas, realizada según que la naturaleza puede contener pertenecen a la fdosofia
el modo en que éstas pueden ser producidas por nosotros teórica en cuanto a conocimiento de la naturaleza; sólo
según un principio; a saber, la posibilidad de las mismas aquellas' que dan la ley a la libertad se disti?guen especí-
representada por un acto voluntario (que también perte- ficamente de las anteriores según el contemdo. Se' puede
nece a las causas naturales). De est<;,modo la solución del decir de las primeras que constituyen la parte práctica de
problema de la mecánica -dada una fuerza y un peso que una filosofía_ de la naturaleza, mientras que sólo las últi-
han de estar en equilibrio, encontrar la relación entre los mas fundamentan una filosofía práctica específica.
respectivos brazos de la palanca- está expresada en una
fórmula práctica, la cual, sin embargo, no contiene otra
cosa que la siguiente proposición teórica: que en estado
de equilibrio la longitud de los brazos es inversamente
proporcional a las fuerzas; sólo que esta relación, seg6n Nota
su origen, es representada como posible gracias a una cau-
sa (nuestra voluntad), cuyo principio determinante es la Es muy importante clasificar con exactitud la filosofía
representación de aquella relación. Lo mismo ocurre con según sus partes y, para ello, no incluir en estas partes de
todas las proposiciones prácticas que se ocupan simple- la división sistemática de aquélla lo que sólo son conse-
mente de la producción de los objetos. Cuando se dan cuencias o aplicaciones a casos dados, que no necesitan
prescripciones para aumentar la felicidad y, por ejemplo, principios específicos.
sólo se habla de lo que se tiene que hacer con la propia per- Las proposiciones prácticas se distinguen de las teóri-
sona para predisponerse a la felicidad, entonces sólo se re- cas o bien por los principios, o bien por las consecuen-
presentan las condiciones internas de su posibilidad, en lo cias. En este último caso no constituyen una parte espe-
que respecta a la frugalidad, a la moderación de las incli- cífica de la ciencia, sino que pertenecen a la parte teórica,
naciones para que no lleguen a ser pasiones, etc., como corno un -tipo especial de consecuencias de la misma. Aho-
pertenecientes a la naturaleza del sujeto, y al mismo tiem- ra queda distinguida esencialmente, según sus principios,
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.,
la posibilidad de las cosas según leyes naturales de la po- En una ciencia de la naturaleza, a saber, la física, en
sibilidad de las cosas según las leyes de la libertad. Pero la medida en que se basa en principios empíricos, ocurre
esta distinción no consiste en que en el último caso la cau- lo mismo; tampoco puede de ningún modo atribuir~e el
sa resida en una voluntad y en el primero en lo exterior título de física práctica ( que también carece de sentid?),
a ésta, las cosas_ mismas, porque, si bien es verdad que la , como parte de la filosofía de la naturaleza a las estrategias
voluntad no sigue otros principios que aquéllos por los para descubrir las leyes ocultas de _la ~a.turalez~, llamadas
cuales el entendimiento comprende que el objeto es po- física experimental. Porque los pnnc1p1os segun_ los cua-
sible de acuerdo con ellos, en cuanto meras leyes natura- les realizamos experimentos deben obtenerse siempre a
les, y por tanto. siempre puede llamarse proposición prác- partir del conocimiento de la naturaleza, X por ello de la
tica a la que contiene la posibilidad del objeto por la cau- teoría. Lo mismo vale para las reglas pr:act1cas que con-
salidad de la volu.ntad, sin embargo no se distingue en ab- ciernen a la producción voluntaria de un cierto estado de
s~luto, según el principio, de las proposiciones teóricas, áriimo en nosotros (por ejemplo, la estimulación o el do-
que conciernen a la naturaleza de las cosas, sino más bien minio de la imaginación, el apaciguamiento o la debilita-
debe tomar prestado su principio de ésta para reproducir ción de las inclinaciones). No hay una psicología práctica,
en la realidad la representación de un Objeto. como parte especial de la filosofía concerniente a la natu-
Por lo tanto, las proposiciones prácticas que concier- raleza humana. Porque los principios de la posibilidad de
nen a la mera posibilidad de un Objeto representado (por la producción artificial ,:- de su estado deben ser tom~dos
me9io de la acción voluntaria) son solamente aplicaciones de los principios de la posibilidad de nuestras determma-
de un 'conocimiento teórico completo y no pueden cons- ciones, procedentes de la condic_ió_n de nu_es~ra na:urale-
tituir una parte especial de una ciencia. Una geometría za, y aunque consisten en propos1c1ones practicas, sm em-
práctica, en cuanto ciencia independiente, es un absurdo;
aunque esta ciencia pura contenga todavía tan a menudo ""
proposiciones prácticas, la mayoría de las cuales ,como instrumentos, aunque sólo sean dos, para cons!ruir sus concepto_s1 a
saber, el compás y la regla. Sólo llam? geometna a esta :onstru ~c1~>n,
problemas n ecesitan instruccio nes· específi cas para su so- llamando a la de la geometría superior, por. el co1;tra.no, m camca,
lució n. La tarea «construir un cuadrado a partir d e una lí- porque para construir sus conceptos se reqme_re maqu1~as mas com-
7
nea y un án gulo recto dados» es una proposición p ráctica, plejas. Pero por los primeros tampoco se ent1e1;de los mstrume~tos
reales (circinus et regula),, l?s cu_ales nunc~ p odnan d~r ~quellas .f1~u-.
pero una pura consecuencia de la teoría. Tampoco puede ras con precisión matemat1ca, smo que solo d:ben _s1gn_1~1car a pri_ori
la agrim ensura atribuirse de ningún mo do el nom bre de los modos de presentación más simples de la 1magmac1on, que nm-
geometría p ráctica, ni construir en general una parte es- gún instrumentos puede igualar.
pecífi ca de la geometría, sino que forma parte d e los es- ,:- El tér ru'i ~o alem~n K;,~st aqu í utilizado por Kant (ver~ittelst
colios de ésta, a saber, el uso de es ta ciencia p ara los der Kunst), y su adjetivo, k unstlich, se ~mplean : l~ largo del texto
r¡.egoci9 s 1. . en contextos correspondientes a muy divers os terminas castellanos.
Sólo en contadas ocasiones resulta adecuada la traducción por arte o
artístico. El campo semántico de Ios términos utilizados P?~ Kant pa-
1 rece muy próximo al del ars latma, por lo que la. apanc~on en e~ta
Esta ciencia pura y por ello noble parece perder algo de su dig- traducción de los términos castellanos correspondteJ?.tes siempre tie-
nidad cuando admite que, en cuan to geometría elemental, necesita ne ,que ser entendida en este sentido. (N. del T.)
24
25
bargo no constituyen una parte práctica de la psicología la naturaleza como consecuencias del mismo. Pero a par-
empírica, porque no tienen principios específicos, sino tir de ahora nos serviremos del término «técnica>> tam-
que simplemente son escolios de los mismos. bién donde los objetos de la naturaleza son a veces juz-
En general, las proposiciones prácticas (ya sean puras gados solamente como si su posibilidad se fundara en el
a priori o empíricas), cuando afirman inmediatamente la arte. En estos casos los juicios no son ni teóricos ni prác-
posibilidad de un Objeto por medio de nuestra voluntad, ticos (en el sentido explioitado más arriba), ya que no de-
pertenecen siempre al conocimiento de la naturaleza y la terminan nada de la condición de Objeto ni del modo
parte teórica de la filosofía. Sólo aquellas que presentan de producirlo, sino que por medio de ellos la propia na-
directamente la determinación de una acción simplemen- turaleza es juzgada, pero meramente según la analogía con
te por la representación de su forma (según leyes en cuan- un arte, y en relación subjetiva con nuestra capacidad de
to tales), sin tomar en consideración los medios para con- c,onocer, no en relación objetiva con los objetos. No lla-
,. seguir el Objeto, sólo aquéllas pueden y deben tener sus ~aremos «técnicos» a los propios juicios, sino la facultad
•r' propios principios (en la idea de libertad), y si basan pre- de juzgar en cuyas leyes éstos se fundan, y de acuerdo
cisamente en estos principios el concepto de. un Objeto con ella también a la naturaleza. Esta técnica, al no con-
de la voluntad (el más alto bien), éste pertenece sólo in- tener proposiciones objetivamente determinantes, tampo-
directamente, como consecuencia, a la prescripción prác- co constituye una parte de la filosofía doctrinal, sino sólo
tica (que desde ahora llamaremos moral) ;;:~ Además supo- de la crítica de nuestra facultad de conocer.
sibilidad. no puede ser entendida por medio del conoci-
miento de la naturaleza (teoría). Por lo tanto, sólo estas
proposiciones constituyen una parte específica de un sis-
tema del conocimiento racional, bajo el nombre de filo-
sofía práctica. · cir de los imperativos de la habilidad que ordenaban sólo condicio-
Si queremos evitar la ambigüedad, todas las demás nalmente y sujetos a la condición de fi1;es _merame~te. posfbles, es. de-
cir , proble1:1áticos, lla1:1! a ta les pr~scnpc10nes P,ract1cas 1mperat1v.os
proposiciones d e la práctica, sea cual sea la ciencia con problemáticos, exprcs1on que obviamente contiene ~na_ contra?1c-
que estén relacionadas, pueden ser llamadas técnicas, en ción. L os tendría que haber llamado técnicos, es decir, 1mpe:at1vos
vez de prácticas. Porque pertenecen al arte de realizar lo del arte. Los imperativos pragmáticos o reglas de la prudencia, que
que el hombre quiere que sea, el cual, en una teoría com- ordenan bajo la condición de un fin real e incluso subj etivamente ne-
cesario, están también por debajo de los técnicos (porqu;, ¿_qué es. la
pleta, es siempre una mera consecuencia, y no una parte prudencia sino la habilidad ~e po9~r usar para sus P:ºP!ªs 1~tenc10-
existente por sí de cualquier tipo de prescripción. De este nes a hombres libres y sus d1spos1c1oncs naturales e mclmac1ones en
modo, todas las reglas de la habilidad pertenecen a la téc- sí mismas?). Pero que el fin al que estamos sujetos tanto nosotros
como otros a saber, la propia felicidad, no esté entre los fines me-
nica 2, y por lo tanto tambi én al conocimiento teórico de ramente arbitrarios auto riza a dar una denominación especial a estos
imperativos técnico_s, porq1:e la _t~rea no re~uie.re mera~;nte, como
en los técnicos, el tipo de _e1ecuc1on d_e un _fm, smo tai:1))len la deter-
'~ <f.Sittlich» (N. del T.)
minación de lo que constituye este fm mismo (la felicidad), lo cual
2
Este es el lugar para corregir un error que cometí en la Funda - ha de ser presupuesto como conocido en los imperativos técnicos
mentación de la metafísica de las costumbres. Porque después de de- generales.
26 27
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Cuando se habla de la divi,sión, no de una filosofía,
sino de nuestralacultad de conocer a priori por medio de
conceP.!:_os (la f a c ~ o es;-de una critica de
l¡-;;zón pura, pero cons1aeraclasola1nerrte-s-eg(rn-su fa-
~eperisar (en la que no se co_nsidera el puro modo
de la intuición), entonces la representación sistemática de
l . la fácul::_d de pensar~ divi~e ~tre~ ~ a saber: eri-
' mero, la fa~ulc~tj,::g_gl_c_Q._no"f¿1m1ento ge lo g.ene.r.aL( de las
);·r!fi~,ciq7mi.~~~E:..~s::::do
r~gÍas lQgar la ':_::_PªgQªd
d~_!_l!..~~jntr lo]Sár_F?':!/a..!..f!:.f}_lo.generalJ·elJ~.Y-~11..t.~t-
ce::r.h;gar~Ii-facültad de la determinaci~e . o particul~r
P.QLlll~CÜo de -fo-geñéralj[a_~~afü:stt?P.:~~P.ªTr_irdeprírí~i-
Pi~~)_; esto'es;layaz°;2 -. .
L~-caEicaaE n-a.-z n teórica pura, dedicada a las fuen-
tes de todos los conocimientos a priori (por ello también
a lo que en ellos pertenece a la intuición), proporcionó
las leyes de la naturaleza, la crítica de la razón práctica,
la ley de la libertad, y de este modó parece que los prin-
cipios a priori para toda la filosofía han sido ya comple-
tamente tratados.
Aho ra bien, si el entendimiento proporciona leyes a
priori de la naturaleza y la razón leyes de la libertad, es
de esperar, a partir de la analogía, que el Juicio, que me-
.~~ ~ u l t a d e _ s , :ª1:°bién P:º~o~ligu~l
que estas, sus prop10s prTn·c1p1os a priori, y qmza const1.:
tuya el fundam ento de una parte especial de la filosofía;
..... · sin· embargo, ésta, como sistema, sólo puede constar de
dos partes. ·'
Pero el Juicio es una facultad cognitiva tan peculiar,
31
tan carente de autonomía, que QQ...P-t6porciona-ni-concep- como el sistema: de las mismas, porque sin esta suposición
t9s_, .co.1~-~ el entendimiento, ni ide~~_omo_~azón, de no puede realizairse ninguna conexión 3 total legítima, esto
obJeto alg1ih"o-;-po§~~§..1!Pª facultad de subsumi;m~ra- es, su unidad er,npírica.
