Ceremonial de Los Obispos
Ceremonial de Los Obispos
Ceremonial de Los Obispos
PROEMIO
El Ceremonial de los Obispos que ha estado en uso hasta nuestros días fue
publicado por el Sumo Pontífice Clemente VIII, el año 1600. Esta edición era
solamente la revisión y corrección de una obra vigente durante mucho tiempo,
hecha según la mente de la restauración Tridentina.
Casi cuarenta años después, el Ordo Romanus XIV, preparado bajo el nombre del
Cardenal Santiago Cayetano Stefaneschi, aproximadamente entre los años 1314-
1320, y luego divulgado por el año 1341, describía las acciones sagradas que se
celebraban en la elección, coronación del Sumo
12
Paris de Grassi, ceremoniero mayor del Papa Julio 11 (15031513) extrajo de un libro
Ceremonial anterior, no sólo el Ordo Romanus para la liturgia papal, sino que
también compuso una obra que en 1564 recibió el título de "Dos libros de
Ceremonias de los Cardenales y de los Obispos en sus diócesis", con el cual adaptó
la liturgia papal en una liturgia episcopal, precisamente para la diócesis de
Bolonia.
13
El 30 de julio de 1650 Inocencio X (1644-1655) hizo pública una nueva edición del
Ceremonial de los Obispos corregida y revisada, la cual promulgó nuevamente,
casi un siglo después, Benedicto XIII (1724-1730) dado su interés por los ritos
sagrados, el 7 de marzo de 1727 no sin antes corregir
14
Por último León XIII (1878-1903), en 1886, mandó publicar una nueva edición
típica del Ceremonial de los Obispos, conservando en su totalidad el libro III,
aunque no tuviera ya ninguna importancia, por estar suprimidos los Estados
Pontificios, o sea, reducido a la Ciudad del Vaticano.
Finalmente el Concilio Ecuménico Vaticano II mandó reformar todos los ritos y libros
sagrados, y así vio la necesidad entonces de rehacer completamente el
Ceremonial de los Obispos y editarlo en una forma nueva.
Este libro, adaptado a las normas del Concilio Vaticano II, reemplaza al precedente
Ceremonial que hay que considerar abrogado, y ha sido redactado de tal manera que
se pudieran conservar -según las circunstancias- las costumbres y tradiciones
locales, de las cuales disfruta cada una de las Iglesias particulares, como tesoro
propio, para transmitirlo a
i
15
las futuras generaciones, siempre y cuando sean conformes con la liturgia renovada
según las exigencias por decreto del Concilio Vaticano 11.
La mayor parte de las leyes litúrgicas que presenta el nuevo Ceremonial mantienen el
carácter obligatorio de los libros litúrgicos ya editados. Si se encuentra algo
cambiado en el nuevo Ceremonial, esto deberá realizarse conforme al modo indicado
en el mismo Ceremonial.
Para que dicha intención pastoral fructifique más fácilmente, este libro fue redactado
con el fin de que el Obispo y los otros ministros, sobre todo el maestro de
ceremonias, puedan encontrar en él todo aquello que es necesario para que las
celebraciones litúrgicas, presididas por el Obispo, no se conviertan en un mero
aparato ceremonial, sino en una manifestación privilegiada de la Iglesia particular,
según el espíritu del Concilio Vaticano II.
PARTE 1
LA LITURGIA EPISCOPAL EN GENERAL
19
CAPITULO I
INDOLE E IMPORTANCIA DE LA LITURGIA EPISCOPAL
1. DIGNIDAD DE LA IGLESIA PARTICULAR
1. "La diócesis es una porción del Pueblo de Dios que se confía al Obispo para ser
apacentada con la cooperación de su presbiterio de suerte que, adherida a su Pastor y
reunida por él en el Espíritu Santo por medio del Evangelio y la Eucaristía, constituya una
Iglesia particular, en que se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo, que es
una, santa, católica y apostólica") Más aún, "en ella está presente Cristo, por cuya virtud se
congrega la Iglesia. Rectamente lo dijo san Ignacio: "Donde se presente el Obispo, allí ha
2
de reunirse la asamblea de los fieles, al igual que, dondequiera que esté Cristo Jesús, allí está
la Iglesia católica". 3
Conc. Vat. II, Decr. sobre el oficio pastoral de los Obispos en la Iglesia, Christus
2 Dominus, n. 11; cf. Const. dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 23.
Cf. Conc. Vat. ll, Const. dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 26.
San Ignacio de Antioquía, Ad Smymaeos, 8,2: ed. Funk I, p. 283.
3
20
3. Ninguna reunión de fieles ni ninguna comunidad de altar es
legítima, si no es bajo el sagrado ministerio del Obispo. Esta forma de reunión de la Iglesia
5
particular se extiende y vive en cada una de las comunidades de fieles que el Obispo preside
por medio de sus presbíteros que "bajo su autoridad santifican y gobiernan la porción de la
grey del Señor a ellos encomendada". 6
4. Como la Iglesia universal está presente y se manifiesta en la Iglesia particular,' así
también las Iglesias particulares aportan sus dones propios a las otras comunidades y a toda
la Iglesia "de tal modo que el todo y cada una de las partes aumenten por la mutua
comunión entre todos y tiendan a la plenitud en la unidad". 8
II. EL OBISPO FUNDAMENTO Y SIGNO DE COMUNION
EN LA IGLESIA PARTICULAR
5. Revestido de la plenitud del sacramento del Orden, el Obispo rige, como
vicario y legado de Cristo, la Iglesia particular, en comunión y bajo la autoridad del Romano
Pontífice. 9
"Los Obispos, pues, son puestos por el Espíritu Santo, como los sucesores de los Apóstoles y
como Pastores de las almas. Porque Cristo dio a los Apóstoles y a sus sucesores mandato y
poder para enseñar a todas las gentes, para que santifIcaran a todos los hombres en la
verdad y los apacentaran. Los Obispos, por consiguiente, han sido constituidos por el
Espíritu Santo, que les ha
5
Cf. ibidem, n. 26
6 Cf. ibidem, nn. 26,28; COnst. de Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 41.
Cf. Conc. Vat. 11, Const. dogmática sObre la Iglesia, Lumen gentium, n. 23.
8
Conc. Vat. Il, Const. dOgmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 13.
9
Cf. Conc. Vat. 1l, Const. dogmática sobre la lglesia, Lumen gentIum, nn. 26,27; Decr. sobre el oficiO pastoral de los
ObispOs, en la lglesia, Christus Dominus, n. 3.
21
sido dado, verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífices y pastores". ° 1
6. Por la predicación del Evangelio el Obispo, con la fortaleza del Espíritu, llama a los
hombres a la fe, o los confirma en la fe vital, y les propone el íntegro misterio de Cristo."
7. Por medio de los sacramentos, cuya celebración legítima y fructuosa regula él
con su autoridad, el Obispo santifica a los fieles. El dispone la administración del
Bautismo, por medio del cual se concede la participación en el sacerdocio de Cristo. El es
el ministro ordinario de la confirmación, el dispensador de las Sagradas Ordenes, y el
moderador de la disciplina penitencial. El dirige toda celebración legítima de la Eucaristía,
por medio de la cual continuamente vive y crece la Iglesia. Solícitamente exhorta e
instruye a su pueblo para que participe con fe y reverencia en la liturgia y, sobre todo, en el
santo sacrificio de la Misa. 12
8. En la persona del Obispo, a quien asisten los presbíteros, el Señor Jesucristo,
Pontífice Supremo, está presente en medio de los fieles. Porque, sentado a la diestra del
Padre, no está ausente de la comunidad de sus pastores, quienes, elegidos para apacentar la
grey del Señor, son los ministros de Cristo y los dispensadores de los misterios de Dios. 13
Por consiguiente "el Obispo debe ser considerado como el gran sacerdote de su grey, de quien
deriva y depende en cierto modo la vida en Cristo de sus fieles"."
10
Conc. Vat. lI, Decr. sObre el oficio pastoral de los Obispos en la Iglesia, Christus Dominas, n.2
13
Cf. Ibídem, n. 21.
14
Conc. Vat. II, Const. de Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n.41.
22
15
Oración de la Ordenación episcopal, en el Rito bizantino: Euchologion to mega, Romae, 1873, p. 139; Conc.
Vat. Il, Const. dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 26.
16
Cf. Conc. Vat. Il, Decr. sobre el oficio pastoral de los Obispos en la Iglesia, Christus Dominus, n. 15.
17
Conc. Vat. II, Const. dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 26.
18
Cf. ibidem, n. 21; Decr. sobre el oficio pastoral de los Obispos en la Iglesia, Christus Dominus, n. 3.
19 Conc. Vat. ll, Const. dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 27.
23
y pastor, resplandece especialmente en la celebración de la sagrada liturgia, que
realiza con el pueblo.
"Por eso conviene que todos tengan en gran aprecio la vida litúrgica de la diócesis en
torno al Obispo, sobre todo en la iglesia catedral; persuadidos de que la principal
manifestación de la Iglesia se reali2a en la participación plena y activa de todo el pueblo santo
de Dios en las mismas celebraciones litúrgicas, particularmente en la misma Eucaristía, en una
misma oración, junto al único altar donde preside el Obispo, rodeado de su presbiterio y
ministros". 20
12 . L as sa g ra da s c e le b ra c i on es qu e pr es i d e e l Ob i s po manifiestan, pues, el
misterio de la Iglesia en el cual está presente Cristo; no son, por lo tanto, una mera
suntuosidad de ceremonias.
Por lo demás, conviene que las mismas celebraciones sean modelo para toda la
diócesis, y resplandezcan por la participación activa del pueblo. Por tanto, la comunidad
congregada participe en ellas con el canto, el diálogo, el silencio sagrado, la atención
interna y la participación sacramental.
13 . En tiempos determinados y en los principales días del año litúrgico prevéase esta
plena manifestación de la Iglesia particular a la cual se invite al pueblo para que concurra
de las diferentes partes la diócesis, y en cuanto se pueda, a los presbíteros. Para que los fieles
y los presbíteros puedan más fácilmente reunirse de todas partes, anúnciese la reunión en varias
ocasiones y diversos lugares de la diócesis.
24
IV. EL OBISPO Y EL CUMPLIMIENTO DE SU OFICIO DE PREDICAR
15. Entre los principales oficios del Obispo se destaca la predicación del
Evangelio, porque el Obispo es el pregonero de la fe ya que atrae nuevos discípulos para
Cristo, y es el maestro auténtico dotado de la autoridad de Cristo, que predica al pueblo
que le ha sido encomendado la fe que ha de ser creída y aplicada a la vida, la ilustra bajo
la luz del Espíritu Santo, extrayendo del tesoro de la Revelación cosas nuevas y antiguas, la
hace fructificar y aparta con diligencia los errores que amenazan a su grey. 21
Este oficio también lo cumple el Obispo en la sagrada liturgia, cuando hace la homilía en
la Misa, en las celebraciones de la Palabra de Dios, y, según las circunstancias, en
Laudes y en Vísperas y también cuando hace la catequesis y en las moniciones que dice en
la celebración de los sacramentos y sacramentales.
21
Cf. Conc. Vat. Il, Const. sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 25.
22
Conc. Vat. ll, de Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 35.
25
CAPITULO
23
Conc. Vat. Il, Const. dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 26.
2A
Cf. S. Co ngr. de Ritos, lnstr. sob re la simp lifica ción de los ritos y las insignias pontificales, Pontificales ritus,
21 de junio de 1968, n.24: A.A.S. 60 (1968), p. 410.
25
Cf. Conc. Vat. II, Const. de Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium n. 28.
26
Así la Iglesia se manifiesta, en sus diversas órdenes y ministerios, como un cuerpo, cuyos
miembros constituyen una unidad. 26
Los presbíteros
20. Los presbíteros, aunque no tengan la suprema cumbre del pontificado y dependan
del Obispo en el ejercicio de su potestad, están, sin embargo unidos con él en el honor del
sacerdocio.
'Los presbíteros, próvidos cooperadores del orden episcopal y ayuda e instrumento suyo,
llamados para servir al pueblo de Dios, forman, junto con su Obispo, un solo presbiterio.
