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Que Es La Masoneria

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Masonería

es...
Coordinación de estudios especiales

Ramón Martínez Zaldúa Roberto García Fortoul


Héctor M. Calderón H. Jorge M. Escalante Cámara
Rogelio Jaime Sánchez Herminio Núñez Lechuga

José Tovar Garduño Pascasio Ortiz Flores


Gran Maestro Gran Secretario

Edición facsímil de la Edición Realizada en 1979 bajo la dirección de la Muy


Respetable Gran Logia Valle de México
PRÓLOGO
Prólogo

A pesar de que la Masonería es una institución de res-


petable antigüedad, y que de ella se han ocupado am-
pliamente historiadores, filósofos y escritores, existen
en la actualidad una desorientación y desconocimien-
to casi completos de lo que realmente es esta orga-
nización que tiene sucursales en casi todo el mundo,
y de cuáles son sus finalidades y qué medios utiliza
para lograrlas.

La mayoría de quienes han escuchado en alguna


ocasión referencias vagas a la Institución Masónica, se
la representan como una especie de mafia tenebrosa
que se dedica a incorporar en sus filas a los oportu-
nistas, los cismáticos, los hombres sin credo ni reli-
gión, los politicastros sin escrúpulos y los incautos,
para sus conspiraciones secretas. Se supone que el ob-
jetivo principal de la actividad masónica consiste en
atacar a la religión, y el secundario es conseguir pues-
tos lucrativos en el gobierno, la industria, el comercio,
o dondequiera que sus adeptos puedan introducirse
con sus maniobras encubiertas. Se habla de que la in-
timidación y el terror son las armas con que son ma-
nejados eficazmente los juramentos de esta sociedad
5
secreta, y aun brotan aquí y allá consejas que hablan
de terribles y espeluznantes “venganzas masónicas” .

Muy distinta es la idea que se forman de la maso-


nería quienes han tenido algún trato con miembros de
la Institución. En muchos casos, han creído descubrir
que se trata de gente inofensiva, incapaz de “matar
una mosca”, idealistas y hasta ingenuos, que se reú-
nen semana a semana en sus “logias”, como otros lo
hacen en el café o en la cantina, para “darle su arre-
glada al mundo”. Como no se ve que para estas perso-
nas cambie en forma alguna su situación económica, a
veces precaria, ni que se realicen jamás los proyectos
loables que dejan traslucir en pláticas, se deduce que
la Masonería es una especie de club en el que se vuel-
can, en saludable “catarsis”, la frustración e impoten-
cia de los ideales fallidos y las metas inalcanzadas, y
se busca en la discusión libre de variados temas un
desahogo a las inquietudes y cierto solaz en el inter-
cambio de conceptos filosóficos.

Para quienes han asistido a ceremonias masónicas,


o han leído artículos ilustrados de los fastuosos ac-
tos que se llevan a cabo, los masones quedan catalo-
gados como una gente ociosa que vive en un mundo
artificial de fantasía y teatralidad, reminiscente de la
pompa y circunstancia de las órdenes de caballería y
la nobleza medieval, sin más finalidad que la de con-
ferirse mutuamente ridículos y altisonantes títulos
que halagan su vanidad y darle variedad a la incolora
mediocridad de la vida real.

Finalmente, hay quienes ven en la Masonería poco


más que un club social, como los Rotarios o los Leo-
nes, aunque con cierto sabor arcaico de misticismo,
6
que únicamente sirve para darle marco y ambiente
a las altruistas finalidades de ayuda mutua y solida-
ridad fraterna que se supone deben existir entre sus
miembros.

Como puede verse, la imagen que se forja una men-


te que trata de juzgar a una institución viéndola desde
afuera, no puede nunca ser exacta. En verdad, debe-
mos admitir que aún para muchos de los masones que
forman parte de la institución, el concepto tampoco
es muy claro, y ello se debe, precisamente a que han
trasportado el campo masónico sus aspiraciones par-
ticulares y han convertido a sus logias en un reflejo de
lo que esperaban encontrar en la Masonería.

Al solicitar su admisión, un candidato, en la Or-


den, se le pregunta si lo hace de su libre y espontánea
voluntad; pero ¿cómo puede haber libre y espontánea
voluntad de hacer algo, si se ignora lo que ello es?,
¿Cómo puede jurarse el cumplimiento de una cons-
titución y reglamentos si se desconocen completa-
mente?, ¿Qué puede pensarse de un hombre que va a
comprometer su palabra de honor y su buen nombre
sin haberse preocupado por investigar más a fondo
las consecuencias de tal acto?

La verdad es que escasean lamentablemente las


fuentes fidedignas de información sobre lo que es y
lo que no es la Masonería, y esta deficiencia no siem-
pre se puede subsanar por medio de la interrogación
directa, pues lo más probable es que reciban contes-
taciones contradictorias y vagas por el temor de mu-
chos masones a decir más de la cuenta, violando las
normas de discreción que recomienda la Orden. Tam-
poco se sale de apuros leyendo obras de consulta de
7
filosofía masónica, o aún los rituales (si se consiguen),
pues toda la literatura que se publica se supone que el
lector; es masón y, por lo tanto, se omite todo aquello
que le ha de ser bien conocido; pero que es precisa-
mente lo que más interesaría al que tiene deseos de in-
vestigar la conveniencia o inconveniencia de iniciarse
en la Masonería.