~lfte-~~~~!:,ceE!5?.~p,r.op~Jonados·d~:gfr(iin.o.iJc~·:Por Esta legalid.ad -en sí misma contingente (según tod9s
lo-t'añto,' s1 hubiera un concepto o regla que tuvieras~ ori- los conceptos dlel entendimiento), que el Juicio (para su
gen en el Juicio, debería ser un concepto de cosas de la propio proyechto) presupone y postula_en la naturaleza,
naturaleza en cuanto ésta se conforma a nuestro juicio)· un es una finalidad. formal de la naturaleza, que nosotros su-
concepto, por tanto, de una condición tal de naturaleza ponemos absolutamente en ella, pero que no permite fun-
que el único concepto que nos podemos hacer de ella e~ dar ni un conocitmicnto teórico de la naturaleza ni un prin-
que su organización se conforma a nuestra facultad de cipio práctico d,e la libertad. Sin embargo Rroporciona un
subsumir las leyes particulares dadas bajo otras que no PbE~~M~J~~r.é!-ÜttK~[..!~g~ ~ a , en_ nu~s-
,.~~ 1
. son dadas. En otras palabras, el concepto de una finali- tra oúsqueda d((! las leyes generales para las expenencias
,,• '. particulares, según el cual tenemos que producir aquella
1~·
dad de la naturaleza debería estar a disposición de nues-
H tra f~cultad de conocerla, en cuanto que para ello es ne- conexión sistemática necesaria para una experi~ncia cohe-
cesario que podamos 'juzgar lo particular como contenido rente, que tenernos motivos para suponer a priori.
en lo general y subsumirlo bajo el concepto de una El concepto> obtenido originariamente del Juicio, el O
naturaleza-:1
.t
. U n concepto tal es el de una experiencia como sistema
· 3 La posibilidald d; _una experi_e~c~a e~ g:r:eral es la posibilidad
s~gún leyes ~mpíricas. Porque, aunque la experiencia cons-
de conocimientos e!mp1ncos como JUICIOS srnteucos. Por ello no pue-
t~tuye un s1st~~~ según l~y_e~ transcendentales que con- de ser obtenida ar1alíticamente a partir de la mera comparación de
tienen la cond1c10n ~e. pos1bd1dad de la experiencia en ge- percepciones (comro se piensa comúnmente), porque)a conexión de
ner~l, las leyes empmcas ·son susceptibles de tal inFnita dos percepciones dliferentes en el concepto de un Objeto (para el co-
nocimiento del mi&mo) es una síntesis, que no hace posible un cono-
variedad y tal heterogeneidad de formas de la naturaleza cimiento empírico, esto es, la experiencia, de otros modo que según
p ertene~ientes a la experiencia particular, que el concepto los principios de lai. unidad sintética de los fenómenos, esto es, según
de un sistema se~ún estas leyes (empíricas) tiene que ser los principios med:iante los cuales los fenómenos se colocan bajo las
categorías. Estos conocimientos empíricos constituyen, según lo que
compl~tamente aJeno al entendimiento, y ni la posibili- necesariamente tienen en común (a saber, aquellas leyes transcenden-
dad, ni mucho _me1.10s la necesidad de esta totalidad pue- tales de la naturalez.a), una unidad analítica de toda la experiencia, pero
den ~er concebidas; No obstante la experiencia particular, no aquella unida,d 5intética d_e _la exp~riencia ~º11:º. sistem~,, la cua} co-
co1:tmuame_nte coherente con principios invariables, ne.: necta las proposiciones empmca~ baJO un pnnc1p10 ta_rn~1 ~n segun lo
que tienen de distinto (y esta variedad puede llegar al mfimto). La ca-
ces1ta también esta. c_onexión sistemática de leyes empíri~ tegoría correspondiente a cada experiencia particular es la finalidad
cas, para que el Jmc1? pueda subsumir lo particular baj& o adecuación de la natu raleza (también con respecto a sus leyes par-
lo gen~ral? permaneciendo todavía en el ámbito empírico' ticulares) a nuestra facultad del Juicio, según la cual aquélla se repre-
senta no merament:e como mecánica, sino también como técnica; un
y pros1gmendo hasta las leyes empíricas superiores y las concepto qu e no determina la _unidad ~in_tética objet~var_n:nte, cor:10
formas de la naturaleza correspondientes. Consideramos, hace la categoría, pero proporc10na subJettvamente pnnc1p1os que sir-
por lo tanto, el agregado de experiencias particulares ven para guiar la investigación de la naturaleza.
33
concepto propio de éste, es, por lo tanto, el de la natura-
leza_ C()~? .~rte) en ~-tE~-~-wil~b.~at'~u'zycde.:l.1:t·natura-
leza en relací6n_:::.có'ií sus le~p,ar.ticulares. Este concepto ·
~sirve"de--ftindam~fo'a· ninguna te~ía-y contiene tan
poco conocimiento de los Objetos y su condición como
la lógica. Sólo proporciona un principio para proceder se-
gún leyes de la experiencia, el cual hace posible la inves- ·
tigación de la naturaleza. Pero con ello el conocimiento 3. Del sistema de todas las facultades del
de la naturaleza no se enriquece con ninguna ley objetiva espíritu humano
particular, sino que sólo funda una máxima para el Jui-
cio, según la cual observar y unificar las formas de la
"~.,.· naturaleza-:-i / '
"
'l
}'
~
o La filosofía, en cuanto sistema doctrinal del conoci-
miento de la naturaleza y de la libertad, no adquiere de
,,;~ este modo ninguna parte nueva, porque la representación
h,
de la naturaleza como..ar.te es una mera id.e_a_q.ue....rim,.a ·
1:, f!_!!e.[!.t._a.,m:v.estigaciónc.de.-1 ª"'misma, y por lo tanto sólo al
"
,,, sujeto, como principio para introducir una conexión sis-
t.:
temática en el agregado de proposiciones empír:icas, como
tal, y de este modo añadir una relaci,ón a esta necesidad
nuestra. Por otro lado, nuestro concepto de una técnica .
de la naturaleza como principio heurístico para juzgarla
pertenecerá a la crítica de nuestra facultad de conocimien-
to, la cual. indica qué motivo tenemos para representár-
nosla de ese modo, cuál es el origen de esta idea y si pue-
de ser encontrada en una fuente a priori) así como cuáles
son los límites y la extensión de su uso; en una palabra,
una investigación tal pertenecerá como parte al sistema de
la crítica de la razón pura,· pero no al de la filosofía
doctrinall
34
Podemos reducir todas las facultades d_tl esP.írÍt'!Jm- r::J
mano, sin excepció~....a,tres·daj~ltad, fkLS2.1!.Q~imiento,
e.ls_e.ntÍmteñtO::é/,é(pjacer y displacer y la / acultadapetiti-
véD A decir verdad, ~ófOs, ·q~o?Tod'emásmerecen
todos los elogios por su profundo modo de pensar, han ~-
tentado explicar esta diversidad como solo aparente y re-
ducir todas las facultades a la mera facultad del conoci-
miento. P ero se puede demostrar muy fácilmente y se
comprende ya desde hace algún tiempo que este intento
de introducir unidad en esta diversidad de fas facultades, .
aunque emprendido con verdadero e~píritu filosófico, es
vano. Porque siemprl'hay una gran diferencia entre con- O
siderar las representaciones, en cuanto referidas sólo al
objeto y la unidad de la conciencia de las mismas, como
pertenecientes al conocimiento, tomarlas corno pertene-
cientes a la facultad apetitiva, por medio de la relación ob- ·
jetiva entre ellas en la cual son consideradas como causas
de la realidad de .su objeto, y, por último, considerarlas
relacionadas sólo con el sujeto, en cuanto que por sí mis-
mas so.n fundamentos que mantienen su propia existencia
en sí, y por lo tanto en relación con el sentimiento de pla-
cer. Este último no es en absoluto un conocimiento ni lo
proporcion a, aunque pueda presuponer algo similar como
principio determinanté.1' .
La conexión entre el conocimiento de un objeto y el d
~entimiento de placer y displacer por la ex!stencia del mis-
mo, o la determinacipn de la facultad de d esear producir-
lo, es· en verdad empíricamente cognoscible; pero como
esta conexión no está fundamentada en ningún principio
37
a priori, en esta medida las fa~ultades del espíritu no cons- cultades superiores del conocimiento resta u1~a interme-
tituyen un sistema, sino solamente un agregado. LEn rea- dia, el Juicio; ¿Qué es más natural que suponer que éste
lidad se puede establecer a priori una conexión entre el [el JuicioJ con tendrá asimismo principios a priori para
sentimiento de placer y las otras dos 'facultades, y cuando aquél [el sentimiento de placer y displacer]?
conectamos un conocimientd a priori, a sabe!', el concep- Sin establecer nada todavía sobre la posibilidad de esta
to de razón de la libertad, con la facultad de desear como conexión, resulta ya- evidente una cierta adecuación del
principio determinante del mismo, se puede encontrar Juicio para servir de principio 9eterminante para el sen-
subjetivamente en esta determinación objetiva un senti- timiento de placer, o para encontrarlo en él: el hecho de
miento de placer contenido en la determinación de la vo- que si en la clasificación de la facultad del conocimiento 'A
{J !untad: Pero de este modo lill. facultad de conocimiento no por ;~nceptos el entendimiento y la razón refi~ren sus re-
está ligada con la facult'~d a·petitiva por medio del placer presentaciones a objetos para obtener conceptos de ellos,
o displacer; -porque éstos no preceden al deseo, sino_qu~ el Juicio se refiere exclusivamente al sujeto y no produce
q bie1L.siguen.inmediatamente. a.la. determinación-de éste, por sí mismo ningún concepto de objetos. Del mismo
o bien no son otra cosa que la se~sación. de ·esta-capaci- modo, si, 'en la clasificación de las f acu.ltades del espíritu Q
d.a,d d~ _determinar la v.olun tª-d pQrJ~ ~:a;;r,_qn_misma, y por en general, tanto la facultad del conocimiento como la fa-
tanto no son sentimientos particulares o receptividades es- cultad apetitiva contienen una referencia objetiva de las
pecíficas que requieran una división especial entre las cua- · representaciones, el sentimiento de placer y displacer sólo
D lidades del espíritu. Pero ya que~ el análisis de las fa- es, por el contrario, la predisposición a una determina-
cultades del espíritu en general se da incontestablemente GÍÓn del sujeto; así, si el Juicio debe determinar siempre
un sentimiento de placer que, siendo independiente de la él sólo algo para sí mismo, no podrá ser otra cosa que el
facultad apetitiva, puede más qien proporcionar un prin- sentimiento de placer, y viceversa, si éste debe tener siem-
cipio determinante de ésta, la conexión del sentimiento de pre un principio a priori, sólo podrá encontrarlo en el
placer con las otras do s facultades requi ere que a·quél, al Juicio-:1
igual que éstas , no se fund e en principios meramen te em-
p íricos, sino también en princip ios a priori. P or lo tanto ,
la idea de la filosofía como sistema, en cuanto n o está fun-
dada empíricamente, requerirá (si bien no una doctrina)
una crítica del sentimiento ·de placer y displacer':1
(1 Así,L!a fa cultad del conocimiento según con cep tos tie-
n e su s p rincipios a priori en el en tendimiento purq¡ ( en su
concepto de naturaleza),lla f acultad apetitiva los tiene en
la razón pur-ª1.(en su con cep to de libertad), y todavía que-
da, entre las propiedad es del espíritu en gen eral, una fa -
cultad o receptibilidad interm edia, a saber, el sentimiento
de placer y dis¡;,lacer, del mismo modo que entre las fa-
39
38
4. De la experiencia como sistema para el
Juicio
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sus formas naturales correspondientes, fuera infinitamen- tas entre las formas naturales, _cuya mutua concordancia
te grande y se mostrara en ellas un agregado caótico y bru- con leyes empíricas, pero superiores, sería considerada
to, sin la más mínima huella de un sistema, aunque debe- por el Juicio como totalmente casual, resultaría aún más
mos suponerlo según leyes trascendentales. casual que percepciones partict.dares tuvieran la fortuna de
Esto se debe a que fa_unida__d de la naturaleza en_ef adaptarse alguna vez a leyes empíricas; pero sería aún más
tiem/!JL.y_e.Lespacio. y-la-unidad__d_eJa exper.iencia-posible casual que leyes empíricas variadas convinieran a la uni-
~ra n_psotros son la mi_s_ma._c..Q,s--ª,-P-ºrque aquélla es una dad sistemática del conocimiento de la naturaleza en una
suma de meros fenómenos (modos de representación) que experiencia posible totalmente interconectada, sin presu-
pueden tener su realidad objetiva exclusivamente en la ex- poner una forma tal en la naturaleza por medio de un
periencia, la cual, a su vez, debe ser posible como un sis- principio a priori. ·
tema según leyes empíricas, si es que la imaginamos (como Todas aquellas fórmulas de moda: «la naturaleza toma
debe ser) como un sistema. Por lo tanto, es una presupo- el camino más corto», «no hace nada en vano», «no da
sición transcendental subjetivamente necesaria que esta saltos en la variedad de las f armas>? (continuum forma-
preocupante diversidad ilimitada de las leyes empíricas y rum) «es rica en especies, pero a la vez parca en géneros»,
heterogeneidad de las formas de la naturaleza no corres- y similares, no son sino la misma expresión transc~n~er:i-
ponda a la naturaleza, sino que, más bien, ¿sta sea apta tal de Juicio, que de ese modo se establece un pnnc1p10
para una experiencia como sistema empírico, por medio para la experiencia como sistema y por ello para sus pro-
de la afinidad de las leyes particulares bajo ·otras más pias necesidades. Ni el entendimiento ni la razón pueden
generales. . fundar a priori una ky de la naturaleza tal. Porque pode-
Por ello, esta presuposición es el principio transcen- mos muy bien comprender que la naturaleza se adapte a
dental del Juicio. Porque éste no es una mera facultad de nuestro entendimiento en sus leyes meramente formales
subsumir lo particular bajo lo general (cuyo concepto nos (por medio de las cuales es un objeto de la experiencia en
es dado), sino también, a la inversa, la facultad de encon- general), pero con repecto .ª las leyes p~rt!cul_ares, a su. va-
trar lo general para lo particular. Sin embargo,. el enten- riedad y diversidad, está libre de las hm1tac1ones legisla-.
