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MUNILIBRO18

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SEÑOR DE LOS

MILAGROS
“Guarda y custodia desta ciudad”
Álvarez Calderón / Canessa / Hidalgo
MuniLibros
FIESTAS y COSTUMBRES
María Rosa Álvarez Calderón Larco (1958)

Comunicadora y gestora cultural.


Encargada de comunicaciones del Museo
del Señor de los Milagros. Intervino en el
desarrollo del guion del museo y parte
de las fotografías de la exhibición
permanente son de su autoría.

Liliana Canessa Cavassa (1956)

Restauradora e historiadora del arte. Es


directora del Museo del Señor de los
Milagros. A inicios de la década de 1990
dirigió los equipos de restauración que
intervinieron el lienzo y el muro del Señor
de los Milagros, así como el lienzo de la
Virgen de la Nube.

Pedro Hidalgo Díaz (1965)

Sacerdote diocesano, doctor en Teología


por la Pontificia Universidad Gregoriana
(Roma). Ha sido director espiritual de la
Hermandad del Señor de los Milagros de
Nazarenas (2002-2013). Asesor del
Museo del Señor de los Milagros y
profesor principal de la Facultad de
Teología Pontificia y Civil de Lima de la
que fue rector y es actualmente rector
pro tempore.
SEÑOR DE LOS MILAGROS
“Guarda y custodia desta ciudad”
Álvarez Calderón / Canessa / Hidalgo

SEÑOR DE LOS
MILAGROS
“Guarda y custodia desta ciudad”
SEÑOR DE LOS MILAGROS “Guarda y custodia desta ciudad”
© María Rosa Álvarez Calderón Larco, Liliana Canessa Cavassa y Pedro Hidalgo Díaz
© Municipalidad Metropolitana de Lima

Jorge Muñoz Wells


Alcalde de Lima
Fernando Torres Quiroz
Gerente de Cultura
Kelly Carpio Ochoa
Subgerente de Patrimonio Cultural, Artes Visuales, Museos y Bibliotecas
Sandro Covarrubias Llerena
Jefe de Biblioteca y Archivo Histórico
Marlon Aquino Ramírez
Coordinador de Publicaciones
David de Piérola Martínez
Coordinador editorial

SIN VALOR COMERCIAL


1a. edición - Julio 2019
Tiraje: 3.500 ejemplares

Diseño de portada, diagramación y edición gráfica: Alexis Monteagudo Torres


Corrección ortográfica y de estilo: Jessica Mc Lauchlan y Marlon Aquino
Fotografía de portada (detalle): Daniel Giannoni
Fotografía de la presentación: Giancarlo Pinedo
Imagen del prólogo: Mar de devoción (2015). Óleo sobre lienzo 100 x 150
cm José Gómez Hernández
Imagen de la introducción: Penitente nazareno en la procesión del Señor de los Milagros
(1855). Acuarela sobre papel: 18.6 x 12.8 cm. Pancho Fierro. Pinacoteca Municipal Ignacio
Merino. Reproducción: Herman Schwarz

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.° 2019-08319.

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta
publicación, por cualquier medio o procedimiento, extractada o modificada, en castellano
o cualquier otro idioma, sin autorización expresa del autor y de la Municipalidad de Lima.

Editado por:
Municipalidad Metropolitana de Lima
Jirón de la Unión 300
Lima, Cercado
www.munilima.gob.pe

Se terminó de imprimir en julio del 2019 en:


TAREA ASOCIACIÓN GRÁFICA EDUCATIVA
Pasaje María Auxiliadora 156
Breña, Lima
» ÍNDICE
Presentación..........................................................................................7
Prólogo..............................................................................................9
Introducción.........................................................................................11
» CAPÍTULO I: CUENTA LA HISTORIA
Los orígenes.........................................................................................15
De un largo abandono al brote devocional.....................................18
Consolidación: los pilares de la devoción........................................21
En casa, finalmente.........................................................................28
Guarda y custodia desta ciudad......................................................28
El monasterio..................................................................................29
La iglesia..............................................................................................31
» CAPÍTULO II: EL MES MORADO
Octubre.................................................................................................35
La imagen como símbolo.................................................................36
La experiencia del milagro...............................................................36
La procesión....................................................................................38
• El reencuentro.........................................................................38
• Los recorridos procesionales tradicionales.............................41
•El recorrido de despedida.........................................................49
• El ritual procesional..................................................................49
La visita al santuario.........................................................................63
Expresiones culturales......................................................................64
» CAPÍTULO III: PRESERVACIÓN DE UNA HISTORIA VIVA
Restauraciones invaluables..................................................................71
• Primeras intervenciones................................................................72
Las intervenciones del siglo XX.........................................................73
•Los italianos, 1955....................................................................73
• INC, 1974......................................................................................74
• Museo de Osma, 1993..................................................................74
Los lienzos procesionales................................................................75
•El lienzo del Señor de los Milagros, 1991.................................75
• La Virgen de la Nube, 1992........................................................76
» EPÍLOGO......................................................................................79
» PRESENTACIÓN

El 27 de setiembre de 1715, el Cabildo de Lima reconoce oficialmente


al Señor de los Milagros como “guarda y custodia desta ciudad”. Se
formaliza así el estrecho vínculo entre la comuna limeña y el también
llamado Cristo de Pachacamilla. Este munilibro n.° 18, elaborado por
tres especialistas en el tema, registra la historia de esta devoción que
ya supera los tres siglos.

María Rosa Álvarez Calderón, Liliana Canessa y el padre Pedro Hidalgo


Díaz narran los acontecimientos que dieron origen al culto, describen
los rituales del mes morado y detallan las acciones de preservación
del mural y del lienzo que recorre las calles en multitudinaria
procesión. Se trata de información inestimable no solo para los
seguidores del Señor, sino para aquellos interesados en conocer más
sobre las tradiciones que constituyen parte de nuestro patrimonio.

Es un honor iniciar esta nueva serie de munilibros con una publicación


que rinde homenaje al Guarda y Custodio de nuestra ciudad: el Señor
de los Milagros.

Jorge Muñoz Wells


Alcalde de Lima 9
Señor de los Milagros ”Guarda y custodia desta
ciudad”

» PRÓLOGO

Publicar un libro en nuestro país es de por sí una obra apreciable,


sobre todo si se trata de un tema que ayuda a fortalecer la forja de
nuestra identidad como nación cuando nos acercamos a cumplir los
200 años de vida republicana. Además, si se ofrece en una edición al
alcance de las mayorías, lo hace doblemente meritorio.
Munilibros, colección a la que pertenece esta publicación editada
por la Municipalidad de Lima, nos entrega en esta edición una
interesante síntesis de lo que supone nuestra devoción nacional al
Señor de los Milagros, guardián y custodio de la capital peruana. La
obra muestra un testimonio de fe entrelazado en historias que se
remontan a los tiempos del Virreinato, con raíces incluso en la época
prehispánica. Se ofrece como un lugar de encuentro en donde todos
los peruanos nos hacemos y sentimos iguales a través de símbolos y
signos que el Cristo nos otorga; se abre hacia el futuro como una
historia viva que se preserva en la devoción, en el culto y en la práctica
de la fe entre los fieles que convoca.

Sorprende esta devoción nazarena que ha trascendido nuestras


fronteras nacionales y que hoy se manifiesta en muchos países del orbe.
Y como la fe se expresa con obras, ella se manifiesta en testimonios

solidarios, en gestos de dolor y esperanza, en detalles culturales, en


11
colores, olores y sabores.

El culto al Señor Morado supera distinciones de razas, lenguas o


culturas. Frente a él, todos los grupos sociales, desde los más pobres
hasta aquellos que poseen más recursos, todos testimonian el
“milagro
del amor” de este Cristo Moreno que dio su vida por todos para
salvarnos a todos. Este Dios encarnado que decidió en sus inicios
manifestarse entre la gente sencilla en un Nuevo Mundo recién
conocido por los europeos. En tierras, ahora peruanas, lo hizo con
personas que viviendo en situaciones extremas buscaban paz y
consuelo, expresando su fe a través de su arte, de sus vidas.

Disfruten queridas lectoras y lectores de esta entrega que nos


permite releer nuestra historia, que nos abre hacia el misterio de la fe
trascendiendo las culturas, las fronteras, los grupos sociales, las
épocas, e incluso a la misma naturaleza. Agradezcamos a nuestro Buen
Padre Dios por el país que nos ha dado, por la historia que vamos
forjando, conociendo y aprendiendo del pasado, viviendo nuestro
presente, preparando nuestro futuro y compartiendo una misma fe
que hace parte de nuestra identidad como Nación Peruana.

R. P. Fernando Héctor Roca Alcázar, SJ


Pontificia Universidad Católica del Perú

12
» INTRODUCCIÓN

El culto a la imagen de un Cristo crucificado pintado en la pared de


adobe de un pobre galpón en las afueras de la ciudad fue el origen de
esta tradición limeña de más de tres siglos de antigüedad. La
festividad del Señor de los Milagros de Nazarenas decanta de ser una
de las 98 celebraciones religiosas anuales a fines del siglo XVII a ser
la más importante demostración católica de la Lima de nuestro
tiempo.
Lo que empezó como una celebración propia de una zona de la
ciudad se ha extendido a distritos vecinos y a otros más lejanos, así
como al resto del Perú y a muchos más de 200 lugares de todos los
continentes. Se saca una réplica de la imagen procesional en Roma,
donde el Papa la saluda durante el Ángelus del domingo más cercano
al 18 de octubre; en Nueva York, donde recorre la Quinta Avenida
luego de una misa en la catedral de San Patricio; en París, donde hay
dos imágenes: una que se ha encontrado en uno de los altares
laterales de la catedral de Notre Dame y otra que recorre la ciudad en
procesión; en Santiago de Chile, en un recorrido que culmina con una
misa en la catedral celebrada por el arzobispo de la ciudad.

Cabe señalar que cuando nos referimos al Señor de los Milagros


hablamos, en realidad, de dos imágenes. La del muro original, que según 13
Rubén Vargas Ugarte es de 1651, y se encuentra aún en el retablo
mayor de la iglesia de las Nazarenas; y la del trasunto de 1687, que
sale de su monasterio y recorre desde entonces en procesión las calles
de Lima, cargado en andas, tradicionalmente, por la hermandad que
lleva su nombre y seguido por multitudes cinco días del mes de
octubre.
14

» Penitente nazareno en la procesión del Señor de los Milagros (1855). Pancho Fierro
La ciudad se viste de morado, el color característico de esta
celebración; se cierran las calles del Centro Histórico al paso de la
procesión entre guirnaldas y banderines, cantos, bandas, aplausos y
homenajes; se encienden cirios finamente adornados; y se comen
anticuchos, picarones y turrón de doña Pepa, dulce decorado con
confituras multicolor que evocan al tumulto que sigue al lienzo
procesional cuando se le mira pasar desde un balcón.

