39 Robinson Mexicano
39 Robinson Mexicano
39 Robinson Mexicano
k@ LECTURAS
DE
E C O N O M ~ A POLITICA
PARA LAS
POR
9 Pro-fesor adjunto,
CAPITULO PRIMERO
I
! Qued6 Juan encantado ...
ROBINSON MEXICANO I I
descansar un momcnto.
I
Entretanto proseguía la navegación sin el menor 9
incidente. Más de quince días
*
t
con un hermoso tiempo, cuando al conlenzar la ter-
cera semana, se inició un brusco cambio en el
Océano: 'las aguas, que hasta entonces habían ofre-
cido la tersura de un espejo, comenzaron á alterarse
profundamente, para elevar al cabo las olas tan alto
como montañas; se levantó un viento furioso, y la
embarcación, juguete de los elementos, concluyó
por marchar sin rumbo fijo, en medio de aquella
espantosa tormenta.
Así transcurrieron un día y otro y otro más, é
inútil es decir la aflicción de Juaiiito, que ya consi-
k
deiaba que había llegado su hora postrera.
L a noche del tercer día, la tempestad parecia
hallarse en su mayor fuerza; el barco giraba sobre
sí mismo á impulsos de las ráfagas, ó se precipi-
taba desde una tremenda altura con violencia verti- -
ginosa. Por último, ya casi al llegar la madrugada,
se produjo un terrible choque. La embarcación
había tropezado con un escollo, indicio de que se
encontraba en las cercanías de la tierra, y la violen-
cia del golpe fué tal, que abrió el casco del buque
como si se tratara de una cáscara de nuez.
La tierra estaba, en efecto, muy cercana; se divi-
saba la ~ J a y a abierta
, en forma semicircular, sem-
brada de arrecifes. Pero una imponente cadena de
olas separaba á los náufragos de aquella tierra. El
buque, encallado en las rocas, se encontraba en la
imposibilidad de avanzar una pulgada.
Por último, una ola más furiosa que las otras, se
desplomó sobre el navío, que, envuelto en aquel
remolino, desapareció inmediatameiite.
Juanito sólo tuvo tiempo para afianzarse de un
S U M A R-Necesidades
IO ; necesidades corporales y del espíritu.
-Ventajas de la vida social: la cooperación. - Objeto d e la
vida en sociedad : bienestar de cada uno y de todos los hom-
bres asociados. - Utilidad : por que se llaman objetos útiles
- Riqueza y pobreza. Lo que constituye una y otra. - Ri-
quezas naturales y riquezas económicas. Dones gratuitos. -
Producción ; su objeto.
..ensoiitró u n p e q u e n o lago ..
\
seguía martirizando, resolvió bajar á la playa, para
ver si encontraba en ella algunos mariscos que pu-
dieran servirle de alimento. Fácil le fué desprender
,
t
CARLOS D ~ A Z DUFOO
I
I '
reinaba obscuridad completa.
Poco á poco, sus ojos se acostumbraron á las tinie-
blas y le fué posible estudiar detalladamente las con-
P
diciones de su nueva habitación. Era una especie de
gruta como de seis á ocho metros de profundidad, y
aunque la boca era estrecha, iba ensanchándose en
el interior hasta alcanzar unos tres metros. Resuelto
estaba Juan á escogerla por domicilio, á falta de
otro mejor; pero volvió a asaltarle la idea de que
pudiera servir de aibergue nocturno á algún animal
carnicero, que ausente en el día, tornara á la gruta
tan pronto como la luz desapareciera del horizonte.
- i Ah! pensaba el infeliz. i Si al menos tuviera
una escopeta, un n~acliete,un hacha, algo con que
defenderme !
Pero es verdad que con estos objetos, Juan hu-
biese deseado tener á s u disposición otros no menos
indispensables : martillo, clavos, cuchiilos, platos.. .
. Y así iba pasando de unos á otros, hasta completar
todos los que posee un hombre civilizado. Entonces
comprendió Juan que todos esos objetos 4tiles-úti-
les porque sirven para satisfacer necesidades- cons.
tituyen la riquezn de un individuo, como la de una
sociedad. Así, un individuo ( ó una sociedad) será
tanto más rico cuanto mayor número posea de esos
I
1
objetos, y tanto más poóre, conforme menos tenga
-
CARLOS D ~ A Z DUFOO
$
a
24 CARLOS D ~ A Z DUFOO ,-
[
minó á los ~ B o s q u e s ~dispuesto
, á hacer un inven-
tario de esasfuerzas y de esos elementos para tratar
de servirse de éstos y de aquéllas en su propio pro-
vecho. *. *
Eligió Juan el mismo camino que la víspera, y
muy pronto se encontró en medio de la montada,
rodeado por una red impenetrable de árboles y plan-
tas. Fijándose atentamente en aquéllos, acabó por \
descubrir algunos que le eran bien conocidos, y cuya
vista le proporcionó una inmensa alegría. El primer
árbol que atrajo sus miradas, fué un enorme plátano
con anchas hojas de un verde tierno que apenas
IL
I
l
II
j
ocultaban grandes racimos de la sabrosa fruta. Tomó
/I
l
el niño algunas piedras y haciendo puntería, acabó
por derribar uno de aquellos racimos. Nunca le ha- i
bía parecido tan agradable y substanciosa aquella
fruta. Así, la naturaleza le proporcionaba un nuevo
alimento que agregar al que hasta entonces había
1
tenido á su disposición. l !
- - - - -- -
concluyó por encontrar el arroyo que la tarde ante-
rior había calniado su sed. Siguió nuestro jovencito
el curso de aquella corriente, hasta dar con su ori-
gen, que no era otro sino el de un manantial que
entre unas pefias brotaba, formando una especie de
remanso de agua limpia y transparente que dejaba
ver el fondo, sembrado de piedras blancas. A juzgar
, por la lozanía de la vegetación en ésta y en otras
partes de la isla, debían en ella abundar los manan-
tiales y riachuelos como el que á su vista corría; lo
que no dejaba de agradar á Juan, que demasiado
sabía que el agua es el ~rZ1ízcreZcmento de la agri-
caltuya, es decir, de la prodzlcció~tde Za tierra.
Al rededor del remanso que formaba el manantial
antes de encauzarse, se extendía una amplia pradera
tapizada de un crecido pasto. Podía en él encontrar
alimento un gran reíia72.0. ;Pero existían animales en
la isla? Juan no había visto hasta aquel momento
ninguno, pero era indudable que sí los habría, cuando
aquella tierra les proporcionaba en abundancia todos
los elementos necesarios á su mantenimiento.
En aquel instante, y como en respuesta á la pre-
gunta que acababa de hacerse, una tupida bandada
de gallinas silvestres cruzó por encima de su cabeza.
Juan pensó que podría tal vez, lanzando alguna pie-
dra, hacer caer una de aquellas aves; pero lo detuvo
, la idea de que carecimdo de fuego para condimen-
tarla, sería un sacrificio completamente inútil. Pero
- - en donde hay aves hay huevos, y estos sí que se
1
J.
28 CABLOS O ~ A ZDUFOO
l .
