La Genealogia de Las Imagenes PDF
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1. Introducción
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DEVENIRES XIII, 25-26 (2012): 87-113
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moral, política, técnica, etc., han sido lugares privilegiados donde exhibir
crudamente las potencias de su naturaleza. Por otro lado, sus diferentes
aspectos y sus múltiples formas de aparición le proporcionan un carácter
escurridizo, fugaz y evanescente. Percepción, visión, representación,
efecto, ilusión, simulacro, analogía, perspectiva, significación, expresión,
presencia, imaginación o fantasía, son algunas de las categorías que se
asocian a su polémica mediación entre subjetividad y realidad. Su compleja
génesis y su controvertible exhibición hacen difícil cualquier acercamiento
exhaustivo al problema. La vaguedad de algunas categorizaciones ha
motivado la aparición de nuevas disciplinas, y hoy podemos hablar de una
“teoría de la imagen”, incluso de una “filosofía de la imagen”. Sin embargo,
procuraremos acercarnos a su carácter categorizando el problema en los
límites mismos de su decurso histórico y filosófico.
Recordemos las palabras del “extranjero” en uno de los diálogos más
fecundos del pensamiento clásico: “Lo que decimos que es realmente una
imagen, ¿acaso no es realmente lo que no es?”.2 La eikasía griega es tanto
una representación verosímil como una apariencia adecuada. El eidos platónico
apunta a los aspectos que toman las cosas en su emergencia, en su mirada
aparente. Tal como nos indica el propio Heidegger, aunque la “obra de arte”
sea considerada por sí misma, es tomada como “objeto” y producto de una
experiencia vivencial creativa o imitativa: “...es concebida en todas partes y
constantemente con base en la percepción (aisthesis) subjetiva humana”.3 Lo que
parece significar que la actitud estética hacia el arte comienza al transformar
la esencia de la aletheia en homoisosis, es decir, en conformidad y corrección
del percibir, representar, presentar, construir “imágenes” en definitiva. No
obstante, en tal esencia tiene lugar el pseudos, que tiene el rasgo fundamental
de la ocultación, es decir, del distorsionar y poner-ante, del disimular, del
conducir a engaño.
En lo sucesivo partiremos de una cuestión especialmente relevante:
el fortalecimiento contradictorio de las “imágenes” permite el acceso a
un régimen de realidad en el que la subjetividad queda recurrentemente
encerrada, siendo tal experiencia la condición primitiva de la “aparición”
del arte. Para aproximarnos a tal situación debemos abordar el sentido
contemporáneo de la génesis de las “imágenes” y del origen de sus diferentes
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tres “imágenes”: Bildding (la cosa percibida), Bildobjekt (su imagen física)
y Bildsubjekt (la imagen mental). La Bildding es dada de modo primario.
La imagen física y la imagen mental son dadas necesariamente de modo
secundario, fundadas sobre la imagen perceptiva primera. En este análisis,5
Husserl utiliza como hilo conductor la estética de la pintura representativa:
dibujos, fotografías, películas, etc., y más concretamente, la galería de cuadros
de Dresde: el cuadro dentro del cuadro, reproducido hasta el infinito, que
prolonga la imagen física primera multiplicándola, semejante a las reflexiones
que la historia del pensamiento ha llevado a cabo sobre Velázquez o Manet.
La figura de la imaginación como conciencia de imagen nos conduce
al resultado intencional del acto de imaginación: la “imagen física” como
producto de una ‘imagen percibida’ gracias al reconocimiento como imagen
de la ‘imagen percibida’ a través de la ‘imagen mental’ que tenemos. Parece
admitirse que la intencionalidad de la imagen es doble y consiste en dos
aprehensiones (Auffassungen) edificadas la una sobre la otra. La primera
constituye la imagen como Bildobjekt; la segunda, deja aparecer la Bildsubjekt
a través de la Bildobjekt.6 Las dos intencionalidades deben constituir un todo
concreto y no pueden separarse. El acto de producción de la imagen será
siempre referido intencionalmente. No tendremos en cuenta la imagen física,
sino el nacimiento de las “imágenes” en mi subjetividad y su relación con
las imágenes percibidas. Esta cuestión es fundamental para el análisis de la
experiencia del arte, dado que no reproduzco activamente una imagen percibida
sobre una imagen mental, sino que asisto “pasivamente” a la génesis de las
“imágenes” en mi “yo”. El momento de emergencia de lo imaginario a partir
de lo percibido será un lugar privilegiado, aunque también paradójico en el
caso de la experiencia del arte. Desde el punto de vista estático, la distinción
entre percepción e imaginación es la de dos actos cuya discontinuidad es
irreductible. Sin embargo, la aproximación genética pone en evidencia la
relación estrecha y co-originaria de lo percibido y lo imaginado.
