Vestido para La Batalla
Vestido para La Batalla
Vestido para La Batalla
Mi cintura está ceñida con la Verdad, porque he decidido imitar a Jesús que es el Camino, la
Verdad y la Vida. Yo crezco en mi comprensión de la Verdad al estudiar tu Palabra y las enseñanzas
de la Iglesia. Espíritu Santo, ayúdame a mejorar continuamente en mi habilidad para reconocer la
Verdad y vivir en la Verdad.
Me visto con la coraza de la Justicia, porque Jesús murió por mis pecados y, al hacerlo, Él me dio
su Justicia. Espíritu Santo, ayúdame a identificar mis pecados para que así me pueda arrepentir y
pueda ser restaurado plenamente en la Justicia que Jesús nos ha dado. Rezo pidiendo tu ayuda
para seguir el ejemplo de vida santa de Jesús para que mi Justicia sea evidente a todas las personas
a mi alrededor.
Me pongo las sandalias de la evangelización; ayúdame a estar disponible en todo momento para
difundir el Evangelio de la Paz por la manera en que llevo mi vida. Deja que otros te vean, Oh Señor,
en mí, mientras les sirvo en sus necesidades y les doy tu amor incondicional.
Mi mente está protegida por el casco de la Salvación, porque por mi bautismo he recibido la
mente de Cristo que murió por mi y me salvó de ser destruido a causa de mis pecados. Haz que
siempre tus pensamientos sean cada vez más claros para mí.
Llevo y empuño la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Espíritu Santo, ayúdame a
conocer la Palabra tan profundamente que la pueda utilizar correctamente para derrotar al enemigo y
sus planes y llevar adelante el proyecto del Reino de Dios.
Gracias, Señor, por toda esta armadura que me has dado. ¡Amen!
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Aunque los espíritus malignos parecen muy fuertes, la armadura divina es mucho más poderosa
En su carta a los Efesios, san Pablo les urge: “Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según
les inspire el Espíritu”. (Efesios 6,18)
Las palabras de san Pablo indican “que nuestra persistencia en la oración debe coincidir con
la incansable persistencia del demonio” (Hahn & Curtis, 2010, S. 354).
La oración es poder
La oración se convierte en la llave que desata el poder de la armadura espiritual de la que Pablo
escribe. Él se asegura de que su audiencia se dé cuenta de que la oración persistente no debe ser
olvidada. Estas palabras acerca de la oración se convierten en un puente para lo que Pablo escribe
después.
El apóstol hace esto en espera de que “otros se unan a la batalla y den a conocer el misterio del
Evangelio (6,19) con igual o más coraje” (Gotman, 2004, S. 528).
La oración es de todos
Como en cualquier ejército, un solo soldado no es suficiente, sino que debe ir acompañado por una
multitud de hombres. Al mismo tiempo, él pide estas oraciones como “embajador encadenado”
(6,20). Lo más probable es que él escribiera esta carta como prisionero en una casa de arresto en
Roma, donde “a él le fue dada libertad para predicar a las multitudes que venían a él” (Hahn & Curtis,
2010, S. 354).
No sorprende entonces el por qué el pide oraciones: para que él también sea capaz de continuar
con coraje la lucha de la batalla espiritual y no perder las esperanzas en su precaria situación.
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La armadura de Dios
Para concluir, el apóstol Pablo usa numerosas metáforas e imágenes para describir las verdades
espirituales en sus cartas. Entre ellas, su uso de la “armadura de Dios” ha venido a ser una
imagen impactante para describir las realidades espirituales que no son vistas en el mundo.
Aunque hay muchas similitudes con el equipamiento militar Romano, san Pablo desea
principalmente rememorar la armadura que Yahvé posee en el Antiguo Testamento.
Esto tiene sentido ya que Pablo se formó en un intenso estudio de las Escrituras como fariseo y desea
resaltar un punto espiritual con respecto al tipo correcto de “armadura” que se debe usar para batallar
contra un enemigo espiritual.
Resistiendo a los ataques del demonio
San Pablo se enfoca en la batalla espiritual que da lugar a la guerra tanto desde el corazón humano
-exhortando a los efesios a deshacerse de cualquier hábito pecaminoso- como fuera de éste, estando
alerta contra las maldades y trampas del demonio que busca destruir la propagación del
Evangelio de Jesucristo.
Al final, Pablo ve esta guerra espiritual como una realidad sombría, pero anima a los efesios y les
muestra que, aunque los espíritus malignos que ven activos en su comunidad parecen muy fuertes y
formidables, la armadura divina es mucho más poderosa y capaz de resistir los ataques
del demonio. Si su audiencia considera sus palabras y usa la “armadura de Dios”, ellos serán, sin
duda, capaces de resistir los ataques del enemigo y triunfarán sobre el pecado y el maligno.
L a armadura de Dios, su significado y cómo usarla
Efesios 6 es el último capítulo de la carta de Pablo a los Efesios y en los versículos 10 al 18 él les
anima a permanecer firmes en el Señor. Él sabía que, como cristianos, nos enfrentamos a una
guerra espiritual intensa y debemos estar preparados. Pablo habla sobre la armadura de Dios, las
herramientas que él da a sus hijos para que podamos vencer los ataques del diablo.
Al vestirnos y usar la armadura de forma efectiva podremos hacer frente a todas las trampas del
maligno y saldremos victoriosos. Veamos lo que nos dice Efesios 6:10-18 sobre la armadura de Dios,
para qué sirve y cómo debemos usarla.
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Lo primero es fortalecernos en el Señor. ¡De él viene nuestra fuerza! Esta llega cuando
reconocemos que dependemos de Dios, le buscamos en oración, leemos su Palabra y escuchamos
su voz.
Luego debemos vestirnos, tomar la armadura y ponérnosla. Esto requiere iniciativa, una acción de
nuestra parte y una decisión: no me enfrento con mis propias fuerzas sino que uso las armas que
Dios me da. Es un acto de humildad y de confianza total en su poder y en su sabiduría.
Jesús ya venció al diablo en la cruz, la batalla final está ganada. Sin embargo, nos enfrentamos a
batallas espirituales cada día y debemos hacerlo con las armas que Dios nos da, no con nuestro
intelecto o con nuestras fuerzas físicas. Esta es una lucha espiritual y nuestro adversario, el diablo,
es astuto e intentará desanimarnos en nuestro andar con Cristo. Usando bien las armas que Dios
nos da, venceremos.
La guerra espiritual
Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra
potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones
celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo
puedan resistir hasta el fin con firmeza.
