El Mundo en Que Vivimos
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LA ODISEA
Amelia Hayde Imbriano
Dicen que las cosas malas les vienen de nosotros, y son ellos quienes
se atraen, con sus locuras, infortunios no decretados por el destino 1 .
Homero. La Odisea.
Estamos hoy frente a una crisis de puntos de referencia. Algunos dicen que no se
encuentran, porque ya no encuentran ni a los padres, ni a los maestros, ni a los lderes,
ni a las autoridades, ni a Dios. Otros piensan que el punto de referencia es demasiado
fuerte: el capital.
El capitalismo se gener a travs de un truco: no aboli las autoridades creadoras de la
ley, ni las hizo innecesarias. Simplemente dio existencia y permiti que coexistan una
cantidad tan numerosa de autoridades que ninguna de ellas puede conservar su potestad.
Cuando las autoridades son muchas tienden a cancelarse entre s. Una autoridad en
potencia se convierte en autoridad por cortesa de quien la elige. Las autoridades ya no
mandan, sino que intentan congraciarse con los electores 2 , lo que construye como
consecuencia es el desmantelamiento de las redes normativas 3 .
La tarea de pensar al mundo en el que vivimos se impone ms que nunca. Las
transformaciones de nuestras sociedades, la conjuncin del desarrollo de las
tecnociencias y el florecimiento del liberalismo econmico, nos obligan a reinterrogar
las aseveraciones de ayer.
Observamos hoy las dificultades de los sujetos para disponer de balizas, detenerse y
encenderlas, para analizar las situaciones a las que estn confrontados y tomar
decisiones respecto de las nuevas variables poltico-sociales, entre ellas: una nueva
actitud frente a la violencia, las demandas de los trans-sexuales, los avatares de los
derechos de los nios, la emergencia de sntomas inditos, la transparencia a toda costa,
el peso de lo meditico, la inflacin de la imagen, el recurso al derecho para legitimar lo
ilegtimo y por ende la justicia como comodn de la vida en sociedad, la alienacin en lo
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virtual, etc. Vivimos un mundo sin lmites frente a los nuevos desasosiegos del
sujeto 4 . Todo lo podemos resumir en una sola frase: una nueva actitud frente a la
muerte.
El tema articulado bajo muchas modalidades es la muerte. Por cierto, no la muerte
orgnica, sino la muerte que domina los aconteceres humanos, que ocupa un lugar
estructural en su configuracin psquica en tanto pulsin de muerte y su relacin con la
cultura. Sabemos que cultura e inconsciente tienen relacin, por tanto, no somos
ingenuos respecto de la influencia de los cambios culturales sobre los sujetos.
El ttulo propuesto tiene una impregnacin homrica: La Odisea como escrito
antecedente a la cuestin de los malestares que ataen a la vida humana y que dan lugar
al penar en demasa o mal de sobra en que vivimos. Zeus, que tanta intervencin
poda tener en la vida para los lectores de Homero, hace responsable a los mortales de
los avatares que les toca vivir; ni los dioses ni el destino alcanzan para justificar los
infortunios.
Si bien es sabido el lugar estructural que tiene la pulsin de muerte, no por ello debemos
quedarnos mudos frente a las nuevas manifestaciones que producen los denominados
sntomas de fin de siglo.
En 1997 propuse la denominacin los nombres de la muerte para referirme a
aquellos avatares que arrasan las generaciones con la fuerza y la violencia de una
guerra, en ocasin de unas reflexiones sobre el SIDA.
El mundo, inmundo, al fin del milenio
Un epgrafe en homenaje a Aguilar, Cadcamo y Discpolo:
Hoy se vive de prepo y se duerme apurado, y la barba hasta a Cristo
se la han afeitado... Al mundo le falta un tornillo, que venga un
mecnico a ver si lo puede arreglar (Jos M. Aguilar y Enrique
Cadcamo, Tango Al mundo le falta un tornillo, 1928)
Siglo XX cambalache problemtico y febril. Todo es igual, nada es
mejor, los inmorales nos han igualado, dale no ms, dale que va,
no pienses ms, hacete a un lado.(Discpolo, Tango Cambalache,
1935).
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Hay quienes se han preocupado por describir la poca y sus malestares. Los tangos
de Aguilar-Cadcamo y de Discpolo son hoy una versin romntica. Los shoppings
o el SIDA son la versin consumada.
