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Mateo 14

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Mateo 14:22-33

EL CONTEXTO:

Aunque Marcos 6:45-52 y Juan 6:16-21 también relatan la historia, Mateo es el


único que incluye el suceso sobre Pedro intentando caminar sobre el mar para
encontrarse con Jesús. A pesar de que Mateo usa a Marcos como una de sus
fuentes, su final es bastante diferente. En Marcos, la historia concluye con los
discípulos pasmados, sin entender, y endureciendo sus corazones. En Mateo,
los discípulos alaban a Jesús y reconocen que es el Hijo de Dios.

Esta historia es similar a la de Mateo 8:23-27, donde una tormenta amenazaba


con hundir la barca mientras Jesús dormía. En esa historia, Jesús reprende a
los vientos y al mar, y estos le obedecen. En ambas historias:

• Los discípulos están en la barca.

• En un sentido Jesús está ausente de los discípulos. En Mateo 14, Jesús


manda que sus discípulos se adelanten solos. En Mateo 8, Jesús estaba en la
barca, pero estaba dormido.

• Los discípulos son atrapados por la tormenta y tienen miedo.

• Jesús usa la palabra oligopistos (“de poca fe”) para reprender a sus


discípulos.

• Los discípulos se asombran del poder de Jesús. En el relato de Mateo 8, ellos


preguntan “¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y la mar le obedecen?”
En el relato de Mateo 14, ellos dicen “Verdaderamente eres Hijo de Dios”.

Mateo está escribiendo su evangelio cuando los cristianos están siendo


perseguidos. Para ese tiempo, lo más seguro es que Pedro ya fue crucificado.
Las historias sobre la tormenta en el mar, está abordando los asuntos del
peligro, el miedo y la fe. Este pasaje dio consuelo a los primeros cristianos.
Mientras que no se les ahorraba el sufrimiento y la muerte, ellos estaban
confiados en que Cristo los salvaría incluso si tuvieran que morir.

MATEO 14:22-23, SUBIÓ AL MONTE A ORAR

APARTADO

22Y luego Jesús hizo á sus discípulos entrar en el barco, é ir delante de él á la


otra parte del lago, entre tanto que él despedía á las gentes. 23Y despedidas
las gentes, subió al monte, apartado, á orar: y como fue la tarde del día, estaba
allí solo.
Jesús hace (griego = enankasen, obliga) a los discípulos entrar en la barca e ir
a la otra ribera. Aquí los discípulos no estaban rebelándose o temerarios, sino
obedientes. Las dificultades que experimentan en el mar no son provocadas
por ellos, sino que surgen del cumplimiento del mandato de Jesús.

Jesús despide a la multitud y se va al monte a orar. Estar en el monte señala


que este es un momento importante para Jesús. Ya antes trató de buscar un
momento de soledad, pero la multitud lo interrumpió (14:13). Ahora encuentra
la oportunidad para orar. Mateo nos dice que estaba “apartado” y “solo”
enfatizando la naturaleza solitaria de su oración.

Solamente aquí y en el huerto de Getsemaní (26:36) es que Mateo nos dice


que Jesús estaba en oración. Ambos eran momentos difíciles. Aquí, Herodes
ha puesto su atención en Jesús de una manera no favorable (14:1-12). En
Getsemaní, Jesús se preparaba para morir.

MATEO 14:24-27: ¡CONFIAD, YO SOY, NO TENGÁIS

MIEDO!

24Y ya el barco estaba en medio del mar, atormentado de las ondas; porque el
viento era contrario.25Mas á la cuarta vela de la noche, Jesús fue á ellos
andando sobre la mar. 26Y los discípulos, viéndole andar sobre la mar, se
turbaron, diciendo: Fantasma es. Y dieron voces de miedo. 27Mas luego Jesús
les habló, diciendo: Confiad, yo soy; no tengáis miedo.

La barca ya estaba lejos de la costa (griego = studious pollous, muchos


estadios). Un estadio mide cerca de 180 metros, y Juan nos dice que los
discípulos ya estaban a veinticinco o treinta estadios, cerca de seis kilómetros,
de la costa (Juan 6:19). Esto los colocaba casi en medio del mar. Estar en un
bote, lejos de la costa, en medio de una tormenta en una pequeña barca es
algo muy atemorizante; pero ni Mateo ni Juan nos dicen que los discípulos
tienen miedo por la tormenta. Tal vez estaban exhaustos, sin embargo, ya que
era temprano por la mañana (griego= tetarte de phulake tes nuktos, en la
cuarta vigilia de la noche). La cuarta vigilia es entre las tres y seis de la
mañana, y los discípulos han ido de un gran día con la multitud (la alimentación
de los cinco mil) directamente a la barca en medio de la tormenta. No
solamente habían estado despiertos por muchas horas, sino que también es un
trabajo desgastante mantener una pequeña barca a flote y en curso en el mar y
en medio de una tormenta.

