Presidencialismo y Parlamentarismo en La Argentina
Presidencialismo y Parlamentarismo en La Argentina
Presidencialismo y Parlamentarismo en La Argentina
Argentina
Eduardo Duhalde
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I. Introducción
La deformación que padece nuestro sistema institucional con motivo de la gran concentración de
poderes que se ha operado en el Poder Ejecutivo Nacional, en los últimos tiempos, ha hecho que
algunas personalidades; como el ex presidente Eduardo Duhalde y Eugenio Zaffaroni, no cuando
fue constituyente en 1994 sino ahora que es juez dela Corte Suprema, propongan mutar nuestra
forma de gobierno presidencialista por otra parlamentaria.
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En el Consejo de Consolidación dela Democracia, el presidente Raúl Ricardo Alfonsín y uno de sus
principales asesores Carlos Santiago Nino, ya habían propuesto antes de la reforma constitucional
de 1994 una atenuación del presidencialismo y el iniciar un camino hacia un sistema mixto. Alguna
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de estas propuestas las hizo incorporar Alfonsín en el “Núcleo de coincidencia básicas” del Pacto
de Olivos a fines de 1993 y, más tarde, en la reforma constitucional de 1994.
Resulta curioso que las propuestas de modificación constitucional del presidencialismo, que se han
hecho y se hacen en nuestro país y en otros del continente, se han encaminado más a adoptar
instituciones de sistemas parlamentarios, vigentes en regímenes monárquicos o postmonárquicos
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europeos; que a volver a los postulados y las experiencias, del funcionamiento institucional, dela
Constitución Norteamericana, que fue el modelo de la nuestra de 1853 y de la casi totalidad de las
del continente americano, y que es la más antigua del mundo, ya que rige los destino del país del
norte desde 1789.
Nuestro punto de partida en este debate serán las necesidades que impulsaron a establecer las
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instituciones de nuestro régimen político, y las que nos mueven a proponer correcciones en su
funcionamiento o reformas en su diseño. La comparación con las instituciones o los sistemas
político-constitucionales, de otros países, lejanos o cercanos al nuestro; o la experiencia de su
funcionamiento, serán una referencia secundaria en este análisis.
El primer punto del Pacto de Olivos, firmado por Carlos Saúl Menem y Raúl Alfonsín (14 de
noviembre de 1993), que dio lugar a la reformala Constituciónde 1994, fue “La atenuación del
sistema presidencialista por medio de la incorporación de un Jefe de Gabinete o Ministro
Coordinador, con responsabilidades frente al Presidente y al Congreso”; con lo que se pretendió
cambiar la forma de gobierno presidencialista, basada en la división de poderes, por un sistema
mixto, semipresidencialista o semiparlamentario.
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pero en ambas circunstancias protege el normal funcionamiento de las instituciones. Un sistema
mixto estimula y a veces determina la constitución de alianzas, que siempre se conforman con la
debida transparencia, preservando las individualidades partidarias y excusando cualquier reparo de
legitimidad o de carácter ético, puesto que los acuerdos resultan de la naturaleza del sistema.”
Carlos Nino, su mentor, sostendría más adelante, que “La adopción de un sistema mixto de
gobierno, que permita que la Cámara de Diputados intervenga en la formación del gobierno y en un
control más estrecho de su ejercicio –entre otras reforma constitucionales de menor urgencia (…)-
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pueda permitir superar las características del todo-o-nada que tiene la competencia política y
sincronizar` con más fidelidad esa formación y ejercicio del gobierno con el resultado de la
deliberación colectiva.”
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Eduardo Duhalde, siendo presidente y después de serlo, afirma, también, que habría que “atenuar
el presidencialismo” y adoptar un sistema “parlamentarista”, como el de los países europeos.
presidencialismo fue iniciado por la convicción de que las disposiciones institucionales tienen un
impacto autónomo sobre la política y que la elección de un sistema presidencialista, parlamentario
o de algún otro tipo es de importancia fundamental, La contribución decisiva que promovió buena
parte del debate subsiguiente fue el ensayo seminal de Juan Linz, ‘Democracia presidencial o
parlamentaria: ¿hay alguna diferencia?’. Originalmente escrito en 1984, el texto argumentaba que
los sistemas presidencialistas son poco favorables a la construcción de democracias estables.”
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Esto abrió un debate en muchos países de la región, donde muchas veces las visiones partidistas
eclipsaban a las científicas. Antonio María Hernández recuerda las opiniones de Juan J. Linz,
Arturo Valenzuela y Alfred C. Stepan “(…) acerca de los problemas de gobernabilidad que
atribuyeron al presidencialismo, agravados por un sistema electoral proporcional para el poder
legislativo, lo que requería según estos autores, un cambio hacia el gobierno parlamentario, para
hacer más estables los sistemas políticos democráticos. Sin embargo, como lo indica Zovatto, este
tránsito no se produjo, como se resolvió especialmente en el referéndum convocado al respecto en
Brasil en 1993. Sólo se introdujeron algunas instituciones de tipo semiparlamentarias o
semipresidencialistas como la censura de ministros o la posibilidad de disolver el Parlamento como
respuesta a esta medida, como lo hicieron las Constituciones uruguaya de 1966, guatemalteca de
1985, colombiana de 1991, peruana de 1993, argentina de 1994, ecuatoriana de 1998 y
venezolana de 1999.”
