Cartas Circulares de Pedro Casaldaliga 1
Cartas Circulares de Pedro Casaldaliga 1
Cartas Circulares de Pedro Casaldaliga 1
Hermanas, hermanos, compañeros de camino: otra vez nos encontramos en la palabra, hecha carta circular y
en la Palabra, hecha carne, historia, vida.
A medida que el círculo de las amistades solidarias se ensancha, la circular ha de hacerse, necesariamente,
menos casera; pero todos podemos irnos haciendo más generosamente universales.
A todas y todos un abrazo con mucha amistad, en medio de los comunes desafíos y bajo la común Esperanza.
Este año ha crecido la marea amarga de las protestas y reivindicaciones contra la exclusión, la corrupción y la
violencia y simultáneamente la otra marea clara de la ética, la participación y la solidaridad.
«Clamor, clamor, clamor por la vida» había sido la consigna de la III Asamblea General de la Asociación de
Teólogos del Tercer Mundo. «Etica: persona y sociedad" fue el documento central de nuestra CNBB. El papa nos
proponía, como referencia incuestionable, «El esplendor de la Verdad».
Cuando se habla tanto de ética es porque la ética nos está haciendo mucha falta, comentaba el cardenal Martini, de
Milán. La ética, efectivamente, pasó a ser para nuestra sociedad una «dimensión perdida»; y sin ella no hay
Sociedad Humana posible.
Estoy leyendo y meditando el libro de José Ignacio González Faus «Proyecto de Hermano». González Faus tiene la
ventaja de ser a un tiempo filósofo, teólogo y periodista, y su grueso volumen se hace leer con gusto. Pensaba yo:
Un proyecto universal de Fraternidad ¿no sería el único proyecto válido de Humanidad?
Utopía ¿cómo no? Sin utopía /la vida no vale la pena/ ni la alegría. Oscar Wilde afirmaba, con más razón que un
santo padre, que «un mapamundi donde no constase el lugar (sin lugar) de la Utopía, no merecía ser mirado una
segunda vez».
Acontecimientos, estadísticos y propuestas han subrayado -en positivo y en negativo- la actualidad de esos sueños.
En Brasil se ha lanzado -bajo el patrocinio de diferentes entidades- la «cartilla» que recoge las propuestas de la
Conferencia Internacional: Tierra, Ecología y Derechos Humanos, celebrada en Vitoria, Espírito Santo, en mayo
de 1992, con la participación de 150 delegados de todo el mundo.
Las Naciones Unidas han convocado, para mayo de 1995, en Copenaghe, a la Conferencia Mundial en la Cumbre
para el Desarrollo Social. Y, en este contexto, un conjunto de ONGs crearon, en abril de 1993, la «Alianza de la
gente», con el fin de potenciar mejor la participación de la sociedad civil en esta iniciativa de la ONU.
En todo caso, los Derechos Humanos se han puesto de actualidad en la conciencia y en el programa de muchas
personas y entidades. Y ya no se trata sólo de aquellos derechos de los casos excepcionales (presos políticos,
torturas, desaparecidos...) sino de los comunes, diarios, vitales Derechos Humanos de todos los hombres y mujeres
de la Tierra.
Las mismas Iglesias están asumiendo los Derechos Humanos, en principio, como piedra de toque de su pastoral. Se
habla incluso, en ellas, de «el Evangelio de los Derechos Humanos». Para la Iglesia Católica en América Latina,
Santo Domingo se poseciono abiertamente en la proclamación y en la defensa de los Derechos Humanos.
varios estadistas, la CPI de la corrupción a que estamos asistiendo, indignados, en Brasil, y en todo ese maremoto
continental y mundial de saqueo del erario público y de tráfico de influencias y drogas y armas o de manipulación
de las informaciones y de la ciencia y de la técnica... es más que suficiente para que el simposio no se quede en
Quito. Brasil, nuestra América, el Mundo están llamados a realizar un simposio no de palabras sino de hechos
contundentes contra la corrupción.
La entrada en la Democracia -con mayúscula, la pobre, para ver si crece- no ha significado para nuestra América
vapuleada un ingreso en la vida y en la verdad. Hemos pasado del autoritarismo militar al autoritarismo civil, de la
dictadura militar a la dictadura económica. Y estamos de elecciones, con muchos interrogantes: 15 países del
Continente van a realizar elecciones mayores, en estos 14 meses -final del 93 y todo el 94-, cuando la política y los
políticos gozan de tan mala fama. La Democracia nos ha nacido agusanada. «El principal problema que afronta
América Latina -sostenía Clovis Rossi- es que sus poblaciones identifiquen la democracia política con la miseria y
la corrupción».
Amnistía Internacional definía la situación de Venezuela como «eclipse de los Derechos Humanos». Podría decirlo
desgraciadamente de otras muchas naciones de la tierra. Porque en más de 60 países millares de civiles han sido
asesinados o «desaparecidos», desde enero de 1992. Esos asesinatos o desaparecimientos, según Amnistía, han
aumentado durante la última década «en proporciones alarmantes». Y las investigaciones de Amnistía demuestran
que la aplicación del terror «está sumamente organizada, extremamente centralizada». Como «terrorismo de
Estado,170> se ha calificado esa situación.
Pero hay otro modo, más moderno, plenamente neoliberal, de asesinar o hacer desaparecer. Por exclusión
programada, por hambre mortal.
De 30 a 40 millones de seres humanos mueren anualmente por desnutrición. El 60% de la población mundial pasa
hambre. 200 millones de latinoamericanos han caído en el empobrecimiento total. Nuestra Deuda Externa
latinoamericana es de 430 «billones» de dólares. El mundo está viviendo el mayor desplazamiento humano masivo
de toda su historia. 35 millones de personas están refugiadas o son clandestinas en sus propios países. Desde abril
de 1992 el genocidio del pueblo Bosnio sobrepasa los 140.000 muertos. Haití, Somalia, Angola, Liberia, Sudán,
Nicaragua, Guatemala, Timor... han dejado incluso de ser noticia de interés. Hay países excluidos del mapa
neoliberal.
«Europa, como realidad y como idea, está muriendo todos los días en Sarajevo. Habrá muerto completamente
cuando toda la población de la ciudad haya sido exterminada», escribía Susan Sontag. ¿Habremos de decir de la
Humanidad entera eso que se dice de Europa?
Conocemos las causas y los mecanismos. Hoy, sin contrincantes, el capitalismo neoliberal: «una economía sin
sociedad», según Don Vital Wilderink; el folleto del Sector de Pastoral Social de la CNBB. La exclusión de la
inmensa mayoría y el privilegio de una minoría insensible. Bajo la férula deshumana de esas instituciones que rigen
omnipotentemente los procesos económicos mundiales: el Banco Mundial, el FMI y el GATT (Acuerdo General
sobre Comercio y Aranceles). «Los Estados han de prestar cuentas a estas entidades -escribe Julio de Santa Ana,
nuestro entrañable asesor-; pero ¿a quién prestan cuentas el FMI, el Banco Mundial y el GATT?»
Al sistema y a esas entidades maléficas no les falta la colaboración, sumisa e interesada, de muchos de nuestros
políticos, militares, industriales y banqueros, diariamente; ni la impunidad, la violencia, el individualismo, el
consumismo o la ley de la ventaja, generalizados, como una epidemia social.
SE IMPONE UN NUEVO MODO DE SER, personal, familiar, social, político, económico, espiritual. «Un
nuevo modo de ser Iglesia» quieren ser las CEBs. Un nuevo modo de ser Humanidad deberíamos querer ser todos y
todas. Reaccionando, juntándonos, haciendo. «La sociedad civil debe dejar de ser un mito y convertirse en
realidad», ha escrito alguien oportunamente.
«Cristianisme i Justícia», de Barcelona, editó dos opúsculos, casi consecutivos, que podrían ser un programa
saludablemente provocador: de «El abismo de la desigualdad» pasar para la «Democracia económica -Propuesta de
un socialismo eficaz».
Betinho (Herbert de Souza), esa especie de ángel escuálido de una cotidiana Navidad que nos ha enviado el Señor,
proponía, en una entrevista, estos cinco principios de acción:
La Acción de la Ciudadanía contra el Hambre y la Miseria y por la Vida, ideada por Betinho precisamente, es
mucho más que una colecta de cestas básicas y es una lucha mayor que la lucha puntual contra el hambre.
Desenmascara, cuestiona, compromete. Resitúa problemas y valores preteridos. «El sentimiento de solidaridad -
explícita el Informe INESC- se está contraponiendo al de la violencia; la correcta y transparente utilización de los
recursos públicos a la corrupción; la descentralización y la libre utilización de la creatividad a la centralización y a
la burocracia». Sin que por eso se dispensen ni la Justicia pública ni el Estado como un todo de representación y
gerencia ni un verdaderamente «Nuevo» Orden Mundial...
La Segunda Semana Social, organizada por la CNBB, y que se viene realizando por regionales de la misma, para
confluir en una gran Semana Nacional, asume como tema y objetivo «Brasil: alternativas y protagonistas». Lo
alternativo popular creativo frente a lo oficialmente impuesto y aniquilador de vidas y oportunidades, apelando para
el emergente protagonismo de los excluidos y para un nuevo tipo de servicio, efectivado por los aliados/aliadas de
esa excluida mayoría.
El Comunicado de la 2ª Semana Social Cearense expresaba así la propuesta: «Las relaciones de trabajo serán
orientadas por la justicia. Los planos económicos estarán orientados hacia el pequeño productor, el consumidor y
los pequeños negocios. Las empresas y los servicios públicos serán controlados por la comunidad. Los servicios de
educación y de salud serán accesibles a todos y juntarán el saber popular con el científico. Serán respetadas las
diferencias étnicas, culturales, raciales, religiosas, sexuales y políticas. Tierra y agua serán bienes comunes, espacio
y fuente de vida para todos». (A propósito de esa última aspiración es bueno recordar la afirmación «comunista» de
San Ambrosio, en su «De Officiis Ministrorum»: «La naturaleza generó un derecho común y la usurpación creó el
derecho privado»). Por lo demás, Isaías y el Apocalipsis firmarían, complacidos, esa propuesta cearense...
En agosto de 1993 Rigoberta Menchú, nuestra Premio Nobel, embajadora de Amerindia, formulaba «los principios
generales» de su actuación como «compromiso de lucha por la Paz» y «compromiso por una Nueva Etica». Esta
Nueva Etica, subraya el manifiesto, «hace prevalecer el respeto a los valores colectivos sobre el individualismo, la
solidaridad frente a la indiferencia, el respeto de la naturaleza ante su gran depredación».
- Los Derechos Humanos son Derechos Divinos -intereses de Dios que se juegan en nosotros-. Hasta los más
elementales y materiales de esos derechos: «Para el hambriento Dios tiene figura de pan» proclamaba el profeta
Gandhi. El Hijo de Dios, según el Evangelio de San Mateo en su capítulo 25, está hoy sintiendo hambre en el
estómago de 32 millones de hambrientos y hambrientas de Brasil, por citar un caso bien próximo.
En medio de tanta crisis y sufrimiento, conmueve leer esta «buena noticia»: Con ocasión del Día Mundial de los
Derechos Humanos -10 de diciembre-, «Climat Alliance» promovió manifestaciones de solidaridad, vinculado muy
lúcidamente la preservación de las florestas con el respeto a los Derechos Humanos y la realización de la Reforma
Agraria en los países del Tercer Mundo. Y en, la lejana Kenia de la Africa tan olvidada por el gran Mundo, el día
10 de diciembre, el «Green Belt Movement» plantaba 1800 árboles, en memoria del mismo número de muertos en
la lucha por la tierra durante los 10 últimos años de Brasil.
idiomas del nuevo Catecismo; con la encíclica «El Esplendor de la Verdad»; con el Sínodo Africano; y con la
entrevista del papa, concedida a Jas Gawronski, para el libro «La Europa de Juan Pablo II». En Brasil, la CNBB -
como la ONU- hace de 1994 el Año de la Familia.
Novedad, sí y no. Tanto el Catecismo como la Encíclica reproducen la doctrina tradicional. Lo cual es totalmente
justo, si el tono, el alcance y los interlocutores son siempre suficientemente actuales y universales.
Un CATECISMO «universal» ha de ser muy universal para ser universal... El Tercer Mundo, nuestra América
concretamente, no se han sentido muy atendidos, en ese Catecismo, en lo que se refiere a los desafíos de la
inculturación, nuestras teologías, los nuevos ministerios, el empobrecimiento creciente y la opción estructural por
los pobres.
El cardenal arzobispo de Milán, Carlos María Martini, trazaba esta sabia confrontación entre el Evangelio y el
Catecismo: «El Catecismo no se propone ser una actualización del Evangelio, porque el Evangelio, en sí mismo, es
siempre actual; el Catecismo tampoco puede substituirlo. Pero el Evangelio y el Catecismo están unidos. El
Evangelio, en su actualidad permanente, es insuperable. Y el Catecismo, en su función humilde y necesaria,
adhiriendo a la contingencia histórica que, por ser irremediablemente efímera y por consiguiente fatalmente
destinada a pasar, renace continuamente y exige su actualización, ante los cambios históricos».
Con respecto a la ENCICLICA, quiero reproducir aquí la nota que me publicó el «Boletín Noticias» de la CNBB
y que yo había redactado para el «Jornal do Comércio», de Recife, que tergiversó significativamente unas
declaraciones mías.
«1. Subrayé la oportunidad de una palabra de alerta, por parte del papa, delante de la inmoralidad individual,
familiar y pública.
2. Nunca dije que no cumpliría la Encíclica.
3. Habría preferido, en la misma, un tono más dialogante y estimulador y que se destacase, en ella, -de acuerdo
con las encíclicas sociales del mismo Juan Pablo II- cómo las diferentes situaciones socio-económicas posibilitan o
condicionan la vida moral.
4. Condené explícitamente el aborto como crimen, pero pedí comprensión hacia las personas que abortan en
situaciones de extrema pobreza o violencia.
5. Recordé que no se pueden equipar la práctica del aborto con el uso de la píldora y que muchos pastores y
moralistas no condenan el uso de la píldora».
El SINODO AFRICANO todavía dará mucho que hablar. Y ya ha causado mucha tensión. Desde luego, no
parece un gesto feliz de inculturación el hecho de que se realice en Roma y no en Africa. Hay demasiado miedo a
la corresponsabilidad y a la colegialidad o a las conferencias episcopales y a las teologías nativas. Lo cual es un
modo de tenerle miedo a la verdadera catolicidad.
Personalmente, pienso en este Sínodo, tan debatido, será -o debería ser- simultáneamente, mudadas las
circunstancias y sin mimetismos de ninguna especie, un Medellín/Santo Domingo para Africa; quiero decir, una
opción real, crítica y autocrítica, de la Iglesia por el Continente más empobrecido y más excluido del orbe y una
decidida inculturación negra.
Para el SINODO SOBRE LA VIDA RELIGIOSA son muchas y buenas las contribuciones que se vienen dando
por parte de las Conferencias de Religiosos/Religiosas del mundo. Los teólogos de la CLAR reflexionaban, en
diciembre de 1992, en Bogotá, acerca de las conclusiones de Santo Domingo sobre la Vida Religiosa en el
Continente, y sus reflexiones me par- La Vida Religiosa, como carisma profético, suscitado por el Espíritu en la
Iglesia a servicio del Reino en el Mundo.
- Frente a una sociedad cada vez más empobrecida, por el sistema neoliberal que excluye a las mayorías.
- De ahí surgen los seis grandes desafíos que la Vida Religiosa ha de asumir: 1) El mundo de los empobrecidos
(países, masas desechable); 2) Inculturación; 3) El Evangelio de los Derechos Humanos; 4) Loa laicos /laicas y su
protagonismo en la Sociedad y en la Iglesia; 5) La mujer, sin discriminaciones; 6) Participación y comunión socio-
eclesial.
- «Todo eso iluminado y sostenido por una Espiritualidad del Seguimiento de Jesús encarnada-profética-pascual,
que inspire un servicio misericordioso en gratuidad y estimule nuestro ser misionero en disponibilidad».
En agosto pasado se celebró, en Manila, un foro internacional sobre la Vida Religiosa, con representaciones de 28
países de todos los Continentes. Yo me solidarizaba con esos hermanos y hermanas de utopía evangélica y les
escribía:
«Hoy, más que nunca, si la vida Religiosa ha de tener algún sentido aún, debe ser «vida radical»: en la gratuidad
de la pobreza, contra el neoliberalismo y el mercado total; en la donación de sí, despojada, contra el hedonismo, la
xenofobia y el privilegio egoísta; en la docilidad a los signos del Tiempo y del lugar.
Siendo testigos, asumiendo con entrañas de misericordia el sufrimiento del mundo, proclamando proféticamente la
esperanza del Reino contra todos los poderes de la muerte.
Caídas las «utopías» menores y la Iglesia replegada sobre sí, nosotros/nosotras debemos, humildemente, abrir
veredas en la noche, hacer la guardia en la frontera, dialogar libremente con todos los gritos y todos los silencios de
los hermanos y hermanas de Humanidad.
Ayudarle a Dios a ser Dios, siempre Otro, siempre Mayor, siempre Mejor. Amarlo y anunciarlo y testicarlo
macroecuménicamente. Y ayudar a los varios mundos humanos a ser un solo Mundo, humano de verdad: casa y
familia del Dios Vivo (y de sus hijas e hijos); en la esperanza del Encuentro total».
Según Comblin -siempre acertado en sus diagnósticos- la mayor parte de los religiosos/as, demasiado vinculados a
las clases medias, todavía no han hecho opción por los pobres, en la práctica de su vida.
De la ENTREVISTA DEL PAPA ya se ha destacado, con sorpresa para muchos aquella saludable advertencia
que él dirige a los vencedores de hoy: «Los protagonistas del capitalismo a ultranza tienden a desconocer las cosas
buenas del comunismo: la lucha contra el paro, la preocupación por los pobres y la cosa social... «Yo quiero
destacar su hermosa confesión de pontífice evangelizador: «He comprendido lo que es la explotación y me he
puesto del lado de los pobres, oprimidos e indefensos».
La ONU ha declarado 1994 AÑO INTERNACIONAL DE LA FAMILIA, con el tema: «Familia: recursos y
responsabilidades en un mundo en transformación». «De la familia nace la paz de Familia Humana» es el título del
mensaje papal para el Día de la Paz de este año. La Conferencia de los Obispos Católicos de Brasil ha escogido
también la Familia como tema de la CAMPAÑA DE LA FRATERNIDAD / 94, con el estimulante slogan:
«¿Cómo va la familia?»
La causa de la familia, en Brasil y en todo el mundo, es de una complejidad y de unas consecuencias abrumadoras.
Según el estudio de la CNBB, en su texto-base para la Campaña, la familia brasileña (la familia mundial!) vive la
mayor crisis de su historia. «Cuando la Iglesia -afirma ese texto-base- resuelve hacer una Campaña de la
Fraternidad en torno a la familia, ella tiene conciencia de estar delante de una realidad fundamental para el mañana
del Mundo y de la Iglesia. Tiene también conciencia de estar delante de uno de los tomos más desafiadores de este
final de siglo».
Hablando de Iglesia, ese «nuevo modo de ser» que se impone, necesariamente habrá de ser alternativo también.
Intentará contestar, pero sin orgullo, y habrá de responder con coherencia. No puede quedar en un modo de decir
apenas, ni puede negar con la vida lo que proclama con la palabra.
Más o menos todos intuimos, en la sinceridad del corazón, por donde irían las veredas de ese «nuevo modo de ser
Iglesia». Y el teólogo Demetrio Velasco ha conseguido definirlo, para Europa, en la «XIX Semana de Pensamiento
Cristiano y Diálogo», de Bilbao, con unos rasgos que yo alargo para América Latina: Ser una Iglesia que apuesta
por una cultura de la solidaridad y que opta incontestablemente por los empobrecidos y sus causas.
Construir la unidad de las Iglesias del Continente, contribuir al intercambio con otros Continentes y potenciar
decididamente el Ecumenismo.
Renunciar a las viejas fronteras (estructuras, intereses, desconfianzas) y apostar por una inculturación que afirme
la identidad desde la diferencia.
Asumir el reto de la modernidad y aportar las virtualidades que la especificidad del cristianismo tiene para
criticarla, profundizarla y humanizarla.
Ofrecer una visión de la vida no colonizada por la peor tradición de la racionalidad occidental.
Responder a las exigencias de la hora y del lugar, para ayudar en la construcción de una «casa común»
latinoamericana y mundial.
Seis noticias importantes quiero compartir con vosotros, porque son causas nuestras y se que os interesan en esta
común tarea de la solidaridad.
El pasado mes de octubre tuvimos, una vez más, el ENCUENTRO DE OBISPOS LATINOAMERICANOS, con
la participación de hermanos evangélicos también, y que es encuentro, curso, convivencia, oración. Este año
François Houtart, de Lóvaina, nos ayudó a analizar la actual dinámica del campo religioso en América Latina y
Caribe. Y Philip Potter, ex-secretario del Consejo Mundial de Iglesias, nos presentó la situación actual del
cristianismo en la «oikoumene», frente a la mundialización de la economía y la vida amenazada de los pobres.
Julio de Santa Ana nos deseñó la coyuntura latinoamericana, en general. Con Don Demetrio Valentini, José Oscar
Beozzo, Carlos Palacio y Pablo Süess, estudiamos en Santo Domingo, en su contextualización, con sus ejes
fundamentales y los desafíos de la inculturación. Y Marcio Fabri dos Anjos nos ayudó a analizar la encíclica
«Veritatis Splendor».
El 23 y el 24 del mismo mes de octubre participé de las conmemoraciones del CENTENARIO DE CANUDOS.
Con otros 7.000 romeros aproximadamente, en un clima de mucha fe y compromiso. Se estaba recuperando la
memoria y la verdad de Canudos, constantemente tergiversadas por la historia oficial y por la literatura, miope o
tendenciosa-, junto al estanque Corobobó, fluctuante sepulcro azul de resucitados, o recorriendo caminos y lomas,
datos y nombres, sentimos la actualidad de Antônio Conselheiro y sus seguidores, la validez de su aventura.
Canudos no fue una tragedia de fanatismos. No quiso ser «la guerra del fin del mundo»; quería ser «la guerra del
fin del hambre»... Fue una gran comunidad social y cristiana, de más de 25 mil personas (cuando Salvador, la
capital de Bahia, no sobrepasaba los 50 mil habitantes). Fue Canudos el primer gran campamento de los sin-tierra,
después del Quilombo de Palmares. Una experiencia alternativa de convivencia igualitaria, de trabajo compartido y
de producción. Fue una constatación, heroica frente a todos los poderes de los grandes, de la viabilidad del
Nordeste de los pequeños.
Y Canudos sigue... ¡Hay muchos Canudos construyéndose! Quiero recomendar a los interesados en un libro, que
considero fundamental, para conocer el alma de Canudos: «Só Deus é grande», del P. Alexandre Otten, en Edições
Loyola, São Paulo.
Terminado el año 1993, Año Internacional de los Pueblos Indígenas y plazo límite para la DEMARCACION DE
LAS TIERRAS INDIGENAS EN BRASIL, más de 200 áreas están aún por demarcar y la mayor parte de la áreas
demarcadas continúan invadidas o agredidas.
En nuestra región los indios Tapirapé urgen la devolución de sus tierras de Urubú Branco, ahora en manos de una
hacienda. Y los indios Xavante postulan el regreso a la Suiá-Missú, de donde fueron deportados en la década de
los 60. De esa reivindicación de los Xavante ha surgido el conflicto que todos vosotros conocéis. La «portaria» del
Ministro de Justicia, Maurício Corrêa, firmada el día 30 de setiembre último, está ahí, esperando su cumplimiento.
Entretanto, políticos, «fasendeiros» y otros interesados de la región y del Estado de Mato Grosso han incentivado la
invasión de esa área Xavante y vienen soliviantando los ánimos contra la Prelatura y su obispo.
Donde ha abundado la calumnia y la intriga, ha sobreabundado la fraternidad. Quiero aprovechar esta circular para
agradecer las muchas manifestaciones de solidaridad que estamos recibiendo, del país y del exterior. Y
comunicados que seguiremos defendiendo el derecho primero de los indios Xavante a sus tierras; así como
defenderemos también, porque siempre lo hemos hecho, el derecho de los legítimos labradores a una tierra, en la
mucha tierra que Mato Grosso y todo Brasil tienen esperando ser compartida y trabajada.
Cuatro resoluciones importantes se tomaron, en la reunión de B'okob': Establecer la Década de los Pueblos
Indígenas, de 1994 a 2003.
Reafirmar el derecho de los Pueblos Indígenas a su desarrollo político, económico, social y cultural, con base a
su plena participación en la toma de decisiones y en su autodeterminación.
Integrar el Alto Comisionado de los Pueblos Indígenas, para vigilar el respeto a los derechos de estos mismos
pueblos.
Declarar el 10 de diciembre de cada año «Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo».
«¿Se estará gestando un nuevo sujeto histórico?», se preguntaba Giulio Girardi, en un estudio sobre «El
Movimiento Continental Indígena, Negro y Popular de Abia Yala». Me atrevo a responder que sí y más. Por lo que
hace a los Pueblos Indígenas no se trata sólo de «un nuevo sujeto histórico», sino de un sujeto «nuevo», combativo,
acumuladamente consciente de su historia y de sus derechos y celoso de su alteridad. Lo cual puede decirse
también, con otras modalidades, del Pueblo Negro del Continente Americano.
DON SAMUEL RUIZ, obispo de San Cristóbal de las Casas y presidente del SICSAL -«Secretariado
Internacional de Solidaridad con América Latina, Oscar A. Romero»-, con su equipo pastoral y toda su Iglesia,
tantas veces perseguidos, están pasando por una prueba más. Oro bueno, mucho crisol. Una prueba absurda, por
otra parte. Después de una incansable lucha en la pastoral indígena de Chiapas, de México y del Continente y con
una trayectoria episcopal, mundialmente reconocida, Don Samuel fue «invitado», por el nuncio del papa en
México, a renunciar a su diócesis. El propio episcopado mexicano ha demostrado su extrañeza y su solidaridad, y
de todo el mundo les están llegando a Don Samuel y a su Iglesia las más inequívocas expresiones de amistad y de
aplauso.
Uno espera que todo eso termine en un simple incidente, diplomáticamente lamentable(!).
Por mi parte, me sentí en el deber colegial y en la necesidad fraterna de escribir al cardenal Bernardino Gantin,
prefecto de la Congregación para los obispos. En esa carta le decía:
«... A muchos nos ha sorprendido profundamente el procedimiento injustificable con que se le ha querido (a Don
Samuel) retirar de su diócesis. Un nuevo sufrimiento para nuestra Iglesia de América Latina, un nuevo escándalo
para la opinión pública y una nueva sospecha acerca de la autenticidad de los procedimientos vaticanos.
Hemos acompañado muy de cerca la vida de Don Samuel, su trabajo apostólico, las persecuciones que él y sus
agentes de pastoral han sufrido y las intrigas políticas que de mucho tiempo vienen intentando manchar el nombre
de ese pastor, tan benemérito para la Iglesia, en México y en toda nuestra América.
Don Samuel Ruíz es hoy en día la personalidad eclesiástica de mayor credibilidad entre los pueblos y
organizaciones indígenas y dentro de la pastoral indígena e indigenista de todo el Continente.
Los pobres, y particularmente los indígenas de Chiapas y los refugiados indígenas de Guatemala, son sus mejores
testigos.
Su última carta pastoral, «En esta hora de Gracia», con motivo del saludo del papa Juan Pablo II a los indígenas del
Continente, refleja muy justamente el espíritu y la práctica de la Iglesia de San Cristóbal de las Casas y de su buen
pastor, Samuel Ruíz...»
