Proyecto Final de Suicidio
Proyecto Final de Suicidio
Proyecto Final de Suicidio
UNIVERSIDAD SUCOLOMBIANA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
PROGRAMA DE PSICOLOGIA
LA PLATA HUILA
2020
1
1. Contextualización del fenómeno de Suicidio en el Mundo, Colombia y la Región
Huilense.
Casos de Suicidio en Colombia
Año Cantidad Total Mujer Hombre
2010 1.864
2011 1.889 366 1.523
2012 1.901 355 1.546
2013 1.810 349 1.461
2014 1.878 333 1.544
2015 2.068 413 1.655
2016 2.310 422 1.888
2017 2.571 476 2.096
2018 2.696 476 2.220
2019 2.550 518 2.032
2020
Hasta 917 175 742
mayo
Fuente: Instituto Nacional de Medicina Legal
2012
2013
2014
2
2015
2016
2017
2018
2019 70
2020 23 ( enero a mayo)
Fuente: Instituto Nacional de Medicina Legal
Es una de las primeras culturas que aborda seriamente el problema del suicidio, se
conoce que esta conducta implicaba una forma de supervivencia de la aldea, en la cual el
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anciano, el deforme o el enfermo debían abandonar la aldea hacia la intemperie, sin
comida, ni agua para garantizar mayores cantidades de alimento que serían utilizadas por
los otros miembros de la comunidad. Aunque platón condena el suicidio, lo acepta
socialmente en caso de amor, enfermedad, o como una forma de autocastigo frente a una
injuria grave cometida ante el estado.
EL IMPERIO ROMANO
El Imperio Romano continuó los conceptos anti suicidas de Aristóteles y Platón. Para
Tondo (2000): “el suicidio no era extraño, y a veces se consideraba honorable entre los
líderes cívicos e intelectuales”. El Imperio Romano vivo dos etapas de reflexión acerca
del suicidio; la primera con Cicerón que, si bien condenaba el suicidio, avalaba el mismo
si era una forma de heroísmo, amor, abnegación o la defensa del honor. La segunda,
Constantino penalizo el suicidio y como medida preventiva se tomaron medidas estrictas,
tales como la confiscación de los bienes de la familia después del suicidio para compensar
al Estado por la pérdida de un ciudadano.
LA EDAD MEDIA
Los reportes sobre el suicidio dentro la edad media no es amplia, la religión influencio
mucho en la visión de las personas sobre el mismo, pero también se siguieron los
conceptos grecorromanos que bien sabemos castigaban al suicida, Para Dante Allighieri el
suicidio podía verse de dos formas: el suicidio de las “almas nobles” irán al Limbo, pero
los otros serán condenados a lo más profundo del infierno.
Thomas Joiner sostiene que no es suficiente con que la persona desee matarse, lo más
importante es hacerlo y esto implica ir en contra de uno de los instintos más fuertes y
antiguos en el ser humano, como es el instinto de autopreservación.
EL CRISTIANISMO
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oposición frente al suicidio, el aborto y la eutanasia afirmando que estos eran delitos contra
la vida semejantes a los homicidios.
Los sacrificios de niños dentro los rituales en el Imperio Incaico era una práctica común,
es sabido que la Capacocha (quapac”, que significa realeza o poder y “hucha”, que significa
pecado, culpa o desorden cósmico) era un ritual donde se sacrificaban niños que eran
considerados los más puros y bellos, los niños que oscilaban entre los 6 y 15 años
aceptaban su destino entendiéndolo como un deber, entonces eran llevados a una montaña
sagrada, usando las mejores vestimentas y luego de una larga preparación, eran
sacrificados, se los mataba por estrangulación o vía un golpe en el cráneo, previa anestesia
con alcohol y hojas de coca, entre el 1530 y 1620, muchas autoridades de la época
escribieron que el “carácter melancólico” dominaba esta intención, así decía Juan Matienzo
(1567).
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época (Quatelet, 1842; Buckle, 1850). Durkheim considera que los hechos sociales deben
ser estudiados como cosas, es decir, como realidades exteriores al individuo. De esta forma
la tasa de suicidio no puede ser explicada por motivaciones individuales. Es decir, no son
los individuos los que se suicidan, sino la misma sociedad a través de ciertos individuos.
Hipotetiza que todos los suicidios resultan de perturbaciones en la relación entre el
individuo y la sociedad, y en base a ello establece cuatro formas de suicidio: el egoísta, el
altruista, el anómico y el fatalista.
El Suicidio egoísta, donde existe un trastorno en la integración en la colectividad social y
un exceso de individualización de la persona, se produce siempre que se da una
desintegración de las estructuras sociales. 2) Suicidio altruista, aquí el yo no sé pertenece,
se confunde con otra cosa que no es 1, que está situado fuera de sí mismo. 3) Suicidio
anómico, depende de un fallo o dislocación de los valores sociales que lleva a una
desorientación individual y a un sentimiento de falta de significación en la vida. Y por
último, el 4) Suicidio fatalista, se caracteriza por una excesiva reglamentación, es el que
cometen los sujetos cuyo porvenir está implacablemente limitado.
