Act. 5 Control de Calidad de Procesos Pecuarios
Act. 5 Control de Calidad de Procesos Pecuarios
Act. 5 Control de Calidad de Procesos Pecuarios
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https://es.slideshare.net/LeonelMendez1/e-cartapacio-leonel-mendez-201241246
Carne ovina.
La carne según lo expresado en el artículo 269 del Reglamento Sanitario de los Alimentos, se define como “todos los
tejidos blandos que rodean el esqueleto, incluyendo su cobertura grasa, tendones, vasos, nervios, aponeurosis, huesos
propios de cada corte cuando estén adheridos a la masa muscular correspondiente y todos los tejidos no separados
durante la faena, excepto los músculos de sostén del aparato hioideo y el esófago” (MINSAL, 1997).
La carne de cordero se compone principalmente de tejido muscular que contiene agua, proteínas, lípidos, hidratos de
carbono, vitaminas y minerales. Se caracteriza por tener proteínas de alto valor biológico, lo que es debido a que posee
todos los aminoácidos esenciales para el ser humano. Además presenta un alto porcentaje de la ingesta diaria
recomendada de distintos micronutrientes, como por ejemplo hierro, zinc y vitaminas del ---grupo B, destacando tiamina
(B1), riboflavina (B2), ácido fólico (B9) y cianocobalamina (B12) (Santaliestra-Pasías et al., 2010).
Se ha evidenciado que los corderos alimentados sobre pasturas presentan en su carne una serie de características
benéficas para el ser humano, como lo es por ejemplo el ser una carne magra con un importante aporte de ácidos grasos
omega 3, con una relación omega 6/omega 3 óptima, al igual que la relación entre los ácidos grasos saturados e
insaturados. También se encuentra enriquecida con compuestos antioxidantes y anticancerígenos tales como: beta-
carotenos, vitamina E y ácido linoleico conjugado (Castañeda y Peñuela, 2010; Mamani-Linares y Gallo, 2013).
Sin embargo, frente a la carne de cordero existe una serie de creencias nutricionales por parte de la población que no son
del todo correctas, como por ejemplo presentar un elevado contenido de grasa y colesterol. Relacionando esto con la
presencia de distintos tipos de patologías tales como: enfermedades cardiovasculares, distintos tipos de cánceres y
obesidad, lo que es debido principalmente a una falta de educación e información a los consumidores como también por
la escasa transparencia en la oferta de carne de cordero, ya que muchas veces lo que realmente se vende es carne de
oveja o carnero que se caracteriza por ser más fibrosa, dura y engrasada (FIA, 2003).
Carne
Este producto se caracteriza por su buena calidad nutricional, se estima un valor nutricional promedio para la carne magra de
18.2% de proteína, 12.5% de grasa, y para la carne semigrasa de 16.4% proteína, 26.4% grasa. Los cortes de mayor valor
económico corresponden a las del tren posterior y brazuelos. Las carcasas de ovinos se clasifican de acuerdo al Reglamento
Tecnológico de Carnes.
https://www.monografias.com/trabajos58/produccion-ovina-peru/produccion-ovina-peru2.shtml
•Carne roja: suele provenir de animales adultos. Por ejemplo: la carne de res (carne de vaca), la carne de
cerdo, la carne de ternera y la carne de buey. Se consideran igualmente carnes rojas la carne de caballo y la
de ovino. Desde el punto de vista nutricional se llama carne roja a «toda aquella que procede de mamíferos». El
consumo de este tipo de carne es muy elevado en los países desarrollados y representa el 20 % de la ingesta
calórica. Se asocia a la aparición del cáncer en adultos que consumen cantidades relativamente altas.31
pechuga de pollo 97 22 g 0g 1g
cordero 250 30 g 0g 14 g
T-bone 450 25 g 0g 35 g
Cambio de músculo a carne.
Puede ser entendido como el resultado de cambios bioquímicos y estructurales que suceden en el músculo luego de
sacrificado el animal. Ocurre un paro masivo en el metabolismo respiratorio debido a la ausencia de la función del
sistema circulatorio, lo que promueve el proceso de glicólisis anaeróbica con la finalidad de obtener energía,
produciendo además ácido láctico, quien es el responsable directo del descenso del pH muscular.
Dicho proceso sucede dentro de las primeras horas post mortem hasta valores de pH de 5,4-5,8 o bien hasta que el
glicógeno sea degradado completamente. Esto último, ocurre en el caso de animales con bajas reservas del
polisacárido como sucede en situaciones de estrés previo al sacrificio (García et al., 2004; Kerth et al., 2013; Solis,
2005).
