Jurisprudencia
Jurisprudencia
Jurisprudencia
Y LA
JURISPRUDENCIA DEL
TRIBUNAL SUPREMO
1
José Manuel Barranco Gámez.
Abogado.
Licenciado en Derecho.
Licenciado en Criminología.
Detective Privado.
Máster en Prevención de Riesgos Laborales
Técnico Superior en PRL de las tres Especialidades.
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INDICE
1. INTRODUCCIÓN. LA ESTAFA.
3. ELEMENTOS DE LA ESTAFA.
4. ENGAÑO.
5. ERROR DE LA VÍCTIMA.
7. PERJUICIO PATRIMONIAL.
8. ANIMO DE LUCRO.
3
III. EL SUJETO PASIVO.
5
XII. ESTAFA INFORMÁTICA
12. PENALIDAD.
6
I. CONCEPTO DE DEFRAUDACIÓN POR CIRCUNVENCIÓN DE
INCAPACES.
19. BIBLIOGRAFÍA.
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RESUMEN
PALABRAS CLAVES
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EL DELITO DE ESTAFA Y LA JURISPRUDENCIA DEL
TRIBUNAL SUPREMO
1. INTRODUCCIÓN. LA ESTAFA
Los elencos comisivos de la estafa, que en el artículo 440 del Código de 1848 se
reducían a tres, fue aumentando a nueve en el de 1870 (artículo 548) y a veintiuno en el
de 1928 (artículo 725), decreciendo a ocho en el artículo 529 del Código de 1944.
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2. LAS ESTAFAS. CONCEPTO
1º. Cometen estafa los que, con ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante
para producir error en otro, induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio
propio o ajeno.
2º. También se consideran reos de estafa los que, con ánimo de lucro y
valiéndose de alguna manipulación informática o artificio semejante, consigan la
transferencia no consentida de cualquier activo patrimonial en perjuicio de tercero.
3. ELEMENTOS DE LA ESTAFA
4. ENGAÑO
En cuanto al engaño, será necesario que el sujeto activo haya utilizado engaño
bastante para producir error en el sujeto pasivo. En este sentido, la existencia de engaño
bastante deberá contemplarse desde un punto de vista subjetivo y objetivo:
Por un lado, desde el punto de vista subjetivo, será engaño bastante aquél que
reúna unas condiciones mínimas de idoneidad concreta para producir el error de la
víctima teniendo en cuenta sus circunstancias subjetivas y, en particular, sus aptitudes
intelectuales para apercibirse del engaño al que es sometida.
En segundo lugar, desde el punto de vista objetivo, será engaño bastante aquél
que reúna unas condiciones mínimas de idoneidad abstracta para producir el error o, lo
que es lo mismo, aquél que cuente con una apariencia de realidad y seriedad suficientes
para defraudar a personas de inteligencia media. De este modo, no darán lugar a la
comisión del delito aquellos engaños que no sean objetivamente idóneos como
sucedería con la persona que acepta una burda fotocopia de un billete en pago de una
determinada prestación.
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- Engaño basado en actos concluyentes, esto es, aparentando un hecho y
respaldándolo no necesariamente en afirmaciones mendaces, sino aun
verdaderas, pero realizando conductas que lleven al engañado a un error.
Respecto del tipo de conducta1 que debe ser exigida para estar en la presencia
del elemento, esto es, si debe ser activa por parte del agente o está comprendida también
la omisión, se entiende que toda conducta engañosa es activa. De esta forma, el
comportamiento omisivo no sería constitutivo de engaño, salvo en el caso que la
persona tenga una obligación legal de hacer salir del error a quien ha incurrido en éste1.
Lo mismo sucedería con el silencio, cuya posibilidad como manifestación engañosa
también debería rechazarse o con la mera opinión respecto de una cosa o circunstancia,
ya que ello evoca a una subjetividad que, a priori, no puede ser considerada como
mentirosa, salvo que se demuestre lo contrario en el contexto del caso concreto.
La estafa es un delito que exigiría una calificación del engaño y cierta diligencia
en la víctima; o, La estafa, al contrario, es un hecho punible que debe proteger a toda
clase de víctimas. Lo primero ha sido tratado con especial interés por la
victimidogmática, concepto creado por la doctrina alemana. Bajo este análisis, resultaría
decisivo el comportamiento de la víctima en el momento en que se decide la punición
del comportamiento, toda vez que un ofendido que no realiza con la suficiente
diligencia el resguardo de su ámbito de protección, no recibiría ni debería recibir en lo
sucesivo la protección del Estado de Derecho: “Si el daño social resulta de la conducta
de la víctima que desatiende sus propios intereses, entonces, de hecho, la víctima, no el
ofensor, debe ser disuadido de comportarse de una forma socialmente dañosa. Y esta
intimidación puede ser mejor lograda negándole la protección del Derecho penal si ella
descuidó sus propios intereses”. Acerca de la suficiencia o no que debería tener el
engaño para resultar típico, en los últimos lustros se han desarrollado tres teorías al
respecto. La primera, denominada objetivo-subjetiva, que analiza el engaño como
idóneo para inducir a error a otro a través de una consideración objetiva y en conjunto
con ello, en una perspectiva subjetiva en que se toman en consideración las condiciones
particulares del sujeto pasivo. La segunda, que alude a la extensamente tratada por la
literatura penal contemporánea, teoría de la imputación objetiva del resultado; y la
tercera, que estudia la infracción de los deberes de veracidad, con gran repercusión en la
1
Leyton Jimenez J.F “Los elementos típicos del delito de estafa en la doctrina y jurisprudencia
contemporánea”. Ars boni et aequi (año 10, n.º 2). 2014.
12
última década gracias a su estimable esfuerzo en realizar un análisis normativo de la
conducta típica.
2
Onechea Santamaría C. “El engaño en el Delito de Estafa”.
13
o no altruistas, nobles o dignos, pero que impulsan al destinatario a interesarse primero
y a aceptar, en su caso, después, el contenido de la propuesta punible. Debe mediar, por
tanto, en el delito de estafa una falsedad, pues la verdad no es manifestada
explicablemente por el autor. Ahora bien, para que disfrute de eficacia el engaño y se
consume la defraudación es preciso, además, que la falsedad pase inadvertida, gracias a
una simulación habilidosamente preparada, de forma que la persona elegida,
sorprendida su buena fe, prevaliéndose el autor de una necesidad, conocidos sus
intereses, preferencias, debilidades o inclinaciones, y en todo caso, basándose en un
error o ignorancia, experimente las consecuencias dañosas de unos actos en los que, a
veces, cuenta decisivamente la propia negligencia de la víctima, por no reparar en el
fondo auténtico y no manifiesto en la presentación que se hace de una operación
comercial o económica en general.
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subjetivo del artificio que intenta provocar consecuencias fraudulentas. Resulta claro
que, la eficacia del engaño, es problema, cuya dimensión se plantea en un terreno de
extraordinaria relatividad, pues para que la acción del estafador encaje en el ánimo de la
víctima hay que contar con la disposición de ésta, ya que el otorgamiento de la voluntad
descansa en una serie de condiciones subjetivas previas, de interés, experiencia,
preparación, necesidad o confianza, que es muy probable sean estudiadas por el
delincuente a fin de poner en juego, con las máximas garantías de éxito, un estudiado
plan de ejecución.
Por eso dice Quintano Ripollés en su Tratado de Derecho penal: «que no sólo
interesa en el engaño un cómputo objetivamente cuantitativo, sino la relación con su
eficacia operativa». En efecto, el grado de perfección de la más consumada maestría,
manifestada en la preparación del fraude, puede resultar inoperante ante la sagacidad, no
menor, que opone el destinatario. De la misma forma que la candidez más absoluta
puede ser presa fácil, y llegar a ser tomada por cierta una falsedad que no es
comúnmente digna de crédito. Para explicar de hecho un resultado interesa conocer esa
adecuación que tiene en cuenta los dos términos subjetivos de la relación. Y así, la
consecución de un propósito criminal puede ser resultado de la entidad del engaño,
habida cuenta de la destreza desplegada, que está dirigida, y es dependiente de la
ingenuidad de la víctima, de manera que aquella idoneidad viene confirmada si tales
circunstancias coinciden hasta ganar la voluntad del perjudicado. Unas veces, el factor
sustancialmente determinante será la agudeza de la astucia, otras la debilidad de carácter
o la elemental preparación del perjudicado. La entidad del medio comisivo no lo es todo
para sorprender la buena fe, pues la variabilidad de condiciones en cada destinatario así
lo explica. También puede hablarse de una idoneidad en abstracto, atendiendo a la
reacción que provocaría cierto engaño en una persona medianamente diligente. Es de
particular interés este aspecto para poder determinar los casos en que el delito ha
quedado en grado de tentativa o frustración, pues si, en definitiva, el resultado depende
de la reacción que oponga el destinatario, lo negativo de la respuesta puede muy bien
ser debido a estar alerta la presunta víctima o ser ésta persona avisada.
Un caso particular que merece especial atención por los tratadistas es el supuesto
de las exageraciones en que incurre el comerciante o industrial al hacer propaganda de
sus productos, llegando a la conclusión de que no puede exigirse responsabilidad penal,
pues el posible comprador se encarga de formar juicio depreciando las supuestas
excelencias que se proclaman de la mercancía. También se plantea la duda cuando la
cosa vendida posee vicios ocultos. La omisión del vendedor que no da a conocer este
hecho sabiéndolo y la inadvertencia del comprador, por no estar el defecto a la vista,
son circunstancias que permitirían pensar en el engaño. Y creemos que no debe
excluirse tal posibilidad porque el Código Penal castiga al que defraudare a otro en
sustancia, cantidad o calidad de objeto que debiere entregar en virtud de un título
obligatorio. Ahora bien, ¿cómo se puede deslindar el ámbito de la responsabilidad civil
y penal? Tanto en uno como en otro caso, existe una merma o detrimento patrimonial en
la cosa que se enajena, pudiendo pasar inadvertida tal circunstancia por permanecer
ocultos los vicios. Es precisamente la creencia en la bondad e integridad del producto
adquirido lo que llevó al comprador a manifestar un asentimiento a la oferta. Mas lo
específico de la conducta penal debe ser, junto a la conciencia del vendedor de la
existencia del menoscabo que padece la mercancía, una presentación correcta de la
misma, con una apariencia que encubriendo la realidad impida la apreciación inmediata
del defecto, incluso tras un examen detenido del objeto vendido.
Para que el acto sea punible es precisa una malicia en el autor, pues se trata de
un delito esencialmente doloso. En esta infracción penal, como en el saneamiento por
vicios ocultos, propio de la responsabilidad civil, existe un menoscabo, más siendo lo
específico de la estafa la concurrencia del engaño, se requiere el conocimiento de esa
realidad por el vendedor y la consciente simulación de este hecho, pues al estar velados
los defectos es probable que pasen inadvertidos a la persona del comprador. Hay en el
delito un propósito evidente de ocultar el vicio o, al menos, un prevalimiento de la
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natural clandestinidad del defecto por no estar éste a la vista y precisarse para su
descubrimiento un examen más meticuloso, que el momentáneo y superficial, del objeto
entregado, un reconocimiento técnico, un uso reiterado o simplemente el paso del
tiempo que por sí sólo, a veces, se encarga de denunciar o mostrar. Otro aspecto de
mucho interés en el estudio del delito de estafa es el relativo a la necesidad de conectar
tanto el resultado como el comportamiento que lo motiva, con la causa o título
correspondiente a la gestión o acto, con ocasión del cual se perpetra la transgresión. En
efecto, es frecuente que la comisión de este delito lo sea en la preparación,
formalización y cumplimiento de un negocio jurídico. Al infringir las obligaciones de
lealtad, buena fe y veracidad una de las partes intervinientes en la operación o contrato,
y sorprender la buena disposición concurrente en la otra, se lesiona un interés jurídico
digno de protección. Ahora bien, el quebranto patrimonial irrogado debe referirse y
conectarse con la causa que es inherente al instrumento jurídico empleado por las partes
para el logro de un fin práctico. La idoneidad del medio, que permite alcanzar un efecto
económicosocial legítimo, es claro que no se cumple cuando una de las partes deviene
en la situación de víctima, porque la otra, abusando de la confianza depositada, hace del
acto jurídico utilizado un vehículo que da ocasión para el fraude, bien sea por
incumplimiento de lo acordado, la falsedad de las manifestaciones o no ser ciertos los
supuestos en los que descansaba la creencia del perjudicado. Por eso es preciso una
puesta en relación del contenido del acuerdo con el título que da un valor justificativo a
lo pactado, atendiendo a los fines perseguidos por una y otra parte.
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En la noción de claridad es de notar la interdependencia existente entre aspectos
procesales y sustantivos, pues sabido es que la indagación de estos últimos en el
procedimiento se hace en función de su posible relevancia y repercusión jurídica. Es
aquí, en el delito de estafa, y en estos casos, donde mayor significación tiene lo que
antecede, por ser necesario valorar acciones junto a omisiones cometidas por el
presunto delincuente, que constituyen la unidad jurídica propia de un acto que puede
estar integrado de una pluralidad de conductas. Se trata de formar una estimativa que,
unitariamente recoja el fruto de una investigación, técnicamente dirigida, y cuyos
resultados, descubierto el hecho punible, deben corresponder con el propósito criminal
perseguido por el autor.
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resortes que llevan a una inhibición o paralizan acciones instintivas, dignas de reproche,
la causa de la aparición del delito.
Por todo ello, es menester estimar en su justo valor los matices psicológicos que
acompañan a la génesis de este delito. La dinámica de su formación no puede
desconocer que el cálculo está en función de su incidencia en la víctima y presumibles
reacciones. De ahí deriva la producción del resultado, siendo la susceptibilidad de
eficacia donde radica, en concreto, la idoneidad del engaño. La razón por la cual el
legislador recoge en el Código la circunstancia agravante de la astucia, que tiene un
marcado carácter subjetivo es, sin duda, por la peligrosidad que revela el delincuente
considerando la tendencia criminal del individuo. Mas este aspecto general está
cualificado por el refinamiento intelectual que pone en juego el autor para sorprender
sin ser descubierto, eliminando la defensa que este último, en otro caso, podría oponer
de manifestarse la acción de manera franca y abierta. Esta es también la situación
planteada en el delito de estafa, pues el responsable, en su afán de buscar la manera de
presentar la conducta con la mayor simulación posible, que le deje a cubierto de toda
sospecha, arbitra el modo, exteriormente correcto, permitiéndole llevar adelante sus
fraudulentos deseos.
20
En el delito de estafa, no basta para realizar el tipo objetivo con la concurrencia
de un engaño que causalmente produzca un perjuicio patrimonial al titular del
patrimonio perjudicado, sino que es necesario todavía, en un plano normativo y no
meramente ontológico, que el perjuicio patrimonial sea imputable objetivamente a la
acción engañosa, de acuerdo con el fin de protección de la norma requiriéndose, a tal
efecto, en el art. 248 CP, que ello tenga lugar mediante un engaño “bastante”. Por tanto,
el contexto teórico adecuado para resolver los problemas a que da lugar esta exigencia
típica es el de la imputación objetiva del resultado.
Ahora bien, destaca la doctrina, que el riesgo creado no debe ser un riesgo
permitido. En la medida en que el engaño se contenga dentro de los límites del riesgo
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permitido es indiferente que la víctima resulte en el supuesto particular engañada por su
excesiva credibilidad aunque ello sea conocido por el autor. La adecuación social del
engaño excluye ya la necesidad de valoraciones ulteriores sobre la evitabilidad o
inevitabilidad del error. En consecuencia, el juicio de idoneidad del engaño en orden a
la producción del error e imputación a la disposición patrimonial perjudicial comienza a
partir de la constatación de que el engaño no es de los socialmente adecuados o
permitidos.
Desde este punto de vista, puede decirse que el tipo penal de la estafa protege el
patrimonio en la medida en que su titular haya observado el comportamiento exigible en
orden a su protección, pero no en el caso en que se haya relajado en la observancia de
sus deberes de autotutela primaria. Por tanto, en la medida en que el error que sufre el
sujeto pasivo, en atención a las circunstancias del caso particular, las relaciones entre
autor y víctima y las circunstancias subjetivas de esta última, resulta evitable con una
mínima diligencia y sea exigible su citación, no puede hablarse de engaño bastante y en
consecuencia no puede ser imputado el error a la previa conducta engañosa quebrándose
la correspondiente relación de riesgo pues “bastante” no es el engaño que puede ser
fácilmente evitable, sino aquel que sea idóneo para vencer los mecanismos de defensa
puestos por el titular del patrimonio perjudicado. En estos casos el error es producto del
comportamiento negligente de la víctima. Por eso se ha podido decir que la constatación
de la idoneidad general es un proceso normativo que valora tanto la intensidad del
engaño, como las causas, a la hora de establecer la vencibilidad del engaño por parte de
la víctima.
Es quizás en estos casos cuando el derecho penal debe contemplar con verdadera
prudencia el merecimiento de tutela de aquel que ha sido defraudado en su afán por ser
él quien engañe a quien le ofrece una transacción irresistiblemente lucrativa“.
3
Cadenas Serrano F. A. “La Jurisprudencia del Tribunal Supremo en los delitos económicos”.
24
relación con la autotutela, como causa de exclusión de la tipicidad, se ha dicho como
señalan las SSTS 162/2012, de 15 de marzo, 243/2012, de 30 de marzo, y 344/2013, de
30 de abril, cuya doctrina estamos reiterando, que una cosa es la exclusión del delito de
estafa en supuestos de "engaño burdo", o de "absoluta falta de perspicacia, estúpida
credulidad o extraordinaria indolencia", y otra que se pretenda desplazar sobre la
víctima de estos delitos la responsabilidad del engaño, exigiendo un modelo de
autoprotección o autotutela que no está definido en el tipo ni se reclama en otras
infracciones patrimoniales. No resulta procedente, por ello, renunciar a la intervención
penal en favor de la autotutela de la víctima, desconociendo que constituye un principio
básico del ordenamiento jurídico el de que los ciudadanos han hecho dejación de la
respuesta punitiva en manos del Poder Judicial precisamente para descargarse de sus
necesidades defensivas frente a las agresiones legalmente tipificadas como delictivas.
Desde luego, cabe el engaño omisivo (STS de 13.11.2013).
5. ERROR DE LA VÍCTIMA
En cuanto al acto de disposición, será necesario que el error del sujeto pasivo
haya provocado la realización por éste de un acto de disposición patrimonial que podrá
consistir en la entrega o gravamen de una cosa o en la prestación de un servicio de
contenido económico con independencia de la licitud o ilicitud de la posesión de la
cosa. El acto de disposición patrimonial es cualquier comportamiento de la persona
inducida a error, que arrastre o conlleve de forma directa la producción de un daño
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patrimonial a sí misma o a un tercero no siendo necesario que concurran en una misma
persona la condición de engañado y de perjudicado.
7. PERJUICIO PATRIMONIAL
De este modo, algunos autores sostienen que, para el cómputo del perjuicio, sólo
deberá tomarse en cuenta el daño emergente pero no las ganancias que todavía no
hubieran ingresado en el patrimonio de la víctima. Por tanto, no existiría estafa por falta
de perjuicio patrimonial en el caso de la persona que accede a un espectáculo o viaja en
un medio de transporte público sin el billete o entrada correspondiente siempre que no
ocasione gastos adicionales a quien organiza el espectáculo o el viaje.
Por su parte, otros autores sostienen que también deberá tomarse en cuenta el
lucro cesante. De este modo, en el supuesto mencionado anteriormente, habrá estafa
siempre que el sujeto activo haya provocado en la víctima la creencia errónea de tener
derecho a la utilización del servicio. En particular, la Consulta 4/1993 de la Fiscalía
General del Estado calificó como estafa el uso de transportes públicos con manipulación
de las tarjetas de transporte multiviaje.
De otra manera, como dice la STS 628/2005, 13 de mayo, para que concurra la
figura delictiva de que se trata, resulta precisa la concurrencia de esa relación interactiva
montada sobre la simulación de circunstancias que no existen o la disimulación de las
realmente existentes, como medio para mover la voluntad de quien es titular de bienes o
derechos o puede disponer de los mismos en términos que no se habrían dado de
resultar conocida la real naturaleza de la operación.
Sin embargo, en estos casos -como en todos aquellos en los que se proclama la
concurrencia de los presupuestos típicos de una infracción penal- la acreditación de una
actividad probatoria que despeje cualquier duda acerca de la realidad de los elementos
que definen el delito del art. 248 del CP, resulta ineludible. No faltan precedentes en
esta Sala en los que el engaño se define como " la espina dorsal " del delito de estafa
(cfr. por todas, SSTS 565/2012, 29 de junio; 1092/2011, 19 de octubre; 61/2004, 20 de
enero y 300/1999, 1 de marzo).
27
Sin embargo, lo que convierte el impago civil en ilícito penal no es otra cosa que
la prueba del engaño que, además, ha de ser antecedente, una maquinación que preexiste
y filtra la voluntad del sujeto activo en el momento en el que está emitiendo el título
valor mediante el que se ha pactado el pago de la deuda. Y es en este punto concreto en
el que la sentencia de la Audiencia se aparta de las reglas de valoración probatoria
impuestas por el derecho constitucional a la presunción de inocencia. Para justificar la
existencia del engaño los Jueces de instancia razonan en los siguientes términos: "... el
acusado no prueba, tratándose de prueba de descargo, qué motivos o causas pudieron
justificar su urdido y planificado impago con expedición de pagarés sabiendo que a su
vencimiento éstos no podrían ser cobrados, sin que baste el ya manido argumento de
que estalló la crisis económica que afectó de lleno a la construcción quedándose sin
línea de descuento, pues tenemos que insistir: ya había cobrado de la promotora y tuvo a
su disposición todo el dinero para destinarlo al pago de los distintos oficios, en el caso,
del instalador del servicio de climatización. En suma, se acredita cómo el acusado,
aprovechándose de una confianza ya existente basada en anteriores relaciones
mercantiles que transcurrieron con normalidad, hizo creer a la querellante que su trabajo
sería pagado sabiendo de antemano que no lo cobraría aunque en ésta ocasión le dijo
que el pago sería "a fin de obra" entregando pagarés sabiendo igualmente que no se iban
a cobrar como también los renovó con el mismo convencimiento, resultando que la
querellante de haber conocido dicha circunstancia esencial no habría realizado su
trabajo cuyo impago le generó los perjuicios reclamados" (mayúsculas en el original).
Si a ello se añade, como expresa la sentencia recurrida, que los pagarés fueron
objeto de sucesivas renovaciones, la justificación probatoria de ese engaño antecedente
queda francamente debilitada. La acusación particular reprocha al acusado, en el escrito
de impugnación del recurso, la falta de acreditación documental de que otorgó prioridad
al pago de las deudas laborales contraídas con sus trabajadores y de que vio cerrada la
fuente de financiación bancaria. Sin embargo, tampoco estos datos resultan decisivos
para el juicio de tipicidad. La existencia o ausencia probatoria del engaño no depende de
la acreditación de esos extremos.
28
La función de esta Sala, en la actuación del control casacional del derecho a la
presunción de inocencia, no puede limitarse a constatar -decíamos en nuestra STS
49/2008, 25 de febrero - la coherencia del factum en su dimensión exclusivamente
formal, en lo que tiene de narración, más o menos certera, de un suceso histórico. Por el
contrario, ha de extender su conocimiento al grado de racionalidad que ese juicio
histórico presenta frente al resultado material de la prueba practicada. Además, la Sala
de instancia ha de construir el juicio de autoría con arreglo a un discurso argumental
lógico, coherente, expresivo del grado de certeza exigido para fundamentar cualquier
condena en el ámbito de la jurisdicción penal. Y, en la imputación jurisdiccional de un
hecho criminal no valen, desde luego, las intuiciones valorativas ni la proclamación de
presentimientos percibidos como reales. Lo contrario supondría alejar el proceso penal
y, de modo especial, las técnicas de valoración probatoria, de su verdadero fundamento
racional. En definitiva, la afirmación del juicio de autoría no puede hacerse depender de
una persuasión interior, de una convicción marcadamente subjetiva y, como tal, ajena al
contenido objetivo de las pruebas. Esta Sala, en fin, sólo puede avalar un modelo
racional de conocimiento y valoración probatoria en el que no tienen cabida las
proclamaciones puramente intuitivas y, como tales, basadas en percepciones íntimas no
enlazadas con el resultado objetivo de la actividad probatoria desplegada por las partes
(cfr. SSTS 1125/2010, 15 de diciembre; 1014/2010, 11 de noviembre y 985/2010, 3 de
noviembre, entre otras). Por cuanto antecede, procede la estimación de los motivos
segundo y tercero de los que han sido formalizados, con la consiguiente absolución del
recurrente.
8. ANIMO DE LUCRO
El ánimo de lucro es un elemento subjetivo del injusto que prevé el CP para que
se vea colmado el tipo de diversos delitos, todos ellos de carácter patrimonial o que
atentan contra el orden socioeconómico (hurto, robo, extorsión, estafa, receptación).
Puede definirse como «intención o voluntad de obtener ganancia, provecho o utilidad de
una cosa» o «intención de obtener una ventaja patrimonial directa (un incremento de
patrimonio) como correlato del apoderamiento de las cosas ajenas», pudiendo también
definirse en sentido amplio como «propósito de enriquecimiento, ganancia económica,
provecho o ventaja» incluyendo los supuestos en que se tenga móvil de liberalidad, pura
beneficencia o ánimo contemplativo.
