Cultura de Paz
Cultura de Paz
Cultura de Paz
es una idea que puede ser comprendida con cierta facilidad gracias a los
imaginarios colectivos en los que se apoya la necesidad de una cultura con
capacidad de orientar e implementar un mundo mas pacifico. Creemos que la
mayor parte de la historia de la humanidad ha sido dirigida por la paz. La Cultura
de Paz es rápidamente aceptada, lo que se convierte en una gran ventaja. La
complejidad en que estamos insertos y pensar que Cultura de Paz son todas
aquellas acciones que promocionen los mayores equilibrios posibles.
La Declaración de Naciones Unidas es ante todo una declaración de intenciones
que no tenían pretensión, lógicamente, de construir un modelo antropológico u
ontológico de los seres humanos, ni sobre los conflictos, la paz, la violencia , las
mediaciones o sobre el poder de la cultura de paz, ni por supuesto un análisis de
la coyuntura internacional. Anqué, obviamente, si lleva implícito un
posicionamiento de todos estos asuntos.
1. La Cultura de Paz para las Naciones Unidas
La Paz y la Cultura de Paz esta indudablemente ligada a los seres humanos, sin
embargo no siempre ha sido reconocida pública y políticamente como un
instrumento de gestión de los conflictos humanos. Quizás haya sido en el siglo XX,
después de que pusieron fin a las guerras.
Esta idea fue difundida por la Unesco a partir de 1989, aunque había sido utilizada
por otros autores (Adams, 2003) en la declaración de su constitución se
manifestaba: “…en consecuencia, crean por la presente la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, con el fin de alcanzar
gradualmente, mediante la cooperación de las naciones del mundo en las esferas
de la educación, de la ciencia y de la cultura, los objetivos de paz internacional y
de bienestar general de la humanidad…”
I. INTRODUCCIÓN
En los umbrales del siglo XXI, la humanidad misma constituye la más grande
amenaza a su propia existencia. La proliferación de armas nucleares de la Guerra
Fría ha cedido su lugar a una perspectiva igualmente consternante: la amenaza
constante de conflictos étnicos, la violencia y la inestabilidad entre y en el interior
de los países. Los efectos derivados incluyen la degradación del medio ambiente,
la pobreza, la superpoblación, las migraciones y los desplazamientos masivos, así
como los costos sociales de poblaciones asediadas y heridas por la guerra,
carentes de la infraestructura o la voluntad para construir sobre la destrucción y
los trastornos ocasionados por la guerra.
En todo el mundo, las comunidades desgarradas por la guerra buscan bías para
restaurar la paz y la justicia social. En este contexto, la paz debe percibirse como
un proceso más amplio y dinámico. La paz demanda relaciones no violentas no
sólo entre los Estados, sio también entre los individuos, los grupos sociales, entre
un Estado y todos sus ciudadanos, así como entre los seres humanos y su medio
ambiente.
El desafío más inmediato y visible es encontrar nuevos métodos para enfrentar los
problemas creados por la actual situación mundial. La UNESCO está reorientando
sus estrategias operacionales teniendo en cuenta esta sistuación, y está buscando
modos nuevos y apropiados para reforzar los constructos de la paz en la mente de
hombres y mujeres.
Principios básicos
Cuestiones relacionas
»El objetivo de la12 Mateos García: Luego una cultura de paz requiere un
paz es un cambio profundo en la manera de vivir, tanto a escala
objetivo a largo cotidiana como a escala internacional, y está asociada,
plazo que inevitablemente, a »cultura de guerra y dominación«, que es
supone la que durante siglos ha imperado en el mundo. Se trata,
establecer un pues, de invertir el orden: una cultura de paz en vez de una
estrecho vínculo cultura de guerra, convertir las acciones y actitudes de
entre paz, dominación y violencia, en actitudes de diálogo,
desarrollo, coparticipación y apertura. Para lograr este giro
justicia y copernicano, si me permite la expresión, ¿qué condiciones
democracia. Es se requieren?, ¿a qué plazo?, ¿con qué medios?
lo que denomino
13 Mayor Zaragoza: El objetivo de la paz es un objetivo a
›triángulo
largo plazo que supone establecer un estrecho vínculo entre
interactivo‹.«
paz, desarrollo, justicia y democracia. Es lo que denomino
»triángulo interactivo«, que sólo es efectivo cuando tiene
como eje central la educación y por motivación profunda la
solidaridad y el sentimiento de justicia. No es posible una
cultura de paz sin la intervención de estos otros elementos
que ayudan a su construcción, que podrían concretarse en
estos tres pilares: desarrollo, democracia y educación.