El músculo en los primeros momentos luego del beneficio aún conserva sus características de flexibilidad y
extensibilidad, no obstante, alrededor de las 6-12 horas post mortem comienza un proceso denominado rigor mortis
en donde se pierden estas características. Esto es debido a que el músculo ya no dispone del ATP necesario para
separar los monofilamentos constituyentes de las miofibrillas, lo que produce un estado de contracción muscular
sostenido que puede durar alrededor de 10 a 30 horas., período en que el músculo presenta su mayor grado de
dureza (García et al., 2004; Kerth et al., 2013).
Junto con el descenso de los valores de pH, comienza la activación de enzimas tanto lisosomales como sarcoplásmicas
que tienen por función degradar las proteínas estructurales del músculo. Entre estas destacan las calpaínas y
catepsinas, siendo las responsables de la terneza de la carne (García et al., 2004; Kerth et al., 2013)
http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/131925/Calidad-de-la-carne-de-cordero-efecto-de-ocho-genotipos-y-cuatro-pesos-vivos-al-sacrificio.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Calidad de la carne.
• La calidad se entiende como un conjunto de características o atributos que los consumidores consideran al momento de
diferenciar entre productos similares. Esto implica que no existe una definición única para este concepto ya que a nivel
mundial los gustos y preferencias son diversos, por lo que cada mercado define sus propias pautas para evaluar la
calidad de un producto en función del grupo de consumidores que lo constituye y de su poder adquisitivo (FIA, 2005).
• Entre el conjunto de características de diferente naturaleza que determinan la calidad de un producto cárnico, se
encuentran: organolépticas, sanitarias, nutritivas, cuantitativas (tamaño de cortes, adecuada proporción carne/hueso),
de costo, de uso (facilidad de preparación, aptitud de conservación, envase atractivo, disponibilidad, etc.) y simbólicas
(imagen, distinción, exclusividad) (Martín, 2007; Pérez et al., 2006).
• El consumidor es el destinatario final y a la vez, el eslabón más débil de la larga cadena cárnica. No obstante, es o
debería ser la razón del producto. En este sentido, resulta importante conocer cuáles son las características que éste
considera relevantes (Hervé, 2013).
• En general, los consumidores juzgan la calidad de la carne al momento de su adquisición por el color, contenido de
grasa visible y olor. Sin embargo, en la degustación, ciertas características como la terneza, jugosidad y sabor asumen
importancia. Además la calidad de la carne de cordero resulta difícil de desligar de las características de la grasa, ya que
participa en la sensación de jugosidad, terneza y en la producción del aroma característico y por lo tanto en la
palatabilidad (Díaz, 2001; Martínez, 2007).
• También se ha encontrado un gran interés de los consumidores por conocer la composición de los ácidos grasos de la
grasa de la carne, ya que existe una mayor preocupación sobre las patologías ligadas al consumo de grasas saturadas,
por ejemplo enfermedades cardiovasculares (FAO, 2012).
• Es así, como las demandas de los consumidores plantean el desafío de ofrecer productos diferenciados según calidad y
que posean características orientadas según las preferencias de la población (Martín, 2007).
Calidad sensorial de la carne.
El concepto de calidad sensorial es difícil de definir puesto que no está ligado exclusivamente a características o propiedades intrínsecas
del alimento, sino que es el resultado de la interacción entre éste y el consumidor (Costell, 2005). Estudios señalan que la terneza,
jugosidad y sabor de la carne presentan una alta influencia sobre el consumidor a la hora de elegir entre distintos tipos de carnes
(Chacón, 2004).
Indicadores que definen la calidad de la carne de cordero. Para evaluar la calidad de la carne de cordero, se deben realizar análisis de la
composición tisular y química, de las características sensoriales y funcionales como también determinar el perfil de ácidos grasos (Pérez et
al., 2006). Algunos indicadores utilizados para evaluar la calidad de este producto son: pH, textura, color, dureza, capacidad de retención
de agua (CRA) y características sensoriales (jugosidad, olor, terneza, olor, sabor, etc) (Camaggi, 2008).
La valoración de algunos indicadores de calidad de la carne puede hacerse con el empleo de técnicas instrumentales. Sin embargo, con el
objetivo de un análisis completo de este producto es importante considerar además la evaluación sensorial (Bianchi, 2005).
PH de la carne.