El santuario, si bien es cierto, siempre es muy concurrido, recibe en


octubre devotos desde el amanecer hasta bien entrada la noche, a
partir del primer sábado del mes. Hay una explosión de color a su
alrededor con los cereros y los que venden detentes, estampitas,
imágenes y cuanta novedosa creación traen año a año.

El Museo del Señor de los Milagros ha recibido con mucha alegría


el encargo de plasmar en este munilibro, el primero que publica la
actual administración municipal, la experiencia de los que
participamos en la gestación del museo.

Mucho se ha escrito sobre la historia de esta devoción, por lo que


hemos elegido con gran cuidado nuestras fuentes. Las referencias
históricas aquí presentadas están sustentadas en documentos
originales o en escritos de los pocos autores que tuvieron acceso a
ellos. Pero como esta historia sigue viva, les transmitiremos las
experiencias vividas a través de los años de devoción y observación,
producto de la cercanía a su acontecer, ya sea en el proceso de
restauración y mantenimiento de
las imágenes sagradas; en el caminar procesiones enteras; en el recibir a
los devotos que asisten al santuario; en el vestir los lienzos para su salida 15
del monasterio; en el armar el museo, y en el privilegio de la
proximidad a sus custodias, guardianas y dueñas, las Madres
Nazarenas Carmelitas Descalzas, quienes desde su clausura, en casi
anonimato, velan por la devoción, y lo que ello conlleva, del Señor de
los Milagros de Nazarenas.
» Salida de las andas del Señor de los Milagros del Santuario en su
último recorrido del año. Por ser 1 de noviembre llevan las imágenes de
los cuatro santos peruanos.
Señor de los Milagros ”Guarda y custodia desta
ciudad”

CAPÍTULO I
CUENTA LA HISTORIA
María Rosa Álvarez Calderón Larco

Los orígenes
En 1533, Francisco Pizarro decide enviar una expedición presidida por
su hermano Hernando con rumbo al santuario de Pachacamac,
entonces uno de los más importantes del Incanato. Hernando parte
de Cajamarca el 6 de enero, con veinte hombres a caballo, y arriba a
su destino 24 días más tarde. Luego de haber recolectado los tesoros
que buscaban, pidió ver el ídolo del santuario y, diciendo que no era
Dios, mandó quebrar la imagen, ante el asombro de los habitantes del
templo que esperaban una reacción de su divinidad. Parte de dicha
población fue reubicada posteriormente en unos terrenos, a las
afueras de la Ciudad de los Reyes, que denominaron Pachacamilla.

Nuestra historia tiene su origen en esa zona, pero más de 100 años
más tarde, en una Lima donde la religiosidad era parte importante de
la vida de sus habitantes. Era indispensable pertenecer o estar
vinculado a una iglesia o a una devoción, y los máximos
representantes políticos y sociales participaban en los
acontecimientos religiosos que se
celebraban cada tres o cuatro días. 17

El 13 de noviembre de 1655, un fuerte temblor sacudió Lima y


causó estragos en toda la ciudad. En Pachacamilla, para asombro de
los vecinos, solo quedó de pie un muro de adobe sobre el que había,
pintado al temple, la imagen de un Cristo crucificado, flanqueado en
la parte superior por el sol y la luna. Este hecho, que fue considerado
un milagro, y que llamaremos el primer milagro reconocido, generó
una chispa devocional, pero la zona quedó tan golpeada que los
habitantes abandonaron el lugar.

La historia de esta devoción, tan enraizada en el imaginario limeño,


ha generado una serie de mitos y leyendas con respecto al origen de
la pintura. Según el historiador Vargas Ugarte, hacia 1650 una de las
cofradías de negros de casta Angola se instaló en Pachacamilla, de la
que se dice que, a diferencia de otras castas de la zona, no se sabe
qué advocación tenía ni a qué iglesia estaba adscrita, pero él asume
que el “pintor anónimo”, el autor del muro, podría haber sido uno de
los miembros de la casta en mención.

Por otro lado, María Rostworowski, basándose en la referencia


de Vargas Ugarte a un antiguo papel que encontró en el archivo del
monasterio de las Nazarenas que dice que en 1651 ya estaba la
imagen en la pared, sostiene que el autor de la pintura habría sido
uno de los pobladores de Pachacamac que fue reubicado, por lo que
la imagen habría estado en ese mismo lugar desde el siglo anterior.
Incluso llega a decir la historiadora que los pachacamac pintan su
ídolo en esa pared, el que después se habría cubierto por la imagen
del Cristo que vemos hoy, mas no se ha encontrado, al menos hasta
ahora, indicios al respecto.

Pero hay una tercera versión, la que recibe Sebastián de Antuñano,


uno de los pilares de la devoción y cuyos escritos son la primera

18 referencia del nacer de este culto, quien dice al empezar a describir el


origen del mural, estar preocupado de que con el pasar del tiempo se
olvide que la imagen del Cristo de la Pared fue hecha “según se dice
por divina providencia en dicho sitio de Pachacamilla”.
19

» El muro con la imagen del Cristo crucificado flanqueado por el sol y la luna
permanece en pie en la zona de Pachacamilla, luego del terremoto de 1655.
Lo cierto es que el anonimato de la autoría de la imagen no ha
mermado el impacto que ha tenido en la población, y con el tiempo
ha adquirido un efecto ecualizador, logrando que el devoto, cualquiera
que sea su origen, se vea reflejado en ella, haciéndola más cercana y
propia.

De un largo abandono al brote devocional


Según los relatos de la época, como el de Sebastián de Antuñano, el
galpón fue abandonado y convertido en un muladar expuesto a las
inclemencias del clima por más de dieciséis años, hasta que en 1671
un vecino de la parroquia de San Sebastián llamado Andrés de León,
al pasar por ahí, sintió la necesidad de cuidar el muro. Andrés sufría
de un “cancro contagioso” que no le habían podido curar. Al poco
tiempo de dedicación al cuidado y veneración del muro, y tras sus
rezos para ser sanado, su petición se cumple. Este hecho lo
reconocemos como el primer milagro concedido. La noticia de la
curación, seguida de la realización de otros milagros, se esparció
creando un brote devocional importante en el vecindario.

Así empezó a reunirse la gente para rendirle culto, especialmente


los viernes en la noche, entonando el Miserere y otros cantos al son
del arpa y el bajón, un instrumento de viento precursor del fagot.

El párroco de San Marcelo, José Laureano de Mena, en cuya


jurisdicción se encontraba el galpón, escuchó de estas reuniones en las
que se adoraba a Dios de una manera inapropiada, que Antuñano
describe como bailes torpes e indecentes “según su natiba usanssa”,
por lo que se quejó ante
20 las autoridades eclesiásticas y ante el mismo virrey conde de Lemos,
quienes mandaron corroborar la acusación. Producto de la denuncia,
el promotor fiscal del arzobispado, el párroco en mención y el notario
eclesiástico, Juan de Uría, realizaron una inspección ocular. En el
informe, este último certifica que encontraron alrededor de 200
personas, y que
21

» En 1671 Andrés de León se encarga del cuidado del muro abandonado.


iban observando y pasando desapercibidos hasta que llegó a la reunión
el sacristán mayor de San Marcelo, con actitud familiar, lo que
denotaba que había asistido anteriormente. El promotor fiscal lo
reprende por permitir una reunión semejante y se produce un
intercambio de palabras entre los asistentes y la comitiva, que termina
con la partida de esta.

Comprobado el comportamiento inadecuado, el provisor ordena


borrar la imagen. Entre el 6 y el 12 de setiembre de 1671, el promotor
fiscal, un notario, un pintor y el capitán de la guardia del virrey con
dos escuadras de soldados se acercan al galpón de Pachacamilla para
ejecutar la orden. Tres veces lo intentaron, ante el susto y estupor de
los concurrentes. Cuenta en su relación Antuñano, que recoge la
versión de testigos presenciales, que el primer hombre arrimó la
escalera, empezó a subir y en el momento que iba a empezar a borrar
la imagen le entra un temblor, cae desmayado y queda inmóvil. El
segundo tuvo la misma experiencia, pero insistieron con un tercer
hombre, que empieza a exclamar que la corona del Cristo se tornaba
verde y la imagen se ponía más linda. En ese momento, de una
manera inusual en la ciudad, el cielo se oscureció y comenzó una
fuerte lluvia, lo que se tomó como señal de que Dios no quería que se
borrase esa imagen.

El incidente fue inmediatamente informado al virrey, quien, a pesar


de encontrarse enfermo, decidió ir a verla. Se debió haber
impresionado también, pues ordenó cuidar la imagen y arreglar el
lugar para que se le rindiera culto y se le venere. El 14 de setiembre,
día de la Exaltación de la Santa Cruz, de 1671, se celebró la primera
misa delante de la pintura del Cristo crucificado, plasmado en un
humilde muro de adobe.
22
Cuenta Antuñano que el virrey y la virreina visitaban la imagen
con frecuencia, lo que hizo que su fama creciera. El Cristo ya estaba
acompañado por la Virgen y María Magdalena, que habían sido
añadidas, también, anónimamente. El virrey contrató al pintor del
momento, José de la Parra, para que agregara al Padre Eterno y al
Espíritu Santo y así
completar la escena del Calvario que hoy conocemos. Al parecer, en el
intento de borrar la imagen habían dañado uno de los pies del Señor,
por lo que el virrey le pidió al mismo De la Parra que la restaure, pero
este, a pesar de su amplia y reconocida experiencia en el oficio, nunca
pudo dar con el color, hecho que se toma como confirmación de que
la imagen venía de intervención divina.

Consolidación: los pilares de la devoción


Esta etapa de la historia tiene como protagonistas a dos personas
cuyas vidas se encuentran para convertirse en los cimientos de la
devoción del Cristo Morado.

