Extremadura enfrenta desafíos como la globalización, la reforma laboral y el clientelismo político, pero también hay esperanzas. La globalización ha traído grandes superficies comerciales que han destruido pequeños negocios y extendido la precariedad laboral. La reforma laboral amenaza con desertizar las áreas rurales ya que 30,000 trabajadores del campo dependen de subsidios agrarios que desaparecerán. A pesar de esto, la gente se ha movilizado contra la globalización neoliberal y ha defendido dignamente sus dere
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Extremadura enfrenta desafíos como la globalización, la reforma laboral y el clientelismo político, pero también hay esperanzas. La globalización ha traído grandes superficies comerciales que han destruido pequeños negocios y extendido la precariedad laboral. La reforma laboral amenaza con desertizar las áreas rurales ya que 30,000 trabajadores del campo dependen de subsidios agrarios que desaparecerán. A pesar de esto, la gente se ha movilizado contra la globalización neoliberal y ha defendido dignamente sus dere
Descripción original:
8 de septiembre de 2002, artículo en el diario Hoy
Extremadura enfrenta desafíos como la globalización, la reforma laboral y el clientelismo político, pero también hay esperanzas. La globalización ha traído grandes superficies comerciales que han destruido pequeños negocios y extendido la precariedad laboral. La reforma laboral amenaza con desertizar las áreas rurales ya que 30,000 trabajadores del campo dependen de subsidios agrarios que desaparecerán. A pesar de esto, la gente se ha movilizado contra la globalización neoliberal y ha defendido dignamente sus dere
Extremadura enfrenta desafíos como la globalización, la reforma laboral y el clientelismo político, pero también hay esperanzas. La globalización ha traído grandes superficies comerciales que han destruido pequeños negocios y extendido la precariedad laboral. La reforma laboral amenaza con desertizar las áreas rurales ya que 30,000 trabajadores del campo dependen de subsidios agrarios que desaparecerán. A pesar de esto, la gente se ha movilizado contra la globalización neoliberal y ha defendido dignamente sus dere
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EXTREMADURA: DESALIENTOS Y ESPERANZAS
"Extremadura, líder del crecimiento industrial en España". Aunque parezca
increíble, esta temeraria afirmación ha llenado las vallas publicitarias de la región durante meses. Es preciso andar huérfano del más elemental sentido del ridículo para atreverse a semejante campaña de propaganda en una comunidad con un tejido productivo raquítico, en la que además el 70% de su producción industrial lo constituye el sector energético, o lo que es casi lo mismo la Central Nuclear de Almaraz. Pero sin embargo lo asombroso no es que el poder se festeje y alabe a sí mismo hasta la exageración o el desvarío, como es el caso. Eso es casi un requisito indispensable de todo poder, que tiende a perpetuarse, y pone en circulación un discurso que lo legitime ideológicamente. Lo asombroso, al menos a simple vista, no es la autocomplacencia de los que mandan, es el silencio de los que obedecen.... Los actos oficiales del Día de Extremadura condensan a la perfección esta visión idílica y escapista de Extremadura. La retórica de la satisfacción, los oropeles, la entrega de medallas (donde el pudor ha desaparecido: este año se condecoran a sí mismos en la figura de las Cajas de Ahorro y todo ello por que éstas cumplen con la obligación legal de destinar una ínfima parte de sus recursos a la Obra Social), el discurso "institucional" del Gran Prócer.... Para nosotros son cuatro las principales preocupaciones que deberían aflorar en el Día de Extremadura: las repercusiones del proceso de Globalización, las consecuencias de la Reforma Laboral, la gestión de las principales transferencias ya asumidas y por último el afianzamiento del clientelismo con el correspondiente retroceso democrático. Lo que se ha dado en llamar Globalización, esta revolución silenciosa del capitalismo de nuestros días, no es una categoría económica, un constructo propio de la alta política, ajeno a nuestras vidas. La Globalización está aquí. Hace 16 años, cuando se instaló la primera gran superficie comercial en la región, concretamente en Badajoz, el comentario más extendido era que no estaba clara su viabilidad por falta de población. Hoy en Extremadura se han ubicado ya una quincena de grandes superficies, copando casi el 60% de las ventas, destruyendo centenares de pequeños comercios, cambiando el paisaje urbano de las ciudades, los hábitos de consumo y ocio, extendiendo las figuras más dañinas de la precariedad laboral. La globalización no son los otros. No es sólo lo que ocurre en Argentina o en Colombia, es la extensión de cultivos transgénicos (2.300 hectáreas de