De la obra de Durkheim (1982) se pueden obtener, entre otras, como conclusiones más
relevantes: a) El suicidio progresa con la ciencia. El hombre se mata porque la sociedad de
la que forma parte ha perdido su cohesión. b) La religión ejerce una acción profiláctica
sobre el suicidio porque constituye una sociedad. c) El suicidio varía en razón inversa del
grado de desintegración de los grupos sociales de que forma parte el individuo.
Las críticas más consistentes a la obra de Durkheim son: (1) no se comparte la existencia de
una realidad social independiente de las realidades individuales; (2) existe una tendencia a
extraer conclusiones mediante un análisis conceptual para demostrar las cosas; y (3) que 1
conocía los hechos estadísticos y las ideas teóricas que tenían que usarse, antes de escribir
la obra, y ajustó estas dos series para que se demostrase la validez de su proposición
general (Gibbs y Martín, 1958; Nisbet, 1965; Douglas, 1975; Maris, 1975; Estrach y
Cardus, 1982).
Otra de las teorías, es la Teoría de la subcultura, recogida en la obra de Halbwachs (1930)
Les causes du suicide. Su autor está en desacuerdo con las teorías de Durkheim en: a) Las
relaciones de las crisis económicas con el suicidio y b) la relación de los problemas
mentales y el suicidio. Halbwachs (1930) creía que la relación entre la residencia urbana-
rural y las tasas de suicidio se explicaba por la diferencia en los modos de vida de los
grupos urbanos y los grupos rurales. Entendiendo por modo de vida lo que hoy entendemos
por cultura. A diferencia de Durkheim, Halbwachs afirmó que en el origen del acto suicida
juegan una gran importancia los significados y motivos situacionales de los individuos.
También destaca la Teoría del Cambio de Estatus. Durkheim (1982) y Sainsbury (1955)
coinciden en que un cambio repentino en la posición social de la persona tiene una cierta
probabilidad de conducir al suicidio. No obstante, Gibbs y Porterfield (1960) estudiando los
registros de Nueva Zelanda entre 1946 y 1951, encontraron que la movilidad social estaba
asociada significativamente con los suicidios, pero la movilidad descendente parecía estar
asociada con una tasa de suicidios mayor que la de la movilidad ascendente. De esta
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manera, el cambio de estatus a largo plazo causaría frustración y una falta relativa de lazos
sociales; entonces se produce una crisis personal que no es resuelta y llega a ser un
acontecimiento precipitante del suicidio.
La crítica a esta teoría radica en la definición de lo que se entiende por situaciones de crisis
y su relación no demostrada con el suicidio, así como, de carecer de rigurosidad
metodológica, al notarse la falta de un grupo control de no suicidas. Los únicos valores de
esta teoría radican en su reintroducción de la idea de proceso suicida, así como que un
suicidio determinado es el resultado de una situación a largo plazo y otra a corto plazo que
conduce directamente a las acciones suicidas (Douglas, 1975).
Y por último tendríamos la Teoría de la Integración de Estatus, publicada por Gibbs y
Martín en 1958, con el fin de cubrir algunas lagunas de las teorías de Durkheim. Así,
postulan que: cuanto más baja sea la tasa de suicidio, más estables y duraderas son las
relaciones sociales, y con ello más conformidad con las espectativas sociales, menor
conflicto del rol, menos individuos ocupando estatus incompatibles y una mayor
integración de estatus. Estas conclusiones han sido criticadas por numerosos autores
(Hagedorn y Labovitz, 1966; Douglas, 1975).
2. Teorías psicoanalíticas del suicidio:
Las principales formulaciones teóricas relacionadas con el sustrato intrapsíquico del
suicidio derivan de Freud y sus discípulos (Litman, 1967). Sin embargo, lo cierto es que en
la obra freudiana sólo encontramos referencias dispersas (Freud, 1901; 1915; 1920; 1920).
Las aportaciones más relevantes de la obra de Freud son: a) la idea fundamental del
suicidio como parte del homicidio, b) la ambivalencia amor y odio que está presente en la
dinámica de todo suicida, y c) la asociación de la agresividad, y por tanto del suicidio, a la
manifestación de un instinto o pulsión de muerte que al buscar constantemente un reposo
eterno puede encontrar su expresión en el suicidio.
Otros autores (Hendinr 1951; Litman, 1965) consideran que la teoría del instinto de muerte
es más un punto de vista filosófico que una hipótesis científica, ya que Freud la formuló
porque sin ella no podía explicar adecuadamente la autodestructividad de los seres
humanos.
Horney (1950) considera, a diferencia de estas doctrinas freudianas, que las formas
distorsionadas del desarrollo nacen de trastornos provocados culturalmente (religión,
política, figuras paternas) en el desarrollo del niño, produciendo así un desarrollo neurótico.
De esta forma aparecen actitudes que, tarde o temprano, inducen a un proceso de «angustia
básica». A medida que el niño se esfuerza por vencer su angustia básica puede desarrollar
sentimientos de superioridad. Se produce, así, un tipo de fracaso del desarrollo del yo, una
disparidad entre el desarrollo del yo idealizado y del verdadero yo, dando lugar a lo que
Horney (1950) denominó como «alienación del yo».
Para Rado (1951) los estados de depresión implican una adaptación de dependencia. El
repliegue interior de la ira del paciente se interpreta como un deseo insatisfecho de
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depender de alguien. También señala la naturaleza expiatoria de la ira dirigida contra sí
mismo, su mal encauzado propósito adaptativo de reparación, y la esperanza del sujeto de
ser perdonado y reconciliarse con el objeto de su frustración.