Sebastián de Antuñano y Ribas, vizcaíno de nacimiento, con escasos


catorce años, parte en 1667 del puerto de Cádiz rumbo al Perú en
busca de la herencia que un pariente le había legado. Bajo la
protección de don Nicolás de Olabarrieta aprendió el arte del
comercio, que le va a permitir hacerse de un capital que usará para
consolidar nuestra historia. Regresa a España en dos oportunidades.
En la primera, al rezarle al Cristo de la Fe en la iglesia de los Trinitarios
Descalzos de la calle Atocha en Madrid, recibe un primer llamado a
servir al Señor. Al regresar al Perú en 1684, después de su segundo
viaje, realizó ocho días de ejercicios espirituales en el noviciado de la
Compañía de Jesús que lo inspiran a visitar de inmediato la ermita del
Señor de los Milagros. Llegó allí cuando se celebraba una misa, al
término de la cual sintió una voz interior que le decía: “Sebastián,
ven a hacerme compañía y a cuidar del esplendor de mi culto”. Este
llamado hace que el vizcaíno se proponga adquirir las propiedades 23
necesarias para cumplir ese cometido, proceso que duró un par de
años, no sin problemas: enfrentó intentos de estafa y casi se batió a
duelo. Pero lo logra. Se convierte en dueño y custodio de todo lo
vinculado con el Cristo de la Pared de aquel muro de Pachacamilla.
24

» Muro original del Señor de los Milagros


Poco a poco construye una capilla más aparente para el culto al
Señor. Durante 1687 se producen una serie de temblores y el 20 de
octubre se dio el peor sacudón. Esa tarde Sebastián de Antuñano sacó
una réplica, en lienzo, de la imagen del muro y la llevó en procesión
por las calles de Lima. Asumimos que la cantidad de temblores en
aquel año lo inspiraron a encargar la copia que sacaría por la ciudad
en caso de continuar los sismos. No se ha encontrado otro lienzo ni
referencia alguna de que haya existido otra imagen, por lo que la
imagen procesional de hoy ha de ser la misma que salió aquel día.

Antonia Maldonado y Verdugo, natural de Guayaquil, virreinato del


Perú, al perder a su padre a la de edad de once o doce años, se
traslada en compañía de su madre al Callao y se instalan allí
manteniéndose con el oficio de cigarreras. Llegada la edad indicada, su
madre le sugiere que contraiga matrimonio con Alonso Quintanilla,
hidalgo de poca fortuna. Ella, obediente, accede, aunque ya tenía
inclinaciones espirituales y recibía mensajes de Jesucristo en sus
sueños. La noche de la boda y los cuatro días siguientes ella dice
adolecer de “crecimientos”, entendiendo así Alonso que el llamado de
su esposa es otro, por lo que se comprometen a guardar castidad.

Antonia había recibido en 1677 el mensaje de vestir el hábito


nazareno del mismo Jesucristo, como más tarde le cuenta a su
confesor Basilio Saizieta, que le había dicho: “Mi madre ha dado su
traje de pureza a otras almas y yo te doy a ti mi traje y hábito con el
que anduve en el mundo: estima mucho este favor”. Al enviudar en
1681, viste de morado y toma el nombre de Antonia Lucía del Espíritu
Santo, pero se estima que para
25
entonces ya había fundado el Colegio Nazareno en el Callao, con el aporte
del capitán Francisco Serrano Carrillo de Albornoz.

Al poco tiempo el capitán y su mujer se empeñan en imponer


como directora del recogimiento a una protegida que carecía de
devoción.
Antonia, fastidiada, lo consulta con su confesor, quien le aconseja
trasladarse a Lima e ingresar al beaterio de Santa Rosa de Viterbo.
Llega la beata vestida de morado y causa molestia entre las
franciscanas. Estas luego la tratan como criada y la denuncian por
desobediencia al no cambiarse de hábito. Esta denuncia ocasiona la
visita del notario Juan de Uría, quien le ordena realizar dicho cambio.
Antonia se arrodilla para cumplir el mandato, cuando,
inesperadamente, el notario se conmueve y la detiene. Al informar al
provisor, Uría le dice: “Señor, no he visto en aquella señora sino un
ángel”. Aquí se consolida el uso del hábito morado que se convertirá
en el color emblemático de la devoción.

Luego de un año en Viterbo, Antonia consigue donaciones para


fundar el Instituto Nazareno de beatas en Monserrate, en 1683, donde
se quedarán hasta finales del siglo. La madre continúa recibiendo
mensajes de Cristo en sus sueños, como aquel que le predice que el
sitio elegido para establecerse estará cerca de carneros, o que
tomarán la regla del Carmen.

Se tiene referencias de que la madre Antonia y Sebastián ya se


conocían. Saizieta, su confesor, cuenta que en 1687, después del
terremoto, la madre Antonia aborda por inspiración divina a un
desanimado Antuñano y lo insta a seguir con su labor.

Pero cuenta también Saizieta, que antes de conocerse los dos


pilares de la devoción, Antonia Lucía, mirando desde un balcón, había
visto al Señor salir en sus andas de la iglesia de San Agustín y que tal
fue el
impacto que desde ese momento lo acompañaron en procesión ella y sus

26 beatas.
» Sebastián de Antuñano, quien en 1684 recibió el encargo de preservar 27
el culto al Señor de los Milagros
» Madre Antonia Lucía del Espíritu Santo, fundadora del Instituto
Nazareno e iniciadora del uso del hábito morado
CRONOLOGÍA
La devoción del Señor de los Milagros es una historia que se sigue
escribiendo. Fueron algunos los elegidos, desde el pintor anónimo, en
1651 y Antuñano, quien en 1684 recibió el encargo de preservar el culto,
hasta los que participaron en la construcción de la iglesia de las Nazarenas,
los que consolidaron la fe en el Cristo Moreno.

1651 1655
Un pintor Devastador
anónimo pinta terremoto
un Cristo del 13 de
crucificado en noviembre.
una pared de Solo el muro
adobe. queda en pie.

1706
Al morir, Antonia Lucía del
Espíritu Santo encarga a Josefa
de la Providencia la dirección
espiritual del beaterio, que
deberá convertir en monasterio
bajo la regla de las Carmelitas
Descalzas de Santa Teresa,
conservando su condición
de Nazarenas.
1671 1681 1684 1687 1700
• Andrés de León
Antonia Antuñano La tarde del Antuñano
cuida el muro
Lucía viste recibe el terremoto invita a
que encuentra
de morado encargo de del 20 de la madre
abandonado.
y funda el preservar el octubre, Antonia Lucía
• Las autoridades
primer Colegio culto al Señor Antuñano y sus beatas
hacen borrar la
Nazareno en de los Milagros. saca el lienzo nazarenas a
imagen.
el Callao. Compra las en procesión trasladarse a
• El virrey de
dos manzanas por primera Pachacamilla.
Lemos contrata a
donde se vez.
José
encuentra el
de la Parra para
muro.
completar el mural
y manda a celebrar
la primera misa.

1720 1727 1730 1746 1766 1771


Felipe V
El papa Se funda el Destructor El virrey Grabado con
otorga el
Benedicto XIII monasterio terremoto Amat hace el diseño de
permiso autoriza la de Nazarenas del 28 de suyo el la iglesia que
para fundación del Carmelitas octubre. proyecto se inaugura el
fundar el monasterio Descalzas. de 20 de enero.
monasterio. mediante construir la
Bula. iglesia.
Álvarez Calderón / Canessa /
Hidalgo

En casa, finalmente
En 1698, el Consejo de Indias ordenó la demolición del beaterio y la
dispersión de las beatas. Al enterarse Antuñano de lo que consideró
una injusticia, se acercó donde la madre Antonia Lucía y las invitó a
mudarse a Pachacamilla. El 12 de octubre de 1700 ante el escribano
Francisco Montiel Dávalos, Antuñano hace donación de los terrenos y
sus contenidos a la madre Antonia Lucía del Espíritu Santo y sus
herederas, con el propósito de perpetuar y garantizar el culto al Señor
de los Milagros de Nazarenas.

En 1702 terminan de instalarse en su nueva casa, adscritas para


siempre a la devoción del Señor y unidas en su historia. En 1706 la
madre Antonia Lucía enferma, y al sentir el fin cerca, ante un
escribano deja la administración de lo material a Sebastián Antuñano
y la dirección espiritual de las beatas a la madre Josefa de la
Providencia. Fueron años difíciles, pues las beatas no eran mujeres de
dinero ni títulos, aunque no les faltó sustento ya que el capitán José
de Lorenzana les enviaba un carnero y once reales de pan todos los
días. La tarea pendiente de la madre Josefa de convertir el beaterio
en monasterio implicaba trámites muy complicados, que requerían
los permisos de las autoridades locales, además de los de, nada
menos, el rey y el papa.

Guarda y custodia desta ciudad


En 1715, el Cabildo, Justicia y Regimiento de la Ciudad de los Reyes se
reúne en dos sesiones donde se elaboran dos documentos con
respecto al Señor de los Milagros.
30
En la primera sesión, el 21 de setiembre, dice saber de los muchos
milagros que ha ejecutado el que llaman Santo Cristo de los Milagros,
y para que libre a la ciudad de “calamidades … esterilidades de los
campos, epidemias y otras fatalidades” que la azotaban hacía varios
años, se
comprometen a hacerle una misa solemne y a perpetuidad, con la
participación del Cabildo, todos los 14 de setiembre.

Y en la segunda sesión, el 27 del mismo mes, hacen promesa,


voto y juramento de cuidar su culto y celebrarlo, como ya se habían
comprometido en la sesión anterior, el día de la Exaltación de la Cruz,
el 14 de setiembre (que coincide con la fecha de la primera misa que
se celebra ante la imagen en 1671), y lo invocan, reconocen y le piden
que sea “guarda y custodia desta ciudad”.

A partir de este reconocimiento oficial de “guardia y custodia desta


ciudad” se dice que fue declarado patrono jurado de la ciudad. Sin
embargo, no lo dice el texto ni se ha encontrado otro documento que
lo designe. Más bien nace del clamor popular.

El monasterio
Había que lograr, finalmente, convertir el beaterio en monasterio. Ya
eran dueñas del terreno y su contenido, pero faltaba el sustento
monetario. Es entonces que María Fernández de Córdoba y Sandé,
benefactora de las beatas, les entrega la suma necesaria para
conseguir el permiso.

Después de años de intentos, se consigue la anuencia de Felipe V


en 1720, y en 1727 la de Benedicto XIII que viene en forma de bula,
mediante la cual les permite convertirse en monasterio de Carmelitas
Descalzas, con la condición única de ser además nazarenas, y
concediéndoles el uso del hábito morado. Podrán recibir 33 monjas en
lugar de 21 y, en lo que

no se oponga a la regla de Santa Teresa, podrán conservar sus ejercicios.


