05 He Aqui El Cordero de Dios
05 He Aqui El Cordero de Dios
05 He Aqui El Cordero de Dios
Julio C. Flores
Con el tiempo los sacrificios tomaron el sentido de calmar la ira de un di os ofendido y violento.
Todo esto hizo que se perdiera el concepto de la bondad de Dios, estableciéndose así las bases
para el surgimiento de un tipo de adoración que existe hasta hoy. Sin embargo, cuando la
orden de construir el Santuario fue dada a Moisés, junto con ella fueron dados los modelos de
sacrificios y ofrendas que conducirían a la gente a los objetivos fundamentales que habían sido
distorsionados por el ser humano.2
1
Elena G. de White, Cristo en su Santuario (Miami, Florida: Asociación Publicadora Interamericana), pp.
25, 26.
2
Véanse los primeros siete capítulos del libro de Levítico.
Las ofrendas y su significado
Cada vez que deseamos enseñar una gran lección usamos la ayuda de ilustraciones. Pero
¿Cómo representar todo el significado de la obra de Jesús de una sola manera? Un solo
sacrificio no representaría todo lo que Dios quería enseñar; por lo tanto, ordenó varios
sacrificios para señalar diferentes aspectos del plan de salvación.
Los holocaustos
La característica principal del holocausto era su consumación total. Ninguna porción podía ser
comida por sacerdotes o adoradores como ocurría con otras ofrendas. La ofrenda de los
holocaustos representaba el acto de Jesús de entregarse en forma completa por los
pecadores aunque ellos no reconocieran su sacrificio.
Job hacía los holocaustos para pedir la gracia de Dios para sus hijos. Su motivación eran los
posibles errores cometidos por ellos y que él desconocía.
La oportunidad de salvación fue ofrecida para toda la humanidad, no por lo que somos ni por
lo que hemos hecho. Fue un acto de Dios en beneficio del hombre. El Señor Jesús murió por
todos para que estemos cubiertos con su gracia. Es como dice Juan 3:16: “*…+ para que todo
aquel que en él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna”. El sacrifico de Jesús fue hecho para
darte la oportunidad de salvación a ti también.
El sustituto del hombre cumpliría la restauración por parte de Dios, pero el hombre mismo
tenía que cumplir la parte de aceptar ese sustituto. Esta era una decisión voluntaria. Dios
resolvió el error humano – la separación y enemistad ocurridas por la desobediencia – a través
de una ofrenda. Pero la ofrenda no la puso el hombre, la puso Dios, a pesar de que él era el
ofendido. Dijo el apóstol Pablo: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo; *…+ porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con
Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”
(Romanos 5:1, 10).
Se caracterizaban por hacer una sustitución, pues se castigaba a un ser inocente por los
errores cometidos por otra persona. Bien lo dijo Juan el Bautista refiriéndose a Jesús: “He aquí
el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Lo más impactante es que Dios
cargó esa culpa sobre sí mismo. Él era el ofendido y se colocó como el culpable. Dios entregó a
su Hijo para que fueras perdonado y tuvieses la oportunidad de empezar de nuevo. No
importa cuántas veces caigas, lo importante es que se ha hecho provisión para tus errores, si
quieres reconocerlos, creer y pedir perdón a través de Jesús.
Las ofrendas expiatorias
La buena nueva que nos trae la ofrenda de expiación es que Dios está dispuesto a perdonarnos
a pesar del daño grande o el dolor intenso causado a alguien: a pesar de lo irreverentes que
hayamos sido con el Nombre de Dios y con las cosas sagradas. Jesús dio su vida en expiación
para lograr la redención de los hombres y mujeres que reconozcan sus faltas; y para
restaurarlos al plan original de Dios para la humanidad.
Conclusión
Dios busca nuestro bienestar a pesar de que constantemente rechacemos su bondad. Aunque
sabía de antemano la actitud que asumiríamos ante el plan de salvación, el Padre siguió
adelante enviando a su Hijo como ofrenda por nosotros.
El amor de Dios es incomprensible, pero al reflexionar en ese amor, como lo muestran las
ofrendas del Santuario, nos toca muy adentro y nos suaviza el orgullo con el que reaccionamos
regularmente ante su llamado.
Dios te llama una vez más a que aceptes a Jesús como el Sustituto, el Reconciliador, el
Intercesor. ¿Cómo reaccionarás ante su gran amor? Te animo a que abras hoy tu corazón a
Jesús.
3
Véase Levítico 5:15, 17, 18; 6:2-7.