Ellos, bajo la autoridad del Obispo, santifican y rigen la porción de la grey del Señor a ellos
encomendada". 27
21. Por consiguiente se recomienda en gran manera que en las celebraciones litúrgicas
el Obispo tenga presbíteros que lo asistan. Más aún, en la celebración eucarística presidida por
el Obispo, los presbíteros concelebren con él, para que en la Eucaristía se manifieste el
misterio de unidad de la Iglesia, y ellos aparezcan ante la comunidad como presbiterio del
Obispo.
de los ministerios de éste, pero nunca lleven vestiduras propias del diácono.
Los diáconos
26
Cf. Ibidem, n. 26.
27
Cf. Conc. Vat. ll, Const. dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 28.
28
Cf. Conc. Vat. Il, Const. de Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 28.
27
tenido en gran honor. Los diáconos, hombres de buena fama, llenos de sabiduría, 29
ayudados por la gracia de Dios, deben obrar de tal manera, que sean reconocidos como
verdaderos discípulos 0 de Aquel, que no vino a ser servido, sino a servir y que estuvo en
3
24. Fortalecidos con el don del Espíritu Santo, ayudan al Obispo y a su presbiterio
en el ministerio de la Palabra, del altar y de las obras de caridad. Constituidos ministros del
altar, anuncian el Evangelio, sirven en la celebración del Sacrificio y reparten el Cuerpo y la
Sangre de Cristo.
Los diáconos consideren al Obispo como padre y préstenle su ayuda como al mismo Señor
Jesucristo, Pontífice eterno, presente en medio de su pueblo.
25. Pertenece a los diáconos en las acciones litúrgicas: asistir al celebrante, servir al
altar, tanto en lo referente al libro, como al cáliz, dirigir oportunas moniciones al pueblo,
proponer las intenciones de la oración universal y proclamar el Evangelio.
Si no está presente ningún otro ministro, supla él según la necesidad los oficios de los demás. 33
Si en alguna parte el altar no está de cara al pueblo, el diácono siempre debe volverse a la
asamblea cuando le dirige moniciones.
29
33
:12
Cf. Hch 6,3. Cf. Jn 13,35. Cf. Mt 20,28. Cf. Lc
2 2 , 2 7 . Cf. Misal Romano, Instrucción general, nn.
33
71, 127.
28
los fieles.
Los acólitos
27. El acólito tiene sus funciones propias en el servicio del altar, funciones que
debe ejercer, aun en el caso de que estén presentes ministros de orden superior.
28. Acólito es instituido para que sirva al diácono y al sacerdote. Es propio de él tener
cuidado del servicio del altar, ayudar al diácono y al sacerdote en las acciones litúrgicas,
sobre todo en la celebración de la Misa. Además, como ministro extraordinario, distribuir
la Sagrada Comunión de acuerdo con las normas del derecho.
Cuando sea necesario, el acólito instruya a los que sirven en las acciones litúrgicas, acerca de
la forma de llevar el libro, la cruz, los cirios, el incensario o cumplir otros ofIcios semejantes.
Sin embargo, en las celebraciones presididas por el Obispo, conviene que sirvan los acólitos
instituídos, según el rito previsto. Y si son varios, se distribuirán entre ellos los diversos
oficios.'
29. Para que el acólito desempeñe sus oficios de una manera más digna, participe de
la Eucaristía con piedad creciente de día en día, alimentándose de ella y obtenga un
conocimiento más profundo de la misma. Esfuércese por adquirir el sentido íntimo y
espiritual de cuanto hace, de tal manera que cotidianamente se ofrezca totalmente a Dios
y sea impulsado a servir con amor sincero al Cuerpo místico de Cristo o pueblo de Dios,
especialmente de los débiles y enfermos.
34
Cf. ibidem, n. 71.
35
Cf. Pablo Vl, Carta Apostólica Mínisteria quaedam, 15 de agosto de 1972, n. Vl: A.A.S. 64 (1972), p. 532.
29
Los lectores
30. El lector tiene sus funciones propias en la celebración litúrgica, las que deben
ejercer, aun en el caso de que estén presentes ministros de orden superior. 36
En cuanto sea necesario, el lector prepare a los fieles que pueden leer la Sagrada Escritura
en las acciones litúrgicas. Sin embargo, en las celebraciones presididas por el Obispo,
conviene que lean lectores instituidos según el rito previsto, y si son varios, se
distribuirán entre ellos las lecturas. 37
Ya que el lector anuncia a los otros la Palabra divina, recíbala también él dócilmente,
medítela con asiduidad y con su modo de vivir, sea testigo de ella.
35
Misal Romano, Instrucción general, n. 66.
37
Cf. Pablo Vl, Carta Apost. Ministeriaquaedam, 15 de agosto de 1972, n. V: A.A.S. 64 (1972) p. 532; Misal Romano,
Leccionario de la Misa, Nociones preliminares, nn. 51-55; Liturgia de las horas, Instrucción general, n. 259.
38
Cf. Misal Romano, Ordenación de las Lecturas de la Misa, Nociones preliminares, nn. 19-20, 56.
30
El salmista
El maestro de ceremonias
34. Para que la celebración, especialmente la que preside el
Obispo, resplandezca por su decoro, simplicidad y orden, es necesario un maestro de
ceremonias que la prepare y dirija en estrecha cooperación con el Obispo y los demás
que tienen el oficio de organizar sus partes, sobre todo bajo el aspecto pastoral.
31
Dentro de la celebración obre con máxima discreción; no hable nada superfluo; no
ocupe el lugar de los diáconos y de los asistentes al lado del celebrante. Hágalo todo
con piedad, con paciencia y con diligencia.
El sacristán
37. El sacristán prepara las celebraciones del Obispo juntamente con el maestro de
ceremonias, y bajo su dependencia. El sacristán arregla con diligencia los libros para la
proclamación de la Palabra de Dios y para el rezo de las oraciones, las vestiduras y lo demás
necesario para la celebración. Vigila se toquen las campanas para la celebración. Cuida
que se observe el silencio y la modestia en la sacristía y en el "secretarirum". El ajuar
conservado por tradición local, no se menosprecie, sino más bien consérvese en óptimas
condiciones. Y lo que se deba adquirir, escójase según las leyes del arte contemporáneo,
evitando, sin embargo, la sola afición de novedades.
38. Al ornato del lugar de la celebración sagrada pertenece, ante todo, la esmerada
limpieza del piso, de las paredes y de todas las imágenes y cosas que se usan o se exponen a
la mirada. Evítese en el ornato tanto la suntuosidad, como la avaricia; en cambio
manténgase las leyes de la noble sencillez, de la decencia y del arte genuino.
La índole de los pueblos y la tradición del lugar indicarán las cosas que deben emplearse y
como se han de ordenar "con tal que sirva a los edificios y ritos sagrados con el debido
honor y reverencia". 39
39
Conc. Vat. Il, Const. de Sagrada liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 123
32
Sea tal el ornato de la iglesia que aparezca como un signo de amor y de reverencia hacia
Dios, y al pueblo le sugiera la índole propia de las fiestas y la alegría y piedad del
corazón.
40. Los músicos tengan presente sobre todo las normas acerca
de la participación del pueblo en el canto.
Además deben vigilar que el canto en las celebraciones presididas por el Obispo manifieste
índole universal. De modo que, los fieles puedan decir o cantar a una, no sólo en lengua
vernácula, sino también en lengua latina, las partes del ordinario de la Misa que les
corresponde.
exceptúa el Domingo
Misal Romano, Instrucción general, sobre todo nn. 12, 19, 22, 63, 64, 272, 274,
40
275, 313, 324; Ordenación del Canto de la Misa, Nociones preliminares; Liturgia d e la s Hora s, Instrucción
ge ne ra l, nn. 268- 284; Ritua l Rom a no, Inicia ción cristiana, Nociones preliminares, n. 33; Ritual del Culto o la
Eucaristía fuera de Misa, nn. 12, 104; Ritual de la Penitencia, nn. 24, 35; Ritual del Cuidado pasto ral y unción
de los enfermos, n. 38,d; Ritual de Exequias, n. 12; Cf. S. Congr. para los Obispos, Directorio acerca del
ministerio pastoral de los Obispos, 1973, n. 90 d.
41
Cf. S. Congr. de Ritos, lnstr. Musicam sacram, 5 de marzo 1967, n. 66: A.A.S. 69 (1967) p. 319.
33
Laetare (Domingo IV de Cuaresma) y las solemnidades y las fiestas.
Desde que termina el himno Gloria a Dios en el cielo en la Misa en la Cena del Señor
hasta el mismo himno en la Vigilia Pascual, el órgano y los otros instrumentos
musicales se usarán solo para sostener el canto.
34
CAPITULO III
LA IGLESIA CATEDRAL
En la iglesia catedral el Obispo preside la Liturgia los días más solemnes y, a no ser que
circunstancias pastorales aconsejen otra cosa, consagra el santo crisma, y hace las
ordenaciones.
42
Pablo Vl, Const. Apost. Mirificus eventus, 7 de diciembre 1965: A.A.S. (1965), pp .948- 949.
35
como también las peregrinaciones que los fieles, distribuidos por parroquias o por regiones
de la diócesis, hacen a ella para visitarla con devoción.
46. Todo aquello que se prescribe en los documentos y en los libros litúrgicos acerca
de la disposición y del ornato de las iglesias, la iglesia catedral debe manifestarlo de una
manera ejemplar a las demás iglesias de la diócesis. 43
El número de gradas que tenga la cátedra, se debe adaptar a la estructura de cada iglesia
para que el Obispo pueda ser visto con facilidad.
43
g e ne r al , n n . 2 5 3 - 3 1 2 ; O r d e n a c i ón d e l a s L ec t u r a s de la Misa, Nociones
C f . M i s a l R o m a n o , I ns t r uc c ió n
preliminares, nn. 32-34; Pontifical Romano, Ritual de Dedicación de una Iglesia y de un altar, cap. Il, n. 3;
cap. lV, nn. 6-11; Ritual Romano, Ritual del Culto a la Eucaristía fuera de Misa, Nociones preliminares, nn. 9-11
44
Cf. C.l.C., can. 436 3; infra nn. 1171 y 1176.
43 Cf. S. Congr. Ritos, lnstr. sobre la simplificación de los ritos e insignias pontificales, Pontificales ritus, 21 de junio de
1968, nn. 10-13: A.A.S. 60 (1968), pp. 408-409.
36
La sede para el presbítero celebrante prepárese en un lugar
diverso.
37
50. El presbiterio, o sea el lugar donde ejercen su ministerio el
Obispo, los presbíteros y los ministros, debe distinguirse en forma conveniente de la nave, ya
sea, por alguna elevación, o por alguna estructura peculiar u ornato, de tal manera que
por su misma disposición muestre el carácter jerárquico de los ministros.
Su amplitud debe ser tal que los ritos sagrados puedan desarrollarse y verse
cómodamente.
Durante las celebraciones litúrgicas no debe entrar al presbiterio ningún ministro que no
lleve el vestido sagrado o sotana y sobrepelliz y otra vestidura legítimamente
aprobada. 49
Sin embargo, el Obispo hable al pueblo de Dios desde su cátedra, a no ser que la
condición del lugar aconseje otra cosa.
49 Cf. infra nn. 65-67; cf. Misal Romano, Ordenación de las Lecturas de la Misa, Nociones preliminares, n.54.
50 Cf. Misal Romano, Instrucción general, n. 272; Ordenación de las Lecturas de la Misa, Nociones
preliminares, nn. 32-34.