dimiento, en su legislación tránscendental de la naturale- das por nuestra facultad de conocimiento; y es una mera
za, h ace abstracción de toda la variedad de leyes empíri- presuposición del Juicio para su propio uso -el ascender
cas posibles; en ella sólo toma en consideracióti\las con- siempre desde las leyes empíricas particulares hasta las
diciones de posibilidad de una experiencia en general se- más generales, aunque también empíricas, con el fin de
gún su forma. Por ello no se puede encontrar en él aquel unificar las leyes empíricas- la que fundamenta aquel
principio de la afinidad de las leyes particulares de la na- principio. Tampoco se puede atribuir de ningún n:odo tal
turaleza. Sólo el Juicio, al cual incumbe poner las leyes principio a la experiencia, porque sólo presu~oménd.olo
particular.~ -también según lo que tienen de diferente se pueden realizar experiencias de un modo s1stemát1co.
bajo las mismas leyes generales de la naturaleza- bajo le-
yes superiores, aunque todavía empíricas, debe fundar su
proceder en un principio tal. Porque si buscamos a tien-
44 45
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za 4, en otras palabras, que siempre se puede presuponer' el Juicio no requiere ningú'n ~rincipi? ~articuJar de la re-
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en sus productos una forma que sea posible según leyes flexión, sino que la esquematiza a pi:iori y_apl;ca .es_t~s es-
generales cognoscibles por nosotros. Porque si no pudié- e¡ uemas, sin los cuales n? sería~ Ros1ble n;ngun. J:llClO de
ramos presuponer esto y no pusiéramos este principio experiencia, a cada síntesis e~pmca. Aq ll1 el Ju1c10 ~n su
como fundamento de nuestro tratamiento de las represen- reflexión es a la vez determinante, y su esquematismo
taciones empíricas, toda la reflexión se realizaría azarosa transcendental le sirve también como regla bajo la cual se
y ciegamente, y por ello sin ninguna esperanza sólida de subsumen intuiciones empíricas dadas.
encontrar su concordancia con la naturaleza. Pero para estos conceptos que deben encontrarse en
Con respeccto a los conceptos generales de la natura- principio para intuiciones empíricas dada~ y que_ presu-
leza, bajo los cuales en general es posible en principio un ponen una ley particular de la ~aturaleza, _s1_n la cual. la ex-
concepto de la experiencia (sin determinación empírica periencia particular no es posible, el J uic10 necesita_ ,u~
particular), 1a reflexión tiene ya su guía en el concepto de ; principio propio y a la vez transcendental de su r:f~ex1on,
una naturaleza en general, esto es, en el entendimiento, y y no se puede remitir ?e nuevo ~- las leyes empmcas_ ya
conocidas y así convertir la reflex1on en ~na comparacton
4
A primera vista, este principio no tiene en absoluto la aparien- con formas empíricas para las que ya se tienen conceptos.
cia de una proposición sintética y· transcendental, sino que más bien
parece ser tautológica y pertenecer a la mera lógica. Porque la lógica Porque el problema es cómo se po~rí~ esperar alcanzar
enseña cómo se puede comparar una representación dada con otras : conceptos empíricos de lo que las distintas formas. de la
y que se puede _construir un concepto extrayendo de la representa- naturaleza tienen en común comparando las percepciones,
ción lo que tiene en común con otras como señal para su uso gene-
ral. Pero lo que no enseña la lógica es si la naturaleza tiene que mos-
si la naturaleza ( como podemos· perfectamente pensar) hu-
trar para cada Objeto otros muchos más que como objetos de com- biera colocado en aquéllas [las formas de la naturaleza J,
paración tienen en h forma cosas en común; con más razón esta con- por la gran variedad de leyes empíricas, t~na heterogenei-
dición .de posibilidad de la aplicación de la lógica a la naturaleza es dad tan grande que toda -o al m~nos cast tod~- la co1:n-
un principio de la representación de la naturaleza, como sistema p ara
nuestro Juicio, en el que lo dive rso, clasificado en géneros y especies, paración fuera inú til p ara p_roductr una armoma o una Je-
hace posible poner bajo conceptos (de más o menos generalidad), rarqu ía d e géneros y esp ecies e?tre ella~ . T o da comp ara-
comparándolos, todas las formas de la naturaleza que se presentan. ción de represen tacio nes empíncas destmada a reconocer
Además es cierto que el entendimiento puro nos enseña (aunque tam-
bién por medio de principios sintéticos) a p ensar todas las cosas de en las cosas d e la naturaleza leyes empíricas y las formas
la natu ra leza como contenidas en un sistema tra nscendental según especificas que a és t'as cor respon den, p er o que concuerdan
conceptos a priori (las categor ías); pero el Juicio que tam bién busca genéricamente con otras al compararlas~ I?r esupon e que la
conceptos para representaciones empíricas como tales (el Juicio re-
flexionante), debe suponer para este fin que la naturaleza en su di-
naturaleza, con resp ecto a sus leyes e·mp1_n_cas, o bserva una
ve rsidad ilimitada ha encontrado una clasificación de las mismas en ci erta parqu edad adecuada a n uestro Jmc~~' y esta p re~u-
géneros y especies que p ermiten a nuestro Juicio encontrar armonía posició n deb e prece der a toda comparac1on, como p rin-
al comparar las fo rmas de la naturaleza y alcanzar conceptos empí-
ricos y su conexión mutua ascendiendo hacia conceptos más geriera- cipio del J uicio a priori. ~
les, pero todavía empíricos; esto es, el Juicio presupone un sistema El Juicio reflexion an te, po r tanto, al op erar con feno -
de la naturaleza también según leyes empíricas y lo hace a_priori, y m ~nos d ados p ara colocarl os bajo con cep tos empíricos ~e
por consiguiente por medio de un p ri ncipio transcendental. cosas determinadas de la naturaleza, n o lo hace esqu ema-
50
' 51
ticamente, sino técnicamente, tampoco de una modo me- do se ha completado la clasificación con respecto a la ca-
ramente mecánico, como un instrumento manejado por el racterística común, procede su' subsunción bajo clases su-
entendimiento y los sentidos, sino artísticamente según el periores (géneros), hasta que se alcanza el concepto que
principio general, pero a la vez indeterminado, de una or- contiene en sí el principio de toda la clasificación (y cons-
denación conforme a un fin de la naturaleza en un siste- tituye el géüero supremo). Si, por el contrario, se comien-
ma,. en cierto modo favorable a nuestro Juicio, por la acle- . za por el concepto general, para descender a lo particular
cuación de sus leyes particulares (de las que el entendi- por medio de una clasificación completa, entonces la ac-
miento nada dice) a la posibilidad de la experiencia como · ción se denomina especiffración de la diversidad bajo un
sistema, sin cuya presuposición no podemos esperar concepto dado, ya que se avanza desde el g~ner~ supre-
orientarnos en un laberinto de la diversidad de las leyes mo hasta los inferiores (subgéneros o especies), y de las
particulares posibles. Por tanto, el JuiciQ mism...Q._se e.§Ja- especies a las subespecies. Nos expresamos mejor si en
blece a p1Lo.r.iJa._téGnica..d.§ la natu1:3leza como pri.9cipio vez de decir (como en .el lenguaje común) «se debería es-
. de su..refle:x:_i9_n.1. sin ser capaz de expfícarlaodeferminarla pecificar lo parti_cular que está bajo lo general», ?ecir~1os:
\ ulteriormente, y- sin-teiier-paia'elfo un principio__cktermi- «el concepto general se especifica colocan~o la d1ve~si?ad
/ nante de los conceptos de la naturaleza(a ·partir de un co- bajo el mismo». Porque el género (considerado log1ca-
l nacimiento de las cosas en sí mismas), sino sólo para po- mente) es en cierto sentido la mater~a o el sustrat~ br':to
der -reflexionar según su propia .ley subjetiva; según sus que la naturaleza elabora mediante diversas determmac1<-:-
necesidades, pero al mismo tiempo concordando con las nes en especies y subespecies, y por eso se puede decir
leyes de la naturaleza en general. que la naturaleza se especifica a sí misma según cierto
El principio del Juicio reflexionan te, por el cual la na- principio (o la idea de un sistema), siguiendo la analogía ·
: turaleza es pensada como sistema según leyes empíricas, del uso que de esta palabra hacen los profesores de der~-
\ es, sin embargo, simplemente un principio para ·el uso ló- cho cuando hablan de la especificación de cierta matena
' gico del juicio, por supuesto como principio transcenden- bruta.
tal según su origen, pero sólo para considerar a la natu- Ahora resulta claro que el Juicio reflexionante, según
\ raleza como apta pára un sistema lógico de su diversidad
su naturaleza, no puede emprender la tarea de clasificar
bajo leyes empíricas. toda la naturaleza según sus diferencias empíricas, si no
. La forma ló gica de un sistema consiste meramente en ,presupone que la naturaleza se especifica a s_í mis~a su ley
la división de conceptos generales dados (como lo es aquí transcendental según algún principio. Ahora bien, este
el de una naturaleza en gen eral), de modo que lo particu-
lar (aquí lo empírico) se piensa como contenido, con su
principio no puede ser otro que el de la adecuación ª. h
. facultad del Juicio misma, que permite encontrar en la in-
diversidad, en lo general, según un cierto principio. Si se mensa diversidad de las cosas, según leyes empíricas po-
procede empíricamente, ascendiendo de lo particular a lo sibles, suficiente afinidad para colocarlas bajo conceptos
general, se requiere una clasificación de la diversidad, es empíricos (clases), y éstos bajo leyes. generales (?~neros
decir, una comparación de varias clases entre sí, cada una superiores), y así poder alcanzar un sistem_a_ emp,m co de
de las cuales esté bajo un concepto determinado. Y cuan-
--....___ la naturaleza. Del mismo mo,do que tal clasif1cac1on no es
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52 53
un conocimiento empírico común, sino uno artístico, así especificación de sus formas por medio de leyes empíricas.
la naturaleza, en tanto se piense que ella se especifica se- Pero no por ello se piensan estas formas mismas como
gún un principio tal, puede ser considerada también como conformes a fines, sino sólo su relación mutua y su adap-
arte, y por tanto el Juicio lleva consigo necesariamente a . tabilidad, en su gran diversidad, a un sistema lógico de
priori un principio de la técnica de la naturaleza, que se
conceptos empíricos. Ahora bien, inc!us~ si la ?ª.turaleza
diferencia de la nomotética de ésta, según leyes transcen- no nos mostrara nada más que esta finalidad log1ca, ten- 1
dentales del entendimiento, en que ésta puede v_alidar su dríamos todavía razones para maravillarnos ante ella, ya 1;
principio como una ley, mientras que aquélla sólo lo pue- que según las leyes generales del entendimien_to no po-
de hacer como una presuposición necesaria 5 Y 6 . dríamos ofrecer ningún fundamento para la m1s,ma; p~ro
El principio peculiar del Juicio es, por tan to, que la difícilmente sería capaz de esta admiración nadie más que
\ rtturaleza especifica sus leyes generales en leyes empíri- un filósofo transcendental, y ni siquiera éste podría men-
Yl as, de acuerdo con la forma de u,n sistema lógico, para el cionar un caso determinado en el que esta finalidad se
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~ del juicio. ·
mostrara en concreto, sino que tendría que pensarla sólo
Aquí surge el concepto de una finalidad de la natura- en general.
leza como concepto característico del Juicio reflexio11an-
;te, no de la razón, al ponerse el fin no en el Objeto, sino
1
r exclusivamen"te en el sujeto y su mera facultad de reflexio-
• \nar. Porque llamamos «conforme a fines» a aquello cuya
existencia parece presuponer una representación de esta
misma cosa; pero las leyes de la· naturaleza, que están
constituidas y relacionadas unas c~n otras como si el J ui-
cio las hubiera diseñadO para sus propias necesidades,
guardan similitu d con la posibilidad de las cosas, que.Pre-
supone una representación de estas cosas como funda-
mento de las mismas. Por tanto el Juicio piensa, por me-
dio de su p rincip io, una fin alidad de la naturaleza en la
5
[Añadido de Kant] También la escuela aristotélica llamó al gé-
nero materi a, mientras que a la diferencia específica la llamó forma.
6
¿Podría Linneo esperar construir un sistema de la -n aturaleza si
se hubiera tenido que preocupar de que cuando enco ntraba una pie-
dra qu e llamaba granito, ésta pudiera ser distinguida de todas las de-
más que tu vieran la misma apariencia según su cualidad interna, y si
por tanto siempre pudiese esperar encontrar sólo cosas singulares, en
cierto sentido aisladas p ara el entendimiento, pero nunca una clase
de las mismas que pudiera ser colocada bajo conceptos de género y
especie?
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6. De la finalidad de las formas de la
naturaleza como otros tantos
sistemas particulares
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11.
cio. Porque la finalidad es una legalidad de lo casual embargo ya hemos conseguido algo con él, a saber, tener
como tal. La naturaleza procede, con respecto a sus pro-. preparado en el Juicio un principio transcendental de la
duetos en cuanto agregados, mecánicamente, como mera finalidad de la naturaleza para la finalidad de las formas
naturaleza,· pero con respecto a ellos mismos en cuanto de la naturaleza encontradas en la experiencia; principio
sisúmas, por ejemplo, configuraciones cristalinas, todo qlie, si bien no es suficiente para explicar la posibilidad ·
tipo de formas de flores o la constitución interna de plan- de tales formas, nos permite al menos aplicar a la natura-
tas y animales, procede técnicamente, esto es, a la vez leza y su legalidad un concepto tan particular como el de
como arte. La diferencia entre estos dos modos de juzgar finalidad, si bien éste no puede ser un concepto objetivo
los seres n aturales la crea meramente el Juicio reflexionan- de la naturaleza, sino que es obtenido simplemente de la
te, el cual puede y quizá también debe desentenderse de relación subjetiva de ésta con una facultad del' espíritu.
aquello que, con relación a la posibilidad de los objetos
mismos, no le ceda el Juicio determinante (bajo los prin-
cipios de la razón), el cual quizá sepa reducir todo ello a
un modo mecánico de explicación; porque muy bien pue-
de ser simultáneamente cierto que la explicación de un fe-
nómeno, que es asunto de la razón según principios ob-
jetivos, sea mecánica, pero la regla para juzgar ese mismo
objeto, según principios subjetivos de la reflexión sobre
el mismo, sea técnica.