Tener dominio sobre el mar es la prerrogativa de Dios. Las Escrituras Hebreas


(el Antiguo Testamento) nos dicen sobre Dios caminando sobre las aguas o
abriendo camino a través de las aguas para los israelitas (Job 9:8; 38:16;
Salmo 77:19; Isaías 43:16; 51:9-10; Habacuc 3:5), pero nunca de un hombre
caminando sobre las aguas. Al caminar sobre las aguas, “Jesús hace lo que
solamente Dios puede hacer, y habla con la voz de Dios, ‘Yo soy’” (Boring,
328).
Jesús viene caminando sobre el mar hacia donde están los discípulos. Mateo
ha identificado a Jesús como Emmanuel, Dios con nosotros (1:23); y esta
historia refuerza ese papel. Como ya se notó antes, en el tiempo en que se
escribió este evangelio, la iglesia de Mateo está luchando con la tormenta de la
persecución. Estos cristianos no se están rebelando, pero están
temerosamente sirviendo a Dios. La historia de los discípulos en el mar, por lo
tanto, refleja exactamente la situación de la iglesia de Mateo. Mantiene la
promesa de que Jesús viene a los cristianos en medio de la tormenta, de que la
tormenta no es la última palabra, que Cristo está presente con nosotros en
medio de la tormenta y nos redime, nos salva de ella.

Los estudiosos de la Biblia se han preguntado si esta historia es verdadera


históricamente. Algunos han propuesto que Jesús estaba caminando sobre un
banco de arena cerca de la costa. Sin embargo, esta historia claramente coloca
a Jesús bastante alejado de la costa, y estos hombres, experimentados en el
mar, no podían ser fácilmente engañados. Otros han propuesto que esta
historia está mal colocada, y en realidad es una historia acontecida después de
la resurrección. Estas personas se sienten más cómodas con la idea de que un
Jesús resucitado podía caminar sobre el agua, más que un Jesús de antes de
la resurrección. Esa distinción, sin embargo, no parece muy apelante.

La verdadera pregunta es si Jesús realmente obraba milagros. Si podía sanar a


los enfermos sin medicinas y alimentar a la hambrienta multitud con solamente
un poco de comida, entonces no hay razón para creer que no podía caminar
sobre el agua. Si los milagros no son verdaderos, entonces tenemos que
cuestionar la resurrección. Si la resurrección es falsa, el centro mismo de la fe
está hueco y entonces lo único que nos queda es cerrar las iglesias. Nos
ponemos a nosotros mismos en un terreno resbaladizo cuando negamos la
realidad de los milagros.

No hay manera de probar definitivamente que Jesús realizó milagros; creer en


los milagros y la resurrección es asunto de fe y no de pruebas. La mejor
evidencia de los milagros es de experiencia. Es decir, el efecto que estos
milagros, particularmente la resurrección, tuvo en la vida de los primeros
discípulos y los cambios que vemos en nuestras vidas y las vidas de otros
como resultado de su/nuestra relación con Cristo.

Cuando los discípulos ven a Jesús experimentan temor. La tormenta, aunque


peligrosa, es algo familiar. Los discípulos saben qué esperar de una tormenta y
qué hacer para mantener la barca a flote. Pero no saben nada de hombres
caminando sobre el mar y lejos de la costa, y tienen miedo de que estén viendo
un fantasma. La amenazante presencia de Herodes fue mencionada justo
antes de la alimentación de los cinco mil (14:1-12). De hecho, se deben estar
preguntando si, en las pocas horas desde que se hicieron a la mar en la barca,
Herodes haya podido asesinar a Jesús. Eso concuerda bien con su comentario
de que a quien ven es al fantasma de Jesús.

Jesús responde con una declaración triple: “¡Confiad, yo soy, no tengáis


miedo!”
• Aquí Jesús utiliza la primera frase “Tened ánimo” (griego = tharseite, tener
valor, tener ánimo) en otras partes de este evangelio para alentar al paralítico
(9:2) y a la mujer con hemorragia (9:22). Usada aquí no es una reprimenda sino
una palabra de aliento

• La segunda frase, “yo soy” (griego = ego eimi, literalmente “yo soy”) es el


nombre de Dios (Éxodo 3:14). Las palabras parecen estar cerca del centro de
este evangelio (capítulo 14 de 28), y tratan con el asunto central de este
evangelio: la identidad de Jesús. Él es el Hijo de Dios (4:3, 6; 8:29; 14:33;
26:63; 27:40, 54). Él es Emmanuel, Dios con nosotros (1:23).