(Efesios 6:12-13)
La realidad es que estamos en una lucha espiritual constante nos guste o no. En 1 Pedro 5:8-9 dice:
"Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente,
buscando a quién devorar. Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en
todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos".
Somos llamados a resistir, a estar preparados para el ataque y firmes en la fe. Es una lucha intensa,
pero Dios no nos deja indefensos. Él provee la armadura que necesitamos para vencer. ¡Sólo
tenemos que ponerla y usarla!
Debemos tener en cuenta que es una armadura, no varias, y debemos llevarla en su totalidad ya que
nos equipa para hacer frente a todos los ataques del diablo. No nos ponemos hoy el casco y mañana
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el escudo. ¡No! Los soldados se preparan con toda la armadura cuando salen a la batalla y nosotros,
como buenos soldados de Jesús debemos hacer lo mismo.
Al usar todas las armas que Dios nos ha provisto, estamos protegidos y listos para la batalla. Esa es
la forma en la que resistiremos firmemente hasta el fin, hasta que estemos con Jesús por la
eternidad.
La armadura de Dios
Veamos una corta descripción de cada una de las partes de la armadura que Dios ha puesto a
nuestra disposición.
1. El cinturón de la verdad
El cinturón que llevaban los soldados era ancho y servía para mantener la túnica interior en su lugar
a la vez que protegía y daba soporte al cuerpo. De esa misma forma el cristiano debe conocer la
verdad sobre quién es en Jesús y vivir una vida íntegra que honre su posición en Cristo.
El diablo intentará engañarnos con sus mentiras para que fallemos, dudemos o comprometamos
nuestra identidad. Debemos permanecer firmes en la verdad de que somos hijos de Dios,
transformados por él y salvados de la muerte eterna. Nada ni nadie nos arrebatará de su mano (Juan
10:28).
Cómo usar el cinturón: llena tu mente y tu corazón con la verdad de la palabra de Dios. Cultiva una
amistad profunda con Dios a través de la oración. Fortalece tu espíritu cada día alabando a Dios y
pasando tiempo con él. Vive una vida íntegra y sé veraz en todas tus acciones y palabras.
2. La coraza de la justicia
La coraza iba enganchada al cinturón y protegía órganos vitales. Una herida en el pecho puede ser
mortal y por eso el soldado debe cubrirlo bien. Así mismo debemos vestirnos con la justicia de Dios
que tenemos a través de Jesús. Somos justificados por nuestra fe en Cristo (Romanos 5:1-3). La
batalla contra las tentaciones y el pecado no la ganamos por nuestra propia justicia. La ganamos
recordando quiénes somos en Jesús y manteniéndonos firmes en esa realidad.
Cuando Dios nos mira él ve a Jesús en nosotros. Nosotros también debemos enfocarnos en la obra
de Dios en nuestras vidas, mantener nuestros ojos puestos en Jesús, no en nuestro pasado sin él,
en nuestras emociones o en los errores que cometemos.
Cómo usar la coraza: recuerda tu identidad en Cristo, que gracias a él eres has sido justificado y
perteneces a Dios por la eternidad. No creas las acusaciones del enemigo cuando trae a tu mente
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los pecados del pasado como si definieran tu presente. Tampoco creas cuando te dice que no
puedes vencer una tentación. Pide a Dios que te ayude a verte como él te ve, a recordar el poder
que él te concede para vencer y a actuar siempre como él desea que lo hagas.
Los pies necesitan estar bien protegidos para avanzar en la batalla. El enemigo puede colocar
objetos cortantes o trampas para hacernos caer y evitar que avancemos. Su meta es impedir que
salgamos a proclamar el evangelio de la paz. Puede atacar con tentaciones, complejos, sentido de
inferioridad, ansiedad, gente que se burla... la lista es larga. Pero en Cristo nuestros pies están
firmes y dispuestos para llevar el evangelio de la paz. Damos pasos y ganamos terreno (vidas) para
el reino de Dios porque él nos capacita y porque nosotros mismos hemos experimentado su paz.
El reino de Dios es uno de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17). Ese es el
mensaje que debemos proclamar. Sí, es cierto que es una guerra, pero las armas que Dios nos da
no son de este mundo y pueden parecer ilógicas. No ganamos imponiendo o alterándonos; ganamos
viviendo llenos de su paz y llevándola a todos los que nos rodean.
Cómo usar el calzado: Permite que la paz de Dios llene tu corazón cada día. Pasa tiempo con
Jesús y fortalece tu espíritu. No dejes que las trampas del enemigo impidan tu avance y efectividad.
Afirma tus pies, pide a Dios que te de valentía y comparte su evangelio de paz con todos los que te
rodean.
4. El escudo de la fe
Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas
del maligno.
(Efesios 6:16)
Aquí Pablo no solo menciona la parte de la armadura sino que también nos dice para qué la
usaremos. El escudo al que se refiere era uno grande que cubría y protegía toda la parte delantera
del soldado. Era resistente y estaba cubierto de cuero porque a veces el enemigo atacaba con
flechas encendidas y el cuero actuaba como aislante protector.
Con el escudo de la fe podemos apagar todas las flechas que nos dispara el maligno. El ataque del
diablo puede venir de cualquier lugar, por eso es importante estar alerta para poder colocar el
escudo en el lugar preciso y protegernos.
Una de las armas que el diablo usa con frecuencia es la duda. Nos incita a dudar del poder, el amor
o la bondad de Dios. Al ejercitar nuestra fe y afirmarnos en lo que sabemos sobre Dios y su obra en
nosotros, esos ataques pierden su efectividad y avanzamos en nuestro andar con Jesús.
Cómo usar el escudo: alimenta tu fe leyendo y memorizando la palabra de Dios, pasa tiempo con
Dios. Llena tu mente de la verdad sobre él y sobre quién eres en él para que puedas usar esa verdad
cuando lleguen las dudas.
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Aprende un poco más sobre qué es la fe.
5. El casco de la salvación
El casco protege la cabeza. Nuestra mente debe estar llena de la certeza de nuestra salvación.
Hemos de vivir cada día la vida que Dios quiere que vivamos como hijos suyos, anclados en esa
certeza y con nuestros corazones llenos de gratitud.
Somos "linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para proclamar
las obras maravillosas de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Pedro 2:9). Esa
es nuestra realidad y ese es nuestro propósito. No permitamos que el diablo ponga en nuestras
mentes dudas sobre nuestra salvación. Somos salvos por la fe en Cristo (Gálatas 3) y nadie nos
puede arrebatar esa salvación.