Por consiguiente, Husserl distingue dos formas genéticas de
imaginación: la imaginación unida a la percepción y la imaginación libre.
Las posibilidades de esta última sobrepasarán la realidad efectiva, en este
sentido, las variaciones de la imaginación serán múltiples y superarán lo
empíricamente posible. Por otro lado, la imaginación en el sentido estático
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se definía como un acto que era del orden de “como si”, es decir, que
neutralizaba la posición perceptiva actual o efectiva. Husserl define epoché
como una neutralización de las tesis de existencia del mundo, como un acto
metódico que no concuerda con la validez efectiva del mundo que nos rodea.
Epoché y acto de imaginación parecen corresponderse en su estructura. El
acto imaginativo se presentará como un caso límite de epoché. Por último,
la imaginación parece tener relación con la experiencia empática del “otro”,
es decir, el sujeto se pone en lugar del “otro” (Einfühlung), se sustituye. Su
función metódica parece romper la unidad esencial del “yo”, transponiéndolo
“como si” fuera “otro”. Esta tercera función de la imaginación nos conduce
a una dimensión intersubjetiva que, sin destruir la unidad del “yo”, es
capaz de neutralizar el carácter singular de mi propia subjetividad.
La tematización del problema de las “imágenes” constituye una vasta
cuestión en la que convergen los distintos planteamientos históricos y las
diferentes disciplinas de aplicación, constituyendo un banco de pruebas para
el análisis fenomenológico contemporáneo. No obstante, es preciso evitar
caer en algunos equívocos frecuentes. No es fácil analizar lo que ocurre en
el nuevo territorio donde tiene lugar la “experiencia estética”. El “fracaso”
en la pretensión de reducir las “obras” a “objetos” es el fracaso del sentido
intencional, pero no el fracaso del sentido sin más. Lo que se produce en
el curso del intento desesperado de someter el arte a nuestras pretensiones
objetivantes es el descubrimiento de una diversidad de niveles de conciencia,
de registros de conciencia, separados entre sí por hiatos indeducibles y que
sólo la epoché pone de manifiesto. Los “objetos” del arte mueren como sentidos
intencionales, pero reaparecen en forma de sentido no-intencional, en una
nueva dimensión de la conciencia que Husserl denomina con la palabra
griega de Phantasie (Phantasia). Hemos visto que la saturación hilética de los
“artefactos” ha llegado a un punto crítico, que coincide con el denominado
“cierre artístico”, en el que se invierte la relación intencional y, al implosionar
el supuesto “objeto” del arte, colapsa también la pretensión de un sentido
intencional. Esto significa que accedemos a un registro arquitectónico que,
en términos kantianos, estaba ocupado por los juicios reflexionantes y que
ahora podemos denominar como la reflexión de los sentidos no-intencionales.
