Desarrollo Histórico de La Contabilidad
Desarrollo Histórico de La Contabilidad
Desarrollo Histórico de La Contabilidad
LA CONTABILIDAD EN LA ANTIGÜEDAD
Existen varios vestigios que permiten inferir la existencia de la práctica contable desde la
antigüedad. Desde el año 6000 A.C. el hombre poseía los elementos básicos de
matemáticas y escritura. Con el surgimiento de la agricultura, la ganadería y el comercio
se sintió la necesidad de contabilizar las transacciones en estas actividades.
El indicio más remoto de contabilidad del que se tenga conocimiento data desde la época
de la civilización mesopotámica, la cual tuvo existencia miles de años antes de la era
cristiana, y, debido a su auge económico, tuvo la necesidad de contar con elementos de
contabilidad. En el museo semítico de la Universidad de Harvard se conserva una tablilla
de barro de más de 6000 años de antigüedad, en la cual aparecen números curvilíneos
trazados con un punzón sobre arcilla. Los historiadores interpretan estos símbolos como
los ingresos resultantes de la actividad económica de esta civilización. Entre los años
5400 y 3200 a.C. se evidencian movimientos de trueque en el Templo Rojo de Babilonia.
Los asirios también llevaron a cabo registros contables de carácter fiscal, impresos en
tablillas de barro. En Egipto, hacia el año 2550 a.C., los escribanos llevaban anotaciones
de carácter financiero sobre las operaciones mercantiles del imperio.
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(1) Tomado del libro "Contabilidad - Sistema de información para las organizaciones".
Editorial McGraw Hill. Santafé de Bogotá, 1997.
A partir del año 235 d.C., con la muerte de Alejandro Severo, la contabilidad adquirió gran
importancia en la Roma antigua. En la época de la República y del Imperio la contabilidad,
llevada por plebeyos, constaba de dos libros: el Adversaria, donde se anotaban las
transacciones de caja, y el Codex, donde se asentaban las demás operaciones. Con estos
libros los romanos llevaban un control preciso de su patrimonio. Los banqueros romanos,
casta privilegiada del Imperio, fueron quienes perfeccionaron las técnicas contables, con
el fin de controlar las asignaciones que debían otorgar al ejército para sus conquistas
territoriales y a los patricios para sus aventuras políticas.
Aunque no existen testimonios del ejercicio contable en la época del feudalismo, el alto
grado de desarrollo del comercio hace suponer la práctica usual de la contabilidad, la cual
era exclusividad del señor feudal.
En el siglo VIII Europa fue invadida por los normandos, quienes también practicaban el
comercio. Estos se establecieron en Sicilia, después de asolar las costas de Inglaterra y
Francia. De esta época se conserva una ordenanza de Carlomagno, el Capitulare de
Villis, mediante la cual se exigía a sus escribanos un inventario anual de las pertenencias
del imperio y el registro en libros de sus transacciones económicas en términos de
ingresos y egresos. Las actividades contables se facilitaron considerablemente entre los
siglos VII y IX con la aparición de una moneda común que tuvo aceptación internacional,
el "Solidus", emitida por Constantinopla.
En Italia, durante los Siglos VII y VIII, particularmente en Venecia, la actividad contable se
convirtió en una profesión de mucho prestigio; allí se encontraban grupos de personas
dedicadas a su práctica permanente.
Entre los siglos VIII y XII, en Europa Central, por mandato de los señores feudales, los
libros de contabilidad eran llevados por escribanos. Las ciudades de Venecia, Génova y
Florencia fueron durante esa época el epicentro del comercio, la industria y la banca,
constituyéndose en las pioneras de la contabilidad por partida doble. De esta época se
han hallado varios testimonios de práctica contable desarrollada. En 1157 un genovés,
Ansaldus Boilandus, repartió beneficios de una sociedad comercial con base en saldos de
cuentas de ingresos y egresos; en 1211 un comerciante florentino llevaba sus libros de
contabilidad en forma tan acertada y peculiar que dio origen a la llamada Escuela
Florentina. En 1263 en España, el rey Alfonso El Sabio impuso a los funcionarios públicos
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la obligación de llevar cuentas anualmente. De este período se conocen los libros de la
compañía de los Peruzzi (1282) y los de la casa de Bonsignare, de Siena (1290), en los
cuales se registraban las operaciones de caja y de cuentas corrientes.
En Francia, los hermanos Reinero y Baldo Fini, hacia el año 1300, añadieron nuevas
cuentas, como gastos y ventas; pero el más conocido conjunto de libros de la época fue
sin duda el que se llevó en la Comuna de Génova, donde se usaron los términos "debe" y
"haber", además de la cuenta de "pérdidas y ganancias", en la que se resumían las
operaciones de la comuna.
El mayor avance de la contabilidad en la Edad Media se dio con la aparición de los libros
auxiliares, los cuales permitían a los comerciantes registrar sus cuentas por clientes. En
1400 surgió la idea de la contabilidad por partida doble, cuando se incluyeron las cuentas
patrimoniales en los libros del mercader Florentino Francesco Datini. La mayoría de las
grandes empresas de esa época llevaban sus libros con base en un sistema utilizado en
los libros de los Medici de Florencia. En el Museo de Brujas se encuentran fragmentos de
libros que usaron partida doble, pertenecientes al inglés A. W, Gollard, que datan del año
1368.