Si bien el principio del Juicio concerniente a 1.a finali-
dad de la naturaleza en la especificación de sus leyes ge-
nerales de ningún modo llega tan lejos como para decidir
sobre la producción de f ormas de la naturaleza en sí con-
formes a f in~s (porque tamb ién sin ellas es posibl e el sis-
tema de la n aturaleza según leyes empíricas, que es lo úni-
co que el Juicio tiene derecho a postular) , y éstas d eben
ser dadas exclusivamente po r la experiencia, ya que tene-
mos razón de suponer un p rincip io de finalidad d e la n a-
turaleza en sus leyes particulares, sigue siend o posible y
estando permitido, cuando la experien cia nos muestra for-
mas intencionales en sus produ ctos, atribuirlas al mismo
principio so bre el que descansa el p ri1n er tip o de finalid ad.
Aunque este fun damento mismo también p ued e resi-
dir en lo supra.sensorial y estar más allá del círculo d e las
in tuiciones de la n aturaleza posibles para nosotros, sin
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El Juicio, como se ha mostrado más arriba, hace po-
sible, y en realidad necesario, pensar además de la nece-
sidad mecánica de la naturaleza, una finalidad en ésta, sin
cuya presuposición no sería posible la unidad sistemática
en la clasificación completa de formas particulares según
leyes empíricas. Ante todo se ha mostrado que aquel prin-
cipio de la finalidad, ya que sólo es un principio subjeti-
vo de la división Y- especificación de la naturaleza, no de-
termina nada c;on respecto a las formas de los productos 1
¡ 1,
de la naturaleza. Por tanto, de esta manera.la finalidad per- 1
65
La primera pregunta ~hora es: ¿cómo se puede perci- , Pero como en la mera reflexión sobre una.percepción
bir la técnica de la naturaleza en sus productos? El con- no se trata de reflexionar sobre un concepto determina-
cepto de la finalidad no es, en absoluto, constitutivo de do, sino, en general, sólo sobre .la regla de una percep-
la experiencia, ni una determinación de un fenómen~ ade- ción para los fines del entendimiento como facultad de
c_uado a un concepto empírico del Obj'eto, porque no es : los conceptos, se ·puede ver que en mi juicio meramen-
una categoría. En nuestro Juicio percibimos la finalidad, · te reflexionante la imaginación y el entendimiento son
en cuanto ella simplemente reflexiona sobre un Objeto ' considerados en la relación en que deben estar en gene-
dado, ya sea sobre la intuición empírica del mismo, para ral uno respecto a otro en el Juicio, en contraste con la
incluirla en algún concepto (sin determinar cuál), ya so- · relación en que se hallan realmente en una percepción
bre el concepto de experiencia mismo, para incluir las le- dada.
yes que contiene en principios co·munes. Por tanto, eljui- . Por tanto, si la forma de un Objeto dado en la intui-
cio es esencialmente técnico; la naturaleza sólo es repre- ción empírica está cualificada de tal manera que la apre-
sentada como técnica en la medida que concuerda con este , hensión de la diversidad de éste en la imaginación con-
procedimiento y lo hace necesario. A continuación mos- cuerda con la presentación de un concepto ·del entendi-
traremos el modo en que el concepto del Juicio reflexio- miento (sea cual sea el concepto), entonces en la mera-re-
nante, que hace posible la percepción interna de una fi- flexión el entendimiento y la imaginación concuerdan mu-
nalidad de las representaciones, puede ser aplicado tam- : tuamente para la realización de su labor, y el objeto es per-
bién a la representación del Objeto, en cuanto contenida cibido como conforme a fines simplemente para el.Juicio,
en él 7 • · y, por tanto, la propia finalidad es considerada como me-
A cada concepto empírico le corresponden tres accio- ' ramente subjetiva, porque ni requiere un concepto deter-
nes de la facultad espontánea del conocimiento: 1. la apre- minado del Objeto ni. lo produce, y el propio juicio no
hensión (apprehensio) de la diversidad de la intuición, 2. es un juicio de conocimiento. Un juicio tal se llama juicio
la síntesis, esto es, la unidad sintética de la conciencia de estético de reflexión.
esta diversidad en el concepto de un objeto (apperceptio Si, por el contrario, son dados previamente conceptos
comprehensiva), 3. la presentación (exhibitio) del objeto empíricos y leyes concordantes con el mecanismo de la
correspondiente a este concepto en la intuición. Para la naturaleza, y el Juicio compara un concepto del entendi-
primera acción se requiere la facultad de la imaginación, miento semejante con la razón y su principio de p osibi-
para la segunda el entendimiento y para la tercera el J ui- · lidad de un sistema, entonces, si se encuentra esta forma
cio, el cual, cuando se trata d e un concepto empírico, será en el objeto, la finalidad es juzgada objetivamente y la ·
Juicio determinante. cosa se llama un fin de la naturaleza, ya que antes las co-
sas sólo se han juzgado como formas de la naturaleza in-
7
determinadamente conformes a fines. El juicio sobre la fi-
• Se dice que introducimos causas finales en las cosas y que en nalidad objetiva de la naturaleza se llama teleológico. Es
cierto modo no las obtenemos de su perfección. [Nota al margen es-
crita por Kant al mismo tiempo, junto a la frase: «Por tanto el un Juicio de conocimiento, aunque perteneciente sólo al
Juicio ... »] . Juicio reflexionante, no al determinante. Porque la técni-
66 67
ca de la naturaleza, ya sea meramente formal o real, sólo
es en general una relación de las cosas con nuestro Juicio,
en el cual solamente se p·uede encontrar la idea de la na-
turaleza, y esta última sólo se atribuye a la naturaleza en
relación con aquél.
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La expresión «modo estético de representación» es ab-
solutamente inequívocá, si por ella entendemos la relación
de la representación con. un objeto, en cuanto fenómeno,
con el fin de conocerlo; porque entonces «estético» signi-
fica que la forma de la sensibilidad (cómo es afectado el
1
sujeto) se añade necesariamente a tal representación y es 1
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to. Por tanto, siempre queda una ambigüedad inevitable
en la expresión «modo estético de representación>>, si por
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ello se entiende unas veces aquello que provoca el senti- el esquematismo transcende~tal del Juicio); pero también
miento de placer y displacer y otra se entiende como re- se puede é,::msiderar esta relación de las dos facultades del
ferido meramente a la facultad del conocimiento, en cuan- conocimiento de un modo meramente subjetivo, en cuan-
to que en él encontramos una intuición sensible que sólo to que la una favorece o perjudica a la otra en la misma
nos permite reconocer los objetos como fenómenos. representación,' afectando de este modo al estado del es-
Sin embargo, se puede superar esta ambigüedad si no píritu, y, por tanto, como una relación sensible (un caso
se usa «estético» referido a la intuición, ni mucho menos que no ocurre en el uso aislado de ninguna otra facultad
a las representaciones del entendimiento, sino sólo a las del conocimiento). Aunque esta sensación no es una re-
accion~~_9el.Luicio. Un juicio estético, si se quisiera utili- presentación sensible de un Objeto, puede ser considera-
zarpara la determinación objetiva, sería tan evidentemen- da como sensibilidad, en cuanto representación sensible
te contradictorio, que tal expresión nos aseguraría sufi- del estado del sujeto, que es afectado por un acto de aque-
cientemente contra un malentendido. Porque las intuicio- lla facultad, ya que está conectada subjetivamente por me-
nes pueden, desde luego, ser sensibles, pero el juzgar per- dio del Juicio con la sensibilización de los conceptos del
tenece completamente al entendimiento ( en sentido am- entendimiento, y un juicio puede ser llamado estético, es
.plio ), y juzgar estética o sensiblemente, en cuan to que decir, sensible (según el efecto subjetivo, no según el prin-
debe constituir conocimiento de un objeto, es entonces cipio determinante), aunque el juzgar (a saber, objetivo)
una contradicción, si la sensibilidad se inmiscuye en los es una acción del entendimiento ( en cuanto facultad su-
asuntos del entendimiento y (por medio de un vitium su- perior del conocimiento en general) y no de la sen-
breptionis) le da a éste una dirección falsa; el juicio obje- sibilidad. \ .
t_ivo, por el cqntrario, siempre.es dictado sólo por el en- -Todo juicio determinante es lógico, porque su predi-
·tendimiento, y en cuanto tal no puede ser llamado es- cado es un concepto objetivo dado. Pero un juicio mera-
tético. Por ello, nuestra estética transcendental de la fa- mente reflexionante sobre un objeto aislado dado puede
cultad del conocimiento ha podido perfectamente hablar ser estético, si (incluso antes d e se r considerado en com-
de intuiciones sensibles, pero en nin gún momen to ha po- paración con otros) el Juicio , que no dispone d e un con-
dido hacerlo sobre juicios estéticos; porque, como sólo cepto para la intuició n dada, unifica la imaginación (en la
tiene que ver con juicios de con ocimiento.. que determi- mera ap reh ensión del o bjeto) co n el entendimien to (en la
nan el Objeto, todos sus juicios t.i~nen ·q ue --ser lógicos. presentación d e un objeto en gen eral) y percibe la rela-
P or tanto, con la expresión «juicio estético sobre un O b- ción de ambas facultades del conocimi ento, la cual cons-
jeto» se indica inmediatamente que una rep resentación tituye la con dición subj etiva y m eramente empírica del
dada se relaciona con un Objeto, pero en el juicio no se uso objetivo del Juicio en general (a saber, la con cordan- .
.)
. entien de _la determin~ción del Objeto, sino la del sujeto y cia mutua de estas fa cultades). P ero también es posible \in
'j' su sentimien to. Porque en el Juicio el en tendimiento y la juicio estético sensible, a saber, cuando el predicad o ...del
-~ imaginación se consideran en su relación mutu a, y ésta juicio no puede ser de ningún modo un co ncepto d e un
puede ser primeramente considerada objetivamente, en o bjeto, ya que no pertenece en absoluto a la facultad del
cuanto que pertenece al con ocimiento ( como ocurría en conocimiento; por ejemplo, «el vino es agradable», por-
72 ! 73·.)
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que aquí el predicado expresa la relación inmediata de una flexión sobre una representación dada precede al senti-
representación ·con el sentimiento de placer y no .con--la miento de placer (en cuan to principio determinante del
facultad del conocimiento.
juicio), la finalidad subjetiva es pe~s~1ª ant:~ de ser sen-
Por tanto, un juicio est-ªic<¿_~n.. gen.eral P.Uede ser de- tida en su efecto, y, por tanto, eLJE!f.!..O_estet1co-p~rtene-
finido_ como _aq u~l_gi_y:o.predicado.nunca.puede....s.e.ccono- ce, a saber-,-según sus principios, a l.!L~a~ultad:supenor_del
rJ cimiento (concepto de un objeto) (aun cuando contenga conocimiento.:...y.:,-por-Supuesto,al-Jmc10,-baJo ·el ·c_ual· ·se
l'as·"~;;diciones subjetivas de un conocimiento en gene- subsumen. las.:condiciq_nes. .subj ctivas·-y--al · mismo tiempo
ral). En un juicio tal el principio determinante es la sen- generales .de la representac.ió~-·del-objet?. _P.ero como u?-a
sación. Pero sólo una de las llamadas sensaciones no pue- condición meramente sub1et1va de un JU1Cl? -~º perm1:e
de convertirsenuffc-:n:n ~o¡:1cepto'del.i;··c5¡;}et~:y-ésta es ningún concepto determinado de su pri~c1_p10 determi-
el':sentirniento"J~ ..placer.y.~.displaccfr.)~sté es m.'eramente nante>· éste sólo puede ser dado en el senu~mento de ~l~-
subjetivó;-ya-·que todo el resto de las sensaciones pueden cer, de tal modo que eljuicio_esté.tico e~ s1empr~ ~n JUt-
ser usadas para el conocimiento. Por -~~1_1;to, un juicio es- cio de reflexión; ya que, por el contrano, un JUI~;º que
tético es aquel cuyo principio determinante reside en una no presupone-una comparación de la representac1on ~~n
sensación que está conectada inmediatamente con el sen- las facultades del conocimiento que se reúnen en el Jmc10
\ timiento de placer y displacer. En el juicio estético de los
es un juicio estético de los sentidos, qu~ t~rnbién relacio-
sentidos es aquella sensación la que es producida inme- na una representación dada con el se~tH~H~nto de Rlac~r
diatamente por la intuición del objeto, pero en el juicio (pero no por medio del J.uicio ~ su pnnc1p10 ). El cnteno
estético de reflexión, la sensación que se produce es la que para decidir sobre esta diferencia solo puede ser prop?_r-
realiza en el sujeto el juego armónico de arribas facultades cionado en el tratado mismo, y consiste en la pretens1on
de conocimiento del Juicio, a saber, la imaginación y el del juicio de tener validez universal y n.ecesidad. Porq.ue
entendimiento, al ayudarse mutuamente en la representa- cuandq__tl_biicio esté_tico_lleY..a_é1,Jª§ .S9FJ:§.!?~' entonce~ tie-
ción dada, la facultad de aprehensión de aquella y la fa- ne tanibién la pre_tensié>n..de que su p.r.mc1p.1:º--1~!~man-
cultad de presentación de éste. En este caso, esta relación te[no~puede ci~~~-~.1:-~?.:r.~~r_q¡n.e.nt.e~.en el sentzmi_ento a_e pla-
causa, por medio de está _mera forma, una sensación que
es el principio determinante de un juicio, que por ello es
cer"o displacer, sm o que deh.~desca_~i:_mismo ~1 eT/º ¡ 1
en u.na....reg.la~deJas-facultades-S!,1 per10_r-~s-ael-een-o-c1m1en-
llamado estético y, en cuanto fin alidad subjetiva (sin con- to, y ,..~n este caso en una regla del J:11.c10, que, por ta1:t,o,
cepto), está conectado con el sentimiento de placer. es legislado r con respecto a las, cond1c10nes de la refl~xton
El juicio estético de los sentidos contiene una finali- a priori y demuestra autonomia_; i:ero ~sta_ autonom1a :1º
dad material, mientras que el juicio estético de reflexión es objetiva ( como la del en.tend1m1ent~ en las leyes prac-
contiene una formal. Pero ya que el primero no se refiere ticas de la libertad), es decir, por med10 de co~ceptos ~e
en absoluto a ninguna facultad del conocimiento, sino di- ·cosas O acciones posibles, sino m~ra~ente sub1et1v~, va-
rectamente al sentimiento de placer por medio del senti- lida para el juicio basado _en el senttrn1ento, el cu~l, si pue-
do, sólo el segundo puede ser considerado como fundado de aspirar a la validez umversal, de~ue~~ra su or:gen fon-
· en princ1p1os específicos del Juicio. Pues cuando la re-'- dado en principio a priori. Esta leg1slac10n debena ser lla-
75
1 ¡'
, ..