14 Desarrollo endógeno y exógeno, es decir, unas
condiciones económicas mínimas que puedan erradicar el
hambre y la pobreza en el mundo. La ayuda pública
internacional al desarrollo no solo no ha aumentado sino que
ha disminuido: mientras esto siga así no estaremos en
condiciones de afrontar el reto de la paz aunque sea a largo
plazo. Mientras imperen las diferencias económicas cada
vez más extremas entre los pueblos, mientras no logremos
una más justa distribución de las riquezas, mientras el
hambre y la malnutrición existan en el mundo, no podremos
pensar en la paz, no estaremos en una cultura de paz.
15 Democracia: además hemos de resolver
democráticamente los problemas causados por el ascenso
de los nacionalismos exacerbados, de los fundamentalismos
y de los conflictos étnicos, que están dominando a un
mundo cada vez más fragmentado, en el que las
desigualdades se agrandan vertiginosamente. Pero
democracia exige, a su vez, desarrollo y educación, de ahí
la interactividad de los tres vértices del triángulo.
16 En cuanto a la educación, ya sabe que para mí es una
preocupación primordial. Es, en primer lugar, formación,
información e igualdad de oportunidades, de acuerdo; pero
más que eso es lo que entendió magistralmente Giner de los
Ríos, »el proceso a través del cual logramos dirigir con
sentido nuestra propia vida«. Yo lo llamo »soberanía
personal«. Creo que educación significa que uno es uno
mismo, la »mismidad« de la que hablaba Zubiri. Esto es, no
ser una marioneta de nadie, ser capaz de actuar por
nosotros mismos, o lo que viene significando desde la
Ilustración, »ser mayores de edad«, responsables,
autónomos y solidarios al mismo tiempo. Sólo desde la
educación así entendida puede emprenderse una tarea tan
descomunal como el cambio que estamos exigiendo, como
el reto que nos espera, un giro profundo en el rumbo del
mundo, ese »giro compernicano«, como usted muy bien ha
dicho.
Educación e interculturalidad
»Hay que formar20 Mateos García: Una educación así entendida parece
a cada individuo apoyarse en un cierto »universalismo«, al menos de una
en el respeto de serie de valores y conceptos sobre lo que entendemos y
los derechos queremos lograr a través de la educación: la dignidad de la
humanos y en la persona, el reconocimiento de una serie de derechos
comprensión fundamentales, el acceso a la formación y a la información
multicultural, en igualdad de oportunidades, etc. Estos valores y derechos
transmitiendo y de clara inspiración racionalista occidental, están aún lejos
compartiendo de ser ni aún siquiera un atisbo de realidad en grandes
conocimientos zonas del planeta. ¿Cómo, entonces, puede conciliarse una
entre culturas y educación así entendida, con pretensiones de universalidad
en muchas cuestiones, con una convivencia multicultural en
sociedades ocasiones contraria al reconocimiento de ciertos valores
diferentes.« esenciales?. ¿Cómo puede abordarse la multiculturalidad
desde el concepto de educación que usted demanda?
21 Mayor Zaragoza: La educación debe poner de manifiesto
la riqueza que representa la diversidad de nuestro mundo e
inculcar actitudes positivas ante la misma. Según René-Jean
Dupuy, se trata de »mirar al otro y verlo vivir con una
curiosidad que se muestra abierta para comprenderlo mejor,
para tratar de captar por qué vive, cómo vive, cuáles son las
razones históricas, sociológicas, religiosas, y cómo, por
tanto, asume así el misterio de su existencia«. Esta mirada
de apertura y de diálogo está en la base de la promoción de
una cultura de paz y de una actitud de aceptación mutua de
las diferencias.
22 Desde mi punto de vista, la enseñanza debe combinar la
educación para la ciudadanía, es decir, para la participación,
y la educación para la paz y por ende de la tolerancia. Hay
que formar a cada individuo en el respeto de los derechos
humanos y en la comprensión multicultural, transmitiendo y
compartiendo conocimientos entre culturas y sociedades
diferentes.
23 Lo que pretendemos es una educación para todos, de
todos y durante toda la vida, que permita enseñar los
valores del diálogo, de la concertación y de la no violencia, y
edificar una nueva ética que será por fuerza una ética del
futuro. En la que, fundamentalmente, se entienda que los
problemas más acuciantes de la humanidad hoy, son
problemas de todos, y por lo mismo incumbe a todos su
resolución. Esto es lo que la educación puede hacer por
nosotros, una educación que no puede ser etnocentrista,
sino multiculturalista en los términos que he tratado de
decirle.