38
pascual. Este bautisterio se construirá según las normas dadas en el Ritual
Romano?51
39
CAPITULO IV
NOCIONES GENERALES
la liturgia episcopal, por más que en ella no se deba desatender el profundo respecto y
reverencia debidos al Obispo, en el cual está presente el Señor Jesús en medio de los
creyentes y de quien como gran sacerdote, deriva y depende de cierto modo la vida de sus
fieles. 53
Además, puesto que en las celebraciones litúrgicas del Obispo habitualmente participan
los diversos órdenes de la Iglesia, cuyo ministerio se manifiesta más claramente con
esta forma de celebración, en ellas conviene que resplandezcan la caridad y el honor
mutuo entre los miembros del Cuerpo místico de Cristo, y para que también en la liturgia
se lleve a la práctica el precepto apostólico: "Estimando en más cada uno a los demás". 54
Por tanto, antes de pasar a describir cada rito, parece oportuno anticipar algunas normas
aprobadas por la tradición, y que es necesario observar.
1. VESTIDURAS E INSIGNIAS
Rm. 12,10.
40
mismas que las del presbítero. Pero es conveniente que en la celebración solemne,
según la antigua costumbre, debajo de la casulla vista la dalmática, que podrá ser
siempre blanca, sobre todo en las Ordenaciones, en la bendición del Abad y de la
Abadesa, y en la dedicación de una iglesia y de un altar.
58. El anillo, insignia de fe y de unión nupcial con la Iglesia, su esposa, debe llevarlo
siempre el Obispo.
Sin embargo, cuando varios Obispos están presentes en la misma celebración, sólo el
Obispo que preside usa el báculo.
El Obispo usa el báculo con la curvatura dirigida hacia el pueblo, o sea vuelta ante sí. El
Obispo lo usa de ordinario en la procesión, para escuchar la lectura del Evangelio, para hacer
la homilía, para recibir los votos, promesas o la profesión de fe; por último, para bendecir
las personas, a no ser que deba hacer imposición de manos.
ss Cf. S. Congr. de Ritos, lnstr. sobre la simplificación de los ritos y de las insignias pontificales. Pontificales ritos, 21
de junio de 1968, n. 19: A.A.S. 60 (1968), p. 410.
41
57
Cf. ibidem, n. 31: A.A.S. 60 (1968), p. 411. se
Cf. ibidem, n. 20: A.A.S. 60
(1968), p. 410.
42
Cuando el Obispo lleve la sotana violácea, también usa medias de ese color. Sin embargo,
es absolutamente facultativo el uso de las medias moradas cuando se usa sotana negra
adornada con un ribete. 59
64. La capa magna violácea, sin armiño, sólo puede ser usada
en su diócesis y en las festividades más solemnes.
Los acólitos, lectores y demás ministros, en vez de las vestiduras antes mencionadas,
pueden usar otras legítimamente aprobadas.
59
Cf. Secretaría de Estado, Instr. acerca de las vestiduras, títulos e insignias de los de Cardenales, Obispos y
Prelados de menor orden, Utsivesollícite, 31 de marzo de 1969, n. 4: A.A.S. 61 ( 1969), p. 335.
6
° Cf. Misal Romano, Instrucción general, n. 298.
43
66. La vestidura propia del sacerdote celebrante, en la Misa y
en otras acciones sagradas que directamente se relacionan con ella, es la planeta o
casulla, a no ser que se diga lo contrario, la cual se reviste sobre el alba y la estola.
El sacerdote utiliza la capa pluvial en las acciones sagradas solemnes, fuera de la Misa,
en las procesiones y en otras acciones sagradas, según las rúbricas propias de cada uno de
los ritos. 61
Los presbíteros presentes en una acción litúrgica y que no concelebran, llevan hábito
cora1 , si son Prelados o canónigos; de lo contrario llevan sobrepelliz sobre la sotana.
62
El diácono lleva atravesada la estola, desde el hombro izquierdo, pasando sobre el pecho,
hacia el lado derecho del tronco, donde se sujeta. 63
61
Cf. ibidem, nn. 299, 302, 303.
44
64
Cf. ibidem, n. 234.
porten objetos, que se usan en la celebración, como por ejemplo, la cruz, los cirios, el
Evangeliario.
Asimismo hacen genuflexión todos los que pasan delante del Santísimo Sacramento, a
no ser que vayan procesionalmente.
72. Saludan el altar con inclinación profunda todos los que se
45
Sin embargo, donde este signo no esté en armonía plenamente con las tradiciones o índole
de alguna región, allí las Conferencias Episcopales pueden determinar otro signo en vez del
beso, informando de ello a la Sede Apostólica. 65
46
El diácono, de pie en el ambón y vuelto hacia el pueblo, después de que
haya saludado a la asamblea, teniendo juntas las manos, con el dedo pulgar
de la mano derecha signa con el signo de la cruz, primero el libro sobre el
principio del Evangelio que va a leer, después se signa a sí mismo en la
frente, en la boca y en el pecho, diciendo: Lectura del Santo Evangelio.
altura- tomar el incensario con la mano derecha; introduce el pulgar en el anillo ma yor, con el ded o medio de la
mi sma mano rige y sostiene ele vand o de la cadena la tapa del incensario; con la mano izquierda sostiene el pie
de la naveta cOn incienso y la cucharilla" (Ceremonial de los Obispos, ed. 1886 l, Xl, 7)
69
Cf. Liturgia de las Horas, Instrucción general, n. 266 b.
47
los que se acercan a él para servirlo, o terminado el servicio, se retiran, o pasan delante
de él. ° 7
77. Cuando la cátedra del Obispo está detrás del altar, los
ministros saludan o al altar o al Obispo, según se acerquen al altar o al Obispo, pero
eviten, en cuanto sea posible, pasar entre el Obispo y el altar, a causa de la reverencia
.
a ambos.
Cf. S. Congr. de Ritos, lnstr. sobre la simplificación de las insignias y ritos pontificales, Pontificales ritus, 21
de junio de 1968, n. 25: A.A.S. 60 (1968), p. 411.
48
III. INCENSACION
49
a) durante la procesión de entrada;
consagración.
litúrgicos:
71
Cf. Misal Romano Instrucción general, n. 235.
50
estando de pie; el diácono le presenta la naveta 7 2 y el Obispo bendice el
incienso con el signo de la cruz, sin decir nada."
72 Do s a có litos pue d e n a ce rca rse a l Ob isp o: uno lle v a e l ince nsa rio y el otro la naveta, o también un solo acólito
que lleva en la mano izquierda el incensario con carbones encendidos, y en la derecha la naveta con incienso y la
cucharilla (cf. Ceremonial de los Obispos, ed. 1886, l, XXlll, 1).
73 Cf. Misal Romano, Instrucción general, n. 236.
El diácono recibe de la mano del acólito la naveta un poco abierta y la cucharilla que está en ella, y la presenta al
Obispo. Este toma la cucharilla y saca tres veces incienso de la naveta y otras tantas veces lo echa en el
incensario. Terminado esto, y devuelta al ministro la cucharilla, el Obispo hace con la mano el sigo de la cruz
sobre el incienso que está en el incensario (cf. Ceremonial de lOs Obispos, ed. 1886, I, XXIII, 1-2).
74 El d iácono "d ev uelve al a cólito la nav eta, y recib e de é l el ince nsario, q ue le entrega al Obispo: la parte
superior de las cadenas la coloca en la mano izquierda del Obispo, y el incensario en la derecha" (Ceremonial de
los Obispos, ed. 1886, I, lX, 1).
75 El que inciensa "sostiene cOn la mano izquierda las cadenas pOr su parte superior, y con la derecha las
mismas, juntas, cerca del incensario y lo sostiene de tal m a n e r a q u e p u e d a c ó m o d a m e n t e m o v e r l o y
d e j a r l o q ue v u e l v a ha c i a é l " . Advierta que al incensar debe hacerlo con dignidad y decoro, sin mover el
cuerpo o la cabeza. Tendrá la mano izquierda -que sostiene la parte superior de las cadenas- firme y estable
sobre el pecho; la mano y el brazo derecho las moverá con el incensario en forma cómoda y continua" (cf.
Ceremonial de los Obispos, ed. 1886. I, XXlIl. 4 y 8).
51
manera:
Si la cruz está sobre el altar o cerca de él, se inciensa antes que el mismo
altar, de no ser así, el Obispo la inciensa cuando pase ante
ella .76
76
Cf. Misal Romano, Instrucción general, n. 236.
52
Los canónigos que acaso no concelebran, o reunidos en coro, son incensados todos al mismo
tiempo con el pueblo, a no ser que la disposición de los lugares aconseje otra cosa.
Lo anterior vale también para los Obispos que acaso estén presentes.
97. El Obispo que preside, sin que celebre la Misa, es incensado después del
celebrante o de los concelebrantes.
El que Preside la Nación, y que viene por oficio a la sagrada celebración, donde existe
la costumbre, es incensado después del Obispo.
98. Las moniciones o las oraciones que han de ser oídas por
todos; no las diga el Obispo antes de que termine la incensación.
100. Mientras tanto los concelebrantes, los diáconos, los demás ministros y también los
Obispos acaso presentes, se dan de modo semejante unos a otros el saludo de paz.
El Obispo que preside la sagrada celebración, sin que concelebre la Misa, da la paz a los
canónigos, o a los presbíteros, o a los diáconos que lo asisten.
103. Mientras se dan el saludo de paz, puede decirse: La paz sea contigo, a lo cual se
responde: Y con tu Espíritu.
También pueden usarse otras palabras, según las costumbres locales.
105. El Obispo tiene las manos extendidas: sobre el pueblo, para dar
solemnemente la bendición y cuantas veces se requiere para la celebración
de los sacramentos y sacramentales, como lo indican en su lugar los libros
litúrgicos.
1 7
Cf. Ex 9, 29; Sal 27,2; 62,5; 133.2; ls 1,15.
18
Tertuliano, sobre la oración, 14: CCL 1, 265; PL 1. 1273.
54
sob r e la s o fr end a s en la M isa pa r a la ep íc le sis a nt e s d e la
consagración.
Manos juntas
107. El Obispo, a no ser que lleve el báculo pastoral, tiene las manos
juntas,80 cuando revestido con las sagradas vestiduras, avanza para una
acción litúrgica, mientras ora de rodillas, mientras va del altar a la cátedra o
de la cátedra al altar, y cuando las rúbricas lo prescriben en los libros
litúrgicos.
79
Cf. Misal Romano, lnstrucción general, nn 174 a. c, 180 a, c, 188 a, c. Para la epíclesis antes de la consagración
hay que extender las manos, de tal manera que la s pa lma s e stén abierta s ha cia y e ncim a de la ob lata (cf.
Mi sa l Rom ano, ed. 1962, Rito que debe Observarse en la celebración de la Misa, Vlll, 4). Para la consagración
empero, la palma de la mano derecha debe estar dirigida hacia el lado (cf. Notitiae, l, 1965, p. 143).
80 Cuando se dice que las manos están juntas, se entiende: "tener ante el pecho las palmas extendidas, y al mismo
tiempo juntas, el pulgar de la derecha sobre el de la izquierda puesto en forma de cruz" (Ceremonial de los
Obispos, ed. 1886, I, Xl, 1).
81
"Al signarse a sí mismo, vuelve hacia sí la palma de la mano derecha, con todos los dedos de dicha mano
juntos y extendidos y forma el signo de la cruz, desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo
hasta el derecho. Pero si
55
la mano izquierda sobre el pecho, a no ser que tenga que llevar algo. Pero cuando está en
el altar y bendice con la derecha las ofrendas, u otra cosa, coloca la mano izquierda sobre
el altar, a no ser que se indique otra cosa.
109. Cuando el Obispo está sentado, si lleva las vestiduras litúrgicas, a no ser que
tenga el báculo pastoral, coloca las palmas de las manos sobre las rodillas.
110. Todos al ingresar a la iglesia, según una laudable costumbre, humedecen la mano con
agua bendita preparada allí en un recipiente, y con ella se signan con el signo de la
cruz para evocar el Bautismo.
111. Si se va a ofrecer agua bendita al Obispo cuando entra a la iglesia, lo hace el más
digno del clero de la Iglesia, le entrega el aspersorio con el cual el Obispo se rocía a sí mismo
y a quienes lo acompañan. Luego devuelve el aspersorio.
112. Todo lo anterior se omite si el Obispo entra ya revestido a la iglesia y cuando en la
Misa dominical se hace la aspersión en lugar del acto penitencial.
