La Verdad Sobre Los Sicopatas
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21 abr. 2014
La verdad sobre los psicópatas de Viña del Mar
La historia de los psicópatas de Viña del Mar es un caso digno de recordar y el motivo de
mi tesis para titularme como periodista (Alberto). Esta serie de crímenes ocurrieron en la
década de los ochenta, una época de Chile que está marcada por los más diversos
hechos.
La Junta de Gobierno llama a votar para aprobar una nueva Constitución para la nación.
En el plano deportivo, Santiago Wanderers se debate entre la primera y segunda división
del balompié rentado. En tanto, Sportiva Italiana se titula campeón del básquetbol
nacional. El área de espectáculos está marcada por ilustres visitas como la vedette
argentina Moria Casan y los cantantes Julio Iglesias y José Luis Rodríguez al XXI Festival
Internacional de la Canción de Viña del Mar. El diario “La Estrella de Valparaíso" muestra
variados avisos donde se exhibe un departamento en un seguro barrio, o compre el nuevo
Citröen AX para su comodidad.
Ese era el ambiente que había en la zona costera de la Quinta Región, años que
estuvieron marcados por asesinatos en serie de parejas que se encontraban en lugares
solitarios, caso que fue denominado como “los Psicópatas de Viña del Mar”, historia que
se desarrolló entre 1980 y 1981.
Crímenes.
La historia se inició el día 5 de agosto de 1980, cuando “La Estrella de Valparaíso” publicó
en su portada que un Austin Mini había quedado colgando en la plaza Bellamar, ubicada
en cerro Esperanza, apunto de precipitarse sobre la avenida España.
Hasta ahí no pasaba de ser un suceso curioso y de posible peligro para los automovilistas
que transitan diariamente por dicha arteria. Pero nadie imaginaba lo que significaría este
hecho. Dos días más tarde, cerca del Jardín Botánico, se encontró al dueño del vehículo,
Enrique Gajardo Casales, un electricista de Enami, que además hacía clases en la
escuela D-329. Dicho crimen no pasaba de ser uno más para los policías. Pero este no es
más que el inicio de una serie de asesinatos que sucederían en los próximos meses y que
mantendrían aterrorizados a los habitantes de la región.
Luego de tres meses y seis días, otra muerte enlutó a Viña del Mar, está vez fue el turno
de Alfredo Sánchez Muñoz, ginecólogo de 34 años, que se encontraba en las
inmediaciones de la Laguna Sausalito junto a su novia Luisa Bohle, enfermera del
Hospital Gustavo Fricke.
En los momentos que buscaban un poco intimidad, fueron abordados por dos individuos.
El médico fue sacado del automóvil Renault en que iba la pareja y ultimado de dos
disparos en el tórax, mientras que su acompañante fue violentada sexualmente por los
individuos. Las características de ambos crímenes fueron muy similares: mismo calibre de
pistola (38), lugar solitario y modus operandi, junto con escasear mayores pistas como
huellas o testigos.
El sábado 28 de febrero de 1981, Fernando Lagunas y Delia González fueron las
siguientes victimas. Sorprendidos en el estero Marga-Marga, recibieron seis disparos,
tres para cada uno, además la mujer fue acuchillada. El arma utilizada nuevamente
fue un revolver calibre 38. Además de ser un lugar apartado, oscuro, típico de parejas de
enamorados. Ya se especula de cierta periodicidad, alrededor de tres meses, junto
con comenzar a hablar de un psicópata, la población comentaba del demente que andaba
suelto, todos temían por su seguridad.
Dos meses y 19 días después de lo sucedido en el estero, la historia vuelve a repetirse;
ahora el turno le corresponde al obrero Jorge Nicolás Inostroza, quien es abordado en
Reñaca Alto, junto a Margarita Santibáñez. Los antisociales, que descienden de un taxi,
ponen de rodillas al varón y lo ejecutan, mientras que su acompañante es vejada. Los
individuos son descritos como uno alto de 1 metro y 80 centímetros, autoritario, tez
blanca y el otro más bajo de 1 metro y 70 centímetros, grueso y que acata las
órdenes del primero. Junto a dicho homicidio se descubre el cuerpo del taxista Luis
Morales, quien fue encontrado en un basural en el camino de Santa Inés, que conduce al
sector de Granadilla.