La Colección «Teología y Liberación», tan contestada y tan benéfica, ha retomado nuevo impulso, por parte de la
Editorial Vozes y del CESEP y va a completar indefectiblemente todos sus compromisos. Alguien, no ha mucho,
con mitra y con frivolidad, afirmaba que la Teología de la Liberación ya se había acabado. Otros muchos pensamos
que mientras haya Evangelio y Pobres y Fe cristiana, en nuestra América -por lo menos- la Teología de la
Liberación seguirá vigente y desafiadora.
Quiero recordar -publicitariamente- que a esa Colección pertenece el volumen «Espiritualidad de la Liberación»
que escribimos José María Vigil y yo. En mi Cataluña -que no sólo comerciante- 50 especialistas acaban de
levantar un verdadero monumento bíblico y ecuménico: La «Biblia Catalana Interconfessional» (BCI), iniciativa
de la «Asociación Bíblica de Catalunya», de las «Societats Bíbliques Unides» y de la Editorial «Claret».
Aquí, en casa, en la Prelatura quiero decir, seguimos, con las monotonías y las novedades diarias. La Hermana
Irene Franceschini - la «tía» Irene de todos- celebró, en agosto, cercada de cariño, de gratitud y de música, sus 50
años de Vida Religiosa. De entre los veteranos, nos van a dejar -para seguir siempre muy unidos a nosotros- el P.
Clelio Boccato, generoso y batallador, tan dedicado a los marginados de la tierra y el P. Manuel Luzón, operario de
primera hora, fidelísimo o compañero, bueno como la «rapadura» de Canabrava. Nuestro pintor Cerezo Barredo ha
creado, en Luciara, otra gran muestra de su arte con un mural espléndido dedicado al Magnificat de María. En al
comunidad de Macuco, Antonio Adelino Porto fue consagrado al Ministerio de la Comunidad, y él va a ser el
primero de una larga serie de ministros y ministras de ese Ministerio, laical, comunitario, popular, que esperamos
incentivar cada día más entre nosotros, porque creemos que es la versión más actual y menos «clerical» del
diaconato. Entre febrero y marzo, con la ayuda de Dios, estaré otra vez en México, para la Asamblea de nuestro
SICSAL y visitaré la Centroamérica querida. Y vamos a empezar ya los preparativos para la celebración de los 25
años de nuestra Iglesia -entre 1995, bodas de plata de la Prelatura, y 1996, vigésimo aniversario del martirio del P.
Joao Bosco-. Queremos que este jubileo sea de espiritualidad, de misión y de organización, renovadas.
Termino.
«Guiados por el Evangelio, caminemos juntos por el camino de la nueva vida hacia la fiesta de la nueva tierra de
Dios», reza el mensaje navideño que me envían los monjes benedictinos del Priorato de Weston, USA.
«Canta y camina», exhortaba San Agustín, mientras se venía abajo el Imperio Romano.
Cantemos y caminemos, que otros imperios se vendrán abajo también. Mientras el Reino prosigue.
Pedro Casaldáliga, obispo de São Félix do Araguaia, Mato Grosso, Brasil. En el año nuevo de 1994.
La Paz del Dios de la Vida, que siempre es otra Paz; la gracia del hermano Jesucristo, muerto y resucitado, cuya
Pascua vamos a celebrar otra vez; y el consuelo, la fuerza y la alegría del Espíritu estén siempre con ustedes.
Les escribo desde México, cerquita de la madre de Guadalupe, cuya ternura no faltará nunca a nuestros pueblos.
Tuve que quedarme en México, para «recauchutarme», como decimos en Brasil. Me he operado de hernia doble en
un mismo lado y de próstata. La hernia, por cierto, tiene su pequeña historia gloriosa. La contraje en 1977, durante
la construcción del Santuario de los Mártires, en Ribeirão Bonito, cargando y descargando ladrillos. La próstata, sin
embargo, no ha sido más que una de esas vulgares novedades de la vejez. Estoy bien, gracias a Dios, y dispuesto a
seguir andando. Quiero agradecer la oración y la atención de muchos, desde mis hermanos claretianos y todo el
grupo entrañable del SICSAL. Fue precisamente durante la reunión del Consejo Ejecutivo y la Asamblea del
SICSAL cuando se me presentó la urgencia de la operación.
Pensaba visitarles en los diferentes países de nuestra Centroamérica y ya había recibido los programas de cada
país. Lo importante es que les visite siempre el Espíritu. En todo caso, durante estos días de sosiego, les tengo muy
presentes en mis oraciones: a las comunidades y a sus agentes de pastoral, incansables aunque a veces tan
golpeados; a los refugiados que ya retornaron y a las comunidades de población en resistencia; a los religiosos y a
las religiosas -muchas veces pienso que en esa Centroamérica está lo mejorcito de la vida religiosa del Continente-,
y a los aspirantes a la vida religiosa y al sacerdocio, en algunos de cuyos seminarios me siento siempre tan en casa;
a los Centros, a los teólogos, a los estudiantes_ en fin, a todos y todas y a cada uno en particular.
Supe que cuando recibió mi última carta circular -«Se impone un nuevo modo de ser»- María López Vigil,
exclamó: ¡Se impone un nuevo modo de ser_ feliz! Pues sí. Las dos cosas son una sola cosa para nuestra fe
comprometida.
Lo cierto es que a lo largo de estos últimos meses, en encuentros y lecturas, desde los más variados sectores de la
Iglesia y de la Sociedad, ha aparecido en la pantalla de la conciencia de casi todos una palabra desafiadora: ética .
Ya sé que no todos la entendemos del mismo modo, ni todos estamos dispuestos a vivirla con la misma radicalidad.
Pero, en todo caso, la ética está de vuelta, la postergada, la arcaica ética_ Mira por dónde el neoliberalismo del
diablo nos hace, de rebote, este favor.
Todos parece que sentimos que por este camino no se puede andar más y todos, o casi todos, estamos intuyendo
que lo que debe cambiar radicalmente es la visión de la política y de la economía, el modo de hacer política en los
diferentes grados de la responsabilidad pública, la manera vital de ser políticos. Nosotros, los cristianos y
cristianas, diríamos, sencillamente, que estamos necesitando santos y santas en la política; eso que nos vienen
diciendo los teólogos de la liberación: la «santidad política», tan olvidada quizás a lo largo de los siglos por la
misma Iglesia.
Cuántos y cuántas de ustedes están viviendo de cerca el desengaño de ver a ciertos líderes, quizás heroicos en otra
hora, acomodados, o interesados, o compitiendo con los compañeros. Hace tiempo que yo pienso que valdría la
pena escribir una carta muy abierta a todos esos militantes generosos y que se podría titular así: A los hermanos y
hermanas macabeos, bajados de la montaña . Y ustedes ya saben que la montaña es «algo más que una inmensa
estepa verde», y algo más que el monte o la guerrilla o la dirección de un partido o de un sindicato. Me refiero a
cualquier tipo de liderazgo o de puesto de animación; más político, más pastoral. A todos de vez en cuando el
cansancio o la desilusión o los supuestos derechos del egoísmo se nos vienen encima y nos dan ganas de bajar las
armas y vivir como la mayoría. En Brasil hay un viejo adagio, bastante sinvergüenza, que todo el mundo ha ido
repitiendo durante años o siglos, qué sé yo, con la mayor naturalidad: «cada uno por sí y Dios por todos». Nosotros
sabemos que debe ser «cada uno por todos, como por todos está Dios». A la madre Teresa de Jesús yo le decía
hace poco, comentándole su famoso poema «Nada te turbe, nada te espante»:
Sólo Dios basta, Teresa,
siempre que sea aquel Dios
que es El y todos y todo
en comunión.
La ética, para nosotros, habrá de ser siempre ese «nuevo modo de ser» que es la vida en el Espíritu; el servicio
solidario a los hermanos y hermanas, sobre todo a los pobres, a los marginados, a los prohibidos; el despojamiento,
la capacidad de perder y de arriesgarse; la esperanza contra toda esperanza, aun en medio de la decepción que nos
provocan ciertos hermanos o hermanas, aun cuando parezca que la Iglesia nos falla; el servicio al Reino que es la
utopía mayor, contra todas las voces del pragmatismo o de la comodidad. Ustedes ya saben que para nosotros no ha
terminado la historia.
Todo eso, claro, traducido en la fidelidad diaria, desde el propio puesto de combate, sin desfallecimiento.
Y ahí, María y Juana y Luis y quien sea, estaría, para nosotros, la verdadera felicidad. Aquello del Apóstol Pablo,
que decía que dijo Jesús: «hay más alegría en dar que en recibir». Con esto no estoy predicando un ascetismo a
ultranza, no; se puede y se debe vivir con naturalidad, con simplicidad, y sacándole a la vida el jugo que Dios le
puso a esta fruta mayor. Ustedes son más que «sabidos» -decimos en Brasil- para entenderlo.
Aquí en México nos toca vivir de cerca el Acontecimiento Chiapas . Una sacudida profética. Otra vez, la
inesperada montaña. Una gran herida puesta al desnudo. Y una gran dignidad puesta de pie. La opinión pública de
México y del mundo, mejor informada, reconoce abiertamente la rectitud de las Causas y de las reivindicaciones
que el levantamiento de Chiapas defiende:
•la marginación, la exclusión, el desespero a que está reduciendo el neoliberalismo a las mayorías de nuestros
pueblos;
•el fracaso total y el absoluto descrédito de esas políticas lacayas que nos están malgobernando y los
procedimientos pseudodemocráticos con que se gestiona la «cosa pública» entre nosotros, de elecciones en
elecciones. Otra es la democracia que necesitamos. Esa no nos va.
•el crecimiento de la conciencia y de la organización de las poblaciones indígenas a lo largo y ancho de toda
nuestra Amerindia: esos quinientos años «otros» que ellos están empezando a forjar;
•los otros muchos Chiapas que hay en México y en toda nuestra América y que, sin duda, se irán entrelazando en
los años sucesivos. Los zapatistas de este sur mexicano ya están sintiendo una inmensa ola de solidaridad, por
parte, sobre todo, de otros pueblos indígenas.
En Chiapas, como no podía ser menos, la Iglesia se ha puesto en evidencia. En hermosa evidencia, sobre todo, la
Iglesia que preside el buen pastor Don Samuel Ruiz, apaleado él por todas partes, los últimos meses, como ustedes
ya saben -desde el gobierno y el latifundio y la nunciatura- ahora es el hombre indispensable para el diálogo de la
paz. Ayer, por cierto, se lanzó su nombre solemnemente, aquí en México, para la candidatura del Premio Nobel de
la Paz 1994.
Los periodistas han andado desesperados estos días queriendo saber qué tenía que ver la teología de la liberación
con el levantamiento de Chiapas. Nada, y mucho, y todo, diríamos nosotros. Los zapatistas han repetido
abiertamente que nadie, ni ideólogos ni teólogos ni obispos ni agentes de pastoral los han llevado a la decisión
extrema de tomar las armas. Sin embargo, todos sabemos cómo un trabajo pastoral de concientización lleva a
recuperar no sólo la propia conciencia sino también la propia dignidad. Y la Iglesia de San Cristóbal de las Casas
viene trabajando muy acertadamente en medio de esas poblaciones indígenas hace como treinta años. Por lo demás,
es cierto que la teología de la liberación y el Dios de la liberación quieren la liberación de estos indígenas, y de
todo México y de la América entera y de todo el mundo.
Los analistas no se cansan de analizar, dándole vueltas al fenómeno Chiapas. En esa madrugada del primero de
enero, precisamente cuando el tan ambiguo Tratado de Libre Comercio se ponía en marcha, en los altos de Chiapas
cantó un gallo singular. Algunos han querido ver en esta rebelión la primera revolución «postcomunista» y hasta
«postanticomunista» (aunque el tenebroso Kissinger pontificó nuevamente el pasado día 14, llamándola
«revolución marxista»). Otros la han calificado como la primera rebelión «posmoderna» y la «primera del siglo
XXI». Calificativos aparte, y sea cual fuere el desarrollo del proceso Chiapas, algo hay de irreversible en él: la
herida que se destapó, el grito de dignidad de esos pueblos indígenas, la imposibilidad de hacer la política para
unos pocos privilegiados, la necesidad de atender primero y siempre a los derechos básicos y más universales: esos
diez puntos del programa del EZLN: «tierra, trabajo, vivienda, salud, educación, democracia, justicia, libertad,
soberanía y paz»
De todos modos, ya el gobierno, haciendo un juego doble, y el ejército, siempre más dispuesto a la represión que al
diálogo, con el respaldo del tal Kissinger y del director de la CIA, están accionando un verdaderoo cerco militar en
torno a los levantados. Habremos de estar muy atentos para ser muy eficazmente solidarios. Chiapas es una señal
puesta en alto y a todos nosotros nos toca su futuro. Deberemos mantenernos bien informados y propagar por todos
los medios la información verídica y una auténtica red de solidaridad. La situación de los indígenas en Guatemala,
más concretamente, tendrá mucho que ver con lo que de hecho suceda en Chiapas.
Voy terminando.
Ya saben que a los viejos les toca dar consejos. «Consejo que doy me doy», por lo demás.
No olvidemos la oración: personal, comunitaria; diariamente y en las ocasiones fuertes. Las comunidades tienen
necesidad vital de orar en comunidad, de celebrar exultantes, de proclamar su esperanza.
A pesar de los muchos pesares, «no se coman el corazón», que dirían los antiguos chinos. Hay que saber llevar la
Vida y la Política y la Iglesia con cierto garbo, sin amarguras, «tirando para adelante» siempre. El Reino, no lo
olviden, siempre es mayor.
Cuidadito con las divisiones y los chismorreos y los malhumores. Ustedes ya saben que el Espíritu Santo es el buen
humor de Dios, y todos sabemos muy bien que nos conocerán como seguidores de Jesús por el amor fraterno con
que sepamos amarnos.
Hay que estudiar también y leer y participar en los encuentros y cursos que aparezcan por ahí. Quien anda sin luz
fácilmente tropieza.
Dentro del objetivo mayor y manteniendo la visión alta en orden a la Nueva Sociedad y a la Iglesia nueva que
queremos, seamos fieles a los gestos diarios concretos del buen samaritano, que van desde las ollas comunitarias
hasta los contactos de persona a persona. Al Reino, ya sabemos, le gusta crecer pequeñito, como la semilla de la
mostaza.
No olvidemos nunca a los que nos precedieron con la señal de la fe y el testimonio de la sangre. Celebrermos
indefectiblemente a nuestros mártires. Su memoria es nuestro futuro.
Y ya me despido.
Uno se permite el lujo de tener amanuenses, como los tenía el mismísimo san Pablo. José María Vigil me está
haciendo de amanuense y de enfermero, mientras preparamos también la Agenda Latinoamericana'95. Y valga lo
último de comercial
A todas y todos les abraza con mucho cariño este hermano y compañero de «caminhada», en la Pascua del
Hermano Jesús.
Entrados ya en 1995, amigos, amigas, hermanas, hermanos, otra vez nos comunicamos, por circular. En ese círculo
de comunión y comunicación vivimos; hablando en cristiano, comunión de los santos somos. A todos y todas, un
abrazo muy fraterno, ¡y aquella P az!
Yo también siento la hora como pesada y también a uno le parece, a veces, que habría hasta derecho a sentirse
cansado. La decepción ha crecido, como una marea alta, y estamos ante la tentación de un abstencionismo político,
social, histórico y, quizás, eclesiástico...
La revista «Nueva Tierra Nuestra» titulaba una de sus últimas portadas: «Latinoamérica amenazada», y explicaba
el título así: «Cuba, escenario de invasión. Panamá, nuevo canal. Ecuador, represión a indígenas.»
En El Salvador ha ganado ARENA, el partido que asesinó a nuestro mártir san Romero de América. Y bien que
el sucesor del arzobispo mártir, monseñor Ribera y Damas, recientemente fallecido, había advertido a tiempo a la
conciencia del pueblo salv adoreño sobre este particular. Y es interesante observar que el mismo mons. Ribera, en
octubre pasado, alertaba sobre el «terremoto político que ha sacudido en sus raíces a los tres partidos más
importantes del escenario nacional». «Si los dirigentes polí ticos -añadía- no dan muestras inequívocas de buscar
ante todo el bien de la nación y no sus propios intereses, el pueblo se sentirá tentado a pensar que la democracia es
sólo aparente. De ahí a las soluciones de fuerza no hay más que un paso».
El bueno de Obdulio, esposo de Julia Elba y padre de Celina, las dos compañeras mártires de los jesuitas de la
UCA, ha muerto.
Guatemala no está todavía, ni de lejos, en paz; ciertamente no está en paz social. En la agenda del proceso de paz
se formulan con ansiedad grandes cuestiones que habrán de definir el futuro de esa patria maya: la renovación a
fondo del ejército ; la «reimplantación» de la URNG, que habrá de cambiar sus espacios y modos de presencia en
el país; la estabilidad y credibilidad del gobierno; la unidad del movimiento popular, tan diversificado y a veces
dividido por intereses gremiales; la pretendida hegemonía del CACIF, poder económico altamente concentrado,
que no quiere ceder; también, evidentemente, aunque no figure en la agenda explícita, la misión profética de la
Iglesia, de las Iglesias. Y el futuro merecidamente protagonista de la mayoría indí gena.
El Tribunal Permanente de los Pueblos acaba de presentar a Nicaragua como un ejemplo perfecto de la
irracionalidad de las políticas del FMI y del BM y a la vez como un aviso mayor para detener el desastre en otras
naciones del mundo. Económicame nte y socialmente Nicaragua está muy mal; con el 58% de desempleo en el país
-según datos oficiales-, que en algunas áreas alcanza el 70 y hasta el 85%. El FSLN, que no deja de ser un símbolo
mayor de liberación popular, se ha dividido -probablemente de u n modo irreversible- en dos «corrientes». La
Iglesia «oficial» es la ya conocida Iglesia de Nicaragua, y la Iglesia de los pobres se siente abatida.
Honduras está como un país a oscuras y casi paralizado; hasta materialmente, porque de hecho con el deterioro de
la mayor presa hidráulica nacional, el país vive ocho horas diarias sin energía.
En México, desgraciadamente, ha ganado el PRI otra vez. Y con eso la oligarquía política nacional ya tiene
asegurados cinco años más de prepotencia. A no ser que al estallido de Chiapas le sucedan otros varios estallidos,
sumados e incontrolable s.
Nuestro «Tatíc» Samuel, verdadero premio Nobel alternativo, sigue mediando entre las legítimas reivindicaciones
indígenas y la ciudadanía consciente y los poderes reaccionarios. La CONAI (Comisión Nacional de
Intermediación) destaca para «el orden de p az con justicia y unidad», tanto en Chiapas como en todo México, los
siguientes retos: 1º, reconocer las etnias como «regionalidades económicas», con la soberanía indígena previamente
aceptada; 2º, la gobernabilidad local y nacional, que evidentemente exi girá superar, de una vez por todas, la
dictadura política de más de 60 años que el PRI viene ejerciendo.
En Colombia, el frente Francisco Garnica, de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, ha justificado la entrega
de las armas porque «Colombia no resiste un tiro más ni aguanta un tiro más». Desde 1986, y sin estar en guerra,
en el país ya han sido asesinadas más de 20.000 personas.
Aristide ha vuelto a Haití, pero bajo la nebulosa de unos acuerdos que él no pudo definir, y vive en cierta medida
secuestrado y con mucho riesgo. Pero ha vuelto, y está con su pueblo, y su pueblo está con él. Ciertamente, el
«lavalás» será ahor a menos eufórico, pero igualmente firme y significativamente histórico para el país. Ante la
Asamblea General de la ONU, el 4 de octubre de 1994, Jean Bertrand Aristide definía su postura y la hora
nacional: «entre la violencia y la venganza se interpone la reconciliación; entre la impunidad y la iniquidad, se
interpone la justicia».
Su gran colaborador, el sacerdote montfortiano Jean Marie Vincent, destacado luchador contra la dictadura,
dirigente de organizaciones de derechos humanos y director de Cáritas, cayó (y resucitó) mártir el día 28 de agosto
pasado, en plena calle de Pue rto Príncipe.
Desgraciadamente seguirá doliendo, como una herida histórica, el llamativo reconocimiento diplomático en
solitario, por parte del Vaticano, del gobierno militar golpista. El enviado especial del diario parisino «La Croix» a
la isla caribeña, Dorian Mal ovic, afirma que la Iglesia jerárquica de Haití, con dos honrosas excepciones, sobre
todo la de Romélus, ha intervenido sólo de una manera «tardía y ambigua_ frente a los asesinatos, violaciones y
torturas». El misionero dominico Gilles Danroc reconoce qu e «la jerarquía ha fallado» y que hay una «ruptura
patente entre la jerarquía y la base»; pero ve «posible restablecer el diálogo, por lo menos en dos tercios de los
casos».
Al igual que Otto Maduro nos toca decir: «Con Haití en el corazón». Y con Simón Bolívar -mucho antes, en 1816,
en su mensaje al Presidente Petion- debemos prometer que «Haití ya no permanecerá aislado entre sus hermanos».
Nuestro Brasil «brasileiro», cada vez menos tal, ha votado también. Y han ganado el FMI, el mercado total, el
neoliberalismo. Ha perdido -creo yo- el pueblo brasileño; ha perdido América Latina. Según el instituto de estudios
socioeconómicos INE SC, ha ganado «la candidatura producida por los principios neoliberales del Consenso de
Washington». Y, según el cientista político José Luis Fiori, «el real [nuestra milagrosa moneda] no fue creado para
elegir a Fernando Henrique Cardoso, sino que Fernan do Henrique Cardoso fue concebido para viabilizar en Brasil
las tesis del Consenso de Washington».
Después de los escándalos de corrupción en torno al presupuesto nacional por parte de elementos del Congreso, la
utilización interesada de la máquina del Estado para las elecciones «estaduales» y federales y la absolución de
Collor, cada vez más se sie nte la urgencia de purificar sustancialmente el poder judicial. Hasta tal punto que la
CNBB ha creado un grupo de trabajo que a nivel nacional articulará reflexiones y propuestas acerca de la
administración de justicia en nuestro país.
Según el sociólogo polaco Ignaci Sachs, que lleva cuarenta años estudiando la problemática del desarrollo, en este
Brasil democrático que tenemos, urge «crear alternativas para cien millones de marginados».
Para colmo de males, para mal de los indígenas, secularmente perseguidos, el sociólogo brasileño Helio Jaguaribe,
que fue por cierto Secretario de Ciencia y Tecnología en el gobierno de Collor y es profesor en tres universidades
de EEUU, nos salió ahor a con la profecía genocida de que Brasil dejará de tener indios a finales del próximo
siglo.
Africa es el «continente olvidado». Un periódico francés llegó a escribir unos años atrás que si Africa
desapareciese del planeta nadie se enteraría. «No tengo ninguna esperanza para Africa», afirmaba hace poco el
premio Nobel de economía Kenneth A rrow. Y el obispo de Madagascar Rakotonbravahatra ha llegado a decir, con
ocasión del Sínodo africano, que «Africa es un simple decorado para una supuesta acción humanitaria reservada a
unos salvadores venidos de fuera».
Estas son algunas de las hirientes cifras africanas: unos 20 Estados en guerra, más de 8 millones de refugiados, 8
millones de infectados por el sida, y una miseria terminal que obliga a emigrar a millones de jóvenes. Goma, en la
frontera entre Zaire y Ruanda, que sólo tenía 30.000 habitantes, se ha visto de repente invadida por más de un
millón de refugiados de la guerra poscolonial y tribal de Ruanda, que ya ha causado más de dos millones de
muertos. En un chiste terrible de Umoya, uno de los cascos azules que viaja en el avión, supuestamente salvador,
pregunta a la azafata: -¿Qué hora tenemos? Y la muchacha responde: -Tenemos un retraso de 500.000 muertos.
Africa, por otra parte, es un continente que se va «cristianizando». Para el año 2000 se prevé que Africa tendrá 195
millones de cristianos y, entre ellos, 130 millones de católicos. Es la comunidad cristiana continental que crece a
ritmo más acelerado en el mundo.
Los Amigos de la Tierra Internacional frente al FMI lanzaron este lema en la campaña de ONGs, con ocasión de
las bodas «de oro» de las instituciones del Bretton Woods. Y escribieron estas palabras espantosamente claras: «El
mundo económico, los gob iernos, las instituciones y la sociedad no pueden aceptar ya ni permitir las tentativas que
se acostumbra a hacer para separar lo político de lo social. Separar lo uno de lo otro es dejar lo real con lo
económico y lo utópico con lo social. Es dejar la so lución con lo económico y el problema con lo social». (Quién
sabe si en la Iglesia se da también esa dicotomía histórica de dejar lo utópico -que es tan nuestro, porque somos
Pascua- para la moral privada y la beneficencia, y aceptar con realismo fatalist a la supremacía de lo económico
para lo público y lo estructural. Con una exégesis de la peor ralea, fácilmente nos atrevemos a desentendernos
diciendo que «mi Reino no es de este mundo»).
Yo escribía a estos amigos de la Tierra Internacional, solidarizándome, que «con 50 años basta y sobra_ Sobra esa
creciente marginación de las inmensas mayorías del Tercer Mundo, y esa creciente paralización del Primer Mundo
también». Y reafirmaba que «si la deuda externa es la guerra más universal y más mortífera que haya soportado la
humanidad en toda su historia, al FMI y al BM debemos particularmente el sostén y la justificación de esa guerra,
homicida desde luego, y suicida también en un se gundo plazo». Y proclamaba -con todos vosotros, supongo,
amigas, amigos- que «todavía somos capaces de vivir humanamente y nos negamos a la bestialidad neoliberal».
Hasta resulta estimulante recoger la tan utópica como realista consigna de ciertos trabaja dores brasileños del
petróleo: «É preciso enfrentar e derrotar o neoliberalismo».
Actualmente, el 6% de la población mundial consume un tercio de los recursos naturales del mundo. Es ilusorio,
por tanto, y hasta sarcástico, proponer al Tercer Mundo ese modelo de desarrollo de los países que se llaman
avanzados. Ese modelo podría inc orporar como máximo al 18% de la población mundial, a base de reducir
definitivamente a la miseria al 82% restante. A propósito de la victoria neoliberal en Brasil y en el mundo, es
impresionante recoger la declaración nada sospechosa del Newsweek, del pr imero de agosto pasado: «_los nuevos
colonizadores son miembros de la sociedad internacional de los países del Primer Mundo, liderada por el BM y el
FMI_ En América Latina, una región devastada por la deuda, la corrupción y la dictadura, cada país, desde México
hasta Argentina, ha tenido que orientar su curso económico con la asistencia de los países del Primer Mundo y bajo
el control del centro del nuevo colonialismo que es la oficina del director del FMI, Miguel Camdessus». Ya
sabemos, por ejemplo, que las reformas estructurales del Consenso de Washington son las privatizaciones, la
desreglamentación de mercados, la liberalización financiera y comercial y la puerta abierta de par en par a las
inversiones extranjeras.
El veredicto que dictaba en octubre pasado, en Madrid, el Tribunal Permanente de los Pueblos, convocado por la
Fundación Internacional Lelio Basso, condenaba como «políticas homicidas» las políticas del FMI y del BM,
porque violan los derechos humanos y los derechos de los pueblos. Subrayaba que las beneficiarias del BM son las
300 empresas transnacionales que hoy dominan al mundo.
El testimonio escalofriante acerca de la perversidad de esas políticas lo ha dado Pierre Galand, secretario general
de OXFAM, renunciando a colaborar con el BM, en las vísperas mismas de la celebración de los 50 años de esa
institución, «para no ser c ómplice de esta inexorable fatalidad». «Ustedes -les dice a los señores del BM- son uno
de los principales enemigos de los pobres y de los derechos que ellos reivindican en el marco de las Naciones
Unidas. Ustedes son hoy la maquinaria más extraordinaria y sofisticada de relaciones públicas que existe en el
mundo para imponer a todos un angustiante sentimiento de fatalidad que los resigne a aceptar que el desarrollo está
reservado a unos pocos. Y a todos los demás, los que no son considerados suficienteme nte competitivos o
domesticables, sólo les espera una inevitable pobreza».