-
J
R O B I N S ~ N MEXICANO 33
1 de calor abrasador y suelo arenoso, en que no hu-
! biese arraigado la vegetación más raquítica 1 Nuestro
Robinsón pensó entonces que, en medio de sus des-
dichas, aun debía considerarse como muy feliz al
hallarse en un país que reunía todas las condiciones
> propias para la vida.
S
se ericargase de transportarla. De esta suerte, com-
prendió la utilidad de los animales domésticos consa-
grados desde muy antiguos tiempos, al acarreo. Así
se ha ahorrado la humanidad un esfuerzo en la tarea
40 CARLOS D ~ A Z DUFOO
v> A
plazaron á sus zapatos, que ya se hallaban en estado
deplorable. Y todavía la aprovechó para varias cosas
más, entre otras, para un morral y una vaqueta para
su lecho.
De esta suerte, rZ trabajo de Juan utilizando las
materias priwtas (vefetale>, mineraZes y anima Les)
que ponía á su disposición la tierra, iba, poco á
poco, proporcionando al náufrago todos los objetos
de que, en el primer día de su estancia en la isla,
carecía. E l trabajo, en efecto, dirige y modifica á la
nntr~rnleza,con el fin de obtener de ella la mayot.
cnntidnd de objetos útiles para satisfacer necesidades.
Juan había tenido razón en días pasados para pen-
sar que la riqueza ó pobreza de un individuo ó de
una sociedad dependen del mayor ó menor número
de semejantes objetos; pero ahora comprendía que
ese número depende drk trabajo de este hombre ó de
esta sociedad. Así, un país será tanto más ó menos
rico, cuanto más ó menos trabajadores sean los in-
dividuos que le componen.
Si Robinsón no hubiese trnbajado nada desde que
llegó á la isla, tampoco tendría en aquel momento
nada que le sirviera para procurarse satisfacciones.
Tal vez habría perecido ó, cuando menos, arrastra-
ría la vida de un animal, que se contenta con el sus-
tento que espontáneametite le proporciona la tierra.
Trabajo había sido para Juan recoger los frutos que
producían los árboles; trabajo hacinar hojas y musgo
que le sirvieron de lecho; trabajo formar un huerto;
trabajo construir una empalizada; trabajo hacer una
flecha; trabajos los esfuerzos para domesticar la '
llama que había apri-
sionado.
Y es que el trabajo
preside á toda la vida
humana, y se encuen-
tran las huellas de 61
en todos los objetos que
... domesticar la Ilama ...
sirven para la conser-
vación y el agrado de la existencia; en los alimentos
que nos nutren, en la ropa con que nos vestimos, en
las casas que habitamos, en las herramientas desti-
nadas á construirlas, en las máquinas é instrumentos
que tienen por objeto tvansfornzar las materiaspri-
/I mas, autnentar la fecundidad de la naturaleza y
servirse de los elementos que esa misma na'uraleza
pone á disposición del hombre.
Y si de esos objetos materiaks pasamos á las cosas
inmateriales, nuestro joven echaba de ver que apren-
der una lección, desarroilar una idea, realizar un in-
vento, constituyen también trabajos más btiles tal
vez, que los que tienen por fin producir objetos.
Los trabajos intelectuales tienen, pues, tanta ó
más importancia que los trabajosf~sicos.En los pri-
meros intervienen su voluntad y su inteligencia; en
los segundos lasJl¿erzas físicas del hombre.
Así, para construir una flecha, Juan, ante todo,
había querido hacerla, lo que ya constituye un es-
ROBINSON MEXICANO 51
fuerzo, es decir, un trabajo; después entró en juego
su inteligencia, que le indicó los nznteriales de que
se podría valer y la mejor forma que daría á su
arma; y , por último, sus firerzasfisicas le sirvieron
para desprender las ramas de los árboles, atar las
cuerdas á los extremos del arco y aguzar los dardos.
Todas estas facultades, así las fisicas como las
que procedían de su voluntnd y de su inteligencia,
se habían unido para producir un objeto útil, de
igual manera que en la tarea común de las socieda-
r' des, los trabajos del sabio y del bracero, los del pa-
trón y el operario, los del arquitecto y el albañil, los
del hombre que trabaja con su inteligencia y del que
trabaja con sus músculos, se unen para producir,
asimismo, la riqueza pliblica, es decir, el conjunto
1 de prodactos con destino á todos los asocindos.
F
2 Cuál hubiera sido la situación del Robinsón me-
xicano sin su trabajo? El hambre, la desnudez, la .
miseria, la muerte acaso. Ese es también el estado
y el fin de los pueblos formados por individuos que
el trabajo no eleva de la primitiva condición de cier-
tos g r l o s kunzanos que se aproximan más á las
t.
bestias salvajes que á los hombres civilizados.
c'4~íru1,ovi
S U M A R I O .El
- trabajo, segundo factor d e la producción (con-
tinúa).- El trabajo aislado y el trabajo en común. - Unión
d e los esfuerzos humanos. - División del trabajo. -Venta-
jas d e la división del trabajo. - División territorial del tra-
bajo. - SUSconsecuencias. - La acción del trabajo s o b r e - l a
naturaleza y la acción d e la naturaleza sobre el trabajo
I
~ ~ ~ r r a cde
i ó nm~ichoshombres : talar un bosque, re-
coger una cosecha, construir una casa, perforar una
montaiía, etc., etc.; en nada de esto podía pensar el
joven, porque tales trabajos son la consecuencia de
P la unión de los esfuerzos humanos.
11 Su padre le había dicho á menudo, que solamente
P para fabricar un colchón de lana trabajan cientos de
manos: las que cuidaron las ovejas, de las que se
obtuvo la nzaterin prima; las que las trasquilaron;
las que lavaron la lalia; las que vendieron ésta; las
que la cardaron; sin contar las que prepararon la
tierra para que pastaran esas ovejas, las que regaron
esa tierra y la limpiaron, etc., etc.
También le había dicho su mismo padre, que la
vida de un hombre no bastaría para construir por si
solo un reloj.
De esta suerte, si Juan hubiera tenido un compa-
ñero, éste se habría encargado de atender al huerto,
por ejemplo, en tanto que el joven proseguiría la
labor de fabricarse herramientas, cuya falta le era
cada día más sensible. Hasta entonces só!o había
fabricado un hacha de piedra y un mazo de madera,
que aunque muy toscos y de difícil manejo, no de-
jaban de prestarle seraicios.
Más esfuerzos reclamh todavía la construcción de
1 un quitasol con que resguardarse de los rayos del
1
-- .a---
que en ella no hay riada que sea verdaderamente
intitil.
Pero la idea de que por grande que fuese su erier-
gia y tenaces y persistentes sus esfuerzos, no llega-
rían nunca á satisfacer todas sus necesidades, le
seguía atormentando. Por eso suspiraba constante-
mente por aquel compañero cuya ayuda le habría 'Y
sido tan beneficiosa. No sólo rzunirían ambos sus
esjiuerzos para alcanzar un determinado objeto, por l
la uPlaya2.
Cada comarca tie-
ne, efectivamente, en
el mundo, sus riqzce-
zas naturales dzferen-
tes; y como la explo-
tación de cada riquezn
natzcrn/ reclama labor
ciistirzta, la misma na-
turaleza ha estableci-
do la división territo- Su i ~ g a pieter:dí,
r ..
rial del trabajo.
