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El Mundo en Que Vivimos

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EL MUNDO EN QUE VIVIMOS

LA ODISEA
Amelia Hayde Imbriano

Dicen que las cosas malas les vienen de nosotros, y son ellos quienes
se atraen, con sus locuras, infortunios no decretados por el destino 1 .
Homero. La Odisea.

Estamos hoy frente a una crisis de puntos de referencia. Algunos dicen que no se
encuentran, porque ya no encuentran ni a los padres, ni a los maestros, ni a los lderes,
ni a las autoridades, ni a Dios. Otros piensan que el punto de referencia es demasiado
fuerte: el capital.
El capitalismo se gener a travs de un truco: no aboli las autoridades creadoras de la
ley, ni las hizo innecesarias. Simplemente dio existencia y permiti que coexistan una
cantidad tan numerosa de autoridades que ninguna de ellas puede conservar su potestad.
Cuando las autoridades son muchas tienden a cancelarse entre s. Una autoridad en
potencia se convierte en autoridad por cortesa de quien la elige. Las autoridades ya no
mandan, sino que intentan congraciarse con los electores 2 , lo que construye como
consecuencia es el desmantelamiento de las redes normativas 3 .
La tarea de pensar al mundo en el que vivimos se impone ms que nunca. Las
transformaciones de nuestras sociedades, la conjuncin del desarrollo de las
tecnociencias y el florecimiento del liberalismo econmico, nos obligan a reinterrogar
las aseveraciones de ayer.
Observamos hoy las dificultades de los sujetos para disponer de balizas, detenerse y
encenderlas, para analizar las situaciones a las que estn confrontados y tomar
decisiones respecto de las nuevas variables poltico-sociales, entre ellas: una nueva
actitud frente a la violencia, las demandas de los trans-sexuales, los avatares de los
derechos de los nios, la emergencia de sntomas inditos, la transparencia a toda costa,
el peso de lo meditico, la inflacin de la imagen, el recurso al derecho para legitimar lo
ilegtimo y por ende la justicia como comodn de la vida en sociedad, la alienacin en lo
1

Homero. La odisea. Rapsodia I. Biblioteca Clsica. Madrid. 1913.


Bauman, Z. Ibid. . p. 70
3
Imbriano, A. Irresponsabilidad e increencia en la dirigencia poltica argentina. En: Psicoanlisis y
Hospital N 23. Ediciones del Seminario. Bs.As. 2003
2

virtual, etc. Vivimos un mundo sin lmites frente a los nuevos desasosiegos del
sujeto 4 . Todo lo podemos resumir en una sola frase: una nueva actitud frente a la
muerte.
El tema articulado bajo muchas modalidades es la muerte. Por cierto, no la muerte
orgnica, sino la muerte que domina los aconteceres humanos, que ocupa un lugar
estructural en su configuracin psquica en tanto pulsin de muerte y su relacin con la
cultura. Sabemos que cultura e inconsciente tienen relacin, por tanto, no somos
ingenuos respecto de la influencia de los cambios culturales sobre los sujetos.
El ttulo propuesto tiene una impregnacin homrica: La Odisea como escrito
antecedente a la cuestin de los malestares que ataen a la vida humana y que dan lugar
al penar en demasa o mal de sobra en que vivimos. Zeus, que tanta intervencin
poda tener en la vida para los lectores de Homero, hace responsable a los mortales de
los avatares que les toca vivir; ni los dioses ni el destino alcanzan para justificar los
infortunios.
Si bien es sabido el lugar estructural que tiene la pulsin de muerte, no por ello debemos
quedarnos mudos frente a las nuevas manifestaciones que producen los denominados
sntomas de fin de siglo.
En 1997 propuse la denominacin los nombres de la muerte para referirme a
aquellos avatares que arrasan las generaciones con la fuerza y la violencia de una
guerra, en ocasin de unas reflexiones sobre el SIDA.
El mundo, inmundo, al fin del milenio
Un epgrafe en homenaje a Aguilar, Cadcamo y Discpolo:
Hoy se vive de prepo y se duerme apurado, y la barba hasta a Cristo
se la han afeitado... Al mundo le falta un tornillo, que venga un
mecnico a ver si lo puede arreglar (Jos M. Aguilar y Enrique
Cadcamo, Tango Al mundo le falta un tornillo, 1928)
Siglo XX cambalache problemtico y febril. Todo es igual, nada es
mejor, los inmorales nos han igualado, dale no ms, dale que va,
no pienses ms, hacete a un lado.(Discpolo, Tango Cambalache,
1935).
4

