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El TDAH

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UNIVERSIDAD ANDINA NESTOR CACERES VELASQUES

“PSICOLOGIA DE LA EXEPCIONALIDAD”
TEMA: TDAH
 DOCENTE: RONAL CONDORI PACORI
 SEMESTRE: VI SECCION: “B”
 INTEGRANTES:
- LIZBETH NELY QUISPE SALAZAR
- CCUNO MARRON YHOSE JEISON
- ANAHUA PEQUEÑA DINA CAROLINA
- MAMANI HUANCA CRISTIAN

JULIACA-PUNO-PERU
2018
El TDAH
1.- Atención: Definición y Concepto
A poco que se analice el entorno del ser humano se observa el volumen de información que
nos rodea, por ello, consciente o inconscientemente, se ha de seleccionar sólo parte de la
información disponible, a ser posible las más relacionadas con las actividades presentes o
futuras. Si suponemos que el sistema cognitivo humano es de capacidad limitada es
imprescindible seleccionar las fuentes de información que van a procesarse y para ello está
especialmente diseñado el mecanismo cognitivo de la atención. Esta capacidad de selección
permite la adaptación a un entorno complejo y cambiante, al mismo tiempo que posibilita la
interacción con el mismo. Obviamente la posibilidad de seleccionar la información entrante
ofrece distintas posibilidades que permiten dirigir nuestros recursos mentales selectivamente
sobre aspectos del entorno o repartir dichos recursos exclusivamente en una tarea o repartirlas
entre dos o más actividades. Así, se puede considerar que la atención controla la actividad mental
y conductual, al tiempo que influye en los sistemas sensoriales al obtener información del mundo
exterior e interior.
La atención está muy relacionada con otros procesos psicológicos en los que influye
(percepción, memoria, aprendizaje) o por los que se ve afectada (memoria, emoción). Sin
embargo, es difícil establecer una concepción más o menos homogénea de la atención, aunque
se podría afirmar que hay cierto consenso en considerarla como un mecanismo unitario
estructuralmente modular (Tudela 1992; García-Sevilla 1997), aunque esto no supone dejar de
considerar que se trata de un proceso de naturaleza compleja y diversa, de la que aún se está lejos
de comprender totalmente su naturaleza y funcionamiento (Rosselló, 1999) o como señalan
Fernández-Abascal et al. (2001) se trata de un conjunto de fenómenos diversos enmarcados en
un mecanismo cognitivo complejo. De forma general, la atención tiende a conceptualizarse de
dos maneras (García-Sevilla 1997; Fernández-Abascal 2001):
 Como un estado de concentración o en palabras de James focalización de la conciencia.
Es decir, entendida como habilidad compuesta por estrategias para la optimización del
funcionamiento del sistema cognitivo.
 Como capacidad de procesamiento. Capacidad que puede distribuirse a diferentes focos
de diversas formas (Kahneman 1973/1997; de Vega 1984; Tudela 1992; García-Sevilla
1997; Rosselló, 1997). Es decir, la atención entendida como mecanismo de activación de
procesos.

Ambas perspectivas pueden considerarse complementarias, ya que la capacidad de


procesamiento pone el acento en los recursos limitados del sistema cognitivo.
Además de la selección del foco de información (como selección temprana o precategorial)
otra de las funciones de la atención es la de, una vez procesada la información, garantizar una
respuesta o reducir el tiempo de respuesta, o incluso, responder ante un evento inesperado (La
Berge, 1995) o mantener el estado de alerta durante la ejecución de una tarea (Posner, 1995), si
bien se pueden producir fluctuaciones en el estado de alerta (de Vega, 1984).
En varias ocasiones se ha hecho referencia a la voluntariedad en el control de la dirección de
nuestra atención, pero, en ocasiones, el funcionamiento de la atención escapa al control de
nuestra atención, siendo, por ejemplo las características de los estímulos o el estado motivacional
los que guían la atención, sin descartar que ambas dimensiones interactúen (Luria 1975/1986;
Yantis 1998).
Incluso ha de tenerse en cuenta que la dirección o intensidad de la atención puede cambiar
rápidamente, saltando de un foco a otro en milisegundos. A modo de resumen podemos
caracterizar el mecanismo atencional por los procesos implicados en su funcionamiento, que
pueden ser de varios tipos (García Sevilla 1997; Añaños, 1999):
 Procesos selectivos: seleccionar un foco de información en presencia de otras fuentes de
información. Hace referencia al tipo de estímulos o de tareas que se seleccionan, bien a
nivel cualitativo (tipo de estímulos o tareas) como cuantitativo (número de estímulos o
tareas).
 Procesos de distribución: compartir los recursos atencionales cuando se deben realizar
diferentes tareas al mismo tiempo. Estos procesos de distribución pueden tener las
siguientes características (Añaños 1999):