31
Una vez recibidos los permisos del rey y del papa, y concluidos los
trámites locales, que no estuvieron exentos de problemas, el 18 de
marzo de 1730 tres religiosas del monasterio de Carmelitas Descalzas
de Santa Ana, las madres Bárbara Josefa de la Santísima Trinidad,
Grimanesa de
32

» Texto original de la sesión de Cabildo de 1715 en la que se reconoce e


invoca al Señor de los Milagros como “Guarda y custodia desta
ciudad”.
Santo Toribio y Ana de San Joaquín son trasladadas a Pachacamilla
para inaugurar el nuevo monasterio. Pasaron a buscarlas el mismo
virrey marqués de Castelfuerte, en compañía del vicario general de
monjas, y las hicieron subir a los coches donde las esperaban damas
importantes de la nobleza de la ciudad: la marquesa de Casa Concha, y
las señoras María Ana de Castilla y María Fernández de Córdoba y
Sandé. La comitiva estaba además integrada por las autoridades
políticas y eclesiásticas, y otros miembros de la nobleza. Las beatas
formaban parte del cortejo, vestidas de morado con velos blancos de
novicia. La procesión pasó por la iglesia de Jesús María y la catedral.
Se levantaron altares en Santo Domingo, en San Agustín y en la
plazuela de Nazarenas. Al finalizar las celebraciones quedó inaugurado
el monasterio de Nazarenas Carmelitas Descalzas de San Joaquín.

La iglesia
El 28 de octubre de 1746, otro terremoto sacudió Lima. Fue uno de los
más fuertes registrados en la historia de la ciudad. Las Nazarenas no
aparecen en la lista de iglesias destruidas, pero Felipe Colmenares
contradice esta versión diciendo que el terremoto derribó cercas y
oficinas del monasterio y “puso en total ruina su Iglesia”.

Se sabe, sin embargo, que el año siguiente hubo procesión del


Señor de los Milagros y que la Virgen de la Nube iba en la parte
posterior de las andas, lo que constituye la primera referencia que se
encuentra sobre
esta imagen cuya advocación es de origen quiteño. Pero no es hasta la
venida del virrey Amat y Junyent que se decide construir un templo 33
aparente para el “guarda y custodia desta ciudad”. El virrey hace suyo
el proyecto y organiza mesas petitorias para recaudar fondos. El 3 de
mayo de 1766 sale la imagen en procesión hacia la iglesia de
Desamparados (que fue demolida para ampliar Palacio de Gobierno).
María Fernández
de Córdoba y Sandé, la fundadora y benefactora, una vez más colabora
con dinero. La campaña fue exitosa y el 15 de junio de ese año se
coloca la primera piedra.

El virrey Amat supervisa de muy cerca el progreso de la


construcción y Felipe Colmenares y Fernández de Córdoba, sobrino de
María e hijo del conde de Polentinos, se encarga de la obra, con el
apoyo del capitán de granaderos del Callao, don Juan de la Roca, que
era síndico del monasterio. Una vez acabada la obra, el virrey Amat
dispone que se traigan ornamentos y objetos litúrgicos de las
temporalidades de los jesuitas, cuyos bienes habían sido confiscados
en 1767, entre ellos una cruz de ébano con el Lignum Crucis que está
actualmente en el Museo del Señor de los Milagros. La iglesia se
inaugura el 20 de enero de 1771, la misma que vemos hoy.

Colmenares conmemora este acontecimiento en su libro El día


deseado, que se imprime ese año. En él incluye un grabado con el
diseño de la nave, y gracias a la restauración que se realizó en la
década de los 90 del siglo pasado, cuando se quitaron hasta doce
capas de pintura, podemos decir que se ve hoy como era
originalmente. Es decir, cuando entramos a las Nazarenas, vemos
prácticamente lo mismo que el virrey Amat y quienes lo acompañaron
vieron en 1771.

34
35

» Grabado de la nave de la iglesia del Santo Cristo de los Milagros


incluido en el libro El día deseado
Señor de los Milagros ”Guarda y custodia desta
ciudad”

36

»Muro y anda, un solo Señor,


una sola devoción.
Señor de los Milagros ”Guarda y custodia desta
ciudad”

CAPÍTULO II
EL MES MORADO
Presbítero Doctor Pedro Hidalgo Díaz

Octubre
En el mes de octubre se dan vivencias que expresan el modo de
pensar y sentir de muchos limeños. Es el mes morado “en que se
engalana Lima”, como canta el vals de Mario Cavagnaro “Lima de
octubre”. Es el mes de la procesión, en la cual “entre nubes de
incienso y al son de trompeta, clarín y tambor; entre sahumerio, fe y
oración, avanza lentamente el anda del Señor”, como recita el vals
“Estampa limeña” de Alicia Maguiña. Es un mes de religiosidad en el
que para muchos se aviva una experiencia de Jesucristo que permite
cantar: “Su rostro es un milagro/ su pecho, ternura/ su voz, dulce
consuelo /y sus ojos, piedad”, como reza el mismo vals. La canción
popular ha recogido el sentimiento del pueblo y lo ha expresado con
claras palabras: “Yo le voy cantando, voy en procesión, yo le voy
rogando por mi pueblo y mi salvación”, porque es el “Señor de todas
las razas, de días dulces y amargos, aquí yo vengo a cantarte mi Señor
de los Milagros”, como lo expresa Willy Noriega en
37
su canción. La devoción al Señor de los Milagros es fuente de identidad
religiosa y cultural de la ciudad de Lima.
La imagen como símbolo
Acerquémonos al sentido de la imagen del Señor de los Milagros. Lo
central es que representa a Jesucristo, en el momento supremo de
su entrega en la cruz por la salvación del género humano. Para la fe
católica es la máxima expresión del amor de Dios por los hombres.
Esta imagen despierta gratitud, arrepentimiento y súplica de perdón,
confianza para suplicar el milagro y deseos de conversión. Es con ella
con quien los fieles se sienten y quieren permanecer vinculados. La
imagen es mediación para un contacto con “el Señor”, como le llaman
los fieles. Por eso, para los devotos, es el Señor quien sale, quien
llega, quien es honrado, quien quiere ser visto, tocado, alcanzado.
Todo gira en torno al Señor, cuya imagen, en el muro o las andas,
concentra las miradas y los afectos de sus fieles. El Señor es la razón
de ser de una manifestación de fe y amor que ha pasado de
generación en generación superando las tres centurias y caminando
hacia una cuarta.

El Señor de los Milagros es el gran protagonista del evento de fe


popular que es el mes de octubre en Lima. La devoción a él y todas
sus manifestaciones no son solo un fenómeno de cultura popular, de
tradición identitaria o de folclore citadino, sino un fenómeno
religioso, una experiencia de fe.

La experiencia del milagro


La imagen de Cristo crucificado que dio origen a la devoción del
38
Señor de los Milagros recibió originalmente el nombre de Cristo de
las Maravillas, aludiendo a sus prodigios iniciales. Posteriormente se
consolidó el título actual, Señor de los Milagros, siendo un nombre
que expresa una certeza.
39

» Señor de los Milagros (detalle del lienzo procesional)


Los milagros se caracterizan por realizarse de forma sencilla y sin
aspavientos, por ser solución auténtica de problemáticas
consideradas graves por quienes los reciben, en particular cuando se
trata de curaciones que no logran una contundente explicación
natural.

Es oportuno recordar que los milagros no son la finalidad de la


devoción. No obstante, la experiencia del milagro refuerza la
devoción en quien es beneficiado por él y en quienes conocen el
prodigio, así como no solo suscita el entusiasmo agradecido, sino que,
en la mayoría de ocasiones, genera el deseo de hacerse seguidor de
Jesucristo.

También cabe señalar que los mayores milagros, más grandes que
las curaciones físicas o beneficios materiales obtenidos, son los
prodigios de la transformación a una vida de bien. En tal sentido, es
bueno poner de relieve la gran afluencia de peregrinos durante todo
el año, y también en octubre, buscando reorientar su vida, desde la
experiencia del perdón divino, buscado en el sacramento de la
reconciliación, como se le llama a la confesión, en la capilla habilitada
para dicho propósito en el santuario de las Nazarenas.

La procesión
La procesión es un signo importante de la devoción al Señor de los
Milagros. La multitudinaria presencia de devotos, caminando durante
largas horas tras la imagen por las calles de la ciudad, muestra la
Lima religiosa, capaz de reconocer la dimensión de lo trascendente,
conectada con el pasado y mirando con esperanza el futuro. Hay
40 ciertamente otras procesiones, pero, sin duda, la procesión del Señor
de los Milagros es una manifestación de fe singular en Lima.
• El reencuentro
El primer sábado de octubre es un día ansiosamente esperado por los
devotos. Desde comienzos del siglo XX ese día se traslada la imagen
procesional desde el monasterio de Nazarenas hasta la iglesia del
mismo nombre, donde permanece —salvo los días de recorrido— hasta
el 1 de noviembre.

Para ello, dos semanas antes comienza la preparación de las andas,


trabajo cuidadoso a cargo de un equipo de personas designadas por
las madres nazarenas, herederas del patrimonio y devoción de
Antuñano. Los patrones de andas, los subpatrones y los adjuntos
verifican el buen estado de las piezas de plata, las limpian y arman la
estructura de base.

El día anterior a la salida, las imágenes procesionales son


trasladadas con reverencia por las monjas desde el coro hasta el salón
de andas (espacio construido hace casi tres décadas para el armado
de las andas). Con la ayuda de algunas damas, estrechas
colaboradoras del monasterio, allí las visten y engalanan con joyas
donadas por personas agradecidas por haber recibido un milagro. Una
vez vestidas, las enmarcan en el arco con rayos y los patrones las
suben a las andas, quedando preparadas para el traslado procesional
del día siguiente.

El primer sábado de octubre, una multitud espera frente a la


puerta del monasterio, en la avenida Tacna, que se encuentra
engalanada con cadenetas. Muchas fachadas de edificios son
“vestidas” con pancartas alusivas a la devoción nazarena, y
numerosos balcones cubiertos con
mantos morados. Al mediodía la campana de acero cromada, instalada
en medio de las varas centrales de las andas, recibe el golpe del martillo 41
que el patrón de andas ejecuta, indicando que los cargadores deben
colocarse bajo las varas para que, al escuchar el segundo golpe, se
pongan de pie, elevando las andas. Los aplausos se multiplican, la
emoción crece, los ojos se posan en las puertas del monasterio que
van
» Los patrones de andas suben los lienzos procesionales
bajo la supervisión de las madres.

