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La Violencia de Genero en La Educacion Chilena

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Karen Cifuentes Arce.

“Violencia de Género en la Educación Chilena”

Actualmente la educación chilena ha sido participe de la violencia de


género, destacando: la justificación y reproducción de un modelo de educación
sexista y violento, y los estereotipos creados por la sociedad, en donde se cree
que el hombre ejerce un poder sobre la mujer.

El presente ensayo tiene por objetivo realizar una revisión bibliográfica y


critica a la actual educación chilena, ya que el problema no es “cuántas mujeres
estudian, sino el de cuál es la calidad de la educación y el ambiente de estudio en
el cual están insertas”. Este se centrará específicamente en los aspectos más
relevantes de la violencia de género, analizando la situación actual y la normativa
vigente así como las consecuencias que sufren las mujeres afectadas, las
principales implicaciones a nivel educacional y las dificultades existentes en su
abordaje. 

Según la Organización de las Naciones Unidas, “la violencia de género


hace referencia a todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo
femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico,
sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la
coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida
pública o privada.”1

1
Artículo 1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. ONU, 1994.
Fundamentando esto, Susana Velázquez (2003), define que la violencia de
género abarca todos los actos mediante los cuales se discrimina ignora, somete y
subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo
ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e
integridad moral y/o física. Con respecto a lo anterior la violencia de género es un
problema prioritario en salud pública, y requiere de intervenciones conjuntas
desde todos los ámbitos educativos, sociales y sanitarios. 2

Antecedentes Violencia de Género en Chile.

El Censo, realizado en el año 2017, indica que la población chilena está


formada por 8.601.989 (48,9%) hombres y 8.972.014 (51,1%) mujeres,
destacando que 1 de cada 3 de estas últimas, sufre de algún tipo de violencia.

El Estado de Chile ha ratificado instrumentos del sistema internacional de


los derechos humanos en los que se compromete a erradicar la violencia contra
las mujeres. Importantes son la Declaración Universal de Derechos Humanos; el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; la Convención Americana de
Derechos Humanos; la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer; la Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer; la Convención de los Derechos
del Niño y la Niña; la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes; la Convención contra la Delincuencia Organizada
Transnacional. También es signatario de los documentos emanados de la
Conferencia Mundial de Derechos Humanos (Viena, 1993), la Conferencia
Internacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y la Conferencia
Mundial de la Mujer (Beijing, 1995), que incorporan marcos conceptuales y

2
Organización Mundial de la Salud.
recomendaciones en la perspectiva de asegurar a las mujeres y niñas una vida sin
violencia.

El fenómeno de la violencia contra las mujeres es transversal, o sea, se


presenta en todos los países del mundo, incluso en aquellos que se caracterizan
por una consolidada práctica de protección y promoción de derechos
fundamentales.

La violencia se encuentra en todas partes, en todo lugar donde se


mantienen relaciones interpersonales de poder, aunque en muchas ocasiones es
invisibilizada y poco reconocida por ser considerada como parte de la cultura y de
la forma de ser de las personas y no como un problema social. Respecto a lo
anterior una fuente de violencia o sexismo cotidiano, es la que suele instalarse
mediante la educación, siendo considerado un asunto problemático tanto para las
Universidades, Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales, donde
incide en el conjunto de sus relaciones, afectando los ámbitos académico, laboral
y administrativo. Y así, particularmente, con el denominado “Currículo oculto” o
“currícula invisible”, mediante los cuales tanto docentes varones o cuanto mujeres
pueden, mediante sus comportamientos, actitudes y aplicación de textos, inducir a
las/os estudiantes a sentirse parte de un “sexo débil” o por el contrario valorizados
por ser varones en el orden de los machos, más valientes, más fuertes y más
inteligentes que sus compañeras de universidad.

Esto, a causa de la invisibilización y la naturalidad de la violencia de género


en dichos espacios institucionales, lo que se ve favorecida por una alta
jerarquización de una estructura autoritaria, masculinizada y vertical. Resistiendo
así, a reconocer que la violencia existe, ya sea nombrándola o visibilizándola, por
lo tanto impiden el desarrollo de acciones que la prevengan y que la erradiquen
del actual sistema chileno.