a) Amplitud: Por un lado se refiere a la cantidad de información a la que se


puede atender simultáneamente. Por el otro, al número de tareas activas al
mismo tiempo. La amplitud es limitada, dependiendo de características como
el tipo de información, el nivel de dificultad de las tareas, o el nivel de
práctica y automatización.
b) Intensidad: Hace referencia a la cantidad de atención que se presta. Está
relacionada con los niveles de alerta y vigilancia aunque no es constante, ya
que puede variar en función de factores endógenos o exógenos (Estaún,
Añaños y Zaragoza, 1993).
c) Oscilamiento o desplazamiento: Se refiere a los cambios que se producen en
el objeto de la atención, especialmente cuando el sujeto tiene que simultanear
tareas o procesar dos o más fuentes de información al tiempo.
d) Procesos de mantenimiento o control: cuando se necesita mantener la
atención por un período de tiempo relativamente amplio el Control es una de
las funciones más importantes de la atención (Tudela, 1992; Ruiz-Vargas,
1993), relacionado con las actividades que responden a unos objetivos y
requieren unas respuestas determinadas, es decir, dirigir pensamiento y acción
hacia una meta.
Desde la psicología, la atención es utilizada como etiqueta para referirse o denominar una
serie de características o dimensiones relacionadas con la acepción que desde el sentido común
se tiene de la atención (por ejemplo, capacidad, esfuerzo, alerta, orientación,
concentración o control) es decir, es un constructo, ya que define una serie de problemas
heterogéneos, que pese a estar englobados en el mismo proceso, carecen de explicación unitaria.
Suponer la existencia de un mecanismo atencional supone considerar al sujeto humano como
algo más que un mero reactivo a los estímulos del ambiente, es decir, el ser humano es capaz de
actuar sobre el ambiente de forma activa, buscando y seleccionando distintas fuentes de
información, capaz de dirigir su conducta en función de su experiencia previa y marcar objetivos
y metas. En este sentido, la atención es una actividad interna, relacionada con la intencionalidad,
la toma de decisiones, la planificación de acciones, etc.
2.- historia
este trastorno comportamental de inicio en la infancia que se ha descrito desde la antigüedad y
que ha quedado reflejado en la sociedad a través de documentos literarios o artísticos. Sin
embargo, es difícil aportar las referencias científicas al respecto, e indudablemente su inclusión
dentro de un trastorno específico. Algunos señalan a H. Hoffmann como el primer autor que
describe claramente a un niño con Déficit atencional e Hiperactividad a mediados del siglo XIX.
Poco después, en 1887, Bourneville describe “niños inestables” caracterizados por una
inquietud física y Psíquica exagerada, una actitud destructiva, a la que se suma un leve retraso
mental.
En 1901, J. Demoor señala la presencia de niños muy hábiles comportamentalmente, que
precisan moverse constantemente y que asocian una clara dificultad atencional.
Un año más tarde, Still describe y agrupa de forma precisa esta patología. Señala niños
violentos, inquietos y molestosos, revoltosos, destructivos, dispersos. Ya entonces añade la
repercusión escolar como característica asociada, y la apunta incluso en niños sin déficit
intelectual. Quedan sin aclarar los mecanismos etiológicos, señalando un “defecto patológico en
el control moral” como causadle trastorno, pero anotando indirectamente en algunos casos la
presencia de rasgos dismórficos como epicantus o paladar ojival.
En 1917, R.Lafora describe de nuevo las características clínicas de estos niños. Muestra niños
sin déficit cognitivos ni sensoriales, nerviosos, indisciplinados, en constante actividad y
desatentos. Tras estas descripciones clínicas, aparecen diferentes teorías etiológicas que se
suceden hasta mediados del siglo XX. Meyer en 1904 describe características clínicas similares
en niños con encefalopatía traumática. Omán en 1922 observa el comportamiento descrito como
secuela de la encefalitis epidémica.
Shilder en 1931 realiza una observación clara que se mantiene hasta nuestros tiempos. Refiere
la presencia de la hipercinesia en pacientes con antecedente de sufrimiento perinatal, señalando
de nuevo la base “orgánica” de esta patología.
En 1934, Kahn y Cohen proponen el término “Síndrome de Impulsividad Orgánica” para
explicar el origen orgánico del TDAH. Estos Autores proponen la disfunción tronco encefálica
como origen de la labilidad psíquica de estos niños y otras patologías conductuales.
Este término es sustituido por el de “Disfunción Cerebral Mínima” por Clements y Peters
apoyando la posibilidad de un origen funcional, no exclusivamente lesivo, que recogería niños
con hiperactividad y dispersión atencional, sumado a otros trastornos del aprendizaje y
problemas motores leves. Apuntan a teorías neuroquímicas o neurofisiológicas como base
añadida de este espectro comportamental. De forma paralela, el Grupo de Estudio Internacional
de Oxford en Neurología Infantil recogen el término “Síndrome de Disfunción Cerebral Mínima”
para clasificar pacientes con: hiperactividad, deterioro perceptivo motor, labilidad emocional,
dispraxia, trastorno de atención, impulsividad, déficit de memoria, alteración del aprendizaje,
trastorno del lenguaje y audición, signos neurológicos menores y/o electroencefalograma
disfuncional. (Ver Anexo Nº 1)
A partir de 1970, la Asociación Americana de Psiquiatría en su Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales, actualmente en su cuarta edición, así como la
Organización Mundial de la Salud, en su décima revisión, sustituyen el término disfunción
cerebral mínima por el de “Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad” (DSM- IV) o
el de “Trastornos Hipercinéticos” (CIE- 10).

3.- Etiología del TDAH


La Etiología del cuadro, así como su diagnóstico es bastante compleja. No hay ningún factor
presente en la totalidad de los niños hiperactivos, y muchas de las conductas que se repiten
tienen orígenes distintos en cada uno de los casos. Se estima que las causas están determinadas
en función de si son atribuidas a factores endógenos básicamente genéticos, exógenos pre, peri y
post natales, como elementos o factores ambientales como la familia, el nivel sociocultural, la
escuela, la contaminación, etc. (Barkley1998)
Se pueden considerar diversos factores:
3.1 Aspectos Genéticos
La etiología de este trastorno es desconocida, y probablemente intervengan factores genéticos
y ambientales. Indudablemente, el THDA tiene un intenso componente genético. Los estudios
realizados en los últimos 30 años revelan una heredabilidad de 0,6- 0,9. Otros estudios más
recientes efectuados en gemelos apuntan incluso valores dicigóticos. Otros estudios de análisis
familiar revelan que los padres de hijos con THDA tienen un riesgo de 2- 8 veces más que la
población general de sufrir también este trastorno. Del mismo modo, los familiares de niños con
THDA tienen una mayor prevalencia de trastornos neuropsiquiátricos como la personalidad
antisocial, los trastornos del estado de ánimo, el trastorno disocial, los trastornos obsesivo-
compulsivos, los trastornos por ansiedad y el abuso de sustancias. Esta circunstancia se ha puesto
en evidencia de forma contundente al estudiar a los padres biológicos de niños adoptados que
sufren este trastorno; la incidencia de patrones psicopatológicos es claramente superior en los
padres biológicos que en los adoptivos. Por este motivo se han propuesto múltiples teorías
genéticas que intentan justificar una transmisión asociada o simultánea del THDA con otras
patologías psiquiátricas.
La transmisión familiar ha mostrado diferente penetrancia en relación con el sexo. Aunque es
muy frecuente encontrar familias con numerosos varones afectos en diferentes generaciones,
cuando una niña es diagnosticada de THDA, los antecedentes familiares positivos son más
prevalentes que cuando el diagnóstico se efectúa en un varón.
Para este “efecto umbral propio del sexo” como lo definen Popper y West 1996, se proponen
diferentes teorías:
 Una menor penetrancia para la expresión clínica en niñas.
 Diferencias del estilo cognitivo o de la comorbilidad.
 Diferencias de la propia sintomatología del THDA.
 Diferencias etiológicas.