El obispo chileno Isaías Gutiérrez, presidente del Consejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América Latina,
señalaba irónicamente que «el excelente modelo económico neoliberal tan admirado en el resto del mundo, ya ha
llevado al 45% de habitantes de Chile a la extrema pobreza».
El 0'7% por fin ha sido aprobado en España. Este compromiso, asumido por el Estado español con otros países
desarrollados, ya en 1972, ante la ONU, trata de aportar el 0'7% del BIP a la cooperación internacional. Algunos
heroicos defensores de lo que en última instancia no pasa de ser una mínima devolución al Tercer Mundo,
consiguieron con sus huelgas de hambre, las acampadas y la movilización nacional, que España cump liera...
después de 20 años.
La CNBB organizó, con verdadero éxito nacional, la II Semana Social Brasileña: «Brasil, alternativas y
protagonistas. Por una sociedad democrática». El objetivo era ayudar a superar la exclusión social que se agrava en
Brasil y en el mundo. Para ello, personas e instituciones han de evolucionar hacia una ética de justicia y de
fraternidad que valore fundamentalmente la vida, supere todo tipo de privilegio y potencie la solida ridad efectiva.
Los temas básicos versaron sobre al desarrollo económico, el Estado democrático, la ciudadanía y los sujetos y
valores emergentes.
Puntos centrales de la verdadera doctrina social de la Iglesia de Jesús se tuvieron particularmente en consideración:
Sobre el Sínodo africano (realizado en Roma) ya se ha escrito mucho. Mucho todavía se deberá escribir y
hablar, y sobre todo hacer. No fue un Sínodo ni tan africano ni tan re alista, a la hora de enfrentar los verdaderos
problemas culturales, sociales, políticos y económicos del continente más pobre, y a la hora de asumir
creativamente líneas pastorales de una Iglesia que quiera inculturarse verdaderamente en el continente neg ro.
El cardenal inglés Basil Hume, que fue relator del Sínodo de obispos sobre la Vida Religiosa, recordó
oportunamente, aun diciendo bastante poco, que los religiosos y religios as «no tendrían razón de existir en una
Iglesia inmóvil, sentada, que pensase que ya ha llegado. Por eso -añadía, muy inglés- el mundo religioso,
constituye una modesta piedrecilla en los zapatos de raso rojo de los obispos».
En el mundo hay actualmente más de 875.000 religiosas y más de 241.000 religiosos. Y en el último decenio la
vida religiosa -o la vida consagrada, como se quiera- ha tenido 280 mártires.
El documento base de preparación para el Sínodo («Lineamenta») recibió duras críticas de numerosas Conferencias
episcopales, de las Uniones de superiores y superioras generales y de muchas Conferencias de religiosos y
religiosas, por su sesgo canónico, por su falta de calor evangélico y por no abordar los problemas más candentes
hoy en la vida religiosa.
A lo largo del Sínodo sin embargo, «otoñal y pacífico» según un cronista, se fue llegando a 55 proposiciones más
positivas que recogían adecuadamente el clima de la asamblea.
Como otros varios Sínodos, no marcará época en la renovación de la vida de la Iglesia. Porque difícilmente llegará
a producir la tan invocada «refundación» de las instituciones de vida consagrada. Mientras los Sínodos sean
simplemente consultivos_ ¿se quedarán en consulta?
En este mes de enero, y en Chile, se celebra la III Asamblea General del Consejo Latinoamericano de
Iglesias, CLAI, con el tema luminoso de «Renacer para una esperanza viva».
La muy benemérita Comisión de Estudios de Historia de la Iglesia en América Latina, CEHILA, va a realizar
del 25 al 28 de julio de 1995, en São Paulo su II Conferencia Gen eral, haciendo un balance de los últimos 50
años de la historia de la Iglesia en América Latina y el Caribe.
Mi congregación claretiana está celebrando el centenario de su llegada a estas tierras de Santa Cruz.
Actualmente los misioneros claretianos tenemos dos provincias religiosas en Brasil y la misión de Paranatinga, en
este mismo Mato Grosso.
Con sus ambigüedades, pero también con su importancia internacional, la ONU ha promovido dos grandes
conferencias mundiales; la ya realizada en septiembre último sobre Desarrollo y Población en El Cairo, y la que
se va a realizar en marzo de este año, en Copenhage, Dinamarca, como Cumbre mundial sobre Desarrollo Social.
Para el «gran jubileo» del año 2000 el Papa Juan Pablo II sueña con relanzar en la Iglesia la unidad entre los
cristianos, el diálogo con las otras religiones, enfrentar el d esafío de la «crisis de civilización» y «hacerse voz de
todos los pobres del mundo».
Si yo pudiera, propondría estos cuatro grandes objetivos mayores para ese jubileo:
Ha valido la vida también, entre penas y alegrías, la pequeña historia de 25 años de nuestra Iglesia de São Félix
do Araguaia. Por eso la vamos a celebrar; acompañados de tan tos hermanos y hermanas solidarios que, de cerca o
de lejos, han hecho posible en buena parte esta «caminhada».
El salmo 144 y su lema «el Señor dirige nuestra historia» se está volviendo himno oficial de nuestro jubileo de
plata y de sangre. Tres grandes objetivos nos hemos propuesto para las celebraciones de este año de acción de
gracias, que irá de julio de 1 995 a julio de 1996:
Conversión,
Misión,
Organización.
Ya ha salido un calendario propio, con el mural, a todo color, de la Pascua de nuestra catedral, pintado por Cerezo
Barredo, y con las fechas mayores de nuestra Iglesia y de esta región.
Del 7 al 9 de julio de este año tendremos la gran Asamblea del Pueblo de Dios, con la ordenación sacerdotal de
Flanklin Machado Pereira, hijo de nuestra Ilha do Bananal. Y el 27 y 28 de julio de 1996 celebraremos la gran
Romería de los Mártir es, en el «Santuário dos Mártires da Caminhada», en Riberão Cascalheira, con el lema
«Vidas por la Vida», y haciendo memoria comprometida de todos los mártires de Nuestra América.
El problema de la tierra y la Causa indígena continúan candentes entre nosotros. Concretamente, se está
agudizando la situación del área llamada «Suia Misu», oficialmente declarada reserva Xavante, pero invadida por
centenares de ocupantes de la s más diversas categorías y procedencias. Ha empezado ya la demarcación y el clima
de tensión se calienta. Nosotros, lógicamente, defenderemos el derecho primero de los indígenas que fueron
desalojados de esa área; defenderemos también el derecho a una ti erra -no sobre la tierra indígena- de los
verdaderos «sin tierra» y creemos que se debe reconsiderar la buena fe con que, ya mucho antes, entraron en esa
área ciertas familias de poseiros o de «fazendeiros» pequeños.
El Secretariado Internacional Cristiano Oscar A. Romero de Solidaridad con América Latina, SICSAL, va
a celebrar su Asamblea anual y el Encuentro Internacional de Solidaridad en El Salvador, entre el 19 y el 24 de
marzo de este año, para conmemorar el 15º aniversario del martirio de nuestro san Romero. Mons. Ribera y Damas
acogió con mucho cariño esta propuesta. Allí estaré yo, Dios mediante; y en Guatemala antes, para una se mana
sobre Vida Religiosa, organizada por Confregua, entre los días 14 y 16. No podré visitar otros países de América
Central este año. La agenda se pone cada vez más apretada. En este relleno 1995, además de los compromisos
habituales, tenemos visita ad límina -Roma y Asís-, las asambleas nacionales del CIMI y la CPT, y el COMLA V.
Para que no se diga que los obispos no trabajamos; o que no viajamos, por lo menos.
Eso es lo que canta Mario Benedetti, recordándonos que «el sol nos reconoce, el campo huele a primavera y somos
militantes de la vida».
Frente a la «utopía cautiva» que podríamos detectar, con Pablo Suess y Carlos Mesters, en este mundo de después
de las utopías, debemos convocar, también con ellos, «la confederación de las víctimas».
Si es verdad que el capitalismo neoliberal es el sistema de la exclusión de las mayorías, también es verdad lo que
ha dicho el premio Nobel de literatura de 1981, Elías Canetti, recién fallecido, en uno de sus famosos aforismos:
«lo esperanzador de tod o sistema: lo que queda excluido de él». Y Jean Cardonnel, muy bíblicamente, ha
declarado que «el pueblo elegido es la masa de los excluidos»; los 'apirús-hebreos de siempre, ¿no?
En el encuentro de obispos y pastores latinoamericanos que celebramos todos los años -¡bendito sea el Señor!-
aquí en Brasil, tuvimos la oportunidad de oír a Rigoberta Menchú, a Gustavo Gutiérrez, Pablo Suess y a Ronaldo
Muñoz, entre otros hermanos y hermanas de camino esperanzadamente alternativo.
Los temas fueron sumamente actuales: relaciones de las Iglesias particulares entre sí y con la Santa Sede; la Iglesia
de los pobres ante la globalización de la economía mundial y la marginación de las mayorías del continente;
inculturación y evangeliza ción, particularmente en el mundo indígena.
Ronaldo Muñoz nos recordaba que nuestra vivencia cristiana, como la propia Iglesia y el mismo Jesús, conjugan
siempre tres grandes perspectivas: histórica, desde los orígenes; actual, en la experiencia presente; mistérica, por su
misterio eterno y univ ersal.
Cuatro solemnes ancianos eclesiásticos le llenan a uno la mente y el corazón en estos meses últimos: Juan Pablo
II, Bernard Häring, Edward Schillebeeckx y Vicente Enrique Tarancón. Este último ya se fue a la mercida Paz
con un glorioso puro en la b oca. Schillebeeckx se ha declarado, en una confesión autobiográfica de mucha libertad
y esperanza, un teólogo feliz. Häring, ahora en versión brasileña, nos ha proporcionado un verdadero manual de
descentralización eclesiástica, de ecumenismo valiente y d e confianza radical en el Evangelio de Jesús: É possível
mudar. Em defesa de uma nova forma de relacionamento na Igreja. Y el Papa, tan fecundo en documentos, nos ha
dado sus mensajes fuertes sobre la vida, la fidelidad a la fe, el ministerio ecles iástico y el tercer milenio. En el
best-seller Cruzando el umbral de la esperanza, la opinión pública ha querido ver incluso una especie de
testamento espiritual del Pontífice.
Punto y aparte merecería el documento de Juan Pablo II con respecto a la ordenación sacerdotal de la mujer. Es
ciertamente la palabra «definitiva» de un papa, pero en un documento pontificio menor. Otro papa, con la misma
autoridad pontificia, podrá de cir un día otra palabra. Para mi fe y la de muchos y muchas, sobre todo, el Espíritu y
la Esposa dirán en su día su palabra definitiva, diferente.
El poeta Ferreira Gullar cantó, hace tiempo, que «a vida vale a pena, / embora o pão seja caro / e a liberdade
pequena». La vida vale la pena; vale la pena la historia, que es la colectiva vida humana. La historia es nuestra
vida. Y Dios mismo se h a hecho historia en nuestra historia. En la historia acontece ya el Reino de Dios. No es la
historia, por muy prepotentemente neoliberal que sea, una maquina fatal que no podamos y debamos manejar hacia
el Reino siempre.
Acabo de leer y meditar un libro muy revelador del jesuita uruguayo Juan Luis Segundo, La historia perdida y
recuperada de Jesús de Nazaret. Del mismo, recojo, para terminar esta circular fraterna que quisiera ser también un
hálito de esperanza comprometida con nuestra diaria historia, estas palabras certeras: «De la misma manera que
Dios hace suyo el proyecto histórico del Reino de Dios por el que luchó y murió Jesús, así hará con los proyectos
por los que todos los hombres [y mujeres, claro] d e buena voluntad hayan tratado de poner amor, solidaridad,
justicia, humanización, allí donde todo eso faltase en el universo entero entregado a su responsabilidad histórica».
A nuestra responsabilidad histórica hoy, aquí, hermanos, hermanas.
Fidel:
Una vez más recibo invitación de Cuba y una vez más he de contentarme con enviar un mensaje. De corazón, eso
sí.
Hoy te lo dirijo a ti, personalmente y tuteándote, para quitarle hasta el menor atisbo de ceremonia. Como
corresponde a compañeros de luchas y de esperanzas.
Estos días has sido noticia mayor, también en Brasil. Con titulares como éste: «Un ateo en el Vaticano».
Y de eso quería hablarte, a ti y a todos los compañeros y compañeras que están ahí en esta hora histórica de tus 70
años, del proceso cubano y de la macrodictadura neoliberal.
Recuerdo, todavía con emoción, la carta que te entregamos, en 1985, Betto, los hermanos Boff y yo, escrita para ti
por el patriarca de la Solidaridad y los Derechos Humanos, el cardenal Paulo Evaristo Arns, arzobispo de São
Paulo. «Aunque Vd. se declare i ncreyente -te decía él- yo le pido que rece por mí...».
Fidel, a estas alturas de tu vida y la mía y de la marcha de nuestros pueblos y de las iglesias más comprometidas
con el Evangelio hecho vida e historia, tú y yo podemos muy bien ser al mismo tiempo creyentes y ateos.
Ateos del dios del colonialismo y del imperialismo, del capital ególatra y de la exclusión y el hambre y la muerte
para las mayorías, con un mundo dividido mortalmente en dos. Y creyentes, por otra parte, del Dios de la Vida y la
Fraternidad universal, con un mundo humano único, en la Dignidad respetada por igual de todas las personas y de
todos los pueblos.
Con esta fe, abrazo a todo el pueblo de Martí, en la esperanza de su victoria sobre el bloqueo inicuo, en la defensa
de sus conquistas sociales y en la consolidación de una democracia sin privilegiados y sin excluidos, con Pan y con
Espíritu, con Justi cia y con Libertad; en la hermosa patria de la Isla y en toda la Patria Grande de Nuestra
América.
No te doy la bendición porque tengo dos años menos que tú y es a los mayores a quienes corresponde bendecir...
Pedro Casaldáliga,
obispo de São Félix do Araguaia, MT, Brasil
Hermanas, hermanos, compañeros de esperanza, "esperanzados y esperanzadores" (Ellacuría) ahora más que nunca,
porque los tiempos "oficiales" no son demasiado buenos para el Pueblo. Aunque el Tiempo de Dios, la llegada de
su Reino, continúe siendo más que bueno y urgente.
Esta circular, que sigue siendo fraterna, alcanza un círculo tan diferenciado que me obliga a tocar temas "mayores",
dejando en la máquina y en el corazón referencias más caseras. El tono de la carta se hace también más abierto en
su perspectiva, menos intraeclesiástico... Espero que este aviso previo nos ayude en la mutua comprensión.
Tres acontecimientos me dan la materia prima y el hálito para esta carta circular:
Nunca como hoy la Vida ha pasado a ser el gran paradigma de referencia para reuniones, marchas, manifiestos y
para la misma teología. Parece que finalmente hemos llegado a reconocer, con nuestro san Romero de América,
que la Vida es, de verdad, ese máximo y mínimo don de Dios. Se habla incluso de "la cultura de la vida" frente a
la mal llamada "cultura de la muerte" (la cultura propiamente es siempre de la vida y para la vida). La nueva fiebre
por la ecología va siendo, cada vez más, no ya una moda bucólica o una bandera minoritaria, sino una verdadera
obsesión mundial por la vida en el universo.
Nuestros teólogos y comunidades vienen invocando más y más a Dios -al Dios de siempre- como el Dios de la
Vida. De hecho, a lo largo de la historia de la salvación, en nuestras escrituras judaico-cristianas, él se revela como
el único Señor de la Vida (Gn 2, 9; 2 Mac 14, 46; Mat 4, 17; Rom 1, 16). Interviene siempre que la vida se ve
amenazada, o cuando se niega (Gn 21, 12; Ex 20, 13; Lv 24, 17; Rm 13, 9). Y su Hijo, Jesús de Nazaret, nos
declaró que había venido para que todos tengamos vida y la tengamos en abundancia (Jn 10, 10).
Por citar algunas referencias que nos son más próximas acerca de esa presencia persistente de la vida en
documentos y encuentros, recuerdo: "El Evangelio de la Vida", encíclica de Juan Pablo II; "Una esperanza viva",
lema de la Asamblea del Consejo Latinoamericano de Iglesias, en Chile, el año pasado; "El Evangelio en las
culturas, camino de Vida y Esperanza", tema del COMLA V; la "Eucaristía, Vida para la Iglesia", tema del
Congreso Eucarístico Nacional que se va a celebrar en Vitoria; "Vida acima de tudo", de la XI Asamblea Nacional
de la Pastoral Obrera de Brasil; Primer Encuentro sobre "la calidad de Vida en América Latina", celebrado en São
Paulo; "Construyendo la Vida", lema del día nacional de la juventud brasileña; "Tierra, madre de la Vida", como un
grito primero en el "O grito dos excluidos", realizado con tanta fuerza en nuestro Brasil; "Opción por los pobres,
opción por la Vida", del X Seminario de formación teológica de Argentina y "Dar la Vida en la opción por los
pobres" del XI Seminario. La organización indígena CONAI de Ecuador contestaba muy proféticamente a un
comandante general que les negaba sentido a sus reclamaciones: "nosotros estamos luchando por la Vida, no sólo
para nosotros, el pueblo indígena, sino para todos los ecuatorianos, los latinoamericanos, todo el pueblo de Dios".
El Boletín REDE, de los cristianos de clases medias, editado en Petrópolis, subrayaba, pensando en las tendencias
ecuménicas de este final de milenio, que "no hay verdadera presencia cristiana si la vida amenazada no es
defendida, especialmente la vida de los pobres amenazados por el (des)orden neoliberal". Nuestro san Romero
actualizaba y ubicaba el dicho de san Ireneo, afirmando que: "la gloria de Dios es que el pobre viva". La "calidad
de vida" que postula el primer mundo no puede ser privilegio de unos pocos. La vida de los pobres definirá
siempre, en humano y en cristiano, la opción por la Vida.
El boletín Nueva Tierra, de Buenos Aires, presentaba como en una letanía de sueños y compromisos este
pentagrama de verbos al servicio de la vida:
"Compartir la vida, crear la vida, creer en la vida, hacer vida, dar vida, multiplicar la vida, honrar la vida,
entregar la vida, jugarse la vida, ser militantes de la vida, defender la vida, buscar la vida, respetar la vida,
construir la vida, conservar la vida, disfrutar la vida, comprometer la vida, acrecentar la vida, inventar la vida,
celebrar la vida".
En contrapartida, la muerte sigue haciendo estragos, estructurales, escandalosos, en nuestra neoliberal humanidad.
Con oportuno dramatismo, el último premio Nóbel de Literatura, Seamus Heaney, se considera "un soldado huido
de la matanza". Y en un análisis acerca de la sociedad civil y la violencia, publicado por IBASE, Isabel Carvalho
suspira por "poder salir a la calle y exigir que al final valga la pena estar vivo". Amnistía Internacional denunciaba
que treinta y dos países ejecutaron en un año más de dos mil personas, condenadas a muerte, y que ciento doce
estados han practicado normalmente la tortura. Ya sabemos que más de un billón de personas, o sea, la quinta parte
de la población mundial, malvive en condiciones de extrema pobreza pasando materialmente hambre. En
Colombia, el narcotráfico, que financia la muerte de tantas personas cada día, representa un ingreso de tres mil
quinientos millones de dólares por año. Son bien conocidas las cifras de las muertes "matadas" en São Paulo o en
Rio de Janeiro: quince, veinte por día. Entre los indios guaraní kaiowá de Mato Grosso do Sul, arrancados de sus
tierras y condenados a trabajo semiesclavo, en la última década se han suicidado treinta y dos adolescentes. Cien
millones de personas -el 2% de la población mundial- han sido desarraigadas de su hábitat. Y se calcula que cada
día unas diez mil personas aumentan la lista de los refugiados.
Africa es todo un continente condenado a muerte por los conflictos poscoloniales, bajo las armas exportadas por el
primer mundo, y por el SIDA y el hambre. Varios países africanos se transformaron hoy en antesalas de una
muerte, más que "anunciada", decretada internacionalmente.
El rabino D. Goldman, hablando de los cuerpos desaparecidos durante la dictadura militar chilena, pronunciaba
estas dos sentencias que deberían sacudirnos a todos, también como Iglesia, en la medida en que todos podamos
ser cómplices, al menos por amnesia:
Dentro de este panorama de vida y muerte, la Prelatura de São Félix do Araguaia va a clausurar las celebraciones
de los 25 años de su erección, con la ROMERIA DE LOS MARTIRES DE LA "CAMINHADA"
LATINOAMERICANA, en Ribeirão Cascalheira, los días 27 y 28 de julio de este año de 1996. En este año
conmemoramos los 20 del martirio del Padre João Penido Burnier, asesinado a mis pies por la policía militar
cuando los dos intentábamos liberar a dos campesinas que estaban siendo torturadas por la policía.
Todos los amigos y amigas que nos vienen acompañando a lo largo de estos años pueden tomar nota y marcar las
fechas en la agenda. Las celebraciones de la Romería empezarán el 27 por la tarde y terminarán el 28 con el
almuerzo comunitario.
Estamos reestructurando el Santuario. Hemos pedido a cada país de América Latina y el Caribe la fotografía de un
mártir del país respectivo para que ese Santuario sea de verdad de los mártires de la "caminhada"
latinoamericana. De la caminhada, porque son mártires recientes y testigos de sangre de esas Causas que
conforman la caminhada de nuestros Pueblos y de nuestras Iglesias en el proceso de la gran Liberación.
Digo que celebramos esa romería dentro de este panorama de vida y muerte que nos circunda. Los mártires,
nuestros mártires, son aquellos, aquellas, que se niegan a este presente de muerte y dan la vida por un futuro mejor,
de vida. No son seres-para-la-muerte, son "vocacionados" a la muerte-para-la-vida.
Con ocasión del COMLA V (Congreso Misionero LatinoAmericano) que celebramos en Belo Horizonte en el
pasado mes de julio, yo tuve que exponer la experiencia de la "Memoria y estímulo misionero a partir de los
mártires de la caminhada de la Patria Grande". En esa comunicación subrayaba yo los siguientes aspectos:
-El Nuevo Testamento nos presenta los evangelizadores primeros como "testigos". "Seréis mis testigos", les pide
Jesús. Y ya sabemos que "testigo" hasta las últimas consecuencias, equivale a mártir. El Apocalipsis evoca a la
comunidad de los seguidores de Jesús como aquella que ha pasado por "la gran tribulación y ha lavado sus
vestiduras en la sangre del Cordero".
-Nuestra América, en las últimas décadas, ha sido bautizada como "el Continente de la muerte y la esperanza".
Nuestros Pueblos y nuestras Iglesias han pasado multitudinariamente por la gran tribulación. Y somos hijos/hijas de
mártires, testigos de testigos. Una "nube" de testigos nos precede y nos envuelve. Podríamos citarlos en una
enumeración escalofriante. Hay calendarios, agendas, libros colectivos o monográficos, videos, films, fechas
consagradas, romerías... que recogen esa memoria -verdadera "anámnesis"- que quiere y debe impedir cualquier
tipo de "amnesia".
-Ese martirio de nuestra América tiene, ya desde los orígenes de la evangelización en el Continente, dos
peculiaridades. Es un martirio por el "pobre" y por el "otro".
-Entre nosotros se ha ensanchado el concepto de martirio. Nuestros mártires son mártires por el Reino, no
solamente por la estricta confesión de un artículo de fe cristiana. Nuestros mártires no sólo han dado la sangre "por
la Iglesia"; la han dado también "por el Pueblo". "Sangre por el Pueblo" es el título del conocido martirologio
latinoamericano que ahora tiene ya un segundo volumen, titulado "Profetas por un mundo nuevo", ambos
preparados por Berta Arroyo.
-En su oblación por la Causa mayor del Reino, nuestros mártires son testigos de sangre de Causas específicas,
nuevas en cierta medida y muy nuestras. El mundo indígena, su autonomía, sus territorios; la tierra repartida; los
derechos humanos; la solidaridad; la justicia... Mártires por el Reino de la Vida, vidas dadas por la Vida. Contra
todos los dioses de la muerte que nos acechan, tan actualizados por el lucro, por la prepotencia, por la marginación.
-Todo lo cual nos enseña con una nueva luz que lo consecuente no es sólo venerar a los mártires o hacerse con sus
reliquias, sino imitar a los mártires y hacerse con sus Causas. Asumir su actitud de testigos, coherentes y radicales
y hasta las últimas consecuencias. Hacer fructificar su sangre ya en el hoy de nuestra "caminhada", dar razón
también histórica, además de escatológica, de su esperanza. Ni esperaron en vano ni murieron en vano.
-En una de sus asambleas -1976- la Asociación de teólogos del tercer mundo se obligaba a "hacer del compromiso
el primer acto de la teología". El primer acto de la espiritualidad, digamos, de la misión, de la pastoral.
-En aquella exposición del COMLA alertaba yo una vez más sobre el peligro de caer en alguna de las tres
tentaciones de moda que nos acechan:
-renunciar a la memoria
-renunciar a la cruz
Olvidar a los mártires, incluso por una irenista "reconciliación" y renunciar a la radicalidad con que optaron por las
grandes causas del Reino, y ceder a lo inmediato y pragmatista, sería realmente pecar con ese triple pecado tan de
nuestros días, posmodernos en el primer mundo, y posmilitantes en nuestro mundo tercero.
Evocábamos, en nuestra sección del COMLA, la figura del teólogo y mártir de la resistencia Dietrich Bonhoeffer,
en sus 50 años de testimonio radical. El empieza su libro "El precio de la gracia" con aquellas contundentes
palabras:
"La Gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia. Hoy combatimos en favor de la Gracia cara".
Jon Sobrino, hablando de los mártires, y de las diferentes posturas de la Iglesia hoy, advierte que el factor decisivo
de una u otra postura (complicidad, supuesta neutralidad, compromiso) está en "saber si la Iglesia mantiene la
opción por los pobres, la denuncia de la opresión y el servicio a los oprimidos, hasta el martirio".
El año pasado nos tocó a los obispos de Brasil hacer la visita ad limina. A las tumbas de los Apóstoles Pedro y
Pablo, al sucesor de Pedro, hoy Juan Pablo II. Esa visita, a su tiempo, ya me dio algunos quebraderos de cabeza y
de reputación eclesiástica. Los viejos amigos recordarán. Este año hice la visita conjuntamente con los obispos del
Ceará y del Piauí, presididos por el tan franciscanamente fraterno dom Aloísio Lorscheider.
¿Qué voy a decir de la visita ad limina? Pues, sí, puede ser útil para la Iglesia. Pero, ciertamente, debería ser de
otro modo. Y conste que fuimos muy cordialmente recibidos en todos los Dicasterios; pero la colegialidad y la
corresponsabilidad piden más que cordialidad.
Encontré al Papa muy acogedor, eso sí, sus manos en mis manos, escuchándonos, preguntándonos, riéndose con
humor, estimulándonos incluso a urgir de los dicasterios y del nuncio. Físicamente Juan Pablo II, aquel gigante
polaco, está bastante decaído. El atentado, el parkinson... A veces me daba incluso la impresión de un abuelo ya de
vuelta pero cariñoso. Los Papas también envejecen.
Sin embargo, es interesante recoger del boletín Adista -21 de octubre de 1995- el titular que dedica al último viaje
del Papa a EEUU y a su discurso en la ONU: "El Viaje de Gulliver: EEUU nos devuelve un Papa gigante". Por su
enérgica condenación del etnicismo y el racismo, por su defensa de la legítima identidad nacional, por su demanda
de una Carta de los derechos de las naciones, por su claridad al abordar los temas candentes del gran país anfitrión:
el aborto, la familia, el consumismo, el deber de la solidaridad, la multiculturalidad. Llega a afirmar Adista que
apareció allí "la imagen de un gigante en un mundo de liliputienses, de una única incomparable personalidad en un
panorama humano de mediocres".