Para intentar llenar este hueco se escribió la pre-


sente publicación, que no trata, ni con mucho, de ser
un libro de consulta de Masonería. Existen buenas
obras de este tipo que ayudarán a quien desee obtener
información específica sobre algún aspecto particular
del tema. Lo que aquí nos hemos propuesto es pre-
sentar el panorama general, como lo haríamos ante
quien nunca hubiese oído hablar de la Masonería. No
se trata de una propaganda a favor ni en contra, sino
simplemente una exposición escueta de hechos y da-
tos fáciles de comprobar, pero que, hasta ahora, no
estuvieron reunidos en un solo libro.

Quedará mucho aún por decir, y algunas cosas ha-


brán de leerse entre líneas; pero tengo la convicción
leal de que no son las más importantes las que falten
y que la información condensada en esta publicación
será más que suficiente para el fin que se persigue,
que es el de orientar debidamente a quienes desean
conocer realmente lo que es esta institución mundial.

8
¿Cuáles son las finalidades de la
masonería?
Cuando por primera vez oímos a alguna persona de-
cir, “Fulano es masón”, la pregunta que surge inme-
diatamente en nosotros es: “¿Qué cosa significa “ser
masón”?, ¿es una religión, o una secta, o un club filo-
sófico, o un partido político, o qué?”

Daremos contestación a estas preguntas.

Masón significa constructor, o sea el que fabrica a cal


y canto un edificio, pero aunque antiguamente este tí-
tulo se les aplicaba a los miembros de las asociaciones
de constructores que dieron a Europa sus mejores edi-
ficios de la Edad Media y del Renacimiento, actual-
mente hemos de entenderlo en su acepción figurada,
diciendo que el masón es un constructor del templo sim-
bólico de la ciencia y de la virtud, que constituye su propia
personalidad.

En otras palabras, un masón es un individuo que


trabaja en perfeccionarse y en evolucionar, tanto en
sus conocimientos como en su comportamiento mo-
ral, y para ello sigue los caminos que le indica la an-
tigua asociación que se nombra Masonería o, más co-
rrectamente, Francmasonería.

Correlativamente, la institución Francmasónica tie-


ne como finalidad principal la de constituirse en guía
de quienes buscan y anhelan este perfeccionamien-
to, para lo cual va desgranando una a una sus sabias
enseñanzas, en dosis graduadas y de acuerdo con
el adelanto de cada uno de sus miembros. A través
9
del estudio razonado y crítico de la filosofía moral se
obtiene un mejor conocimiento de las virtudes y del
modo de practicarlas.

Pero, entonces, ¿cabe decir que la Masonería es una


escuela?

Desde luego que no, si entendemos por escuela un


lugar donde se imparten clases sobre materias especí-
ficas, basándose en libros de texto, y se capacita a los
alumnos para desempeñar un trabajo que les permita
ganarse el sustento. La Masonería es algo más que eso.
En primer lugar, su filosofía educativa es totalmente
distinta a la de cualquiera escuela, puesto que en vez
de exigir el aprendizaje de tales o cuales postulados y
principios, estimula la exposición libre, la discusión
ilustrada y el desarrollo de la imaginación y del pen-
samiento original, como medio para conseguir que
cada quien llegue, por su estudio independiente y su
meditación profunda, a sus propias conclusiones ló-
gicas y a la afirmación de sus convicciones. Por tanto,
usa ampliamente del símbolo y de la alegoría; pero no
ofrece de ellos ninguna explicación fija y dogmática,
sino que deja en libertad al iniciado para que ejercite
sus propias facultades deductivas e inductivas para
descifrarlos y aprender -por sí mismo- las provecho-
sas lecciones que encierran.

Se hace necesario preguntar que utilidad tiene esto.

La historia nos enseña que de la Masonería han sa-


lido, en todos los tiempos, hombres de gran visión,
acrisolado altruismo e inagotable energía, que han
dado a la humanidad sus más grandes impulsos de
progreso. Para describir estos nuevos caminos, nece-
10
sitaron nutrirse de la duda filosófica, no de la certeza
dogmática; precisaron examinar lo que no es típico,
en vez de conformarse con lo usual y corriente. Tu-
vieron que desechar los cartabones, los textos con-
sagrados y los manuales establecidos, decidiéndose
a recorrer sendas supuestamente prohibidas para el
pensamiento y aportando las soluciones a los proble-
mas irresueltos. Para esto, dispusieron de una mara-
villosa facultad: la imaginación creadora.

Quizá la Masonería ha sido, a través de los tiempo,


la única institución que se ha percatado de la impor-
tantísima función que tiene esta imaginación creado-
ra en la evolución de la humanidad, y ha descubierto
y aplicado un método sencillo y eficaz para desarro-
llarla. Por eso ha sido y seguirá siendo el semillero de
nuevas ideas, el portaestandarte de las vanguardias
y la escuela en que se modelan los hombres margina-
les que viven y piensan entre el hoy, el mañana… los
conductores de la humanidad.

Pero no solamente a esto se limita la Masonería; no


se conforma con ver que cada miembro se cultive y
perfeccione a si mismo, sino que trata de desarrollar
en todos y cada uno de ellos el firme sentimiento de
fraternidad y abnegación, encauzando cuidadosa-
mente todos sus esfuerzos hacia los nobles fines de
justicia social, equidad, libertad, auténtica democra-
cia y progreso material y espiritual de toda la huma-
nidad.