Cómo usar el casco: Recuerda que eres salvo por la fe en Jesús y eso nadie lo puede cambiar.
Vive en confianza y en obediencia la vida que Jesús desea para ti. Combate con la palabra de Dios
las dudas sobre tu salvación o las tentaciones a sentir que no mereces su amor o su perdón. Él te
ama, te salvó y eres suyo por la eternidad.
Esta es la única arma de ataque, las otras son más bien defensivas. La espada sirve tanto para la
defensa como para atacar al enemigo. La palabra de Dios alumbra nuestro camino (Salmo 119:105)
e ilumina nuestras mentes con la enseñanza del evangelio. Con la espada del Espíritu nos
defendemos y hacemos frente a los ataques del enemigo (mentiras, engaños) a la vez que le
atacamos con la verdad. Recordemos el ejemplo de Jesús cuando fue tentado, cómo usó la palabra
de forma efectiva para vencer las tentaciones del diablo (Mateo 4).
"Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos.
Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los
pensamientos y las intenciones del corazón."
(Hebreos 4:12)
Combatimos los malos pensamientos, las dudas y las enseñanzas falsas llenando nuestra mente con
el mensaje de la Biblia. El diablo intentará engañarnos, pero si conocemos bien la palabra de Dios
podremos afirmarnos en la verdad y continuar activos en la batalla sin temor.
Cómo usar la espada: Estudia la Biblia, memorízala, aprende a usar la palabra de verdad de forma
efectiva. Combate las mentiras con su verdad. Guarda la palabra de Dios y vive una vida acorde a lo
que él pide.
La importancia de la oración
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El soldado cristiano se prepara para la batalla, se fortalece y recibe sus órdenes a través de la
oración. La comunicación con Dios, nuestro Comandante, debe ser constante para fortalecernos y
recibir sus órdenes con la estrategia que debemos seguir.
No solo debemos orar por nuestras luchas, retos o dificultades, sino que debemos apoyar a nuestros
hermanos en oración. Si vemos a algún hermano luchando contra un pecado o duda, o si está
pasando por sufrimiento o persecución, debemos apoyarle con nuestras oraciones y animarle.
¿Quieres vencer en esta guerra espiritual? Vístete cada día con la armadura de Dios, pasa tiempo
en oración delante de él, estudia su palabra y mantente alerta frente a los ataques del enemigo.
Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el Nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Gloriosísimo Príncipe de los Ejércitos Celestiales, San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra las
principados y potestades, contra los gobernadores de estas tinieblas, contra los espíritus de maldad en los aires
¡ven en auxilio de los hombres que Dios ha hecho a su Imagen y semejanza, y rescatado a tan alto precio de la
tiranía del demonio! Eres tú a quien venera la Santa Iglesia como su Guardián y su Protector; a ti ha confiado el
Señor las almas, redimidas para introducirlas en la felicidad del Cielo. Ruega al Dios de Paz que aplaste a
Satanás bajo tus pies, a fin de despojarle de todo poder de retener cautivos a los hombres y de perjudicar a la
Iglesia.
Dígnate presentar al Altísimo nuestras Oraciones para que prontamente desciendan sobre nosotros las
Misericordias del Señor, y vence a la antigua serpiente que es el diablo o Satanás, para precipitarlo encadenado
a los abismos, de manera que no pueda ya jamás seducir a las Naciones. Amén.
Me envuelvo hoy día y ato a mi una Fuerza Poderosa, la invocación de la Trinidad, la fe en las Tres Personas, la
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confesión de la Unidad del Creador del Universo.
Me envuelvo hoy día y ato a mí la fuerza de Cristo, con su bautismo, la fuerza de su Crucifixión y entierro, la
fuerza de su Resurrección y Ascensión, la fuerza de su vuelta para el Juicio de la Eternidad.
Me envuelvo y ato a mí la fuerza proveniente de los méritos de todos aquellos que ya están unidos a Dios para
siempre en la eternidad, especialmente la fuerza de los méritos de María Santísima, San José, San Juan Bautista
y mis Santos Patronos.
Me envuelvo hoy día y ato a mí la fuerza del Espíritu Santo que fortaleció a los Apóstoles en Pentecostés, la
fuerza del amor de los Querubines, la obediencia de los Ángeles, el servicio de los Arcángeles, la esperanza de
la resurrección para el premio, las Oraciones de los Patriarcas, las predicciones de los Profetas, las
predicaciones de los Apóstoles, la fe de los Mártires, las buenas obras de los Confesores.
Me envuelvo hoy día y ato a mí el Poder del Cielo, la luz del sol, el brillo de la luna, el resplandor del fuego, la
velocidad del rayo, la rapidez del viento, la profundidad del mar, la firmeza de la tierra, la solidez de la roca.
Me envuelvo hoy día y ato a mí la Fuerza de Dios para orientarme, el Poder de Dios para sostenerme, la
Sabiduría de Dios para guiarme, el ojo de Dios para prevenirme, el oído de Dios para escucharme, la Palabra de
Dios para apoyarme, la mano de Dios para defenderme, el camino de Dios para recibir mis pasos, el escudo de
Dios para protegerme, los Ejércitos de Dios para darme seguridad contra las trampas de los demonios, contra las
tentaciones de los vicios, contra las malas inclinaciones de la naturaleza, contra todos los que desean el mal, de
palabra, obra y pensamiento, de lejos y de cerca, estando yo solo o en la multitud.
Convoco hoy día a todas las Fuerzas Poderosas, que están entre mí y esos males, para oponerlas contra los
encantamientos de los falsos profetas, contra las leyes negras del paganismo, contra las leyes falsas de los
herejes, contra la astucia de la idolatría, contra los conjuros de las brujas, brujos y magos, contra todos los que
me envidian y planifican cómo destruirme, contra la curiosidad que daña el cuerpo y el alma del hombre.
Invoco a Cristo para que me proteja hoy contra el veneno, el incendio, el ahogo, las heridas, para que pueda yo
alcanzar abundancia de premio.
Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo en mí, Cristo sobre mí, Cristo a mi derecha,
Cristo a mi izquierda, Cristo debajo de mí, Cristo en la anchura, Cristo en la longitud, Cristo en la altura.
Invoco a Cristo para que este en el corazón de todo hombre que piensa en mí, Cristo en la boca de todos los que
hablan de mí, Cristo en todo ojo que me ve, Cristo en todo oído que me escucha.