Melman, Ch. El hombre sin gravedad. UNR Editora. Bs.As. 2005

Hay quienes se han preocupado por describir la poca y sus malestares. Los tangos
de Aguilar-Cadcamo y de Discpolo son hoy una versin romntica. Los shoppings
o el SIDA son la versin consumada.
Discpolo en su cantar habla del malestar de la cultura, le llama porquera, as
como para Aguilar y Cadcamo se trata de la falta de un tornillo. Nos han
permitido a los argentinos, y tambin a los ciudadanos de muchas partes del mundo,
cantar quejas y lamentos. Si bien dan cuenta del malestar como estructural de la
cultura, y por eso relacionan el ao de Cristo con 510, y con el 2000, a nosotros nos
cabe preguntar por las diferencias y sus consecuencias.
La globalizacin, el discurso capitalista, la Tecno-ciencia y sus consecuencias
- los denominados sntomas de fin de siglo- son algunos de los que componen el
despliegue de maldad insolente, la inmundicia mundanal. - Todo el mundo est
en la estufa, triste, amargado, sin garufa, melanclico y cortado-.
Tecno-ciencia es una palabra acuada en la modernidad, en ella, dos trminos se
unen en una nueva filiacin, que deber ser saber-operativo en donde el saber debe
convertirse en hacer y poder. La lgica que la sostiene es la satisfaccin de cualquier
demanda a travs de la operatividad tcnica que ofrece los mejores manjares de la
sociedad de consumo, en donde la identidad se juega en el tener, causando el
apremio de no quedar al margen y generando con ello una poblacin esclava o
cautiva, denominacin usada en las teoras comercialistas. Y, cautivo es, el
hombre descripto por Discpolo: aqul que vive en la impostura, aqul que roba en
su ambicin, el que es cura, colchonero, rey de basto, caradura o polizn, pues es lo
mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, pretensioso estafador,.. todo
el mundo anda de asalto y la creacin anda a las pias...El ladrn es hoy decente y a
la fuerza se hizo gente, ya no encuentra a quien robar, y el honrado se ha vuelto
chorro porque en su fiebre de ahorro l se afana por guardar... En todo caso todo es
igual, nada es mejor.
Las sociedades son cada vez ms desiguales en sus oportunidades no pudiendo negar
las diferencias entre el primer y tercer mundo. Y, cada vez ms sobreigualadoras en
las demandas que imponen, lo que bien puede leerse como un efecto de

renegacin: la globalizacin impone la igualacin obligatoria que acta en contra


de toda diversidad y promueve a la cultura del consumo. Las sociedades cuentan en
tanto que mercado y la tica imperante es el utilitarismo, en donde el xito es la
eficacia y el rendimiento. La paradoja es que resulta implementarse un excelente
sistema de segregacin: una violenta desigualdad segn lneas de separacin entre
centro y periferia, opulencia y miseria, hiperdesarrollo y subdesarrollo, que son
institucionalizadas en las formas de interrelacin de las naciones. Pedro David se
refiere a las actividades delictivas de los Estados y a las actividades de asociacin
ilcita junto al Estado, llevando nuestra atencin a nuevas formas de criminalidad
transnacional organizada: lavado de dinero, fraude, narcotrfico, delincuencia
ecolgica, delitos informticos, delincuencia financiera, sobre todo el delito ms
importante, respecto del cual hay gran impunidad, las violaciones sistemticas a los
derechos humanos. Dice: decimos que murieron 36 millones de personas entre
las dos guerras mundiales y hoy sabemos que han muerto 572 millones a manos de
regmenes despticos 5 .
Voy al shopping es una frase que se escucha en todos lados, pero quin la dice
dnde est?. Poco importa, puede ser Nueva York, Pars, Buenos Aires, o Medelln,
pues lo importante es que all est todo, y, el que camina por el megacentro
comercial pertenece a la aldea global. Vidriera irrespetuosa de los cambalaches en
los que se ha mezclado la vida-. All el da y la noche no se diferencian. Tampoco
se diferencian los productos, en todo caso son marcas. Las personas se convierten en
gente que rebasa annimamente atrapada por las imgenes que excitan hasta la
saturacin y son promesa de saciedad. Viven llenos de lo light, de esas etiquetas
iguales en todo el mundo que siendo marcas comerciales conforman el paisaje de la
inmundicia mundanal, orquesta de impurezas con las que se llena nuestro universo
de lenguaje. As en Japn como el Alaska, en Bogot como en Mosc, todos
reconocemos los mismos productos a travs de los mismos logos, componiendo un
cantar con las mismas canciones en todo el mundo que, ya no son en las lenguas
regionales, sino en una lengua universal, intentando disimular, y a veces lo logramos
bien, la nueva Babel que construimos. La dependencia a los objetos se extrema,
- vivimos revolcados en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados-.

