Tema 03
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Tema 03
EL DESARROLLO
AFECTIVO EN LOS NIÑOS Y NIÑAS DE CERO A SEIS AÑOS. APORTACIONES DE
DISTINTOS AUTORES. LA CONQUISTA DE LA AUTONOMÍA. DIRECTRICES
PARA UNA CORRECTA INTERVENCIÓN EDUCATIVA.
Índice
1. INTRODUCCIÓN
2. EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
2.1. FACTORES DETERMINANTES DEL DESARROLLO DE LA
PERSONALIDAD
2.2. ETAPAS EN EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
INFANTIL
3. EL DESARROLLO AFECTIVO EN LOS NIÑOS Y NIÑAS DE 0 A 6 AÑOS
3.1. EL APEGO
3.2. TRASTORNOS DEL DESARROLLO DE TIPO AFECTIVO
4. APORTACIONES DE DISTINTOS AUTORES
4.1. TEORÍAS CLÁSICAS
4.2. PERSPECTIVAS RECIENTES
5. LA CONQUISTA DE LA AUTONOMÍA
6. DIRECTRICES PARA UNA CORRECTA INTERVENCIÓN EDUCATIVA
6.1. EL PAPEL DEL MAESTRO
7. CONCLUSIONES
8. BIBLIOGRAFÍA
1. INTRODUCCIÓN
La etapa desde el nacimiento hasta los seis años de edad posee un alto valor educativo y una
importante influencia en el desarrollo posterior. Así, conocer las características y etapas del
desarrollo infantil en sus diferentes ámbitos, es vital para comprender a las niñas y niños, así
como para diseñar la tarea educativa.
Del mismo modo es importante prestar atención a los riesgos que pueden aparecer durante
el desarrollo tal y como se señala en la Ley 17/2007, de 10 de diciembre, de Educación de
Andalucía “La atención al alumnado con necesidades educativas especiales, (…) de orden
físico, psíquico, cognitvo y sensorial”
Por ello es necesario conocer las características psicoevolutivas de las niñas y niños de 0 a 6
años. En este tema nos vamos a ocupar del desarrollo sociafectivo, abordándolo desde una
perspectiva contextualista-interaccionista.
Tras definir lo que se entiende por desarrollo de la personalidad, analizaremos los elementos
fundamentales que componen esta dimensión evolutiva: el autoconcepto y el desarrollo social.
Posteriormente nos referiremos a la conquista de la autonomía por parte de los niños y niñas y
finalizaremos el tema proponiendo algunas estrategias y acciones específicas para lograr que la
intervención educativa sea acorde con el desarrollo de este grupo de edad.
2. EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
El tema de la personalidad ha sido estudiado con distintos enfoques. En unos casos se utiliza
este término para referirse al conjunto de los rasgos piscológicos de una persona, mientras que
en otros, su uso se vincula exclusivamente a los aspectos relacionados con la vida emocional y
afectiva.
La personalidad, siguiendo a ALLPORT (1986) se define como “la organización
dinámica, en el interior del individuo, de los sistemas psicofísicos que determinan su conducta
y su pensamiento característicos”
Según PALACIOS (2009), “el desarrollo es un proceso evolutivo (…) formado por una
secuencia de cambios en el comportamiento y en el mundo del pensamiento y de los
sentimientos”
Para finalizar este apartado es importante dar a conocer los factores que desempeñan un
papel determinante en el desarrollo de la personalidad:
Poseer un autoconcepto ajustado a la realidad y una alta autoestima serán una excelente
base para que nuestra personalidad se desarrolle equilibradamente. Es en la infancia donde
debemos ayudar al niño o niña para que estos aspectos se empiecen a formar sólidamente.
En este apartado vamos a hablar sobre el desarrollo socioafectivo de las niñas y niños de 0 a
6 años y ello se debe a que, en estas edades, el mundo de las emociones, el afecto y el cariño le
vienen a través de las personas que tienen a su alrededor y con las que mantiene una relación
social.
Por lo que en lo que se refiere a desarrollo social, LÓPEZ (2009) lo define como “el
proceso interactivo a través del cual el niño satisface sus necesidades y asimila la cultura a la
vez que, recíprocamente, la sociedad se perpetúa y desarrolla”
Durante los primeros años de vida, son las figuras de apego quienes tienen para el niño un
significado especial; esto favorecerá su identificación con ellas y asimilación de valores, normas
y conductas sociales.
- Hasta los dos meses: se sienten atraídos por el rostro, la voz, el tacto y la temperatura
de las personas que le rodean. Acepta los cuidados de personas desconocidas si se les
ofrecen de forma similar a los cuidadores.
- Desde los 2 a los 6 meses: discriminan a las personas. Tienen conductas que ponen de
manifiesto que prefieren ser cuidados por quienes lo hacen normalmente. No implica
que rechacen los ofrecidos por otros.
- De 6 a 12 meses: ponen de manifiesto conductas de preferencia por determinadas
personas. Las figuras de apego van a servir de base de seguridad desde la que
explorar el entorno físico y social
- 2º año: el vínculo de apego se consolida, a la vez que van adquiriendo mayor
autonomía personal.
- Entre los 2 y 4 años: el apego se transforma en dependencia emocional.