Definición.
Como pueden apreciar la cultura de paz integra varios temas como los derechos
humanos, las leyes, el desarrollo sostenible, la diversidad cultural y otros que
tienen como principal objetivo sentar las bases para la NO VIOLENCIA, es decir
la paz.
Indice
1. Introducción
2. De qué hablamos cuando hablamos de Paz
3. Algunas implicaciones del concepto de paz en la educación
4. Cultura de paz y educación: implicaciones mutuas
5. Bibliografía
1. Introducción
"La educación del futuro deberá ser una enseñanza primera y universal centrada
en la condición humana. Estamos en la era planetaria; una aventura común se
apodera de los humanos donde quiera que estén. Estos deben reconocerse en su
humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente a
todo cuanto es humano" (Edgar Morin, 1999)
Tal vez sea precisamente en el reconocimiento recíproco de la condición humana
donde reside el fundamento de una cultura universal, conformada colectivamente,
que aspira a resolver las problemáticas y retos del futuro desde una forma de
gobierno fundada en la justicia. Por otro lado, es evidente que la educación -
cualquiera que sea su definición o función social establecida- es una tarea
humana, centrada en el diálogo entre los actores, dirigida a aquel aprendizaje que
favorece la comprensión del mundo, un mayor desarrollo de la personalidad de
cada cual y la mejor forma posible de utilizar las capacidades (individuales y
colectivas) para abordar con creatividad y éxito los problemas reales de una
sociedad sometida a acelerados y constantes cambios.
Reconocernos en nuestra humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la
diversidad cultural inherente a todos plantea diversas cuestiones que la educación
debe responder. Una de estas interrogantes es cómo llegar a ese reconocimiento
a través del diálogo como método para tomar conciencia de nuestra realidad
común y a la vez diversa; y también como condición necesaria para construir un
saber o conocimiento útil. Es decir, cómo favorecer una educación caracterizada
por tres tipos de relaciones:
Dialógica o comunicativa como instrumento de descubrimiento compartido del
saber;
Igualitaria como intercambio de percepciones, emociones, sentimientos e ideas
de lo que somos y a lo que aspiramos, basado este intercambio en el respeto de la
dignidad humana y en la diversidad cultural;
Contextual o histórica que construye la realidad y sus posibilidades de mejora
partiendo de las preocupaciones reales de los que educan y se educan.
Por otro lado, no podemos olvidar que ese saber conveniente y perdurable
fundado en el conocimiento de la condición humana y de sus posibilidades
transformadoras, esencia básica de la educación, está unido de manera
inexorable al universo de los valores: al modo cómo percibimos el mundo, lo
organizamos y nos situamos en él estableciendo un conjunto de reglas y normas
para dirimir los conflictos de relaciones que se dan en el mismo; y, codificando las
prioridades de nuestras acciones en función del grado de satisfacción de nuestras
necesidades humanas básicas. Es por ello que la educación no puede ni debe
acontecer al margen de la dimensión ética; pues educar, según Victoria Camps
(1994), es: " formar el carácter, en el sentido más extenso y total del término:
formar el carácter para que se cumpla un proceso de socialización imprescindible,
y formarlo para promover un mundo más civilizado, crítico con los defectos del
presente y comprometido con el proceso moral de las estructuras y actitudes
sociales". ¿Cuáles deben ser los valores mínimos universalizables y
consensuados que posibilitan el reconocimiento de lo que como seres humanos
nos hace semejantes y, a la vez, diferentes? Atendiendo a las cuestiones
anteriores, tres son pues, de partida, los desafíos que la sugerencia de Morin nos
plantea:
1/ Reflexionar sobre la mejor forma de poner la educación al servicio de la
Humanidad, como meta, que recomienda una profunda reflexión sobre la finalidad
misma de la educación, desde la perspectiva política de la formación de una
ciudadanía responsable, en un mundo globalizado y en permanente cambio. Se
trataría, en primer lugar, de asegurar el pleno ejercicio de los derechos
democráticos y la cohesión social a través de la participación; las competencias
básicas para una ciudadanía informada y responsable; la construcción de una
cultura científica para todos; el cultivo de los valores y actitudes de aprecio de si
mismo y de los otros, como base de la convivencia y la paz; y los procedimientos
para seguir aprendiendo y accediendo al conocimiento a lo largo de toda la vida.