H. Hendin (1951) hace hincapié en las actitudes y fantasías de los pacientes en relación con
la muerte y el acto de morir. Estas fantasías de muerte que preceden al acto suicida final
suelen aparecer en un período de crisis psicológica y conflicto emocional en aumento. Así
mismo, algunos de los sistemas de fantasías inconscientes más importantes que contribuyen
a todos los suicidios toman forma de deseos, como por ejemplo: a) Un deseo cansado de
escapar. b) Un deseo culpable de castigo. c) Un deseo hostil de venganza. d) Un deseo
erótico de rendición masoquista apasionada. e) Un deseo esperanzado de rescate (Litman y
Tabachnick, 1968).
Desde su teoría interpersonal de la psiquiatría, Sullivan (1953) considera que los factores
más importantes en la actividad destructiva son la angustia y la envidia. De esta forma, el
principal factor del funcionamiento defectuoso de la personalidad es la angustia, que surge
como resultado de personificaciones inadecuadas. Sullivan denominó «sistema
antiansiedad» a la organización de la experiencia del individuo para escapar de la angustia,
y «operaciones de seguridad» a las operaciones de este sistema, las cuales tienden a
interferir con el crecimiento de la personalidad y la accesibilidad a nuevas experiencias.
Para Otto Rank (1959), la muerte autoiniciada es el resultado de un conflicto, dentro del
ego, entre el miedo de vivir y el miedo de morir. Este conflicto produciría una estrategia
basada en la negociación de la vida para la no-muerte: el individuo neurótico inhibe su vida
y, así, se mata lentamente para evitar su muerte.
Jung (1959) postuló que, a fin de que la vida tenga sentido, debía haber un contacto mínimo
entre el ego y el self. Sin embargo, surge el peligro porque el self tiene a la vez un lado
brillante y un lado oscuro; cuando prevalece el último, la muerte puede parecer más
deseable que la vida. En el suicidio, la muerte se concibe claramente como la muerte del
ego, que ha perdido contacto con el self y, por lo tanto, con el significado de la vida. El acto
suicida, según Jung (1959), ocurre cuando: a) prevalece una situación a la que sólo podría
poner fin la muerte, b) el ego se ve envuelto en el conflicto, c) el resentimiento puede
alcanzar proporciones asesinas, con la ira dirigida a la persona responsable, en cuyo caso, el
suicidio es un intento de preferir tales actos asesinos, y d) la falta de vitalidad hace
imposible encontrar alguna situación sustituta que desahogue la tensión.
Las observaciones generales de Adler (1968) le llevan a pensar que el suicidio afecta, sobre
todo, a las personalidades dependientes que siempre tratan de descansar en otros esperando
sólo gratificaciones (estilo de vida mimado), que poseen una autoestima claramente baja
(sentimiento de inferioridad), que centran el pensamiento en su propia persona (meta
egocéntrica) e intentan por todos los medios sobresalir y aumentar su actividad (grado de
actividad), y lastiman a otros cuando sueñan que le hieren o cuando uno mismo se lesiona
(agresión velada). Por lo tanto, la perspectiva del suicidio les da la sensación de ser dueños
de la vida y de la muerte, la sensación de ser omnipotentes.
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Kelly (1969), en su teoría de la concepción personal, supone que en cada suicidio se debe
plantear esta pregunta: ¿qué es lo que la persona está tratando de validar mediante su
acción? Dos condiciones bajo las cuales el suicidio parece razonable para este autor: el
realismo, cuando el curso de los acontecimientos parece tan obvio que no tiene objeto el
esperar el desenlace; y la incertidumbre, cuando todo parece tan imprevisible que uno
puede preferir abandonar la escena.
Kelly propone algunos términos para explicar el suicidio: a) «el postulado básico y el
corolario elegido», o sea, la canalización psicológica de los procesos de una persona, por
medio de los cuales anticipa los acontecimientos, con la tendencia a escoger alternativas
que parecen proporcionar más validez a su sistema conceptivo; b) «dilatación versus
constricción», como cuando una persona abarca más y más cosas, o se restringe a menos y
menos cosas con la esperanza de encontrar mayor sentido a los acontecimientos; c) «la
angustia», el sentido del caos con sentimientos de impotencia; d) «la amenaza», el resultado
de encontrarse a sí mismo al borde de un cambio significativo del ser; e) «la hostilidad», la
extorsión de pruebas confirmatorias para la validación de las concepciones personales
individuales a fin de preservar el status quo; y f) «la culpa», o sea, el sentimiento que queda
en la persona cuando sus percepciones de las demandas que le hacen los demás son
invalidadas y siente que no tiene ningún papel que desempeñar.
Sin embargo, a pesar de todas las teorías anteriores, la doctrina clásica psicoanalítica sobre
el suicidio es la obra de Menninger (1972). Este afirmó de acuerdo con el concepto
freudiano del instinto de muerte, que existen en todos nosotros fuertes propensiones hacia
la propia destrucción y éstas llegan a hacerse efectivas como suicidio cuando se combinan
muchas circunstancias y factores. Así mismo, atribuye el suicidio a causas inmediatas
evidentes y reconocibles a simple vista: locura, enfermedad y ruina económica. El mismo
autor describió los tres elementos esenciales en todo comportamiento suicida: el deseo de
matar, el deseo de ser matado, y el deseo de morir. Además, señala que en la práctica
autodestructiva intervienen los derivados de tres elementos; el autopunitivo, el agresivo y el
erótico.