David, P. Sociologa Criminal Juvenil, Ob. cit. pg. 19

Se ha generado una sociedad tendiente a la adicin y a la adiccin, en donde lo que


se consume debe llegar hasta el exceso de la mxima satisfaccin, y no regresar. Se
impone la ley del safis-facere, en donde un pretensioso demasiado hacer es acto
logrado en el hacer en demasa que nos atrapa. Su consecuencia est a la vista:
no tengo tiempo es la frase de letal elegancia con la cual nos pronunciamos al
respecto de lo que llamamos nuestra vida. Cabe preguntar: es vida?, de quin?,
quin tiene la titularidad de esto que llamamos nuestra vida y quin ha sido el
escribano que dio fe de esa escritura?.
Existe una lgica aditiva, la lgica del uno ms, de un poco ms, en una serie con
tendencia al infinito. Ejemplo de ello son los envases de bebidas que en pocos aos
se agrandan cada vez ms: las gaseosas envasadas en botellitas de menos de un
cuarto litro se convierten en botellones de dos litros y un cuarto gratis; las botellas
de cerveza de litro que se beben cuan gigantes mamaderas reemplazan a las diversas
copas alemanas que distinguan a los distintos pueblos nrdicos, cambiando la
significacin de lo que se entenda por cultura alcohlica; ahora beber bien es
beber hasta la descompostura. El minucioso y detallado men de un lugar de
comidas regionales es eliminado en los restaurantes tenedor libre, en donde se
puede comer de todo y mucho al mismo precio, y en donde comer bien se convierte
en comer mucho, aunque la boca se quede ahta 6
Todo es homogneo, uniforme. No hay alteridad y cada uno se queda con lo suyo
que es lo de todos. Y, entonces, si es lo de todos, cada uno en tanto que cualquiera
puede en un instante fugaz, velozmente, para verificar el rendimiento, convertirse en
paracaidista y volar o dar el salto al vaco, porque en todos los casos se convertir en
el gran triunfador que practica deportes de alto riesgo. La virtud de la prudencia es
algo en desuso, tambin otros valores, el disvalor es rey.
Es el mundo del todo-listo, del siempre-listo, y el que no puede tiene una
solucin al alcance de la mano: qumicos para dormir, despertar, tener fuerza,
divertirse, no comer, no dormir, no parar. As las asociaciones entre frmacos y
sustancias txicas estn en el orden del da.

Lacan, J. Seminario XI, pg..