29
inferior a la deuda y por el acreedor, pues no existe enriquecimiento injusto por parte
del autor ni menoscabo patrimonial en la víctima, siendo encuadrables tales supuestos
en el delito de realización arbitraria del propio derecho, y siempre que no se empleare
violencia, intimidación o fuerza en las cosas, constituyendo un delito contra la
Administración de Justicia al no hacer uso de las vías legales para lograr el cobro de la
deuda.
En cuanto al elemento subjetivo del injusto, será necesario el ánimo de lucro del
autor del hecho, que consiste en la ventaja o provecho patrimonial que aquél se
proponga obtener mediante la comisión del delito y con independencia de que se
pretenda la obtención de un lucro propio o ajeno. La presencia del ánimo de lucro debe
realizarse mediante la acreditación de hechos externos, que constituyan prueba
indiciaria de dicho ánimo.
4
Inglesi Nieto Andrea. “El ánimo de lucro en el delito de estafa: ¿Es necesario como elemento subjetivo
del tipopenal?. Revista de Derecho y Ciencias Penales n.º 17, 2011. Universidad San Sebastián (Chile).
30
que actualmente la doctrina dominante acota el sentido del lucro para configurar este
delito y realiza dos precisiones muy relevantes. En primer lugar, el lucro ha de ser
directo, en el sentido de que va conectado a la posesión de la cosa que es objeto material
del delito. Y en segundo lugar, la cosa tiene que tener un valor económico objetivo, es
decir tiene un sentido económico, el cual es evidente cuando se entiende que es la
contrapartida del daño patrimonial. El ánimo de lucro debe ser el motivo que anima al
autor a realizar la acción, por lo que se excluye cuando el autor persigue otros fines y se
plantea el enriquecimiento como un paso necesario para llegar a esos fines15. Sin
embargo, no se debe excluir por la circunstancia de que no sea el beneficio económico
la finalidad última del sujeto; no deben confundirse el móvil principal con la finalidad
última. El primero, el ánimo de lucro, debe ser siempre la obtención de un beneficio
patrimonial, aunque el fin tenga otra naturaleza. No requiere que el autor persiga su
propio enriquecimiento; también se presenta cuando la ventaja patrimonial antijurídica
se persigue para luego beneficiar a otro. Por lo tanto, el resultado de un enriquecimiento
antijurídico no depende de lo que el autor piense hacer con lo obtenido. Por último, para
concluir este apartado, quisiéramos destacar que el enriquecimiento es relevante, pero
no constituye un elemento del tipo, porque afecta al agotamiento del delito, pero no a su
existencia. Por lo tanto, no afecta en nada al delito de estafa que su autor no haya
podido beneficiarse de lo obtenido.
5
Ferrer Sama Antonio. Revista de Derecho Español y Americano. Año II, número 8. Julio-agosto 1957.
Madrid.
31
conocido como “circonvezione d´incapaci”, y teniendo en cuenta que el significado del
verbo “circunvenir”, como acción de “estrechar u oprimir con artificioso engaño”, no
veía obstáculo para admitir la denominación.
6
Jorge Eduardo Buompadre, pág. 215 Lexis Nexos y ref. Mantovani Ferrando- Diritto Penale. Dillitti
contra il patrimonio, Dedal Padova 1989, pag. 186 y ss; Maggiore, Giuseppe, Derecho Penal, Parte
Especial, Temis, Bogotá pg. 146 y ss).
32
como propios; 10. El que con pretexto de supuesta remuneración defraudare a jueces u
otros empleados públicos; 11 El que no permitiere cumplir una obligación; 12 Cuando
el titular fiduciario, el administrador de fondos comunes de inversión o el dador de un
contrato de leasing, gravare o perjudicare los bienes defraudando los derechos de los co-
contratantes; 13. El que perjudicare al deudor en una subasta extrajudicial de un
inmueble; 14. El tenedor de letras hipotecarias que no consignara en el título los pagos
recibidos, perjudicando al deudor o a terceros; 15. Las defraudaciones con tarjetas de
crédito y de débito; y 16. El que defraudare con manipulación informática.
El artículo 174 enumera otros supuestos que dan origen a una pena de 2 a 6
años: El que provocare un incendio o destruyera la cosa asegurada en perjuicio de un
asegurador o de un dador de préstamo a la gruesa; el que hiciera firmar a un incapaz un
documento que lo perjudicare; el que utilice pesos o medidas falsas; el empresario o el
vendedor de materiales de construcción que con fraude pusiere en riesgo la seguridad de
las personas, de los bienes o del Estado; el que perjudicare con fraude a la
administración estatal; el que defraudare a una empresa comercial, industrial o de
servicios
Este último actúa, ab initio, con pleno conocimiento de dicha afectación y con lo
que ha dado en llamarse “lucri faciendi causa”, puesto que uno de los presupuestos
necesarios de la figura, consiste en la obtención de un beneficio indebido en desmedro
de los intereses de la víctima.
También se ha dicho que el tipo analizado se aparta de los cánones más comunes
de la estafa y la defraudación, “…ya que no son aquí, el medio idóneo, el abuso de
confianza, el ardid o el engaño. No están en juego la buena fe, ni el error de la víctima.
El menor y el incapaz actúan sin ser sorprendidos y conociendo las circunstancias que
rodean el hecho o pudiendo fácilmente conocerlas, pero acuciados por sus necesidades o
a causa de su inexperiencia, de que se aprovecha quien consuma el abuso…”.
En materia del delito son incapaces los que, con o sin declaración judicial, en el
momento del hecho padecen una disminución de su inteligencia, voluntad o juicio que
los incapacita para resguardar debidamente sus intereses económicos. La figura requiere
que el autor explote (abuse) los intereses (necesidades), afectos o apetitos (pasiones) del
34
incapaz o su falta de saber o inadvertencia (inexperiencia).
35
II. EL NOTARIO Y EL DISCERNIMIENTO DE LOS OTORGANTES.
LA FUNCIÓN PREVENTIVA DEL ASESORAMIENTO EN EL DERECHO
ARGENTINO
Todo documento notarial7 contiene un juicio por parte del autorizante relativo al
discernimiento de los comparecientes en el momento de la realización del acto, aunque
el texto no lo indique expresamente. Bien entendido es que cualquier mención que
eventualmente se consigne, relacionada con la capacidad de las partes, no goza del
amparo de la fe pública, porque integra la categoría de "juicios" que emite el notario.
7
Arevalo E.J. “La Protección jurídica a las personas en situación de vulnerabilidad y el respeto a la
autonomía de la voluntad”. Revista IUS. Vol. 9, n.º 36. Julio-diciembre 2015.
36
personales resulten indispensables a los fines de la individualización de las partes, la
prestación del asesoramiento (ya sea en forma oral o escrita) y la detección de
eventuales irregularidades. Tales procedimientos permiten llevar a la práctica las
acciones tendientes a neutralizar todo posible litigio, ya que una vez advertida la
patología jurídica se adoptan las medidas tendientes a su subsanación, particularmente
las de carácter preventivo.
La valoración del estado de lucidez de los otorgantes del acto notarial integra ese
conjunto de acciones preventivas, con la particularidad de que principia en la primera
audiencia y solamente concluye una vez autorizado el documento. Si el fedatario, como
resultado de sus comprobaciones, arribara a la convicción fundada de que algún
otorgante carece de discernimiento, intención y libertad, requeridos para la formación
de los actos jurídicos (artículo 900 del Código Civil), deberá negarse a prestar su
ministerio.
Sin embargo, como el notario no emite una opinión de carácter técnico, sino -
insistimos- un juicio sobre la capacidad de las partes (implícito en el documento
autorizado), su responsabilidad se generaría en el caso de que su actuación fuere dolosa
37
o si mediara grave negligencia. Así parece haberlo entendido el Tribunal en el caso
examinado en el punto anterior.
38
de la afección, puesta esta última permite determinar si el sujeto pasivo, al tiempo de
firmar un acto jurídico, poseía la lucidez necesaria para comprender las consecuencias
del mismo y por ende, si dicho acto –nulo en lo civil- ha sido fruto de un abuso o
aprovechamiento de la fragilidad y afecciones de la víctima.
También, porque existen otras circunstancias que deben ser merituadas, como
ser la “proporcionalidad de las prestaciones” o “el precio y modalidades del acto
jurídico o la operación comercial que se impugna”, elementos éstos, que permiten
presumir si al tiempo de su celebración, el sujeto pasivo estaba en un intervalo de
lucidez. Respecto de los menores, la opinión predominante estima que los menores
39
involucrados en los casos de emancipación por habilitación de edad –art. 135 CCiv-, por
matrimonio –art. 128 y ss. CCiv- o los autorizados para ejercer el comercio –arts. 131 y
134 del CCiv. y 10 y 11 del CCom, no podrían ser sujetos pasivos del delito de
“circunvención de incapaces”, porque en dichos supuestos, debe presumirse la plenitud
de su discernimiento, por supuesto, con excepción de casos como por ejemplo, la
donación de bienes adquiridos a título gratuito. Por eso, conforme a los dichos de
Buompadre, “…las conductas defraudatorias contra personas que reúnan las
capacidades mencionadas, podrían quedar comprendidas en otros tipos de delitos
patrimoniales…”, pero no en esta figura.
El sujeto activo puede ser cualquier persona, sin que para ello se requieran
cualidades o condiciones especiales, siendo un delito común en el que rigen los
principios generales establecidos en materia de autoría. Sin embargo, en el ámbito
tribunalicio, se han producido supuestos complejos, como por ejemplo aquellos en los
que ha mediado la intervención de notarios, ante quienes el sujeto pasivo otorga un
“poder especial irrevocable” a favor de varias personas, mandato que luego es utilizado
por uno de los beneficiarios, para labrar una escritura de cesión de derechos hereditarios
sobre un inmueble en sucesión, ante el mismo notario, por un precio sensiblemente
inferior al de mercado y en favor de otro de los mandatarios. El supuesto, involucra la
participación de varias personas, a saber, el autor principal, el mandatario cedente y un
notario que no podía desconocer la irregularidad del acto.
“La acción material del delito, consiste en “abusar”, como término equivalente a
“explotar”, “aprovechar”, “obtener una ventaja”, de las necesidades, pasiones o
inexperiencia del menor o incapaz”, según Buompadre, quien además explica que dicho
abuso puede surgir “…de una situación previa en la víctima o de una actitud inicial del
autor que produce la situación de debilidad…”. Existe una limitación para los alcances
de esta figura, cual es la exigencia de que dicho abuso tenga por fin “hacer firmar un
documento” que importe un efecto jurídico, ya que según el jurista, el tipo no
comprende la explotación que resulte de los meros tratos verbales. En cambio, para la
legislación alemana, bastaría con la promesa verbal. El hecho consiste en hacer firmar
un documento que importe “algún efecto jurídico”, por ende, los abusos cometidos
respecto del incapaz y que hubieren permitido al autor, obtener beneficios económicos,
sin soporte documental alguno, no están comprendidos en la figura que examinamos“.
“..El que abusando de la debilidad mental profunda o imbecílica – demente de la
damnificada, obtuvo de la misma, la suscripción a su favor, de un pagaré sin causa que
luego ejecutó hasta conseguir inhibiciones, realiza una conducta ilícita cuyo dolo es el
mismo de la estafa, porque la suscripción del documento se logró por medio de
engaño…”. “…a los fines de lo establecido por el art. 174, inc 2 del CP, no solo son
incapaces los individuos a los que la ley civil niega capacidad para negociar (arts. 141 y
153 del CC), sino también todos los que por una u otra causa, en el momento del hecho,
padezcan una disminución de su inteligencia, voluntad o juicio que los incapacite para
resguardar debidamente sus intereses económicos…”. El delito debe ser cometido en
perjuicio del patrimonio del incapaz, lo que implica, por ejemplo, desplazamientos
41
patrimoniales, endeudamientos sin causa, otorgamiento de poderes especiales
irrevocables de administración y disposición. Así pues, la jurisprudencia ha dicho que
“…configura el delito de circunvención de incapaces, la actividad de imputado quien,
abusándose de la incapacidad mental de la víctima, logra hacerle suscribir un boleto de
compraventa y después la escritura traslativa de dominio de su inmueble, causando a
ella y a su hija un daño patrimonial que implicó la transferencia de dicho inmueble a
nombre del victimario…”. “…configura prima facie el delito…-art. 174 inc 2 del CP-,
la conducta de quien aprovechando el mal estado de salud y la confianza que lo unía con
la víctima, le hizo suscribir un poder especial para transferir derechos hereditarios de
ésta a favor de un tercero y luego transfirió tales derechos a un tercero, haciendo insertar
falsamente en el instrumento público correspondiente como efectuado un pago no
hecho”. O sea, la dinámica del tipo penal en trato exige que el accionar desplegado por
el autor se enderece a explotar la situación de la víctima y el resultado, debe estar
constituido por la firma del instrumento o documento del que pueda surgir algún efecto
jurídico. Ese efecto jurídico debe necesariamente tener un contenido económico, ya que
para nuestro ordenamiento, el documento debe ser rubricado “en daño o en perjuicio”
del incapaz o de un tercero. “…El daño, elemento subjetivo del tipo del art. 174 inc 2
del CP, exige que en razón del documento suscripto, se produzca una lesión de
contenido patrimonial lograda mediante fraude, en el caso por abuso de situación, es de
por sí pecuniariamente perjudicial, salvo situaciones de excepción, que permiten afirmar
que el sujeto pasivo, ha recibido un valor compensatorio…”.
43
En segundo lugar, se apreciará concurso de leyes cuando la estafa concurra con
falsedad en documento privado ya que éste sí exige un ánimo defraudatorio.
Mientras tanto la enfermedad de don Félix seguía su curso natural, sin ninguna
influencia de los pretendidos poderes de la acusada, que alrededor de abril de 2001
solicitó a los hermanos Amelia y Luis Antonio que le diesen otro millón y medio de
pesetas. Aprovechando que Amelia había sido ingresada en el Hospital por una
enfermedad, Concepción llegó a decirle que le había pasado el cáncer de su padre y que
era normal que su padre estuviese cada vez más amarillo y desmejorado, porque ella le
estaba "tocando" por dentro. Los hermanos Solando le dijeron a Concepción que no
tenía más dinero, pese a lo cual mantuvieron los contactos casi diarios con Concepción
que decía que continuaba ejerciendo sus "poderes" para curarlo. Finalmente el 18 de
julio de 2001 don Félix falleció. Al día siguiente Amelia, con la intención de pedirle que
le devolviera la foto de su padre y en presencia de su hermano Iván, llamó a Concepción
que les dijo que no los conocía de nada.
45
personalidad y una epilepsia postraumática. Por sentencia de 29 de noviembre de 2004
fue declarado incapaz para gobernarse y administrar sus bienes. Amelia nació en el año
1964 y ha trabajado como administrativo en el Ayuntamiento de Ubrique. Luis Antonio
nació en el año 1973, sus estudios son de auxiliar de clínica y en la época en que
ocurrieron los hechos trabajaba en la construcción. Los hermanos Amelia Luis Antonio
están devolviendo a razón de 180 euros mensuales el equivalente a 2 millones de
pesetas que recibieron en préstamo de la señora Lucía.
La existencia del delito de estafa exige un engaño bastante para producir error
en otro, induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno.
No sería extraño que, aun en contra de los consejos médicos, agotasen todas las
posibilidades que la medicina más avanzada pudiera proporcionar para tratar estas
dolencias. Ahora bien, acudir a una médium a la que se atribuían "poderes especiales",
resulta una decisión quizás comprensible, pero que en ningún caso podía inducir a error
a los denunciantes. La esperanza es humanamente entendida, pero la confianza en la
magia no puede recabar la protección del derecho penal.
47
absolver y absolvemos a Concepción del delito de estafa de especial gravedad por el que
venía acusada, declarando la oficio las costas de la instancia.
Por ello, el engaño puede concebirse a través de las más diversas actuaciones,
dado lo ilimitado del ingenio humano y "la ilimitada variedad de supuestos que la vida
real ofrece" (SSTS. 44/93 de 25.1, 733/93 de 2.4), y puede consistir en toda una
operación de "puesta en escena" fingida que no responda a la verdad y, por consiguiente
constituye un dolo antecedente (SSTS. 17.1.98, 2.3.2000, 26.7.2000).
Ahora bien el concepto calificativo de " bastante " que se predica en el precepto
del engaño ha sido objeto tradicionalmente de gran discusión doctrinal, y en este sentido
se ha considerado, de un lado, que tal elemento ha de interpretarse en términos muy
estrictos entendiéndose que el engañador ha de representar una verdadera "mise en
scene" capaz de provocar error a las personas más "avispadas", mientras que, de otro, se
parte de un concepto más laxo entendiéndose que el engañado puede ser el ciudadano
medio, con conocimientos normales, de inteligencia y cuidado también normal, e
incluso puede entenderse bastante cuando el estafador ha elegido a sus víctimas debido
precisamente a su endeble personalidad y cultura (STS. 1243/2000 de 11.7).
49
Por ello se ha dicho en la STS. 918/2008 de 31.12 - que modernamente se tiende
a admitir la utilización de cierto contenido de "subjetividad" en la valoración objetiva
del comportamiento con la idea de que no es posible extraer el significado objetivo del
comportamiento sin conocer la representación de quien actúa. En el tipo de la estafa
esos conocimientos del autor tienen un papel fundamental, así si el sujeto activo conoce
la debilidad de la víctima y su escaso nivel de instrucción, engaños que en términos de
normalidad social aparecen como objetivamente inidóneos, sin embargo, en atención a
la situación del caso particular, aprovechada por el autor, el tipo de la estafa no puede
ser excluido. Cuando el autor busca de propósito la debilidad de la víctima y su
credibilidad por encima de la media, en su caso, es insuficiente el criterio de la
inadecuación del engaño según su juicio de prognosis basado en la normalidad del
suceder social, pues el juicio de adecuación depende de los conocimientos especiales
del autor. Por ello ha terminado por imponerse lo que se ha llamado módulo objetivo-
subjetivo que en realidad es preponderantemente subjetivo.
Quiere esto decir que únicamente el burdo engaño, esto es, aquel que puede
apreciar cualquiera, impide la concurrencia del delito de estafa, porque, en ese caso, el
engaño no es «bastante». Dicho de otra manera: el engaño no puede quedar neutralizado
por una diligente actividad de la víctima (Sentencia 1036/2003, de 2 de septiembre),
porque el engaño se mide en función de la actividad engañosa activada por el sujeto
activo, no por la perspicacia de la víctima. De extremarse este argumento, si los sujetos
50
pasivos fueran capaces siempre de detectar el ardid del autor o agente del delito, no se
consumaría nunca una estafa y quedarían extramuros del derecho penal aquellos
comportamientos que se aprovechan la debilidad convictiva de ciertas víctimas (los
timos más populares en la historia criminal, estampita, engaño de la máquina de fabricar
dinero o "filo-mish", billete de lotería premiado o "tocomocho", timo del pañuelo o
"paquero", etc...).
Y en este sentido la citada sentencia nos dice: "Parece claro que no puede
entenderse cometido el tipo penal de estafa, como cualquiera otro tipo de los que
implican desplazamiento o sustracción patrimonial, a los que es común que la víctima
51
sufra la pérdida de una cosa, si esa pérdida puede imputarse plenamente a quien -
generalmente la víctima- era tenedor o poseedor de esa cosa.
Pues bien analizados estos hechos debemos concluir que no son atribuíbles a la
autonomía autorresponsable de la víctima. En efecto podemos admitir que desde un
criterio puramente objetivo pudiera parecer que el engaño realizado, la ostentación de
poderes mágicos, paranormales, con capacidad de multiplicar y crear dinero, puede ser
calificado de insuficiente, pero, como señalábamos, es preciso analizar el hecho también
52
desde un baremo subjetivo, y en este sentido, el acusado conociendo la credibilidad de
la víctima en relación con temas parasicológicos y enigmáticos, creo la situación de
error en la misma en cuya virtud hizo las disposiciones económicas que se relatan.
Por ello, esa acción de la víctima, no afecta a la valoración jurídico penal que
merece el comportamiento realizado por el acusado. No puede excluirse la tipicidad
penal de la conducta descrita como realizada por el recurrente y también ha de
concluirse que el comportamiento de la víctima no elimina tampoco la imputación al
comportamiento de aquél del resultado lesivo padecido por la víctima.
Esta postura tiene su apoyo en la STS. 655/97 de 13.5, que en su caso en que el
recurrente afirmó como verdadero que "tenía influencias y contactos suficientes para
solucionar los problemas" de la licencia del perjudicado, aunque esto no era cierto, tras
declarar que el patrimonio protegido por el delito de estafa es de naturaleza económico-
jurídica y personal, dispuso que "la protección solo se extiende a las disposiciones
patrimoniales que tienen lugar en el marco de un negocio jurídico licito, en el sentido
del art. 1275 Cc . o de una situación que no contradiga los valores del orden jurídico.
Por lo tanto, allí donde el ordenamiento jurídico no proporciona una acción para la
protección de determinados valores y bienes económicos, el derecho penal no debe
intervenir", concluyendo en este sentido que "el titular de un patrimonio que "compra
54
influencias" de un funcionario no merece protección del ordenamiento jurídico, pues el
que corrompe no tiene por qué ser defendido frente al corrompido".
55
III. EL TIMO DEL NAZARENO
58
ii.SENTENCIA DEL TS DE 21 DE ENERO DE 2010
60
Existe, por tanto, en engaño consistente, por un lado, en la utilización de la
maquinación descrita para obtener la confianza de los fabricantes en la solvencia de la
sociedad y, por otro, en la utilización (a partir de esa confianza) de un sistema de pagos
aplazados (y en las puntuales ocasiones citadas el abono parcial de la deuda inicial) con
la única finalidad de dilatar el mayor tiempo posible las relaciones comerciales y, con
ello, proveerse de la mayor cantidad posible de una mercancía que desde el primer
momento no pensaban pagar, voluntad de incumplimiento que se pone de manifiesto en
todas las relaciones comerciales entabladas, tanto las relativas al negocio en sí (la
adquisición de productos alimenticios para su venta) como las referidas a la instalación
de la empresa (vehículos, mobiliario, material de oficina, teléfonos). Mediante este
engaño se consiguió que, en la creencia de que se trataba de una empresa seria y
solvente, los fabricantes les entregaran las mercancías solicitadas y luego no abonadas,
y todo ello se hizo con el fin de obtener un rápido enriquecimiento a su costa.
Apreciamos así la concurrencia de todos y cada uno de los elementos que configuran el
delito de estafa regulado en el artículo 248 del Código Penal.
62
Como hemos dicho, en el caso actual se produjeron tres estafas (entre otras de
menor entidad económica), cada una de las cuales se integra en el subtipo de estafa
agravada del art. 250.1.6ª C.P. por la cuantía de lo defraudado en cada caso, atendidas
las pautas que a tales efectos establecía la jurisprudencia de esta Sala en la época en que
se sitúan los hechos. No estamos ante una pluralidad de estafas básicas de cuya suma
global surja la agravación por el valor de la defraudación, sino ante un conjunto de
acciones cada una de las cuales, en su propia individualidad, constituye un delito de
estafa agravada por el valor de la cantidad defraudada que se tipifica en el art. 250.1.6ª
C.P . Es claro que en el primer supuesto, la circunstancia del importe total de la
defraudación no podría servir a la vez para calificar los hechos como delito de estafa
agravada y como delito continuado de este concreto tipo, pues ello vulneraría el
principio "non bis in idem". Pero también es evidente que no se violenta dicho principio
cuando -como aquí acontece- la continuidad delictiva se establece respecto de una serie
de infracciones que aisladamente consideradas constituyen el subtipo agravado del art.
250.1.6ª tan repetido, de manera que la sanción de ese conjunto de acciones delictivas a
través de la regla penológica del art. 74.2 C.P. resulta legalmente intachable, para
castigar una reiteración de acciones delictivas. En el caso actual tres de las estafas
superaron los dos millones de pesetas, y otra sobrepasó los cinco millones de pesetas, de
suerte que considerando únicamente las citadas, estaríamos ante un delito continuado
del tipo agravado del art. 250.1.6º C.P ., siendo así que en el tiempo en que se
produjeron los hechos regía el Acuerdo del Pleno de esta Sala de fecha 26 de abril de
1.991 que establecía la especial gravedad a partir de los dos millones de pesetas y que,
aún a efectos orientativos, se recoge este criterio en las SS.T.S. de 12 de mayo de 1.997
y 28 de diciembre de 1.998.
64
conocido timo del "tocomocho", y como tras previa entrega de 300.000 pesetas, le
dieron el pañuelo atado que contenía dos envoltorios, simulando fajos de billetes, que
realmente eran dieciséis páginas del diario La Vanguardia del día 16 de Abril de 1.985.
Media hora después de ocurridos los hechos, el recurrente fue detenido, ocupándose en
el interior de su turismo, folios 3 y 21 del Sumario, un ejemplar de La Vanguardia así
mismo del 16 de abril de 1.985, al que faltaban las hojas empleadas en la realización del
timo. Por otra parte, la policía logró detenerle, porque conocía que un automóvil
matrícula de Madrid, con letras finales BD, marca Seat-132, se estaba utilizando en esta
clase de timos, cuyas características fueron también facilitadas por el perjudicado. Así
mismo, el recurrente declaró que el día de autos, no había dejado su turismo a terceras
personas.