42

» Al mediodía del primer sábado de octubre el lienzo procesional del


Señor de los Milagros, en andas, sale del monasterio de Nazarenas
Carmelitas Descalzas para iniciar su primer recorrido.
a abrirse. Se inicia entonces el lento, solemne y acompasado caminar
de la imagen del Señor de los Milagros al encuentro de los miles de
devotos que, desde temprano, esperan ese momento.

Los treintaicuatro primeros cargadores son elegidos por las madres


del monasterio entre los benefactores y amigos de la casa. Y, desde el
2002, ellas permiten que toda la vara esquinera de hombro derecho,
con los auxiliares, sea ocupada por el directorio de la Hermandad del
Señor de los Milagros de Nazarenas, institución que, en coordinación
con las madres nazarenas y el Arzobispado de Lima, organiza la
procesión.

La mayoría de los presentes vive un “reencuentro” con el Señor de


los Milagros, pues la imagen, desde el primero de noviembre del año
anterior, permanece en el coro bajo del monasterio, donde los fieles
no pueden verla. El gozo de este reencuentro se expresa en los
pañuelos blancos que se agitan, en las lágrimas de emoción en
muchos ojos, en las manos que se alzan saludando, en los nutridos
aplausos, en los labios que musitan plegarias y en el canto agradecido
del coro de Nazarenas, como se denomina el grupo de cantoras de la
hermandad. También en la gran alfombra de flores confeccionada por
el Grupo de Sahumadoras de la Hermandad y en la “Marcha de
banderas”, ejecutada por la banda de música, que luego interpreta
marchas procesionales. El traslado procesional está marcado por la
alegría y emoción del reencuentro. Con gozo, los devotos acuden a
“sacar al Señor” que “guardaron” el año anterior.

• Los recorridos procesionales tradicionales 43


La primera procesión organizada por Sebastián de Antuñano la tarde
del 20 de octubre de 1687, a causa del terremoto que azotó Lima
aquella madrugada, fijó una primera fecha de recorrido tradicional,
que más tarde fue trasladada por el mismo Antuñano al 18.
Posteriormente,
44

» Durante los cinco días en los que sale en procesión, el Señor de los Milagros
recorre las calles de Lima acompañado por multitudes de devotos.
45
motivado también por un terremoto devastador en 1746, el 28 de
octubre se convierte en otra fecha de recorrido tradicional.

El día 18, luego de la misa celebrada en la iglesia a las cinco de la


madrugada, se inicia, a las seis, el traslado procesional de la imagen
del Señor de los Milagros, que en un primer tramo llega a la esquina
de la avenida Tacna y jirón Huancavelica. Allí el arzobispo de Lima
preside una misa en la que participan miles de fieles. El destino final
del recorrido es el monasterio del Carmen, en Barrios Altos, o la
iglesia parroquial Nuestra Señora de las Victorias, a donde se llega en
la madrugada del 19, no menos de dieciocho horas más tarde.

Durante el recorrido, la imagen del Señor de los Milagros visita


iglesias y monasterios y recibe el homenaje de diversas instituciones.
El 18 es el día de los homenajes oficiales: en Palacio de Gobierno, en
la Municipalidad de Lima, en el Palacio Arzobispal, en el Congreso de
la República. Pero es sobre todo el pueblo de Lima el que manifiesta
su amor, fervor y gratitud al Señor de los Milagros. Entre los fieles que
acompañan la procesión hay devotos provenientes de otras naciones,
lo cual es un signo de la expansión de la devoción, particularmente en
las últimas décadas del siglo XX y en lo que va del XXI.

La procesión continúa el día 19, después de la misa celebrada


cerca de las seis y treinta de la mañana en las afueras de la iglesia. Se
emprende, entonces, el camino de retorno a las Nazarenas con miles
de devotos que llegan al encuentro de la venerada imagen. Otra vez,
tras
no menos de dieciocho horas de recorrido procesional, usualmente en

46 la madrugada del 20, la imagen llega a su santuario, para permanecer


allí hasta la siguiente salida.

El tercer recorrido tradicional tiene lugar el día 28. Es más corto en


cuanto a metraje, pero casi tan largo en tiempo como los anteriores,
pues es el día en el que muchos devotos acuden a despedirse del
Señor.
47

» Cada vez que salen las andas es una tradición que se ponga un
ramo de orquídeas moradas a los pies del Señor.
48

» El 18 de octubre el Señor de los Milagros recibe los homenajes oficiales del


presidente de la República, del alcalde y del arzobispo de Lima en la Plaza Mayor.
49
» El Señor recorre el jirón Conde de Superunda, como antaño. Hoy los
balcones son decorados con los colores de octubre.

50

» Los devotos engalanan sus balcones y ventanas para festejar al Señor a su paso.
El fervor popular se manifiesta en estos recorridos. Las guirnaldas,
cadenetas, quitasueños y faroles confeccionados muchas veces por
los vecinos engalanan las calles expresando la alegría por el paso de la
imagen del Señor, como también la música, sobre todo la criolla. Las
monjas de clausura que reciben las andas dentro de la iglesia de sus
monasterios se expresan de otra forma: con cantos religiosos y
oración comunitaria y silenciosa ante la sagrada imagen. En los
hospitales la imagen es bienvenida con la esperanza de recibir salud y
fortaleza.

• El recorrido de despedida
El primero de noviembre la imagen del Señor de los Milagros vuelve
procesionalmente al monasterio de las Nazarenas, donde
permanecerá hasta la salida del año siguiente. La última procesión es
breve, en relación a las otras. Se inicia a las once y media de la
mañana, hora en que las andas salen del santuario hasta la
intersección de la avenida Tacna y el jirón Huancavelica para la misa
que desde el 2002 se celebra allí, pues la capacidad de la iglesia era
desbordada por la cantidad de fieles. Luego de la misa, la imagen del
Señor es llevada hasta el local de la hermandad, en el jirón Chancay,
para que esta rinda el homenaje de despedida, antes de reingresar al
monasterio hacia el atardecer.

Aplausos, lágrimas en los rostros, pañuelos blancos agitándose al


viento, plegarias musitadas, abrazos entre los hermanos por haber
vivido una vez más esta celebración, son el marco de la “despedida
del Señor”, con la cual concluyen las festividades anuales del mes de
octubre con sentimientos de gozo, alegría y nostalgia, en la espera de
51
ver al Señor el siguiente año.
52

» Cada año una cuadrilla diferente se encarga del homenaje frente al local de la hermandad.
53
• El ritual procesional
La procesión sigue un ritual. Desde que la imagen cruza el umbral del
monasterio o la iglesia, y el patrón de andas entrega el martillo al
capataz general, la hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas
se encarga del recorrido.

El padre Vargas Ugarte, en su Historia del Santo Cristo de los


Milagros, cuenta que las religiosas del monasterio quisieron obtener
del papa Clemente XIII la facultad para instituir una cofradía del Santo
Cristo de los Milagros, antes del estreno de la iglesia, que tuvo lugar
en 1771, y que volvieron a remover el asunto en 1812, pero no
tuvieron éxito. Asimismo, sostiene que esta hermandad no se remonta
a tiempos muy lejanos, pues en el archivo del monasterio hay
documentos en los que figura que hasta 1760, poco más o menos, la
procesión la costeaba el mayordomo de la capilla del Santo Cristo y las
limosnas recogidas en los días de rogativa pública se aplicaban a este
fin. Y que por ese tiempo comenzó a formarse una cofradía o
hermandad, sin otro objeto que el de acompañar a las andas por las
calles y celebrar la fiesta que tenía lugar el 20 de octubre, pero no
parece que existieran constituciones al respecto, ni tampoco que
hubiera recibido la aprobación de la autoridad eclesiástica, añade.

En la misma obra, Vargas Ugarte puntualiza que la hermandad


se constituyó el 2 de noviembre de 1878, bajo la denominación de
Hermandad de Cargadores y Sahumadoras del Señor de los Milagros,
a solicitud de Pedro P. Valderrama, y la integraban tanto hombres
como mujeres, que además de acompañar al Señor en su recorrido
anual
se obligaban a ayudarse mutuamente, contribuyendo con una cuota
54
pecuniaria a fin de crear un fondo común. Más tarde, en noviembre de
1892, esta hermandad fue reorganizada, gracias al influjo de Gaspar
Leonarte y Guillermo d’Acosta, quienes fueron nombrados
presidentes vitalicios. En 1911 la autoridad eclesiástica aprobó su
reglamento y en
» La cuadrilla 14 surgió para portar el palio, función que cumple hasta hoy.
El sacerdote lleva el Lignum Crucis durante la procesión.

55

» Las hermanas sahumadoras caminan de espaldas echando


incienso y mirra a las andas del Señor.
56

» El 1 de noviembre los hermanos se aglomeran en la puerta del


monasterio para despedir al Señor que regresa a su casa.
el año 1920 la institución fue reconocida en forma oficial, con lo cual
adquirió personalidad jurídica.

En 1946 la hermandad fue reorganizada, y en 1955, afirma Raúl


Banchero Castellano, quien perteneció a la institución en esa época,
fue reconocida eclesiásticamente.

Actualmente, la hermandad está conformada por veinte cuadrillas


de hermanos cargadores, el grupo de sahumadoras, el grupo de
cantoras y la rama de hermanos honorarios; es dirigida por el
directorio general y su representante legal es el mayordomo general,
nombrado por el arzobispo de Lima.

Los hermanos visten el capote o hábito morado y el cordón blanco


pendiente del pecho; las hermanas, el hábito con el cordón blanco en
la cintura. Ambos llevan sobre el pecho, al lado izquierdo, el detente y
la insignia, que identifica la cuadrilla o grupo de pertenencia. La
cuadrilla, compuesta por lo general por unos doscientos hermanos, se
divide en cinco sectores, a los que se les asigna un tramo del carguío,
bajo la dirección y guía, desde la parte delantera de las andas, de su
capataz.

Durante los recorridos tradicionales cargan las andas las veinte


cuadrillas, y el primer sábado de octubre lo hacen también los
hermanos honorarios. El capataz general de la hermandad o uno de
los subcapataces generales va detrás del capataz de cuadrilla,
supervisando el adecuado traslado de las andas y ofreciendo
orientaciones especiales al capataz si fuese necesario (p. ej.: dónde
voltear las andas para un
homenaje). Delante de las andas van dos miembros del directorio
general de la hermandad, uno de ellos es el mayordomo general o quien 57
haga sus veces, llamado “mayordomo de turno”, quien se
responsabiliza de la procesión durante el turno asignado.