En la visita ad limina, como es de rigor, nos encontramos con los varios Dicasterios o "ministerios" y secretariados
del Papa. Honestamente, uno sale entre decepcionado y angustiado de esas visitas. La Curia romana debería ser otra
cosa. Reclama a gritos una profunda renovación. La sentí, una vez más, como pesada y pasada. Nosotros, los
obispos, hacíamos preguntas bien concretas y pastoralmente apremiantes. Las respuestas de los Dicasterios eran
normalmente vagas y dilatorias. A veces nos sentíamos chutados, como balones brasileños, de un Dicasterio para
otro. Y así se lo dijimos al Papa.
Me atrevería a calcular -porque también soy Iglesia y por amor a la Iglesia- que un 70% de lo que se adjudica la
Curia romana podría resolverse mejor en las Iglesias particulares y en las Conferencias Episcopales.
No puedo entrar en detalles, porque no estoy escribiendo un nuevo código de derecho canónico. Evidentemenete el
Vaticano debería dejar de ser Estado. Esta es una convicción que crece en mí con los años y la experiencia
eclesiástica. Ya es ejemplo típico, también, el problema de la elección de los obispos. Sé, de información directa,
que el mismo Papa, refiriéndose a una elección manipulada por un señor cardenal, en nuestro Brasil, llegó a
ponderar: "¡Así nadie nos cree!". Por hablar de mi España -y podría hablar de otros países, y de casos recientes-
está claro que habría sido más inculturado y pastoral nombrar para Bilbao un obispo vasco. Y por hablar de nuestra
Centroamérica, es más que comprensible que nos haya chocado a muchos que para suceder como pastor en la
iglesia de don Romero, mártir a manos de la derecha y del ejército salvadoreños, se haya elegido a un capellán de
ese ejército y de línea pastoral marcadamente otra.
Acaba de salir en París un libro, dirigido por René Luneau y Patrick Michel, con este significativo título: "Ya no
llevan a Roma todos los caminos. Los cambios actuales del catolicismo".
Las reformas que pidieron recientemente los católicos alemanes y austríacos a través de la iniciativa popular de la
Iglesia (el famoso KirchenVolksbegheren) no deben estar tan fuera de lugar cuando recogen demandas que vienen
resonando en estas últimas décadas en todas las partes del mundo católico:
4. Valoración positiva de la sexualidad como parte importante del ser humano creado y aceptado por Dios.
Esos católicos añaden, y yo lo firmo, que "una crisis puede contener el germen de un ocaso, pero también la
oportunidad de un renacimiento lleno de futuro".
El Papa ha hecho hincapié en subrayar, como saliendo al paso de muchas reclamaciones, la voluntad de la Iglesia
de reconocer la igualdad social y eclesial de la mujer. Sin embargo, la respuesta de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, del 28 de octubre de 1995, asumida por el Papa, confirma la prohibición tajante de pensar en el
futuro acceso de la mujer al sacerdocio. Se trata -escribe el documento- de "una declaración formal que debe ser
mantenida siempre, en todas partes y por todos los fieles, ya que pertenece al depósito de la fe". Evidentemente, el
debate eclesial en torno a este problema no se cierra con este documento de la congregación para la doctrina de la
fe. Inmediatamente después ya han surgido réplicas, bien fundadas, que la Iglesia en el futuro no podrá pasar por
alto. El Espíritu seguirá hablando.
Otra confidencia, aun a sabiendas de que uno siga siendo tachado de menos eclesial, o eclesiástico. Si los obispos
no hablamos en la Iglesia, no sé quién podrá hablar... La Congregación para la Educación Cristiana nos mandó
retirar del texto actualizado de la Reglamentación de la formación sacerdotal que elaboramos en la CNBB, estos
dos párrafos que transcribo. Y los transcribo porque me parecen indispensables para una auténtica formación
cristiana sacerdotal. No entiendo cómo se pueda prescindir de lo que reivindican estos dos números tan
inspiradamente redactados:
nº 123: La identificación con Cristo Pastor y Siervo de sus hermanos "conduce a la persona al sometimiento de
toda la vida al Espíritu, en actitud filial con el Padre y en vinculación fiel con la Iglesia" (PDV 45). Lleva a una
espiritualidad de desprendimiento, de encarnación en la vida concreta del pueblo y de solidaridad con sus causas,
a la luz del plan de Dios, como en Jesús de Nazaret (VMPPV 297), que se vació y se hizo servidor (Flp 2, 5-11)
ungido por el Espíritu para anunciar la Buena Noticia a los pobres (Lc 4, 18).
nº 124. Esta espiritualidad sostiene al presbítero en la misión evangelizadora de nuestra realidad latinoamericana,
llevándolo a buscar, cada vez más profundamente, la fidelidad a los signos de la presencia y acción del Espíritu, el
servicio de la palabra de la verdad, la edificación de la comunidad y de la comunión, el amor preferencial y la
solicitud para con los pobres, en fin, aquellas virtudes características de una espiritualidad liberadora: el sentido
de misericordia, la firmeza y paciencia en las tribulaciones y persecuciones, la alegría de saberse ministro del
Evangelio (DP 378-383).
En esos textos tan evangélicos, ¿molestan los pobres, el pueblo, la espiritualidad liberadora, las persecuciones...?;
¿molestan por ser tan latinoamericanos?
Otra vez hay que agradecer al patriarca de la moral, Bernard Häring, por su pequeño libro, tan sereno y liberador,
que está siendo traducido a varios idiomas "Es geht um's ganze". En la renovación que Häring pide "Está en juego
todo", es verdad.
Y hay que agradecer también al benemérito exsecretario de la Conferencia Episcopal Brasileña, dom Antonio
Celso Queirós, por su texto sobre la "Evolución de la CNBB".
Hablar con fraterna claridad, compartir puntos de vista hasta contrarios, exigir siempre más transparencia, más
libertad, más inculturación, son dones del Espíritu y fidelidad y corresponsabilidad eclesiales.
No sólo de críticas vive la Iglesia. Vive sobre todo de fe y de acción. Acontecimientos y programas no faltan.
Ya he citado el COMLA V, que fue, sin duda, un gran momento misionero continental, con la participación
además de muchas Iglesias del mundo. La prensa misionera, sobre todo, se ha hecho bastante eco de ese congreso.
Yo quisiera subrayar un tema que mereció en el mismo mucho debate y luz: Las fronteras de la misión. Me
parece que quedó claro, en la línea de la inculturación en los varios pueblos y ambientes y frente a los desafíos de
la marginación social, que la misión debe afrontar las diferentes fronteras y no sólo las geográficas. Fronteras
culturales, económicas, sociales, psicológicas, religiosas...
El Mensaje del COMLA V es un manifiesto histórico para la formación y la acción misioneras de nuestro
Continente.
La CNBB está lanzando un Plan Integrado de Evangelización en la perspectiva del final del milenio, que coincide
con los 500 años de la llegada de Europa y la Iglesia a Brasil, y que trata de integrar las orientaciones de la carta
apostólica de Juan Pablo II "Tertio Millennio Adveniente" y en la perspectiva del CELAM, en orden a ser una
Iglesia misionera que ayude a generar una sociedad solidaria, con "vida plena para todos en América Latina y el
Caribe". El plan pastoral de la CNBB, reformulado, subraya: el testimonio de la comunión eclesial, el anuncio del
Evangelio, el servicio y la participación en la sociedad y el diálogo ecuménico e interreligioso.
Una vez más se han reunido en nuestro Brasil y en asamblea nacional los organismos del Pueblo de Dios. Como
destaca la comunicación del Consejo Permanente de la CNBB, "va surgiendo, en proceso vital, la idea de una
reunión más amplia, que congregue las presidencias de todos los organismos, expresando mejor la realidad del
cuerpo eclesial".
Sigue la preparación para el IX Encuentro Intereclesial de las CEBs, que se va a realizar en São Luís, Maranhão,
del 15 al 18 de julio de 1997, con el tema: "CEBs, Vida y Esperanza en las masas". Se ha celebrado ya la tercera
reunión de la comisión nacional y ha salido ya el texto base con artículos muy pertinentes sobre el catolicismo de
masas, el pentecostalismo, las masas de los excluidos, la relación entre las comunidades y los demás católicos, la
experiencia de Jesús y la pedagogía adecuada para un trabajo de masas. Los nombres de Clodovis Boff, Carlos
Mesters, Pedro Ribeiro de Oliveira, Luis Eduardo Wanderley, Jung Mo Sung, etc. avalan suficientemente el
contenido de ese texto. El encuentro será también en buena medida latinoamericano, como lo fueron los últimos
intereclesiales.
Es interesante subrayar la elección del tema para ese IX intereclesial. Las grandes masas son, por un lado, la
inmensa mayoría de los excluidos y, por otro lado, no son alcanzadas de un modo realmente evangelizador por la
Iglesia; ni por la Iglesia católica ni por las Iglesias protestantes históricas. Los fundamentalismos y las propagandas
consumistas sí que penetran en las masas.
La visita a Roma fue también, una vez más, un reencuentro con las raíces: familiares, europeas, claretianas,
eclesiales. Cantaba yo, viendo las calles de Roma, a los viejos plátanos , por cierto amenazados ahora de no sé qué
plaga:
Y he dicho que hice también una escapada a Asís. Asís, Francisco, "el Evangelio sin glosa", siempre le sacuden a
uno. Puesto a pedir, sólo supe pedirle a san Francisco bastante más gratuidad. Falta nos hace. En medio de tantos
intereses y susceptibilidades y desalientos. Dios sigue siendo siempre Gracia. Y nosotros deberíamos ser siempre,
sobre todo, gratuidad que recibe y gratuidad que da.
Del 10 al 14 de octubre de este año de gracia vamos a celebrar en Bogotá, Colombia, el segundo encuentro
continental de la APD, Asamblea del Pueblo de Dios. Con tres objetivos:
La APD, que surgió como un encuentro alternativo en medio de las celebraciones de los 500 años, no es una
organización, ni siquiera un movimiento; quiere ser una movilización de gentes que creemos en el Dios de la Vida
y queremos dialogar interreligiosamente; que nos comprometemos con las Causas de la liberación y que nos
sentimos Patria Grande, Abya Yala.
La sola expresión "macroecumenismo" suscitó temores y censuras. Injustificadamente. De hecho quiere reforzar
por un lado el ecumenismo real entre las Iglesias cristianas, y el diálogo mayor de estas Iglesias con las otras
Religiones, sobre todo indígenas y negras, por tratarse del Continente. Siempre hicimos hincapié en salvar la
respectiva identidad, porque pretendemos el diálogo que escucha y habla, que recibe y da. Lo contrario seria
monólogo. Yo entiendo que el criterio para definir la bondad y la validez de todo ecumenismo y macroecumenismo
será:
-si me hace más confiante en el Dios de la Vida y, por eso mismo, más esperanzado;
-si me hace más comprensivo con el prójimo y sus contextos y más comprometido con sus Causas libertadoras
-si me hace más fiel a lo esencial de mi fe. ("La esencialidad de la fe", insistía en su Dicasterio el cardenal
Ratzinger. Estoy plenamente de acuerdo, siempre que se trate de "la esencialidad". Yo le decía, por ejemplo, al
cardenal que tenemos la impresión de que allá, en las instancias centrales, quizá no se valora bastante la
jerarquía de las verdades y la jerarquía de los valores, con lo cual, la esencialidad o la accidentalidad no siempre
aparecen distinguidas).
Ni el ecumenismo ni el macroecumenismo son tan fáciles ni tan vigentes en nuestro mundo de fundamentalismos
y proselitismos cerrados y de Iglesias avasalladoramente electrónicas. Aquí, en Brasil, acabamos de vivir el
incidente de un pastor golpeando una imagen de Nuestra Señora Aparecida, que provocó tantas reacciones
desorbitadas. Poniéndole un poco de humor a la cosa, pensaba yo que si la Congregación de ese pastor se
denomina Iglesia Universal del Reino, todas las Iglesias deberíamos intentar ser apenas, modestamente, Iglesias del
Reino Universal.
La segunda APD se va a celebrar en Colombia, esa "reina manchada de sangre", esa "sociedad urgente", esa
"democracia genocida". De todo eso ha sido calificada la querida nación hermana, de tantas etnias, contradicciones
civiles y eclesiásticas, de tantas luchas pasadas y presentes, y de tan denodada esperanza. En Colombia,
precisamente, la tercera Asamblea Nacional de las CEBs hacía esta proclama: "nuestra misión se orienta hacia la
defensa y la promoción de la vida y los derechos de los pobres". El presidente de la Organización Nacional
Indígena de Colombia, Abadío Green, insistía en una entrevista reciente que el futuro del país es el intercambio y
el diálogo; por una paz con justicia, por la vida de todos.
En Guatemala, por citar un país de la Centroamérica tan inestable todavía, en el primer año del Acuerdo de Paz, se
han cometido más de 2.900 violaciones de los derechos humanos, en torturas, ejecuciones extrajudiciales ,
desaparecidos y masacres colectivas. El "alto grado de impunidad" -que con tanta frecuencia favorece a los cuerpos
militares, policiales o paramilitares, como en los casos brasileños del presidio Carandirú o del campamento de los
sin tierra en Corumbiara- es considerado como el principal factor de las violaciones de los derechos humanos en
todo el Continente.
Las réplicas de la vida a todos esos estallidos de muerte, gracias a Dios, no faltan. En Brasil, el Pueblo Negro, de
unos cincuenta millones, ha celebrado con diferentes manifestaciones y compromisos, los 300 años del gran líder
de los palenques, Zumbí. Entre esas manifestaciones, el Primer Congreso Continental de los Pueblos Negros,
realizado en São Paulo. Las "pastorales sociales", vinculadas a la CNBB, consiguieron movilizar la Iglesia y el país
en torno al "grito de los excluidos", que ya pasará a ser una fórmula anual de movilización, en conexión con la
Campaña de la Fraternidad. Y el Movimiento de los Sin Tierra, que celebró en Brasilia su III Congreso nacional,
ha conseguido conquistar la opinión pública y forzar incluso la máquina estatal, ideológicamente contraria.
Ocupando tierras: haciendo reforma agraria. La CNBB ha lanzado para este año, de gracia divina y de desgracia
neoliberal, de 1996, la Campaña de la Fraternidad en torno a la política, con el estimulante lema bíblico: "Justicia y
Paz se abrazarán".
En México, la CONAI, presidida por don Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de Las Casas -firme y sereno a
pesar de las incomprensiones civiles y eclesiásticas- continúa estimulando el diálogo por "la paz con dignidad",
reivindicada por los zapatistas para Chiapas y para todo el país. La IV Conferencia General de la ONU sobre la
Mujer, celebrada en Pekín, desencadenó en todo el Continente muchas manifestaciones y programas de afirmación
femenina. Haití se está sobreponiendo a la amenaza capital que durante tantos años estrangulaba el país: más de 80
de los 101 escaños de senadores y diputados, y más de 100 de las 133 alcaldías las ha ganado "la mesa del
Lavalás". Y en Guatemala, a pesar de todo, se ha impedido, por lo menos, que el masacrador Ríos Montt pudiera
llegar a presidente.
Vidas por la Vida es el tema y el lema de la Romería de los Mártires de la Caminhada latinoamericana. Vidas y
muertes por la Vida, las vidas y las muertes de nuestros mártires. Su testimonio, su memoria, su gloria actual, nos
obligan a hacer de cada una de nuestras vidas "una vida por la Vida". En el compromiso diario personal, familiar,
comunitario; político y eclesial.
Son tantos los propagados nuevos paradigmas que se nos presentan hoy que fácilmente podemos perder de vista y
de vida el paradigma de siempre: la Vida, la vida digna, la vida para todas las personas y para todos los Pueblos;
la opción liberadora por los pobres, que son vidas prohibidas. Desde la fe cristiana, pues, la opción por el Reino.
En agosto celebraremos, en Argentina, los veinte años del martirio de Enrique Angelelli, obispo de La Rioja,
asesinado por el ejército de la dictadura militar y cuya memoria martirial no sólo el ejército, sino también cierta
Iglesia, quisieron durante mucho tiempo desvanecer. En su homenaje y para nuestro compromiso recojo aquí, como
un sello de esta carta circular tres consejos evangélicos que nuestro san Angelelli de "tierra adentro" nos daba:
A todas y todos, y a las respectivas comunidades u organismos, un abrazo muy fraterno en el Dios de la Vida y en
la Humanidad Nueva que Él y nosotros soñamos.
Pedro Casaldáliga
La paloma de Ayacucho
Entrevista-circular
Este año no es la carta, es una entrevista. Circular, rodando por entre amistades y
complicidades solidarias. En ese círculo mayor de la Causa común del Dios de la Vida y de
todas nuestras vidas humanas. Con un gran abrazo, ya jubilar, por todo ese clima que se
va creando en torno al famoso año 2000.
El título «La paloma de Ayacucho» viene de una paloma de barro que nos trajo de Perú
Cerezo Barredo, el pintor, y que posa sobre el altar de nuestra capilla forestal. Presente
agradecido de un campesino indígena de Ayacucho, calumniado, preso y tortura do hasta
casi la muerte. La paloma está con el oído atento, como para captar las voces del Viento y
de la Historia. Todo un símbolo de esta hora desconcertada y desafiante, en este final del
«siglo fascinante y cruel».
La carta es entrevista, pues. Bajo el signo profético de esa paloma. Y quien pregunta es
José María Vigil. (El está aquí, con Cerezo Barredo, y juntos, los tres, estamos preparando
la Agenda Latinoamericana'98. La Agenda'97 -Una Patria de Patrias hermanas- ya está en
la calle hace muchos días, a disposición de la solidaridad internacional).
Pienso que buena parte de las respuestas de esta entevista nos corresponden a todos y a
todas, hermanas, hermanos.
-Comencemos por la Prelatura que acaba de celebrar sus 25 años. ¿Qué evaluación haces
de esa «caminhada»?
-La que se pueda hacer de una especie de infancia colectiva. 25 años son poco tiempo
para una Iglesia local que, prácticamente, empezó de la nada, en una región de frontera y
en medio de un pueblo principalmente migrante. «Menina do Araguaia» se ti tula el video
que Verbo Filmes ha dedicado a nuestras bodas de plata y de sangre. Somos aún una
Iglesia niña.
Por un lado, me da la impresión de que sólo hemos empezado a roturar. Por otro lado,
veo las comunidades que se están multiplicando en las pequeñas ciudades y en el
«sertão». Y hay que reconocer que, a lo largo de estos 25 años, ha corrido mucha tinta, a
favor y en contra, acerca de esta nuestra pequeña Iglesia.
Sintetizando, podríamos dividir nuestro proceso eclesial en tres períodos que se implican,
evidentemente:
1†. Un primer momento, radical, militante, de protagonismo total y con suplencia casi
omnímoda, bajo la dictadura militar, y en medio de un pueblo sin estructuras
administrativas ni sociales.
2†. Un período de transición, con un intento de estimular la autonomía de la
administración política y las organizaciones populares. En esa época se conquistaron
algunas alcaldías, que se pusieron efectivamente al servicio de la población. Varios de nu
estros agentes de pastoral pasaron a servir al pueblo en la política.
3†. De una dedicación privilegiada a los indígenas, a los «posseiros», a los peones, nos
abrimos pastoralmente, para alcanzar también al gran pueblo (el «povão»), la masa
diversificada, en la cual entran, para la pastoral, otros sectores sociales que i ban
apareciendo en la región.
Durante cuatro años hicimos una evaluación, asesorada por ISER (Instituto de Estudios de
la Religión, de Rio de Janeiro); reformulamos toda la estructura de la Prelatura a base de
consejos (local, regional, general); diversificamos los equipos pastoral es de laicos, laicas,
religiosas, sacerdotes (mixtos o no) según las circunstancias; y ahora acabamos de
celebrar una asamblea pastoral en la cual redefinimos el objetivo de nuestra Iglesia, sus
martirio del obispo Angelelli, «con un oído al Evangelio y el otro al pue blo». Un grupo
perseverante de comunidades y sacerdotes argentinos consolidaron su Seminario de
Formación Teológica anual, realizado siempre a la luz de la opción por los pobres.
En Cachipay, Cundinamarca, de esa Colombia tan «martirizada, militante y hospitalaria»,
del 10 al 14 de octubre pasado, nos reunimos 360 hermanas y hermanos de 24 países del
Continente, de Europa, Asia y Africa, para celebrar la II Asamblea del Pue blo de Dios,
APD. Y en esa hora, tan colombiana y mundial, de «duelo entre la vida y la muerte»,
nuestra consigna y el compromiso de la Asamblea fue «¡Creemos en el Dios de la Vida y
defendemos la Vida de nuestros Pueblos!».
Por cierto que, inmediatamente después de la APD, en Juiz de Fora, Brasil, celebramos
también un encuentro macroecuménico, conmemorativo de los diez años de la
Jornadamundial de oración por la Paz realizada en Asís.
Las comunidades eclesiales de base, que han tenido encuentros importantes -Colombia,
Paraguay, México, Argentina...-, se preparan aquí en Brasil para el IX Intereclesial de las
CEBs, que se va a celebrar en São Luis do Maranhão, del 15 al 19 de julio del 97, con el
tema «CEBs, vida e esperança nas massas».
El Secretariado de Pastoral Indígena (SEPAI), del Celam, reunido en octubre del 96 en
Bogotá, con el intento de articular mejor la pastoral indígena a nivel latinoamericano en el
umbral del tercer milenio, destacaba como señales de esperanza la creciente
autoafirmación de los pueblos indígenas con sus organizaciones propias y una siempre
mayor participación de la mujer india; la nueva visión de la Iglesia con respecto a las
culturas indígenas, e incluso «el respeto y aprecio por la teología indí gena».
Brasil, y todo el mundo en cierta medida, esperan celebrar, como un verdadero kairós de
la pastoral familiar, el II Encuentro mundial del Papa con las familias, los días 4 y 5 de
octubre en Rio de Janeiro.
Finalmente, Timor del Este, masacrado por la imperialista Indonesia bajo el connivente
silencio del mundo occidental, acaba de recibir el premio Nobel de la paz en las personas
del obispo Carlos Felipe Ximenez Belo y del abogado José Ramos Porta . Todos cuantos
nos solidarizamos con la causa de Timor del Este hacemos extensivo el premio de la
resistencia y de la paz al líder Xanana Gusmão, que sigue luchando desde la cárcel por la
liberación de su pueblo.
-¿Cuál sería el mensaje principal de la APD para la teología, para la Iglesia, para la
Sociedad?
-En la Asamblea de Colombia, «frente a la mundialización del ídolo de la muerte que el
sistema neoliberal preconiza, proclamamos la mundialización del Dios de la Vida y su
presencia creadora en el universo». «Confesado por mil nombres, revelándose en m il
rostros, a través sobre todo de la fe cristiana y de las religiones indígenas y
afroamericanas (la APD se celebraba en América Latina) El es siempre mayor que todas
nuestras confesiones, más bello que todas nuestras imágenes, único en los más diversos
encuentros». «Por El y con El nos negamos al fatalismo de un supuesto final de la historia
y rechazamos toda exclusión, prepotencia, miedo y muerte».
Desde los diferentes sectores sociales y de las diversas prácticas de liberación (indígenas,
mundo africano, juventud y niñez, mujeres, campesino-rural, urbano popular y telógico-
pastoral), celebramos el Dios de la Vida y la Vida de nuestros pueblos. D efiníamos, con
mayor precisión, el macroecumenismo como una espiritualidad: una actitud nueva, una
nueva visión, una lógica alternativa y enriquecedora. Reconocíamos que no siempre sería
comprendida esa espiritualidad, porque exige superar las barreras de las propias
confesiones con la audacia y la creatividad de una fe macroecuménica y conjugar
dialécticamente la identidad, el pluralismo y la complementariedad.
Bien concretamente definíamos así «los rasgos mayores de la espiritualidad
macroecuménica:
1. La madurez y la libertad en la afirmación de la identidad propia desde el género, la
cultura, la fe religiosa y la condición social.
2. La escucha contemplativa del Dios de la Vida que sigue revelándose y la pasión por su
auténtica teofanía del Dios de Jesús, pero me temo que no seremos capaces de gestos
mayores. Hay que estar alerta para que la celebración d el jubileo no se quede en
documentos solemnes, celebraciones transitorias y artificios de luces e incienso.
-Para finalizar las entrevistas se le pide al entrevistado si tiene algún consejo que dar...
-Más que consejos, tengo dos constataciones: una que se refiere al diablo y otra que se
refiere Dios.
Glosando al sabio sufí Jalaluddin Rumi, en su «Masnavi», uno puede preguntarse
estupefacto:
«El becerro de oro [del mercado total] ha mugido. Pero ¿qué es lo que habrá dicho ese
becerro de oro para que [tantos] tontos sientan toda esa devoción por él?».
Y el teólogo humorista José Luis Cortés presenta una entrevista, con el consiguiente
repórter, cámara en ristre sobre la cara misma de Dios, y peguntándole: «Como Dios que
eres, nunca dormirás, claro...» «Nunca». «¿Y a qué dedicas todo ese tiempo libre?...».
«¡Perdono!»
Con esa advertencia del sabio sufí y bajo esa infinita ternura de Dios, les abrazo a todas y
todos, en la paz, en el compromiso y en la esperanza.
Pedro Casaldáliga
entrado el año de 1997
Caixa Postal 5
78670-000 São Félix do Araguaia, MT, Brasil
araguaia@quedinet.com.br
http://servicioskoinonia.org/pedro
Hermanas, hermanos, este año la carta sale larga y cargada. Como corresponde a una especie de manifiesto de
Jubileo bimilenar. Entre sueños y gritos. Porque el júbilo del Jubileo no puede ser cínico ante la dura realidad y ha
de ser "más que un Jubileo light", para ser cristiano.
Algunos creen que ya es hora de cambiar nuestros paradigmas. Y hasta les parece que los mártires estorban en esta
memoria posmoderna o posmilitante. Al aire de la decepción, amigos y enemigos vienen lanzando tres preguntas
provocadoras: ¿qué queda del socialismo?, ¿qué queda de la teología de la liberación?, ¿qué queda de la opción
por los pobres? Espero que no acabemos preguntándonos qué queda del Evangelio...
Muchos congresos, manifiestos y revistas se vienen preguntando tanto por el futuro de la izquierda como por la
misión de la Iglesia hoy. En todo caso, al Evangelio y a la izquierda posiblemente les toque estar siempre en la
oposión.
Entre tanto, el neoliberalismo, el mercado total, "la geopolítica del caos" (Ignacio Ramonet), "el horror económico"
(Vivianne Forrester), están ahí, agarrotando el mundo. Los heroicos zapatistas han convocado a un "Encuentro
Universal por la Humanidad y contra el Neoliberalismo". Y el Papa mismo ha tenido el coraje de definir a la
Iglesia, en esta hora, como "la conciencia de los nuevos pobres del neoliberalismo", precisamente.
La coyuntura es así
La coyuntura continúa siendo tensa, injusta, demasiado digna de este "siglo cruel"; un oscuro final del milenio de
los descubrimientos y las luces y la técnica. Ocasión histórica de examen de conciencia y de cambio radical.
En este fin de siglo y de milenio, el 15% de la población mundial posee el 79% de la riqueza, y el 85% de esa
población ha de quedarse con el 21% restante. La pobreza absoluta castiga a 1'3 millardos de personas, que viven
(?) con menos de un dólar por día; el número de pobres en el mundo se triplica.
Más de la mitad de los empleos latinoamericanos, según información de la OIT, Organización Internacional del
Trabajo, son informales.
El hambre, es hoy más que nunca, "la bomba silenciosa", y la más mortal. 25 niños mueren de hambre cada
minuto en el mundo, 13 millones al año.
El 18% de la humanidad consume el 80% de toda la energía disponible. En dos años no quedaría un árbol en el
planeta si el mundo consumiera la cantidad de papel que consume EEUU (que representa sólo el 6% de la
población mundial).
El primer mundo invierte en los países en vías de desarrollo unos 50 millardos de dólares al año, pero obtiene un
beneficio superior a los 500 millardos de dólares anuales, sin contar los lucros de la deuda.