Hay, pues, prueba suficiente de cargo, para llegar a un fallo condenatorio, pues
de datos objetivos acreditados, indicios plurales, puede deducirse por vía de inferencia
la participación del recurrente en los hechos enjuiciados, por existir un enlace preciso y
directo, según las reglas del criterio humano, y como ese proceso deductivo, es racional,
coherente y lógico y ajustado a las normas de experiencia, la presunción de inocencia ha
de reputarse enervada.
Los acusados Rosendo, Pablo y José Manuel, todos ellos mayores de edad y sin
antecedentes penales, se concertaron a fin de obtener de forma ilícita ciertos beneficios
económicos, para lo cual llevaron a cabo el siguiente plan previamente establecido. En
primero lugar se desplazaban bien en el vehículo propiedad de Pablo o de su conocido, a
un pueblo o ciudad de la geografía nacional, una vez en la localidad elegían de entre los
transeúntes a quien iba a ser su víctima, optando por personas de avanzada edad o con
apariencia de escasa formación cultural.
Tras ello uno de los acusados, indistintamente, según el rol conferido haría el
papel de disminuido psíquico (tonto), acercándose a la víctima preguntándole por una
calle o edificio. Seguidamente, establecido el contacto, aparecía en escena otro de los
acusados (listo), cuyo papel era hacer creer a la víctima, que entregando una cierta
cantidad de dinero, podrían lograr la entrega por parte del disminuido psíquico de unos
cupones de ciegos premiados con varios millones de pesetas. A fin de vencer la
desconfianza de la víctima se le exhibían, por quien interpretaba el papel de "listo", una
lista de los números premiados en donde figuraba como tal el correspondiente cupón
que llevaba el "tonto", la que había sido previamente confeccionada por los acusados.
65
Así mismo, el primero exhibía un sobre en donde presuntamente llevaba una
cantidad de dinero, que iba a entregar a fin de obtener los cupones premiados, debiendo
la víctima hacer lo propio con otra cantidad, que oscilaba según los casos, para luego
repartirse el elevado precio con el que presuntamente estaba agraciado el cupón o
cupones en cuestión. Mientras dos de los acusados llevaban a cabo dicha representación,
el tercero tenía encomendada la vigilancia de las inmediaciones a fin de evitar ser
sorprendidos, llevando encima el material necesario para los hechos (cupones, listas,
sobre con dinero, etc.) de los cuales hacía entrega en distintos momentos a los otros dos
acusados.
66
Administración de lotería, comprobando que no tenían premio alguno dichos cupones,
denunciando los hechos en la Comisaría de Policía.
Una denuncia de esta naturaleza obliga a esta Sala a verificar el "juicio sobre la
prueba", y el resultado de dicho examen le es totalmente adverso al recurrente en la
medida que lejos de lo que tan rotundamente --y con tanta ligereza-- se afirma acerca de
la no presencia de letrado, es lo cierto que al folio 117 consta la declaración del
recurrente en sede judicial, con presencia de letrado --letrado Sr. García Serrano--,
constando al folio 120 la diligencia de reconocimiento en rueda en sede judicial en la
que el testigo-víctima, Alberto identifica al recurrente, siendo tan evidente la presencia
del letrado, que al folio 120 vuelto se recoge en la propia diligencia unas preguntas que
en dicho acto efectuó el letrado defensor.
Se denuncia la indebida aplicación del art. 623- 4º del C.P., falta de estafa en
grado de tentativa en base a que en el propio factum, apartado segundo, se recoge
expresamente la afirmación de que la presunta "víctima", se había apercibido de que el
67
que se hacía "el tonto" --se trata del timo del "tocomocho"-- no lo era tanto y por ello se
apartó de la operación.
El motivo, que recibió el apoyo del Ministerio Fiscal debe ser admitido ya que
en efecto, el art. 248 del vigente Código Penal nuclea el tipo de la estafa en la
concurrencia de un engaño bastante que el sujeto activo desarrolla ante la víctima, y que
justifica el desplazamiento patrimonial con el correspondiente perjuicio para ésta, de
suerte que el engaño ha de ser suficiente y proporcional para la consecución del fin
apetecido, tanto en clave genérica --idoneidad para engañar a personas de mediana
perspicacia y diligencia-- como en referencia a las concretas condiciones de la persona,
por lo que si el ardid empleado no tiene la suficiente apariencia de seriedad y realidad
atendidos aquellos factores objetivos y subjetivos, se estaría en presencia de una
situación extramuros del Código Penal por ausencia de un elemento normativo del tipo
que vertebra el delito de estafa -- STS de 7 de Noviembre de 1997 entre las más
recientes--.
Entiende la parte recurrente que "el relato de la propia víctima" no basta para
poder enervar el derecho a la presunción de inocencia de los acusados, lo cual
constituye una tesis frontalmente opuesta a la mantenida por la jurisprudencia. En este
sentido, este Tribunal ha declarado reiteradamente que el testimonio de la víctima,
prestado con todas las garantías legalmente establecidas, puede ser prueba de cargo con
entidad suficiente para poder desvirtuar la presunción de inocencia de los acusados, que,
como es sobradamente conocido, es de naturaleza "iuris tantum". La propia
jurisprudencia ha puesto de manifiesto reiteradamente que el testimonio de la víctima
constituye con alguna frecuencia el único medio probatorio de los hechos enjuiciados,
especialmente en determinados tipos penales, como es el caso de la violación, y que
prescindir del mismo conduciría a la impunidad de múltiples hechos delictivos. Cosa
distinta, sin duda, es la cautela con la que los Juzgadores deben valorar y ponderar tales
testimonios; pero ello entra en el campo de las facultades propias y exclusivas de los
Jueces y Tribunales (art. 117.3 C.E. y art. 741 LECrim.).
V. EL TIMADOR TIMADO
Que el año 2004 el acusado Argimiro, mayor de edad y sin antecedentes penales
era administrador de M.B.M. Gestión Financiera SL., teniendo amistad con el acusado
Juan Antonio, mayor de edad y con antecedentes penales, pues fue condenado en
Sentencia de 21 de Mayo de 2003 del juzgado de lo penal n° 2 de Jerez de la Frontera a
la pena de un año y seis meses de prisión por delito de estafa en ejecutoria 161/2003
,suspendida la pena en fecha 3/09/2003 por plazo de dos años.
Este último propuso a aquel e ideo que primero a través de esta empresa y con
posterioridad constituyendo la sociedad M.B.D.G. Economist Agency S.L., que
contiene las iniciales de ambos acusados, siendo el primero administrador y el segundo
solo apoderado, se dedicaran a la actividad de venta de inmuebles y vehículos
inexistentes dando apariencia de que eran procedentes de subastas judiciales así como
vehículos cuyo importe no pagaban en su totalidad a los concesionarios por lo que no
podían matricularse, para obtener beneficios económicos. Que ambos, eran conscientes
que ni se entregaban los inmuebles ni los vehículos, tos primeros porque no existían y
los segundos además porque en ocasiones no se pagaba el precio total a los
concesionarios por lo que no se entregaba la documentación y en otras porque tampoco
existían.
Que en tales empresas trabajaban los acusados Eulalio, Indalecio; Santos y Luis
Manuel, actuaban como intermediarios en la venta de vehículos. Todos mayores de edad
71
y sin antecedentes penales no quedando suficientemente acreditado que tuvieran
conocimiento de la trama delictiva y siendo meros empleados o intermediarios que
actuaban a las órdenes de los acusados citados en primer lugar.
Exigían el pago de las mismas al contado y una vez que percibían las cantidades
se desentendían de su obligación de entregar las viviendas, pues ni dichas viviendas
estaban a la venta ni existía ningún procedimiento judicial de ejecución. En algunos
supuestos incluso se dio el caso extremo de que la propia vivienda como tal no existía.
72
El engaño ha sido ampliamente analizado por la doctrina de esta Sala, que lo ha
identificado como cualquier tipo de ardid, maniobra o maquinación, mendicidad,
fabulación o artificio del agente determinante del aprovechamiento patrimonial en
perjuicio del otro y así ha entendido extensivo el concepto legal a "cualquier falta de
verdad o simulación", cualquiera que sea su modalidad, apariencia de verdad que le
determina a realizar una entrega de cosa, dinero o prestación, que de otra manera no
hubiese realizado (STS. 27.1.2000), hacer creer a otro algo que no es verdad (STS.
4.2.2001).
Por ello, el engaño puede concebirse a través de las más diversas actuaciones,
dado lo ilimitado del ingenio humano y "la ilimitada variedad de supuestos que la vida
real ofrece" (SSTS. 44/93 de 25.1, 733/93 de 2.4), y puede consistir en toda una
operación de "puesta en escena" fingida que no responda a la verdad y, por consiguiente
constituye un dolo antecedente (SSTS. 17.1.98, 2.3.2000, 26.7.2000).
73
objetivo del comportamiento sin conocer la representación de quien actúa. En el tipo de
la estafa esos conocimientos del autor tienen un papel fundamental, así si el sujeto
activo conoce la debilidad de la víctima y su escaso nivel de instrucción, engaños que en
términos de normalidad social aparecen como objetivamente inidóneos, sin embargo, en
atención a la situación del caso particular, aprovechada por el autor, el tipo de la estafa
no puede ser excluido. Cuando el autor busca de propósito la debilidad de la víctima y
su credibilidad por encima de la media, en su caso, es insuficiente el criterio de la
inadecuación del engaño según su juicio de prognosis basado en la normalidad del
suceder social, pues el juicio de adecuación depende de los conocimientos especiales
del autor. Por ello ha terminado por imponerse lo que se ha llamado módulo objetivo-
subjetivo que en realidad es preponderantemente subjetivo.
Quiere esto decir que únicamente el burdo engaño, esto es, aquel que puede
apreciar cualquiera, impide la concurrencia del delito de estafa, porque, en ese caso, el
engaño no es «bastante». Dicho de otra manera: el engaño no puede quedar neutralizado
por una diligente actividad de la víctima (Sentencia 1036/2003, de 2 de septiembre),
porque el engaño se mide en función de la actividad engañosa activada por el sujeto
activo, no por la perspicacia de la víctima. De extremarse este argumento, si los sujetos
pasivos fueran capaces siempre de detectar el ardid del autor o agente del delito, no se
consumaría nunca una estafa y quedarían extramuros del derecho penal aquellos
comportamientos que se aprovechan la debilidad convictiva de ciertas víctimas (los
timos más populares en la historia criminal, estampita, engaño de la máquina de fabricar
dinero o "filomish", billete de lotería premiado o "tocomocho", timo del pañuelo o
"paquero", etc...).
74
En definitiva, en la determinación de la suficiencia del engaño hemos de partir
de una regla general que sólo debe quebrar en situaciones excepcionales y muy
concretas. Regla general que enuncia la STS. 1243/2000 de 11.7 del siguiente modo: "el
engaño ha de entenderse bastante cuando haya producido sus efectos defraudadores,
logrando el engañador, mediante el engaño, engrosar su patrimonio de manera ilícita, o
lo que es lo mismo, es difícil considerar que el engaño no es bastante cuando se ha
consumado la estafa. Como excepción a esta regla sólo cabría exonerar de
responsabilidad al sujeto activo de la acción cuando el engaño sea tan burdo, grosero o
esperpéntico que no puede inducir a error a nadie de una mínima inteligencia o cuidado.
Y decimos esto porque interpretar ese requisito de la suficiencia con un carácter estricto,
es tanto como trasvasar el dolo o intencionalidad del sujeto activo de la acción, al sujeto
pasivo, exonerando a aquél de responsabilidad por el simple hecho, ajeno normalmente
a su voluntad delictual, de que un tercero, la víctima, haya tenido un descuido en su
manera de proceder o en el cumplimiento de sus obligaciones. Esa dialéctica la
entendemos poco adecuada cuando se trata de medir la culpabilidad del sometido a
enjuiciamiento por delito de estafa, y que podría darse más bien en los supuestos de
tentativa y, sobre todo, de tentativa inidónea".
Y en este sentido la citada sentencia nos dice: "Parece claro que no puede
entenderse cometido el tipo penal de estafa, como cualquiera otro tipo de los que
implican desplazamiento o sustracción patrimonial, a los que es común que la víctima
sufra la pérdida de una cosa, si esa pérdida puede imputarse plenamente a quien -
generalmente la víctima- era tenedor o poseedor de esa cosa.
75
o de desconocimiento de la eventualidad de tal desposesión. En algunos casos puede ser
un tercero el que provoca el comportamiento de la víctima, privándole de autonomía o
generándole un error. Entonces la imputación solamente podrá hacerse a quien ha
puesto tal causa que obsta que pueda hacerse la misma a la víctima.
Ciertamente como las acciones descritas en el art. 251.1 tendrían lugar muchas
veces, en el ámbito de los negocios jurídicos relativos a viviendas y dicho precepto no
contempla agravación específica, surge el problema de su relación con el art. 250.1.1.
La doctrina considera que la puesta en relación del art. 250.1.1 con el art. 251.,
cuya pena es menos grave que la establecida en aquel puede conducir a insatisfactorias
consecuencias pudiendo incluso dejar sin efecto en la práctica, la esfera de protección
del tipo agravado.
La solución en estos casos debe ser acudir a lo dispuesto en el art. 8.1 CP.,
entendiendo que el art. 250.1.1 es de preferente aplicación en virtud del principio de
especialidad cuando la estafa tenga por objeto negocios jurídicos referidos a la vivienda,
puesto que el fraude tipificado en el art. 251 del CP, tiene un ámbito de aplicación más
general al titular tanto a las cosas inmuebles, aunque no se trate de viviendas en el
77
sentido restrictivo propio del art. 250.1.1, como a los muebles, o en el art. 8.4 CP,
resolviéndose el concurso de normas por el principio de alternatividad que supone que
cuando una conducta encaje indistintamente en varias normas sancionadoras, se aplique
la del precepto que imponga mayor sanción, en este caso el art. 250.1.1.
La regla prevenida, art. 74.1 del CP., queda sin efecto cuando su aplicación
fuese contraria a la prohibición de la doble valoración".
Acuerdo que lleva en estos supuestos a la aplicación del art. 250.1.6, cuando los
delitos, aún inferiores a 36.060,73 euros, en conjunto sí superan esa cifra, si bien no se
aplica el párrafo 1º del art. 74, sino el 2º; pues la suma de las cuantías ya se tiene en
cuenta para agravar la pena, aplicando la del art. 250.1 y no la del art. 249 CP.
78
perjuicio es superior a 36.060,73 euros, la pena procedente es la prevista en el artículo
250.1.6º y si es inferior a esa cifra la del artículo 249, o en su caso, la correspondiente a
la falta.
Cuando esa cifra (la relevante para incrementar la pena básica) se alcanza por la
suma de las diferentes infracciones, acudir a la agravación del apartado 1 del artículo 74
vulneraría la prohibición de doble valoración de una misma circunstancia o de un
mismo elemento, pues de un lado se ha tenido en cuenta para acudir al artículo 250.1.6ª,
con la consiguiente elevación de la pena (o para convertir varias faltas en un delito) y de
otro se valoraría para acudir al artículo 74.1, agravándola nuevamente. Ello conduciría a
determinar la pena conforme al perjuicio total causado pero sin que fuera preciso
imponerla en su mitad superior, de forma que el Tribunal podría recorrer la pena en toda
su extensión.
Por lo tanto, la regla del artículo 74.2 resulta específica para los delitos contra el
patrimonio en el sentido de que la pena básica que debe ser tenida en cuenta en el caso
de estos delitos continuados no es la correspondiente a la infracción más grave sino la
correspondiente al perjuicio total causado, ambas en su mitad superior (pudiendo
alcanzar hasta la mitad inferior de la pena superior en grado). De esta forma, el delito
continuado patrimonial recibiría un trato penológico similar a cualquier otro delito
continuado.
79
E; Ezequías 54.600 E; Genoveva 68.970 E; por lo que concurre el subtipo agravado del
art. 250.1.6 con carácter continuado, pudiéndose aplicar el apartado del art. 74 CP.
Como hemos dicho en STS. 435/2010 de 3.5, con cita de la STS. 439/2029 de
14.4 "El delito con sujeto pasivo masa se integra por dos elementos propios: la notoria
gravedad y una generalidad de personas. Lo notorio según el diccionario RAE es "lo
público y sabido de todos" o, dicho de otro modo, lo que es conocido públicamente, lo
que es evidente y no ofrece dudas - Diccionario del Español Actual-. Lo notorio unido
al sustantivo gravedad, en clave económica, nos lleva a una gravedad económica fuera
de toda discusión, y claramente diferente a la nota de especial gravedad del art. 250.1-6º
del Código pena, no es una gravedad reforzada sino algo distinto".
81
Bien entendido que ambos elementos deberá concurrir, es decir, debe existir un
número significativo de personas que han tenido un perjuicio concreto y que dado el
número de víctimas la suma de todos los perjuicios hace que pueda hablarse de notoria
gravedad. Esta Sala ha interpretado restrictivamente el precepto (ver autos 29.10 y
23.11.98) pero estimó que constituían generalidad de personas unos hechos en los que
había 546 perjudicados. En auto 8.5.91 un número que se aproxime al medio centenar y
en el auto de 20.9.2005 consideró lo mismo en un caso en el que aparecían inicialmente
perjudicadas más de 45 empresas, si bien eran casos relativos a la competencia de la
Audiencia Nacional, art. 65, apartado 1 c) LOPJ. Sin embargo en la STS. 129/2005 de
11.2, rechazó su aplicación con un perjuicio de 11 millones pesetas y 45 personas, y la
STS. 439/2009 de 14.4, consideró el hecho de notoria gravedad y los perjudicados una
generalidad de personas, en un supuesto de 1797 compradores de vivienda y un
perjuicio total de más de 25.000.000 E. En el caso que se analiza se trata de 53 personas
físicas y 8 personas jurídicas con un perjuicio total de unos 8.000.000E, supuesto que
estaría ciertamente en el límite por cuanto si bien concurrían la notoria gravedad del
perjuicio puede cuestionarse la indeterminación de los perjudicados al estar estos
perfectamente individualizados. No obstante esta Sala considera que, dada la pena
concreta que se ha impuesto a este recurrente, 9 años prisión, el motivo carece de
efectos prácticos por cuanto considerando los hechos como un delito continuado del art.
250.1.1.6º con aplicación del art. 74.1 CP, y excluyendo las especiales reglas
penológicas del inciso segundo del art. 74.2, aquella pena podría haber sido igualmente
impuesta. En efecto al ser de aplicación el art. 250.2, el marco penológico estaría entre 4
y 8 años prisión, pena que podría subirse hasta la mitad inferior del grado superior, art.
74.1 CP, esto es 8 años y 1 día a 10 años prisión.
El motivo segundo por infracción de Ley al amparo del art. 849.1 LECrim. por
aplicación indebida del art. 248 CP , dado que el engaño que pudieran haber sufrido los
perjudicados en ningún caso sería bastante, por cuanto habrían incurrido en una grave
negligencia a la hora de tutelarse sus propios intereses y evitarse perjuicios, cuando
disponían de medios adecuados para ello, como la simple consulta en el Registro de la
Propiedad o la indagación en los distintos Juzgados.
En este punto es cierto, como señalan las SSTS. 1227/2004 de 18.10, 898/2005
de 7.7, 1276/2006 de 20.12, 368/2007 de 9.5 y 581/2009 de 2.6, en los delitos contra el
patrimonio (estafa señaladamente) la protección penal debe limitarse a los casos en que
la acción del autor ha vencido los mecanismos de defensa dispuestos por el titular del
bien o del patrimonio.
Ahora bien, destaca la doctrina, que el riesgo creado no debe ser un riesgo
permitido. En la medida en que el engaño se contenga dentro de los límites del riesgo
permitido es indiferente que la víctima resulte en el supuesto particular engañada por su
excesiva credibilidad aunque ello sea conocido por el autor. La adecuación social del
engaño excluye ya la necesidad de valoraciones ulteriores sobre la evitabilidad o
inevitabilidad del error. En consecuencia, el juicio de idoneidad del engaño en orden a
83
la producción del error e imputación a la disposición patrimonial perjudicial comienza a
partir de la constatación de que el engaño no es de los socialmente adecuados o
permitidos.
Desde este punto de vista, puede decirse que el tipo penal de la estafa protege el
patrimonio en la medida en que su titular haya observado el comportamiento exigible en
orden a su protección, pero no en el caso en que se haya relajado en la observancia de
sus deberes de autotutela primaria. Por tanto, en la medida en que el error que sufre el
sujeto pasivo, en atención a las circunstancias del caso particular, las relaciones entre
autor y víctima y las circunstancias subjetivas de esta última, resulta evitable con una
mínima diligencia y sea exigible su citación, no puede hablarse de engaño bastante y en
consecuencia no puede ser imputado el error a la previa conducta engañosa quebrándose
la correspondiente relación de riesgo pues "bastante" no es el engaño que puede ser
fácilmente evitable, sino aquel que sea idóneo para vencer los mecanismos de defensa
puestos por el titular del patrimonio perjudicado. En estos casos el error es producto del
comportamiento negligente de la víctima. Por eso se ha podido decir que la constatación
de la idoneidad general es un proceso normativo que valora tanto la intensidad del
engaño, como las causas, a la hora de establecer la vencibilidad del engaño por parte de
la víctima.
84
otras circunstancias, de la importancia de las prestaciones que se obliga cada parte, las
relaciones que concurran entre las partes contratadas, las circunstancias personales del
sujeto pasivo y la capacidad para autoprotegerse y la facilidad del recurso a las medidas
de autoprotección.
Probado, y así se declara, que sobre las 11 horas del día 10 de mayo de 1982,
Carlos Daniel de acuerdo con una persona no identificada y con ánimo de propio
beneficio, abordaron en la calle Gran Vía de Bilbao a Gabriel, preguntándole el
desconocido por un médico inexistente que decía venía buscando desde el extranjero, y
86
al contestarle que no podía darle razón, se acercó, según lo previsto, el procesado, que
llevaba gabardina y boina, entablándose conversación entre los tres en la que el primero
aludió a la urgencia de su misión de entregar 800.000 pesetas a quien pudiera
repartirlas, según se le había encomendado entre personas necesitadas; y tras dos horas
de parlamento convencieron a Gabriel para que sacara del Banco 400.000 pesetas y las
entregara al presunto portador de las 800.000 pesetas como garantía del cumplimiento
de su compromiso, y cuando las tuvieron en su poder desaparecieron con ellas; y B) El
día 14 de febrero de 1983, sobre las 11,30 horas, también en la calle Gran Vía de
Bilbao, y utilizando parecido procedimiento, actuó el procesado sobre el viandante José
María, apoyando la actuación de su ignorado compañero, quien decía que su padre, muy
enfermo y arrepentido, le había encargado que hallara dos personas idóneas que se
comprometieran a repartir en obras de beneficencia la cantidad de dos millones de
pesetas que se había llevado ilícitamente al extranjero, dando a cada una 150.000
pesetas en compensación por el servicio, sacando una cartera marrón exhibió un fajo de
dólares en billetes y alegando el fallecimiento del médico que buscaba en Bilbao para
encontrar a las dos que reunieran los requisitos previstos, dijo ofrecer el trabajo a José
María y al procesado, si le enseñaban 500.000 pesetas cada uno, marchándose Carlos
Daniel que regresó aparentemente con esa cantidad, incitando a José María a hacer lo
mismo, por lo que éste fue al Banco Central, donde le dieron un talón por 500.000
pesetas, al decírselo al procesado le manifestó que el tercero no lo admitía si no era
conformado por el Banco, al que regresó, pero a la salida no volvió a ver a Carlos
Daniel y su compañero.
La definición legal auténtica contenida en el párrafo tercero del artículo 3.° del
Código Penal respecto a la tentativa, esta Sala tiene declarado que el elemento negativo
de este grado de ejecución requiere necesariamente que el cese en el actuar del culpable
advenga por causa o accidente que no sea su propio y voluntario desistimiento, esto es,
que resulte plenamente emanado del agente de la infracción y producto de su libre
voluntad (Sentencias de 22- 5-65, 3-3-68, 31-1-81 y 30-4-83); por lo que si no existe el
acto volitivo de no proseguir la ejecución del acto punible comenzado, sino que el
desistimiento viene impuesto por las circunstancias, hay que estimar acertadamente
aplicada la punición del delito en su grado imperfecto de tentativa (Sentencias de 16-6-
69 y 11-10-78); no siendo admisibles como hipótesis que excusa si el cambio de actitud
proviene de fenómenos causales independientes a la libre determinación o a obstáculos
exteriores al propósito del agente, en cuyos supuestos el intento prosigue reprochado
penalmente, al faltarle la espontaneidad de la propia decisión revocatoria ( Sentencias
de 13-3-69, 13-10-70, y 23- 5-72); b) que a tenor de lo expuesto, y siendo así que los
hechos probados arrojan sustancialmente que el día 14 de febrero de 1983, en la Gran
Vía de Bilbao, el procesado, de acuerdo con un tercero no identificado, abordaron a José
María, ofreciéndole la entrega de dos millones de pesetas para repartir en obras de
beneficencia, que llevaba el tercero en una cartera marrón de la que sacó y exhibió un
87
fajo de dólares en billetes, si le enseñaba 500.000 pesetas, a cuyo fin José María se
dirigió al Banco Central, donde le dieron un talón por dicha cantidad que el procesado le
dijo que tal título- valor no lo admitiría aquél si no era conformado por el banco, «al que
regresó José María, pero a la salida no volvió a ver al procesado y su compañero»; cuyo
relato pone de manifiesto un evidente principio de ejecución del delito de estafa, por la
maliciosa maniobra idónea para defraudar ya comenzada sin que llegara a ultimarse su
consumación, por causas que no se precisaron) que la sentencia recurrida no ofrece en
su contexto otros datos o particulares complementarios que permitan inducir lógica y
racionalmente que la interrupción de la maniobra delictiva se debió a un acto voluntario
del procesado y, en consecuencia, afirmar que existió una tentativa desistida e impune,
sino que los actos de ejecución descritos como probados se caracterizan por constituir
parte integrante del comportamiento típico delictivo, según la concepción natural y el
plan del autor de la estafa proyectada, que pone en peligro el orden jurídico conforme al
juicio valorativo del Tribunal juzgador, en este caso avalado por los reiterados delitos
contra la propiedad cometidos por el recurrente, por el antecedente de la estafa
consumada pocos meses antes mediante análogo procedimiento en esta misma causa y
por la técnica del timo de «las limosnas» conocida y practicada por el procesado, que
sobradamente resaltan que el invocado desistimiento obedeció a móviles, accidentes o
circunstancias que no guardan relación con el voluntario desvío del camino del delito
por el regreso y reinserción en el del deber, que finalmente conlleva a la desestimación
por improcedente del motivo contemplado.
