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GURDJIEFF

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Ashokh

G.I.Gurdjieff, "Encuentros con hombres notables"

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Durante las décadas finales del siglo pasado y el principio de éste, mi padre había
alcanzado grande popularidad como ashokh, es decir, narrador y poeta. Era conocido
bajo el apodo de Adash, y aunque no fuera ashokh profesional, pero sólo un aficionado
él era en su día muy popular entre los habitantes de muchos países de Asia Menor y
Transcaucásica.
Ashokh era el nombre dado por todas partes de Asia y de la Península Balcánica a
los bardos locales, quienes compusieron, recitaron o cantaron poemas, canciones,
leyendas, cuentos tradicionales, y todos los tipos de historias.
A pesar de que la gente del pasado quienes se dedicaban a tal carrera eran en la
mayor parte casi analfabetos, no teniendo ni estado en una escuela primaria en su niñez,
ellos poseían tal memoria y tal vigilancia de mente que en nuestros días serían
considerados notable y hasta fenomenales.
Ellos no sólo sabían innumerables narrativas de memoria y a menudo muy largos y
poemas, y cantaban de memoria todas sus varias melodías, pero improvisaban, como se
dice, en su propia, manera subjetiva, haciendo las rimas apropiadas y los cambios de
ritmo en sus versos con rapidez asombrosa.
Actualmente no se encuentran más hombres con tales capacidades. Incluso, cuando
yo era muy joven, se decía que ellos se hacían más y más escasos.
Yo personalmente he visto muchos de estos ashokhs que fueron considerados famosos
en aquel tiempo, y sus caras se impresionaron fuertemente en mi memoria.
Los he visto porque mi padre solía llevarme cuando niño a la competición donde
eses poetas ashokhs, viniendo de varios países, como Persia, Turquía, Cáucaso y hasta
de partes del Turkestan, competían delante de una gran multitud de gente en la
improvisación y el canto.
Esto por lo general eso ocurría de la manera siguiente:
Uno de los participantes en la competición, escogido por suerte, comenzaría con el
canto de una melodía improvisada, para poner a su compañero alguna pregunta sobre un
tema religioso o filosófico, o sobre el significado y el origen de alguna leyenda
conocida, alguna tradición o creencia, y el otro contestaría, también por una canción y
en su propia melodía subjetiva improvisada; y esas melodías subjetivas improvisadas,
además, siempre debían corresponder en su tonalidad a las consonancias antes
producidas así como a lo que la ciencia musical verdadera llama el eco 'ansapalnianly’
fluyendo.
Todo esto era cantado en verso, principalemente en el Turko-tártaro, que era
entonces la lengua comúnmente aceptada de los pueblos de esas localidades, quienes
hablaron dialectos diferentes.
Esta competición duraba semanas y a veces hasta meses, y concluía con premios y
regalos — proporcionados por la audiencia y por lo general consistiendo de ganado,
mantas, etc., para aquellos cantores que, según el veredicto general, se tenían
distinguido más.
Atestigüé tres de tales competiciones, la primero ocurrida en Turquía en la ciudad de
Van, la segundo en Azerbaiyán en la ciudad de Karabakh, y la tercera en la pequeña
ciudad de Subatán en la región de Kars.
En Alexandropol y Kars, las ciudades donde mi familia vivió durante mi niñez, a
menudo invitaban mi padre a reuniones de la tarde a las que muchas personas que lo
conocían venían para oír sus historias y canciones.
En estas reuniones él recitaba una de muchas leyendas o poemas que él conocía,
según la opción de aquellos presentes, o recitaba en forma de canción los diálogos entre
los diferentes personajes.
La noche entera a veces no era bastante larga para terminar una historia y la
audiencia se encontraba otra vez en la tarde siguiente.
En las tardes antes de los domingos y vacaciones, cuando no teníamos que madrugar
la mañana siguiente, mi padre nos contaba historias a los niños, sobre grandes pueblos
antiguos y hombres maravillosos, o sobre Dios, la naturaleza y milagros misteriosos, y
él invariablemente concluía con algún cuento de las Mil y Una Noches, del que sabía
tanto que en la verdad podría habernos contado un cuento entero en cada una del mil y
una noches.
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La Leyenda de Gilgamesh
G.I.Gurdjieff, "Encuentros con hombres notables"