Aunque para explicar genéticamente esta patología se ha apuntado la presencia de una patrón
de herencia monogénico en algún estudio, por ejemplo la asociación con carácter autosómico
dominante ligado al cromosoma 20 (estudio de Hess y colaboradores en 1995), los estudios de
segregación familiar más recientes señalan un patrón poligénico como base genética del THDA.
Partiendo del beneficio terapéutico obtenido con sustancias dopaminérgicas como los
psicoestimulantes, las primeras investigaciones en la genética molecular se dirigieron hacia los
genes relacionados con la transmisión dopaminérgica. El defecto podría situarse en el gen para el
transportador de la dopamina (DAT1) en el cromosoma 5p15.3, el cual inactivaría al
neurotransmisor posiblemente por la elevada afinidad por el mismo y una menor recaptación de
dopamina por la neurona presináptica (Popper y West 1996). Otra posibilidad se situaría a nivel
del gen para el receptor de la dopamina (DRD4) en el cromosoma 11p15.5, que codificaría un
receptor postsináptico disfuncional, con menor sensibilidad a la dopamina del espacio sináptico.
Esta teoría explicaría desde el punto de vista terapéutico el beneficio de estos pacientes con
agonistas dopaminérgicos como los estimulantes. Por otro lado, desde un punto de vista
diagnóstico y neurorradiológico justificaría claramente las diferencias observadas entre los niños
con THDA y la población en general. Así, los estudios funcionales (SPECT, PET) ponen de
manifiesto una actividad reducida de las vías frontoestriatales, ricas en terminaciones
dopaminérgicas. Los estudios volumétricos mediante RM cerebral revelan un volumen menor
que los controles sanos a nivel de los lóbulos frontales, ganglios basales y alguna región del
cuerpo calloso.
Otra teoría de base genética apuntada en 1997 por Odell y colaboradores, señala la presencia
de dos alelos en el complejo principal de histocompatibilidad (el alelo nulo del gen C4B y el
alelo beta-1 del gen DR), relacionados con la formación de sustancias inmunológicas que se han
identificado en el paciente con THDA con una frecuencia 8 veces mayor que en la población
sana.

3.2 Aspectos Neurológicos


Apoyándonos en la misma teoría dopaminérgica, habría que presuponer que cualquier
alteración lesiva de las vías frontoestriatales puede justificar una situación clínica similar.
La alteración de base infecciosa, traumática o isquémico-hemorrágica de las vías
dopaminérgicas, especialmente de los lóbulos frontales, se han asociado históricamente al
THDA. La presencia de pacientes inquietos que han sufrido TCE severos fue apuntada a
principios del pasado siglo por Meyer. Igualmente, su posible relación con infecciones del
sistema nervioso central fue ya señalada por Homan en 1922 y Bender en 1942. Esta percepción
se mantiene en la práctica neuropediátrica habitual en nuestros días.
Igualmente, las lesiones pre o perinatales puelen lesionar selectivamente las neuronas de las
vías frontoestriatales. Esta circunstancia puede justificar la presencia de hiperactividad y déficit
de atención en pretérminos, niños con antecedente de anoxia o con bajo peso al nacer.
La prematuridad y el bajo peso al nacer se han asociado con frecuencias entre el 20 y el 30% a
hiperactividad y déficit de atención.
La presencia de dificultades escolares supera el 50% de los casos en niños con peso inferior a
1000gr. Estos hallazgos probablemente ponen de manifiesto la lesión selectiva de ganglios
basales y lóbulos frontales, aunque otros factores como las complicaciones postnatales y los
tratamientos empleados en estos niños pueden posteriormente contribuir a la sintomatología.
Del mismo modo, la exposición mantenida toxinas cerebrales como el tabaco, el plomo, el
alcohol o la cocaína pueden favorecer, e incluso justificar, la sintomatología a estudio. El
síndrome de alcohol fetal asocia rasgos físicos peculiares, retraso mental o nivel cognitivo
medio- bajo, y con mucha frecuencia, síntomas de hiperactividad, déficit de atención e
impulsividad.
Esta relación clínica se ha observado también en madres fumadoras o con exposición al humo
del tabaco durante la gestación.
La relación entre el consumo de tabaco durante el embarazo y la mayor prevalencia de
trastornos comportamentales o alteraciones del desarrollo cognitivo en el niño se ha reflejado
con frecuencia en la literatura médica con independencia de la mayor frecuencia de bajo peso o
la mayor predisposición a complicaciones perinatales en el hijo de madre fumadora. A este
factor, algunos autores suman un componente adicional; la madre que fuma durante el embarazo
a pesar de conocer los efectos nocivos para el niño probablemente tenga una falta de autocontrol
o una “tendencia compulsiva” por el tabaco, rasgos que estos autores asocian a la propia
hiperactividad. (Barkley1998).
Numerosos estudios han relacionado la exposición pre o postnatal al plomo como una causa
posible del THDA. Esta exposición puede preceder la sintomatología característica de este
trastorno, así como otros déficit cognitivos. Dos estudios han puesto en evidencia la clara
relación entre los niveles de plomo en sangre u otros tejidos con el cociente de inteligencia en
estos niños o la puntuaciones obtenidas en las escalas comportamentales. Igualmente, se ha
propuesto la relación entre la prevalencia de “hiperactividad” y el área geográfica, dependiendo
de la exposición a plomo en cada región topográfica.
3.3 Aspectos Médicos
A los factores genéticos y neurológicos se suman numerosos factores no estrictamente
neuropatológicos que pueden explicar la hiperactividad y el déficit de atención.
El THDA se ha relacionado con la resistencia generalizada a la hormona tiroidea. El 50% de
los pacientes con esta resistencia muestran síntomas compatibles con el THDA. Esta alteración
se origina en la mutación autosómica dominante del receptor humano para la hormona,
localizado en el cromosoma 3. Se propone como explicación etiopatogénica la asociación a
alteraciones cerebrales acontecidas durante el neurodesarrollo fetal en estos niños. Esta teoría se
apoya además en la presencia de alteraciones del lóbulo temporal o de la cisura de Silvio en
pacientes con resistencia a la hormona tiroidea. Sin embargo, la prevalencia de esta patología es
tan baja, que escasamente puede justificar el propio THDA, y aún menos la sistematización de
estudios de resistencia a la hormona en esta población. Igualmente se ha observado una mayor
prevalencia de THDA en niños con desnutrición grave durante los primeros meses de vida.
(Dietrich M. 1998)
En este grupo, más del 50% de los niños mostrarán hiperactividad y déficit de atención
incluso en edades avanzadas. El origen de esta asociación se sitúa en la necesidad de un
correccto aporte cuali y cuantitativo en la dieta del lactante para el buen desarrollo del sistema
nervioso central, aunque de nuevo puedan añadirse factores ambientales y sociales a esta teoría.
Finalmente, la relación entre los trastornos neuropsiquiátricos autoinmunes asociados con
infecciones estreptocócicas (Gilles de la Tourette, trastorno obsesivo -compulsivo) y la
hiperactividad, ha promovido nuevas hipótesis que relacionan al propio THDA con bases
autoinmunológicas relacionadas con los estreptococos. Estas teorías no han podido ser aclaradas
en niños hiperacitivos.
3.4 Influencias Ambientales
Hay factores físicos que han sido considerados como causas como por ejemplo el clima, la
iluminación fluorescente e incluso la ropa interior ajustada, pero carecen de fundamentación
empírica. Sin embargo hay evidencias que indican que el plomo y los aditivos alimenticios
tienen cierta influencia en las conductas hiperactivas.
a) Plomo ambiental El plomo está presente en el aire y los nutrientes contaminándolos. En
gran cantidad puede causar encefalopatías graves en los niños. Los afectados que
sobreviven a una intoxicación de plomo sufren secuelas neurológicas permanentes y
deterioros cognitivos y conductuales.