Dieter Nohlen decía que había que “(…)adecuar los sistemas presidenciales latinoamericanos
mediante la delegación de las funciones del presidente en un primer ministro, quién tendría las
facultades siguientes: a) Ser el jefe de gobierno por delegación presidencial, fundamentalmente en
lo que se refiere a la coordinación del gabinete y de la administración del Estado; en consecuencia,
el presidente asumiría funciones de jefe de Estado, en donde jugaría un rol para buscar acuerdos
Mario Bunge acaba de sostener que “el presidencialismo es un cáncer que tiende a la metástasis
en toda la sociedad. Habiendo fracasado desde su origen, en 1776, es hora de reemplazarlo por el
parlamentarismo, el que invita a intensificar la participación, que es el carozo de la democracia
auténtica. Además, divide menos y cuesta mucho menos. Aliente el parlamentarismo y ahórrese
unos pesos” (La Nación 22 de julio de 2009)
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En la ola reeleccionista que campea, en estos tiempos, por Latinoamérica no faltan quienes
proponen el parlamentarismo, con la oculta o manifiesta intención, de conseguir la reelección. Este
año el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha dicho: “Ahora que estamos de regreso en el
Gobierno, si las condiciones lo permiten (de reformar la Constitución), sí, volvería a correr para
presidente” (…) “Y si no están presentes (las limitaciones en la Constitución), entonces estaría bien
actuando como primer ministro y luego volver a correr para presidente”, añadió el líder sandinista.
Expresó, además, que en una posible reforma constitucional establecerían la figura de “democracia
directa”, que consiste, dijo, en otorgarle el ejercicio del poder al pueblo. Indicó que el régimen de
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“democracia directa” conllevaría, sin embargo, a “acabar con el régimen presidencialista y
establecer el régimen parlamentario”.
propuesto y su consejo de ministros debe ser votada por la mayoría del parlamento (en Gran
Bretaña sólo dela Cámarade los Comunes) y su permanencia dependerá del éxito que tenga en los
“votos de confianza”, que el primer ministro pide a las cámaras cuando tiene que tomar decisiones
importantes, o los “votos de censura”, que propone la oposición, al Parlamento, que si son
aprobados obligan a renunciar gobierno y el jefe de Estado debe proponer al órgano legislativo a
otro jefe de gobierno. Si fracasa esta y otras propuestas, por no tener mayoría en el parlamento,
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El sistema presidencialista, adoptado por nuestra Constitución, y que Woodrow Wilson llamó con
más propiedad “gobierno congresional” , es el diseñado porla Constitución Norteamericana en
1787, donde hay una bien delimitada división de poderes; con un Congreso, ocupado
El Congreso, que enla Cámarade Diputados y en el Senado representan al cuerpo electoral y a las
provincias, que votan a sus integrantes, controla al Presidente, que es al mismo tiempo jefe de
gobierno y jefe de estado; y los jueces tienen también a su cargo el control de la supremacía de la
constitución sobre las leyes y los actos que dictan los tres poderes del Estado. Los jefes de los
partidos políticos tienen más poder en los sistemas parlamentarista, porque en ellos acuerdan la
designación de los ministros, que en los presidencialistas, donde los congresistas no dependen
tanto de los partidos, como de los bloques legislativos y, cuando no hay “listas sábana”, del interés
de sus votantes.
Diego Valadés ha dicho que “Los elementos comunes que pueden apuntarse como comunes a los
países latinoamericanos y que contribuyeron al desarrollo del poder presidencial durante el siglo
XIX con: 1º Tradición indígena; (virtualmente inexistente en los países llamados ahora del cono
sur); 2º Afirmación del poder nacional; 3º Tendencias federalistas y centralista; 4º Poder de la
Iglesia; 5º Sistemas electorales; 6º Organización social; 7º Responsabilidad política del Ejecutivo;
8º Presiones externas; 9º Inestabilidad institucional; 10º Incultura política.”
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César Enrique Romero decía que “Entre los factores que inciden en el desmesurado crecimiento
del Poder Ejecutivo (…) pueden (…) anotarse los siguientes: a) frecuencia de los estados de
emergencia. b) facultades militares; c) la conducción de las relaciones internacionales; d) política y
planes de progreso económico y social; e) dirección burocrática; f) delegación de funciones
legislativas; g) crisis del parlamento y de los partidos políticos; h) centralización de los estados
(decadencia del federalismo); e) lucha contra los grupos de presión; j) liderazgo y jefatura del
estado; k) progreso técnico y científico; l) masificación e industrialización de la sociedad actual; ll)
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funcionamiento del Estado moderno (planificación).”
En Chile en 1891 hastala Constituciónde 1925 hubo otra experiencia frustrada de parlamentarismo,
pero, como en el caso anterior, se volvió al presidencialismo.