Los tres componentes de la conducta suicida, los define Menninger (1972) de la siguiente
manera: a) el deseo de matar son impulsos cristalizados derivados de la agresividad
primaria; b) el deseo de ser matado son impulsos derivados de una modificación de la
primitiva agresividad cristalizada en la que, básicamente, intervienen los sentimientos de
culpabilidad y la justicia de castigo; y c) el deseo de morir que enlaza con los motivos más
sofisticados y se traduce a menudo en las ansias de reposo y en la voluntad de alejar o
rehuir los conflictos.
Otras formas de suicidio, serían el: «suicidio crónico» como aquellas formas de
autodestrucción en las cuales el individuo pospone la muerte indefinidamente, a costa de
sufrimientos y del deterioro de las funciones. Incluye en este grupo las formas de ascetismo
y martirio, invalidez crónica y neurótica, alcoholismo, conductas antisociales y psicosis;
también propone el llamado «suicidio localizado», definiéndolo como aquellas actividades
autodestructivas que se concentran habitualmente sobre una parte limitada del cuerpo
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como, por ejemplo, morderse las uñas, las automutilaciones, las enfermedades fingidas, la
policirugía, los accidentes intencionados y la impotencia y frigidez. Por último, el llamado
«suicidio orgánico» como aquel que suscita internamente procesos destructivos, generales o
focales, haciendo hincapié en los factores psicológicos de la enfermedad orgánica.
S. Sarieti, J. Bempordd (1981), al hablar de los posibles significados del intento de suicidio,
comentan las siguientes hipótesis: 1) el paciente trata de castigarse; 2) busca alivio para su
sufrimiento o desea terminar con una vida sin objeto; 3) en un nivel simbólico, trata de
matar al otro dominante; 4) el suicidio carece de significado, no es más que una indicación
del empeoramiento del trastorno bioquímico que provocó la depresión.
Weiner (1983) considera que, en realidad, una amplia fracción de los gestos suicidas y, en
menor grado, de los intentos de suicidio, se relacionan principalmente con la modificación
conductual del objeto amado primario actual, sea esposo/a, prometido/a, padre o madre y,
ocasionalmente, incluso el terapeuta. Cuando es exitosa, tal modificación ofrece guías para
actos futuros de esta naturaleza.
3. Teorías biológico-genéticas:
En cuanto a las teorías genéticas, los trabajos publicados se han movido en el continuo de
descubrir si lo que se transmite es una herencia específica del suicidio o es la enfermedad
mental. Varios estudios han señalado la asociación entre suicidio y depresión (Miles, 1977;
Sainsburt, et al., 1978; Beskow, 1979; Ringel, 1952; Boven, 1942; Brener, 1925). Las
explicaciones iniciales de las teorías genéticas intentan dar una interpretación en aquellos
casos donde existían familias con alta incidencia de suicidios. Así, Roy (1983) y Tsuang
(1983) encontraron riesgo significativamente más alto de suicidio en las familias de los
pacientes depresivos y maniacos que habían cometido suicidio, que en los familiares de
aquellos que no lo habían cometido.
Era de esperar que, si los factores genéticos estuvieran presentes en el suicidio podría, estos
podrían demostrarse claramente en estudios con gemelos, monocigóticos y heterocigóticos.
Los primeros estudios de este tipo encontraron resultados contradictorios (Wood y
Urguhart, 1901; Shapiro, 1935; Kallman, et al., 1949). No obstante, los trabajos de
Haberlandt (1967) y de Juel-Nielsen y Videbech (1970) encontraron un número
significativo de pares de gemelos monocigóticos concordantes con el suicidio.
Recientemente, un estudio sobre adopción (Schulsinger et al., 1981) encontró que las
personas biológicamente relacionadas con suicidas tenían tasas más altas de suicidio que
los relacionados por adopción.
A la vez se inició otra metodología, que consistía en estudios de individuos adoptados que
no habían sido criados ni vivido en el mismo ambiente familiar en el que habían nacido y
su grupo control de semejantes características, comparando la incidencia del suicidio en los
familiares biológicos y en los familiares adoptivos. Representativo de esta metodología son
los estudios realizados por Schulsinger et al. (1981) y Vender et al. (Seymour y Kety,
1986). Comprobaron que en los familiares biológicos de los adoptados que habían
cometido suicidio había una incidencia de suicidio mayor en relación a los controles.
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Por estos resultados no puede concluirse que el suicidio no es enteramente un patrón
genéticamente determinado. En cambio, es más probable que de todos los individuos que
están sujetos a algún proceso de vida estresante, tienen una predisposición genética para
ello, al igual que los que cometen suicidio (Seymour, S. y Kety, 1986) y basándose en el
papel del metabolismo de la serotonina en el suicidio como expresión de los factores
genéticos, se preguntan: ¿Cuál es el tracto comportamental que está genéticamente
transmitido? ¿Es la depresión por sí misma la que lleva directamente al suicidio?