Me envuelvo hoy día y ato a mí una Fuerza Poderosa; la invocación de la Trinidad, la fe en las Tres Divinas
Personas, la confesión de la Unidad del Creador del Universo.
Del Señor es la Salvación, el Señor es la fuerza de la Salvación, Cristo es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos y de la mano de todos los que nos odian para servirle con santidad y justicia, en su presencia todos
nuestros días. Amén.
JUSTO JUEZ:
Tu voz imperiosa serenaba a las tempestades, sanaba a los enfermos y resucitaba a los muertos como a Lázaro y
al hijo de la viuda de Nahím. El imperio de tu voz ponía en fuga a todos los demonios, haciéndolos salir de los
cuerpos poseídos, y dio vista a los ciegos, habla a los mudos, oído a los sordos y perdón a los pecadores, como a
la Magdalena y al paralítico de la piscina. Tu te hiciste invisible a tus enemigos, a tu voz retrocedieron cayendo
por tierra en el huerto, los que fueron a aprisionarte, y cuando expirabas en la Cruz, a tu poderoso acento se
estremecieron los orbes.
Tú abriste las cárceles a Pedro y lo sacaste de ellas sin ser visto por la guardia de Herodes; tú salvaste a Dimas y
perdonaste a la adúltera. Te suplico, Justo Juez, me liberes de todos mis enemigos, visibles e invisibles. La
sábana santa en que fuiste envuelto me cubra; tu sagrada sombra me esconda, el velo que cubrió tus ojos ciegue
a los que me persiguen, y los que me deseen mal ojos tengan y no me vean, manos tengan y no me tienten,
oídos tengan y no me oigan, lengua tengan y no me acusen, y sus labios enmudezcan en los tribunales cuando
intenten perjudicarme.
Oh Jesucristo, Justo y Divino Juez, favoréceme en toda clase de angustias y aflicciones, lances y compromisos,
y has que al invocarte y aclamar al imperio de tu poderosa y Santa voz llamándote en mi auxilio, las prisiones se
abran, las cadenas y los lazos se rompan, los grillos y las rejas se quiebren, los cuchillos se doblen y toda arma
que sea en mi contra se inutilice; ni los caballos me alcancen, ni los espías me miren ni me encuentren.
Tu Sangre me bañe, tu manto me cubra, tu mano me bendiga, tu Poder me oculte, tu Cruz me defienda, y sea mi
escudo en la vida y en la hora de mi muerte.
Ho Justo Juez, Hijo del Eterno Padre, que con El y con el Espíritu Santo eres un solo Dios verdadero; oh Verbo
Divino hecho hombre, yo te suplico me cubras con el manto de la Santísima Trinidad, para que libre de todos
los peligros y me glorifique tu Santo Nombre. Amén.
Divino y Justo Juez, acompáñame en mi vida, oh Verbo divino hecho hombre, yo te suplico me cubras con el
manto de la Santísima Trinidad para que me libres de todos los peligros y me glorifique tu Santo Nombre.
Amén.
Divino y Justo Juez, acompáñame en mi vida, líbrame de todo peligro y accidente; defiéndeme de mis enemigos
y socórreme en mis necesidades. Amén.
JUSTO JUEZ:
Tu voz imperiosa serenaba a las tempestades, sanaba a los enfermos y resucitaba a los muertos como a Lázaro y
al hijo de la viuda de Nahím. El imperio de tu voz ponía en fuga a todos los demonios, haciéndolos salir de los
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cuerpos poseídos, y dio vista a los ciegos, habla a los mudos, oído a los sordos y perdón a los pecadores, como a
la Magdalena y al paralítico de la piscina. Tu te hiciste invisible a tus enemigos, a tu voz retrocedieron cayendo
por tierra en el huerto, los que fueron a aprisionarte, y cuando expirabas en la Cruz, a tu poderoso acento se
estremecieron los orbes.
Tú abriste las cárceles a Pedro y lo sacaste de ellas sin ser visto por la guardia de Herodes; tú salvaste a Dimas y
perdonaste a la adúltera. Te suplico, Justo Juez, me liberes de todos mis enemigos, visibles e invisibles. La
sábana santa en que fuiste envuelto me cubra; tu sagrada sombra me esconda, el velo que cubrió tus ojos ciegue
a los que me persiguen, y los que me deseen mal ojos tengan y no me vean, manos tengan y no me tienten,
oídos tengan y no me oigan, lengua tengan y no me acusen, y sus labios enmudezcan en los tribunales cuando
intenten perjudicarme.
Oh Jesucristo, Justo y Divino Juez, favoréceme en toda clase de angustias y aflicciones, lances y compromisos,
y has que al invocarte y aclamar al imperio de tu poderosa y Santa voz llamándote en mi auxilio, las prisiones se
abran, las cadenas y los lazos se rompan, los grillos y las rejas se quiebren, los cuchillos se doblen y toda arma
que sea en mi contra se inutilice; ni los caballos me alcancen, ni los espías me miren ni me encuentren.
Tu Sangre me bañe, tu manto me cubra, tu mano me bendiga, tu Poder me oculte, tu Cruz me defienda, y sea mi
escudo en la vida y en la hora de mi muerte.
Ho Justo Juez, Hijo del Eterno Padre, que con El y con el Espíritu Santo eres un solo Dios verdadero; oh Verbo
Divino hecho hombre, yo te suplico me cubras con el manto de la Santísima Trinidad, para que libre de todos
los peligros y me glorifique tu Santo Nombre. Amén.
Divino y Justo Juez, acompáñame en mi vida, oh Verbo divino hecho hombre, yo te suplico me cubras con el
manto de la Santísima Trinidad para que me libres de todos los peligros y me glorifique tu Santo Nombre.
Amén.
Divino y Justo Juez, acompáñame en mi vida, líbrame de todo peligro y accidente; defiéndeme de mis enemigos
y socórreme en mis necesidades. Amén.
ORACIÓN DE PURIFICACIÓN:
Cristo Jesús, Señor mío, te doy las gracias por todo lo que hiciste por mis hermanos, que fueron atendidos en tu
Nombre.
Te pido que laves y purifiques con tu Sangre Preciosa todo mi ser: cuerpo, alma y espíritu. Que tu Sangre
Preciosa Purifique mi interior, mi cerebro, mis células, mi mente, mi pensamiento, mi imaginación, mi
memoria, mi entendimiento y mi voluntad. Nadie tiene derecho a tocar mi interior; que tu Sangre Señor
Jesucristo purifique todo mi exterior, mi cuerpo de cabeza a pies, que me laves de cualquier impureza,
infestación, daño o mal, causado en este Ministerio que acabo de desempeñar.
