El Barroco
El Barroco
El Barroco
1. 1. El Barroco fue un período cultural que se desarrolló a comienzos del siglo XVII enroma, Italia.
Generalmente, se le sitúa entre el Renacimiento y el Neoclásico. A pesar de haber sido, en algún
momento, un término peyorativo, el estilo Barroco hoy se admira por haber producido grandes obras
en pintura, escultura, arquitectura, música y literatura, Y que abarca desde el año 1600hasta el
año1750 aproximadamente.
2. 2. • El término Barroco fue creado por críticos posteriores a la época. Proviene del portugués
barroco, que significa “perla de forma irregular” o “joya falsa”. Por mucho tiempo, el término se usó
de manera negativa, para criticar el arte de la época. • Al periodo barroco se le llama así porque
coincide con el estilo del mismo nombre que se generalizó principalmente en la arquitectura y en la
escultura del siglo XVII, También Se le llamó así porque identifica al mismo tiempo una época, un
arte y un estilo.
3. 3. • A lo largo de los siglos XVII y XVIII, las naciones europeas mantienen conflictos políticos y
religiosos y, a pesar de la riqueza surgida del comercio colonial, sufren una grave crisis económica
que conlleva epidemias y hambre.• Se construyen teatros salas de conciertos y palacios, como el de
la Zarzuela de Madrid.
Como Barroco se entiende el estilo arquitectónico realizado en los siglos XVII y parte del XVIII (1600 a
1750), caracterizado por la profusión de adornos en contraposición con el estilo sobrio del Renacimiento
clásico. Por extensión se aplica también el término Barroco a las obras de pintura, escultura, literatura y
música realizadas en ese mismo período de tiempo. La escultura y la pintura del Barroco se caracterizan
porque el movimiento de las figuras es excesivo. En la literatura es toda creación en donde resalten la pompa
y el ornato, la música se caracteriza por la aparición de géneros como la cantata, la sonata, el concierto y el
oratorio.
El arte del Barroco es una prolongación del Renacimiento. Los artistas barrocos utilizan los mismos
elementos plásticos con los que habló el Renacimiento, pero los enfatizan y combinan hasta llegar a otra
literatura, a otra música, a otra plástica, a otra arquitectura, es decir, hablan en Barroco con las letras del
Renacimiento.
El conceptismo es una corriente literaria que profundiza en el sentido o concepto de las palabras. Se
puede definir como una agudeza mental que da preferencia a las ideas con el fin de impresionar la
inteligencia o el deseo de decir mucho con pocas palabras “la sutileza en el pensar y el decir”. Para
conseguir este objetivo utilizan frecuentes metáforas; juegos de palabras como el doble sentido; un
estilo breve y conciso logrado mediante la elipsis o eliminación de palabras; antítesis de palabras, frases
o ideas con el fin de impresionar o agudizar la mente. El máximo representante de esta corriente será
Quevedo y en menos grado Lope de Vega.
El culteranismo o gongorismo, en cambio, es una corriente literaria que cultiva la forma de las palabras
dejando en segundo plano su contenido. Pretende crear un mundo de belleza, impresionando para ello
los sentidos con los más variados estímulos de luz, color, sonido y con un lenguaje ampuloso y culto “un
lenguaje dentro del lenguaje”. Los recursos que caracterizan esta corriente son el abuso de la metáfora
con el fin de crear un mundo de belleza absoluta; el uso frecuente de cultismos; el abuso del hipérbaton
y el uso de palabras parónimas (sonido parecido y diferente significado). El máximo representante será
Luis de Góngora.
Las diferencias de estas dos corrientes son más teóricas que reales. Los críticos han señalado que no se
puede hablar de tendencias opuestas, ya que en poemas de Quevedo se pueden observar rasgos
culteranos y en poemas de Góngora rasgos conceptistas. El culteranismo vendría a ser una evolución
del conceptismo en la que importaba más la forma que el contenido.
Neoclasicismo
Con el deseo de repetir y repercutir las huellas del pasado se pusieron en marcha expediciones para conocer
las obras antiguas en sus lugares de origen. La que en 1750 emprendió desde Francia el arquitecto Jérôme
Charles Bellicard, dio lugar a la publicación en 1754 de las Observations sur les antiquités de la ville
d'Herculaneum (“Observaciones sobre las antigüedades de la villa de Herculano”),1 una referencia
imprescindible para la formación de los artistas neoclásicos franceses. En Inglaterra la Society of
Dilettanti (“Sociedad de Amateurs”) subvencionó campañas arqueológicas para conocer las ruinas griegas y
romanas. De estas expediciones nacieron libros como Le Antichitá di Ercolano (1757-1792) elaborada
publicación financiada por el rey de Nápoles (luego Carlos III de España), que sirvió de fuente de inspiración
para los artistas a pesar de su escasa divulgación.
También hay que valorar el papel que desempeñó Roma como lugar de cita para viajeros y artistas de toda
Europa e incluso de América. En la ciudad se visitaban las ruinas, se intercambiaban ideas y cada uno iba
adquiriendo un bagaje cultural que llevaría de vuelta a su tierra de origen. Allí surgió en 1690 la
llamada Academia de la Arcadia o Arcades de Roma,2 que con sus numerosas sucursales o coloniae por toda
Italia y su apuesta por el equilibrio de los modelos clásicos y la claridad y la sencillez impulsó la estética
neoclásica.
La villa romana se convirtió en un centro de peregrinaje donde viajeros, críticos, artistas y eruditos acudían
con la intención de ilustrarse en su arquitectura clásica. Entre ellos estaba el prusiano Joachim
Winckelmann (1717-1768), un entusiasta admirador de la cultura griega y un detractor del rococó francés; su
obra Historia del Arte en la Antigüedad (1764) es una sistematización de los conocimientos artísticos desde la
antigüedad a los romanos.
En Roma también trabajaba Giovanni Batista Piranesi (1720-1778); en sus grabados, como Antichitá
romana (1756) o Las cárceles inventadas (1745-1760), y transmite una visión diferente de las ruinas con
imágenes en las que las proporciones desusadas y los contrastes de luces y sombras buscan impresionar al
espectador.
El trabajo está cargado de simbolismo: la figura en el centro representa la verdad rodeada por una luz brillante
(el símbolo central de la iluminación). Otras dos figuras a la derecha, la razón y la filosofía, están rasgando el
velo que cubre verdad.
La Ilustración representaba el deseo de los filósofos de la época de la Razón (filosofía) por racionalizar todos
los aspectos de la vida y del saber humanos. Vino a sustituir el papel de la religión (como organizadora de la
existencia del hombre) por una ética laica que ordenará desde entonces las relaciones humanas y llevará a un
concepto científico de la verdad.