Inculpados.
Tanto en Carabineros como en Investigaciones había hermetismo total respecto al caso,
no había luces sobre los culpables, se interrogaba a las mujeres que habían sobrevivido,
además se recibían llamados de la comunidad que aportaba con algunos datos.
Pero el 2 de marzo de 1982 todo cambió, un rumor corre fuerte por las calles de la Ciudad
Jardín: cayó el psicópata. El presunto asesino era Luis Eugenio Gubler Díaz, un conocido
empresario de la zona, director del Banco Nacional, dueño de una empresa relacionada
con mercados argentinos, holandeses y estadounidenses, socio de la constructora Costa-
Gubler, además hijo de Luis Gubler Escobar, presidente de la Compañía Sudamericana
de Vapores.
Junto a lo anterior, es casado con Mariana Herrera, hija del ex alcalde de Viña del Mar,
Raúl Herrera. Las características físicas del inculpado se adaptaban perfectamente a uno
de los retratos hablados: 42 años, tez blanca, ojos claros, 1 metro y 78 centímetros,
carácter fuerte, bastante reservado, pero a veces mostraba signos de violencia
desmedida contra los homosexuales. Le gustaba ir al Casino y practicar tiro al
blanco en su parcela de Limache (localidad situada a pocos kilómetros de Viña).
Tras su captura, el director de la policía civil, Fernando Paredes, afirmó que la
investigación está resuelta en un 99% y que Gubler “está confeso de cuatro
crímenes”. Asimismo, el médico legista porteño, Mario Ibarra, aseveró que “las
muestras de semen y sangre encontradas son concluyentes”. Al mismo tiempo surge
la información que la esposa de Gubler, Mariana Herrera, estuvo internada en una clínica
debido a una crisis nerviosa ya que acusó a su esposo de ser el psicópata, luego de
encontrar unas botas embarradas con lodo.
Lo increíble ocurrió seis días más tarde, el lunes 8 de marzo, Gubler es dejado en
libertad incondicional por falta de méritos, lo mismo ocurre con Guillermo Morales
Anabalón, oficial de aduanas, amigo del anterior.
Mientras tanto, en un hecho inédito, el presidente de la Corte Suprema, Israel Bórquez,
criticó la información periodística, tildándola como irresponsable y de acusar a un
inocente. En cambio, son detenidos los policías Carlos Alberto Topp Collins y Jorge José
Sagredo Pizarro, como los responsables de tales crímenes.
Esto produjo un relajo en el grueso de la población de la Quinta región que por fin pudo
relajarse, salir por las noches y disfrutar más tranquilos por las noches; asimismo el
comercio comenzó a disfrutar de una mayor afluencia de clientes. Aunque en algunos
círculos había dudas si eran sólo dos los responsables o si había más eventuales
asesinos rondando en la noche viñamarina.
Veredicto y desenlace.
Luego de varios días de reclusión, Jorge Sagredo confiesa que él es el principal
responsable de los crímenes, incluso dando descripciones sobre cómo ocurrieron
los hechos, por ejemplo en el doble asesinato del Puente Capuchinos, afirmó que
actuó solo. Mientras, Topp afirma que es inocente y que Sagrado encubre a alguien,
además de afirmar que su familia está amenazada de muerte.
Después de algún tiempo, Sagredo delata al también policía Juan Quijada como autor
de los disparos en el doble crimen del Estero. Quijada es interrogado, pero dejado
en libertad, pocos días después.
Dentro de los antecedentes hay temas que no quedaron claros, como los
testimonios de varios testigos claves, como los casos de Ana María Rivera y
Margarita Santibáñez, que no reconocen a los carabineros Sagredo y Topp como
los responsables.
También está el testimonio del empresario Jorge Yacer Eltit, que vio a los
conductores del taxi del crimen del Pangal y aseguró que no eran los uniformados
los que conducían el automóvil de alquiler, sino que “otro” de los inculpados. El
profesor Carlos Leiva, vio a los que bajaban del Austin mini de propiedad del
ingeniero de Enami Enrique Gajardo y también afirmó que los ex policías no son los
que bajaron del vehículo.
