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PRESENTACIÓN
Luis Cárcamo-Huechante
y José Antonio Mazzotti*
Harvard University
NOTAS
* Se ordenan los nombres de los co-editores siguiendo el criterio alfabético re-
comendado por la Modern Languages Association of America.
1. Sin duda que el libro de mayor impacto internacional que aborda el proceso
de la actual globalización es Empire de Michael Hardt y Antonio Negri. Pa-
ra éstos, lo que el proceso globalizador implicaría es una nueva estructura
global de dominio basada en la decadencia y crisis de poder de los estados-
nación. Este nuevo eje global de autoridad y soberanía no tendría un centro
reconocible de articulación y adquiriría la forma de un “imperio” sin locali-
zación ni territorialidad. A éste se opondría la figura de “la multitud” como
una masa en rebeldía que desborda las viejas fronteras de representación
(naciones y partidos).
En los círculos del pensamiento crítico latinoamericano, el concepto de glo-
balización (para algunos, más bien, una “norteamericanización”) ha genera-
do bastante resistencia, producto de que las categorías de “imperio” y “mul-
titud” –en sus dimensiones abstractas y desterritorializadas– no hacen sino
velar por las especificaciones geopolíticas y sociohistóricas de la dominación
dentro del área, reforzando las agendas económicas, políticas y sociales del
gran capital. Una réplica bastante fuerte a la lectura de Hardt y Negri se
puede encontrar en Imperio Imperialismo de Atilio A. Borón, texto que se
inscribe dentro una tradición anticapitalista y anti-imperialista de pensa-
miento. A partir de este prisma ideológico, Borón critica el empeño teórico de
Hardt y Negri en cuanto arrancaría de un marco teórico vinculado a un “sa-
ber convencional del neoliberalismo que exalta la globalización y ‘naturali-
za’ al capitalismo” (135-36).
Otra vertiente de reflexión latinoamericana sobre el actual proceso globa-
lizador, muy diferente al enfoque de Borón y más cercana a los planteamien-
tos de un Arjun Appadurai en el contexto internacional, la ofrece el libro La
globalización imaginada de Néstor García Canclini, para el cual la globali-
zación se entiende como “un conjunto de estrategias para realizar la hege-
monía” del gran capital pero “es también el horizonte imaginado por sujetos
colectivos e individuales, o sea por gobiernos y empresas de los países de-
pendientes, por realizadores de cine y televisión, artistas e intelectuales, a
fin de reinsertar sus productos en mercados más amplios” (31-32).
2. Este corte cronológico es simplemente operativo y podría abarcar fechas an-
teriores y posteriores, según los o las poetas. Tampoco se sugiere aquí que no
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coexistieran otras poéticas y estilos durante los mismos años. Sin embargo,
basta recordar la mayor circulación y consagración de autores dentro de esa
veta (por nombrar unos pocos, Cardenal, Parra, Fernández Retamar, Lihn,
Pacheco, Cisneros, Hinostroza, Dalton, Nogueras, etc.) para comprender sus
alcances y consecuencias (o rechazos) entre autores más recientes, surgidos
en su mayoría al compás de la neoliberalización de los mercados latinoame-
ricanos desde fines de los 70 y las dos décadas siguientes. Tampoco se ignora
el uso de registros lingüísticos populares en el costumbrismo, el postmoder-
nismo hispanoamericano y las vanguardias, aunque en el conver-
sacionalismo, el exteriorismo y la antipoesía desde fines de los 50 ese regis-
tro se vuelve elemento central y está directamente vinculado al “británico
modo” de la poesía en inglés a partir de los imaginistas. Contribuye también
rechazo a la solemnidad verbal, es decir, el uso de una norma “culta” o im-
postada (el “vosotros” en Neruda y Vallejo, por ejemplo), el alejamiento de la
experiencia cotidiana y social (como en Lezama), etc.
3. Véanse los artículos de Enrique Dussel y Walter Mignolo, citados en la Bi-
bliografía, los cuales ofrecen interesantes (aunque discutibles) puntos de
vista sobre el curso histórico-cultural de las oleadas globalizadoras frente a
los procesos expansivos de la modernidad eurocéntrica y sus configuraciones
de lo civilizatorio y lo universal, lo colonial y lo imperial. Asimismo, resulta
muy útil el ensayo de John Coatsworth sobre los ciclos de globalización en
América Latina, estrenados con la invasión europea del XVI y su escandalo-
sa disminución de la población indígena, el crecimiento de la forzada inmi-
gración africana durante el XVIII, las nuevas oleadas migratorias europeas
y asiáticas durante fines del XIX, y el cuarto ciclo, que sería el de las últimas
dos décadas del XX y su flujo continuo de masas migratorias desde el sur
hacia las antiguas y nuevas metrópolis imperiales (es decir, Europa y los
EE.UU.), paralelo al de la entrada triunfal del capital transnacional, el de-
terioro y desmantelamiento de las políticas locales nacionalistas y protec-
cionistas (es decir, de los estados-nación), y el reino simbólico de las nuevas
tecnologías mediáticas.
