Periodismo de Investigación, Guardián de La Democracia
Periodismo de Investigación, Guardián de La Democracia
Periodismo de Investigación, Guardián de La Democracia
democracia
Es que el periodismo convencional depende casi siempre de materiales que han sido
generados por otros, por lo que lo vamos a llamar periodismo reactivo, aunque
podremos calificarlo también de “pasivo”. Esa pasividad abunda en los últimos
tiempos. Nos referimos al periodista que espera la llegada de la gacetilla, a ese que
se limita a leer al micrófono el cable de una agencia de noticias, el que lee los
cabezales de los diarios y arma con ese contenido ajeno el programa radial de la
mañana, sin bríos, sin agregar información propia, un decadente “copy paste”.
Solemos llamarla “pereza profesional”. De eso elípticamente advierte el Nobel
colombiano Gabriel García Márquez, quien alguna vez aclaró que “la investigación no
es una especialidad del oficio, sino que todo periodismo tiene que ser investigativo
por definición”.
CARACTERÍSTICAS BÁSICAS
1. Su intención es sacar a la luz una verdad oculta que los ciudadanos tienen derecho
a conocer. En otras palabras, se trata de descubrir temas inéditos de relevancia
social.
2. Suele apoyarse en las fuentes pero más bien desconfía de ellas, las coteja y
trabaja sobre lo que esos informantes no dicen.
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© Universidad de Palermo Prohibida la reproducción total o parcial de imágenes y textos.
4. Muchas veces debe respaldarse en expertos, conocedores y en otras ciencias.
6. No hay espacio para el error porque tener que rectificar desacredita al periodista
y al medio.
EL CASO WATERGATE
Profundicen el tema en este artículo que incluye videos de la época publicado por la
cadena CNN:
http://cnnespanol.cnn.com/2017/05/17/watergate-el-escandalo-que-cambio-la-
politica-estadounidense/#0
Los detenidos fueron acusados de robo, la Casa Blanca negó cualquier relación con
ellos y tras eso hubo elecciones que ganó el republicano Nixon. McCord escribió una
carta al juez en la que explicó que fueron altos mandos del partido en el gobierno
que le solicitó que robara documentación a los demócratas. Se trataba de incorporar
métodos ilícitos en las campañas de ciertos políticos demócratas en las elecciones
presidenciales, al Congreso y al Senado de 1972. Una similitud que ustedes pueden
estar encontrando con el resonante Rusiagate que salpica a Donald Trump. El “gate”
a partir de “Watergate” se ha convertido en un símbolo de cada situación
escandalosa.
En el Watergate dos periodistas del diario The Washington Post (Bob Woodward y
Jonathan Bernstein) jugaron un rol decisivo al publicar en agosto de 1972 la noticia
de que el intento de robo en la sede demócrata había sido pagada con fondos de
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organismos oficiales. Al informante de Woodward y Bernstein se la conoció como
Garganta profunda. Treinta años más tarde de estallar el escándalo se hizo público el
nombre verdadero de la fuente: Mark Felt, un director adjunto del FBI.
La Justicia terminó pidiendo las cintas que se graban de toda conversación que
mantiene el presidente de Estados Unidos, Nixon primero se negó, pero luego las
entregó aunque faltaba material y algunas cintas habían sido borradas. El caso llegó a
la Corte Suprema, que finalmente exigió que Nixon debía entregar todo el material,
la Cámara de Representantes debatía sobre si incriminar al mandatario. En medio del
escándalo, el 8 de agosto de 1974, dos años después de que el grupo de cinco
hombres hubiera asaltado la sede demócrata en el edificio Watergate, el presidente
Nixon dimitió dejando su puesto al vicepresidente Gerald Ford.
Los “gates” se han puesto de moda. Por ejemplo, los Panama Papers, la mayor
filtración de documentos de la historia, o acaso Wikileaks, las revelaciones online
realizadas por Julian Assange han desencadenado debates internacionales. Esos casos
ponen de manifiesto la nueva forma en que los medios harán investigación, es que
parece que solo basta con chatear con un empleado desmotivado, un idealista
antisistema o un hacker para obtener la “gran revelación”. Es lo que algunos ya
llaman la “wikileakszación” del periodismo, al que se suman inescrupulosos
blogueros, hackers y activistas digitales. Un tiempo que se basa en la violación de
bases de datos y su publicación íntegra o mínimamente trabajada. Pero a esa
“filtración” hay que sumarle análisis, investigación, contrastación de fuentes, un
trabajo minucioso de corte periodístico que muchas veces no se observa.
Pero todo parece indicar que cada vez es más complejo desarrollar el periodismo de
investigación en las redacciones. Y eso se debe a un fenómeno de nuestro tiempo: la
concentración empresarial y sus relaciones con el poder político. Es que un medio de
comunicación requiere hoy de ingresos millonarios, décadas atrás se privilegiaba la
calidad de la información pero hoy el concepto de información se ha transformado en
espectáculo. Lo describe muy bien el periodista polaco Ryszard Kapuscinski al afirmar
que “el mundo de los negocios en el periodismo percibe que la verdad no es
importante, que lo que cuenta es el espectáculo”. De ese modo, gradualmente los
grandes grupos mediáticos, que basan su negocio en entretener a la audiencia, han
desplazado a la noticia genuina de sus ediciones y audiencias. Además, para captar
dinero cuentan con el poder propagandístico de los mensajes, que les sirve para
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entenderse con los políticos y funcionarios, quienes les abren puertas de nuevos y
lucrativos negocios, advierte Kapuscinski.
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