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Evaluacion de La Personalidad Normal-Cap 2

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2

La aproximación analítico-factorial: el modelo


de los cinco factores
Guadalupe de la Iglesia, Agustín Freiberg Hoffmann

En el capítulo anterior se mencionaron distintos modelos teóricos


dedicados al estudio de la personalidad. Dentro del enfoque empírico
politaxonómico, se destacó el modelo de los cinco factores o Big Five como el
más representativo. Este modelo propone que es posible analizar la
personalidad mediante la valoración de cinco aspectos: neuroticismo,
extraversión, apertura a la experiencia, afabilidad y responsabilidad. Su
fundamentación radica en resultados de diversos análisis factoriales (estudios
estadísticos realizados mediante inventarios de personalidad). Es por ello
que para comprenderlo será necesario conocer en qué consiste este método
y cuál es su utilidad.
i

El análisis factorial

Este tipo de cálculo estadístico fue desarrollado por Spearman (1904), un


psicólogo británico que tenía como objetivo inicial estudiar la inteligencia
humana. A pesar de que es factible darle una amplia variedad de usos, se lo
emplea con asiduidad en la psicología para la construcción de instrumentos
de evaluación psicológica. En concreto, en psicometría el análisis factorial es
una de las técnicas más comúnmente empleadas para obtener evidencias
sobre la validez de los resultados obtenidos por medio de un test bajo ciertas
condiciones. Podemos recordar que las evidencias de validez para un test
dado se refieren a si el instrumento mide el constructo que afirma medir. Es
decir, por ejemplo, en el caso de un inventario de personalidad, que
34 Mercedes Fernández Liporace y Alejandro Castro Solano (comps.)

mida efectivamente la personalidad según determinadas condiciones


teóricas y metodológicas, y no algún otro atributo psicológico -
probablemente vinculado y que, por ende, podría estar contaminando o
actuando como variable interviniente en los resultados obtenidos-, como
podría ser la ansiedad.
Spearman era discípulo de Pearson y la influencia de su maestro se
advierte claramente en su propuesta, ya que el análisis factorial se basa en
el cálculo de correlaciones. En consecuencia, para lograr comprender qué
es un análisis factorial debemos primero entender qué es una correlación.
En principio, comencemos por decir que calcularla nos informará sobre el
grado de asociación entre dos variables.
Aquí podemos preguntarnos: ¿qué es una variable? Una variable es un
atributo que, tal como indica su nombre, varía. Es decir, que puede adquirir
más de un valor. Su opuesto es una constante, un atributo que no varía.
Veamos un ejemplo. Si estudiáramos un grupo de embarazadas, podríamos
analizar distintos atributos que difieren o varían entre cada una de ellas,
como por ejemplo su edad o los años de educación formal cursados por
estas futuras madres. Allí estaríamos prestando atención a dos variables (o
atributos de estas mujeres): edad y años de educación. Sin embargo, no
tendría mucho sentido analizar el atributo “sexo" ya que en este grupo es
una constante; no varía porque todas son mujeres.
Habiendo comprendido entonces a qué nos referimos cuando
hablamos de variables, podemos decir que una correlación nos indicará si
dos variables se encuentran asociadas, de qué manera y en qué grado. Por
ejemplo, se ha determinado que la capacidad de memoria está vinculada
con los años de educación de una persona. Si preguntáramos a un grupo de
sujetos cuántos años de educación han cursado y les administráramos un
test para evaluar su memoria -a los efectos de la ejemplifícación, no es aquí
relevante aludir al tipo de memoria-, obtendríamos información sobre esas
dos variables: memoria y educación. Con esos datos podríamos llevar a
cabo una correlación mediante el cálculo del coeficiente r de Pearson (el
nombre estadístico de la prueba; recordemos que Pearson fue maestro de
Spearman, y a aquel debe su nombre este índice). Su resultado
probablemente nos indicaría que las variables se encuentran asociadas. En
un análisis más detallado verificaríamos, quizás, que esta relación es
positiva o directa. Es decir, que cuantos más años de educación haya
cursado un individuo, mejor rendimiento en actividades vinculadas con el
uso de la memoria tiene. Y viceversa, este coeficiente r positivo también nos
Evaluación de la personalidad normal y sus trastornos 35

