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TRASTORNO de La Niñez y La Adolescencia

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TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE

Trastorno que se presenta en los niños y se caracteriza por un comportamiento


desafiante y desobediente ante las figuras de autoridad.
La causa del trastorno negativista desafiante no se conoce con exactitud, pero puede
implicar una combinación de factores genéticos y ambientales.
Por lo general, los síntomas se manifiestan antes de los ocho años de edad. Incluyen
irritabilidad, comportamiento combativo y desafiante, agresividad y afán de venganza
que duran más de seis meses y causan problemas significativos en el hogar o la escuela.
El tratamiento consiste en terapia individual y familiar.
Requiere diagnóstico médico
Comportamiento: agresión, automutilación, comportamiento antisocial, grito,
impulsividad o irritabilidad

El también tratamiento puede incluir:

- Psicoterapia individual: La psicoterapia individual para el TND suele emplear un


enfoque cognitivo-conductual para aumentar la capacidad del paciente de resolver los
problemas y sus habilidades de comunicación, y las habilidades de control de la ira.

- Terapia familiar: La terapia familiar tiene a menudo como objetivo la introducción de


cambios en la familia, como por ejemplo, mejorar la capacidad de comunicación y
fomentar la interacción entre los miembros de la familia. La crianza de los niños que
tienen TND puede ser una tarea muy difícil para los padres. Los padres necesitan apoyo
y comprensión y también necesitan desarrollar enfoques más eficaces para la crianza de
los hijos.

- Terapia de grupo con los compañeros: La terapia de grupo con los compañeros a
menudo se enfoca en desarrollar y utilizar las capacidades sociales e interpersonales.

- Medicamentos: Si bien no se consideran eficaces para tratar el TND, pueden utilizarse


si están presentes otros síntomas o trastornos y responden a ellos.
BIBLIOGRAFIA
Oposicional defina disorder (ODD). Merck Manual Professional Versión.
http://www.merckmanuals.com/professional/pediatrics/mental-disorders-in-children-
and-adolescents/oppositional-defiant-disorder-odd. Accessed Nov. 28, 2017.
TRASTORNO DISOCIAL

El trastorno disocial, ahora denominado trastorno de la conducta en la última versión del


Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), es una
alteración propia de sujetos menores de edad (pudiendo iniciarse en diferentes
momentos del desarrollo infanto-juvenil) que a lo largo de su infancia presentan un
patrón de comportamiento continuado caracterizado por la presencia de una violación
sistemática de las normas sociales y los derechos de los demás durante al menos doce
meses.

Concretamente, este patrón de conducta se identifica con la presencia de


comportamientos agresivos contra personas (que pueden incluir el uso de armas) o
animales (siendo frecuente la tortura y/o ejecución de pequeños animales y mascotas),
el uso del fraude y el robo de pequeños objetos o el allanamiento de morada,
incumplimiento grave de las normas sociales generales de convivencia y/o vandalismo.

Los niños con este trastorno padecen deterioros significativos en diversos ámbitos tales
como la vida social y en la escuela. Suelen presentar niveles bajos de empatía,
ignorando los derechos y sentimientos de los demás. También es habitual que den
sensación de dureza de carácter, así como que tengan ideas preconcebidas respecto a la
sociedad y el rechazo. También se caracterizan, por lo general, por actuar sin pensar en
las consecuencias y de manera impulsiva, con comportamientos arriesgados y con baja
capacidad de demora de gratificación y tolerancia a la frustración.

Generalmente sus actos no suelen pasar desapercibidos por el entorno, algo que también
puede conducir a que presenten problemas de socialización y tengan frecuentes
problemas a nivel escolar y con la justicia. Pese a ello, algunos comportamientos suelen
pasar inicialmente desapercibidos, siendo ocultados o poco visibles (como la tortura de
animales). Pueden presentar despreocupación por su rendimiento, afecto superficial,
falta de empatía y un bajo o inexiste nivel de remordimiento ante las consecuencias de
sus actos, si bien estas características no ocurren en todos los casos.

Posible causas
Desde una perspectiva biológica, se ha planteado la posible existencia de problemas de
inhibición conductual derivados de una falta de desarrollo o infraactivación del frontal
junto con un exceso de activación del sistema límbico y el sistema de recompensa
cerebral. También se valora la existencia de una falta de desarrollo moral, de la
capacidad de empatía e inmadurez, que puede venir dada en parte por elementos
intrínsecos a su biología y en parte por una socialización deficiente.