Marcial Rodríguez Saldaña tiene dicho que: “En América Latina existen regímenes políticos con
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características parlamentarias, entre ellos se encuentran: Perú (artículos 225 y 226), el voto de
censura no obliga a la renuncia del primer ministro o consejo de ministros censurados; Ecuador
(artículo 59), la censura es el resultado de la resolución de un juicio político; Panamá, la censura
de dos tercios de la asamblea, a pesar de no estar especificado, produce la renuncia del ministro
(artículo 155.7); Uruguay, la censura produce la renuncia de uno a todos los ministros (artículos
147 y 148) y disolución de cámaras; Venezuela (artículo 153.2), el voto de censura produce la
remoción de los ministros; Bolivia, existe censura ministerial (artículo 70) individual o colectiva; El
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“La disolución de la Cámara de Diputados se encuentra prevista en Perú (artículos 227-229), luego
de tres censuras del Consejo de Ministros; en Paraguay (artículo 182) en forma discrecional del
presidente y en Uruguay (artículos 147 y 148)”
En Argentina, durante el débil gobierno del presidente Luis Sáenz Peña se formó, entre el 4 de julio
y el 12 de agosto de 1993, un “gabinete” encabezado por el ministro Aristóbulo del Valle, que
pretendió funcionar como en los sistemas parlamentarios, pero no cuajó. Enla Convención
Constituyentede 1957 hubo un proyecto de constitución parlamentarista del Partido Comunista que
nunca se trató. En la reforma constitucional de 1994 se creó el cargo de Jefe de Gabinete de
Ministros, para atenuar el “presidencialismo”, con la misión de coordinar a los ministros, informar
todos los meses la acción de gobierno a las cámaras del Congreso, el que puede hacerlo renunciar
por un voto de censura, pero el presidente siguió siendo tan fuerte como antes. No se dispuso que
Nuestra cultura y tradición política está ligada fuertemente al liderazgo presidencial, que se
encuentra fielmente representada en el modelo político adoptado porla Constituciónde 1853, donde
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las decisiones más importantes, que son sancionar las leyes y los Códigos de fondo, las toma el
Congreso, que es cualitativamente el primero de los poderes, razón por la cualla Constituciónlo
trata en primer término, y en el texto actualmente vigente lo hace en 43 artículos, un tercio de los
que tiene nuestra Ley Fundamental.
El Presidente, jefe de estado y de gobierno, dirige la administración del Estado y aplica la ley, con
el apoyo de la fuerza pública, y la mayor cantidad de los recursos del presupuesto, apoyado por
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distintas y diversas reparticiones y una cantidad importante de personal. El Poder Judicial controla,
nada menos, que la constitucionalidad de las leyes y actos de gobierno, resuelve los conflictos que
afectan los derechos de las personas y los que se suscitan entre estas y distintos entes del Estado.
Juan Bautista Alberdi decía respecto del poder ejecutivo que “(…) es uno de los rasgos en que
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nuestra Constitución hispano-argentina debe separarse del ejemplo de la Constitución federal de
los Estados Unidos.” Agregaba: “(…) queremos que el poder ejecutivo de la democracia tenga la
estabilidad que el poder ejecutivo realista (…) En cuanto a su energía y vigor, el poder ejecutivo,
debe tener todas las facultades que hacen necesarias los antecedentes y las condiciones del país
y la grandeza del fin para el que es instituido.” Sentenciaba, por fin, que “Yo no vacilaría en
asegurar que de la constitución del poder ejecutivo especialmente depende la suerte de los
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Estados de la América del Sud (…) Lo peor del despotismo no es su dureza, sino su
inconsecuencia, y sólo la Constitución es inmutable. Dad al poder ejecutivo todo el poder posible,
pero dádselo por medio de una constitución.”
La Constituciónde Chile de 1833 le ha dado el “orden y la paz” y “Lo ha dado por medio de un
poder ejecutivo vigoroso, es decir, de un poderoso guardián del orden –misión esencial del poder,
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(…)”
1. El presidente argentino duraba 6 años en su cargo y no podía ser reelegido sino pasado un
período (art.71º dela Constituciónde 1853), el del país del norte duraba 4 y podía ser reelecto
(artículo II Sección I. 1 de la de Estados Unidos), hastala Enmienda XXI(1951) que sólo lo permitió
por una sola vez.
3. Nuestro presidente concluye y firma tratados internacionales, con la aprobación del Congreso
(art. 64º inciso 19 y 83º inciso 14); el de Estados Unidos con consulta y aprobación del Senado,
con el voto de las dos terceras parte de los presentes (Art. I Sección II, 2).
4. En nuestro país el presidente debía pertenecer a la religión católica, apostólica y romana (art.
73º) y juraba por Dios y los Santos Evangelios (art.77º), porque ejercía el patronato nacional, para
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proponer la designación de los obispos de las iglesias catedrales (art. 83º inc. 8), y concedía el
pase o exequátur de los documentos dela Iglesia(art. 83º inc. 9). Estas atribuciones las tuvo hasta
que se firmó en 1966 el Acuerdo conla Santa Sedey se las suprimió en el Texto de nuestra Ley
Fundamental en la reforma de 1994. Las mismas nunca las tuvo el presidente norteamericano.