Las teorías neuroquímicas, diversos estudios sobre las emociones han concluido que estas
pueden ser adscritas a centros específicos del cerebro (Snyder, 1975). En el campo
neurobioquímico de la investigación suicida han existido dos grandes hipótesis: (1) la
hipótesis de la noradrenalina (Schiuldkraut, 1965), y (2) la hipótesis de la serotonina
(Lapin, et al., 1969).
Una línea de investigación va dirigida a buscar la relación existente entre la Depresión y la
Serotonina. Diversos autores (Post et al., 1980; Asberg, et al., 1984) han encontrado que las
concentraciones promedio de 5-HIAA (ácido 5-hidroxiindol actico) y AHV (ácido
homovanílico) se encuentran reducidas en pacientes depresivos. Sin embargo, la
concentración de metabolitos monoamina alterada en el FCE (Fluido Cerebro Espinal) en
los depresivos no es tan concluyente como cabría esperar ya que existen importantes
problemas metodológicos en los estudios de autopsias (Asberg et al., 1986).
Van Praag et al (1979) encontraron una incidencia creciente de enfermedad depresiva en
familiares de pacientes con bajo 5-HIAA al compararlos con familiares de pacientes
normales en 5-HIAA. Este indicador de la vulnerabilidad a padecer una depresión, ha sido
puesto de manifiesto por Sedvall, et al. (1984), los cuales observaron que sujetos sanos con
historial familiar de enfermedad depresiva tienen más bajo el 5- HIAA que sujetos sanos
sin tal historial. También los estudios preliminares de Sedvall, et al. (1984), con gemelos,
apoyan estos hallazgos.
Es importante tener presente que no todas las depresiones llevan al suicidio, sino solamente
aquéllas en las cuales la actividad inhibitoria serotoninérgica es deficitaria, Campanilla
(1985). Así, este autor distingue dos tipos de depresión; una «agitada» con déficit de la
actividad inhibitoria serotoninérgica, que implica un elevado riesgo de suicidio, y otra
«anérgica» con insuficiencia funcional del sistema impulsor noradrenérgico que requiere un
tratamiento antidepresivo totalmente diverso al que se aplica al primer caso. En esta
perspectiva, la administración descontrolada de antidepresivos desinhibitorios es un factor
suicidógeno.
Otras, en la asociación entre los Intentos de suicidio y la serotonina. Así, Asberg, et al.
(1976) encontraron una incidencia aumentada de intentos de suicidio en un subgrupo de
pacientes con 5-HIAA bajo, en comparación con aquellos con altas concentraciones de 5-
HIAA. Más aún, los pacientes con bajas concentraciones intentaron suicidarse con métodos
violentos. Resultados que posteriormente fueron confirmados en otras investigaciones
(Agren, 1980).
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En un estudio subsiguiente por Traskman, et al. (1981) hallaron que todos los pacientes
suicidas tenían concentraciones de 5-HIAA en el FCE más bajas que los del grupo control,
tanto en los suicidas depresivos como en los suicidas no depresivos. Un seguimiento de
esos pacientes y mostró, en el lapso de un año, una tasa de mortalidad por suicidio del 20 %
en el grupo de pacientes con concentraciones inferiores a la medida de 5-HIAA en el FCE.
Relación que ha sido confirmada por diversos estudios (Van Praag, 1982; Montgomery y
Montgomery, 1982; Palanappian et al., 1983; Prez de los Cobos, et al., 1984).
Las características clínicas de los pacientes con bajos niveles de 5-HIAA en el FCE y
tendencias suicidas violentos, fueron descritos por Cronholm et al. (1977), como personas
que «mostraban poco interés por ellas mismas y que tenían falta de empatía con los demás,
tendían a evitar relaciones emocionales estrechas pe ro se les consideró como socialmente
hábiles y aceptaban el tratamiento de mala gana».
Varias investigaciones (Ballenger et al., 1979; Rosenthal, et al., 1980; Banki, 1981;
Traskman, et al., 1981; Van Praag, 1983; Ninan, et al., 1984; Banki, et al., 1984) han
estudiado la relación entre comportamiento suicida y 5-HIAA en otras categorías
diagnósticas, pues, únicamente el 50% de aquellos que cometen suicidio están
retrospectivamente diagnosticados como síndrome depresivo. Así, encontraron bajo 5-
HIAA en pacientes suicidas con desórdenes de personalidad, esquizofrenia, desórdenes
afectivos menores y alcoholismo.
Asberg et al. (1986) aventuran la hipótesis de que la relación entre el abuso de alcohol y el
comportamiento suicida son parte de un síndrome de comportamiento desinhibido que
puede estar asociado con deficientes neurotransmisores serotoninérgicos. Por lo tanto,
probablemente la serotonina actúa como un neurotransmisor o modulador inhibitorio en el
sistema nervioso central (Aghajanian, et al., 1974).
En cambio, otra línea de investigación es buscar la conexión entre el suicidio y las
catecolaminas. En este sentido, bajas concentraciones de HVA en pacientes depresivos con
intentos de suicidio han sido dadas por diversos autores (Traskman, et al., 1981;
Montgomery y Montgomery, 1982; Agren, 1983).