Para cumplir con el horario previsto, el capataz general es asistido


por cronometristas, quienes van indicándole el tiempo que la cuadrilla
lleva las andas sobre sus hombros para que haga cumplir el tiempo
fijado. Tanto en la parte delantera como en la posterior de las andas
van los patrones de andas.

En las primeras procesiones, las beatas del Instituto Nazareno


caminaron junto a la imagen. Al convertirse este en monasterio
de clausura, fueron representadas por quien ellas designaban: un
tiempo fue el síndico del monasterio, otro tiempo el mayordomo de
capilla designado por ellas y, posteriormente, los patrones de andas,
los subpatrones y los adjuntos. Su función es recibir las ofrendas
más significativas que se hacen al Señor, cuidar las andas, y resolver
cualquier problema que se pueda presentar en ellas (un reflector que
deja de funcionar, una vara que se rompe, etc.).

Los “mistureros” son miembros de la hermandad encargados de


colocar en las andas los arreglos de flores que los fieles ofrecen, y
cambiar los conos florales y cirios que ofrecen las cuadrillas.

Mirando la imagen del Señor, detrás de los miembros del


directorio, caminan de espaldas las hermanas sahumadoras y detrás
las hermanas cantoras, todas vestidas con el hábito morado y con la
cabeza cubierta por una mantilla blanca. Divididas también en
sectores, acompañan por turno la procesión, aunque algunas, por
devoción, lo prolongan.

Detrás de las andas, los hermanos de la “cuadrilla del palio”, la


14, portan una especie de toldo morado, bordado. Bajo el palio un
sacerdote lleva el Lignum Crucis: una reliquia de la cruz de Jesucristo.

La cuadrilla 13 forma un perímetro procesional con una larga soga


58 a fin de impedir que una abigarrada multitud que busca acercarse a
las andas dificulte el buen desplazamiento de las mismas. Es llamada
la “cuadrilla de policía”, pues su tarea es apoyada por miembros de la
Policía Nacional del Perú, a muchos de los cuales se les percibe
movidos de fervor.
59

» Al terminar de cargar una cuadrilla, el misturero se encarga de cambiar las


flores y los cirios con los de la siguiente.
» La cuadrilla de la Policía, la 13, es la encargada de la soga para proteger el
entorno inmediato de las andas.

Para dar un marco festivo, solemne y triunfal a la procesión,


dentro de la soga y detrás del palio camina la banda de música,
interpretando marchas procesionales regulares, género musical
surgido en España hacia fines del siglo XIX. Desde comienzos del siglo
XX se compusieron marchas en Perú, principalmente para el Señor de
los Milagros, las mismas que superan el centenar y son ejecutadas en
la procesión con entusiasmo y energía, permitiendo al cargador
caminar al compás de la música.

La cuadrilla 16, la “cuadrilla de emergencia”, cumple la función


60 de asistir con primeros auxilios a los fieles que presentan algún
inconveniente con su salud, por lo general algún desmayo por acudir
a la procesión en ayunas.

La grandeza de la procesión en cuanto manifestación pública de fe se


debe en buena parte a los fieles devotos que la acompañan por largas horas
» La cuadrilla de emergencia, la 16, realiza labores de primeros
auxilios durante la procesión.

o la recorren íntegramente. Tal acompañamiento es expresión de acción


de gracias por un favor recibido, también es súplica al Señor pidiendo su
ayuda. Para muchos es un modo de oración, como se puede advertir en
el rostro de quien, con manos juntas, eleva sus ojos hacia la imagen del
Señor. No se trata de una multitud curiosa que presencia un espectáculo
cultural, sino de creyentes que quieren mantener una vinculación
afectuosa con Jesús, representado en la imagen procesional.

A los que caminan hay que añadir los que esperan, sobre todo en
las plazas, en un rincón de una gran avenida, en los cruces de las
esquinas
o en un estrado de un homenaje. La espera puede durar horas, pero la 61

certeza de que verán por unos instantes la imagen del Señor


compensa con creces el tiempo invertido.

No faltan quienes miran desde las ventanas de una vivienda o desde


un edificio laboral por donde pasará la procesión. Otros no solo miran
62

» Cada año, al regreso de los recorridos del 18 y 28 de octubre, se turnan dos


de las veinte cuadrillas para guardar las andas de regreso en el santuario. Las
placas con los números correspondientes a estas cuadrillas se colocan en
ambos lados de la imagen del Señor.
63
64

» Las hermanas cantoras rinden homenaje al Señor de los Milagros a su


llegada del primer recorrido.
sino que engalanan la ventana o balcón de la edificación, de donde
muchas veces arrojan pétalos de flores como signo de homenaje
agradecido.

La visita al santuario
Es común identificar la devoción al Señor de los Milagros con la
procesión, pero hay que recordar que los días de procesión son solo
cinco. En los días restantes de octubre, en la iglesia de las Nazarenas,
un río de personas no cesa de fluir. Muchas de ellas para ver un
momento la imagen y rezar. Otras para participar de la misa (que en
dicho mes es celebrada casi cada hora, desde las seis de la mañana
hasta las nueve de la noche), algunas para seguir las novenas. Son
muchísimas quienes buscan el perdón de Dios en el sacramento de la
confesión ofrecido por varios sacerdotes durante gran parte del día.

Hay quienes desean estar muy cercanos a las andas, a fin de tocar
para experimentar cercanía, por eso se ha destinado el horario de
dos a cuatro de la tarde para que quienes lo desean lleguen ante las
andas. La fila formada por estos fieles abarca muchas veces casi toda
la manzana formada por los jirones Huancavelica y Chancay y las
avenidas Emancipación y Tacna.

Desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche miles


acuden a la iglesia para agradecer o pedir un milagro, para encontrar
un momento de solaz y paz, para meditar y reflexionar. Son muchas
las instituciones que llegan en peregrinación para pedir por las
intenciones
de sus componentes (como los poderes del Estado, las Fuerzas 65
Armadas, la Municipalidad de Lima, las universidades, los colegios, las
parroquias, las asociaciones).

El esfuerzo y dedicación de las madres Nazarenas Carmelitas


Descalzas son loables, pues desde su vida escondida en la clausura
atienden cada detalle del mantenimiento de la iglesia, proveen lo
necesario para las celebraciones litúrgicas, gestionan el personal
necesario para el orden y seguridad de los peregrinos, posibilitan la
adquisición de los recuerdos que los fieles quieren llevar, acompañan
algunas de las celebraciones con su canto, sin cesar la atención diaria
del comedor que, durante todo el año, provee desayuno y almuerzo
gratuito a más de quinientas personas, principalmente niños y
ancianos.

Además, desde hace ya casi un lustro, el Museo del Señor de los


Milagros posibilita una experiencia de mayor conocimiento de esta
entrañable devoción, permitiendo adentrarse en la historia.

Expresiones culturales
La devoción al Señor de los Milagros ha generado y genera
expresiones culturales en textilería, orfebrería, música y canto,
diseños florales, pintura y gastronomía.

En textilería, destacan la vestimenta devocional, principalmente


el hábito, y el cordón blanco, así como la corbata morada. También
los “vendones” o faldones del anda –piezas de tela morada que
cubren la mesa que soporta toda la estructura de las andas–, que son
engalanados con ricos bordados. Hay gran despliegue de creatividad
en los banderines de tela morada bordados, que penden de los
ángeles en las esquinas de las andas, en donde figura el número de la
cuadrilla que carga; así como en los detentes, en su variedad de
formas y tamaños, y
66 el palio ricamente bordado.

En cuanto a orfebrería, destacan las andas y en especial las joyas u


ornamentos de las imágenes del Señor de los Milagros y la Virgen de
la Nube, expresiones de gratitud de los fieles donantes. Asimismo, los
exvotos, también llamados milagros, indicativos de que se ha
obtenido
67

» De dos a cuatro de la tarde, salvo los días de procesión, los


devotos pueden acercarse a las andas.
68

» Se ha designado el patio de velas para encender ceras a los pies de la


imagen del Señor hecha en mosaicos.
algún favor del Señor, en algunos de los cuales se señala el favor
obtenido representando la parte del cuerpo curada (pulmones, brazo,
pierna, etc.) u otra alusión al favor recibido. También los pebeteros o
sahumadores que son, en ocasiones, piezas de exquisita realización.

En cuanto al diseño floral, vale recordar que en el mundo religioso


las flores son usadas como reconocimiento al Creador. La procesión
ha originado una modalidad propia de arreglarlas: los conos, que
ofrecen las cuadrillas y otros fieles; los escudos de flores, como el
patrio y el municipal, y las alfombras de exquisitos diseños. En los
últimos tiempos se ha hecho clásico el ramo de orquídeas moradas
cada vez que la imagen sale de las Nazarenas y el cono de anturios
con los colores patrios el primer sábado de octubre.

Los cirios tienen un estilo singular de trabajo de la cera. También


la pintura del siglo XX ha expresado la devoción nazarena, como son
las obras sobre la procesión de José Sabogal, Camilo Blas y Víctor
Humareda, entre otros.

La música no falta en octubre. Aparte de las piezas procesionales


ejecutadas por una banda, que se ha mencionado antes, destaca el
canto religioso, interpretado por las hermanas cantoras en procesión.
También los himnos que se cantan en las celebraciones litúrgicas,
habiéndose hecho tradicional el más reciente, el “Himno al Señor de
los Milagros”, compuesto en 1954 por Isabel Rodríguez Larraín, así
como el canto popular que tiene como tema al Señor.

Y no puede faltar la gastronomía. Emblema de octubre es el turrón


de doña Pepa, que, según la tradición, fue ideado como gratitud de una 69
devota por un favor recibido.
70

» Exvotos o milagros con los que los fieles agradecen las gracias concedidas.
71

» El detente con la imagen del Señor de los Milagros es el distintivo


que los devotos llevan al lado del corazón como señal de su fe.
» Cirios tradicionales finamente decorados con imágenes del Señor de
los Milagros y sus colores característicos.
» El turrón de doña Pepa, postre emblemático del mes de octubre.
Señor de los Milagros ”Guarda y custodia desta ciudad”

72

» Expertos italianos del Instituto Central de Restauración de


Roma restauran el muro original del Señor de los Milagros que
se encuentra en el altar mayor de la iglesia de las Nazarenas.
Álvarez Calderón / Canessa /
Hidalgo

CAPÍTULO III
PRESERVACIÓN DE UNA HISTORIA VIVA
Liliana Canessa Cavassa

Restauraciones invaluables
Las Madres Nazarenas Carmelitas Descalzas, lideradas por las madres
María Soledad de Nuestra Señora de Guadalupe y María Rosa del
Pilar, conscientes de la relevancia de las imágenes del mural del Señor
de los Milagros y de los lienzos procesionales del Señor y de la Virgen
de la Nube, no solo en lo devocional sino también como patrimonio
cultural, vieron la necesidad de someterlas a una seria restauración.
Después de investigar alternativas, decidieron convocar al Museo
Pedro de Osma, a cargo de Pedro Gjurinovic Canevaro, que facilitó el
personal especializado, y lograron el apoyo del Banco de Crédito del
Perú, representado por Luis Nieri Galindo.