Así es como en una comarca &!o se cultiva el al-
godón; en otra, se siembra exclusivamente trigo Ó
maíz; ésta no tiene sino plantíos de caiia de azúcar;
aquélla ofrece nada más que minas de plata, oro,
carbón ó hierro. Y resultati de ahí, para las comar-
cas, las mismas ventajas que para los individuos al
L
60 CARLOS D ~ A ZDUFOO
- - - A --
. i.
CARLOS D ~ A Z DUPOO
'
I,
cina, que habría de serle muy útil en lo sucesivo..
F Al mismo tiempo, iba, poco á poco, aumentando
el número de sus herramientas, con las que simplifi-
caba su trabajo manunl, y obtenía de éste mayor
cantidad de fuerza. L a herramienta no es, efectiva-
mente, sino un medio de aumentar l a fuerza de los
miembros ó porciones del cuerpo del hombre que
entran en ejercicio en el trabajo primitivo: el mar-
tillo ha substituído al pufio, la pala á la palma de
la mano, la cuchara del albañil á la mano hueca, la
sierra á los dientes, las tenazas á los dedos y el fuelle
á los pulmones. El hombre ha tratado siempre de
economizav sus fz~erzns para obtener el mismo ó ,
mayor resultado en la tarea.
Estas herramientas constituían el capital de Ro-
binsón, como también eran capitales las provisiones
que tenía almacenadas en la a Grutas . Y al lado de
estos capitales vzaterinles - materiales porque pro-
cedían de la nzateria, es decir, de las diversas subs-
tancias contenidas en la tierra,-venían los capitales
i?trnateriales, que no provienen de esas substancias,
sino que son fruto del espíritu humano.
Los conocimientos adquiridos por el joven acerca
de la organzzación del trabajo y de las industrias en
los libros de viajes que había leído, su inteligencia,
su salud, su eaevgia para dedicarse á la labor, eran
capitales innzateriales.
Por lo demás, aquellas herramientas fabricadas
por Robinsón eran producto de su trabajo. Asi es
ROBINSON MEXICANO
.- - . .- h -.---
CARLOS D ~ A Z DUFOO
t
S V I T A R I-
O .El capital, tercer factor d e la produccion (conti-
nua). - Inventario d e capitales en una nación. - Capitales d e
consumo y capitales d e produccion. - Capitales fijos y capi-
tales circulantes.- Las herramientas j las máquinas.- Erro-
res contra las máquinas.- Persecución d e sus inventores. -
Ventajas d e las máquinas.
- -L - - A A - - A
R O B I N S ~ NMEXICANO * 73
cierto modo podría decirse que su hoguera era otro
capital fijo, en tanto que la leña era uno circulante. t
Eti los primitivos pueblos, en los que no hay otros
capitales materiales sino los mismos que Robinsón
poseía : provisiones y hervnnzientas; las primeras
constituyen los capitales civcuíantes, las segundas los
capitnles 3 ~ 0 s .
Todas estas observaciones de nuestro joven no le
impedían seguir pensando en abandonar la isla, y
ante la probabilidad de que transcurriese mucho
tiempo todavía antes de que apareciera embarca-
ción alguna, Juan resolvió construir una canoa en la
que pudiera lanzarse al agua. Al principio le pare-
ció muy fácil la realización de la idea, puesto que le
sobraba madera con que construir la embarcación
proyectada. Pero bien pronto vió que la empresa
presentaba mayores obstáculos de los que había
imaginado.
Para hacer un bajel, por sencillo que fuese, le eran
indispensables instrumentos que no poseía: martillo,
sierra, cepillos, etc. Nuestro joven sólo contaba con
su mazo de madera, su hacha de piedra y una pala
construída con la concha de una tortuga que encon-
tró en la playa.
El Robinsón Mexicano se acordó entonces de que
en uno de los libros de aventuras que había leído,
los héroes de la novela, que se encontraron en situa-
ción semejante á la en que se hallaba el náufrago,
habían conseguido extraer el hierro que contenían
74 CARLOS D ~ A ZDUFOO
/ . '
w -
talrírgico, que marca el principio de la edad indus-
tvinl, en que nos encontramos. Por lo demás, la
herrainienta ha sido la precursora de la mdqaina.
Así, la canoa y el carro primitivos se han convertido
en el navío y la locomotora, al igual que lz vara de
madera con que en los prin~itivostiempos se renio-
vía la tierra, se ha transformado en el arado de vapor
usado en nuestros tiempos.
Como Juan no conocía la Historia de la Economia
Politica, ignoraba todos los terrores y las cóleras que
han conmovido á los l~ombres,en otras épocas, cada
vez que se ha inventado una mág?di?zn.
Se creía entonces que cada máquina inventada
venia á hacer una competencia al trabajo del hom-
bre, y que le quitaba el salario con que atiende á
las necesidades de su vida. La .7náqz~inacondenaba
al óperario á la miseria. Así era cómo se pensaba.
Fundadas en esta creencia, algunas autoridades se
han opuesto á la adopción de las 7tzáqainas y lian
prohibido su uso, y se ha perseguido y maltratado
á sus inventores. En el siglo XVI, una ciudad ale-
mana prohibió la introducción de las primeras má-
quinas para hacer cintas, y su inventor fué ahor-
cado por el pueblo. Una reina de Inglaterra se
opuso á que funcionaran las máquinas para hacer
medias, y un rey de Francia persiguió al que cons-
truyó esta máquina. El inventor de la máquina para
, hacer hilo fué perseguido por los obreros y murió en
Ia miseria, y Jacquard, el inventor del célebre telar
i
!
--
ROBINSON MEXICANO 77
j ,
transcurrido antes de que, por ejemplo, se explota-
ran los metales l
c L o que para Robinsón habían sido dos años, para
E la Humanidad significan centenares de siglos. Por
qué? Porque Robinsón, aunque aislado del concurso
1 de los demás hombres, había llevado á la isla lo
que la Humanidad en sus comienzos no poseía: co-
nocimientos, e ~ p e r i ~ ~ n transmitida
cia por sus lectu-
ras, principios generales sobre organización de¿ tra-
bajo y zctilización de los elegnenios de la naturaleza,
I
nociones claras y precisas acerca de la utilidad de
ciertos productos y medios de transfor~~zar¿os á sus
neresidades.
Y para llegar al punto de que partió Kobinsón al
emprender sus tareas, los hombres han tenido que
trabajar mucho, que aprender mucho, que sufrir
mucho.
La historia econó~~zicade la Humanidad puede
condensarse en pocas palabras: en los primeros tiem-
pos, ignorancia, hambre, desnudez, debilidad para
vencer los obstáculos que se oponían á la satisfac-
ción de sus necesidades; al final del camino : saber,
fuerza para dominar todos los impedimentos, ri-
queza. ; N o era ésta también, en pequeño, la histo
ria de Robinsón en aquellos dos primeros aAos que '
habitaba la isla?