Dejaría la Masonería de ser universal en sus fina-


lidades si se mostrara partidaria de algún “ismo”, o
enemiga de alguna religión. En su seno se admiten
a hombres de todas las religiones y se respetan las
11
creencias de cada uno y su forma personal de rendir
culto a Dios. Por lo mismo están proscritas las discu-
siones sobre los méritos relativos de tal o cual forma
de culto, como no sea para reconocer que todas ellas
representan modalidades del sentimiento de venera-
ción del hombre hacia una Entidad Suprema a quien
se llama con distinto nombre. La Masonería resume
todas esas apelaciones a un común denominador y le
llama “Gran Arquitecto del Universo”, sin establecer
ningún culto especial para adorarle, pues considera
que todos son buenos cuando nacen de los anhelos
puros del hombre.

En concomitancia con estos principios de liber-


tad de conciencia es de culto, la Masonería no puede
permanecer al margen de cualquier violación de es-
tos postulados, como cuando los ministros de alguna
religión (sea esta católica, mahometana, budista, etc.)
detentan los poderes públicos y la soberanía de los
pueblos. Cuando las religiones, convertidas por los
hombres en tiranías esclavizadoras de las concien-
cias y prostituídas por la ambición de poder tempo-
ral, pretenden sojuzgar a los hombres, la Masonería
se yergue como campeona de la legítima libertad de
creer o no creer, atendiendo únicamente a los dicta-
dos de la íntima conciencia y de la razón. De ahí que,
aunque algunas veces y en algunos países la Masone-
ría haya adoptado posturas anticlericales, no por ello
es antirreligiosa.

En resumen, la masonería no es una religión, ni


discute los principios de ninguna religión, sino por el
contrario, las respeta a todas.

La Masonería es más que un club filosófico o una


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escuela de moral. Es una libre asociación de hombres
de todas condiciones económicas, y de todos los gra-
dos de cultura, a quienes los une el deseo de alcanzar
un desarrollo y una evolución más alta en su persona-
lidad interna, un dominio más perfecto de si mismos,
una afirmación de sus convicciones, una agudización
más sutil de sus facultades intelectuales y un acendra-
do espíritu de abnegado servicio hacia sus semejantes.
Dentro de la Masonería encuentran estos hombres un
ambiente de libertad, de respeto mutuo, orden, sere-
nidad, estudio y fraternidad.

La Masonería contiene una filosofía educativa pro-


pia, basada en el estudio imaginativo y profundo de
símbolos y alegorías que persigue como finalidad el
desarrollo del pensamiento propio, original, lógico y
constructivo, con el resultado de que cada masón pal-
pa pronto los frutos de este perfeccionamiento perso-
nal al notar que se ensancha extraordinariamente su
manera de ver la vida, se despiertan aptitudes dor-
midas, surgen perspectivas de mejoramiento y entra
plenamente en el camino que los transforma en guías
y benefactores de la sociedad.

13
¿Cómo está organizada interna-
mente?
La Francmasonería no es una sociedad simple, sino
una agrupación de sociedades que aceptan como base
fundamental un conjunto de antiguas leyes; escritas
o no escritas, que se denominan “Antiguos Límites”,
“Antiguos Cargos”, “Marcas”, o “Landmarks”. Este
cuerpo de ordenamientos se deriva directamente de
los que regían el funcionamiento de las asociaciones
de masones operativos en la Edad Media y es el resul-
tado de una larguísima experiencia. Los Antiguos Lí-
mites han logrado que la Francmasonería sea siempre
una e indivisible, a pesar de la variedad de cuerpos
que la constituyen, y que no se modifique ni prosti-
tuya su carácter esencial a través de los tiempos. Por
encima de cualquier constitución o reglamento están
siempre los Antiguos Límites; esto definen las normas
básicas de funcionamiento de la Institución, los requi-
sitos, derechos y obligaciones de los miembros y fun-
cionarios, y la postura filosófica, social y política de la
Masonería Universal. A pesar de su importancia, no
son dogmáticos sino convencionales y admiten que
exista una variedad casi infinita en la manera y orden
con que pueden impartirse las enseñanzas, en el estilo
de la decoración de los “Templos”, en las liturgias y
en muchos otros aspectos, a ello se debe la diversidad
de los Ritos Masónicos que son aceptados como “re-
gulares”.

Se llama rito, en Masonería, al conjunto de reglas o


preceptos de conformidad con los cuales se practican
las ceremonias y se comunican las instrucciones de
los grados.
14
Pasan de cien los ritos que han sido fundados, en
diversos tiempos, dentro de la masonería, y que se
han considerado como “reconocidos”. Muchos de
ellos tuvieron una vida efímera pero otros han sub-
sistido hasta nuestros tiempos. El pertenecer a un rito
determinado, sin embargo, no es obstáculo para que
los masones se traten entre si como miembros de una
misma gran familia y se visiten mutuamente.

De todos los sitos, son considerados como los prin-


cipales el Rito Escocés Antiguo y Aceptado y El Rito Inglés
de York o Rito de Real Arco. Sin embargo, en algunos
países han existido ritos nacionales que han demos-
trado gran actividad, como el Rito Moderno Francés,
del que surgió la Revolución Francesa; el Rito del Ce-
leste Imperio, que se practica en Turquía; El Rito Sue-
co, el Tien-Foe-Whe, de la China, el Benemérito Rito
Nacional Mexicano, de gloriosa memoria en nuestro
país, y muchos más.