Te entrego toda esclavitud y venganza que el Enemigo quisiera ejercer contra, mí como consecuencia de la
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liberación que haces de tus ovejas; y todo espíritu maligno que quisiera acechar estos lugares, hacerme daño, o
dañar a cualquier persona, por el Poder de tu Preciosa Sangre quede atado y amordazado, y lo mandamos
cautivo a tus pies. Y tú Cristo Jesús, lo envíes al sitio donde deba estar.
Que esta purificación llegue a toda mi familia dondequiera que se encuentre; en tu Nombre Señor Jesucristo,
pido que no quede nada de gloria en mí, vanidad u orgullo. Yo siervo inútil, sólo hice lo que tenía que hacer,
pues tu has sido quien ha realizado esta obra en mis hermanos, porque tuyo es el Poder y la Gloria por siempre
Señor. Que a mi casa y a todos los lugares donde yo vaya, solo lleve alegría, paz, salud y amor; que yo sea
recibido de igual forma.
ORACIÓN DE PURIFICACIÓN:
Cristo Jesús, Señor mío, te doy las gracias por todo lo que hiciste por mis hermanos, que fueron atendidos en tu
Nombre.
Te pido que laves y purifiques con tu Sangre Preciosa todo mi ser: cuerpo, alma y espíritu. Que tu Sangre
Preciosa Purifique mi interior, mi cerebro, mis células, mi mente, mi pensamiento, mi imaginación, mi
memoria, mi entendimiento y mi voluntad. Nadie tiene derecho a tocar mi interior; que tu Sangre Señor
Jesucristo purifique todo mi exterior, mi cuerpo de cabeza a pies, que me laves de cualquier impureza,
infestación, daño o mal, causado en este Ministerio que acabo de desempeñar.
Te entrego toda esclavitud y venganza que el Enemigo quisiera ejercer contra, mí como consecuencia de la
liberación que haces de tus ovejas; y todo espíritu maligno que quisiera acechar estos lugares, hacerme daño, o
dañar a cualquier persona, por el Poder de tu Preciosa Sangre quede atado y amordazado, y lo mandamos
cautivo a tus pies. Y tú Cristo Jesús, lo envíes al sitio donde deba estar.
Que esta purificación llegue a toda mi familia dondequiera que se encuentre; en tu Nombre Señor Jesucristo,
pido que no quede nada de gloria en mí, vanidad u orgullo. Yo siervo inútil, sólo hice lo que tenía que hacer,
pues tu has sido quien ha realizado esta obra en mis hermanos, porque tuyo es el Poder y la Gloria por siempre
Señor. Que a mi casa y a todos los lugares donde yo vaya, solo lleve alegría, paz, salud y amor; que yo sea
recibido de igual forma.
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Amado Arcángel que luchas en favor de dios. San Miguel defiéndeme del mal que se
presenta a diario, no permitas me hagan daño. Libera mi ser de pensamientos que me
incitan a pecar y libera a las personas que vienen con malas intenciones.
Que la luz de tu espada me libre de las almas perversas dominadas por Satanás. Haz
manifiesto de la gracia y poder de dios en mí, liberándome de todo mal. Acércate a mí,
con tu ejército de seres de luz y también cuida a mis seres queridos.
Bajo tu mando, el ejército celestial luchará para desterrar la maldad de este planeta,
yo quiero ser testigo de ello. Espero que mi ruego sea atendido.
Libérame de la maldad del diablo y de sus cómplices. No permitas que me dañe la
brujería ni cualquier encantamiento que vaya contra mi voluntad. Producto de
personas malvadas sin escrúpulos.
Conserva mi alma, en un recipiente de cristal donde solo lo protejas tú. Que el poder
de dios atienda mi súplica a través de ti. Te admiro y venero amado Santo Miguel. Sé
que tu justicia me liberara de la maldad de las personas y aplicará justicia a quienes
hacen daño. Confío en que mi ruego será atendido a la brevedad. Amén.
Amén.
Oración.
Jesús, Salvador nuestro, presenta al Padre Tú Sangre que, en virtud de Espíritu Santo, derramaste por nuestro amor.
Purificados de nuestros pecados en el baño de esa sangre sagrada, esperamos alcanzar por ella la gracia de las gracias:
nuestra salvación eterna. Así sea.
Aprobada por su Santidad el Papa Juan XXIII. Se le fue otorgada la Indulgencia Parcial de siete años, y plenaria si se
reza diariamente durante un mes, bajo el cumplimiento de las condiciones propias a dicha indulgencia: ir al
sacramento de la confesión, recibir la comunión y orar un Credo, Padrenuestro y Ave María por las intenciones del
Sumo Pontífice.
El Papa Juan XXIII pidió que se extendiera cada día más el Culto a la Preciosísima Sangre de Jesucristo.
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Sangre de Cristo, fortaleza de los mártires: Sálvanos.
Sangre de Cristo, fuerza de los confesores: Sálvanos.
Sangre de Cristo, que engendra vírgenes: Sálvanos.
Sangre de Cristo, constancia de los tentados: Sálvanos.
Sangre de Cristo, alivio de los enfermos: Sálvanos.
Sangre de Cristo, consuelo de los que lloran: Sálvanos.
Sangre de Cristo, esperanza de los que hacen penitencia: Sálvanos.
Sangre de Cristo: alivio de los moribundos: Sálvanos.
Sangre de Cristo, paz y dulzura de los corazones: Sálvanos.
Sangre de Cristo, prenda de la Vida Eterna: Sálvanos.
Sangre de Cristo, que libera a las almas del lago del Purgatorio: Sálvanos.
Sangre de Cristo, dignísima de toda gloria y honor: Sálvanos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Ten Misericordia de nosotros.
Señor, Tú nos redimiste en tu Sangre, e hiciste de nosotros un Reino para Dios y Padre tuyo.
Oremos:
Omnipotente y Sempiterno Dios, que constituiste a tu Unigénito Hijo Redentor del mundo y quisiste aplacarte con su
Sangre; te suplicamos nos concedas que de tal modo veneremos el precio de nuestra Redención, que por su virtud
seamos preservados en la tierra de los males de la vida presente, ¡para que gocemos en el Cielo de su fruto eterno!
Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
El mismo Papa que mandó inscribir en el Ritual de la Iglesia esta letanía nos mandaba también añadir, antes de la
reserva del Santísimo Sacramento, la alabanza: ¡Bendita sea su preciosísima Sangre! ¿Por qué?... Esa Sangre por la
que fuimos salvados merece una devoción especial. Además, es un reconocimiento agradecido al amor de Jesucristo,
que no ahorró ningún sufrimiento a fin de ganarse el amor de nuestros corazones.
Señor Jesucristo, que con tú Sangre limpias el pecado del mundo y nos mereces la salvación.
¡Sálvanos ahora y siempre!
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RESCÁTANOS (se repite en cada una)
-Sangre de Cristo, Hijo Unigénito del Eterno Padre.
-Sangre de Cristo, del Verbo de Dios hecho Hombre.
-Sangre de Cristo, de la Nueva y Eterna Alianza.
-Sangre de Cristo, caída en la tierra durante la agonía del Huerto.
-Sangre de Cristo, que corrió abundante durante la flagelación.
-Sangre de Cristo, vertida de la cabeza en la coronación de espinas.
-Sangre de Cristo, derramada en la cruz.
-Sangre de Cristo, precio de nuestra salvación.
-Sangre de Cristo, con la cual hay redención de los pecados.
-Sangre de Cristo, bebida nuestra en la Eucaristía y baño de las almas.
- Manantial de misericordia
- Río de misericordia
- Lago de misericordia
- Catarata de misericordia
- Mar de misericordia
- Océano de misericordia
Sangre de Cristo
-Sangre de Cristo, victoria sobre el demonio.
-Sangre de Cristo, fuerza de los mártires.
-Sangre de Cristo, vigor de los confesores de la fe.
-Sangre de Cristo que engendra vírgenes.
-Sangre de Cristo, fortaleza de los que peligran.
-Sangre de Cristo, alivio de los que sufren.
-Sangre de Cristo, consuelo en la aflicción.
-Sangre de Cristo, esperanza del pecador.
-Sangre de Cristo, seguridad de los moribundos.
-Sangre de Cristo, paz y delicia de los corazones.
-Sangre de Cristo, prenda de la vida eterna.
-Sangre de Cristo, liberación de las almas del purgatorio.
-Sangre de Cristo, digna de toda gloria y honor.
-Nos has redimido, Señor, con tu Sangre.
-Y has hecho de nosotros un Reino para nuestro Dios
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que te aplacaste con la Sangre de tu Hijo Jesucristo, constituido Redentor del
mundo. Al venerar esta Sangre Sagrada, líbranos de todo mal y danos la alegría del cielo. Amén
Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la habitan (nombrar a cada una de ellas), las
personas que el Señor enviará a ella, así como los alimentos, y los bienes que El generosamente nos envía para
nuestro sustento. Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos tierra, puertas, ventanas, objetos, paredes y pisos, el
aire que respiramos y en fe colocamos un círculo de Su Sangre alrededor de toda nuestra familia.
Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos a estar este día, y las personas, empresas o
instituciones con quienes vamos a tratar (nombrar a cada una de ellas). Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos
nuestro trabajo material y espiritual, los negocios de toda nuestra familia, y los vehículos, las carreteras, los aires, las
vías y cualquier medio de transporte que habremos de utilizar. Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos, las mentes
y los corazones de todos los habitantes y dirigentes de nuestra Patria a fin de que Tu paz y Tu Corazón al fin reinen en
ella.
PREPARACIÓN
(Se dice cada día de la novena)
Los Santos del Apocalipsis cantan fervorosamente: "Con tu Sangre has comprado para Dios gentes de toda tribu,
lengua, pueblo y nación; has hecho de ellos una dinastía sacerdotal, que sirve a Dios y reina sobre la tierra" Ap. 5:9.
Nosotros ahora nos unimos a este clamor celestial, y en la comunión del Espíritu con todos los santos de la tierra, y
venerando esa Sangre divina que nos rescató del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de la luz, rendimos culto
reverente a Dios, como pueblo sacerdotal que somos. Col. 1: 13 y 20.
Cristo Jesús, Cordero de Dios, que nos has salvado con tu sangre, ¡te alabamos!,¡te bendecimos!, ¡te adoramos!,¡te
damos gracias rendidas!, Y te pedimos la salvación de todos los que nos hemos lavado en tu Sangre Sagrada. Amén.
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Día primero
Leo en la Palabra de Dios. "¡Dichosos los que lavan sus vestiduras en la Sangre del Cordero!" (Apocalipsis 22:14).
¿Debe espantarnos el pecado? Sí; porque es el mal de los males, que lleva consigo la separación de Dios y la
condenación eterna. Dios nos ofrece su perdón, pero nosotros podemos desoír la llamada del Espíritu, que nos invita
siempre a la conversión y a la perseverancia. ¿Y si yo he pecado? Podría anidar en mi alma cualquier sentimiento,
menos el de la desesperación. Porque tengo un Salvador que pagó por mí y me llama de nuevo a su amor. Confío en la
Sangre de Cristo, que me ha limpiado de toda mancha. Señor Jesús, ¡gracias por tu bondad! No quiero pecar más en
adelante. Lo que quiero es amarte cada vez más con todo mi corazón.
Padrenuestro.
Las lágrimas de mis ojos ahora son el cantar de un alma que, arrepentida, no sueña más que en amar.
Oración. OH Dios, que nos pides el amor de nuestro corazón, concédenos la gracia de vivir siempre en el amor a Jesús
y obtener por su Sangre nuestra salvación eterna. Por Jesucristo nuestro Señor Amén.
Día segundo
Leo en la Palabra de Dios. "Tenemos, hermanos, una confianza jubilosa de entrar en el santuario del Cielo por virtud
de la Sangre de Jesús" (Hebreos, 10:19).
Dios nos infundió en el Bautismo la esperanza, junto con la fe y el amor. Llego al Cielo por lo méritos de la Sangre de
Cristo. A ellos uno mi esfuerzo, para corresponder con mis obras a lo que El hizo por mí. Mi vida, para conseguir la
salvación, debe ser digna de la Sangre que me compró. Por eso, debo trabajar siempre mí salvación con "temor y
temblor", como nos dice San Pablo. Miedo a Dios, no; porque El es Fiel y me salva; sino miedo a mi debilidad o
malicia, porque yo puedo fallar a Dios. Pero, ¡confianza! Porque Jesús y yo juntos lo podemos todo.
Padrenuestro
Cielo azul, cielo estrellado, Cristo tus puertas abrió. ¡A ti voy, por ti suspiro, Patria de mi corazón!
