La Caricia Más Profunda, Julio Cortázar
La Caricia Más Profunda, Julio Cortázar
La Caricia Más Profunda, Julio Cortázar
Esa noche tuvo una pesadilla y se despertó gritando con la boca llena de
tierra; no era tierra, apenas saliva y mal gusto y espanto. En la
oscuridad pensó que si se quedaba en la cama podría seguir creyendo
que eso no había sido más que una pesadilla, pero que bastaría ceder
por un solo segundo a la sospecha de que en plena noche se había
levantado para ir al baño y se había hundido hasta el cuello en el piso,
para que ni siquiera la cama pudiera protegerlo de lo que iba a venir. Se
convenció poco a poco de que había soñado porque en realidad era así,
había soñado que se levantaba en la oscuridad, y sin embargo cuando
tuvo que ir al baño esperó a estar solo y se pasó a una silla, de la silla a
un taburete, desde el taburete adelantó la silla, y así alternando llegó al
baño y se volvió a la cama; daba por supuesto que cuando se olvidara
de la pesadilla podría levantarse otra vez, y que hundirse tan sólo hasta
la cintura sería casi agradable por comparación con lo que acababa de
soñar.