Por otro lado, esta educación debe mantener un adecuado equilibrio tanto en su
dimensión humanista como tecno-científica, considerando las necesidades de los
individuos y las demandas sociales. Y por último, la revisión y actualización
periódica del currículo, en su concepción más amplia, para permitir el desarrollo de
las dimensiones señaladas.
2/ Considerar la educación como un proceso caracterizado por una especial
relación comunicativa o aprendizaje dialógico, sostenido por los principios de
igualdad y no-discriminación cuyo fin no es exclusivamente la transmisión de
conocimientos, sino la construcción colectiva de los mismos, desde el
reconocimiento y respeto a la diversidad, guiada por la búsqueda de soluciones
reales y posibles a las problemáticas a las que las sociedades, según su contexto,
deben dar respuesta. O dicho a la manera de Adela Cortina (1996): "La educación
del hombre y del ciudadano ha de tener en cuenta, por tanto, la dimensión
comunitaria de las personas, su proyecto personal, y también su capacidad de
universalización, que debe ser dialógicamente ejercida, habida cuenta que
muestra saberse responsable de la realidad, sobre todo de la realidad social,
aquel que tiene la capacidad de tomar a cualquier otra persona como un fin, y no
simplemente como un medio, como un interlocutor con quien construir el mejor
mundo posible".
3/ Enseñar la condición humana teniendo presente su naturaleza como unidad
compleja que traducido al ámbito educativo significa abordar la transversalidad
como un elemento diferenciador e innovador de una educación orientada por una
visión holística del ser humano y del mundo. Visión que por la misma razón, en los
niveles más concretos de la educación, implica una organización escolar más
abierta y estrechamente coordinada con otros ámbitos sociales.
En síntesis, se trata de recuperar el valor de la humanidad a través de la
educación para hacer frente a los retos del futuro desde el aprendizaje de una
cultura universal. Pero no de una cultura cualquiera, sino una cultura fundada en el
conjunto de esos valores compartidos por todos inspirados en un deber ético y una
necesidad y realidad social: convivir en paz.
Manifiesto de Sevilla
Diecisiete especialistas mundiales representantes de diversas disciplinas
científicas se reunieron en mayo de 1986 en la capital andaluza. Fruto de esta
reunión es el llamado Manifiesto de Sevilla que ha permitido avanzar en la
concepción de violencia al considerarla como un ejercicio de poder, refutando el
determinismo biológico que trata de justificar la guerra y a legitimar cualquier tipo
de discriminación basada en el sexo, la raza o la condición social. La violencia es,
por consiguiente evitable y debe ser combatida en sus causas económicas,
sociales y culturales. En el Manifiesto se declara que es científicamente incorrecto:
Afirmar que el ser humano haya heredado de sus ancestros los animales la
propensión de hacer la guerra, puesto que es un fenómeno específicamente
humano, producto de la cultura; Pretender que hemos heredado genéticamente la
propensión de hacer la guerra, puesto que la personalidad está determinada
también por el entorno social y ecológico; Inscribir la violencia en la selección
realizada, a través de nuestra evolución humana, a favor de un comportamiento
agresivo en detrimento de otros tipos de conducta posibles como la cooperación o
la ayuda mutua; Afirmar que la fisiología neurológica nos obliga a reaccionar
violentamente, puesto que nuestros comportamientos están modelados por
nuestros tipos de acondicionamiento y nuestros modos de socialización; Decir que
la guerra es un fenómeno instintivo que responde a un único móvil, pues la guerra
moderna pone en juego tanto la utilización de una parte de las características
personales (obediencia ciega o idealismo) y aptitudes sociales como el lenguaje
como planteamientos racionales (evaluación de costes, planificación, tratamiento
de la información).
una ruptura con las concepciones anteriores de la paz como algo perfecto y
no alcanzable en el día a día;
el reconocimiento de las realidades, prácticas y acciones pacifistas y sus
capacidades para actuar y transformar su entorno más cercano;
la anticipación y planificación de los posibles futuros conflictivos.