4. A este respecto, el capítulo 2 de Modernity at Large de Arjun Appadurai o-
frece una interesante conceptualización de lo que él denomina “cinco dimen-
siones de los flujos culturales globales” (ethnoscapes, mediascapes, technos-
capes, financescapes e ideoscapes) y que, a su juicio, darían cuenta de los
rasgos centrales que configurarían la globalización a fines del siglo XX, los
cuales, grosso modo, son los que arriba hemos descrito.
5. Pensemos en la hegemonía flamante del imperio norteamericano sobre la
región, en la Gran Depresión del 29, en las importantes conquistas de la re-
forma universitaria y la jornada de las ocho horas, etc.
6. Sin duda que el momento de las vanguardias poéticas en América Latina re-
activa cuestionamientos claves en relación a las interacciones de centros y
periferias y, para el caso que nos interesa, anticipa los contradictorios cru-
ces de lo local y lo global que hoy experimentamos. Como apunta Eduardo
Milán, en su reflexión sobre la poesía latinoamericana del siglo XX, “el des-
centramiento que produjo la vanguardia en las artes coincidió con una rea-
lidad descentrada que, en lo que respecta a la poesía, resulta una confirma-
ción: la toma de conciencia de que nuestra poesía es, en realidad, descentra-
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da respecto de cualquier hegemonía” y que “más que como una clara, re-
flexiva y asumida posición poética” se constituiría “como una verdadera
condición de sobrevivencia” (XIX). Es en estos términos que las vanguardias
poéticas latinoamericanas anticipan signos contemporáneos de pregunta e
inestabilidad. De la antología de Milán en sí misma, preferimos no opinar.
Una crítica frontal se encuentra en Mendiola (ver nuestra Bibliografía).
7. La expresión concentrada de este paradigma se registrará en la denominada
“poesía de compromiso”, de enorme vigor en las décadas a que hacemos refe-
rencia. A fines de los 70 y principios del 80, un referente emblemático de es-
ta tradición lo constituiría Poesía trunca, antología editada por Mario Bene-
detti y publicada por primera vez en La Habana, Cuba, en 1977. Al reedi-
tarse en España por Visor (en 1979 y en 1980) y circular en Latinoamérica,
obviamente su contexto de resonancia era el clima político y social creado
por el auge sandinista en Nicaragua y la experiencia de resistencia a las dic-
taduras militares en el Cono Sur. En un cauce similar, aunque con menor
impacto, cabría mencionar las antologías La novísima poesía latinoamerica-
na (1980), por Jorge Boccanera, y Poesía rebelde en Latinoamérica (1978),
por el mismo Boccanera en colaboración con Saúl Ibargoyen Islas. A manera
de complemento crítico sobre este período, y para un panorama general so-
bre la poética coloquial hispanoamericana, ver el libro de Alemany Bay.
8. Para una distinción entre antipoesía y conversacionalismo, ver el aún indis-
pensable texto crítico de Fernández Retamar. Asimismo, es conveniente re-
mitirnos a la ya advertida pretensión de representación y alcance social en
ensayos como el de Pedro Lastra sobre el “traspaso” de la palabra poética a
voces populares. La experiencia no es nueva y tiene importantes anteceden-
tes en Salomón de la Selva y Salvador Novo en los años 20 y 30, como bien
anotó José Emilio Pacheco en su “Nota sobre la otra vanguardia”.
9. La noción de “fraternidad universal” que Paz advierte en la poesía a fines de
los 80 evoca una lectura ya establecida por éste mismo en torno al moder-
nismo hispanoamericano, en el que también hallará una lógica universal de
correspondencia e identidad. Lo que subyace en ello es su asociación de poe-
sía a pensamiento analógico, dotada de similar trascendencia ayer –a fines
del siglo XIX– y entonces –fines del XX–. Se puede confirmar esto compa-
rando las frases arriba citadas de La otra voz con lo que escribe en Cuadri-
vio, a propósito del modernismo: “el movimiento de los hispanoamericanos
simultáneamente fue una reacción contra la vaguedad y facilidad de los ro-
mánticos y nuestro verdadero romanticismo: el universo es un sistema de
correspondencias, regido por el ritmo” (Paz 28). Lo que parece cuestionable
aquí es su reiteración reificada de un mismo paradigma de identidad y co-
rrespondencia universal, aún en las circunstancias de fines del siglo veinte,
sin tener en consideración los sacudones del suelo mismo de la lógica de re-
presentación e identidad en este nuevo escenario.