Mucho faltaba al Robinsón Mexicano, no obs-
tante, para alcanzar el período de la gran industria,
que es el en que se encuentran los pueblos civiliza-
dos de nuestros tiempos. En este período, el taller
doméstico se ha convertido en una fábrica- de igual
modo que la kerrarnienta se ha transformado en una
máquina; - no es un solo hombre ni una familia la
que se consagra á una sola tarea, sino que son mu-
chos hombres los dedicados á muchas tareas; se ha
realizado una extrema dhisión del trabajo; se agru-
pan los capitales con objeto de aumentar la magni-
.
tud de las explotaciones, y en lugar de producir un
número reducido de productos, se obtiene uno, cada
vez mayor, que viene á satisfacer una cantidad, tam-
bién cada vez mayor, de necesidades.
Es decir, que la Humanidad ha pasado de la
peqilena producción, que es el patrimonio del pe-
ríodo de la ptqitleltn industria, para entrar en el de
la gran prodz~cción,que caracteriza á la gran in-
dustria.
Pero 2 qué es una indz¿stria? No tenía necesidad
Robinsón de quebrarse la cabeza para resolver esta
pregunta; le bastaba darse cuenta del objeto que
habían tenido sus trabajos. ;Qué, había perseguido
el joven al consagrarse al cultivo de la tierra? Pro-
porcionarse, mediante este trabajo, los productos
vegetales que le eran indispensables para la vida.
CARLOS D ~ A Z DUPOO
d
Una noche en la que, según su costumbre, se
había retirado muy temprano á la a Grutas, creyó
oir Robinsóri un ruido de pisadas, como el que hi-
ciera un grupo de seres humanos que cruzara apre-
suradamente la playa. Era la segunda vez que,
después de más de dos años, llegaba un rumor se-
1i , mejante á los oídos del desterrado.
Lleno de natural sobresalto, el joven escuchó con
i mayor cuidado: no sólo se dejó oir de nuevo el ruido
1 de las pisadas, sino, muy claros y perceptibles, los
i ecos de voces humanas. 1Júzguese de la emocióii
1 '
que se apoderó del ánimo de Juanito!
! Su primer movimiento fué arrojarse fuera de la
c Gruta, y salir al encuentro de aquellos inesperados
t
94 CARLOS D ~ A Z DUFOO
ROBINSON MEXICANO 95 ?
en cuyo caso, Robinsón y el joven á quien había jI
salvado estaban perdidos.
Así, Juan, haciendo una seiia al indígena, pos- d
trado ante él, en actitud de agradecimiento, em- )/
'4
4
prendió ocultamente la retirada en dirección de la I
i
...Juan, haciendo una seña al indígena ... .l
j
Algún tiempo después, escucharon espantosos 1
1
alaridos, gritos de terrible cólera, que los estreme- !
cieron de espanto. Eran, sin duda alguna, los salva- 4
jes que, como Juan había previsto, habían desem- 1
4
barcado nuevamente, y se habían encontrado con
96 CARLOS D ~ A Z DUPOO
1
b
6
derecho para llevar consigo sus propiedades, sus
herramientas, sus provisiones, sus armas, sus anima-
I
ROBINSON MEXICANO 1O3
otras.
En la época actual, ampliamente civilizada, los
pueblos viven de su trabajo propio, de los productos
de su laboriosidad y de su inteligencia, tal como
Robinsón había vivido en la isla.
f. .
CAPITULO XI1
CARLOS D ~ A ZDUFOO
,
J
Cuando llegó á la isla, nuestro joven disponia de
una gran cantidad de terreno que hubiera podido
explotar alternatz-Jamente, es decir, sembrando hoy
una porción de tierra, mañana otra, y ocupando, de.
esta suerte, una gran extensiórz. El cultivo del suelo
habría sido, por lo tanto, extensivo.
Las primeras tribus ( á las que tantas veces hemos
nludido en el curso de este relato) se encontraron en
las mismas condiciones que Robinsón al llegar á la
isla. Esas tribus se consagraron á cultivar la tierra
e,rtt.nsivamcnte; disponían de inmeiisos espacios de
terreno y pasaban de un espacio á otro; quemaban
árboles gigantescos, desperdiciaban gran número de
semillas y se preocupaban muy poco de que la tierra
perdiera sus cualidades fecundantes, es decir, los va-
riados elenientos que hacen nacer y desarrollarse las
plantas.
Esta forma de explotación del terreno constituye
la gran propiedad que, en los comienzos de la labor
agríco!a, fuC peculiar á todos los pueblos.
En México existe todavía un número muy consi-
derable dc grandes propietarios, que disponen de
inmensas extensiones de terreno, de las que sólo
cultivan algunas porciones, más ó menos amplias,
según sus necesidades y según los capitales de que
disponen esos propietarios.
Robinsón, sin embargo, se habla fijado en una
pequeiia porción de la gran propiedad de que dis-
ponía. Era, por lo mismo, un pequeño propietario,
ROBINSÓN MEXICANO li9
S u ~ ~ ~ ~ o . - P del
a r ttrabajador
e en el reparto de la producci6n:
el salario. - El salario está destinado á satisfacer las necesi-
dades del trabajador. - Estas necesidades aumentan con el
grado de civilización del asalariado. - Relación entre la ri-
queza de una sociedad y los jornales que se pagan á los tra-
bajadores. - Jornales altos y jornales bajos. - Por qué se
elevan y bajan los jornales.- Salario nominal y salario real.
, ,
L
, 1.í.
L . AL- , . . . uL -1
122 CARLOS D ~ A Z DUFOO
I
que Robinsón pagaba sus trabajos eran suficientes
k para cubrir las modestas exigencias del indígena.
No pasa lo mismo en todas las sociedades, puesto
que á veces el salario satisfecho en moneda (llamado
por los economistas .
salario nominal) no
basta para propor-
cionar todas lac sa-
tisfacciones que de-
sea el trabajador.
Un obrero, depen-
diente, e m p l e a d o ,
p r o f e s o r , etc., es
decir, un h o m b r e
que vive de su tra- ... R o b i n s o ~ ipagaba b u s trabajas ...
bajo, experimenta,
además de sus necesidades propias, las de su fami-
lia, porque el deseo de formar un hogar y procurar
á todos los individuos de este hogar el mayor nú-
mero de satisfaccioiies, es una noble aspiración que
nace del corazón del hombre y le infunde fuerzas
para trabajar con niayor aliento.
El número de satisfncciones, ó sea el de necesida-
des satisfchas, que se adquieren con el jornal esti-
mado en moneda, se llama el salario real, y claro
es que cuanto mayor sea el número de las satisfac-
ciones, mayores son también el bienestar, los goces,
la riqueza de los asalariados.
SUMAR- I OParte
. que corresponde al capital eii la repartici6n
'
d e la riqueza.-Servicios prestados por el capital á la obra de
la producci6n.- Interés del capital.- Por q u é aumenta y se
reduce el interés del capital. - Necesidad d e capitales en los
países nuevos.- Seguridades y garantías q u e reclama el ca-
pital. - La usura. -Casas de empeño.