indica que cuantos menos años de educación tenga una persona, ella se
caracterizará por tener peor rendimiento en tareas memorísticas. Hasta
aquí, entonces, un ejemplo de correlación positiva.
Pasemos ahora a uno sobre correlación negativa. Podríamos preguntarle
a este grupo de sujetos sobre su edad, indagando así sobre otra variable
(edad). Si calculáramos una correlación entre las variables edad y memoria
probablemente encontraríamos que se encuentran asociadas pero de
manera inversa o negativa. A mayor edad, menos memoria y viceversa.
Finalmente, puede ocurrir que dos variables no se encuentren asociadas
entre sí. Si, continuando con el ejemplo anterior, indagáramos sobre el peso
en kilogramos de estos sujetos y lo correlacionáramos con el resultado en el
test de memoria, verificaríamos que no existe asociación entre memoria y
peso. Es decir que vamos a encontrar personas con buena memoria que
pesan mucho, término medio o poco, y lo mismo va a ocurrir entre las
personas con poca memoria o con memoria término medio. Por supuesto,
estos son ejemplos ilustrativos, pero cuando trabajamos en investigación
científica, las correlaciones que calculamos intentan siempre respetar una
lógica teórica, es decir, estar sustentadas en alguna hipótesis que tenga una
justificación basada en un modelo psicológico determinado.
Ahora bien, comenzamos este apartado comentando que el análisis
factorial se basa en el estudio de correlaciones. En el caso de los inventarios
de personalidad las variables que se correlacionan son los ítems. Recordemos
que las variables son un atributo que varía, y en el caso de 1 los test, las
personas tienen al menos dos opciones de respuesta, por lo que no todas
contestan de la misma manera y la respuesta variará según el individuo que
esté siendo evaluado. Al hablar de variables en el terreno académico, los
psicólogos y estudiantes de psicología solemos pensar automáticamente en
atributos psicológicos que asumen distintos valores -varían-; pero en términos
matemáticos este rótulo también aplica para los ítems, ya que los sujetos
responden a ellos de diferentes modos, sean aquellos dicotómicos (por
ejemplo, V o F, correcto e incorrecto) o politómicos (por ejemplo, una escala
Likert de tres, cuatro, cinco o más opciones). Y ya que estamos tratando el
tema correlaciones, es lícito pensar en términos matemáticos.
Cuando analizamos la validez de los resultados aportados por un test
mediante un análisis factorial buscamos determinar si es posible identificar
factores en los que los ítems se agrupan. Estos factores se convertirán luego
en las escalas o subescalas del testy podrían conformar un modelo para
explicar algún constructo psicológico complejo
36 Mercedes Fernández Liporace y Alejandro Castro Solano (comps.)

como la personalidad. Para encontrarlos, estudiamos cómo se correlacionan


los ítems entre sí e identificamos aquellos que están asociados, es decir,
cuyas respuestas están relacionadas de algún modo. Esta asociación nos
dará pauta de que tienen algo en común. A ese algo lo llamaremos factor y
le pondremos un nombre.
Pasemos a un ejemplo ficticio. Supongamos que tenemos un test con
seis ítems y les proponemos a los sujetos que evaluamos cuatro opciones de
respuesta: nunca, casi nunca, casi siempre o siempre. Los ítems ficticios son:
1. Reviso los correos electrónicos que envío muchas veces antes de
enviarlos
2. Me dicen que soy el alma de las fiestas
3. Suelo gastar mucho dinero sin pensarlo demasiado
4. Me siento intranquilo si las cosas no están limpias y ordenadas
5. Tengo ideas nuevas constantemente
6. Pienso que hay un solo modo correcto de hacer las cosas
Al leer las respuestas de los sujetos al test vemos que por ejemplo:

Sujeto Sujeto Sujeto Sujeto Sujeto Sujeto Sujeto


1 2 3 4 5 6 7
ítem Casi Casi Casi
Siempre Nunca Nunca Siempre
1 nunca siempre nunca
ítem Casi
Nunca Siempre Siempre Siempre Nunca Nunca
2 siempre
ítem Casi Casi
Nunca Siempre Siempre Siempre ¿?
3 siempre nunca
ítem Casi
Siempre Nunca Siempre Nunca Nunca ¿?
4 nunca
ítem Casi Casi
Nunca Siempre Siempre Nunca
5 siempre siempre
ítem Casi Casi Casi
Siempre Siempre Nunca ¿?
6 nunca nunca nunca

Un análisis a simple vista parece indicar que las personas que contestan
"siempre" o "casi siempre” al ítem 1, contestan de manera similar a los ítems
4 y 6. Lo mismo ocurre con quienes eligen la opción
Evaluación de la personalidad normal y sus trastornos 37

"nunca” o “casi nunca” para el ítem 1 ya que contestan parecido a los ítems
4 y 6. A la vez, las respuestas a los ítems 2, 3 y 5 parecen ser similares en cada
sujeto. Algunos contestan siempre/casi siempre y otros nunca/casi nunca.
Esto nos da una pauta de que algo sucede entre los ítems 1, 4 y 6 por un lado,
y con los ítems 2, 3 y 5 por el otro. Pareciera que evalúan algo en común, ya
que si tuviésemos que adivinar qué respondió el sujeto 7 a los ítems 3, 4, 5 y
6 podríamos decir que probablemente haya contestado siempre/casi
siempre a los ítems 4 y 6, y nunca/casi nunca a los ítems 3 y 5. Volviendo al
concepto de correlación, pareciera que los ítems 1, 4 y 6 están asociados por
un lado, y los 2, 3 y 5 por el otro.
Si calculáramos un análisis factorial -aunque desde ya que para realizar
un análisis de este tipo debe trabajarse con unas cantidades mucho más
grandes de ítems y de sujetos- el resultado nos indicaría algo parecido. Ha
sido posible identificar dos agrupaciones de ítems diferentes, que por alguna
razón los sujetos responden mayoritaria- mente siguiendo ciertos patrones
individuales. Cómo llamamos a cada agrupación es una decisión del
investigador que está realizando el estudio. En nuestro ejemplo, podríamos
proponer que el grupo conformado por los ítems 1, 4 y 6 se llamara
"Obsesividad” y al grupo constituido por los restantes denominarlo
"Elipomanía”. Es aquí donde surge el concepto de factor. Ellos nos permitirán
analizar la información de manera más eficiente, debido a que en lugar de
ser necesario verificar qué se respondió a cada uno de los ítems, podremos
analizar grupos de ítems en simultáneo mediante el cálculo de una escala -
suma de ítems-, que ya hayamos localizado como agrupados en un mismo
factor sobre la base de sus correlaciones.
Definimos los factores como "constructos hipotéticos o conceptos
subyacentes o latentes (no observables directamente) deducidos de las
correlaciones entre las variables" (Vallejo, 2013, p. 6). La realidad es que los
factores en sí mismos no existen en la realidad concreta, sino que los inferimos
a partir de ciertos indicadores (los ítems, en este caso). Existen varios
sinónimos que suelen usarse para referirse a los factores: dimensión,
constructo, escala, componente, variable latente. Y es importante advertir
que las etiquetas que cada investigador elija para nombrar cada factor
identificado en el análisis factorial deberán estar sustentadas por modelos
teóricos o investigaciones empíricas previas, y será la coherencia entre el
contenido de los ítems que en él se agrupan y las hipótesis del modelo la que
decida la conveniencia de elegir entre una denominación u otra.
38 Mercedes Fernández Liporace y Alejandro Castro Solano (comps.)