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6. Nuestro presidente era asistido por cinco ministros (art. 84º, en la reforma de 1898 se subió a 8 y
en la de 1994 se dejó que la ley fijara el número), que refrendan y legalizan con su firmas los actos
que emite, y de los que son responsables solidariamente (art. 85º), que pueden asistir a las
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sesiones del Congreso y formar parte de sus debates, pero no votar (art. 89º), o ser llamado por
alguna de las cámaras para recibir explicaciones e informes que estime convenientes,
procedimiento que los reglamentos internos de las mismas denominan interpelación (art. 60º);la
Constituciónde Filadelfia no preveía este tipo de funcionarios y procedimientos, aunque en la
práctica constitucional el primer mandatario es asistido por secretarios, que designa con acuerdo
del Senado, y que atienden los distintos departamentos de estado.
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7. El presidente argentino “Expide las instrucciones y reglamentos que sean necesarias para la
ejecución de las leyes” (art. 83º inc. 2) y participa de la formación de las mismas, las sanciona y
promulga (art. 83º inc. 3); estas facultades no están previstas en la Carta Fundamental de Estados
Unidos, que sólo dispone que el presidente “cuidará de que las leyes tengan su debido
cumplimiento” (art. II Sección III). Ambas Constituciones prevén que el presidente puede aprobar y
promulgar las leyes expresamente o en forma tácita, transcurrido el plazo de diez días (art. 67º
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dela Argentina y art. I Sección VII 2 de país del norte). Pueden, además, observar las leyes
sancionadas por el Congreso, el que a su vez puede insistir con el voto de los dos tercios de
ambas cámaras para ser sancionadas y promulgadas (Art. 69º dela Constitución Nacional y art. I
Sección VII 2 de la estadounidense).
8. Nuestro presidente declara el estado de sitio, instituto no previsto enla Constituciónde Estados
Unidos y que nuestros constituyentes tomaron dela Constituciónde Chile de 1833, en caso de
ataque exterior, con acuerdo del Senado, y en caso de conmoción interior cuando está en receso
el Congreso (Art. 83º inciso 19).
9. El presidente en los Estados Unidos puede mandar suspender la ejecución de las sentencias y
concede indultos por delitos federales (art. II Sección II 1); en cambio en nuestro país puede
indultar y, además, conmutar penas, también por delitos federales (art. 83º inciso 6).
10. El Congreso de los Estados Unidos declara la guerra (Art. I Sección VIII 11), en cambio en
nuestra Constitución lo tiene que hacer el presidente, con autorización del Congreso, que declara
la guerra o hace la paz (Arts. 83º inciso 18 y 64º inciso 23).
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1. El artículo 90 que redujo el mandato del presidente y vicepresidente de la Naciónde 6 a4 años y
permitió la reelección por el siguiente período tanto del presidente como del vicepresidente,
entendiéndose por la Cláusula TransitoriaNovena que: “El mandato del presidente en ejercicio al
momento de sancionarse esta reforma deberá ser considerado como primer período.” Por la
Décima se dispuso, además, que “Los mandatos del presidente de la Nación que asuma su cargo
el 8 de julio de 1995, se extinguirán el 10 de diciembre de 1999.”
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2. Los artículos 94 al 98 cambiaron el sistema de designación del presidente y vicepresidente dela
Naciónpor colegios electorales que los distritos (provincias y la capital federal) elegían por el
sufragio popular, en número igual de electores al doble de los diputados y senadores que el mismo
mandaba al Congreso, por la elección en voto directo de los ciudadanos de los distritos, y con
doble vuelta entre las dos fórmulas que tengan mayor cantidad de sufragios, en caso que la que
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obtenga la mayoría de sufragios no alcance el 45 por ciento de los votos emitidos válidos en la
primera vuelta, o, si obtiene más del 40 por ciento no tenga una diferencia de votos emitidos
válidos de más del 10 por ciento respecto de los obtenidos por la segunda fórmula.
3. La de los artículos 99, inciso 7, 100 y 101 que crearon el cargo del jefe de gabinete de ministros
designado y removido por el presidente, aunque también puede hacerlo el Congreso mediante el
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voto de censura (art. 101), y puede ser destituido por juicio político (art. 53). Tiene, además
de “responsabilidad política ante el Congreso de la Nación”, las siguientes funciones:
“Artículo 100: (…)1. Ejercer la administración general del país.(…)”2. Expedir los actos y
reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le atribuye este artículo y
aquellas que le delegue el presidente dela Nación, con el refrendo del ministro secretario del ramo
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“Artículo 101. El jefe de gabinete de ministros debe concurrir al Congreso al menos una vez por
mes, alternativamente a cada una de sus Cámaras, para informar de la marcha del gobierno, sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 71. Puede ser interpelado a los efectos del tratamiento de
una moción de censura, por el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de
cualquiera de las Cámaras, y ser removido por el voto de la mayoría absoluta de los miembros de
cada una de las Cámaras.”
4. Los artículos 99 inciso 3, y 100, inciso 13, autorizaron al presidente de la Nación, en acuerdo de
ministros, a legislar mediante decretos por razones de necesidad y urgencia, “cuando
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circunstancias excepcionales hicieren imposible seguir los trámites ordinarios previstos en la
Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal,
tributaria, electoral o de régimen de los partidos políticos”.