En este sentido cabe la pregunta al respecto de si la globalizacin trae como


consecuencia una adicin-adiccin inespecfica: no importa aquello que entra en la
cuenta, el asunto es que sume y la inexorable costumbre de sumar. Siempre se trata
de una operacin de adicin, de lograr un ms, no importa qu, en tanto sea lograr
lo todo de todos.
La saturacin lleva a querer tener todo pleno o bien a tener la nada, en donde
juegan sus lugares bulimia y anorexia, ya no solamente como patologas
alimenticias, sino como modos de encarar la vida: ambas son figuras del vaco del
ser.
Dnde ha quedado la pequea sala de lectura?, pero... leer he dicho?, quin dijo
leer?. Mejor un gran living con el televisor pantalla gigante para ver una
sangrienta y cruel guerra desde el silln con vibraciones antistress.
Un dormitorio con privacidad es reemplazado por un gran loft con una pequea
lapto con la cual nos conectamos, agradecidos a internet con todo el mundo, con varios a la vez, con muchos a la vez, con todos a la vez -, y hasta nuestra
mxima intimidad, esa que hoy no sabemos si es pudorosa, queda satisfecha en
una alquimia en donde la caricia puede ser reemplazada por una imagen virtual,
obscena las ms de las veces, pornogrfica o cruel, en otras ocasiones, y ya no
sabemos si son las peores o las mejores. As los voyeurs y los sado-masoquistas
son moda. Pero lo importante es que es econmico. Que se pueda usar un
programa que est en la misma computadora con la cual trabajamos es secundario,
lo principal es que la pulsin no se encuentra con el obstculo del deseo.
Aparentemente se trata de menor trabajo, de ese trabajo que convierte la vida en
ms de lo mismo, constituyendo de un reinado de cuyo poltica es el goce del trabajo
de la pulsin de muerte. El trabajo se ha convertido en un negocio - negacin del
ocio en donde todo puede ser desfigurado, intercambiado, mecanismos del trabajo
del sueo, y al igual que ste se constituye para seguir durmiendo, pero la diferencia
es que no est fabricado para el reconocimiento del deseo.
Cultura de lo adictivo en el sentido de lo no-dicho, no porque el sujeto se calle,
cosa ya grave, sino porque el sujeto no tiene algo propio a decir, ha quedado
abolido, ha pasado a ser objeto del mercado regulado por las leyes del

marketing. El sujeto en el medio de este cambalache global est impulsado por


la inercia, como sujeto entregado al goce de la pulsin.
No me olvido de la problemtica de los nuevos fenmenos psicosomticos en
donde el cuerpo entra en la mesa de juego desde un sntoma que no es metfora, sino
encarnadura.
Y, en tanto, cada uno se siente solo, no referido a la pareja, ni a la familia o amigos,
sino arrojado a una violenta soledad perdido en la mundializacin.
Se trata de una cruel alquimia, en la cual el fin del milenio nos muestra la imagen
fuerte del SIDA que consideramos como uno de los nombres de la muerte, quizs el
ms inmundo, por mostrar con obscenidad la conjuncin de sexualidad y muerte.
Cabe preguntar: Qu alquimia permite que la sexualidad, ligada al amor y la
procreacin, pueda encarnarse letalmente y convertirse en factor transmisor de
muerte?
El posmodernismo, con la primaca del disvalor o la ley del todo-vale, est en
relacin causal con patologas contemporneas, motivando una cultura polticade los malestares. Con esto nos referimos tanto a los malestares no-enmascarados
como el que sufren los sidosos, los alcohlicos, drogadictos, golpeadores,
violadores, y un sin fin de etcteras, as como a los malestares poco-enmascarados,
cuya mscara es la moda, como las competencias automovilsticas llamadas
picadas o los concursos de bebedores oportunos tal como se estila en algunos
centros de diversin juvenil, en donde gana el que bebe mayor cantidad- algunos
terminan muertos.
Todo el mundo est en la estufa y el puchero est tan alto que hay que usar el
trampoln. Trampoln o el pedal de la bicicleta con varios piones alternativos y
muchos cambios?
El mundo del

negocio no es sin consecuencias. Dentro de una concepcin

econmica, el ocio se considera un bien de consumo de primera necesidad; en este


sentido la funcin de utilidad de un sujeto est en relacin a dos variables: renta y
ocio. En una primera aproximacin se puede considerar el ocio en cuanto una
medida de tiempo equivalente a tiempo libre. A partir del inicio del siglo XIX el

