El Caso Dora Epilogo
El Caso Dora Epilogo
El Caso Dora Epilogo
En el epílogo, Freud dice que la sexualidad constituye la clave para el problema de las
psiconeurosis, así como de las neurosis en general.
Dice que los síntomas no desaparecen mientras dura el trabajo psicoanalítico, pero sí
un tiempo después, cuando se han disuelto los vínculos con el médico.
Freud habla sobre las transferencias, y dice que son reediciones, recreaciones de las
mociones y fantasías que a medida que el análisis avanza no pueden menos que
despertarse y hacerse concientes; pero lo característico de todo el genero es la
sustitución de una persona anterior por la persona del médico. Toda una serie de
vivencias psíquicas anteriores no es revivida como algo pasado, sino como vínculo
actual con la persona del médico.
La transferencia es algo necesario y no hay forma de evitarla, pero es preciso combatir
a esta última creación de la enfermedad como se lo hace con todas las formaciones
anteriores. Y esta es la parte más difícil.
La transferencia, destinada a ser el escollo máximo para el psicoanálisis, se convierte
en su auxiliar más poderoso cuando se logra colegirla en cada caso y traducírsela al
enfermo.
Freud dice que con Dora no logro dominar a tiempo la transferencia. Desde el
comienzo fue claro que el hacía en su fantasía del sustituto del padre. Luego lo
identificó con K. Freud admite que debió haberle dicho: “Ahora usted ha hecho una
transferencia desde el señor K hacia mi. ¿Hay algo en particular por lo cual usted a
puesto su atención en mi como lo ha hecho antes con K?”
Freud cree que así tal vez hubiera surgido algo, algún detalle en su propia persona que
fuera análogo con K, y que mediante la solución de esa transferencia el análisis hubiera
conducido hacia nuevo material mnémico.
Freud omitió esa advertencia y así fue sorprendido por la transferencia y, a causa de
esa incógnita por la cual él le recordaba a K, ella se había vengado de él
abandonándolo del mismo modo (dejando el tratamiento).
Quince meses después del tratamiento, Dora visitó a Freud: En mayo de ese año
había muerto un hijo de los K, por lo cual Dora se reconcilió con ellos. Tras el
reencuentro, Dora le dijo a la señora K que sabía que tenía una relación con su padre (y
la señora K no lo negó), y movió al marido a confesar la escena junto al lago. Luego
llevó al padre esta noticia. No reanudó el trato con esa familia.
Luego ella estuvo bien hasta octubre, donde tuvo otro ataque de afonía, tras haberse
cruzado en la calle con el señor K y haberlo visto cuando un carruaje lo arrollaba. Dice
que se aseguró de que estuviera bien.
Actualmente ella tenía una neuralgia facial.La pretendida neuralgia entonces respondía
a un autocastigo, al arrepentimiento por la bofetada que propino aquella vez a K y por
la transferencia vengativa que hizo después sobre mí.
Si el primer sueño dibujaba el apartamiento del hombre amado y el refugio en el
padre, vale decir, la huida de la vida hacia la enfermedad, el segundo sueño anunciaba
que se desasiría del padre y se recuperaría para la vida.