113. De la aspersión que se hace al pueblo en la Vigilia pascual y en la dedicación de una
iglesia, se tratará más adelante en los nn. 369 y 872.
114. La aspersión de los objetos que se bendicen, se hace según las normas de los libros
litúrgicos.
bendice a otros o alguna cosa, entonces vuelve el dedo pequeño hacia quien bendice -y al bendecir- extiende
completamente la mano derecha, con todos los dedos igualmente juntos y extendidos" (Misal Romano, ed. 1962,
Rito que debe observarse en la celebración de la Misa, llI, 5).
56
Por tanto, hay que atender, sobre todo en las celebraciones litúrgicas
realizadas por el Obispo, que haya disponibles libros oficiales de la última
edición, bellos y bien presentados, por la edición tipográfica y por la
encuadernación.
116. En los textos que el Obispo, los ministros o todos los demás, deben
pronunciar con voz clara y alta, ésta debe corresponder al género del texto
mismo, según sea lectura, oración, monición, aclamación, canto y también a la
forma de la celebración y a la solemnidad de la asamblea.
82 Cf. por ejemplo, Misal Romano, Instrucción general, nn. 18-19; Liturgia de las Horas, Instrucción general, nn.
367-284; S. Congr. de Ritos, lnst. Musicam sacram, 5 de marzo de 1967, nn. 5-12: A.A.S. 59 (1967), pp. 301-302;
S. Congr. para el Culto Divino, Carta circular sobre las Plegarias Eucarísticas, Eucharistiae participationem, 27 de
PARTE II
LA MISA
59
CAP IT U LO I
NOCIONES GENERALES
119. La principal manifestación de la Iglesia local tiene lugar
cuando el Obispo, gran sacerdote de su grey, celebra la Eucaristía sobre todo en la iglesia
catedral, rodeado por su presbiterio y los ministros, con plena y activa participación de todo
el pueblo santo de Dios.
Esta Misa, llamada estacional, manifiesta tanto la unidad de la Iglesia local, como la
diversidad de ministerios alrededor del Obispo y de la Sagrada Eucaristía»
Por lo tanto, convóquese a ella la mayor cantidad de fieles; los presbíteros concelebren con
el Obispo; los diáconos ejerzan su ministerio, los acólitos y lectores desempeñen su oficio
propio. 2
120. Esta forma de celebrar la Misa se ha de conservar sobre todo en las mayores
solemnidades del año litúrgico, cuando el Obispo consagra el sagrado crisma, y en la Misa
vespertina en la Cena del Señor' , en las celebraciones del Santo Fundador de la Iglesia
local o del Patrono de la diócesis; en el "día natalicio" del Obispo, en las grandes reuniones
del pueblo cristiano y también en la visita pastoral.
121. La Misa estacional se celebrará con canto, según las normas que se encuentran
en la Instrucción general del Misal Romano.'
1
Cf. Conc. Vat. Il, Const. de Sagrada Liturgia. Sacrosanctum Concilium, n. 41.
2
Cf. ibidem, nn. 26-28.
3
Cf. Misal Romano, Instrucción general, nn. 157-158 a.
4
Cf. ibidem, nn 12, 18, 19, 77, 313. Si es del caso, atiéndase también al
60
122. Conviene que haya por lo menos tres diáconos, que sean verdaderamente tales, uno
que sirva al Evangelio y al altar, y otros dos que asistan al Obispo. Si son varios distribúyanse
entre sí los diversos ministerios, y por lo menos uno de ellos preocúpese de la participación
activa de los fieles.
123. Si hay Capítulo en la iglesia catedral, conviene que todos los canónigos
concelebren con el Obispo la Misa estacional , sin que por ello queden excluidos otros
5
presbíteros.
Los Obispos que acaso se encuentren presentes, y los canónigos que no concelebren, estén
con sus vestiduras corales.
124. Cuando por alguna circunstancia especial no se pueda unir la Hora correspondiente
de la Liturgia de las Horas a la Misa estacional del Obispo, y al Capítulo le incumbe la
obligación coral, éste deberá rezarla en el momento oportuno. 6
125. Cosas que hay que preparar:
el Mi s al ;
- el Leccionario;
Ordenación del Canto de la Misa. Cf. Misal Romano, Disposición del Canto de la Misa, Nociones preliminares Cf.
también S. Congr. de Ritos, lnstr. Musicam sacram, 5 de marzo de 1967, nn. 7, 16, 29-31: A.A.S. 59 (1967), pp.
302, 305, 308- 309.
5
Cf. Misal Romano, Instrucción general, n. 157.
6
Cf. Liturgia de las Horas, Instrucción general, nn. 31 a y 93.
61
texto para la oración universal, tanto para el Obispo como para el diácono;
(palia);
corporal; purificadores;
recipiente con agua para ser bendecida cuando se usa en el acto penitencial;
c) En el "secretarium":
el Evangeliario;
para el Obispo: palangana, jarra con agua y toalla; amito, alba,
cíngulo, cruz pectoral, estola, dalmática, casulla (palio, para el metropolitano) , solideo,
mitra, anillo, báculo;
para los demás ministros: amitos, albas, cíngulos; o sobrepellices para revestirlas sobre la
sotana; u otras vestiduras legítimamente aprobadas. Las vestiduras litúrgicas deben ser del
color de la Misa que se celebra, o de color festivo.'
62
RITOS INICIALES
63
el Obispo, que va solo, lleva la mitra y el báculo pastoral en la mano izquierda, mientras
bendice con la derecha:
129. Es recomendable que la cruz llevada procesionalmente se coloque cerca del altar, de
tal manera que se constituya en la cruz del mismo altar. De lo contrario, se guarda.
Los candeleros se colocan cerca del altar, o sobre la credencia, o cerca del presbiterio.
Los diáconos y los presbíteros concelebrantes suben al altar, lo besan y luego se dirigen a
sus sitios.
báculo pastoral, y dejada la mitra, junto con los diáconos y los otros ministros que lo acompañan,
hace profunda reverencia al altar. En seguida sube al altar y, a una con los diáconos, lo
besa.
64
incensario y el Obispo, acompañado por los dos diáconos, inciensa el altar y
la cruz. 9
Una vez incensado el altar, el Obispo acompañado por los ministros, se dirige
a la cátedra por la vía más corta.
Dos diáconos se colocan de pie, uno a cada lado, cerca de la cátedra para
estar preparados a servir al Obispo. Si éstos faltan, los suplen dos presbíteros
concelebrantes.
132. Después el Obispo, los concelebrantes y los fieles, de pie, se signan
con la señal de la cruz, mientras aquél, de cara al pueblo, dice: En el nombre
del Padre.
En lo referente al modo de incensar el altar, como también las reliquias y las imágenes que quizás estén expuestas
a la veneración de los fieles, cf. Supra nn. 93,95.
Cf. Misal Romano, Instrucción general, n. 29.
Cf. ibidem, Apéndice, Rito para bendecir el agua y asperjar con ella.
65
Después del saludo, el Obispo, de pie cerca a la cátedra, de cara al pueblo
y teniendo delante de sí un recipiente con agua para ser bendecida, que le
llevó el ministro, invita al pueblo a orar, y de spués de un br ev e tiempo
de silencio, dic e la orac ió n de bendición.
Donde la tradición del pueblo aconseje que se conserve el uso de mezclar sal
al agua, el Obispo bendice también la sal, y después la vierte en el agua.
134. Después del acto penitencial se dice el Señor, ten piedad, a no ser que
se hubiera hecho la aspersión con agua, o se hubiera empleado la tercera
fórmula del acto penitencial, o las rúbricas determinen en otra cosa.
135. El himno Gloria a Dios en el cielo se dice según las rúbricas. Lo puede
iniciar o el Obispo, o uno de los concelebrantes, o los cantores. Mientras se
dice el himno, todos están de pie.
66
LITURGIA DE LA PALABRA
Luego, el salmista o cantor, o el mismo lector, canta o lee el salmo, según uno
de los modos previstos. 1 2
139. Otro lector desde el ambón hace la segunda lectura, como se dijo
antes, estando todos sentados y escuchando.
140. Sigue el Aleluya u otro canto, según las exigencias del tiempo
litúrgico. Al iniciarse el Aleluya todos se ponen de pie, menos el Obispo.
El diácono se acerca al altar y allí van también el turiferario con el incensario humeante, y los
acólitos con los cirios encendidos. El diácono hace inclinación al altar y toma
reverentemente el Evangeliario, y omitida la reverencia al altar, llevando solemnemente el
libro, se dirige al ambón, precedido por el turiferario y los acólitos con cirios.
141. En el ambón, el diácono, teniendo las manos juntas, saluda al pueblo. Al decir las
palabras Lectura del santo Evangelio, signa el libro y luego se signa a sí mismo, en la
frente, la boca y el pecho, lo cual hacen todos los demás. Entonces el Obispo recibe el
báculo. El diácono inciensa el libro y proclama el Evangelio, estando todos de pie y vueltos
hacia el diácono, como de costumbre. Terminado el Evangelio, el diácono lleva el libro al
Obispo para que lo bese. Este dice en secreto: Por la lectura de este Evangelio; o
también el mismo diácono besa el Evangeliario, diciendo en secreto la misma fórmula.
Por último, el diácono y los ministros regresan a sus sitios.
142. Luego, estando todos sentados, el Obispo, con mitra y báculo, si lo considera
oportuno, y sentado en la cátedra, hace la homilía, a no ser que haya otro lugar más
adecuado para ser visto y oído cómodamente por todos. Terminada la homilía, se puede
tener algún momento de silencio.
143. Después de la homilía, a no ser que en este momento se celebre algún rito
sacramental o consecratorio o de bendición, según las normas del Pontifical o del Ritual
Romano, el Obispo deja
68
la mitra y el báculo, se levanta y, todos de pie, se canta o se reza el Credo, según las
rúbricas.
A las palabras y por obra del Espíritu Santo se encarnó ... todos se inclinan, pero en las
solemnidades de la Anunciación y de Navidad, todos se arrodillan.1 3
144. Terminado el Credo, el Obispo de pie en la cátedra, con las manos juntas, invita con la
monición a los fieles a participar en la oración universal.
Después uno de los diáconos o el cantor o lector u otro, desde el ambón o desde otro lugar
apropiado, dice las intenciones, y el pueblo participa según le corresponde. Por último el
Obispo, con las manos extendidas, concluye las preces con la oración.
LITURGIA EUCARÍSTICA
13
Cf. Misal Romano, Instrucción general n. 98.
145. Terminada la oración universal, el Obispo se sienta y recibe la mitra. Los
concelebrantes y el pueblo igualmente se sientan. Entonces se comienza el canto para la
presentación de los dones, que se prolonga por lo menos hasta que éstos sean
colocados sobre el altar.
Luego se traen las ofrendas. Es conveniente que los fieles manifiesten su participación
trayendo pan y vino para la celebración de la Eucaristía, y también otros dones con los
que se ayude a las necesidades de la Iglesia y de los pobres.
69
146. El Obispo va al altar, deja la mitra, recibe del diácono la patena con
pan, y con ambas manos la eleva un poco sobre el altar, diciendo en
secreto la fórmula correspondiente. Luego coloca la patena con el pan
sobre el corporal.
148. Después el Obispo, inclinado en medio del altar, dice en secreto
acepta, Señor, nuestro corazón contrito.
14
El diácono puede hacer la preparación del cáliz, y la infusión del vino y del agua en la credencia. Cf. Misal
Romano, Instrucción general, n. 133.
15
Sobre el modo de ince nsar la ob lata, cf. sup ra nn. 91- 93.
70
del altar y sin mitra, se le acercan los ministros con la jarra del agua, la palangana y la
toalla. El Obispo se lava y se seca las manos. Si es necesario uno de los diáconos toma
el anillo del Obispo. Mientras éste se lava las manos dice en secreto: Lávame, Señor, mis
culpas. Una vez que ha secado las manos y colocado el anillo, el Obispo regresa al centro
del altar.
151. El Obispo, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos invita al pueblo a
orar, diciendo: Orad, hermanos.