I'
En la isla no había más que un solo capitalista,
1 Robinsón, y un solo individuo que utilizara el capi-
L
tal ajeno, Domingo; pero en la actual vida social no
sucede lo mismo, sino quc son muchos los capita-
:, listas y muchos también los Iiombres que hacen uso
2 de los capitales ajenos.
t'
En la estreclia alianza de afectos en que el joven
niexicano y el indígena vivían, ni éste pensaba que
la porción de productos que entregaba á Juan era
ixiayor quc la parte correspondiente al capital, ni á
Robinsón se le antojaba pequeiio el interés que Do-
mingo le satisfacía. Pero en la vida moderna, á que
tantas veces nos hemos referido, puesto que en ella
vivimos y es la que necesitamos conocer y estudiar
cn todas sus manifestaciones, los asuntos econórni-
cos no se rigen por los afectos, sino por las conve-
iticncias de cada individuo, sea capitalista ó traba-
jador, $ropi~tczrioó asalnr&rdu.
Así como al propietario ó explotaclor de la tierra
le cor~vicrzepagar el menor salario al jornalero, y á
éste le convic?ze, por su parte, obtener un salario más
elevado, así también la conv'~izicnciadel capitalista
consiste en cobrar el mayor interés por el (~Zquileró
gristanlo de su capital, y la dcl que hace uso del
capital ajeno coiisiste en pagar el menor interés po-
sible por el empleo de ese capital.
En realidad, puede decirse que el itztcris del capi-
tal está sujeto á reglas semejantes á las que deter-
minan el salario de los trabajadores: cuando dos
capitalistas corren detrás de un individuo para quc
este haga uso de sus capitales, el interés baja; cuando
dos individuos corren detrás de un capitalista, el in-
teres subc. En e1 primer caso, se dirá que hay oferta
dc 'eqitalcs; en cl segundo, que hay demanda de
ello.:.
k ROBINSÓN M F Y I C A N O 131
xicana.
- . - a
R O B I N S ~ NMEXICANO '35
Por todo lo que hemos dicho, se habrá visto que
el interds de los capitales, en medio de las fluctua-
ciones á que da origen la oferta ó la demanda de
ellos, tiende á equilibrarse en cada comarca. Así, se
dirá que el interés del capital en Inglaterra ó Francia
es del tres al cuatro por ciento, es decir, de tres ó
! cuatro pesos, por ejemplo, por cada cien pesos. En
f
México, en donde hay menos capitales, el interés
será del seis al ocho por cirnto, y en otras naciones
del mundo es más elevado todavía, porque esas na-
ciones cuentan con menos capitales que nuestra Re-
pública.
Cuando el capitalista presta su dinero á un interés
ronsidprabfe~~ztatemás alto que el fijado por los
demás capitalistas, se dice que hace una operación
de usura y en tal caso á ese capitalista se le designa
con el nombre de usurero.
Los cempeños~que existen en México, son esta-
blecimientos usurarios, en los que al que lleva una
prenda cualquiera, como seguridad ó garantia del
dinero que recibe, se le cobra un interés exorbitante.
Por eso debe evitarse acudir á esas casas, en las que
el necesitado paga una cantidad mayor de la que de-
biera, y pierde á menudo el objeto que empeña por
una suma menor de lo que vale su prenda.
h
\~:MARIO. - Parte del empresario en ia reparticibn d e la ri-
queza. - Funciones del rinpresai-io; s u s ciinlidades. - 1.3
,ii~.ecciOii dei t~-abajn.- Iliilidad. beneiicio h guii~lticia.-
Los ser\.icios prestados poi el empi-es,irio son. e11 cierios
,asos, superiores á 1o.r prestados por ei prupierario y el capi
ta1ista.-Los beneficios excepcionales d e ~.iertoseiiipresarios
significan u n beneficio m á s considerable para la h u m a n i d a d .
1
f,
L.
I,a actividad de Kobinsón tio iba en zaga á la de
su joven nsnZoviodr>.
b Verdad es que Juan había abandonado una gran
1 parte de los trabajos manuales, que confiaba exclu-
4'
'C.
+
S
El indígena, en otras ocasiones atento y dócil, se
. mostr6 aquella vez esquivo y rebelde á las observa-
ciónes de su amo.
" 1
. k"
;iá*.&*íA- 4.
144 CARLOS D ~ A Z DUFOO
1.
I
sario, son superiores á la que el trabajador alcanza.
Se olvidan, no obstante, los que tal dicen, que
siendo mucho más importantes los servicios presta.
i
i
capitalistas se agrupan con el fin preconcebido de
acaparar ciertos productos, es decir, de hacerse due-
fios de las existencias, ó sea del conjunto de todos
I
S estos productos, y estorbar su adquisi'ción.
estos hombres se les llama monopolizadores, y
filonopolio á cualquier maniobra que tiene por objeto
evitar que los objetos monopolizados sean fácilmente
disfrutados por los demás hombres.
Si Robinsón hubiera cerrado su huerto, no hubiese
consentido que Domingo se aprovechase de los pro-
ductos que rendía, hu-
biera impedido que el
indígena ordefiara l a s
llamas domésticas é hi-
ciera uso del fuego y de
los utensilios de cocina,
habría cometido actos
de verdadero inonopodiu.
Se explica perfecta-
mente que los consu-
. - midores, es decir, las
...C Iiiciera uso del fuego ...
p e r s o n a s que se ven
obligadas á procurarse todos los productos indispen-
sables para satisfacer sus necesidades, resulten perju-
dicados por los nionopolios, que se forman con ob-
jeto de proporcionar á los empresarios ó capitalistas
~rz~nopoli,nahvrs,~ una ganancia exorbitante, á costa
de los daííos y los sacrificios de la mayoria de los
habitantes de un pueblo.
En México se presentan con lamentable frecuen-
ria algunos monopoZios de artículos de priwzera nece-
sidad, con grave perjuicio de las clases pobres, que
tienen que pagar á precios muy altos los productos
ncnpnrndos.
Bien recordaba Robinsón cómo se ejercen estoc
?izo~zopnliosen nuestro país; en los años de coseclias
poco abundantes, los mon~po~izndores procuran ad-
quirir toda ó la mayor parte de la producción del
nialz, que es, como nadie ignora, el alimento de la
clase pobre; una vez dueños de esa producción, los
?nonopolizadores no ponen á la venta el producto
?nonopoZZzado (que se dice también acttp,zrado), si
las personas que lo necesitan no pagan por él altos
precios.
En los Estados Unidos se designa con el nombre
de trzlst á cualquier acto ejercido por un grupo de
industriales, capitalistas ó einpresarios con el objeto
a de ocaparar un producto.
Los monopolios deben ser considerados como una
odiosa expoliación del capital sobre el trabajo, algo
semejante á la ejercida por los antiguos amos sobre
! los esclavos, y por eso los gobiernos de todos los
pueblos civilizados del mundo los persiguen y aun
imponen, en algunos casos, severas penas á los indi-
viduos que tratan de asegurar su prosperidad y su
rtquezaparticuZor á costa de la escasez y la miseria
de los demás hombres.
t
S C N A R I -OP.a r t e del Estado en la repartición d e la riqueza.-
L)erecho q u e asiste á las autoridades para exigir una porción
d e los productos. - El Estado y los asociados. - Servicios
prestados por el Estado.-Tributos, impuestos, contribucio-
nes.- El impuesto debe ser relacionado con la riqueza y
bienestar d e los contribuyentes. - Obligación del Estado
y obligación del contribuyente. - El inipuesto directo y el
impuesto indirecto.