Roy-Byrne, et al. (1983) en un seguimiento de pacientes depresivos encontraron que un
nivel más bajo de HVA fue un mejor predictor de suicidio que el ácido 5-HIAA. Esto
puede sugerir que las concentraciones reducidas de HVA pueden estar más estrechamente
relacionadas con algún aspecto particular de la enfermedad depresiva más que con el
comportamiento suicida en general (Asberg, et al., 1986). Sin embargo, la relación del
suicidio con la noradrenalina está menos clara que la referida al suicidio con la serotonina.
4. Mitos socio-culturales y familiares entorno al suicidio.
1. Mito: el que se quiere matar no lo dice. Criterio equivocado, pues conduce a no prestar
atención a las personas que manifiestan sus ideas suicidas o amenazan con suicidarse.
Criterio científico: de cada diez personas que se suicidan, nueve de ellas manifestaron
claramente sus propósitos y la otra dejó entrever sus intenciones de acabar con su vida.
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2. Mito: el que lo dice no lo hace. Criterio equivocado, ya que conduce a minimizar las
amenazas suicidas, que pueden considerarse erróneamente como chantajes,
manipulaciones, alardes, etc.
Criterio científico: todo el que se suicida expresó lo que ocurriría con palabras, amenazas,
gestos o cambios de conducta.
3. Mito: los que intentan suicidarse no desean morir, sólo hacen el alarde. Criterio
equivocado, porque condiciona una actitud de rechazo a quienes intentan contra su vida, lo
que entorpece la ayuda que estos individuos necesitan.
Criterio científico: aunque no todos los que intentan el suicidio desean morir, es un error
tildarlos de alardosos, pues son personas a las cuales les han fracasado sus mecanismos
útiles de adaptación y no encuentran alternativas, excepto el intentar contra su vida.
4. Mito: si de verdad se hubiera querido matar, se hubiera tirado delante de un tren. Éste es
un criterio equivocado que refleja la agresividad que generan estos individuos en aquellos
que no están capacitados para abordarlos.
5. Mito: el sujeto que se repone de una crisis suicida no corre peligro alguno de recaer.
Criterio equivocado que conduce a disminuir las medidas de observación estricta del sujeto
y la evolución sistematizada del riesgo de suicidio.
Criterio científico: casi la mitad de los que atravesaron por una crisis suicida y consumaron
el suicidio, lo llevaron a cabo después de los tres primeros meses tras la crisis emocional,
cuando todos creían que el peligro había pasado. Ocurre que cuando la persona mejora, sus
movimientos se hacen más ágiles, está en condiciones de llevar a vías de hecho las ideas
suicidas que aún persisten, y antes, debido a la inactividad e incapacidad de movimientos
ágiles, no podía hacerlo.
6. Mito: todo el que intenta el suicidio estará en ese peligro toda la vida. Criterio
equivocado que intenta justificar, en algunos casos, la sobreprotección hacia el individuo y
el estigma o rechazo por temor a que se repita.
7. Mito: todo el que se suicida está deprimido. Criterio equivocado que tiende a hacer
sinónimo el suicidio y la depresión, lo cual no se ajusta a los estrictos hallazgos.
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Criterio científico: aunque toda persona deprimida tiene posibilidades de realizar un intento
de suicidio o un suicidio, no todos los que lo hacen presentan este desajuste. Pueden
padecer esquizofrenias, alcoholismo, trastornos del carácter, etc.
8. Mito: todo el que se suicida es un enfermo mental. Criterio equivocado que intenta hacer
sinónimo el suicidio y la enfermedad mental.
9. Mito: el suicidio se hereda. Criterio equivocado que tiende al nihilismo terapéutico, pues
se cree erróneamente que lo que está determinado por la herencia es imposible modificarlo.
10. Mito: el suicidio no puede ser prevenido, pues ocurre por impulso. Criterio equivocado
que limita las acciones preventivas, ya que si sucede de esta manera es imposible
pronosticarlo y, por lo tanto, prevenirlo. Invita a la inercia terapéutica.
Criterio científico: antes de intentar suicidarse, toda persona evidencia varios síntomas que
se han definido como síndrome presuicidal, consistentes en constricción de los sentimientos
y el intelecto, inhibición de la agresividad (la cual ya no es dirigida hacia otras personas y
se reserva para sí) y existencia de fantasías suicidas, todo lo cual se puede detectar a su
debido tiempo, a fin de evitar que esta persona lleve a cabo sus propósitos.
11. Mito: al hablar sobre el suicidio con una persona en este riesgo se le puede incitar a que
lo realice. Criterio equivocado que infunde temor para abordar la temática del suicidio en
quienes están en riesgo de cometerlo.
Criterio científico: está demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona en tal
riesgo, en vez de incitar, provocar o introducir en su cabeza esa idea, reduce el peligro de
cometerlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus
propósitos autodestructivos.
15
Criterio científico: si el sentido común hace que otros puedan asumir una postura de
paciente y atenta escucha, con reales deseos de ayudar al sujeto en crisis a encontrar otras
soluciones que no sean el suicidio, se habrá iniciado la prevención.
13. Mito: sólo los psiquiatras pueden prevenir el suicidio. Criterio equivocado que pretende
constituir la prevención del suicidio en un feudo de los psiquiatras.