152. Una vez dada la respuesta El Señor reciba de tus manos, el Obispo, con las manos
extendidas, canta o dice la oración sobre las ofrendas. Al final el pueblo aclama: Amén.
153. Después el diácono toma el solideo del Obispo y lo entrega al ministro. Los
concelebrantes se acercan al altar y están de pie cerca de él, de tal manera que no impidan
el desarrollo de los ritos y que la acción sagrada pueda ser mirada atentamente por los
fieles.
Los diáconos están detrás de los concelebrantes, para que cuando sea necesario, uno de ellos
sirva en lo referente al cáliz o al misal. Ninguno permanezca entre el Obispo y los
concelebrantes, o entre éstos y el altar.
154. Entonces el Obispo empieza la Plegaria Eucarística con el prefacio. Extendiendo las
manos canta o dice: El Señor esté con vosotros, y cuando dice: Levantemos el corazón,
eleva las manos, y con ellas extendidas, añade: Demos gracias al Señor nuestro Dios.
Después de que el pueblo respondió: Es justo y necesario, el Obispo prosigue con el prefacio.
Una vez terminado éste, junta las manos y canta juntamente con los concelebrantes, los
ministros y el pueblo: Santo.
155. El Obispo prosigue la Plegaria Eucarística según lo que se dice en los nn. 171-191 de
la instrucción general del Misal Romano
71
y en las rúbricas que se encuentran en cada una de las Plegarias.
Las partes que dicen todos los concelebrantes a la vez, con las manos extendidas, deben pronunciarlas
en voz baja, de modo que la voz del Obispo se escuche claramente. En las Plegarias Eucarísticas 1, II y III el
Obispo, después de las palabras: con tu siervo el Papa N., añade: conmigo indigno siervo tuyo. En la
Plegaria Eucarística IV, después de las palabras: de tu servidor el Papa N. , añade: de mí indigno
siervo tuyo.
Los diáconos permanecen de rodillas desde la epíclesis hasta la elevación del cáliz.
Después de la consagración el diácono, si se juzga conveniente, vuelve a cubrir el cáliz y el copón.
Dicho por el Obispo: Este es el Sacramento de nuestra fe, el pueblo responde con la aclamación.
156. Las intercesiones particulares, sobre todo en la celebración de algún rito sacramental, bien
consecratorio o de bendición, háganse según la estructura de cada una de las Plegarias Eucarísticas, empleando
los textos que se encuentran en el Misal o en otros libros litúrgicos, 16
16
La s i nte rce sione s p e culia re s e n e l Misa l Roma no son:
1. En la Plegaria Eucarística I:
a) En el Memento de los vivos: por los padrinos, en la Misa de los escrutinios
(MR, Misas Rituales l) y en la celebración del bautismo (MR, Misas Rituales l).
b) En el "Acepta, Señor, ...", (Hanc igitur): por los bautizandos (MR, Misas
72
157. En la Misa crismal, antes de que el Obispo diga en la Plegaria Eucarística I: Por
quien sigues creando todos los bienes, o antes de la doxología Por Cristo, en las otras
Plegarias Eucarísticas, se hace la bendición del óleo de los enfermos, como se dice en el
Pontifical Romano, a no ser que por razones pastorales, se haya hecho después de la
Liturgia de la Palabra.
de pie al lado del Obispo, tiene elevado el cáliz, mientras el Obispo eleva la patena con la
hostia, hasta que el pueblo haya respondido Amén. La doxología final de la Plegaria
Eucarística la dice o sólo el Obispo, o a una con todos los concelebrantes.
159. Terminada la doxología de la Plegaria Eucarística, el Obispo, con las manos
juntas, hace la monición previa al Padrenuestro, que todos lo cantan o lo rezan. Tanto el
Obispo como los concelebrantes están con las manos extendidas.
160. El Obispo, con las manos extendidas, dice él solo: Líbranos de todos los males. Los
presbíteros concelebrantes, juntamente con el pueblo, dicen la aclamación final: Tuyo es
el reino.
161. A continuación el Obispo dice la oración: Señor Jesucristo, que diste. Terminada
ésta, el Obispo, dirigiéndose a la asamblea, anuncia la paz diciendo: La paz del Señor esté
siempre con vosotros. El pueblo responde: Y con tu espíritu. Si se cree oportuno, uno de
Rituales l); por los neófitos (MR, Misas Rituales l); por los confirmados (MR, Misas Rituales I); por los ordenados,
diáconos, presbíteros, obispos (MR, Misas Rituales ll); por los esposos (MR, Misas Rituales lVI) por las vírgenes
consagradas (MR, Misas Rituales VI); por los religiosos profesos (MR, Misas Rituales VIl); en la Dedicación de una
iglesia (MR, Misas Rituales VIII).
lll (OM); por los neófitos (MR, Misas Rituales I); por las vírgenes (MR, Misas Rituales V l); por los religiosos
profesos (MR, Misas Rituales VII); en la Dedicación de una iglesia (MR, Misas Rituales VIII).
73
los diáconos, dirigiéndose a la asamblea, hace la invitación para la paz con estas palabras:
Daos fraternalmente la paz.
El Obispo da la paz al menos a los dos concelebrantes más cercanos a él, después al
primero de los diáconos. Y todos según la costumbre de cada lugar, se manifiestan
mutuamente la paz y la caridad»
162. El Obispo inicia la fracción del pan y la prosiguen algunos de los presbíteros
concelebrantes, y entre tanto se repite Cordero de Dios, cuantas veces sea necesario para
acompañar la fracción del pan. El Obispo deja caer una partícula en el cáliz, diciendo en
secreto: El Cuerpo y la Sangre.
rr
En cuanto el modo de dar el ósculo de paz, cf. Supra nn. 99-103.
74
Los concelebrantes se acercan al altar y beben la Sangre, que los diáconos les presentan.
Estos limpian el cáliz con el purificador, después de la Comunión de cada uno de los
concelebrantes. 18
165. Acabada la Comunión, uno de los diáconos bebe la Sangre que hubiere, lleva el
cáliz a la credencia y allí, en seguida, o después de la Misa, lo purifica y arregla. El otro
diácono, o uno de los concelebrantes, si hubieren quedado hostias consagradas, las lleva al
tabernáculo, y en la credencia purifica la patena o el copón sobre el cáliz, antes de que éste
sea purificado.
RITOS DE CONCLUSION
169. Finalmente el Obispo recibe la mitra, y extendiendo las manos, saluda al pueblo,
diciendo: El Señor esté con vosotros, al cual responde el pueblo: Y con tu espíritu. Uno
de los diáconos
•
18
Cf. Misal Romano, Instrucción general, nn. 201-206, donde también se describen otros modos de distribuir la
Comunión bajo ambas especies.
75
puede invitar a todos diciendo: Inclinaos para recibir la bendición, o algo similar.
Y el Obispo da la bendición solemne, usando la fórmula más conveniente
de entre las que se encuentran en el Misal, en el Pontifical o en el Ritual
Romano. Mientras dice las primeras invocaciones, o la oración, tiene
extendidas las manos sobre el pueblo. A las invocaciones todos responden:
Amén. Luego recibe el báculo, i9 y dice: La bendición de Dios todopoderoso, y
haciendo tres veces el signo de la cruz sobre el pueblo, agrega: Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
Pero cuando imparte la bendición apostólica, según las normas del derecho,
ésta se da en vez de la bendición acostumbrada. La anuncia el diácono y
se da según sus propias fórmulas. 2 °
a
Cf. S. Congr. de Ritos, Instr. sobre la simplificación de los ritos e insignias pontificales, Pontificales ritus, 21
de junio de 1968, n. 36: A.A.S. 60 (1968), p. 411.
7 3
' En lo que respecta al rito y a las fórmulas de la bendición apostólica, cf. infra nn.
1122- 1126.
77
CAPITULO II
OTRAS MISAS CELEBRADAS POR EL OBISPO
21
Cf. Misal Romano, lnstrucción general, n. 77-152.
78
Obispo. En las Plegarias Eucarísticas l, II y III, el Obispo después
de las palabras: el Papa N. añade: conmigo indigno siervo tuyo.
En la Plegaria Eucarística IV, después de las palabras: el Papa
Pi., añade: de mí indigno siervo tuyo.
79
CAPITULO III
175. Como según la doctrina y la tradición de la Iglesia es propio del Obispo presidir la
Eucaristía en sus comunidades, es sumamente conveniente que cuando el Obispo está presente
en la Misa, él celebre la Eucaristía.
Pero si por justa causa está presente en la Misa sin celebrarla, es mejor, a no ser que otro
Obispo vaya a celebrar, que él presida la celebración celebrando por lo menos la Liturgia de
la Palabra y bendiciendo al final al pueblo. Esto vale sobre todo para aquellas celebraciones
22
22
Cf. S. Cong . de Ritos, Instr. sobre la simp lifica ción de los ritos e insignia s pontificales, Pontificales ritos, 21 de
junio de 1968, n. 24; A.A.S. 60 (1968), p. 410.
80
Luego por el camino más corto va a la cátedra con sus diáconos, los cuales se colocan a
cada lado cerca de ella, para estar dispuestos a asistir al Obispo.
Entonces un diácono y los ministros preparan el altar como de costumbre. Si los fieles
traen las ofrendas, las recibe el celebrante o el Obispo.
Después el celebrante, hecha profunda reverencia al Obispo, va al altar a iniciar la Liturgia
de la Eucaristía, según el Rito de la Misa.
81
celebrante. Dejada la mitra, se pone de pie para recibir la incensa ción. De lo contrario lo hace
después del Orad, hermanos, permanece de pie en la cátedra hasta la epíclesis en la Plegaria
Eucarística.
183. Después de la invitación del diácono: Daos fraternalmente la paz, el Obispo da la
paz a sus diáconos.
Si el Obispo comulga, en el altar toma el Cuerpo y la Sangre del Señor, después del
celebrante.
184. Mientras se distribuye la sagrada Comunión, el Obispo puede sentarse hasta el
principio de la oración después de la Comunión, la cual dice él mismo estando de pie en el
altar o en la sede.
Terminada la oración, el Obispo bendice al pueblo, como se dice en los nn. 1120-1121.
Uno de los diáconos asistentes despide al pueblo (cf. n. 170).
185. Por último, el Obispo y el celebrante, como de costumbre veneran el altar con el beso.
Hecha la debida reverencia todos se retiran en el mismo orden en que vinieron.
186. Si el Obispo no preside la Misa según el modo antes descrito, participe en ella
vestido con muceta y roquete, pero no en la cátedra, sino en el lugar más apto, que se le
haya preparado.
PARTE III
LITURGIA DE LAS HORAS
Y CELEBRACIONES DE LA PALABRA DE DIOS
85
NOCIONES GENERALES
2
Cf. ibidem, n. 254.
3
Cf. ibidem, nn. 1.5-19; 20-27; 30-32.
85
LITURGIA DE LAS HORAS
NOCIONES GENERALES
2
Cf. ib id e m, n. 254.
86
CAPITULO 1
el acólito que lleva la cruz en medio de dos acólitos que llevan candeleros
con cirios encendidos;
el clero de dos en dos;
los diáconos, si son varios, de dos en dos; los presbíteros
de dos en dos;
el Obispo avanza solo, llevando la mitra y el báculo pastoral, que tiene en
la mano izquierda;
un poco detrás del Obispo, dos diáconos que lo asisten y, si es
necesario, toman a cada lado los bordes del pluvial;
por último los ministros del libro, la mitra y el báculo.
87
Si la procesión pasa ante la capilla del Santísimo Sacramento, no se
detiene ni se hace genuflexión. 4
Después se llega al altar y lo besa, a una con los diáconos que lo asisten.
Luego va a la cátedra, donde de pie y signándose con el signo de la cruz,
canta el versículo: Dios mío, ven en mi auxilio. Todos responden: Señor, date
prisa en socorrerme. Y se canta: Gloria al Padre y, según las rúbricas, Aleluya.