5. Se autorizó, por los artículo 76 y 100, inciso 12, la delegación de potestades legislativas del
Congreso al Poder Ejecutivo en materias determinadas de administración o de emergencia pública,
con plazo fijado para su ejercicio y dentro de las bases de la delegación que el
Congreso establezca.La Corte Supremade Justicia dela Naciónen distintos pronunciamientos había
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admitido este tipo de delegaciones antes de que de la reforma constitucional, con un criterio más
amplio quela Corte Supremade los Estados Unidos.
6. El artículo 99, inciso 4, y 114 limita la potestad del presidente respecto de nombrar a los jueces
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dela Corte Supremade Justicia, ya que debe hacerlo con el acuerdo del Senado, en sesión pública,
que desde la reforma requiere el voto de los dos tercios de los miembros presentes. Que para
nombrar a los jueces federales inferiores el presidente lo debe hacer en base a una propuesta
vinculante en terna del Consejo dela Magistratura, en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de
los candidatos, y el acuerdo del Senado no requiere los dos tercios de votos, pero también tiene
que hacerse en sesión pública. Los magistrados que cumplan los 75 años necesitarán ser
nuevamente nombrados y el Senado deberá prestarle igual acuerdo, y se harán por cinco años,
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debe ser designado por el Poder Ejecutivo. La principal misión de este Consejo es seleccionar
mediante concurso públicos a los postulantes a jueces inferiores..
8. El artículo 120 crea el Ministerio Público como un órgano extrapoder independiente del Poder
Ejecutivo y del Poder Judicial, con autonomía funcional y autarquía financiera, que tiene por
9. La Auditoría Generalde la Nación, creada por la ley 24.156, dos años antes de la reforma de
1994, se incorpora a la Constituciónen el artículo 85, y tiene “a su cargo el control de legalidad,
gestión y auditoría de toda la actividad de la administración pública centralizada y descentralizada,
cualquiera fuera su modalidad de organización y las demás que la ley le otorgue.”
11. El presidente de la Naciónpuede promulgar las leyes parcialmente, cuando las observaciones o
veto a las mismas, según el artículo 80 de la Constitución, sea también parciales, siempre que lo
que se promulgue tenga “autonomía normativa y su aprobación parcial no altere el espíritu ni la
unidad del proyecto sancionado del Congreso.”
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12. No puede, sin embargo, vetar, de acuerdo con el artículo 40, la ley de convocatoria a una
consulta popular vinculante sancionada por Congreso, a iniciativa de la Cámarade Diputados. “El
voto afirmativo del proyecto por el pueblo lo convertirá en ley, y su promulgación será automática”,
lo que significa que tampoco podrá ser vetada.
13. El artículo 75 inciso 31 estableció que el Congreso debe “disponer la intervención federal a una
provincia o a la ciudad de Buenos Aires. Aprobar o revocar la intervención decretada, durante su
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receso, por el Poder Ejecutivo.”Antes de l994 muchas veces el Poder Ejecutivo decretó la
intervención federal a las provincias.
14. La Constitución reformada reconoce que las autoridades provinciales y municipales conservan
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los poderes de policía o imposición sobre los establecimientos de utilidad nacional, en tanto que no
interfieran en el cumplimiento de sus fines específicos, en el inciso 30 del artículo 75. Esto no
estaba claro antes de la reforma.
15. Según el artículo 124, las provincias pueden celebrar convenios internacionales en tanto no
sean incompatibles con la política exterior dela Nacióny no afecten facultades delegadas al
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16. El artículo 125 dispone que “Las provincias y la ciudad de Buenos Aires pueden conservar
organismos de seguridad social para los empleados públicos y los profesionales”, lo que pone
límite al sistema previsional que administra o controla organismos administrativos dependientes del
Poder Ejecutivo Nacional.
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18. Otra limitación que alcanza al presidente y a quienes de él dependen es la del artículo 36 que
dispone que el Congreso de la Naciónsancionará una “ley de ética pública para el ejercicio de la
función”. La ley 25.188, que cumple con esta disposición de nuestra Ley Fundamental y creala
Comisión Nacional de Ética Pública de once miembros, uno de los cuales lo designa el Poder
Ejecutivo Nacional; establece los deberes y pautas de comportamiento ético, establece el régimen
de declaraciones juradas patrimonial integral, incompatibilidades, conflicto de intereses, régimen de
obsequios a funcionarios públicos y sustituye e incorpora disposiciones al Código Penal.
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aprobados enla Convenciónde Santa Fe – Paraná, que hemos descripto anteriormente, y de la
forma en que se reglamentaron y se desenvolvieron los institutos allí creados o modificados. En
principio, adelanto, mi juicio negativo, porque no se consiguió dicho objetivo, sino porque el
presidente está más fortalecido que nunca y se le amplió el plazo en que puede permanecer en su
cargo y sus atribuciones, especialmente de legislar.