Esta característica indica el grado de acidez que presenta una sustancia, que es calculada en base al número de iones de
hidrógeno presentes en una disolución. Su medición es en base a una escala que va del 0 al 14, donde el 7 señala que la
sustancia es neutra. Por otro lado, valores inferiores a 7 indican acidez mientras que los superiores señalan alcalinidad
(Zimerman, 2008).
Una vez beneficiado el animal, hay un cese de la circulación sanguínea y con ello del aporte tanto de nutrientes como
también de oxígeno a los diferentes tejidos, por lo que el músculo utiliza el metabolismo anaeróbico para trasformar el
glicógeno almacenado en ATP para la mantención tanto de la temperatura como también de su integridad estructural. No
obstante, junto con la formación de ATP se produce además ácido láctico que se acumula en el músculo debido a la falta
de sistema circulatorio, lo que provoca el descenso de los valores de pH (Kerth et al., 2013; Solis, 2005).
El pH normal del músculo de un animal recién beneficiado corresponde a valores cercanos a 7,0 y se espera que luego de
las primeras 6 a 12 horas post mortem estos desciendan a valores próximos a 5,7. Esta situación es de gran importancia,
puesto que una condición levemente ácida le permite a la carne ser menos susceptible a la acción microbiana,
favoreciendo de esta manera en su conservación (Zimerman, 2009
• Se ha documentado que ciertas características organolépticas y funcionales de la carne son afectadas tanto por el pH final (pH 24) como
también por la velocidad de descenso del mismo durante la transformación del músculo en carne (Sañudo, 1991 citado por Díaz,
2001).
• Las carnes que presentan un pH final superior a 6,4 poseen una serie de características comunes, lo que ha permitido agruparlas en una
denominación común conocida como carnes DFD (por sus siglas en inglés dry, firm and dark). Se caracterizan por ser más oscuras, secas
y firmes de lo normal. Esto se debe al consumo de las reservas de glicógeno muscular antes del beneficio, asociado a condiciones de
estrés de los animales. Por consiguiente, hay poca formación de ácido láctico post mortem, produciéndose así este tipo de carnes.
Además se ha establecido que son de una calidad inferior ya que su sabor es menos acentuado, presenta una menor durabilidad y
también su coloración oscura es poco apetecida por el consumidor (Jensen et al., 2004; FIA, 2005).
Color de la carne.
• El color de la carne desde un punto de vista físico, se define como el resultado de la distribución espectral de la luz que incide sobre ella
y de la intensidad de la luz reflejada por su superficie (Ruiz, 2012).
• Se ha determinado que en la percepción visual del color participan tres elementos que son importantes de considerar: el objeto en
cuestión, la luz y el observador que visualiza esta característica, por lo que se introducen aspectos subjetivos y psicológicos en la
percepción de este indicador (Díaz, 2001).
• La primera impresión que tiene el consumidor de cualquier producto cárnico es su color. Por lo tanto, esta característica es de suma
importancia ya que influye en la decisión de compra y afecta la percepción de frescura del producto (Martínez-Cerezo et al.,
2005b).
• Esto se debe, a que las carnes de coloración más oscuras son relacionadas por el consumidor con animales de edad avanzada. Sin
embargo, estudios señalan que animales de mayor peso como también las razas adaptadas a condiciones ambientales extremas,
tienden a presentar coloraciones más oscuras en sus carnes (Zimerman, 2009).
• El color de la carne se debe principalmente a la concentración y estado químico de los pigmentos hemínicos, fundamentalmente a la
mioglobina ubicada en la superficie, como también a la estructura y estado físico de las proteínas musculares. Además la grasa de
infiltración como también de superficie influye en la percepción de esta característica (Díaz, 2001).
Se ha demostrado que los consumidores en general prefieren las carnes con una coloración rojo brillante, ya que este
color es asociado con carnes frescas (Segovia et al., 2005
Color de la carne. El color de la carne desde un punto de vista físico, se define como el resultado de la distribución
espectral de la luz que incide sobre ella y de la intensidad de la luz reflejada por su superficie (Ruiz, 2012).
Se ha determinado que en la percepción visual del color participan tres elementos que son importantes de considerar: el
objeto en cuestión, la luz y el observador que visualiza esta característica, por lo que se introducen aspectos subjetivos y
psicológicos en la percepción de este indicador (Díaz, 2001).
La primera impresión que tiene el consumidor de cualquier producto cárnico es su color. Por lo tanto, esta característica
es de suma importancia ya que influye en la decisión de compra y afecta la percepción de frescura del producto
(Martínez-Cerezo et al., 2005b).