La migración se yergue cada vez más como "una pesadilla errante", como una especie de guerra mundial, de
desesperación por un lado y de cerrazón por otro. Con la nueva ley de inmigración, sólo en EEUU 700.000
personas se han visto obligadas a abandonar el país. En el espacio de una década, el número de personas acogidas a
la competencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, pasó de 2 millones a
27 millones. Hablando de las resistencias del primer mundo a los inmigrantes, Vivianne Forrester ha definido muy
bien "esta caza del extranjero" como "una caza del pobre". Una caza inútil: "Nadie puede poner fronteras a nuestra
hambre", protestaba Brahim, uno de los pocos sobrevivientes del naufragio de una patera -barca insegura- en el
Estrecho de Gibraltar, sucedido el 16 de septiembre pasado.
La discriminación de la mujer continúa en alza alarmante en este final de siglo supuestamente democrático. Ese
muro no ha caído. De cada 100 horas de trabajo mundial, 67 las realizan mujeres, pero sólo el 9'4% de los ingresos
están en sus manos. La participación de las mujeres en las instancias de toma de decisiones no rebasa el 4%; y de
cada 100 analfabetos en el planeta, 66 son mujeres.
Desde el inicio de esta década final, Africa viene siendo condenada a la inexistencia. La revista Economics, ocho
meses después de la caída del muro de Berlín, publicaba lo que denominó "el nuevo y preciso mapa mundi",
dividido en cuatro grandes regiones. La Africa subsahariana no consta en ese mapa. Sin citar las tragedias más o
menos conocidas del corazón de Africa, en los Grandes Lagos, en Argelia durante los seis últimos años han sido
asesinadas 80.000 personas. "Cristianisme i justícia" ha publicado un cuaderno dedicado a Africa negra como el
gran interrogante de "el futuro de una humanidad destrozada".
Cada brasileño nace debiendo, por la deuda externa, cerca de 1200 US$. Son analfabetos 23 millones de brasileños
con más de siete años. El 50% de la población económicamente activa en Brasil no permanece más de dos años en
un mismo empleo, y el 57% no tiene contrato de trabajo. El 82% de los brasileños/as no participan en ninguna
forma de organización social.
El lucro sigue perverso. Después de dos décadas de prohibición de venta de armas sofisticadas a América Latina
por parte de Washington, el demócrata Clinton ha dado luz verde para que se reactive el negocio sucio, y nuestros
países, pobres, se están lanzando a la compra de esas armas. Sólo Brasil planifica la adquisición de por lo menos 70
nuevos aviones, cuyo costo rondaría los dos millardos de dólares.
Tres datos reveladores de la perversidad del imperialismo persistente. Con la excusa de la lucha antidroga, EEUU
pretende instalar en Panamá, cuando el canal se le vaya de las manos, un centro antidroga como nueva estrategia
para justificar su presencia militar en Panamá y en toda América Latina. El embargo contra Irak establecido hace
siete años ha supuesto ya la muerte de un millón y medio de personas, el 10% de la población; por causa de ese
embargo mueren 6000 niños iraquíes al mes. Pero el petróleo que está dejando de exportar Irak lo están exportando
Arabia Saudi y Kuwait. Y dada la inestabilidad de la zona se están comprando cantidades multimillonarias de
armamento a EEUU. La CIA, Agencia Central de Inteligencia de EEUU, finalmente ha tenido que reconocer que el
jesuita norteamericano P. James Carney, heroico misionero entre los campesinos de Centroamérica, y
desaparecido en 1983 en Honduras, fue de hecho torturado, asesinado, cortado en pedazos y arrojado a lo largo del
río Patuca en la región de Nueva Palestina. Un ayuno de mes y presiones en la embajada norteamericana, por parte
de familiares y compañeros del llorado "Padre Guadalupe", consiguieron esta confesión vergonzosa que confirma la
acción terrorista de la CIA también en Honduras.
Nuestros regímenes se van poniendo todos "globalitarios"; pero lo cierto es que sólo 200 megacorporaciones
transnacionales controlan una cuarta parte de la actividad económica del planeta.
La mundialización de la economía de mercado privatizada está acabando a nivel mundial con las reglas y
adquisiciones del contrato social, alertan los técnicos.
Por su parte -que es la parte del león-, el Banco Mundial, hablando de las perspectivas de la economía mundial y
los países en desarrollo en 1997, señala, con cínico optimismo, como causa del crecimiento económico de América
Latina, "las enormes ventajas logradas con la estabilización macroeconómica y las reformas macroestructurales que
los países de la región siguen aplicando". Nuestros Pueblos saben muy bien hasta dónde llegan los costos de los
programas de ajuste estructural...
La revista SIC de los jesuitas de Venezuela -que, por cierto, competa sus luminosos 60 años-, en su número de
septiembre-octubre últimos, denunciaba "el implacable desmantelamiento en los foros internacionales, y
particularmente en el foro de las Naciones Unidas, de todo lo que se había construido en los veinte años anteriores.
Se dejó de hablar de justicia. Se dejó de hablar de solidaridad. Se dejó de hablar de deberes".
Las últimas Conferencias de la ONU (Rio, El Cairo, Copenhagen, Beijing y Estambul) se han referido a los
llamados "temas suaves" del desarrollo... porque "los foros intergubernamentales como la ONU no deben ocuparse
de los "temas duros", de los problemas del comercio, de los términos de intercambio, de los flujos financieros, de
la asistencia oficial para el desarrollo, de la deuda externa, de la transferencia de tecnología..., porque de éstos se
ocupará el mercado o, en el peor de los casos, entidades especializadas y debidamente controladas como el BM, el
FMI, o la OMC..."
Grandes desafíos se le plantean al nuevo milenio. En la efectivización de los derechos humanos y de los apenas
incipientes derechos de los pueblos; en las relaciones interculturales e inter-religiosas; en la economía sustentable;
en el respeto eficaz a la ecología; en la distribución equitativa de las cargas y las riquezas; en la reformulación de
los organismos mundiales que constituyen el gobierno de facto del mundo...
Es hora de revisar, de hacer examen de conciencia y de pedir perdón; pero con propósito de la enmienda. Ha sido
noticia best-seller el libro de L. Accatoli, "Todos los mea culpa de Juan Pablo II": el Papa pide perdón 94 veces.
No falta quien reacciona definiendo esa petición como un "mea culpa por la mitad", si se repiten en la actualidad
gestos dictatoriales o inmisericordes, o si se estigmatiza irresponsablemente al Consejo Mundial de Iglesias y a la
teología de la liberación. Ni se trata de esperar 500 años para pedir perdón; ni sería correcto insistir en que son
solamente algunos "bautizados que no vivieron su fe", eximiendo a la Iglesia como institución (al papado, los
episcopados, las congregaciones romanas, las órdenes y congregaciones religiosas, el derecho canónico, la teología,
la pastoral...). Por otro lado, "pedir perdón por los hechos de la historia es un absurdo", según los conservadores.
Uno piensa que es lo menos que a estas alturas del jubileo podemos hacer. Nada nos disculpa. El cardenal
Primatesta, la mayor autoridad eclesiástica de Argentina durante la dictadura militar, cerrando el paso a cualquier
posible excusa de sus hermanos en el episcopado, rompió con esta confesión pública: "ninguno de nosotros puede
afirmar que desconocía lo que estaba pasando".
Cito a continuación una letanía esperanzadora -verdaderos clamores del cuerno del Jubileo- de sueños e iniciativas
alternativos, destacando también rasgos del contenido de esas manifestaciones tan nuestras.
A mediados de marzo último treinta personalidades, provenientes de todas partes del mundo, tuvieron la iniciativa
de crear un Foro Mundial de las Alternativas (FMA), mientras el Foro de Davos movilizaba a los millonarios del
mundo en torno a programas de globalización desbocada. El documento del FMA se titula proféticamente: "Es
tiempo de revertir el curso de la historia", y propone hacerlo: poniendo la economía al servicio de los pueblos;
derribando el muro entre el norte y el sur; rechazando el poder idolátrico del dinero; reconstruyendo y
democratizando el Estado; volviendo a nuclear los valores colectivos; "mundializando las luchas sociales",
despertando la esperanza de los pueblos; haciendo converger "las luchas, los saberes, las alternativas, los
corazones"...; "un tiempo de un pensamiento creador y universal se abre ante nosotros", afirma el documento. "El
tiempo de la acción ya ha comenzado. Hoy es menester crear una red de personas comprometidas, de
organizaciones populares, de centros comunales, de centros de estudio"... Después de los treinta primeros firmantes
del FMA, va creciendo la lista de adhesiones en el mundo entero.
Xabier Gorostiaga observa oportunamente que "la nueva visión que subyace en el desarrollo alternativo es la
integración de utopías parciales, múltiples y acumulativas, basadas en proyectos endógenos locales y en una amplia
alianza de valores éticos y de valores comunes frente a las amenazas colectivas". Es "la globalización desde
abajo'".
Del 30 de octubre al 2 de noviembre, bajo el lema "Por la Humanidad, contra el Neoliberalismo", en Porto Alegre,
Brasil, se realizó el VI Encuentro del Frente Continental de Organizaciones Comunales (FCOC).
La Orden de los Abogados de Brasil y la Comisión Nacional de Derechos Humanos promovió en Brasilia, en el
mes de septiembre, la primera Conferencia Internacional de Derechos Humanos, anticipándose al 50º
aniversario de la Declaración Universal de los mismos, acontecida en 1948.
"La tribu de la tierra" fue el título del encuentro celebrado en Florencia en abril, "contra la perversidad de una
'englobalización' del cielo y de la tierra, en una única cultura, teología, economía, política".
Es bueno no olvidar, para nuestro compromiso, que estamos en pleno decenio internacional de los Pueblos
Indígenas (1994-2004), así proclamado por la ONU en 1993.
Y en Kandy, Sri Lanka, entre febrero y marzo últimos, se celebró también un encuentro claretiano internacional
sobre el "Servicio misionero de la palabra y diálogo de religiones".
La alcaldía de Barcelona, España, ha lanzado ya la programación del Forum Universal de las Culturas, a
realizarse en el año 2004, en la Ciudad Condal, bajo los auspicios de la Unesco, con el lema "Culturas para la
Paz": "las naciones, las regiones, las religiones, las artes, los deportes y las ciencias buscan juntos la Cultura de la
Paz".
Por iniciativa del Congreso de Venezuela y del Parlamento Latinoamericano, en julio pasado se realizó en Caracas
un Encuentro Internacional sobre la Deuda Externa al final del milenio. El documento del encuentro denuncia
la deuda no sólo como un problema económico, político y social, sino también como un problema ético:
-porque muchas veces ha sido contraída violando la legalidad de los países, tanto de los acreedores como de los
deudores;
-disminuye la capacidad de demanda al interior y aumenta el desempleo y la pobreza;
-limita la autonomía de los Estados;
-engorda el capital financiero especulativo;
-obliga a vender activos estratégicos del Estado;
Por eso, el encuentro convoca a una estrategia común contra la deuda y pide al Parlamento Latinoamericano que
plantee ese problema ante la Unión Interparlamentaria, así como ante la Corte Internacional de Justicia. Declara a
los países acreedores como deudores en el terreno de la ecología. Se compromete a apoyar la iniciativa de Juan
Pablo II, que declara el año 2000 como Jubileo en materia de deuda externa. Y propone la creación de un forum de
deudores...
Fundalatín, Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y el Desarrollo Social, celebró en octubre,
también en Venezuela, un Encuentro Ecuménico "Etica y democracia", previo y alternativo a la VIII Cumbre
Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.
En Oslo, Noruega, en el mes de octubre, se celebraba la Conferencia Internacional sobre el trabajo infantil. Y
en este mes de enero, en Manila, Filipinas, se realiza la Marcha Mundial contra la explotación laboral de la
infancia, con la participación de 450 entidades de 86 países. En el mundo hay nada menos que 250 millones de
niños y niñas de entre 5 y 14 años forzados a trabajar.
En Cartagena, Colombia, en noviembre, se celebró el Primer Foro de la Sociedad Civil del Gran Caribe, para
debatir, sobre todo, el papel de la sociedad civil en los procesos de la verdadera integración regional.
Con ocasión del 30º aniversario de la muerte del Che se han realizado varios encuentros internacionales acerca
de su memoria y de su mensaje. Entre ellos el seminario internacional de Rosario, Argentina, en el mes de octubre.
Y el Encuentro Internacional "Siglo XXI: legado y vigencia de la obra del Che", en Cuba, en el mes de septiembre,
para subrayar la solidaridad, el antiimperialismo y la ética del Che ante los retos del tercer milenio y frente al
dominio transnacional de la desinformación y de la globalización. Sami Naïr, profesor de ciencias políticas en la
Universidad de París VIII, subrayaba que "la mayor originalidad en la mitología del Che es que transforma una
historia factual en una toma de posición ética contra la injusticia en el mundo". Vds. recuerdan, ¿no?, amigos,
amigas, que el propio Che confesaba que "el verdadero revolucionario es guiado por grandes sentimientos de
amor".
Está tomando cuerpo la propuesta del economista norteamericano Tobin, premio Nobel de economía, para el
desarme del poder financiero. La llamada Tasa Tobin (un 0'1% sobre las transacciones hechas en los mercados
financieros), impuesto pues sobre el capital, recaudaría 166 millardos de dólares por año: dos veces la suma
necesaria para erradicar la miseria extrema hasta principios de siglo.
Y el presidente mismo del Banco Mundial, James Wolfensohn, fue recibido por el Papa junto con los cardenales
Etchegaray y Mahoney, para continuar el diálogo del organismo junto al FMI y al BID con la Santa Sede, en la
articulación de un programa realista que permita cumplir el deseo del Papa (y exigencia del tercer mundo) para
condonar o anular el fardo mortal de la deuda.
La Iglesia católica, en preparación al Jubileo, está convocando sínodos continentales. Por un lado, ocasión de
tomar el pulso social y eclesial de los diferentes continentes y, por otro lado, una experiencia más o menos frustrada
por la centralización y la falta de poder de decisión con que los sínodos se vienen programando. América realizó su
Sínodo -para toda América por primera vez- del 16 de noviembre al 12 de diciembre. El balance no es
excesivamente optimista; primero, porque estos sínodos vienen como prefabricados y son simplemente consultivos;
segundo, porque la misma preparación de ese Sínodo suscitó poco entusiasmo y posibilitó muy poca participación;
y finalmente porque el sínodo se cerró bastante a la opinión pública. Valió, posiblemente, como encuentro eclesial
de las dos Américas. Flota en el aire de nuestra América Latina, como un amargo interrogante, la sospecha fundada
de que ese tipo de Sínodos podría significar el fin de nuestras Conferencias Generales del Episcopado
Latinoamericano en la línea de Medellín, Puebla y Santo Domingo.
Sigue creciendo el movimiento internacional Somos Iglesia, con sus reivindicaciones -sensatas y evangélicas, a mi
modo de ver-, para la reforma de la Iglesia católica, en el espíritu del Vaticano II y como respuesta a la hora
histórica que nos desafía.
Van siendo muchas las manifestaciones de ecumenismo, en nivel más de base o también de cúpula, dentro de una
cierta paralización del ecumenismo, que muchos lamentamos en estos últimos años. La II Asamblea Ecuménica
Europea, en Graz, Austria, del 23 al 29 de julio último, fue la expresión de ese ecumenismo, entre ilusionado y
tenso. Esperanzadamente, Brasil se prepara para realizar en el año 2000 una "Campaña de la Fraternidad"
ecuménica, que ojalá sea la primera de una serie ya ininterrumpida de campañas ecuménicas.
La XIII Asamblea General de la CLAR, Confederación que agrupa a más de 130.000 religiosas y religiosos de
América Latina y El Caribe, ante el desafío del cambio de época no ha querido caer en la tentación de cambiar de
paradigma, y se ha propuesto dinamizar "con audacia evangélica, desde la experiencia de Dios y desde una
renovada opción preferencial por los pobres, la vida consagrada de América Latina y el Caribe, para que sea señal
profética de esperanza".
Nuestro Brasil no se queda atrás en la efervescencia alternativa de esta hora. La Marcha de los sin tierra, con la
participación de entre 30.000 y 70.000 personas según los distintos cálculos, invadió la explanada de los Ministerios
en Brasilia el 17 de abril último, primer aniversario de la masacre de Eldorado dos Carajás, en la mayor
manifestación por la reforma agraria en la historia del país. Con esa ocasión, el instituto IBOPE publicaba el
resultado de sus investigaciones, según las cuales el 85% de la población brasileña apoyaba las ocupaciones de
tierra, y el 94% consideraba justa la lucha del MST por la reforma agraria. A su vez, la XI Asamblea Nacional de
la CPT, celebrada en agosto, proclamaba que la tierra es "derecho y utopía", y que "es más que tierra" la tierra, en
su complejidad fecunda de hábitat familiar, productivo, cultural, religioso. El centenario de Canudos ha reavivado
en todo Brasil la conciencia de la causa nordestina, como lucha, política y religiosa, por la tierra, por la
participación popular, y por la organización comunitaria.
En el mes de julio São Luis do Maranhão acogió el IX Encuentro Intereclesial de las CEBs, "Vida y esperanza en
las masas", que demostraron una vitalidad muy consciente de su contribución específica a nuestra Sociedad y a
nuestra Iglesia. En esa hora, Dom Jaime Chemello, vicepresidente de la CNBB, reconoció a las CEBs como "el
modo más latinoamericano de ser Iglesia".
Continúa la celebración, nacional y por etapas, de la III Semana Social Brasileña, que propugna el rescate de
todas las deudas sociales mayores y quiere "contribuir a que la celebración del jubileo del año 2000 tenga una
dimensión social, rescatando la esperanza y el sentido profético de la denuncia y del anuncio".
El tercer Grito de los Excluidos se ha celebrado en todo el país con una participación verdaderamente masiva,
bajo el lema de este año "Queremos justicia y dignidad", y esgrimiendo el cartón rojo y los pitos de protesta contra
el sistema. Este grito, que se viene realizando en Brasil anualmente desde el 95, se realizará en 1999 en nivel
continental.
El Consejo Indigenista Misionero, CIMI, ha celebrado en el 97 sus 25 años de lucha al lado de los Pueblos
Indígenas. Su XII Asamblea Nacional, del 1 al 5 de diciembre, ha recogido la evaluación de la "caminhada" de
todos los regionales, y en un manifiesto final ha denunciado especialmente la no-demarcación de las tierras
indígenas, o la violación de las mismas por empresas y proyectos; la pretendida tercerización de la acción
indigenista oficial que permitirá al estado lavarse las manos en esta causa; y también la agresión fundamentalista de
ciertas misiones religiosas. En la perspectiva del Jubileo y ante la conmemoración de los 500 años de
evangelización de Brasil -en el año 2000 precisamente- el CIMI renueva sus compromisos con una evangelización
orientada por el reconocimiento de la autonomía de los Pueblos Indígenas, por el diálogo y por la solidaridad; exige
que el Congreso Nacional reformule el estatuto de los Pueblos Indígenas con la participación protagonista de esos
mismos Pueblos, y convoca a todo el Movimiento Popular y a todas las Iglesias a un "pacto de compromiso"
efectivo con la Causa Indígena de Brasil y de todo el Continente.
A los 25 años del llamado "Medellín amazónico", que fue el Encuentro Misionero de Santarém, se ha realizado en
Manaus, del 14 al 18 de septiembre, la Asamblea Extraordinaria de los regionales Norte-I y Norte-II de la CNBB,
que han lanzado un documento con este título tan evangélico: La Iglesia se hace carne y monta su tienda en la
Amazonia.
La ciudad de Goiás convocó en noviembre, con ocasión del Día Nacional de la Conciencia Negra, el encuentro
Xirê Iriti Lonâ (que en lengua Yorubá quiere decir "encuentro en el camino de la esperanza") sobre pluralidad
cultural y educación; expresión de la conciencia, la cultura y la organización negras.
La Pastoral del Niño destaca en su evaluación la actuación de más de 82.000 líderes voluntarias/os. Esa pastoral,
que ya fue propuesta incluso para el premio Nobel de la Paz, está presente en más de 22.000 comunidades rurales
y urbanas. Y durante un solo trimestre atendió a más de 3.135.000 niños/as menores de seis años.
¿Y la Iglesia?
La Iglesia -las Iglesias, la Iglesia de Jesús- va a celebrar, lógicamente, con un solemne jubileo, el año 2000 de la
encarnación de Dios en Jesús de Nazaret.
Ante la coyuntura-estructural del mundo trágicamente neoliberalizado y en la esperanza de ese otro mundo
emergente, alternativo, sintiendo a la Iglesia dividida, contradictoria y bastante anquilosada en sus estructuras,
debemos preguntar: ¿qué se le pide a la Iglesia?, ¿cómo queremos que sea la Iglesia del tercer milenio, una y
plural, participativa y fiel a los tiempos del Reino?
El maestro teólogo Rahner dividía la historia de la Iglesia en tres grandes épocas: 1) el breve período del judeo-
cristianismo; 2) el período de la Iglesia en el ámbito cultural del helenismo y de la civilización europea; y 3) este
período nuestro, que se abre con el Vaticano II, y que tiene -o debe tener- como espacio vital de la Iglesia el
mundo entero: "la Iglesia en el mundo, con el mundo y para el mundo, con sus diversos pueblos y culturas, sus
pluriformes estructuras políticas y económicas, sus diversas cosmovisiones, religiones y confesiones" (Norbert
Greinacher).
El año de gracia que el cuerno bíblico del "yobel" anunciaba cada siete años para Israel, como la ocasión sagrada
para cancelar sus deudas sociales, como respiro para la tierra y libertad para los esclavos, fue proclamado por Jesús,
en su primer discurso público, como un tiempo universal y definitivo de gracia, como la Buena Nueva de la
Liberación. El jubileo es, pues, un tiempo kairós -hora de Dios en nuestra hora humana- para cancelar deudas;
también las deudas de la Iglesia; y un tiempo fuerte de conversión personal y comunitaria, social y religiosa. A no
ser que se pretenda un jubileo light, un simple gran festival de aniversario.
La Iglesia, las Iglesias -esta Iglesia de Iglesias, que también somos nosotros y nosotras-, ¿está dispuesta a
convertirse, en esta hora jubilar? ¿O está sólo dispuesta a lanzar algunos nuevos documentos y a programar unas
nuevas celebraciones? ¿Creemos de verdad que Jesús plenificó el antiguo jubileo que se debía renovar por períodos
y proclamó un jubileo definitivo y permanente que no tiene por qué esperar al año 2000? ¿Antes del año 2000, o
pasado el año 2000, puede la Iglesia de Jesús desentenderse de las verdaderas exigencias de ese jubileo definitivo y
permanente que Jesús proclamó con su boca humana y divina, y selló con su sangre de víctima y de vencedor?
Alguien ya se ha preguntado "en qué medida el cristianismo ayuda a la humanidad a salir mejor del siglo XX" (L.
Boff). Porque la Iglesia no es para sí; es para el Reino, y ha de estar al servicio del mundo -violento y pobre-,
como su maestro Jesús, que "no vino para ser servido sino para servir" (Mt 20, 28).
Concilium -hay que seguir leyendo Concilium, para renovarse eclesialmente- constatando la verdad escandalosa de
"la Iglesia en fragmentos", se preguntaba, en su número 271: "¿A la búsqueda de qué unidad?". Porque esa unidad
es testamento de Jesús, y porque "al testimonio de unidad que den los cristianos está vinculado el porvenir de la
evangelización" (Juan Pablo II). "La unidad de los cristianos es, tiene que ser, la nueva revelación del cristianismo
al mundo" (Lorenzo Gomis). Más aún: esa unidad, verdaderamente ecuménica, y con la capacidad macroecuménica
de dialogar fraternalmente con las otras religiones, será una nueva revelación de Dios al mundo.
Con millones de hermanos y hermanas de una misma fe y/o de una misma humanidad, y auscultando los signos de
los tiempos y la convocación del Reino, yo me permito gritar, con el cuerno del jubileo, tres grandes sueños
inaplazables:
a) denunciando sistemáticamente la iniquidad del neoliberalismo como mercado total, sistema de exclusión,
idolatría del lucro, ecocidio incontrolado;
b) luchando permanentemente por la abolición de la deuda externa y por el pago de la deuda social acumulada
contra la vida y la dignidad del pueblo;
c) reivindicando consecuentemente la reforma radical de las instituciones internacionales (ONU, FMI, BM, G-7...)
que hoy no sirven a la Humanidad como tal y privilegian a los países acumuladores y explotadores;
d) dialogando efectivamente las diversas culturas entre sí, las diversas religiones, las diferentes naciones o etnias,
siempre en actitud de respeto por la alteridad complementaria y en pie de igualdad de derechos y deberes.
a) pasando del ecumenismo de las intenciones, discursos y gestos, al reconocimiento mutuo de las Iglesias como la
Iglesia una y plural de Jesús;
b) superando ciertas disquisiciones doctrinales que arrastran una carga cultural o filosófica y unas ambiciones
históricas que nada tienen que ver con el Evangelio;
e) dialogando también macroecuménicamente con todas las religiones, a partir de la fe en un solo Dios y en una
sola familia humana, dentro de un espíritu de acogida y conversión autocrítico y crítico.
III. Reformar la Iglesia católica en sus estructuras de poder, de ministerio y de formulación doctrinal:
a) haciendo "de la colegialidad un ejercicio de descentralización" y encontrando "una forma de ejercicio diferente
del papado" (cardenal Danneels), y renovando eficazmente el actual sistema de nombramiento de los obispos, que
tanto malestar produce en la Iglesia;
c) reformando y multiplicando los ministerios para superar la clericalización de la Iglesia y la desatención pastoral
a que se ven sometidas millones de comunidades en el mundo;
d) reconociéndonos todos, en igualdad de bautismo y para el servicio del Reino, como Pueblo de Dios en
Jesucristo y, por eso mismo, potenciando la participación adulta y libre del laicado en la Iglesia, y haciendo
efectiva la igualdad de la mujer en la misma por su participación en todos los ministerios y puestos de decisión;
e) inculturando, a la luz y en la libertad del Espíritu, la teología, la liturgia, el derecho, toda la pastoral.
Entre coyunturas y alternativas y sueños, les envío pues esta larga carta, con un abrazo fraterno todavía más largo.
Seguiremos andando; en la coyuntura de la fidelidad diaria, en la alternativa siempre nueva del Reino, en el
mismísimo sueño de Dios para su Creación. "Caminar juntos sin miedo" fue el sueño que declaró durante una
eucaristía de la Asamblea Nacional del CIMI un indio Pataxó compañero de Galdino, la antorcha viva. "Practicar la
justicia, amar con ternura y caminar humildemente en la presencia del Señor" es el sueño que nos propone la
Palabra por boca del profeta Miqueas (6, 8).
Pedro Casaldáliga
Entrado el año de 1998
São Félix do Araguaia, MT, Brasil
araguaia@ax.apc.org
http://www.uca.edu.ni/koinonia/pedro/pedro.htm
http://www.alternex.com.br/~prelazia
DECLARACIÓN DE AMOR
a la Revolución Total de
Cuba
Yo, obispo a la izquierda, poeta de camino, venido de otros mundos pero injertado en la
Patria Grande como un brote mestizo de culturas y anhelos, misionero con una cierta
vocación para evangelizar "macedonios", y claretiano de aquel que fue arzobispo de Santiago
de Cuba, hago esta declaración, a veintitantos de febrero de 1999, esperando que termine
menos mal este milenio, "deslumbrante y cruel", mientras la posmodernidad anda sin rumbo y
quieren declararnos "cansada" la utopía.
Yo vengo de Brasil, que también es latinoamericano, del río Araguaia, frontera de luna y
pájaros y luchas de la gran Amazonia. Vengo del Santuario de los Mártires de la Caminhada,
donde se conserva viva la "memoria peligrosa" de toda la sangre derramada por la causa
grande de la Liberación; y donde, por cierto, están presentes, ecuménicamente, los jóvenes
cubanos Frank Pais y Antonio Echeberría.