Cf. supra n. 71
90
CAPITULO II
VISPERAS CELEBRADAS EN FORMA MAS SIMPLE
209. También cuando el Obispo preside las Vísperas fuera de las solemnidades más
grandes, o cuando es menor el concurso de pueblo y del clero, o en una iglesia parroquial, es
aconsejable que haya algunos presbíteros que conviene se revistan con sobrepelliz sobre la
sotana, o con alba y pluvial, o dos diáconos, o por lo menos uno, que se revista con alba y
dalmática. El Obispo por su parte se reviste como se dice en el n. 192, o por lo menos con
alba y sobre ella la estola y el pluvial.
Todo se hace como se dice en los nn. 191-208, con las debidas adaptaciones.
210. Pero cuando el Obispo asiste a una asamblea menor, en una parroquia o en
otra iglesia, puede presidir las Vísperas desde su sede, revestido con el hábito coral, y con
5
CAPITULO III
LAUDES MATUTINAS
212. Las laudes matutinas se pueden celebrar con el mismo rito de las Vísperas, excepto lo
siguiente.
92
CAPITULO IV
OFICIO DE LECTURA
El cantor entona los himnos, las antífonas y los salmos. Un lector hace las lecturas.
Después del Señor, Dios eterno, alegres te cantamos (Te Deum), si debiera
decirse, el Obispo canta o dice la oración conclusiva y, si hay
despedida, da la bendición.
216. C u a n ta s v e c e s s e c e le b r a la V ig il ia p r o lo n g a d a c o n
participación del pueblo, y en forma más solemne, el Obispo,
los presbíteros y los diáconos pueden revestirse como para las
Vísperas.
El Obispo durante la salmodia está sentado en la cátedra y tiene
93
puesta la mitra; pero para escuchar el Evangelio, deja la mitra, se pone de pie y
recibe el báculo, el cual también mantiene mientras se canta el Señor, Dios
eterno, alegres te cantamos (Te Deum). Lo demás se hace como se indica en el
n. 214.
94
CAPITULO V
218. Las Horas de Tercia, Sexta y Nona, sea en la iglesia catedral, o en otra,
las puede presidir el Obispo, revestido con hábito coral. 6
Inicia la Hora con el versículo Dios mío, yen en mi auxilio, y la concluye con la oración.
Para la salmodia todos se sientan o están de pie, según las costumbres de los
lugares. Después de la salmodia, estando todos sentados, el lector desde un lugar
apropiado, hace lectura breve, a la que sigue el versículo que inician los cantores.
Todos están de pie y responden.
95
CAPITULO VI COMPLETAS
Si Cf.
se supra
6
hacen.el63.
examen de conciencia, o se realiza en silencio o se incluye en el acto
penitencial.
Para la salmodia todos o se sientan o están de pie, según las costumbres de los lugares.
Después de la salmodia, estando todos sentados, el lector de pie desde un lugar apropiado, hace
la lectura breve, a la que sigue el responsorio: En tus manos, Señor. Luego se dice la
antífona del cántico evangélico: Ahora, Señor, según tu promesa. Al empezar éste, todos se
levantan y se signan con el signo de la cruz.
Cf. supra n. 63
)6
CAPITULO VII
NOCIONES GENERALES
Conc. Vat. ll, Const. dogmática sobre la Divina Revelación, Dei Verbum, n. 21 9
Cf. Misal Romano,
Ordenación de las Lecturas de la Misa, Nociones generales, n. 3.
97
y bendice al pueblo, como está indicado más abajo en los nn. 1 120 y
1121.
En seguida uno de los diáconos o de los ministros despide al
pueblo, diciendo : Podéis ir en paz, y todos responden: Demos gracias a
Dios.
PARTE IV
101
CELEBRACIONES DE LOS MISTERIOS DEL SEÑOR
DURANTE EL AÑO LITURGICO
NOCIONES GENERALES
227. "La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar con una
sagrada recordación, en días determinados durante el decurso del año, la obra
salvífica de su divino Esposo. Cada semana, en el día que llamó del Señor,
conmemora su Resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su
bienaventurada pasión, con la máxima solemnidad de la Pascua.
Renovando así los misterios de la Redención, abre a los fieles las riquezas del
poder santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que en todo
tiempo, en cierto modo, se hacen presentes para que los fieles puedan ponerse
en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación".'
El día domingo
228. "La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen
del día mismo de la Resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual el primer
día de cada semana, llamado el día del Señor, o domingo".
Puesto que el día del Señor es el núcleo y el fundamento del año litúrgico, por medio del
cual la Iglesia despliega todo el misterio de
102
10_
Año litúrgico
23 1. L a c el eb r a c i ó n d el a ño l it úr g i c o p o s e e u na p e c ul ia r efica cia
sac ramenta l, ya que Cristo mismo e s e l q ue en sus misterios, o en las
memorias de los Santos, especialmente de Madre, continúa la obra de su
inmensa misericorida, de tal modo que los cristianos no sólo conmemoran y
meditan los misterios la Redención, sino que están en contacto y comunión
con ellos por ellos tienen vida. 4
Cf. PablO Vl, Carta Apost., Motu prOpriO, Mysterii paschalis, 14 de febrerO
106
10
Cf. Liturgia de las Horas, Instrucción general, n. 71.
H
Cf. M i sa l Rom a no, d ía 25 de d icie mb re d e sp ué s de la Misa de [ a Vig illa .
107
12
Cf. Liturgia de las Horas, en la Epifanía de[ SeñOr, ll Víspenas, antífona para el cántico: Proclama mi alma.
110
El Obispo al llegar al altar, entrega la vela al diácono, deja la mitra y la capa pluvial, si la
había usado en la procesión, reviste la casulla, y venera e inciensa el altar. Luego se dirige
a la cátedra, donde omitidos los ritos iniciales de la Misa, y cantado el himno Gloria a Dios
en el cielo, dice la oración colecta, como de costumbre.
248. Si en alguna parte no se puede hacerla procesión, los fieles se reúnen en la iglesia,
con las velas en sus manos.
El Obispo, revestido con las sagradas vestiduras de color blanco, acompañado de los ministros
y, si los hay, con los concelebrantes revestidos para la Misa, y también con una delegación de
los fieles, se dirige a un sitio adecuado, o ante la puerta o en la iglesia misma, en donde por
lo menos gran parte de los fieles pueda participar en la acción litúrgica cómodamente.
Al llegar el Obispo al sitio escogido para la Bendición de las velas, se encienden éstas,
mientras se canta la antífona Nuestro Señor vendrá con gran poder.
14
M isal Roma no, día 2 de feb re ro, en la Pre se ntación de l Señor.
15
lbidem.
111
CAPITULO III
TIEMPO DE CUARESMA
Los catecúmenos, ciertamente, tanto por la elección y los escrutinios como por la
catequesis, son conducidos a los sacramentos de Iniciación cristiana.
Por su parte los fieles, dedicados con mayor asiduidad a escuchar la Palabra de
Dios y a la oración, mediante la penitencia se preparan para renovar las
promesas del bautismo. i6
250. El Obispo debe favorecer muy de corazón la instrucción de los
catecúmenos, de la cual trata el n. 406, presidir el rito de la elección o inscripción
del nombre en la liturgia cuaresmal, como se indica en los nn. 408-419, y, según
las circunstancias, presidir a la entrega del Credo y del Padrenuestro, de lo cual
tratan los nn. 420-424.
251. Por medio de la catequesis, incúlquese a los fieles, juntc con las
consecuencias sociales del pecado, aquella genuina naturaleza de la penitencia,
que lo detesta en cuanto es ofensa de Dios. No se olvide tampoco la participación
de la Iglesia en la acción penitencial y encarézcase la oración por los pecadores.
16
Cf. Vat. ll, Const. de Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 109; Norma universales sobre el año litúrgico y el
calendario, n. 27
112
1 8
Cf. infra nn. 622-632.
18
Cf. Misal ROmanO, Instrucción general, n. 308 f; S. Congr. de Ritos, [nstr. Musicam sacram, 5 d e m a r z o d e 1 9 6 7 , n .
66; A.A.S. 59 (1967), p. 319.
113
CAPITULO IV
MIERCOLES DE CENIZA
29
Cf. 2 Sam 13, 19; Est 4, 1; Jb 42, 6; 1 Mac 3, 47; 4, 39; Lamentaciones 2, 10.
114
Entre tanto se canta el salmo Misericordia, Dios mío, con una de las antífonas, como por
ejemplo: Señor, borra mi culpa, o el responsorio: Comamos aquello que por
ignorancia, u otro canto apto.
11F
CAPITULO V
ASAMBLEAS CUARESMALES
260. Todos los aspectos de las observancias cuaresmales ha de orientarse también a que
la vida de la Iglesia local se presente y se fomente con mayor claridad.
2' C f. M i sa l R om a n o, R úb ri ca a l in ic io d e l t ie m p o d e C ua r e s m a
116
El Obispo puede también, silo cree más conveniente, dejar la capa pluvial y
revestir la casulla, cuando haya llegado al altar, y antes de venerarlo.
117
CAPITULO VI
DOMINGO DE RAMOS EN LA PASION DEL SEÑOR
Los cristianos llevan ramos en sus manos como signo de que Cristo muriendo en la
cruz, triunfó como Rey. Habiendo enseñado el Apóstol: "Si sufrimos con él, también
con él seremos glorificados",22 el nexo entre ambos aspectos del misterio pascual, ha
de resplandecer en la celebración y en la catequesis de este día.
264. A la hora señalada los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún
otro lugar adecuado, fuera de la iglesia hacia la cual se va a dirigir la procesión.
Los fieles llevan los ramos en sus manos. 23
El Obispo, con mitra y báculo, junto con los ministros, y, si es el caso, los
concelebrantes revestidos para la Misa se acerca al lugar de la bendición de los
ramos, mientras se canta la antífona Hosanna, u otro canto apto.
Rom 8, 17.
23
Cf. Misal Romano, Domingo de Ramos, en la Pasión del Señor, n. 2.
118
de pie y de cara a[ pueblo, dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo.
270. Para
iniciar la procesión el Obispo o el diácono puede
hacer la monición: Queridos hermanos: como la muchedumbre, tal como se
encuentra en el Misal Romano, o con otras palabras
semejantes. Y comienza la procesión hacia la iglesia donde se
celebrará la Misa.
115
'" Cf. Misal Romano, loc. cit. n. 10.
120
El Obispo y los ministros y una representación de los fieles se dirigen al lugar de la
iglesia en donde por lo menos la mayor parte de los fieles pueda ver cómodamente
la celebración.
Mientras el Obispo se dirige al lugar escogido, se canta la antífona Hosanna, u otro canto apto.
HISTORIA DE LA PASION
273. Para iniciar el canto para el Evangelio, todos, excepto el Obispo, se ponen de pie.
Una vez que se ha leído la muerte del Señor, todos se arrodillan y se hace una pausa. Al
final se dice: Palabra del Señor. El beso del libro se omite.
Terminada la historia de la Pasión, el Obispo hace una breve homilía. Terminada ésta,
si cree oportuno, se pueden guardar algunos momentos de silencio.
121
CAPITULO VII
MISA CRISMAL
Cf. Misal RomanO, Instrucción general, n. 157; Ibidem, lntroducción a la Mis crismall.
Z7
Cf. Conc. Vat. ll. Decr. sobre la vida y el ministerio de los Presbíteros, Presbyterorum Ordinis, n. 2.
Pero si es difícil reunir este día al clero y al pueblo con el Obispo, esta bendición se
puede anticipar a otro día, pero cercano a la Pascua, y siempre se emplea la Misa
Propia.29
Sin embargo, por razones pastorales, está permitido hacer todo el rito de bendición después
de la Liturgia de la Palabra. 30
29
Pontifical Romano, Rito para bendeción del óleo de los catecúmenos y de los
123
una mesa para colocar las ánforas de los óleos, dispuesta de tal manera que
los fieles puedan cómodamente ver y participar en toda la acción sagrada;
la sede para el Obispo, si la bendición se hace delante del altar.31
Terminada la homilía, el Obispo interroga a los presbíteros, que están de pie, para
recibir de ellos la renovación de las promesas sacerdotales. 33
31
Cf. ibidem, n. 13.