No se tuvo en cuenta el profundo arraigo que el presidencialismo tuvo y tiene en nuestra tradición
institucional y política y se subordinaron las reformas a las necesidades de la lucha política del
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momento, como fueron la reelección del entonces presidente Menem y la reivindicación de
Alfonsín, que luego de renunciar como presidente dela Naciónantes de terminar su mandato en
1989 por la crisis hiperinflacionaria que estalló en ese momento, pretendía volver a liderar el
partido que presidía,la Unión CívicaRadical, y a la oposición. Por ello es que propuso en el Pacto
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de Olivos, a cambio de la reelección del presidente Menem, algunas reformas como la
incorporación del “tercer senador” (art. 54) y adjudicar la presidencia dela Auditoría Generaldela
Nacióna la segunda mayoría del Congreso (art. 85), que favorecían ala UCR. Esteacuerdo se
concretó en un “núcleo de coincidencias básicas” que se aprobó enla Convenciónen una sola
votación, atento la desconfianza se que tenían los signatarios del Pacto de Olivos, ya que temían
que si lo acordado se aprobaba, en la votación en particular, por el procedimiento ordinario, o sea
artículo por artículo, algo de lo acordado no se aprobara.
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No hay duda que había que adecuar una Constitución, que se sancionó cuando el país tenía
menos de un millón de habitantes y que en la última década del siglo XX tenía más de treinta
millones, y que era gobernado por un Estado mucho más complejo. Además, los presidentes se
habían arrogado en los últimos años atribuciones legislativa, que no les reconocía el texto dela
Constitución, como la de legislar mediante decretos por necesidad y urgencia, o mediante la
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Por otra parte, el Poder Ejecutivo habían ejercido una indebida ingerencia en el Poder Judicial,
El primer defecto de la reforma fue, lo que realmente la impulsó: la reelección presidencial, el haber
alargado de6 a8 años la permanencia del presidente en su cargo, con una elección intermedia a
los 4 años, que le otorga una ventaja electoral, indudable, a quién detenta en ese momento el
poder, y el hacer aplicable esta disposición al presidente Menem que estaba en ese momento en
ejercicio de su mandato. Este presidente gobernó 8 años y medio, habilitado porla
Esto motivó que varias provincias siguieran el mal ejemplo y que establecieran en sus cartas
constitucionales que sus gobernadores podían ser reelegidos indefinidamente. El triunfo de la
oposición, encabezada por el obispo emérito de Iguazú, Joaquín Piña, en la provincia de Misiones
en 2006, puso límites a este absurdo.
También el mandato del presidente Néstor Kirchner y del vicepresidente Daniel Scioli se extendió a
cuatro años y poco más de seis meses, desde el 25 de mayo de 2003 al 10 de diciembre del 2007,
por el inconstitucional artículo 4º de la ley de acefalía 20.972, modificado por la 25.716, que les
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permitió asumir, como presidente y vicepresidente provisionales, antes de comenzar su mandato
de cuatro años.
El Jefe de Gabinete de Ministros fue otro de los fracasos de la reforma, ya que el mismo no sirvió
para atemperar el poder del presidente, ni para que el Poder Ejecutivo tenga una mejor relación
con el Congreso, ni con la oposición, ni que sirva para superar crisis, como lo demostró en la de
diciembre de 2001.
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Quienes ejercieron ese cargo lo convirtieron en algunos casos en una suerte de ministerio de
coordinación de las demás carteras, en otros como árbitro de las rencillas y disputas entre los
ministros y otros en una especie de vocero del Poder Ejecutivo. Por delegación en las leyes que
aprobaban los presupuestos anuales y luego por la modificación que se hizo en el artículo 39 dela
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Leyde Administración Financiera Nº 24.156, se le autorizó al Jefe de gabinete a cambiar el destino
de los fondos de las partidas presupuestarias, lo que significó hacerlo responsable del ejercicio de
los “superpoderes”, que luego de la crisis de 2001 fueron muy importantes por que los
presupuestos fueron calculados en cifras de ingresos muy inferiores a los que realmente se terminó
recaudando en el Tesoro dela Nación.
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El voto de censura no sólo nunca fue usado sino que tampoco se estableció el procedimiento para
su tramitación en los reglamentos internos de las dos cámaras. Las “interpelaciones” no se hacen
en la forma que están prevista enla Constitución(art. 71 y 101 dela Constitución) y en los
reglamentos de las cámaras desde hace medio siglo.
Sobre el rol institucional del jefe de gabinete Carlos Fernando Hesslegrave tiene dicho que: “la
Procuración (del Tesoro) infiere que el (papel) desempeñado por el Jefe de Gabinete, si bien con
ciertas competencias específicamente discernidas en el texto constitucional, constituye uno más
entre los Departamentos de Estado regulados por los arts. 102 a 107 de la Constitución. En
consecuencia, no cabe interpretar la existencia de una jerarquía de éste sobre “los demás
ministros secretarios”, de conformidad con lo prescripto por el art. 100 de la citada.” Por ello no
puede resolver recursos jerárquicos en contra de decisiones de los demás ministros. No puede
exigirles a los mismos el refrendo de los decretos ni removerlos por no hacerlo.