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Entre las muchas impresiones fuertes de las varias historias de mi padre, que dejaran
su señal por mi vida entera, hubo una que me sirvió en los años posteriores, quizás no
menos que cinco veces, como un factor espiritualizador que me permite comprender el
incomprensible.
Esa fuerte impresión, que más tarde me sirvió como un factor espiritualizador, se
cristalizó en mí cuando, una tarde, mi padre recitaba y cantaba la leyenda del Dilúvio
antes del Dilúvio y entonces surgió entre él y cierto amigo una discusión sobre este
sujeto.
Esto ocurrió en el período cuando, debido a circunstancias de la vida, mi padre se vió
obligado a hacerse un carpintero profesional.
Este amigo a menudo pasado a verlo en su taller, y a veces ellos se sentaban toda la
noche reflexionando por mucho tiempo sobre el significado de leyendas y refranes
antiguos.
Su amigo no era ningún otro sino el Decano Borsh de la Catedral Militar de Kars, el
hombre que pronto debía hacerse mi primer tutor, el fundador y creador de mi presente
individualidad y, como se dice, el tercer aspecto de mi “Dios interior”.
En la noche en que esta discusión ocurrió, yo también estaba en el taller, así como mi
tío, quien había venido a la ciudad aquella tarde, de un pueblo vecino donde él tenía
grandes negocios de jardines y viñedos.
Mi tío y yo nos sentamos juntos silenciosamente sobre las almohadas suaves del
cardador y escuchamos al canto de mi padre, quie cantaba la leyenda del héroe
babilonio Gilgamesh y explicaba su significado.
La discusión surgió cuando mi padre terminó la canción veintiuna de la leyenda, en
la que cierto Ut-Napishtim relaciona con Gilgamesh la historia de la destrucción por
inundación de la tierra de Shuruppak.
Después de esta canción, cuando mi padre hizo una pausa para llenar su pipa, él dijo
que en su opinión la leyenda de Gilgamesh vino de los sumerios, un pueblo más antiguo
que los babilonios, y que indudablemente justo esta misma leyenda era el origen del
cuento del Diluvio en la Biblia hebrea y sirvió como base para de la visión cristiana del
mundo; sólo los nombres y algunos detalles habían sido cambiados en ciertos sitios.
El padre decano comenzó a oponerse, presentando muchos datos al contrario, y el
argumento se hizo tan acalorado que ellos hasta se olvidaron de mandarme a la cama
como por lo general hacían en tales ocasiones.
Y mi tío y yo también nos interesamos en la controversia que, sin ningun
movimiento, nos quedamos sobre las amohadas suaves hasta el amanecer, cuando por
fin mi padre y su amigo terminaron su discusión y se separaron.
Esta canción veintiuna fue repetida en el curso de aquella noche tantas veces que se
grabá en mi memoria por toda la vida.
La canción decía así:

Te contaré, Gilgamesh,
De un misterio triste de los Dioses:
Como una vez, habiéndose encontrado juntos,
Ellos resolvieron a inundar la tierra de Shuruppak.
La clarividente Ea, no diciendo nada a su padre, Anu,
Ni al Señor, el gran Enlil,
Ni a aquel que da felicidad, Nemuru
Ni hasta al príncipe del mondo inferior, Enua,
Llamó a si su hijo Ubara-Tut,
Y de dijo: Construye para ti un barco,
Lleva los que están cerca de ti,
Y lo pájaros y bestias que te gusten;
pues los Dioses Irrevocablemente se resolvieron
Inundar la tierra de Shuruppak.

Los datos formados en mí, durante mi niñez, gracias a las impresiones fuertes que
recibí durante esta discusión de un tema abstracto entre estas dos personas que habían
vivido sus vidas hasta la vejez relativamente normalmente, trajeron un buen resultado
para la formación de mi individualidad, de lo que me di cuenta sólo mucho más tarde, a
saber, justo antes de la grande guerra europea; y desde entonces eso comenzó a servirme
como el factor espiritualizador antedicho.
El choque inicial para mis asociaciones mentales y emocionales, que causó esta
conciencia, fue lo siguiente:
Un día leí en cierta revista un artículo en que se decía que habían sido encontradas entre
las ruinas de Babilonia algunas pastillas con inscripciones que los eruditos estaban
seguros de no teneren menos de cuatro mil años. Esa revista también imprimió las
inscripciones y el texto descifrado —era la leyenda del héroe Gilgamesh.
Cuando comprendí que era la misma leyenda que yo a menudo oía de mi padre
cuando niño, y en particular cuando leí en este texto la canción veintiuna de la leyenda
en casi la misma forma de exposición que las canciones y cuentos de mi padre,
experimenté un tal entusiasmo interior que era como si todo mi destino futuro
dependiera de todo esto. Fui golpeado por el hecho, al principio inexplicable, que esta
leyenda había sida transmitido por ashokhs de generación en generación durante miles
de años, y aún así había alcanzado nuestro día casi inalterada.
Después de este acontecimiento, cuando el buen resultado de las impresiones
formadas en mi niñez por las narrativas de mi padre finalmente se hizo claro a mí — el
resultado que cristalizó en mí un factor espiritualizador que me permite comprender
aquello que por lo general parece incomprensible — he a menudo lamentado haber
comenzado tan tarde a dar a las leyendas de la antigüedad la inmensa importancia que
ahora entiendo que realmente tienen.