V 1:
macla h_eautono.mía, ya que el Juicio no da la ley a la na- fección de un objeto. Según esta explicación un juicio es-
turaleza ni a la libertad, sino simplemente a sf mismo, tético de los sentidos o de reflexión sería siempre un jui-
y no es una facultad de producir conceptos de Objetos, cio de conocimiento del Objeto, porque la perfección es
sino sólq de comparar casos previos con los conceptos una determinación que presupone un concepto del obje-
que le son dados por otro conducto, y proporcionar a to, y de este modo el juicio que atribuye perfección al ob- 1
1 1
priori las condiciones subjetivas de la posil?ilidad de esta jeto no se distingue en absoluto de otros juicios lógicos,
conexión. a no ser, como se pretende, por la confusión que añade
De este modo se puede entender por qué el Juicio, en al concepto (a la cual se pretende llamar sensibilidad), pero
una acción que realiza para sí mismo (sin concepto fun- que no puede constituir tampoco una diferencia específi-
damental del objeto), en cuanto mero Juicio reflexionan- ' ca de los juicios. Porque si no tendríamos que llamar es-
te, en vez de referirse conscientemente a una relación de téticos también a una cantidad infinita de juicios no sólo
la representación dada con su propia regla, refiere la re- de entendimiento, sino también de razón, porque en ellos
flexión directamente sólo a una sensación, la cual, como ' un Objeto se determina mediante un concepto confuso;
todas las sensaciones, siempre está acompafiada de placer como por ejemplo los juicios sobre justicia e injusticia;
o displacer (lo cual no sucede con ninguna otra facultad porque cuán pocas personas (incluso filósofos) tienen un
superior del conocimiento); porque la regla misma es sólo concepto claro de lo que es la justicia 8 • La representación
subjetiva y la concordancia con la misma sólo puede ser sensible de la perfección es una contradición expresa, y si
reconocida en lo que no expresa más que relación con el debemos llamar a la concordancia de lo diverso con lo
sujeto, a saber, la sensación, en cuanto señal y principio uno perfección, entonces ésta debe ser representada por
determinante del juicio; por ello éste también se llama es-:-
tético, y de este modo todos nuestros juicios pueden ser
~;,clasificados en teó!fc;.9.i_estéticos-y--pr.á~según el or- 8 Se puede decir en general que nunca se debe considerar a las
jden de las facultaaes cognitivas superio res . En esta clasi-' cosas esp ecíficam ente distintas porque una cualidad se transfor~ e en
otra por el mero aumento o disminución de su grado. Ahora bien , la
ficación sólo consideramos estéticos los ju icios de re- diferencia entre claridad y confusión de los conceptos dep ende sola-
/ flexión que se refieren solamente a un princip io del J ui- mente del grado de con ciencia de las características, proporcional a
, l cio , en cuanto facultad cognoscitiva superior, ya que los la atención que se les dedica, y por ello un modo de represent.ació.n
no es esr ecíficamente distinto de otro en es te aspecto. Pero la intui-
juicios estéticos de los sentidos, por el contrario, sólo tie- ción y e concepto se diferencian específicamente, porque no se trans~
nen que ver con la relació n de las represen taciones con el fo rman la una en el otro, por mucho que aumente o dismin uya la con-
sentidq intern o, en cuanto que éste es sentimiento. ciencia de ambos y de sus :aracterí~ticas. Porque la mayor vagu~dad
de un modo de representación mediante concep tos (como, por eJem-
plo, el de justicia) nunca impide 1~ d~ferencia específica d~ éstos en
Nota relación con su origen en el entendimiento, y la mayo~ cla:i1:id ~e la
intuición no la acerca lo más mínimo a aquél, pues la mtu1c10n tiene
lugar en la sensibilidad. La claridad lógica también se distingue ab-
solutamente de la claridad estética y ésta tiene lugar aunque no nos
Aquí es primordialmente necesario examin ar la expli- representamos en ~bsoluto al obje~o m.e1~ante conce¡:~tos, esto es, aun-
cación del placer como representación sensible de la per- que la rep~esentac1ón, en cuanto mtuic10n, sea sensible.
I:
76 77
1
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1
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¡ 1
medio de un concepto, o si no, no puede llevar el nom- las cuales puede haber muchas en una cosa bajo el mismo
bre de perfección. Si se quiere que el placer y el displacer
no sean, otra cosa que mero conocimiento de las cosas por
concepto), entonces siempre está como_ fundamento. el
concepto de algo, en cuanto fin, concepto al que se aplica
'
el enteri4imiento (que sólo de sus conceptos no puede ser el otro concepto de la concordancia de lo múltil:le co? I_o
consciente) y ,que nos parezca que sólo son meras sensa- uno. Pero este fin no siempre tiene que ser un frn practi-
ciones, entonces no debemos llamar al juicio de las cosas co, que piesuponga o incluya un placer por la existencia
mediante ellos estético (sensible), sino simplemen.te inte- ciel Objeto, sino que también puede pertenecer ª. 1~ _téc-
lectual, y los sentidos no serían en el fondo más que un nica, en cuyo caso concierne meramente a la posibilidad
entendimiento juzgante (aunque sin suficiente conscien- de las cosas y es la legalidad d~ una conexi_ón en sí ca7ual
cia de sus propias secciones), y el modo estético de repre- de la diversidad en sí misma. Sirve como CJemplo la fina-
sentación no estaría diferenciado específicamente del ló- lidad que-se piensa necesariamente en la posibilidad de u_n
gico y, por Jo tanto, la diferencia en la denominación se- hexágono regular, ya que es absolutamente ca~ual que s~is
ría completamente, inútil, porque no se podría trazar con líneas iguales se encuentren en un plano precisamente en
precisión la frontera entre ambos. (No se mencionará aquí ángulos iguales, porque esta conexión legal pres~pone un
ese modo místico de representación de las cosas del mun- concepto que, en cuanto principio, la-hace posible. U na
do, que no admite como sensible ninguna intuición que finalidad objetiva tal, observa_da en las cosas de la natura-
sea. en general distinta de los conceptos, por lo que no leza (principalmente en seres organizad~s), se pien~a aho- ·
quedaría más. que un entendimiento intuitivo). · ra como objetiva y material, y llega consigo necesanamen-
Incluso se podría preguntar: ¿No significa nuestro te el concepto de un fin de 1~ naturaleza (y~ ,sea real o ~e
concepto de una finalidad de la naturaleza 10 mismo que lo atribuyamos), en referencia al cual tamb1en se_ le ~tri-
· el concepto de perfección? y por lo tanto ¿no es la con- ' buye perfección a las cosas. El juicio so~re :sta fi°;ah_dad
ciencia empírica de la finalidad subjetiva, o el sentimiento se denomina teleológico, y no conlleva nmgun sentimien-
de placer por ciertos obj etos, la intuición sensible d e un a to de placer, ya que éste, en general, no puede buscar-
perfección, com o algunos pretenden p oder expli car el p la- se en el juicio so bre la rriera conexió n causal. .
cer en general? Por lo tanto, el concepto de p erfección , en cu anto fi-
Yo con testo : La perfección, en cuanto mera completi- nalidad objetiva, no tiene en gen eral nada que ver cor_i ~l
tud de lo múltiple, en cuanto q ue reunido constituye ló sentimiento de placer, al igual que éste con aq_uél. Al Jui-
uno , es un con cepto ontológico que coincide con el de to- cio sobre la p erfecció n le p ertenece necesanamente un
talidad d e un comp uesto (por medio d e la. coordinación concepto del objeto, pero para el juicio por medio del pla-
d e la diversidad en un agregado, o al mismo tiempo por cer no se requiere nin guno , p orque el placer pu ede ser
medio d e su subordinació n en una serie de p rin cipios y p ropo'r~ion ado por la mera intuici_ón ~mpírica .. P?r el co n-
co nsecu en cias), y no tien e qu e ver lo más mírlimo con el 1
trario, fa represen~ación de una fm~b~ad subJ et1va de _u n
sentimiento de placer y displacer. L a p erfección d e una objeto llega a coincidir con el sen timiento d e plac: r (m-
cósa en la referen cia de su diversidad a un con cepto de la cluso sin que le co rresponda un conc~pto ~bstra1do d e
misma es sól'? fo rmal. Pero si h ablo de una, perfección ( de una relación de finalidad), y h ay un ª~ _:l9.,~~'.:1t nso en-
78 ~- 79
.F I LO S O F I A
V LETRAS
tre ambos tipos de finalidad. Porque para averiguar si lo gar ninguna transición por medio de con~~ptos de objet_os
que es subjetivamente conforme a un fin lo es también ob- (en cuanto que éstos deben est~r ~n relac1on con aqu~llos) ¡:
jetivamente, se necesita una investigación en 1a mayoría entre el conocimiento y el sentimiento de placer y displa- ,'j
de los casos extensa, no sólo de la filosofía práctica, sino cer, y que no se puede es~~rar determinar ~ priori la i_n-
también de 1a técnica, sea de la naturaleza o del arte, esto fluencia de una representac1on dada en el espmtu, del mis-
es, para encontrar perfección en una cosa se necesita lag- mo modo que observamos anteriorrI'1:~nte, en la crític~ de
zón, para encontrar agrado ·basta con los sentidos, para la razón pr.áctica, que la representa~10n de ~na leg.alidad
encontrar belleza en ella no se necesita más que la mera general de_ I;i· voluntad debe determinar. al .mismo tiempo
reflexión (sin ningún concepto) sobre una representación la voluntad y- por ello despertar el sentimiento ,de .re.s~e-
dada. to, como una ley contenida a priori en nuest~os JU1c1os
Por lo tanto, la facultad estética de reflexión juzga sólo morales, pero sin embargo no. podíamos deducir ~s~e. sen-
} sobre la finalidad subjetiva (no sobre la perfección) del ob- timiento de conceptos. Del mismo modo, en el anal1S1s del
/ jeto, y la pregunta es ahora si este juicio se realiza sólo juicio estético de reflexión se nos mostrar~ e~ ~oncep~o,
por medio del placer o displacer que se siente, o incluso que aquél contiene y que des.cansa en un pnn.cw10 a prio-
sobre el mismo, de tal modo que el juicio determine al ri, de la finalidad formal, y sm embargo, subjetiva_, d.e los
mismo tiempo que el placer o displacer deba estar conec- Objetos, el cual coincide en el fon?º con el sentimiento
tado con la representación del objeto. de placer,. pero no puede ser deducido de conceptos, :ºn
Esta cuestión, como se ha afirmado más arriba, no los cuales sin embargo, la facultad de representar esta en
puede ser decidida suficientemente todavía. Primeramen- relación ieneral, cuando afecta al espíritu e~ la reflexión
te se debe averigüar por medio de la exposición de este sobre un objeto. . . .
