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Del Concepto de Espacio Social

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​Salcedo, Juan (2009):”​Del concepto de espacio social​”.

Universidad de
Lancaster. Barcelona. Cap I. Pgs 257 – 274.

​EL ESPACIO SOCIAL​: Uso y Organización

Actualmente, existe un amplio consenso en considerar que el espacio geográfico, o si se


quiere, el ​espacio objeto de la geografía​, es un ​espacio social​. Es un producto de la
acción humana, de aquí que no sea un objeto dado ni preexistente a la misma, sino que
se produce socialmente y, como tal, también históricamente. Este consenso implica un
cambio muy importante respecto de las posturas tradicionales en geografía, en la
medida en que deja de suponer que a través de su estudio se dará cuenta de la realidad
en sí (lo cual se asocia, además, con el recurso al arsenal metodológico de las ciencias
naturales), para aceptar en cambio que el espacio es un objeto a ser indagado en el
marco de los procesos sociales que lo involucran, como parte de los mismos, y que esto
debe realizarse con las mismas herramientas metodológicas.

El espacio como producto social es un objeto complejo y polifacético: es lo que


materialmente la sociedad crea y recrea, con una entidad física definida; es una
representación social y es un proyecto, en el que operan individuos, grupos sociales,
instituciones, relaciones sociales, con sus propias representaciones y proyectos. El
espacio se nos ofrece, además, a través de un discurso socialmente construido, que
mediatiza al tiempo que vehicula nuestra representación y nuestras prácticas sociales.
Es un producto social porque sólo existe a través de la existencia y reproducción de la
sociedad. Este espacio tiene una doble dimensión: es a la vez material y representación
mental, objeto físico y objeto mental. Es lo que se denomina​ espacio geográfico.
(Ortega Valcárcel, 2004: 33-34 destacado nuestro)

La definición precedente es interesante por la riqueza de contenidos y porque permite


presentar, de modo resumido, resultados y aportes de diversos autores. ​Soja (1985), por
ejemplo, utiliza el término espacialidad para referirse al espacio social, también
resultado de la acción social y, al mismo tiempo, instancia o parte constitutiva de la
misma​. Esto último representa un avance conceptual significativo en la medida en que
deja de lado la posibilidad de que el espacio sea un simple reflejo de lo social; así como
la acción social transcurre en el tiempo (y estamos acostumbrados a pensar en procesos)
también se despliega en el espacio, y las características que este posee inciden o
participan en lo social, forman parte de lo social.

El espacio es material, y como tal tiene un conjunto de características que, en sí mismas,


no dependen de lo social. En primer término, sus atributos naturales, cuya existencia y
dinámica no responden a la sociedad, pero que se transforman en sociales en la medida
en que la sociedad los incorpora a su dinámica. En segundo término, la carga de
constructos y transformaciones relictos del pasado, lo que ​Milton Santos (1986)
denomina rugosidades, y que suele considerarse como tiempo pasado materializado en
el espacio; ellos pueden ser pensados como una "segunda naturaleza" que, en tanto
materializados en el espacio, y al igual que la primera, podrán intervenir en los procesos
sociales en la medida en que la sociedad los reincorpora según sus intenciones o
necesidades. ​En tercer término, la cualidad de extenso que posee el espacio material
hace intervenir la distancia​, que sumada a la cualidad de desigual distribución y
presencia de atributos en dicha extensión, imponen a las prácticas sociales una
mediación necesaria para acceder a aquellos atributos necesarios allí donde estén y
contar con ellos allí donde se los requiera. Así, podemos ver que, como espacio material
(con sus atributos) exclusivamente, el espacio no depende de lo social, sino que se
transforma en social cuando lo consideramos a la luz de sus relaciones con la sociedad,
y como tal lo abordamos para comprenderlo.

El espacio también es mental, en la medida en que los individuos lo perciben, imaginan


y valoran de modos diversos, y estas percepciones y valoraciones subjetivas también
condicionan la relación con el espacio, al igual que lo hace, por ejemplo, la presencia de
ciertos atributos naturales. Hemos visto ya los aportes realizados desde perspectivas
humanísticas en este sentido, los cuales son retomados aquí enriqueciéndose en su
articulación con la dimensión material del espacio. Y al mismo tiempo, el espacio
también sustenta un conjunto de discursos y representaciones sociales que incidirán
tanto en las formas (materiales o simbólicas) de articularse con el espacio, como en los
resultados que estas formas específicas de articulación provoquen en los procesos
sociales.

Conviene aclarar que cada uno de estos espacios (material, mental o perceptivo,
representacional) podría ser considerado en sí mismo, individualmente, y podría dar
lugar a conocimientos válidos y útiles a partir de teorías y métodos que sean adecuados.
Por ejemplo, el espacio material podría ser objeto de las ciencias naturales (o
materia de arquitectos e ingenieros), el mental de la psicología, el representacional
de la literatura. Pero todos reunidos y en interacción con lo social constituyen el
espacio social o geográfico (o espacialidad), de interés para las ciencias sociales en
general y la geografía en particular. Y es de interés para estas porque el espacio
social interviene, con sus cualidades, en lo social, dándole especificidad. Si no lo
tuviésemos en cuenta, nuestra comprensión de lo social sería parcial o insuficiente.

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