32
Cf. ibidem, n. 15.
33
Cf. Misal Romano, Jueves Santo, lntroducción a la Misa crismal.
124
283. Durante la procesión a través de la iglesia, el coro canta el himno O Redemptor, al cual
todos responden, u otro canto apropiado, en vez del canto de presentación de ofrendas.
284. El Obispo recibe las ofrendas en la cátedra, o en el lugar más
adecuado.
El diácono que lleva el ánfora para el sagrado crisma, la presenta al Obispo y dice en voz alta:
Oleo para el santo crisma.
De la misma manera proceden quienes llevan las ánforas con el óleo de los
enfermos y de los catecúmenos.
34 Cf. Pontifical RomanO, Rito para bendecir el óleo de los catecúmenos y de [Os enfenmos y pana elaborar el
crisma. n. 16.
35
Cf. ibidem, nn. 17-18
125
' C f . ib i de m, n . 2 0
6
3
' Cf. Pontifical Romano, Rito para bendecir el óleo de los catecúmenos y de los enfermos y para elaborar el
crisma. nn. 21-22
126
Luego pone incienso y lo bendice, y después que el diácono dice: Podéis iren
paz, se ordena la procesión hacia el "secretarium".
36
Cf. ibídem, nn. 23-25.
127
128
CAPITULO VIII
4°
univensales acerca del año litúrgico y del calendario, n. 18.
41
Cf. Conc. Vat. [l. Const. de Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 110.
129
CAPITULO IX
NOCIONES GENERALES
Conc. Trid. Sess, XXll, 17 sept. 1562, DOctr. De ss. Missaesacrif., c. 1: Concilium Tridentinum, DiariOrum, Actorum,
EpistOlarum, traclatuum nova collectio, ed. Soc. Goerresianae, t. Vlll, Aclorum pars V, Friburgi Brisgovlae,
1919, p. 960.
30
copón con hostias para ser consagradas para la Comunión del día
siguiente;
el velo humeral;
un segundo incensario con naveta;
velones y velas.
3
Cf. Misa[ Romano, Inslrucción general. nn. 157. 158 a.
131
132
48
Cf. ib id e m, n. 11. 4 9
ibidem, n . 1 3 . 5° Cf.
ibidem, n. 15.
13:
dos últimas estrofas, u otro canto eucarístico, según las
costumbr. de los lugares. 51
51
Cf. ibidem, n. 16.
5°
Cf. ibidem, n. 19. ss Ibidem, n. 21.
134
CAPITULO X
NOCIONES GENERALES
Este día, en que "ha sido inmolado Cristo, nuestra
312.
Pascua", lo que por largo tiempo había sido prometido en
55
55 1 Co 5,7.
57
Cf. S. León Magno, Sermón 58 De Passione Domini, 1: PL 54, 332.
5
B Conc. Vat. Il, Const. de Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 5.
59
Cf. Misal Romano, Viernes SantO en la Pasión del Señor, Celebración de la Pasión del Señor, n. 3.
135
a) En el "secretarium":
para el Obispo y los diáconos vestiduras de color rojo, como para la
Misa; el Obispo usa mitra sencilla, pero no usa ni anillo ni báculo;
dos candeleros.
c) En el presbiterio:
el Misal;
los leccionarios;
el mantel;
el corporal;
RITOS lNTRODUCTORIOS
316. El Obispo y los diáconos, con vestiduras de color rojo, como para la
Misa, avanzan en silencio hasta el altar.
136
El Obispo, deja la mitra y hecha reverencia, se postra, o si lo
juzga conveniente, se arrodilla en un reclinatorio desnudo y
ora en silencio por unos momentos.
13"
Los fieles pueden permanecer de rodillas o de pie durante todo tiempo de las
oraciones. 6 5
65
138
continuar esta invitación). Todos responden: Venid, adoremos, y terminado
el canto, se arrodillan, y durante breve tiempo adoran en silencio la
Cruz, que el Obispo, de pie, sostiene elevada.
Los acólitos, por su parte, llevan los candeleros con los cirios encendidos,
y se hace la procesión a través de la iglesia hacia el presbiterio.
Luego el diácono deja la Cruz a la entrada del presbiterio, o en otro sitio, como
se dijo antes. 67
131
SAGRADA COMUNION
140
Sobre el altar se extiende un mantel y se coloca un corporal y el Misal. 70
325. Después el diácono, tomado el velo humeral, por el camino más
corto, lleva el Santísimo Sacramento del lugar de la reserva al altar.
Dos acólitos con candeleros con cirios encendidos, acompañan
el Sacramento y los dejan cerca o sobre el altar. Entre tanto el
Obispo y todos los demás se levantan y permanecen en silencio. 7 1
7
° Cf. ibidem, nn. 22-25. T' Cf. ibidem, n. 26.
141
Rrro DE CONCLUSION
74
Cf. ibidem, n. 27
75
Cf. ibidem, n. 28 Cf.76
ibidem, n. 28.
CAPITULO XI
VIGILIA PASCUAL
NOCIONES GENERALES
En ella la Iglesia velando espera la Resurrección del Señor y la celebra con los
sacramentos de Iniciación cristiana.
8
D Cf. ibidem, n. 5.
143
cirio pascual;
338. E l O b i s p o , c o n m i t r a y b á c u l o , a c o m p a ñ a d o d e l o s
81
Cf. ibidem, n. 17. w Cf. ibidem, n. 6.
144
340. Luego el Obispo bendice el fuego diciendo, con las manos extendidas,
la oración Dios, que por tu Hijo.
341. Si por causa de la índole del pueblo, se juzga oportuno resaltar con
algunos símbolos la dignidad y el significado del cirio pascual, después de
bendecido el fuego, un acólito lleva el cirio pascual ante el Obispo, el cual,
de pie y con mitra, graba con el punzón la cruz sobre el cirio pascual.
' ibidem,
3
n. 8.
Cf. ibidem, n. 9.
145
PROCESION
342. Después de encendido el cirio pascual, el Obispo pone
incienso en el incensario. El diácono recibe del acólito el cirlo pascual.
343. Y s e o r d e n a l a p r o c e s i ó n , q u e e n t r a e n l a i g l e s i a
146
Cuando el diácono llega ante el altar, de pie y vuelto hacia el pueblo, canta
por tercera vez: Luz de Cristo, y todos responden: Demos gracias a Dios, y en
seguida coloca el cirio pascual sobre el candelero preparado en medio del
presbiterio, o cerca al ambón.
PREGON PASCUAL
147
345. Al
retirarse el diácono, el Obispo deja la mitra y se levanta
para escuchar el pregón, teniendo en su mano la vela encendida.
Del mismo modo, todos están de pie y con las velas encendidas en
sus manos.
LITURGIA DE LA PALABRA
148
94
Cf. ibidem, n. 33.
149
352. Terminada la Epístola, si se cree conveniente, y según la
costumbre del lugar, uno de los diáconos o el lector se acerca al Obispo y le dice:
Reverendísimo Padre, os anuncio un gran gozo: el Aleluya.
LITURGIA BAUTISMAL
357. Primero se llama a los catecúmenos, quienes son presentados por sus
padrinos o, si son niños, son llevados por sus padres y padrinos. 1oo
En seguida dos cantores cantan las letanías, a las que todos responden,
estando de pie, en razón del tiempo pascual. 10 2
99
Cf. Misal Romano, Vigilia pascual, n. 37. ° Cf. ibidem, n. 37.
10
10
' Cf. ibidem, nn. 39, 41 y 38.
151
mientras dice: Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo
descienda, puede, si lo juzga conveniente, introducir en el agua el cirio
pascual, una o tres veces, como se dice en el Misal. 103
361. Terminada la bendición del agua y, dicha la aclamación por el pueblo, el Obispo se
sienta y recibe la mitra y el báculo.
152
Ritual de Iniciación cristiana de adultos, io9 y en el Ritual del Bautismo de
niños. 10
365. Luego el Obispo se sienta de nuevo.
Después del bautismo, los niños son ungidos con el crisma por los presbíteros o
diáconos, sobre todo cuando los bautizados son muy numerosos, mientras el
Obispo dice para todos los bautizados a la vez: Dios todopoderoso.
Para los niños la entrega del cirio y el rito del Effetha se omiten, según se
indica en el Ritual de Bautismo de niños. 13
3 6 6 . T er mi na d o l a a b l uc ió n b a ut is ma l y lo s d e má s r i t o s explicativos,
a no ser que todo se hubiera desarrollado en el altar, se regresa al
presbiterio, en procesión como antes, los neófitos, o los padrinos o los
padres llevan los cirios encendidos.
109
Cf. Ri tual Romano, Ritual de lnica ción cristiana de ad ultos, nn. 220-222.
10
Cf. Ritual Romano, Ritual de
Ba utismo de niños, nn. 60- 61.
11 Cf. Ritual Romano, Ritual de lnicación cristiana de adultos, n. 225; Ritual de Bautismo de niños, n. 63.
1
"2
Cf. Ritual Romano, Ritual de lnicación cristiana de adultos, n. 226; Ritual de Bautismo de niños, n. 46.
13
Cf. Ri tual Romano, Ritual de Bautism o de niños, n. 28, 3.
153
Entre tanto los neófitos son conducidos a su puesto entre los fieles.
Si la bendición del agua bautismal se hizo fuera del bautisterio, el diácono y los
ministros llevan con reverencia el recipiente de agua a la fuente bautismal.
14
Cf. Ri tual Romano, Ritual de Iniclación cristia na de adultos, nn. 227- 231.
15
Cf. M i sa l Rom a no, V ig ilia pa scua l, n. 46.
16
Cf. ibidem, n. 47.
1
" Cf. ibidem, nn. 48-49
158
CAPITULO XIV
'33 Ibidem, n. 46 34
lbidem, n. 47
159
CAPITULO XV
NOCIONES GENERALES
'35
Cf. Mlsal Romano, Instrucción general. Proemio n. 3.
160
circunstancias, juzgar acerca de la oportunidad, del lugar y organización
de esta procesión, para que se realice con dignidad y s in m e n o s c a b o d e
la r ev e r en c i a d eb i d a a es t e S a n t í si mo Sacramento.
PROCESION EUCARISTICA
a) En el presbiterio:
sobre la patena la hostia que será consagrada para la procesión; la
custodia;
el velo humeral;
otro incensario con naveta.
(palio).
136
C f . R i t u a l R o m a n o . R i t u a l d e l a S a g ra d a C o m u n i ó n y d e l c u l t o a la E u c a ri s t í a f u e ra de Misa, nn. 101-102; Cf. S. Congr.
de Ritos, lnstr., Eucharisticum Mysterium, 25 d e m a y o d e 1 9 6 7 , n . 5 9 : A . A . S . 5 9 ( 1 9 6 7 ) , p . 5 7 0 .
' 37
C f . R i t u a l R o m a n o , R i t u a l d e l a S a g r a d a C o m u n i ó n y d e l c u l t o a l a E u c a r i s t l a f u e ra d e M i s a , n . 1 0 3 .
161
162
13 9
Cf. ibidem, n. 104. + Cf. Ibidem, n. 107.
1 0
163
Luego el Obispo se levanta y dice: Oremos. Hace una breve pausa de silencio. El
ministro, si fuere necesario, sostiene el libro ante el Obispo, mientras éste prosigue
diciendo: Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable, u otra oración del
Ritual Romano.
165
CAPITULO XVI
Cf. Ibidem, n. 2.
143
Cf. S. Congr. de Ritos, lnstr., Musicam sacrem, 5 de marzo de 1967, n. 66: A.A.S. 59 (1967). p.
319.
fieles difuntos el Obispo, en los lugares donde los fieles, según la costum br
local se reúnen este día, en la iglesia o en el mismo cemen terio, celebre l
Misa con el pueblo y participe con su Iglesia en los sufragios tradicionales po
los difuntos.
169
CAPITULO I
INICIACION CRISTIANA
NOCIONES GENERALES
Cf. Conc. Vat. ll, Decr, sobre el oficlo pastoral de los Obispos en la Iglesia, Christus Dominus, n. 15.