tipo de juicio en el tratado; si éste conlleva alguna gene- Una explicación de este sent1m1ento, considerado en
ralidad o necesidad que le haga apto para ser deducido de general, sin tener en cuenta la distinción entre que. aco:1;-
un principio determinante a priori. En este caso el juicio pañe a la percepción, a la reflexión o a la determinacion
determinaría a priori algo por medio de la facultad cog- de la voluntad, debe ser transcedental 9 • Puede expresarse
noscitiva (a saber, el Juicio), y esto mediante la sensación
de placer o displacer, pero por supuesto al mismo tiempo
9 Resulta provecho~o inten~ar ~na. d.efinició~. transcendental _de
también sobre la generalidad de la regla que conecta el
conceptos que se necesitan como ynnc1p1os .e,mp1ncos cuando se tie-
sentimiento con una representación dada. Si, por el con- nen motivos para suponer que tienen relac1on con la pura faculta,d
trario, el juicio no contuviera nada más que la relación de del conocimiento a priori. En ese caso se procede como el ma~ema-
la ·representación con el sentimiento (sin la mediación de ti~o que hace mucho más fácil,1~ soluc_ión de sus problema~ de¡~ndo
indeterminados sus datos empmcos e incluyendo la mera smtes1s de
un principio. de conocimiento), como es el caso en el jui-
éstos bajo las expresiones d.e. la arit1;1~tica pura. P,ero c~.m~ra tal, ex-
cio estético de los séntidos (que no es un juicio de cono- . plicación de la facultad apetitiva (Cnttca de la razon practica, P:º~o-
cimiento ni de reflexión), entonces todos los juicios esté- go pág. 16) se me ha hecho la objeción de que no pue1e ser def101da
ticos pertenecerían al campo meramente empírico. como la facultad de se~ causa de la _realidad de los ob¡~~os de las re-
presentaciones por medio de ellas mtsmas, porque \amb1en l?s meros
Por el momento se puede hacer notar que no tiene lu- deseos, de los cuales se sabe que no pueden producir sus ObJetos, se-
80 81
así: el p~a_cer es u_~.!~tado.. d~l_~,eí_rity_en_eLc.ua~~-ª re- · producir su objeto. En ~l primer caso el juicio s~bre la re-
presentac10n··concucrda consigo mtsma, en cuanto funda-
mento, bien para conservar tal estado (porque el estado
?~
presentación dada es un juicio_ e_st_ético reflex1ó~; _en el
segundo, sin embargo, es un ;mc10 estet1co-patolog1co o
1de la cooperación mutua entre las facultades del espíritu
en una representación se conserva a sí mismo), bien para
estético-práctico. Aquí se ve fácilmente 9u~ el placer o el
displacer, como no son modos de conoc1m1ento, no pu~-
den ser explicados por sí mismos, y pretenden ser senti-
riari apetencias. No obstante, ·esto no demuestra nada más que tam- dos, no comprendidos; se puede ver a la luz de esto que
bién hay determinaciones de la facultad apetitiva, en las cuales ésta sólo por medio de la influ~ncia que tiene_ u_na representa-
está en contradicción consigo misma: fenómeno verdaderamente cu-
~ioso para la psicología (como lo es para la lógica la observación de ·
ción mediánte este sentimiento en la actrv1dad .de las fa-
la influencia que los prejuicios tienen sobre el entendimiento), que cultades del espíritu, pueden ser explicados, aunque ma-
sin embargo no debe influir en la definición de la facultad apetitiva, lamente.
considerada objetivamente, es decir,.en lo que ella es en sí antes de
ser desviada por cualquier motivo de su determinación. De hecho, el
hombre puede desear algo del modo más vivo y persistente y sin em-
bargo estar convencido de que no lo puede lograr, o incluso de que
es absolutamente imposible: por ejemplo, desear q_ue lo pasado no
haya pasado, desear que un tiempo que nos aburre pas~ más deprisa,
etc. También es un artículo importante para la moral advertir expre-
samente contra tales apetitos vacíos y fantásticos, que son alimenta-
dos a menudo por novelas, así como también por representaciones
místicas, parecidas a las novelas, de perfección sobrehumana y san-
tidad fanática. Pero el auténtico efecto que tales apetitos y pasiones
vacíos, que dilatan y hacen languidecer el corazón, tienen sobre el es-
púitu, su debilidad por el agotamiento de sus fuerzas, demuestran sufi-
cientemente que aquél realiza rep~tidos esfuerzos para hacer real su
Objeto mediante representaciones, pero otr-as tantas veces se hun-
de en la conciencia de su impotencia. También para la antropología
es una tarea que no carece de importancia el investigar por qué la na-
turaleza nos ha hecho capaces de tales gastos de fuerza infructuosos,
como lo son los deseos y pasiones vacíos (que en realidad juegan un
papel importante en la vida humana). Aún me parece que la na tura-
leza ha procedido aquí, como en todas partes, sabiamente. Porque si
la representación del Objeto no nos impulsara a usar nuestra fuerza
antes de asegurarnos de la suficiencia de nuestra capacidad para pro-
ducirlo, aquélla quedaría inutilizada en su mayor par te, porque ge-
neralmente sólo conocemos nuestras fuerzas al ejercitarlas. Por lo tan-
to la naturaleza ha conectado 1a determinación de la fuerza con la re-
presentación del Objeto incluso antes de que CO!lOZCamos nuestra ca-
pacidad, la cual es producida a menudo por ese esfu erzo, que al prin-
cipio le parecía al propio espíritu ·un deseo vano. Ahora depende de
Ja sabiduría poner límites a este instinto, pero nunca conseguirá, ni
siquiera intentará, estirparlo.
82 83
r :
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Entendí por una técnica formal de la naturaleza la fi-
nalidad de la misma en la intuición; por técnica real en-
tiendo, sin embargo, su finalidad según conceptos. La pri-
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mera proporciona al Juicio configuraciones conformes a 1
87
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las mismas (como fines naturales) se llama juicio teleoló- por medio de coñceptos, pa~a de este modo hacer repre- :· 11
1
gico. Si bien los juicios estéticos mismos no son posibles sentables las cosas en cuanto fines de la naturaleza. fÍ';'
a priori, ahora se dan, sin embargo,· principios a priori en El juicio estético de las formas de la naturaleza podía ·[,'
i.
la idea necesaria de una experiencia ·como sistema, que consti- descubrir que ciertos objetos encontrados en la naturale- .'
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1
tuye el concepto de una finalidad formal de la naturaleza pa- · ~a son conformes a fines, y esto sin tener como funda-
ra nuestro Juicio, y de los cuales surge a priori la posibi- mento un con'cepto del objeto, es decir, simplemente en
lidad de juicios estéticos de reflexión como tales, los cuales relación con las condiciones subjetivas del Juicio. Por tan-
'1'
están fundados en principio a priori. La naturaleza con- to, el juicio estético no requería ningún concepto del Ob- ' 1
cuerda necesariamente no sólo con respecto a sus leyes, jeto y tampoco producía ~in,g~no; _de. este modo no .ex- j
'transcedentales con nuestro ·entendimiento, sino también : plicaba los Objetos en un JU1c10 obJet1vo en cuanto fines
en sus leyes empíricas con el Juicio y con su faculÚ;d de de la naturaleza, sino simplemente en cuanto conformes
presentarlas en una aprehensión empírica de sus formas · a fines, en relación subjetiva con el modo de representa-
por medio de la imaginación; y esta concordancia sirve ción. Esta finalidad de las formas puede ser llamada figu~
sólo a los fines de la experiencia, con lo que la finalidad ra.tiva y la técnica de la naturaleza en relación con ellas
formal de ésta con respecto á la concordancia de la natu- también puede ser llamada así (technica speciosa).
1
raleza (con el Juicio) se demuestra como necesaria. Pero Por el contrario; el juicio teleológico presupone un ¡ ,¡
si ahora se piensa la naturaleza, en cuanto Objeto de un ! concepto del Objeto y juzga sobre. su posibilidad según
juicio teológico, también como concordante con la razón una ley de conexión de causas y efectos. Por ello esta téc-
según su causalidad, de acuerdo con el concepto que ella nica de la naturaleza podría denominarse plástica, si no se
misma se hace de un fin, esto es más de lo que se puede hubiera puesto de moda un uso más general de esta pa-
exigir al mero Juicio, el cual puede c;:ontener principios labra, a saber, tanto para la belleza natural como para las
propios a priori para la forma de la intuición, pero no para intenciones de la naturaleza. Por eso, si se quiere, puede
los conceptos de la producción de las cosas. P or tanto, el denominarse técnica orgánica de la naturaleza, expresión
conc'epto de un fi n r eal de la n aturalez a reside por com- q u e designa el con cept o de la fin alidad no sólo .P~~a el
pleto más allá del cam po del Juicio , si lo tom am os en sí m odo de rep r esentación, sino también p ara la po s1b1lidad
. aislado . Y ya q ue el Juicio, en cu~nto cap acidad aislada de las cosas mism as .
del cono cimiento, sólo consider a dos facultades, la ima- . Pero lo m ás esen cial e importante para esta sección es
ginación y el entendimiento, relacion adas en una repre- probablemente la p ru eba de que el co ncept o de causa fi-
sentación que pr eced e a t odo concep to , y p or m edio de nal en la naturaleza, que sep ar a el juicio teleoló gico de la
ést_a percibe la finalidad subjetiva del o bjeto para la facul- mism a del juicio según leyes m ecánicas generales , en_ un
t ad del cono cimiento en la apreh ensión del mismo _(por concep to que p ertenece solam ent e al J uicio, y no al en-
m edio de la imaginación), deber á p oner en relación el enten- tendimiento· o la r azón ; es decir , qu e si se pu diera ·u sar el
dimiento y la r azón (qu e no es necesaria para la experien- con cepto d e fin de la naturaleza t ambién en sentido o b-
cia en general) en la finalidad teleológica de las cosas, en cuan- jet ivo, en cu anto intención de la naturalez a, tal uso no es-
to fines d e la naturaleza, qu e sólo p uede ser representada tar ía fundado en la experiencia, qu e si bien puede p resen-
88 89 • 1
tar fines, no puede, sin embargo, demostrar de ningún (aunque reflexionante lógicamente, 1:º estéticam~;1te) y el
1
modo que éstos sean también intenciones. Por tanto, lo segundo al determinante. Para el pnmero tamb~en ~e re-
que se encuentra en la experiencia perteneciente a la teleo- quiere la razón, pero sólo para lograr una exper~encia or-
logía contiene solamente la relación de sus objetos con el denada según principios (por tanto., en su us~ inmanen-
Juicio y también con un principio fundamental del mis- te); para el segundo, por el contrano, se requiere una ra- :¡
mo, por medio del cual legisla para sí mismo (no para zón que se remonte al infinito (en el uso transcen~ente). f¡
la naturaleza), es decir, en cuanto Juicio reflexionantc: Podemos y debemos empeñarnos, en la medida de '.I
90 91
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que precede a la posibilidad de las partes, es una mera ',
idea, y ésta si se considera como fundamento de la cau- de las dos posibilidades ya no sería meramen:e reflexio-
salidad se llama fin, entonces está claro que si existen ta- nante, sino determinante, y el concepto de un fm de la .n.a-
les productos de la naturalez.a es imposible descubrir sólo turaleza tampoco sería ya un mero concepto del Jumo,
mediante la experiencia su cualidad y las causas de ésta (y para el uso inmanente (de la exper~encia), sino que estaría
aún menos explicarla por la razón) sin representarse su conectado con un concepto de razon de una causa que ac-
forma y causalidad según un principio de los fines. tuara intencional~ente colocada por encima de la natura-
Ahora queda claro que en tales casos el concepto de leza, cuyo uso es transcendente, ya se juzgue en este caso
una finalidad objeti\'.'a de la naturaleza sólo sirve para los afirmativa o negativamente.
fines de la reflexió'n sobre el Objeto, y no para la deter-
minación del Objeto por medio del concepto de un fin, ,
y el juicio teleológico sobre la posibilidad interna de un
producto de la naturaleza es un juicio meramente reflexio-
nante, no determinante. Por tanto, cuando se dice, por
ejemplo, que el cristalino en el ojo tiene el fin de efectuar
la reunión de los rayos de luz que emanan de un punto
en un punto de la retina del ojo, mediante una segunda
refracción de aquéllos, sólo se dice que se piensa la repre-
sentación de un fin en la causalidad de la naturaleza cuan-
do ésta produce al ojo, porque una idea tal sirve como
principio para guiar la investigación del.ojo en lo que con-
cierne a su retina, así c8mo para ayudar a descubrir los
medios que se podrían idear para producir aquel efecto.
De este modo no se atribuye todavía a la naturaleza una
causa que opera según la representación de· fines, es decir,
intencionalmente, lo cual sería un juicio teleológico deter-
minante y, por tanto, trascendente, porque introduce una
causalidad que está más allá de los límites de la naturaleza.
El conc·epto de fin es de la naturaleza es entonces sólo
un concepto delJuicio reflexion an te al servicio de sus pro-
pios fines, a sabe r, investigar la conexión causal en los ob-
jetos de la experiencia. Mediante un principio teleológico
de la explicación de la posibilidad interna de ciertas cosas
de la naturaleza se deja indeterminado si la finalidad de
las mismas es intencional o no. Un juicio que afirmara una
92
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.les expliquen el extraño fenómeno de la avaricia, que pone camente. Porque de este modo se actuaría en contra de
en la mera posesión de los meqios de bienestar (o en cual- la . propia intención, y cuando se hubiera conseguido
quier otro propósito), un valor absoluto, pero con el pro- ; completar la explicación deseada, ésta demostraría que
pósito de nunca hacer uso de ellos, o bien el ansia de hon- el juicio no puede aspirar de ningún modo a la necesi-
ra, que cree encontrar ésta en la mera notoriedad, sin más) dad, precisan1ente por poderse demostrar su origen em-
pretensiones; a partir de estas explicaciones los moralistas ! pírico.
pretenden dictar su prescripción, no las propias leyes éti--' Ahora-Sien, Tos juícios estéticos de reflexión ( que ana-
cas, sino la eliminación de los obstáculos que se oponen lizaremos de aquí en adelante bajo el nombre de juicios
a la influencia de éstas. Aquí hay que confesar que las ex- de gusto) son del tipo mencionado_ más arriba. Aspiran a
plicaciones psicológicas, en comparación con las físicas, la necesidad y no dicen que todo el mundo juzga de ese
están en un estado miserable, que hipotéticamente no tie- ·, modo -de manera que serían un problema a explicar
nen fin y que dados tres principios explicativos distintos,•· por la psicología empírica- sino que se debe juzgar así,
se puede idear con toda facilidad un cuarto igualmente lo cual es decir tanto como que tienen un principio a prio-
plausible; por todo ello un grupo de presuntos psicólo- ri para ellos mismos. Si la relación con tal principio no es-
gos de este tipo, que saben mencionar las causas de todas tu viera contenida en estos juicios, deberíamos suponer, ya
las,afecciones o emociones del espíritu despertadas por es-. que pretenden ser necesarios, que se puede afirmar en un
pectáculos, representaciones 'poéticas y objetos de la na-· juicio que debe ser universalmente válido porque, según
turaleza, y que incluso llaman filosofía a este ingenio suyo demuestran las observacion_es, es de hecho universalmen-
para explicar científicamente el más común de los sucesos'. te válido, y a la inversa, que del hecho de que todo el mun-
natur~les, no sólo no muestran para ello ningún conocí-' do juzga de un cierto modo se sigue que también se debe
miento, sino quizás ni siquiera la capacidad. Hacer ob- juzgar de ese modo, lo cual constituye un absurdo
servaciones filosóficas (como Burke en su escrito Sobre lo patente.
