Normas Morales y Normas Jurídicas
Normas Morales y Normas Jurídicas
Normas Morales y Normas Jurídicas
La palabra moral proviene del vocablo latino “mores” y significa costumbre. Fueron
las primeras normas que conocieron los romanos, llamadas “mores maiorum”, o
costumbres de los antepasados. También distinguieron el ius (derecho humano)
del fas (derecho divino) pero no estaban totalmente diferenciados, ya que el fas le
otorgaba el contenido al ius.
Moral y derecho
Como vemos, todo el sistema normativo, tiende a crear reglas de conducta para
que la sociedad funcione armónicamente. Es que las reglas de conducta se
crearon para eso, para que el hombre logre sus metas particulares, teniendo en
cuenta el fin social de sus actos, o por lo menos, sin perjudicar a otros.
Quien recibe una educación teórica y práctica valiosa, aprenderá normas morales,
que se instalarán en su conciencia sin siquiera advertirlo, y ellas le indicarán “no
robarás”, “no matarás”, “no discriminarás”, etcétera, pero puede suceder, que por
influencias extrañas al núcleo familiar, o por mala conformación ética de sus
propios progenitores, o por patologías individuales, el ser humano no logre
configurar una adecuada conducta moral, y transgreda las normas que la mayoría
de las personas consideran éticamente correctas. En algunos casos, su
conciencia se lo reprochará, pues puede discernir entre el bien y el mal, en otros
casos, no.
Pero a pesar de todo, puede ocurrir que el hombre no escuche ni los llamados de
su conciencia ni los de su religión y viole dichas normas, poniendo en peligro a la
sociedad, y ahí es donde interviene el derecho, que evidentemente se nutre de
esas normas morales y religiosas, pues el legislador que crea las normas jurídicas
es un ser hombre con conciencia moral, y en algunos casos religiosa. Esas
normas jurídicas que integran el derecho son de aplicación compulsiva: no hay
opción, hay que acatarlas, nos gusten o no, pues de lo contrario, seremos
multados, inhabilitados o iremos a prisión.
Generalmente, moral y derecho coinciden. Así la moral nos dice que no debemos
matar o robar, y el Código Penal sanciona con pena de prisión a quien mata o
roba. Por esa causa, es común que las personas no conozcan el Código Penal, y
sin embargo no lo violen, pues actúan de acuerdo a su bien formada conciencia
(generalmente no se mata o no se roba, no por no ir a la cárcel, sino porque se
siente que está mal, y son conductas éticamente reprobables) pero en otros
casos, como la moral no es única y puede variar de un individuo a otro, surgen
dilemas. Los casos que planteamos son indiscutibles, nadie puede creer que
matar o robar no deberían ser conductas punibles, pero otra cosa sucede si nos
adentramos en legislar sobre el aborto o el consumo de drogas, o el divorcio. Hay
conciencias formadas por influencia de estrictas normas religiosas, que rechazan
la despenalización de tales figuras como delictivas.
En conclusión sostenemos que el derecho no puede estar reñido con la moral sino
adecuarse a ella, y que una norma inmoral debe ser cuestionada y lucharse por su
derogación, pero mientras tanto, cumplirse, siempre y cuando no agravie
principios éticos fundamentales, como el derecho a la vida, a la dignidad o a la
libertad. En esos casos, se impone el deber moral, sobre el deber jurídico. Por
ejemplo, si nos obligan a concurrir a nuestro trabajo con saco y corbata, aún en
días de sofocante calor, podemos solicitar e incluso exigir, el cambio del
reglamento correspondiente, y mientras tanto, obedecerlo. Otra cosa sucede
cuando hay valores en juego trascendentes. En las dictaduras militares se dictaron
normas que obligaban a los militares subalternos a cumplir con órdenes totalmente
inmorales, como matar, secuestrar niños, torturar. Esas normas no poseen
justificación alguna de obediencia.