Es una declaración, en voz alta y a corazón abierto, para que se enteren las olas que van y
vienen por el mar Caribe y los silencios expectantes de los Andes y los helados vidrios de
Wall Street. Pero en parábola, para que no se entienda más de la cuenta, y para que los
hermanos y hermanas que quieran lo entiendan desde el corazón y en la esperanza.
Acosada y acusada, la revolución debe seguir haciéndose, pero total. Y debe saber que un
fracaso puede ser un fracaso procesual, un fragmento del gran fracaso pascual que termina en
el triunfo de la Vida.
Los adjetivos a veces son sustantivamente calificativos, y por eso he dicho revolución "total".
Las revoluciones, ya se sabe, pueden ser parciales, partidistas, inmediatistas quizá. En
cristiano decimos -y creemos- que el Reino de Dios, que es la Revolución de Dios mismo, es
"ya sí, pero todavía no". Total, además, ha de ser, porque la buena revolución que soñamos y
que uno quiere para esta Cuba amada y para Nuestra América y para el mundo, es la
revolución de las almas, la revolución de las relaciones, la revolución de las estructuras. Pero
revolución, porque de reformas al estilo de las democracias formales, ya estamos más que
cansados. Lo que queremos es "la dignidad plena del hombre (y de la mujer)", que diría "el
apóstol" Martí; aquel "ejercicio íntegro" que él deseaba para su patria -y "que no corra
peligro la libertad en el triunfo", advertía- y que él desea ahora -vivo en la piedra de la
historia y en la gloria merecida-, para toda la "patria que es Humanidad" y para toda esta
"América de la que somos hijos e hijas".
Cuanta sociología pueda proclamar y vivir esta humana tierra de la familia de Dios se reduce
-¡casi nada!- a conjugar dialécticamente esas dos aspiraciones mayores de nuestras vidas y
nuestros pueblos: la Libertad y la Justicia. Conjugar simultáneamente, como cantaba el poeta
peruano, "la justicia y las rosas", y, añadamos, el viento, el Viento...
El capitalismo es un pecado capital. El socialismo puede ser una virtud cardinal: somos
iguales, somos hermanos y hermanas, la tierra es para todos y, como repetía Jesús de Nazaret,
no se puede servir a dos señores, y el otro señor es precisamente el capital. Cuando el capital
es neoliberal, de lucro omnímodo, de mercado total, de exclusión de las inmensas mayorías,
ya el pecado capital es mortal abiertamente.
Socializar, distribuir como en familia, en la única sufrida, hermosa, humana familia de Dios.
No habrá paz en la tierra, no habrá democracia que merezca recobrar este profanado nombre,
si no hay una cierta socialización de la tierra del campo y del suelo de la ciudad, de la salud y
de la educación, de la comunicación y la ciencia. Tú puedes tener si el otro puede tener
también; pero tú no puedes tener acumulando, dejando al hermano desnudo. La propiedad
privada es esencialmente inicua cuando es privatista y privadora. ¿Recuerdan ustedes el gesto
aquel de la multiplicación de los panes y los peces? No fue un juego de magia, sino un acto
de compartir. Pan hay para el mundo, para la humanidad entera, e incalculable pescado tiene
el mar... El compartir será, evidentemente, en contra del programa del FMI y del BM y de las
transnacionales y de los multimillonarios y muchas veces -quién sabe- quizás en contra de
nuestro propio corazón posmodernamente egoísta.
Cuba viene pasando angustiadamente por un "período especial". Por un período muy especial
pasa el mundo entero. A neoliberalismo tocan todos los bancos, todos los gobiernos, y
muchos computadores. Cuba es una isla, cercada de mar por todas partes; cercada del mar del
neoliberalismo también. ¡Ay Nicaragua Nicaragüita! ¡Pero sigamos, Zapata! ¡Hermanas y
hermanos de la Patria Grande: no se cansen de soplar viento de utopía por las quenas
maternas, no se cansen de darle a los tambores de la negra rebeldía! ¡Padres y Madres de la
Patria Grande: los Juan Diego, Lempira, Las Casas, Tupac Amaru, Zumbí, Martí, Camilo
Torres, Che Guevara, Doña Tingó, Romero, Margarida Maria Alves... y todos cuantos y
cuantas a lo largo de los siglos de antes y después de la conquista, en la siempre Abya Yala
fecunda, vienen dando su sabiduría y su canto, su lucha y su sangre, su resistencia y su
esperanza!
Cuba es una isla, y una isla igualmente es un lugar desconectado del resto del mundo, que
conectable con el mundo entero. "Que el mundo se abra a Cuba", pedía el papa; "y Cuba se
abra al mundo"; que Cuba se abra a Cuba, que la Iglesia se abra al Pueblo, que el Estado se
abra al Pueblo, que el Pueblo se abra al Pueblo; que todo se abra al Reino, que es la
liberadora política de Dios...
No vamos a dar a nadie que se crea grande "la perla del Caribe", ni tampoco vamos a
encerrarla en una concha. Cubanos, cubanas, hermanos del mundo, tan generosamente
entregados a la salud, a la educación y a la liberación, más allá de las fronteras de la patria
cubana: ¡vamos a seguir "internacionalizando el amor" -como quería el compa nica de Santa
Clara-, globalizando la solidaridad, mundializando la utopía!
¿Qué hacemos, Señor, en este mundo neoliberal? ¿Qué haces Tú? ¡Que se te vea que eres
siempre el Dios de los pobres! Que hagamos verte tal. Que la Iglesia, las Iglesias, la Iglesia
de Jesús, ecuménicamente testigo del Crucificado Resucitado, sea libre, sí, pero para el
servicio, coherente siempre con la opción de Jesús y con la fuerza de su Pascua. Ni
plañideras ni cruzados. Nada de crispación militante, ni de un lado ni del otro, que de un solo
pueblo se trata, y habría de tratarse de una misma tarea y una misma esperanza. Que la
laicidad del Estado no tenga por qué ser irreligiosidad del Pueblo; ni el espacio de la Iglesia
tenga que ser poder. Sea la Iglesia de Jesús luz, sal, fermento, como El soñaba, humilde
diakonía del Reino, una profecía que consuela al Pueblo y lo acompaña, que anuncia la
Buena Noticia, que denuncia la mala noticia de toda Muerte, que no apaga la mecha de los
logros y los ensueños, quizá casi apenas humeantes, y que nunca le hace el juego al enemigo
mayor.
Que no se haga "sin", lo que se pueda hacer "con", porque la Iglesia no debe ser la suplencia
de la Sociedad, una pretendida sociedad perfecta paralela. Y la suplencia, además, cuando
necesaria, debe ser oportuna, provisional, autocrítica. Y que la sociedad civil no le haga el
juego al apátrida mercado total desdeñando la misión del Estado, ya que donde no hay un
Estado soberano y participativo acaba por no haber Sociedad. "Del fundamentalismo del
Estado hemos pasado al fundamentalismo del Mercado", ha reconocido el propio boy-mayor
del FMI, después de venir ayudando a descuartizar el Estado por ese nuevo
fundamentalismo, y proclama ahora que "hay que reinventar el Estado".
Antiimperialistas somos por la voluntad de Dios, que ha hecho a cada pueblo digno, libre e
irrepetible -imagen colectiva suya, como cada persona es una imagen suya individual- y por
eso exigimos, ante Dios y ante la Historia, que se acabe el bloqueo, crimen de lesa Cuba y de
lesa Humanidad. Antiimperialistas somos, y por eso nos negamos, con Cuba, a pagar la
Deuda Externa, que no es nuestra, sino de "ellos", y que ya hemos pagado con creces y que
no permite a nuestros Pueblos cubrir las deudas sociales de la Vida y la Dignidad.
Viniendo a Cuba, en un vuelo de Cubana, nos dieron, Fidel, la revista de abordo "Sol y son".
En ella leía un artículo sobre Hemingway con la inevitable referencia a "El viejo y el mar".
Y, no sé por qué simpatía o inspiración, te sentía, y te siento, Fidel, un poco así: como "El
viejo y el mar", viejo de luchas y de años tú, y siendo el mar ese mar de nuestra vida, del
proceso de Cuba, del futuro del Mundo. Y evocaba, viniendo a Cuba y sintiendo de
antemano su sol y su son, algo de lo que te decía en aquella carta aniversario, del 10 de
diciembre de 1996:
Y decía, y tengo que decirlo de nuevo, por esta singular Declaración, que esperaba, con el
suficiente buen humor necesario, "no escandalizar demasiado ni a la derecha ni a la
izquierda".
Virgen de la Caridad,
mina de amor en El Cobre,
madre de toda orfandad
hermana del Pueblo pobre.
Cuba es tuya, eres nuestra,
desde la Sierra Maestra
a los confines del mar...
Y con tu gracia, Señora,
Cuba sabrá ser ahora
Patria, Justicia y Altar.
Amén ¡y aleluya, aun siendo cuaresma en la liturgia y en el Mundo, que hacia la Pascua, en
todo caso, vamos!
Pedro Casaldáliga
São Félix do Araguaia, MT, Brasil
La escala de Jacob
circular fraterna
En esta carta circular no voy a hacer un recuento de cifras dolorosas o eventos esperanzados. Afortunadamente, ya
el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ha pasado a ser casi un manual de
concienciación. Está en los periódicos, en las revistas, en las agendas, ese profeta laico que nos ayuda a abrir los
ojos y a sentirnos una sola Humanidad. Como decía en su tiempo, de la Biblia y el periódico el teólogo Karl Barth,
el PNUD y la Biblia deberían estar siempre en nuestras manos y en nuestra acción.
En este año de 1999, víspera del famoso 2000, estamos viviendo un final de siglo, un final de milenio, que han
revolucionado espectacularmente a la Humanidad, para mal y para bien; con sus descubrimientos científicos y
geográficos; con sus luchas étnicas, religiosas e imperialistas; con sus fundamentalismos, holocaustos, gulags y
masacres; con sus "sospechas" y la "muerte de Dios" y "el desencanto del Hombre"; con su capitalismo y su
comunismo; también con sus avances en la libertad, en la ciencia, en la comunicación, en la solidaridad…
Se cierra en este año un milenio de cristiandad, con sus cruzadas y su inquisición y sus colonialismos y su poder
centralizador; pero también con su legión de mártires y santos y santas de las más variadas condiciones; con su
Concilio Vaticano II, con las nuevas teologías contextuales, con una irreversible presencia cada vez mayor del
laicado en la Iglesia, y más concretamente de la mujer. Se cierra pidiendo perdón, aunque muy tímidamente, y sin
acabar de reconocer que muchos de los grandes pecados eclesiásticos de este milenio fueron de la Iglesia, como
institución, y no solamente de "algunos cristianos infieles a su bautismo".
Este final de milenio &endash;para la Humanidad, para la Iglesia- bien podría ser un asomarse con lucidez y
humildad y esperanza a la respectiva historia y atreverse al cambio estructural, a la reforma eclesiástica que nunca
se acabó de hacer, a optar verdaderamente por las mayorías empobrecidas y a dialogar con sinceridad
incuestionable, sacrificando privilegios, posibilitando la dignidad y la participación de todas las personas y de todos
los pueblos. Tarea de la Humanidad si quiere ser verdaderamente humana, tarea de la Iglesia si quiere ser
verdaderamente evangélica.
Nuestro profeta laico, el benéfico PNUD, en su informe último recuerda que todavía -y la cifra crece
espantosamente- hay 1200 millones de personas al margen de cualquier tipo de consumo, aquellas que tienen que
vivir con menos de un dólar al día. De "grosera desigualdad" califica el PNUD el resultado de su informe. De
homicida y hasta suicida desigualdad se trata. Recuerda dicho informe que para cubrir los servicios básicos de toda
la Humanidad (educación, salud, agua potable, nutrición…) harían falta sólo 30.000 millones de dólares anuales.
Digo "sólo" porque los japoneses gastan en juegos recreativos 35.000 millones al año; los europeos 50.000 millones
en cigarros y 105.000 millones en bebidas alcohólicas; y en drogas se gastan 400.000 millones; en armas 780.000
Haciendo, pues, un buen examen de conciencia con propósito de la enmienda, uno entiende fácilmente que el
mundo no puede seguir así. Hablando de su pueblo decía un indígena yanomami del norte de Brasil: "Si seguimos
así, vamos a morir todos". Entre esos "todos" no estarían solamente los yanomami, si seguimos así.
Venimos hablando mucho de proyectos alternativos, y se constata &endash;gracias a Dios y gracias a la mucha
Humanidad que todavía queda- que los proyectos alternativos proliferan en todas las escalas de la vida y de la
organización humanas. Pero cada vez se percibe con mayor claridad y más urgencia no sólo la necesidad de
proyectos alternativos, sino la ineludible necesidad de una civilización alternativa, de una sociedad "otra", matriz,
ensayo y fruto de muchos proyectos alternativos, de muchas buenas voluntades sumadas.
Frente a la tentación del fatalismo y contra la insensible irresponsabilidad del consumismo y el privilegio y la
prepotencia se imponen la lucha y la esperanza por esa utopía de un mundo fraterno donde quepamos todos y
todas con la propia dignidad y la propia alteridad.
No es posible que tantos comunes sueños que cada vez afloran más en organizaciones, manifiestos y realizaciones
concretas, sean apenas sueño. Hay ya mucha Humanidad que sueña despierta, dispuesta a forzar el día de la justicia
y la paz.
Vamos a entrar pronto en el siglo XXI, en el tercer milenio (cristiano). Ustedes recuerdan aquello de "…o será
místico o no será". Pensando en los cuatro grandes desafíos que nos cuestionan la razón, la fe y la esperanza, yo
reformularía el dicho así:
-El siglo XXI o será místico o no será humano. Porque la mística es ese sentido profundo de la vida,
esa abertura al horizonte de Dios, esa búsqueda de la respuesta última.
-El siglo XXI cristiano optará por los excluidos o no será cristiano. A medida que crece la criminal
desigualdad en el mundo, excluidas de la vida y de la dignidad las mayorías humanas, la opción por los
pobres aparece cada vez más como constitutivo esencial de la Iglesia de Jesús.
-El siglo XXI cristiano, o será ecuménico o no será eclesial. Podrá ser una abigarrada eclosión de
minicristianismos sin consistencia evangélica y sin comunión testimoniante, pero no la Iglesia de Jesús,
testigo de la Pascua, enviada "para que el mundo crea".
-El siglo XXI, o será ecológico o simplemente "no será". No es que yo crea que esté llegando el fin del
mundo en ese cacareado año 2000; pero según las ciencias y las experiencias sí que parece que
estamos empeñados entre todos en acabar con el aire, con el agua, con la floresta, con la vida. La
ecología es la gran política pendiente, y ha de ir siendo, cada vez más, ética, teología, espiritualidad.
Este nuestro nuevo siglo, el nuevo milenio que nos viene a las manos, ha de abocarse sinceramente al diálogo con
Dios, con el Dios de todos los nombres, con el Dios de todas las religiones, con el Dios de todos los rostros y
preguntas y esperanzas. Ha de abocarse sinceramente a un diálogo fraternal con la naturaleza, vida de nuestra vida,
casa de nuestro lar. Ha de abocarse a un diálogo abierto, alegre, enriquecedor, entre los hombres y las mujeres,
entre los pueblos y las culturas, entre los dos o tres o cuatro mundos que trágicamente hay, para construir la otra
mundialidad, la globalización de la solidaridad, la humanidad hermosamente plural y una.
Mis amigos agustinos y agustinas, en un reciente encuentro de América Latina y el Caribe, soñando también con un
nuevo milenio "nuevo", proponían estas justas alternativas al neoliberalismo inhumano:
Acabamos de celebrar las bodas de oro (y de sangre) de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y
con esta ocasión se han reclamado en muchas partes con nueva fuerza y ampliándolos incluso a áreas más
preteridas. Sigue bochornoso el problema de los derechos de los pueblos. Todavía asiste el mundo pasivamente a
genocidios, embargos, guerras prepotentemente relámpagos; y la ONU continúa manipulada por siete "grandes", y
De los más dispares sectores de la Humanidad, desde políticos marxistas hasta el Papa Juan Pablo II, se levantan
voces unánimes contra la iniquidad de la Deuda Externa y por su revisión o reducción o cancelamiento. No
siempre situando correctamente el problema: porque esa Deuda no es deuda; porque los supuestos acreedores son
de hecho los deudores; y porque las víctimas de esa deuda la vienen pagando desde hace siglos con hambre,
miseria y muerte. Además, porque se olvida a veces &endash;como ha observado insistentemente la Semana Social
Brasileña- que hay una conexión dialéctica entre la Deuda Externa y las deudas sociales (de salud, educación,
vivienda, trabajo, igualdad… vida), que ésas sí han de ser pagadas como deudas de lesa Humanidad.
En todo caso, el año 2000, que para los cristianos es además jubileo, se ha transformado en una gran convocatoria
mundial contra la Deuda Externa y sus males. Nuestra Agenda Latinoamericana del Año 2000 estará dedicada
también a ese tema: "Una Patria Grande sin Deudas"; sin la Deuda Externa y sin las deudas sociales, se entiende.
En todo el mundo, también en el primero, el desempleo ha pasado a ser una verdadera agonía, personal, familiar,
social. Se calcula que en este cambio de siglo como un billón de personas malvivirá zarandeada por esa marea. El
trabajo, en la actual economía de mercado total y por la supravaloración de la técnica al servicio del lucro, ha
dejado de ser un derecho y ni siquiera se puede invocar como un deber. ¡Simplemente "no hay trabajo"! El capital
liberal, a contrapelo, es verdad, tenía que discutir con el trabajo; el capital neoliberal puede "prescindir" del trabajo.
En Brasil, la Campaña de la Fraternidad de este año, dedicada precisamente a este tema del desempleo, pregunta
muy oportunamente: "Sin trabajo, ¿por qué?". A las causas hay que ir. Y esas causas son totalitariamente
estructurales. Los excluidos empiezan siendo primero excluidos del trabajo.
Brasil se está preparando también, con muy contradictoria preparación, para los 500 años del mal llamado
descubrimiento y de la ambigua evangelización de esta Tierra de Santa Cruz. Será una nueva oportunidad -y no
sólo brasileña- de revisar esa historia de los 500 años y de valorar la historia de los millares de años anteriores y
una y otra herencia, como Sociedad y como Iglesia. Aquí también, ante todo, hay que repetir con el cantor:
"Bienaventurados los que han hecho realidad esta resistencia de 500 años".
***
Como Iglesia, para la Iglesia, en este último año he soñado también mucho, con tantos hermanos y hermanas de
la gran Iglesia de Jesús. Y de diferentes lugares me han pedido precisamente que explicitara esos sueños. Comparto
con ustedes aquí algunos de ellos, ya viejos conocidos de nuestras vigilias:
-Rever en la fe, en la teología y en la espiritualidad el Dios que venimos adorando, dogmatizando y predicando,
porque quizás no siempre corresponde al verdadero Dios, al Dios de Jesús, hablando en cristiano.
-Vivir el ecumenismo, pero de verdad, pasando muy concretamente del ecumenismo de las intenciones, encuentros
y generalidades, al reconocimiento mutuo de las Iglesias como siendo la Iglesia de Jesús. ¿Por qué no? ¿Qué
perdería la Iglesia, qué perdería el Evangelio, qué perdería Dios, con un real ecumenismo vivido en la libertad del
Espíritu? Claro que habríamos de relativizar muchas cosas y rever qué es fe, qué es cultura, qué es historia, qué es
prejuicio, y acoger apasionadamente el testamento del Señor Jesús: "¡Que sean uno, Padre!". Konrad Raiser,
secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, sueña, como soñamos muchos, con un "Concilio genuinamente
universal". Y sienta cuatro elementos esenciales y suficientes para definir la comunión del Cuerpo de Cristo, su
Iglesia:
la fe común en la Trinidad y en Cristo como Salvador nuestro;
el bautismo, uno para todos;
la eucaristía, una para todos;
el mutuo reconocimiento de los ministerios.
- Reconocer la opción por los pobres -hoy la mayoría de la humanidad, excluida- como una opción esencial del
Evangelio y por eso mismo esencial también a la Iglesia de Jesús, una verdadera "nota" de su identidad.
- Descentralizarse "católicamente", inculturándose en cada pueblo y potenciando la identidad y la alteridad de las
Iglesias locales, de las conferencias episcopales; revisando, en consecuencia, el modo de ejercer el ministerio de
Pedro y toda la ministerialidad de la Iglesia; y posibilitar la participación adulta y corresponsable de los laicos y
laicas. "La Iglesia -repetía el inolvidable P. Haring, que acaba de pasar a la plena libertad del Reino- necesita
cristianas y cristianos mayores de edad, vanguardia de la verdadera libertad y responsabilidad, pioneros en el
mundo de la justicia social y de la política de la paz".
- Aproximarse muy samaritanamente a todas las inquietudes y desconciertos y sufrimientos y esperanzas de la
Humanidad, llevándole la luz y el óleo de la Buena Nueva del amor de Dios. El patriarca Georges Hourdin, en su
último libro "El viejo y la Iglesia" &endash;parafraseando "El viejo y el mar" de Hemingway-, sueña con que la
Iglesia tenga cada vez más "la capacidad del Evangelio, llevado por hombres y mujeres al mismo tiempo, de
volverse al mundo futuro con pensamientos de humanidad y felicidad". Hourdin, pues, sintoniza, desde su fe y su
cultura, con la desesperada fe y la miseria del campesino de la canción: "¿Qué quiere decir 'bienaventurados'?…
¡que lo de 'pobre' me lo sé yo!".
A nuestra Iglesia Latinoamericana le pediría que retomara, como un primer amor, las intuiciones y compromisos
de Medellín, "recepción" latinoamericana del Vaticano II; la conciencia y la voluntad de ser una Iglesia "nuestra",
sintonizando con las culturas, dolores y esperanzas de nuestros pueblos; partiendo proféticamente hacia una
evangelización nueva de verdad por ser inculturada, comprometida, libertadora. Acabamos de celebrar los 30 años
de Medellín, y Medellín debe seguir siendo un marco histórico decisivo para la Iglesia latinoamericana, nuestro
Pentecostés criollo, el mayor acontecimiento de toda la historia de la Iglesia en América Latina, a mi entender, por
lo que sintonizó y desencadenó.
En nuestra Iglesia de São Félix do Araguaia seguimos, entre fallos y esfuerzos. En este cuatrienio tenemos como
prioridades la formación, la autonomía en personal y en economía, y la pastoral sociopolítica. Despacito, claro. Eso
de la autonomía sobre todo tiene mucho aún de sueño realmente. Y la economía continúa siendo un verdadero
andar sobre la cuerda floja, aunque la Providencia y las providencias solidarias a la hora tensa de la verdad siempre
nos echan una mano.
Durante este año de 1999 tendremos en toda la Prelatura misiones populares, animadas casi exclusivamente por las
mismas comunidades de nuestra Iglesia.
En el último retiro espiritual, que realizamos a orillas del Araguaia, en aquel cerro familiar de Santa Terezinha,
destacábamos como rasgos de familia de nuestra Iglesia &endash;que lo son o que lo deberían ser-:
a) la opción por los pobres, que es opción por el pueblo, que es opción por la justicia y la liberación. De ahí
también el desafío de la inculturación y la vivencia de la pobreza evangélica o la sobriedad, personal y comunitaria;
b) la convivialidad o convivencia fraterna; por la vida y la acción en equipo, por la hospitalidad de casas y
corazones abiertos, por la compenetración y sensibilidad con el pueblo y sus andanzas;]
c) la latinoamericanidad en la espiritualidad, la teología y la pastoral de la liberación; por la memoria y la
celebración de los Mártires de la Caminhada; por la Biblia en manos del pueblo; en comunidades eclesiales de
base; potenciando la participación del laicado y muy explícitamente de la mujer; asumiendo nuestros "concilios
latinoamericanos" y las pastorales específicas que la Iglesia del Continente va suscitando; haciendo nuestras las
grandes Causas de la Patria Grande, como Pacha Mama, como Amerindia, como Afroamérica;
A tiempo convidamos a los amigos y amigas solidarios para la gran Romería de los Mártires de la Caminada
que vamos a celebrar en el mes de julio del año 2001, vigésimo quinto aniversario del martirio de nuestro padre
João Bosco y fecha-cuna de nuestro Santuario de los Mártires Latinoamericanos. Y, por cierto, estamos lanzando
para todos esos amigos y amigas el proyecto de una "Hermandad de los Mártires de la Caminada"; para mantener
viva su memoria, para celebrar sus fechas, para seguir asumiendo las causas que los llevaron hasta dar "la prueba
del mayor amor".
Nuestra querida Centroamérica ha sido golpeada una vez más, ahora por la violencia del huracán Mitch. Exceso
de la naturaleza, pero también injusticia humana, porque han sido una vez más sobre todo los pobres los que han
perdido viviendas, cultivos, vidas. Ni las respectivas políticas nacionales ni la política internacional, allá como en
tantas otras partes del mundo previenen, y hoy en buena parte sería posible, los efectos mayores de esos
cataclismos. Una vez más, afortunadamente, Centroamérica, que enseñó la solidaridad como "ternura de los
pueblos", ha recibido verdaderas avalanchas de solidaridad sobre los daños del huracán.
Ustedes habrán acompañado las celebraciones de Riobamba, Ecuador, en agosto último, con ocasión del 10º
aniversario de la pascua del patriarca Leonidas Proaño. Fueron una hermosa confluencia de amistades, de
compromisos y de esperanzas, en la línea de "las grandes causas que forjaron el alma y la acción de Mons.
Proaño": la opción por los pobres, los pueblos indígenas, la comunidad, la solidaridad. "El grito de Riobamba"
que se promulgó, el 30 de agosto en aquellas blancas alturas del Chimborazo, expresa abiertamente lo que allí
sentimos y nos propusimos, en esta hora del Pueblo y de la Iglesia de América Latina. Me parece oportuno recoger
aquí un alerta-compromiso que hace el manifiesto con respecto a la celebración del Jubileo: "Queremos que éste
(asumir las Grandes Causas) sea el modo de vivir y ayudar a vivir, en nuestras respectivas Iglesias y países, el
verdadero Jubileo permanente que instauró Jesús de Nazaret. Concretando así, más allá de cualquier
conmemoración triunfalista y ocasional, lo que debe significar el Jubileo Bíblico en nuestros contextos sociales y
religiosos: por una conversión personal y estructural de nuestras Iglesias y Sociedades, en la vivencia de la fe con
coherencia e inculturadamente, en la convivencia fraterna de una paz con justicia y dignidad, en la satisfacción de
las reivindicaciones mayores de tierra, salud, vivienda, educación, comunicación y trabajo..."
***
A estas alturas ustedes se preguntarán a qué viene la escala de Jacob como título de esta circular, tan apenas
hilvanada.
El bueno de Jacob huyendo, como a la deriva, perseguido por una vocación radical, luchaba consigo, con la familia
y con Dios; sin saber, noche y tierras adentro, a dónde la vida le llevaba. La tradición cristiana ha visto en esta
lucha de Jacob con Dios, junto al torrente Yaboc, una imagen del combate espiritual de la Humanidad confrontada
con el misterio del Dios Señor del Mundo y de la Historia. Como Jacob nos sentimos un poco todos hoy, a la hora
de vadear el curso de un siglo, de un milenio, tan amenazante como esperanzador. Los datos del PNUD, las
iniquidades estructurales, los cataclismos cósmicos, la violencia -estructurada o espontánea- estallando desde todos
los ángulos de la sociedad, fácilmente nos sitúan en un camino desconcertado, como a la deriva también. Todos un
poco Jacob buscando el Día. En medio de esta noche de sueños y de temores, dormidos quizá sobre la piedra de
una realidad más que dura, no nos falten los ángeles de la luz, la solidaridad y la esperanza, que bajan y suben de
Dios a nosotros, de nosotros a Dios.