bello y lo sublime), es d ecir, reun ir material para con ectar Ahora aparece en los juicios estéticos de reflexión la
sistemáticamente reglas de experiencia en el futuro, sin in- dificultad de que d e nin guna man era pueden estar fun-
tentar entenderlas, es p robablemente la única tarea verda- dad os en conceptos, y que, por tanto, no pued en ser de-
dera de la psicología empírica, la cual difícilmen te podrá : ducidos d e ningún p rincip io determinado, porque en
p retender acceder alguna vez al rango de una cien cia • ese caso serían ju icios lógicos; la rep resentación subj e-
filo sófica. · tiva de la fin alidad n o debe ser de ningún modo un
Pero si un juicio se hace pasar p or universalmente vá- con cep to de un fi n. Pero la relación con un principio
lido y, por tanto, preten de que su afirmación sea ne- a priori puede y debe ocurrir siemp re que el ju icio p re-
cesaria, esta supu esta ne cesid ad puede d esc an sar ten da ser necesario; aquí sólo se habla de tal pretensión
en conceptos del o bjeto a priori o en condicion es subje- y de su posibilidad, y a que requiere una crítica racio -
tivas del concepto, que son fundamentos a priori; en- n al que investigue el princip io que, aunque sea inde-
tonces sería absurdo, si se apoyan las p retension es de terminado, constituye su fundamento. Tal crítica p ue-
tal juicio, justificarlo explicando su origen psicológi- d e incluso enco ntrar y recon ocer co mo tal el principio
98 99
que fundamenta subjetivamente y a priori el juicio, au~- do de la experiencia (ya que ésta sólo enseña lo que las
que nunca puede proporcionar un concepto determinado cosas son).
del Objeto. De que podemos ver por 1os ojos tenemos experien-
cia inmediata, lo ll}Ísmo que de la estructura interna y ex-
terna de los mismd.i;', las cuales contienen las condiciones
de su uso posible, y, por tanto, la causalidad según 1eyes
Del mismo modo se debe admitir que el juicio teleo- mecánicas. Pero también puedo usar una piedra para rom-
lógico está fundado en un principio a priori'., y que sin ; per algo o para construir algo, etc., y estos efectos tam-
éste es imposible, aunque encontremos el fin de la natu- bién pueden estar relacionados, en cuanto fines, con sus
raleza en tal juicio por medio de la sola experiencia y sin, causas; pero no puedo decir de la piedra que ha debido~
ella no podamos saber qué cosas.de esta clase son siquie- .•. servir para construir. Só1o del ojo juzgo que ha debido ser
ra posibles. El juicio teleológico, aunque conecta un con- · apto para ver, y aunque su figura, la cualidad de sus par-
cepto determinado de un fin, el cual fundamenta la posi- tes y su composición, juzgadas según leyes meramente
bilidad de ciertos productos de la naturaleza, cort la re- : mecánicas de la naturaleza, son absolutamente contingen-
presentación del Objeto (lo cual no ocurre en el fuicio es- tes para mi Juicio, sin embargo en su forma y en su cons-
tético), sin embargo, no es más que un juicio de reflexión,.· trncción pienso una necesidad de estar constituidas de
al igual que el anterior. No pretende en absoluto afirmar.' cierta manera, a saber, según un concepto que precede a
que en esta finalidad objetiva la naturaleza (u otro ser por las causas de la formación de este órgano, sin el cual no
medio de ella) proceda de hecho intencionalmente, es de- ' puedo concebir la posibilidad de este producto de la na-
cir, que en sí o en su causa el pensamiento¡de un fin de-• turaleza según leyes mecánicas de la naturaleza (como
termine la causalidad, sino solamente que debemos usar. ocurre con la piedra). Este «deber» contiene una necesi-
las leyes mecánicas de la naturalez¿ según esta analogía; dad que se distingue claramente de la físico-mecánica, se-
( relaciones causa-efecto) p ara reconocer la posibilidad de , gún la cual una cosa es posible según meras ley es d e las
tales O bjetos y obtener un concep to de los mismos qu e; causas efici entes (sin una idea p recedente de la misma), y
los relacione en una exp erien cia orden ad a sistemática- p uede ser determinad a p or medio de leyes meramente fí-
mente. sicas (empíricas) tan p oco como la n ecesidad del juicio es-
U n juicio teleológico compara el concep to de u n pro- ; tético p or medio de leyes psicológicas; requi ere más bien
dueto d e la n aturaleza, según lo que es, con lo que debe , un princip io propio a priori en el Juicio, en cuanto re-
ser. Lo qu e aquí fun damenta el juicio de su p osibilidad es ; flexion ante, bajo el cual es tá el juicio teleológico y a p ar-
u n con cep to ( de fin) qu e lo precede a priori. R epresentar- ' tir del cual d ebe ser determinada en cuanto a su valid ez
se de este m odo la p osibilidad en los produ ctos del arte y limitación. .. _ . .
1
no constituye ninguna dificultad . P ero p ensar que un pro- .)~or tanto to d9s los i?i~ios ~ob_re la fin alid ad de_ la n a-
du eto de la n aturaleza ha debibo ser algo, y juzgar con res- turaleza,. ya sean estéticos o teleo ló gicos, están suJ etos a
p ecto a si también es así de hech o o no , contiene y a la pre- , principios a priori, y de modo especial los que p ertenecen
suposición d e u n principio q ue no h a podido ser obteni-. de manera p articu lar y exclusiva al Juicio, po rqu e son jui-
100 101
cios meramente reflexionantes, no determinantes. Preci-
samente por eso pertenecen también a la crítica de la ra- •.
zón pura (tomada en el sentido más general); los últimos
necesitan ésta más que los primeros, porque abandonados
a sí mismos invitan a la razón a conclusiones que se pue-
den perder en la exageración, pero los primeros, por el
contrario, requieren una investigación laboriosa simple- ·
mente para evitar que no se limiten, según su principio, .·. . 11. Introducción enciclopédica de la crítica
a lo empírico, y nieguen de este modo su_s pretensiones · del Juicio en el sistema de la crítica
de validez necesaria para todo el mundo. ·. · de la razón pura
102
:1 i
105
mientas, por medio del concepto formal de una totalidad Si bien este principio no determina nada. con respec:o a
que al mismo tiempo contiene el principio de una divi- las formas particulares de la naturaleza, smo que la fma-
sión completa, se puede ver fácilmente por qué las intro- lidad de éstas debe ser dada siempre empíricamente,· sin
ducciones enciclopédicas, por m-i.1y útiles que sean, son embargo el juicio sobre estas fer.mas consigue u1:1ª.P_reten-
tan poco frecu-cntes. sión de validez universal y necesidad, en cuanto JUtc10 me-
Y a que aquella facultad cuyo principio peculiar debe ' ramente rcflexionante, y la consigue por medio de la re-
ser juzgado y discutido aquí (el Juicio) es de un tipo tan lación de la finalidad subjetiva de las representaciones da-
particular que no produce por sí misma absolutamente das para el Juicio con aquel principio a pri?ri del Ju~c~o,
ningún conocimiento (ni teórico ni práctico), y a pesar de de la finalidad de la naturaleza en su legalidad empmca
su principio a priori no proporciona una parte de la. filo- en general. Por ello se podrá considerar u~ ju.i~~o estét~co.
sofía trascendental en cuanto teoríf objetiva, sino que sólo reflexionante en cuanto fundado en un pnnc1p10 a priori
constituye la conexión de las otras dos facultades cognos- (aunque no es determinante), y considerar al Juicio con
citivas superiores (el entendimiento y la razón), se me derecho en sí a un sitio en la crítica de las facultades cog-
puede permitir, en la determinación de los principios de noscitivas superiores puras.
una facultad tal que no es capaz de una doctrina, sino sólo , Sin embargo aquí el concepto de una fin-alid_ad de la
de una crítica, desviarme del orden necesarip en los-de- naturaleza (en cuan to a finalidad técnica esencialmente
más casos, para adelantar una breve introducción enciclo- distinta de la práctica), si debe ser algo más que la mera
pédica, no en· el sistema de las ciencias de la razón pura, captación de lo que de ella hacemos tomándolo por lo que
sino sólo en la crítica de todas las facultades del espíritu es, es un concepto separado de toda filosofía dogmática
determinables a priori, en cuanto que constituyen un sis- ( tanto teórica cori10 práctica), el cual sólo se fundame?:ª
tema en el espíritu. De este modo unire1;1os la introduc- en el principio del Juicio, que precede a las l.eyes empir~-
ción propedéutica con la enciclopédica. cas y hace posible en principio su concordancia con la um-
La introducción del Juicio en el sistema de las facul- dad de un sistema de las mismas. Por ello está claro que,
tades cognoscitivas puras por medio de conceptos descan- de los dos tipos de u.s o del Juicio reflexionan te ( el estéti-
sa completamente sobre el principio tras cendental que le co y el teleológico), aquel juicio que pre.cede a todo con-
, es propio: que en la especificación de las leyes trascen- cepto del Objeto, el juicio estético r eflex1onante, e_s ~l q~e
dentales del entendimiento (principios de su posibilidad tiene su prjncipio_d~terminante solamente en e_1 Jmc10, ~m
en cuanto naturaleza en general), es decir, en ·1a diversi- m-ezclarse con otra facultad cognoscitiva; por el contrano,
dad de sus leyes empíricas, la naturaleza procede según la el juicio teleológico sobre el concepto de un fin de la na-
idea de un sistema de la división de las mismas, con el fin turaleza, aunque en el juicio mismo éste se u sa s.ólo como
d e posibilitar la experiencia como sistema empírico. Esto principio del Juicio reflexionan te, no del ~etermmante,.~o
proporciona en primer lugar el concepto de una legalidad puede ocurrir de otro modo que por med10 de 1~ ~~nex1on
objetivamente contingente, pero subjetivamente (para de la razón con conceptos empíricos. La pos1b1hdad de
nuestra facultad cognoscitiva). necesaria, esto es, el con- un juicio teleológico sobre la naturaleza puede mostrarse
cepto de una finalidad de la naturaleza, y lo hace a priori. fácilmente a partir de aq uí, sin poder fundamentarla en
106
l07 ·
un princ1p10 particular del Juicio, porque sólo sigue el de nuestras facultades cognoscitivas, abre una perspectiva
principio de la razón. Por el contrario, la posibilidad de sorprendente y, según creo, muy prometedora en el sis-
un juicio estético de la mera reflexión y fundado en un tema com·pleto de todas las facultades del espíritu, en
principio a priori, es decir, un juicio de gusto, si se puede cuanto que en su determinación no están referidas sólo a
demostrar que tiene realm.ente derecho a la pretensión de lo sensible, _sino también a lo. suprasensible, sin traspasar
validez universal, requiere con seguridad una crítica del · los límites marcados por una crítica estricta a su uso con
Juicio en cuanto facultad de principios trascendentales· !?e- respecto a lo último. Quizá le pueda ser útil al lector, para
culiares (igual que el entendimiento y la razón), y sólo • captar con más facilidad la conexión de las investigacio-
por medio de ella se hace apto para ser incorporado en el _nes que siguen, que haga aquí un esquema de esta co-
sistema de las facultades cognoscitivas puras; la razón de nexión sistemática, el cual en realidad debería estar colo-
esto es que el juicio estético, aunque no presupone con- cado, al igual que toda esta .sección, al final del tratado.
cepto de su objeto, sin embargo le atribuye finalidad y va- Las facultades del espíritu en su totalidad pueden ser
lidez universal, por lo que el principio debe residir en el reducidas a las tres siguientes:
l.¡:1,
Juicio mismo, ya que el juicio teleológico, por el contra- I"
rio, presupone un concepto del qbjeto, que la razón pone Facultad cognoscitiva j
bajo el principio de la conexión final, pero este concepto Sentimiento de placer y displacer
de un fin de la naturaleza sólo lo usa el Juicio en los jui- Facultad apetitiva
cios reflexionantes, no en los determinantes.
Por tanto sólo en el gusto, y con respecto a los obje- Sin embargo, la facultad cognoscitiva, aunque no
tos de la naturaleza, se muestra el Juicio como una facul- siempre el conocimiento (pOrque una representación per-
tad que tiene su principio peculiar y que por ello tiene teneciente a la facultad cognoscitiva también puede ser
pretensiones fundadas de ocupar un lugar en la crítica ge- una intuición, pura o empírica, sin conceptos), fundamen-
neral de las facultades co gnoscitivas superiores, aunque ta el ejercicio de todas. Por tanto, como hablamos de la
no se la h ubiera creído con d erecho a ello. Pero una v ez facultad de co nocer según sus prin cip ios, las siguientes fa-
que se ha p resentado la capacid ad del J uicio de darse a sí cultades cognoscitivas superiores v ienen a colocarse junto
. mism o p rincipios a priori) tamb ién es necesario determi- a las fa cultades del espíritu en gen eral:.
nar su extensión, y para es ta completitud de la crítica se
requiere qu e se reconozca a sus facultades estética y te- Facu ltad cognoscitiva .. .......... . . . entendimiento
leológica como contenidas en u na sola facu ltad y basadas -Sen timiento de placer y displacer .. . . Juicio
en el mismo p rincipio, porque también el juicio teleoló - Facultad apetitiva . . ... . ... . ....... . razón
gico sobre las cosas de la naturaleza perten ece, tan to como
el estético, al Ju icio reflexion ante (no al d eterminante). En con tramos qu e el en tendimiento contiene princi-
P ero la crítica del gusto , que de otro modo sólo se usa pios p ropios a priori para la fa cultad cognoscitiva, el Jui-
para m ejo rar o reforzar el gusto mism o, si se la trata con cio sólo para el sentimiento de placer y displacer y la ra-
in tención transcend ental, al llenar un hueco en el sistema zón sólo para la facultad ~p etitiva. Estos princip ios for-
108 109
males fundamentan una nec'esidad que es en part.e objeti- Por lo tanto, la naturaleza funda su legalidad en prin-
va y en parte subjetiva, y en parte también, sin embargo, cipios a priori del entendimiento en cuanto facultad cog-
gracias a que es subjetiva, tiene a la vez validez objetiva. noscitiva; el arte se rige en su finalidad a priori por el jui-
Por ello estos principios determinan, por medio de las fa- cio en relación con el sentimiento de placer y displacer; fi-
cultades superiores colocadas a su lado, las facultades del nalmente, las costumbres (en cuanto producto de la liber-
espíritu correspondientes a ellas: tad) están bajo la idea de una forma de la finalidad tal que
es adecuada con valor general, en cuanto principio deter-
Facultad cognosciti- minante de la razón con respecto a la facultad apetitiva.
va ....... , ....... . entendimiento legalidad Los juicios que surgen de este modo de principios a prio-
Sentimiento de pla- ri propios de cada facultad fundamental del espíritu, son
cer y displacer ..... juicio finalidad juicios· teóricos, estéticos y prácticos.