Junto a lo anterior, está el testimonio de Roberto Salinas Labarca y Rosemarie Pabst
Molina, quienes estaban en Caleta Abarca, donde ocurrieron los últimos crímenes, y que
no pueden asegurar que los dos inculpados sean los responsables del doble crimen del
puente Capuchinos. Mientras Sagredo dijo que había actuado solo, los jóvenes
aseguran haber visto a dos individuos.
Luego del juicio, el fallo estableció distintos grados de culpabilidad de ambos carabineros
en cada uno de los asesinatos. Junto a los crímenes se les sumaron varios delitos como
robo y ofensas a la moral. A Jorge Sagredo se le acusó de ser el autor de los
ajusticiamientos de Fernando Lagunas, Delia González, Jaime Ventura, Roxana Venegas
y de robo a Emilio Martínez, Berta León y Manuela Gómez; y ultraje público a María
Torres y Daniela Torres.
En tanto, a Carlos Topp se le culpó de tres violaciones: Luisa Bohle, Margarita Santibáñez
y Ana María Rivera. Además de seis crímenes: Enrique Gajardo Casales, Alfredo
Sánchez, Luis Morales, Jorge Inostroza, Raúl Aedo y Oscar Noguera. También es
acusado de asalto a Juan Espinoza, Flor María Osses Echeverría, Oscar Morales, Jaime
García, Raúl Rojas, Adelia López y Hugo Aragón.
Un dato anecdótico dentro de la historia, es que luego de ser dejado en libertad
incondicional, el nombre Luis Gubler ya no es citado nunca más dentro del proceso,
solamente se refieren a él como “otro inculpado”. Su nombre está en la palestra menos de
un mes en los medios de comunicación, ya que este demandó y ganó la querella a todos
los diarios, radio y canales de televisión de Chile.
Luego de dos años de proceso Sagredo y Topp son condenados a la pena de muerte, la
que se realizó en Quillota, cerca de Valparaíso, seleccionado como la plaza ideal por sus
medidas de seguridad.
Con alrededor de cincuenta personas, entre autoridades y periodistas, el fusilamiento se
materializa a las 5.52 horas del 29 de enero de 1985 en la cárcel de Quillota. Armados
con submetralletas Uzi de 9 milímetros cargadas con una sola bala, el batallón realizan la
descarga.
Luego de seis interminables minutos, los médicos dan cuenta de su muerte, en lo que
sería la última vez que se aplica la pena capital en Chile. Pero en algunos siguió dando
vueltas si realmente se había hecho justicia en este caso, que hoy descansa en el
archivero judicial de Viña del Mar, sin que nadie pueda verlo (debido al mal estado),
catalogada como la causa 22.084. Sin duda, un número lleno de historia.
Fuente: El Rocoto
Anónimo
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12 comentarios:
1.
Este es el caso más bullado de los 80, en donde la burguesía hacía y deshacía, sin
Sagredo y Topp Collins participaron en los crímenes al igual que Gubler, sin
embargo éste salió libre de polvo y paja. Este caso está aclarado con hallazgos,
medios probatorios, balísticas, fluidos corporales que pertenecían al citado
empresario, y que lo que se hace, se culpa sólo a los Carabineros, éstos eran el brazo
armado de Gubler el verdadero psicópata y voyerista, que no tenía qué hacer con
tanto dinero.
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2.
La impunidad fue un hecho, los carabineros eran culpables, pero gubler también,
pagaron los mas pobres
Responder
4.
La verdad es que sagredo siempre protegió a alguien, topp siempre dijo ser
inocente, solo actuó en crímenes menores pero quien lo iba a apañar si era un
carabinero sin grandes contactos o posición social ni dinero, sagredo estaba
amenazado y su familia estos 2 actuaron solo por dinero pero habían ademas otros
autores intelectuales y materiales, amparados por su clase social y dinero, este caso
podría reabrirse para conocer la verdad en honor a las víctimas, los fusilados y sus
familias, nos encontraríamos con muchas sorpresas, todavia
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Respuestas
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