La personalidad es un constructo psicológico complejo ya que se


compone de varias dimensiones o aspectos. Es por ello que los análisis
factoriales se constituyen como la vía regia para el análisis de la validez de
los resultados aportados por los inventarios que pretendan medirla.
Identificar estas dimensiones nos permitirá medir en qué grado o magnitud
se encuentra presente cada una de ellas en cada evaluado. Es decir, no
existirá una puntuación total que represente la personalidad de cada sujeto
sino puntajes separados para cada uno de sus componentes. De todos
modos, conviene aclarar que en algunos otros constructos psicológicos
complejos, como es el clásico caso de la inteligencia, según el modelo teórico
que sustente el test, las puntuaciones parciales establecidas a partir de un
análisis factorial podrían dar lugar a una sumatoria de factores que
permitieran el cálculo de un puntaje total, representativo de la inteligencia
general de casa sujeto, como en el caso de las escalas Wechsler. Pero como
queremos aquí destacar, eso no depende de decisiones antojadizas de un
investigador sino de la coherencia con el modelo teórico de base.

¿Qué es el modelo de los cinco factores?

En el estudio con inventarios de personalidad mediante análisis


factoriales se ha encontrado con frecuencia que los ítems se agrupan en
cinco factores o dimensiones integrantes de ese constructo a las que los
investigadores coincidieron en denominar neuroticismo, extraversión,
apertura a la experiencia, afabilidad y responsabilidad (e.g. Digman, 1963; Fiske,
1949; Norman, 1963; Peabody, 1987; Tupes y Christal, 1961). Este modelo
para evaluar la personalidad es conocido como el modelo de los cinco
factores o Big Five. A continuación, describiremos a qué se refiere cada uno
de ellos.
El primer factor fue etiquetado como neuroticismo y se relaciona con la
inestabilidad emocional y la experiencia de malestar. La personalidad
predominantemente neurótica es característica de aquellos que se muestran
con frecuencia ansiosos, preocupados, malhumorados, deprimidos, con
presencia de trastornos del sueño y enfermedades psicosomáticas.
En segundo lugar, la extraversión se refiere a aspectos tales como la
asertividad y el dinamismo. Los extrovertidos son personas sociables,
amantes de las fiestas y/o actividades sociales, que gustan de tener
Evaluación de la personalidad normal y sus trastornos 39

muchas amistades, que sienten necesidad de hablar con gente, prefieren


estudiar en compañía, aman la aventura y el riesgo. Son también
impulsivos, bromistas, afines a la variación y al cambio, despreocupados y
agresivos.
La apertura a la experiencia, el tercer factor, se caracteriza por la presencia
de valores e ideas no convencionales, amplitud de intereses tanto relativos
al ambiente exterior cuanto al mundo interno, apertura mental y vidas
enriquecidas por la experiencia. Los intereses de estos sujetos son
predominantemente intelectuales y creativos. Suelen ser sensibles a lo
estético y se mueven en un sentido contrario a lo rutinario, necesitando
renovarse, son ocurrentes, imaginativos, inventivos.
En cuarto lugar encontramos aquella dimensión denominada afabilidad.
Las personas con este rasgo se describen como altruistas, compasivas,
confiadas, francas y sensibles hacia los demás. Se caracterizan por ser
generosos, brindar apoyo y ser afectuosos.
Por último, la responsabilidad implica la tendencia hacia el sentido del
deber, el esmero, el orden, la organización, la búsqueda de objetivos, la
autodisciplina y la eficacia. Los individuos poseedores de este rasgo son
voluntariosos, escrupulosos, puntuales, fiables y capaces de controlar sus
impulsos. En general están orientados hacia el logro.
Adicionalmente se ha determinado que cada uno de los cinco factores
puede analizarse en su interior mediante distintos aspectos que, a su vez,
los componen. Estos aspectos se reflejan en términos de subdimensiones de
menor nivel y, si nos ubicamos en el terreno de los instrumentos,
constituirían lo que conocemos con el nombre de subescalas. Ellas se
enumeran en la Tabla 1.