Considerando que estos bienes están compuestos de material


degradable, se tenía que realizar dos tipos de intervención: la
conservación preventiva y la restauración. La primera implica la
protección de la obra de todo lo que la rodea que pudiera generar en
ella cambios nocivos (agentes físicos, químicos y ambientales), como
73
el medio ambiente, las velas, las flores, el incienso, y en el caso de los
lienzos, además, los movimientos bruscos en la procesión.

Por otro lado, la restauración es necesaria cuando la obra sufre


algún daño, por lo que, primero, se busca detener la degradación de
los
materiales. En el caso del muro y los lienzos, la intervención es
delicada porque se tocan los materiales perecibles (adobe, ladrillo,
tela, tiza, yeso, aglutinantes, pigmentos y otros) que son el soporte
material de las imágenes devocionales y su contenido iconográfico.

Primeras intervenciones
Para un análisis certero es preciso obtener información histórica que
permita conocer los materiales de la obra e identificar las
intervenciones realizadas. Por ello, hubo que contextualizar la obra y
visualizarla en el terremoto de 1655, cuando en medio de la tragedia
queda en pie un muro de adobe de técnica pobre y colores al temple.

La primera intervención documentada, tanto preventiva como de


restauración, aunque espontánea, fue la de Andrés de León al colocar
muros y techos de manglares y una peana para las flores.

La segunda intervención se dio en 1671, cuando el párroco de San


Marcelo promueve que se borre la imagen. La historia da un giro,
como se mencionó antes, cuando impiden que se cumpla la
destrucción del mural y, a solicitud del virrey conde de Lemos, se
llama al pintor José de la Parra para que agregue el Padre Eterno y el
Espíritu Santo, completando así la escena del Calvario. El pintor
intenta corregir un problema de desgaste del pie de Cristo, pero, dice
la historia, no pudo lograr el tono original.

Luego, se solicita a los maestros fray Diego de Maroto, de la orden


de Santo Domingo, y al alarife Manuel de Escobar que evalúen el
estado
74 del muro y planteen alternativas para mejorar su protección. Ellos
concluyen que solo un milagro pudo mantenerlo en pie, pues no tenía
cimientos y se encontraba expuesto a la humedad debido a una
acequia que pasaba por allí y le causaba problemas de salitre. Con el
objeto de trasladar el muro, intentan ponerlo en un cajón de adobe
y ladrillo y
levantarlo. Tal intervención causó daños en las imágenes de la Virgen
y María Magdalena al destrabarse los adobes y solo se mantuvo
intacto el Cristo. Por esto, descartan la posibilidad de mover el muro.

El famoso mural sufre dos fuertes impactos con los terremotos de


1687 y 1746, y a pesar de ello en ambos casos se mantiene en pie.
Entre 1766 y 1771, por iniciativa del virrey Manuel Amat y Junyent se
construirá la nueva iglesia. Dicho templo contó con bases de piedra, y
muros y columnas de ladrillo. Para los elementos superiores, se utilizó
quincha. Se adornó el lugar con colores al óleo, temple y dorados,
dándole una belleza barroca-rococó. Desde entonces, es considerada
una pequeña joya de la arquitectura limeña.

Las intervenciones del siglo XX


• Los italianos, 1955
El terremoto de 1940 destrabó algunos adobes provocando daños
parciales en la pintura mural. En 1954, las Madres Nazarenas ven la
necesidad de intervenir el mural que se encontraba en mal estado.
Con el apoyo del padre Vargas Ugarte, realizan gestiones en el
Instituto Central de Restauración de Roma.

Tras la aprobación de la propuesta de las madres, los profesionales


italianos iniciaron los trabajos el 12 de enero de 1955, utilizando lo
último en restauración de esa época ante el asombro de los
presentes: la pintura mural fue desprendida del muro por medio de
un proceso, llamado strappo stacco, que consistió en colocar dos telas
con un
75
aglutinante al muro y asegurada a un tablero.

Según los reportes, al bajar la obra, se la colocó sobre una mesa


con la cara de la pintura hacia abajo; luego se retiraron los residuos
de adobe y ladrillo, y se aplicó una tela nueva con el caseinato como
adhesivo. Al
terminar este proceso, se da la vuelta a la obra para retirar el tablero
y las telas que se pusieron para desprender la pintura. Luego se limpió
la capa pictórica (color), se aplicó el estuco (relleno de las faltantes de
base de preparación) y se ejecutó la reintegración cromática
(aplicación de color en las zonas faltantes). El mural desprendido se
adhirió al muro que fue tratado paralelamente.

• INC, 1974
Nuevamente el muro sufre un problema a causa de la humedad. Una
lluvia que penetra por un espacio que hay entre la pared y el claustro,
que se agudiza por el vidrio que protegía el mural por delante, genera
hongos en la capa pictórica (color). En esta oportunidad, la
intervención estuvo a cargo del Instituto Nacional de Cultura, hoy
Ministerio de Cultura. Los restauradores encargados de dicho trabajo
optaron por retirar el vidrio y registrar el estado del mural utilizando
métodos de estudio como fotografías de moderna tecnología. Luego,
se limpiaron los hongos y se arregló la capa pictórica en las zonas
faltantes.

• Museo Pedro de Osma, 1993


La última importante intervención del muro se realizó en 1993. Se
iniciaron los trabajos con un expediente que identifica las
restauraciones anteriores, se tomaron fotografías con diferentes
técnicas, se realizó un registro de las zonas separadas de la tela que
permitió adherir el mural (ya que este fue el principal problema en la
intervención de los
76 italianos) y se recogieron muestras que se analizaron en un laboratorio.
Estos estudios identificaron las capas que constituyen la pintura mural,
así como las intervenciones anteriores.

El proceso duró, aproximadamente, seis meses. Para poder trabajar


durante las horas de misa, se colocó un andamio y una gran cortina. Al
mediodía, cuando se cerraba la iglesia, se corría la cortina para tener
un respiro. Fue un trabajo delicado: se consolidaron los sectores
afectados por el desprendimiento de la tela del muro, puesta en
1955; se limpió la capa pictórica, se rellenaron las zonas faltantes y se
reintegró el color para finalmente protegerlo con barniz.

Los lienzos procesionales


En la década de 1990, se realizaron intervenciones con el equipo
profesional del Museo Pedro de Osma. Se empezó con el lienzo
procesional del Señor de los Milagros, y siguió el de la Virgen de la
Nube.

• El lienzo del Señor de los Milagros, 1991


El lienzo fue llevado al taller de forma discreta, sin publicidad, puesto
que pasaría varios meses fuera del monasterio y había que evitar que
la gente se aglomere para tratar de verlo. Su restauración fue uno de
los mayores retos que enfrentaron los restauradores, que los obligó a
hacer análisis muy acuciosos antes de tomar alguna decisión. La
participación del equipo fue muy activa siempre en abierta
comunicación con las madres, quienes siguieron el proceso muy de
cerca.

Se tomó como referencia el mural, ya que es una réplica de él la


que sale en procesión por primera vez en 1687. El lienzo llegó al taller
totalmente oscuro a causa del barniz afectado por la luz natural y
artificial de la época, por la intemperie y por años del humo de velas y
sahumerios. Al empezar el proceso de limpieza se fue recuperando el
77
hermoso rostro de encarnación clara y líneas detalladas, lo que se dio
en toda la figura de Cristo.

En el caso de las piernas se dio un cambio interesante porque


el repinte se asemejaba al mural, es decir, la pierna derecha sobre la
izquierda. Pero gracias a las calas y los estudios se pudo comprobar
que el autor había hecho un cambio y colocó la pierna izquierda sobre
la derecha. El paño de pudor también fue modificado, porque pasó
del lado izquierdo al derecho, asemejándose al muro y a la forma de
la joya que se usa actualmente para cubrirlo. Respecto al Padre
Eterno también presentaba en algunos sectores hasta dos repintes. El
sol tenía un repinte negro hasta la mitad, que al retirarse permitió
apreciar el astro en todo su esplendor.

El caso de la Virgen fue interesante, porque se mostraba como una


mujer mayor, pero al retirar las intervenciones posteriores se
descubrió una mujer más joven, con manos delicadas y tonos más
armoniosos en toda su composición.

María Magdalena fue la imagen más dañada por su ubicación en


la zona inferior y, por tanto, más cercana a las velas, flores y otros. Al
retirar la gruesa capa de barniz se encontraron daños muy notorios en
el rostro, con pérdidas marcadas en la frente y cambios en su
anatomía. Al llegar al original se descubrió una imagen más delicada
en trazos y colores que armonizaban con el conjunto.

• La Virgen de la Nube, 1992


En la advocación original de la Virgen de la Nube, se la representa de
cuerpo entero, parada sobre la media luna, llevando en el brazo
izquierdo al niño y en la mano derecha un cetro con azucenas.
Completa la escena el obispo Sancho de Andrade y Figueroa, quien
recibe el milagro de la
78 Virgen al ser sanado de una grave enfermedad el 30 de diciembre de
1696, en un atardecer entre los pueblos de Guápulo y Quinche (hoy,
en Ecuador). Según los documentos de la época, el lienzo comenzó a
acompañar al Señor un año después del terremoto de 1746.
» La restauración de la Virgen de la Nube fue la más dramática por el cambio
que se realizó. Después de calas y radiografías llegaron al original.

79
Al ingresar al taller, la Virgen tenía las características de la
advocación de la Virgen de la Merced, estaba cubierta por una capa
de barniz nueva y su muy dura ejecución artística la hacía parecer una
estampa impresa; era un repinte total sobre el original. Gracias a los
datos que se fueron adquiriendo con los diferentes exámenes, se
pudo identificar la representación anterior. En el proceso, se encontró
una capa de barniz con el escudo de la Virgen del Carmen, pero se
tuvo que retirar también esta capa para llegar al original.

