Luis
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Luis
Ahora deseo citar algunas palabras de Spurgeon, que sé que pondrán a muchos de pie:
Los defectos físicos dan lugar a la duda acerca de la vocación de algunos hombres excelentes
… Cuando el Señor se propone que una criatura corra le da piernas ligeras, y si se propone
que otra criatura predique, le dará pulmones a propósito para ello. Un hermano que tenga que
pararse en la mitad de una frase, para dar aire a sus pulmones, debe preguntarse a sí mismo,
si no hay alguna otra ocupación que le sea más adecuada. Un hombre que apenas puede ter-
minar una frase sin molestia, con dificultad puede ser llamado a “clamar en voz alta sin cesar”.
Puede haber excepciones; pero ¿no es de peso la regla general? Los hermanos que tienen
bocas defectuosas y una articulación imperfecta no están por lo común llamados a predicar el
evangelio. Esto mismo se aplica a los hermanos que carecen de palabras o de un perfecto
tono. Según Orlando Costas el estilo retórico se determina por la cultura, el contenido del men-
saje y la personalidad del comunicador, en este caso del predicador.
Las cinco congregaciones a las cuales se enfrenta un predicador son según él:
1. La que es apática Es totalmente neutral al escuchar el mensaje. El predicador tiene que lla-
mar la atención de ésta con la variación y con un mensaje del día.
2. La que es crédula No rechaza la predicación porque cree en lo que dice el predicador. El
tiene que vivir los diferentes personajes que predica y revelarlos ante la congregación.
3. La que es hostil Desconfía tanto del predicador como de lo que está predicando. El predi-
cador no puede ser agresivo, dogmático, controversial o entrar en polémicas. Debe evitar el
hablar con el pastor antes del culto en la oficina. Tampoco debe dialogar con el ministro o con
ningún otro en la plataforma.
4. La que duda Le da trabajo aceptar lo que el predicador dice sobre esto o aquello. El debe
estar bien preparado, documentar y dar pruebas de lo que dice.5. La que es mixta Es apática,
crédula, dudosa y hostil. Esta es por lo general la congregación más común. El predicador ne-
cesita tener un estilo bastante variado, ser enérgico, estar bien documentado y tener gracia
ante los oyentes.
III. Su voz
La voz es para el predicador lo que las tijeras son para el barbero o peluquero. Si algo debe
cultivar y cuidar es la voz. Fluharty y Ross dicen de la voz: “Una buena voz es flexible y res-
pondemos, teniendo suficiente variedad de acento, velocidad, y volumen para expresar no so-
lamente los pensamientos del orador sino también su modo de ser, sentimientos y emociones.
La voz debe ser apropiada a la edad, sexo y experiencia del orador. Debe ser
suficientemente fuerte y con volumen para ser audible a los oyentes sin ser demasiado baja o
irresistible. Debe ser clara y agradable, libre de asperezas, de problemas respiratorios o na-
sales, o de otros defectos como ruidosos. A los oyentes les gustan las voces que tienen una
calidad agradable y simpática, que son adecuadamente ricas, llenan y son vibrantes y vivas”.16
1. No se debe pensar mucho en la voz. El hecho de tener voz y de carecer de contenido en
la predicación es como tener un automóvil sin gasolina. El buen predicador no sólo necesita
tener voz, tiene que tener algo qué decir y saberlo decir.
2. No se puede dejar de pensar debidamente en la voz. La voz contribuirá en alcanzar los
buenos resultados de la predicación en los corazones de los que escuchan. Dijo Spurgeon:
“Hermanos, en el nombre de todo lo sagrado, repicad con todas las campanas de vuestra torre
y no fastidies a vuestros oyentes con el ruido disonante de una pobre y cuarteada campana”.18
3. Hay que cuidarse de las afectaciones habituales y comunes. El lenguaje empleado por
el predicador en el púlpito debe ser real, natural y con un tono verdadero. Al particular, dijo
Spurgeon: “Estoy persuadido de que estos tonos y semitonos, y monótonos, son babilónicos,
y que no pertenecen al dialecto de Jerusalén, porque éste tiene un distintivo especial que es
a saber: que cada hombre tiene su propio modo de hablar, y que habla de la misma manera
en el púlpito o fuera de él.”
4. Hay que corregir las idiosincrasias de lenguaje desagradables al oído.Debe hablarse
con la boca y no con la garganta. Hay que tener la boca bien abierta al predicar y no medio
cerrada. Deben pronunciarse las palabras completas y no entrecortadas o pronunciadas en
sílabas. 5. Hay que hablar para ser oídos. Debe hablarse con fuerza, con claridad, sin dema-
siada lentitud, tampoco con mucha rapidez y sin estar asfixiados. El predicador debe saber
respirar entre pausas de manera natural sin que nadie se dé cuenta.
6. No debe usarse toda la voz en la predicación. El gritar mucho afecta los pulmones y la la-
ringe. Las palabras de Spurgeon son apropiadas: “No hagáis doler a vuestros oyentes la ca-
beza, cuando lo conveniente sería hacer que les [PAG. 46] doliera el corazón. Cierto es que
debéis procurar conservarlos despiertos, pero recordad que para esto no es necesario rom-
perles el tímpano del oído”.
El predicador no debe esforzar su voz. Si predica a cien personas, no necesita gritar para
hablarle a mil. Muchos predicadores predican un sermón y luego por toda la semana no pueden
predicar nuevamente. La razón es que ellos mismos trataron mal a su garganta.