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Imastun
G.I.Gurdjieff, "Encuentros con hombres notables"

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Una otra leyenda que me contó mi padre, también sobre “el Diluvio antes del
Diluvio”, que después de ese acontecimiento también adquirió para mí una importancia
bastante particular.
En esta leyenda se decía, también en verso, hace mucho, mucho tiempo, tanto cuanto
unas setenta generaciones antes del ultimo diluvio (y una generación era contada como
cien años), cuando había tierra firme donde ahora es el agua y agua donde ahora es
tierra firme, que existió sobre la tierra una grande civilización, cuyo centro era la
antigua isla de Haninn, que también era el centro de la propia tierra.
Como comprendí por otros datos históricos, la isla de Haninn era aproximadamente
donde Grecia es ahora situada.
Los únicos sobrevivientes del más antiguo diluvio fueron ciertos hermanos de la antigua
Hermandad Imastun, cuyos miembros habían constituido una extensa casta distribuida
por todas partes la tierra, pero con el centro en esta isla.
Estos hermanos Imastun eran hombres instruidos y, entre otras cosas, estudiaron la
astrología. Justo antes del diluvio, ellos se dispersaran por todas partes la tierra con el
objetivo de observar fenómenos celestes desde sitios diferentes. Pero a pesar de la
grande distancia que los separaba, mantuvieron comunicación constante entre ellos y
relataron todo al centro mediante telepatía.
Para eso, aprovecharon lo que se llaman pitonisas, quien los sirvió como si fueran
aparatos receptores. Esas pitonisas, en trance inconscientemente recibían y registraban
todo lo qué les era transmitido de los varios sitios por los Imastuns, escribiéndolo en las
cuatro direcciones diferentes convenidas según la dirección del la cual la información
les alcanzaba. Es decir, ellas escribieron de arriba abajo comunicaciones que venían de
localidades que estaban al este de la isla; de derecha a izquierda aquellas del sur; de bajo
para cima las que venían del oeste (de las regiones donde era Atlántida y donde es ahora
América); y de izquierda a derecha las comunicaciones transmitidas del lugar ahora
ocupado por Europa.

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Kastusilia
G.I.Gurdjieff, "Encuentros con hombres notables"

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Ahora como, en el curso lógico de la exposición de este capítulo, fiel a la memoria


de mi padre, mencioné a su amigo, mi primer tutor, el decano Borsh, considero
indispensable de describir un cierto procedimiento establecido entre estos dos hombres
quienes habían vivido normalmente hasta la vejez, y quienes habían asumido la
obligación de prepararme a mi, un muchacho inconsciente, para la vida responsable y
merecen ahora, por su actitud concienzuda e imparcial hacia mí, representar para mi
esencia dos aspectos de la divinidad de mi “Dios interior”.
Este procedimiento, como se tornó evidente yo más tarde cuando lo entendí, era un
medio sumamente original para el desarrollo de la mente y para el perfeccionamiento
moral.
Ellos lo llamaron kastousilia, un término sacado, me parece, del asirio antiguo, y que mi
padre claramente tomó de alguna leyenda.
Este procedimiento era así:
Uno de ellos de improviso hacia al otro una pregunta, al parecer bastante fuera de su
sitio, y el otro, sin la prisa, con calma y seriamente contestaría con plausibilidad lógica.
Por ejemplo, una tarde cuando yo estaba en el taller, mi futuro tutor entró de
improviso y, mientras caminaba, preguntó a mi padre: ¿Dónde está Dios en este
momento?
Mi padre contestó el más seriamente, Dios está en este momento en Sari Kamish.
Sari Kamish es una región forestal en la antigua frontera entre Rusia y Turquía,
donde excepcionalmente altos pinos se ponen, renombrados por todas partes en Asia
Menor y Transcaucásica.
Recibiendo esta respuesta de mi padre, el decano preguntó ¿Qué Dios hace allí?
Mi padre contestó que Dios hacía allí escalas dobles y sobre las cimas de ellos él
sujetaba la felicidad, para que la gente individual y naciones enteras pudieran ascender y
descender.
Estas preguntas y respuestas eran continuadas en un tono serio y tranquilo — como
si uno de ellos preguntara el precio de patatas hoy y otro contestara que la cosecha de
patatas era muy pobre este año. Sólo más tarde entendí que pensamientos ricos se
ocultaban bajo tales preguntas y respuestas.
Ellos muy a menudo tenían conversaciones en este mismo espíritu, para que a un
forastero hubiera parecido que aquí estaban dos ancianos fuera de sus sentidos, que allí
estaban por grande equivocación en vez de estar en un manicomio.
Muchas de esas conversaciones que entonces me parecieron sin significado crecieron
para tener un significado profundo para mí más tarde cuando encontré por casualidad
preguntas de la misma clase, y sólo entonces entendí la importancia enorme que esas
preguntas y respuestas tenían para estos dos ancianos.