tiempo libre aument: la comparacin entre 1860 y 1960 de las estadsticas nos
muestra una reduccin de la semana laboral: en EEUU de 70 a 37 hs y en Francia de
85 a 48 hs. Desde esta perspectiva el ocio surge como un efecto del sistema de
produccin. Entonces: a menor tiempo de trabajo, mayor tiempo libre?. Creer que
es una relacin simple es ingenuidad, puesto que la relacin es metabolizada en el
discurso capitalista a travs de la implementacin de un "mercado del ocio" que se
ocupa de su planificacin, surgiendo la dialctica: diversin-aburrimiento.
La connivencia del sujeto referida por Lacan al respecto del trabajo del obsesivo,
hoy vale para todos, qu negocio!. El mercado del ocio es el mejor negocio (necotium). Para el tedio que genera, el capitalismo tambin tiene una numerosa oferta:
psicofrmacos, drogas, alcohol, SPA, realidad virtual y hasta ludoterapia. Nada se
pierde, todo es aprovechable en la produccin, y de este modo el discurso capitalista
se impone como rechazo a la castracin y su producto es un in-mundo ideal en
donde sus habitantes son his majestic de global baby, alienados en los gadgets
( objetos ready-made-trush) y que sufre de panic attack.
Sobre finales del siglo XX y principios del XXI, el

ataque de pnico -as

denominado- se convierte en un sntoma contemporneo que es padecido por muchos y


que revela un modo de sufrimiento particular. Como psicoanalistas sabemos que el
trieb pulsin- es el dato radical 7 . Por ello plantear el tema conlleva la pregunta: cul
es la situacin de la satisfaccin pulsional goce - en la vida contempornea?
Sigmund Freud nos ha legado un saber respecto del poder de las palabras. Las palabras
utilizadas para una denominacin son, en principio, tan solo palabras, ni ms ni menos
que palabras. Tienen el poder de definir las cosas, tambin de construirlas. Sirven
para que expresemos sentimientos, pensamientos, tambin para crearlos, no sin sus
consecuentes imgenes que suscitan emociones y conmociones. Ataque de pnico no
queda fuera de este destino. Qu construye la expresin ataque de pnico?
Los medios masivos de comunicacin muestran, en parte, la vida contempornea al
modo de una vidriera de maldad insolente 8 . Tomaremos dos ejemplos, entre muchos
estilos que abundan, ilustrativos para nuestro propsito: 1.- Los titulares de los diarios

Imbriano, A. Los nombres de la muerte. Captulo en: Enfermedades de transmisin sexual y SIDA.
Santiago Rueda. Bs.As. 1997.

Discpolo. Cambalache. 1935

tales como: Enviarn otros diez mil soldados a , se anunci un nuevo despliegue de
fuerzas se considera una guerra preventiva: sigue la violencia 9 ; 2.- Los bloques
publicitarios televisivos tales como: te asustan los deportes tranquilos?, pregunta
llevada a la imagen por una placa en pantalla que aparece luego de otras imgenes que
muestran dos figuras - un joven jugando al golf y otro joven jugando al ajedrez -, unidas
por un nico efecto sonoro: un desgarrador y penetrante grito de una voz desesperada
siendo la concreta figura de la pulsin invocante. No por casualidad, ambas figuras se
conjugan con una imagen que muestra juveniles caras apticas. Y todo eso, para
publicitar la prctica de deportes de alto riesgo!.
Medios masivos de comunicacin, qu comunican? En parte, comunican sobre
aquello que se puede hacer, tener, comprar, adquirir, cambiar, consumir, violentar, etc.
(no descartamos que cumplen con otras funciones). Desde este punto de vista,
relacionan a productores con consumidores: Libres para comprar?.
Y, hablando de negocios, qu mejor negocio que sembrar semillas de
violencia?. Luego de ver los noticieros, al desvanecerse las ltimas imgenes
nos invade una inquietud que no es ms que el retorno en forma desordenada de
retazos de violencia: la violacin a un menor, un crimen premeditado, un
asesinato por error, un nio desnutrido, un secuestro-express, bombas estallando,
cuerpos despedazndose. Violencia mezclada en innumerables vericuetos:
violencia organizada, violencia espontnea, se conjugan en un caleidoscopio de
escenas: el cuerpo de un suicida roto en el pavimento, las figuras despedazadas
de mltiples vctimas de las guerras, una catstrofe natural, etc. Ha sido sin
duda: un noticiero interesante!
Se renueva una pregunta: Por qu las sociedades cultivan la violencia?
Buscando algn horizonte rele la carta que en 1932 escribiera Einstein a Freud
y su respuesta a la Propuesta de la Liga de las Naciones. En estos documentos se
destaca la pregunta: Hay algn camino para evitar a la humanidad los
estragos de la guerra?, y una respuesta: cuando los hombres se encuentran
exhortados a la guerra, por cierto que, entre ellos cuenta el placer de agredir o
destruir, innumerables crueldades de la historia y de la vida cotidiana confirman
su existencia y su intensidad, muchas veces tenemos la impresin de que los