TABLA 1. Subdimensiones de los cinco factores (Sánchez-Cánovasy Sánchez López, 1994).

Apertura a la
Factor Neuroticismo Extraversión Afabilidad Responsabilidad
experiencia

•Ansiedad •Afecto •Fantasía •Sinceridad •Competencia


•Depresión •Gregarismo •Estética •Altruismo •Orden
•Hostilidad •Asertividad •Sentimien •Condescen- •Obediencia
•Autoconcienc •Actividad tos
•Acciones dencia •Esfuerzo hacia
ia
•Impulsividad •Búsqueda •Ideas •Modestia el logro
•Vulnerabilid De •Valores •Susceptibili •Autodisciplina
ad emociones dad
positivas
•Reflexión
40 Mercedes Fernández Liporace y Alejandro Castro Solano (comps.)

Fundamentos y antecedentes del modelo

Tal como se comentara en el capítulo precedente, ubicamos el modelo


de los cinco factores dentro de un enfoque empírico y poli- taxonómico. Su
propuesta surge de la búsqueda de datos empíricos capaces de dar cuenta
de las dimensiones de la personalidad. Es dedique no se fundamenta en
postulaciones teóricas.
El modo en el que se intentó representar esta empiria fue a través del
lenguaje, debido a que se asumió que su expresión en palabras -
generalmente adjetivos- representaba con bastante precisión las diferencias
en los rasgos de personalidad de las personas (enfoque léxico y nomo-
tético). Esta propuesta se remonta hasta Galton (1884), quien fue pionero en
el uso de adjetivos hallados en los diccionarios con el fin último de lograr
una descripción de la personalidad humana. Varios autores tomaron esta
idea para generar listados de palabras (Allport y Odbert, 1936; Cattell, 1943)
y a posteriori realizar estudios factoriales que, generalmente, finalizaban
con el hallazgo de cinco factores (e.g. Digman, 1963; Fiske, 1949; Norman,
1963; Peabody, 1987; Tupes y Christal, 1961). Fue Goldberg (1981) quien por
primera vez utilizó la denominación Big Five -los cinco grandes- para
referirse a este modelo descriptivo de la personalidad.
Un antecedente fundamental se encuentra en el trabajo de Eysenck
(1947), quien fue el primero en describir en detalle los factores iniciales
conocidos como los Big Two: neuroticismo y extraversión.
La disconformidad respecto de la idea de que la personalidad pudiera
ser descrita solo mediante esas dos dimensiones motivó a otros
investigadores a buscar modelos con mayor cantidad de factores. Es así que
Costa y McCrae (1976) hallaron un tercer factor al que nombraron apertura
a la experiencia. Su trabajo confluyó en la creación de un inventario para
evaluar la personalidad, al que llamaron NEO-PI -pollas siglas en inglés
correspondientes a las tres dimensiones y Personality Inventory- (Costa y
McCrae, 1976,1980). Luego, añadieron las otras dos dimensiones -
afabilidad y responsabilidad- (Costa y McCrae, 1985).
Este apartado se encontraría incompleto de no mencionarse otro
antecedente cardinal: los aportes de Cattell. Mediante el uso de análisis
factoriales, Cattell (1945) halló treinta y cinco factores que explicaban las
principales dimensiones personológicas. Tupes y Christal (1961) retomaron
estos hallazgos y fueron pioneros cuando propusieron que la personalidad
pudiera explicarse mediante cinco factores. El
Evaluación de la personalidad normal y sus trastornos 41

modelo de los Big Five ha tenido tanta aceptación que incluso el 16PF, un
cuestionario creado por Cattell para medir dieciséis factores de la
personalidad (Cattell, Eber y Tatsuoka, 1970), actualmente en su versión
revisada (Cattell, Cattell y Cattell, 1993) incluye la evaluación de los cinco
grandes factores.