Evidentemente es complicado demostrar la influencia del plomo entre las causas de la


conducta hiperactiva, pero parece ser que las pruebas apoyan una relación entre niveles
de plomo elevados y deterioro cognitivo.
b) Alimentación: aditivos, colorantes y azucares. Los productos químicos que contienen los
aditivos alimenticios han sido relacionados con diversas formas de cáncer, esquizofrenia,
depresión y enfermedades cardiovasculares. En algunas pruebas entre un 30 y un 50% de
los niños con TDAH mostraban una gran mejoría cuando no tomaban aditivos en su dieta
alimenticia.

Tampoco existen datos empíricos fiables, por otra parte, muchos de estos aditivos
contienen un nivel alto de azúcar y se ha sugerido que esto también podría ser un factor
causal. Hay dos nociones principales que guían la investigación de la dieta como causa
del TDAH.
1ª.- Feingold, 1975. Decía que los niños hiperactivos son especialmente sensibles a los
componentes tóxicos de los colorantes artificiales, ciertos conservantes y silicatos
naturales.
2ª.- Una teoría presentada por muchos ecologistas clínicos sugiere que los niños
hiperactivos son alérgicos en su mayoría a diferentes alimentos como la leche, los
cereales, los huevos o el azúcar.

Diversos estudios indican que la dieta puede ser beneficiosa pero que generalmente
actúa como placebo. Los colorantes no contribuyen de forma significativa a la
hiperactividad ni tampoco la originan.

c) Influencias psico-sociales: Los problemas conductuales y de aprendizaje no dependen


solo de la dotación biológica sino también del ambiente, la capacidad de adaptación, las
características psicológicas, socioeconómicas y acontecimientos estresantes. Numerosos
aspectos psicosociales contribuyen, sin lugar a dudas, a incrementar o favorecer la
sintomatología del niño hiperactivo. Diferentes estudios señalan a la mala relación entre
los padres, el bajo nivel socioeconómico, el nivel cultural de los padres, las familias
numerosas, entre otros, como factores de riesgo para la aparición de trastornos del
comportamiento, incluido el THDA.
INCIDENCIA Y CURSO EVOLUTIVO DE LA HIPERACTIVIDAD
El instituto de Ciencias de la Salud de los EE. UU, nos dicen que el promedio de niños
con trastorno de la atención es alto. Se calcula que por lo menos el 15% a mas tienen este
déficit o trastorno y solo el 5% lo sufren niñas. Es interesante esta diferencia, el 10% de
estos niños toman medicina
Es ratificado por el DSM – III 1998) y el DSM – IV (1994), este trastorno es muy
frecuente ya que se presenta entre el 3 y 5% de la población infantil, afectando más a los
niños que las niñas, en una proporción de 1 a 9. Este trastorno generalmente comienza a
los 4 años, pero muchas veces se le identifica hasta que el niño inicia su escolaridad
Uriarte (1989) señala que entre maestros y padres de familia existe la creencia
generalizada de que muchos niños, que en realidad presentan este trastorno, son flojos,
traviesos o desobedientes y por lo tanto no buscan ayuda profesional, lo cual los pone en
alto riesgo de un fracaso escolar. Más aun, la falta de tratamiento y manejo adecuado del
síndrome hace que muchos padres y educadores quieran controlar la conducta de los
niños por medio de agresión física y castigos añadiendo efectos negativos de tipo
emocional a los problemas ya mencionados
Los indicadores del TDH en los distintos momentos evolutivos son los siguientes:
1. De 0 a 2 años: Descargas mioclonicas durante el sueño problemas en el ritmo del
sueño y durante la comida, periodos cortos de sueño y despertar sobresaltado, resistencia
a los cuidados habituales, reactividad elevada a los estímulos auditivos e irritabilidad
2. De 2 a 3 años: Inmadurez en el lenguaje expresivo, actividad motora excesiva,
escasa conciencia de peligro y propensión a sufrir numerosos accidentes
3. De 4 a 5 años: Problemas de adaptación social, desobediencia y dificultades en el
seguimiento de normas
4. A partir de los 6 años: Impulsividad, déficit de atención, Fracaso escolar,
comportamientos antisociales y problemas de adaptación social
A pesar de la hiperactividad se desarrolla desde los primeros años de vida, es el nivel
escolar donde se detecta con mayor claridad a los hiperactivos, ya que estos tienen serios
problemas en el aprendizaje
Las dificultades de atención en los niños pequeños suelen pasar desapercibidas hasta que
las demandas escolares la hacen manifiestas en lo que respecta a la actividad motriz,
puede detectarse en niños de 2 a 3 años que se mueven excesivamente y que no se dejan
controlar
En es la edad preescolar y sobre todo escolar cuando los síntomas se manifiestan de
modo evidente, al tener que enfrentarse con unas normas de conducta socio grupal y tener
que desarrollar las habilidades académicas
Aunque se menciona la tendencia a la hiperactividad desaparece entre los 12 a 18 años de
edad, hay suficiente evidencia que indica que el hiperquinetico puede tener serias
dificultades para adaptarse y superar sus problemas de aprendizaje más allá del límite
mencionado y además asociarlos a conducta antisocial.
Por lo anterior, es de suma trascendencia que esta alteración se detecte en la etapa
preescolar a través de la identificación, por los padres o maestros, de los rasgos
conductuales que incluyen posibilidad de que el niño presente dicho trastornó. Algunos
autores refieren que este trastornó se puede detectar entre los 3 y 4 años.
EL ADOLESCENTE Y EL ADULTO CON TDH
En los últimos años los médicos han comprobado que el TDH no afecta solo durante la
infancia “es bastante típico – dice el doctor Larry Silver – que los padres traigan a un
niño para que reciba tratamiento y que digan: “a mí me pasaba lo mismo cuando era
pequeño”. Luego admiten que sigue siéndoles difícil hacer fila, quedarse sentados si
moverse en una reunión y terminar las tareas que empiezan”. Actualmente se cree que
alrededor de la mitad de los niños con TDH arrastran por lo menos algunos de sus
síntomas hasta la adolescencia y la vida adulta
Muchos niños hiperactivos crecen y se desempeñan como adultos normales y solo unos
pocos tienen desordenes psiquiátricos o antisociales significativos
Durante la adolescencia, los que padecen TDAH quizás pasen del comportamiento
peligroso a la delincuencia. “Solía preocuparme de le hecho que no llegara a entrar a la
universidad - dice la madre de una adolescente con TDAH - Pero ahora solo pido que no
lo encierren en la cárcel”. Estos temores no son exagerados.
A un adulto, el TDH le plantea una serie de problemas muy particulares. La doctora Edna
Copeland dice: El muchacho hiperactivo puede convertirse en un adulto que cambia con
frecuencia de empleo, es despedido muchas veces, se pasa el día perdiendo el tiempo y es
inquieto”. Cuando no se entiende las causas de estos síntomas, la relación matrimonial se
resiente. “En una simple conversación - dice la esposa de un hombre con TDH – ni
siquiera oía todo lo que to le decía. Era como si estuviera siempre en otro lugar
Además, si alguien realmente padece de TDH, los síntomas están siempre presentes, es
decir, afectan casi todo aspecto de la vida de la persona.
LAS 3 CARACTERISTICAS DE MAS IMPORTANTES DEL TDAH: INATENCION,
HIPERACTIVIDAD E IMPULSIVIDAD
1. INATENCION:
El problema de la intención es observado como la inhabilidad del niño para mantener la
atención o responder a las tareas o actividades de juego y seguir las reglas e instrucciones
tanto tiempo como otros niños de la misma edad. También suele observarse que el niño
es más desorganizado, distraído y olvidadizo que otros de su nivel.
Los padres y profesores suelen quejarse que estos niños pareciera que no escucharan
bien. No pudieran, concentrarse, que se distraen fácilmente, que no suelen finalizar sus
tareas, que sueñan despiertos, y que cambian de actividad más frecuentemente que otros
niños
El problema de la atención se puede manifestar de dos formas en un primer caso el niño
se ve imposibilitado de completar las tareas que se les dejan; y en segundo caso, el niño
que tiene las dificultades para diferenciar lo que es importante de los que no lo es. Esto se
llama dificultad para la selección atentiva
2. HIPERACTIVIDAD:
Más notoria en situaciones que requieren precisamente de inhibición motora. En el salón
de clase, por ejemplo, no pueden quedarse tranquilos en su asiento, sino que saltan,
corren, se agitan, trepan más que otros niños, juegan ruidosamente, hablan
excesivamente, interrumpen las actividades de otros, y ser menos capaces de esperar en
fila o línea, de esperar su turno en los juegos
El hiperactivo es molestamente ruidoso y pare cavido de hallar cualquier objeto o mueble
sobre cual treparse o balancearse, dando la impresión de necesitar siempre mayor espacio
del que dispone. Pocos calculan riesgos y distancias, por lo cual sufren caídas repetidas y
accidentes de diversa intensidad. Ni siquiera dormidos se quedan se quedan quietos, es la
frecuente y desesperada queja de los padres, quienes tratan no raramente de controlarlos o
aquietarlos mediante castigo, sin ningún éxito
3. IMPULSIVIDAD:
Los niños con TDH son impulsivos: no miden el peligro, se encaraman en cualquier parte
sin medir el riesgo, cayéndose con frecuencia, por lo que habitualmente presentan heridas
y hematomas en las piernas. Atraviesan las calles sin percatarse del tránsito, por lo que se
deben ser vigilados constantemente. Actúan sin pensar ni considerar alternativas, en su
continuo cambio de actividades y dificultad para organizar tareas.
OTRAS ANORMALIDADES ASOCIADAS PUEDEN INCLUIR
1. Temerario/impulsivo
2. Propenso a Accidentes
3. Se ven envueltos en problemas disciplinarios por que actúan “sin pensar”, no
porque sea una conducta desafiante a las reglas
4. Relaciones con los adultos suelen ser desinhibidas con carencia de reserva o
cuidado
5. Impopulares con otros niños y pueden ser aislados
6. Frecuentes retrasos específicos en lenguaje y motricidad
7. Baja autoestima
8. Problemas asociados con el funcionamiento académico, presentan un tipo de
discapacidad del aprendizaje, desorden del habla, mala letra, mala ortografía
HALLAZGOS FISICOS Y DE LABORATORIO
El TDH no es lo suficientemente severo como para manifestar mediante signos
neurológicos comunes
Pruebas psicológicas normales no excluyen el diagnostico estadísticamente hay una
relación inversa entre CI e inquietud. El BENDER en niños con alteraciones precepto –
cognoscitivas incluye rotación de dibujos. El WISC especialmente en el niño hiperactivo
impulsivo e hipomaniaco, mide las fallas en pruebas de clasificación y provee pistas en
relación con las principales áreas de disfunción cerebral.
El TDAH no refleja en si una lesión anatómica sino una demora selectiva de la
maduración del SNC y el EEG se solicita especialmente si se desea descartar actividad
convulsiones.
LA EVALUACIÓN DE LA HIPERACTIVIDAD
ESTADO CLÍNICO DEL NIÑO
Este aspecto se ocupa de los comportamientos alterados y anomalías psicológicas que
presenta actualmente.