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4 Mandamientos
G.I.Gurdjieff, "Encuentros con hombres notables"

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Mi padre tenía una opinión muy simple, clara y bastante definida sobre el objetivo de
vida humana. Él me dijo muchas veces en mi juventud que los esfuerzos fundamentales
de cada hombre deberían ser de crear para si mismo una libertad interior hacia la vida y
prepararse para una vejez feliz. Él consideraba que el indispensable y la necesidad
imperativa de este objetivo en la vida eran tan obvios que esto debería ser comprensible
a cada uno sin cualquier discusión. Pero un hombre podría lograr este objetivo
solamente si, desde su niñez hasta la edad de dieciocho, él hubiera adquirido datos para
el cumplimiento firme de los cuatro mandamientos siguientes:
Primero – Amar a sus padres.
Segundo - Permanecer casto.
Tercero – Demostrar cortesía con todos sin distinción, sean ellos ricos o pobres,
amigos o enemigos, poseedores poder o esclavos, y a cualquier religión que puedan
pertenecer, pero por dentro permanecer libres y nunca poner demasiada confianza en
alguien o en algo.
Cuarto – Amar el trabajo por el trabajo y no por sus beneficios materiales.

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Verdadero Poeta
G.I.Gurdjieff, "Encuentros con hombres notables"