Oración. OH Dios, que nos has redimido con la Sangre preciosa de tu Hijo, conserva en nosotros la acción de tu
misericordia para que podamos conseguir sus frutos eternos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Día tercero
Leo en la Palabra de Dios. "Ellos vencieron al dragón por la fuerza de la Sangre del Cordero y en virtud del testimonio
que dieron, pues despreciaron sus vidas hasta morir por él" (Apocalipsis 12: 9-1 l).
¿Qué significa mi vida cristiana? Es lucha: contra el dolor, que podría desesperarme; contra el cansancio, que podría
rendirme en el camino; contra los que atentan mi fe y mi virtud, que exigen mi testimonio; contra mi contra el pecado,
que podría hacerme perder a Dios... Pero tengo en mis manos la fuerza del mismo Cristo. El luchó contra Satanás y el
pecado hasta la sangre, y con su Sangre nos da la victoria a nosotros. ¿Puedo yo acobardarme y ceder ante el
enemigo, si cuento con la fuerza de la gracia de Cristo?...
Padrenuestro
La vida es de los valientes, de los que saben luchar. Con Cristo, que va delante, ¿Me puedo yo acobardar?...
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Oración. OH Dios, que en la Sangre de Jesús, derramada valiente y generosamente en la cruz, nos das la fuerza contra
todos los enemigos. Haz que por ella me mantenga yo siempre fiel a ti. Por Jesucristo nuestro Señor.
Día cuarto
Leo en la Palabra de Dios. -El Espíritu Santo os ha constituido vigilantes, para que apacientes la Iglesia de Dios, que él
se adquirió con su propia Sangre" (Hechos 20:28).
Lo que dice San Pablo a los pastores de la Iglesia vale para todos nosotros, porque todos somos Iglesia por la cual
Cristo derramó su Sangre. ¿Puedo desentenderme yo de la Iglesia? ¿Puedo aceptar los ataques de que es objeto?
¿Puedo ver despreciada su verdad? ¿Puedo tolerar la desobediencia a sus Pastores? ¿Puedo mirar sin horror a los que
abandonan con peligro grave su salvación? ¿Puedo dejar de trabajar en una u otra obra de apostolado, tal como lo
exigen mi Bautismo y Confirmación? Si no trabajo por la Iglesia, estoy traicionando a la Sangre con que Cristo se la
adquirió...
Padrenuestro
¡OH, Iglesia Santa y Católica, todo mi amor para ti! Tú sabes que sólo anhelo en tu regazo sobrevivir.
Oración. Señor Jesucristo, hazme vivir en tu Iglesia, Esposa tuya que adquiriste con tu Sangre. Que por ella trabaje, en
ella viva y en ella sobreviva. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos Amén.
Día quinto
Leo en la Palabra de Dios.-¡Bebed, pues ésta es mi sangre!" (Mateo 26: 27-28). "El cáliz de la bendición que
consagramos, ¿no es comunión con la Sangre de Cristo". "Cuantas veces coméis este pan y bebéis este cáliz,
proclamáis la muerte del Señor hasta que él vuelva" (I Corintios 10:16; 11:26).
Padrenuestro
¿En qué hago consistir yo mi devoción a la Sangre de Cristo? En oraciones, ciertamente. Pero jamás podré buscar otro
punto en que centrar esa mi devoción como la Eucaristía. Recibo la Sangre de Cristo en la Comunión. En la Comunión
me comunica la Sangre divina toda su fuerza. En la Comunión me aseguro para siempre el fruto de la salvación que
Cristo me ganó al derramar su Sangre por mí. ¿Comulgo todas las veces que puedo y de la mejor manera que
puedo?...
Eres bebida del Cielo, eres vino embriagador. Eres amor y alegría, ¡Cáliz de la salvación!
Oración. Señor Jesucristo, hazme beber con ansia tu Sangre, Vino Nuevo del Reino, y prenda de las delicias que me
embriagarán en la Patria celestial. Amén.
Día sexto
Leo en la Palabra de Dios. -Os habéis acercado a Jesús, que nos ha rociado con una sangre que habla más
elocuentemente que la de Abel" (Hebreos 12: 23-24).
¿Qué pedía a gritos la sangre de Abel? ¡Venganza! "La sangre de tu hermano grita a mí desde la tierra", de Dios a
Caín. Pero la Sangre de Cristo clama mucho mejor: "¡Padre, perdónalos!"... La Sangre de Jesús nos da la paz con Dios y
derriba todo muro que nos divide a los hombres, porque "todo lo pacificado con la sangre de su cruz". Entonces,
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¿Somos dignos de Cristo cuando anida un rencor en nuestro corazón? ¿Somos como el Jesús de la cruz, si, no
perdonamos nosotros de verdad?... ¿Podemos beber la Sangre de Cristo en la Comunión, si, no rebosamos amor a
todos?....
Padrenuestro
Sangre de Jesús, que gritas: ¡Perdón, oh Padre, perdón!" Di, ¿qué quieres de nosotros?... ¡Qué sea perdonador!
Oración: Señor Jesucristo, que nos mandas a perdonar generosamente hasta el peor de nuestros enemigos.
Infúndeme tú mismo amor a fin de que, amando sin distinción a todos, merezca tú perdón y tú gracia. Amén.
Día séptimo
Leo en la Palabra de Dios. -Vi el cielo abierto. Y el que se llama desde siempre El Verbo de Dios, estaba cubierto con
un manto lleno de sangre" (Apocalipsis 19: 12-13).
Jesucristo, el Hijo de Dios, aparece en el Cielo como un militar triunfador. Se empapó de sangre, en la suya, y ahora
ostenta las propia, luchando contra el enemigo condecoraciones ganadas en una guerra a vida o muerte. Ha vencido
en toda la línea. "El príncipe de este mundo ha sido echado fuera". Y llega el día en que "todos sus enemigos estarán
colocados como escabel de sus pies"... ¿Me doy cuenta a qué me llama el Señor? El Cielo no es para cobardes, sino
para los esforzados que, como Jesús, saben enfrentarse cada día, hasta la sangre, en la lucha contra el mal.
Padrenuestro
Por tú Espíritu, Señor, danos valor en la lucha, danos la victoria; victoria sobre la muerte danos la Gloria futura.
Oración. Señor Jesucristo, que nos dijiste que el Reino de los Cielos lo arrebatan únicamente los valientes. Dame el
esfuerzo que necesito para ir contigo hasta el Calvario a fin de subir desde él al Cielo. Amén.