NIVEL INTELECTUAL Y RENDIMIENTO ACADÉMICO


Los informes que proporciona el colegio han de referirse a cómo es la conducta el niño y
sus calificaciones académicas en el curso actual y cómo han sido en años anteriores. En
esta evaluación se tienen en cuenta tanto los aspectos positivos como los negativos.

FACTORES BIOLÓGICOS
Se evaluarán mediante un examen físico exhaustivo para detectar posibles signos
neurológicos, anomalías congénitas u otros síntomas orgánicos que resulten de interés.

CONDICIONES SOCIALES Y FAMILIARES


Se analizan: nivel socioeconómico, comportamientos de los miembros de la familia,
clima familiar, relaciones interpersonales, tamaño, calidad y ubicación de la vivienda
familiar, normas educativas, disciplina, cumplimiento de normas y horarios, actitudes de
los padres hacia los problemas infantiles, factores o acontecimientos desencadenantes de
los conflictos.

INFLUENCIA DEL MARCO ESCOLAR


La evaluación de este aspecto está justificada por el papel que desempeña la escuela tanto
en la detección de las alteraciones infantiles como en el tratamiento posterior.

EL INTERÉS SE CENTRA EN DOS ÁREAS:


FACTORES PERSONALES Y ORGANIZACIÓN ESTRUCTURAL DEL CENTRO.
Respecto a los factores personales, se analizan las actitudes de los maestros cuando los
alumnos violan la disciplina o incumplen las normas escolares, así como las pautas de
conducta que estos profesionales adoptan cuando han de dirigir las clases; en definitiva,
se trata de averiguar si son profesores autoritarios o flexibles.

En cuanto a la organización del centro, interesa sobre todo los aspectos materiales y de
funcionamiento, así como la ubicación del mismo y su estructura organizativa.
Además de los exámenes neurológicos que se apoyan en los datos proporcionados por el
electroencefalograma y la cartografía cerebral, así como de la exploración pediátrica que
insiste en ensayos de coordinación y persistencia de movimientos, la valoración de la
hiperactividad se completa con una evaluación psicológica que tiene varios ejes:
información proporcionada por adultos significativos para el niño (padres y profesores),
informes del propio niño y observaciones que sobre su conducta realizan otras personas
en el medio natural.