14. Mito: los que intentan suicidarse y los que se suicidan son individuos peligrosos, pues
igual que atentan contra sí mismos pueden hacerlo contra los demás. Criterio equivocado
que tiende a generar temor al enfrentamiento a este tipo de individuos.
Existen ocasiones en las que el suicida, antes de morir, mata a otros que no desean morir,
como en el llamado suicidio ampliado en depresiones con síntomas psicóticos y en dramas
pasionales, en los que el homicida- suicida presenta un trastorno mental generalmente del
espectro depresivo.
15. Mito: el tema del suicidio debe ser tratado con cautela por los problemas sociopolíticos
que ocasiona. Criterio equivocado que limita la investigación, el abordaje y la prevención
de esta causa de muerte evitable, y que denota un desconocimiento prejuiciado del tema por
quien lo esgrime.
Criterio científico: el tema del suicidio debe ser tratado de igual forma que otras causas de
muerte, a fin de evitar las noticias sensacionalistas y aquellos manejos que provoquen la
imitación de esa conducta. Por otra parte, el suicidio es una forma de morir que se observa
en países de regímenes socioeconómicos diferentes, desde los muy desarrollados hasta los
que apenas tienen recursos, pues obedece a factores diversos, como son los biológicos, los
psicológicos, los sociales, los psiquiátricos, los existenciales, etc.
16. Mito: una persona que se va a suicidar no emite señales de lo que va a hacer. Criterio
equivocado que pretende desconocer las manifestaciones prodrómicas del suicidio.
Criterio científico: todo el que se suicida expresó con palabras, amenazas, gestos o cambios
de conducta lo que ocurriría.
17. Mito: el suicida desea morir. Criterio equivocado que pretende justificar la muerte por
suicidio de quienes los cometen y, por lo tanto, tarde o temprano lo llevará a cabo.
16
Criterio científico: el suicida está en una posición ambivalente, es decir, desea morir si su
vida continúa de la misma manera y desea vivir si se produjeran pequeños cambios en ella.
Si se diagnostica oportunamente esta ambivalencia, se puede inclinar la balanza hacia la
opción de la vida.
18. Mito: el que intenta el suicidio es un cobarde. Criterio equivocado que pretende evitar
el suicidio al equipararlo con una cualidad negativa de la personalidad.
Criterio científico: los que intentan suicidarse no son cobardes, sólo son personas que
sufren.
Criterio científico: los que intentan el suicidio no son valientes ni cobardes, pues la valentía
y la cobardía son atributos de la personalidad que no se cuantifican o miden según la
cantidad de veces que usted se quita la vida o se la respeta.
20. Mito: sólo los pobres se suicidan. Criterio equivocado que pretende hacer del suicidio
un atributo de esta clase social, sin tener en consideración que es una causa democrática de
muerte.
Criterio científico: los pobres también pueden suicidarse, aunque es más probable que
mueran de otro tipo de enfermedades por sus condiciones de pobreza.
Criterio científico: el suicidio es una causa de muerte que se observa con mayor frecuencia
en los habitantes de países desarrollados que en países subdesarrollados, pero
evidentemente los ricos no son los únicos que se suicidan.
22. Mito: sólo los viejos se suicidan. Criterio equivocado que pretende evadir al suicidio
como causa de muerte en las edades tempranas de la vida, como son los niños y los
adolescentes.
Criterio científico: los ancianos realizan menos intentos de autodestrucción que los jóvenes,
pero utilizan métodos más efectivos al intentarlo, lo cual conlleva a la muerte con mayor
frecuencia.
23. Mito: los niños no se suicidan. Criterio equivocado que intenta negar la triste realidad
del suicidio infantil.
17
Criterio científico: después que un niño adquiere el concepto de muerte puede cometer
suicidio y, de hecho, ellos toman decisiones de este tipo a estas edades.
24. Mito: si se reta a un suicida, éste no lo intenta. Criterio equivocado que pretende probar
fuerzas con el sujeto en crisis suicida y que desconoce el peligro que significa su
vulnerabilidad.
Criterio científico: casi la mitad de los que atravesaron por una crisis suicida y consumaron
el suicidio, lo llevaron a cabo durante los tres primeros meses tras la crisis emocional,
cuando todos creían que el peligro había pasado. Ocurre que cuando la persona mejora, sus
movimientos se hacen más ágiles, está en condiciones de llevar a vías de hecho las ideas
suicidas que aún persisten, y antes, debido a la inactividad e incapacidad de movimientos
ágiles, no podía hacerlo.
6. Plan de Prevención
18
El humanismo: es un enfoque de la psicología que trabaja en el aquí y el ahora, es
decir el presente del sujeto, optimizando las fortalezas que cada persona tiene. Este
modelo trabaja la tendencia suicida a partir de las experiencias o vivencias que le han
permitido tomar aquella decisión y la forma de concebir la vida y las fortalezas que le
pueden ayudar al paciente a continuar su vida.
¿Cómo se puede entender la tendencia suicida desde la psicología humanista? Para llevar
a cabo este fin, la tendencia suicida se desagregó, en tanto unidad de análisis, en tres
categorías de exploración que son: concepción de sujeto, entendimiento sobre la agresión
y consideraciones sobre el vacío existencial, con el fin de comprender de forma más
sistemática este concepto.