Esto se debe, a que las carnes de coloración más oscuras son relacionadas por el consumidor con animales de edad
avanzada. Sin embargo, estudios señalan que animales de mayor peso como también las razas adaptadas a condiciones
ambientales extremas, tienden a presentar coloraciones más oscuras en sus carnes (Zimerman, 2009).
El color de la carne se debe principalmente a la concentración y estado químico de los pigmentos hemínicos,
fundamentalmente a la mioglobina ubicada en la superficie, como también a la estructura y estado físico de las proteínas
musculares. Además la grasa de infiltración como también de superficie influye en la percepción de esta característica
(Díaz, 2001).
Se ha demostrado que los consumidores en general prefieren las carnes con una coloración rojo brillante, ya que este
color es asociado con carnes frescas (Segovia et al., 2005).
El color de la carne puede ser evaluado de manera instrumental, con la utilización de colorímetros o espectrofotómetros,
como también mediante la utilización de patrones fotográficos (Zimerman, 2009).
Por su parte, Torres (2013) señaló que el sistema de 15 representación del color más adecuado es el CIELAB, el cual se
caracteriza por utilizar las coordenadas tricromáticas L (luminosidad), a (índice rojo) y b (índice de amarillo).
Color de la grasa.
El color de la grasa es un factor determinante en la valoración del producto, puesto que se encuentra relacionado con la
percepción de frescura de la carne. Por lo tanto, es un atributo fuertemente considerado por el consumidor al momento
de la compra (Rodríguez, 2005).
El color de la grasa se debe principalmente a la alimentación recibida, siendo las xantofilas y los carotenos los pigmentos
responsables del color. Dichos pigmentos no son mayormente metabolizados por el rumen, siendo absorbidos y
depositados en distintos tejidos entre los que se encuentra el adiposo (Rodríguez, 2005; Solis, 2005).
No obstante, la especie ovina se caracteriza por acumular bajas cantidades de dichos pigmentos por lo que su grasa
presenta comúnmente una coloración blanquecina (Ruiz, 2012).
En relación a la preferencia de los consumidores, se ha documentado que en general estos se inclinan por la grasa de
coloración blanca cremosa mientras que rechazan la amarilla (Solis, 2005).
Consistencia de la grasa subcutánea.
La consistencia sólida de la grasa subcutánea se asocia principalmente con la presencia de ácidos grasos saturados en su
composición, debido a su alto punto de fusión lo que les permite permanecer en estado sólido a temperatura ambiente.
Por otro lado, altas cantidades de ácidos grasos insaturados se relacionan con una consistencia blanda y aceitosa debido a
su bajo punto de fusión (Juárez et al., 2006).
Esto concuerda con un estudio realizado por Schonfeldt y Gibson (2008), quienes señalaron que las grasas firmes,
blanquecina y secas presentaron una alta cantidad de ácidos grasos saturados, mientras que aquellas de conformación
más blanda tuvieron una alta proporción de ácidos grasos insaturados. Además se ha documentado que esta
característica se encuentra fuertemente correlacionada con el ácido esteárico (18:0) como también con el ácido linoleico
(18:2n-6). Estando el primero relacionado con la consistencia firme mientras que el segundo con la consistencia
blanda/aceitosa (Wood et al., 2008).
Los consumidores en general prefieren las carnes que se caracterizan por presentar una baja cantidad de grasa de
cobertura y con una consistencia de la misma que no sea ni dura ni blanda (consistencia de dureza media) (ODEPA, 2009).
Capacidad de retención de agua (CRA).
Esta característica se define como la capacidad que posee la carne para retener su agua constitutiva durante la aplicación de
fuerzas externas y de otros tratamientos (corte, trituración y prensado) (Hamm, 1960 citado por Díaz, 2001).
Se ha establecido que esta característica se encuentra directamente relacionada con la jugosidad de la carne, en donde una
mayor CRA permitirá obtener carnes más jugosas al momento de cocinarlas (Fuentes et al., 2013). Rengifo y Ordóñez
(2010) señalaron que el elemento más abundante de la carne es el agua. Existiendo una perdida de este componente luego
de beneficiado el animal, lo que afectaría la calidad de su carne. Por lo tanto, una alta CRA aseguraría una mejor percepción
del producto por parte del consumidor. Diversos trabajos indican que existe una relación entre el pH y la CRA de la carne. En
donde una alteración de los valores de pH en cualquier dirección del punto isoeléctrico de las proteínas musculares (pH
24=5,3) causará un aumento de la CRA (Solis, 2005).