A un nivel más psicológico y social, se ha observado que muchos de estos niños parten
de hogares en los que existen problemas de conducta y marginalidad. La presencia de
conflictos intrafamiliares continuados puede ser asociado por los menores como una
forma natural de proceder, actuando como modelo, a la vez que puede condicionar que
el niño aprenda a no confiar en los demás. El rechazo social también se ha visto
vinculado al surgimiento de este trastorno, observándose que suelen tener problemas
para relacionarse y resolver problemas.

El tipo de patrón de crianza también se encuentra vinculado: padres autoritarios y


críticos con una manera de actuar punitiva o bien padres excesivamente permisivos
cuyas indicaciones son poco claras y no permiten aprender disciplina o la necesidad de
cumplir tienen mayor probabilidad de enseñar a sus hijos a actuar de manera encubierta
o a que siempre debe hacerse su voluntad. Ello no implica necesariamente un trastorno
disocial, pero puede facilitarlo.

Se ha intentado explicar también este problema como un aspecto basado en el


condicionamiento: a lo largo de su vida el menor ha observado que la realización de
actos agresivos les sirve para cumplir con sus objetivos, siendo las consecuencias de
dichos actos apetitivas inicialmente y reforzando la repetición del mismo modo de
proceder.
BIBLIOGRAFIA
Por Josephine Elia, MD, Sidney Kimmel Medical College of Thomas Jefferson
University
Última revisión completa mar 2019
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5)

TRASTORNO INTERNALIZADO

Conocer los trastornos internalizantes es muy importante, pues se trata de un subgrupo


de problemas emocionales que tienen lugar en la infancia y pasan inadvertidos con
demasiada frecuencia.
Se caracterizan por la discreción aparente con la que se presentan, pese a que el niño
que vive con ellos arrastre consigo un grado muy elevado de sufrimiento.

Los niños que los padecen pueden referir que se sienten tristes, tímidos, retraídos,
miedosos o desmotivados. Así, mientras que en el caso de los trastornos externalizantes
suele decirse que “combaten contra el mundo”, en el de los internalizantes más bien
“huyen de él”.

En general, los trastornos mentales que puede presentar un niño se agrupan en dos
grandes categorías: internalizantes y externalizantes. El criterio mediante el que se hace
semejante distinción alude a si se manifiestan a un nivel conductual (o externo) o
cognitivo (o interno), siendo más evidentes para el observador los primeros que los
segundos. No obstante, pese a esta disección de la realidad psicopatológica infantil, hay
que tener en cuenta que los unos y los otros pueden presentarse a la vez en un mismo
niño.

Tanto los padres como los profesores son muy sensibles a la expresión conductual
propia del trastorno externalizante, puesto que genera un sustancial impacto sobre el
entorno e incluso compromete la convivencia en el hogar o en el colegio. Algunos de
los problemas que se incluyen en esta categoría serían el trastorno negativista desafiante
o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (sobre todo en lo concerniente a
los excesos motrices).

En cambio los trastornos internalizantes pasan muchísimas veces inadvertidos, o llegan


a motivar diagnósticos absolutamente ajenos a lo que sucede en realidad (puesto que
tienen una expresión conductual distinta a la que se manifiesta en adultos). Es por este
motivo que raramente constituyen el motivo de consulta, y suelen descubirse a medida
que el profesional indaga en lo que el niño siente o piensa. Los más relevantes (por su
prevalencia e impacto) son la depresión, la ansiedad, el retraimiento social y los
problemas físicos o somáticos. En ellos centraremos la atención a lo largo del presente
texto.

Ansiedad
La ansiedad es un síntoma invalidante que se puede manifestar durante la infancia.
la presencia de ideas desproporcionadas respecto a un suceso que el niño siente como
amenazante y que ubica en algún momento relativamente próximo del futuro
(probabilidad de que un día se produzca la separación de sus padres, por ejemplo).
En la ansiedad infantil puede apreciarse una agudización de los miedos que son propios
de los distintos periodos de edad, y que resultan adaptativos en un primer momento. Lo
más común es que se desvanezcan a medida que progresa la maduración neurológica y
social, pero este síntoma puede contribuir a que muchos de ellos no se superen
totalmente y acaben acumulándose, ejerciendo un efecto sumativo que implica un
estado permanente de alerta (taquicardia, taquipnea, etc.).