• En este Evangelio, un ángel usa la tercera frase, “no tengáis miedo” (griego


= me phobeisthe) para afirmar a José (1:20) y a las mujeres en la tumba vacía
(28:5, 10). Jesús las usa para afirmar a los Doce cuando los envía a su misión
(10:26, 8, 31) y a los discípulos en el Monte de la Transfiguración (17:7). Una
vez más, estas palabras son de aliento y no de reprensión.

Esta historia reafirma a la iglesia de Mateo que, incluso en medio de la


persecución, no tienen por qué temer, Jesús está presente en medio de ellos. A
nosotros nos ofrece la misma seguridad en tiempos de enfermedad, muerte,
persecución, o cualquier otro problema. Nos prepara para los tiempos cuando
las cosas están yéndose mal o no van bien. La adversidad no es una señal del
disgusto de Dios ni la prosperidad lo es del favor de Dios. La riqueza no es
igual al favor de Dios, ni la pobreza a su disgusto. La enfermedad no es una
señal de una fe pobre o inadecuada, ni la salud de una gran fe. Jesús dice que
Dios “hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos é
injustos” (5:45). Paradójicamente, las tormentas de la vida pueden ser señal
de bendición. Cuando las cosas van marchando mal, nuestros corazones están
más receptivos a Jesús. Un corazón quebrantado frecuentemente es una
puerta a través de la cual Cristo puede entrar. Él continúa viniendo a nosotros
en medio de nuestros problemas diciendo, “¡Confiad, yo soy, no tengáis
miedo!”

MATEO 14:28-31: HOMBRE DE POCA FE, ¿POR QUÉ

DUDASTE?

28Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tú eres, manda que yo vaya á


ti sobre las aguas. 29Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba
sobre las aguas para ir á Jesús. 30Mas viendo el viento fuerte, tuvo miedo; y
comenzándose á hundir, dio voces, diciendo: Señor, sálvame. 31Y luego
Jesús, extendiendo la mano, trabó de él, y le dice: Oh hombre de poca fe, ¿por
qué dudaste?

Este es el único Evangelio que cuenta la historia de Pedro y Jesús:

• Esta es, en parte, la historia de Pedro, un impetuoso hombre cuya


espontaneidad no se iguala a su estabilidad. Como la semilla sembrada en
suelo pedregoso, él brota rápidamente, pero muere igual de rápido. El salta
antes de mirar, inesperadamente se da cuenta del peligro, y entonces vacila.
Debemos hacer notar que ver a Jesús resucitado pronto transformará a Pedro.
Después de la resurrección, Pedro dejará de ser una piedrecilla y se convertirá
en una roca, como su nombre lo sugiere.

• Es, en parte, la historia de un hombre probando a Dios. Pedro comienza


diciendo “Señor, si tú eres,” haciendo eco a la tentación demoníaca “Si eres
Hijo de Dios, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” (4:3, 6). El discípulo le
está diciendo al maestro qué hacer, si, en verdad, es el maestro y no un
fantasma.

• Es, en parte, la historia de un discípulo pidiendo permiso del maestro. Pedro


pide un mandato, y actúa solamente una vez que el maestro le da ese
mandato.

• Es, en parte, una historia que tiende un puente entre la desesperación de los
temerosos discípulos de versículo 26, y la fe de los discípulos que adoraban de
versículo 32.

• En su contexto más amplio es la historia de la iglesia de Mateo, temerosa y


confundida, buscando algo de donde sostenerse en medio de su sufrimiento.

• En su contexto más amplio es la historia de cada cristiano – la nuestra


también — cuando nos balanceamos entre la duda y la fe, algunas veces
viendo la tormenta, y otras viendo a Jesús.

Para Pedro, este es un momento tanto de debilidad como de fortaleza. Duda,


pero quiere creer. Teme, pero sale de una muy buena barca a enfrentar la
tormenta. Comienza a caminar, pero se distrae por los fieros vientos. Cuando
comienza a hundirse grita “¡Señor, sálvame!”, y con ello expresa su fe incluso a
pesar de su miedo.

Ninguno de los Evangelios nos dice qué tanto avanzó Pedro caminando sobre
el agua, pero cuando flaquea, está lo suficientemente cerca de tal forma que
Jesús puede estirarse y sostenerlo. Jesús le dice“¡Hombre de poca fe! ¿Por
qué dudaste?” Este es el único lugar en que Jesús aplica lo de “poca fe” a uno
de sus discípulos más que a todo el grupo. Notemos que Jesús primero salva a
Pedro, y solamente después lo reprende.