Hay muchos predicadores que se creen que la unción en la predicación está en los mu-
chos gritos o en las carreras que den por la plataforma. Cuando el hombre o la mujer tiene
un mensaje de Dios y lo ha preparado para entregarlo, no necesita la unción de la gritería sino
la unción del Espíritu Santo.
7. Debe variarse la voz. El predicador debe bajar y subir la voz según lo sienta hacer durante
la predicación. Personalmente yo subo y bajo la voz conforme a como lo voy sintiendo. Nunca
ensayo cuándo, dónde y cómo subir o bajar la voz. Spurgeon decía:“Y estoy seguro de que la
enfermedad a que se le llama el dolor clerical de garganta, se puede atribuir generalmente al
modo de hablar de los ministros, y no al tiempo empleado por ellos en predicar, ni a la violencia
de los esfuerzos hechos por ellos”.
8. Debe acomodarse la voz a la naturaleza del asunto. La voz debe estar en armonía con la
predicación o la situación. Spurgeon mismo admitía que al viajar por Escocia o Gales, por al-
gunas semanas, su pronunciación se afectaba. Existe la tendencia natural en el ser humano
de imitar lo que otros hacen y su manera de hablar. El predicador debe ser original. Antigua-
mente decíamos que las copias nunca salen claras. Hoy día las máquinas copiadoras ofrecen
un mejor servicio, pero siempre las copias pierden su calidad.
9. Debe educar la voz. El predicador debe hacer ejercicios para tener más fuerza en su voz y
mantenerla más clara. Los pulmones y el pecho son importantes para dar fuerza y volumen a
la voz, ciertos ejercicios son provechosos para lograr este fin. Por ejemplo, el leer en voz alta
enfrente de un espejo ayuda mucho a lograr una buena adición, modulación y proñunciación.
10. Debe cuidar la garganta. El predicador antes de predicar debe higienizar bien la garganta.
Un enemigo de la garganta mientras se predica son los ventiladores, un aire frío que entre por
alguna ventana, o beber agua fría. Los antisépticos bucales ayudan mucho al cuidado de la
garganta, ya que eliminan las bacterias que se desarrollan en las membranas de la misma.
BOSQUEJO
La buena predicación es aquella que apoyada sobre el vehículo de la homilética, puede llevar
un mensaje a su oyente inmediato. La buena comunicación es recíproca, establece diálogo e
influencia sobre los oyentes. Siempre tiene un “para qué” y un “por qué”.
Predicar es revelar la voluntad de Dios a través de un predicador al oyente. Es una PERSONA
o sea Dios que a través de una PERSONALIDAD o sea el predicador, se comunica con PER-
SONAS o sea los oyentes.
I. Su personalidad
Se define la personalidad como: “carácter original que distingue a una persona de otra”.
1. Un buen comunicador es sincero.
2. Un buen comunicador es emocionalmente maduro.
3. Un buen comunicador es aquel que tiene autocontrol de sus sentimientos.
4. Un buen comunicador es aquel que da atención a ciertos factores de su personalidad.
El primer factor es su relación con Dios. El segundo factor es su relación con el yo.
El tercer factor es su relación con la Escritura. El cuarto factor es su relación con el mundo.
II. Su estilo
Según Costas: “El estilo involucra el uso correcto de palabras arregladas y expresadas en una
forma correcta. (Ibid., p.184).
Según Broadus: “No puede el estilo separarse de las ideas ni del carácter mental del hombre,
el estilo no es sólo el vestido, sino la encarnación del pensamiento” (“Tratado sobre la predi-
cación”. Casa Bautista de Publicaciones, p. 203).
A. El buen predicador se esforzará por mejorar su estilo. Procurará hablar un buen español.
B. El buen predicador se esforzará por hablar gramaticalmente correcto.
C. El buen predicador se esforzará por ser claro en su dicción e ideas, escogerá figuras ade-
cuadas de la retórica, modulará su voz y por medio de las palabras transmitirá a sus oyentes
lo que él en ese momento está experimentando.
D. Las cinco congregaciones a las cuales se enfrenta un predicador son:
1. La que es apática. Es totalmente neutral al escuchar el mensaje. Se le llama la atención
con la variación y con un mensaje del día.
2. La que es crédula. No rechaza la predicación porque cree en lo que dice el predicador. Le
gusta la predicación dramatizada.
3. La que es hostil. Desconfía del predicador y de lo que está predicando. El predicador no
puede ser agresivo, dogmático, controversial o polémico. Debe evitar hablar con el pastor o
con otro en la plataforma.
4. La que duda. Le da trabajo aceptar lo que dice el predicador. El predicador debe estar bien
preparado, documentado y probar lo que dice.
5. La que es mixta. Es apática, crédula, dudosa y hostil. El predicador necesita ser variado,
enérgico, estar documentado y tener gracia.
III. Su voz
Si algo el predicador debe cuidar y cultivar es la voz.
1. No se debe pensar mucho en la voz.
2. No se puede dejar de pensar debidamente en la voz.
3. Hay que cuidarse de las afectaciones habituales y comunes.
4. Hay que corregir las idiosincrasias de lenguaje desagradable al oído.
5. Hay que hablar para ser oídos.
6. No se debe usar toda las voz en la predicación.
7. Se debe variar la voz.
8. Se debe acomodar la voz a la naturaleza del asunto.
9. Se debe educar la voz.
10. Se debe cuidar la garganta.
Conclusión: La personalidad, el estilo y la voz del predica dor deben estar bien integra-
das en la tarea de la predicación.