Facultad apetitiva . razón finalidad que al Así se descubre un sistema de las facultades del esp/-
mismo tiempo es ritu, en relación con la naturaleza y la libertad, cada una
una ley (obliga- de las cuales tiene sus propios principios determinantes a
toriedad) priori) y por tanto constituyen las dos partes de la filoso-
fía (la teórica y la práctica) en cuanto sistema doctrinal, y
al mismo tiempo una transición, a través del Juicio, que
Finalmente a los fundamentos a priori de la posibili- .por medio de un principio propio conecta ambas partes,
dad de las formas antes mencionadas se asocian los si-
a saber, del sustrato sensible de la primera filosofía al in-
guientes, en cuanto a productos suyos: . teligtble de la segunda. Esta transición se realiza mediante
. la crítica de una facultad (el Juicio), que sólo sirve para la
conexión, por lo cual por sí misma no puede obtener nin-
Facultades Facultades Principios
del co gn os ci tivas a Productos gún conocimiento ni contribuir de ningún modo a la doc-
espíritu superi ores pnon trina. Sin embargo, sus juicios, denominados estéticos (cu-
yos principios son meramente subjetivos), siendo distin-
. Facultad cog- tos de todos aquellos cuyos principios básicos tienen que
noscitiva entendimiento legalidad naturaleza ser objetivos (ya sean teóricos o prácticos) denominados
Sentimien to de
placer y displa- lógicos, son de un tipo tan especial que refieren intuicio-
cer juicio finalidad arte nes sensibles a una idea de la natural eza, cuya legalidad
Facultad apeti- no pude ser entendida sin una relación de ella misma con ¡,;
tiva razón · finalidad que ur;i sustrato suprasensible~ lo cual se probará en el tratado
al mismo tiem- mismo.
1 ·
110 111
primera tiene un significado demasiado amplio, ya que .
también podría referirse a la sensibilidad de la intuición, ·
la cual pertenece al conocimiento teórico y proporciona ~
la materia para los juicios lógicos (objetivos). Por ello ya·
1
hemos determinado también la expresión «estética» exclu-
sivamente como predicado de lo que en los juicios de co-
nocimiento pertenece a la intuición. Pero no hay que te- ·
mer ningún malentendido si llamamos a un Juicio «esté- . 12. División de la crítica del Juicio
tico» porque no refiere la representación de un objeto
a conceptos, ni por tanto el juicio al conocimiento (al no ,
ser determinante, sino sólo reflexionante); ya que para el ;
juicio lógico las intuiciones, aunque sean sensibles ( esté- '.,
ticas), deben ser elevadas primero a conceptos, para con- ·
tribuir al conocimiento del Objeto, lo cual no es el caso
en el Juicio estético.
112
!
,~.
')
1,
I
A
'
anterioridad en todas sus partes, aunque sólo según la re-
gla de la crítica. Después de esto, para llevar el todo a la
forma sistemática de una doctrina (en la medida en que
l puede haberlo con respecto a la naturaleza de esta facul-
tad cognoscitiva), no s~ requiere más que la prolijidad al
115
aplicarlo a lo particular y la elegancia de la precisión al mó que la representación de la finali:dad subjetiva) no
conectarlo. debe ser considerado como dependiente de la sensación
1
Para dividir una crítica del Juicio (facultad tal que, en una representación empírica del Objeto, ni tampoco
aunque se funde en principios a priori, nunca ha podido del concepto del mismo, sino, por tanto, sólo de la re-
proporcionar la materia para una doctrina) hay_que ba- flexión y su forma (la acción peculiar. del Juicio), por me-
sar.se en 1~ distinG.ión_ de__SJ.y_e_s_6lo_eLJ.uicio_reflexionante dio de la cual avanza de íntuiciones empíricas a concep-
herJ_~p~_ei~::.~!i,. n~_~l_q~~~i:g.iju~JJ~_q ue éste s§_lo tos en general, y con la cual está conectado seg6n un prin-
procede esquemáticamente, de. acuerdo _c_o_nJe-Y-es___de_.otra cipio a priori. Por tanto, la estética delJuicio reflexionan-
fa~1il~~-~:fTel~-eñfe"t;'~:fim1eÜto ), ni.1~~tr_as_q.Qe_;,i_q.\.l_éLsolo-pro- te ocupará una parte de la crítica de esta facultad, del mis-
~~de.técnicam.ente_ (según leyes propias). Este último pro- mo modo que la lógica de tal facultad, bajo el nombre de
ceder tiene como fundamento un principio de. la técnica teleología, constituye la otra parte. Sin embargo, en las
de la naturaleza y, por tanto, el concepto de una finalidad dos se considerará a la naturaleza misma como técnica, es
que se debe presuponer en ella a priori. El Juicio reflcxio- decir, como conforme a fines en sus prodU(;tos; en el pri-
nante presupone esta finalidad necesariam~ntc según un mer caso subjetivamente, en relación con el mero modo
.principio sólo en cuanto subjetivo, esto es, en rela- de representación del sujeto, pero en el segundo caso
ción con la propia facultad, pero también conlleva el como objetivamente conforme a fines en relación con la
concepto de una finalidad objetiva posible, es decir, de la po~ibilidad misma del objeto. En lo que sigue veremos
legalidad de las cosas de la naturaleza en cuanto fines na- que la finalidad de la forma en el fenómeno es la belleza,
turales. · y la capacidad de juzgarla el gusto. Parecería seguirse de
Una finalidad juzgada sólo subjetivamente, qu~, por aquí que la división de la crítica del Juicio en la estética
tanto, no se funda en ningún concepto ni en cuanto que y la teleología comprendiera sólo la doctrina del gusto y
es juzgada sólo subjetivamente se puede fundar en nin- la doctrina física de los fines ( de juzgar las cosas del' mun-
guno, es la relación con el sentimiento de placer y displa- do como fines en la naturaleza) ..
cer, y el juicio sobre ella es estético (además, la única ma- Pero se·puede dividir toda finalidad, ya sea subjetiva
nera posible de juzgar estéticamente). Pero como, cuando u objetiva, en interna y relativa, la primera de las cuales
este sentimiento acompañá sólo a la representación sensi- se funda en la representación del objeto en sí, mientras
. ble ~el Objeto, es decir, a la sensación, del mismo, ~l j~-
--
ci.o estético es empíricot...y si bien requiere una receptiv1-
--------- ~:..-.- - ...
dad particular, no requiere un -J.uicio-par-ticular;,.-éomo,
que la segunda sólo en su uso accidental. Según esto, se
puede percibir en primer_lugar la forma de un objeto para
sí mismo, es decir, en la mera intuición sin conceptos,
además, si éste fuera considerado como determinante de- como conforme a un fin para el Juicio reflexionant~, y en-
bería estar fundado en un concepto de fin, la_finalid_ad~n tonces .la finalidad subjetiva es atribuida a las cosas de la na-
cuan to <? Qj ett~~__QQ._d~b_e_ser~·j uzga da-esté.ti.c.a,_filn..9-M_g)E~ - turaleza misma; en segundo lugar, el Objeto en la percep-
\ m~~~:·Por ello, el Juicio est~tico;·, en cuanto, facultad es.-=-· ción podría no tener para la reflexión la más mínima fina-
_,. ¡pecial, ho comprende necesariamente nada mas que eljui- J lidad para determiriar su forma en sí, pero la representación ·
'. [ cio reflexior.iante; el sentimiento de placer ( que es lo mis-
1
116 117
jeto para despertar un sentimiento de la misma (la deter- dad, es decir, la concordancia con un fin que reside en
minación suprasensible· de las facultades espirituales del otras cosas.
sujeto), puede fundamentar un juicio estético que se re- Según esto la crítica del Juicio estético contien~ en pri-/
fiere a priori a un principio (por supuesto sólo subjetivo), mer lugar )a crítica del gusto (facultad de juzgar lo bello) .B
pero no, como "el primero, a una finalidad de la natura- en segundo lugar la crítica del sentimiento espiritual, ytl
leza respecto al sujeto, sino sólo a un posible uso confor- que así llamo provisionalmente a la facultad de represen-
me a fines de ·ciertas intuiciones sensibles según su forma tar una sublimidad en objetos. Cómo el Juicio teleológi-
por medio del Juicio reflexionan te. Si, por lo tanto, el pri- co no relaciona sü representación de la finalidad con el ob-
. mer j.uicio atribuye belleza a los objetos de la naturaleza, jeto por medio de los sentimientos, sino de conceptos, no
el segundo les atribuye sublimidad, y por supuesto am- se requiere una denominación especial para di~tinguir las
bos solamente por medio de juicios estéticos (refl exivos), facultades que con.tiene, tanto internas corno relativas
sin conceptos del Objeto, meramente con respecto a la fi- (pero en ambos casos de finalidad objetiva), porque refie-
nalidad subjetiva, entonces no habría que presuponer para re su reflexión completamente a la razón (no al sen-
el último una técnica especial de la naturaleza, porque en timiento).
él sólo se trata de un uso contingente de la representa- Todavía hay que observar que es la técnica en la na-
ción, no para conocer el Objeto, sino otro sentimiento, a tu.raleza y no la causalidad de la facultad de representar
saber, el de la finalidad interna en fa constitución de las de los hombres lo que se llania arte (en el ser:itido restrin-
facultades del espíritu. Sin embargo, no habría que excluir gido de la palabra), en relación con la cual se investigará
el juicio sobre lo sublime en la naturaleza de la división aquí la finalidad en cuanto principio regulativo del Juicio.
de la estética del Juicio reflexionante, porque también ex- No se buscará el principio de la belleza artístiéa o una per-
presa una finalidad subjetiva que no descansa en un con- . fección artística, aunque se pueda llamar a la naturaleza
cepto del Objeto. · en su proceder, si se la considera como técnica (o plás-
Lo mismo ocurre con la finalidad objetiva de la natu- tica), «técn ica>> , es decir, en cierto modo artística, por una
raleza, es decir, con la posibili9ad de las cosas en cuanto analogía según la .cual se debe representar la causalidad de
fines de la naturaleza, cuyo juicio se realiza sólo según la naturaleza con la del arte. Porque tiene que ver con el
conceptos de las cosas, es decir, no estéticamente ( en re- principio del Juicio meramente reflexionante, no con el
lación con el sentimiento de placer o displacer), sino ló- del determinante .( el cual es el fundamento de todas las
gicamente, y se llama teleológico. La finalidad objetiva se obras de arte humanas), en el cual, por lo tanto, se debe
fundamenta o bien en la posibilidad interna del Objeto,. considerar la finalidad como no-int~ncional, y que por ello
o bien .<:!1. _la posibilidad relativa de sus consecuencias ex- sólo puede corresponder a la naturaleza. El juzgar la be-
ternas: En el primer caso el j\licio teleológico ~onsidera la lleza artísti~a tendrá que se_r considerado en lo sucesivo
perfección de una cosa según un fin que reside en él mis- como una merá consecuencia de los principios que fun-
mo (ya qJJe la diversidad en sí es~á interrelacionada como damentan el juicio sobre la belleza natural.
el fin y el medio); en el segundo, el juicio teleológico so- La crítica del Juicio ~eflexio_nante con re~pecto ala na,.
bre un objeto de la naturaleza se refiere sólo a sú utili- tu raleza 'constará, por lo tan to, de dos partes: la crítica de
- ·-- -- - -.-. .
- --·-·----- -- ------··
118 119
I
la facultad estética y la de la facultad teleológica de juzgar
·1 ./las cosas?e la naturaleza. ~ . .
La pnmera parte contendra dos libros, el pt1mero de
los cuales será la crítica del gusto o del juicio sobre lo be-
llo, siendo el segundo la crítica del sentimiento espiritual
(en la mera reflexión sobre un objeto) o del juicio sobre
lo sublime.
La seg-~nda parte contiene también dos libros, de los
cuales el primero pondrá bajo principios el juicio de las
cosas de la naturaleza en cuanto cosas naturales con res-
pecto a su posibilidad interna, y el segundo el juicio so-
bre su finalidad re/4,tiva.
Cada uno de estos libros contendrá en dos apartados \
una analítica y una dialéctica de la facultad de juzgar.
La analítica tratará de proporcionar, en. otros tantos
capítulos, primero la exposfrión y después la deducción del
Se terminó de imprimir este libr"o·
concepto de una finalidad de la naturaleza. el día 29 de septiembre de 1987
en los talleres de Gráficas Muriel,
calle B11higas, sin. Getafe,
Madrid
120