En este nuevo escenario se observaron varios cambios. El rostro


tenía una expresión más dulce. Se recuperó el cetro y la azucena con
trazos más estilizados, y se encontró que el niño Jesús era de menor
tamaño y representaba a un niño de menor edad.

El obispo Sancho de Andrade y Figueroa era originalmente más


pequeño. Con la limpieza del fondo, aparecieron en la parte inferior
los pueblos de Guápulo y Quinche. Las cartelas también se eliminaron
por corresponder a los repintes de las imágenes anteriores.

80
» EPÍLOGO

Lima es una ciudad que vibra con sus procesiones, de todas las que
han subsistido al pasar del tiempo, y de las muchas que se han
agregado con la migración del campo a la ciudad. La más concurrida,
la más larga, la que más ha trascendido, es esta, tan limeña y tan del
mundo ahora. Bien dicen que “donde hay un peruano, está el Señor
de los Milagros”.

La festividad del Señor de los Milagros es un claro ejemplo de la


religiosidad popular peruana y de la evolución de nuestro patrimonio
cultural inmaterial, verdadera cultura viva. Tenemos el compromiso
de preservarla y conservarla para las generaciones futuras.

Mientras tanto, sigamos acompañando al Señor por las calles de su


Lima, que Él continúa, como lo atestiguan las multitudes que lo
siguen, concediendo milagros.

“Pidan y se les dará... Porque el que pide, recibe” (Mateo 7: 7.8).

8
1

» La pared de milagros pedidos, concedidos y agradecidos: el círculo nazareno


Señor de los Milagros Guarda y custodia desta ciudad

» AGRADECIMIENTOS

A la comunidad de madres Nazarenas Carmelitas Descalzas por su


constante apoyo en el Museo del Señor de los Milagros y por
permitirnos usar su archivo fotográfico. Al padre Fernando Roca
Alcázar, SJ por la generosidad de regalarnos el prólogo. A Jorge
Valdivia García por su apoyo fundamental en la realización de este
libro, a Liliana Paredes Retes que nos facilitó la comunicación. A
Maricarmen Arata por su valiosa contribución en la elaboración de
este libro.

A Daniel Giannoni, Raúl Goyburu, Andrea Espinar y Rocío Castillo


por captar los tiempos del Señor en imágenes. A José Gómez cuyas
pinceladas nazarenas adornan la presentación de este libro. Y a
Augusto Álvarez Calderón Larco por ayudarnos a conseguir turrón en
julio para esa foto final.

82
Álvarez Calderón / Canessa /
Hidalgo

» FUENTES

Antonia Lucía del Espíritu Santo. Testamento. 1709. Archivo del Monasterio
Nazarenas.
En R. Vargas, Historia del Santo Cristo de los Milagros. Lima: 1984.

Banchero, R. (1995). Historia del Mural de Pachacamilla. Lima: Monasterio de


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(1715). Sesión del 27 de setiembre. Documento original.

(1718). Informe del Cabildo, Justicia y Regimiento de la Ciudad


de los Reyes a S.M. Lima 27 de octubre, A. de I. Lima 537. En R. Vargas
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de Proyección Cristiana.

Colmenares Fernández de Córdova, F. (1771). El día deseado. Lima: En la oficina


de la Calle San Jacinto.

De Antuñano, S. Relación del prodigioso sucesso del Señor de los Milagros.


Manuscrito propiedad del Monasterio de las Madres Nazarenas Carmelitas
Descalzas, siglo XVII. Transcrita por Jimmy Martínez Céspedes.
83

Josefa de la Providencia. (1793). Relación del origen y fundación del


Monasterio del Señor San Joaquín de Religiosas Nazarenas Carmelitas
Descalzas de esta ciudad de Lima. Lima: Imprenta Real de los Niños
Expósitos.
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Fernández de Bethencourt, F. (1905). Historia genealógica y heráldica


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84
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de los Milagros. Lima: Museo Pedro de Osma.
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Ward, P. (1990). La conservación del patrimonio: carrera contra el reloj.


California: The Getty Conservation Institute.
85
Señor de los Milagros Guarda y custodia desta ciudad

» ÍNDICE Y
PROCEDENCIA DE
LAS IMÁGENES

SALIDa DE LAS ANDas DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS DEL SANTUario EN su


ÚLTIMO RECORRIDo DEL AÑO. Fotografía: Andrea Espinar. Archivo Monasterio
Nazarenas Carmelitas Descalzas (AMNCD) ...........................................................14

EL MURO con LA IMAGEN DEL CRISTO CRUCIFICADo. Muralito. Arturo Álvarez,


2014. Museo del Señor de los Milagros. Fotografía: Daniel Giannoni. AMNCD . .17

En 1671 ANDRÉS DE LEÓN SE ENCARGA DEL CUIDADO DEL MURO ABANDONADo.


Muralito. Arturo Álvarez, 2014. Museo del Señor de los Milagros.
Fotografía: Daniel Giannoni. AMNCD.......................................................................19

MURO ORIGINAL DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS. MURAL AL TEMPLE y ÓLEO


Anónimo, 1651. Altar Mayor de la iglesia de las Nazarenas. Fotografía: Daniel
Giannoni. AMNCD ..................................................................................................22

MADRE ANTONIA LUCÍA DEL ESPÍRITU SANTo


Óleo sobre lienzo. Anónimo, s. XVIII. Museo del Señor de los Milagros
Fotografía: Daniel Giannoni. AMNCD ....................................................................25

SEBASTIÁN DE ANTUÑANO
Óleo sobre lienzo. Dante Meza, 1999. Museo del Señor de los Milagros
Fotografía: Daniel Giannoni. AMNCD ....................................................................25

TEXTO ORIGINAL DE LA SESIÓN DE CABILDo DE 1715 EN LA QUE SE


RECONOCE E invOCA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS cOMO “GuARDA y
cusTODIA DESTA
CIUDAD”. Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima. ...................................30

GRABADO. JOSEPH VÁZQUEZ, 1771


8
En: El día deseado. Relación de la solemnidad con que se estrenó la Iglesia del
6 Santo Cristo de los Milagros. Felipe Colmenares Fernández de Córdova
Fotografía: Daniel Giannoni. Museo del Señor de los Milagros. AMNCD..........33
Álvarez Calderón / Canessa /
Hidalgo

MURO y ANDas. MURAL y LIENZO PROCESIONAL EN sus ANDas EN EL ALTAR


MAyOR DE LA IGLESIA DE LAS NAZARENAS
Fotografía: Daniel Giannoni. AMNCD ...................................................................34

SEÑOR DE LOS MILAGROS (DETALLE DEL LIENZO PROCESIONAL)


Fotografía: Daniel Giannoni. AMNCD..................................................................37

Los PATRONES DE ANDas SUBEN LOS LIENZOS PROCESIONALES


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD .............................................40

EL LIENZO PROCESIONAL DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS, EN ANDas, sALE DEL


MONASterio DE NAZARENAS CARMELITas DESCALZAS PARA INICIAR SU PRIMER
RECORRIDo. Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD ........................40

EL SEÑOR DE LOS MILAGROS RECORRE LAS CALLES DE LIMA


Foto: Jorge Valdivia. AMNCD ............................................................................42-43

TRADICIÓN DEL RAMO DE ORQUÍDEAS MORADAS A LOS PIES DEL SEÑOR


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD ..............................................45

HOMENAJES OFICIALES EN LA PLAZA DE ARMAS DE LIMA


Fotografía: Raúl Goyburu ..................................................................................46-47

EL SEÑOR RECORRE EL JIRÓN CONDE DE SUPERUNDA


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD .............................................48

Los DEVOTOS EN sus BALcONES


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD .............................................48

HOMENAJE FRENTE AL LOCAL DE LA HERMANDad


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD.........................................50-51

LA cuADRILLa 14 PORTA EL PALIO


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD .............................................. 53

SAHUMADoras ECHAN INCIENSO y MIRRa A LAS ANDas DEL SEÑOR 87


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD..............................................53

DESPEDIDa DEL SEÑOR QUE REGRESA A SU CASA


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD .............................................54
Señor de los Milagros ”Guarda y custodia desta ciudad”

MisTURERO CAMBIA LAS FLORES y LOS CIRIOS


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD.............................................57

LA cuADRILLa DE LA POLICÍA, LA 13, ESTÁ A CARGO DE LA SOGA QUE PROTEGE


EL ENTorno INMEDIAto DE LAS ANDas
Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD ..............................................58

LA cuADRILLa DE EMERGENCIA, LA 16, REALIZA LABORES DE PRIMEROS AuXILIOS


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD.............................................59

PLACAS DE LAS cuADRILLas


Fotografía: Daniel Giannoni. AMNCD............................................................60-61

HERMANAS CANToras
Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD ..............................................62

Los DEVOTOS SE ACERCAN A LAS ANDas


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD.............................................65

PATIO DE VELAS con LA IMAGEN DEL SEÑOR EN MOSAICos


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD.............................................66

ExvoTOS O MILagros POR LAS GRACIAS cONCEDIDas.


Fotografía: Rocío Castillo García ...........................................................................68

EL DETENTE con LA IMAGEN DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD.............................................69

TURRÓN DE DOÑA PEPA, POSTRE EMBLEMÁTICo DEL MES DE OCTUBRE


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD.............................................69

CIRIOS TRADICIONALES
Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD.............................................69

88 EXPERTOS ITALIANOS RESTAURAN EL MURO ORIGINAL


DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS AMNCD .................................................................70

LA RESTAURAción DE LA VIRGEN DE LA NUBE. AMNCD ......................................77

PARED DE MILagros: EL CÍRCULo NAZARENO


Fotografía: María Rosa Álvarez Calderón. AMNCD..............................................79
Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de
Xxxxxx Xxxxxxx Xxxxxxx Xxxxxx
Ioioiooio ioioio oioiooiooooi 156 -
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Mayo 2019 Lima - Perú
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Esta colección ofrece publicaciones sobre


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El munilibro 18 muestra un testimonio de fe entrelazado en
historias que se remontan a los tiempos del Virreinato, con raíces
incluso en la época prehispánica. Sorprende esta devoción
nazarena que ha trascendido nuestras fronteras nacionales y que
hoy se manifiesta en muchos países del orbe. Y como la fe se
expresa con obras, ella se manifiesta en testimonios solidarios,
en gestos de dolor y esperanza, en detalles culturales, en colores,
olores y sabores. El culto al Señor Morado supera distinciones de
razas, lenguas o culturas.

R. P. Fernando Héctor Roca Alcázar, SJ


Pontificia Universidad Católica del Perú

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