Lengua Española 3ero Secundaria PDF
Lengua Española 3ero Secundaria PDF
Lengua Española 3ero Secundaria PDF
Ilustración: Ruddy Núñez, José Amado Polanco, Tulio Matos y Guillermo Pérez.
Ilustración de portada: José Amado Polanco y Wilson Soto.
Equipo técnico:
• Corrección de estilo: Andrés Blanco Díaz y Luis Beiro Álvarez
• Diseño gráfico: Nayrobis Espinal Tolentino y Jonathan Álvarez Rojas
• Separación de color: José Morales Peralta y César Matías Peguero
Registro Industrial:58-347
Impreso en República Dominicana
Printed in Dominican Republic
Unidad 1 Pág. 12
Unidad 2 Pág. 18
Unidad 3 Pág. 24
2
Unidad 4 Pág. 30
Unidad 5 Pág. 36
Unidad 6 Pág. 42
3
EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA
Los margraves
Los hijos del Conde Olar heredaron la extraordinaria fuerza física, los ojos gri-
ses, el áspero cabello rojinegro y la humillante cortedad de piernas de su padre.
Sikrosio, el primogénito, tenía más rojo el pelo, también eran mayores su fuerza y
corpulencia, su destreza con la espada y su osadía. Por contra, de entre todos ellos,
resultó peor jinete, precisamente por culpa de aquellas piernas cortas, gruesas y
ligeramente zambas que algunos —bien que a su espalda— tildaban de patas.
Si hubo algún incauto o malintencionado que se atrevió a insinuarlo en su pre-
sencia, no deseó, o no pudo, repetirlo jamás.
Desde temprana edad, Sikrosio dejó bien sentado que no se trataba de una cria-
tura tímida, paciente, ni escrupulosa en el trato con sus semejantes. Su valor y
arrojo, tanto como su naturaleza, no conocían el desánimo, la enfermedad, la
cobardía, la duda, el respeto ni la compasión. Pronunciaba estrictamente las pa-
labras precisas para hacerse entender, y no solía escuchar, a no ser que se refi-
riesen a su persona o a su caballo, lo que decían los otros. No detenía su pensa-
miento en cosa ajena a lances de guerra, escaramuzas o luchas vecinales y, en
general, a toda cháchara no relacionada con sus intereses. Cuando no peleaba,
distribuía su jornada entre el cuidado de sus armas y montura, la caza, ciertos
entrenamientos guerreros y placeres personales —no muy complicados estos, ni
4
Evaluación diagnóstica
5
De improviso, algo que no era brisa, ni pisada de hombre o animal, ni aleteo, ni,
en fin, cuanto su oído de cazador conocía, agitó sutilmente la maleza. Sin razón
alguna —su instinto se lo advertía— un ave huyó, espantada. Y a poco la vio caer
a su lado, como herida. Pero no había sangre, ni en sus plumas ni en el olor de la
mañana. Era una muerte inexplicable, una especie de caída sobre sí misma, sin
heridas, mostrando tan solo las huellas de su pavor, arma invisible. [...]
Sikrosio no avanzó ni un dedo hacia ella. Había caído un rayo de luz que atrave-
saba el resplandor de aquel sol apenas brotado, que aún parecía verterse en el
cielo como un líquido. Entonces sintió que la tierra temblaba bajo su cuerpo, y
era aquel un temblor levísimo. Para quien no conociera la áspera y delicada na-
turaleza como él la conocía, era un temblor casi impalpable, parecido a un sordo
retumbar, aunque sin ruido: redoble de lejanos tambores, pero mudo.
Sikrosio notó cómo su cuerpo se inundaba de sudor, a pesar de que el calor no
había llegado aún a aquellas tierras. Como vio hacer tantas veces a culebras y
salamandras, reptó hasta allí donde la maleza y hojarasca eran más tupidas y
apretó la jabalina contra su costado.
Entonces, sobresaltado, oyó los cascos de su caballo —que hasta aquel momen-
to pacía cerca de él— en una alocada huida. Su relincho atravesó el cielo, igual
que una flecha de muerte, y Sikrosio olió la muerte, clara y físicamente: era un
olor que conocía bien. [...]
6
Evaluación diagnóstica
Luego, llegó a sus oídos un sigiloso y rítmico golpear. Parecía uno solo, pero es-
taba hecho de otros muchos: uno en innumerables, como las alas que batieran
todas a la vez, con vibración y puntualidad de bien adiestrados timbales. Venía
de allí abajo y chocaba contra el agua. En aquellos parajes apenas había alguna
barca de las usadas por los pescadores que habitaban junto al lago. «Son remos.
Remos que baten en el río. Vienen del Norte...». [...]
Un gusto a sal inundó su paladar y lengua, y tuvo la clara visión de un mar gris y
helado brotando a través de la niebla que rodeaba su conciencia. Incrustado en su
más remota memoria, el mar gris y helado, sin orilla posible, se extendió y le inva-
dió, taladrado por ensordecedores, cruelísimos gritos de gaviotas. Desde la última
piel de su memoria, antes de que se borrara de ella, nuevamente lo reconoció.
Después, lentamente, del verdinegro mundo del río apareció la enorme y alta
cabeza del dragón, tan pausada como una pesadilla. Iracunda, implacable, cu-
bierta de escamas, sus ojos de fuego atravesaban los destellos del mismo sol.
Salió de la maleza y alzó su cuello, como un grito.
[...] Era su viejo, odiado, amado, conocido, desconocido, deseado, temido, salva-
je dragón, hundiéndole por vez primera en la conciencia pantanosa y abomina-
ble del terror.
Luego, vinieron ellos.
Ana María Matute
Olvidado Rey Gudú (española) (fragmento)
7
COMPRENSIÓN LECTORA
Obtener información
3 Elabora una ficha con los datos del protagonista del texto:
FICHA
Nombre:
Familia:
Edad:
Estatus social:
Aficiones:
8
Evaluación diagnóstica
Interpretar el texto
6 ¿Qué tenían las piernas de Sikrosio y por qué nadie hablaba de ellas?
7 La autora describe a Sikrosio por lo que no era. Indica en cada caso lo que sí describe
al personaje:
«...no conocía»:
9 ¿Qué rasgos de la descripción del personaje solo pueden ser exageraciones o hipérboles?
9
COMPRENSIÓN LECTORA
Interpretar el texto
• Elementos:
Nombre:
Nacimiento:
• Lógica:
• Mítica:
10
Evaluación diagnóstica
Reflexionar y valorar
16 Los rasgos de Sikrosio corresponden a prototipos de épocas pasadas. Contrasta ese modelo
con los prototipos masculinos actuales en estos aspectos:
Aficiones
Agresividad
Apariencia física
Comunicación
Empatía
17 ¿Cuáles son las reacciones naturales ante el terror? Señala las tres que consideres
más habituales y explica por qué utiliza la naturaleza este mecanismo ante una amenaza
o peligro:
1.ª
2.ª
3.ª
¿Por qué?
11
1 El gigante simpático
Mi padre era, sin la menor duda, el padre más maravilloso y estupendo que pue-
da haber tenido niño alguno.
Uno podría pensar, si no se lo conocía bien, que era un hombre severo y serio.
No lo era. En realidad, era una persona tremendamente divertida. Lo que le ha-
cía parecer tan serio era que nunca sonreía con la boca. Sonreía con los ojos. Te-
nía los ojos muy azules y, cuando algo le parecía gracioso, sus ojos se iluminaban
y, si uno miraba atentamente, podía ver una diminuta chispa dorada bailando en
sus pupilas. Pero la boca no se movía nunca.
Yo me alegraba de que mi padre sonriera de esa manera. Eso significaba que
nunca me dedicaba una sonrisa falsa, porque es imposible hacer que tus ojos
chispeen si tú no te sientes chispeante. Sonreír con la boca es diferente. Se pue-
de fingir una sonrisa con la boca siempre que a uno le dé la gana: basta con mo-
ver los labios. También he aprendido que una verdadera sonrisa con la boca
siempre va acompañada de una sonrisa con los ojos, así que te aconsejo que
tengas cuidado cuando alguien te sonría con la boca si sus ojos no se alteran.
Seguro que es falsa.
Mi padre no era lo que se podría llamar un hombre instruido, y dudo que hubie-
ra leído veinte libros en su vida. Pero era un maravilloso narrador. Inventaba un
cuento para mí todas las noches, y los mejores se convertían en seriales y conti-
nuaban muchas noches seguidas.
12
Competencia lectora
1
Uno de ellos, que debió durar por lo menos cincuenta noches, trataba de un tipo
enorme que se llamaba el Gigante Simpático o el GS para abreviar. El GS era
tres veces más alto que un hombre corriente y sus manos eran tan grandes co-
mo carretillas. Vivía en una inmensa caverna subterránea, no lejos de nuestra
gasolinera, y solamente salía cuando estaba oscuro. Dentro de la caverna tenía
una fábrica de polvos en la que se había hecho más de cien clases diferentes de
polvos mágicos.
A veces, mientras me contaba sus cuentos, mi padre paseaba arriba y abajo agi-
tando los brazos y moviendo los dedos. Pero generalmente se sentaba cerca de
mí, en el borde de mi cama, y hablaba muy bajito.
—El gigante simpático hace sus polvos mágicos con los sueños que los niños
sueñan mientras duermen —decía.
—¿Cómo? —preguntaba yo—. Dime cómo, papá.
—Los sueños son algo muy misterioso. Flotan en el aire de la noche como nube-
cillas, buscando a la gente que duerme.
—¿Se pueden ver?
—Nadie los puede ver.
—Entonces, ¿cómo los caza el gigante simpático?
—¡Ah! —decía mi padre—. Eso es lo interesante. Verás, mientras flota en el aire
de la noche, el sueño hace un ruidito como un zumbido, un sonido tan suave y
tan bajo que es imposible que las personas normales lo oigan. Pero el GS lo oye
fácilmente. Él tiene un oído fantástico.
A mí me encantaba la expresión lejana e intensa que aparecía en la cara de mi
padre cuando estaba contando un cuento. Su cara se ponía pálida, serena y dis-
tante, y no advertía nada de lo que le rodeaba.
13
—El GS —decía— puede oír los pasos de una mariquita cuando camina sobre
una hoja. Puede oír los murmullos de las hormigas que corretean por el suelo
cuando hablan entre ellas. Puede oír el agudo grito de un árbol cuando un leña-
dor lo corta con el hacha. ¡Ah!, sí, hay todo un mundo de sonidos a nuestro alre-
dedor que no oímos porque nuestros oídos no son lo bastante sensibles.
—¿Y qué pasa cuando él coge los sueños? —preguntaba yo.
—Los mete en botellas de cristal y aprieta bien los tapones. Tiene miles de bote-
llas de esas en su cueva.
—¿Coge los sueños malos además de los buenos?
—Sí —contestaba mi padre—. Coge los dos. Pero solo usa los buenos para sus polvos.
—¿Qué hace con los malos?
—Los hace estallar.
Me es imposible decirte cuánto quería yo a mi padre. Cuando estaba sentado
junto a mí, en mi cama, yo deslizaba mi mano en la suya y él doblaba sus largos
dedos en torno a mi puño, apretándolo.
[...]
Mi padre me daba un beso y luego bajaba la mecha de la lámpara de parafina
hasta que la llama se apagaba. Se sentaba delante de la estufa de leña, que ahora
daba un hermoso resplandor rojo en la habitación oscura.
—Papá —murmuraba yo.
—¿Qué?
—¿Has visto alguna vez de verdad al Gigante Simpático?
—Una vez —decía mi padre—. Solo una vez.
—¡Sí! ¿Dónde?
—Yo estaba detrás del carromato y era una noche clara de luna, y por casualidad
miré hacia arriba y, de repente, vi a una persona tremendamente alta que corría
por la cima del monte. Tenía una forma de andar rara, a grandes zancadas, y su
capa negra ondeaba tras él como las alas de un pájaro. [...] Cuando llegó al alto
seto de espino que hay al final del prado, pasó tranquilamente por encima, como
si no existiera.
—¿Tuviste miedo, papá?
—No; era emocionante verlo y un poco extraño, pero no tuve miedo. Duérmete
ya. Buenas noches.
Roald Dahl
(británico) (fragmento)
14
COMPRENSIÓN LECTORA 1
2 Transcribe las oraciones en las que se justifica que el padre del niño
era un maravilloso narrador.
5 ¿Qué características del padre predominan en el texto: las físicas, las de carácter
o ambas? Justifica tu respuesta.
15
GRAMÁTICA
La lengua y su organización
11 Identifica las palabras polisémicas y escribe dos oraciones con cada una de ellas,
de manera que en cada oración la palabra tenga un significado distinto.
• banco gancho ladrillo
• caracol lámpara alfombra
16
ORTOGRAFÍA 1
Queísmo y dequeísmo
Si podemos preguntar: “¿De qué lo convencí?”, entonces decimos: “Lo convencí de que…”.
Si podemos preguntar: “¿Qué calculo?”, entonces decimos: “Calculo que…”.
13 Escribe oraciones en las que uses correctamente las palabras que y de que.
de
de que
17
2 La posadera y su nieto
Había una vez tres jóvenes que emprendieron juntos un largo viaje. Una noche
llegaron a una pequeña ciudad y decidieron quedarse a dormir en una agradable
y acogedora posada. Los jóvenes confiaron a la posadera una bolsa que contenía
todo su dinero. Uno de ellos, en presencia de los otros dos, advirtió a la mujer:
—Esta bolsa nos la devolverá a los tres juntos. Nunca a uno de nosotros por se-
parado, ¿de acuerdo?
La mujer asintió y guardó la bolsa en un lugar seguro.
Algo más tarde, cansados del largo viaje, los tres amigos pidieron a la posadera
que les preparara lo necesario para tomar un baño. La mujer lo dispuso todo al
instante: toalla, jabón, esponja... Pero se olvidó de poner peine.
Los jóvenes se dieron el merecido baño. Al poco rato, mientras se vestían, observa-
ron que no había peine. Entonces, uno de los tres jóvenes salió en busca de la posa-
dera. Una vez junto a ella, el joven, en vez de pedirle el peine, le pidió el dinero.
—No te lo puedo dar —respondió la mujer—. ¿O no recuerdas que se lo tengo
que entregar a los tres juntos?
Entonces, el muchacho le rogó que lo acompañara hasta la puerta del baño. Allí
gritó a sus compañeros:
—¡No me lo quiere dar!
18
Competencia lectora
2
19
COMPRENSIÓN LECTORA
• ¿Qué les dio la posadera a los jóvenes antes de que se dieran un baño?
20
2
6 ¿Cuál de estas oraciones originó el malentendido que permitió a uno de los jóvenes
llevarse el dinero? Marca y luego contesta.
Primero Luego
Primera:
Segunda:
21
GRAMÁTICA
El signo lingüístico
Manzana
Falda
22
ORTOGRAFÍA 2
• Como regla general, las palabras monosílabas no se acentúan. Sin embargo, algunas
veces, se escribe tilde para poder diferenciarlas de otras iguales en la forma, pero con
distinto significado. Esta tilde se llama tilde diacrítica.
12 Escribe tres oraciones en las cuales recojas parejas de palabras que únicamente
se distingan por la tilde diacrítica, como en el ejemplo.
Ejemplo: Quiero que le dé arroz de Calasparra.
1.
2.
3.
mi /mí tu / tú el / él
1.
2.
3.
23
Lo recordaremos
3 por usted perfectamente
Despertó... y deseó Marte. “Los valles”, pensó. “¿Cómo sería pasear por ellos?”.
El sueño creció más y más a medida que recuperaba la conciencia: el sueño y el
anhelo. Prácticamente podía sentir la envolvente presencia del otro mundo, que
solo habían visto los agentes del gobierno y los altos funcionarios. ¿Un emplea-
do como él? Poco probable [...] Iré, se dijo. “Veré Marte antes de morir”. [...]
Después de bajar del taxi, Douglas Quail caminó lentamente por tres andadores
peatonales densamente transitados hacia la moderna, atractiva y sugerente en-
trada. Y allí se detuvo, obstruyendo el tráfico del mediodía, y con cautela leyó el
letrero de neón de colores que cambiaban sucesivamente. Esto era muy distinto;
lo que estaba haciendo ahora era extraordinario.
Algo que tarde o temprano debía ocurrir.
RECUERDA, S.A.
¿Era esta la respuesta? Después de todo, una ilusión, no importa cuán convincente
fuera, seguía siendo una ilusión. Por lo menos vista objetivamente. Pero subjetiva-
mente..., era todo lo opuesto. [...] Después de un breve pero frustrante momento
de sentirse perdido, encontró el cuarto correcto. La puerta se abrió y, en su inte-
rior, frente a un escritorio de nogal, estaba sentado un hombre de apariencia cor-
dial, de edad madura, que usaba un traje de moda de piel de rana marciana. Su
solo atuendo le indicaba a Quail que había dado con la persona correcta.
—Siéntese, Douglas —dijo McClane, indicando con su regordeta mano una silla que
estaba de cara al escritorio—. Así que usted quiere haber ido a Marte. Muy bien.
Tenso, Quail se sentó.
24
Competencia lectora
3
—No estoy seguro de que valga la pena el precio —dijo—. Cuesta mucho, y hasta
donde yo veo, en realidad no obtengo nada. “Cuesta casi tanto como ir”, pensó.
—Claro que sí, obtiene pruebas tangibles de su viaje —contradijo enfáticamente
McClane—. Todas las pruebas que necesite. Mire, le mostraré.
Revolvió en un cajón de su impresionante escritorio:
—Un talón de viaje —de una carpeta de papel manila extrajo un pequeño cua-
drado de cartoncillo impreso.
—Prueba de que usted fue y regresó: postales —desplegó, en una hilera
muy bien arreglada, cuatro postales con sus sellos, a todo color y en ter-
cera dimensión.
—Películas. Fotos que usted tomó de lugares de Marte con una cámara móvil
alquilada —también las desplegó para Quail.
—Y los nombres de la gente que conoció, recuerdos típicos que llegarán de Mar-
te en un mes. Y un pasaporte, los certificados de las vacunas que recibió. Y más.
Observó intensamente a Quail.
—Sabrá con seguridad que fue —dijo—. No nos recordará: no me recordará a
mí, ni que estuvo aquí. Será un viaje real en su mente, se lo garantizamos. Dos
semanas de experiencias; hasta el detalle más insignificante. Recuerde esto: si en
algún momento usted duda de que hizo un largo viaje a Marte, puede volver
aquí y le reembolsaremos su dinero. ¿Qué me dice?
—Pero no fui —dijo Quail—. Y nunca habré ido. No importan las pruebas que
me dé —respiró profunda e irregularmente—. Y nunca habré sido agente secre-
to de Interplan —le parecía imposible que el implante de memoria de Recuerda,
S. A. realmente funcionara... a pesar de lo que había oído.
—Sí, señor Quail —dijo McClane pacientemente—. Como nos explicó en su carta,
usted no tiene la oportunidad, la menor posibilidad de ir a Marte algún día. No lo
puede pagar y, mucho más importante, usted nunca se clasificaría para ser agente
secreto de Interplan ni de nadie más. Esta es sin duda la única forma en que usted
puede alcanzar su... mmm... su sueño de toda una vida. ¿No estoy en lo cierto, se-
ñor? Usted no puede ser esto; de hecho, no puede hacer esto —ahogó la risa—. Pe-
ro puede haber sido y haber hecho. Nosotros nos ocupamos de eso. Y nuestra tarifa
es razonable; no hay cargos ocultos —sonrió alentadoramente. [...] El paquete que
se le inserta mientras usted está en coma es la creación de grandes expertos, de
hombres que han pasado años en Marte; en todos los casos verificamos los detalles
minuciosamente. Y usted eligió un sistema extraobjetivo bastante fácil. Si hubiese
escogido Plutón o hubiera querido ser emperador de la Alianza del Planeta Interior,
hubiéramos tenido más dificultades... y el costo sería considerablemente mayor. [...]
25
COMPRENSIÓN LECTORA
2 ¿Qué argumentos utiliza McClane para convencer a Quail de contratar los servicios
de Recuerda, S. A.?
Antes Después
26
3
5 Copia los enunciados que expresen los siguientes estados emocionales del protagonista:
• Duda:
• Preocupación:
• Decisión:
7 ¿Qué sabe el narrador respecto de los hechos que narra? Marca y justifica.
8 ¿Es importante el servicio que brinda la empresa Recuerda, S.A.? ¿Por qué?
27
GRAMÁTICA
11 Identifica el tipo de narrador (externo o interno) del siguiente texto y la persona gramatical
que emplea para narrar la historia:
Inventario
Contesta. ¿Hay alguna frase entre los enunciados que has seleccionado?
• Mi vecino sacaba todos los días a su gato. Quizás pasó una semana buscándolo.
• Ve a hacer tus necesidades. ¡Qué gato tan bonito!
• ¿Un gato imaginario? El gato podría ser negro.
• El gato se movía sigilosamente. Ojalá mis padres me dejen tener un gato.
Identifica en esos enunciados un sintagma nominal, un sintagma verbal, un sintagma
adjetival y un sintagma adverbial.
28
ORTOGRAFÍA 3
15 Distingue si los pronombres marcados funcionan como objetos directos u objetos indirectos.
16 En cada par de oraciones, marca con una C la que es correcta y con una I la incorrecta.
17 Indica los casos de leísmo, laísmo o loísmo que se dan en estas oraciones.
Luego, en los casos en que sea necesario, escribe debajo la versión correcta.
29
4 La Odisea
Canto XII
Ulises desafía el poder las sirenas siguiendo las instrucciones que Circe le da
para resistir a su embrujo.
Circe me cogió de la mano, me hizo sentar separadamente de los compañeros y,
acomodándose cerca de mí, me preguntó qué me había ocurrido. Yo se lo conté.
Entonces me dijo estas palabras:
—Escucha bien lo que te voy a decir. Un dios en persona te lo recordará más tar-
de. En tu viaje, llegarás primero a las sirenas, que encantan a cuantos hombres
van a su encuentro. Aquel que imprudentemente se acerca a ellas y oye sus vo-
ces, ya no vuelven a ver a su esposa ni a sus hijos. Las sirenas lo hechizan con su
sonoro canto, sentadas en una pradera en el centro de un enorme montón de
huesos de hombres putrefactos cuya piel se va consumiendo.
Por eso, cuando escuches a las sirenas, pasa de largo y tapa las orejas de tus
compañeros con cera para que ninguno las oiga. Y si tú deseas oírlas, haz que te
amarren de pies y manos al mástil de la embarcación. Así podrás deleitarte escu-
chándolas, sin sucumbir a su encanto. Y advierte a tus compañeros que, si llega-
ras a suplicarles que te suelten, te amarren más fuerte aún.
Así dijo. Y en ese momento apareció la Aurora, de áureo trono. La divina entre
las diosas se internó en la isla y yo, encaminándome al bajel, ordené a mis com-
30
Competencia lectora
4
31
COMPRENSIÓN LECTORA
• ¿Qué sucedió cuando el corazón de Ulises sintió fuertes ganas de oír a las sirenas?
2 Ordena los hechos del relato según como sucedieron. Numera del 1 al 7.
3 ¿Por qué Ulises decide compartir los vaticinios de Circe con sus compañeros?
4 En los relatos épicos abundan los epítetos épicos que consisten en denominar
a cada personaje por una de sus características más sobresalientes. Por ejemplo:
la diosa Atenea, la de ojos de lechuza.
32
4
6 La imagen que Circe ofrece a Ulises sobre las sirenas no coincide con la caracterización
que hacen ellas de sí mismas. Describe a las sirenas.
8 Busca información sobre la mitología griega y haz una descripción de los siguientes
personajes mencionados en el texto:
• La Aurora:
• La Parca:
9 ¿Qué crees que habría pasado en cada uno de los siguientes casos?
10 ¿Por qué Ulises considera fieles a sus compañeros? ¿Qué elementos del relato
te permiten deducirlo?
33
GRAMÁTICA
Los sintagmas
Clases de sintagmas:
• Sintagma nominal (SN) Su núcleo es un sustantivo.
• Sintagma verbal (SV) Su núcleo es un verbo.
• Sintagma adjetival (SAdj.) Su núcleo es un adjetivo.
• Sintagma adverbial (SAdv.) Su núcleo es un adverbio.
11 Completa los sintagmas con una palabra que funcione como núcleo y escribe al lado
qué tipo de sintagma es.
• La derretida .
• a las nueve.
• ¿Que dónde vive? de ti.
• ¿Cómo es tu hermano? ¡Muy !
34
ORTOGRAFÍA 4
• Medir
• Reducir
• Caber
Ejemplo:
• Traer 1.ª persona del singular del pretérito imperfecto de subjuntivo:
trajera o trajese Me pidió que le trajese un regalo.
35
5 Una historia en bicicleta
En realidad me sentía fenomenal por haber pasado un rato en este río. El agua
que pasaba sobre las piedras hacía una especie de rumor. Me tumbé en la hierba
y cerré los ojos. Me quedé dormido.
Debía de haberse estado escondiendo justo en las montañas detrás de mí. Mon-
tañas de apariencia afable bordeadas por una estrecha hilera de árboles y de ci-
mas redondeadas. Montañas que en realidad parecían suaves, pero detrás había
una tormenta preparada para pillarme. La temperatura debió de caer rápida-
mente, pero no tanto como para despertarme. La nieve, también. Primero fue
con probabilidad solo una ráfaga de nieve, porque cuando al fin abrí los ojos,
apenas estaba cubierto de nieve húmeda y el remolino fue solo el principio. Lle-
gó increíblemente rápido. No podía ver nada y tenía el cuerpo entumecido y, su-
pongo, como la comida congelada.
Busqué a tientas la bicicleta. Palpé en todas direcciones, sin atreverme a po-
nerme de pie porque sinceramente sentía que el viento, la potencia de la tor-
menta de nieve, podría haberme arrojado al río. ¡La bici! Toqué las alforjas del
equipaje. Parecía increíblemente estúpido hacerlo, una pérdida de tiempo, qui-
zá imposible, pero saqué la carpa, busqué las estacas de metal, las clavé y em-
pujé hacia arriba los palos de fibra de vidrio hasta que elevaron la cúpula de
nailon. Desaté las alforjas de la estructura metálica de la bicicleta y las empu-
36
Competencia lectora
5
37
Caminé rezando para que fuera en la dirección por la que había venido. Cami-
né hasta que estuve al borde del río. No encontraba la carpa. Me empezó el pá-
nico en los pies y en las rodillas. Siempre se empieza por allí. El pánico me ador-
mecía los pies, que sentía pesados sobre la nieve; esta me llegaba ya a media
pantorrilla. Me alejé de la orilla y, en una especie de deslizamiento lateral, bus-
qué en todas direcciones con cada resbalón de mis pies congelados. Choqué
con algo y alargué la mano hacia abajo expectante. Mi carpa. Pasé la mano alre-
dedor de ella, buscando la entrada. Al estirar los brazos no podía verme las ma-
nos. Esa forma de nevar parece increíble. Una catarata de nieve. Fría. Azotando.
La carpa se agitaba.
Caí de rodillas, metí a Kenny dentro de la carpa y me arrastré hacia dentro tras él.
—Así que eres Kenny, ¿eh?
—Ajá.
De repente me vino una imagen de más Kennys ahí fuera.
—¿Estabas solo?
—Sí.
—Muy bien. Soy Smithy.
Saqué la mano para que nos diéramos un apretón. Él la estrechó. Le castañetea-
ban los dientes. Volvió a meter la mano dentro del saco y se tumbó de lado mi-
rando hacia mí. Puse las alforjas al fondo de la carpa y recosté la cabeza sobre
ellas. Escuchamos el viento.
—¿Te has hecho daño en algún sitio?
—Creo que no.
—Muy bien.
—Vivo en Creede. No fui a clases.
—¿No fuiste a clases? Eso no está bien.
—Fui a pescar.
El viento y la nieve nos sacudieron con fuerza durante un segundo, pero luego
calmó y, por primera vez desde que me había despertado con la nieve, pude oír
el torrente del río.
—¿Pescaste algo?
Ron McLarty,
(estadounidense)
38
COMPRENSIÓN LECTORA 5
2 ¿Qué o quién debía de haberse estado escondiendo justo en las montañas detrás del protagonista?
PROBLEMA
O NUDO
39
GRAMÁTICA
La estructura de la oración
• ¿Y el predicado?
1.
2.
3.
4.
5.
40
ORTOGRAFÍA 5
Anacoluto y pleonasmo
Un buen concierto
41
6 La buena vida
Quieres darte la buena vida: estupendo. Pero también quieres que esa buena vi-
da no sea la buena vida de una coliflor o de un escarabajo —con todo mi respeto
por ambas especies—, sino una buena vida humana. Es lo que te corresponde,
creo yo. Y estoy seguro de que a ello no renunciarías por nada del mundo.
Ser humano consiste, principalmente, en tener relaciones con los otros seres
humanos. Si pudieras tener muchísimo dinero, una casa más suntuosa que un
palacio de Las mil y una noches, las mejores ropas, los más exquisitos alimen-
tos [...], los más sofisticados aparatos, etc., pero todo ello a costa de no volver a
ver ni a ser visto por ningún ser humano jamás, ¿estarías contento? ¿Cuánto
tiempo podrías vivir así sin volverte loco? ¿No es la mayor de las locuras que-
rer las cosas a costa de no relacionarte con las personas? ¡Pero si precisamente
la gracia de todas esas cosas estriba en que te permiten –o parecen permitirte–
relacionarte con los demás! [...] Muy pocas cosas conservan su gracia en la so-
ledad; y si la soledad es completa y definitiva, todas las cosas se amargan irre-
mediablemente. La buena vida humana es buena vida entre seres humanos o
de lo contrario puede que sea vida, pero no será ni buena ni humana. ¿Empie-
zas a ver por dónde voy?
[...] Los hombres queremos ser humanos, no herramientas ni bichos.
42
Competencia lectora
6
43
COMPRENSIÓN LECTORA
2 ¿Qué es la buena vida para el autor del texto? Marca la imagen que se relacione con la respuesta.
3 Según el autor, ¿qué diferencias hay entre los seres humanos y los animales?
44
6
La buena vida
La buena vida humana es buena entre seres humanos o de lo contrario puede que no sea vida.
El ser humano no nace ya ser humano del todo ni nunca llega a serlo si los demás no lo ayudan.
El mundo en el que vivimos los humanos es un mundo lingüístico.
La humanización es un proceso recíproco.
45
GRAMÁTICA
Recuerda
A B
Recuerda
• Un signo es una realidad que representa a otra.
• El signo tiene dos partes inseparables, como si fueran las dos caras de una moneda: significante
y significado.
• No es lo mismo el dibujo de la paloma que la idea que nos viene a la mente cuando lo vemos. El
dibujo es el significante. La idea es el significado.
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ORTOGRAFÍA 6
• oreja
• rubí
Se añade -s.
• ley
• reventón
• sílex Se añade -es.
• buey
• paquistaní
Permanece invariable.
• viernes
• póster
• camión
• pinchazo
• pie
13 Copia los sustantivos que hay en el siguiente texto y, luego, cambia su número:
Navidad
El árbol de Navidad es una persona, animal o cosa de color
verde y con agujas. Dependiendo del grosor de las agujas,
se puede decorar con punto de cruz, ganchillo, encaje…
El árbol de Navidad suele ser un pino. En caso de que vaya
por carretera y sea de 49 cm cúbicos se denominará Vespino.
El árbol de Navidad consta de dos partes importantes: las
bolas y el pino propiamente dicho.
Gomaespuma
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