Ciertamente lo que ocurre en éste y otros muchos supuestos llegados a esta vía
casacional, no es otra cosa que la simple disconformidad del recurrente con la
valoración de la prueba efectuada por el Juzgador que, en uso de la función que le
atribuye el art. 741 LECrim . y en consonancia con la misión jurisdiccional atribuida
por el art. 117.3 CE ., no hace sino asumir su propia competencia, quedando ésta
extramuros en la propia de este Tribunal.
El auto 338/83 reiterando la misma doctrina, señala que no equivale (el derecho
a la presunción de inocencia) a que en cualquier caso y situación el Tribunal
Constitucional -igual puede decirse de este Tribunal Supremo- pueda valorar pruebas
efectivamente practicadas, primando unas o menospreciando otras, hasta concluir su
pronunciamiento concordante o dispar del aceptado por el Tribunal de lo Penal ya que
ello es atribución privativa de éste por mandato "ex" art. 741 LECrim.
89
En igual sentido la STC. 205/98 de 26.10 recuerda que cuando lo que se
denuncia no es la ausencia de actividad probatoria, sino la discrepancia con la
valoración que se ha hecho de la misma, no puede hablarse de vulneración de la
presunción de inocencia pues "no corresponde a este Tribunal revisar la valoración y
apreciación que de las pruebas practicadas hacen los órganos judiciales una vez
verificada, como ocurre en este caso, la existencia de actividad probatoria, sino de
discrepancia con la valoración que se ha hecho de la misma, no puede hablarse de
vulneración de la presunción de inocencia pues "no corresponde a este Tribunal revisar
la valoración y apreciación que de las pruebas practicadas hacen los órganos judiciales
una vez verificada, como ocurre en este caso, la existencia de actividad probatoria
directa respecto de los hechos objeto de condena y de la participación del condenado en
los mismos (entre otras SSTC. 17/84, 177/(7, 150/89, 82/92, 70/94 y 82/95). Y no se
olvida que la posición de esta Sala al examinar la supuesta infracción de la presunción
de inocencia, como precepto constitucional es similar a la del Tribunal Constitucional.
La estafa como elemento esencial requiere la concurrencia del engaño que debe
ser suficiente, además de precedente o concurrente con el acto de disposición de la
víctima que constituye la consecuencia o efecto de la situación engañosa, sin la cual no
se habría producido el traspaso patrimonial, acto de disposición que realiza el propio
perjudicado bajo la influencia del engaño que mueve su voluntad (SSTS. 1479/2000 de
22.9, 577/2002 de 8.3, y 267/2003 de 24.2 ), que puede consistir en cualquier acción del
engañado que causa un perjuicio patrimonial propio o de tercero, entendiéndose por tal
la entrega de una cosa como la prestación de un servicio por el que no se obtiene la
contraprestación.
90
El engaño ha sido ampliamente analizado por la doctrina de esta Sala, que lo ha
identificado como cualquier tipo de ardid, maniobra o maquinación, mendicidad,
fabulación o artificio del agente determinante del aprovechamiento patrimonial en
perjuicio del otro y así ha entendido extensivo el concepto legal a "cualquier falta de
verdad o simulación", cualquiera que sea su modalidad, apariencia de verdad que le
determina a realizar una entrega de cosa, dinero o prestación, que de otra manera no
hubiese realizado (STS. 27.1.2000), hacer creer a otro algo que no es verdad (STS.
4.2.2001 ).
Por ello, el engaño puede concebirse a través de las más diversas actuaciones,
dado lo ilimitado del engaño humano y la ilimitada variedad de los supuestos que la
vida real ofrece y puede consistir en toda una operación de "puesta en escena" fingida
que no responda a la verdad y, por consiguiente, constituye un dolo antecedente (SSTS.
17.1.98, 2.3.2000 y 26.7.2000).
Ahora bien, como precisó la STS. 1195/2005 de 9.10, "el concepto de engaño
bastante, no puede servir para desplazar en el sujeto pasivo del delito todas las
circunstancias concurrentes desplegadas por el ardid del autor del delito, de manera que
termine siendo responsable de la maquinación precisamente quien es su víctima, que es
91
la persona protegida por la norma penal ante la puesta en marcha desplegada por el
estafador. Quiere esto decir que únicamente el burdo engaño, esto es, aquel que puede
apreciar cualquiera, impide la concurrencia del delito de estafa, porque, en ese caso, el
engaño no es «bastante». Dicho de otra manera: el engaño no puede quedar neutralizado
por una diligente actividad de la víctima (Sentencia 1036/2003, de 2 de septiembre ),
porque en caso contrario, quedarían extramuros del derecho penal aquellos
comportamientos que se aprovechan la debilidad convictiva de ciertas víctimas (los
timos más populares, en la historia criminal), o el traspaso de aquellos resortes que se
fundamentan en el principio de confianza en el tráfico mercantil (generalmente, los
llamados negocios criminalizados). Pues bien si el engaño de la estafa se debe apreciar
cuando el autor afirma como verdadero algo que no lo es o cuando oculta algo
verdadero para impedir que el otro lo conozca. Tales elementos se dan perfectamente en
el caso que estamos tratando. En efecto, el recurrente manifestó que solo estudiando no
se conseguía nada, y si, en cambio, pagando, ofreciéndose a facilitar la superación de las
pruebas, afirmando como verdadero que "tenía contactos directos con los miembros del
Tribunal de la oposición a cambio de una cantidad de dinero del orden de dos millones
de pesetas en todo o en parte destinada a aquéllos”, aunque esto no era cierto. En
consecuencia no cabe duda de que hubo engaño. También se dan el error y la
disposición patrimonial, pues Donato y Lina, convencidos de la influencia de su amigo,
aceptaron y de acuerdo con él, fueron efectuándole diversas transferencias bancarias, así
como los elementos subjetivos propios de este delito, esto es, el ánimo de lucro, exigido
hoy de manera explícita en el art. 248 CP., es decir el propósito por parte del sujeto
activo de obtener una ventaja patrimonial correlativa, aunque no necesariamente
equivalente, al perjuicio ocasionado.
Esta postura tiene su apoyo en la STS. 655/97 de 13.5, que en su caso en que el
recurrente afirmó como verdadero que "tenía influencias y contactos suficientes para
solucionar los problemas" de la licencia del perjudicado, aunque esto no era cierto, tras
declarar que el patrimonio protegido por el delito de estafa es de naturaleza económico-
jurídica y personal, dispuso que "la protección solo se extiende a las disposiciones
patrimoniales que tienen lugar en el marco de un negocio jurídico licito, en el sentido
del art. 1275 Cc . o de una situación que no contradiga los valores del orden jurídico.
Por lo tanto, allí donde el ordenamiento jurídico no proporciona una acción para la
protección de determinados valores y bienes económicos, el derecho penal no debe
intervenir", concluyendo en este sentido que "el titular de un patrimonio que "compra
influencias" de un funcionario no merece protección del ordenamiento jurídico, pues el
que corrompe no tiene por qué ser defendido frente al corrompido".
94
recogía en el art. 529.4 CP. 1973 solo podía realizarse sobre el presupuesto de ilicitud
con matices criminales, dado que las supuestas remuneraciones a empleados públicos de
ser verdaderas, dejarían de constituir la estafa para integrarse en el cohecho.
Siendo así quien ofrece dinero para corromper a un funcionario realiza una
acción adecuada para inducir a un delito de cohecho y por ello su conducta es disvaliosa
desde el punto de vista del tipo del art. 423 CP., pero en el caso presente quien realiza la
oferta a los querellantes es el propio acusado -que no es funcionario público- las
supuestas influencias a cambio de dinero eran inexistente y aquél ofrecimiento a los
miembros del Tribunal de la oposición en ningún momento iba a producirse, y en ello
radica el engaño constitutivo de la estafa, por cuanto de ser ciertas, no estaríamos ante
un delito de estafa, y si ante un cohecho, art. 423, para cuya consumación no es
necesaria la entrega del presente o dádiva al funcionario, bastando su ofrecimiento y el
mero intento de corromper al funcionario (SS. 883/94 de 11.5, 1114/2000 de 12.6).
95
o conspiración para la comisión de un delito de cohecho, no punible en base a lo
dispuesto en el art. 17.3 CP.
96
comprometedoras como ¿ha participado en premios de la Lotería con anterioridad?.
¿Desea participar de nuevo en estos premios de Lotería?. Este inventario probatorio
acredita más allá de toda duda razonable la autoría del recurrente en la trama
defraudatoria. No existió el vacío probatorio que se denuncia.
98
El engaño puede concebirse a través de los más diversos ardides o actuaciones,
dado lo ilimitado del ingenio humano y "la ilimitada variedad de supuestos que la vida
real ofrece" (SS.T.S. 44/93, de 25 de enero y 733/93, de 2 de abril); puede consistir en
toda una operación de "puesta en escena" fingida, que no responde a la verdad y que,
por consiguiente, constituye un dolo antecedente (SS.T.S. 1227/98, de 17 de diciembre;
1349/2000, de 26 de julio y 315/2000, de 2 de marzo ).
Se añade que el engaño sea bastante para producir error en otro (SS. 514/2002,
de 29 de mayo; y 367/2003, de 12 de marzo); es decir, que sea capaz en un doble
sentido: primero, para traspasar lo ilícito civil y penetrar en la ilicitud penal (SS de 6 de
abril y 12 de diciembre de 1.981, 27 de mayo de 1982 y 23 de febrero de 1983) y, en
segundo lugar, que sea "idóneo, relevante y adecuado para producir el error que genera
el fraude, no bastando un engaño burdo, fantástico o increíble, incapaz de mover la
voluntad de las personas normalmente constituidas intelectualmente, según el ambiente
social y cultural en que se desenvuelven (SS de 26 de marzo de 1982; 29 de marzo de
1990 y 101/2002, de 2 de febrero ), capaz de mover la voluntad normal de un hombre (S
de 10 de febrero de 1987 ), es decir, como sostienen las SS de 5 y 24 de marzo y 24 de
septiembre de 1.981, que "sea normalmente considerado como estímulo operativo del
traspaso patrimonial defraudatorio".
Objetivamente "debe ser valorado como bastante para producir error aquella
maquinación engañosa que adopte apariencias de veracidad y de realidad creíble por la
media de las personas"; subjetivamente entra en juego el principio de la buena fe y las
condiciones personales del sujeto engañado, que por su incultura, situación, edad o
déficit intelectual, es más sugestionable, lo que significa que la condición de bastante se
debe valorar "intuitu personae".
99
necesita ser examinada en cada caso concreto, necesita partir de una regla general que
sólo debe quebrar en situaciones excepcionales y muy concretas.
100
una demostración, aparentando obtener dos billetes de 50 euros, después de haber
introducido en un barreño lo que supuestamente eran dos billetes tintados, en realidad
dos simples hojas de papel negro, que luego cambiaron por dos billetes verdaderos". De
suerte que si el embaucado no se percató del "cambiazo", lo que él percibió fue que
después del "tratamiento" aparecían dos billetes auténticos, lo que disiparía las dudas o
reticencias que pudiera albergar.
Los acusados, en los primeros días del mes de marzo, se pusieron en contacto
telefónico con Augusto, propietario de varias empresas de construcción, el cual tenía
varios anuncios de venta de pisos y chalets en internet, a través de la inmobiliaria RB
inmobiliaria, haciéndose pasar por hombre de negocios simulando interesarse por la
compra de una vivienda, para ganarse la confianza del mismo. Así el día 7 de marzo de
2.008, se citaron en la parada de taxis de la localidad de San Martín de la Vega, a los
efectos de concretar el precio y la forma de pago de la vivienda. Seguidamente, el día 8
de marzo de 2008, se citaron en la localidad de Aranjuez, dado que habían simulado
mostrar interés también por la compra de otro piso en la referida localidad, y acudieron
al local portando un maletín donde le dijeron que llevaba la totalidad del dinero. Por
ello se dirigieron al domicilio de Augusto, sito en la CALLE000 Número NUM003,
NUM004, de la localidad de Aranjuez, con el fin de formalizar la operación de
compraventa de los inmuebles, y allí se relataron que habían sacado gran cantidad de
dinero camuflado de su país Sierra Leona, y debido a la situación de conflicto bélico,
abandonaron rápidamente el mismo y tuvieron que ennegrecerlo con productos
químicos para sacarlo del país, y que necesitaban dinero español para conseguir un
producto químico para sacarlo del país, y que necesitaban dinero español para producir
un producto químico muy caro con el objeto de lavar el dinero tintado, al objeto de
invertir en la compra de los inmuebles del señor Augusto . Como consecuencia de dicha
situación, el señor Augusto les entregó en ese momento la cantidad de 6000 euros a
101
cambio de maletín con los papeles tintados, donde le dijeron que se trataba de dinero
tintado. Finalmente, el día 10 de marzo de 2008, se citaron de nuevo en la CALLE001
número NUM005 de Madrid, el señor Augusto les hizo entrega del dinero en la cantidad
de 30.000 euros, bajo la excusa urdida días antes, desapareciendo sin dar más noticias
en los días posteriores. Posteriormente con el ánimo de obtener un inmediato beneficio
patrimonial, el día 17 de marzo de 2008, se pusieron en contacto telefónico de nuevo
con Augusto, a través de otra empresa de construcción, iniciando la misma estrategia,
pero esta vez teniendo los contactos con Leonardo, amigo del Sr. Augusto, concertando
las citas el día 26 de marzo en la localidad de Arganda del Rey, el día 28 de marzo en
Toledo, y el día 31 de marzo de 2.008, en la Plaza Conde Casal de Madrid, con el
mismo objetivo, siendo detenidos en ese momento, sin llegar a conseguir en esta
ocasión su ilícito propósito inicial. El total de la cantidad estafada a Augusto, asciende a
36.000 euros, quien reclama por los mismos. Los acusados fueron detenidos el día de
los hechos ingresando en prisión, en fecha 2 de abril de 2.008.
Por su parte, el Fiscal rechaza la censura casacional argumentando que una cosa
es que la maniobra engañosa sea absolutamente incapaz de provocar un error en el
sujeto pasivo y finalmente el desplazamiento patrimonial se provoque por la manifiesta
desidia e indiligencia de éste (es el caso del cobro de cheques en los que se ha hecho
figurar una firma fingida que no guarda similitud alguna con la auténtica); y otra reducir
las dimensiones de la tipicidad de estafa excluyendo de la misma aquellos modos
engañosos que para muchos -no para todos- son desenmascarables.
102
tutelado y concretamente el idóneo o adecuado para provocar el error determinante del
injusto perjuicio y lesión del patrimonio ajeno. Se considera como engaño "bastante" a
los efectos de estimar concurrente el elemento esencial de la estafa, aquél que es
suficiente y proporcional para la efectiva consumación del fin propuesto, debiendo tener
la suficiente entidad para que en la convivencia social actúe como estímulo eficaz del
traspaso patrimonial, valorándose dicha idoneidad tanto atendiendo a módulos objetivos
como en función de las condiciones personales del sujeto engañado y de las demás
circunstancias concurrentes en el caso concreto; la maniobra defraudatoria ha de revestir
apariencia de realidad y seriedad suficiente para engañar a personas de mediana
perspicacia y diligencia, complementándose la idoneidad abstracta con la suficiencia en
el específico supuesto contemplado.
104
En el caso actual, la idoneidad y suficiencia de la maniobra engañosa queda
constatada por una convincente y sugestiva puesta en escena de los acusados que
acudieron a una cita con un maletín en el que portaban billetes tintados que, según
explicaron a su víctima, tuvieron que sacar camuflados de esta forma de Sierra Leona,
debido a la situación de conflicto bélico en dicho país, precisando de un producto
químico muy caro para el lavado del dinero al objeto de invertir en la compra de varios
inmuebles propiedad del Sr. Augusto, maletín que dejaron en prenda al perjudicado
cuando éste les hizo entrega del dinero necesario para comprar dichos productos
químicos, comprobando el perjudicado "in situ" el estado de los billetes ennegrecidos.
En relación con la aplicación del art. 250.1.6º C.P. censurada por el recurrente,
el motivo sostiene que es necesaria la conjunta concurrencia de los tres criterios
contemplados en el precepto: el valor de la defraudación, la entidad del perjuicio y la
situación económica en la que queda la víctima o su familiar.
Con la entrada en vigor del C. Penal de 1.995, que terminó con la distinción
entre agravante simple y cualificada y tras un período de ciertas fluctuaciones, en este
momento se puede decir que se está consolidando el criterio de operar con la cifra de
6.000.000 ptas. -36.060,73 €- como a partir de la cual se aplicaría la agravante de
especial gravedad a que se refiere el art. 250.1.6.
106
En consecuencia se estima el motivo que debe beneficiar al no recurrente,
debiendo condenarse a los acusados como autores de un delito básico de estafa del art.
248 del C. Penal, casándose y anulándose la sentencia de instancia y dictándose una
nueva por esta Sala en la que se modifique la calificación de los hechos en el sentido
mencionado, imponiendo a los acusados la pena de dos años, dos meses y diez días de
prisión que consideramos proporcional a la gravedad del hecho por la cantidad
defraudada que se encuentra en el justo límite de la "extrema gravedad" que sanciona el
hecho con pena de 3 a 6 años de prisión.
El día 18 de julio de 2007 una persona que decía llamarse Jon entró en contacto
con Cornelio, con objeto de comprar un vehículo Ford Transit que éste tenía puesto a la
venta, y ambos quedaron en el Polígono la Vega de Gernika para fijar los términos del
contrato. Una vez en el lugar, el comprador se interesó por otro coche Volvo S50 y se
citaron en el apeadero de Urgorri de la misma localidad para la entrega del dinero.
Con extensa cita de las Sentencias de la Sala Segunda de este Tribunal Supremo
de 26 de marzo, 28 de octubre de 2010 y la de 22 de febrero de 2011, la de instancia
justifica la consideración de la actividad declarada probada como suficiente a los efectos
del citado juicio de tipicidad de la estafa imputada. Cabría citar en el mismo sentido la
aún más antigua Sentencia de esta Sala Segunda nº 476/2009 de 7 de mayo. En ella, en
la línea de considerar comportamientos, como el que es origen de este procedimiento,
suficientes a los efectos del delito de estafa, comenzamos recordando la tesis que había
sostenido la sentencia de instancia:
Parece claro que no puede entenderse cometido el tipo penal de estafa, como
cualquiera otro tipo de los que implican desplazamiento o sustracción patrimonial, a los
que es común que la víctima sufra la pérdida de una cosa, si esa pérdida puede
imputarse plenamente a quien -generalmente la víctima- era tenedor o poseedor de esa
cosa.
109
generándole un error. Entonces la imputación solamente podrá hacerse a quien ha
puesto tal causa que obsta que pueda hacerse la misma a la víctima.
Y también cabe proclamar la responsabilidad del autor, aquí acusado, yendo más
allá de la mera tesis de irresponsabilidad de la víctima. Dijimos entonces, rechazando la
protesta de falta de suficiencia de la maniobra engañosa desplegada, que aunque
110
modernamente la postura restrictiva del engaño ha sido rechazada, y que si bien la
suficiencia del engaño, necesita ser examinada en cada caso concreto, necesita partir de
una regla general que sólo debe quebrar en situaciones excepcionales y muy concretas.
Esa regla general podemos enunciarla del siguiente modo: el engaño ha de entenderse
bastante cuando haya producido sus efectos defraudadores, logrando el engañador,
mediante el engaño, engrosar su patrimonio de manera ilícita, o lo que es lo mismo, es
difícil considerar que el engaño no es bastante cuando se ha consumado la estafa. Como
excepción a esa regla sólo cabría exonerar de responsabilidad al sujeto activo de la
acción cuando el engaño sea tan burdo, grosero o esperpéntico que no puede inducir a
error a nadie de una mínima inteligencia o cuidado. Y decimos esto porque interpretar
ese requisito de la suficiencia con un carácter estricto, es tanto como trasvasar el dolo o
intencionalidad del sujeto activo de la acción, al sujeto pasivo, exonerando a aquel de
responsabilidad por el simple hecho, ajeno normalmente a su voluntad delictual, de que
un tercero, la víctima, haya tenido un descuido en su manera de proceder o en el
cumplimiento de sus obligaciones. Esa dialéctica la entendemos poco adecuada cuando
se trata de medir la culpabilidad del sometido a enjuiciamiento por delito de estafa, y
que podría darse más bién en los supuestos de tentativa y, sobre todo, de tentativa
inidónea (STS de 11 de julio de 2000).
Porque no puede compartirse un juicio de valor que pone a cargo de las víctimas
cánones de desaprobación más exigentes que los utilizados para valorar el
comportamiento de los que se apoderan ilícitamente -de esta ilicitud al menos no se
duda- del patrimonio ajeno, hemos de rechazar el motivo.
111
IX. EL TIMO “RIP DEAL” O NEGOCIO PODRIDO
112
engaño, debe considerarse tanto como un efecto de censurable abandono, como falta de
debida diligencia....". Cita recogida en las SSTS 839/2009 y 332/2010, entre otras.
En todo caso, hay que recordar que la exigencia de que el engaño sea "bastante"
es un elemento normativo del tipo que la doctrina de esta Sala ha venido interpretando
con un doble criterio integrador y no excluyente, debiendo atenderse a un criterio
subjetivo y otro objetivo.
En diferentes días del mes de enero del año 2006, se emitía en Canal 7
Televisión un programa concurso denominado "La hora de oro", programa elaborado
por una productora que compró el correspondiente espacio a la cadena de televisión,
quien conforme a lo acordado entre ambas, emitía en dicho espacio el concurso
desarrollado con plena independencia por la referida productora y sin ninguna otra
intervención de Canal 7.
Sin embargo, en el curso del mes de enero del mencionado año 2006, durante
algunos días, las llamadas que una parte de los espectadores efectuaban al mencionado
número de teléfono, recibían como respuesta, ya fuera a través de una voz grabada o por
otro procedimiento, que debían dirigirse a un número de teléfono distinto para participar
en el concurso, concretamente al NUM001. Este segundo número telefónico nada tenía
que ver ni con la productora del concurso ni, naturalmente, con la cadena de televisión
que lo emitía. Ambos números de teléfono correspondían a la mercantil World Premium
Rates, S.A. (en adelante WPR), que es una empresa de servicios de telecomunicaciones
y que había gestionado la actuación del primero de los números para recibir las llamadas
de los espectadores al concurso, previo contrato con la productora del mismo, mientras
que el segundo de los números de teléfono citados le había sido contratado por el
acusado Eulalio, mayor de edad y sin antecedentes penales, actuando en nombre y
representación de la asociación cultural Ekeace. Dicha asociación cultural tenía su
domicilio en Bilbao. Sin embargo, el referido número de teléfono NUM001 se
encontraba desviado al número geográfico 91-555-04-32, cuya titular era la empresa
"La Cerda Films, S.L.", cuyo domicilio social, Paseo de la Castellana 121 de Madrid,
coincidía con el del acusado Eulalio.
En cualquier caso, una vez que los concursantes, siguiendo las instrucciones
recibidas, llamaba a este segundo número telefónico, tras ser atendidos de forma
personal, y tras comunicárseles que, en efecto, la respuesta ofrecida por ellos era
correcta, haciéndoles creer que seguían participando en el concurso, recibían nuevas
instrucciones, supuestamente para cobrar el premio, conforme a las cuales debían llamar
nuevamente a un tercer número telefónico, en este caso el NUM002.
115
única de la empresa "Carnaby Mediterránea, S.L.". Sin embargo, el mismo venía siendo
empleado para otra empresa, concretamente "Grandes Amigos, S.L." que igualmente
tenía como administradora única a la acusada Lorenza, explotaba un negocio de "línea
erótica".