La Nacin, Buenos Aires, domingo 28 de septiembre de 2003. Titulares

motivos ideales solo sirvieron de pretexto a las apetencias destructivas


aportndoles un refuerzo inconsciente 10 .
No podemos dejar de mencionar otras formas de violencia como la Tecnocracia:
moderna segregacin que reemplaza la combinatoria del Compradazgo, el
Caciquismo y los terratenientes.

Est estructuralmente vinculada a una divisin

violentamente desigual de la humanidad segn lneas de separacin entre centro y


periferia,

opulencia

miseria,

hiperdesarrrollo

subdesarrollo,

que

son

institucionalizadas en las formas de interrelacin de las naciones. Paradoja:


globalizacin y segregacin de naciones. Refiere Pedro David: ...los espacios privados
se subordinan al todo social el todo es el modelo que siguen las partes para
reproducirse y/o constituirse La globalizacin constituir as un nuevo paradigma
donde los pases ricos organizan el sistema de facilitaciones, movimientos econmicos,
polticos y financieros en su propio beneficio aseguran una libre circulacin del
centro a la periferia en las reas que les favorecen, pero regulan brutalmente los
movimientos de la periferia al centro, entre ellos, las migraciones La globalizacin
produce un nuevo modo de divisin del trabajo en donde los pases y las sociedades ms
pobres realizan actividades ilcitas cuyos producidos son utilizados ventajosamente por
los pases poderosos, la economa del Primer Mundo Esta situacin existe en el
interior de cada Estado-Nacin. Es as como las metrpollis concentran todos los
beneficios de la cultura, la economa y los avances civilizatorios, mientras otras reas
encuentran a sus poblaciones al margen de esos beneficios y desde luego dedicadas a
actividades delictuales, que constituyen un nuevo modo de la sociabilidad en las zonas
de exclusin 11
Es este el panorama que llamamos odisea de la civilizacin contempornea, en
donde destacamos el discurso capitalista y sus consecuencias.
El discurso capitalista es un discurso en rechazo a la castracin. La perversin del
capitalismo reside precisamente en un sistema social en donde el todo-compacto es el
modelo que siguen las partes. Un modo de suplir el vaco central que es el hombre de tal
manera pervertido, que su estructura se resuelve en el ataque al vnculo social que lo
instituye. Del capitalismo todos somos vctimas. Su capacidad destructiva es
extraordinaria. Lo manifiestan, entre muchas evidencias:

10
11

Freud, S. Por qu la guerra? Obras completas. Tomo..pg..Amorrortu. Bs.As. 1976.