DIAGNOSTICO
La evaluación que realiza el Psicólogo tras haber realizado diversas pruebas psicotécnicas
y valorado las características del contexto familiar y escolar, mediante las cuales puede
distinguir, de entre otros posibles diagnósticos, el que corresponde al caso en estudio.

Para poder confirmar este diagnóstico (TDAH) y distinguirlo de otros posibles problemas
psicológicos que pueden confundirse con el TDAH, se suelen realizar las siguientes
pruebas, además de las anteriormente citadas:

• Evaluación del Nivel de Desarrollo Intelectual (los niños de bajo Cociente


Intelectual se comportan de forma parecida)
• Evaluación de las Habilidades y Aptitudes Atencionales (para distinguir los niños
Hiperactivos de los Inatentos)
• Evaluación de Niveles de Ansiedad y Estrés (los niños bajo estrés crónico se
comportan de forma parecida)
• Evaluación de Situación Social y Académica
• Evaluación de Estilos y Hábitos Educativos de Padres y Educadores
EXAMEN PSICOLOGICO: Se utiliza la entrevista a los padres y maestros, la historia
clínica y la observación del comportamiento con los instrumentos que se utilizara.
TEST PARA DIAGNOSTICAR TDAH:
• Inteligencia: WISC-R, WIPPSI, K-ABC, K-BIT, Terman-Merrill, Kaufman,
McCarthy (MSCA), Figura Humana.
• Atención: Caras, Percepción de Diferencias, Toulouse-Pièron y d-2
• Personalidad: Dibujo de la Familia, Árbol, CAT, Rorscharch.
DIAGNOSTICO A NIVEL DE ESCUELA:
Se ha desarrollado una variedad de escalas destinadas a medir la conducta a nivel de la
clase (participación en grupo y la actitud hacia la autoridad).
Otra forma de diagnóstico a nivel de la sala de clases se basa en la observación
sistemática (se observa a los niños en distintos periodos y se obtiene una información
objetiva).

DIAGNOSTICO A NIVEL DE HOGAR:


Considerando a los niños que viven en contacto con sus familiares permanentemente. Las
escalas para diagnosticar las actividades del niño en casa como la observación en varias
situaciones (durante la comida, observando televisión, haciendo tareas, jugando,
durmiendo y fuera de la casa).
El diagnóstico adecuado y temprano es de gran ayuda para permitir un tratamiento
inmediato que evite que el niño siga acumulando otros tipos de conducta disfuncional que
agraven de esta manera el trastorno existente.
DIAGNÒSTICO DIFERENCIAL
El diagnóstico diferencial es establecer las diferencias que existen entre los síntomas que
corresponden (en este caso) al TDAH y los síntomas que corresponden a otro trastorno o
enfermedad. En ocasiones el diagnóstico diferencial también ayuda a diferenciar lo que
es un trastorno de lo que no lo es. En la consulta se ven niños que presentan diversos
factores de personalidad o sociofamiliares que no llegan a considerarse trastornos por no
pasar unos niveles clínicos establecidos.
En el diagnóstico diferencial de TDAH con otros trastornos, cabe destacar las
enfermedades neurológicas, como distintos tipos de epilepsia, enfermedades del sistema
nervioso central como problemas en la migración neuronal… Existen otros que dependen
de la neuroevolución por ejemplo las dificultades de aprendizaje, o problemas de
conducta como el trastorno negativista desafiante o el trastorno disocial.
DIFICULTADES ASOCIADAS
Problemas médicos
Existen una gran variedad de problemas médicos y psiquiátricos que pueden parecerse al
TDAH. Causas médicas o físicas incluyen problemas audición, problemas de atención,
epilepsia, secuelas de traumatismo craneal, enfermedad médica aguda o crónica,
malnutrición, alteraciones de la visión, síndrome de piernas inquietas, trastornos de
memoria, trastorno del sueño, problemas tiroideos, problemas ambientales, etc.
Trastornos del aprendizaje
En ocasiones algunos niños/as con distintos grados de retraso mental leve y capacidad
intelectual en el límite con el retraso mental, pueden ser confundidos con el TDAH.
Cuando nos encontramos con un niño/a con un cociente intelectual (CI) bajo que acude a
un centro académico que no toma en consideración esa dificultad y desajuste del ritmo a
su capacidad, es frecuente que aparezcan síntomas de inatención, desmotivación y
pérdida de interés que no tienen por qué corresponder a un trastorno de déficit de
atención. También puede observarse desatención en el aula cuando niños/as de elevada
inteligencia están situados en ambientes académicamente poco estimulantes.
Los niños/as con problemas académicos de lecto-escritura, cálculo, comprensión, a
menudo son confundidos con niños con déficit de atención, ya que las dificultades y
errores académicos de estos niños concurren a veces con las dificultades que se aprecian
en los sujetos con TDAH, y es por tanto necesario realizar evaluaciones específicas y
pruebas de tamizaje.
Trastornos afectivos
Respecto a la hiperactividad, algunos niños en la parte alta del espectro normal de
actividad pueden parecerse a niños con TDAH, o niños con un temperamento difícil.
También el trastorno bipolar de comienzo temprano se puede parecer al TDAH. Los
trastornos de ansiedad, las fobias, la depresión, o las secuelas de abuso o abandono de las
necesidades del niño pueden interferir con la atención y la concentración, estados de
agitación, etc. (Soutullo y Díez, 2007).
Trastornos de conducta
Los sujetos con comportamientos negativistas pueden resistirse a realizar tareas laborales
o escolares que requieren dedicación personal a causa de su renuncia a aceptar las
exigencias y normas de otros. En este caso el diagnóstico diferencial puede complicarse
cuando algunos sujetos con TDAH presentan de forma secundaria actitudes negativistas y
opositoras hacia el estudio o las diferentes responsabilidades.
Los ambientes excesivamente permisivos también dan lugar a conductas desorganizadas,
falta de hábitos y rechazo a las normas y responsabilidad en las tareas. Los sujetos con
trastornos disocial y problemas graves de conducta (conductas ilícitas, ausencia de
respeto por las normas, destrucción de la propiedad, comportamientos disruptivos y/o
agresivos, etc.) también pueden confundirse con sintomatología propia del TDAH,
especialmente en la adolescencia.
Uso de fármacos
Con respecto a los fármacos y sustancias psicoactivas, existen algunos medicamentos
como fenobarbital o carbamacepina, y drogas como el alcohol, el cannabis, la cocaína, o
los inhalantes volátiles, que pueden disminuir la capacidad la atención y concentración,
desorganizar el pensamiento, provocar desajustes en los hábitos y la organización del
tiempo, problemas de memoria, falta de motivación e interés, etc.
Ambientes no favorecedores
En algunos escolares puede observarse desatención en el aula cuando niños de elevada
inteligencia están situados en ambientes académicamente poco estimulantes, ambientes
desorganizados, con falta de límites y normas y/o caóticos, o excesivamente rígidos, con
demandas desajustadas a las capacidades o ambientes excesivamente demandantes,
pueden ocasionar a los alumnos, estrés ansiedad, agitación y problemas de atención y
organización.