En México, la gran mayoría de los masones están


afiliados al Rito Escocés Antiguo y Aceptado, aunque
también existen logias yorkinas, principalmente para
personas de habla inglesa, así como otros cuerpos que
pertenecen al Rito Nacional Mexicano, al Rito Primiti-
vo de la Masonería Universal, al del Derecho Human-
do “(Droit Humain”), al de Adopción y otros más.

Los masones se congregan en pequeños grupos


formados con algunas decenas de miembros, que se
denomina “Logias”, y se reúnen una vez por semana
en un local adecuado que recibe el nombre de “taller”,
dando a entender con ello que se congregan para tra-
bajar.

15
El valor e importancia de los trabajos que se desa-
rrollan en las logias no depende del estilo o fastuosi-
dad de su decoración. Muchas de ellas procuran limi-
tar al mínimo estos adornos para que no se distraiga
la atención y se desvíe del trabajo principal, que es de
orden intelectual. Se puede trabajar masónicamente a
campo raso y bajo la bóveda celeste, o en una choza
de paja, sin que nadie pueda alegar que se demeritan
en algo las bellas ceremonias en que se van revelando
las enseñanzas y secretos de la Masonería.

En cada población de regular importancia existe,


por lo menos, una logia masónica que imparte los tres
grados fundamentales del Simbolísmo, o Masonería
Azul: Aprendiz, Compañero y Maestro. Cada una de
estas logias está incorporada a una Gran Logia, cuyos
límites de jurisdicción corresponden generalmente a
los del Estado en que se encuentra. Los funcionarios
de estas Grandes Logias son electos democráticamen-
te entre los maestros de todas las logias simbólicas de
la jurisdicción y toca a ellos gobernar en los asuntos
que incumben a la agrupación. Finalmente, existe
dentro de cada país un organismo o Confederación
de Grandes Logias y, en el plano internacional, otros
organismos que preparan y realizan congresos regio-
nales y mundiales para el estudio y resolución de los
problemas generales de la Orden; estos superorganis-
mos solamente pueden formular recomendaciones a
las Grandes Logias.

Es la masonería Azul, o sea las Logias Simbólicas,


la que constituye el grueso del pueblo masónico, y
aunque existen otros cuerpos superiores que impar-
ten los grados Capitulares, Filosóficos y Administra-
tivos, hasta el último grado del Rito Escocés Antiguo
16
y Aceptado, que es el 33°, existe una independencia
completa entre la masonería Azul y estos otros niveles
de la masonería, por lo cual los grados que otorgan no
tienen preponderancia alguna en las Logias Simbóli-
cas, en donde no se reconoce otra categoría superior
a la de Maestro. Igual Independencia existe con rela-
ción a otros organismos “colaterales”, como son de las
diversas órdenes de Caballería (Templarios, Cruz de
Constantino, Shriners, etc), órdenes juveniles (Asocia-
ción de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad, de Mo-
lay, etc.), y femeninas (Arco Iris, Estrella de Oriente,
etc.). Estos organismos no son parte de la Orden Ma-
sónica, aunque algunos de ellos fijen como requisito
para ser admitido la posesión de ciertos grados masó-
nicos; pero le son complementarios en aspectos socia-
les, benéficos, educativos y de acción externa.

Las logias simbólicas se rigen a si mismas en todos


los asuntos internos, empleando para sus deliberacio-
nes el orden parlamentario y tomando sus acuerdos
en votaciones democráticas. Eligen periódicamente a
sus funcionarios y otorgan a los nuevos miembros los
diversos grados, a medida que los van mereciendo.
Establecen sus reglamentos internos y le imprimen a
los trabajos y estudios el curso que consideran más
conveniente, procurando no salirse de los principios
generales de la Orden.

En resumen, es la Logia Simbólica la unidad or-


gánica de la Institución Masónica. Estas logias se en-
cuentran congregadas en Grandes Logias y pertene-
cen a algún Rito reconocido, subsistiendo por encima
de estas divisiones de carácter administrativo la abso-
luta unidad de todos los masones del mundo entero,
que se reconocen fraternalmente, se ayudan y traba-
17
jan de común acuerdo hacia las metas de progreso y
bienestar de la humanidad, que constituyen el deber
cotidiano que todo masón se ha impuesto voluntaria-
mente.

18
¿Cuál es su historia?
Dejando a un lado muchos y muy antiguos antece-
dentes históricos de la masonería, oscuros e incone-
xos, señalaremos aquí que la Francmasonería surgió
de las corporaciones de obreros de la construcción en
la Edad Media. Los canteros alemanes y los construc-
tores ingleses de esos tiempos no constituían única-
mente asociaciones de oficios (“guildas”), sino verda-
deras hermandades en donde se enseñaba y ejercitaba
una teoría secreta de sus respectivas artes y oficios.
Muchos autores han probado que los francmasones
no han inventado su liturgia y sus símbolos, y que
tampoco los han copiado de otras sociedades secre-
tas arcaicas, sino que les han sido transmitidos, por
sucesión directa, de las sociedades gremiales de que
proceden.

