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Zygmunt Bauman divide su libro “Vida de consumo” en cuatro capítulos: 1) Consumismo

versus consumo, 2) Una sociedad de consumidores, 3) Cultura consumista, 4) Daños


colaterales del consumismo

1-La metáfora de la liquidez intenta demostrar la inconsistencia de las relaciones humanas en


diferentes ámbitos, como en lo afectivo y en lo laboral. Las redes sociales juegan su parte en
ello, ya que nos permiten conectarnos con todos, pero a la vez desconectarnos cuando
queramos: un clic representa un muro o un puente en las relaciones humanas. La sociedad
líquida está en cambio constante, lo que genera una angustia existencial, donde parece no
haber sentido cuando se trata de construir nuevas cosas, ya que el tiempo y la propia
modernidad impulsarán su desintegración.

2-Sin embargo, esto aún no es lo más decisivo, “el secreto mejor guardado de la sociedad de
consumidores” es que recompensará a todo individuo que participe de su lógica consumista
con la inclusión social, pero no sin antes hacerle pagar el mayor costo de todos: transformarlo
a él mismo en un atractivo producto de consumo.

La característica más prominente de la sociedad de consumidores –por cuidadosamente que


haya sido escondida o encubierta- es su capacidad de transformar a los consumidores en
productos consumibles (p. 26).

3-la capacidad esencialmente individual de querer, desear y anhelar debe ser separada
(“alienada”) de los individuos (…) debe ser reciclada/reificada como fuerza externa capaz de
poner en movimiento a la “sociedad de consumidores” y mantener su rumbo en tanto forma
específica de la comunidad humana. (p. 47)

Sin embargo, esta separación del deseo del individuo no es predominantemente conseguida
por medio de una coerción sobre él, sino a través de la estimulación, multiplicación y
seducción de sus apetitos y deseos ante la oferta publicitada de incontables y exaltados
productos de consumo que, bajo una ilusoria promesa de felicidad y satisfacción, ofrecen la
posibilidad de construir la propia identidad bajo la aceptación y pertenencia en la vida social
con los otros.

4-A pesar de la frustración posterior ante lo exagerado y la engañosa publicidad de la promesa


de estas oportunidades, no hay una toma de conciencia o aprendizaje tras las múltiples
experiencias de error, sino más bien un olvido sistemático. Este olvido queda garantizado por
la inmensa oferta de nuevos productos a consumir, las nuevas “oportunidades de felicidad”
por perseguir y la habituación (reafirmada por quienes mismo venden dichas oportunidades)
de desechar rápidamente aquello que resulta ya frustrante u obsoleto. En efecto, no se
comprende plenamente el salto de uno a otro punto de consumo sin la contraparte de una
facilitada eliminación de lo adquirido (lo nuevo es exaltado y valorado, lo viejo o antiguo
despreciado e impulsado al desecho y recambio).

5-De este modo, sin embargo, el sentimiento de pertenencia resulta siempre ilusorio al estar
fundado en una lógica de consumo en el que el trato de unos con otros no es sino un
constante consumir y desechar. Esto resume en buena medida lo que Bauman considera
finalmente uno de los principales “daños colaterales” de la sociedad en que vivimos, a saber,
que nuestra “vida de consumo” establece y asegura “la transformación total y absoluta de la
vida humana en un bien de cambio” (p. 162).

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