Tras llamar los espectadores que creían haber acertado las preguntas formuladas
en el concurso, con el propósito de percibir su premio, al teléfono NUM002, eran
atendidos por diferentes personas, quienes trataban de prolongar al máximo la duración
de la llamada, haciendo creer a sus interlocutores que precisaban, tras requerirles sus
datos personales y bancarios, de una contraseña que debía ser procesada por un
ordenador para poder percibir el premio, advirtiéndoles de que, como había muchos
ganadores, el sistema estaba colapsado y deberían esperar en línea un tiempo
prolongado, pero eso sí, advirtiéndoles también de forma repetida que la llamada se
cortaría una vez transcurrieran 30 minutos, debiendo ellos volver a llamar para
mantenerse a la espera de la gestión de su premio, pero señalando que no debían
preocuparse toda vez que la llamada era completamente gratuita si, antes de marcar el
número telefónico, pulsaban la tecla "asterisco" seguida de un "1". Incluso ante las
preguntas de los espectadores que creían aún estar participando en un concurso de
televisión, las personas que respondían desde el mencionado número de teléfono,
insistían, para despreocuparles, que se trataba de una empresa seria, haciéndoles creer
que trabajaban para "Canal 7 Televisión", e insistiendo en que, aunque el tiempo de
espera fuera prolongado, ello no comportaría coste alguno para los supuestos
concursantes.
Así, y siempre en el curso del mes de enero del año 2006, las siguientes
personas, sin contacto o relación previa alguna entre sí, aunque todas ellas residentes en
Madrid (única localidad en la que se emitía el programa concurso), tras llamar al
número de teléfono que aparecía en la pantalla de su televisión, fueron desviados
primeramente al número NUM001 y, desde allí, al número NUM002, donde las
personas que contestaban la llamada, en la forma que ha quedado explicada, trataban de
prolongar al máximo la duración de la misma y, una vez interrumpida cada 30 minutos
conforme se impone a esta clase de líneas telefónicas, interesar de sus interlocutores que
efectuaran, como así hicieron, nuevas llamadas y se mantuvieran a la espera. Estas
personas fueron:
Adolfo, quien estuvo llamando desde su teléfono móvil (NUM003), entre los
días 8 y 10 de enero hasta un total de 68 veces al número NUM002, importando la
factura que le fue remitida por su compañía telefónica la cantidad de 877'64 euros. No
consta, sin embargo, que dicha factura fuera pagada por el mismo.
117
Ha de tenerse en cuenta, en primer lugar, que los perjudicados niegan que
escuchasen la referida cuña, que como señala la Compañía Telefónica se controla por
los propios clientes, es decir por la recurrente condenada, por lo que no consta en
absoluto que la cuña fuese efectivamente reproducida en cada llamada.
En segundo lugar la cuña solo se refería, según el texto alegado por la propia
parte recurrente, a que la línea estaba dedicada a un servicio de ocio y entretenimiento,
lo que resulta compatible con la creencia de los perjudicados de que estaban
participando en un concurso, actividad que también cabe considerar como de ocio y
entretenimiento, sin que, según la propia tesis de la parte recurrente, se advirtiese a los
perjudicados en momento alguno de la naturaleza erótica de la línea, que es lo que
permitiría a los perjudicados descubrir el engaño. Y, en tercer lugar, consta que
reiteradamente se informaba verbalmente a los perjudicados por los operadores de la
línea de que la seriedad de la entidad organizadora del concurso garantizaba la gratuidad
de la llamada.
118
Los llamados teléfonos de tarificación adicional, cuyo coste es muy superior al
de una llamada ordinaria a un abonado de la red, se caracterizan porque el beneficio
obtenido de las llamadas se reparte entre la operadora de telefonía y la empresa que es
llamada, constituyendo una fuente permanente de abusos a los derechos de los
consumidores, en los que una parte relevante de la responsabilidad recae en las propias
operadoras telefónicas. La falta de control de la picaresca para provocar reiteraciones de
llamadas, en los números que se tarifican con un sobrecoste por el establecimiento de la
comunicación, y la utilizada para eternizar la llamada, en los que se tarifican por su
duración, es manifiestamente notoria, y el daño causado a las economías familiares,
incalculable.
Fuera de toda duda, como ya se ha dicho, queda que, en efecto, las llamadas al
número telefónico terminado en 17 se produjeron en un número significativo de
oportunidades. Recibidas estas llamadas comprendieron los acusados la oportunidad
que se les presentaba al estar recibiendo, aunque fuera por error, un número no
despreciable de llamadas telefónicas, que se generaban como consecuencia de un
concurso emitido por la televisión, a un número, como lo era el NUM001, de tarifación
especial. Sin embargo, los beneficios que ello reportaría al acusado, Eulalio,
representante de la asociación cultural titular del mencionado teléfono, no podrían
resultar así particularmente significativos, toda vez que en este caso - teléfonos 905-, el
beneficio (menor que en las líneas 803), se producía, además, con un fijo por llamada
con independencia de su duración. Por esto, resolvieron los acusados aprovechar la
circunstancia de que Lorenza disponía de una línea telefónica 803, titularidad de una
mercantil de la que es administradora única, teléfono desde el que explotaba una línea
erótica que, al anunciarse exclusivamente en una página web propiedad del coacusado,
Eulalio, daba lugar a que ambos repartieran por mitad los beneficios obtenidos de las
120
llamadas que se producían a dicho teléfono, beneficiándose del significativo número de
llamadas que, seguramente por error, se producían al número terminado en 17, para dar
instrucciones a las personas que atendían dicho teléfono al efecto de que, engañando a
los usuarios del concurso, les remitieran para cobrar los supuestos premios, a la línea
803, y a quienes recibían las llamadas en este último teléfono, para que, fingiendo
gestionar la forma de pago de dichos premios, mantuvieran en línea a los supuestos
concursantes, cuanto más tiempo, mejor".
Así razona en el fundamento jurídico tercero que... “Por otro lado, estando fuera
de toda duda que, en efecto, todos y cada uno de los perjudicados llamaron en
numerosas ocasiones, en el curso del mes de enero de 2006, al teléfono 803 (y que todos
ellos acababan de hacerlo, inmediatamente antes, al número telefónico terminado en
121
17), las defensas de los acusados han querido explicar dichas llamadas con un doble
razonamiento que este Tribunal no puede en absoluto compartir. Así, comprenden las
defensas la elocuencia de que, precisamente, todas las llamadas realizadas por los
perjudicados a la línea 803, resultan ser consecuencia o se producen inmediatamente
después de las que los mismos usuarios efectuaban al número telefónico terminado en
17 y éstas, a su vez, tras las realizadas al terminado en 14, todo sin solución de
continuidad. Es obvio, partiendo de esta circunstancia incuestionable, que no existe
posibilidad alguna razonable de que todos y cada uno de los perjudicados, tras llamar al
número telefónico ofertado en un concurso de televisión, lo hicieran después al de una
asociación cultural de dibujantes vascos, para terminar, siempre por ese orden y de
forma inmediata, en un línea erótica. Ni existe tampoco posibilidad razonable alguna de
que todos y cada uno de los perjudicados acabaran llamando a la línea 803 habiendo
tenido conocimiento de su existencia a través del único medio en el que se publicitaba
(una página web propia del acusado Eulalio). Y no existe posibilidad alguna razonable
de esto último, porque, en primer lugar, la mayoría de los testigos han asegurado que en
esas fechas ni siquiera disponían en su domicilio de servicio de Internet, pero es que,
además, ello no explicaría en absoluto que, todos ellos, inmediatamente antes hubieran
llamado al número telefónico terminado en 17 (que evidentemente no se publicitaba en
dicha página web y que, además, tenía por titular a una asociación cultural para
promover a los dibujantes de cómic vascos).
125
1.- El juicio histórico, es cierto, describe dos secuencias claramente
diferenciadas. En la primera, se declara acreditado cómo una entidad denominada Colon
Collection, cuyos responsables no han podido ser identificados, valiéndose de la técnica
del envío masivo de correos electrónicos, logró de Aquilino, mediante una página web
idéntica a la que es propia de la entidad Banesto, las claves de acceso a la cuenta
bancaria núm. NUM000, de la que aquél es titular.
Esa doble secuencia, si bien se mira, forma parte de una estrategia única. Se trata
de obtener dinero mediante el fraudulento acceso a las claves bancarias de confiados
usuarios de Internet y, a partir de ahí, buscar una fórmula que permita colocar esos
remanentes dinerarios en un país seguro, a nombre de personas de difícil identificación
por los agentes de policía del Estado en cuyo territorio se efectúan el acceso
inconsentido a las cuentas de la víctima y las transferencias a terceros países.
Estamos, por tanto, en presencia de una actuación fraudulenta que toma como
punto de partida el envío masivo de mensajes de correo electrónico desde diversos sitios
en la web, que tiene como destinatarios a usuarios de la banca informática -banca on
line- a quienes se les redirecciona a una página web que es una réplica casi perfecta del
original y en la que se les requiere, normalmente con el aviso amenazante de perder el
depósito y la disponibilidad de las tarjetas de crédito, a que entreguen sus claves
personales de acceso con el fin de verificar su operatividad. De forma gráfica se dice
que el autor "pesca los datos protegidos" - de ahí la denominación phishing-, que
permiten el libre acceso a las cuentas del particulares y, a partir de ahí, el
desapoderamiento.
127
La calificación de unos hechos muy similares como integrantes de un delito de
estafa informática del art. 248.2 del CP, vuelve a estar presente en el ATS 1548/2011,
27 de octubre. En su FJ 3º, apartado C) puede leerse lo siguiente: "... el hecho probado
narra cómo personas no identificadas tras descubrir sin que conste el medio empleado
las claves de acceso vía internet a la cuenta corriente nº 0030....., aperturada en Banesto
y titularidad de Eladio, efectuaron dos operaciones de traspaso patrimonial consistentes
en la transferencia no consentida de 3.371,18 y 3.471,17 euros respectivamente a otra
cuenta corriente de la misma entidad con nº 0030......, aperturada al efecto por el
acusado que la había abierto a su nombre por indicación de aquéllos escasos días antes,
al haberse puesto de acuerdo con ellos a través de internet ofreciéndole en trabajo a
pruebas consistentes con la remisión de las cantidades recibidas a su cuenta -sic- con el
cobro de una comisión, y extraído el dinero por el acusado, una vez descontada la cifra
correspondiente a su comisión por importe de 450 euros y siguiendo las instrucciones
dadas por los otros implicados no identificados, envió el resto por giro a Moldavia a
favor de Jacinto . y Roque . a través de Western Union. [...] Y el Tribunal de instancia
razona cómo concurren los elementos del art. 248.2 CP, la manipulación de datos de la
cuenta corriente expoliada y la introducción en la misma, la transferencia efectuada a
otra cuenta distinta a fin de disponer de la cantidad mediante la actuación del recurrente
previo descuento por él de una comisión - elevada en relación con la suma expoliada- en
su propio beneficio y en perjuicio todo ello del titular de la cuenta manipulada. Del
mismo modo se evidencia la connivencia del recurrente con los autores directos de la
manipulación y la relevante intervención de aquél para la realización del apoderamiento
de los fondos. También se extiende la sentencia en mostrar cómo la condición del
acusado de ser o haber sido director de dos empresas comerciales y tener por tanto
conocimientos mercantiles informáticos refuerza la conclusión de que no podía
desconocer los extremos que ponen de manifiesto la ilicitud de toda la actuación. Nada
se hace preciso añadir a la exposición del Tribunal sentenciador para desechar la
denuncia del recurrente sobre el desconocimiento del delito cometido, cualquier persona
con un nivel intelectivo medio es sabedora, sin necesidad de especiales conocimientos
técnicos y/o especial formación académica, de que para realizar una transferencia no es
preciso valerse de la cuenta corriente de un tercero, lo que junto el cobro de la suma
percibida como remuneración muestra indudablemente que la conducta voluntariamente
llevada a cabo en modo alguno puede valorarse por quien la lleva a cabo en la forma en
que el recurrente lo hizo como lícita, sino al contrario ".
Con carácter general, hechos de la naturaleza de los que hoy ocupan nuestra
atención, en lo que tienen de operación concertada, con una estratégica distribución de
roles para lograr un acto de despojo patrimonial mediante un engaño, valiéndose de
terceros para poder extraer esos fondos sin suscitar sospechas en la entidad bancaria y,
una vez obtenidos aquéllos, colocarlos en un país que asegure la impunidad del
desapoderamiento, presentan las características que son propias del delito de estafa
128
informática al que se refiere el art. 248.2 del CP . Así lo ha estimado la jurisprudencia
de esta Sala, en sintonía con el entendimiento doctrinal mayoritario.
3.- No faltan, sin embargo, autores que consideran que la intervención de lo que
en el argot policial se denomina muleros - colaboradores como la acusada, captados
mediante ofertas de teletrabajo y a los que se ofrece ganar un importante porcentaje
sobre las cantidades evadidas- tiene mejor encaje en el art. 298 del CP, como una
modalidad de receptación. Entienden que la colocación del dinero en países con los que
no existen mecanismos jurídicos de cooperación judicial, forma parte ya de la fase de
agotamiento del delito, de forma que la captación de éstos puede llegar a producirse
cuando ya la estafa se habría cometido. De ahí que estaríamos en presencia de una
participación postdelictiva o postconsumativa, con un evidente contenido lucrativo,
notas definitorias del delito de receptación.
129
Todo aconseja, por tanto, atender a las circunstancias del caso concreto, huyendo
de fórmulas estereotipadas cuya rigidez puede dificultar la adecuada calificación de los
hechos.
Como consecuencia de ello, la vía procesal que ofrece el art. 849.1 de la LECrim
-pese a ser considerada idónea por la jurisprudencia de esta Sala y del propio Tribunal
Constitucional- no está exenta de dificultades, en la medida en que el art. 884.3 de la
LECrim obliga a la aceptación del hecho -en su dimensión objetiva y subjetiva- como
presupuesto sine qua non para la viabilidad del recurso. Pero más allá de la evolución
jurisprudencial sobre este aspecto, lo cierto es que existe un obstáculo añadido para
convertir, en fase casacional, lo imprudente en doloso. Estamos aludiendo, claro es, a
las exigencias impuestas por los principios de contradicción y defensa y su significado
en la más reciente jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derecho Humanos. Y es aquí
donde reside el segundo de los obstáculos al que antes nos hemos referido.
130
B) En efecto, el estado actual de la jurisprudencia del TEDH y del TC, descartan
la posibilidad al alcance del Tribunal Supremo de convertir lo imprudente en doloso y
hacerlo, además, por la vía del art. 849.1 de la LECrim y sin oír al encausado.
El TEDH matiza, sin embargo, que "... las modalidades de aplicación del
artículo 6 del Convenio a los procedimientos de apelación dependen de las
características del procedimiento de que se trate; conviene tener en cuenta el conjunto
del procedimiento interno y el papel del órgano de apelación en el ordenamiento
jurídico interno. Celebrado el juicio oral y público en primera instancia, la ausencia de
debate público en apelación puede hallar justificación en las particularidades del
procedimiento considerado, teniendo en cuenta la naturaleza del sistema de apelación
interno, el alcance de las facultades del órgano jurisdiccional de apelación, la manera en
que los intereses del demandante han sido realmente expuestos y protegidos ante éste, y
principalmente la índole de las cuestiones que éste tiene que juzgar (sentencia Botten
131
contra Noruega, 19 febrero 1996, ap. 39, Repertorio de sentencias y decisiones 1996-I).
Así, los procedimientos de autorización para recurrir, o dedicados exclusivamente a
cuestiones de Derecho y no de hecho, pueden cumplir los requisitos del artículo 6 aun
cuando los Tribunales de apelación o casación no otorguen al recurrente la facultad de
expresarse personalmente ante ellos (véase, entre otras, sentencias Monnell y Morris, 2
marzo 1987, ap. 58, serie A núm. 115, en lo referente a la autorización para recurrir, y
Sutter de 22 febrero 1984, ap. 30, serie A núm. 74, en lo que respecta a la instancia de
casación). La razón es, en el segundo de los casos, que no corresponde al órgano
jurisdiccional en cuestión establecer los hechos, sino solamente interpretar las normas
jurídicas en litigio (sentencias Ekbatani contra Suecia de 26 mayo 1988, ap. 31, serie A
núm. 134 y las sentencias dictadas a este respecto en relación con España, Igual Coll,
núm. 37496/2004, 10 marzo 2009, Marcos Barrios, núm. 17122/2007, 21 septiembre
2010 y García Hernández núm. 15256/2007, 16 noviembre 2010).
Pues bien, volcando este cuerpo de doctrina sobre el supuesto de hecho que
sirvió de referencia al TEDH para matizar su doctrina, concluye su fundamentación
jurídica precisando que "... el Tribunal destaca que, en Derecho español, según el
artículo 849.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, sobre la base del cual se pronunció
el Tribunal Supremo, el recurso de casación no prevé la posibilidad de revisar las
pruebas practicadas en primera instancia. El objeto del recurso encuentra su límite en la
existencia o no de una violación de un precepto penal de carácter sustantivo u otra
norma jurídica del mismo carácter. Como recuerda el Tribunal Supremo en su sentencia,
solo se podrá efectuar una nueva valoración de las pruebas si ha existido una falta de
racionalidad en el proceso valorativo, pero sin volver sobre los hechos declarados
probados (apartado 12 supra).
132
Por consiguiente, en el caso de autos, el Tribunal Supremo no tenía competencia
para proceder a una nueva valoración de los hechos declarados probados, debiendo
pronunciarse el Juez de casación sobre las normas aplicables a un caso concreto y sobre
su interpretación, e incluso, como en el caso de autos, sobre la calificación jurídica de la
actuación del acusado. Estos últimos elementos pueden ser objeto de un debate
contradictorio en el marco de un recurso de casación, de un lado por medio de las
escrituras presentadas por las partes, y de otro lado, con la celebración de una vista
pública como la celebrada en el presente caso.
133
En síntesis, el Tribunal considera que el Tribunal Supremo, para llegar a una
nueva calificación jurídica de la conducta del acusado, se pronunció sobre las
circunstancias subjetivas de este último, que era consciente de la ilicitud de los
documentos que autorizaba y su voluntad fraudulenta (dolo eventual) frente a las
personas afectadas. Ahora bien, el Tribunal Supremo se pronunció sobre la existencia de
dicha voluntad, elemento decisivo para la culpabilidad del acusado, sin valorar
directamente su testimonio y en contradicción con las conclusiones alcanzadas por el
Tribunal de instancia, que sí había tenido la oportunidad de oír al acusado y a los otros
testigos.
A la luz de lo que antecede, el Tribunal considera que las cuestiones que debían
ser analizadas por el Tribunal Supremo requerían la valoración directa del testimonio
del acusado, o incluso de los demás testigos (véase Sentencias Botten contra Noruega,
19 febrero 1996, ap. 52, Repertorio 1996-I; Ekbatani contra Suecia, previamente
mencionada, y los asuntos españoles citados en el apartado 36).
Por lo demás, el Tribunal recuerda que se celebró juicio oral y público ante el
Tribunal Supremo en el curso del cual, si bien el letrado del acusado pudo exponer sus
medios de defensa, entre ellos el relativo a la calificación jurídica de los hechos de la
causa, el acusado no fue oído personalmente sobre una cuestión de hecho determinante
para la valoración de su culpabilidad.
135
ella se anula la condena dictada en apelación contra tres sujetos acusados de un delito
contra la Hacienda Pública que habían sido absueltos por en el Juzgado de lo Penal. En
esta ocasión, al igual que sucedió con la sentencia 184/2009, el Tribunal Constitucional
considera que no se ha infringido el derecho a un proceso con todas las garantías desde
la perspectiva del principio de inmediación, ya que la condena en apelación se
fundamentó en la prueba documental y en la pericial documentada, prueba que el
órgano constitucional consideró "estrictamente documental". Sin embargo, sí entiende
que se ha conculcado el derecho de defensa por no haber sido oídos los acusados por el
órgano de apelación que acabó condenándolos. Es importante destacar que en la
resolución que resuelve el amparo se especifican las razones por las que la Sala de
apelación acabó infiriendo que los acusados participaron en una operación simulada
para conseguir la elusión del pago de impuestos. Por lo cual, estima el Tribunal
Constitucional que no se está ante una cuestión de estricta calificación jurídica <en
cuanto se encontraba también implicado el elemento subjetivo del injusto, al menos en
el extremo referido a la finalidad con que se hicieron los negocios que finalmente se
consideraron simulados>. Debió por tanto, según afirma el Tribunal Constitucional,
citarse para ser oídos a quienes refutaron en la instancia la finalidad simuladora de su
conducta para que ejercitaran su derecho de defensa ofreciendo su relato personal sobre
los hechos enjuiciados y su participación en los mismos. El Tribunal matiza en esa
sentencia 142/2011 la diferencia del supuesto que trata con el que se contempla en la
sentencia 45/2011, de 11 de abril, toda vez que en ésta, después de recordar que cuando
se dirimen cuestiones de hecho que afecten a la inocencia o culpabilidad del acusado ha
de dársele la oportunidad de que exponga su versión personal de los hechos en la
segunda instancia, señala que no se requiere tal audiencia del acusado cuando se debate
en apelación una cuestión estrictamente jurídica, cuál era la sustitución de un concurso
de normas por un concurso de delitos. La referida doctrina del Tribunal Constitucional
se fundamenta en diferentes resoluciones dictadas por el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos. Y así lo recuerda la STC 120/2009, de 18 de mayo, al argumentar que el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha declarado que cuando el tribunal de
apelación conozca de cuestiones de hecho y de Derecho, estudiando en general la
cuestión de la culpabilidad o la inocencia, no puede, por motivos de equidad en el
proceso, resolver sin la apreciación directa del testimonio del acusado que sostiene que
no ha cometido el hecho delictivo que se le imputa (entre otras, SSTEDH de 27 de junio
de 2000, caso Constantinescu c. Rumanía, § 55; 1 de diciembre de 2005 (TEDH 2005,
132) , caso Ilisescu y Chiforec c. Rumanía, § 39; 18 de octubre de 2006, caso Hermi c.
Italia , § 64; y 10 de marzo de 2009, caso Coll c. España, § 27), resaltando, además, que
tras revocar la absolución dictada en la primera instancia, el pronunciamiento
condenatorio requiere que el acusado haya tenido la posibilidad de declarar en defensa
de su causa ante el órgano judicial que conoce del recurso, especialmente si se tiene en
cuenta el hecho de que este es el primero en condenarle en el marco de un proceso en el
que se decide sobre una acusación en materia penal dirigida contra él (STEDH de 27 de
136
junio de 2000, caso Constantinescu c. Rumanía, §§ 58 y 59). Recientemente, en la
STEDH de 25 de octubre de 2011, caso Almenara Álvarez contra España, se hace
hincapié en la misma doctrina. Se trata de un supuesto en que el Juzgado de lo Penal
había absuelto a la acusada del delito de alzamiento de bienes, absolución que fue
revocada por la Audiencia Provincial de Barcelona argumentando con prueba
documental de la que colegía la conducta defraudatoria de la encausada en perjuicio de
sus acreedores. El TEDH recuerda que ha tenido oportunidad de pronunciarse sobre la
problemática jurídica del asunto que trata, dado que la cuestión suscitada es la misma
que la examinada en las sentencias Bazo González contra España, de 16 de diciembre
de 2008; caso Igual Coll contra España, de 10 de marzo de 2009; Marcos Barros contra
España, de 21 de septiembre de 2010; y García Hernández contra España, de 16 de
noviembre de 2010. En estos procedimientos el Tribunal estimó que es necesaria una
audiencia pública cuando la jurisdicción de apelación hace una nueva valoración de los
hechos declarados probados en primera instancia y los reconsidera, situándose así más
allá de las consideraciones estrictamente jurídicas. En tales casos es necesaria una
audiencia pública antes de dictar una sentencia sobre la culpabilidad del demandante.
En ese mismo caso Almenara Álvarez contra España, el TEDH incide en que,
además de la prueba documental, el Juez de lo penal interrogó a la acusada, a una amiga
de esta y a su psicóloga, declaraciones que fueron tenidas en cuenta por el juez para
formar su convicción. Y enfatiza en el parágrafo 47 de la sentencia que la Audiencia
Provincial no se limita a hacer una nueva valoración de los elementos de naturaleza
puramente jurídica, sino que se pronuncia sobre una cuestión de hecho, a saber: la
intencionalidad de la acusada en el momento de vender algunos de sus bienes
inmuebles, modificando así los hechos declarados probados por el Juzgado de lo Penal.
Entiende el TEDH que tal examen implica, por sus características, tomar posición sobre
hechos decisivos para la determinación de la culpabilidad de la acusada. Y más adelante
remarca que la Audiencia Provincial ha examinado las intenciones y el comportamiento
de la acusada y ha estimado que existía una voluntad fraudulenta por su parte, cuestión
que considera sustancialmente de naturaleza factual. Por todo lo cual, concluye el
TEDH su sentencia de 25 de octubre de 2011 declarando que la condena de la
demandante en apelación por la Audiencia Provincial tras un cambio en la valoración de
elementos integrantes de sus intenciones y su comportamiento, que han sido decisivos
para la declaración de culpabilidad, no es conforme con las exigencias del proceso
equitativo que garantiza el art. 6 del Convenio, precepto que se consideró por tanto
violado por el Tribunal español al no habérsele ofrecido a la demandante la posibilidad
de ser oída personalmente mediante un examen contradictorio en una audiencia pública.