maíz en Extremadura), es el fenómeno de la inmigración (trabajadores ucranianos o ecuatorianos en las canteras de Quintana o en la vendimia de la comarca de Barros). La globalización es, en última instancia por ejemplo, lo que explica el recorte de subvenciones comunitarias que va a golpear a los agricultores extremeños en los próximos años, si no se remedia... En definitiva, la globalización tiende a subsumir todos los aspectos de la vida social en la lógica de lo económico, al tiempo que convierte las democracias representativas en cascarones vacíos, meros órganos de ratificación de las decisiones de los grandes complejos económicos. Es preciso arrimar el hombro desde Extremadura, desde todos los foros, para invertir el sesgo capitalista, autoritario, insostenible de la actual globalización. El Gobierno del PP ha puesto en marcha una mal llamada Reforma Laboral que supone una agresión a las clases trabajadoras de toda España, la extensión del trabajo sin derechos, pero que además tendrá una especial repercusión negativa en Extremadura. Al abaratamiento del despido, la degradación del derecho constitucional a las prestaciones por desempleo, viene a sumarse la desaparición del sistema de subsidio agrario al que se acogen actualmente 30.000 trabajadores del campo extremeño. El medio rural sufrirá, si no se para el golpe, un zarpazo de mucha envergadura. Los últimos datos demográficos indican que cada año 20.000 personas abandonan el medio rural para irse a vivir a las ciudades. Y la Reforma Laboral acelerará esa tendencia, desertizando los pueblos y provocando la emigración de miles de trabajadores. La educación y la sanidad, las dos principales competencias, han sido transferidas en esta legislatura a la Junta de Extremadura. La continuidad ha sido la nota característica hasta el momento en la gestión educativa. El autismo, la falta de diálogo y la rutina han presidido una política gris, que a duras penas han intentado esconder tras el sonsonete de la revolución informática. Mucho ordenador para arriba y para abajo, pero en muchos colegios los niños tienen que financiar hasta el papel para las fotocopias, el conflicto del transporte escolar reaparece cíclicamente, los conciertos con la privada aumentan, el número de interinos sigue siendo escandaloso y lo que es peor no hay modelo educativo, no se sabe qué se quiere más allá del tran-tran diario. Algo menos negativo es el balance de los primeros meses de la gestión sanitaria. Junto a la persistencia de unas listas de espera abultadísimas y la incertidumbre que supone una financiación a todas luces insuficiente, algunos pasos como la compra del Hospital de Zafra o el compromiso de construcción del Hospital de Tierra de Barros suponen avances que responden a antiguas reivindicaciones ciudadanas. La dignificación y mejora de la sanidad y la educación, garantizar una financiación suficiente, frenar las tendencias privatizadoras, constituyen uno de los tableros más importantes donde se juega el futuro de Extremadura en los próximos años. Por último, la involución democrática. Hace unos meses los tribunales han tenido que cerrarle la televisión que de forma ilegal montó la Junta de Extremadura con el dinero de todos los extremeños, privatizándola e impidiendo el control parlamentario. Afortunadamente, el Tribunal Superior de Justicia ha embridado a un gobierno soberbio, que quiere hacer pasar por agravio regional lo que no es sino un sarpullido más de abuso de poder. 20 años de poder ininterrumpido y en solitario han creado toda una red clientelar de intereses, prebendas y clanes que no aceptan fácilmente que alguien tenga la insolencia de no seguir al abanderado. La Caja Rural ha sufrido este año la persecución, con inquina incluida, por pretender ser independiente. La Universidad de Extremadura es castigada económicamente por haber tenido la osadía de elegir un equipo rectoral distinto al promovido por el poder político. Una numerosa, y engrasada económicamente, policía del pensamiento se encarga de recordar al discrepante que "aquí la crítica al poder no es gratuita". Y a pesar de todo, esperanza. Pero no la esperanza como "balanceo adormecedor, baño tibio, blandura de las letanías", de la que habla y con toda razón desconfía Saramago. Esperanza más bien como la declinara Ernst Bloch. Esperanza como conciencia anticipadora, como utopía concreta, como voluntad de transformación. Esperanza que viene de la mano de los miles de jóvenes que este año, también en Cáceres, se han movilizado contra esta globalización. De la mano de los trabajadores de Sintel o de los de Siderúrgica Balboa, que rompiendo todos los cercos y las complicidades políticas han defendido con dignidad sus derechos. De la mano de quiénes desde la Universidad o el mundo de la cultura desgranan sus ideas desafiando las represalias de los que mandan. Esperanza.