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Mi padre, quien me amó en particular como su primogénito, tuvo una gran influencia
sobre mí.
Mi relación personal con él no era como hacia un padre, pero como hacia un
hermano mayor; y él, por sus conversaciones constantes conmigo y sus historias
extraordinarias, asistió grandemente al surgimiento en mí de imágenes poéticas e ideales
altos.
Mi padre vino de una familia griega cuyos antepasados habían emigrado de Bizancio
y dejado su país para evitar la persecución por los turcos después de su conquista de
Constantinopla.
Al principio ellos se instalaron el corazón de Turquía, pero más tarde, por ciertos
motivos, entre ellos la búsqueda de condiciones climáticas más convenientes y el mejor
pastoreo para las manadas de ganado doméstico que formaba parte de la enorme riqueza
de mis antepasados, ellos se movieron a las orillas del Este del Mar Negro, a los
alrededores de la ciudad ahora llamada Gumush Khaneh. Todavía más tarde, poco antes
de la última grande guerra Ruso-turca, debido a persecuciones repetidas por los turcos,
ellos se movieron desde allí a Georgia.
En Georgia mi padre se separó de sus hermanos y se movió a Armenia, instalándose
en la ciudad de Alexandropol, el nombre del cual había justo sido cambiado del nombre
turco de Gumri.
Cuando los bienes de familia fueron divididos, la parte de mi padre fue considerada, en
aquel tiempo, una grande riqueza, incluyendo varias manadas de ganado doméstico.
Un año o dos después que él se movió a Armenia, toda esta riqueza que mi padre
había heredado se perdió, como consecuencia de una calamidad independiente de
hombre.
Esto se pasó debido a las circunstancias siguientes:
Cuando mi padre se instaló en Armenia con toda su familia, sus pastores y sus
manadas, él era el dueño de ganado más rico del distrito y las familias más pobres
pronto lo buscaron para que hiciera guarda, como era el costumbre, de su propio
pequeño número de ganado doméstico, a cambio de que ellos deberían recibir de él
durante la estación una cierta cantidad de mantequilla y queso. Pero justo cuando su
manada había sido aumentada de este modo por varios miles de cabezas de ganado de la
gente, una peste de ganado vino de Asia y se extendió por todas las partes de
Transcaucásica.
Esta pestilencia entre el ganado fue tan violenta que en menos de dos meses casi
todos los animales fallecieron; sólo un número insignificante sobrevivió, y estos eran
simplemente la piel y huesos.
Como mi padre, al aceptar el cuidado de este ganado, había asumido, como era
entonces también el costumbre, su seguro contra todas las clases de accidentes — hasta
contra su asimiento por lobos, lo que pasaba más bien con frecuencia — él no sólo
perdió todo su propio ganado por esta desgracia, pero se obligó a vender casi todos sus
bienes restantes para pagar el ganado que pertenecía a otros.
Y en consecuencia mi padre, después de haber sido muy rico, de repente se encontró
pobre.
Nuestra familia entonces consistía en sólo seis personas, a saber, mi padre, mi madre,
mi abuela, quien había deseado terminar sus días con su hijo más joven, y tres niños —
yo mismo, mi hermano y mi hermana — de quienes yo era el mayor. Yo tenía entonces
aproximadamente siete años.
Habiendo perdido su fortuna, mi padre tuvo que emprender un nuevo negocio, pues
el mantenimiento de tal familia, y más, una familia que hasta entonces había sido
mimada por una vida de riqueza, costaba mucho. Habiendo recogido los remanentes de
su antigua casa grande y grandiosamente mantenida, él comenzó por abrir un almacén
de madera y con ello, según la costumbre local, una tienda de carpintero para hacer
todas las clases de artículos de madera.
Pero del primer año mismo, debido al hecho que mi padre nunca tuviera antes en su
vida se ocupado en el comercio y en consecuencia no tenía ninguna experiencia en eso,
su negocio de madera era un fracaso.
Finalmente se vio obligado a liquidarlo y limitarse al taller, donde se especializaba
en la producción de pequeños objetos de madera.
Este segundo fracaso de mi padre en los negocios ocurrió en el cuarto año después de
su primera grande calamidad. Nuestra familia vivió en la ciudad de Alexandropol todo
ese tiempo, que coincidió con el período de reconstrucción rápida por los rusos de la
ciudad fortaleza cercana de Kars, que ellos habían tomado.
La apertura de buenas perspectivas para hacer dinero en Kars, y las persuasiones
adicionales de mi tío, quien ya tenía su negocio allí, indujo a mi padre a transferir su
taller a Kars. Él primero se fue allí solo, y más tarde llevó su familia entera.

En esta ocasión nuestra familia ya había aumentado en más tres aparatos cósmicos de
transformación de alimento, en forma de mis tres entonces realmente encantadoras
hermanas.
Habiendo se instalado en Kars, mi padre primero me envió a la escuela griega, pero
muy pronto me transfirió a la escuela rusa municipal.
Como yo iba muy rápido en mis estudios, gastaba muy poco tiempo con la
preparación de lecciones, y en todo mi rato libre ayudaba a mi padre en su taller. Muy
pronto hasta comencé a tener mi propio círculo de clientes, primero entre mis
compañeros, para quienes hice varias cosas como armas, cajas de lápiz etc.; y más tarde,
poco a poco, pasé al trabajo más serio, haciendo todas las clases de pequeña reparación
en casas de la gente.
A pesar de que yo entonces era todavía un chiquillo, recuerdo muy bien este período
de nuestra vida de familia hasta el menor detalle; y en este tiempo allí se destaca en mi
memoria todo el esplendor la tranquilidad de mi padre y la separación de su estado
interior en todas sus manifestaciones externas, a través de todas las desgracias que le
ocurrieron.
Hoy puedo decir por cierto que a pesar de su lucha desesperada con las desgracias
que fluyeron sobre él como si venidas del cuerno de la abundancia, él continuaba
entonces como antes, en todas las circunstancias difíciles de su vida, a conservar el alma
de un poeta verdadero.
Esa es la razón de mi opinión de que durante mi niñez, a pesar de nuestras grandes
necesidades, reinaba constantemente en nuestra familia una armonía insólita, el amor y
el deseo de ayudarnos los unos a los otros.
Debido a su capacidad inherente para encontrar la inspiración en la belleza de los
detalles de la vida, mi padre era para nosotros todos, hasta en los momentos más tristes
de nuestra vida en familia, una fuente de coraje; y, comunicándonos su
despreocupación, él engendró en nosotros los impulsos de felicidad de que hablé.

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