Día Octavo
Leo en la Palabra de Dios. "Estos son los que han lavado y blanqueado sus vestiduras en la Sangre del Cordero. Por
eso están ante el trono de Dios" (Apocalipsis 7:14).
Hemos de contar con el pecado como una triste realidad de nuestra vida. Heredamos de nuestros padres Adán y Eva
una naturaleza dañada, y nuestra malicia a veces, y nuestra debilidad siempre, nos llevan a ofender a Dios de muchas
maneras. ¿Quién pondrá remedio a esta dolorosa condición nuestra?.
¡Gracias sean dadas a nuestro Señor Jesucristo, que con su Sangre nos ha librado de tan lastimosa condición! Dios nos
pide solamente arrepentimiento, conversión, reconciliación con El mediante los Sacramentos. Y, eso sí, lucha valiente
para no hacer nunca las paces con el pecado.
Padrenuestro
¡Qué divino tesoro, Jesús, me has dado en tu Sangre! ¡Límpiame de toda mancha, para ser como te agrada!...
Oración. Señor Jesucristo, amador de los pecadores, que somos todos. Derrama sobre mí la abundancia de los méritos
de tú Sangre, para que, con limpieza de corazón, vea siempre a Dios en todas las cosas. Amén.
Día noveno
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Leo en la Palabra de Dios. -Tenemos un Pontífice excelso, Jesús, que ha penetrado los cielos - con su propia sangre - y
está siempre vivo para interceder por los que por él se llegan a Dios" (Hebreos 4:14, 19:12, 7:25).
Una última mirada a la Sangre de Cristo. ¿Qué nos ha merecido Jesús con ella? Nada menos que la Gloria de Dios, la
misma con la que Dios es infinitamente dichoso, la que tiene el mismo Jesucristo glorificado a la derecha del Padre. Y
ante este su Padre está repitiendo continuamente: "Quiero que donde yo estoy estén también los míos que Tú me
diste". Ya que para esto se adelantó: "Voy a prepararos un lugar" Nuestro destino es el Cielo, que no es propio de
almas débiles, sino de los espíritus más grandes, que no se contentan sino con Dios.
Padrenuestro
Como Esteban, entreabierto veo el Cielo, Señor. ¿Cuándo podré estar contigo? ¡Hoy lléname de tu Presencia!
Oración. Señor Jesucristo, autor, guía y consumador de la fe, que vas al frente de los que caminan hacia la Patria.
Hazme seguir fielmente tus pisadas para conseguir ese Cielo que me tienes prometido y preparado. Amén.
"EN SU GRAN AMOR DIOS ME HA LIBERADO POR LA SANGRE QUE SU HIJO DERRAMÓ, Y HA PERDONADO MIS
PECADOS". (Efesios 1:7)
OH DIVINO ANTÍDOTO, LIBÉRAME DEL VENENO DEL PECADO AMÉN, ALELUYA, AMÉN.
ORACIÓN
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del Costado de Cristo,
lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡OH buen Jesús, óyeme! Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me
aparte de ti. Del enemigo malo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a ti, para que con tus
santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén, Aleluya, Amén.
Yo ________(nombre y apellidos) me presento y me
entrego para que tu me selles con la bendita
sangre del pacto que tu derramaste a favor mío.
Señor Jesús plasma el sello de tu sangre sobre
mis emociones de mi mente y mis pensamientos
con la bendita sangre del pacto que tu derramaste
a favor mío y de la humanidad para que mi mente
sea llena de pensamientos de triunfo, de gozo y
paz.
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Sello Jesús a mis hijos (nómbralos) con el sello
del pacto que tu derramaste a favor de de ellos
para que hasta el ultimo día de sus vidas sean
personas de éxito en todo lo que emprendan
Marca señor Jesús con la sangre del pacto que
derramaste a favor nuestro todas mis pertenencias
para que sea prospero en todo lo que realice de
ahora en adelante
Coloca señor Jesús el sello de tu sangre
derramada en el calvario sobre mi cuerpo para que
siempre goce de buena salud (selle con la sangre de
cristo los distintos órganos de tu cuerpo)
Coloca el sello de tu bendita sangre del pacto que
fue derramada a favor mío que sea puesto pronto
sobre la entrada de mi casa , hoy quiero que sea
colocada sobre los distintos lugares de mi hogar
(sella puertas, ventanas, paredes, pisos, etc.) para
que los espíritus de amargura dolor, enfermedad,
pasen de largo ante el poder de tu sangre y mi
casa sea protegida de todo mal y peligro y el
devorador nunca mas tenga autoridad sobre las
personas que habitamos en este lugar y sobre mis
pertenencias , que el el sello de tu sangre del pacto
paralice a Satanás ahora mismo . me apropio de la
palabra que dice: Así el señor no dejara que el
destructor entre en las casas de ustedes” Éxodo
12,23
Señor Jesús, coloca sobre mi vida el sello de tu
sangre , que por los distintos lugares por donde
tengo que recorrer vaya oculto bajo tu sello de
protección de todos mis enemigos conocidos y
desconocidos.
Mantenme oculto de mis enemigos, que el sello de
pacto me haga invisible a cualquier mirada, plan
deseo o intenciones de las maquinaciones del
demonio.
Que cualquier dardo, cualquier plan, cualquier
ataque del demonio quede paralizado, destruido,
sin ningún poder, que ante sello del pacto se
ahuyente, se aleje, y desaparezca para siempre.
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Huye ahora mismo Satanás, retrocede ante el
sello del pacto que ha sido puesto en mi vida para
hacerme libre de toda agresión, engaño, o
artimañas del demonio .Pues , tu Jesús me
compraste a un alto precio, soy tuyo ya no me
pertenezco que de ahora en adelante Satanás no
pueda tocar ningún bien espiritual y material
porque he sido sellado con la bendita sangre del
pacto que derramaste a favor mio y de toda la
humanidad perdida.
Que la bendita sangre del pacto selle mi casa
junto con todos los que vivimos en ella para que
queden ocultos a todas las insidias del maligno.
Paraliza con tu poder todo plan diabólico que
Satanás quiera utilizar a través de distintas
personas para hablar en contra mía deshonrando
mi nombre y el de mi familia, que el sello del pacto
calle toda murmuración y critica.
Que la bendita sangre del pacto que derramaste a
favor mío nos proteja de la persecución, envidia,
del robo, de las equivocaciones, del desanimo, de
la derrota, y de cualquier tragedia. Que el sello de
la bendición quede perpetuado a todas mis
generaciones para que siempre nos mantengamos
en paz, prosperidad y amor.
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