Discpolo en su cantar habla del malestar de la cultura, le llama porquera, as
como para Aguilar y Cadcamo se trata de la falta de un tornillo. Nos han
permitido a los argentinos, y tambin a los ciudadanos de muchas partes del mundo,
cantar quejas y lamentos. Si bien dan cuenta del malestar como estructural de la
cultura, y por eso relacionan el ao de Cristo con 510, y con el 2000, a nosotros nos
cabe preguntar por las diferencias y sus consecuencias.
La globalizacin, el discurso capitalista, la Tecno-ciencia y sus consecuencias
- los denominados sntomas de fin de siglo- son algunos de los que componen el
despliegue de maldad insolente, la inmundicia mundanal. - Todo el mundo est
en la estufa, triste, amargado, sin garufa, melanclico y cortado-.
Tecno-ciencia es una palabra acuada en la modernidad, en ella, dos trminos se
unen en una nueva filiacin, que deber ser saber-operativo en donde el saber debe
convertirse en hacer y poder. La lgica que la sostiene es la satisfaccin de cualquier
demanda a travs de la operatividad tcnica que ofrece los mejores manjares de la
sociedad de consumo, en donde la identidad se juega en el tener, causando el
apremio de no quedar al margen y generando con ello una poblacin esclava o
cautiva, denominacin usada en las teoras comercialistas. Y, cautivo es, el
hombre descripto por Discpolo: aqul que vive en la impostura, aqul que roba en
su ambicin, el que es cura, colchonero, rey de basto, caradura o polizn, pues es lo
mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, pretensioso estafador,.. todo
el mundo anda de asalto y la creacin anda a las pias...El ladrn es hoy decente y a
la fuerza se hizo gente, ya no encuentra a quien robar, y el honrado se ha vuelto
chorro porque en su fiebre de ahorro l se afana por guardar... En todo caso todo es
igual, nada es mejor.
Las sociedades son cada vez ms desiguales en sus oportunidades no pudiendo negar
las diferencias entre el primer y tercer mundo. Y, cada vez ms sobreigualadoras en
las demandas que imponen, lo que bien puede leerse como un efecto de
tiempo libre aument: la comparacin entre 1860 y 1960 de las estadsticas nos
muestra una reduccin de la semana laboral: en EEUU de 70 a 37 hs y en Francia de
85 a 48 hs. Desde esta perspectiva el ocio surge como un efecto del sistema de
produccin. Entonces: a menor tiempo de trabajo, mayor tiempo libre?. Creer que
es una relacin simple es ingenuidad, puesto que la relacin es metabolizada en el
discurso capitalista a travs de la implementacin de un "mercado del ocio" que se
ocupa de su planificacin, surgiendo la dialctica: diversin-aburrimiento.
La connivencia del sujeto referida por Lacan al respecto del trabajo del obsesivo,
hoy vale para todos, qu negocio!. El mercado del ocio es el mejor negocio (necotium). Para el tedio que genera, el capitalismo tambin tiene una numerosa oferta:
psicofrmacos, drogas, alcohol, SPA, realidad virtual y hasta ludoterapia. Nada se
pierde, todo es aprovechable en la produccin, y de este modo el discurso capitalista
se impone como rechazo a la castracin y su producto es un in-mundo ideal en
donde sus habitantes son his majestic de global baby, alienados en los gadgets
( objetos ready-made-trush) y que sufre de panic attack.
Sobre finales del siglo XX y principios del XXI, el
Imbriano, A. Los nombres de la muerte. Captulo en: Enfermedades de transmisin sexual y SIDA.
Santiago Rueda. Bs.As. 1997.
tales como: Enviarn otros diez mil soldados a , se anunci un nuevo despliegue de
fuerzas se considera una guerra preventiva: sigue la violencia 9 ; 2.- Los bloques
publicitarios televisivos tales como: te asustan los deportes tranquilos?, pregunta
llevada a la imagen por una placa en pantalla que aparece luego de otras imgenes que
muestran dos figuras - un joven jugando al golf y otro joven jugando al ajedrez -, unidas
por un nico efecto sonoro: un desgarrador y penetrante grito de una voz desesperada
siendo la concreta figura de la pulsin invocante. No por casualidad, ambas figuras se
conjugan con una imagen que muestra juveniles caras apticas. Y todo eso, para
publicitar la prctica de deportes de alto riesgo!.