El presidente mantiene la jefatura de estado y de las fuerzas armadas y desde la reforma del 94,
también, la jefatura de gobierno (artículo 99 inciso 1). Se suprimió lo de jefe inmediato y local de la
Capital Federal; y ya no “tiene a su cargo la administración general del país”, como rezaba el
artículo 86 inciso 1 del anterior texto, sino que es “(…)responsable político de la administración
Las reuniones de gabinete de ministros no se hace desde hace años, y el refrendo o firma de los
decretos por los ministros se hacen antes que ponga su firma el presidente.
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autorizarle a dictar decretos de necesidad y urgencia y permitir que el Congreso delegara sus
funciones de legislador, con muy pocas limitaciones, y dejar que el Congreso reglamentara la
legitimación de esos actos legislativos, el plazo de su vigencia y la composición y procedimiento
dela Comisión BicameralPermanente encargada de este control. La reglamentación, promulgada
recién en 2006, de la ley 26.122 hizo que se integrara dicha Comisión, con mayoría oficialista, y
permitió que se ratificaran todos los decretos que les envió el Ejecutivo.
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fijado por la cláusula transitoria 8ª, fue prorrogado y la legislación ratificada en varias
oportunidades, por la ley 25.148 de 1999, 25.645 del 2002, en el año 2004 se dictó la ley 25.918, y
26.135 del 2006. Dicha prórroga caduca el 24 de agosto de 2009. Se calcula que se trata de 1901
leyes, de jure y de facto, y que estas prórrogas terminaran cuando este elaborado y aprobado por
DD
el Congreso el Digesto Jurídico Argentino previsto en la ley 24.967.
El haber previsto enla Constituciónel dictado de una ley de coparticipación federal (art. 75 inc. 2 y 3
y Disposición Transitoria 6ª.), que debe sancionar el Congreso y todas la legislaturas provinciales
(antes de terminar el año 1996), y el no haber dispuesto un nuevo ordenamiento fiscal de nuestro
federación, siguiendo el criterio originario de nuestra Constitución; el de su modelo,la Constitución
Norteamericana; y el de nuestro vecino,la Federación Brasilera; de fuentes tributarias separadas,
LA
Todo esto, y el uso abusivo que han hecho los sucesivos primeros mandatarios de estas
potestades y atribuciones, ha significado que en vez de atemperar el presidencialismo se ha
agravado el hiperpresidencialismo, y el Poder Ejecutivo es ahora más poderoso y despótico que
antes de la reforma.
La creación del Ministerio Público extra poder fue un acierto, ya que independizó al Ministerio
Fiscal de la dependencia del Poder Ejecutivo y del Judicial, y le dio mayor libertad para “la
OM
También fue un acierto la creación del Consejo de la Magistratura, ya que permite una mejor
selección de los candidatos a jueces inferiores de la Nación. Sinembargo, se le dieron excesivas
competencias, que le fueron sustraídas a la Corte Supremade Justicia, lo que puso en duda el
carácter de órgano superior del Poder Judicial que claramente el artículo 108 de la Constituciónle
reconoce a este Tribunal. No era necesario que este organismo administre los recursos y ejecute el
presupuesto que la ley asigna a la administración de justicia, ni que se le diera facultades
disciplinaria sobre los magistrados, ni que se le autorizada a dictar “los reglamentos relacionados
con la organización judicial y todos aquellos que sean necesarios para asegurar la independencia
.C
de los jueces y la eficaz prestación de los servicios de justicia” (art. 114 incisos 3, 4 y 6). Las leyes
24.937 y 24.939 acertaron al crearla Escuela dela Magistratura (art. 7 inciso 11), que había omitido
el texto del 94, aunque nunca alcanzan los recursos, del abultado presupuesto que se le asignó al
Consejo, para darle la jerarquía que merece. Los consejero que lo integran, según dichas leyes
DD
reglamentarias, inexplicablemente no integran los tribunales de concurso que seleccionan a los
magistrados, sino que sólo nombran a sus integrantes y aprueban los concursos que los mismos
llevan a cabo. Además, hacen uso de un poder discrecional para determinar el puntaje final de los
postulantes, más allá de los antecedentes y la oposición, competencia que en realidad le
corresponde al Senado al momento de prestar acuerdo.
Opino que el Poder Ejecutivo no debe designar a uno de los consejeros como establecen las leyes
LA
24.937 y 24.939 en su artículo 2 inciso 5. La última ley reglamentaria, Nº 26.080, del 2006, cambió
la composición del Consejo, reduciéndolo de20 a13 miembros, dejó afuera al ministro dela Corte
Supremade Justicia dela Nación, que lo integraba y presidía, y rompió el equilibrio que
trabajosamente se había conseguido por las leyes 24.937 y 24. 939, no solamente por la nueva
composición, sino también por los legisladores del oficialismo que se designaron para que lo
integraran y que lo hicieron con un desembozado propósito político. Esto ha plateado un grave
FI
problema en el funcionamiento del Poder Judicial, que se encuentra con una gran cantidad de
cargos vacantes, que son indispensables para el buen funcionamiento del servicio de justicia, y con
jueces denunciados o presionados ente y por dicho Consejo.
según el artículo 114 inc. 5 dela Constituciónactúa ante el mismo como órgano acusador, lo que
podría haber estado a cargo del Ministerio Público fiscal. La ley 26.080 le redujo el número de
consejeros de9 a7, dándole preponderancia al sector político adepto al gobierno y haciéndolo un
órgano no permanente, sino que se constituye periódicamente.