PRONOSTICO
“EL PRONÓSTICO ES VARIABLE EN FUNCIÓN DE LA GRAVEDAD DE LOS
SÍNTOMAS Y DE LOS PROBLEMAS Y/O TRASTORNOS QUE PUEDAN
COEXISTIR CON EL TDAH. UN DIAGNÓSTICO PRECOZ Y UN TRATAMIENTO
ADECUADO, INFLUIRÁ DE FORMA DETERMINANTE EN LA EVOLUCIÓN”

Además de esto, cabe señalar que las manifestaciones del TDAH cambian con la edad.
En términos generales, se puede afirmar que en muchos sujetos el exceso de actividad
motora y/o vocal se reduce significativamente a medida que avanza la adolescencia y
durante la vida adulta. No obstante, según Barkley (1995), más del 80% de los niños que
han sido diagnosticados de TDAH en la edad escolar, continuarán presentando el
trastorno en la adolescencia y entre el 30 y el 65% lo presentarán también en la vida
adulta.
Se observa con frecuencia la aparición de conductas agresivas o desafiantes (mentiras,
pequeños robos, desafío a la autoridad…), a medida que se acerca a la adolescencia.
Entre un 20 y un 60% de estos niños y adolescentes, presentan conductas antisociales o
trastorno disocial. También pueden presentarse baja autoestima, tristeza, en algún caso
depresióny desconfianza en el éxito futuro (Barkley 1995).
En la edad adulta muchos consiguen un empleo y viven independientemente. Según
Selikowitz (1995), aproximadamente un 20% de los niños con TDAH evolucionará de
manera positiva, con cambios conductuales notables y sin problemas especiales en la
adolescencia y la vida adulta. No obstante en un 80% de los casos no hay remisión
absoluta, de éstos un 60% mantendrán un nivel medio de gravedad y continuarán con
dificultades de ajuste a las normas sociales, problemas de tipo emocional y dificultades
de aprendizaje y un 20% seguirá presentando el trastorno de forma severa.
Múltiples factores como una baja gravedad de los síntomas durante la infancia, recibir el
tratamiento y supervisión adecuados, el nivel general de inteligencia (Abikoff y Klein,
1992), historia familiar de TDAH, adversidad psicosocial y comorbilidad con otros
trastornos (Biederman y cols., 1996) están implicados en el pronóstico de estos niños.

TRATAMIENTO DEL TDAH


El tratamiento del TDAH en niños y adolescentes se realiza de manera individualizada en
función de cada paciente y su familia. Tiene por objetivo mejorar los síntomas y reducir
la aparición de otros trastornos asociados, ya que por el momento no existe una cura para
el TDAH.
En niños y adolescentes con TDAH con repercusión moderada o grave en su vida diaria,
se recomienda el tratamiento combinado, que incluye tratamiento psicológico conductual,
farmacológico e intervención psicopedagógica.
La combinación de tratamientos farmacológicos y psicológicos tiene la potencialidad de
que ejerce efectos inmediatos en los síntomas del TDAH mediante la utilización de la
medicación, así como efectos de larga duración gracias al desarrollo de estrategias y
habilidades cognitivas y de comportamiento proporcionadas por el tratamiento
psicológico.
5.1. Tratamiento psicológico para el TDAH en niños y adolescentes
Las intervenciones psicológicas que han mostrado evidencia científi ca/positiva para el
tratamiento TDAH se basan en los principios de la terapia cognitivo conductual (TCC).
El tipo de intervenciones que se aplican se describen brevemente a continuación.
Terapia de conducta
Es una terapia psicológica que se basa en un análisis de la conducta. Se identifi can los
factores que están manteniendo la conducta inadecuada, se delimitan las conductas que se
desea incrementar, disminuir o eliminar, llevándose a cabo la observación y el registro de
éstas. Hay dos tipos de técnicas:
• Para reducir conductas no deseadas: se utiliza el coste de respuestas, el tiempo fuera y la
extinción (no prestar caso a la conducta que se desea reducir o eliminar).
Entrenamiento para los padres
Se trata de un programa de tratamiento conductual que tiene como objetivo dar
información sobre el trastorno, enseñar a los padres a modifi car la conducta de sus hijos,
incrementar la competencia de los padres, mejorar la relación paterno-fi lial mediante una
mejor comunicación y atención al desarrollo del niño.
Terapia cognitiva
Entrenamiento en técnicas de autoinstrucciones, autocontrol y solución de problemas.
Entrenamiento en habilidades sociales
Los niños y adolescentes con TDAH presentan a menudo problemas de relación con la
familia, déficit en habilidades sociales y problemas de relación con los iguales. El
entrenamiento en habilidades sociales suele hacerse en grupos pequeños de edades
similares, y se emplean técnicas de la TCC.
5.2. Tratamiento psicopedagógico para el TDAH en niños y adolescentes
La intervención psicopedagógica constituye un pilar fundamental en el tratamiento
combinado del TDAH, pues comprenderá desde las intervenciones encaminadas a
mejorar el rendimiento académico del niño o adolescente (mediante reeducación
psicopedagógica) hasta aquellas dirigidas a la mejora del entorno escolar y, por lo tanto,
de su adaptación a éste (mediante un programa de intervención en la escuela y la
formación a los docentes).
La reeducación psicopedagógica es un refuerzo escolar individualizado que se lleva a
cabo después del horario escolar y que tiene como objetivo paliar los efectos negativos
del TDAH en el niño o adolescente que lo presenta, en relación a su aprendizaje o
competencia académica. Se trabaja sobre la repercusión negativa del défi cit de atención,
la impulsividad y la hiperactividad en el proceso del aprendizaje escolar.
Los niños con TDAH requieren, de forma individualizada y para cada uno de ellos, un
programa de intervención en la escuela que incluya tanto acciones académicas o de
instrucción, como conductuales. Estos programas deben implicar a la mayor parte del
cuadro docente para facilitar su eficacia, recogiendo:
• Aquellas acciones que hacen referencia a la metodología (la forma de dar instrucciones,
de explicar los contenidos académicos, o la asignación de deberes y tareas).
• Aquellas que refi eren al entorno de trabajo (la situación física del niño o adolescente en
el aula, el ambiente estructurado y motivador o la eliminación de elementos distractores).
• Aquellas que refieren a la mejora del comportamiento del niño o adolescente (la
supervisión constante, las tutorías individualizadas y el uso de técnicas conductuales).
La formación a docentes permite que éstos reciban psicoeducación sobre el trastorno,
modifiquen pensamientos y opiniones en cuanto a los niños y adolescentes con TDAH, se
entrenen en pautas de conducta y se capaciten para la detección de señales de alerta del
TDAH, favoreciendo así la detección precoz.
5.3. Tratamiento farmacológico para el TDAH en niños y adolescentes
¿Por qué usar fármacos en el tratamiento del TDAH en niños y adolescentes?
El efecto beneficioso de los fármacos sobre las conductas hiperactivas se conoce desde
hace más de 70 años. Los primeros fármacos para el tratamiento del TDAH se
comercializaron en España hace más de 25 años.
Estos fármacos están entre los más estudiados y seguros de todos los que se utilizan en
niños y adolescentes, siendo todos ellos muy eficaces para el tratamiento de los síntomas
del TDAH. Entre el 70 y el 80% de los pacientes responden de forma favorable al primer
tratamiento utilizado.
Por tanto, por su seguridad, alta efi cacia y escasos efectos secundarios se recomienda el
tratamiento farmacológico para el tratamiento de estos pacientes.
Con los fármacos reducimos los síntomas del TDAH, mejorando el rendimiento escolar y
el comportamiento del niño y las relaciones tanto en casa como en la escuela. Al mismo
tiempo, potencian el efecto de las intervenciones psicológicas y psicopedagógicas