Para desarrollar una ruta viable en la que se encuentre una concepción de intento
suicida desde el humanismo se desagregó analíticamente el término en tres categorías:
Logoterapia La psicología humanista cuenta con una técnica de intervención para tratar
el suicidio llamada logoterapia propuesta por Viktor Frankl, esta técnica plantea que se
debe trabajar con el ser humano (enfermo o sano) desde su sentido espiritual ya que desde
allí es posible encontrar el sentido de vida que es con lo que se pretende entrar a trabajar.
19
Con respecto a esto Frankl (1994) plantea que: En el momento en que el hombre se
encuentra sin sentido, expresar el deseo de dicho sentido es una forma importante para
comenzar la terapia por lo que este permite encontrarle claridad a una orientación de su
vida y ganas de vivir. De esta manera, se puede trabajar con las personas que han tenido
intentos suicidas por lo que ellas han perdido de alguna forma su sentido.
OBJETIVOS
SESION 1
SESIÓN 2
En caso los casos que se comprometa la salud pública, la salud o seguridad del
consultante, o sea requerido ante un juez
Se propone una Entrevista de Valoración Inicial para Recolectar información sobre algunos
sentimientos de sugestión que lo abrume el paciente
SESIÓN 3
SESIÓN 4
20
Encuentro familiar
SESIÓN 5
La intención paradójica:
Es una situación en donde se expone a la persona para que afronte sus conflictos con
gracia, se requiere poner la situación que llevó a la persona a esta salida y que el individuo
se dé cuenta de que allí no está su sentido de vida y pueda encontrarlo para no regresar a la
misma situación.
SESIÓN 6
La de reflexión
En esta técnica se trata de cambiar el pensamiento obsesivo del sujeto por otro que eluda
esas ideas. Se pretende cambiar ese pensamiento que lleva a la persona a tomar este tipo de
decisiones en donde pueda considerar otras ideas como posibles salidas a las situaciones
que se le presenten.
SESION 7
Con un disparo en la cabeza: Una joven de 18 años decidió quitarse la vida en el Huila
Los problemas emocionales siguen cobrando vidas en el departamento del Huila. En esta
21
Fue en la fría mañana del pasado miércoles, que la joven de 18 años de edad, ingresó por
última vez con vida hasta su habitación, en la casa donde convivía con sus padres ubicada
sobre la vereda Alto Oritoguaz, del municipio de Elías. Con una escopeta en su poder,
apagó la luz de su rostro y con una lágrima se despidió del mundo terrenal, para dar fin a su
existencia. Con este episodio a sangre fría, quedó tendida en piso desangrándose.
La versión preliminar extraoficial, indica que la mujer, tomó la decisión de acabar con
su vida, por la forma en que fue encontrada, con el arma tipo escopeta a un lado de ella, sin
más evidencias que expliquen la razón por la que accionó el proyectil. Sus padres
El cuerpo fue hallado por la misma familia que ingresó a la habitación donde estaba
Natalia sin signos vitales. Hasta esta zona rural donde ocurrió el siniestro, llegaron las
unidades de investigación, para realizar el respectivo levantamiento del cuerpo, e iniciar las
pesquisas que dan lugar a la investigación, para esclarecer el hecho de sangre. Se desconoce
las razones y los motivos por la cual Natalia Calderón, habría tomado esta fatal decisión de
quitarse la vida.
Fuente: La Nación
ANALISIS: Es triste conocer la noticia del fallecimiento de una persona tan joven, quien
en lamentables condiciones parte de este mundo. Es por ello que nos cuestionamos, bueno
muchas personas al igual que nosotros lo harán, ya que es aberrante saber que cada vez
aumentan los casos de suicidio en nuestro departamento, que estará sucediendo; a raíz de
22
Estaremos fallando al no detectar a tiempo en nuestros familiares, parientes y allegados
señales que nos indican un posible suicido, las estaremos pasando por alto o no dando la
suficiente importancia; es vital tener presente que en muchos casos son personas que se van
entonces, ahí donde se deben tener activas nuestras redes de apoyo, aquellas que nos van a
Seguimos con infinidad de incógnitas, imaginamos que a la familia de aquella joven que
dio fin a su vida, sin darles la oportunidad de brindarle una voz de aliento y luz al final del
túnel, lastimosamente les quedaran muchas preguntas sin respuesta, en aquellos momentos
es donde se revive la película de vida y sueños de aquella joven, que sin marcha atrás ha
Es por esto que denotamos real importancia en emprender una campaña de prevención,
para evitar que más personas como aquella joven den fin a su vida, en donde podamos
brindarles luz de esperanza, que con apoyo de sus seres queridos todo tiene solución, que
puedan fortalecer e identificar sus redes de apoyo. Que en tiempos tan difíciles como los
que estamos enfrentando aquella lucha se unifique y aparte de estar unidos por nuestra
8. Referencias.
23
QUINTERO, M. H. (2012). CONSIDERACIONES SOBRE LA TENDENCIA SUICIDA
DESDE EL ENFOQUE HUMANISTA (Doctoral dissertation, UNIVERSIDAD DE SAN
BUENAVENTURA).
Chica, S. B., Henao, L. M. H., Avendaño, S. M. L., & Pineda, D. S. (2016). El suicidio
desde la Psicología Humanista. Revista Electrónica Psyconex, 8(13), 1-11.
9. Directorio.
24
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Viernes: 3156984482
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