Presupi~estoequilibrado
Il
-
$100
-$ 100
CARLOS D ~ A ZDUFOO
, -
P R E ~ U P U E S T O CON S O U K A N T E
I?Z~YCSOS YESOS
Sueldo. . $ rco Alimentación . . . 8 45
Habitación . . . . I 5
Vestido. . . . . . 13
Distracciones, etc. S
Otros. . . . . . . 5
-- -
-f$ i o o
-
$ S6
I
Alimei~taciéii. . . $$ 55
'
I Sueldo. . 9 IOO
Habitación . . 2j
Vestido. . . . . . 2 0
E Distracciones, ctc. 2 0
,-
Otros. . . . . . . I 9
- --
-Sf, 100
-
$3 '30
i I
Presupuesto c o n déficit
CARLOS D ~ A Z DUFOO 1
3 R O B I N S ~ NMEXICANO 171
,
ROBINSÓN M~XICANO '73
podría obtener nuestro héroe una infinidad de objetos
que vendrían á satisfacer sus necesidades.
Por el contrario, el joven disponía de muchas
otras cosas que para él tenían un gran valor, y que
en cualquiera sociedad civilizada no lo tendrían, ó lo
tendrían, en todo caso, muy pequeño: su flecha pri-
meramente, después sus escopetas, su hoguera hasta
aquel día, ahora su eslabón y pedernal para encen-
der fuego.
-1Ah l pensaba el joven. ¡Si á cawzbio de todas
cstas monedas, llegara alguno Li. la isla a ofrec~r)xe
lo que solicito!
Esta es, efectivamente, la causa que determina el
valor de un objeto cualquiera, llámese éste moneda,
flecha,, escopeta, hoguera, eslabón, pan ó agua: la
oferta de ese objeto y la demanda que de él se hace.
Claro es que cuanto mayor sea la oferta de ese
objeto, menos valor tendrá, y que, á la inversa, ma-
yor será su valor cuanto más grande sea la demajzda.
Por eso, para Robinsón vnZEan mucho las cami-
sas, mientras que para el fabricante de ellas tienen
más valor las monedas.
D e tal suerte, cuando, por ejemplo, hay mayor
número de personas que desean deshacerse de trigo
que de personas que tratan de comprarlo, el valor
del trigo bajará, indudablemente, y sucederá lo
contrario si el número de vendedores es menor que
> el de con~prndoves. Por eso las cosas que nbun-
daít son más baratas, es decir, valen poco, y las
5
Y
31
t 174 CARLOS D ~ A Z DUFOO
i
L
11121c/10.
Robinsóii recordaba que el valor del maiz sube en
I Mixico el año de malas cosechas, como se reduce
k
i considerablemente en los afios abundantes.
j Naturalmente, si el fabricante de camisas e n una
L sociedad adelantada hubiese sabido que para Juan
valían más las camisas que para cualquier otro
E
hombre, habría acudido á la isla, á que nuestro jo-
ven se las pagara con mayor número de monedüs
de las que por esas camisas obtenía en aquella so-
ciedad.
Después h a b r í a
llegado otro fabri-
c a n t e , ofreciendo
camisas más bara-
tas, y despu¿'S un
tercero y un cuar-
to, que las vende-
rían todavía m á s
b a r a t a s q u e sus
compañeros.
Tal es la coínpe-
terzcia, en cuya vir-
...otro fabricante ofreciendo camisas ... tud c a d a produc-
tor va rebajando el valor de los objetos que pro-
duce.
Y tan eficaz y activa ha sido la co~izpetencz'a,que
puede decirse que el progreso económico de la Hu-
manidad ha consistido en la reducción del valor de
los productos y objetos que el hombre ha menester
para acudir á sus necesidades.
De esta suerte, las actuales generaciones pueden f
proporcionarse muchas cosas que en tiempos pasados
tenían un valor excesivo y que, en nuestros días se
encuentran al alcance hasta de las personas menos
ricas y acomodadas.
Nuestro joven estaba ahí para demostrar el alto
valor que para las sociedades primitivas tienen ob-
jetos que, como una camisa ó una vara de ?nnntn,
cualquier hombre, aunque sea pobre, está e11 posibi-
lidad de adquirir.
Así, hemos dicho, que el valor de las cosas va
reduciéndose con la cornpetencin.
Pero, < n o tiene un límite esta reducción? Cuando
un hombre vende una camisa, ~iecesitaobtener de
ella suficiente cantidad de dinero para pagar á todos
los que han intervenido en su fabricación: costure-
ras, obreros que hiiaron el algodón ó el hilo, agri-
cultores que cultivaron la fibra, etc., etc.
Todas estas porciones que, como sabemos, corres-
ponden á los diversos individuos que toman parte en
la'obra, constituyen el costo de prodzlcción. Por ma-
nera que el costo de producción es el que determina
el valor del producto.
Si el costo es bajo, el valor del producto será tam-
bién bajo; pero si aquél es alto, alto será, asimismo,
lo que el producto valga.
1 176
Lk Robinsón
CARLOS D ~ A ZDUFOO
BL f
plearan las bestias de carga, los hombres habían
aprovechado el camino del mar y el veliículo de las
embarcaciones para ponerse en contacto y cam-
biarse los productos de una á otra zona de la
tierra.
Más tarde, los pueblos se hicierori conquistadoves,
es decir, procuraron descubrir tierras nuevas, no so-
lamente con el objeto de comunicarse con los natu-
rales de ellas, sino con el de someter esas tierras á
las autoridades y á las leyes de los países á que los
descubridores pertenecían. En esos casos, tomaban
posesión de las comarca5 descubiertas en nombre de
sus soberanos.
Así fué como Hernán Cortés conquistó á México,
en nombre de los reyes de España.
La tierra descubierta y conquistada, á veces tras
una encarnizada guerra, como sucedió en nuestro
país, se llama colonia, y metrópoli el país de que de-
pende la colonia.
Ha sucedido, sin embargo, que han sido tantos
Ios obstáculos que algunas de esas metrójolis han
puesto á la libertad de trabajo y á la pvoducción de
la vz'queza en sus colonias, que muchas de éstas han
concluído por emanciparse, declarándose indepen-
\. dientes.
ROBINSÓN MEXICANO 189
I Este es el caso de México, que, como bien sabía
Robinsón, había proclamado su independencia de la
dominación española el año de 1810, haciendo efec-
tiva esta independencia en. 182 1.
Los pueblos conquistadores, acabamos de decir,
han opuesto grandes obstáculos al trabajo y á la pro-
: ducción de la riqueza de las comarcas conquistadas.
Efectivamente, los gobiernos de esos pueblos con-
quistadores no permitían á sus colonias que comer-
4
l
4
ciaran con otras naciones, sino con sus metrópolis; 3
1 $
prohibieron que las colonins cultivaran las plantas y i
fabricaran los productos que fabricaba y cultivaba la
metrójoli; pusieron todas las trabas posibles á la la- i :
bor de los trabajadores é instituyeron monopolios, en 9
i tela.