Se pretende que la Masonería es tan antigua que ya


existía y se practicaba en las pirámides de Egipto, en
los templos de la India, en las cavernas de los Esenios,
en las criptas secretas de los Mayas, en la Academia
de Pitágoras y en muchas otras sociedades iniciáticas
de muy remota antigüedad. Las semejanzas, reales o
imaginarias, con los ritos y ceremonias que se lleva-
ban a cabo en esos tiempos, demuestran que la Franc-
masonería llena una íntima necesidad del espíritu
humano, cual es la de buscar la superación personal
y encauzar las potencialidades individuales hacia el
bien común.

Que estas técnicas no hayan variado grandemente


en el curso de varios milenios no debe extrañarnos,
ya que los antropólogos y etnólogos han demostrado

19
que el hombre sigue siendo esencialmente semejante
a sus manifestaciones mentales y afectivas desde que
es hombre, a pesar de todas las modificaciones am-
bientales que ha logrado la civilización.

La Masonería, en su forma actual, tomó cuerpo en


Inglaterra a fines del Siglo XVII. Con anterioridad,
existían en Alemania, Francia e Italia la cofradías de
constructores, o “masones”, en donde se enseñaban
no solamente las artes y las ciencias que debía do-
minar un maestro constructor, sino que se impartían
principios de moral y buena conducta, que garanti-
zaran la armonía dentro de las corporaciones. Los
lustros de duración de las monumentales obras que
ejecutaban los “masones” (entre las cuales se cuentan
las más preciada joyas del estilo gótico) favorecían
que se estableciesen relaciones muy estrechas entre
los numerosos artistas y obreros, los cuales formaban
verdaderos “equipos” bajo la dirección de sus gran-
des maestros arquitectos, que eran solicitados para
ejecutar obras en ciudades distantes y en diferentes
países. Natural es que, en sus viajes, buscasen la ayu-
da de otros miembros de su misma profesión, tam-
bién agremiados en cofradías, y que asistiesen a las
reuniones de sus “logias”. De esta necesidad de viajar
y ser reconocidos y atendidos, como de las precaucio-
nes que cada agrupación debía tomar para no admitir
entre sus miembros a un operario que fuese a romper
la armonía por su mala conducta, o a explotar en su
beneficio personal los conocimientos técnicos que se
impartían en las logias, surgieron los signos secretos
de reconocimiento, la jerarquización en tres grados,
con obligaciones y prerrogativas distintas, y el sigilo
y discreción para realizar las reuniones de masones.

20
El nombre de francmasón, derivado de la palabra
Freemason, y que significa “masón libre”, se daba a
los constructores que tenía libertad para contratar sus
servicios con cualquiera persona y en cualquier país,
a diferencia de los que estaban al servicio exclusivo
de algún noble, prelado eclesiástico o monarca. Estos
últimos, desde luego, no precisaban de signos de re-
conocimiento, ni de todas las demás cosas que carac-
terizaban a las logias de francmasones.

Por la necesidad de viajar y de conocer diversos


países y costumbres, los francmasones tuvieron con-
tacto con distintas maneras de pensar y diferentes or-
ganizaciones políticas, lo cual les confirió un punto de
vista excepcionalmente amplio hacia los problemas
religiosos, filosóficos, económicos, sociales y políti-
cos de su época. Hubieron de admitir, con igualdad
de derechos, a hombres de distintas nacionalidades,
credos y razas, y esto sentó las bases a los principios
humanistas de la naciente Orden.

En los siglos X, XII y XIV, se emprendieron en Esco-


cia e Inglaterra grandes obras, y para su realización se
importaron constructores alemanes, quienes llevaron
consigo los usos y costumbres de las logias alemanas.
A su influjo, nacieron las logias escocesas e inglesas.

Hacia principios del siglo XVIII, la construcción


había decaído grandemente y, consecuentemente,
languidecían las logias de los masones operativos; en-
tonces , en 1717, se constituyó en Londres una Gran
Logia, bajo el patrocinio de un grupo de hombres de
gran ilustración, que veían con pena la decadencia
de las logias de constructores. Fue entonces cuando
nació, propiamente, la Francmasonería de nuestros
21
tiempos, la cual ha conservado cuidadosamente el es-
píritu de las antiguas cofradías, sus principios cons-
titucionales y los usos y costumbres tradicionales,
apartándose de la construcción material. Admitió en
sus filas a hombres de todos los oficios y condición
social, a la vez que daba una interpretación elevada
y filosófica a sus símbolos; así, la Francmasonería ad-
quirió un carácter más amplio, susceptible de exten-
derse por todo el mundo.

Al ser electo Jorge Payne para el cargo de Gran


maestro, emprendió la meritoria tarea de reunir to-
dos los preceptos existentes y formar una colección de
39 ordenanzas generales, que fueron revisadas por el
Dr. James Anderson, teólogo e historiador, y sirvieron
de base a la Constitución publicada en 1723, que es el
primer fundamento legal de la Masonería.

Prosperó, a partir de ese momento, la Orden, con-


tando entre sus iniciados a distinguidos miembros
de la nobleza y de la familia real de Inglaterra. Entre
1739 y 1772, surgieron ciertas desaveniencias internas
que dieron origen a su separación en dos ritos: el Rito
Escocés Antiguo y Aceptado y el Rito de York, o del
Real Arco.