Estudio de la personalidad desde esta visión


El modelo de los cinco factores ha sido útil para llevar a cabo
investigaciones capaces de dar cuenta de los rasgos de personalidad de
distintas poblaciones. Se han encontrado diferencias según sexo, edad,
cultura, así como asociaciones con otras variables de interés, como el
rendimiento académico, el laboral, la presencia de trastornos de
personalidad, entre otras. El fin ha sido conocer cómo se comportan los
rasgos de personalidad en los distintos individuos e identificar las
diferencias entre ellos (recuérdese que el modelo de los cinco factores se
enmarca en un enfoque nomotético).

Diferencias según sexo y edad

Las investigaciones han encontrado, por ejemplo, que las mujeres y i los
varones suelen ser diferentes en sus características de personalidad. En
general, los hallazgos demuestran que las primeras puntúan más alto en los
factores neuroticismo, extraversión, afabilidad y responsabilidad, en
contraste con los hombres, que se destacan por mayores puntuaciones en
apertura a la experiencia (Costa, Terracciano y McCrae, 2001; Lehmann,
Denissen, Allemand y Penlce, 2013; Marsh, Nagengast y Morin, 2013).
En cuanto a la edad, las conclusiones llevaron a hipotetizar que, con el
correr de los años, los sujetos aumentan sus puntajes en los factores de
afabilidad y responsabilidad, y decrecen en neuroticismo, extraversión y
apertura a la experiencia (Chan el al, 2012; Donnellan y Lucas, 2008;
Lehmann, Denissen, Allemand y Penlce, 2013; Marsh, Nagengast y Morin,
2013; Soto, John, Gosling y Potter, 2011). Resulta interesante una
investigación llevada a cabo por Specht, Egloffy y Schmulde (2011) en la
que se verificó que los rasgos de extraversión, apertura a la experiencia y
afabilidad tienen un comportamiento curvilíneo aumentando
42 Mercedes Fernández Liporace y Alejandro Castro Solano (comps.)

desde la adolescencia hacia la adultez, con un pico entre los 40 y 60 años,


observando un posterior decrecimiento.

Diferencias culturales
En ocasiones, los investigadores quisieron probar si el modelo de los
cinco factores se replicaba -es decir, si se encontraba ese mismo modelo- en
culturas diferentes de aquella en la que tuvo origen (estadounidense). En
general, cuando se verificó la estructura factorial del NEO-PI-R -el
inventario de personalidad más frecuentemente usado para medir
personalidad con el modelo de los cinco factores- los resultados indicaron
que la estructura del Big Five suele replicarse con mucha exactitud (McCrae
y Allik, 2002; Schmitt, Allik, McCrae y Benct- Martínez, 2007). Por ello se
postula que el modelo es pasible de ser generalizado a distintos entornos
culturales, es decir, se lo considera bastante universalizable.
En cuanto a las diferencias en los factores entre distintas culturas,
Schmitt, Allik, McCrae y Benet-Martínez (2007), en una investigación que
incluyó datos sobre cincuenta y seis naciones, hallaron que las personas
más extrovertidas vivían en Serbia y Croacia, y las menos extrovertidas en
Bangladesh y Francia. En relación con la afabilidad, los puntajes más altos
se dieron para los residentes de la República del Congo y de Jordania, y los
más bajos para los japoneses y lituanos. En responsabilidad puntuaron más
alto los congoleños y los etíopes, y los más bajos fueron los japoneses y
surcoreanos. En cuanto a neuroti- cismo, los individuos con mayor puntaje
se encontraban en la Argentina y Japón, y los que tenían menor puntaje, en
el Congo y Eslovenia. Finalmente, en relación con la apertura a la
experiencia los mayores puntajes se hallaron en chilenos y belgas, y los
menores, en Japón y China.

Asociación con otras variables, trabajos psicométricos


locales y datos curiosos
Los cinco factores también han sido analizados en relación con otras
variables de interés como el rendimiento académico. Es así que se observó
que quienes se caracterizaban por mayor apertura a la
Evaluación de la personalidad normal y sus trastornos 43

experiencia tenían más éxito en sus estudios (Spengler, Lüdtke, Martin y


Brunner, 2013). También, en otra veta de análisis, se encontró que un mejor
rendimiento, pero en este caso en el ámbito laboral, se daba en empleados
de atención telefónica que tenían mayores niveles de afabilidad
(Timmermar, 2004).
Asimismo, se han hallado relaciones significativas entre los rasgos de
personalidad y distintos trastornos mentales. Por ejemplo, Quilty, Scllbom,
Tackett y Bagby (2009) concluyeron que los factores neuroticismo, afabilidad
y extraversión podían predecir la presencia de un trastorno bipolar. En
relación con las adicciones, los adictos al tabaco demostraron obtener
puntajes más elevados en neuroticismo y menores en afabilidad (Jafar, 2012).
Y quienes presentan mayor estrés laboral solían tener elevada la escala de
neuroticismo, y disminuidas las de apertura y responsabilidad (Tórnroos,
Hintsanen, Hintsa, Jokela, Pulkki-Ráback, TIutri-Káhónen y Keltikangas-
fárvinen, 2013).
Algunos resultados de carácter curioso, por ejemplo, indicaron que
quienes utilizaban con asiduidad la red social Facebook presentaban altos
grados de neuroticismo, extraversión y apertura a la experiencia, mientras
que quienes usaban Twitter tenían bajos niveles de neuroticismo y
extraversión (Hughes, Rowe, Batey y Lee, 2012). También las personas que
tenían preferencia por melodías ligadas a sentimientos de tristeza
presentaban mayores niveles de apertura a la experiencia o bajos en
extraversión (Ladinig y Schellenberg, 2012), y los sujetos con actitudes
materialistas mostraban elevadas calificaciones en neuroticismo y bajas en
afabilidad (Watson, 2014).
En cuanto a estudios locales de calidad psicométrica para instrumentos
derivados de este modelo, podemos nombrar los desarrollados
recientemente con el IPIP-NEO (Cupani, Pilatti, Urrizaga, Chincolla y
Richaud de Minzi, 2014, en prensa), con el NEO-FFI, versión abreviada del
NEO-PI (Cupani, Vaiman, Font, Pizzichini y Zaretti, 2012) y con el Adjective
Checklist for Personality Assessment (Ledesma, Sánchez y Díaz Lázaro,
2011). Y hace más de una década, los trabajos de Castro Solano (2002) y de
Castro Solano y Casullo (2001), con su adaptación del Big Five Inventory
(John, Donahue y Kentle, 1991).
44 Mercedes Fernández Liporace y Alejandro Castro Solano (comps.)

Conclusiones
Podemos concluir que el modelo de los cinco factores se constituye
como una propuesta primordial en el estudio de la personalidad. A lo largo
del capítulo delimitamos que se basa en datos léxico-empíricos que son
luego analizados mediante un cálculo estadístico particular denominado
análisis factorial. También se señaló que muchas investigaciones han
hallado y confirmado la existencia de las cinco dimensiones a lo largo de
numerosas y diversas poblaciones. Adicionalmente, se repasaron algunos
resultados de estudios que analizaron estos rasgos de personalidad
examinando si se verificaban diferencias según sexo, edad y cultura, y otros
trabajos en los que se daba cuenta del vínculo de los factores con otras
variables como el rendimiento académico, laboral y los trastornos mentales.
En el próximo capítulo del libro, se realizará un recorrido por algunos
aspectos de la salud mental ligados a la personalidad: la búsqueda de
consenso para la descripción de los trastornos de personalidad.

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