Fray Luca PacioIi, nacido en Borgo San Sepolcro, Toscana, hacia 1345, sin haber sido
contador trabajó como catedrático en las universidades de Roma, Padua, Florencia y
Asís, y redactó con gran maestría un tratado de contabilidad, en el cual sostiene que para
su aplicación se requiere el conocimiento matemático. En el año 1494 publicó su famosa
obra Summa de Arithmetica, Geometría, Proportioni et Proportionalita, de gran contenido
matemático, dedicando tan solo una parte a aspectos contables. Su segunda edición,
publicada en Venecia en 1509, abordó el tema contable solo para ampliar el tratamiento
de los conceptos y prácticas comerciales de la época, en especial lo relacionado con
sociedades, intereses y letras de cambio. Su profundo tratado de contabilidad explicaba el
concepto de inventario como una lista de activos y pasivos, la cual debe relacionar el
propietario antes de empezar a operar. Indicaba también que en el Memoriale deben
anotarse todas las transacciones en orden cronológico y en forma detallada; en el
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Giornale debe registrarse toda la operación en términos de "débito" y "crédito", y en el
Cuaderno debe aparecer cada una de las cuentas.
En los siglos XVII y XVIII, ante el apogeo del mercantilismo en Holanda, Francia e
Inglaterra y el nacimiento de los emporios comerciales e industriales, se estableció en
estos países, especialmente en Inglaterra, la profesión contable como una actividad
independiente, profesional y libre. Carlos Manuel IV, rey del Piamonte, reorganiza la
profesión contable y exige que solo el contador autorizado sea la persona calificada para
ejercer esta profesión. Napoleón, en 1805, ordena que quien desee practicar la profesión
contable debe someterse a un severo examen, después de haber trabajado determinado
tiempo con un profesional calificado.
En Francia, donde las finanzas públicas eran exclusividad real, pasaron al dominio
popular, gracias al célebre contador Count Mollier. En 1795, Edmond Degrange distinguió
dos clases de cuentas, unas deudoras y acreedoras y otras que representaban al
propietario, lo que dio paso al diario mayor único y sustituyó el conjunto de diario y mayor.
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Alemania, 1896. En Italia, en 1893 comenzó a regir el Código Mercantil, regulador de la
práctica contable en ese país.
Por estos años, el gobierno, la banca, las bolsas de valores, comenzaron a exigir los
estados financieros certificados por contadores públicos independientes. La organización
American Institute of Public Accountants se encargó de reunir agrupaciones profesionales
con el fin de estudiar los problemas contables, y en 1934 surgieron las primeras seis
reglas de los principios contables de hoy. En los años 1936, 1941, 1948 y 1957 se publicó,
verificó y adicionó, por parte de la American Accounting Association (AAA), todo lo
relacionado con los principios contables.
Con la llegada de los españoles a territorio americano se inició en esta región una
actividad económica sin precedentes. Los conquistadores obtuvieron de la corona
múltiples concesiones, lo que dio comienzo a la explotación no sólo de los recursos
naturales sino también de los aborígenes. Así, el español logra imponer en estas tierras,
además de su cultura y costumbres mercantilistas, sus prácticas contables. Al conocer la
consolidación de la conquista americana, en 1552, Carlos V, mediante cédula real nombra
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a Rodrigo de Albornoz como contador real de estas tierras, y le proporciona junto con su
acreditación instrucciones muy precisas sobre el registro de las operaciones mercantiles.
Posteriormente, en 1591, el rey Felipe II ordena Ilevar la contabilidad del reino por partida
doble, resaltándose de esta manera la influencia italiana en la contabilidad española.
Durante la Colonia, la Iglesia sin lugar a dudas fue la institución más poderosa en el
Nuevo Reino; se apropió de grandes extensiones territoriales tanto rurales como urbanas,
al cambiar el método de la fuerza usada por los colonos, por la enseñanza y la
evangelización.
Esta tendencia dio origen a la reforma de 1826, inspirada por el general Santander, y
orientadora de la creación de la Universidad de la Gran Colombia con sedes en Bogotá,
Quito y Caracas.
En 1821, mediante la ley del 6 de octubre, se organiza la Contaduría General, con el fin
de reglamentar el funcionamiento de la Oficina de Contaduría de Hacienda con cinco
contadores bajo nombramiento oficial. Treinta años más tarde se sustituye la Corte de
Cuentas por la Oficina General de Cuentas, en la cual se establece como jefe un
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funcionario denominado Contador Mayor Presidente. En el año de 1873 se elabora el
Código Fiscal.
De acuerdo con el Código de Comercio de 1887 se exige a todos los comerciantes llevar
al menos cuatro libros de contabilidad: Diario, Mayor, Inventarios y Balances, junto con el
libro copiador de cartas; en los años siguientes se establecen las normas y
procedimientos para el manejo de estos libros.
A comienzos del presente siglo y como resultado del desarrollo de la actividad comercial,
financiera e industrial del país, se reglamentó, la revisoría fiscal y se decretaron algunas
normas tributarias con el fin de incentivar la inversión privada.
Años más tarde, estos ejemplos fueron seguidos por otras ciudades del país, que a la
postre dieron origen a la organización definitiva de gremios de contadores. En 1923 se
expidió la Ley 17 mediante la cual se amplió la Escuela Nacional de Comercio y sus
enseñanzas se orientaron de acuerdo con los modelos europeos.