De Inglaterra, la nueva Francmasonería se extendió


rápidamente a otros países. En Francia apareció entre
1721 y 1732 y alcanzó un auge inusitado. Se forma-
ron nuevos ritos y se crearon grados filosóficos, siento
ésta, al principio, una innovación mal recibida en los
demás países, ya que infringía los Antiguos Límites
que únicamente establecían los primeros tres grados.

La Masonería Francesa ha contado entre sus miem-


22
bros a distinguidas personalidades, como Voltaire,
Rousseau, Condorcet, Víctor Hugo, Gambetta, He-
rriot, Dantón, Marat, Alejandro Dumas, Napoleón
Bonaparte, Emilio Zola y muchos más. En las logias
masónicas se gestó la Revolución Francesa, y de los
principios masónicos se sirvieron los revolucionarios
como bandera en la lucha contra la tiranía.

Entre los masones más distinguidos mencionamos


a Federico El Grande de Prusia, Francisco I de Aus-
tria, Goethe, Mozart, Beethoven, Wagner, Benjamín
Franklin, Jorge Washington, El Conde de Lafayete,
Tomas Jefferson, Abraham Lincoln, Américo Vespu-
cio, Leonardo de Vinci, Gral. Prim, Francisco Javier
Mina, Emilio Castelar, Simón Bolivar, José Martí,
Bernardo O’Higgins, José de Martín, Antonio José de
Sucre, José Ma. Morelos y Pavón, Ignacio Allende, Vi-
cente Guerrero, Don Guadalupe Victoria, Agustín de
Iturbide, Valentín Gómez Farías, Nicolas Bravo, Beni-
to Juárez, Melchor Ocampo, Sebastián Lerdo de Teja-
da, Porfirio Díaz, Ignacio Ramírez, Alfredo Chavero,
el Barón de Humboldt, Francisco I. Madero, José Ma.
Pino Suárez y muchos otros más.

La Masonería ha tenido en México un glorioso his-


torial de gestas libertarias, y ella ha sido la inspirado-
ra de nuestros movimientos políticos e ideológicos de
mayor trascendencia. Sin temor a exagerar, podemos
decir que los masones mexicanos dieron a nuestra pa-
tria la Independencia, las leyes de Reforma y la Revo-
lución de 1910, y que siempre que ha sido necesario
combatir por nuestra mexicanidad y por los derechos
del hombre, han sido los primeros en ofrendar su pe-
cho y su pensamiento en defensa de nuestra sobera-
nía y libertad.
23
En la actualidad, con la excepción de España y Ru-
sia, en todos los demás países del mundo tiene raíces
profundas la Masonería y cuenta con mayor número
de miembros que cualquiera otra sociedad Internacio-
nal de este tipo.

Las fuerzas renovadores que han actuado dentro


de ella, en nuestro país, la han modernizado y coho-
nestado con los adelantos de nuestros tiempos, y se
observa una saludable tendencia a incorporar a sus
técnicas y enseñanzas los descubrimientos más mo-
dernos de la ciencia.

De esta manera, la Masonería evoluciona y se pone


a todo con la época, para seguir siendo la fuente de
donde brota la fuerza renovadora del pensamiento
humano.

24
¿Interviene en la política?
Con mucha frecuencia se formula la pregunta de si
la Masonería desarrolla actividades de índole políti-
ca. Esto es lo primero que se le ocurre a quien lee en
las páginas de la historia la larga lista de estadistas,
reformadores, revolucionarios y patriotas que fueron
masones.

Quienes piensen que la masonería es una organiza-


ción política están equivocados, como suele equivo-
carse quien examina superficialmente las cosas y no
penetra tras las apariencias para aquilatar su verda-
dero significado.

Es cierto que en las Logias Masónicas se han for-


mado hombres como Voltaire, Washington, Bolivar,
Juárez y Madero; pero también de ellas han surgido
grandes sabios y artistas, como Franklin, Newton,
Mozart, Beethoven, Wagner, Chavero, Edison, Kant,
Spinoza, Rutherford, H. G. Wells, Einstein, Oppen-
heimer, Dewey y tantos otros más que nunca se ocu-
paron de la política, como no fuese desde un plano
filosófico y humanista.

Pese a los esfuerzos de quienes en ciertas épocas


han pretendido desentenderse del carácter real de la
Institución y han hecho esfuerzos por transformarla
en bandera política, la Masonería ha conservado, has-
ta ahora, su verdadera naturaleza de escuela y taller
en donde se forja la personalidad y evolucionan las
facultades más nobles del hombre. En un laboratorio
en donde se ejercita el análisis y la síntesis de todas
las ideas y de todos los nuevos conceptos filosóficos,

25
en el ambiente aséptico propio para el claro y reacio
pensar, y en donde se funden en el crisol del trabajo
mancomunado y de la lucha constante, los más diver-
sos metales, para obtener la amalgama y la aleación
con que se forjan los hombres capaces de dedicar sus
vidas al progreso de la humanidad, sin distingos de
raza, credo o nacionalidad.

