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Extremadura: Desalientos y Esperanzas

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EXTREMADURA: DESALIENTOS Y ESPERANZAS

"Extremadura, líder del crecimiento industrial en España". Aunque parezca


increíble, esta temeraria afirmación ha llenado las vallas publicitarias de la región durante
meses. Es preciso andar huérfano del más elemental sentido del ridículo para atreverse a
semejante campaña de propaganda en una comunidad con un tejido productivo raquítico, en la
que además el 70% de su producción industrial lo constituye el sector energético, o lo que es
casi lo mismo la Central Nuclear de Almaraz.
Pero sin embargo lo asombroso no es que el poder se festeje y alabe a sí mismo
hasta la exageración o el desvarío, como es el caso. Eso es casi un requisito indispensable de
todo poder, que tiende a perpetuarse, y pone en circulación un discurso que lo legitime
ideológicamente. Lo asombroso, al menos a simple vista, no es la autocomplacencia de los que
mandan, es el silencio de los que obedecen....
Los actos oficiales del Día de Extremadura condensan a la perfección esta
visión idílica y escapista de Extremadura. La retórica de la satisfacción, los oropeles, la entrega
de medallas (donde el pudor ha desaparecido: este año se condecoran a sí mismos en la figura
de las Cajas de Ahorro y todo ello por que éstas cumplen con la obligación legal de destinar una
ínfima parte de sus recursos a la Obra Social), el discurso "institucional" del Gran Prócer....
Para nosotros son cuatro las principales preocupaciones que deberían aflorar en
el Día de Extremadura: las repercusiones del proceso de Globalización, las consecuencias de la
Reforma Laboral, la gestión de las principales transferencias ya asumidas y por último el
afianzamiento del clientelismo con el correspondiente retroceso democrático.
Lo que se ha dado en llamar Globalización, esta revolución silenciosa del
capitalismo de nuestros días, no es una categoría económica, un constructo propio de la alta
política, ajeno a nuestras vidas. La Globalización está aquí.
Hace 16 años, cuando se instaló la primera gran superficie comercial en la
región, concretamente en Badajoz, el comentario más extendido era que no estaba clara su
viabilidad por falta de población. Hoy en Extremadura se han ubicado ya una quincena de
grandes superficies, copando casi el 60% de las ventas, destruyendo centenares de pequeños
comercios, cambiando el paisaje urbano de las ciudades, los hábitos de consumo y ocio,
extendiendo las figuras más dañinas de la precariedad laboral. La globalización no son los otros.
No es sólo lo que ocurre en Argentina o en Colombia, es la extensión de cultivos transgénicos
(2.300 hectáreas de maíz en Extremadura), es el fenómeno de la inmigración (trabajadores
ucranianos o ecuatorianos en las canteras de Quintana o en la vendimia de la comarca de
Barros). La globalización es, en última instancia por ejemplo, lo que explica el recorte de
subvenciones comunitarias que va a golpear a los agricultores extremeños en los próximos años,
si no se remedia...
En definitiva, la globalización tiende a subsumir todos los aspectos de la vida
social en la lógica de lo económico, al tiempo que convierte las democracias representativas en
cascarones vacíos, meros órganos de ratificación de las decisiones de los grandes complejos
económicos. Es preciso arrimar el hombro desde Extremadura, desde todos los foros, para
invertir el sesgo capitalista, autoritario, insostenible de la actual globalización.
El Gobierno del PP ha puesto en marcha una mal llamada Reforma Laboral que
supone una agresión a las clases trabajadoras de toda España, la extensión del trabajo sin
derechos, pero que además tendrá una especial repercusión negativa en Extremadura. Al
abaratamiento del despido, la degradación del derecho constitucional a las prestaciones por
desempleo, viene a sumarse la desaparición del sistema de subsidio agrario al que se acogen
actualmente 30.000 trabajadores del campo extremeño. El medio rural sufrirá, si no se para el
golpe, un zarpazo de mucha envergadura. Los últimos datos demográficos indican que cada año
20.000 personas abandonan el medio rural para irse a vivir a las ciudades. Y la Reforma Laboral
acelerará esa tendencia, desertizando los pueblos y provocando la emigración de miles de
trabajadores.
La educación y la sanidad, las dos principales competencias, han sido
transferidas en esta legislatura a la Junta de Extremadura. La continuidad ha sido la nota
característica hasta el momento en la gestión educativa. El autismo, la falta de diálogo y la
rutina han presidido una política gris, que a duras penas han intentado esconder tras el sonsonete
de la revolución informática. Mucho ordenador para arriba y para abajo, pero en muchos
colegios los niños tienen que financiar hasta el papel para las fotocopias, el conflicto del
transporte escolar reaparece cíclicamente, los conciertos con la privada aumentan, el número de
interinos sigue siendo escandaloso y lo que es peor no hay modelo educativo, no se sabe qué se
quiere más allá del tran-tran diario.
Algo menos negativo es el balance de los primeros meses de la gestión
sanitaria. Junto a la persistencia de unas listas de espera abultadísimas y la incertidumbre que
supone una financiación a todas luces insuficiente, algunos pasos como la compra del Hospital
de Zafra o el compromiso de construcción del Hospital de Tierra de Barros suponen avances
que responden a antiguas reivindicaciones ciudadanas.
La dignificación y mejora de la sanidad y la educación, garantizar una
financiación suficiente, frenar las tendencias privatizadoras, constituyen uno de los tableros más
importantes donde se juega el futuro de Extremadura en los próximos años.
Por último, la involución democrática. Hace unos meses los tribunales han
tenido que cerrarle la televisión que de forma ilegal montó la Junta de Extremadura con el
dinero de todos los extremeños, privatizándola e impidiendo el control parlamentario.
Afortunadamente, el Tribunal Superior de Justicia ha embridado a un gobierno soberbio, que
quiere hacer pasar por agravio regional lo que no es sino un sarpullido más de abuso de poder.
20 años de poder ininterrumpido y en solitario han creado toda una red
clientelar de intereses, prebendas y clanes que no aceptan fácilmente que alguien tenga la
insolencia de no seguir al abanderado. La Caja Rural ha sufrido este año la persecución, con
inquina incluida, por pretender ser independiente. La Universidad de Extremadura es castigada
económicamente por haber tenido la osadía de elegir un equipo rectoral distinto al promovido
por el poder político. Una numerosa, y engrasada económicamente, policía del pensamiento se
encarga de recordar al discrepante que "aquí la crítica al poder no es gratuita".
Y a pesar de todo, esperanza. Pero no la esperanza como "balanceo
adormecedor, baño tibio, blandura de las letanías", de la que habla y con toda razón desconfía
Saramago. Esperanza más bien como la declinara Ernst Bloch. Esperanza como conciencia
anticipadora, como utopía concreta, como voluntad de transformación. Esperanza que viene de
la mano de los miles de jóvenes que este año, también en Cáceres, se han movilizado contra esta
globalización. De la mano de los trabajadores de Sintel o de los de Siderúrgica Balboa, que
rompiendo todos los cercos y las complicidades políticas han defendido con dignidad sus
derechos. De la mano de quiénes desde la Universidad o el mundo de la cultura desgranan sus
ideas desafiando las represalias de los que mandan. Esperanza.

Fdo: Manuel Cañada Porras


Coordinador de IU-Extremadura

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