Por tanto, también en esta sentencia del TEDH de 25 de octubre de 2011 se entendió
que la apreciación de un elemento subjetivo del injusto alberga un componente fáctico
que hace imprescindible oír al acusado antes de dictarse una sentencia condenatoria en
137
apelación. Pues en ella se dilucidaba como cuestión principal si concurría en la conducta
de la acusada el elemento subjetivo del injusto del delito de alzamiento de bienes, esto
es, si había actuado con el fin de defraudar a sus acreedores.
138
fáctico, manteniendo inmutables estos hechos, y sin apoyar la revisión en ninguna otra
prueba, pues la valoración conjunta de la prueba compete al Tribunal de instancia. Solo
en tal supuesto puede afirmarse que la revisión es estrictamente jurídica y tiene cabida
en el 849 1º, sin vulnerar el derecho de defensa del condenado.
139
XII. ESTAFA INFORMÁTICA
En cuanto a la estafa informática del art. 248.2 CP, ésta no exige la concurrencia
de engaño ni de error. En particular, tratándose del uso de tarjetas de crédito pérdidas o
sustraídas a su titular, la Consulta 2/1988 de la Fiscalía General del Estado declaró que
hay robo con fuerza en las cosas cuando el uso se realiza a través de cajeros automáticos
y delito de estafa cuando se realiza en local comercial con la connivencia de su
dependiente.
143
como autora en grado de consumación de un delito continuado de estafa, ya definido, a
la pena de tres años de prisión.
Se declara probado que en fecha 1 de julio del año 2003, Bernardino, mayor de
edad y sin antecedentes penales, suscribió como arrendatario el contrato de alquiler de
un despacho en el centro de negocios gestionado por la entidad Contrave, S.A. en el
edificio "Trade Center", sito en la calle del Profesor Beltrán Báguena, de esta ciudad.
En escritura pública de fecha 4 de noviembre de 2003, el Sr. Bernardino, junto con otras
145
dos personas, creó la mercantil Ynglescorp Servicios, S.L., de la que aquél era
administrador único.
Se exige en el tipo que el engaño sea bastante para producir error en otro, es
decir, que sea idóneo, relevante y adecuado para producir el error, o sea que el engaño
sea suficiente y proporcionado para la consecución de los fines perseguidos. Dicha
idoneidad debe apreciarse atendiendo tanto a módulos objetivos como en función de las
condiciones del sujeto pasivo, desconocedor o con un deformado conocimiento de la
realidad por causa de la mendacidad del agente.
147
Aplicando esta doctrina al supuesto actual es clara la desestimación del motivo.
El autor de una estafa lesiona un deber de respeto de la organización del sujeto pasivo
cuando le presenta una situación de hecho que induce a dicho sujeto a obtener falsas
conclusiones. En los casos en que el actor propone a la víctima invertir en su negocio, le
corresponde al actor ofrecer información veraz sobre los elementos básicos del negocio
de que se trate, pues por la posición que ocupa en la relación, es el actor el único que
dispone de esta información, que no es normativamente accesible a la víctima.
Por ello considera la mejor doctrina que debe apreciarse estafa cuando el actor
propone a la víctima un negocio inexistente, revistiendo esta propuesta de una puesta en
escena que la dota de verosimilitud, y obteniendo así que la víctima le entregue el
dinero solicitado, efectuando un desplazamiento patrimonial destinado supuestamente a
invertir en el negocio del actor, y recibir el beneficio correspondiente, cuando en
realidad la intención del actor es apropiarse directamente del dinero recibido, sin
invertirlo en negocio alguno, con notorio perjuicio de la víctima.
Ahora bien, una cosa es la exclusión del delito de estafa en supuestos de "engaño
burdo", o de "absoluta falta de perspicacia, estúpida credulidad o extraordinaria
indolencia ", y otra, como se señala en las citadas sentencias núm. 162/2012, de 15 de
marzo, y 243/2012, de 30 de marzo, que se pretenda desplazar sobre la víctima de estos
delitos la responsabilidad del engaño, exigiendo un modelo de autoprotección o
autotutela que no está definido en el tipo ni se reclama en otras infracciones
patrimoniales.
El hecho de que el recurrente ya haya sido condenado en otra sentencia por actos
que eventualmente podrían haber sido enjuiciados conjuntamente con los sancionados
en esta causa como delitos continuados, hace conveniente comprobar, aunque el
recurrente no lo plantea, si la suma de ambas condenas superan el límite máximo de la
pena imponible por el conjunto de los delitos continuados cometidos por el recurrente
en esta serie delictiva. Pues bien, es evidente que no es así, pues concurriendo en el caso
al que se refiere la sentencia núm. 745/2008, de 30 de junio, de este Tribunal Supremo,
varios supuestos de perjudicados que por si solos fueron víctimas de estafas que superan
el límite de 50.000 euros prevenido en el núm. 5º del art 251 para la aplicación del
subtipo agravado por el valor de la defraudación (concurren supuestos de víctimas con
un perjuicio individual de 60.000 e incluso 90.000 euros), la pena a imponer por el
conjunto de los hechos incluibles en el delito continuado se extiende a la mitad inferior
de la pena superior en grado (art 74 1º, del Código Penal), y siendo la pena del subtipo
agravado de uno a seis años de prisión, la pena superior en grado abarca de seis años y
un día a nueve años de prisión (art 70 1º del Código Penal). En consecuencia la pena a
imponer por el conjunto de los hechos que pudieran ser incluidos en el delito
continuado debe abarcar la mitad inferior de la pena superior en grado, por lo que la
pena límite es la de siete años y medio de prisión que no se alcanza con la suma de las
dos condenas impuestas, cuatro años y medio de prisión en la anterior sentencia y dos
años en ésta.
150
XIV. LIBRAMIENTO DE CHEQUE SIN FONDOS
Se declara probado que el día 1 de octubre del año 2003 Bernardino y Sabino
acudieron a una sucursal de La Caixa de Terrassa de la localidad de Sant Feliu de
Llobregat y alegando que iban a instalar un despacho de abogados y una gestoría,
solicitaron la apertura de sendas cuentas bancarias, haciendo una imposición de veinte
euros cada uno de ellos y el martes día 7 de octubre del mismo año, La Caixa de
Terrassa hizo entrega a Bernardino del correspondiente talonario de cheques. El jueves
día 9 de octubre, sin que en la cuenta corriente Don. Bernardino nº NUM000 se hubiera
realizado ningún ingreso, éste hizo entrega a Sabino de tres cheques librados contra la
cuenta corriente antes referida por los siguientes importes: setenta y dos mil euros
(72.000 euros), sesenta y seis mil euros (66.000 euros) y sesenta mil euros (60.000
euros). En la misma fecha Don. Bernardino, en su calidad de administrador de la
entidad Orleans Center 2002 SL (cuyo socio mayoritario es Don. Sabino), utilizando a
una persona que no ha podido ser identificada, ingresó otro cheque librado contra la
misma cuenta corriente de La Caixa de Terrassa por un importe doscientos cuarenta y
tres mil quinientos euros (243.500 euros) en una cuenta del Banco de Sabadell (nº 0081-
0416-44-00010920-17) titularidad de la entidad mercantil Impor Expor Pescafret SL.,
sin que exista constancia alguna de que dicho ingreso respondiera a una previa relación
comercial entre las entidades Orleans Center 2002 SL e Impor Expor Pescafret SL. El
administrador único de Impor Expor Pescafret SL, constituida por Efrain y Herminio,
era el propio Don. Herminio.
El recurrente argumenta que cuando libró los cheques contra la cuenta del Banco
Popular era propietario de un bien inmueble que tenía hipotecado la referida entidad
bancaria, inmueble que acabó subastando por el impago de las cuotas cargadas al ahora
acusado. Ese bien inmueble tenía un valor según la defensa de 500.000 euros, muy
151
superior por tanto a la cuantía de los cheques emitidos. Por lo cual, entiende que el
banco no fue engañado, toda vez que si abonó los cheques fue porque sabía que el
acusado tenía una propiedad que estaba respondiendo de unas cuotas hipotecarias y que,
una vez subastada, el importe obtenido podía responder también de la cuantía por la que
habían sido librados los cheques contra el mismo Banco Popular.
Como es sabido, esta Sala viene exigiendo para que prospere ese motivo de
casación (art. 849.2º LECr.), centrado en el error de hecho, que se funde en una
verdadera prueba documental y no de otra clase, como las pruebas personales, por más
que estén documentadas. Y, además, también se requiere que el documento evidencie el
error de algún dato o elemento fáctico o material de la sentencia de instancia, por su
propio y literosuficiente o autosuficiente poder demostrativo directo, es decir, sin
precisar de la adición de ninguna otra prueba ni tener que recurrir a conjeturas o
complejas argumentaciones. A lo que ha de sumarse que no se halle en contradicción
con lo acreditado por otras pruebas y que los datos que proporciona el documento
tengan relevancia para la causa por su capacidad modificativa de alguno de los
pronunciamientos del fallo de la sentencia
152
El recurrente considera que es erróneo el juicio de inferencia que hace la
Audiencia cuando afirma que, a sabiendas de que el viernes día 10 de octubre era
festivo en la localidad de Sant Feliu de Llobregat y que los sábados las oficinas de La
Caixa de Terrassa también están cerradas, Sabino y Herminio se aprovecharon de dicha
circunstancia para hacer efectivos parte de los cheques antes de que los empleados de la
referida Caixa pudieran alertar a las otras entidades bancarias de que los cheques
emitidos por Bernardino carecían de fondos. Y también discrepa de la imputación de
que actuó en connivencia con este último para cobrar fraudulentamente los cheques.
Los argumentos de que se vale para desvirtuar la versión inculpatoria son dos. El
primero se refiere a que no actuó con celeridad para cobrar los cheques emitidos por el
coacusado evitando así que a las entidades bancarias les diera tiempo a cerciorarse de
que la cuenta librada carecía de fondos. Y el segundo argumento se basa en que la
emisión de los cheques obedeció a una deuda que tenía con él Bernardino, a quien
habría hecho un préstamo privado de 198.000 euros.
Pues bien, con respecto a la primera alegación defensiva, es claro que los
cheques fueron ingresados en las oficinas bancarias el día 9 de octubre de 2003, jueves,
con lo cual, habiendo tres días no laborables por medio, las entidades bancarias no
podía compulsar la cobertura de los cheques hasta el lunes día 13, siendo esta fecha
cuando el acusado intentó hacerlos efectivos, sin darle tiempo así a las entidades a
constatar el estado de la cuenta librada.
153
que el documento privado suscrito entre los acusados, más que un contrato de préstamo
propiamente dicho, era un reconocimiento de deuda por parte Bernardino frente a
Sabino. Y acaba concluyendo la Sala, de forma razonada y razonable, que el contrato de
préstamo aportado a las actuaciones no tiene nada que ver con la realidad acontecida, ni
acredita por tanto la existencia de la deuda.
Por consiguiente, el hecho de que este último conociera que Bernardino había
abierto la cuenta corriente contra la que libró los cheques solo con un depósito de 20
euros, ya que lo acompañó a realizar la referida operación de apertura, así como el
modo, las fechas y las cuantías relativas a la retirada de dinero, junto a la falta de
acreditación de una relación comercial entre ellos que justificara esa operación, son
razones bastantes para refrendar el juicio de inferencia que hace el Tribunal, mediante el
que se llega a la convicción de que los acusados se valieron de una apariencia de
solvencia y del ardid de jugar con las fechas festivas para obtener de forma fraudulenta
una importante cantidad de dinero de las entidades bancarias.
Por consiguiente, hubo dos cantidades por la suma total de 34.500 euros que sí
pudo el acusado hacerlas efectivas. También hubo una tercera que la depositó a plazo
fijo en el banco a nombre de él y de su esposa, 13.100 euros, lo cual es una forma de
disponer de ella aunque no la hiciera efectiva en metálico. Y una cuarta cantidad,
195.300 euros, de la que dispuso mediante un cheque bancario a nombre de terceros que
finalmente no pudo ser cobrado.
A este respecto debe advertirse que, según tiene declarado esta Sala (STS
1010/2006, de 23-10), el simple abono en cuenta no supone ya necesariamente la
posibilidad de disposición que determina la consumación del delito de estafa, ya que la
consumación se produce desde la posibilidad de disposición y el abono de un cheque en
cuenta no permite disponer el importe habitualmente hasta la efectividad mediante
compensación. Ahora bien, en este caso es claro que, habiendo transcurrido tres días
entre el ingreso del cheque y el inicio de la disposición, el acusado sí tuvo la
disponibilidad del dinero, tal como se comprueba por el hecho de que hizo efectivo
parte del mismo. Y si bien la entidad bancaria consiguió evitar el pago del cheque por la
suma más elevada -195.300 euros- debido a que tardó más tiempo el destinatario final
del cheque en hacerlo efectivo, lo que permitió descubrir el fraude, ello no excluye que
el dinero no estuviera disponible en el banco a disposición del recurrente, según pudo
constatarse con el cobro de parte de la cantidad. Y es que una cosa es la consumación
del delito y otra el perjuicio final irrogado a la víctima. De todas formas, la Sala de
instancia no consideró consumado el delito de estafa por la suma total de los 243.500
euros, sino solo por la cantidad de dinero que hizo efectiva el recurrente. A tenor de lo
que antecede, y vista la clara consumación del delito, cuando menos con respecto a una
parte importante del cheque ingresado en cuenta, el motivo se desestima.
Este dato como argumento exculpatorio carece del sentido que pretende darle el
recurrente, en cuanto que se trata de una cantidad mínima del total de dinero ingresado,
243.500 euros, integrando así la referida imposición a plazo fijo una apariencia que
conseguía desviar la atención sobre el grueso de la importante cantidad defraudada.
12. PENALIDAD
En cuanto a la penalidad, el art. 249 CP dispone que Los reos de estafa serán
castigados con la pena de prisión de seis meses a tres años. Para la fijación de la pena se
tendrá en cuenta el importe de lo defraudado, el quebranto económico causado al
perjudicado, las relaciones entre éste y el defraudador, los medios empleados por éste y
cuantas otras circunstancias sirvan para valorar la gravedad de la infracción. Si la
cuantía de lo defraudado no excediere de 400 euros, se impondrá la pena de multa de
uno a tres meses.
157
13. TIPOS AGRAVADOS
En cuanto a los tipos agravados, el art. 250 CP (red. 2015) impone una pena
agravada cuando concurra alguna de las circunstancias siguientes:
-1.- El delito de estafa será castigado con las penas de prisión de uno a seis años
y multa de seis a doce meses, cuando:
3.º Recaiga sobre bienes que integren el patrimonio artístico, histórico, cultural o
científico.
6.º Se cometa con abuso de las relaciones personales existentes entre víctima y
defraudador, o aproveche éste su credibilidad empresarial o profesional.
-2.- Si concurrieran las circunstancias incluidas en los numerales 4.º, 5.º, 6.º o 7.º
con la del numeral 1.º del apartado anterior, se impondrán las penas de prisión de cuatro
158
a ocho años y multa de doce a veinticuatro meses. La misma pena se impondrá cuando
el valor de la defraudación supere los 250.000 euros.»
El art. 251 CP impone una pena agravada a los siguientes sujetos activos:
8
Cadenas Serrano F. A. “La Jurisprudencia del Tribunal Supremo en los delitos económicos”.
159
También se ha aplicado el subtipo en relación con la promesa de trabajo en una
sociedad con una alta cuota de desempleo (STS de 21.3.2006). El tercer parámetro del
subtipo del artículo 250.1.1 CP lo constituyen las cosas de utilidad social. Debe
entenderse por tales las que satisfacen fines colectivos, sin que lo sea el patrimonio de
un club de fútbol (STS de 4.6.2004). La agravante específica de especial gravedad por
la cuantía pasa a ser ahora, por voluntad del legislador de 2010, toda aquella que exceda
de la cantidad de 50.000euros. Eso se colige de la simple lectura del actual artículo
250.1.5 CP. Por otro lado el artículo 250.1.4 CP fundamenta la agravación en la entidad
del perjuicio y la situación económica en que se deje a la víctima o la familia. Dado que
la doctrina del TS entiende independientes los tres parámetros, a saber, a) valor de la
defraudación, b) entidad del perjuicio y c) situación económica de la víctima, por
ejemplo en STS de 30.11.2006, deberá ser obligado considerar que en el artículo
250.1.4 CP cualquiera de los dos parámetros residuales, entidad del perjuicio y situación
económica de la víctima o familia, pueden servir para apreciar el subtipo sin necesidad
de concurrencia conjunta. Y ello pese a la confusión semántica que provoca la
utilización por el legislador de la conjunción copulativa “y” en lugar de la disyuntiva
“o”. Subtipo agravado del artículo 250.1.5 CP y delito continuado. El nuevo criterio
hermenéutico sobre el artículo 74 del C. Penal se ha visto reafirmado posteriormente en
otras resoluciones de la Sala (SSTS 28/2008, de 26-5; 764/2008, de 20-11; 860/2008, de
17-12; 365/2009, de 16-4; y 581/2009, de 2-6), al entender que no había razones de
política criminal que fundamentaran un trato privilegiado para los delitos patrimoniales
mediante la exclusión de la aplicación del apartado 1 del referido precepto, exclusión
que sólo se justificaría en los supuestos en que los actos integrantes de la continuidad
delictiva hubieran ya operado para integrar la agravación específica del art. 250.1.6ª del
C. Penal (exasperación de la pena por razón de la especial gravedad atendiendo al valor
de la defraudación). Ello no obstante, esta determinación del párrafo primero deberá
excepcionarse cuando, teniendo en cuenta el resultado (perjuicio total causado), su
consideración implique una alteración de la subsunción (verbigracia cuando estemos
ante varias estafas o apropiaciones indebidas con resultados individuales inferiores a
400 euros, límite entre el delito y la falta, pero superiores a esta cifra en su
consideración global; o también cuando estemos ante varios hechos constitutivos, cada
uno de ellos, de un delito de estafa y en los que, atendido al resultado en su conjunto,
proceda la agravación del art. 250.1.6ª CP, en su antigua redacción). En este segundo
supuesto, lógicamente no será procedente valorar dos veces el perjuicio causado,
primero para conformar la regla penológica derivada de la concurrencia de la
agravación del art. 250.1.6ª (prisión de uno a seis años y multa de seis a doce meses), y
después para aplicar la regla primera del art. 74 CP, imponiendo la pena en su mitad
superior, una para considerar que la cantidad objeto de la estafa conforma la específica
agravación y otra para imponer la pena en la mitad superior, en la medida en que ello
supondría una doble valoración del perjuicio, contraria al principio «"non bis in idem"»
(STS de 11.12.2014). Abuso de relaciones personales o credibilidad profesional. En
160
STS. 1090/2010 de 27.11, se recuerda que esta Sala tiene establecido sobre el subtipo
agravado de estafa del art. 250.1.7º del C. Penal que se estructura sobre dos ideas
claves. La primera de ellas -abuso de relaciones personales -, que miraría a un grado
especial de vinculación entre autor y víctima; la segunda -abuso de la credibilidad
empresarial o profesional-, que pondría el acento no tanto en la previa relación entre
autor y víctima, sino en las propias cualidades del sujeto activo, cuya consideración en
el mundo de las relaciones profesionales o empresariales harían explicable la rebaja en
las prevenciones normales de cualquier víctima potencial frente a una estrategia
engañosa ( STS 422/2009, de 21-4, 813/2009 de 7-7). Por ello, la STS. 979/2011, incide
en que en cuanto a la agravación específica prevista en el artículo 250.1.7 (hoy 250.1.6)
del Código Penal, es cierto que el delito de estafa requiere, como vía natural del engaño,
el aprovechamiento de una cierta relación de confianza, bien previamente existente o,
como ocurre de ordinario, creada por la maniobra engañosa desplegada por el autor,
razón por la cual esta Sala ha señalado que la agravación que se examina requiere de
una confianza previa, añadida a la genérica afectada ya por el engaño, de manera que el
autor aproveche sus relaciones personales para su propósito defraudatorio, en ocasiones
en las que esas relaciones son determinantes para debilitar la reacción que naturalmente
cabría esperar de la víctima, que, precisamente por tales relaciones, no llega a activarse.
161
pluralidad. Reclama una cierta indeterminación en el número de afectados, de suerte que
el destinatario potencial de la actividad defraudadora lo sea una colectividad
indeterminada o difusa de personas. Según la STS 719/2010 de 20 de julio, el llamado
delito masa existe cuando un solo acto inicial del sujeto activo determina que acudan a
él una pluralidad indeterminada de personas, como puede ocurrir en casos de publicidad
engañosa.
Engaños especiales.
165
valores de las clases dispuestas en la ley penal y que haya recibido en depósito,
comisión o administración, o por otro título que produzca la obligación de devolverlos
por entregarlos, nos distrae o niega haberlos recibido.
9
Rives Seva A.P. “El delito de estafa en la jurisprudencia del TS”. Revista Seguridad Pública. 2013.
167
Las SSTS 1491/2004, de 22 diciembre, 1375/2004, de 30 de noviembre,
182/2005, de 15 febrero, 898/2005, de 7 de julio, 1543/2005, de 29 diciembre,
166/2006, de 22 febrero, 702/2006, de 3 julio, 1169/2006, de 30 noviembre, 37/2007, de
1 febrero, 802/2007, de 16 octubre, 21/2008, de 23 de enero, 563/2008, de 24
septiembre, 918/2008, de 31 diciembre, 581/2009, de 2 junio, 483/2012, de 7 de junio,
729/2010, de 16 julio, 95/2012, de 23 de febrero y 104/2012, de 23 de febrero, han
puesto de relieve las características de la variedad de estafa denominada «negocio
jurídico criminalizado», en las que, dice la STS 61/2004, de 20 de enero, el engaño
surge cuando el autor simula un propósito serio de contratar cuanto, en realidad, solo
pretende aprovecharse del cumplimiento de las prestaciones a que se obliga la otra parte
ocultando a ésta su decidida intención de incumplir sus propias obligaciones
contractuales, aprovechándose el infractor de la confianza y la buena fe del perjudicado
con claro y terminante ánimo inicial de incumplir lo convenido, prostituyéndose de ese
modo los esquemas contractuales para instrumentalizarlos al servicio de un ilícito afán
de lucro propio, desplegando unas actuaciones que desde que se conciben y planifican
prescinden de toda idea de cumplimiento de las contraprestaciones asumidas en el seno
del negocio jurídico bilateral, lo que da lugar a la antijuridicidad de la acción y a la
lesión del bien jurídico protegido por el tipo (SSTS 648/1998, de 12 de mayo, 315/2000,
de 2 de marzo y 1715/2000, de 2 de noviembre).
Por ello, la Sala casacional ha declarado a estos efectos que si el dolo del autor
ha surgido después del incumplimiento, estaríamos, en todo caso ante un dolo
subsequens que nunca puede fundamentar la tipicidad del delito de estafa. En efecto, el
dolo de la estafa debe coincidir temporalmente con la acción de engaño, pues es la única
manera en la que cabe afirmar que el autor ha tenido conocimiento de las circunstancias
objetivas del delito. Sólo si ha podido conocer que afirmaba algo como verdadero, que
en realidad no lo era, o que ocultaba algo verdadero es posible afirmar que obró
dolosamente. Por el contrario, el conocimiento posterior de las circunstancias de la
acción, cuando ya se ha provocado, sin dolo del autor, el error y la disposición
patrimonial del supuesto perjudicado, no puede fundamentar el carácter doloso del
engaño, a excepción de los supuestos de omisión impropia. Es indudable, por lo tanto,
168
que el dolo debe preceder en todo caso a los demás elementos del tipo de la estafa (STS
393/1996, de 8 de mayo).
En fin, la STS 1117/1996, de 31 diciembre, apunta que “en el simple dolo civil
es necesario que existan palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de los
contratantes que inducen al otro a celebrar el contrato, pero permanece una posibilidad,
aunque remota, de cumplir lo convenido, mientras que el dolo penal aparece cuando, en
función de las circunstancias perfectamente conocidas por el autor del incumplimiento,
se tiene la convicción de que la prestación asumida se presenta imposible o altamente
problemática”.
169
17. RESPONSABILIDAD CIVIL
El artículo 109 del Código Penal consagra la obligación de reparar los daños
y perjuicios causados por el delito.
170
18. ANEXO. CIRCUNVENCIÓN DE INCAPAZ
2. En materia del delito previsto en el art. 174 inc. 2 del C.P. son incapaces los
que, con o sin declaración judicial, en el momento del hecho padecen una disminución
de su inteligencia, voluntad o juicio que los incapacita para resguardar debidamente sus
intereses económicos. La figura requiere que el autor explote (abuse) los intereses
(necesidades), afectos o apetitos (pasiones) del incapaz o su falta de saber o
inadvertencia (inexperiencia).
171
6. La sentencia condenatoria podrá ordenar “la reposición al estado anterior a la
comisión del delito, en cuanto sea posible, disponiendo a ese fin las restituciones y
demás medidas necesarias” (art. 29, inc. 1, CP).
172
Fallo: “(…) por la defensa de C. E. M. contra el punto I del pronunciamiento de
fs. (…) que decretó su procesamiento en orden al delito de circunvención de incapaz.