, Y es que el comercio va constituyendo cada día
1
i una necesidad mayor para los pueblos civilizados, al
I
F
grado que no existe actualmente una nación que pueq
da decirse que se contente con los artículos que pro-
\
S duce. Todas solicitan de los pni.ses extranjeros lo que
i les falta, cediendo en cambio lo que les sobra, y
mientras mayor es el bienestar y la prosperidad de
una nación, mayor cs también la magnitud de su
comercio.
Los países más ricos envían anualmente grandes
cargamentos de mercancías á otros países, ya por
medio de caftzinos de hierro que enlazan á las nacio-
nes, 6 bien por medio de grandes embarcaciones que
cruzan constantenkente los mares de uno á otro he-
misferio del globo. Así se lleva á efecto el co?r?ercio
~,xterior,es decir, el comercio entre varias naciones.
Las uentns que hace un país á otro han recibido el
nombre de e.vportaciotzes, y las compras las de 2'w.z-
portaciones. Así, Robinsón había exportado á los in-
dígenas cuentas de vidrio y había i~tzportadotelas de
I
la isla de esos indígenas.
México exporta á las naciones extranjeras plata,
café, henequén, pieles, etc., é ivzparta de esas na-
ciones maquinaria, tejidos, algodótl, etc.
I
i
'
ciaba con Robinsón. Al retirarse á su casa, la artista
quiso conocer lo que los concurrentes habían pagado
y se encontró, entonces, con algunas docenas de
1
i
individuo de los que formaban el público había
cambiado alguno de los productos que tetiia á su
4P disposición, por dos ó tres horas de miisica.
1
r'
demanda de plata? Pues bajará el valor de las mo-
nedas fabricadas con este metal, como, en efecto,
E ha bajado en el curso de ectos últimos años.
Por eso, la República Mexicana ha visto dismi-
nuir el poder de adqzlisición de su moneda de plata;
es decir, que para cambiar un producto se reclama
hC hoy mayor cantidad de monedas de plata de lo que
se exigía antes, cuando la plata tenía mayor valor
b del que tiene ahora.
Basta lo que llevamos dicho para comprender que
ni los metales preciosos ni las monedas que con ellos
! se fabrican, constituyen una riqueza por sí mismos,
\ y que de nada servirían, como á Robinsón no le
servía el tesoro que había encontrado, si no se pu-
i
diesen cambiar por los objetos y productos que los
L hombres necesitan para su vida.
e Hubo un tiempo, sin embargo, en que se creyó
b
que los metales preciosos eran las zlnicas riqaezas y
i se olvidaron todas las demás substancias y materiak
e de la tierra. Fundados en este error, los españoles
!
i conquistadores de México, se consagraron casi ex-
F
1
ir
-
L
clusivamente al laboreo de las minas de plata, des-
defiando la agricultura, que coiistituye una de las
más notables fuentes de bienestar /zur;zano.
La fábula nos ha dejado un claro ejemplo de lo
que serían por sí mismos los metales preciosos, si no
tuvieran el poder de cambiarse por los demás pro-
ductos. Cuéntase que los dioses de la Mitología con-
cedieron á un rey la facultad de convertir en oro
todo cuanto tocaba. 1 Feliz monarca l se dirá. I'ues
no era sino el más desgraciado de los hombres,
puesto que para él no había pan, ni carne, ni ali-
mento alguno, porque apenas lo tomaba en su mano,
se transformaba en un pedazo de metal que no le
servía para aplacar su hambre.
Por lo demás, todos los esfuerzos que Robinsón
hubiese hecho para introducir la moneda en su co-
mercio con los indíge-
nas, habrían sido inúti-
les: primero, porque las
monedas de que dis-
ponía no eran suyas,
puesto que nuestro hé-
roe persistía en consi-
derar el dinero ence-
rrado eri el cofrecillo,
como un depósito que
estaba obligado á de- ...dinero encerrado ...
volver al dueiio de este tesoro, ó, si había muerto,
á sus herederos, si algún día lograba averiguar quié-
' .
CARLOS D ~ A ZDUFOO
\
nes eran; y en segundo lugar, porque los indígenas
no habían alcanzado aún ese período de civilización
en que la moneda substituye á la mercancía en la
permuta de un objeto por otro.
Y he aquí por qué se vió obligado á seguir ha- i
'
ciendo uso del trueque para obtener los productos
E que necesitaba á cambio de los que él podía pro-
porcionar.
CAPITULO X X V
\%
*. '" ' tiosa cosecha recogida por nuestro laborioso prota-
genista.
Volviendo ahora á nuestra narración, diremos que
en el último viaje que Juan resolvió efectuar á la isla
" i
,& de los indígenas y cuando se disponía á alejarse de
- $1 ellos, en compafiía de Domingo, quien ni por un
I
-Y
-
\, e,
.-.'-&
-d<.
CARLOS D ~ A Z DUFOO
ti!
or acceder á sus súpIicas, pensando que
aquellos indígenas le podrían ser muy útiles en las
L labores que había emprendido.
~ 0 8 1 ~ ~ 6 ~
MEXICANO z23
cas, bajo la dirección del infatigable joven, se reco-
gieron abundantes cosechas y,
por último, se construyeron va-
rias casas de arcilla y ladrillos,
moradas mucho más cómodas
que las profundidades de las gru-
tas, que hasta entonces habían
servido de refugio á los habitan-
tes de la isla. ... construyeron
varias casas ...
En una palabra, Robinsón se
había ido elevando, poco á poco, desde el aisla-
miento, la desnudez y la pobreza de los primeros L
hombres, hasta cierto grado de bienestar, propio de I
los grupos humanos que han pasado de la etapa del
salvajismo y la barbarie para entrar en un período
de relativa civilización. 4
-
CARLOS D ~ A Z DUFOO
cibido.
Por último se decidió que el buque dejaría á los
colonos en su isla, en donde se encoritrarían más
seguros contra cualquier agresión que intentasen sus
enemigos, y que, luego, la embarcación emprende-
i ría el regreso, llevando consigo á Robinsón y á su
fiel Domingo.
... J u a n se c n i o n t r 6 u n a maíiana
t c a m i n o de s u inolvidable patria
$
El vapor hizo la travesía con toda felicidad. Era
i una hermosa embarcación, elegante y sólida, cuyo
I
rápido andar le permitió recorrer en pocas semanas
A
L la distancia que mediaba entre la isla de Robinsón y
un puerto de la Gran Bretaña.
i El buque llegó á Londres en los últimos días de S
"2
$ otoño. Una enorme cantidad de barcos de todas
.r
clases y tamaños llenaba el puerto. De todas partes l
;
1
.A
R O B I N S ~ NMEXICANO
k
? Yisitó, pues, muchas fábricas 4 talleres ...
J
I
ROBINSON MEXICANO 249
S U \ I A R I-
O El progreso e ~ o n ó i n i c od e hlexico - En q u é Lon-
siste la riqueza de loí pueblos. - Conclusion.
. A
r
I .
ROBINSON MEXICANO
< ,:,
i
Para facilitar el embarque de esos productos, se
'
habían hecho grandes mejoras en los puertos, obras
que facilitaban extraordinariamente la carga y la
descarga de las embarcaciones, que cada día en nd-
mero más crecido anclaban en dichos puertos.
Así, el come~ciode México con los demás países
del mundo, se había activado considerablemente.