- A partir de los 4 años: se transforma en el intento de establecer relaciones
emocionales con los iguales y con adultos desconocidos, lo que favorece
considerablemente el proceso de socialización
Los conocimientos que hoy poseemos acerca del desarrollo afectivo y de la personalidad
son fruto de la evolución, revisión e integración de diferentes autores y tendencias. Vamos a
destacar las aportaciones de algunos de ellos pertenecientes a corrientes clásicas y a otras
perspectivas más recientes.
- La etología con autores como LORENZ Y TINBERGUEN, que afirman que todos los
miembros de una misma especia nacen con unas determinadas conductas “programadas
biológicamente” que son el resultado de la evolución.
- La genética de la conducta trata de explicar si existen capacidades específicas, rasgos y
patrones de comportamiento que dependen fuertemente de la combinación específica de los
genes que subyacen a un individuo, y si es así, estos atributos se pueden modificar o no
mediante la experiencia.
- La teoría de los sistemas ecológicos, propuesta por BRONFENBRENNER en la que
describe cómo múltiples niveles del entorno que rodea al niño influyen en su desarrollo:
macrosistema (contexto inmediato), mesosistema (hogar, colegio) el exosistema (trabajo de los
padres) y macrosistema (clase social).
5. LA CONQUISTA DE LA AUTONOMÍA
Tanto la Ley Orgánica de Educación (LOE) (no modificado por la LOMCE) como la Orden
de 5 de agosto de 2008, señalan como unas de las capacidades que debe contribuir a desarrollar
la Educación Infantil la de “adquirir progresivamente autonomía en sus actividades habituales”
Para empezar, la autonomía se define como la condición del individuo que le permite actuar
según su criterio, con independencia de la opinión o deseos de otros. Precisamente, en el
momento del nacimiento el niño se encuentra en un estado de dependencia absoluta de los que
le rodean para poder crecer, desarrollarse, integrarse en la sociedad, e incluso, sobrevivir.
Para que el niño alcance la autonomía es necesario que se considere a sí mismo como individuo
particular distinto a los demás, es decir, que tome conciencia de su individualidad, de su propio
yo, disociándose a todo lo que le rodea
Por lo tanto, podemos decir que “la autonomía depende tanto de las capacidades o competencias
del individuo como de las características del entorno, es decir, de que éste facilite situaciones o
experiencias donde aplicar los hábitos adquiridos” (PALOMAR, 2008)
- Plano motórico: los movimientos del niño, en un primer momento, son incontrolados. Poco
a poco alcanza un control y dominio de los mismos, conociendo su cuerpo y sus
posibilidades motrices, logrando un “yo” independiente.
- Plano cognitivo: durante los primeros años, el niño necesita de la acción para pensar. Con
la aparición de la función simbólica, va creando una imagen propia del mundo que le
rodea. El lenguaje refuerza su autonomía e independencia.
- Plano socio-afectivo: A partir de los 3 o 4 años el niño convive y juega con los otros, es
decir, va del apego al desapego y del desapego a la socialización.
6. DIRECTRICES PARA UNA CORRECTA INTERVENCIÓN EDUCATIVA
Para finalizar, abordaremos el último apartado del tema explicando qué son los hábitos y
cuales se deben desarrollar en esta etapa. Después ofreceremos unas directrices metodológicas.
Los hábitos van a permitir que el niño o niña incorpore en su comportamiento habitual
conductas estables que le ayudarán a conseguir cierto equilibrio y seguridad. Para que se
adquieran dichos hábitos se requiere de una serie de condiciones:
- Tipo de actividades que podemos realizar con nuestros alumnos, como por ejemplo: las
actividades de observación y exploración sensorial serán muy útiles para el conocimiento del
propio cuerpo y del de los otros y por lo tanto para el desarrollo psicomotor, social y afectivo.
- Dentro de las relaciones que se establecerán entre los distintos agentes educativos
podemos resaltar la importancia de establecer una estrecha conexión entre familia y escuela para
lograr una coherencia educativa y compensar posibles déficits familiares.
El educador debe trabajar siempre siendo consciente de que en su relación con cada niño o
niña le transmite continuamente una serie de datos e informaciones que favorecen la elaboración
de su identidad y una determinada valoración de sus capacidades. Debe buscar siempre los
aspectos más positivos, para resaltarlos y tomarlos como punto de partida de nuevos desarrollos.
Es imprescindible que el centro Educación Infantil esté atento para detectar tempranamente
los desajustes que pudieran presentarse en el ámbito del equilibrio personal y relacional, con el
fin de adoptar las medidas adecuadas para evitar que los problemas se agraven o se instalen de
manera definitiva.
7. CONCLUSIONES
“La meta de la educación es forjar individuos capaces de autonomía intelectual y moral, que
respeten, con reciprocidad, la autonomía del prójimo.”
Jean Piaget
8. BIBLIOGRAFÍA
AA.VV. (2016). II Plan de Infancia y Adolescencia de Andalucía 2016-2020. Sevilla:
Consejería de Igualdad y Políticas Sociales. Junta de Andalucía.
Fernández, M., Burgos, A., Alba, G. y Justicia, A. (2014). Optimización del desarrollo y
prevención de riesgos en el aula de educación infantil. Madrid: Pirámide.
Legislación