La Masonería ha enseñado a estos hombres a lu-


char primero consigo mismos, para limar sus aspere-
zas y fortificar sus almas. Les ha mostrado el camino
de la convivencia fraterna, el respeto mutuo, la digni-
dad y el heroísmo. Ha inflamado sus corazones con el
amor a sus semejantes y la santa indignación contra la
injusticia y la tiranía que degradan al hombre y enca-
denan su pensamiento. Por eso es que en su seno se
han gestado tantas iniciativas trascendentales para el
adelanto de la humanidad y de ella han surgido, de
tiempo en tiempo, grupos fuertes y de gran cohesión
que han logrado imprimir a sus naciones, y al mundo,
los más importantes impulsos evolutivos.

La Masonería es esto y mucho más; pero lo que no


es, ni ha sido jamás, es un partido político, ni una or-
ganización militante al servicio de tal o cual encum-
brada personalidad, ni los exponentes de tal o cual
“ismo” (ni siquiera el liberalismo, como doctrina polí-
tica) ni una mafia de “carbonari”, aunque sus detrac-
tores así le hayan descrito con demasiada frecuencia.
Jamás podría ser cualquiera de estas cosas sin perder
inmediatamente su sentido humanista y universal,
quedando a merced de las contingencias temporales
y a la mezquindad de las lides personalistas, la Maso-
nería está por encima de la política y, sobre todo, de
la politiquería.
26
Pero así como nadie construye una casa para que
permanezca deshabitada, ni se fabrica un barco si
nunca ha de navegar, ni se prepara un banquete si na-
die ha de comerlo, ni ejercita el atleta sus músculos si
no ha de emplearlos, así también carecería de sentido
alguno la activad masónica (personal e interna) del
desarrollo de las facultades superiores del hombre,
si no desembocara en forma natural y lógica en los
múltiples cauces de la actividad social desempeñada
por cada uno de sus miembros, dentro de la esfera de
influencia personal y como resultado de su iniciativa
propia.

Por ello es que, aun no siendo la Masonería una


organización política, y ocupándose, como lo hace,
principalmente de la evolución personal de cada
hombre, resultaría absurdo que forjase guerreros del
progreso y conductores de la humanidad y les prohi-
biese toda actividad política, ya que en la realización
de logros concretos, está la justificación histórica de la
Institución.

De lo cual resulta que, individualmente, los ma-


sones si intervienen activamente en la política de sus
países cuando la ignorancia, el fanatismo o la ambi-
ción, tratan de sojuzgar a los pueblos.

Con respecto a las batallas que liberan los masones


en el mundo, la Institución Masónica se mantiene tan
independiente como lo puede ser una Universidad
con relación al trabajo profesional de sus egresados.
Existe, sin embargo, una diferencia importante: mien-
tras la Universidad se limita a preparar al estudiante
y una vez que le ha entregado su título pierde casi
todo contacto en él y con el buen o mal trabajo que
27
desarrolle, en cambio la Masonería sigue abrigando
con sus alas a sus miembros, dándoles ocasión de que
nunca cesen de estudiar y perfeccionarse, velando por
que se consoliden los lazos de fraternidad y compren-
sión mutua y juzgando severamente la actuación de
cada uno de ellos cuando violan los principios mora-
les proclamados por el ideario de la Orden.

28
¿Cuáles son las obligaciones y los
derechos de un masón?
Toda sociedad tiene el derecho de exigir de sus miem-
bros el cumplimiento de ciertas obligaciones, y a la
vez, le hace partícipe de los beneficios que ofrece. La
Masonería no es una excepción, por lo que es justo y
necesario que antes de contraer las obligaciones de un
masón, se sepa cuáles son estas obligaciones y cuáles
los derechos que se adquieren.

La primera de las obligaciones consiste en guardar


un silencio absoluto de los asuntos tratados en las re-
uniones o “tenidas” (como se les designa masónica-
mente). La Masonería no es, propiamente, una socie-
dad secreta, pero si es discreta. En los varios siglos de
actuación que lleva recorridos ha podido probar que
sólo con reserva, sigilo y discreción se puede estar a
salvo de los ataques que nacen de la incomprensión,
del fanatismo y de la envidia. A los que comentan
que: “¡Algo de malo habrá en ello, puesto que se es-
conden para hacerlo!”, les contestaremos que nunca
las nuevas ideas han encontrado el camino sembra-
do de comprensión, buena voluntad y aliento. Por el
contrario, recordemos a Sócrates acusado de pervertir
a la juventud, a Galileo torturado por blasfemo, a Spi-
noza excomulgado por ateo, y tantos otros que han
seguido igual o peor suerte. Y si hay quien diga que
esos tiempos ya pasaron y que en los tiempos actua-
les hay libertad de expresión y respeto hacia las ideas
nuevas, les diremos que están en su derecho para
creerlo así; pero que la Masonería está estructurada
de modo tal que pueda seguir funcionando aunque
impere un régimen de opresión política y económica
29
y de coartación de la libertad. Por tanto, no necesita
justificar su exigencia de que los miembros guarden
cuidadosamente sus secretos, puesto que ello es parte
de su naturaleza, y la sabiduría de este proceder ha
sido constatada en tiempos buenos y malos.