Retraimiento social
El retraimiento social puede estar presente en la depresión y en la ansiedad infantil,
como un síntoma inherente a ellas, o presentarse de un modo independiente. En este
último caso se manifiesta como falta de interés por mantener relaciones con los
compañeros de su misma edad, por la sencilla razón de que no motivan su curiosidad.
Esta dinámica es común en el trastorno del espectro autista, que debería ser uno de los
primeros diagnósticos a descartar.

En ocasiones el retraimiento social se agudiza por la presencia de miedo asociado a la


ausencia de los padres (en el colegio) o a la creencia de que no se debería establecer
contacto con las personas desconocidas, lo que forma parte de los criterios concretos de
crianza. A veces el retraimiento social se acompaña de un déficit en habilidades básicas
de interacción, por lo que se manifiesta cierta dificultad durante los intentos de
aproximación a los demás, pese a que sean deseados.

Problemas físicos o somáticos


Los problemas físicos o somáticos describen una serie de "quejas difusas" sobre el
estado físico, muy especialmente dolor y sensaciones digestivas molestas (náuseas o
vómitos). Es también frecuente la aparición de hormigueos y de adormecimiento en las
manos o los pies, así como malestar en las articulaciones y en la zona que se ubica
alrededor de los ojos. Esta expresión clínica confusa suele motivar visitas a los
pediatras, que no encuentran una causa orgánica explicativa.
ESTO SUSEDE POR:
Cada uno de los trastornos internalizantes que se han detallado a lo largo del artículo
tiene sus propias causas potenciales. Es elemental señalar que, al igual que existen casos
en los que ocurren a la vez problemas internalizantes y externalizantes (como el
supuesto de que un niño con TDAH padezca también depresión), es posible que se den
juntas dos alteraciones de tipo internalizantes (tanto la ansiedad como la depresión se
relacionan con retraimiento social y molestias somáticas en el niño).

La depresión infantil suele ser el resultado de una pérdida, del aprendizaje social a partir
de la convivencia con alguno de los padres que padece un cuadro del mismo tipo y del
fracaso al tratar de establecer relaciones constructivas con niños de la misma edad. El
abuso físico, psíquico y sexual es también una causa muy frecuente, así como la
presencia de sucesos estresantes (mudanzas, cambios de escuela, etc.). Algunas
variables internas, tales como el temperamento, también pueden aumentar la
predisposición a padecerla.

Los síntomas físicos/somáticos difusos suelen ocurrir (descartando causas orgánicas) en


el contexto de la ansiedad o la depresión, como resultado de la anticipación o la
inminencia de un suceso que genera emociones difíciles en el niño (miedo o tristeza).
No se trata de una ficción que se instaure con el fin de evitar tales acontecimientos, sino
del modo concreto en el que los conflictos internos se manifiestan a un nivel orgánico,
destacando la presencia de las cefaleas tensionales y de las alteraciones de la función
digestiva.

SE PUEDEN TRATAR
Cada caso requiere un abordaje terapéutico individualizado que adopte un enfoque de
tipo sistémico, en el que se exploren las relaciones que el niño mantiene con sus figuras
de apego o con cualesquiera otras personas que formen parte de sus espacios de
participación (como la escuela, por ejemplo). A partir de este punto se podrán trazar
análisis funcionales dirigidos a comprender las relaciones que existen en el núcleo
familiar y las causas/consecuencias de la conducta del niño.

Por otra parte, es también importante ayudar al niño a detectar cuáles son sus
emociones, para que pueda expresarlas en un ambiente seguro y definir qué
pensamientos se pueden hallar detrás de cada una de ellas. A veces los niños con
trastornos internalizantes conviven con ideas sobrevaloradas sobre una cuestión que les
preocupa particularmente, y es posible animarles a debatir sobre este mismo extremo y a
encontrar alternativas de pensamiento que se ajusten mejor a su realidad objetiva.
En el supuesto de que los síntomas del niño se expresen a nivel físico, se puede articular
un programa dirigido a minimizar la activación del sistema nervioso simpático, para el
que se incluyan distintas estrategias de relajación. Es importante considerar la
posibilidad de que el niño juzgue adversamente las sensaciones que suceden en su
propio cuerpo (es habitual cuando sufren ansiedad), por lo que en primer lugar será
clave hablar con él sobre el riesgo real que representan (reestructuración). De lo
contrario, la relajación puede transformarse en una herramienta contraproducente.