La Universidad es una institución que omite o poco aborda los efectos de la


violencia en su interior; procede permanentemente a sustentar y mantener la
representación de su lugar en la sociedad como institución de la democracia,
donde se manejan los conflictos y ello está íntimamente relacionado con la idea de
que las/los intelectuales y académicas/os, son personas maduras, razonables y
discretas que no tienen por qué visibilizar sus problemas o poner en escena las
situaciones cotidianas de la conflictividad social. La universidad se declara como
territorio de paz y con ello hace privada o extraña la violencia. En el texto sobre la
universidad y las violencias publicado en la revista Debates, se hace referencia
incluso al desplazamiento temático que adoptaron las/los investigadores basado
en los temores y en la necesidad de mantener la imagen universitaria (Restrepo;
2002). Las políticas universitarias adoptadas por las directivas para dar solución a
situaciones violentas al interior de la universidad requieren ser revisadas, ya que
en ocasiones las soluciones han producido su acrecentamiento o la aparición de
nuevas y más agudas formas de violencia.

Para abordar la violencia de género en las instituciones educativas se debe


indagar sobre las formas como se han construido las identidades de género y las
formas de relacionarse entre mujeres y hombres. Puesto que vivimos en una
sociedad en donde el género marca inequidades, principalmente para las mujeres,
son ellas quienes generalmente sufren este tipo de violencia.

Según los expertos, el sexismo en la educación empieza a definirse desde


pequeños, cuando se orientan ciertas asignaturas como femeninas (Lenguaje y
Comunicación y Artes Visuales) o masculinas (Matemática y Filosofía), que a la
larga eliminan herramientas para que cada uno comprenda y se integre a la
sociedad, o cuando se les incentiva a los varones a practicar futbol, o a las
mujeres, realizar actividades manuales y artísticas.

Según un estudio realizado por la Red Chilena contra la Violencia hacia las
Mujeres en el año 2015, que analizó los textos de historia, lenguaje, biología, de 1°
Básico a 4° Medio, dio a conocer que en estos “Aparecen en actitudes pasivas o
trabajos domésticos”. La misma organización realizó una investigación el año
2016, y concluyó que muchas estudiantes mujeres se ven afectas por una cierta
“incapacidad aprendida”, es decir, “la creencia, consciente o inconsciente, implícita
o explícita, de la imposibilidad de realizar una tarea, o asumir previa e
infundadamente que no se tendrá un buen rendimiento en determinado asunto o
área”.

El hostigamiento y el acoso sexual son formas de violencia de género. En


general se tiende a suponer que en las universidades y en otras Instituciones de
Educación Superior la discriminación y la agresión contra mujeres se presentan de
forma poco frecuente. “El tema es tan incómodo que durante muchos años ha sido
considerado tabú y los estudios que hacen evidente la violencia de género en la
educación terciaria, son duramente criticados” 3. A pesar de ello hay estudios que
exploran los problemas de violencia de género en la educación superior, los
cuales señalan que se trata de un problema que acontece en diferentes regiones
del mundo, sin condición de nacionalidad, edad, clase social o nivel académico,
una forma de agresión física, sexual y psicológica perpetrada en contra de las
mujeres “en función de su género y que se presenta al interior de la comunidad
universitaria, tanto dentro como fuera del espacio físico de la universidad” 4. En
Chile son todavía insuficientes los estudios sobre violencia de género en la
educación superior.

Para fundamentar lo anterior, según la Corporación Humanas, en el año


2012, las estudiantes no solo eran violentadas dentro de la institución, sino
también, eran detenidas en marchas y desalojos de tomas de establecimientos
educacionales, siendo violentadas sexualmente en vehículos institucionales de
Carabineros y en las comisarías (lugares de detención). Ordenándoles a
desnudarse y hacer flexiones o revolcarse sin sus ropas en el suelo mojado;
golpeándolas en sus genitales. También se practican desapariciones
denominadas “exprés”, esto es, que a pesar de estar detenidas no se les reconoce
como tales en las comisarías, negándose su paradero en forma sistemática
durante horas.

3
Mendoza Morteo, 2011.
4
Valls Carol, 2008: 34-35
Conclusión.

Actualmente, la violencia de género es un reto para la sociedad chilena,


especialmente en las instituciones educativas, la labor pedagógica desarrollada
tendría que ser permanentemente reforzada tanto en las universidades, centros de
formación técnica e institutos profesionales. Mostrar evidencias y contribuir a un
sistema de información confiable y eficiente en materia de violencia de género es,
no solamente conocer de qué existe, sino qué medidas se han de tomar para
lograr erradicarla.

Se observa que en muchos centros de educación superior, existe un


rechazo, resistencia e indiferencia de parte de las autoridades de dichas
instituciones a asumir que la violencia de género es parte de su cotidianidad y por
tanto parte de su problemática, frente a la cual les corresponde tomar posición.