Y volvamos -para terminar, con un gran abrazo además- al profesor gorila, al niño teólogo y a nuestro san Romero
que encabezan esta circular. El profesor Ismael &endash;ése es su nombre- tiene más que razón con sus preguntas:
Si acabamos con las plantas, con los animales, con la naturaleza, evidentemente acabaremos con nosotros también.
Espero que el niño teólogo no tenga razón y que con nuestro testimonio vaya aprendiendo una visión muy distinta
de Dios y de la Iglesia, en el cielo y en la tierra. Y debemos empeñarnos, con toda nuestra pasión humana y con
todo el poder del Evangelio, para que la promesa esperanzada de Romero tenga razón de verdad: "Y verán,
queridos pobres…, cómo a pesar de tantos pesares amanece la aurora de la Resurrección!".
Pedro Casaldáliga
São Félix do Araguaia, MT, Brasil
-para este 1999-
araguaia@ax.apc.org
[Página de las cartas circulares:] http://www.uca.edu.ni/koinonia/pedro/cartas.htm
[Página personal:] http://www.uca.edu.ni/koinonia/pedro
[Página de la Prelatura:] http://www.alternex.com.br/~prelazia/
En este "final" y "cambio", de siglo, de milenio, de "paradigmas", somos muchos, con diferentes
tonos y perspectivas, los que expresamos nuestros sueños pensando en una nueva sociedad, y tambiÉn en
una Iglesia nueva. Hay como una especie de anónimo colectivo soñador que se expresa, nos expresa, según
necesidades o intereses, pero que palpita impaciente en la humanidad de este año 2000.
A nivel social, político, económico, se quiere un verdadero cambio, y no apenas unas pinceladas de
márketing. A nivel cristiano -que no deja de ser tambiÉn social, político y económico- se trata del Jubileo,
que debería ser el verdadero Jubileo, el Jubileo definitivo que proclamó Jesús de Nazaret, tiempo de justicia
para los pobres, era de liberación para la humanidad entera.
Los "humanos" de hoy llevamos como unos 35.000 años de camino; tiempo suficiente para aprender
las grandes lecciones de la historia. Desgraciadamente, el poder neoliberal que impera hoy en la humanidad
se manifiesta como una suicida "exuberancia irracional" de la especulación, según Alain Greenspan, del
todopoderoso Banco Mundial. Y otros altos mandatarios de ese Banco y del FMI acaban de reconocer que
"hay que empezar a tener en cuenta a los pobres...". ¡No se puede prescindir impunemente de la mayoría de
la humanidad!
Frente a la muerte de la esperanza que prácticamente nos predica el sistema, el jubileo de Jesús se
define desde su proclamación en Nazaret como la liberación total de los pobres.
Cerrando el siglo más cruel de la historia se nos fue a la casa del Padre el profeta dom HÉlder Camara
insistiendo en la esperanza. Y en este nuestro Brasil de la máxima disparidad social, el pueblo se ha puesto
en marcha "multiplicando las marchas" reivindicativas. Y en nuestra América, ha resonado, confluyendo,
unificándose, el Grito de los Excluidos. Y en el mundo entero la solidaridad va siendo, no sólo "el nuevo
nombre de la paz", sino tambiÉn el nombre inevitable de la sobrevivencia.
El balance de la iniquidad
Las estadísticas y los balances de siempre se multiplican en revistas y en la comunicación electrónica.
Continúan siendo, desgraciadamente, los de siempre. Pero ahora, con el peso específico de un fin de Época,
haciendo memoria y exigiendo pronóstico.
Aproximadamente, las 4/5 partes de la población mundial asisten a la globalización pero no participan
de ella. Mil 300 millones de personas han de pasar con menos de un dólar al día. Estimando la pobreza
absoluta como un ingreso inferior a 370 dólares al año, Asia tiene 778 millones de pobres absolutos, África
398 millones y América 156 millones.
De los 4400 millones de habitantes de los países "en desarrollo", aproximadamente tres quintas
partes no tienen acceso a agua limpia, una cuarta parte no tiene vivienda adecuada y una quinta parte no
tiene servicios normales de salud. Se calcula que en el nuevo milenio faltará agua potable para el 40% de la
humanidad, en este nuestro planeta tierra que es con más razón "planeta agua". Estado Unidos, por otra
parte, con apenas un 5% de la población mundial, utiliza el 25% de los recursos mundiales. Con ironía y
razón, el sociólogo estadounidense Petras habla de "globalización o imperio norteamericano".
La deuda externa se ha puesto de actualidad como noticia y como desafío. Esa deuda que, según el
mismo papa, "amenaza gravemente el futuro de las naciones"; y que, según las Naciones Unidas, hace morir
cada día en África 19.000 niños. Por otra parte, África transfiere a Occidente más de 33 millones de
dólares diarios.
El movimiento "Jubileo 2000" ha hecho una campaña en el mundo entero exigiendo que se anulen las
deudas externas de los países pobres. Se lograron 17 millones de firmas. Poco despuÉs corrió por el mundo
la noticia alborozada de que los señores del poder mundial iban a cancelar parte de esas deudas. La verdad
es que lo que van a cancelar es simplemente de unos 25.000 millones de dólares que equivale sólo al 1% de
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la deuda total de los países del Tercer Mundo; porque el monto total de la deuda externa tercermundista
llega a la escalofriante cifra de 2 billones 30 mil millones de dólares, y sólo 41 países podrán recibir ese
"generoso perdón"...
Entre los balances desoladores de este final de siglo y de milenio hay que sopesar amargamente el
desempleo y el trabajo semiesclavo, la violencia de todo tipo (sin olvidar, afirmaba Juan Pablo II, que "la
pobreza es la primera violencia"), y el cínico armamentismo.
El "Borrador de la Agenda por la Paz y la Justicia en el siglo XXI", que responde al "llamamiento de La
Haya por la Paz", proclamaba que, "en vísperas de un nuevo siglo, es hora de crear condiciones en las que
el objetivo primordial de las Naciones Unidas, 'salvar de la guerra a las generaciones venideras', pueda ser
realizado". Pesan aún en la conciencia los ciento diez millones de muertos de las interminables guerras del
siglo XX. Pero todavía, sólo en África hay 18 países implicados en guerras que afectan a 180 millones de
personas. En 70 países acechan 119 millones de minas sembradas, y sólo en Angola ellas ya han producido
100.000 mutilados. El ejÉrcito mexicano que tenía en 1995 ciento treinta mil hombres, ahora tiene 40.000
más, sobre todo para impedir las más que justas reivindicaciones de los pueblos indígenas de Chiapas. La
administración Clinton ha alcanzado el récord de 21.3 billones de dólares en armamento exportado.
La máxima parte de las víctimas de esas guerras, hoy tan modernas y hasta virtuales, son, como
lamentaba Noam Chomsky hablando de Timor Este, "víctimas que no valen la pena".
"La hermana madre Tierra", que diría Francisco de Asís, está siendo brutalmente violada. Sus
productos ya no son naturales, son transgénicos. Y sólo en nuestro Brasil, durante un año, se deforestaron
16 mil 838 kilómetros cuadrados. En la Amazonía se ha talado una media equivalente a 7 mil campos de
fútbol por día... La cuarta parte de la superficie de la tierra está bajo la amenaza de la desertificación.
La directora del Programa Mundial de Alimentos, de la ONU, reconocía hace poco la incapacidad de la
misma ONU para solventar la "inseguridad alimentaria" en los años venideros, lo que quiere decir que entre
800 y 900 millones de seres humanos -aproximadamente el 20% de la población mundial- están
condenados a morir... de hambre.
La superpoblación de las grandes ciudades ya es mucho más que una amenaza. Según el informe del
PNUD de 1998, en el año 2015 México tendrá más de 19 millones de habitantes, São Paulo más de 20,
Bombai más de 26, Xangai más de 17, Buenos Aires más de 13, Metro Manila más de 14 y Lagos más de
24. En los próximos 15 años, pues, el 55% de la humanidad vivirá en las ciudades, cuando en el siglo XIX
sólo vivía en ellas el 5% de la población mundial.
El AMI no ha muerto; se está travistiendo. Así como no ha muerto todavía la Escuela de las Américas
y se está excogitando una Escuela de África, que no es de hoy: de las 53 naciones africanas, 43 han
recibido de USA entrenamiento militar y 26 de ellas eran naciones no democráticas.
Ayer, digamos, en su "manifiesto comunista", Marx y Engels profetizaban lúcidamente para nuestro
hoy neoliberal que "el poder estatal moderno no pasa de un comité ejecutivo encargado de gerenciar los
negocios comunes de la burguesía", del FMI, de las transnacionales. Porque es necesario recordar siempre
que mientras se paga la deuda externa, obedeciendo los dictámenes neoliberales, no se pagan las deudas
internas de nuestros países. Y los gobiernos dejan de estar al servicio de sus pueblos para someterse a un
verdadero imperio neoliberal apátrida.
Cuando se propugna tan insistentemente un desarrollo sostenible, debemos entender
dialécticamente, para todas las consecuencias de la militancia, que el actual modelo de desarrollo de
Estados Unidos y de Europa es no sólo social, económica y ecológicamente insostenible sino tambiÉn
Éticamente inicuo.
La memoria subversiva
Vamos a hacer verdad nuestra memoria, "y esa verdad será que no hay olvido" (Mario Benedetti). Ni
de la vida, muerte y resurrección de Jesús, ni de la historia ambigua de su Iglesia, ni del clamor secular,
creciente, desoído, de los pobres de la tierra, ni de tantos y tantas testigos de sangre que nos convocan a
la fidelidad.
Son 2000 años de Jesús y 20 años de Romero. Dos fechas que podrán parecer
desproporcionadas en un mismo epígrafe, porque Jesús es Jesús, y que sin embargo se relacionan
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íntimamente. En América Latina, por lo menos, un buen modo, y muy nuestro, de celebrar el Jubileo de la
Encarnación y de la Redención, es celebrarlo "a lo Romero".
Se está escribiendo mucho tambiÉn acerca de la celebración del Jubileo. Han empezado ya hace
meses las grandes celebraciones y se preparan otras mayores todavía. No han faltado sin embargo voces
oportunas que llamasen la atención.
"En el 2000, la opción por los oprimidos como sujetos, escribe Giuglio Girardi, nos impone una toma
de partido contra la interpretación triunfalista del Jubileo que lo concibe como una exaltación del
cristianismo histórico. Esa opción exige una reinterpretación del Jubileo como crítica severa no sólo a la
civilización occidental, sino (tambiÉn) al modelo de cristianismo que ha sacrificado la opción por los pobres
a la opción por los imperios; crítica inspirada en las imprecaciones contra la religión del templo, lanzada por
los profetas y sobre todo por el mismo Jesús en la instauración de la Época jubilar".
Naturalmente, caben las celebraciones, las romerías, el "júbilo" por la venida de Dios en carne y en
historia a nuestra tierra humana. Pero deberían realizarse siempre según la humildad y la kénosis de esa
venida. Dándole al jubileo toda la sustancia bíblica que nos viene ya de los profetas y que Jesús rehabilitó
definitivamente para que fuera un jubileo total y universal; para que respondiera -Ésa es la gran finalidad- al
corazón de su Padre Dios, nuestro Padre.
Teóricamente todos entendemos que el Jubileo ante todo ha de ser volver a Jesús de Nazaret, al
Jesús del Evangelio, a su Causa, el Reino.
Para mi propio examen de conciencia y compartiendo con tantos hermanos y hermanas que
caminamos juntos, o que juntos deberíamos caminar, yo subrayaría concretamente:
• El redescubrimiento del Dios de Jesús, que es el Dios-Amor, Padre-Madre de toda la familia
humana, una y plural. Un Dios, capaz "de hacer salir de las piedras hijos e hijas suyos". Dios de todos los
nombres, adorado en todas las religiones, presente de antemano y siempre en todos los corazones
humanos.
• Como consecuencia de esta fe en ese Dios, una auténtica fraternidad/sororidad universal,
"en la cual se reconocerá que somos los discípulos" de Jesús.
• Más allá de la ley, contra la ley a veces (y hablo de las leyes civiles y tambiÉn de las leyes
religiosas), el amor-justicia, el amor-solidaridad, el amor-misericordia. Un amor parcial, porque
parte siempre de los pobres, de los excluidos. Jon Sobrino acaba de lanzar un volumen de cristología
titulado significativamente "La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas".
• La esperanza victoriosa, que se funda en la cruz del Resucitado y que se traduce diariamente, a
nivel personal y a nivel social, en una fidelidad siempre coherente, en una militancia inclaudicable, en una
testimonialidad sin arrogancia pero sin miedo, que va hasta el fin, como fueron tantos hermanos y hermanas
mártires. Esperanza vivida y celebrada "contra toda esperanza", a pesar de todas las claudicaciones y
fracasos, "a pesar de todos los pesares neoliberales y eclesiásticos", me hace bien repetir.
Celebrar los 20 años del obispo Oscar Arnulfo Romero, mártir en plena eucaristía, el 24 de
marzo de 1980 en El Salvador, ha de ser asumir la herencia de Romero, las causas por las cuales Él dio la
vida. Su conversión a los pobres. Aquel Jubileo de tres años definitivos que Él selló con su sangre. Sus
actitudes de escucha, de acogida, de profecía, de esperanza, su modo tan ubicadamente fiel y tan
políticamente consecuente de ser pastor. El pueblo, amado, buscado, asumido pastoralmente, en sus
angustias y en sus reivindicaciones, lo hizo santo. Y santo lo viene declarando desde su muerte-martirio y
como santo lo venera sobre todo en la catedral-catacumba de San Salvador. El verdadero proceso de
canonización del buen pastor Romero ha de ser el proceso de la asimilación de sus causas y actitudes.
En este final de siglo es interesante recoger la afirmación de Ludwig Kaufmann, en su libro "Tres
pioneros del futuro. Cristianismo de mañana":
"Tres pioneros de la fe que miran cara a cara la realidad de su presente respectivo..., que
indican un camino para que nosotros podamos ser cristianos mañana. Juan XXIII, que confiaba que
Dios sigue actuando en la historia, que supo leer los signos de los tiempos y tuvo la valentía de situar
a la Iglesia en el camino del servicio a la humanidad. Charles de Foucauld, inspirador de la comunidad
de los hermanitos (y hermanitas), que en avances sucesivos, trató de dejar atrás las fronteras y los
privilegios de los cristianos europeos. Oscar Romero, que se decidió de manera radical en favor de los
pobres y llegó a ser mártir de la Iglesia de los oprimidos".
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La opción profética
A la luz de esas dos fechas, tan nuestras, y de sus exigencias y esperanzas, yo personalmente -y
pienso que con millones de hermanos y hermanas de ese soñador colectivo anónimo- quisiera ver las
siguientes transformaciones (radicales) en la Sociedad, en las Religiones, en la Iglesia:
2¼: Las Religiones habrán de ponerse de acuerdo, en nombre del Dios de la Vida, del Universo y de
la Paz, para el servicio común de las grandes Causas de la humanidad, si quieren ser religiones humanas,
expresiones plurales, las más profundas, del alma de la misma humanidad. Esas Causas vitales que son el
alimento, la paz, la salud, la educación, la vivienda, todos los derechos humanos, los derechos de los
pueblos y las exigencias de la ecología.
Ya se ha escrito la "Carta de las religiones unidas" y se ha celebrado, el pasado mes de diciembre, en
Sudáfrica, el "Parlamento de las Religiones del Mundo".
Todo fundamentalismo, todo proselitismo, toda prepotencia en la vivencia de la propia religión, la
niega, porque niega al Dios vivo que todas las religiones quieren cultuar.
El macroecumenismo, adulto, dialogante, fraterno, pasará a ser una fundamental actitud de cualquier
religión que merezca este nombre. Desde la propia identidad, en la apertura a la pluralidad de la adoración y
la esperanza. Siguiendo el sabio consejo del sufí iraní del siglo XIII:
"Como un compás, tenemos un pie fijo en el Islam, y con el otro viajamos dentro de otras religiones".
3¼: La Iglesia, para ser la Iglesia de Jesús, ha de ponerse, exclusivamente, al servicio del Reino y
salirse de un autoservicio obsesionado. Para eso, las Iglesias, sobre todo la Iglesia católica, han de abrirse al
ecumenismo real... ¡sin esperar al fin del mundo! e inculturarse de verdad, por causa del Evangelio, en los
diferentes pueblos y en las diferentes coordenadas históricas.
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La revista "Foc Nou", de Cataluña, ha recogido una serie de propuestas que respondían a la pregunta,
tan actual, de "¿cómo habrían de ser los cristianos del siglo XXI?". Espigo aquí algunas de esas respuestas,
que muchos cristianos y cristianas sin duda hacemos nuestras también:
"Con sentido común", "desprendidos de todo lo superfluo que nos ha invadido", "convencidos de que
Dios quiere salvar a todos", "interpelados por la humanidad de hoy", "los creyentes de la poscristiandad",
"haciendo causa vital de las grandes causas de la humanidad", "con una vital experiencia del Dios de los
pobres", "sin ponerle medida al amor de Dios", "más fieles al Evangelio que sumisos al Vaticano", "con una
espiritualidad alejada de todo integrismo", "personas que mantengan viva la esperanza", "mientras se
espera un Vaticano III", "profunda e íntimamente agarrados por Jesús", "con madurez humana y de fe",
"chispas del fuego bendecido en la noche de la Pascua"...
Pensando ya más concretamente en nuestra Iglesia católica habrá que rever en serio la
corresponsabilidad y ministerialidad a partir de una profunda revisión del ejercicio del papado y del poder de
su curia. No lo digo sólo yo, pobre de mí; lo decimos millones, y lo han declarado abiertamente voces muy
autorizadas. El cardenal Ratzinger, en los tiempos de su famoso libro "El nuevo pueblo de Dios", escribía:
"Necesita la Iglesia hombres con pasión por la verdad y la denuncia profética. Los cristianos deben ser
críticos incluso frente al propio papa, pues determinado panegirismo hace un gran daño a la Iglesia y a Él".
El cardenal Etchegaray, en la lección inaugural del encuentro "Iglesias hermanas, pueblos fraternos",
realizado el pasado noviembre en Génova, hablaba de la gran paradoja planteada a los últimos papas
"conscientes de ser (como ministerio de Pedro) el principio de la unidad de los cristianos y que (en realidad)
se ven como su dramático obstáculo". "El ministerio de Pedro -añadía el cardenal- que sirve
estructuralmente para promover la sinodalidad de la Iglesia, es tambiÉn de naturaleza sinodal: su función
propia no le sitúa fuera o por encima del colegio episcopal. El papa no es de un grado superior al
episcopado, y tiene sus raíces en el mismo sacramento que hace a los obispos".
A su vez, el cardenal Martini, en Tierra Santa, presidiendo una gran peregrinación, reconocía que la
Iglesia católica debe dar pasos muy fundamentales hacia el ecumenismo "entre ellos, el modo de ejercer el
primado de Roma, que debe ser repensado". "De hecho -recordaba Martini lo que ha sido noticia mundial- el
mismo Papa se ha declarado dispuesto a repensar y a escuchar sugerencias sobre la forma de ejercicio del
primado".
La Iglesia está pidiendo perdón por muchos pecados suyos a lo largo de estos dos milenios, pero
seguimos siendo pecadores hoy tambiÉn. Los Sínodos continentales que se acaban de celebrar no han sido
precisamente sinodales; no han respondido a las necesidades y a las contribuciones de las Iglesias de cada
continente. Los obispos japoneses, por citar un ejemplo, insistían en que "se considerase bajo una nueva luz
la relación entre las Iglesias de Asia y la Santa Sede", y específicamente pedían "un sistema de relaciones
basado en la colegialidad y no en el centralismo".
La reforma del papado y de su curia posibilitaría -con el "automatismo" del Espíritu y por las
expectativas de la Iglesia universal- otras muchas reformas en corresponsabilidad, en colegialidad, en
inculturación, en legítimo pluralismo, en ministerios.
En el ecumenismo hay algunas buenas noticias, pero es tanto el camino que falta por recorrer que
resultan muy lentas y tímidas. El documento de Augsburgo, por ejemplo, entre la Iglesia católica y la Iglesia
luterana, viene despuÉs de cinco siglos de incomprensiones, para acabar diciendo que ambas partes se
complementan en la inefable "Justificación"...
Urge sentirnos todos hermanos y hermanas "separados"; nosotros los católicos tambiÉn. Urge
entender el ecumenismo como un ir y venir al encuentro del único evangelio de Jesús de Nazaret. Y urge
reconocer las respectivas tradiciones, así como reconocer la legítima autonomía de las iglesias locales, y
descubrir en esas tradiciones y en esa autonomía la acción del Espíritu "que sopla donde quiere" y que nos
"va manifestando la verdad completa". Urge animar a los teólogos y teólogas en vez de espantarlos en su
servicio de sistematización de la fe y apertura de horizontes. Lamentablemente, "durante el último papado,
unos 500 de ellos (y ellas) han sido silenciados de un modo u otro, por el Vaticano".
Ante el malestar generalizado, frente a la involución programada y la obsesión por decretar, definir y
cerrar el paso, querer un nuevo Concilio Ecuménico -dentro de la próxima década, sugiere el cardenal
Martini- no es ninguna frivolidad eclesial.
Que para este nuevo milenio no se pueda repetir la amarga definición que hacía Rahner de la
existencia de la Iglesia fuera de Europa, como "el fruto de la actividad de una multinacional que exportó la
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religión como un bien que no podía ser alterado y que fue llevado a todas partes a través de una cultura y
civilización consideradas superiores".
No es derrotismo amargo ni hipercrítica irresponsable. Es amor a la Iglesia y sobre todo al Reino. Es
esperanza comprometida. El cardenal Franz Kšnig, en la defensa que hacía el año pasado del P. Jacques
Dupuis, teólogo del diálogo interreligioso, se desahogaba así, con emoción bien eclesial: "No puedo
permanecer en silencio porque mi corazón sangra cuando veo fallas tan evidentes contra el bien común de
la Iglesia de Dios".
Programas fraternos
Dentro de las muchas celebraciones -más acertadas, menos acertadas- y respetando todos los
gustos siempre que sean evangélicos, siempre que respeten el alma del Jubileo, quiero destacar aquí,
invitando al mismo tiempo, unos acontecimientos próximos que nos afectan entrañablemente.
- En San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, del 20 al 26 de enero se celebrará una despedida-
homenaje al Tatic providencial, don Samuel Ruiz, con una semana de teología, entre otras manifestaciones.
- En San Salvador, del 19 al 26 de marzo, se celebrarán los 20 años del martirio de nuestro "san
Romero de América". Entre otras actividades y celebraciones, el SICSAL (Secretariado Internacional
Cristiano de Solidaridad con y desde América Latina) realizará su congreso.
- En el Brasil de los 500 años, mal contados, mal vividos política y económicamente, del 11 al 15 de
julio, en Ilhéus, Bahia, tendrá lugar el X¼ Encuentro Intereclesial de las CEBs, por los "2000 años de
caminada" y como "Memoria, sueño y compromiso".
En Belo Horizonte, del 24 al 28 de julio, se celebrará el Encuentro Latinoamericano de Teología 2000,
organizado por las Sociedades Teológicas de Brasil (SOTER), de Argentina (SAT) y de Uruguay (SUT), pero
con alcance continental.
- En la República Dominicana, del 1 al 7 de noviembre, y con una peregrinación a Haití, celebraremos
la tercera Asamblea del Pueblo de Dios, APD, un nuevo pequeño Pentecostés macroecuménico.
- Y aquí, dentro de la Prelatura de São Félix do Araguaia, en Ribeirão Cascalheira, los días 17 y 18 de
julio del año 2001 (dos mil y uno, noten), vamos a celebrar comprometidamente la Romería de los Mártires
de la caminhada latinoamericana, con ocasión de los 25 años del martirio de nuestro padre João Bosco
Penido Burnier.
"Nosotros somos el tiempo", ponderaba san Agustín. Seamos el Jubileo, con toda nuestra vida.
Un solemne ciclo de conferencias, celebrado en ese último año del siglo, se titulaba, ansiosamente,
"En busca del paradigma perdido". Nosotros, hermanos, hermanas, no hemos perdido el paradigma,
¿verdad?
Pedro Casaldáliga
En el año 2000
São FÉlix do Araguaia, MT, Brasil
araguaia@ax.apc.org
Romería de los Mártires de la Caminada
Elie Wiesel, judío rumano, premio Nobel de la Paz de 1986, escritor y profeta
del recuerdo de las víctimas, a lo largo de toda su obra escrita hace esta
pregunta central: ¿Qué sucede si los testigos ya no pueden transmitir su
mensaje y sus palabras resuenan en el vacío?
Alguien ha dicho que "No hay nada más subversivo que el cadáver de un
mártir"
Yo vengo diciendo hace mucho que un Pueblo o una Iglesia que olvidan a sus
mártires no merecen sobrevivir.
Con ocasión de los 25 años del martirio del P. JOÃO BOSCO PENIDO BURNIER,
vamos a celebrar una vez más la gran
ROMERIA DE LOS MÁRTIRES DE LA CAMINADA.
En ese santurario, único en su género,
ecuménicamente acogedor del testimonio de todos aquellos y aquellas que vienen dando su vida por la
Causa mayor de Dios,
que es también la Causa mayor de la propia Humanidad
INVITAMOS especialmente a los familiares de los/las mártires y a las comunidades o entidades más
vinculadas con ellos.
Las actividades de la Romería, para facilitar el viaje de ida y de vuelta, se realizarán entre los
almuerzos comunitarios del sábado día 14 y del domingo día 15.
Los comentarios –cautelosos o apocalípticos o clarividentes- acerca de la coyuntura proliferan, estos días, en
los medios de comunicación. No voy a repetir “lo obvio aullante”. El problema está en saber leer la coyuntura a la luz
de los signos de los tiempos, descubriendo causas, intereses, “efectos colaterales”, juegos de vida o muerte para la
familia humana.
En esta hora kairós de mundialización y de madurez de conciencia, que es, simultáneamente, una hora
nefasta de nuevas prepotencias, de macrodictaduras, de fundamentalismos y de radicalizaciones, se nos impone,
como un don y como una conquista, el diálogo, interpersonal, intercultural, ecuménico y macroecuménico. Un diálogo
de pensamientos, de palabras y de corazones. No la mera tolerancia, que se parece demasiado a la guerra fría, sino
la convivencia cálida, la acogida, la complementariedad.
La caída de las torres debería ser también la caída de unas escamas que empañan los ojos del Occidente
cristiano frente al mundo árabe y musulmán. Desde ese 11 de septiembre, traído y llevado como si fuese el mayor
terrorismo de la historia, el Occidente, cristiano o no, está necesariamente obligado a reconocer que el mundo árabe
y el Islam existen, y que el Islam congrega más de un billón de fieles de diferentes pueblos y culturas. Durante
muchos siglos la Sociedad occidental y la Iglesia -demasiado occidental siempre- han sido prejuicio, hostilidad y
guerra con el Oriente musulmán.
Nuestra Agenda Latinoamericana-Mundial de 2002 propone, precisamente, como gran tema de la hora, “las
culturas en diálogo”, y la Agenda’2003 propondrá, concretando ese tema, el diálogo interreligioso: “las religiones en
paz dentro de sí y entre sí, para la paz del mundo”; y la Agenda’2004, si Dios nos concede aún tiempo de andadura,
estará dedicada, con espíritu de conversión, a “nuestros respectivos fundamentalismos”.
La campaña contra el Banco Mundial, realizada en Barcelona durante el pasado mes de junio, se estructuraba
en torno a siete ejes de debate y acción, que abarcan ampliamente los mayores desafíos y prospectivas de esta
hora:
• democracia, participación y represión
• derechos sociales y laborales
• migraciones
• derechos ecológicos, derechos ambientales, modelo agroalimentario
• globalización y militarismo
• mujer y globalización
• globalización y desarrollo.