(…). Se atribuye a M. “el haber participado en el suceso mediante el cual, conociendo
P. C. E. que E. G. presentaba, desde al menos el año 2007 un deterioro cognitivo
progresivo […] abusando de dicha circunstancia, captó su voluntad de manera tal que el
día 10 de marzo de 2008 le hizo transferir en su favor la nuda propiedad del inmueble
ubicado en la calle Misiones XX de esta ciudad a través de una venta simulada en la que
el imputado participó como escribano interviniente” “En efecto, si bien en la escritura
respectiva que se materializó en la calle XX de esta ciudad […] se asentó que
previamente la imputada para la compra del departamento le entregó la suma de
cuarenta y seis mil pesos, ello no fue así”. “Como consecuencia de este acto abusivo, de
que clínicamente G. era incapaz de comprender […] E. la perjudicó patrimonialmente
por la pérdida de dicho inmueble que hasta ese momento formaba parte de su
patrimonio, el cual no podría haberse materializado sin la determinante colaboración del
imputado quien […] pese a la incapacidad evidente de G., instrumentó el acto de
disposición aludido en connivencia con la imputada” (ver fs. (…)).
173
ii. RTA. 22/05/12. CIRCUNVENCIÓN DE INCAPAZ.
174
mismo modo que N., ha actuado cumpliendo todos los elementos del tipo objetivo y
subjetivo del tipo de la defraudación por circunvención de incapaz, por lo que debe
descartarse la buena fe aludida por su defensa (…). En cuanto a la situación de la
escribana (…) la nombrada "debía tomar mayores recaudos de los debidos para
determinar si la interviniente tenía capacidad suficiente" y que "no (le) podía pasar por
alto que la otorgante del poder poseía sus facultades mentales alteradas (…) sin
perjuicio de lo cual, desinteresándose por las consecuencias ulteriores, confeccionó el
poder a favor de N.". (…) entendemos que en el caso de la notaria, ésta ha actuado con
el mismo grado de conocimiento de las circunstancias que rodeaban el caso y con la
misma voluntad de abusar de la situación de vulnerabilidad de la víctima que sus
consortes de causa. (…) el tribunal
M. S. A., que padece de un retraso mental que le causa dificultad para adoptar
decisiones y la torna influenciable para terceros, vivía junto con sus tres hijas y su
madre, J. A., en el domicilio de Alejandro Magariños Cervantes XX, de esta ciudad. Por
su parte, M. D. F. alquilaba el departamento “3” de ese mismo edificio. El 27 de octubre
175
de 2004 J. A. falleció, dejando a M. S. A. sola con sus tres hijas menores, desempleada,
sin estudios ni ocupación y desprovista de contención, situación que acrecentó su
natural vulnerabilidad. F. comenzó a acercarse a la damnificada con el pretexto de
ayudarla en los quehaceres domésticos. De tal forma captó su voluntad […]
[impidiéndole] mantener contacto con personas […] cercanas, como amigas de su
madre, arguyendo siempre que buscaba su bien.” F. comenzó a administrarle el dinero y
la obligaba a tomar decisiones que redundaban en su propio beneficio. (…) Así fue que
el día 16 de abril de 2007 concurrieron a la escribanía de […] la notaria V. R. J. […] en
donde se labró la escritura nro. 239, consistente en la supuesta venta del departamento
[…] de M. S. A. a L. B. P., por el precio de noventa mil pesos ($90.000). La notaria
fraguó el acto, pues asentó que el dinero se entregó en efectivo a la damnificada, lo cual
no sucedió así e importó la falsedad de laescritura que labró. Sin embargo, ya para esa
época M. S. A. había entrado en contacto con las profesionales de la Secretaría de
Estado de Niñez, Adolescencia y Familia, las que al enterarse de lo sucedido, la
convencieron para que acudiera a la justicia. De tal forma, el 8 de mayo de 2007 la
víctima narró lo sucedido en el Juzgado Nacional en lo Civil nro. 86, cuya magistrada
dispuso cautelarmente, el 11 de ese mismo mes, la inhibición general de los bienes de
M. S. A. y la prohibición de innovar respecto del departamento en cuestión, así como
realizó la denuncia que originó las presentes actuaciones.” (ver fs. (…).
II.- Valoración: Los Dres. Julio Marcelo Lucini y Mario Filozof dijeron:
De los informes médicos forenses de fs. (…) surge que al tiempo de llevarse a
cabo la escritura cuestionada, A. sufría un retraso mental leve que la colocó en situación
pasible de abuso, por lo que se verificó su estado psíquico como el requerido por el
artículo 174, inciso 2°, del Código Penal como presupuesto de tipicidad (ver Navarro-
Leo, “Circunvención de incapaz, abuso de necesidades, pasiones o inexperiencia del
incapaz, Hammurabi, pág. 32 y 34). Se evidenció en la nombrada “influenciabilidad
vincular que la torna permeable a estados de vulnerabilidad personal, dando lugar a
situación de riesgo para valerse de manera autónoma, en la toma de decisiones como las
que se investigan en la presente causa” (ver fs. (…)).
176
C. C. A., psicopedagoga que trató a una de las hijas de la damnificada, afirmó
que “pese a no haberla evaluado, M. presenta un retraso leve a moderado. Que dicho
retraso es notable a la vista de terceros” (ver fs. (…)), mientras que L. M. G., psicóloga
que la asistió desde junio o julio de 2006 refirió que “el retraso que presenta M. es
visible para terceros” y que “no tiene noción del valor del dinero” (ver fs. (…)).
En igual sentido la licenciada en trabajo social A. I. D. (ver fs. (…)), señaló que
“es una persona muy influenciable que presenta una discapacidad mental leve. Que
dicha discapacidad es notaria a la vista de terceros”.
Así todo indica en este estadio una acción que habilita ingresar al ámbito de la
ley penal sustantiva.
177
(…) El certificado de discapacidad que se le otorgó el 26 de julio de 2007 (ver
fs. (…)) y los curadores provisionales que desde ese año le fueron asignados en el
expediente n° XX “A., M. S. s/ inhabilitación” del Juzgado en lo Civil N° 86 (ver fs.
(…)), despejan toda duda al respecto.
No existe prueba alguna que habilite a inferir que la incapaz en ese acto
realmente recibió los noventa mil pesos “en dinero en efectivo y a su entera
satisfacción, de manos de la compradora”, tal como lo asentó la notaria en la escritura
que el Tribunal tiene a la vista. M. S. A. afirmó no haber recibido dinero alguno por la
venta de su inmueble (ver fs. 1(…)). En este punto debe aclararse que pese a la
incapacidad detectada, los médicos afirmaron que no era necesaria su internación y que
esa limitación no le impedía hacerse cargo de sus tres hijas menores, sino que requería
una mirada atenta y vigilante tendiente a contenerla y asesorarla adecuadamente en
relación a su rol materno y en la defensa de sus intereses (ver los informes de fs. (…) de
los testimonios del expediente n° (…) “A., L. M. y otros s/ protección de persona” del
Juzgado en lo Civil N° XX que se tiene a la vista).
Nótese que la víctima, pese al retraso mental leve que padece, fue quien puso en
conocimiento al juez civil sobre esa transacción, corroborándose luego que
efectivamente se había celebrado (ver fs. (…)). Por lo tanto, no puede hacerse una
consideración fragmentaria y aislada de su relato ni descartarse, sin más, sus dichos en
cuanto a no haber recibido suma alguna por la venta de su única propiedad, acto por el
que pudo haber quedado en situación de calle junto a las tres menores (de 2, 5 y 6 años
de edad) que tiene a su cargo, sino debe ser evaluado junto a las restantes constancias
que lo sustentan y a las que se hará referencia más abajo. Se acreditó que F. junto a su
hija P. y su pareja previo a celebrarse el acto, vivían en el departamento de la víctima,
178
para lo cual construyeron “un par de habitaciones” en su interior dividiendo los
ambientes (ver fs. (…) del expte. citado).
Incluso aquéllos no tenían empleo (ver las declaraciones de los vecinos citadas)
y compartían el susidio, la caja de alimentos y la vianda escolar que recibía la
damnificada (cf. lo informado por la trabajadora social en esas actuaciones, ver fs. (…)).
179
El Dr. Ricardo Matías Pinto dijo:
Sin embargo, no existen elementos para considerar que participara con dolo en
el delito de circunvención de incapaz, ni en otra conducta reprochable en esa parte de la
maniobra, pues no se demostró que conociera previamente a los otros acusados, la
dolencia de la víctima, ni ningún otro acto que permita considerarla partícipe en el
delito aludido.-
C.N.Crim. y Correc., Sala VI, Lucini, Filozof, Pinto (en disidencia parcial).
(Sec.: Carande). c. 555/12, FLORES, Marta Delicia. Rta. 18/06/12.
180
iv. RTA. 06/02/12. CIRCUNVENCION DE INCAPAZ
Fallo: “(…) el recurso de apelación deducido por la querella (ver fs. (…)), contra
el punto II del auto de fs. (…) que dispuso el sobreseimiento de D. V. en orden al delito
de circunvención de incapaz (art.336 inc.2° del C.P.P.N.). (…) Se investiga si D. V.,
aprovechándose de las disminuidas capacidades psíquicas de E. D. L., lo determinó a
donar la mitad indivisa del inmueble sito en Terrada XX de esta ciudad y a otorgarle un
poder especial para que le cobrara su jubilación en el Banco Piano. (…) Refirió que el
imputado actuó junto al escribano que intervino en la confección del poder especial y en
la donación, pues mediante los informes médicos de fs. (...) y los testimonios de fs. (…),
se comprobó que el occiso padecía un profundo estado depresivo producto de la
enfermedad que lo aquejaba –cáncer de colon-, no pudiéndose soslayar que también
intentó suicidarse en marzo de 2010.
181
el motivo por el cual el anciano quiso dejarle su residencia (ver presentación de A. a fs.
(…)).-
A ello debe sumarse que A. A. R. refirió, entre otras cosas, que L. le manifestó
que, en caso de fallecer, su familia sólo se preocuparía por quién heredaría su vivienda
(ver fs. (…)).-
A ello debe sumarse que A. A. R. refirió, entre otras cosas, que L. le manifestó
que, en caso de fallecer, su familia sólo se preocuparía por quién heredaría su vivienda
(ver fs. (…)).-
Fallo: “(…) por la defensa de J. J. B. (fs. (…)) contra el punto I del auto de fs.
(…) que dispuso el procesamiento de su asistida en orden al delito de defraudación por
circunvención de incapaz; y por la defensa de G. B. (fs. (…)) contra los puntos I y II
que dispusieron su procesamiento por considerarlo partícipe necesario del delito de
defraudación por circunvención de incapaz en concurso ideal con el delito de falsedad
ideológica, en calidad de autor. (…) No compartimos los argumentos brindados por el
instructor en el auto de mérito que se revisa, razón por la cual su decisión se revocará.
Si bien es cierto, tal como señala el magistrado, que se encuentra acreditada la
existencia del poder especial a favor de J. J. B. extendido por quien fuera en vida su
abuela, L. L. B., y que ese instrumento fue utilizado por aquélla para la venta del
inmueble sito en Conde XX de esta ciudad, a nuestro criterio, no resultan adecuadas las
consideraciones que llevaron al juez de grado a sostener que se encuentra probado tanto
que esta última se encontraba incapacitada de comprender el acto jurídico que
celebraba, como que resulta indiferente el destino que la imputada le habría dado al
dinero obtenido de esa operación. En relación al primer aspecto señalado, no
compartimos el carácter concluyente que el juez le otorgó al informe médico obrante a
fs. (…), por cuanto la conclusión a la cual se arribó en punto a que L. L. no se hallaba al
momento del hecho en condiciones de comprender la realidad y obrar en consecuencia,
tuvo por fundamento, exclusivamente, las constancias de la historia clínica labrada en el
geriátrico donde se encontraba internada, sin tener en consideración otros elementos de
interés obrantes en la causa. Asimismo, las escuetas consideraciones volcadas por la
médica interviniente en sustento de su conclusión impiden otorgarle un sentido unívoco.
Por otro lado entendemos que el instructor realizó una lectura parcializada de la historia
clínica de la fallecida, como así también de los dichos de A. F. G. Sobre el punto, tal
como señalaron los recurrentes, omitió ponderar las implicancias que podrían traer
aparejadas el hecho de que L. B. ingresara al geriátrico tres meses antes de firmar el
poder con un cuadro de demencia senil “leve” y que a casi dos años de suscripto ese
documento todavía tenía algunos lapsos esporádicos de lucidez mental, extremos
puestos de manifiesto por la testigo referida. Por otro lado, el magistrado tuvo en cuenta
únicamente la anotación efectuada por el Dr. U. B. en la historia clínica de L., la cual
daba cuenta de la demencia senil que padecería la fallecida, excluyendo de su análisis
otras constancias relevantes asentadas en la historia clínica que fueron correctamente
señaladas por los apelantes en los recursos interpuestos. Entonces, a fin de evaluar la
responsabilidad de los imputados resultan necesario ahondar la investigación a fin de
determinar si, más allá de la patología que habría padecido L. L., al momento del hecho
tenía el discernimiento necesario para comprender acabadamente el alcance del poder
que otorgó y para suscribirlo con intención y libertad y si, eventualmente, podría haber
actuado en un intervalo lúcido.
183
Así también, para evaluar correctamente la responsabilidad de G. B. resulta
necesario establecer si, en caso de que la fallecida padeciera una patología que le
impidiera conocer el alcance del acto jurídico que celebraba, la enfermedad era notoria
para terceros. A tal fin, y sin perjuicio de todas las diligencias que el instructor
considere pertinentes y útiles producir, resultaría de interés escuchar en testimonial a los
médicos que asistieron a B. Por otro lado, dado que nos encontramos ante un tipo
agravado de defraudación, es decir frente a un delito contra la propiedad, es necesario
profundizar la pesquisa para establecer el destino que se le pudo dar al dinero obtenido
de la venta del inmueble, dado que a partir del descargo de la imputada que, en
principio, fue reforzado por los dichos de A. F. G. no es posible descartar, de momento,
que el monto obtenido de esa operación se haya utilizado en beneficio de la fallecida.
En relación al escribano B., y dado que por el momento, no se ha demostrado un
conocimiento anterior y/o frecuente entre L. L. y el nombrado, que excediera la
circunstancialidad de la suscripción del acto que tuviera lugar el 23 de octubre de 2007,
motivo que genera cierta duda sobre si durante el lapso de su celebración pudo haber
efectivamente advertido la incapacidad que la afectaba. Ello nos conduce a que, a la
espera de la prueba pendiente, revoquemos también su procesamiento.
(…) II.- Sentado ello, coincidimos con la a quo en que, más allá de la
evacuación de las citas expuestas por los encausados, subsisten en la causa elementos
probatorios que demuestran, con el grado de provisoriedad y probabilidad que esta etapa
requiere, tanto la existencia de los hechos investigados como la intervención de aquéllos
en su comisión.
(…), el tribunal RESUELVE: Confirmar el auto de fs. (…), en todo cuanto fuera
materia de recurso.” C.N.Crim. y Correc., Sala IV, Seijas, González Palazzo, González.
(Prosec. De Cam.: Pereyra). c. 1432/12, B. R. E. y otros s/defraudación en la calidad de
las cosas. Rta. 09/10/12.
Fallo: “(…) en virtud del recurso deducido por la querella contra el punto I del
auto de fs. (…) que decretó la falta de mérito para procesar o sobreseer a L. A. B., a E.
A. L., a J. C. L. y a J. A. T., en orden a los sucesos por los que fueran formalmente
indagados (art. 309 del C.P.P.N.).- Celebrada la audiencia en los términos del art. 454
del citado código de forma (texto según ley 26.374), en la que el Dr. Hernán Zavalía
Lagos, patrocinante de la querella, expuso sus agravios; mientras que el Dr. Fernando
Di Rado por la defensa de E. A. y J. C. L. y J. T., y el Dr. Miguel Ángel Carranza,
defensor de L. A. B., ejercieron su derecho a réplica, se resolvió dictar un intervalo (…).
186
II. De los hechos. Constituye el objeto procesal de la causa la maniobra que
habría frustrado los derechos hereditarios de C. E. y R. E. B., respecto de los bienes de
M. E. B., tía de los nombrados, quien falleciera el 3 de enero de 2006.
Dicho poder fue otorgado por documento público el día 20 de abril de 2005, en
el domicilio de la Sra. B., ubicado en la calle Rodríguez Peña (…), piso (…), de esta
ciudad en la que intervino el escribano B. -titular del registro notarial nro. (…) de esta
ciudad-, quien hizo constar que esta se encontraba impedida de firmar a causa de una
parálisis en su brazo derecho, por lo que sólo estampó su dígito pulgar derecho y firmó
a su supuesto ruego el Sr. J. A. R., encargado del edificio donde aquella vivía.-
III. De la situación procesal. Entendemos que el auto en crisis debe ser revocado,
dado que las pruebas producidas en la causa son suficientes, teniendo en cuenta la
provisoriedad requerida en esta etapa, para estar al procesamiento de E. A. L., J. C. L.,
J. A. T. y L. A. B.-
En efecto, conforme surge del informe del Cuerpo Médico Forense (ver fs.
133/135), luego de examinar el historial médico de M. E. B. (fs. 93/121), ésta ya era
portadora de un trastorno cognitivo crónico al mes de marzo de 2003, de lo que se
infiere que dada la naturaleza evolutiva e irreversible de este padecimiento, le habría
impedido la comprensión del acto celebrado con fecha 20 de abril de 2005, cuya copia
luce agregada.
Así, con relación a la actuación del escribano B., debemos mencionar que si bien
en el ejercicio de la función notarial, el escribano carece de idoneidad profesional para
comprobar el estado de las facultades mentales de los otorgantes de las escrituras que
187
autoriza, en el caso traído a estudio no podemos soslayar que la discusión suscitada al
momento de la escritura, en la cual el testigo que firmó a ruego por B. exigía la entrega
de dinero y la firma de sendos pagarés, circunstancia no controvertida en la audiencia,
permite suponer, al menos provisoriamente, que éste se hallaba al tanto de las
intenciones de L. y T.-
De este modo, los descargos de los imputados y las citas efectuadas por éstos al
momento de recibírseles declaración indagatoria (al respecto ver fs. 268/270, 271/275,
276/277vta. Y 278/280vta.) no logran refutar el plexo cargoso reunido en esta
investigación, cuya entidad es fundamentalmente provisoria en esta etapa, habilitando el
avance de la causa hacia otras instancias del procedimiento, donde la valoración
probatoria puede ser contrastada con el resto de las probanzas con mayor y mejor
amplitud, en virtud de los principios de inmediación, oralidad, concentración,
contradicción y publicidad, superándose de esa forma las limitaciones que puede llegar
a plantear la estructura menos contradictoria y más dirigida del trámite de instrucción.-
189
favor de uno de ellos documentación que lo instituyó como único y universal heredero
de sus bienes. Elementos de prueba que permiten agravar la situación procesal de los
imputados para, eventualmente, en una etapa de debate, gracias a la inmediatez, discutir
aquellas cuestiones que en esta etapa procesal no pueden considerarse con certeza como
inexistentes. Revocación. Procesamiento por circunvención de incapaz.
Fallo: “(…) los recursos interpuestos por la querella (ver fs. …) y por la defensa
(ver fs. …) contra el auto de fs. (…), que dispuso el sobreseimiento de L. G. C., S. C.
G., M. B., R. P. G. y G. E. J., en los términos del artículo 336 inciso 3° del Código
Procesal Penal de la Nación, con costas en el orden causado. La acusadora particular
solicitó la nulidad del decisorio y el apartamiento de la Sra. juez por aplicación de su
art. 173, ya que se efectuó una valoración arbitraria y subjetiva de la prueba.
Subsidiariamente, pidió su revocación por inexistencia de la certeza negativa requerida
para el dictado del sobreseimiento cuestionado, indicando que la duda impone tratar la
cuestión en un juicio oral. La asistencia técnica de C. requirió que se fijen las costas
procesales a la vencida.
(…)IV.- La Sra. juez de grado concluyó que D. tuvo capacidad para comprender
las consecuencias del acto y que C. no se aprovechó de su posible disminución. Valoró
que el estado confusional que padecía aquélla tenía un origen metabólico relacionado
con su cuadro clínico y podía ser revertido con una diálisis óptima. Indicó que su
evolución positiva surgiría de la evaluación de su Historia Clínica y de los testimonios
de los médicos y enfermeras que la asistieron en “La Trinidad”. La falta de
190
comprobación del compromiso psíquico la magistrada la evaluó a partir de lo sostenido
por el Dr. A., médico que labró el certificado adjunto al testamento y la aclaración
formulada por los Médicos Forenses en cuanto a que “…no resulta posible negar o
afirmar con un grado de certeza, en forma inequívoca y contundente, con el adecuado
respaldo científico y exactitud, la capacidad de comprensión…”, la cual estimó
categórica y la referencia a su estado de lucidez asentada por los médicos tratantes. Sin
embargo las pruebas agregadas al legajo revelan, con alto grado de probabilidad, que D.
el 24 de diciembre de 2008 no se encontraba en condiciones psicofísicas para
comprender los alcances y consecuencias del acto testamentario cuestionado. En primer
término, cabe referir que se constató que D. ingresó a la clínica Santísima Trinidad el 17
de diciembre de 2008 a raíz de en cuadro clínico grave que desencadenó su
fallecimiento el 26 de ese mes y año. Los Médicos Forenses en su primer informe
indicaron respecto a esa fecha que “se infiere de las constancias obrantes en la historia
clínica remitida, que la paciente de mención, no se encontraba en condiciones psíquicas
como para comprender el acto de otorgar un testamento, su importancia y
significado…”. Analizaron que su“…’‘mejoría en la orientación y fluidez de
pensamiento’ ‘…más orientada…’ que consta en la historia clínica, remite a que no
estaba orientada, solo mejorada del deterioro sensorial con el que ingresara. Consta en
los registros obrantes de enfermería que no podía movilizar los miembros superiores…”
(ver fs. 115 punto 5).
Consideraron que los días 22, 23 y 25 se infería que tampoco “…se encontraba
en condiciones psíquicas como para comprender el acto de otorgar un testamento su
importancia y significado” (ver fs. 115 punto 5 bis). Asimismo en el punto 6 (fs. 116)
explicaron que “la paciente tenía insuficiencia renal crónica y al ingresar llevaba sin
concurrir a sus dos días de diálisis, presentando deterioro del sensorio. La diálisis puede
mejorar el psiquismo de los pacientes, en la medida en que disminuyen los elementos
tóxicos endógenos de la sangre…En ese caso particular, las diálisis que le fueran
realizadas, no lograron llevar la urea a cifras consideradas dentro de los parámetros
normales”. En su posterior intervención, otros galenos del mismo cuerpo, concluyeron
que los días 22, 23 y 25 de diciembre D. no podía comprender el acto jurídico en
cuestión. En relación al 24 de diciembre resaltaron que no obraba protocolo de
laboratorio pero que, a partir de su historia clínica, se constató que tenía hipotensión y
que cursaba una importante alteración metabólica por su cuadro de sepsis e insuficiencia
renal crónica, que afectó el sistema nervioso central llevando al paciente a una
encefalopatía séptica. La confusión fluctúa de un día a otro y de una hora a la siguiente
y que las situaciones clínicas mencionadas perturban de manera ostensible el
funcionamiento armónico psico-físico, determinando en la mayoría de los casos un
déficit cognitivo con la consiguiente pérdida de autonomía dada la afectación de
funciones como la atención, la sensopercepción, la ideación, el pensamiento, la
memoria y el juicio crítico (fs. …). A modo de síntesis, refirieron que “…el cuadro
191
clínico que presentaba D. atento a lo que surge de su historia clínica era portadora de
una IRC terminal con cifras sostenidas de elevación de urea y creatininemia que
desarrollaron una encelopatía urémica; cuyas características son que los síntomas
pueden fluctuar de un día al otro e incluso de una hora a la otra dado que la hemodiálisis
al hacer descender los niveles de urea y creatinina puede mejorar el sensorio. No
obstante el cuadro de shock séptico también responsable de la encefalopatía metabólica
que portaba que la llevó a la falla multiorgánica, y conjuntamente con su insuficiencia
renal al deterioro final y al óbito…” (ver fs. … ). Además, a fs. 694 definieron “lucidez
mental” como “el estado de conciencia capaz de lograr la máxima concentración
intencional normal a su actividad ordenada haciendo que sus contenidos posean
claridad, nitidez y distinción. Una persona tiene la conciencia lúcida cuando tiene todas
sus funciones psíquicas normales, lo que la lleva a una correcta orientación auto y
alopsíquica…”. Asentaron que“…una persona con afectación como la que presentaba la
causante, tiene afectada la función atentiva, perceptiva, mnésica, ideatoria, de
elaboración del pensamiento y de la orientación y esta situación de manera fluctuante se
presenta durante su internación…”. A partir del concepto de lucidez esbozado
analizaron la asentada por los médicos tratantes (ver fs. 695) indicando que la Dra. B.