David, P. Sociologa criminal juv.. Ob. cit. pg. 20-22

1.- Las guerras: enseanza de un goce irrefrenable, que necesariamente debe ser
repetido.
2.- El horror entusiasmado: o el entusiasmo del horror, Qu es lo que causa horror: la
castracin o la falta de castracin?
3.- La complicidad: en todas partes los hombres se matan despiadadamente entre s
ante nosotros. No podemos hacer nada, podra sostener algn ingenuo, pero, a pesar
de todo, somos cmplices. Curioso vnculo social: uno en donde la falta no opera, en
donde el vnculo es sostenido por un pacto de utilidad y sino quienquiera es desechable.
4.- La igualdad: La globalizacin nos ha ofrecido un sueo narcisista, proclamando un
modo de vivir y gozar universal. Un mundo hecho para todos, igual para todos. Si yo
soy igual a los extranjeros, ya no existen los extranjeros. Entonces, somos todos
integrantes de una gran liga fraterna en donde la pretendida solidaridad es siniestra.
5.- Los desperdicios/ lo desechable: En esa perspectiva, todo es mercanca, y toda
mercanca producida en este sistema no puede ser ms que un objeto efmero, ya caduco
en el momento de su adquisicin, y destinado esencialmente a ser reemplazado por un
nuevo objeto ms prometedor, y as sucesivamente. Por consiguiente, todo objeto
puesto en circulacin en el mercado, lleva consigo una vocacin de desecho. El
problema se plantea cuando no existe resto, y cuando el sujeto no entra en la cuenta.
6.- La degradacin mercantilista: Asistimos al desastre de una sociedad destituida de
cualquier autoridad tica sufriendo los efectos sintomticos de no poder librarse de una
degradacin mercantilista ms que a travs de la violencia. Queda constituido as el
nico sistema econmico y social intrnsecamente perverso existente en la historia, y
ante ello nadie puede dimitir su responsabilidad.
7.- La fetichizacin de la mercanca: el ms de valor del objeto producido funciona
como fetiche, tapando la falta. Lo que queda oculto es la menosvala: la depreciacin
infligida al consumidor. ste se encuentra sometido a la presin constante y siempre
ms exigente de un empuje a volver a comprar.
8.- La Tecnocracia: Engolosinados por la globalizacin, solo tienen lugar los
dirigentes, tambin objetos de reposicin que solo ocupan el lugar de gerentes
directores de negocios: Tecncratas, ya no gobernantes, que lejos de velar por los
valores en torno a la justicia, se dedican al estudio de cuadros de ofertas y demandas, de
costos, precios y monedas.
Un sistema as no puede sino extender el consumo cada vez ms. As, est asegurado
que el capitalismo produzca cada vez ms objetos con los que se acrecienta el empuje

insaciable de objetos de satisfaccin. En esa carrera, en ese crculo infernal, cada


mercanca se vuelve desecho desde el momento de su adquisicin. En este circuito entra
tambin el hombre como mercanca.
El mundo, inmundo, est lleno de desechos, lo grave es que se ha desechado, deshecho, al sujeto.

La produccin de una alquimia


El punto de partida del psicoanlisis es la consideracin de la relacin del sujeto al
Otro. Desde Freud sabemos que la funcin del padre permite una organizacin
cultural normativizada. Cuando esta se degrada, la violencia es una de las grandes
consecuencias, y una de las mayores violencias es la generacin de una irreductible
voluntad de adquisicin de objetos a los que denomino ready-made-trush ,listos
para ser basura, en el momento en que se adquieren ya pierden valor. De este modo,
esta asegurado que el capitalismo produzca cada vez ms objetos con los que se
acrecienta el empuje insaciable de objetos de satisfaccin que se reciclan. Esto es la
muerte que domina los aconteceres humanos en la actualidad. Sabemos que
cultura e inconsciente tienen relacin, por tanto, no somos ingenuos respecto de la
influencia de los cambios culturales sobre los sujetos. La muerte no es solamente
eso que est mas all de la vida, sino aquello que permanece indefectiblemente
unida a ella!. Esta es una causa sufrimiento en demasa, mal de sobra, como una de
las vicisitudes de la actualidad, siendo origen de las satisfacciones del padecer.
Se ha producido una alquimia que nos ha llevado desde sujetos deseantes a
consumidores, y mutacin consecuente es que somos consumidos.

Qu nos ofrece el psicoanlisis


Se trata de ofrecer un espacio para que el sujeto construya una subjetividad deseante,
para intervenir all donde el sufrimiento en demasa se desborda y posibilitar
al sujeto un despertar.
Se trata de una clnica del sufrimiento humano. Es la falta de deseo lo que el
sujeto contemporneo grita por medio de sus sntomas. Deseo que en la
imposibilidad de realizarse arroja al hombre al mximo de agresividad: la violencia

y la muerte se aplican a las distintas circunstancias. Un mximo ejemplo es el


snurf en donde sexualidad y muerte se encuentran en un mismo acto.
En un psicoanlisis lo que est en tratamiento es el sujeto tomado por estos modos
de la muerte, aqul atrapado por la pulsin de muerte en sus vertientes ms
horrorosas. Lo que est en tratamiento es la destitucin de lo que se presenta para el
sujeto como un imperativo de muerte, para producir el advenimiento del sujeto en
relacin a un deseo-decidido. Lo que resulta de la experiencia del anlisis es un
saber-hacer nuevo para cada uno.
El trabajo del anlisis implica el despertar del sujeto y sta es su oferta.

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