Medios masivos de comunicacin, qu comunican? En parte, comunican sobre
aquello que se puede hacer, tener, comprar, adquirir, cambiar, consumir, violentar, etc.
(no descartamos que cumplen con otras funciones). Desde este punto de vista,
relacionan a productores con consumidores: Libres para comprar?.
Y, hablando de negocios, qu mejor negocio que sembrar semillas de
violencia?. Luego de ver los noticieros, al desvanecerse las ltimas imgenes
nos invade una inquietud que no es ms que el retorno en forma desordenada de
retazos de violencia: la violacin a un menor, un crimen premeditado, un
asesinato por error, un nio desnutrido, un secuestro-express, bombas estallando,
cuerpos despedazndose. Violencia mezclada en innumerables vericuetos:
violencia organizada, violencia espontnea, se conjugan en un caleidoscopio de
escenas: el cuerpo de un suicida roto en el pavimento, las figuras despedazadas
de mltiples vctimas de las guerras, una catstrofe natural, etc. Ha sido sin
duda: un noticiero interesante!
Se renueva una pregunta: Por qu las sociedades cultivan la violencia?
Buscando algn horizonte rele la carta que en 1932 escribiera Einstein a Freud
y su respuesta a la Propuesta de la Liga de las Naciones. En estos documentos se
destaca la pregunta: Hay algn camino para evitar a la humanidad los
estragos de la guerra?, y una respuesta: cuando los hombres se encuentran
exhortados a la guerra, por cierto que, entre ellos cuenta el placer de agredir o
destruir, innumerables crueldades de la historia y de la vida cotidiana confirman
su existencia y su intensidad, muchas veces tenemos la impresin de que los
opulencia
miseria,
hiperdesarrrollo
subdesarrollo,
que
son
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1.- Las guerras: enseanza de un goce irrefrenable, que necesariamente debe ser
repetido.
2.- El horror entusiasmado: o el entusiasmo del horror, Qu es lo que causa horror: la
castracin o la falta de castracin?
3.- La complicidad: en todas partes los hombres se matan despiadadamente entre s
ante nosotros. No podemos hacer nada, podra sostener algn ingenuo, pero, a pesar
de todo, somos cmplices. Curioso vnculo social: uno en donde la falta no opera, en
donde el vnculo es sostenido por un pacto de utilidad y sino quienquiera es desechable.
4.- La igualdad: La globalizacin nos ha ofrecido un sueo narcisista, proclamando un
modo de vivir y gozar universal. Un mundo hecho para todos, igual para todos. Si yo
soy igual a los extranjeros, ya no existen los extranjeros. Entonces, somos todos
integrantes de una gran liga fraterna en donde la pretendida solidaridad es siniestra.
5.- Los desperdicios/ lo desechable: En esa perspectiva, todo es mercanca, y toda
mercanca producida en este sistema no puede ser ms que un objeto efmero, ya caduco
en el momento de su adquisicin, y destinado esencialmente a ser reemplazado por un
nuevo objeto ms prometedor, y as sucesivamente. Por consiguiente, todo objeto
puesto en circulacin en el mercado, lleva consigo una vocacin de desecho. El
problema se plantea cuando no existe resto, y cuando el sujeto no entra en la cuenta.
6.- La degradacin mercantilista: Asistimos al desastre de una sociedad destituida de
cualquier autoridad tica sufriendo los efectos sintomticos de no poder librarse de una
degradacin mercantilista ms que a travs de la violencia. Queda constituido as el
nico sistema econmico y social intrnsecamente perverso existente en la historia, y
ante ello nadie puede dimitir su responsabilidad.
7.- La fetichizacin de la mercanca: el ms de valor del objeto producido funciona
como fetiche, tapando la falta. Lo que queda oculto es la menosvala: la depreciacin
infligida al consumidor. ste se encuentra sometido a la presin constante y siempre
ms exigente de un empuje a volver a comprar.
8.- La Tecnocracia: Engolosinados por la globalizacin, solo tienen lugar los
dirigentes, tambin objetos de reposicin que solo ocupan el lugar de gerentes
directores de negocios: Tecncratas, ya no gobernantes, que lejos de velar por los
valores en torno a la justicia, se dedican al estudio de cuadros de ofertas y demandas, de
costos, precios y monedas.
Un sistema as no puede sino extender el consumo cada vez ms. As, est asegurado
que el capitalismo produzca cada vez ms objetos con los que se acrecienta el empuje