G. el 23 de diciembre a la noche prescribió la toma de 10 gotas de halopidol por
fabulaciones y confusión, que “…el día 24 el Dr. S. consignó en la HC…mejoría en la
orientación y fluidez del pensamiento…”, lo que implicó que evolucionó
favorablemente pero no su recupero pues su expresión no fue asertiva. Además
resaltaron que sus expresiones y las utilizadas por la Dra. B. “…hacen que el concepto
de lucidez entre en tensión y pueda ser cuestionado por lo explicitado en los párrafos
anteriores…”. Dijeron que a su vez el 24 de diciembre se le administró Trapax 0,5 mg a
las 12 horas y que el 23 a la noche Halopidol 10 gotas. Ante este cuadro probatorio la
postura que la Sra. juez adoptó como sustancial, la cual se formuló a partir de su
pregunta (ver fs. 680) que “…En caso de que no se encontrara M. T. D. en condiciones
psíquicas de testar, identificar el grado de certeza o probabilidad de ello…”, no puede
ser atendida con los alcances que se pretendió otorgar, por cuanto los peritos no pueden
dar de manera alguna certeza respecto a situaciones históricas. Sentado ello, cabe
resaltar que los expertos analizaron pormenorizadamente las constancias médicas y sus
argumentos no “evidencian errores manifiestos o insuficiencia de conocimientos
científicos o lucen defectuosos o incompletos…” (ver Navarro-Daray, “Código Procesal
Penal de la Nación”, Tomo 1, Hammnurabi, año 2004, págs. 648/649 y sus citas), que
autoricen a apartarse de ellos. Además, sus fundamentos científicos, necesariamente,
deben ser analizados dentro del contexto de situación vivencial de D. para determinar si
existió al momento de otorgar el acto la captación de su voluntad con aprovechamiento
de su falta de discernimiento y libertad plena. Bajo esa perspectiva, como se dijo en un
primer momento, la damnificada ingresó a la clínica con un diagnóstico clínico grave
que desencadenó su muerte y, de manera específica, determinó un cuadro confusional
con fluctuaciones, pero instalado en el tiempo (ver testimonio de la psiquiatra de la
192
Clínica “Trinidad” M. O. B. G.-fs. …). A diferencia de lo sostenido por la colega se
evidencia que las diálisis prescriptas el 21, 23 y 25 de diciembre de 2008 no revirtieron
el cuadro y, por ende, no pueden estimarse óptimas. Obsérvese que los médicos
forenses sostuvieron que los días 22, 23 y 25 de diciembre la fallecida no pudo
comprender el acto jurídico en análisis. Además, en relación al 23 su dictamen se apoyó
en la circunstancia que a la noche debieron administrarle 10 gotas de halopidol por
presentar fabulaciones. Lo expuesto, sumado a que el 24 al mediodía (12:00 horas) se le
suministró “Trapax”, demuestra que el síndrome confusional se había agravado e
impide estimar que a las 12:30 horas estuviera en condiciones psicofísicas de otorgar el
testamento. Máxime si se atiende a que el 25 presentaba el mismo cuadro y el 26 se
produjo su óbito. Debe valorarse, especialmente, que la crisis confusional de D.
obedecía a un cuadro séptico adicionado a su insuficiencia renal crónica, el cual lejos de
ser revertido a partir del tratamiento dispensado, aparece como determinante del
desenlace fatal. De esa forma la falta de discernimiento de la damnificada alegada por la
querella resulta razonable y ajustada al sentido común. Se apoya en las constancias
médicas analizadas bajo la perspectiva de los expertos del Cuerpo Médico Forense
quienes de manera fundada sostuvieron que la lucidez y orientación aludida por los
galenos de la clínica no llegaba a “lograr la máxima concentración intencional
normal…, haciendo que sus contenidos posean claridad, nitidez y distinción…, pues D.,
tenía afectada la función atentiva, perceptiva, amnésica, ideatoria, de elaboración del
pensamiento y de la orientación…de manera fluctuante durante su internación…” (ver
fs. …). La gravedad del diagnóstico surge también de la circunstancia que aún cuando
su internación fue en un sector de terapia intermedia, presentaba cuidados intensivos,
por cuanto todos los médicos y enfermeras que intervinieron en él estaban abocados a
este sector (ver las declaraciones de L. V. B. -fs. …-, M. Á. M. -fs. …-, D. S. –fs. …-,
R. J. M. M. -fs. …- y N. I. A. -fs. …). Finalmente, resaltamos que la dolencia
psicofísica padecida por D. se verificó en su rúbrica (ver fs. 490 del informe
caligráfico), la cual, además, se advierte del simple cotejo entre la asentada en el
documento en análisis (ver fs. 465) y los indubitables agregados a fs. 467 y 470, lo
querefuerza la gravedad del cuadro que presentaba. Por otra parte, todos los
intervinientes en la firma de la escritura pública indicaron que fueron contactados por C.
el día 23 de diciembre, oportunidad en la cual D. habría expresado su voluntad de testar.
Los Médicos forenses afirmaron que ese día no pudo comprender en modo alguno los
alcances y consecuencias del acto cuestionado, lo que resulta que no estaba en
condiciones de decidir celebrar el documento atacado. Además, las constancias
procesales ponen en duda que los encausados y el Dr. A. estuvieran presentes durante el
otorgamiento del testamento, por cuanto alegaron haber estado en la habitación n° (…)
alrededor de una hora y egresaron tras concretar la escritura, esto es, luego de las 12:30
horas. La paciente estaba con cuidados intensivos y de la historia clínica surge que se
suministró a D. a las 12:00 horas “Trapax”. Pese a ello, las enfermeras no recordaron
haber observado la presencia de “siete personas y una criatura de 3 o 4 años de edad en
193
la habitación”. A su vez, que el acto se habría desarrollado en plena hora del almuerzo y
que conforme surge de las constancias médicas a las 16:00 horas y 20:00 horas D. debió
ser asistida para merendar y cenar por cuanto no podía movilizar adecuadamente sus
miembros superiores, circunstancia que permite sostener que necesito ayuda para
alimentarse al mediodía. Llama aún más la atención que el personal del sanatorio no
recordó haber dialogado con el Dr. A. de la situación de D. ni haberle facilitado la
historia clínica. En conclusión, las pruebas reunidas ameritan, cuanto menos, proseguir
el trámite del proceso con el dictado de sus procesamientos atento a que en una
hipotética etapa de debate podrá discutirse en el contradictorio la cuestión que no puede
ser considerada con certeza como inexistente. Sobre la materia rigen “…los art. 3615 y
3616 del CC que aluden al goce de perfecta razón y sano juicio, que se traduce en la
sanidad de la inteligencia y de la voluntad del testador…” y si bien “…la ley presume
que toda persona está en su sano juicio, mientras no se pruebe lo contrario…si el
testador algún tiempo antes de testarse hubiera hallado notoriamente en estado habitual
de demencia, el que sostiene la validez del testamento debe probar que el testador lo ha
ordenado en un intervalo lúcido, el cual deberá ser suficientemente cierto y prolongado
para asegurarse que la enfermedad ha cesado por entonces…” (ver Navarro-Leo,
Circunvención de Incapaz, Hammurabi, año 2005, pág. 42 y ss). La jurisprudencia civil
sostuvo que “A los fines de probar la incapacidad del testador donante basta acreditar la
falta de discernimiento en la época de los actos impugnados, es decir, durante un tiempo
próximo anterior y posterior dentro del cual se comprenden los momentos de ejecución
del testamento y donación…”. (C.C.Civ., Sala M. causa n° L. 256695 del 8 de mayo de
2000), de ahí la relevancia que adquiere el contexto de situación clínica de Delgado del
17 al 26 de diciembre de 2008. En el caso la incapacidad de D. por su deficiencia
orgánica se mantuvo durante su internación y denotó un estado notorio de decadencia de
su aptitud intelectual los días anteriores y posteriores al acto, siendo más que dudosa su
aptitud durante su celebración. De la nota al artículo 3615 del Código Civil surge que
“El Derecho Civil exige en el hombre que quiere erigir en ley doméstica su última
voluntad, que esta voluntad nazca de un espíritu sano…”. En ese orden se ha dicho que
“…La perfecta razón exigida por el art. 3615 del Código Civil importa la sanidad
mental, por cuanto implica muchas más nociones y condiciones que la demencia, y
excluye toda enfermedad metal, ya sea permanente o transitoria. No sólo los dementes
no pueden testar, sino que no pueden hacerlo aquéllos que en el momento de otorgar el
acto no se hallan en plena sanidad mental…” (ver C.C.Civ., Sala F, c. “Melluso,
Vicente c/ Russo, María Elena” del 20 de agosto de 1998). Esa disminución surge del
análisis del presente. En ese orden, la evaluación de manera conjunta de acuerdo a la
sana crítica, la lógica, la experiencia y el sentido común de las pruebas reseñadas
acredita, en esta etapa, que C. y S. C. G. habrían aprovechado la disminución de
entendimiento y comprensión por la que atravesaba D., la cual no podían desconocer, el
primero, en virtud de la habitualidad de trato y, la escribana, por cuanto estuvo presente
durante el desarrollo del acto y la dolencia aparece evidente. Además, su accionar
194
común determinó su otorgamiento, por lo que se debe revocar el decisorio apelado y
decretar su procesamiento (art. 306 del C.P.P.). En cuanto a la calificación legal a
asignar, estimamos que la conducta se adecua al delito de circunvención de incapaz y
que C. y G. deberán responder en calidad de coautores (artículos 45 y 174, inciso 2°, del
C.P.). Para eso valoramos que “…el delito se consuma con la firma del documento, sin
interesar que el daño patrimonial se produzca o no…[pues]…es un delito de peligro” y,
por ende, su suscripción agotó el tipo legal (ver Navarro-Leo obra cit…, pág. 61, 83 y
87), en el cual quedó absorbida la figura de falsedad ideológica de documento. Además,
se advierte que cada uno de ellos dominó el quehacer global de los demás (Claus Roxin,
“Autoría y dominio del hecho en derecho penal”, Marcial Pons -Ediciones Jurídicas y
Sociales-, Madrid, 1998, pág. 305). En esa inteligencia la escribana S. C. G. ha tenido el
co-dominio del hecho, toda vez que su accionar era determinante para que C. continuara
o cesara en la perpetración del abuso pergeñado el día anterior y su presencia en el lugar
a la fecha de celebración obedecía evidentemente a la división de tareas pautadas y al
cumplimiento del plan común ya convenido. Ello pues, el contexto en el cual se
suscribió el testamento habría otorgado a G. un motivo razonable para creer que se
hallaba en presencia de un incapaz (ver Navarro- Leo, obra cit…, págs 47/48), máxime
si se atiende que la Ley Orgánica Notarial “…en el ámbito de la Ciudad de Buenos
Aires… obliga al escribano a escuchar, indagar, asesorar, apreciar la ilicitud del acto o
negocio a formalizar y la capacidad de obrar de las personas intervinientes…” (ver Leo
Roberto, “Código Penal, parte especial, Cathedra Jurídica, 2013, Tomo 2, pág. 783).
Así, pese a conocer la insuficiencia de D., de manera directa, dio fe del acto en su
perjuicio y el de su heredero procurando a C. un provecho indebido (ver Navarro-Leo,
obra cit…pág. 42, 45 y 49). Asimismo, del análisis efectuado y de las reglas
establecidas para la validez del testamento surge que C. y G. no pudieron, en principio,
lograr su cometido sin contar con la colaboración necesaria de los testigos del
documento M. B. y R. P. G., los cuales lo suscribieron para darle aparente validez. Los
elementos recabados permiten sostener que conocieron la incapacidad de D. y el abuso
pergeñado por C. y, por ende, obraron con intención y voluntad de asistir en el abuso.-
195
DECRETAR EL PROCESAMIENTO, sin prisión preventiva, de L. G. C., S. C.
G., M. B. y R. P. G. en orden al delito de circunvención de incapaz, por el cual deberán
responder C. y G. como coautores y B. y G. como partícipes necesarios (artículos 45 y
174 inciso 2° del C.P. y 306 del C.P.P.N.).- III.- TRABAR embargo (…)”. C.N.Crim. y
Correc., Sala VI, Filozof, Lucini, Pinto. (Prosec.Cám.: Asturias). c. 40800, CELASCO,
Luis Gustavo y otros. Rta. 11/09/09.
COMPETENCIA.
Además, tampoco se advierte que se haya afectado a las rentas del Estado, dado
que solo se ha visto perjudicado un particular, en este caso el Banco (...) y (...) S. A., ya
196
que la maniobra desplegada por el imputado fue para intentar evitar que el inmueble
situado en (...), unidad (...), piso (...), dpto. (...), de esta ciudad sea subastado.
Por último, tal como bien lo señaló el fiscal de alzada, no puede equipararse el
hecho que se investiga en autos a aquellos casos en los cuales se presenta
documentación apócrifa ante el Registro Nacional de la Propiedad Automotor, pues este
organismo posee carácter nacional.
Por ello, corresponde REVOCAR el auto de fs. (...), debiendo continuar con la
presente investigación el Juzgado Nacional de Instrucción nro. (...), Secretaría nro. (...),
lo que ASÍ SE RESUELVE. C.N.Crim. y Correc., Sala I, Rimondi, Barbarosch,
Bruzzone. (Sec.: Peluffo). c. 33764_1, CARRIZO, María L. Rta. 30/05/08.
198
imputado le ofreció obtener un crédito. De tal modo, el 21 de agosto de 2008 (…) se
presentó con (…) en la escribanía de la calle (…) de esta ciudad, oportunidad en la cual
-según manifestó la denunciante- fue inducida a firmar una serie de "papeles",
esencialmente una escritura de "cesión de derechos" y un "mutuo con garantía". Así, G.
firmó un contrato de mutuo mediante el cual (…) por sí y en representación de su
madre, la señora (…), concedía en préstamo la suma de US$ 9.200 (nueve mil
doscientos dólares), que debían ser devueltos en cinco cuotas mensuales de US$ 138 -
correspondientes al interés- y una cuota de US$ 9.338 -correspondiente al capital y a la
última cuota de interés-. Además, se dejó constancia en dicho instrumento de que la
deudora -…- daba en garantía el departamento ubicado en la calle (…) de esta ciudad,
obligándose a no disponer ni gravar en forma alguna el bien hasta la cancelación total
del préstamo (…). En esa fecha, asimismo, (…) suscribió -también a instancias de (…),
según refirió- la escritura número trescientos noventa y nueve, por ante la escribana
(…), en la cual se dejó constancia de que vendía, cedía y transfería a favor de (…) y
(…) todas las acciones y derechos hereditarios que le correspondieren en la sucesión de
(…) y (…) por el precio total de US$ 9.200 (…). Agregó la denunciante que el día del
hecho creyó haber tramitado un crédito para que su abogado llevara adelante el proceso
sucesorio, que firmó unos "papeles" que le dijeron que eran internos y que no recibió
suma de dinero alguna (…). Por último, el 15 de mayo de 2009, (…) intimó a (…) al
pago de los US$ 9.200 (nueve mil doscientos dólares) debidos en función del contrato
de mutuo celebrado, luego de lo cual inició un juicio ejecutivo que quedó radicado en el
Juzgado Nacional en lo Civil (…). El señor juez de instrucción dispuso el
sobreseimiento de los imputados (…). En primer lugar, entendió que la operatoria
llevada a cabo por la querellante fue realizada de la manera habitual en que se efectúa
esta clase de negocio jurídico, no pudiendo demostrarse que dicho convenio fuera
efectuado abusando de su confianza o a través de artilugios para lograr una disposición
patrimonial perjudicial para (…).
Por otra parte, la recurrente sostuvo que el juez de grado efectuó una
interpretación que desnaturalizaba los contratos de mutuo y cesión de derechos, ya que
la hipótesis de que la cesión fue otorgada únicamente en garantía del crédito no surge de
los instrumentos ni de otros elementos de convicción y que no se hizo entrega de dinero
alguno a la damnificada.
200
alcanzaría sólo el 20 % del valor total en que (…) valuó el inmueble al intentar venderlo
(…). Además, no puede dejar de señalarse que la cesión y el mutuo con garantía que
fueron firmados el mismo día, entre las mismas personas -… y …-, tuvieron como
basamento el mismo inmueble, circunstancia que no podía ser desconocida por (…),
quien tenía a su cargo el trámite sucesorio y según éste reconoció, estaba vinculado al
inversor del mutuo y beneficiario de la cesión, y se hallaba presente en el acto
únicamente para que (…) le otorgara una autorización de venta de la vivienda en
cuestión (…).
Por otra parte, en cuanto a la entrega dineraria por el contrato de mutuo, los
dichos de la denunciante, valorados conforme a las circunstancias anteriormente
expuestas, lucen verosímiles, máxime cuando se pondera que resulta llamativo que (…)
-acostumbrado a realizar esta clase de operaciones, según él mismo manifestó- hubiese
entregado el dinero referido sin resguardarse con alguna constancia que acreditara su
entrega y el recibo aportado por la querellante (…) es de la fecha en que se celebraron
los contratos atacados, lo que implicaría que aquélla habría abonado US$ 414 en
concepto de intereses por períodos futuros en el mismo momento en que recibiera el
préstamo. Por ello, entiende el Tribunal que los elementos reunidos permiten concluir
en el juicio de convicción exigido por el artículo 306 del canon ritual, en orden al delito
de estafa por el que ambos imputados deberán responder en calidad de coautores
(artículos 45 y 172 del Código Penal). En lo relacionado con la libertad de los
causantes, no se avizoran pautas objetivas que autoricen a apartarse de las disposiciones
del artículo 310 del Código Procesal Penal, en atención a que no se dan los requisitos
del artículo 312 ídem, siempre que el mínimo de la escala penal prevista para el delito
atribuido, torna procedente una condena de ejecución condicional y no se vislumbra la
existencia de riesgos procesales que deban neutralizarse. En cuanto concierne a la
medida de cautela real contemplada por el artículo 518 del Código Procesal Penal, en
tanto debe abarcar la posible indemnización civil a que hubiere lugar, las costas del
proceso y la intervención de letrados particulares, la suma de $ 300.000 (trescientos mil
pesos) luce adecuada para satisfacer los tópicos ponderados. Por ello, esta Sala del
Tribunal RESUELVE: I. REVOCAR los puntos I y II del auto documentado (…), en
orden al delito de estafa en carácter de coautor en cuanto fueran materia de recurso. II.
DECRETAR el procesamiento sin prisión preventiva de (…), (…) (artículos 45 y 172
del Código Penal y 306, 308 y 310 del Código Procesal Penal). III. TRABAR embargo
sobre los bienes o dinero de (…) por la suma de $ 300.000 (trescientos mil pesos), cuyo
mandamiento deberá ser confeccionado por el juzgado de origen (artículo 518 del
Código Procesal Penal). IV. DECRETAR el procesamiento sin prisión preventiva de
(…), (…), en orden al delito de estafa en carácter de coautor (artículos 45 y 172 del
Código Penal y 306, 308 y 310 del Código Procesal Penal). V. TRABAR embargo
sobre los bienes o dinero de (…) por la suma de $ 300.000 (trescientos mil pesos), cuyo
mandamiento deberá ser confeccionado por el juzgado de origen (artículo 518 del
201
Código Procesal Penal). VI. TENER por desistido el recurso de apelación interpuesto
contra el punto III de la misma resolución". C.N.Crim. y Correc., Sala VII, Divito,
Cicciaro. (Prosec. Ad Hoc.: Sposetti). c. 364/12_7, LACAVE, Germán y otros. Rta.
29/06/12.
(…) Es importante dejar a salvo que la hipótesis delictiva que aquí se analiza es
la venta de los campos que integraban el patrimonio de la empresa “El Ch. S.A.”, por un
valor menor al de mercado e incluso al de las ofertas que estaban en puja para aquel
entonces. Bajo esa directriz fueron procesados por la Sala los socios mayoritarios y el
liquidador de la sociedad -M. J. I. G., J. I. G. y F. O. P., respectivamente- (ver fs. (…)-,
en razón de que ese acontecimiento ilícito estaba prima facie acreditado. Por tal razón,
en la resolución y análisis de la situación procesal de los ahora imputados –G. y A. G. -
habremos de tomar como plataforma fáctica que la venta del inmueble fue producida
202
por un precio superior al que se asentó en la escritura, conforme se afirmó en el
interlocutorio arriba señalado.
En primer término, corresponde aclarar que si bien la sala -con una composición
parcialmente distinta- en su intervención de fs. (…), sostuvo que el hecho se trataba de
una maniobra única que habría sido desplegada, en forma conjunta, por los procesados
I. G. y el liquidador P. para perjudicar a los socios minoritarios, la cual requirió para su
materialización de una persona adquiriente –G.- y de un notario –A. G.- que
documentara la compraventa del bien y su consecuente transferencia de derechos de
dominio y posesión, lo cierto es que ello no implicó reconocer la existencia de
responsabilidad penal alguna por parte del escribano, sino que pretendió señalarle a la
jueza que resultaba errada la valoración efectuada por la cual había descartado la
participación de G. y A. G. y pretendió escindir la investigación (ver fs. (…)),
oportunidad en que se le ordenó que se expidiera respecto al fondo de la cuestión y
resuelva la situación procesal de éstos últimos en ella. En la investigación se carece de
elementos que habiliten a sostener que A. G. tuvo activa participación en la artimaña
que habría victimizado a los socios minoritarios, pues no se corroboró que haya tenido
conocimiento acerca del verdadero precio que G. habría pagado por el campo. En ese
sentido, destácase que el pago del comprador por U$S 500.000, materializado con
antelación a la decisión de venta, no vislumbra conducta ilícita alguna por la que deba
responder el escribano, pues su actuación se limitó a documentar la venta mediante la
confección de la escritura traslativa de dominio. Por otro lado, el hecho de que parte del
pago haya sido antedatado a la fecha en que se celebró la asamblea ordinaria no implica
irregularidad alguna (…). (…)Además, consideramos que A. G. mediante la
protocolización de la venta tampoco incumplió su deber de imparcialidad dado que obró
e interpretó correctamente la voluntad de las partes en la operación, esto es, lo que ellos
exteriorizaron querer hacer, por qué valor y en las formas de pago por ellas fijadas. Es
decir que no perjudicó ni al comprador, ni a los vendedores, ya que su actuación
permitió la protocolización del acto jurídico y, por ende, su inscripción en el registro.
(…).
Asimismo, debemos aclarar que esa asamblea que modificó el derecho real sobre
el inmueble -condominio- para su publicidad y oponibilidad a terceros debió ser
protocolizada e inscripta en el Registro de la Propiedad Inmueble, situación que no
203
ocurrió, razón por la cual no le correspondía a A. G. admitirla como válida para truncar
la operación (artículos 2 y 3, inciso “a”, de la Ley 17.801 del R.P.I.).
Reiterada. Procesamiento. Escribano que, junto con otro imputado, falseó datos
en varias escrituras, estando en conocimiento que el poderdante había fallecido. Defensa
que alega “una falta grave de responsabilidad”. Elementos que permiten tener por
configurado el delito imputado. Confirmación.
204
Fallo: “(…) las apelaciones interpuestas por la defensa de M. J. V. (ver fs. (…)
del principal) y por la de L. A. T. O. (ver fs. (…) del principal) contra el punto I del
pronunciamiento de fs. (…) que decretó sus procesamientos en orden al delito de
falsedad ideológica reiterado 23 hechos que concurren realmente entre sí (…).
205
Se suma que figure, a su vez, como parte vendedora del terreno ubicado en la
Ciudad de Monte Grande, Partido de Esteban Echeverría, Provincia de Buenos Aires.
Nótese que en esa operación se hizo referencia a la sustitución de mandato plasmada en
una de las escrituras cuya falsedad se investiga (ver la documentación reservada), lo que
convence para homologar su procesamiento. En cuanto a la pericia caligráfica solicitada
por el recurrente, señalamos que se imputa a T. O. “haber hecho insertar declaraciones
falsas en las actas notariales” (ver fs. (…) del principal). Por lo tanto, que las firmas allí
estampadas no sean de su puño escritor no incide en el criterio aquí sustentado. Por lo
demás, los datos cuestionados insertados en los documentos son los que estos están
destinados a probar, verificándose así la tipicidad en el accionar de los imputados. La
ley no pretende punir como falsedad ideológica la mentira sobre cualquier factor de
composición del instrumento, aún cuando fuese formalmente requeridos, sino la mentira
sobre las circunstancias que son sustancialmente imprescindibles para su destino como
específica figura jurídica, es decir, sobre el destino que se informa en el sentido jurídico
del documento público (cf. C. Nac. Crim. y Corr. Fed., Sala I, 30/12/1996, “A., A.,
ídem C. Fed. San Marín, Sala II, 7/5/1996, Z. S., M. A., JA 1997 IV 269, LL 1996 E
361, JA, 1997 IV 269, citado en Romero Villanueva, Horacio J., “Código Penal de la
Nación Anotado”, Segunda Edición ampliada y actualizada, Lexis Nexis, 2006, p.
1108), como se vislumbra en este supuesto. Analizada la prueba de manera conjunta y
armoniosamente, conforme la lógica y la experiencia (artículo 241 del Código Procesal
Penal de la Nación) aparece incuestionable la necesidad de aplicar el principio de
progreso para que eventualmente ante la inmediación del periodo contradictorio
esclarezcan lo acontecido, por lo que el Tribunal RESUELVE: I) Confirmar el punto
(…)”. C.N.Crim. y Correc., Sala VI, Lucini, Filozof, Pinto. (Sec.: Carande). c. 646,
TAVOLARO ORTIZ, Luis Alfredo y otro s/ procesamiento. Rta. 6/07/12.
207
También notó que en el documento surgía la deuda del embargo por U$S 411.844 como
cancelada, pero se le hizo saber que estaba vigente.
209
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del Mobbing”. Papeles del Psicólogo, 2003. N.º 84, págs. 55-61.
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Criminología. 2004, núm. 06-06.
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