Por otra parte, es también interesante enseñar a los niños habilidades que faciliten su
forma de relacionarse con los demás, en el caso de que no dispongan de ellas o no sepan
cómo aprovecharlas. Las más relevantes son las de tipo social (iniciar una conversación)
o las de asertividad, y además pueden ser practicadas en consulta a través de un role-
playing. En el caso de que ya disponga de estas estrategias, será necesario profundizar
en qué emociones pudieran estar inhibiendo su adecuado uso en el contexto de sus
relaciones cotidianas.

El tratamiento de los trastornos internalizantes deberá incluir necesariamente a la


familia del niño. Hacerla partícipe es fundamental, pues suele ser necesario llevar a
cabo cambios en el hogar y en la escuela dirigidos a resolver una situación difícil que
afecta a todos.

BIBLIOGRAFIA
Lozano, L. y Lozano, L.M. (2017). Los trastornos internalizantes: un reto para padres y
docentes. Padres y Maestros, 372, 56-63.

Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5)


TRASTORNO DE ANSIEDAD POR SEPARACION

Trastorno que provoca que un niño experimente una ansiedad excesiva al estar separado
de sus padres.
Los niños suelen ser más propensos a la ansiedad de separación durante los momentos
de estrés.
La ansiedad por separación no es lo mismo que el apego normal. Los niños con el
trastorno no pueden pensar en otra cosa que el miedo constante de la separación. Pueden
tener pesadillas o malestares físicos regulares. Es posible que no quieran ir a la escuela
u otros lugares.
El tratamiento incluye psicoterapia y, en algunos casos, medicamentos ansiolíticos.
Por lo general, se puede realizar un autodiagnóstico
Las personas pueden sufrir:
Estado de ánimo: ansiedad o temor
Psicológicos: depresión o miedo
También comunes: llanto, palpitaciones, pesadillas o respiración corta
Un psiquiatra infantil u otro profesional de salud mental calificado generalmente
diagnostica los trastornos de ansiedad en niños y adolescentes luego de una evaluación
psiquiátrica integral. Los padres que notan señales de ansiedad grave en sus hijos o
adolescentes pueden ayudar buscando evaluación y tratamiento tempranos. El
tratamiento temprano puede a menudo evitar problemas futuros
El proveedor de atención médica de su hijo determinará el tratamiento específico para el
trastorno de ansiedad por separación con base en:
La edad de su hijo
Su salud general y sus antecedentes de salud
La gravedad de su enfermedad
Qué tan bien pueda manejar su hijo tratamientos, procedimientos o medicamentos
específicos
Cuánto se espera que dure la afección
Su opinión o preferencia
Los trastornos de ansiedad se pueden tratar efectivamente. El tratamiento siempre debe
estar basado en una evaluación integral del niño y de la familia. Las recomendaciones
de tratamiento pueden incluir terapia conductual cognitiva para el niño. El foco debe ser
ayudar al niño o adolescente a aprender destrezas para manejar su ansiedad. El objetivo
también es ayudarle a dominar las situaciones que contribuyen a la ansiedad. Algunos
niños también se pueden beneficiar del tratamiento con antidepresivos o medicamentos
contra la ansiedad para ayudarles a sentirse más calmados. Los padres juegan un papel
de apoyo vital en cualquier proceso de tratamiento. También es posible que se
recomienden terapia familiar y una consulta con la escuela del niño.
Prevención del trastorno de ansiedad por separación
No se conocen todavía las medidas para reducir la incidencia de los trastornos de
ansiedad por separación en niños. Sin embargo, la detección e intervención tempranas
pueden reducir la gravedad del trastorno, mejorar el crecimiento y desarrollo normales
del niño y mejorar la calidad de vida experimentada por niños o adolescentes con
trastornos de ansiedad por separación.

Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5)

FOBIA SOCIAL

Trastorno mental crónico en el que las interacciones sociales causan una ansiedad
irracional.
Para las personas con trastorno de ansiedad social, las interacciones sociales cotidianas
son motivo de ansiedad irracional, miedo, timidez y vergüenza.
Los síntomas incluyen miedo excesivo a situaciones en las que uno puede ser juzgado,
inquietud por pasar vergüenza o sufrir una humillación, y preocupación por ofender a
alguien.
La terapia conversacional y los antidepresivos pueden aumentar la confianza y mejorar
la capacidad de interactuar con otras personas.
Es el trastorno de ansiedad más común y uno de los más comunes entre los trastornos
psiquiátricos. Muchos de los síntomas más frecuentes del TAS se encuentran también
en el trastorno de personalidad por evitación y existe la posibilidad de que ambas sean
conceptualizaciones alternativas de un mismo trastorno.

En la mayoría de los casos, los síntomas físicos del trastorno son: ruborización,
sudoración excesiva, temblor, palpitaciones y náusea. Por otro lado, pueden presentarse
respuestas conductuales a las situaciones temidas, como es el caso del habla acelerada, y
otras estrategias de afrontamiento. También pueden ocurrir ataques de pánico. Algunas
personas utilizan el alcohol y otras drogas para reducir sus temores e inhibiciones en
eventos sociales. Por lo anterior, las personas con este trastorno pueden sufrir
alcoholismo y otros tipos de abuso de sustancias.
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5)

TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA

Ansiedad constante y aguda que interfiere en las actividades cotidianas.


El trastorno de ansiedad generalizada puede ocurrir a cualquier edad.
Presenta síntomas similares a los del trastorno de pánico, el trastorno obsesivo
compulsivo y otros tipos de ansiedad. Los síntomas incluyen preocupación constante,
inquietud y problemas para concentrarse.
El tratamiento puede incluir psicoterapia y medicamentos, como antidepresivos.
Requiere diagnóstico médico
Presenta síntomas similares a los del trastorno de pánico, el trastorno obsesivo
compulsivo y otros tipos de ansiedad. Los síntomas incluyen preocupación constante,
inquietud y problemas para concentrarse.
Las personas pueden sufrir:
Áreas de dolor: espalda
Todo el cuerpo: aturdimiento ligero, fatiga o sudoración
Comportamiento: agitación, hipervigilancia o irritabilidad
Cognitivos: falta de concentración o pensamientos no deseados
Psicológicos: ansiedad intensa o miedo
También comunes: angustia emocional, preocupación excesiva, análisis repetido de
pensamientos, dificultad para quedarse dormido, dolor de cabeza, náuseas, palpitaciones
o temblor

El tratamiento puede incluir psicoterapia y medicamentos, como


antidepresivos.

BIBLIOGRAFIA

https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/generalized-anxiety-
disorder/symptoms-causes/syc-20360803

Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5)


Opinión personal

Estos trastornos son la causa de muchos problemas en los adolescentes y niños


hoy día, por esta razón debemos conocerlos y saber cómo tratarlos para poder
mejorar la forma de vida de quienes lo padecen.

En el trastorno negativista desafiante pude ver que si todos los padres supieran
como manejar los niños desde pequeños con terapias adecuada pueden mejorar
su vida y la de sus padres.

También en los trastornos por ansiada que puede pasar en los bebes también
debido a la falta de la madre o el padre y generar esa inseguridad.

En estos trastornos se pueden catalogar como anti sociales y es que si no son


tratados a tiempo y principalmente con la familia se puede llegar a tener una
vida llena de caos, la familia también debe ser incluida en las terapias para
obtener mayores resultados

Al fijarnos bien estos trastornos de la niñez y la adolescencia vemos que sus


síntomas son dolorosos y en algunos esos también son completamente
inadaptables para las familias y el entorno.

Cada día son más los adolescentes que se unen a bandas delictivas porque sus
familia lo echan a la calle debido a su comportamiento, si tan solo ellos
supieran que pueden ser tratados y así tener un funcionamiento normal y vivir
acorde las normas no fueran tantos los actos delictivos que suceden en nuestro
país s causa de adolescentes mal encaminados.

En este trabajo pude ver que el trastorno generalizado abarca la depresión la


ansiedad y otros más.
Adaylin Rijo 19-EPSS-1-858

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