¿Qué fármaco elegir?


El tratamiento farmacológico debe ser prescrito y controlado por un médico con
experiencia en el TDAH y en el manejo de estos fármacos y sus posibles efectos
secundarios. El tratamiento debe ser individualizado, es decir, adaptado a las necesidades
de cada paciente y cada familia.
¿Es necesario realizar alguna prueba antes de iniciar el tratamiento con estos fármacos?
No es necesaria la realización de ninguna prueba complementaria (análisis de sangre,
electrocardiograma, etc.) salvo que la historia y/o la exploración del paciente lo
aconsejen. Por ejemplo, en pacientes con antecedentes de problemas cardíacos será
necesario realizar un estudio cardiológico antes de iniciar el tratamiento.
En el control del tratamiento es conveniente registrar el peso, la talla, el pulso y la presión
arterial de forma periódica.
¿Cómo se inicia el tratamiento farmacológico?
Una vez elegido el fármaco, se empieza con dosis bajas y se incrementará la dosis cada 1
o 3 semanas en función de la respuesta del paciente y de la aparición de efectos
secundarios. El médico será el responsable de evaluar la efi cacia y la tolerabilidad del
fármaco mediante visitas periódicas, mucho más frecuentes al inicio del tratamiento y
más distanciadas en el tiempo (cada 3-6 meses) tras ajustar la dosis del fármaco de forma
adecuada.
¿Cuáles son los efectos secundarios más frecuentes?
Los efectos secundarios ocurren fundamentalmente al inicio del tratamiento, son poco
frecuentes, de escasa intensidad, transitorios y de poca gravedad. En muy raros casos
obligan a suspender el tratamiento. Es importante poder consultar con el médico
responsable del tratamiento cualquier efecto adverso antes de suspender la administración
del fármaco.
Los efectos secundarios más frecuentes de los estimulantes (metilfenidato) son: pérdida
de peso y de apetito, sobre todo al inicio del tratamiento; difi cultad para conciliar el
sueño (insomnio de conciliación); cefalea y, de forma mucho más infrecuente, tics e
inquietud.
Los efectos secundarios más frecuentes de los no estimulantes (atomoxetina) son: pérdida
de peso y de apetito, sobre todo al inicio del tratamiento; somnolencia; síntomas
gastrointestinales, como dolor abdominal, nauseas o vómitos; mareos y cansancio. De
forma muy infrecuente, puede aparecer ictericia (la piel toma un color amarillo debido al
aumento de la bilirrubina), refl ejo de un daño hepático que obliga a la supresión del
tratamiento.
¿Cuánto tiempo dura el tratamiento farmacológico?
La duración del tratamiento deber plantearse de forma individualizada en función de la
persistencia de los síntomas y de la repercusión de éstos en la vida del niño o del
adolescente.
Para los pacientes que estén tomando estimulantes, una práctica aceptada es la realización
de períodos cortos, de 1 o 2 semanas anuales, sin tratamiento farmacológico, con el
objetivo de poder valorar el funcionamiento del niño o el adolescente tanto en casa como
en la escuela. Una de los mejores momentos para realizar esta evaluación sin tratamiento
suele ser al comenzar el curso escolar.
¿Es recomendable hacer períodos libres de tratamiento farmacológico con estimulantes
(«vacaciones terapéuticas»)?
Aunque los fármacos estimulantes mejoran los síntomas del TDAH y el rendimiento
escolar, sus efectos no sólo se manifi estan en la escuela, sino también en casa y en otros
ambientes. Por este motivo, en el tratamiento del TDAH en niños y adolescentes, no
están recomendados de manera sistemática los períodos de descanso del tratamiento
farmacológico («vacaciones terapéuticas»), ya que pueden conllevar un empeoramiento
de la sintomatología del paciente. En cualquier caso, la realización o no de las
«vacaciones terapéuticas » será una decisión consensuada entre el médico, la familia y el
paciente, con el objetivo de evaluar la necesidad de mantener el tratamiento o no, y
reducir los efectos adversos.
¿Produce adicción el tratamiento farmacológico?
No existe ninguna evidencia científica que haya demostrado que el tratamiento con
estimulantes produce adicción.
Sí que se ha demostrado claramente que los pacientes con TDAH en tratamiento
farmacológico presentan significativamente menos problemas de consumo de drogas en
la adolescencia que los pacientes con TDAH que no reciben tratamiento farmacológico.
¿El tratamiento farmacológico para el TDAH se relaciona con retraso del crecimiento?
Los estudios disponibles hasta el momento son poco concluyentes. Los últimos datos
informan de que la talla fi nal de los niños en tratamiento con estimulantes sería de 1 a 3
cm inferior a lo esperado. El retraso en el crecimiento es mayor en el primer año de
tratamiento pero tiende a normalizarse posteriormente.
¿Disminuye la eficacia del tratamiento farmacológico con el tiempo?
El uso correcto de los fármacos indicados para el tratamiento del TDAH en niños y
adolescentes administrados de la forma y dosis prescritas no produce tolerancia, no deja
de ser efi caz ni es preciso aumentar la dosis, salvo por motivos del crecimiento
(incremento de la talla y el peso). Existe evidencia científi ca de que el tratamiento es
efectivo a largo plazo si éste es continuado.
5.4. Tratamientos alternativos y complementarios para el TDAH en niños y adolescentes
Debido al exponencial incremento de la medicina o terapias alternativas y
complementarias en los últimos años, los profesionales de la salud continuamente reciben
dudas y preguntas de sus pacientes y familiares sobre el uso de éstas. Por otro lado,
muchos pacientes no revelan a sus médicos su utilización, con la posible interferencia con
el tratamiento médico, o efectos adversos. Es importante hacer saber al médico
responsable del tratamiento si se utilizan.

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