No se trata de un proceso de imaginación. La imaginación debe seguir
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3. Pasividad e imagen
Desde 1911, año de la publicación del artículo “La filosofía como ciencia
estricta” en la revista del neokantiano H. Rickert, Logos, donde Husserl
proponía el método que le permitiría superar la investigación de leyes
necesarias del pensar que, siguiendo a Natorp, había desplegado en sus
Investigaciones Lógicas y que después habría de reconsiderar en su libro de
1929, Lógica formal y lógica trascendental, se ha tratado de distinguir entre la
dimensión existencial de los actos de una conciencia concreta y particular
y las dimensiones esenciales de tales actos. Los primeros mostraban una
clara dependencia de la subjetividad, las segundas eran las intencionalidades
objetivas a las que aspiraban estos actos. Sólo mediante una epoché, es decir,
haciendo abstracción de su valor existencial, se podía considerar su dimensión
esencial. La ambiciosa reforma de la gnoseología que Husserl había puesto en
marcha se basaba en una cuestión decisiva: hay siempre un desajuste esencial
entre lo que intentamos y lo que nos aparece. Esta cuestión va a quedar
patente de un modo excepcional en el ámbito de la experiencia del arte, que
exige una reflexión sobre los actos de síntesis. Tal como hemos visto a lo largo
de toda nuestra investigación, tales actos deberían ajustar y dar estabilidad
a los “objetos” en el horizonte de su aparición. Sin embargo, en el caso del
arte hemos asistido a una regresión de la subjetividad a niveles de conciencia,
de registros de conciencia, separados entre sí por hiatos indeducibles y
que sólo la epoché ha puesto de manifiesto. Es esta pasividad básica la que
parece obstaculizar la estabilidad que pretende la propia intencionalidad
objetivante. Esa pasividad, que Levinas calificaba como “lo inmemorial” y
que Merleau-Ponty denominó “el fondo inmemorial de lo visible”, responde
al fracaso del sentido intencional, es decir, al libre juego de las síntesis pasivas
a espaldas de mi “yo” objetivante. Al quebrar la objetividad, han quebrado
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es, sin duda, el mi. Lo retenido es el re que acaba de sonar y, por lo tanto, la
proto-sensación re, que acaba de desaparecer, ha determinado el objeto re que
permanece retenido de modo vacío. La protención también apunta a su objeto
de modo vacío, pero este vacío no es porque haya perdido su contenido, sino
porque todavía no ha tenido ninguno. Al oír el mi, lo retenido es el re que antes
estaba presente, y lo que se espera oír es el fa. Sin embargo, justificar cómo se
determina el objeto de la protención no es tan sencillo. Lo que está presente
a mi conciencia es una fase temporal que comporta un pasado retenido, un
porvenir protendido y una articulación reflexiva entre ambos horizontes. Hay
un cruce reflexivo que distiende el presente entre las retenciones pasadas y
las protenciones futuras. ¿Cómo es posible que la protención tenga un objeto
determinado, si dicho objeto va a ser, pero todavía no ha sido? En lo ya
escuchado percibo un halo futuro de algo que todavía tiene que desplegarse,
y en lo que todavía no ha llegado, ya voy previendo a dónde irá a parar. En
virtud de esta distensión entre el ya y el todavía, pero también en la reflexión
entre la carga de futuro que hay en el pasado y la carga de pasado que hay
en el futuro, se amplía mi “presente espacializado”. La determinación del
objeto protencional ha de explicarse a partir de una determinada síntesis
de la conciencia que enlaza “objetos” que no están simultáneamente en el
presente momentáneo. Estas síntesis son asociativas a distancia temporal o,
simplemente, “síntesis pasivas”. Husserl las define de esta manera:
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hechas hasta este momento, debe ser la siguiente: tal diferencia es una
diferencia de grado que conlleva un cambio de naturaleza. La consideración
independiente del “nivel cero” (fusión hilética, formación del campo sensible,
proceso de individuación, articulación temporal, formación de las fases del
objeto, etc.) nos conduce al enigma del “inconsciente fenomenológico”. La
aparición del arte es un suceso singular que acontece como un conflicto
de la articulación pasiva de los datos hiléticos en las capas inferiores del
proceso de constitución. Esta pasividad indica una serie de acontecimientos
que escapan más o menos a la actividad consciente y reflexiva. En este
sentido, Husserl será concluyente: “Los objetos hyléticos se constituyen, lo
hemos dicho y demostrado, están en el devenir constituyente; tenemos en
cada fase de este devenir, unos contenidos de fases que, aunque no sean ya
objetos, son algo más que nada [...] Son las fases de objetos, por decirlo así,
los puntos sensibles”.24
En este devenir constituyente, donde se constituyen y son los objetos
hiléticos, se produce esta singular contrariedad, esta decepción que tiende a
desorganizar el modo de ser de las capas más profundas de este proceso. Una
confusión de puntos sensibles indicará las azarosas contracciones del campo
sensible, sus desordenadas intensificaciones, imposibles de ser reducidas a
ningún “objeto” constituido. Tal desconcierto contendrá todas las tendencias
y dinamismos de los campos sensibles, pero no de un forma contracta y
canalizada en una sola dirección constitutiva, sino desancladas y errantes,
sin dirección constitutiva alguna. Esta “falta de dirección” caracteriza
la situación de pérdida a la que la subjetividad se halla sometida. Todo
acontece en esta primera fase donde el “objeto” se encuentra en la forma
menos determinada, menos orientada y donde la unidad hilética no podrá
ocurrir nunca. El desbordante exceso de posibilidades, lejos de disminuir
en cada fase, seguirá aumentando y la determinación concreta no será
posible nunca. La subjetividad, tal como hemos descrito anteriormente,
permanecerá en una situación desanclada, sin posibilidad de referencias
objetivas, perdida y nómada en un plasma de campos sensibles de los que
no tiene impresión alguna, incapaz de encontrar el sentido de una dirección
constitutiva y tropezando indefinidamente contra el devenir constante de un
flujo hilético desbordado. En este extraño escenario de pasividad, el proceso
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Notas
1
La presente investigación es parte del curso monográfico “Origen, exigencia y necesi-
dad de la fenomenología” (Fenomenología, Ontología y Estética) que se impartió en sep-
tiembre y octubre de 2009, en la Facultad de Filosofía “Samuel Ramos” de la Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia.