Se esperaría que siendo la educación superior, una instancia que concentra


a una parte de la población en edades claves – plenamente productivas y
reproductivas- liderara con una actitud proactiva, amplia y multidiversa un cambio
que reconstituya y redimensione las relaciones de género que hay en su interior,
entre docentes, personal no docente y estudiantado. Esta es una oportunidad
social y política que tiene la universidad para incidir en la construcción de nuevos
referentes de relación y acción sociocultural. Por lo tanto es importante reflexionar
sobre las posibilidades de desarrollar en su interior una política para la equidad de
género que prevenga, detenga, atienda y reconozca en su interior la violencia de
género en sus diferentes manifestaciones, fomentando ambientes que privilegien
la comunicación abierta no sexista.

Para finalizar es importante saber, que el “vivir libres de violencia”, significa


mucho más que no vivenciar golpes, humillaciones, violaciones y control abusivo
en el cotidiano de la relación de pareja. Implica recuperar el estatus de ciudadanía
sin recortes ni opacidades, escapar del miedo y la ansiedad, dejar el lugar de lo
ambiguo e instalarse con autonomía en los distintos ámbitos de la vida en
sociedad. La apropiación de poder por parte de las mujeres, mediante el
conocimiento, la autonomía económica, el protagonismo social, el reconocimiento
social y la capacidad de decidir libremente; es requisito clave para lograrlo.
También lo es la erradicación de los mitos acerca de la familia, sobre todo aquel
que dice que constituye el espacio de máxima protección y seguridad para las
mujeres. Las estadísticas evidencian que, por el contrario, la familia es un ámbito
de exposición permanente al riesgo de violencia de género, riesgo que también
aparece como un continuo en el trabajo, en la calle, en las fronteras, en los
establecimientos educacionales, en los medios de comunicación y en la publicidad
sexista.

Se necesita con urgencia abordar la prevención de la violencia de género


involucrando a los varones desde la educación básica y con un enfoque
pedagógico participativo. Para ello se debe capacitar a los docentes en el campo
de la equidad de género y la educación no sexista. A demás de revisar los
programas de formación de profesionales de la educación y la salud para
incorporar contenidos relativos a la prevención de la violencia de género y su
relación con la necesaria modificación de la construcción y significación de lo
masculino en la cultura. Logrando así, erradicar la violencia de género de la actual
sociedad chilena, y fomentar la equidad de género.
Bibliografía.

1. Cagigas, Ana (2000), “El patriarcado, como origen de la violencia


doméstica”, en Monte Buciero, núm. 5, España: Ayuntamiento de Santoña.

2. Muñoz, Gustavo (2008), “Violencia escolar en México y en otros países.


Comparaciones a partir de los resultados del Instituto Nacional para la
Evaluación de la Educación”, en Revista Mexicana de Investigación
Educativa, vol. 13, núm. 39, México: Consejo Mexicano de Investigación
Educativa.

3. Gentili, P. (2012). La persistencia de las desigualdades de género.


Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano Nº 52. CLACSO.
Publicado en La Jornada de México, Página 12 de Argentina y Le Monde
Diplomatique de Bolivia, Chile y España.

4. Anker, R. (1997). La segregación profesional entre hombres y mujeres.


Repaso de las teorías Revista Internacional del Trabajo 116 (3).

5. Andrade, C. (coord.) (2014). Del Biombo a la Cátedra Igualdad de


Oportunidades de Género en la Universidad de Chile. Rectoría, Oficina de
Igualdad de Género, Comisión de Igualdad de Género Universidad de
Chile. Santiago, Chile.

6. CINDA, (2016). Brunner, J. (ed). Educación Superior en Iberoamérica


Informe 2016. Centro Interuniversitario de Desarrollo (CINDA).

7. UNESCO, (2013). Situación Educativa de América Latina y el Caribe Hacia


una educación para todos 2015. Oficina Regional de Educación para
América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago).
Linkografía.

 Organización Panamericana de la Salud. “Violencia de Género en Chile.


Extraído el día 25 de noviembre de 2018 desde
https://www.paho.org/chi/index.php?
option=com_docman&view=download&category_slug=sistema-de-
salud&alias=123-violencia-de-genero-en-chile-informe-monografico-2007-
2012&Itemid=1145

 Gobierno de Chile. “Estrategia en Sexualidad, Afectividad y Género”.


Extraído el día 25 de noviembre de 2018 desde
http://www.convivenciaescolar.cl/usuarios/convivencia_escolar/File/2018/ES
AG%20ABE%2012%2002%2018%20FINAL.PDF

 MINEDUC. “Enfoque de Género en el Espacio Educativo”. Extraído el dia


26 de noviembre de 2018 desde
 http://www.convivenciaescolar.cl/usuarios/convivencia_escolar/doc/2012102
51127310.enfoque_genero_espacio_educativo.pdf

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