Las exportaciones representaban cada día valor más
grande, aumentando de este modo las gnnancias de
losproductores de esos artículos y las de los comer-
ciantes que los remitían para su venta á los mercados
extranjeros. Por otra parte, las importaciones crecían
de igual modo, buena prueba de que el país se ha.
bía hecho más rico, riqueza que le permitía comprar
cada vez mayores cantidades de productos consa-
grados á satisfacer las necesidades de sus habitantes.
Todos los ramos de producción nacional se habían
desarrollado considerablemente. Se producia mayor
volumen de plata, oro y cobre, y de productos agrí-
colas é industriales. La mineria, la agricuMura y la
indt~striatrabajaban, pues, con más actividad.
Además, se había introducido gran cantidad de
capital extranjero, que acudía á la República con
objeto de obtener buenas ganancias en la diversidad
de explotaciones ó negocios mexicanos. Este au-
mento de entpresas que se dejaba sentir en la Repú-
blica, había determinado una activa demanda de
trabajo. Todos los hombres laboriosos encontraban
ocupación y sus salarios eran cada día más elevados.
En muchas partes del país se habían fundado ban-
cos, destinados á facilitar dinero á los hombres labo-
riosos, que, careciendo de capital ofrecían, sin ern-
bargo, la garantta de su trabajo. El país gozaba de
gran crédito en el extranjero, porque se había esfor-
zado en pagar puntualmente los intereses de la deuda
que había contraído en otras naciones, con objeto
de realizar grandes obrás fnateriales, destinadas á
facilitar la producción, la circulación y el consurno.
Tal fué el espectáculo que se 'ofreció á las miradas
de nuestro compatriota, en extremo satisfecho de
aquel estado de cosas, que le demostraba el bienestar
de su patrid.
1
I
... contrajo matrimonio con una bella y virtuosa señorita. ..
i ,f
e
558 CARLOS D ~ A Z D U F O ~ ..-.
y
. *r
-
Pág.
C A P ~ T U);.
LO . . . . . . . . . . . . . . .
CAP.XI. - Sumario: La propiedad. - Como y cuándo
ha nacido la propiedad.-La ocupación,primer elemento
de la propiedad. -Bienes muebles y bienes inmuebles.
-Propiedad colectiva y propiedad individual. - El tra-
bajo, segundo elemento de la propiedad. - Cómo se
traspasa la propiedad: la venta, la dádiva, la herencia. -
En los pi~ebloscivilizados la propiedad está reconocida
por las leyes. - Ataques á la propiedad: el robo. - Las
. tribus primitivas de la Humanidad vivían del trabajo
ajeno; las naciones civilizadas modernas viven del pro-
ducto de su propio trabajo . . . . . . . . . . . 98
CAP.XII. - Sumario: La libertad y la esclavitud. -
Cómo nació la esclavitud. - Los esclavos de los primiti-
vos pueblos. - Cómo los esclavos se convirtieron en
siervos. - Las corporaciones y las cofradías. - Obs-
táculos á la libertad del trabajo.- Sin libertad n o existe
-
la propiedad. - La venta de esclavos. Abolición de la
esclavitud . . . . . . . . . . . . . . . . . . i 05
CAP.XIII. - Sumario: Repartición de la riqueza. -
Parte que corresponde á la tierra en el reparto de la pro-
ducción. - El propietario rural. - Arrendamiento de la
tierra. - El arrendador y el arrendatario. - -
La renta.
Gastos de explotación de la tierra. - El cultivo exten-
sivo y el cultivo intensivo. - La grande y la pequeña
propiedad. - Cómo ha desarrolla'do el hombre la pro-
ductividad de la tierra . . . . . . . . . . . . . I i 2
CAP.XIV. -Sumario: Parte del trabajador en el re-
parto de la producción: el salario. - El salario está des-
tinado á satisfacer las necesidades del trabajador.- Estas
necesidades aumentan con el grado d e civilización del
asalariado. - Relación entre la riqueza de una sociedad
y los jornales que se pagan á los trabajadores.- Jornales
altos y jornales bajos. - Por qué se elevan y bajan los
jornales.- Salario nominal y salario real. . . . . .
CAP.XV.-Sumario: Parte que corresponde al capital
izr
en la repartición de la riqueza.- Servicios prestados por
el capital á la obra de la producción.-Interés del capital.
$AP
Pág.
- P o r q u é aumenta y se reduce el interés del capital. -
Necesidad d e capitales en los paises nuevos.= Segurida-
des y garantías q u e reclama el capital.-La usura.-Casas
d e empeño. . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAP.XVI. - Stimnrio: Parte del etnpresario en la re-
partición de la riqueza. - Funciones del empresario;
sus cualidades. - La dirección del trabajo. - Utilidad,
beneficio 6 ganancia. - Los servicios prestados por el
empresario son, en ciertos casos, superiores á los pres-
tados p o r el propietario y el capitalista. - Los beneficios
excepcionales d e ciertos empresarios significan un bene-
Jiciomásconsiderableparalahumanidad . . . . . .
CAP.ZVII. - Szlmario: Las Iiuelgas. - Causas d e las
huelgas: el a u m e n t o del jornal y la reducción del trabajo.
-1)años q u e traen consigo las huelgas. - El socialismo
y la cuestión social. - P o r q u é n o tienen razón los socia-
listas. -Monopolios y acaparamientos.- Los « trusts».-
Los monopolios son una expoliación del capital sobre el
trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAP.XVIII. - Sui)zario: Parte del Estado en la repar-
tición d e la riqueza. - Derecho q u e asiste á las autori-
dades para erigir u n a porción d e los productos.- El
Estado y los asociados.-Servicios prestados por el Esta-
do.-Tributos, impuestos, contribuciones.-El impuesto
debe s e r relacionado con la riqueza y bienestar de los
contribuyentes.-Obligación del Estado y obligación del
contribuyente. - El impuesto directo y el impuesto
iiidirecto . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAP.XIX. -Sunzario: La parte del Estado en la repar-
tición d e la riqueza. - Administración d e los caudales
públicos.-Empleo d e las rentas públicas.--Presupuesto
d e ingresos 1. presupuesto d e egresos. - Presupuestos
equilibrados, con déficit y con superavit. - Deudas y
empréstitos . . . . . . . . . . . . . . . . .
COXSUJIO DE LA RIQUEZA
CAPÍT~L XXVII.
O -- Sttntario: El ahorro. - <o que lo
constituye.- Los hombres económicos y los pródigos.-
Ventajas y objeto del ahorro.- El lujo. -Cuándo apaiece
en las sociedades.-Las satisfacciones del cuerpo y las del
espíritu . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAP.SXVIII. . . . . . . . . . . . . . . . .
CAP.XXIX. - Sumario; Las cajas d e Ahorro. - Bene-
ficios que prestan á las clases trabajadoras. - Sociedades
de seguros. - El seguro sobre la vida, sobre incendios y
marítimos, etc., etc.-Sociedades mutualistas y socieda;
des cooperativas. - La Beneficencia pública: asilos y
hospitales. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAP. XXX. - Sumnrio: El progreso económico de
MCxico. - En qué consiste la riqueza de los pueblos. -
Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . .