El Concilio de Éfeso Es El 3er
El Concilio de Éfeso Es El 3er
El Concilio de Éfeso Es El 3er
concilio ecuménico de la
Iglesia, celebrado en el año 431. Fue convocado, durante el
pontificado de Celestino I, por Teodosio II (emperador
romano de Oriente), de común acuerdo con Valentiniano III
(emperador romano de Occidente), para poner fin a la
controversia provocada por la doctrina herética del
nestorianismo, así denominada por el nombre de su iniciador,
Nestorio.
El Concilio fue presidido por el patriarca Cirilo de
Alejandría, por delegación papal, sus sesiones se prolongaron
durante los meses de junio y julio del 431.
La polémica surgió cuando Nestorio, patriarca de
Constantinopla, se negó a otorgar el título de “Madre de
Dios” a la Virgen María, porque consideraba que Cristo era
en realidad dos personas distintas (Dios y hombre) y, que la
Virgen María era la madre de Jesús de Nazaret, pero no del
Verbo Divino.
La formulación de Nestorio tenía estos
principios:
a) el hijo de la Virgen María es distinto del
Hijo de Dios, ya que en Cristo existen dos
sujetos o personas distintas.
b) estas dos personas están vinculadas entre sí
por una simple unidad accidental o moral. El
hombre Cristo no es Dios, sino portador de
Dios. Por la encarnación no se ha hecho hombre
propiamente el Logos-Dios, sino que ha pasado
a morar en el hombre Jesucristo, de manera
parecida a como Dios habita en los justos.
c) Las propiedades humanas (nacimiento,
pasión, muerte) tan sólo se pueden predicar del
hombre Cristo; las propiedades divinas
(creación, omnipotencia, eternidad) únicamente
se pueden enunciar del Logos-Dios.
d) En consecuencia, no es posible dar a María
el título de "Madre de Dios" que se le venía
concediendo habitualmente desde Orígenes.
Ella no es más que "Madre del Hombre" o
"Madre de Cristo".
Esta doctrina que no consideraba a la Madre de Jesús, Madre
de Dios produjo un gran escándalo en el pueblo cristiano que la
tenía realmente como Madre de Dios.
El Concilio depuso a Nestorio, condenó sus postulados, y
sancionó la doctrina de que Jesucristo es Dios verdadero y
hombre verdadero. En Jesucristo se dan dos naturalezas unidas
en una forma especial y misteriosa que lleva el nombre de
Unión Hipostática; las dos naturalezas, la divina y la humana
conforman una sola persona, que no es mitad y mitad sino sólo
divina.
Como extensión lógica, el Concilio aprobó el título de
“Madre de Dios” (del griego Theotokos, ‘portadora de Dios’)
para la Virgen María.