Es correcta la incorporación ala Ley Fundamentaldel Defensor del Pueblo, un órgano de control,
que facilita más que limita, una mejor administración de los asuntos públicos.
OM
Debió ser más preciso el constituyente en la atribución que se le dio a las provincias de firmar
convenios internacionales, especialmente en lo referido al alcance del conocimiento que debe
darse de los mismos al Congreso y de las incompatibilidades con la política exterior, las facultades
delegada y al crédito público dela Nación. Esteinstituto no ha sido reglamentado ni utilizado hasta
ahora.
La creación de la ciudad autónoma de Buenos Aires en territorio de la provincia del mismo nombre,
.C
actualmente federalizada por ser capital federal, merece como elogio el que le haya permitido tener
un gobierno elegido por el pueblo; pero como crítica el haberle conferido un impreciso status
institucional, que en parte se parece a un municipio y en parte a una provincia, y por no haber sido
claro en lo referido al necesario traspaso de los servicios locales (justicia, policía, etcétera) para
que sean atendido con el presupuesto de dicha ciudad. El no haber previsto que la justicia de la
DD
ciudad aplique los códigos de fondos (art. 75 inc. 12 dela Constitución) hace que todo el país deba
seguir sosteniendo lo que se ha dado en llamarla Justicia Nacional, como parte dela Justicia
Federal, y ha hecho imposible su traspaso a la ciudad.
El haber plasmado enla Constituciónlas disposiciones que surgen del Acuerdo conla Santa Sedede
1966, también son positivas, como lo son las que derivan dela Leyde Ética Publica.
LA
VIII. Conclusión
César Enrique Romero ya decía, citando a Maurice Duverger, que “En adelante es técnicamente
necesario un Ejecutivo fuerte para asegurar la gestión de un aparato de producción mitad público y
mitad privado. Por flexible e indicativa que fuere, la planificación exige un gobierno firme y estable.
FI
Incluso en la derecha se habla de economía “concertada”; pero no hay concierto alguno sin director
de orquesta y el Ejecutivo es el único que puede desempeñar tal papel (…) Si el gobierno
permanece débil e inestable, o no se dirigirá al concierto económico, o se dirigirá por los altos
funcionarios. El Ejecutivo sin poder ni prestigio en el que sueñan los republicanos tradicionales
hace el juego de las fuerzas económicas privadas o de las camarillas tecnocráticas. En un Estado
débil no es posible la planificación y aún suponiendo que lleguen a definirse objetivos conforme al
Pero, lamentablemente, la práctica institucional y las reformas de 1994, han distorsionado este
equilibrio, y el Congreso ha declinado sus competencias legislativas, con el pretexto de las
“emergencias”, y pretende atribuirse funciones judiciales, como lo ha hecho al pretender anular
leyes, como las de obediencia debida y punto final, y crear una nueva instancia judicial, mediante
el juicio político a los ministros dela Corte Suprema-como ocurrió con la remisión de los jueces
Eduardo Moliné O’ Connor y Antonio Boggiano- considerando “mal desempeño” a los criterios
sostenidos en el contenido de sus sentencias.
El Presidente legisla a piacere haciendo uso de la delegación que le hace el Congreso o mediante
decretos de necesidad y urgencia, aunque la presidenta Cristina Fernández de Kirchner lo haya
hecho muy pocas veces. La ley 26.122 que reglamentó el trámite dela Comisión Bicameral
El Jefe de Gabinete decide sobre los cambios de destinos de las partidas del presupuesto, por
delegación del Poder Legislativo o por lo dispuesto enla Leyde Administración Financiera (Art. 39).
Los jueces, por fin, muchas veces han hecho la vista gorda a estos desvíos y abusos de poderes.
Más que el mal funcionamiento de la jefatura de gabinete, el “doble comando”, inaugurado por el
matrimonio Kirchner, ha desprestigiado institucionalmente a nuestro presidencialismo,
OM
supuestamente atemperado por la reforma de 1994, pero ambas cosas nos han permitido
demostrar que, en nuestro sistema, no puede haber dos personas que tengan la decisión ejecutiva,
y que el parlamentarismo, de imponerse alguna vez, sería un experimento por demás desastroso.
Por suerte, en la reforma de 1994, no se intentó parlamentarizar nuestro sistema judicial; creando
una Corte Constitucional o intentar, de algún otro modo, concentrar en algún órgano el control de
constitucionalidad.
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El resultado de todo esto es la inseguridad jurídica y la desconfianza en las instituciones.
Con Ricardo Haro estamos de acuerdo que con las reformas de 1994 “(…) no sólo no se cumplió el
objetivo propuesto (de atenuar el presidencialismo), sino que por el contrario, paradójicamente se
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acentuó, se acrecentó aún más el fortalecimiento de la figura presidencial”