La segunda de las obligaciones de un buen masón


es la de trabajar intensamente en pro de su propia per-
fección interna. Deberá corregir sus propios defectos,
combatir sus pasiones y prodigarse en el servicio para
con los demás En esto consiste el trabajo masónico,
que es, como se dijo antes un trabajo personal de evo-
lución y labrado de la personalidad. No es buen ma-
són quien solamente se dedica a reunir abundantes
conocimientos sobre filosofía, historia, ciencia litúrgi-
ca, psicología, sociología, etc., si esta ilustración no va
acompañada de un auténtico espíritu fraternal que le
impulse a correr en auxilio de todo hombre que ne-
cesite de sus servicios. Tampoco podrá calificarse de
masónica la labor de quien está animado de grandes
deseos de hacer el bien, pero que carezca de la ilus-
tración y capacidad suficientes para reconocer la for-
ma más eficaz y provechosa de hacerlo. El verdadero
masón cohonesta sus conocimientos con un compor-
tamiento altruista y virtuoso, y pone en juego ambas
cualidades en trabajo infatigable, para que sus buenos
deseos se transformen en realidades palpables.

La tercera obligación es la de cumplir con los Esta-


tutos Generales de la Orden, las Constituciones de la
Gran Logia a que pertenezca y los Reglamentos par-
ticulares de su logia. Aunque no sería posible dar a
conocer en esta obra este cuerpo de disposiciones le-
gales, bastará explicar que su objetivo único es el de
fijar las normas de gobierno y funcionamiento interno
30
de las logias, y que todo masón sabe que estás órde-
nes tienen como mira el bien común y jamás pueden
contravenir los principios de honor y virtud que pro-
clama la Orden.

Huelga decir que entre las obligaciones que se des-


prenden de los Reglamentos particulares de las logias
están incluidos los de asistir puntualmente a las “teni-
das” semanales, estar al corriente en los pagos de las
cuotas personales, o “cápitas”, y conducirse siempre
con decoro y orden.

Pasamos ahora a lo que ofrece, en cambio, la Maso-


nería.

En primer lugar, ofrece su conjunto de enseñan-


zas sistematizadas, las cuales va impartiendo a cada
quien, según los méritos alcanzados por su esfuerzo
personal.

Otorga a todos sus miembros el derecho de recibir


ayuda y amor fraternal en cualquier lugar del mundo
en que se encuentren. El masón tiene amigos en todas
partes, siempre dispuestos a correr en su auxilio en
el momento en que los llame. Sin importar las dife-
rencias de rito que practique ni la jurisdicción a que
pertenezca, cada masón se considera hermanado con
todos los demás masones del mundo.

En la mayoría de las organizaciones masónicas


existen, además, otras ventaja de orden mutualista,
como por ejemplo: el seguro de vida, bolsa de trabajo,
fondo asistencial, etc. Debemos hacer notar, sin em-
bargo, que no es en estos servicios asistenciales donde
radican los beneficios de la Masonería, sino en la opor-
31
tunidad que brinda a sus miembros para estudiarse a
si mismo y ponerse a prueba dentro de los trabajos
de la logia, alcanzando un mejoramiento constante,
gracias a las sabias normas y disciplinas de la Orden.

Finalmente, la Masonería brinda a quienes evolu-


cionan dentro de ella, la oportunidad de ampliar su
campo de acción en el mundo externo y desarrollar
una actividad de mayores alcances y trascendencia.
Esto se logra como resultado de la cohesión que se es-
tablecen entre los masones y que después trasciende
a los diversos campos de acción en que se encuentran
profesionalmente. No es esto el producto de un plan
de acción premeditado por la Institución Masónica
y que aconseje colocar a fulano aquí y a zutano allá,
como piezas de un ajedrez en que se juegue alguna
trascendental partida política; es más bien la polariza-
ción espontánea de todos los hombres en quienes se
ha sublimado el amor a la libertad, a la justicia social y
al progreso, cuando con ocasión de un acontecimien-
to que viola los derechos del hombre y obstaculiza la
marcha ascendente de la humanidad, convergen al
unísono, impelidos por ideales de Libertad, Igualdad
y Fraternidad.

Para coordinar la actividad externa social, educa-


tiva, benéfica y política de los masones existen aso-
ciaciones civiles, en cuyo seno se reúnen los masones
de todos los ritos, jurisdicciones y obediencias, para
aunar sus esfuerzos y luchar hacia las nobles metas
que en los talleres masónicos se enseñan. Estas asocia-
ciones representan, para la masonería, lo que el brazo
es para el cerebro: un órgano ejecutivo para la realiza-
ción de los ideales masónicos.

32
Fuera de estas obligaciones y derechos no hay
otros. Cada masón lo es por su libre y espontánea vo-
luntad, y tiene derecho a retirarse, como caballero, de
la Masonería, cuando lo desee, sin que por ello sufra
persecuciones, amenazas o ataques. Sólo se le pide,
bajo su palabra de honor, que no revele los secretos
de la institución, y si no lo cumple, el único que se
perjudica es él mismo y no la Masonería, ya que el
verdadero y más preciado secreto masónico es invio-
lable por naturaleza.

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INDICE

Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

¿Cuáles son las finalidades de la masonería? . . 9

¿Cómo está organizada internamente?. . . . . . . . 14

¿Cuál es su historia? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

¿Interviene en la política?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

¿Cuáles son las obligaciones y los derechos


de un masón?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Esta edición de 100 ejemplares
se terminó de imprimir en el
SOLSTICIO DE VERANO DE 2017
en los talleres
de G3 Impresiones
Av. Insurgentes 366 Ote.
Col. Menchaca, Tepic, Nayarit
C.P. 63150

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