Aquí, en casa
Dentro de casa, en la prelatura de São Félix do Araguaia, 2002 significa un año de “transición”. Oficialmente el
último año de “mandato” (ojalá haya sido de servicio) del primer obispo de esta prelatura. Esto nos convoca a una
revisión y también a afirmar, modesta pero conscientemente, las líneas fundamentales de nuestra pastoral. Después
de varios años de experimentación acabamos de aprobar el “Manual da Prelatura de São Félix do Araguaia –
Objetivo, Atitudes, Normas”. Una especie de directorio espiritual y pastoral, breve pero denso, que recoge el objetivo
de nuestra Iglesia, las actitudes mayores que debemos cultivar y una serie de normas que configuran la estructura y
la acción de esta Iglesia particular de São Félix do Araguaia.
Desde luego, hacemos hincapié en recordar que obispo-viene-obispo-va, pero la Iglesia continúa. Soñamos,
pues, con una continuidad, libre y creativa. El mismo Pueblo, el mismo Evangelio, el mismo Brasil de América Latina.
La misma Iglesia de Jesús, que para nosotros también es la de Medellín…
Y la de los Mártires. En julio de 2001, los días 14 y 15, celebramos en el Santuario de los Mártires de la
Caminada Latinoamericana, en Ribeirão Cascalheira, la gran romería aniversario de los 25 años del martirio del P.
João Bosco Penido Burnier. Con el lema que resume esos sueños cristianos de nuestra pequeña Iglesia y de este
obispo de capa caída: “Vidas por el Reino”. El mantra que nos musicó Zé Vicente y que ya se canta por ese Brasil
adentro, expresa sentidamente lo que con el lema queríamos decir:
“Vidas pela Vida,
vidas pelo Reino,
todas as nossas vidas,
como as suas vidas,
como a vida d’Ele,
o mártir Jesus”.
En la región de la Prelatura, como en todo Brasil, nos toca vivir un año de elecciones. Para presidente,
gobernadores, senadores y diputados, federales y “estaduales”. Los nombres y los dados están en el aire, y los
intereses e intrigas también. Las fuerzas de derecha, las eternas oligarquías, la élite privilegiada y por eso mismo
conservadora, conchaban, aparentemente divididas pero confluyendo en última instancia cuando se trate de
asegurar el poder. Las derechas, por sus intereses, tienen el don de la unión; las izquierdas, por sus tendencias,
tienen el nefasto carisma de la división. Así y todo, yo creo que ha crecido la conciencia política de nuestro pueblo, y
la voluntad de cambio. La cruda realidad diaria, de desempleo, de carestía, de corrupción y violencia, grita. Hay
mucho movimiento popular andando, muchas expresiones de ciudadanía y las pastorales sociales están arraigadas y
activas en el país. Aunque debamos admitir que todavía, a la hora de votar un cambio más o menos radical, los
pequeños no pueden y los grandes tienen el poder del dinero y de los medios de comunicación. Pero haga o no haga
el pueblo presidente popular, votar es indispensable, y el pueblo puede hacer senadores y diputados. Ir
transformando las asambleas legislativas y el congreso nacional es una de las mayores urgencias políticas de Brasil.
Hacia “una tierra sin males”
La Campaña de la Fraternidad de este año 2002 es una hermosa convocación a la lucha y a la esperanza.
“Fraternidad y Pueblos Indígenas” es el tema. Con el lema del mito fundamental del pueblo guaraní: “Por una tierra
sin males”. Es mucho pedir, pero es lo que quiere Dios y es lo que necesitamos. Como recordábamos en la última
Asamblea Nacional del CIMI (Consejo Indigenista Misionero), esa “Tierra sin males” ha de traducirse, sobre todo, en
una “economía sin males”, en una democracia sin los males del privilegio y de la exclusión, en una sociedad
participativa, solidaria, libre y fraterna. En un mundo nuevo, que es posible y es necesario.
Que “el mundo vuelve a empezar” podrá sonar a mucha utopía. Y lo es. Pero con mucho fundamento.
“Sabemos de Quién nos fiamos”. El Centro Ecuménico de Estudios Bíblicos (CEBI) adopta y adapta, en su última
felicitación navideña, la palabra del matón arrepentido Riobaldo, para cantar “al niño nacido de María, que llena de
esperanza el corazón de todos y nos lleva a proclamar: ¡Mi Señora Dueña! ¡Un niño ha nacido, el mundo ha vuelto a
empezar!”. En éstas, Riobaldo, el CEBI y esta carta circular están en línea con la promesa de Dios: “He aquí que
hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5).
Pedro Casaldáliga
obispo de São Félix do Araguaia, MT, Brasil
araguaia@ax.apc.org
En la hora oscura del amanecer
circular 2003
Ya van dos años del nuevo siglo XXI y el Mundo sigue cruel y solidario, injusto
y esperanzado. Todavía hay guerra y hay imperio, y el imperio ha inventado la guerra
preventiva. Todavía el Mundo se divide por lo menos en tres: Primero, Tercero y
Cuarto.
El hambre, la pobreza, la corrupción y la violencia han aumentado; pero han
aumentado también la conciencia, la protesta, la organización, la voluntad explícita de
alternatividad.
Aquel sello místico que Rahner profetizaba para este siglo nuevo aparece, sin
duda, con muchos rostros, en confusión y en diálogo también. Las Religiones cada vez
más son pluralismo religioso, y habrán de ser convivencia e intercambio. La fe se
refracta en mil nombres y mil búsquedas, y la fe convivida fraternalmente será el gran
soporte de la esperanza humana.
Dios está a la vista. Está a la vista la Humanidad nueva.
Hay una creciente, incontrolable, ansia de cambio. En mensajes y foros y
plataformas la consigna básica es: “!Queremos otra cosa!”. Queremos otro Mundo,
porque otro Mundo es posible, y es necesario y urgente. Un Mundo uno, sin primeros ni
terceros, sin imperios y sin genocidios, sin lucros sanguinarios y sin exclusiones
desesperantes. Queremos otra América, decimos concretamente aquí; sin dominaciones
y sin alcas, en fraterna Unión. Queremos otra Iglesia también, sin “clases”, sin
centralismos, sin rencillas denominacionales.
En el Mundo esta voluntad de cambio se expresa simbólicamente en el Forum
Social Mundial y en los foros regionales. En Nuestra América, el cambio más
significativo se llama ahora Lula, con proyección de esperanza para todo el Continente.
En la Iglesia las inquietudes están convergiendo en la propuesta de un proceso conciliar,
que parecerá inoportuna a ciertos espíritus involucionistas, y que sin embargo traduce
muy eclesialmente la voluntad multitudinaria de ser y de hacer otra Iglesia: más al lado
de los pobres del Reino, más inculturada, más samaritana, más sinodal, más
corresponsable, más fraterna. No es ninguna inoportunidad soñar con el Concilio
Vaticano III o con el México I o con el Bombay bien asiático...
La verdad es que estamos cansados de dominación y de falta de transparencia,
en las diferentes esferas públicas y en las secretas esferas personales. Este nuestro
Mundo y este nuestro pequeño corazón, tan malos al parecer, llevan una profunda carga
de buena voluntad, de sed de Verdad, de hambre de Vida y de Dios. Los signos de los
tiempos, a pesar de tantos antisignos, son más bien luminosos, esperanzadores. Como
dice el proverbio sefardí, “la hora más oscura es cuando está por amanecer...”
En esta Prelatura de São Félix do Araguaia, nuestra adolescente Iglesia
particular, estamos de cambio también. Este año completo yo los 75 y, como es de rigor
canónico, renuncio a la mitra. Hemos tenido en los últimos meses un período bastante
fecundo de “transición”, con las Asambleas regionales y la promulgación del Manual -
objetivo, actitudes, normas- que es referencial y guía de nuestra “caminhada”.
En esta hora y con esta breve circular, quiero agradecer, en nombre de todo el
Pueblo de la Prelatura y de todo el Equipo Pastoral, la solidaridad, la colaboración, la
presencia, gratuita e incondicional, de tantas amistades e instituciones que vienen
acompañándonos y posibilitando nuestra misión y sus estructuras de servicio. En
primerísimo lugar, recordamos evidentemente a los/las agentes de pastoral que aquí
soportaron “el peso del día y del calor”, y me soportaron a mí. La lista, de agentes y
amistades, es demasiado larga para citar nombre por nombre. Dios los tiene escritos
todos en el Libro de la Vida. Algunas amistades y entidades nos vienen acompañando
desde la primera hora y sobre todo nos han acompañado en las horas de la represión y
de la incomprensión. Yo sé que nuestras amistades y esas entidades - vosotros, vosotras,
ustedes - continuarán siendo amistad, solidaridad, presencia, para la Prelatura de São
Félix do Araguaia. Somos ya todos/todas gente de casa, empresa de familia, una
parcela, pequeñita pero estimulante, del Reino de Dios “entre el Araguaia y el Xingu, el
Pará y el Travessão”.
Personalmente me siento como quien espera en una parada de bus, sin saber bien
ni la hora ni el destino inmediatos, pero, en todo caso, sabiendo que continuaremos en
comunión el humilde viaje humano hacia la Casa paterno-maternal.
El proverbio sefardí habla de la luz del amanecer; un proverbio universal dice
que en la hora del ocaso ninguna luz ofusca... Hago míos en esta hora unos versos de
“El hombre de la Mancha”, que me traducen expresivamente:
“Soñar otro sueño imposible.
Luchar cuando es fácil ceder.
Vencer el enemigo invencible.
Negar cuando la regla es vender.
Pedro Casaldáliga
“PASAR HACIENDO CAMINOS”
circular fraterna 2004
Pedro Casaldáliga
São Félix do Araguaia, MT, Brasil
Carta abierta al hermano Romero, Pedro Casaldáliga
CARTA ABIERTA AL
HERMANO ROMERO
Tenías razón, y eso queremos celebrar también, con júbilo pascual. Has
resucitado en tu pueblo, que no va a permitir que el imperio y las
oligarquías sigan sometiéndolo, ni va a dejarse llevar por los
revolucionarios arrepentidos o por los eclesiásticos espiritualizados. Y
resucitas en ese Pueblo de millones de soñadores y soñadoras que
creemos que otro Mundo es posible y que es posible otra Iglesia. Porque
así, como va hoy, Romero hermano, ni el Mundo va, ni va la Iglesia.
Continúan las guerras, ahora hasta de prevención; continúa el hambre, el
paro, la violencia -del estado o de la turba enloquecida-; continúan las
falsas democracias, el falso progreso, los falsos dioses que dominan con
libertad”.
Pedro Casaldáliga
24 de marzo de 2005
Pedro Casaldáliga
24 de marzo de 2005
«Poesía necesaria como el pan de cada día» dice el poeta. Poesía y utopía riman
bien, y ambas nos son totalmente indispensables para atravesar el túnel. No
aceptamos esa sociedad oficial que reduce la vida humana a mercado o, en el mejor de
los casos, se propone el objetivo, siempre aplazado, de reducir el hambre a la mitad….
Pero la Humanidad «se mueve»; y está dando un giro hacia la verdad y hacia la
justicia. Hay mucha utopía y mucho compromiso en este planeta desencantado.
Alguien ha recordado que el siglo XX «ha sido un inmenso cementerio de imperios: el
británico, el francés, el portugués, el holandés, el alemán, el japonés y el ruso».
Queda, tambaleándose, el imperio estadounidense, que caerá también. «América
Latina se aleja de la tutela de Estados Unidos» y Asia ha dado también la espalda a los
Estados Unidos, en la primera cumbre, organizada por la ASEAN. La UNESCO ha
declarado Patrimonio de la Humanidad la Diversidad Cultural. El Siglo XXI –que ya
sabemos que será un siglo místico- será también el siglo del Medio Ambiente. El
diálogo ecuménico y el diálogo interreligioso crecen en varios niveles, como un nuevo
paradigma de la fe religiosa y de la paz mundial. Las Iglesias, las Religiones, se van a
encontrar necesariamente y habrán de ponerse en paz para la paz del mundo. En la
Iglesia Católica, dentro de una monótona continuidad oficial, que ya era de esperar,
muchas comunidades y muchos colectivos de reflexión teológica y de pastoral saben
ser simultáneamente fieles y libres. Vamos aprendiendo a ser Iglesia adulta, una y
plural. Si rechazamos la dictadura del relativismo, también rechazamos la dictadura del
dogmatismo. No permitiremos que el Concilio Vaticano II sea un «futuro olvidado»; y
hasta urgimos el proceso de preparación de un nuevo Concilio, verdaderamente
ecuménico, que aporte desde la fe cristiana a la tarea mayor de humanizar la
Humanidad. En Nuestra América se está preparando la V Conferencia Episcopal,
llamada «CELAM V». Un primer texto, de consulta, resulta muy poco estimulante,
como escrito «por teólogos que ya están en el cielo» ironiza un viejo teólogo. Nos
tocará suplir alternativamente y no permitir que ese CELAM V olvide Medellín. Hay
prioridades socio-pastorales, en Nuestra América, que nos exigen realismo y utopía,
coherencia y compromiso, sin posible aplazamiento.
A todos, a cada uno y a cada una a quien debo amistad, gratitud y carta, un
entrañable abrazo en la paz militante del Evangelio.
Pedro Casaldáliga
Circular 2006
LA VERDAD, PILATO, ES…
Pedro Casaldáliga
Circular 2007
24 de marzo, Pascua de San Romero
“PARAR LA RUEDA BLOQUEANDO SUS RADIOS”
Estaba pensando la circular de 2008, cuando me invade, como un río bíblico de leche y
miel, una auténtica inundación de mensajes de solidaridad y cariño por ocasión de mis 80 años.
No pudiendo responder a cada uno y a cada una en particular, incluso porque el hermano Par-
kinson tiene sus caprichos, les pido que reciban esta circular como un abrazo personal, entra-
ñable, de gratitud y de comunión renovadas.
Estoy leyendo una biografía de Dietrich Bonhoeffer, titulada, muy significativamente,
Tendríamos que haber gritado. Bonhoeffer, teólogo y pastor luterano, profeta y mártir, fue ase-
sinado por el nazismo, el 9 de abril de 1945, en el campo de concentración de Flossenbürg. Él
denunciaba «la Gracia barata» a la que reducimos muchas veces nuestra fe cristiana. Advertía
también que «quien no haya gritado contra el nazismo no tiene derecho a cantar gregoriano».
Y llegaba finalmente, ya en vísperas de su martirio, a esta conclusión militante: «Hay que parar
la rueda bloqueando sus radios». No bastaba entonces con socorrer puntualmente a las vícti-
mas trituradas por el sistema nazi, que para Bonhoeffer era la rueda; y no nos pueden bastar
hoy el asistencialismo y las reformas-parche frente a esa rueda que para nosotros es el capita-
lismo neoliberal con sus radios del mercado total, del lucro omnímodo, de la macro-dictadura
económica y cultural, de los terrorismos de estado, del armamentismo de nuevo creciente, del
fundamentalismo religioso, de la devastación ecocida de la tierra, del agua, de la floresta y del
aire.
No podemos quedarnos estupefactos delante de la iniquidad estructurada, aceptando
como fatalidad la desigualdad injusta entre personas y pueblos, la existencia de un Primer
Mundo que lo tiene todo y un Tercer Mundo que muere de inanición. Las estadísticas se multi-
plican y vamos conociendo más números dramáticos, más situaciones infrahumanas. Jean Zie-
gler, relator de Naciones Unidas para la Alimentación, afirma, cargado de experiencia, que «el
orden mundial es asesino, puesto que hoy el hambre ya no es una fatalidad». Y afirma también
que «destinar millones de hectáreas para la producción de biocarburantes es un crimen contra
la humanidad»; el biocombustible no puede ser un festival de lucros irresponsables. La ONU
viene alertando que el calentamiento global del planeta avanza más rápido de lo que se pensa-
ba y, a menos que se adopten medidas urgentes, provocará la desaparición del 30% de las
especies animales y vegetales, millones de personas se verán privadas de agua y proliferarán
las sequías, los incendios, las inundaciones. Uno se pregunta angustiado quién va a adoptar
esas “medidas urgentes”.
El gran capital agrícola, con el agronegocio y el hidronegocio cada vez más, avanza so-
bre el campo, concentrando tierra y renta, expulsando a las familias campesinas y lanzándolas
errantes, sin tierra, acampadas, engrosando las periferias violentas de las ciudades. Dom Ed-
win Kräutler, obispo de Xingú y presidente del CIMI, denuncia que el «desarrollo en la Amazo-
nia se tornó sinónimo de deforestar, quemar, arrasar, matar». Según Roberto Smeraldi, de
Amigos de la Tierra, las políticas contradictorias del Banco Mundial por un lado «prometen sal-
var los árboles» y por otro lado «ayudan a derribar la Amazonia».
Pero la Utopía continúa. Como diría Bloch, somos «criaturas esperanzadas» (y esperan-
zadoras). La esperanza sigue, como una sed y como un manantial. «Contra toda esperanza
esperamos». De esperanza habla, precisamente, la reciente encíclica de Benedicto XVI. (Lásti-
ma que el Papa, en esta encíclica, no cite ni una sola vez el Concilio Vaticano II que nos dio la
Constitución Pastoral Gaudium et Spes –Alegría y Esperanza-. Dicho sea de paso, el Concilio
Vaticano II continúa amado, acusado, silenciado, preterido… ¿A quién le da miedo el Vaticano
II?). Frente al descrédito de la política, en casi todo el mundo, nuestra Agenda Latinoamericana
2008 apuesta por una nueva política; hasta «pedimos, soñando alto, que la política sea un
ejercicio de amor». Un amor muy realista, militante, que subvierta estructuras e instituciones
reaccionarias, construidas con el hambre y la sangre de las mayorías pobres, al servicio del
condominio mundial de una minoría plutócrata.
Por su parte las entidades y los proyectos alternativos reaccionan intentando crear con-
ciencia, provocar una santa rebeldía. El FSM 2009 se va a celebrar, precisamente, en la Ama-
zonia brasileña y tendrá la Amazonia como uno de los temas centrales. Y el XII Encuentro In-
tereclesial de las CEBs, en 2009, se celebrará también en la Amazonia, en Porto Velho, Rondô-
nia. Nuestra militancia política y nuestra pastoral liberadora deben asumir cada vez más estos
desafíos mayores, que amenazan nuestro Planeta. «Escogemos, pues, la vida» como reza el
lema de la Campaña de la Fraternidad 2008. El apóstol Pablo, desde su Carta a los Romanos,
nos recuerda que «toda la Creación gime y está con dolores de parto» (Rom 8,22). Los gritos
de muerte se cruzan con los gritos de vida, en ese parto universal.
Es tiempo de paradigmas. Hoy creo que se deben citar como paradigmas mayores y
más urgentes, los derechos humanos básicos, la ecología, el diálogo intercultural e inter-
religioso y la convivencia plural entre personas y pueblos. Estos cuatro paradigmas nos afec-
tan a todos, porque salen al encuentro de las convulsiones, objetivos y programas que está
viviendo la Humanidad maltratada, pero siempre esperanzada aún.
Con tropiezos y ambigüedades Nuestra América se mueve hacia la izquierda; «nuevos
vientos soplan en el Continente»; estamos pasando «de la resistencia a la ofensiva». Los pue-
blos indígenas de Abya Yala han saludado alborozados la Declaración de la ONU sobre los Dere-
chos de los Pueblos Indígenas, que afecta a más de 370 millones de personas en unos 70 paí-
ses del Mundo. Y reivindicarán su puesta en práctica.
Nuestra Iglesia de América Latina y del Caribe, en Aparecida, si no fue el Pentecostés
que queríamos soñar, fue una honda experiencia de encuentro entre los obispos y el pueblo; y
confirmó los trazos más característicos de la Iglesia de la Liberación: el seguimiento de Jesús,
la Biblia en la vida, la opción por los pobres, el testimonio de los mártires, las comunidades, la
misión inculturada, el compromiso político.
Hermanas y hermanos, ¿qué radios vamos a quebrar en nuestra vida diaria?, ¿cómo
ayudaremos a bloquear la rueda fatal?, ¿tendremos derecho a cantar gregoriano?, ¿sabremos
incorporar en nuestras vidas esos cuatro paradigmas mayores traduciéndolos en práctica dia-
ria?
Reciban un abrazo entrañable en la esperanza subversiva y en la comunión fraterna del
Evangelio del Reino. Vamos siempre hacia la Vida.
Pedro Casaldáliga
Circular 2008
«HOY YA NO TENGO ESOS SUEÑOS»,
dice el Cardenal
El Cardenal Carlo M. Martini, jesuita, biblista, arzobispo que fue de Milán y co-
lega mío de Parkinson, es un eclesiástico de diálogo, de acogida, de renovación a
fondo, tanto de la Iglesia como de la Sociedad. En su libro de confidencias y confe-
siones Coloquios nocturnos en Jerusalén, declara: «Antes tenía sueños sobre la Igle-
sia. Soñaba con una Iglesia que recorre su camino en la pobreza y en la humildad,
que no depende de los poderes de este mundo; en la cual se extirpara de raíz la des-
confianza; que diera espacio a la gente que piensa con más amplitud; que diera
ánimos, en especial, a aquellos que se sienten pequeños o pecadores. Soñaba con
una Iglesia joven. Hoy ya no tengo más esos sueños». Esta afirmación categórica de
Martini no es, no puede ser, una declaración de fracaso, de decepción eclesial, de
renuncia a la utopía. Martini continúa soñando nada menos que con el Reino, que es
la utopía de las utopías, un sueño del mismo Dios.
Él y millones de personas en la Iglesia soñamos con la «otra Iglesia posible»,
al servicio del «otro Mundo posible». Y el cardenal Martini es un buen testigo y un
buen guía en ese camino alternativo; lo ha demostrado.
Tanto en la Iglesia (en la Iglesia de Jesús que son varias Iglesias) como en la
Sociedad (que son varios pueblos, varias culturas, varios procesos históricos) hoy
más que nunca debemos radicalizar en la búsqueda de la justicia y de la paz, de la
dignidad humana y de la igualdad en la alteridad, del verdadero progreso dentro de
la ecología profunda. Y como dice Bobbio «hay que instalar la libertad en el corazón
mismo de la igualdad»; hoy con una visión y una acción estrictamente mundiales. Es
la otra globalización, la que reivindican nuestros pensadores, nuestros militantes,
nuestros mártires, nuestros hambrientos…
La gran crisis económica actual es una crisis global de Humanidad que no se
resolverá con ningún tipo de capitalismo, porque no cabe un capitalismo humano; el
capitalismo sigue siendo homicida, ecocida, suicida. No hay modo de servir simultá-
neamente al dios de los bancos y al Dios de la Vida, conjugar la prepotencia y la usu-
ra con la convivencia fraterna. La cuestión axial es: ¿Se trata de salvar el Sistema o
se trata de salvar a la Humanidad? A grandes crisis, grandes oportunidades. En
idioma chino la palabra crisis se desdobla en dos sentidos: crisis como peligro, crisis
como oportunidad.
En la campaña electoral de EE UU se enarboló repetidamente «el sueño de
Luther King», queriendo actualizar ese sueño; y, con ocasión de los 50 años de la
convocatoria del Vaticano II, se ha recordado, con nostalgia, el Pacto de las Cata-
cumbas de la Iglesia sierva y pobre. En el 16 de noviembre de 1965, pocos días an-
tes de la clausura del Concilio, 40 Padres Conciliares celebraron la Eucaristía en las
catacumbas romanas de Domitila, y firmaron el Pacto de las Catacumbas. Dom Hél-
der Câmara, cuyo centenario de nacimiento estamos celebrando este año, era uno
de los principales animadores del grupo profético. El Pacto en sus 13 puntos insiste
en la pobreza evangélica de la Iglesia, sin títulos honoríficos, sin privilegios y sin os-
tentaciones mundanas; insiste en la colegialidad y en la corresponsabilidad de la
Iglesia como Pueblo de Dios, y en la abertura al mundo y en la acogida fraterna.
Hoy, nosotros, en la convulsa coyuntura actual, profesamos la vigencia de
muchos sueños, sociales, políticos, eclesiales, a los que de ningún modo podemos
renunciar. Seguimos rechazando el capitalismo neoliberal, el neoimperialismo del
dinero y de las armas, una economía de mercado y de consumismo que sepulta en la
pobreza y en el hambre a una grande mayoría de la Humanidad. Y seguiremos re-
chazando toda discriminación por motivos de género, de cultura, de raza. Exigimos
la transformación sustancial de los organismos mundiales (ONU, FMI, Banco Mundial,
OMC…). Nos comprometemos a vivir una «ecológica profunda e integral», propician-
do una política agraria-agrícola alternativa a la política depredadora del latifundio,
del monocultivo, del agrotóxico. Participaremos en las transformaciones sociales,
políticas y económicas, para una democracia de «alta intensidad».
Como Iglesia queremos vivir, a la luz del Evangelio, la pasión obsesiva de Je-
sús, el Reino. Queremos ser Iglesia de la opción por los pobres, comunidad ecuméni-
ca y macroecuménica también. El Dios en quien creemos, el Abbá de Jesús, no pue-
de ser de ningún modo causa de fundamentalismos, de exclusiones, de inclusiones
absorbentes, de orgullo proselitista. Ya basta con hacer de nuestro Dios el único Dios
verdadero. «Mi Dios, ¿me deja ver a Dios?». Con todo respeto por la opinión del Pa-
pa Benedicto XVI, el diálogo interreligioso no sólo es posible, es necesario. Haremos
de la corresponsabilidad eclesial la expresión legítima de una fe adulta. Exigiremos,
corrigiendo siglos de discriminación, la plena igualdad de la mujer en la vida y en los
ministerios de la Iglesia. Estimularemos la libertad y el servicio reconocido de nues-
tros teólogos y teólogas. La Iglesia será una red de comunidades orantes, servido-
ras, proféticas, testigos de la Buena Nueva: una Buena Nueva de vida, de libertad,
de comunión feliz. Una Buena Nueva de misericordia, de acogida, de perdón, de ter-
nura, samaritana a la vera de todos los caminos de la Humanidad. Seguiremos
haciendo que se viva en la práctica eclesial la advertencia de Jesús: «No será así
entre vosotros» (Mt 21,26). Sea la autoridad servicio. El Vaticano dejará de ser Es-
tado y el Papa no será más Jefe de Estado. La Curia habrá de ser profundamente
reformada y las Iglesias locales cultivarán la inculturación del Evangelio y la ministe-
rialidad compartida. La Iglesia se comprometerá, sin miedo, sin evasiones, en las
grandes causas de la justicia y de la paz, de los derechos humanos y de la igualdad
reconocida de todos los pueblos. Será profecía de anuncio, de denuncia, de consola-
ción. La política vivida por todos los cristianos y cristianas será aquella «expresión
más alta del amor fraterno» (Pío XI).
Nos negamos a renunciar a estos sueños aunque puedan parecer quimera.
«Todavía cantamos, todavía soñamos». Nos atenemos a la palabra de Jesús: «Fuego
he venido a traer a la Tierra; y qué puedo querer sino que arda» (Lc 12,49). Con
humildad y coraje, en el seguimiento de Jesús, miraremos de vivir estos sueños en el
cada día de nuestras vidas. Seguirá habiendo crisis y la Humanidad, con sus religio-
nes y sus iglesias, seguirá siendo santa y pecadora. Pero no faltarán las campañas
universales de solidaridad, los Foros Sociales, las Vías Campesinas, los Movimientos
populares, las conquistas de los Sin Tierra, los pactos ecológicos, los caminos alter-
nativos de Nuestra América, las Comunidades Eclesiales de Base, los procesos de
reconciliación entre el Shalom y el Salam, las victorias indígenas y afro y, en todo
caso, una vez más y siempre «yo me atengo a lo dicho: la Esperanza».
Cada uno y cada una a quien pueda llegar esta circular fraterna, en comunión
de fe religiosa o de pasión humana, reciba un abrazo del tamaño de estos sueños.
Los viejos aún tenemos visiones, dice la Biblia (Jl 3,1). Leí hace unos días esta defi-
nición: «La vejez es una especie de posguerra»; no necesariamente de claudicación.
El Parkinson es sólo un percance del camino y seguimos Reino adentro.
Pedro Casaldáliga
Circular 2009