2
Platón, Sofista, 240b.
3
Heidegger, M., Parménides, Akal, Madrid, 2005, p. 149.
4
Heidegger, M., “La época de la imagen del mundo”, en Caminos de Bosque, Alianza
Editorial, Madrid, 2003, p. 76.
5
Hua xxiii, 18-19.
6
Richir, M., Phénoménologie en esquisses. Nouvelles fondations, Jérôme Millon, Grenoble,
2000, p. 63.
7
Hua xxiii, 58-63.
8
Schopenhauer, A., Lecciones sobre metafísica de lo bello, trad. Manuel Pérez Cornejo,
Publicaciones de la Universitat de València, Valencia, 2004, p. 146.
9
Hua xiii, 301-302.
10
Husserl, E., Husserliana Bd XI, Analysen zur passiven Synthesis, Kluwer Academic
Publishers, 1966, pp. 75-76. Traducción francesa: De la synthèse passive, Jérôme Millon,
Grenoble, 1998, pp. 155-156.
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11
Cfr. op. cit., p. 156.
12
Vid. concepto de “indeterminación” en Ingarden, R., Das literarische Kunstwerk, Tü-
bingen, 1960 y Wom Erkennen des literarischen Kumstwers, Darmstadt, 1968. “Concreción y
reconstrucción”, en R. Warning, Estética de la recepción, Visor, Madrid, 1989.
13
Hua ix, 7.
14
Cfr. Richir, M., op. cit., pp. 193 y ss.
15
Hua xxiii, 513-514.
16
Platón, República, vii, 516e.
17
Husserl, E., Husserliana Bd xi, Analysen zur passiven Synthesis, Appendice xxii, pp.
406 y ss.
18
Schopenhauer, A., Lecciones sobre metafísica de lo bello, Universitat de València, Valen-
cia, 2004, p. 151.
19
Montavon, A., De la passivité dans la phénoménologie de Husserl, puf, Paris, 1999.
20
Maldiney, H., Penser l´homme et la folie, Jérôme Millon, Grenoble, 1997.
21
Heidegger, M., Parménides, Akal, Madrid, 2005, p. 152.
22
Husserl, E., Die Krisis der europäischen Wissenschaften und die transzendentale Phänome-
nologie, Einleitung in die Phänomenologische Philosophie, Editado por W. Biemel, Husserliana
vi, Martinus Nijhoff, La Haya, 1969. Traducción francesa: La crise des sciences européennes et
la phénoménologie transcendetale, trad. G. Granel, Gallimard, París, 1976. Appendice xxi.
Au §46. Appendice de Fink sur le problème de l´“inconscient”, p. 527. Existe una traducción
española, sin los anexos, de Jacobo Muñoz y Salvador Mas, La crisis de las ciencias europeas
y la fenomenología transcendental, Editorial Crítica, Barcelona, 1991, así como la última
traducción de Julia Iribarne, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcenden-
tal, Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2008. Buenos comentarios en Paci, Función de las
ciencias y significado del hombre, fce, México, 1968; Gómez-Heras, El a priori del mundo de
la vida, Anthropos, Barcelona, 1989; San Martín (ed.), Sobre el concepto del mundo de la vida,
uned, Madrid, 1993; Montero Moliner, Mundo y vida en la fenomenología de Husserl, Uni-
versidad de Valencia, 1994.
23
Husserl, E., Husserliana Bd xi, Analysen zur passiven Synthesis, pp. 206-207.
24
Husserl, E., op. cit., p. 230.
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