Dependiendo del concepto de paz que adoptemos, así resultará un modelo más o
menos acertado de educación para la paz. Es evidente que esta educación no
puede reducirse a la mera transmisión de aquellos contenidos relativos a la paz,
sino que desde una dimensión global debe repercutir en todo el currículo
entendido este como todo aquello que el medio ofrece a los individuos como
posibilidad de aprender tanto en el seno de las instituciones educativas como
fuera de ellas. Por esta misma razón debe formar parte integral e integrada de
todo el sistema educativo, no como una actividad aislada u ocasional motivada por
la celebración de una efemérides o años internacionales, sino como elemento
esencial de todo proyecto educativo que pretenda ponerse al servicio de la
humanidad. Dicho proyecto educativo, fruto de la reflexión y del compromiso de
todos los miembros de la comunidad educativa, debe fundarse en una
terminología clara y correcta de la noción de paz. Un proyecto sostenido por la paz
negativa tenderá a fortalecer la norma y el orden institucional para evitar de este
modo cualquier alteración de lo que se entienda por convivencia. Y estará más
centrada en los procesos de transmisión del conocimiento otorgado (científico) que
en los procesos colectivos de aprendizaje; más en la obediencia de las normas
establecidas que en la regulación pacífica de los conflictos. Por el contrario, un
proyecto educativo elaborado desde una perspectiva de la paz positiva e
imperfecta tenderá a valorar todas las acciones pedagógicas caracterizadas por
aquella convivencia donde los conflictos se resuelven favorablemente para todos y
no exagerará excesivamente las perturbaciones o violencias que en el seno de la
organización se produzcan como un rasgo constante y esencial de la misma. Y
actuará, a la vez, ante la violencia con soluciones dirigidas a frenar y prevenir no
sólo las expresiones de esa violencia ejercida de manera directa, sino tratando de
descubrir tanto en la cultura (clima escolar) como en la estructura (organización
formal e informal) las raíces de la misma.
La realidad social es compleja, al igual que la condición humana, por lo que
cualquier proyecto de construcción de la paz deberá considerar adecuadamente la
multiplicidad de factores y elementos que se interrelacionan. La educación para la
paz no puede quedar indiferente de esta complejidad pues refleja, lo quiera o no,
un modelo social militante y comprometido con unos determinados valores.
Diversidad, interrelación, multicausalidad e interdependencia son elementos
básicos de esa unidad compleja que es nuestro mundo en continuo y acelerado
cambio. Diversidad, interrelación, multicausalidad e interdependencia también son
los factores que definen la educación y que no pueden ser obviados; muy al
contrario, necesitan ser comprendidos y aceptados a través de métodos basados
en la cooperación y en la llamada racionalidad comunicativa.
Lejos de utopismos pedagógicos, la concepción de paz imperfecta sugiere un
modelo de educación para la paz que apoyándose en la realidad cotidiana, en las
vivencias personales de los actores de la educación intenta comprender y
transformar esa realidad sin tener que esperar que se haya producido una
conciencia universal tal que la violencia deje de existir. La idea es mucho más
sencilla, se trata simplemente de crear una conciencia mayoritaria a favor de la
paz desde la cotidianidad en el convencimiento de que "una utopía de hoy es una
realidad mañana". Como decía Gandhi no hay camino para la paz, la paz es el
camino. En ese camino la educación, como proyecto individual y social, es un
instrumento eficaz de transformación, aunque no es el único. En este sentido la
educación debe ser sostenida por algunos principios esenciales:
Enseñar y aprender a resolver los conflictos de forma noviolenta como
estrategia para prevenir la violencia y hacer de nuestras relaciones humanas una
fuente de enriquecimiento personal puesto al servicio de la comunidad,
especialmente de los más vulnerables.
Aprender unos valores, verdaderamente significativos, construidos
colectivamente, como elemento esencial de un aprendizaje ciudadano que durante
toda la vida potencie, a través de una democracia cada vez más participativa e
igualitaria, nuestra responsabilidad solidaria con las generaciones presente y
futuras.
Ser un aprendizaje orientado a la acción en distintos ámbitos para
conseguir que ese ideal compartido de paz, como justicia y equidad, constituya un
verdadero y permanente proceso a través del cual son menos los miembros de la
sociedad a quienes se niega el ejercicio y disfrute de los derechos humanos.
Leer más:
http://www.monografias.com/trabajos10/culpa/culpa2.shtml#ixzz2tK8qbCbN
La Cultura de paz es una tentativa -largamente tejida a largo de la historia, a través de
cuyos hilos se ha conformado, parcialmente, un modo de organizar el mundo, basado
en el derecho sagrado de vivir juntos- que se define como el conjunto de valores,
actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida que inspiran una forma
constructiva y creativa de relacionarnos para alcanzar- desde una visión holística e
imperfecta de la paz - la armonía del ser humano consigo mismo, con los demás y con
la naturaleza