MATEO 14:32-33: LOS QUE ESTABAN EN LA BARCA

LO ADORARON

32Y como ellos entraron en el barco, sosegóse el viento. 33Entonces los que


estaban en el barco, vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres
Hijo de Dios.
Cuando se metieron a la barca, el viento cesó. Al interpretar esto como una
parábola de la iglesia perseguida de Mateo, que cesen los vientos es una
promesa de que la persecución eventualmente también se detendrá.

Los discípulos adoran a Jesús diciendo “Verdaderamente eres Hijo de Dios”.


“El misterio de la persona de Jesús está comenzando a filtrarse” (Bruner, 535).
En este evangelio escuchamos proclamar la relación filial de Jesús por una voz
del cielo (3:17), en la confesión de Pedro (16:16), y por el centurión romano
junto a la cruz (27:54). La identidad de Jesús es una preocupación mayo de
este Evangelio.

Como ya se hizo notar antes, el final de esta historia es muy diferente al del
Evangelio de Marcos, donde los discípulos terminan confundidos y con el
corazón endurecido.

ACABA CON LA TENTACIÓN


Mateo capitulo 4
Si bien Jesús fue un gran hombre de oración, pero no todo fue fácil para el
Señor, si bien sabemos que nuestro Señor ayuno 40 días y 40 noches y
cuando termino su ayuno dice la palabra que tenia hambre y entonces
vino el tentador.

Jesús el maestro estuvo en una comunión con el padre apartado de todos


en una soledad con el padre en oración, debemos saber que en cualquier
momento seremos tentados y debemos estar sumamente preparados
para toda tentación (San Juan 10:10) el enemigo vino para destruirnos
mediante las pruebas, debemos tener en cuenta que Cristo nos dejo un
método importante para no caer en la tentación.

1._ Dominando nuestro cuerpo

(2 Timoteo 1:7) si bien la biblia nos dice que Dios nos ha dado un espíritu
de dominio propio, si bien nuestra lucha es constante pero podemos
vencerlas, no debemos dejarnos oprimirnos, no debemos dejarnos vencer,
por un enemigo que es derrotado y que nosotros somos más que
vencedores, si bien el primer campo de batalla es la mente y si podemos
vencer en ese campo podemos vencer en los otros.

Sabemos que no podemos hacerlo con nuestras fuerzas, pero si Cristo nos
ayuda podemos vencer las tentaciones, (Filipenses 4:13) nos dice que todo
podemos en Cristo que si nosotros confiamos en Dios podemos lograr
vencer la pruebas, las luchas, las aflicciones, etc.

2._ Mantente fiel a Dios

(Santiago 4:7) la biblia habla de que debemos mantenernos fiel a Dios


para poder acabar con las tentaciones, si nos mantenemos fiel podemos
vencer las tentaciones sin importar cuan difíciles serán, (Romanos 12:21)
debemos vencer las tentaciones con buenos pensamentos.

La oración como arma contra la tentación

En la batalla contra la tentación, no importa su tipo, la oración es


un arma de la que nosotros no podemos prescindir. El propósito de la
tentación es atraparnos para alejarnos de Dios. La oración, la comunión
con Dios, es exactamente lo contrario: mantiene abiertos los canales de
comunicación con nuestro Padre. ¡Oh, cuanto consuelo y amor
provienen del Padre y cuanto apoyo encuentran los que resisten al
enemigo cuando acuden a Él en oración!

La noche en que el Señor Jesús fue capturado, en el jardín de


Getsemaní, dijo a sus discípulos:

Mateo 26:41
“Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad
está dispuesto, pero la carne es débil.”

Lucas 22:40
“Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: —Orad para que no entréis en
tentación.”

Lucas 22:46
“y les dijo: —¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis
en tentación.”
La tentación es descrita aquí como algo en lo que los discípulos
podrían caer y para ello la respuesta adecuada sería la oración. Luego,
oración y tentación se colocan una contra la otra. “Oren para que no
caigan en tentación”, dijo el Señor. Obviamente, si ellos no oraban
efectivamente caerían en tentación. Oración, comunión con Dios,
mantener los canales de comunicación abiertos y recibir de Él el coraje
y apoyo necesario por medio de la oración, es un escudo de protección
contra la tentación. Eso no necesariamente significa que la tentación
no vendrá, pero lo que de seguro significa es que cuando/si llega, nos
hallará inquebrantables en la fe en vez de listos para caer en su trampa.

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