10. El ciclo de los años 20 a fines de los 40 ha posibilitado estudios de carácter
canónico, como Fundadores de la nueva poesía latinoamericana del crítico y
poeta Saúl Yurkiévich, cuyo panteón de figuras da cuenta de la estabilidad
de ciertos referentes: precisamente, los grandes nombres de Vallejo, Huido-
bro, Borges, Girondo, Neruda, Paz y Lezama Lima.
11. Ernesto Lumbreras, en el ensayo que cierra la antología que co-editara con
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BIBLIOGRAFÍA CITADA
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anteriores y posteriores, según los o las poetas. Tampoco se sugiere aquí que no
coexistieran otras poéticas y estilos durante los mismos años. Sin embargo,
basta recordar la mayor circulación y consagración de autores dentro de esa
veta (por nombrar unos pocos, Cardenal, Parra, Fernández Retamar, Lihn,
Pacheco, Cisneros, Hinostroza, Dalton, Nogueras, etc.) para comprender sus
alcances y consecuencias (o rechazos) entre autores más recientes, surgidos en
su mayoría al compás de la neoliberalización de los mercados latinoamericanos
desde fines de los 70 y las dos décadas siguientes. Tampoco se ignora el uso de
registros lingüísticos populares en el costumbrismo, el postmodernismo
hispanoamericano y las vanguardias, aunque en el conversacionalismo, el
exteriorismo y la antipoesía desde fines de los 50 ese registro se vuelve elemento
central y está direcatamente vinculado al "británico modo" de la poesía en inglés
a partir de los imaginistas. Contribuye también rechazo a la solemnidad verbal,
es decir, el uso de una norma "culta" o impostada (el "vosotros" en Neruda y
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los 80 evoca una lectura ya establecida por éste mismo en torno al modernismo
hispanoamericano, en el que también hallará una lógica universal de
correspondencia e identidad. Lo que subyace en ello es su asociación de poesía a
pensamiento analógico, dotada de similar trascendencia ayer –a fines del siglo
XIX– y entonces –fines del XX–. Se puede confirmar esto comparando las frases
arriba citadas de La otra voz con lo que escribe en Cuadrivio, a propósito del
modernismo: “el movimiento de los hispanoamericanos simultáneamente fue
una reacción contra la vaguedad y facilidad de los románticos y nuestro
verdadero romanticismo: el universo es un sistema de correspondencias, regido
por el ritmo” (Paz 28). Lo que parece cuestionable aquí es su reiteración
reificada de un mismo paradigma de identidad y correspondencia universal, aún
en las circunstancias de fines del siglo veinte, sin tener en consideración los
sacudones del suelo mismo de la lógica de representación e identidad en este
nuevo escenario.
x El ciclo de los años 20 a fines de los 40 ha posibilitado estudios de carácter
muestra, “el conjunto dialoga entre opciones que se recombinan o apartan” y “se
confirma un ‘aire del tiempo’ en el juego de las diferencias” (Echavarren et al.
11). En tal dimensión, lo que nos sugiere este planteamiento no-antológico es
que la heterogeneidad e inestabilidad de la representación, que pudiera
pensarse como desventaja, instala una cierta ventaja epistemológica: la de
acentuar localidades y diferencias. También es curioso que desde su voluntad no
representativa, la muestra privilegie autores de la veta lezamiana y órfica, que
aparecían como relativamente marginales frente a las grandes figuras del
conversacionalismo. Ironías de la no representatividad. Para otro tipo de acerca-
miento, de dimensiones trasatlánticas por su inclusión de la producción
peninsular en español, puede verse la reciente antología Las ínsulas extrañas,
de Eduardo Milán et al.
xii Esto se hace más que evidente en el estudio realizado por José Antonio
Mazzotti sobre los "flujos" de la producción poética peruana de los 80, donde “las
heterotopías cambian [… ] profundamente el rostro de los mapas literarios
tradicionales al proponer simultaneidades de niveles, posiciones y movimientos
que trascienden o desarrollan las retóricas convencionales” y, en este sentido,
habría “una dispersión semejante cuantitativamente, pero no en los matices de
fondo, a la de los grupos [peruanos] del 70, el 60 y el 50” (175-6).
xiii Esta misma pluralización de las miradas críticas desafía también la