Cf. Conc. Vat. ll, Const. dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 26. Ad. Smyrnaeos. 8, 2: ed. Funk. I, p.
283.
Cf. Ritual Romano, Ritual del Bautismo de niños, iniciación cristiana, Nociones preliminares n. 12.
170
z
Por último, el Obispo, según su solicitud pastoral, conceda a los catequistas, que
sean realmente dignos y estén convenientemente preparados, facultad de celebrar
los exorcismos menores. 5
Los demás ritos que el Obispo desee presidir, los celebrará tal como se indica en el Ritual
Romano.
408. Con la celebración de la elección o inscripción del nombre, que se hace al principio
de la Cuaresma, la Iglesia, oído el
5
Ri tua l Ro m a no, Ritua l d e lnicia ción cristia na de a dultos, n. 44
6
C f . i b id e m , n n . 1 3 3 - 1 5 1 .
171
apropiadas.
La Misa para la elección o inscripción del nombre se puede
celebrar siempre, excepto los días que están bajo los números
nn. 1-4 de la tabla de los días litúrgicos.
Cf. ibidem, nn. 22-23, 133.
B
C f . ib id e m , n . 1 3 8 .
9
C f . i bí d e m . n . 1 3 9 .
10
Cf. Misal Romano, Ordenación de las Lecturas de la Misa, nn. 22-24 y 744.
172
Se emplea el color morado"
411. La preparación del Obispo, de los concelebrantes, si los
hay, y de los otros ministros, su entrada a la iglesia, los ritos
iniciales y la liturgia de la palabra hasta el Evangelio inclusive, se
hacen como de costumbre.
412. La homilía, adaptada a las circunstancias, tendrá en
cuenta, además de los catecúmenos, a la asamblea de todos los
fieles.
En la homilía el Obispo expone a todos el misterio divino que hace
parte de la vocación de la Iglesia y de su celebración litúrgica.
Exhorte a los fieles para que den ejemplo a los elegidos y para que
junto con ellos se preparen para las solemnidades pascuales. 12
414. Hecha la presentación, el Obispo ordena que sean llamados los elegidos.
13
Cf. ibidem, n. 143.
173
Finalmente invita a los catecúmenos a que den sus nombres.
416. Entonces se hace la inscripción de los nombres de los
candidatos, mientras se entona un canto apropiado, por ejemplo el
Salmo 15. 14
15
Cf. ibidem, n. 147.
174
Al Obispo lo asistirá un diácono que lleva las vestiduras de su orden.
16
Cf. ibidem, nn. 141 y 150; Cf. Misal Romano, Ordenación de las Lecturas de la Misa, nn. 22-24.
17
Cf. Misal Romano, Ordenación de las Lecturas de la Misa, nn. 748-749. Cf. Misal Romano, Ritual de Iniciación cristiana de
18
175
424. Cumplidos estos ritos, el Obispo, de pie y sin mitra, invita a los
fieles a orar, después de una breve oración en silencio, con las manos
extendidas sobre los elegidos, reza la oración propia para éstos.
Terminada la oración, el Obispo despide a los elegidos y con los fieles procede a celebrar la Eucaristia.
Pero si los elegidos debieran permanecer con ios fieles, téngase
Cf. ibidem, n. 191.
2D
Cf. ibidem, nn. 186-192.
178
2A
Ritual Romano, Ritual de Iniciación cristiana de adultos, nn. 37-40, 235-239.
eucarística, en la cual ellos puedan comulgar bajo las dos especies.' Ritual
simplificado de Iniciación
El presbítero recibe a los niños y realiza los ritos que preceden a la liturgia de la palabra. Más
adelante dice la oración de exorcismo y
179
decir la Misa para la celebración del Bautismo, con sus lecturas propias.
Pero si no se celebra la Misa ritual, se puede tomar una de las lecturas
que se proponen en el Leccionario para esta Misa. 27
Cuando ocurren los días que se encuentran bajo los números 1-4 de la
tabla de los días litúrgicos, se celebra ia Misa del dia, con sus lecturas.
28
180
436. Entonces el párroco, u otro presbítero, con los ministros se acerca a
la puerta de la iglesia, donde se desarrolla el rito de recibir a los niños, de acuerdo con lo
descrito en el Ritual del Bautismo de niños.
En la procesión al bautisterio los bautizandos, los padres y padrinos siguen al Obispo.
437. Cuando ya todos se han colocado en los sitios que se les asignaron en la
iglesia, el Obispo deja la mitra, se levanta y omitiendo el acto penitencial y el Señor, ten
piedad, dice: Gloria a Dios en el cielo, según las rúbricas y proclama la oración colecta.
438. En seguida se celebra la liturgia de la palabra, con homilía del Obispo.
El Credo se omite, ya que después se tendrá la profesión de fe de parte de los
padres y padrinos, a la cual el Obispo se adhiere juntamente con la comunidad.
439. Al final de la oración universal, que introduce el Obispo, el
presbítero recita la oración de exorcismo y hace la unción prebautismal,
mientras el Obispo está de pie en la cátedra.
440. Terminado lo anterior, el Obispo recibe la mitra y el báculo, y se hace la
procesión al bautisterio, si está fuera de la iglesia o fuera de la vista de los fieles.
Pero si el recipiente de agua bautismal se coloca de tal manera que pueda ser visto
por toda la asamblea, el Obispo, los padres y padrinos con los niños se acercan a
donde está el agua, mientras los demás permanecen en sus sitios. Si el
bautisterio no tiene capacidad para todos los presentes, el Bautismo puede
celebrarse en el lugar más apto de la iglesia; los padres y padrinos se acercan a
este lugar al momento oportuno.
Entre tanto si se puede hacer con dignidad, se canta un canto apto, por ejemplo el salmo 22.
181
Cf. Ritual Romano, Ritual del Bautismo de niños, nn. 53-55, 223-224.
29
182
446. Después, omitido el Credo, la Misa prosigue como de
costumbre.
El Obispo, vuelto hacia ellos, de pie y con mitra, dice: El Señor esté con
vosotros.35
El Obispo tamb ién puede dar la bend ición con las fór mulas
propuestas en los nn. 1120-1121.
34
Cf. ibidem, n. 29, 5; n. 70, y también nn. 247-249.
35
Cf. ibidem, n. 70.
183
448. En seguida el diácono despide al pueblo, diciendo: Podéis ír en paz y
todos responden: Demos gracias a Dios.
184
I I I . CoNFIRMACION
36
Pontifical Romano, Ritual de Confirmación, n. 7. Cf. ibidem, n. 8 a-b.
185
d) Pontifical Romano;
e) lo necesario para lavarse las manos después de la unción de los confirmados;
38
Cf. ibidem, n. 19.
458. Es del todo preferible que el Obispo celebre la Misa.
Por tanto, todos llevan las vestiduras litúrgicas necesarias para la Misa.
Pero si la Misa la celebra otro, conviene que el Obispo presida la liturgia de la palabra y que al
final de la Misa dé la bendición, como se dijo en los nn. 175-185.
En este caso el Obispo reviste el alba, la cruz pectoral, la estola y la capa pluvial de color
correspondiente a la Misa; además, usa la mitra y el báculo.
186
Los presbíteros que ayudarán al Obispo en la celebración de la
Confirmación, a no ser que concelebren, revestirán la sobrepelliz sobre
la sotana, o el alba, la estola y, si se juzga oportuno, la capa pluvial.
40
C f. M i s a l R om a n o, O rd e na c ió n d e la s L e ct ur a s d e la M is a , n n. 7 64 - 7 68 . 41
Cf. Apé ndice lI de este lib ro.
187
Si es posible, se llama a los confirmandos por su nombre, y cada uno se acerca al
presbiterio.
Si son niños, son llevados por uno de los padrinos o uno de sus padres y permanecen de
pie delante del Obispo.
Si los confirmandos son numerosos, no se les llama
nominalmente: se colocan en un lugar conveniente ante el
Obispo. 42
Pontifical.
67
Cf. Pontifical R omano, R itual de la C onfirmación, n. 21
43 Ibidem, n. 22.
44
Cf. ibidem. n. 23. as Cf. ibidem, n. 24. 46
Cf.
ibidem, n. 25.
188
465. Después del Obispo se sienta y recibe la mitra.
Una vez que el confirmado respondió Amén, añade: La paz esté contigo, a lo cual el
confirmado responde: Y con tu espíritu.
47
Cf. ibidem, n. 26; 28.
189
Los confirmados, sus padrinos, sus padres, los catequistas y los familiares pueden recibir la Comunión
bajo las dos especies. 49
471. Para dar la bendición al final de la Misa, el Obispo usará la bendición solemne o la
oración sobre el pueblo, como se indica en el Pontifical Romano. 5o
JE
I Los recién confirmados están de pie ante el Obispo. Este, a su vez, de pie con mitra,
dice: El Señor esté con vosotros.
Entonces uno de los diáconos puede decir la monición para la bendición y el Obispo, con
• las manos extendidas sobre el pueblo, dice las invocaciones de la bendición.
El Obispo también puede dar la bendición con las fórmulas ;propuestas en los nn.
1120-1121.
472. Luego el diácono despide al pueblo, diciendo: Podéis iren paz. Todos
responden: Demos gracias a Dios.
190
191
CAPITULO II
NOCIONES GENERALES
Los Obispos por estar revestidos de la plenitud del sacramento del Orden, son los
administradores de la gracia del supremo sacerdocio, y, como vicarios y legados de
Cristo, gobiernan con su presbiterio, las Iglesias particulares que les han sido
encomendadas. 53
51
Conc. Vat.11, Const. dogmática sobre la lglesia, Lumen gentium, n. 18.
52 Ibídem, n. 28.
53
Cf. ibidem, nn. 26,27; Decr. sobre el oficio pastoral de los Obispos en la Iglesia, Christus Dominus, n. 1.
192
eterno Sac erdo te, para p redicar el Evang el io y apacentar a los fieles y para celebrar el culto divino". 54
Los profesos en los Institutos religiosos clericales que aspiren al Presbiterado, no están obligados a este
rito.
El rito de admisión se celebra cuando consta que el
480.
propósito de los aspirantes, corroborado con las dotes necesarias, ha
llegado ya a una suficiente madurez.
El rito de admisión lo celebra el Obispo o el Superior mayor de los
Institutos clericales religiosos, según la naturaleza de los aspirantes. 57
5° Conc. Vat. ll, Const. dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 28. 55
Ibidem, n. 29.
ss Cf. Pablo VI, Carta Apost. Ad Pascendum, 15 de agosto de 1972: A.A.S. 64 (1972), p. 538.
57
Cf . P o nt i f i c a l Ro m a no , Ad m is ió n d e un a sp i ra nt e c om o ca nd id a t o a l D ia co na d o y al Presbiterado, nn. 1-2
193
rito de admisión.
Se usa el color blanco.
Cuando ocurren los días que se encuentran bajo los nn. 1-9 de la tabla de los días litúrgicos, 6O
se celebra
la Misa del día.
Cuando no se celebra la Misa por las vocaciones a ias Ordenes sagradas,
puede tomarse una lectura de las que se proponen en el Leccionario para el
rito de admisión, a no ser que ocurra uno de los
Cf. ibidem, n. 3.
59
cf. M i sa l Ro m a no, Ord e na ción de la s L e ctura s de la Misa , nn. 775- 779. 6°
Cf. Apéndice II de este libro.
194
días que están bajo los nn. 1-4 de la tabla de los días litúrgicos. 61
El Obispo concluye diciendo: La Iglesia recibe con gozo esta decisión tuya. Y
todos responden: Amén. 64
195
En seguida el Obispo invita a los fieles a orar, diciendo: Pidamos, queridos hermanos, a Dios
Nuestro Señor.
489. Si
la admisión se celebra dentro de la Misa, ésta continúa
como de costumbre.
Cf. ibidem, n. 1L
67
Pablo Vl, carta Apost. AdPascendum, Il, 15 de agosto de 1972: A.A.S. 64 (1972) p . 5 3 9