Terneza.
Esta característica se define como la facilidad con que un trozo carne se deja masticar. Es un atributo altamente valorado
por el consumidor en su decisión o preferencia por algún tipo carne, estando dispuesto a pagar más dinero por aquellas de
mayor terneza. Esto se debe a que la satisfacción del consumidor por el producto queda definida en el momento del
consumo y es allí donde se posiciona la terneza como el atributo más importante (Zimerman, 2009; Kerth et al., 2013).
La terneza es definida principalmente por dos fracciones proteicas. Por un lado, se encuentran las proteínas que componen
el tejido conectivo, destacando el colágeno por ser su principal constituyente y por estar relacionado con la dureza de la
carne. Mientras que la segunda fracción proteica son las proteínas miofibrilares, que se caracterizan por sufrir cambios
bioquímicos y morfofuncionales post mortem, favoreciendo la terneza del producto (Chacón, 2004; Ruiz, 2012; Torino,
2013). Carduza et al. (2002) indicaron que la terneza de la carne es un atributo complejo en el que intervienen diversos
factores tales como: el contenido y densidad de la fibra muscular, la cantidad, tipo y disposición del tejido conectivo, las
condiciones de faena, el estrés del animal, incluyendo incluso la forma de preparación del producto antes de ser
consumido.
Jugosidad.
La jugosidad de la carne es definida como la cantidad de líquido que se extrae de un trozo de carne al presionarlo. Dicha
característica puede desglosarse en dos componentes: la sensación de humedad que produce al iniciarse la masticación,
por la rápida liberación de jugo y la sensación de jugosidad sostenida causada por el efecto estimulante de la grasa sobre el
flujo salival (Jensen et al., 2004).
Estudios señalan que un 16% de la variación de la jugosidad se debe al contenido de grasa intramuscular, mientras que el
resto se debe a factores ambientales y genéticos (Hernández y Ríos, 2009).
La carne está formada por alrededor de un 75% de agua, la que se encuentra presente bajo dos formas. La que es separada
fácilmente de la carne frente a la acción de una fuerza externa y aquella que se encuentra fuertemente ligada a la proteína
muscular y que no es liberada al ejercer una fuerte presión sobre ella. Siendo la carne que presente un mayor contenido de
esta última, la que perderá menos agua durante el momento del cocinado y por lo tanto al consumo será mas jugosa (Kerth
et al., 2013).
Se ha observado que una baja en la jugosidad de la carne afecta negativamente los demás atributos de palatabilidad,
especialmente el sabor y la terneza del producto. Mostrando de esta forma la importancia de este atributo en la calidad de
la carne (Acevedo, 2004).
Olor.
El olor es definido como una sensación que se produce tras la estimulación del sentido del olfato. Dicho sentido se ubica en
el epitelio olfatorio de la nariz, el que se encuentra constituido por células olfatorias ciliadas (Hidalgo, 2008).
Esta característica se relaciona con la presencia de componentes químicos hidrosolubles y liposolubles ubicados en el tejido
adiposo y muscular de la carne, los que se presentan con mayor intensidad al momento del cocinado (Téllez, 2005).
Se ha observado que la carne cruda presenta un ligero olor a suero, mientras que la cocinada desarrolla un intenso olor
causado por la degradación térmica de sus componentes (Almela et al., 2009).
Aroma.
Según Carduza et al. (2002) el aroma de la carne se define como “el resultado de un delicado balance entre los compuestos
volátiles asociados tanto con el aroma deseado en el producto (“olor a carne fresca”, “olor a ahumado”), como a olores
desagradables (“olor a hígado”, “olor a rancio”), y a la interacción de dichos compuestos aromáticos con los elementos de la
matriz cárnica”.
Se ha documentado que los componentes aromáticos de la carne cocinada se forman mediante la reacción de Maillard y la
degradación de lípidos, generando más de 1.000 compuestos y precursores tanto volátiles como solubles. Además los
compuestos producidos durante ambas reacciones pueden interactuar entre sí generando otras sustancias secundarias
implicadas en el aroma (Almela et al., 2009).
Esta característica puede ser analizada por métodos químicos como también físicoquímicos, no obstante la mejor forma de
evaluar el aroma es a través de la utilización de pruebas sensoriales (paneles de catadores o consumidores) (Bianchi, 2005)
http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/131925/Calidad-de-la-carne-de-cordero-efecto-de-ocho-genotipos-y-cuatro-pesos-vivos-al-sacrificio.pdf?sequence=1&isAllowed=y